viernes, 24 de julio de 2015

Capítulo 49.- El mapa del merodeador


-Muy bien, a mí me gustaría leer un capitulo- comento Alicia quien poco después recibió el libro- bueno, el siguiente capítulo se titula, “El mapa del merodeador”- los gemelos Weasley sonrieron ante la mención del mapa sin meditar lo que podría ocurrir después.

-¡Hey espera!- exclamo con cierta apuración Sirius- no creo que sea bueno leerlo, no es conveniente que ciertas personas se enteren- agrego viendo de reojo a Severus.

-Pero será imposible no mencionarlo, será una parte importante de la historia, por lo que seguirá apareciendo en los demás libros- aseguro Harry.

-Además ya se sabe el secreto de la capa de invisibilidad de James, no habría problema con que…

-¡Pero lunático!, es nuestro más grande tesoro, no puedes estar hablando tan a la ligera- le rebatió Sirius.

-Canuto, sé muy bien cómo te sientes- le aseguro James- pero es como dijo Harry, debe de ser algo importante, y por más que queramos no podremos evitar que se enteren de eso.

-Pero…

-Ya resígnate Sirius- le dijo consoladoramente Marlene. Viendo que no serviría de nada le indico a la joven que continua con la lectura con un ademan de manos.

La señora Pomfrey insistió en que Harry se quedara en la enfermería el fin de semana.

-Siempre es así, aun cuando ya no tengamos nada- aseguro Dora.

-Pues yo me alego que así haya sido, es casi un milagro que no le haya pasado nada- aseguro Lily.

El muchacho no se quejó, pero no le permitió que tirara los restos de la Nimbus 2.000. Sabía que era una tontería y que la Nimbus no podía repararse, pero Harry no podía evitarlo. Era como perder a uno de sus mejores amigos.

-Potter tenías que ser- exclamo nuevamente Lily mientras que James, Harry, James “S”, Albus y Lily “L” sonreían con complicidad.
Lo visitó gente sin parar; todos con la intención de infundirle ánimos.

-Era lo mínimo que pedíamos hacer- aseguro Al- en especial porque en ocasiones pareces algo depresivo.

-¡Hey!- le reclamo el azabache mientras los demás sonreían.

-Pero tiene razón- lo defendió Hermione.

-Si claro, no es extraño que sea su sobrino favorito- espeto James “S”.

 Hagrid le envió unas flores llenas de tijeretas y que parecían coles amarillas.

-Por lo menos no fueron de esos dulces que te cerraban la boca- comento Ron recordando los caramelos de café que mencionaron en el libro anterior.

Y Ginny Weasley, sonrojada, apareció con una tarjeta de saludo que ella misma había hecho.

-Hay mi querida nuera- comento divertido James mientras la pelirroja se sonrojaba al recordar ese día- en serio no entiendo porque tardaste tanto en hacerla tu novia- agrego viendo a Harry.

-En especial porque era la única pelirroja cerca- agrego Sirius.

-Y eso ¿qué tiene que ver?- pregunto extrañado James “S”.

-¡¿Qué tu no lo sabes?!- exclamo con sorpresa canuto- desde hace varias generación los hombres Potter se enamoran de pelirrojas- aseguro

-Pues no, me acabo de enterar- aseguro James “S”- y si las pelirrojas son bonitas, pero no hay que desmeritar a las castañas o a las rubias- agrego.

-Así se habla joven poder, además que las pelirrojas pueden ser muy…

-¡¿Muy qué?!- exclamaron Lily, Ginny, Lily “L” y Molly.

-No nada- agrego Sirius ante la diversión de muchos.

-Pero siendo honestos, tal vez esa tradición se rompa en mi generación.

-¿Por qué lo dices?, ¿no te gustan las pelirrojas?- le pregunto James que ya había visto ese hecho como una regla familiar.

-Bueno, es que no hay muchas pelirrojas o si, en la torre de Gryffindor  solo están Rose y una chica de segundo año y Albus ya la aparto.

-¡Cierra la boca James!- le reclamo Albus con un leve sonrojo mientras un par de miradas de incertidumbre se posaban en él.

-¿Eso es cierto nietecito?- le pregunto James con emoción- bueno, al menos uno si continua con tan noble tradición- agrego.

-Eso no es cierto- se defendió Albus con cierta pena.

-Si lo es- atajo Scorpius ganándose la atención de todos- y vieran lo tierno que es cuando ella se acerca- agrego con sorna llevándose una mirada acecina de su amigo- Albus se pone todo nervioso, se sonroja y hasta se pone a tirar cosas.

-¡¡Scorpius Malfoy!!- le grito el azabache.

-¡Igual que Ginny!- exclamaron Fred y George con idénticas risas burlonas, mientras que la joven Weasley se sorprendía por ese hecho.

-Eso está bien, pero aun así tú debes de dar el primer paso en la relación- aseguro Sirius- mira la próxima vez que la veas tienes que darle un beso en los labios y después llevártela a…

-¡Guarda silencio Sirius Orión Black!- le grito Ginny- ¡no que quiero que mal aconsejes a mi hijo!- aseguro- ¡y tú tampoco abras la boca James Potter!- agrego.

-Pero yo no iba a decir nada- se defendió el azabache.

-Pero por si pensaba decirlo, Alicia, podrías- le pidió la pelirroja.

Y que cantaba con voz estridente salvo cuando se cerraba y se metía debajo del frutero.

-Creo que cometí un error, pero es que estaba nerviosa- dijo Ginny esta vez para que solo él pudiera iorla.

-Tranquila, fue un lindo detalle- le aseguro Harry abrazándola por lo hombros.

El equipo de Gryffindor volvió a visitarlo el domingo por la mañana, esta vez con Wood, que aseguró a Harry con voz de ultratumba que no lo culpaba en absoluto. Ron y Hermione no se iban hasta que llegaba la noche.

Los merodeadores y Lily sonrieron complacidos al volver a escuchar los buenos y fieles amigos que Harry había conseguido, sin duda es era lo mejor que podía tener en esa vida tan llena de desgracias.

Pero nada de cuanto dijera o hiciese nadie podía aliviar a Harry, porque los demás sólo conocían la mitad de lo que le preocupaba.

-Pero ahora lo conocemos todo- intervino Neville- yo creo que por lo menos se lo hubieras dicho a Ron y Hermione.

No había dicho nada a nadie acerca del Grim, ni siquiera a Ron y a Hermione, porque sabía que Ron se asustaría y Hermione se burlaría.

-Por eso no les quise decir nada- dijo Harry y sus amigos tuvieron que aceptar que efectivamente, esas hubieran sido sus reacciones.

-Pero es imposible que fuera un grim- exclamo Rose.

-Lo sé, pero trata de hacer entender a este par de cabezas duras- le dijo con ternura Hermione a su hija.

-Creo que tengo una ideas de cómo es eso- agregó la niña viendo a sus dos amigos que le miraron ofendidos.

El hecho era, sin embargo, que el Grim se le había aparecido dos veces y en las dos ocasiones había habido accidentes casi fatales. La primera casi lo había atropellado el autobús noctámbulo. La segunda había caído de veinte metros de altura. ¿Iba a acosarlo el Grim hasta la muerte? ¿Iba a pasar él el resto de su vida esperando las apariciones del animal?

-Son solo meras coincidencias, además eso no era un Grim solo era…

-¡Hey!- exclamo Sirius deteniendo el discurso de Hermione- no reveles el final antes de tiempo.

-Bueno de cualquier manera, eso no tiene nada que ver con esas absurdas predicciones- agrego Hermione.

Y luego estaban los dementores. Harry se sentía muy humillado cada vez que pensaba en ellos.

James y Lily se sintieron mal por su hijo, y más porque no estaban con el cuándo lo necesitaban.

Todo el mundo decía que los dementores eran espantosos, pero nadie se desmayaba al verlos... Nadie más oía en su cabeza el eco de los gritos de sus padres antes de morir.

-No debería de sentirse mal joven Potter- aseguro Dumbledore- como ya dije, su situación en particular no se puede comparar con sus demás compañeros.

-En especial al saber que fuiste testigo de… bueno, de eso- apoyo Alice viendo con lastima a James y a Lily.

Porque Harry sabía ya de quién era aquella voz que gritaba. En la enfermería, desvelado durante la noche, contemplando las rayas que la luz de la luna dibujaba en el techo, oía sus palabras una y otra vez. Cuando se le acercaban los dementores, oía los últimos gritos de su madre, su afán por protegerlo de lord Voldemort, y las carcajadas de lord Voldemort antes de matarla... Harry dormía irregularmente, sumergiéndose en sueños plagados de manos corruptas y viscosas y de gritos de terror, y se despertaba sobresaltado para volver a oír los gritos de su madre.

-Hay Harry- exclamo con un hilo de voz Lily, ya antes los sueños del chico habían perturbado su paz, pero aun así, cada vez que pasaba eran doloroso como la primera vez, no se podía expresar con palabras cuanto dejaba que su hijo no tuviera que pasar por semejantes experiencias, mientras era consolada en los brazos de su novio que  deseaba exactamente lo mismo que ella.

Por su parte Harry se comenzaba a sentir incomodo, cada vez que pasan un párrafo como ese varias miradas se posaban en él, algunas eran de tristeza, otras de conmiseración, y otras más de lastima, y se podría decir que en ese momento era peor, pues se habían sumado las miradas de sus futuros hijos y sobrinos.

Fue un alivio regresar el lunes al bullicio del colegio, donde estaba obligado a pensar en otras cosas, aunque tuviera que soportar las burlas de Draco Malfoy.

-Supongo que no te facilite nada las cosas- comento Draco.

-Aunque también le pudo haber servido, ya saben, buscar pelea con su enemigo de antaño- propuso Fabián.

-Al menos se distraería un poco, aunque les puede ir muy mal por estarse peleando- agregó Gideon.

-No si fuera en la clase de Snape- atajo Astoria.

Malfoy no cabía en sí de gozo por la derrota de Gryffindor. Por fin se había quitado las vendas y lo había celebrado parodiando la caída de Harry. La mayor parte de la siguiente clase de Pociones la pasó Malfoy imitando por toda la mazmorra a los dementores.

Tanto Draco como Scorpius no pudieron evitar inclinar sus cabezas con pena e incluso algo de vergüenza por cómo se comportaba, tal vez en ese momento Malfoy veía solo como algo cómico, pero en ese instante creía que se veía muy infantil haciendo esas cosas.

Llegó un momento en que Ron no pudo soportarlo más y le arrojó un corazón de cocodrilo grande y viscoso. Le dio en la cara y consiguió que Snape le quitara cincuenta puntos a Gryffindor.

-Maldito quejicus hijo de la…

-El cometió una infracción Black- le rebatió Severus.

-Y también Draco lo hizo, pero tú solo ves cuando te conviene- le reprendió Lily.

—Si Snape vuelve a dar la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, me pondré enfermo —explicó Ron, mientras se dirigían al aula de Lupin, tras el almuerzo—. Mira a ver quién está, Hermione.

-Hay  hermanito, ¿porque siempre mandas a Hermione al frente he?- exclamo George.

-En el primer libro con lo de la trampilla trataste de hacer lo mismo- apoyo Fred.

-Un muy mal momento para poner en práctica eso de “las mujeres primero”- agrego Bill.

-Ya perdón, lo dije por impulso- se defendió Ron que no pudo evitar sentirse un poco apenado.

