-Muy bien, a mí me gustaría leer un capitulo-
comento Alicia quien poco después recibió el libro- bueno, el siguiente capítulo
se titula, “El mapa del merodeador”- los gemelos Weasley sonrieron ante la
mención del mapa sin meditar lo que podría ocurrir después.
-¡Hey espera!- exclamo con cierta apuración Sirius-
no creo que sea bueno leerlo, no es conveniente que ciertas personas se
enteren- agrego viendo de reojo a Severus.
-Pero será imposible no mencionarlo, será una parte
importante de la historia, por lo que seguirá apareciendo en los demás libros-
aseguro Harry.
-Además ya se sabe el secreto de la capa de invisibilidad
de James, no habría problema con que…
-¡Pero lunático!, es nuestro más grande tesoro, no
puedes estar hablando tan a la ligera- le rebatió Sirius.
-Canuto, sé muy bien cómo te sientes- le aseguro
James- pero es como dijo Harry, debe de ser algo importante, y por más que queramos
no podremos evitar que se enteren de eso.
-Pero…
-Ya resígnate Sirius- le dijo consoladoramente
Marlene. Viendo que no serviría de nada le indico a la joven que continua con
la lectura con un ademan de manos.
La señora Pomfrey insistió en que Harry se quedara en la enfermería el
fin de semana.
-Siempre es así, aun cuando ya no tengamos nada-
aseguro Dora.
-Pues yo me alego que así haya sido, es casi un
milagro que no le haya pasado nada- aseguro Lily.
El muchacho no se quejó, pero no le permitió que tirara los restos de
la Nimbus 2.000. Sabía que era una tontería y que la Nimbus no podía repararse,
pero Harry no podía evitarlo. Era como perder a uno de sus mejores amigos.
-Potter tenías que ser- exclamo nuevamente Lily
mientras que James, Harry, James “S”, Albus y Lily “L” sonreían con
complicidad.
Lo visitó gente sin parar; todos con la intención de infundirle
ánimos.
-Era lo mínimo que pedíamos hacer- aseguro Al- en
especial porque en ocasiones pareces algo depresivo.
-¡Hey!- le reclamo el azabache mientras los demás sonreían.
-Pero tiene razón- lo defendió Hermione.
-Si claro, no es extraño que sea su sobrino
favorito- espeto James “S”.
Hagrid le envió unas flores
llenas de tijeretas y que parecían coles amarillas.
-Por lo menos no fueron de esos dulces que te cerraban
la boca- comento Ron recordando los caramelos de café que mencionaron en el
libro anterior.
Y Ginny Weasley, sonrojada, apareció con una tarjeta de saludo que
ella misma había hecho.
-Hay mi querida nuera- comento divertido James
mientras la pelirroja se sonrojaba al recordar ese día- en serio no entiendo
porque tardaste tanto en hacerla tu novia- agrego viendo a Harry.
-En especial porque era la única pelirroja cerca-
agrego Sirius.
-Y eso ¿qué tiene que ver?- pregunto extrañado James
“S”.
-¡¿Qué tu no lo sabes?!- exclamo con sorpresa
canuto- desde hace varias generación los hombres Potter se enamoran de
pelirrojas- aseguro
-Pues no, me acabo de enterar- aseguro James “S”- y
si las pelirrojas son bonitas, pero no hay que desmeritar a las castañas o a
las rubias- agrego.
-Así se habla joven poder, además que las pelirrojas
pueden ser muy…
-¡¿Muy qué?!- exclamaron Lily, Ginny, Lily “L” y
Molly.
-No nada- agrego Sirius ante la diversión de muchos.
-Pero siendo honestos, tal vez esa tradición se
rompa en mi generación.
-¿Por qué lo dices?, ¿no te gustan las pelirrojas?-
le pregunto James que ya había visto ese hecho como una regla familiar.
-Bueno, es que no hay muchas pelirrojas o si, en la
torre de Gryffindor solo están Rose y
una chica de segundo año y Albus ya la aparto.
-¡Cierra la boca James!- le reclamo Albus con un
leve sonrojo mientras un par de miradas de incertidumbre se posaban en él.
-¿Eso es cierto nietecito?- le pregunto James con
emoción- bueno, al menos uno si continua con tan noble tradición- agrego.
-Eso no es cierto- se defendió Albus con cierta
pena.
-Si lo es- atajo Scorpius ganándose la atención de
todos- y vieran lo tierno que es cuando ella se acerca- agrego con sorna
llevándose una mirada acecina de su amigo- Albus se pone todo nervioso, se sonroja
y hasta se pone a tirar cosas.
-¡¡Scorpius Malfoy!!- le grito el azabache.
-¡Igual que Ginny!- exclamaron Fred y George con
idénticas risas burlonas, mientras que la joven Weasley se sorprendía por ese
hecho.
-Eso está bien, pero aun así tú debes de dar el
primer paso en la relación- aseguro Sirius- mira la próxima vez que la veas
tienes que darle un beso en los labios y después llevártela a…
-¡Guarda silencio Sirius Orión Black!- le grito
Ginny- ¡no que quiero que mal aconsejes a mi hijo!- aseguro- ¡y tú tampoco abras
la boca James Potter!- agrego.
-Pero yo no iba a decir nada- se defendió el
azabache.
-Pero por si pensaba decirlo, Alicia, podrías- le pidió
la pelirroja.
Y que cantaba con voz estridente salvo cuando se cerraba y se metía
debajo del frutero.
-Creo que cometí un error, pero es que estaba
nerviosa- dijo Ginny esta vez para que solo él pudiera iorla.
-Tranquila, fue un lindo detalle- le aseguro Harry
abrazándola por lo hombros.
El equipo de Gryffindor volvió a visitarlo el domingo por la mañana,
esta vez con Wood, que aseguró a Harry con voz de ultratumba que no lo culpaba
en absoluto. Ron y Hermione no se iban hasta que llegaba la noche.
Los merodeadores y Lily sonrieron complacidos al volver
a escuchar los buenos y fieles amigos que Harry había conseguido, sin duda es
era lo mejor que podía tener en esa vida tan llena de desgracias.
Pero nada de cuanto dijera o hiciese nadie podía aliviar a Harry,
porque los demás sólo conocían la mitad de lo que le preocupaba.
-Pero ahora lo conocemos todo- intervino Neville- yo
creo que por lo menos se lo hubieras dicho a Ron y Hermione.
No había dicho nada a nadie acerca del Grim, ni siquiera a Ron y a
Hermione, porque sabía que Ron se asustaría y Hermione se burlaría.
-Por eso no les quise decir nada- dijo Harry y sus
amigos tuvieron que aceptar que efectivamente, esas hubieran sido sus
reacciones.
-Pero es imposible que fuera un grim- exclamo Rose.
-Lo sé, pero trata de hacer entender a este par de
cabezas duras- le dijo con ternura Hermione a su hija.
-Creo que tengo una ideas de cómo es eso- agregó la
niña viendo a sus dos amigos que le miraron ofendidos.
El hecho era, sin embargo, que el Grim se le había aparecido dos veces
y en las dos ocasiones había habido accidentes casi fatales. La primera casi lo
había atropellado el autobús noctámbulo. La segunda había caído de veinte
metros de altura. ¿Iba a acosarlo el Grim hasta la muerte? ¿Iba a pasar él el
resto de su vida esperando las apariciones del animal?
-Son solo meras coincidencias, además eso no era un
Grim solo era…
-¡Hey!- exclamo Sirius deteniendo el discurso de
Hermione- no reveles el final antes de tiempo.
-Bueno de cualquier manera, eso no tiene nada que
ver con esas absurdas predicciones- agrego Hermione.
Y luego estaban los dementores. Harry se sentía muy humillado cada vez
que pensaba en ellos.
James y Lily se sintieron mal por su hijo, y más
porque no estaban con el cuándo lo necesitaban.
Todo el mundo decía que los dementores eran espantosos, pero nadie se
desmayaba al verlos... Nadie más oía en su cabeza el eco de los gritos de sus
padres antes de morir.
-No debería de sentirse mal joven Potter- aseguro
Dumbledore- como ya dije, su situación en particular no se puede comparar con
sus demás compañeros.
-En especial al saber que fuiste testigo de… bueno,
de eso- apoyo Alice viendo con lastima a James y a Lily.
Porque Harry sabía ya de quién era aquella voz que gritaba. En la
enfermería, desvelado durante la noche, contemplando las rayas que la luz de la
luna dibujaba en el techo, oía sus palabras una y otra vez. Cuando se le
acercaban los dementores, oía los últimos gritos de su madre, su afán por
protegerlo de lord Voldemort, y las carcajadas de lord Voldemort antes de
matarla... Harry dormía irregularmente, sumergiéndose en sueños plagados de
manos corruptas y viscosas y de gritos de terror, y se despertaba sobresaltado
para volver a oír los gritos de su madre.
-Hay Harry- exclamo con un hilo de voz Lily, ya
antes los sueños del chico habían perturbado su paz, pero aun así, cada vez que
pasaba eran doloroso como la primera vez, no se podía expresar con palabras
cuanto dejaba que su hijo no tuviera que pasar por semejantes experiencias,
mientras era consolada en los brazos de su novio que deseaba exactamente lo mismo que ella.
Por su parte Harry se comenzaba a sentir incomodo,
cada vez que pasan un párrafo como ese varias miradas se posaban en él, algunas
eran de tristeza, otras de conmiseración, y otras más de lastima, y se podría
decir que en ese momento era peor, pues se habían sumado las miradas de sus
futuros hijos y sobrinos.
Fue un alivio regresar el lunes al bullicio del colegio, donde estaba
obligado a pensar en otras cosas, aunque tuviera que soportar las burlas de
Draco Malfoy.
-Supongo que no te facilite nada las cosas- comento
Draco.
-Aunque también le pudo haber servido, ya saben,
buscar pelea con su enemigo de antaño- propuso Fabián.
-Al menos se distraería un poco, aunque les puede ir
muy mal por estarse peleando- agregó Gideon.
-No si fuera en la clase de Snape- atajo Astoria.
Malfoy no cabía en sí de gozo por la derrota de Gryffindor. Por fin se
había quitado las vendas y lo había celebrado parodiando la caída de Harry. La
mayor parte de la siguiente clase de Pociones la pasó Malfoy imitando por toda
la mazmorra a los dementores.
Tanto Draco como Scorpius no pudieron evitar inclinar
sus cabezas con pena e incluso algo de vergüenza por cómo se comportaba, tal
vez en ese momento Malfoy veía solo como algo cómico, pero en ese instante
creía que se veía muy infantil haciendo esas cosas.
Llegó un momento en que Ron no pudo soportarlo más y le arrojó un
corazón de cocodrilo grande y viscoso. Le dio en la cara y consiguió que Snape
le quitara cincuenta puntos a Gryffindor.
-Maldito quejicus hijo de la…
-El cometió una infracción Black- le rebatió Severus.
-Y también Draco lo hizo, pero tú solo ves cuando te
conviene- le reprendió Lily.
—Si Snape vuelve a dar la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras,
me pondré enfermo —explicó Ron, mientras se dirigían al aula de Lupin, tras el
almuerzo—. Mira a ver quién está, Hermione.
-Hay
hermanito, ¿porque siempre mandas a Hermione al frente he?- exclamo George.
-En el primer libro con lo de la trampilla trataste
de hacer lo mismo- apoyo Fred.
-Un muy mal momento para poner en práctica eso de
“las mujeres primero”- agrego Bill.
-Ya perdón, lo dije por impulso- se defendió Ron que
no pudo evitar sentirse un poco apenado.
-Después tendremos que tener una charla de cómo
tratar a las mujeres- aseguro Bill.
-Yo creo que debería de ser más de una platica-
intervino Marlene- y creo que “otros” deberían de estar en ella también- dijo
eso volteando a ver a Sirius que simplemente se hizo el desentendido.