-Después tendremos que tener una charla de cómo tratar a las mujeres- aseguro Bill.

-Yo creo que debería de ser más de una platica- intervino Marlene- y creo que “otros” deberían de estar en ella también- dijo eso volteando a ver a Sirius que simplemente se hizo el desentendido.

Hermione se asomó al aula.

—¡Estupendo!

El profesor Lupin había vuelto al aula. Ciertamente, tenía aspecto de convaleciente. Las togas de siempre le quedaban grandes y tenía ojeras. Sin embargo, sonrió a los alumnos mientras se sentaban, y ellos prorrumpieron inmediatamente en quejas sobre el comportamiento de Snape durante la enfermedad de Lupin.

-Obviamente, no iban a dejar de reclamar por lo que paso- aseguro Frank.

—No es justo. Sólo estaba haciendo una sustitución ¿Por qué tenía que mandarnos trabajo?

—No sabemos nada sobre los hombres lobo...

—¡... dos pergaminos!

-Una verdadera injusticia- corroboro Sirius.

—¿Le dijisteis al profesor Snape que todavía no habíamos llegado ahí? —preguntó el profesor Lupin, frunciendo un poco el entrecejo.

-Como si se dignara a escuchar lo que dice un estudiante- espeto James- será muy bueno en muchas cosas, pero es un asco como profesor- agregó mientras muchos concordaban con sus palabreas.

Volvió a producirse un barullo.

—Sí, pero dijo que íbamos muy atrasados...

—... no nos escuchó...

—¡... dos pergaminos!

-Cielos, ¿quién fue el que se la paso repitiendo la misma frase?- pregunto Sirius con tono divertido, pero nadie respondió- vamos díganmelo, no pasara nada.

-Solo se arriesgan a una burla de tu parte- atajo Albus- la verdad es comprensible que no quiera decir quien fue.

-Pero alguien más me lo podría decir.

-Entre todo el alboroto que armaron, dudo que recuerden quien fue exactamente- dijo esta vez Teddy.

El profesor Lupin sonrió ante la indignación que se dibujaba en todas las caras.

—No os preocupéis. Hablaré con el profesor Snape. No tendréis que hacer el trabajo.

—¡Oh, no! —exclamó Hermione, decepcionada—. ¡Yo ya lo he terminado!

-Lógico- dijeron todos los bromistas en coro para molestia de la castaña.

-Pero entonces eso quiere decir, ¿qué en ese momento tú…?- exclamo Lily.

-Sí, desde ese momento lo supe- aseguro Hermione poniendo un poco nervioso a Lupin- pero no dije nada en absoluto, no lo creí conveniente- agrego.

Mientras recibía una mirada de gratitud por parte de Lily, James, Sirius, Lupin, Teddy y Dora, los demás que no tenían idea de la situación del oji miel no dejaron de sentir incomodidad y algo de curiosidad por saber de qué estaban hablando.

Tuvieron una clase muy agradable.

-Obviamente, Snape nuca podría dar una clase como… Remus, simplemente no hay comparación- aseguro Teddy.

Solo unos cuantos notaron la pausa del metamorfomago al nombrar a Lupin, y es que el saber que fuera tan bien recibido por sus estudiantes le daba tal orgullo, que por un segundo estuvo a punto de nombrarlo de una forma, por lo que tuvo que contenerse, además de que sabía, que llegaría el momento en que podría llamarlo papá sin ningún tipo de problema.

El profesor Lupin había llevado una caja de cristal que contenía un hinkypunk, una criatura pequeña de una sola pata que parecía hecha de humo, enclenque y aparentemente inofensiva.

—Atrae a los viajeros a las ciénagas —dijo el profesor Lupin mientras los alumnos tomaban apuntes—. ¿Veis el farol que le cuelga de la mano? Le sale al paso, el viajero sigue la luz y entonces...

El hinkypunk produjo un chirrido horrible contra el cristal.

-Lo que quiere decir que no es tan inofensiva- comento Alice.

-Pues no, pero el profesor Lupin nos enseñó bien como tratar con ellos- aseguro Neville.

-En especial teniendo a la criatura en cuestión, siempre es más fácil aprender algo de forma práctica- agregó Luna.

Al sonar el timbre, todos, Harry entre ellos, recogieron sus cosas y se dirigieron a la puerta, pero...

—Espera un momento, Harry —le dijo Lupin—, me gustaría hablar un momento contigo.

-Gracias por preocuparte por el Remus- le dijo de inmediato Lily.

-Es lo menos que podía hacer por el- le respondió el hombre.

Harry volvió sobre sus pasos y vio al profesor cubrir la caja del hinkypunk.

—Me han contado lo del partido —dijo Lupin, volviendo a su mesa y metiendo los libros en su maletín

-Lo extraño seria que no le hubieran platicando nada- aseguro Ted- es impresionante como viajan las noticias en el mundo mágico.

—. Y lamento mucho lo de tu escoba. ¿Será posible arreglarla?

—No —contestó Harry—, el árbol la hizo trizas.

-No hay otra opción que conseguir una nueva- comento James- solo espero que tu no comiences a sentir mal por eso he lunático, porque no fue tu culpa.

-Sí, lo se James, no tienes que sermonearme- le respondió el castaño, pero no podía decir que si sentía un poco de responsabilidad de lo ocurrido.

Lupin suspiró.

—Plantaron el sauce boxeador el mismo año que llegué a Hogwarts.

Eso era algo que nadie sabía, por lo que para algunos resulto un dato interesante.

La gente jugaba a un juego que consistía en aproximarse lo suficiente para tocar el tronco. Un chico llamado Davey Gudgeon casi perdió un ojo y se nos prohibió acercarnos. Ninguna escoba habría salido airosa.

-Recuerdo esa vez, la señora Pomfrey estaba más que furiosa por la imprudencia de ese chico- comento Lily.

-Y con lo fácil que era aproximarse a él- agrego Sirius.

-¡¿Tú también participabas en esos juegos animal?!- le reprendió Andrómeda entre molesta y preocupada.

-No, yo nunca realice ese juego - respondió.

-Entonces ¿cómo dices que era fácil aproximarse?- le interrogo.

-Bueno prima, es que hubo otras circunstancias que nos hicieron descubrir cómo acércanos a ese árbol, pero luego te cuento- dijo sin darle mayor importancia.

—¿Ha oído también lo de los dementores? —dijo Harry, haciendo un esfuerzo.

Lupin le dirigió una mirada rápida.

—Sí, lo oí. Creo que nadie ha visto nunca tan enfadado al profesor Dumbledore. Están cada vez más rabiosos porque Dumbledore se niega a dejarlos entrar en los terrenos del colegio... Fue la razón por la que te caíste, ¿no?

-Ni quiera deberían de estar cerca del colegio- espeto Andrómeda, y Lily, Molly y varios mas no podían más que estar de acuerdo con ella-

—Sí —respondió Harry. Dudó un momento y se le escapó la pregunta que le rondaba por la cabeza—. ¿Por qué? ¿Por qué me afectan de esta manera? ¿Acaso soy...?

—No tiene nada que ver con la cobardía —dijo el profesor Lupin tajantemente, como si le hubiera leído el pensamiento

-Impresionante lunático- le felicito James- es como si utilizaras legeremancia.

-no era necesario- aseguro el castaño.

-No lo conocerá muy bien a él, pero conoce perfectamente a sus padres, a uno en particular- comento Frank viendo a la pareja- es lógico que supusiera lo que le molestaba en ese momento.

—. Los dementores te afectan más que a los demás porque en tu pasado hay cosas horribles que los demás no tienen. —Un rayo de sol invernal cruzó el aula, iluminando el cabello gris de Lupin y las líneas de su joven rostro

Dumbledore sonrió con satisfacción y afirmación por las palabras de su alumno, nunca dudo de lo buen e inteligente joven que era, y le alegraba haberlo podido ayudar para asistiera al colegio con ese par de revoltosos que tenía como amigos.

—. Los dementores están entre las criaturas más nauseabundas del mundo. Infestan los lugares más oscuros y más sucios. Disfrutan con la desesperación y la destrucción ajenas, se llevan la paz, la esperanza y la alegría de cuanto les rodea. Incluso los muggles perciben su presencia, aunque no pueden verlos. Si alguien se acerca mucho a un dementor; éste le quitará hasta el último sentimiento positivo y hasta el último recuerdo dichoso. Si puede, el dementor se alimentará de él hasta convertirlo en su semejante: en un ser desalmado y maligno.

Más de alguno sintió un escalofrió recorrerle el cuerpo, era una perspectiva horrible el imaginar un final como ese, y más aún, la descripción cada vez se oía peor, incluso varios de los presentes no podían evitar imaginarse como sería un lugar como Azkabán..

Le dejará sin otra cosa que las peores experiencias de su vida. Y el peor de tus recuerdos, Harry, es tan horrible que derribaría a cualquiera de su escoba. No tienes de qué avergonzarte.

-Sabes bastante de esas cosas- comento Dora recibiendo una sonrisa del casta que quería decir, “no es para tanto”

—Cuando hay alguno cerca de mí... —Harry miró la mesa de Lupin, con los músculos del cuello tensos— oigo el momento en que Voldemort mató a mi madre.

-Eso es muy curioso- comento Luna llamando la atención.

-¿Qué es curioso Luna?- le pregunto Neville.

-Que Harry se haya abierto con el profesor Lupin antes que con sus amigos, no creo que sea algo muy común- respondió la rubia.

-Ahora que lo mencionas es cierto- le concedió Hermione- Harry no es de los que habla esas cosas con cualquiera.

-Pues que te digo, Remus tiene algo en particular que les da confianza a los demás- comento James.

-Supongo que eso fue algo vital cuando los cubría con los profesores- agrego Marlene ante el asentimiento de James y Sirius.

Lupin hizo con el brazo un movimiento repentino, como si fuera a coger a Harry por el hombro, pero lo pensó mejor.

-Supongo no sería muy apropiado que un maestro mostrara tanta simpatía por uno de sus estudiantes- comento Andrómeda.

-Además que considerando la actitud de Remus no se sintió seguro de hacer una acción de ese tipo- agrego Ted

Hubo un momento de silencio y luego...

—¿Por qué acudieron al partido? —preguntó Harry con tristeza.

—Están hambrientos —explicó Lupin tranquilamente, cerrando el maletín, que dio un chasquido—. Dumbledore no los deja entrar en el colegio, de forma que su suministro de presas humanas se ha agotado... Supongo que no pudieron resistirse a la gran multitud que había en el estadio. Toda aquella emoción... El ambiente caldeado... Para ellos, tenía que ser como un banquete.

-Esas malditas criaturas, no les importa nada más que ellas mismas- espeto Frank.

-No deberían siquiera de existir- agrego Alice imaginando a esas cosas acercándose al estadio donde precisamente se encontraba su hijo.

—Azkabán debe de ser horrible —masculló Harry

Nadie negara dicha declaración.

Lupin asintió con melancolía.

—La fortaleza está en una pequeña isla, perdida en el mar. Pero no hacen falta muros ni agua para tener a los presos encerrados, porque todos están atrapados dentro de su propia cabeza, incapaces de tener un pensamiento alegre. La mayoría enloquece al cabo de unas semanas.

—Pero Sirius Black escapó —dijo Harry despacio—. Escapó...