Hermione se asomó al aula.
—¡Estupendo!
El profesor Lupin había vuelto al aula. Ciertamente, tenía aspecto de
convaleciente. Las togas de siempre le quedaban grandes y tenía ojeras. Sin
embargo, sonrió a los alumnos mientras se sentaban, y ellos prorrumpieron
inmediatamente en quejas sobre el comportamiento de Snape durante la enfermedad
de Lupin.
-Obviamente, no iban a dejar de reclamar por lo que
paso- aseguro Frank.
—No es justo. Sólo estaba haciendo una sustitución ¿Por qué tenía que
mandarnos trabajo?
—No sabemos nada sobre los hombres lobo...
—¡... dos pergaminos!
-Una verdadera injusticia- corroboro Sirius.
—¿Le dijisteis al profesor Snape que todavía no habíamos llegado ahí?
—preguntó el profesor Lupin, frunciendo un poco el entrecejo.
-Como si se dignara a escuchar lo que dice un estudiante-
espeto James- será muy bueno en muchas cosas, pero es un asco como profesor- agregó
mientras muchos concordaban con sus palabreas.
Volvió a producirse un barullo.
—Sí, pero dijo que íbamos muy atrasados...
—... no nos escuchó...
—¡... dos pergaminos!
-Cielos, ¿quién fue el que se la paso repitiendo la
misma frase?- pregunto Sirius con tono divertido, pero nadie respondió- vamos
díganmelo, no pasara nada.
-Solo se arriesgan a una burla de tu parte- atajo
Albus- la verdad es comprensible que no quiera decir quien fue.
-Pero alguien más me lo podría decir.
-Entre todo el alboroto que armaron, dudo que
recuerden quien fue exactamente- dijo esta vez Teddy.
El profesor Lupin sonrió ante la indignación que se dibujaba en todas
las caras.
—No os preocupéis. Hablaré con el profesor Snape. No tendréis que
hacer el trabajo.
—¡Oh, no! —exclamó Hermione, decepcionada—. ¡Yo ya lo he terminado!
-Lógico- dijeron todos los bromistas en coro para
molestia de la castaña.
-Pero entonces eso quiere decir, ¿qué en ese momento
tú…?- exclamo Lily.
-Sí, desde ese momento lo supe- aseguro Hermione poniendo
un poco nervioso a Lupin- pero no dije nada en absoluto, no lo creí conveniente-
agrego.
Mientras recibía una mirada de gratitud por parte de
Lily, James, Sirius, Lupin, Teddy y Dora, los demás que no tenían idea de la
situación del oji miel no dejaron de sentir incomodidad y algo de curiosidad
por saber de qué estaban hablando.
Tuvieron una clase muy agradable.
-Obviamente, Snape nuca podría dar una clase como…
Remus, simplemente no hay comparación- aseguro Teddy.
Solo unos cuantos notaron la pausa del metamorfomago
al nombrar a Lupin, y es que el saber que fuera tan bien recibido por sus
estudiantes le daba tal orgullo, que por un segundo estuvo a punto de nombrarlo
de una forma, por lo que tuvo que contenerse, además de que sabía, que llegaría
el momento en que podría llamarlo papá sin ningún tipo de problema.
El profesor Lupin había llevado una caja de cristal que contenía un
hinkypunk, una criatura pequeña de una sola pata que parecía hecha de humo,
enclenque y aparentemente inofensiva.
—Atrae a los viajeros a las ciénagas —dijo el profesor Lupin mientras
los alumnos tomaban apuntes—. ¿Veis el farol que le cuelga de la mano? Le sale
al paso, el viajero sigue la luz y entonces...
El hinkypunk produjo un chirrido horrible contra el cristal.
-Lo que quiere decir que no es tan inofensiva-
comento Alice.
-Pues no, pero el profesor Lupin nos enseñó bien
como tratar con ellos- aseguro Neville.
-En especial teniendo a la criatura en cuestión,
siempre es más fácil aprender algo de forma práctica- agregó Luna.
Al sonar el timbre, todos, Harry entre ellos, recogieron sus cosas y
se dirigieron a la puerta, pero...
—Espera un momento, Harry —le dijo Lupin—, me gustaría hablar un
momento contigo.
-Gracias por preocuparte por el Remus- le dijo de
inmediato Lily.
-Es lo menos que podía hacer por el- le respondió el
hombre.
Harry volvió sobre sus pasos y vio al profesor cubrir la caja del
hinkypunk.
—Me han contado lo del partido —dijo Lupin, volviendo a su mesa y
metiendo los libros en su maletín
-Lo extraño seria que no le hubieran platicando
nada- aseguro Ted- es impresionante como viajan las noticias en el mundo
mágico.
—. Y lamento mucho lo de tu escoba. ¿Será posible arreglarla?
—No —contestó Harry—, el árbol la hizo trizas.
-No hay otra opción que conseguir una nueva- comento
James- solo espero que tu no comiences a sentir mal por eso he lunático, porque
no fue tu culpa.
-Sí, lo se James, no tienes que sermonearme- le respondió
el castaño, pero no podía decir que si sentía un poco de responsabilidad de lo
ocurrido.
Lupin suspiró.
—Plantaron el sauce boxeador el mismo año que llegué a Hogwarts.
Eso era algo que nadie sabía, por lo que para
algunos resulto un dato interesante.
La gente jugaba a un juego que consistía en aproximarse lo suficiente
para tocar el tronco. Un chico llamado Davey Gudgeon casi perdió un ojo y se
nos prohibió acercarnos. Ninguna escoba habría salido airosa.
-Recuerdo esa vez, la señora Pomfrey estaba más que
furiosa por la imprudencia de ese chico- comento Lily.
-Y con lo fácil que era aproximarse a él- agrego
Sirius.
-¡¿Tú también participabas en esos juegos animal?!-
le reprendió Andrómeda entre molesta y preocupada.
-No, yo nunca realice ese juego - respondió.
-Entonces ¿cómo dices que era fácil aproximarse?- le
interrogo.
-Bueno prima, es que hubo otras circunstancias que
nos hicieron descubrir cómo acércanos a ese árbol, pero luego te cuento- dijo
sin darle mayor importancia.
—¿Ha oído también lo de los dementores? —dijo Harry, haciendo un
esfuerzo.
Lupin le dirigió una mirada rápida.
—Sí, lo oí. Creo que nadie ha visto nunca tan enfadado al profesor
Dumbledore. Están cada vez más rabiosos porque Dumbledore se niega a dejarlos
entrar en los terrenos del colegio... Fue la razón por la que te caíste, ¿no?
-Ni quiera deberían de estar cerca del colegio- espeto
Andrómeda, y Lily, Molly y varios mas no podían más que estar de acuerdo con
ella-
—Sí —respondió Harry. Dudó un momento y se le escapó la pregunta que
le rondaba por la cabeza—. ¿Por qué? ¿Por qué me afectan de esta manera? ¿Acaso
soy...?
—No tiene nada que ver con la cobardía —dijo el profesor Lupin
tajantemente, como si le hubiera leído el pensamiento
-Impresionante lunático- le felicito James- es como
si utilizaras legeremancia.
-no era necesario- aseguro el castaño.
-No lo conocerá muy bien a él, pero conoce
perfectamente a sus padres, a uno en particular- comento Frank viendo a la
pareja- es lógico que supusiera lo que le molestaba en ese momento.
—. Los dementores te afectan más que a los demás porque en tu pasado
hay cosas horribles que los demás no tienen. —Un rayo de sol invernal cruzó el
aula, iluminando el cabello gris de Lupin y las líneas de su joven rostro
Dumbledore sonrió con satisfacción y afirmación por
las palabras de su alumno, nunca dudo de lo buen e inteligente joven que era, y
le alegraba haberlo podido ayudar para asistiera al colegio con ese par de
revoltosos que tenía como amigos.
—. Los dementores están entre las criaturas más nauseabundas del
mundo. Infestan los lugares más oscuros y más sucios. Disfrutan con la
desesperación y la destrucción ajenas, se llevan la paz, la esperanza y la
alegría de cuanto les rodea. Incluso los muggles perciben su presencia, aunque
no pueden verlos. Si alguien se acerca mucho a un dementor; éste le quitará
hasta el último sentimiento positivo y hasta el último recuerdo dichoso. Si
puede, el dementor se alimentará de él hasta convertirlo en su semejante: en un
ser desalmado y maligno.
Más de alguno sintió un escalofrió recorrerle el
cuerpo, era una perspectiva horrible el imaginar un final como ese, y más aún,
la descripción cada vez se oía peor, incluso varios de los presentes no podían
evitar imaginarse como sería un lugar como Azkabán..
Le dejará sin otra cosa que las peores experiencias de su vida. Y el
peor de tus recuerdos, Harry, es tan horrible que derribaría a cualquiera de su
escoba. No tienes de qué avergonzarte.
-Sabes bastante de esas cosas- comento Dora recibiendo
una sonrisa del casta que quería decir, “no es para tanto”
—Cuando hay alguno cerca de mí... —Harry miró la mesa de Lupin, con
los músculos del cuello tensos— oigo el momento en que Voldemort mató a mi
madre.
-Eso es muy curioso- comento Luna llamando la
atención.
-¿Qué es curioso Luna?- le pregunto Neville.
-Que Harry se haya abierto con el profesor Lupin
antes que con sus amigos, no creo que sea algo muy común- respondió la rubia.
-Ahora que lo mencionas es cierto- le concedió
Hermione- Harry no es de los que habla esas cosas con cualquiera.
-Pues que te digo, Remus tiene algo en particular
que les da confianza a los demás- comento James.
-Supongo que eso fue algo vital cuando los cubría
con los profesores- agrego Marlene ante el asentimiento de James y Sirius.
Lupin hizo con el brazo un movimiento repentino, como si fuera a coger
a Harry por el hombro, pero lo pensó mejor.
-Supongo no sería muy apropiado que un maestro mostrara
tanta simpatía por uno de sus estudiantes- comento Andrómeda.
-Además que considerando la actitud de Remus no se sintió
seguro de hacer una acción de ese tipo- agrego Ted
Hubo un momento de silencio y luego...
—¿Por qué acudieron al partido? —preguntó Harry con tristeza.
—Están hambrientos —explicó Lupin tranquilamente, cerrando el maletín,
que dio un chasquido—. Dumbledore no los deja entrar en el colegio, de forma
que su suministro de presas humanas se ha agotado... Supongo que no pudieron
resistirse a la gran multitud que había en el estadio. Toda aquella emoción...
El ambiente caldeado... Para ellos, tenía que ser como un banquete.
-Esas malditas criaturas, no les importa nada más
que ellas mismas- espeto Frank.
-No deberían siquiera de existir- agrego Alice
imaginando a esas cosas acercándose al estadio donde precisamente se encontraba
su hijo.
—Azkabán debe de ser horrible —masculló Harry
Nadie negara dicha declaración.
Lupin asintió con melancolía.
—La fortaleza está en una pequeña isla, perdida en el mar. Pero no
hacen falta muros ni agua para tener a los presos encerrados, porque todos
están atrapados dentro de su propia cabeza, incapaces de tener un pensamiento
alegre. La mayoría enloquece al cabo de unas semanas.
—Pero Sirius Black escapó —dijo Harry despacio—. Escapó...
El maletín de Lupin cayó de la mesa. Tuvo que inclinarse para
recogerlo:
-Te pusiste nervioso porque me mencionaron verdad
colega- comento Sirius con cierta pesadez en su voz- ¿temes que te de mala fama
porque somos amigos?- trato de bromear
-Si bueno, nunca me gustó mucho que nos
relacionaran- le siguió el juego el castaño, consiguiéndole sacar una leve
sonrisa a su amigo.
A Lily y Marlene no le agradaba mucho que bromearan
de esa forma, pero no podían hacer mucho para evitarlo, esa era una válvula que
usaban para disminuir su tención.
—Sí —dijo incorporándose—. Black debe de haber descubierto la manera
de hacerles frente. Yo no lo habría creído posible... En teoría, los dementores
quitan al brujo todos sus poderes si están con él el tiempo suficiente.
-Ni siquiera Remus sabe cómo conseguiste que no te
afectaran- comento Marlene- debes de sentirse feliz por eso verdad.
-Hay otras cosas que me aria más feliz, como ganarle
a la pelirroja en una apuesta, o que al final aceptaras visitar mi cama por
una…
-Mejor cierra la boca- exclamo la rubia un poco arrepentida
por haber propiciado esa platica.
—Usted ahuyentó en el tren a aquel dementor —dijo Harry de repente.
—Hay algunas defensas que uno puede utilizar —explicó Lupin—. Pero en
el tren sólo había un dementor. Cuantos más hay, más difícil resulta
defenderse.
—¿Qué defensas? —preguntó Harry inmediatamente—. ¿Puede enseñarme?
-Aun eres muy joven para aprender algo como eso
hijo- dijo Lily de inmediato- para aprender ese encantamiento necesitas mucha más
experiencia.
Desde luego, todos los del pasado estuvieron de
acuerdo con ella, pero aquellos que eran de la misma época de Harry, sabían que
no era así, en especial porque muchos de ellos aprendieron a realizar el hechizo
porque él se los enseño.
—No soy ningún experto en la lucha contra los dementores, Harry. Más
bien lo contrario...
-Si claro, es como decir que canuto solo es un
poquito mujeriego- exclamó James
-O que cornamenta juega medianamente bien al
quidditch- agrego Sirius
-De los tres eres quien mejor sabe cómo tratar de
esas criaturas, no abras dedicado tu vida a estudiarlos y pelear con ellos,
pero tampoco eres un simple novato lunático- aseguro nuevamente James.
-Creo que deberías de tener un poco más de confianza
en ti mismo- dijo de última Dora viéndolo a los ojos.
-No dejes de decirlo sobrina, esperemos que a ti si
te escuche este tonto- termino Sirius.
—Pero si los dementores acuden a otro partido de quidditch, tengo que
tener algún arma contra ellos.
-Aún muchas mejores razones para aprender a
enfrentarse a ellos- increpo Alastor.
-Pero para alguien como Harry ese podría ser un buen
motivante- concedió Kingsley
-O una buena excusa- propuso Teddy- pero aun así no
le vendría mal practicarlo.
Lupin vio a Harry tan decidido que dudó un momento y luego dijo:
—Bueno, de acuerdo. Intentaré ayudarte.
-Hasta ahí llego tu determinación colega- exclamo
James pensando que era porque en Harry lo veía reflejado a él y a Lily- pero
gracias por trata de ayudarlo.
Pero me temo que no podrá ser hasta el próximo trimestre. Tengo mucho
que hacer antes de las vacaciones. Elegí un momento muy inoportuno para caer
enfermo.
-Como si pudieras escoger- atajo Sirius con molestia-
pero bueno, eso quiere decir que si tratas de enséñale verdad, será interesante
ver como lo hacen.
-Será interesante saber cómo aprendió a realizar el hechizo-
comento Neville a los compañeros del E.D. que tenía cerca quienes asintieron
vigorosamente.
-Pues ojala le sirva de algo- exclamo Lily- la
verdad hay mucha diferencia de practicar en una aula que en la vida real.
-Puede ser Lily, pero en el caso particular de Harry
podríamos tener una herramienta extra- le dijo Lupin.
-¿Y cuál podría ser esa herramienta?- le pregunto
James.
-Un boggart- respondió.
-Claro, si consigues a otro boggart este se podría
convertir en un dementor al ver a Harry y así podrían practicar el hechizo-
exclamo emocionada Dora.
-Eso sería útil, pero aun así sería algo peligroso-
expreso Lily con un tanto de preocupación.
-Pero como ha dicho Teddy, no causaría el mismo
efecto que uno real, y así podría mejor preparado- dijo nuevamente Dora.
-Sí, creo que es verdad- le concedió la pelirroja- además,
si es como su padre la mejor forma de que aprenda es de esa manera.
-Pues sí, es difícil que algo entre en la cabeza de
piedra de los Potter
-¡Hey!- reclamaron de inmediato Todos los Potter por
la burla de Sirius.
Con la promesa de que Lupin le daría clases antidementores, la
esperanza de que tal vez no tuviera que volver a oír la muerte de su madre, y
la derrota que Ravenclaw infligió a Hufflepuff en el partido de quidditch de
finales de noviembre, el estado de ánimo de Harry mejoró mucho.
-Todo siempre está en factor al quidditch- comento
Rose.
-Bueno prima, tienes que admitir que siempre las
cosas mejoran cuando tu esquipo está bien- exclamo James “S”.
-No esperaba otro comentario de alguien como tú-
dijo Hermione- con los padres y el abuelo que tiene, sería raro que no
defendieras el deporte- agrego mientras los aludidos sonreían con complicidad.
Gryffindor no había perdido todas las posibilidades de ganar la copa,
aunque tampoco podían permitirse otra derrota. Wood recuperó su energía
obsesiva y entrenó al equipo con la dureza de costumbre bajo la fría llovizna
que persistió durante todo el mes de diciembre.
-Esa obsesión suya- exclamo Molly- y que si uno de
ellos se enferma por practicar en esas condiciones.
-Pero aun así parecía que todo el esquipo estaba
dispuesto a sopórtalo- acepto Fred
-En especial Harry, después de que no atrapo la
snitch en el partido pasado- agrego George.
Harry no vio la menor señal de los dementores dentro del recinto del
colegio. La ira de Dumbledore parecía mantenerlos en sus puestos, en las
entradas.
Alicia fue leyendo como el clima mejoro dos semanas
antes de terminar el trimestre, y los terrenos cubiertos de escarcha y el
espíritu navideño que se comenzaba a sentir. Además también leyó la decisión de
Ron y Hermione de quedarse en Hogwarts para las fiestas y de las ridículas excusas
que le dieron Harry mientras este se sentía agradecido porque se quedaban para
hacerle compañía.
-Eso está muy bien, que bueno que quieran
acompañarlo- les digo James con gusto- aunque también podría ir a pasar la
fiesta a la casa de los Weasley.
-Seria genial- apoyo Sirius- y aprovecharían para
que Ginny y Harry mejoraran su relación de pareja- agrego sonrojando al par.
-Claro, solo tienen que evitar a cuatro de los hermanos
para lograrlo, eso si los otros dos no llegan a visitarlos- intervino Remus.
-Eso sin mencionar que también deberían cuidase de
los padres de Ginny- le apoyo Dora.
-Hay ustedes, ¿por qué quieren rompernos las
ilusiones?- les reclamo Sirius.
-Ellos solo son realistas Sirius- le dijo Teddy- además
no dijeron que sería imposible, solo que sería demasiado difícil tener un
tiempo a solas en su casa.
-Si claro, defiende a tus “papitos” todo lo que
quieras, pero eso no quita que son unos aguafiestas- exclamo con cierta
diversión James poniendo especial énfasis en papitos.
Para satisfacción de todos menos de Harry, estaba programada otra
salida a Hogsmeade para el último fin de semana del trimestre.
—¡Podemos hacer allí todas las compras de Navidad! —dijo Hermione—. ¡A
mis padres les encantaría el hilo dental mentolado de Honeydukes!
-Sí, con lo que le gusta a tus padres que la magia
tenga algo que ver con su trabajo- exclamo Ron.
-¿Qué quieres decir con eso?- le interrogo la
castaña.
-Que no dijiste que no te dejaban que arreglaran tus
dientes con magia- le recordó.
-¡¿En verdad te acuerdas de cuando dije eso?!- dijo
impresionada.
-Por lo general es muy tonto, pero el en verdad
escucha todo lo que dices amiga- le auguro Ginny- incluso creo que aún guarda
todas las cartas que le has enviado, incluso las que son solo reclamos- le
revelo sonrojando un poco al joven.
-Si hermanito, las tiene todas muy bien guardaditas
en una caja- le aseguro Fred.
-La cual está bastante bien escondida en su cuarto-
apoyo George- para ser preciso esta en…
-¡Ya cállate!- le detuvo Ron- y dejen de una vez de
andar husmeando en mis cosas.
-Ya veremos cómo arreglar eso en su momento- exclamo
con reprimenda Molly que no consentía ese comportamiento en sus hijos.
Resignado a ser el único de tercero que no iría, Harry le pidió
prestado a Wood su ejemplar de El mundo de la escoba, y decidió pasar el día
informándose sobre los diferentes modelos. En los entrenamientos había montado
en una de las escobas del colegio, una antigua Estrella Fugaz muy lenta que
volaba a trompicones; estaba claro que necesitaba una escoba propia.
-En verdad debemos ver como las actualizar las escobas
de la escuela no lo cree profesor- dijo James mirando a Dumbledore.
-Eso ya lo veremos después joven Potter, por lo
pronto hay que continuar con la lectura, señorita- le solicito a Alicia quien
continuo leyendo.
La mañana del sábado de la excursión, se despidió de Ron y de
Hermione, envueltos en capas y bufandas, y subió solo la escalera de mármol que
conducía a la torre de Gryffindor. Habla empezado a nevar y el castillo estaba
muy tranquilo y silencioso.
—¡Pss, Harry!
Se dio la vuelta a mitad del corredor del tercer piso y vio a Fred y a
George que lo miraban desde detrás de la estatua de una bruja tuerta y
jorobada.
Los merodeadores se vieron entre ellos, los tres
suponían por el título del capítulo como podría continuar la historia, y aunque
fuera mal decirlo, se sentían un poco emocionados de saber que paso con ese
artefacto que tanto les costó realizar.
—¿Qué hacéis? —preguntó Harry con curiosidad—. ¿Cómo es que no estáis
camino de Hogsmeade?
—Hemos venido a darte un poco de alegría antes de irnos —le dijo Fred
guiñándole el ojo misteriosamente—. Entra aquí...
-En ese caso fueron ustedes quienes lo
“encontraron”- dijo Remus con una sonrisa traviesa, después de todo, había sido
su idea que dejaran el pergamino en ese lugar.
Le señaló con la cabeza un aula vacía que estaba a la izquierda de la
estatua de la bruja. Harry entró detrás de Fred y George. George cerró la
puerta sigilosamente y se volvió, mirando a Harry con una amplia sonrisa.
—Un regalo navideño por adelantado, Harry —dijo.
Fred sacó algo de debajo de la capa y lo puso en una mesa, haciendo
con el brazo un ademán rimbombante. Era un pergamino grande, cuadrado, muy
desgastado. No tenía nada escrito. Harry, sospechando que fuera una de las bromas
de Fred y George, lo miró con detenimiento.
-Sería lógico pensarlo, en especial después de
conocerlos un poco- aseguro Gideon.
-Pero no creo que sea el caso, de hecho parecen
estar bastante serios- agrego Fabián.
-¿Serios?- repitieron algunos.
-Bueno, serios para un bromista, más bien creo que
tienen algo mas pensado- explicó Fabián.
—¿Qué es?
—Esto, Harry, es el secreto de nuestro éxito —dijo George, acariciando
el pergamino.
—Nos cuesta desprendernos de él —dijo Fred—. Pero anoche llegamos a la
conclusión de que tú lo necesitas más que nosotros.
—De todas formas, nos lo sabemos de memoria. Tuyo es. A nosotros ya no
nos hace falta.
—¿Y para qué necesito un pergamino viejo? —preguntó Harry.
-¡¿Qué?! ¡¿cómo que un pergamino viejo?!- dijeron a
coro los tres merodeadores. Incluso Remus siendo el más serio de los tres, no podía
evitar tener un sentimiento de orgullo por ese mapa.
-¿Que esperaban que pensara?, o no querían que
pareciera un simple pergamino- se defendió Harry.