El maletín de Lupin cayó de la mesa. Tuvo que inclinarse para recogerlo:

-Te pusiste nervioso porque me mencionaron verdad colega- comento Sirius con cierta pesadez en su voz- ¿temes que te de mala fama porque somos amigos?- trato de bromear

-Si bueno, nunca me gustó mucho que nos relacionaran- le siguió el juego el castaño, consiguiéndole sacar una leve sonrisa a su amigo.

A Lily y Marlene no le agradaba mucho que bromearan de esa forma, pero no podían hacer mucho para evitarlo, esa era una válvula que usaban para disminuir su tención.

—Sí —dijo incorporándose—. Black debe de haber descubierto la manera de hacerles frente. Yo no lo habría creído posible... En teoría, los dementores quitan al brujo todos sus poderes si están con él el tiempo suficiente.

-Ni siquiera Remus sabe cómo conseguiste que no te afectaran- comento Marlene- debes de sentirse feliz por eso verdad.

-Hay otras cosas que me aria más feliz, como ganarle a la pelirroja en una apuesta, o que al final aceptaras visitar mi cama por una…

-Mejor cierra la boca- exclamo la rubia un poco arrepentida por haber propiciado esa platica.

—Usted ahuyentó en el tren a aquel dementor —dijo Harry de repente.

—Hay algunas defensas que uno puede utilizar —explicó Lupin—. Pero en el tren sólo había un dementor. Cuantos más hay, más difícil resulta defenderse.

—¿Qué defensas? —preguntó Harry inmediatamente—. ¿Puede enseñarme?

-Aun eres muy joven para aprender algo como eso hijo- dijo Lily de inmediato- para aprender ese encantamiento necesitas mucha más experiencia.

Desde luego, todos los del pasado estuvieron de acuerdo con ella, pero aquellos que eran de la misma época de Harry, sabían que no era así, en especial porque muchos de ellos aprendieron a realizar el hechizo porque él se los enseño.

—No soy ningún experto en la lucha contra los dementores, Harry. Más bien lo contrario...

-Si claro, es como decir que canuto solo es un poquito mujeriego- exclamó James

-O que cornamenta juega medianamente bien al quidditch- agrego Sirius

-De los tres eres quien mejor sabe cómo tratar de esas criaturas, no abras dedicado tu vida a estudiarlos y pelear con ellos, pero tampoco eres un simple novato lunático- aseguro nuevamente James.

-Creo que deberías de tener un poco más de confianza en ti mismo- dijo de última Dora viéndolo a los ojos.

-No dejes de decirlo sobrina, esperemos que a ti si te escuche este tonto- termino Sirius.

—Pero si los dementores acuden a otro partido de quidditch, tengo que tener algún arma contra ellos.

-Aún muchas mejores razones para aprender a enfrentarse a ellos- increpo Alastor.

-Pero para alguien como Harry ese podría ser un buen motivante- concedió Kingsley

-O una buena excusa- propuso Teddy- pero aun así no le vendría mal practicarlo.

Lupin vio a Harry tan decidido que dudó un momento y luego dijo:

—Bueno, de acuerdo. Intentaré ayudarte.

-Hasta ahí llego tu determinación colega- exclamo James pensando que era porque en Harry lo veía reflejado a él y a Lily- pero gracias por trata de ayudarlo.

Pero me temo que no podrá ser hasta el próximo trimestre. Tengo mucho que hacer antes de las vacaciones. Elegí un momento muy inoportuno para caer enfermo.

-Como si pudieras escoger- atajo Sirius con molestia- pero bueno, eso quiere decir que si tratas de enséñale verdad, será interesante ver como lo hacen.

-Será interesante saber cómo aprendió a realizar el hechizo- comento Neville a los compañeros del E.D. que tenía cerca quienes asintieron vigorosamente.

-Pues ojala le sirva de algo- exclamo Lily- la verdad hay mucha diferencia de practicar en una aula que en la vida real.

-Puede ser Lily, pero en el caso particular de Harry podríamos tener una herramienta extra- le dijo Lupin.

-¿Y cuál podría ser esa herramienta?- le pregunto James.

-Un boggart- respondió.

-Claro, si consigues a otro boggart este se podría convertir en un dementor al ver a Harry y así podrían practicar el hechizo- exclamo emocionada Dora.

-Eso sería útil, pero aun así sería algo peligroso- expreso Lily con un tanto de preocupación.

-Pero como ha dicho Teddy, no causaría el mismo efecto que uno real, y así podría mejor preparado- dijo nuevamente Dora.

-Sí, creo que es verdad- le concedió la pelirroja- además, si es como su padre la mejor forma de que aprenda es de esa manera.

-Pues sí, es difícil que algo entre en la cabeza de piedra de los Potter

-¡Hey!- reclamaron de inmediato Todos los Potter por la burla de Sirius.

Con la promesa de que Lupin le daría clases antidementores, la esperanza de que tal vez no tuviera que volver a oír la muerte de su madre, y la derrota que Ravenclaw infligió a Hufflepuff en el partido de quidditch de finales de noviembre, el estado de ánimo de Harry mejoró mucho.

-Todo siempre está en factor al quidditch- comento Rose.

-Bueno prima, tienes que admitir que siempre las cosas mejoran cuando tu esquipo está bien- exclamo James “S”.

-No esperaba otro comentario de alguien como tú- dijo Hermione- con los padres y el abuelo que tiene, sería raro que no defendieras el deporte- agrego mientras los aludidos sonreían con complicidad.

Gryffindor no había perdido todas las posibilidades de ganar la copa, aunque tampoco podían permitirse otra derrota. Wood recuperó su energía obsesiva y entrenó al equipo con la dureza de costumbre bajo la fría llovizna que persistió durante todo el mes de diciembre.

-Esa obsesión suya- exclamo Molly- y que si uno de ellos se enferma por practicar en esas condiciones.

-Pero aun así parecía que todo el esquipo estaba dispuesto a sopórtalo- acepto Fred

-En especial Harry, después de que no atrapo la snitch en el partido pasado- agrego George.

Harry no vio la menor señal de los dementores dentro del recinto del colegio. La ira de Dumbledore parecía mantenerlos en sus puestos, en las entradas.

Alicia fue leyendo como el clima mejoro dos semanas antes de terminar el trimestre, y los terrenos cubiertos de escarcha y el espíritu navideño que se comenzaba a sentir. Además también leyó la decisión de Ron y Hermione de quedarse en Hogwarts para las fiestas y de las ridículas excusas que le dieron Harry mientras este se sentía agradecido porque se quedaban para hacerle compañía.

-Eso está muy bien, que bueno que quieran acompañarlo- les digo James con gusto- aunque también podría ir a pasar la fiesta a la casa de los Weasley.

-Seria genial- apoyo Sirius- y aprovecharían para que Ginny y Harry mejoraran su relación de pareja- agrego sonrojando al par.

-Claro, solo tienen que evitar a cuatro de los hermanos para lograrlo, eso si los otros dos no llegan a visitarlos- intervino Remus.

-Eso sin mencionar que también deberían cuidase de los padres de Ginny- le apoyo Dora.

-Hay ustedes, ¿por qué quieren rompernos las ilusiones?- les reclamo Sirius.

-Ellos solo son realistas Sirius- le dijo Teddy- además no dijeron que sería imposible, solo que sería demasiado difícil tener un tiempo a solas en su casa.

-Si claro, defiende a tus “papitos” todo lo que quieras, pero eso no quita que son unos aguafiestas- exclamo con cierta diversión James poniendo especial énfasis en papitos.

Para satisfacción de todos menos de Harry, estaba programada otra salida a Hogsmeade para el último fin de semana del trimestre.

—¡Podemos hacer allí todas las compras de Navidad! —dijo Hermione—. ¡A mis padres les encantaría el hilo dental mentolado de Honeydukes!

-Sí, con lo que le gusta a tus padres que la magia tenga algo que ver con su trabajo- exclamo Ron.

-¿Qué quieres decir con eso?- le interrogo la castaña.

-Que no dijiste que no te dejaban que arreglaran tus dientes con magia- le recordó.

-¡¿En verdad te acuerdas de cuando dije eso?!- dijo impresionada.

-Por lo general es muy tonto, pero el en verdad escucha todo lo que dices amiga- le auguro Ginny- incluso creo que aún guarda todas las cartas que le has enviado, incluso las que son solo reclamos- le revelo sonrojando un poco al joven.

-Si hermanito, las tiene todas muy bien guardaditas en una caja- le aseguro Fred.

-La cual está bastante bien escondida en su cuarto- apoyo George- para ser preciso esta en…

-¡Ya cállate!- le detuvo Ron- y dejen de una vez de andar husmeando en mis cosas.

-Ya veremos cómo arreglar eso en su momento- exclamo con reprimenda Molly que no consentía ese comportamiento en sus hijos.

Resignado a ser el único de tercero que no iría, Harry le pidió prestado a Wood su ejemplar de El mundo de la escoba, y decidió pasar el día informándose sobre los diferentes modelos. En los entrenamientos había montado en una de las escobas del colegio, una antigua Estrella Fugaz muy lenta que volaba a trompicones; estaba claro que necesitaba una escoba propia.

-En verdad debemos ver como las actualizar las escobas de la escuela no lo cree profesor- dijo James mirando a Dumbledore.

-Eso ya lo veremos después joven Potter, por lo pronto hay que continuar con la lectura, señorita- le solicito a Alicia quien continuo leyendo.

La mañana del sábado de la excursión, se despidió de Ron y de Hermione, envueltos en capas y bufandas, y subió solo la escalera de mármol que conducía a la torre de Gryffindor. Habla empezado a nevar y el castillo estaba muy tranquilo y silencioso.

—¡Pss, Harry!

Se dio la vuelta a mitad del corredor del tercer piso y vio a Fred y a George que lo miraban desde detrás de la estatua de una bruja tuerta y jorobada.

Los merodeadores se vieron entre ellos, los tres suponían por el título del capítulo como podría continuar la historia, y aunque fuera mal decirlo, se sentían un poco emocionados de saber que paso con ese artefacto que tanto les costó realizar.

—¿Qué hacéis? —preguntó Harry con curiosidad—. ¿Cómo es que no estáis camino de Hogsmeade?

—Hemos venido a darte un poco de alegría antes de irnos —le dijo Fred guiñándole el ojo misteriosamente—. Entra aquí...

-En ese caso fueron ustedes quienes lo “encontraron”- dijo Remus con una sonrisa traviesa, después de todo, había sido su idea que dejaran el pergamino en ese lugar.

Le señaló con la cabeza un aula vacía que estaba a la izquierda de la estatua de la bruja. Harry entró detrás de Fred y George. George cerró la puerta sigilosamente y se volvió, mirando a Harry con una amplia sonrisa.

—Un regalo navideño por adelantado, Harry —dijo.

Fred sacó algo de debajo de la capa y lo puso en una mesa, haciendo con el brazo un ademán rimbombante. Era un pergamino grande, cuadrado, muy desgastado. No tenía nada escrito. Harry, sospechando que fuera una de las bromas de Fred y George, lo miró con detenimiento.

-Sería lógico pensarlo, en especial después de conocerlos un poco- aseguro Gideon.

-Pero no creo que sea el caso, de hecho parecen estar bastante serios- agrego Fabián.

-¿Serios?- repitieron algunos.

-Bueno, serios para un bromista, más bien creo que tienen algo mas pensado- explicó Fabián.

—¿Qué es?