-Pues si Harry, pero aun así bueno, debiste esperar
más de ellos- exclamo James.
—¡Un pergamino viejo! —exclamó Fred, cerrando los ojos y haciendo una
mueca de dolor; como si Harry lo hubiera ofendido gravemente
-Es porque así nos sentimos joven Potter- aseguro
Fred.
-Fue nuestro gran tesoro por mucho tiempo- termino
George con dramatismo, lo cual fue divertido para algunos y algo de orgullo de
para los merodeadores.
—. Explícaselo, George.
—Bueno, Harry.. cuando estábamos en Dudaba que Fred y George hubieran
sido inocentes alguna vez primero.. y éramos jóvenes, despreocupados e
inocentes... —Harry se rió.
Lo mismo ocurrió en el gran comedor, gran cantidad
de los presente rio modestamente pues esa idea de unos Fred y George inocentes
era bastante difícil de creer.
—. Bueno, más inocentes de lo que somos ahora... tuvimos un pequeño
problema con Filch.
—Tiramos una bomba fétida en el pasillo y se molestó.
Molly les mando una mirada severa a sus hijos, pero
eso solo estaba comenzando.
—Así que nos llevó a su despacho y empezó a amenazarnos con el
habitual...
—... castigo...
—... de descuartizamiento...
-Ese conserje en verdad necesita un serio ajuste de
actitud- exclamo James “S”- en serio como puede trabajar en un colegio si odia
tanto a los estudiantes.
—... y fue inevitable que viéramos en uno de sus archivadores un cajón
en que ponía «Confiscado y altamente peligroso».
-Tanto así, cielos no sé qué pensar al respecto-
dijo Sirius.
-Sirius, un poco más de seriedad por favor- le
reclamo Marlene por lo bajo.
—No me digáis... —dijo Harry sonriendo.
—Bueno, ¿qué habrías hecho tú? —preguntó Fred— George se encargó de
distraerlo lanzando otra bomba fétida, yo abrí a toda prisa el cajón y cogí...
esto.
—No fue tan malo como parece —dijo George—. Creemos que Filch no sabía
utilizarlo.
-No lo creo, solo alguien listo y que fuera un
verdadero bromista podría lograr descubrir cómo usarlo- dijo con suficiencia
Remus.
-Ya comprendo un poco por qué eres amigo de mi tío-
comento Dora viendo divertida al castaño.
Probablemente sospechaba lo que era, porque si no, no lo habría
confiscado.
-Quien sabe si sospechaba algo- comenzó James- pero
considerando a quienes se lo quito debía de ser muy suspicaz con él.
Para ese momento Lily ya se suponía que fuera lo que
fuera ese pergamino tenía que ver algo con ellos, y debía de ser algo grande
porque incluso Remus tenía ese brillo particular en los ojos.
—¿Y sabéis utilizarlo?
—Si —dijo Fred, sonriendo con complicidad—. Esta pequeña maravilla nos
ha enseñado más que todos los profesores del colegio.
Los aludidos vieron con cierta retribución a los
gemelos por dicho comentario, mientras que otros lo hacían con incredulidad.
—Me estáis tomando el pelo —dijo Harry, mirando el pergamino.
—Ah, ¿sí? ¿Te estamos tomando el pelo? —dijo George.
Sacó la varita, tocó con ella el pergamino y pronunció:
—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.
-Lógico, no podría tener otra contraseña que no
fuera esa- exclamo Marlene.
-Cuantas veces no dijeron su estúpida frasecita
antes de hacer alguna de las suyas- agregó Alice.
-¡Oye!- reclamaron James y Remus por considerar
estúpida su frase.
E inmediatamente, a partir del punto en que había tocado la varita de
George, empezaron a aparecer unas finas líneas de tinta, como filamentos de
telaraña. Se unieron unas con otras, se cruzaron y se abrieron en abanico en
cada una de las esquinas del pergamino. Luego empezaron a aparecer palabras en
la parte superior. Palabras en caracteres grandes, verdes y floreados que
proclamaban:
Los señores Lunático, Colagusano, Canuto y
Cornamenta
Cada uno sonrió con felicidad y nostalgia en el
momento en que fueron mencionados sus
apodos, sin duda recordando una de las mejores etapas de su vida.
proveedores de artículos para magos traviesos
están orgullosos de presentar
EL MAPA DEL MERODEADOR
-Ya sabía que tenían que ver con esa cosa- Exclamo Lily.
-Pero exactamente que es ese dichos mapa- pregunto
Marlene.
-Ya lo veras Marlene, no por nada ese pergamino es nuestro
mayor orgullo- respondió Sirius.
Alicia fue leyendo como el mapa mostraba cada
detalle del castillo, las motas de tinta que me movían por él cada uno con un
letrero con su nombre corresponde y justo en el lugar donde se encontraban, y
claro los pasillos que Harry conocía y los que no.
-Impresionante- exclamó Lily- pero ¿cuándo hicieron
algo como eso?, ¿y cómo?- les pregunto.
-Bueno, lo comenzamos a hacer en el sexto curso, y
en cuanto a la forma en que lo hicimos bueno- James dudo un poco- en verdad lo
siento mucho Lis, pero ese es un secreto que nos queremos llevar a la tumba.
-¿Estás seguro?- dijo Lily seductoramente mientras
le coqueteaba con la mirada.
-No te dejes convencer cornamenta- dijo Sirius.
-¿Están seguros que no quieren contarnos?- dijo esta
vez Marlene en el mismo tono que la pelirroja mientras le acariciaba el pecho
al animago
-He… este… bueno…
-Son tan fáciles de manipular- les acuso con
diversión Lupin.
-Remus, querido, ¿cómo hicieron el mapa?- le dijo
con mucha suavidad Dora mientras abrazaba por los hombros al hombre y se le
acercaba más de lo debido mientras este se comenzaba a poner nervioso, de no
ser por la risita del bebe Teddy desde el otro lado de la mesa habría perdido
el control.
-He, per… perdón…
-Sí, si eso… justo eso
-Es… es un secreto- dijeron uno a uno con un hilo de
voz, mientras las jóvenes reían divertidas por su estado.
-Bueno, tenemos mucho tiempo para sacarles la
verdad- dijo Lily- pero en verdad fue algo sorprendente, ustedes siempre fueron
muy buenos, pero siempre enfocaban sus talentos en esas bromas.
-Concuerdo, Alicia, por favor- Marlene le pidió que
siguiera leyendo.
Muchos parecían conducir...
—Exactamente a Hogsmeade —dijo Fred, recorriéndolos con el dedo—. Hay
siete en total. Ahora bien, Filch conoce estos cuatro. —Los señaló—. Pero
nosotros estamos seguros de que nadie más conoce estos otros. Olvídate de éste
de detrás del espejo de la cuarta planta. Lo hemos utilizado hasta el invierno
pasado, pero ahora está completamente bloqueado.
-Fue bloqueado, es una lástima- exclamo Sirius.
-Pues yo no opino lo mismo- dijo con severidad
Molly- una cosas son sus bromas, y otra muy diferente que salgan del colegio
-Pero mamá nunca nos pasó nada y nunca hicimos nada
malo
-Eso no importa Fred, nunca debieron hacerlo, y
mucho menos debieron de incitar a Harry a salir del colegio- les reprendió.
Y en cuanto a éste, no creemos que nadie lo haya utilizado nunca,
porque el sauce boxeador está plantado justo en la entrada.
Pero éste de aquí lleva directamente al sótano de Honeydukes. Lo hemos
atravesado montones de veces. Y la entrada está al lado mismo de esta aula,
como quizás hayas notado, en la joroba de la bruja tuerta.
-Eso explica algunas cosas que hacían en el colegio-
comentó Alicia
-Pero oye, ahí no se menciona el pasadizo a la cabeza
de puerco- comento Seamus a sus compañeros del E.D.
-No, ese túnel no está en el mapa, y es porque ellos
no lo encontraron en su tiempo- explico Neville señalando a los merodeadores.
-Tiene sentido, después de todo tampoco sabían de la
sala de menesteres- apoyo Luna.
—Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta —suspiró George, señalando la
cabecera del mapa—. Les debemos tanto...
—Hombres nobles que trabajaron sin descanso para ayudar a una nueva
generación de quebrantadores de la ley —dijo Fred solemnemente.
Sirius sonrió con autentico orgullo haciendo una
reverencia solemne por tal alago de los gemelos, James sonrió con su
característica sonrisa fanfarrona mientras inflaba el pecho, hasta Remus tenía
un brillo especial en el los ojos que pocas veces se le podía ver.
—Bien —añadió George—. No olvides borrarlo después de haberlo
utilizado.
—De lo contrario, cualquiera podría leerlo —dijo Fred en tono de
advertencia.
—No tienes más que tocarlo con la varita y decir: « ¡Travesura
realizada!», y se quedará en blanco.
-Su frase predilecta- comento Lily.
-Y más escuchada que la primera, se podría decir que
era su sello particular- apoyo Marlene.
—Así que, joven Harry —dijo Fred, imitando a Percy admirablemente—,
pórtate bien.
—Nos veremos en Honeydukes —le dijo George, guiñándole un ojo.
-Y supongo que será inútil tratar de evitarlo-
exclamo Lily, quien aunque estaba molesta, no se parecía a otras cosas
irresponsables que había hecho.
-Lo siento mamá- se disculpó Harry, a sabiendas que
eso le traería algún otro castigo de su parte en el futuro.
Salieron del aula sonriendo con satisfacción.
-Por fin vas a hacer algo digno de un merodeador
-¡James!- le recamo Lily.
-Digo, por fin vas tener un momento de diversión,
actuando como un estudiantes normal- se corrigió el azabache.
Harry se quedó allí, mirando el mapa milagroso. Vio que la mota de
tinta que correspondía a la Señora Norris se volvía a la izquierda y se paraba
a olfatear algo en el suelo.
-Interesante, y ¿cómo funciona el mapa con los
ocultamientos?- pregunto en su momento Alastor.
-¿Cómo?- se extrañaron los tres merodeadores.
-Con los ocultamientos, hechizos, capas de
invisibilidad- especifico el auror.
-Ha, pues funciona de la misma manera- respondió
James- todos aparecen en el mapa, incluso si es una animago transformado.
-Una precaución por si la profesora decidía vigilar
los pasillos como gato- agrego Sirius.
-Y el mapa ¿no se equivoca?
-No, nos enfocamos mucho en eso- aseguro Remus- todo
el que este dentro del castillo aparece en el mapa sin excepción.
Al consumado auror se le deformo la cara por la
sonrisa que se formó en ese momento, sin duda un artefacto muy útil para muchas
circunstancias.
Si realmente Filch no lo conocía, él no tendría que pasar por el lado
de los dementores. Pero incluso mientras permanecía allí, emocionado, recordó
algo que en una ocasión había oído al señor Weasley: «No confíes en nada que
piense si no ves dónde tiene el cerebro.»
-Bueno, hay que aceptar que tiene un buen punto-
exclamo Remus.
-Pero solo es algo para hacer travesuras, la verdad,
no es el mismo caso que ese maldito diario- aseguro Dora.
Aquel mapa parecía uno de aquellos peligrosos objetos mágicos contra
los que el señor Weasley les advertía. «Artículos para magos traviesos...»
Ahora bien, meditó Harry, él sólo quería utilizarlo para ir a Hogsmeade. No era
lo mismo que robar o atacar a alguien... Y Fred y George lo habían utilizado
durante años sin que ocurriera nada horrible.
-Bueno, nada horrible a causa directa por usar el
mapa- atajo Fred
-Pero por unas bromas que hicimos con él nos ganamos
un castigo muy duro de nuestra madre- agrego George.
-Sí, a mi aun me duele el trasero de una de esas
ocasiones- termino Fred.
-Pues sin duda se merecían algo como eso- aseguro la
señora Weasley.