—Esto, Harry, es el secreto de nuestro éxito —dijo George, acariciando el pergamino.

—Nos cuesta desprendernos de él —dijo Fred—. Pero anoche llegamos a la conclusión de que tú lo necesitas más que nosotros.

—De todas formas, nos lo sabemos de memoria. Tuyo es. A nosotros ya no nos hace falta.

—¿Y para qué necesito un pergamino viejo? —preguntó Harry.

-¡¿Qué?! ¡¿cómo que un pergamino viejo?!- dijeron a coro los tres merodeadores. Incluso Remus siendo el más serio de los tres, no podía evitar tener un sentimiento de orgullo por ese mapa.

-¿Que esperaban que pensara?, o no querían que pareciera un simple pergamino- se defendió Harry.

-Pues si Harry, pero aun así bueno, debiste esperar más de ellos- exclamo James.

—¡Un pergamino viejo! —exclamó Fred, cerrando los ojos y haciendo una mueca de dolor; como si Harry lo hubiera ofendido gravemente

-Es porque así nos sentimos joven Potter- aseguro Fred.

-Fue nuestro gran tesoro por mucho tiempo- termino George con dramatismo, lo cual fue divertido para algunos y algo de orgullo de para los merodeadores.

—. Explícaselo, George.

—Bueno, Harry.. cuando estábamos en Dudaba que Fred y George hubieran sido inocentes alguna vez primero.. y éramos jóvenes, despreocupados e inocentes... —Harry se rió.

Lo mismo ocurrió en el gran comedor, gran cantidad de los presente rio modestamente pues esa idea de unos Fred y George inocentes era bastante difícil de creer.

—. Bueno, más inocentes de lo que somos ahora... tuvimos un pequeño problema con Filch.

—Tiramos una bomba fétida en el pasillo y se molestó.

Molly les mando una mirada severa a sus hijos, pero eso solo estaba comenzando.

—Así que nos llevó a su despacho y empezó a amenazarnos con el habitual...

—... castigo...

—... de descuartizamiento...

-Ese conserje en verdad necesita un serio ajuste de actitud- exclamo James “S”- en serio como puede trabajar en un colegio si odia tanto a los estudiantes.

—... y fue inevitable que viéramos en uno de sus archivadores un cajón en que ponía «Confiscado y altamente peligroso».

-Tanto así, cielos no sé qué pensar al respecto- dijo Sirius.

-Sirius, un poco más de seriedad por favor- le reclamo Marlene por lo bajo.

—No me digáis... —dijo Harry sonriendo.

—Bueno, ¿qué habrías hecho tú? —preguntó Fred— George se encargó de distraerlo lanzando otra bomba fétida, yo abrí a toda prisa el cajón y cogí... esto.

—No fue tan malo como parece —dijo George—. Creemos que Filch no sabía utilizarlo.

-No lo creo, solo alguien listo y que fuera un verdadero bromista podría lograr descubrir cómo usarlo- dijo con suficiencia Remus.

-Ya comprendo un poco por qué eres amigo de mi tío- comento Dora viendo divertida al castaño.

Probablemente sospechaba lo que era, porque si no, no lo habría confiscado.

-Quien sabe si sospechaba algo- comenzó James- pero considerando a quienes se lo quito debía de ser muy suspicaz con él.

Para ese momento Lily ya se suponía que fuera lo que fuera ese pergamino tenía que ver algo con ellos, y debía de ser algo grande porque incluso Remus tenía ese brillo particular en los ojos.

—¿Y sabéis utilizarlo?

—Si —dijo Fred, sonriendo con complicidad—. Esta pequeña maravilla nos ha enseñado más que todos los profesores del colegio.

Los aludidos vieron con cierta retribución a los gemelos por dicho comentario, mientras que otros lo hacían con incredulidad.

—Me estáis tomando el pelo —dijo Harry, mirando el pergamino.

—Ah, ¿sí? ¿Te estamos tomando el pelo? —dijo George.

Sacó la varita, tocó con ella el pergamino y pronunció:

—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

-Lógico, no podría tener otra contraseña que no fuera esa- exclamo Marlene.

-Cuantas veces no dijeron su estúpida frasecita antes de hacer alguna de las suyas- agregó Alice.

-¡Oye!- reclamaron James y Remus por considerar estúpida su frase.

E inmediatamente, a partir del punto en que había tocado la varita de George, empezaron a aparecer unas finas líneas de tinta, como filamentos de telaraña. Se unieron unas con otras, se cruzaron y se abrieron en abanico en cada una de las esquinas del pergamino. Luego empezaron a aparecer palabras en la parte superior. Palabras en caracteres grandes, verdes y floreados que proclamaban:

Los señores Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta

Cada uno sonrió con felicidad y nostalgia en el momento  en que fueron mencionados sus apodos, sin duda recordando una de las mejores etapas de su vida.

proveedores de artículos para magos traviesos
están orgullosos de presentar
EL MAPA DEL MERODEADOR

-Ya sabía que tenían que ver con esa cosa- Exclamo Lily.

-Pero exactamente que es ese dichos mapa- pregunto Marlene.

-Ya lo veras Marlene, no por nada ese pergamino es nuestro mayor orgullo- respondió Sirius.

Alicia fue leyendo como el mapa mostraba cada detalle del castillo, las motas de tinta que me movían por él cada uno con un letrero con su nombre corresponde y justo en el lugar donde se encontraban, y claro los pasillos que Harry conocía y los que no.

-Impresionante- exclamó Lily- pero ¿cuándo hicieron algo como eso?, ¿y cómo?- les pregunto.

-Bueno, lo comenzamos a hacer en el sexto curso, y en cuanto a la forma en que lo hicimos bueno- James dudo un poco- en verdad lo siento mucho Lis, pero ese es un secreto que nos queremos llevar a la tumba.

-¿Estás seguro?- dijo Lily seductoramente mientras le coqueteaba con la mirada.

-No te dejes convencer cornamenta- dijo Sirius.

-¿Están seguros que no quieren contarnos?- dijo esta vez Marlene en el mismo tono que la pelirroja mientras le acariciaba el pecho al animago

-He… este… bueno…

-Son tan fáciles de manipular- les acuso con diversión Lupin.

-Remus, querido, ¿cómo hicieron el mapa?- le dijo con mucha suavidad Dora mientras abrazaba por los hombros al hombre y se le acercaba más de lo debido mientras este se comenzaba a poner nervioso, de no ser por la risita del bebe Teddy desde el otro lado de la mesa habría perdido el control.

-He, per… perdón…

-Sí, si eso… justo eso

-Es… es un secreto- dijeron uno a uno con un hilo de voz, mientras las jóvenes reían divertidas por su estado.

-Bueno, tenemos mucho tiempo para sacarles la verdad- dijo Lily- pero en verdad fue algo sorprendente, ustedes siempre fueron muy buenos, pero siempre enfocaban sus talentos en esas bromas.

-Concuerdo, Alicia, por favor- Marlene le pidió que siguiera leyendo.

Muchos parecían conducir...

—Exactamente a Hogsmeade —dijo Fred, recorriéndolos con el dedo—. Hay siete en total. Ahora bien, Filch conoce estos cuatro. —Los señaló—. Pero nosotros estamos seguros de que nadie más conoce estos otros. Olvídate de éste de detrás del espejo de la cuarta planta. Lo hemos utilizado hasta el invierno pasado, pero ahora está completamente bloqueado.

-Fue bloqueado, es una lástima- exclamo Sirius.

-Pues yo no opino lo mismo- dijo con severidad Molly- una cosas son sus bromas, y otra muy diferente que salgan del colegio

-Pero mamá nunca nos pasó nada y nunca hicimos nada malo

-Eso no importa Fred, nunca debieron hacerlo, y mucho menos debieron de incitar a Harry a salir del colegio- les reprendió.

Y en cuanto a éste, no creemos que nadie lo haya utilizado nunca, porque el sauce boxeador está plantado justo en la entrada.

Pero éste de aquí lleva directamente al sótano de Honeydukes. Lo hemos atravesado montones de veces. Y la entrada está al lado mismo de esta aula, como quizás hayas notado, en la joroba de la bruja tuerta.

-Eso explica algunas cosas que hacían en el colegio- comentó Alicia

-Pero oye, ahí no se menciona el pasadizo a la cabeza de puerco- comento Seamus a sus compañeros del E.D.

-No, ese túnel no está en el mapa, y es porque ellos no lo encontraron en su tiempo- explico Neville señalando a los merodeadores.

-Tiene sentido, después de todo tampoco sabían de la sala de menesteres- apoyo Luna.

—Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta —suspiró George, señalando la cabecera del mapa—. Les debemos tanto...

—Hombres nobles que trabajaron sin descanso para ayudar a una nueva generación de quebrantadores de la ley —dijo Fred solemnemente.

Sirius sonrió con autentico orgullo haciendo una reverencia solemne por tal alago de los gemelos, James sonrió con su característica sonrisa fanfarrona mientras inflaba el pecho, hasta Remus tenía un brillo especial en el los ojos que pocas veces se le podía ver.

—Bien —añadió George—. No olvides borrarlo después de haberlo utilizado.

—De lo contrario, cualquiera podría leerlo —dijo Fred en tono de advertencia.

—No tienes más que tocarlo con la varita y decir: « ¡Travesura realizada!», y se quedará en blanco.

-Su frase predilecta- comento Lily.

-Y más escuchada que la primera, se podría decir que era su sello particular- apoyo Marlene.

—Así que, joven Harry —dijo Fred, imitando a Percy admirablemente—, pórtate bien.

—Nos veremos en Honeydukes —le dijo George, guiñándole un ojo.

-Y supongo que será inútil tratar de evitarlo- exclamo Lily, quien aunque estaba molesta, no se parecía a otras cosas irresponsables que había hecho.

-Lo siento mamá- se disculpó Harry, a sabiendas que eso le traería algún otro castigo de su parte en el futuro.

Salieron del aula sonriendo con satisfacción.

-Por fin vas a hacer algo digno de un merodeador

-¡James!- le recamo Lily.

-Digo, por fin vas tener un momento de diversión, actuando como un estudiantes normal- se corrigió el azabache.

Harry se quedó allí, mirando el mapa milagroso. Vio que la mota de tinta que correspondía a la Señora Norris se volvía a la izquierda y se paraba a olfatear algo en el suelo.

-Interesante, y ¿cómo funciona el mapa con los ocultamientos?- pregunto en su momento Alastor.

-¿Cómo?- se extrañaron los tres merodeadores.

-Con los ocultamientos, hechizos, capas de invisibilidad- especifico el auror.

-Ha, pues funciona de la misma manera- respondió James- todos aparecen en el mapa, incluso si es una animago transformado.

-Una precaución por si la profesora decidía vigilar los pasillos como gato- agrego Sirius.

-Y el mapa ¿no se equivoca?

-No, nos enfocamos mucho en eso- aseguro Remus- todo el que este dentro del castillo aparece en el mapa sin excepción.

Al consumado auror se le deformo la cara por la sonrisa que se formó en ese momento, sin duda un artefacto muy útil para muchas circunstancias.

Si realmente Filch no lo conocía, él no tendría que pasar por el lado de los dementores. Pero incluso mientras permanecía allí, emocionado, recordó algo que en una ocasión había oído al señor Weasley: «No confíes en nada que piense si no ves dónde tiene el cerebro.»