Harry recorrió con el dedo el pasadizo secreto que llevaba a
Honeydukes.
Entonces, muy rápidamente, como si obedeciera una orden, enrolló el
mapa, se lo escondió en la túnica y se fue a toda prisa hacia la puerta del aula.
La abrió cinco centímetros. No había nadie allí fuera. Con mucho cuidado, salió
del aula y se colocó detrás de la estatua de la bruja tuerta.
-¿Y de ahí que tiene que hacer?- pregunto Frank
-Ya verás- exclamo Sirius mientras Alicia leía como
el mapa daba la instrucción de que golpeara la estatua con la varita y el
letrero que tenía escrito «Dissendio.»
-Puede que seamos impulsivos, pero pusimos
indicaciones como esa para ayuda de los futuros bromistas- aseguro James.
— ¡Dissendio! —susurró Harry, volviendo a golpear con la varita la
estatua de la bruja.
Alicia continuo leyendo como la joroba se abrió y de
cómo Harry entro y de deslizo por un tobogán hasta el fondo del pasadizo,
también como el azabache borro el mapa y la forma en que el pasadizo se doblaba
y retorcía, explico cómo tardo casi una hora hasta que el camino comenzó a
ascender.
-Cielos, que recuerdos, cuanta nostalgia- exclamo
Sirius.
-¿Cual nostalgia?, si hace apenas un mes utilizaron
ese pasadizo- le reclamo Marlene.
-¿Y tú cómo sabes?- le interrogo.
-Lily los sorprendió saliendo del pasadizo en una de
sus rondas de prefecta- le explico- ella me lo conto, supongo que en ese
momento ya habían logrado que Filch confiscara su mapa, pues de otra forma
habrían sabido que estaba ahí.
-Vez lunático, te dije que debimos esperarnos un
poco más para dejar el mapa- le recrimino Sirius.
-Lo que me sorprende, es que la señorita Evans no
hubiera mencionado ese incidente- exclamo McGonagall viendo a la pelirroja que
bajaba la vista sonrojada.
-Lo siento amiga, creo que te metí en un problema-
se disculpó Marlene.
-Tal vez con la profesora, pero yo estoy agradecido
que no nos delatara- termino James abrazando y besando con dulzura a su novia.
Diez minutos después, llegó al pie de una escalera de piedra que se
perdía en las alturas. Procurando no hacer ruido, comenzó a subir. Cien
escalones, doscientos... perdió la cuenta mientras subía mirándose los pies...
-Son 420 escalones- respondió Remus
-¿Los contaste todos?- se impresiono Dora.
-Sí, una vez que estaba aburrido porque James y
Sirius se pusieron a hablar de sus respectivas conquistas de la noche anterior,
de cómo se las llevaron a la cama y lo que hicieron en…
-¡¡Remus cállate!!- le gritaron los otros dos
mientras recibían miradas severas de parte de Lily y Marlene.
Luego, de improviso, su cabeza dio en algo duro. Parecía una
trampilla. Aguzó el oído mientras se frotaba la cabeza. No oía nada. Muy
despacio, levantó ligeramente la trampilla y miró por la rendija.
Se encontraba en un sótano lleno de cajas y cajones de madera.
-Harry, creo que te hizo falta que te llevaras la
capa- comento James- no siempre tienen abierta la puerta de la bodega, y no
conviene que vean a nadie ahí.
Salió y volvió a bajar la trampilla. Se disimulaba tan bien en el
suelo cubierto de polvo que era imposible que nadie se diera cuenta de que estaba
allí.
-Me pregunto quién y para que hicieron un túnel que
conectara Hogwarts con Honeydukes- exclamo Alice.
-No lo sé querida, pero supongo que ellos estarían agradecidos
que eso ocurriera- respondió Frank señalando a los merodeadores y a los gemelos
Weasley.
Harry anduvo sigilosamente hacia la escalera de madera. Ahora oía
voces, además del tañido de una campana y el chirriar de una puerta al abrirse
y cerrarse.
Mientras se preguntaba qué haría, oyó abrirse otra puerta mucho más
cerca de él. Alguien se dirigía hacia allí.
—Y coge otra caja de babosas de gelatina, querido. Casi se han acabado
—dijo una voz femenina.
Algunos ponían una expresión de asco al imaginarse
el producto, mientras que otros se relamía porque les gustaba bastante.
Un par de pies bajaba por la escalera. Harry se ocultó tras un cajón
grande y aguardó a que pasaran. Oyó que el hombre movía unas cajas y las ponía
contra la pared de enfrente. Tal vez no se presentara otra oportunidad...
Rápida y sigilosamente, salió del escondite y subió por la escalera.
Al mirar hacia atrás vio un trasero gigantesco y una cabeza calva y brillante
metida en una caja.
-El dueño de la tienda, supongo que es mucho pedir
que alguien que está rodeado de tantas golosinas sea esbelto- comento Gideon.
-No lo sé hermano, mira a Lupin, él come tres o cuatro
veces más chocolate que una personas normal y no engorda- dijo Fabián.
-Y con Nymphadora es igual, ella no engorda por más chocolate
que coma- aseguro Andrómeda.
-Y no debe haber nadie que se sienta más feliz por
eso que lunático
-¡Sirius!- le dijo en tono de advertencia
-Y después de que se conozcan menos engordaran, después
de todo, quemaran muchas calorías cuando intenten concebir a Teddy.
-¡James!- le advirtió a él también- ya dejen de retorcer
cada conversación para que termine con sus idioteces.
-No lo hacemos con todas las conversaciones, solo
con unas cuantas- se defendió Sirius.
-Sí, y además no decimos que no sea cierto, la
verdad por su propio peso cae- aseguro James
Harry llegó a la puerta que estaba al final de la escalera, la
atravesó y se encontró tras el mostrador de Honeydukes. Agachó la cabeza, salió
a gatas y se volvió a incorporar.
Alicia leyó como el lugar estaba tan llego que nadie
se fijó siquiera en Harry, describió varias estanterías donde se encontraban
una variedad de dulces diferentes, inevitablemente más de alguno de los
presentes no dejó de sentir un poco de hambre al imaginar su golosina favorita.
Harry se apretujó entre una multitud de chicos de sexto, y vio un
letrero colgado en el rincón más apartado de la tienda («Sabores insólitos»).
-Huy, tienes que tener cuidado con los dulces de esa
parte- aseguro Deán- son “insólitos” y muy poco agradables- agrego en tono
recriminatorio
-Sigues molesto por eso- exclamo Seamus- no es para
tanto, solo te comiste una cucaracha, además dijiste que no sabía tan mal- se
defendió provocando algunas risas
Ron y Hermione estaban debajo, observando una bandeja de pirulíes con
sabor a sangre. Harry se les acercó a hurtadillas por detrás.
—Uf, no, Harry no querrá de éstos. Creo que son para vampiros —decía
Hermione.
— ¿Y qué te parece esto? —dijo Ron acercando un tarro de cucarachas a
la nariz de Hermione.
—Aún peor —dijo Harry.
-Hay Harry, ya llegaste a hacer mal tercio- exclamo
Fred
-Con lo que se divertían en su cita- agrego George.
-No estábamos teniendo una cita- se defendió Ron.
-Pues es un verdadero desperdicio, teniendo tanto
tiempo para estar juntos y no aprovecharlo como es debido- exclamo James.
-Nosotros nunca desperdiciaríamos una oportunidad
como esa, verdad- agrego Sirius volteando a ver a cierta Rubia.
A Ron casi se le cayó el bote.
— ¡Harry! —Gritó Hermione—. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo... como lo has
hecho...?
— ¡Ahí va! —dijo Ron muy impresionado—. ¡Has aprendido a
materializarte!
-Es imposible que un estudiante tan joven pueda
aprender eso- expreso Rose- además que es imposible hacer algo así
-Si lo sabemos de memoria, Historia de Hogwarts, no
tienes que repetirlo - comento Scorpius.
-Scorpius, que modales son esos- le reprendió Astoria-
se más amable.
—Por supuesto que no —dijo Harry. Bajó la voz para que ninguno de los
de sexto pudiera oírle y les contó lo del mapa del merodeador.
— ¿Por qué Fred y George no me lo han dejado nunca? ¡Son mis hermanos!
-Hay Ronnie, porque tú nunca mostraste madera para
ser un bromista- exclamo Fred- y este artículo solo podía pertenecer a uno.
-Y bueno, Harry tampoco era un bromista, pero su
situación era especialmente complicada, por eso se lo dimos- apoyo George.
-Y demás como hijo de uno de los creadores, le
corresponde por derecho tenerlo en su poder- aseguro James.
-Pero entonces, porque no lo recuperaron del cajón
de Filch cuando se los confisco- pregunto Ted.
-No teníamos tanta visión- exclamo James.
-Además que nos gustó la idea de lunático- dijo
Sirius- él nos propuso que actuáramos de manera sospechosa frente a él para que
nos confiscara el mapa.
-Pero ¿Por qué?- pregunto nuevamente Ted.
-Porque solo alguien como nosotros terminarían en
ese lugar, conseguirá arrebatarle el mapa, y descifrar como usarlo- explico
Remus.
-Entonces por eso papá lo mantenía oculto en su
estudio- aseguro Albus- él debía querer dejárnoslo pero quería que hiciéramos
justo eso.
-Y fui yo quien lo consiguió- dijo James “S” con
altanería- pero hubiera sido mejor que nos lo hubiera dado, digo, a Albus le
dejo la capa.
-Esperen- exclamo James- si tú tienes el mapa, y él
tiene la capa- señalo a cada uno- que le dejaron a la pequeña pelirroja.
-Solamente el talento y el poder que no quisieron
desperdiciar en ellos- respondió una sonriente Lily “L”
-¡Hey!- reclamaron los dos hermanos Potter al unísono
mientras los demás bromistas reían.
— ¡Pero Harry no se quedará con él! —dijo Hermione, como si la idea
fuera absurda—. Se lo entregará a la profesora McGonagall. ¿A que sí, Harry?
-Salto la prefecta perfecta- exclamo Sirius
recibiendo un golpe de Lily- auch, pues aunque reacciones así, no puede
entregarle algo como eso a McGonagall.
— ¡No! —contestó Harry
— ¿Estás loca? —dijo Ron, mirando a Hermione con ojos muy abiertos—.
¿Entregar algo tan estupendo?
-Muchas gracias Ron- le dijo James.
— ¡Si lo entrego tendré que explicar dónde lo conseguí! Filch se
enteraría de que Fred y George se lo cogieron.
-Muchas gracias por cubrirnos las espaldas joven Potter-
le dijo George.
-Casi compensa el que mancillaras a nuestra hermana.
-¡Fred!- le grito Ginny.
-No hermano, aun no la mancilla, más bien la mancillara
-¡George!- volvió a reclamar la pelirroja.
-¡Chicos!, ya dejen en paz de una vez a su hermana y
a Harry- les reclamo la señora Weasley.
—Pero ¿y Sirius Black? —Susurró Hermione—. ¡Podría estar utilizando
alguno de los pasadizos del mapa para entrar en el castillo! ¡Los profesores
tienen que saberlo!
-Uno de ellos ya lo sabe- exclamo Frank- pero aun así,
el único que podría usar seria el pasadizo de Honeydukes, no creo que siendo un
prófugo buscado se atreva a ir por ahí.
-No es cierto- increpo Alastor- también está el pasadizo
del sauce boxeador- exclamo.
-Pero se arriesgaría a que el árbol lo destrozara-
se defendió Frank
-Sin duda hay una forma de pasarlo- aseguro Andrómeda
recordando el comentario de su primo- y si ellos conocen el túnel es porque ya
lo han usado.
-¿Eso es cierto James?- le pregunto Lily
-Si querida, pero de eso hablaremos después- dijo
James evadiendo el tema.