-Bueno, hay que aceptar que tiene un buen punto- exclamo Remus.

-Pero solo es algo para hacer travesuras, la verdad, no es el mismo caso que ese maldito diario- aseguro Dora.

Aquel mapa parecía uno de aquellos peligrosos objetos mágicos contra los que el señor Weasley les advertía. «Artículos para magos traviesos...» Ahora bien, meditó Harry, él sólo quería utilizarlo para ir a Hogsmeade. No era lo mismo que robar o atacar a alguien... Y Fred y George lo habían utilizado durante años sin que ocurriera nada horrible.

-Bueno, nada horrible a causa directa por usar el mapa- atajo Fred

-Pero por unas bromas que hicimos con él nos ganamos un castigo muy duro de nuestra madre- agrego George.

-Sí, a mi aun me duele el trasero de una de esas ocasiones- termino Fred.

-Pues sin duda se merecían algo como eso- aseguro la señora Weasley.

Harry recorrió con el dedo el pasadizo secreto que llevaba a Honeydukes.

Entonces, muy rápidamente, como si obedeciera una orden, enrolló el mapa, se lo escondió en la túnica y se fue a toda prisa hacia la puerta del aula. La abrió cinco centímetros. No había nadie allí fuera. Con mucho cuidado, salió del aula y se colocó detrás de la estatua de la bruja tuerta.

-¿Y de ahí que tiene que hacer?- pregunto Frank

-Ya verás- exclamo Sirius mientras Alicia leía como el mapa daba la instrucción de que golpeara la estatua con la varita y el letrero que tenía escrito «Dissendio.»

-Puede que seamos impulsivos, pero pusimos indicaciones como esa para ayuda de los futuros bromistas- aseguro James.

— ¡Dissendio! —susurró Harry, volviendo a golpear con la varita la estatua de la bruja.

Alicia continuo leyendo como la joroba se abrió y de cómo Harry entro y de deslizo por un tobogán hasta el fondo del pasadizo, también como el azabache borro el mapa y la forma en que el pasadizo se doblaba y retorcía, explico cómo tardo casi una hora hasta que el camino comenzó a ascender.

-Cielos, que recuerdos, cuanta nostalgia- exclamo Sirius.

-¿Cual nostalgia?, si hace apenas un mes utilizaron ese pasadizo- le reclamo Marlene.

-¿Y tú cómo sabes?- le interrogo.

-Lily los sorprendió saliendo del pasadizo en una de sus rondas de prefecta- le explico- ella me lo conto, supongo que en ese momento ya habían logrado que Filch confiscara su mapa, pues de otra forma habrían sabido que estaba ahí.

-Vez lunático, te dije que debimos esperarnos un poco más para dejar el mapa- le recrimino Sirius.

-Lo que me sorprende, es que la señorita Evans no hubiera mencionado ese incidente- exclamo McGonagall viendo a la pelirroja que bajaba la vista sonrojada.

-Lo siento amiga, creo que te metí en un problema- se disculpó Marlene.

-Tal vez con la profesora, pero yo estoy agradecido que no nos delatara- termino James abrazando y besando con dulzura a su novia.

Diez minutos después, llegó al pie de una escalera de piedra que se perdía en las alturas. Procurando no hacer ruido, comenzó a subir. Cien escalones, doscientos... perdió la cuenta mientras subía mirándose los pies...

-Son 420 escalones- respondió Remus

-¿Los contaste todos?- se impresiono Dora.

-Sí, una vez que estaba aburrido porque James y Sirius se pusieron a hablar de sus respectivas conquistas de la noche anterior, de cómo se las llevaron a la cama y lo que hicieron en…

-¡¡Remus cállate!!- le gritaron los otros dos mientras recibían miradas severas de parte de Lily y Marlene.

Luego, de improviso, su cabeza dio en algo duro. Parecía una trampilla. Aguzó el oído mientras se frotaba la cabeza. No oía nada. Muy despacio, levantó ligeramente la trampilla y miró por la rendija.

Se encontraba en un sótano lleno de cajas y cajones de madera.

-Harry, creo que te hizo falta que te llevaras la capa- comento James- no siempre tienen abierta la puerta de la bodega, y no conviene que vean a nadie ahí.

Salió y volvió a bajar la trampilla. Se disimulaba tan bien en el suelo cubierto de polvo que era imposible que nadie se diera cuenta de que estaba allí.

-Me pregunto quién y para que hicieron un túnel que conectara Hogwarts con Honeydukes- exclamo Alice.

-No lo sé querida, pero supongo que ellos estarían agradecidos que eso ocurriera- respondió Frank señalando a los merodeadores y a los gemelos Weasley.

Harry anduvo sigilosamente hacia la escalera de madera. Ahora oía voces, además del tañido de una campana y el chirriar de una puerta al abrirse y cerrarse.

Mientras se preguntaba qué haría, oyó abrirse otra puerta mucho más cerca de él. Alguien se dirigía hacia allí.

—Y coge otra caja de babosas de gelatina, querido. Casi se han acabado —dijo una voz femenina.

Algunos ponían una expresión de asco al imaginarse el producto, mientras que otros se relamía porque les gustaba bastante.

Un par de pies bajaba por la escalera. Harry se ocultó tras un cajón grande y aguardó a que pasaran. Oyó que el hombre movía unas cajas y las ponía contra la pared de enfrente. Tal vez no se presentara otra oportunidad...

Rápida y sigilosamente, salió del escondite y subió por la escalera. Al mirar hacia atrás vio un trasero gigantesco y una cabeza calva y brillante metida en una caja.

-El dueño de la tienda, supongo que es mucho pedir que alguien que está rodeado de tantas golosinas sea esbelto- comento Gideon.

-No lo sé hermano, mira a Lupin, él come tres o cuatro veces más chocolate que una personas normal y no engorda- dijo Fabián.

-Y con Nymphadora es igual, ella no engorda por más chocolate que coma- aseguro Andrómeda.

-Y no debe haber nadie que se sienta más feliz por eso que lunático

-¡Sirius!- le dijo en tono de advertencia

-Y después de que se conozcan menos engordaran, después de todo, quemaran muchas calorías cuando intenten concebir a Teddy.

-¡James!- le advirtió a él también- ya dejen de retorcer cada conversación para que termine con sus idioteces.

-No lo hacemos con todas las conversaciones, solo con unas cuantas- se defendió Sirius.

-Sí, y además no decimos que no sea cierto, la verdad por su propio peso cae- aseguro James

Harry llegó a la puerta que estaba al final de la escalera, la atravesó y se encontró tras el mostrador de Honeydukes. Agachó la cabeza, salió a gatas y se volvió a incorporar.

Alicia leyó como el lugar estaba tan llego que nadie se fijó siquiera en Harry, describió varias estanterías donde se encontraban una variedad de dulces diferentes, inevitablemente más de alguno de los presentes no dejó de sentir un poco de hambre al imaginar su golosina favorita.

Harry se apretujó entre una multitud de chicos de sexto, y vio un letrero colgado en el rincón más apartado de la tienda («Sabores insólitos»).

-Huy, tienes que tener cuidado con los dulces de esa parte- aseguro Deán- son “insólitos” y muy poco agradables- agrego en tono recriminatorio

-Sigues molesto por eso- exclamo Seamus- no es para tanto, solo te comiste una cucaracha, además dijiste que no sabía tan mal- se defendió provocando algunas risas

Ron y Hermione estaban debajo, observando una bandeja de pirulíes con sabor a sangre. Harry se les acercó a hurtadillas por detrás.

—Uf, no, Harry no querrá de éstos. Creo que son para vampiros —decía Hermione.

— ¿Y qué te parece esto? —dijo Ron acercando un tarro de cucarachas a la nariz de Hermione.

—Aún peor —dijo Harry.

-Hay Harry, ya llegaste a hacer mal tercio- exclamo Fred

-Con lo que se divertían en su cita- agrego George.

-No estábamos teniendo una cita- se defendió Ron.

-Pues es un verdadero desperdicio, teniendo tanto tiempo para estar juntos y no aprovecharlo como es debido- exclamo James.

-Nosotros nunca desperdiciaríamos una oportunidad como esa, verdad- agrego Sirius volteando a ver a cierta Rubia.

A Ron casi se le cayó el bote.

— ¡Harry! —Gritó Hermione—. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo... como lo has hecho...?

— ¡Ahí va! —dijo Ron muy impresionado—. ¡Has aprendido a materializarte!

-Es imposible que un estudiante tan joven pueda aprender eso- expreso Rose- además que es imposible hacer algo así

-Si lo sabemos de memoria, Historia de Hogwarts, no tienes que repetirlo - comento Scorpius.

-Scorpius, que modales son esos- le reprendió Astoria- se más amable.

—Por supuesto que no —dijo Harry. Bajó la voz para que ninguno de los de sexto pudiera oírle y les contó lo del mapa del merodeador.

— ¿Por qué Fred y George no me lo han dejado nunca? ¡Son mis hermanos!

-Hay Ronnie, porque tú nunca mostraste madera para ser un bromista- exclamo Fred- y este artículo solo podía pertenecer a uno.

-Y bueno, Harry tampoco era un bromista, pero su situación era especialmente complicada, por eso se lo dimos- apoyo George.

-Y demás como hijo de uno de los creadores, le corresponde por derecho tenerlo en su poder- aseguro James.

-Pero entonces, porque no lo recuperaron del cajón de Filch cuando se los confisco- pregunto Ted.

-No teníamos tanta visión- exclamo James.

-Además que nos gustó la idea de lunático- dijo Sirius- él nos propuso que actuáramos de manera sospechosa frente a él para que nos confiscara el mapa.

-Pero ¿Por qué?- pregunto nuevamente Ted.

-Porque solo alguien como nosotros terminarían en ese lugar, conseguirá arrebatarle el mapa, y descifrar como usarlo- explico Remus.

-Entonces por eso papá lo mantenía oculto en su estudio- aseguro Albus- él debía querer dejárnoslo pero quería que hiciéramos justo eso.

-Y fui yo quien lo consiguió- dijo James “S” con altanería- pero hubiera sido mejor que nos lo hubiera dado, digo, a Albus le dejo la capa.

-Esperen- exclamo James- si tú tienes el mapa, y él tiene la capa- señalo a cada uno- que le dejaron a la pequeña pelirroja.

-Solamente el talento y el poder que no quisieron desperdiciar en ellos- respondió una sonriente Lily “L”

-¡Hey!- reclamaron los dos hermanos Potter al unísono mientras los demás bromistas reían.

— ¡Pero Harry no se quedará con él! —dijo Hermione, como si la idea fuera absurda—. Se lo entregará a la profesora McGonagall. ¿A que sí, Harry?

-Salto la prefecta perfecta- exclamo Sirius recibiendo un golpe de Lily- auch, pues aunque reacciones así, no puede entregarle algo como eso a McGonagall.

— ¡No! —contestó Harry

— ¿Estás loca? —dijo Ron, mirando a Hermione con ojos muy abiertos—. ¿Entregar algo tan estupendo?

-Muchas gracias Ron- le dijo James.

— ¡Si lo entrego tendré que explicar dónde lo conseguí! Filch se enteraría de que Fred y George se lo cogieron.

-Muchas gracias por cubrirnos las espaldas joven Potter- le dijo George.

-Casi compensa el que mancillaras a nuestra hermana.

-¡Fred!- le grito Ginny.