—No puede entrar por un pasadizo —dijo enseguida Harry—. Hay siete
pasadizos secretos en el mapa, ¿verdad? Fred y George saben que Filch conoce
cuatro. Y en cuanto a los otros tres... uno está bloqueado y nadie lo puede
atravesar; otro tiene plantado en la entrada el sauce boxeador; de forma que no
se puede salir; y el que acabo de atravesar yo..., bien..., es realmente
difícil distinguir la entrada, ahí abajo, en el sótano... Así que a menos que
supiera que se encontraba allí...
-Si lo conoce, pero como ya dijeron sería imposible
que entrara sin ser visto- aseguro Dora- y por cierto, donde queda el otro
extremo del túnel donde está el sauce.
-He bueno- Remus dudo un momento, pero pensándolo
bien si Sirius utilizaba ese túnel para entrar tarde o temprano aparecerá en la
lectura- se dirige a la casa de los gritos.
-En serio, y ¿cómo es en el interior?
-Nymphadora eso no viene al caso en este momento- le
regaño Andrómeda
-Está bien, pero luego me platicas- acepto volteando
a ver a Remus.
Harry dudó. ¿Y si Black sabía que la entrada del pasadizo estaba allí?
Ron, sin embargo, se aclaró la garganta y señaló un rótulo que estaba pegado en
la parte interior de la puerta de la tienda:
Alicia leyó el letrero de las rondas de los
dementores por el pueblo, la recomendación que terminaran las compras antes de
la puesta de sol y la felicitación del ministerio por las pascuas.
-Si claro, felices pascuas con esas cosas rondando
por ahí- ironizo Fred.
— ¿Lo veis? —Dijo Ron en voz baja—. Me gustaría ver a Black tratando
de entrar en Honeydukes con los dementores por todo el pueblo. De cualquier
forma, los propietarios de Honeydukes lo oirían entrar, ¿no? Viven encima de la
tienda.
—Sí, pero... —Parecía que Hermione se esforzaba por hallar nuevas
objeciones
-Deberías de relajarte un poco Hermione- le aconsejo
Sirius- lo mismo le he dicho a la pelirroja por años.
-Podría relajarse si ustedes fueran un poco más
serios- les rebatió Lily- casi la mitad de los problemas que tuve que soportar
como prefecta fue por su culpa.
-En especial con las declaraciones diarias de James-
apoyo Alice.
—. Mira, a pesar de lo que digas, Harry no debería venir a Hogsmeade
porque no tiene autorización. ¡Si alguien lo descubre se verá en un grave
aprieto! Y todavía no ha anochecido: ¿qué ocurriría si Sirius Black apareciera
hoy? ¿Si apareciera ahora?
-Sería demasiado estúpido- aseguro Ted- hay mucha
gente como para salir ileso, y dudo que los dementores se resistieran si
alguien fuera tan idiota de llamarlos.
—Pues que las pasaría moradas para localizar aquí a Harry —dijo Ron,
señalando con la cabeza la nieve densa que formaba remolinos al otro lado de
las ventanas con parteluz. —Vamos, Hermione, es Navidad. Harry se merece un
descanso.
-Bueno, en eso tiene razón- concedió Albus-
cualquiera merecería un momento de diversión después de todo por lo papá ha
pasado.
-Muy cierto hermanito, muy cierto- le apoyo James
“S”
Hermione se mordió el labio. Parecía muy preocupada.
— ¿Me vas a delatar? —le preguntó Harry con una sonrisa.
—Claro que no, pero, la verdad...
— ¿Has visto las Meigas Fritas, Harry? —preguntó Ron, cogiéndolo del
brazo y llevándoselo hasta el tonel en que estaban
James y Sirius sonrieron por la tacita evasiva tan
obvia del pelirrojo, era un buen detalle para ayudar a su amigo, pero claro,
ellos nunca habían sido tan evidentes.
—. ¿Y las babosas de gelatina? ¿Y las píldoras ácidas? Fred me dio una
cuando tenía siete años. Me hizo un agujero en la lengua. Recuerdo que mi madre
le dio una buena tunda con la escoba. —Ron se quedó pensativo, mirando la caja
de píldoras—. ¿Creéis que Fred picaría y cogería una cucaracha si le dijera que
son cacahuetes?
-No lo creo sobrino, la verdad tendrías que ser
mucho más astuto que eso para que callean- le dijo Fabián.
-Pero si quieres luego podemos enseñarte como podrías
conseguirlo- aseguro Gideon.
-¡Oigan ¿de qué lado están?!- reclamaron los gemelos
Weasley.
-Que tiene de malo, tal vez no es un bromista como
nosotros, pero también es nuestro sobrino- se defendió Gideon con una solemne
afirmación de Fabián.
Después de pagar los dulces que habían cogido, salieron los tres a la
ventisca de la calle.
Hogsmeade era como una postal de Navidad. Las tiendas y casitas con
techumbre de paja estaban cubiertas por una capa de nieve crujiente. En las
puertas había adornos navideños y filas de velas embrujadas que colgaban de los
árboles.
A Harry le dio un escalofrío. A diferencia de Ron y Hermione, no había
cogido su capa.
-Pues en verdad si fuiste un poco imprudente para ir
vestido con solo eso- exclamo Lily.
-Deberías de planear mejor tus travesuras hijo-
apoyo James.
Subieron por la calle, inclinando la cabeza contra el viento. Ron y
Hermione gritaban con la boca tapada por la bufanda.
—Ahí está correos.
—Zonko está allí.
—Podríamos ir a la cabaña de los gritos.
-Deberían de escoger algo rápido, o papá terminara
congelado en medio de la calle- exclamo James “S”
—Os propongo otra cosa —dijo Ron, castañeteando los dientes—. ¿Qué tal
si tomamos una cerveza de mantequilla en Las Tres Escobas?
Harry comenzó a recordar su primera visita a las
tres escobas, el sabor de la cerveza de mantequilla, las decoraciones
navideñas, incluso…
-Hay no, lo había olvidado- exclamo con una mirada sombría.
-¿Qué sucede colega?- le pregunto Ron quien como Hermione
lo veía nervioso
-Recuerdas esa plática que no debíamos escuchar- le respondió.
-Maldición- exclamo el pelirrojo después de recordar
lo ocurrido aquel día, algo muy fuere estaba por venir.
A Harry le apetecía muchísimo, porque el viento era horrible y tenía
las manos congeladas. Así que cruzaron la calle y a los pocos minutos entraron
en el bar.
Estaba calentito y lleno de gente, de bullicio y de humo. Una mujer
guapa y de buena figura servía a un grupo de pendencieros en la barra.
—Ésa es la señora Rosmerta —dijo Ron—. Voy por las bebidas, ¿eh?
—añadió sonrojándose un poco.
-Hay Ronnie, tan rápido andas de infiel- le acuso
Fred.
-Muy mal jovencito, muy mal- le coreo George.
Pero Ron no reacciono a sus burlas como ellos
esperaban, de hecho ni siquiera produjo un ruido y parecía muy concentrado en
el libro, para los gemelos, Lily, Remus, Rose Teddy y unos pocos más les
pareció muy curiosa esa exacción, y supusieron que debía de ser por algo que
debía estar a punto de ocurrir, y conociéndolos, podría ser algo muy malo.
Harry y Hermione se dirigieron a la parte trasera del bar; donde
quedaba libre una mesa pequeña, entre la ventana y un bonito árbol navideño, al
lado de la chimenea. Ron regresó cinco minutos más tarde con tres jarras de
caliente y espumosa cerveza de mantequilla.
— ¡Felices Pascuas! —dijo levantando la jarra, muy contento.
Alicia fue leyendo como eo reconforto en cierta
manera a harry, y de como eso duro poco pues la puerta se habia abierto dejando entrar una ráfaga de viento.
El profesor Flitwick y la profesora McGonagall acababan de entrar en
el bar con una ráfaga de copos de nieve.
-Con un carajo, pero que hacen ahí.
-Sirius controla tu lenguaje- le reclamo Marlene-
ellos también tienen derecho de ir al pueblo.
-Pero si descubren al cachorro estará en problemas-
aseguro el animago.
-No, ellos son astutos, ya verán cómo salir de esta-
dijo James más deseándolo que creyéndolo.
Los seguía Hagrid muy de cerca, inmerso en una conversación con un
hombre corpulento que llevaba un sombrero hongo de color verde lima y una capa
de rayas finas: era Cornelius Fudge, el ministro de Magia.
Las miradas se dirigieron a un Fudge sorprendido por
su nueva aparición, mientras tanto los demás no dejaban de preguntarse qué
haría el ministro en ese lugar.
En menos de un segundo, Ron y Hermione obligaron a Harry a agacharse y
esconderse debajo de la mesa, empujándolo con las manos. Chorreando cerveza de
mantequilla y en cuclillas, empuñando con fuerza la jarra vacía, Harry observó
los pies de los tres adultos, que se acercaban a la barra, se detenían, se
daban la vuelta y avanzaban hacia donde él estaba.
Los bromistas apretaban los puños desesperados
pensando en la mala suerte de ese chico, porque precisamente debía de dirigirse
a donde ellos estaban.
Hermione susurró:
— ¡Mobiliarbo!
El árbol de Navidad que había al lado de la mesa se elevó unos
centímetros, se corrió hacia un lado y, suavemente, se volvió a posar delante
de ellos, ocultándolos.
-Bien eso es algo, pero por lo pronto no se podrán mover de ahí sin llamar la
atención- aporto James mientras las dudas de los que vieron la actitud de ron y
de los otros dos aumentaba, que podría
haber pasado después.
Mirando a través de las ramas más bajas y densas, Harry vio las patas
de cuatro sillas que se separaban de la mesa de al lado, y oyó a los profesores
y al ministro resoplar y suspirar mientras se sentaban.
Luego vio otro par de pies con zapatos de tacón alto y de color turquesa
brillante, y oyó una voz femenina:
-Entonces también se pusieron a escuchar otra
conversación ajena- exclamo Percy.
-Por favor, ese no es momento para tus reclamos- le
respondió Ron con voz severa.
—Una tacita de alhelí...
—Para mí —indicó la voz de la profesora McGonagall.
—Dos litros de hidromiel caliente con especias...
—Gracias, Rosmerta —dijo Hagrid.
-Más que obvio que era para Hagrid, quien más podría
beber tanto- se burló Sirius.
-Apuesto que tú has bebido más de dos litros alguna
vez, y no de hidromiel sino de whiskey de fuego- exclamo Marlene.
—Un jarabe de cereza y gaseosa con hielo y sombrilla.
— ¡Mmm! —dijo el profesor Flitwick, relamiéndose.
—El ron de grosella tiene que ser para usted, señor ministro.
—Gracias, Rosmerta, querida —dijo la voz de Fudge—. Estoy encantado de
volver a verte. Tómate tú otro, ¿quieres? Ven y únete a nosotros...
—Muchas gracias, señor ministro.
-Parece que será una charla particular- comento
Kingsley.
-Lo que me preocupa, es que nuevamente ellos están
en esa situación- exclamo Percy- escuchando e inmiscuyéndose en cosas que no
les interesa- agrego.
Harry vio alejarse y regresar los llamativos tacones. Sentía los
latidos del corazón en la garganta. ¿Cómo no se le había ocurrido que también
para los profesores era el último fin de semana del trimestre? ¿Cuánto tiempo
se quedarían allí sentados? Necesitaba tiempo para volver a entrar en
Honeydukes a hurtadillas si quería volver al colegio aquella noche... A la
pierna de Hermione le dio un tic.
-Y pensar que después fue lo que menos me importaba-
comento por lo bajo Harry quien comenzó a ser consolado por Ginny.
— ¿Qué le trae por estos pagos, señor ministro? —dijo la voz de la
señora Rosmerta.
Harry vio girarse la parte inferior del grueso cuerpo de Fudge, como
si estuviera comprobando que no había nadie cerca. Luego dijo en voz baja:
— ¿Qué va a ser; querida? Sirius Black.