-No hermano, aun no la mancilla, más bien la mancillara

-¡George!- volvió a reclamar la pelirroja.

-¡Chicos!, ya dejen en paz de una vez a su hermana y a Harry- les reclamo la señora Weasley.

—Pero ¿y Sirius Black? —Susurró Hermione—. ¡Podría estar utilizando alguno de los pasadizos del mapa para entrar en el castillo! ¡Los profesores tienen que saberlo!

-Uno de ellos ya lo sabe- exclamo Frank- pero aun así, el único que podría usar seria el pasadizo de Honeydukes, no creo que siendo un prófugo buscado se atreva a ir por ahí.

-No es cierto- increpo Alastor- también está el pasadizo del sauce boxeador- exclamo.

-Pero se arriesgaría a que el árbol lo destrozara- se defendió Frank

-Sin duda hay una forma de pasarlo- aseguro Andrómeda recordando el comentario de su primo- y si ellos conocen el túnel es porque ya lo han usado.

-¿Eso es cierto James?- le pregunto Lily

-Si querida, pero de eso hablaremos después- dijo James evadiendo el tema.

—No puede entrar por un pasadizo —dijo enseguida Harry—. Hay siete pasadizos secretos en el mapa, ¿verdad? Fred y George saben que Filch conoce cuatro. Y en cuanto a los otros tres... uno está bloqueado y nadie lo puede atravesar; otro tiene plantado en la entrada el sauce boxeador; de forma que no se puede salir; y el que acabo de atravesar yo..., bien..., es realmente difícil distinguir la entrada, ahí abajo, en el sótano... Así que a menos que supiera que se encontraba allí...

-Si lo conoce, pero como ya dijeron sería imposible que entrara sin ser visto- aseguro Dora- y por cierto, donde queda el otro extremo del túnel donde está el sauce.

-He bueno- Remus dudo un momento, pero pensándolo bien si Sirius utilizaba ese túnel para entrar tarde o temprano aparecerá en la lectura- se dirige a la casa de los gritos.

-En serio, y ¿cómo es en el interior?

-Nymphadora eso no viene al caso en este momento- le regaño Andrómeda

-Está bien, pero luego me platicas- acepto volteando a ver a Remus.

Harry dudó. ¿Y si Black sabía que la entrada del pasadizo estaba allí? Ron, sin embargo, se aclaró la garganta y señaló un rótulo que estaba pegado en la parte interior de la puerta de la tienda:

Alicia leyó el letrero de las rondas de los dementores por el pueblo, la recomendación que terminaran las compras antes de la puesta de sol y la felicitación del ministerio por las pascuas.

-Si claro, felices pascuas con esas cosas rondando por ahí- ironizo Fred.

— ¿Lo veis? —Dijo Ron en voz baja—. Me gustaría ver a Black tratando de entrar en Honeydukes con los dementores por todo el pueblo. De cualquier forma, los propietarios de Honeydukes lo oirían entrar, ¿no? Viven encima de la tienda.

—Sí, pero... —Parecía que Hermione se esforzaba por hallar nuevas objeciones

-Deberías de relajarte un poco Hermione- le aconsejo Sirius- lo mismo le he dicho a la pelirroja por años.

-Podría relajarse si ustedes fueran un poco más serios- les rebatió Lily- casi la mitad de los problemas que tuve que soportar como prefecta fue por su culpa.

-En especial con las declaraciones diarias de James- apoyo Alice.

—. Mira, a pesar de lo que digas, Harry no debería venir a Hogsmeade porque no tiene autorización. ¡Si alguien lo descubre se verá en un grave aprieto! Y todavía no ha anochecido: ¿qué ocurriría si Sirius Black apareciera hoy? ¿Si apareciera ahora?

-Sería demasiado estúpido- aseguro Ted- hay mucha gente como para salir ileso, y dudo que los dementores se resistieran si alguien fuera tan idiota de llamarlos.

—Pues que las pasaría moradas para localizar aquí a Harry —dijo Ron, señalando con la cabeza la nieve densa que formaba remolinos al otro lado de las ventanas con parteluz. —Vamos, Hermione, es Navidad. Harry se merece un descanso.

-Bueno, en eso tiene razón- concedió Albus- cualquiera merecería un momento de diversión después de todo por lo papá ha pasado.

-Muy cierto hermanito, muy cierto- le apoyo James “S”

Hermione se mordió el labio. Parecía muy preocupada.

— ¿Me vas a delatar? —le preguntó Harry con una sonrisa.

—Claro que no, pero, la verdad...

— ¿Has visto las Meigas Fritas, Harry? —preguntó Ron, cogiéndolo del brazo y llevándoselo hasta el tonel en que estaban

James y Sirius sonrieron por la tacita evasiva tan obvia del pelirrojo, era un buen detalle para ayudar a su amigo, pero claro, ellos nunca habían sido tan evidentes.

—. ¿Y las babosas de gelatina? ¿Y las píldoras ácidas? Fred me dio una cuando tenía siete años. Me hizo un agujero en la lengua. Recuerdo que mi madre le dio una buena tunda con la escoba. —Ron se quedó pensativo, mirando la caja de píldoras—. ¿Creéis que Fred picaría y cogería una cucaracha si le dijera que son cacahuetes?

-No lo creo sobrino, la verdad tendrías que ser mucho más astuto que eso para que callean- le dijo Fabián.

-Pero si quieres luego podemos enseñarte como podrías conseguirlo- aseguro Gideon.

-¡Oigan ¿de qué lado están?!- reclamaron los gemelos Weasley.

-Que tiene de malo, tal vez no es un bromista como nosotros, pero también es nuestro sobrino- se defendió Gideon con una solemne afirmación de Fabián.

Después de pagar los dulces que habían cogido, salieron los tres a la ventisca de la calle.

Hogsmeade era como una postal de Navidad. Las tiendas y casitas con techumbre de paja estaban cubiertas por una capa de nieve crujiente. En las puertas había adornos navideños y filas de velas embrujadas que colgaban de los árboles.

A Harry le dio un escalofrío. A diferencia de Ron y Hermione, no había cogido su capa.

-Pues en verdad si fuiste un poco imprudente para ir vestido con solo eso- exclamo Lily.

-Deberías de planear mejor tus travesuras hijo- apoyo James.

Subieron por la calle, inclinando la cabeza contra el viento. Ron y Hermione gritaban con la boca tapada por la bufanda.

—Ahí está correos.

—Zonko está allí.

—Podríamos ir a la cabaña de los gritos.

-Deberían de escoger algo rápido, o papá terminara congelado en medio de la calle- exclamo James “S”

—Os propongo otra cosa —dijo Ron, castañeteando los dientes—. ¿Qué tal si tomamos una cerveza de mantequilla en Las Tres Escobas?

Harry comenzó a recordar su primera visita a las tres escobas, el sabor de la cerveza de mantequilla, las decoraciones navideñas, incluso…

-Hay no, lo había olvidado- exclamo con una mirada sombría.

-¿Qué sucede colega?- le pregunto Ron quien como Hermione lo veía nervioso

-Recuerdas esa plática que no debíamos escuchar- le respondió.

-Maldición- exclamo el pelirrojo después de recordar lo ocurrido aquel día, algo muy fuere estaba por venir.

A Harry le apetecía muchísimo, porque el viento era horrible y tenía las manos congeladas. Así que cruzaron la calle y a los pocos minutos entraron en el bar.

Estaba calentito y lleno de gente, de bullicio y de humo. Una mujer guapa y de buena figura servía a un grupo de pendencieros en la barra.

—Ésa es la señora Rosmerta —dijo Ron—. Voy por las bebidas, ¿eh? —añadió sonrojándose un poco.

-Hay Ronnie, tan rápido andas de infiel- le acuso Fred.

-Muy mal jovencito, muy mal- le coreo George.

Pero Ron no reacciono a sus burlas como ellos esperaban, de hecho ni siquiera produjo un ruido y parecía muy concentrado en el libro, para los gemelos, Lily, Remus, Rose Teddy y unos pocos más les pareció muy curiosa esa exacción, y supusieron que debía de ser por algo que debía estar a punto de ocurrir, y conociéndolos, podría ser algo muy malo.

Harry y Hermione se dirigieron a la parte trasera del bar; donde quedaba libre una mesa pequeña, entre la ventana y un bonito árbol navideño, al lado de la chimenea. Ron regresó cinco minutos más tarde con tres jarras de caliente y espumosa cerveza de mantequilla.

— ¡Felices Pascuas! —dijo levantando la jarra, muy contento.

Alicia fue leyendo como eo reconforto en cierta manera a harry, y de como eso duro poco pues la puerta se habia abierto  dejando entrar una ráfaga de viento.

El profesor Flitwick y la profesora McGonagall acababan de entrar en el bar con una ráfaga de copos de nieve.

-Con un carajo, pero que hacen ahí.

-Sirius controla tu lenguaje- le reclamo Marlene- ellos también tienen derecho de ir al pueblo.

-Pero si descubren al cachorro estará en problemas- aseguro el animago.

-No, ellos son astutos, ya verán cómo salir de esta- dijo James más deseándolo que creyéndolo.

Los seguía Hagrid muy de cerca, inmerso en una conversación con un hombre corpulento que llevaba un sombrero hongo de color verde lima y una capa de rayas finas: era Cornelius Fudge, el ministro de Magia.

Las miradas se dirigieron a un Fudge sorprendido por su nueva aparición, mientras tanto los demás no dejaban de preguntarse qué haría el ministro en ese lugar.

En menos de un segundo, Ron y Hermione obligaron a Harry a agacharse y esconderse debajo de la mesa, empujándolo con las manos. Chorreando cerveza de mantequilla y en cuclillas, empuñando con fuerza la jarra vacía, Harry observó los pies de los tres adultos, que se acercaban a la barra, se detenían, se daban la vuelta y avanzaban hacia donde él estaba.

Los bromistas apretaban los puños desesperados pensando en la mala suerte de ese chico, porque precisamente debía de dirigirse a donde ellos estaban.

Hermione susurró:

— ¡Mobiliarbo!

El árbol de Navidad que había al lado de la mesa se elevó unos centímetros, se corrió hacia un lado y, suavemente, se volvió a posar delante de ellos, ocultándolos.

-Bien eso es algo, pero por lo pronto  no se podrán mover de ahí sin llamar la atención- aporto James mientras las dudas de los que vieron la actitud de ron y de los otros dos aumentaba, que  podría haber pasado después.

Mirando a través de las ramas más bajas y densas, Harry vio las patas de cuatro sillas que se separaban de la mesa de al lado, y oyó a los profesores y al ministro resoplar y suspirar mientras se sentaban.

Luego vio otro par de pies con zapatos de tacón alto y de color turquesa brillante, y oyó una voz femenina:

-Entonces también se pusieron a escuchar otra conversación ajena- exclamo Percy.

-Por favor, ese no es momento para tus reclamos- le respondió Ron con voz severa.

—Una tacita de alhelí...

—Para mí —indicó la voz de la profesora McGonagall.

—Dos litros de hidromiel caliente con especias...

—Gracias, Rosmerta —dijo Hagrid.

-Más que obvio que era para Hagrid, quien más podría beber tanto- se burló Sirius.

-Apuesto que tú has bebido más de dos litros alguna vez, y no de hidromiel sino de whiskey de fuego- exclamo Marlene.

—Un jarabe de cereza y gaseosa con hielo y sombrilla.

— ¡Mmm! —dijo el profesor Flitwick, relamiéndose.

—El ron de grosella tiene que ser para usted, señor ministro.

—Gracias, Rosmerta, querida —dijo la voz de Fudge—. Estoy encantado de volver a verte. Tómate tú otro, ¿quieres? Ven y únete a nosotros...

—Muchas gracias, señor ministro.

-Parece que será una charla particular- comento Kingsley.

-Lo que me preocupa, es que nuevamente ellos están en esa situación- exclamo Percy- escuchando e inmiscuyéndose en cosas que no les interesa- agrego.

Harry vio alejarse y regresar los llamativos tacones. Sentía los latidos del corazón en la garganta. ¿Cómo no se le había ocurrido que también para los profesores era el último fin de semana del trimestre? ¿Cuánto tiempo se quedarían allí sentados? Necesitaba tiempo para volver a entrar en Honeydukes a hurtadillas si quería volver al colegio aquella noche... A la pierna de Hermione le dio un tic.

-Y pensar que después fue lo que menos me importaba- comento por lo bajo Harry quien comenzó a ser consolado por Ginny.

— ¿Qué le trae por estos pagos, señor ministro? —dijo la voz de la señora Rosmerta.

Harry vio girarse la parte inferior del grueso cuerpo de Fudge, como si estuviera comprobando que no había nadie cerca. Luego dijo en voz baja:

— ¿Qué va a ser; querida? Sirius Black.

Todas las miradas se dirigieron al animago, preguntándose que se diría de el en esa ocasión.

Me imagino que sabes lo que ocurrió en el colegio en Halloween.

-Van a hablar de mí, bueno, espero que digan cosas buenas- dijo de forma burlona.

-Sirius compórtate, no es el momento- le volvió a reclamar Marlene con preocupación.

—Sí, oí un rumor —admitió la señora Rosmerta.

— ¿Se lo contaste a todo el bar; Hagrid? —dijo la profesora McGonagall enfadada.

-Y como esta tan seguro que fue nuestro Hagrid profesora- le pregunto James.

-No es la primera vez que se le suelta la lengua y dice cosas que no debía- aseguro la profesora McGonagall.

-Un muy mal habito que debegía coggegig pog su bien- exclamo Fleur viendo al semi gigante.

— ¿Cree que Black sigue por la zona, señor ministro? —susurró la señora Rosmerta.

—Estoy seguro —dijo Fudge escuetamente.

-Pero no tienen ni idea del porque- agrego James “S”- bueno, tampoco nosotros lo sabemos, porque es evidente que no va tras papá- agrego, para ellos era obvio pues Harry siempre había hablado bien de Sirius.

— ¿Sabe que los dementores han registrado ya dos veces este local? —Dijo la señora Rosmerta—. Me espantaron a toda la clientela. Es fatal para el negocio, señor ministro.

-Quien diría que esas cosas serían malas para el negocio- bromeo Fabián pero pocos secundaron su broma.

—Rosmerta querida, a mí no me gustan más que a ti —dijo Fudge con incomodidad—. Pero son precauciones necesarias... Son un mal necesario. Acabo de tropezarme con algunos: están furiosos con Dumbledore porque no los deja entrar en los terrenos del castillo.

-Y nunca permitiré que lo hagan- aseguro Dumbledore

-Todos estamos agradecidos porque sea de esa manera- aseguro Alice con la aprobación de todos.

—Menos mal —dijo la profesora McGonagall tajantemente.

— ¿Cómo íbamos a dar clase con esos monstruos rondando por allí?

-Aria falta estar enfermo para tolerar trabajas con esas cosas cerca- expreso Sirius.

-Pues si hay “personas”, que están tan enfermas para hacerlo- dijo Hermione pensando específicamente en una mujer con cara de sapo.

—Bien dicho, bien dicho —dijo el pequeño profesor Flitwick, cuyos pies colgaban a treinta centímetros del suelo.

—De todas formas —objetó Fudge—, están aquí para defendernos de algo mucho peor. Todos sabemos de lo que Black es capaz...

-Idioteces-espeto James- un dementor es mucho más peligroso que canuto. Por mucho que le pese a algunos- agrego al alcanzar a escuchar un bufido de parte de Severus.

-Tranquilo cariño- le dijo Lily sobándole los hombros, suponía que todo empeoraría dentro de poco.

— ¿Sabéis? Todavía me cuesta creerlo —dijo pensativa la señora Rosmerta—. De toda la gente que se pasó al lado Tenebroso, Sirius Black era el último del que hubiera pensado...

El aludido bajo la vista apesadumbrado, no le gustaba nada que las personas creyeran que eso era verdad, y as aun, no dejaba de preguntarse porque razón todo el mundo mágico creía eso.

Quiero decir, lo recuerdo cuando era un raño en Hogwarts. Si me hubierais dicho entonces en qué se iba a convertir; habría creído que habíais tomado demasiado hidromiel.

—No sabes la mitad de la historia, Rosmerta —dijo Fudge con aspereza—. La gente desconoce lo peor.

— ¿Lo peor? —Dijo la señora Rosmerta con la voz impregnada de curiosidad—. ¿Peor que matar a toda esa gente?

-No sé lo que sea, pero sin duda no es nada bueno- dijo Marlene abrazando a Sirius por la cintura, esto no terminara bien.

—Desde luego, eso quiero decir —dijo Fudge.

—No puedo creerlo. ¿Qué podría ser peor?

Varios se preguntaron exactamente lo mismo.

—Dices que te acuerdas de cuando estaba en Hogwarts, Rosmerta —susurró la profesora McGonagall—. ¿Sabes quién era su mejor amigo?

-Creo que Harry se enterara de la peor manera de la relación que tenían con Sirius- comento Remus.

-En especial con ese juicio tan imparcial que tienen de él- apoyo Dora.

—Pues claro —dijo la señora Rosmerta riendo ligeramente—. Nunca se veía al uno sin el otro. ¡La de veces que estuvieron aquí! Siempre me hacían reír. ¡Un par de cómicos, Sirius Black y James Potter!

A Harry se le cayó la jarra de la mano, produciendo un fuerte ruido de metal. Ron le dio con el pie.

-Debería de tener más cuidado, o descubrirían que se escapó del colegio- comentó por lo bajo Fabián.

-Con lo que se acaba de enterar es increíble que no reaccionara peor- le contradijo Gideon.

-En ese caso tal vez sería lo mejor que supieran que esta ahí- aventuro Ted- no es que quisiera que lo castigaran- agrego al notar varias miradas sobre él- pero, no creo que sea bueno que escuche todo eso.

—Exactamente —dijo la profesora McGonagall—. Black y Potter. Cabecillas de su pandilla. Los dos eran muy inteligentes. Excepcionalmente inteligentes. Creo que nunca hemos tenido dos alborotadores como ellos.

-Eso es un poco ofensivo para todos nosotros- comento Fred refiriéndose a sus tíos y claro a él y a su gemelo.

—No sé —dijo Hagrid, riendo entre dientes—. Fred y George Weasley podrían dejarlos atrás.

-Gracias mi enorme amigo- agradeció George, que trataba de aligera un poco la atención que se estaba formando.

— ¡Cualquiera habría dicho que Black y Potter eran hermanos! —Terció el profesor Flitwick—. ¡Inseparables!

Un comentario, que le llego especialmente a Regulus, aun cuando desde hacía varios años no se veían como hermano el uno al otro.

— ¡Por supuesto que lo eran! —Dijo Fudge—. Potter confiaba en Black más que en ningún otro amigo. Nada cambió cuando dejaron el colegio. Black fue el padrino de boda cuando James se casó con Lily. Luego fue el padrino de Harry. Harry no sabe nada, claro. Ya te puedes imaginar cuánto se impresionaría si lo supiera.

-Pero ahora ya lo sabe y no me gustaría saber cómo podría reaccionar- aseguro Lily, quien para ese momento ya sabía lo impulsivo que podría ser su hijo.

— ¿Porque Black se alió con Quien Ustedes Saben? —susurró la señora Rosmerta.

-Eso es imposible- espeto James.

—Aún peor; querida... —Fudge bajó la voz y continuó en un susurro casi inaudible—. Los Potter no ignoraban que Quien Tú Sabes iba tras ellos. Dumbledore, que luchaba incansablemente contra Quien Tú Sabes, tenía cierto número de espías. Uno le dio el soplo y Dumbledore alertó inmediatamente a James y a Lily. Les aconsejó ocultarse. Bien, por supuesto que Quien Tú Sabes no era alguien de quien uno se pudiera ocultar fácilmente. Dumbledore les dijo que su mejor defensa era el encantamiento Fidelio.

-No es posible- exclamo Nymphadora suponiendo por donde iba la historia, al igual claro aquellos que conocían el encantamiento- debió de pasar otra cosa, eso simplemente no es posible.

-Opino lo mismo que ella, hay algo que historia que ellos no saben, canuto nunca podría hacerlo- apoyo James.

-Disculpen, pero ¿de qué hablan?, y ¿qué clase de hechizo es el Fidelio?- pregunto una joven Hufflepuff del pasado.

-En el libro lo explica- respondió Alicia que se adelantó a leer los siguientes párrafos.

— ¿Cómo funciona eso? —preguntó la señora Rosmerta, muerta de curiosidad.
El profesor Flitwick carraspeó.

La chica fue leyendo como el hechizo ocultaba algo en una sola mente, y como sería imposible para cualquiera (incluso Voldemort) encontrar ese algo a no ser que el guardián divulgara la información. Con esa explicación todos comprendieron de qué se trataba el encantamiento, y el papel que jugaría Sirius para realizarlo y por lo tanto, lo que suponían que había hecho.

—¿Así que Black era el guardián secreto de los Potter? —susurró la señora Rosmerta.

-Según la lógica sería lo más obvio- comento Teddy- por esa razón todos creen que Sirius es culpable.

-Pero no es posible que sea así, algo debe de estar mal en lo que dicen- aseguro James con firmeza.

—Naturalmente —dijo la profesora McGonagall—. James Potter le dijo a Dumbledore que Black daría su vida antes de revelar dónde se ocultaban, y que Black estaba pensando en ocultarse él también... Y aun así, Dumbledore seguía preocupado. Él mismo se ofreció como guardián secreto de los Potter.

— ¿Sospechaba de Black? —exclamó la señora Rosmerta.

Las miradas se posaron sobre el anciano director, todos conocían un poco la forma en que actuaba, sería posible que en verdad dudara de Sirius, ese era un pensamiento nada agradable para el animago.

—Dumbledore estaba convencido de que alguien cercano a los Potter había informado a Quien Tú Sabes de sus movimientos —dijo la profesora McGonagall con voz misteriosa

La mene de Remus voló a algo que lo había incomodado hacia algunos capítulos, para ser exacto, a la descripción de la rata de Ron, si era verdad que Sirius era inocente, entonces eso coincidiría con la idea que acababa de surgir.

—. De hecho, llevaba algún tiempo sospechando que en nuestro bando teníamos un traidor que pasaba información a Quien Tú Sabes.

-Bueno, sin duda eso era algo que se debería tomar en cuenta- afirmo Ted- pero Dumbledore nunca señalo a Sirius, el espía podría ser otro.

-Sí, él tiene razón- exclamo Andrómeda quien también quería creer en la inocencia de su primo quien los vio con gratitud a los dos.