Todas las miradas se dirigieron al animago,
preguntándose que se diría de el en esa ocasión.
Me imagino que sabes lo que ocurrió en el colegio en Halloween.
-Van a hablar de mí, bueno, espero que digan cosas
buenas- dijo de forma burlona.
-Sirius compórtate, no es el momento- le volvió a
reclamar Marlene con preocupación.
—Sí, oí un rumor —admitió la señora Rosmerta.
— ¿Se lo contaste a todo el bar; Hagrid? —dijo la profesora McGonagall
enfadada.
-Y como esta tan seguro que fue nuestro Hagrid
profesora- le pregunto James.
-No es la primera vez que se le suelta la lengua y
dice cosas que no debía- aseguro la profesora McGonagall.
-Un muy mal habito que debegía coggegig pog su bien-
exclamo Fleur viendo al semi gigante.
— ¿Cree que Black sigue por la zona, señor ministro? —susurró la
señora Rosmerta.
—Estoy seguro —dijo Fudge escuetamente.
-Pero no tienen ni idea del porque- agrego James
“S”- bueno, tampoco nosotros lo sabemos, porque es evidente que no va tras
papá- agrego, para ellos era obvio pues Harry siempre había hablado bien de
Sirius.
— ¿Sabe que los dementores han registrado ya dos veces este local? —Dijo
la señora Rosmerta—. Me espantaron a toda la clientela. Es fatal para el
negocio, señor ministro.
-Quien diría que esas cosas serían malas para el
negocio- bromeo Fabián pero pocos secundaron su broma.
—Rosmerta querida, a mí no me gustan más que a ti —dijo Fudge con
incomodidad—. Pero son precauciones necesarias... Son un mal necesario. Acabo
de tropezarme con algunos: están furiosos con Dumbledore porque no los deja
entrar en los terrenos del castillo.
-Y nunca permitiré que lo hagan- aseguro Dumbledore
-Todos estamos agradecidos porque sea de esa manera-
aseguro Alice con la aprobación de todos.
—Menos mal —dijo la profesora McGonagall tajantemente.
— ¿Cómo íbamos a dar clase con esos monstruos rondando por allí?
-Aria falta estar enfermo para tolerar trabajas con
esas cosas cerca- expreso Sirius.
-Pues si hay “personas”, que están tan enfermas para
hacerlo- dijo Hermione pensando específicamente en una mujer con cara de sapo.
—Bien dicho, bien dicho —dijo el pequeño profesor Flitwick, cuyos pies
colgaban a treinta centímetros del suelo.
—De todas formas —objetó Fudge—, están aquí para defendernos de algo
mucho peor. Todos sabemos de lo que Black es capaz...
-Idioteces-espeto James- un dementor es mucho más
peligroso que canuto. Por mucho que le pese a algunos- agrego al alcanzar a
escuchar un bufido de parte de Severus.
-Tranquilo cariño- le dijo Lily sobándole los
hombros, suponía que todo empeoraría dentro de poco.
— ¿Sabéis? Todavía me cuesta creerlo —dijo pensativa la señora
Rosmerta—. De toda la gente que se pasó al lado Tenebroso, Sirius Black era el
último del que hubiera pensado...
El aludido bajo la vista apesadumbrado, no le
gustaba nada que las personas creyeran que eso era verdad, y as aun, no dejaba
de preguntarse porque razón todo el mundo mágico creía eso.
Quiero decir, lo recuerdo cuando era un raño en Hogwarts. Si me
hubierais dicho entonces en qué se iba a convertir; habría creído que habíais
tomado demasiado hidromiel.
—No sabes la mitad de la historia, Rosmerta —dijo Fudge con aspereza—.
La gente desconoce lo peor.
— ¿Lo peor? —Dijo la señora Rosmerta con la voz impregnada de
curiosidad—. ¿Peor que matar a toda esa gente?
-No sé lo que sea, pero sin duda no es nada bueno-
dijo Marlene abrazando a Sirius por la cintura, esto no terminara bien.
—Desde luego, eso quiero decir —dijo Fudge.
—No puedo creerlo. ¿Qué podría ser peor?
Varios se preguntaron exactamente lo mismo.
—Dices que te acuerdas de cuando estaba en Hogwarts, Rosmerta —susurró
la profesora McGonagall—. ¿Sabes quién era su mejor amigo?
-Creo que Harry se enterara de la peor manera de la relación
que tenían con Sirius- comento Remus.
-En especial con ese juicio tan imparcial que tienen
de él- apoyo Dora.
—Pues claro —dijo la señora Rosmerta riendo ligeramente—. Nunca se
veía al uno sin el otro. ¡La de veces que estuvieron aquí! Siempre me hacían
reír. ¡Un par de cómicos, Sirius Black y James Potter!
A Harry se le cayó la jarra de la mano, produciendo un fuerte ruido de
metal. Ron le dio con el pie.
-Debería de tener más cuidado, o descubrirían que se
escapó del colegio- comentó por lo bajo Fabián.
-Con lo que se acaba de enterar es increíble que no
reaccionara peor- le contradijo Gideon.
-En ese caso tal vez sería lo mejor que supieran que
esta ahí- aventuro Ted- no es que quisiera que lo castigaran- agrego al notar
varias miradas sobre él- pero, no creo que sea bueno que escuche todo eso.
—Exactamente —dijo la profesora McGonagall—. Black y Potter.
Cabecillas de su pandilla. Los dos eran muy inteligentes. Excepcionalmente inteligentes.
Creo que nunca hemos tenido dos alborotadores como ellos.
-Eso es un poco ofensivo para todos nosotros-
comento Fred refiriéndose a sus tíos y claro a él y a su gemelo.
—No sé —dijo Hagrid, riendo entre dientes—. Fred y George Weasley
podrían dejarlos atrás.
-Gracias mi enorme amigo- agradeció George, que trataba
de aligera un poco la atención que se estaba formando.
— ¡Cualquiera habría dicho que Black y Potter eran hermanos! —Terció
el profesor Flitwick—. ¡Inseparables!
Un comentario, que le llego especialmente a Regulus,
aun cuando desde hacía varios años no se veían como hermano el uno al otro.
— ¡Por supuesto que lo eran! —Dijo Fudge—. Potter confiaba en Black
más que en ningún otro amigo. Nada cambió cuando dejaron el colegio. Black fue
el padrino de boda cuando James se casó con Lily. Luego fue el padrino de
Harry. Harry no sabe nada, claro. Ya te puedes imaginar cuánto se impresionaría
si lo supiera.
-Pero ahora ya lo sabe y no me gustaría saber cómo
podría reaccionar- aseguro Lily, quien para ese momento ya sabía lo impulsivo
que podría ser su hijo.
— ¿Porque Black se alió con Quien Ustedes Saben? —susurró la señora
Rosmerta.
-Eso es imposible- espeto James.
—Aún peor; querida... —Fudge bajó la voz y continuó en un susurro casi
inaudible—. Los Potter no ignoraban que Quien Tú Sabes iba tras ellos.
Dumbledore, que luchaba incansablemente contra Quien Tú Sabes, tenía cierto número
de espías. Uno le dio el soplo y Dumbledore alertó inmediatamente a James y a
Lily. Les aconsejó ocultarse. Bien, por supuesto que Quien Tú Sabes no era
alguien de quien uno se pudiera ocultar fácilmente. Dumbledore les dijo que su
mejor defensa era el encantamiento Fidelio.
-No es posible- exclamo Nymphadora suponiendo por
donde iba la historia, al igual claro aquellos que conocían el encantamiento- debió
de pasar otra cosa, eso simplemente no es posible.
-Opino lo mismo que ella, hay algo que historia que
ellos no saben, canuto nunca podría hacerlo- apoyo James.
-Disculpen, pero ¿de qué hablan?, y ¿qué clase de hechizo
es el Fidelio?- pregunto una joven Hufflepuff del pasado.
-En el libro lo explica- respondió Alicia que se adelantó
a leer los siguientes párrafos.
— ¿Cómo funciona eso? —preguntó la señora Rosmerta, muerta de
curiosidad.
El profesor Flitwick carraspeó.
La chica fue leyendo como el hechizo ocultaba algo
en una sola mente, y como sería imposible para cualquiera (incluso Voldemort)
encontrar ese algo a no ser que el guardián divulgara la información. Con esa
explicación todos comprendieron de qué se trataba el encantamiento, y el papel
que jugaría Sirius para realizarlo y por lo tanto, lo que suponían que había
hecho.
—¿Así que Black era el guardián secreto de los Potter? —susurró la
señora Rosmerta.
-Según la lógica sería lo más obvio- comento Teddy-
por esa razón todos creen que Sirius es culpable.
-Pero no es posible que sea así, algo debe de estar
mal en lo que dicen- aseguro James con firmeza.
—Naturalmente —dijo la profesora McGonagall—. James Potter le dijo a
Dumbledore que Black daría su vida antes de revelar dónde se ocultaban, y que
Black estaba pensando en ocultarse él también... Y aun así, Dumbledore seguía preocupado.
Él mismo se ofreció como guardián secreto de los Potter.
— ¿Sospechaba de Black? —exclamó la señora Rosmerta.
Las miradas se posaron sobre el anciano director,
todos conocían un poco la forma en que actuaba, sería posible que en verdad
dudara de Sirius, ese era un pensamiento nada agradable para el animago.
—Dumbledore estaba convencido de que alguien cercano a los Potter
había informado a Quien Tú Sabes de sus movimientos —dijo la profesora
McGonagall con voz misteriosa
La mene de Remus voló a algo que lo había incomodado
hacia algunos capítulos, para ser exacto, a la descripción de la rata de Ron,
si era verdad que Sirius era inocente, entonces eso coincidiría con la idea que
acababa de surgir.
—. De hecho, llevaba algún tiempo sospechando que en nuestro bando
teníamos un traidor que pasaba información a Quien Tú Sabes.
-Bueno, sin duda eso era algo que se debería tomar
en cuenta- afirmo Ted- pero Dumbledore nunca señalo a Sirius, el espía podría
ser otro.
-Sí, él tiene razón- exclamo Andrómeda quien también
quería creer en la inocencia de su primo quien los vio con gratitud a los dos.
— ¿Y a pesar de todo James Potter insistió en que el guardián secreto
fuera Black?
—Así es —confirmó Fudge—. Y apenas una semana después de que se
hubiera llevado a cabo el encantamiento Fidelio...
— ¿Black los traicionó? —musitó la señora Rosmerta.
James negó con la cabeza, estaba poniendo toda su
paciencia para no descontrolarse ante tales calumnias, sabía que eso era
simplemente imposible y no podía evitar sentir impotencias al no saber lo que
en verdad ocurrio.
—Desde luego. Black estaba cansado de su papel de espía. Estaba
dispuesto a declarar abiertamente su apoyo a Quien Tú Sabes. Y parece que tenía
la intención de hacerlo en el momento en que murieran los Potter.
Eso afecto bastante a Sirius mientras que Marlene
imaginando lo que debía de sentir intensifico la fuerza de su abrazo, poco le
importaba lo que pudiera parecer, en ese momento él necesitaba de todo el apoyo
que fuera posible.
Pero como sabemos todos, Quien Tú Sabes sucumbió ante el pequeño Harry
Potter. Con sus poderes destruidos, completamente debilitado, huyó. Y esto dejó
a Black en una situación incómoda. Su amo había caído en el mismo momento en
que Black había descubierto su juego. No tenía otra elección que escapar...
—Sucio y asqueroso traidor —dijo Hagrid, tan alto que la mitad del bar
se quedó en silencio.
—Chist —dijo la profesora McGonagall.
Alicia fue leyendo la narración de Hagrid de aquella
noche, cundo saco a Harry de la casa en ruinas, de cómo se encontró a Black
pálido y tembloroso, también del grito furioso del semi gigante y de la
posterior reprimenda de McGonagall por alzar tato la voz, después continuo con
la narración de Hagrid, y de todo lo que dijo el semi gigante, para Sirius lo
peor que todo fue, la suposición de Hagrid de que si le hubiera dado al bebe
este lo habría arrojado al mar, la sola idea de le pudiera hacer al hijo de su
mejor amigo le parecía repugnante.
Tras la perorata de Hagrid hubo un largo silencio. Luego, la señora
Rosmerta dijo con cierta satisfacción:
—Pero no consiguió huir; ¿verdad? El Ministerio de Magia lo atrapó al
día siguiente.
-Si lo atraparon, aun cuando era inocente.- exclamo
James.
-Bueno, debe aceptar señor Potter, que la situación
señala directamente al señor Black- exclamo Fudge.
-¡Y ustedes deberían de hacer mejor su trabajo para
buscar la verdad no lo cree!- le espetó el azabache.
En ese momento Harry comprendió perfectamente lo que
Remus le había dicho cuando lo sacaron de la casa de Dursley por última vez, que
James “habría considerado una absoluta
deshonra recelar de sus amigos”, ese sentimiento estaba bien dirigido a Sirius,
pero no fue así el caso de Peter
-Ya relájate- le solicito Lily, ella también se sentía
indignada por lo que leían pero no se podía permitir perder el control como su
novio.
— ¡Ah, si lo hubiéramos encontrado nosotros...! —Dijo Fudge con
amargura—. No fuimos nosotros, fue el pequeño Peter Pettigrew: otro de los
amigos de Potter. Enloquecido de dolor; sin duda, y sabiendo que Black era el
guardián secreto de los Black, él mismo lo persiguió.
— ¿Pettigrew...? ¿Aquel gordito que lo seguía a todas partes?
—preguntó la señora Rosmerta.
Los jóvenes del futuro se tensaron y apretaron los
puños con la mención de ese nombre, no solo tenían que soportar las acusaciones
que ellos mismos hicieron en su momento, sino también tenían que tolerar que se
hablara de forma tan heroica de esa rata traidora. Por su parte Remus recibió
más sustento a la idea que habia surgido hace poco.
—Adoraba a Black y a Potter. Eran sus héroes —dijo la profesora
McGonagall—. No era tan inteligente como ellos y a menudo yo era brusca con él.
Podéis imaginaros cómo me pesa ahora... —Su voz sonaba como si tuviera un
resfriado repentino.
La profesora McGonagall no sabía cómo sentirse, por
una parte estaba sintiendo algo parecido a su yo del libro, pero por el otro guardaba
algunas reservas, ya casi llegando al final del libro ese sentimiento de
pesadumbre desaparecería casi por completo.
—Venga, venga, Minerva —le dijo Fudge amablemente—. Pettigrew murió
como un héroe. Los testigos oculares (muggles, por supuesto, tuvimos que
borrarles la memoria...) nos contaron que Pettigrew había arrinconado a Black.
Dicen que sollozaba: « ¡A Lily y a James, Sirius! ¿Cómo pudiste...?» Y entonces
sacó la varita. Aunque, claro, Black fue más rápido. Hizo polvo a Pettigrew.
Remus y Lily pusieron especial atención en ese
párrafo, tanto por la mención del amigo que no los acompaño como de la reacción
casi imperceptible de los chicos del futuro, todo indicaba que Peter tenía una
participación más profunda en todo ese asunto
La profesora McGonagall se sonó la nariz y dijo con voz llorosa:
— ¡Qué chico más alocado, qué bobo! Siempre fue muy malo en los
duelos. Tenía que habérselo dejado al Ministerio...
Remus y quien conocía al chico le pareció algo
curioso, por muy furioso que se pusiera, sería extraño que Peter se atreviera a
enfrentar a alguien de esa manera, en especial porque siempre buscaba ayuda o
protección por alguno de sus amigos.
—Os digo que si yo hubiera encontrado a Black antes que Pettigrew, no
habría perdido el tiempo con varitas... Lo habría descuartizado, miembro por
miembro —gruñó Hagrid.
-Hagrid- le reprendió Lily por su actitud, la verdad
pocos consideraría que el afable guardabosques podría actuar de una manera tan
barbárica.
—No sabes lo que dices, Hagrid —dijo Fudge con brusquedad—. Nadie
salvo los muy preparados Magos de Choque del Grupo de Operaciones Mágicas
Especiales habría tenido una oportunidad contra Black, después de haberlo
acorralado. En aquel entonces yo era el subsecretario del Departamento de
Catástrofes en el Mundo de la Magia, y fui uno de los primeros en personarse en
el lugar de los hechos cuando Black mató a toda aquella gente. Nunca, nunca lo
olvidaré. Todavía a veces sueño con ello. Un cráter en el centro de la calle,
tan profundo que había reventado las alcantarillas. Había cadáveres por todas
partes. Muggles gritando. Y Black allí, riéndose, con los restos de Pettigrew
delante... Una túnica manchada de sangre y unos... unos trozos de su cuerpo.
-¿Qué trozos?- pregunto Lily.
-Lily- le reclamo un poco James.
-No James, eso debe de ser importante, podría darnos
pistas de lo que paso en verdad- aseguro la pelirroja.
-Ella puede tener razón- aseguro Frank en su
posición como auror- aunque sería mejor conocer con mucho más detalles el lugar
donde ocurrió todo- agrego preguntándose si él había estado o no involucrado en
la investigación.
-Su meñique- exclamo ron- solo fue su meñique.
-Eso, no es probable- dijo Lily después de pensar un
poco- no hay hechizo que pudiera acabar con un cuerpo y solo dejar una parte
tan insignificante- aseguro- y más aun provocando la destrucción que dicen que
causo.
-Pero no se molestaron en investigar eso- exclamo
Kingsley- .
La voz de Fudge se detuvo de repente. Cinco narices se sonaron.
—Bueno, ahí lo tienes, Rosmerta —dijo Fudge con la voz tomada—. A
Black se lo llevaron veinte miembros del Grupo de Operaciones Mágicas Especiales,
y Pettigrew fue investido Caballero de primera clase de la Orden de Merlín, que
creo que fue de algún consuelo para su pobre madre. Black ha estado desde
entonces en Azkabán.
La señora Rosmerta dio un largo suspiro.
— ¿Es cierto que está loco, señor ministro?
—Me gustaría poder asegurar que lo estaba —dijo Fudge
Esas palabra sorprendieron de sobre manera a los
presentes, por lo que prestaron mucha más atención a las siguientes palabras.
—. Ciertamente creo que la derrota de su amo lo trastornó durante
algún tiempo. El asesinato de Pettigrew y de todos aquellos muggles fue la
acción de un hombre acorralado y desesperado: cruel, inútil, sin sentido. Sin
embargo, en mi última inspección de Azkabán pude ver a Black. La mayoría de los
presos que hay allí hablan en la oscuridad consigo mismos. Han perdido el juicio...
Pero me quedé sorprendido de lo normal que parecía Black. Estuvo hablando conmigo
con total sensatez. Fue desconcertante. Me dio la impresión de que se aburría.
-En efecto no le afectaron lo dementores- se
impresiono Marlene- pero ¿Cómo?, ¿cómo pudo haberlo conseguido?
-no lo sabemos con certeza, solo tenemos una idea de
lo que podría haber pasado, pero solo eso- comento Harry- pero eso vendrá después.
Aun cuando no era un hecho seguro, todos e quedaron pensativos
y esperaban que llegara la posible explicación para conseguir lo que no creían
que pudiera pasar.
Me preguntó si había acabado de leer el periódico. Tan sereno como os
podáis imaginar; me dijo que echaba de menos los crucigramas.
-Eso es interesante- comento Remus.
-¿Qué cosa?- le pregunto Dora.
-Que Sirius le pidiera el periódico, si bien lo leía,
nunca hizo un solo crucigrama- le explico el castaño.
-Entonces piensa que se lo pidió por otra razón
cierto- dijo la peli rosa entendiendo- pero será relevante.
-En una investigación hasta los más mínimos detalles
son importantes- aseguro Alastor- eso ha salido en los libros pasados, y
recuérdalo bien para que pueda llegar a ser una buena auror- agrego viendo a la
joven.
Sí, me quedé estupefacto al comprobar el escaso efecto que los
dementores parecían tener sobre él. Y él era uno de los que estaban más
vigilados en Azkabán, ¿sabéis? Tenía dementores ante la puerta día y noche.
Sirius se estremeció un poco al imaginarse como
seria haber vivido tanto año de esa manera, pero por mucho que se lo imaginara,
sabía que realidad habría sido mucho peor, en ese instante por lo menos, se
sentía un poco mejor por estar siendo consolado por esa rubia entada junto a
él.
-Malditos barbaros, eso no es seguridad es
simplemente una tortura- espeto Marlene, en su mente Sirius le agradeció sus
palabras, pero pensó que algunos si se merecían semejante tortura, su prima
Bella por ejemplo.
—Pero ¿qué pretende al fugarse? —Preguntó la señora Rosmerta—. ¡Dios
mío, señor ministro! No intentará reunirse con Quien Usted Sabe, ¿verdad?
—Me atrevería a afirmar que es su... su... objetivo final —respondió
Fudge evasivamente—. Pero esperamos atraparlo antes. Tengo que decir que Quien
Tú Sabes, solo y sin amigos, es una cosa... pero con su más devoto seguidor, me
estremezco al pensar lo poco que tardará en volver a alzarse...
-Ahí parece muy perceptivo en que podría regresar
no- exclamo Ron- muy diferente al de dos años después, idiota.
-¿Cómo cambio tan rápido de parecer?- se preguntó
Hermione.
-Tal vez mi padre tenga algo que ver- respondió
Draco- ya saben cómo actúa él, y lo “persuasivo“ que puede llegar a ser- los
chicos asintieron de acuerdo con él.
Hubo un sonido hueco, como cuando el vidrio golpea la madera. Alguien
había dejado su vaso.
—Si tiene que cenar con el director, Cornelius, lo mejor será que nos
vayamos acercando al castillo.
-Ya termino la conversación- exclamo Albus- pero llegaron
demasiado lejos, dijeron más cosas de las esperadas.
-¿Cómo creen que reaccionaria su padre?- pregunto
Scorpius.
-Quien sabe- respondió Jame “S”- en esa época
nuestro padre es como nosotros, es muy impulsivo.
-Ojala no haga ninguna locura- dijo esperanzada
Rose.
Todos los pies que había ante Harry volvieron a soportar el cuerpo de
sus propietarios. La parte inferior de las capas se balanceó y los llamativos
tacones de la señora Rosmerta desaparecieron tras el mostrador. Volvió a
abrirse la puerta de Las Tres Escobas, entró otra ráfaga de nieve y los
profesores desaparecieron.
— ¿Harry?
Las caras de Ron y Hermione se asomaron bajo la mesa. Los dos lo
miraron fijamente, sin saber qué decir.
-¿Qué más se podría decir en ese caso?- exclamo
Neville- fue un golpe muy duro.
-Ese es el final del capítulo- les comento Alicia
dejando el libro.
-Por fin- auguro James- como un capitulo que comenzó
tan genial termino de esta manera, tener que soportar tanta estupidez.
-Te comprendo, a mí tampoco me agrada lo que piensan-
le aseguro Lily impresionada por el control que tenía en ese momento.
-¡Pero es que como pueden ser tan idiotas para penar
que Sirius nos haría eso!- espeto.
-Deberíamos de seguir con el siguiente capítulo-
pregunto Marlene un poco dudosa, ya que lo más probable es que continuaran con
el tema de la plática anterior.
-Me atrevería decir que no importa cuánto tardemos
en leerlo no será más fácil- hablo Dumbledore- tal vez deberíamos acabar con
esto de una vez- agrego volteando a ver a Sirius que asintió en conformidad-
bien leeremos el siguiente capitulo antes de irnos a descansar.