— ¿Y a pesar de todo James Potter insistió en que el guardián secreto fuera Black?

—Así es —confirmó Fudge—. Y apenas una semana después de que se hubiera llevado a cabo el encantamiento Fidelio...

— ¿Black los traicionó? —musitó la señora Rosmerta.

James negó con la cabeza, estaba poniendo toda su paciencia para no descontrolarse ante tales calumnias, sabía que eso era simplemente imposible y no podía evitar sentir impotencias al no saber lo que en verdad ocurrio.

—Desde luego. Black estaba cansado de su papel de espía. Estaba dispuesto a declarar abiertamente su apoyo a Quien Tú Sabes. Y parece que tenía la intención de hacerlo en el momento en que murieran los Potter.

Eso afecto bastante a Sirius mientras que Marlene imaginando lo que debía de sentir intensifico la fuerza de su abrazo, poco le importaba lo que pudiera parecer, en ese momento él necesitaba de todo el apoyo que fuera posible.

Pero como sabemos todos, Quien Tú Sabes sucumbió ante el pequeño Harry Potter. Con sus poderes destruidos, completamente debilitado, huyó. Y esto dejó a Black en una situación incómoda. Su amo había caído en el mismo momento en que Black había descubierto su juego. No tenía otra elección que escapar...

—Sucio y asqueroso traidor —dijo Hagrid, tan alto que la mitad del bar se quedó en silencio.

—Chist —dijo la profesora McGonagall.

Alicia fue leyendo la narración de Hagrid de aquella noche, cundo saco a Harry de la casa en ruinas, de cómo se encontró a Black pálido y tembloroso, también del grito furioso del semi gigante y de la posterior reprimenda de McGonagall por alzar tato la voz, después continuo con la narración de Hagrid, y de todo lo que dijo el semi gigante, para Sirius lo peor que todo fue, la suposición de Hagrid de que si le hubiera dado al bebe este lo habría arrojado al mar, la sola idea de le pudiera hacer al hijo de su mejor amigo le parecía repugnante.

Tras la perorata de Hagrid hubo un largo silencio. Luego, la señora Rosmerta dijo con cierta satisfacción:

—Pero no consiguió huir; ¿verdad? El Ministerio de Magia lo atrapó al día siguiente.

-Si lo atraparon, aun cuando era inocente.- exclamo James.

-Bueno, debe aceptar señor Potter, que la situación señala directamente al señor Black- exclamo Fudge.

-¡Y ustedes deberían de hacer mejor su trabajo para buscar la verdad no lo cree!- le espetó el azabache.

En ese momento Harry comprendió perfectamente lo que Remus le había dicho cuando lo sacaron de la casa de Dursley por última vez, que James  “habría considerado una absoluta deshonra recelar de sus amigos”, ese sentimiento estaba bien dirigido a Sirius, pero no fue así el caso de Peter

-Ya relájate- le solicito Lily, ella también se sentía indignada por lo que leían pero no se podía permitir perder el control como su novio.

— ¡Ah, si lo hubiéramos encontrado nosotros...! —Dijo Fudge con amargura—. No fuimos nosotros, fue el pequeño Peter Pettigrew: otro de los amigos de Potter. Enloquecido de dolor; sin duda, y sabiendo que Black era el guardián secreto de los Black, él mismo lo persiguió.

— ¿Pettigrew...? ¿Aquel gordito que lo seguía a todas partes? —preguntó la señora Rosmerta.

Los jóvenes del futuro se tensaron y apretaron los puños con la mención de ese nombre, no solo tenían que soportar las acusaciones que ellos mismos hicieron en su momento, sino también tenían que tolerar que se hablara de forma tan heroica de esa rata traidora. Por su parte Remus recibió más sustento a la idea que habia surgido hace poco.

—Adoraba a Black y a Potter. Eran sus héroes —dijo la profesora McGonagall—. No era tan inteligente como ellos y a menudo yo era brusca con él. Podéis imaginaros cómo me pesa ahora... —Su voz sonaba como si tuviera un resfriado repentino.

La profesora McGonagall no sabía cómo sentirse, por una parte estaba sintiendo algo parecido a su yo del libro, pero por el otro guardaba algunas reservas, ya casi llegando al final del libro ese sentimiento de pesadumbre desaparecería casi por completo.

—Venga, venga, Minerva —le dijo Fudge amablemente—. Pettigrew murió como un héroe. Los testigos oculares (muggles, por supuesto, tuvimos que borrarles la memoria...) nos contaron que Pettigrew había arrinconado a Black. Dicen que sollozaba: « ¡A Lily y a James, Sirius! ¿Cómo pudiste...?» Y entonces sacó la varita. Aunque, claro, Black fue más rápido. Hizo polvo a Pettigrew.

Remus y Lily pusieron especial atención en ese párrafo, tanto por la mención del amigo que no los acompaño como de la reacción casi imperceptible de los chicos del futuro, todo indicaba que Peter tenía una participación más profunda en todo ese asunto

La profesora McGonagall se sonó la nariz y dijo con voz llorosa:

— ¡Qué chico más alocado, qué bobo! Siempre fue muy malo en los duelos. Tenía que habérselo dejado al Ministerio...

Remus y quien conocía al chico le pareció algo curioso, por muy furioso que se pusiera, sería extraño que Peter se atreviera a enfrentar a alguien de esa manera, en especial porque siempre buscaba ayuda o protección por alguno de sus amigos.

—Os digo que si yo hubiera encontrado a Black antes que Pettigrew, no habría perdido el tiempo con varitas... Lo habría descuartizado, miembro por miembro —gruñó Hagrid.

-Hagrid- le reprendió Lily por su actitud, la verdad pocos consideraría que el afable guardabosques podría actuar de una manera tan barbárica.

—No sabes lo que dices, Hagrid —dijo Fudge con brusquedad—. Nadie salvo los muy preparados Magos de Choque del Grupo de Operaciones Mágicas Especiales habría tenido una oportunidad contra Black, después de haberlo acorralado. En aquel entonces yo era el subsecretario del Departamento de Catástrofes en el Mundo de la Magia, y fui uno de los primeros en personarse en el lugar de los hechos cuando Black mató a toda aquella gente. Nunca, nunca lo olvidaré. Todavía a veces sueño con ello. Un cráter en el centro de la calle, tan profundo que había reventado las alcantarillas. Había cadáveres por todas partes. Muggles gritando. Y Black allí, riéndose, con los restos de Pettigrew delante... Una túnica manchada de sangre y unos... unos trozos de su cuerpo.

-¿Qué trozos?- pregunto Lily.

-Lily- le reclamo un poco James.

-No James, eso debe de ser importante, podría darnos pistas de lo que paso en verdad- aseguro la pelirroja.

-Ella puede tener razón- aseguro Frank en su posición como auror- aunque sería mejor conocer con mucho más detalles el lugar donde ocurrió todo- agrego preguntándose si él había estado o no involucrado en la investigación.

-Su meñique- exclamo ron- solo fue su meñique.

-Eso, no es probable- dijo Lily después de pensar un poco- no hay hechizo que pudiera acabar con un cuerpo y solo dejar una parte tan insignificante- aseguro- y más aun provocando la destrucción que dicen que causo.

-Pero no se molestaron en investigar eso- exclamo Kingsley- .

La voz de Fudge se detuvo de repente. Cinco narices se sonaron.

—Bueno, ahí lo tienes, Rosmerta —dijo Fudge con la voz tomada—. A Black se lo llevaron veinte miembros del Grupo de Operaciones Mágicas Especiales, y Pettigrew fue investido Caballero de primera clase de la Orden de Merlín, que creo que fue de algún consuelo para su pobre madre. Black ha estado desde entonces en Azkabán.

La señora Rosmerta dio un largo suspiro.

— ¿Es cierto que está loco, señor ministro?

—Me gustaría poder asegurar que lo estaba —dijo Fudge

Esas palabra sorprendieron de sobre manera a los presentes, por lo que prestaron mucha más atención a las siguientes palabras.

—. Ciertamente creo que la derrota de su amo lo trastornó durante algún tiempo. El asesinato de Pettigrew y de todos aquellos muggles fue la acción de un hombre acorralado y desesperado: cruel, inútil, sin sentido. Sin embargo, en mi última inspección de Azkabán pude ver a Black. La mayoría de los presos que hay allí hablan en la oscuridad consigo mismos. Han perdido el juicio... Pero me quedé sorprendido de lo normal que parecía Black. Estuvo hablando conmigo con total sensatez. Fue desconcertante. Me dio la impresión de que se aburría.

-En efecto no le afectaron lo dementores- se impresiono Marlene- pero ¿Cómo?, ¿cómo pudo haberlo conseguido?

-no lo sabemos con certeza, solo tenemos una idea de lo que podría haber pasado, pero solo eso- comento Harry- pero eso vendrá después.

Aun cuando no era un hecho seguro, todos e quedaron pensativos y esperaban que llegara la posible explicación para conseguir lo que no creían que pudiera pasar.

Me preguntó si había acabado de leer el periódico. Tan sereno como os podáis imaginar; me dijo que echaba de menos los crucigramas.

-Eso es interesante- comento Remus.

-¿Qué cosa?- le pregunto Dora.

-Que Sirius le pidiera el periódico, si bien lo leía, nunca hizo un solo crucigrama- le explico el castaño.

-Entonces piensa que se lo pidió por otra razón cierto- dijo la peli rosa entendiendo- pero será relevante.

-En una investigación hasta los más mínimos detalles son importantes- aseguro Alastor- eso ha salido en los libros pasados, y recuérdalo bien para que pueda llegar a ser una buena auror- agrego viendo a la joven.

Sí, me quedé estupefacto al comprobar el escaso efecto que los dementores parecían tener sobre él. Y él era uno de los que estaban más vigilados en Azkabán, ¿sabéis? Tenía dementores ante la puerta día y noche.

Sirius se estremeció un poco al imaginarse como seria haber vivido tanto año de esa manera, pero por mucho que se lo imaginara, sabía que realidad habría sido mucho peor, en ese instante por lo menos, se sentía un poco mejor por estar siendo consolado por esa rubia entada junto a él.

-Malditos barbaros, eso no es seguridad es simplemente una tortura- espeto Marlene, en su mente Sirius le agradeció sus palabras, pero pensó que algunos si se merecían semejante tortura, su prima Bella por ejemplo.

—Pero ¿qué pretende al fugarse? —Preguntó la señora Rosmerta—. ¡Dios mío, señor ministro! No intentará reunirse con Quien Usted Sabe, ¿verdad?

—Me atrevería a afirmar que es su... su... objetivo final —respondió Fudge evasivamente—. Pero esperamos atraparlo antes. Tengo que decir que Quien Tú Sabes, solo y sin amigos, es una cosa... pero con su más devoto seguidor, me estremezco al pensar lo poco que tardará en volver a alzarse...

-Ahí parece muy perceptivo en que podría regresar no- exclamo Ron- muy diferente al de dos años después, idiota.

-¿Cómo cambio tan rápido de parecer?- se preguntó Hermione.

-Tal vez mi padre tenga algo que ver- respondió Draco- ya saben cómo actúa él, y lo “persuasivo“ que puede llegar a ser- los chicos asintieron de acuerdo con él.

Hubo un sonido hueco, como cuando el vidrio golpea la madera. Alguien había dejado su vaso.

—Si tiene que cenar con el director, Cornelius, lo mejor será que nos vayamos acercando al castillo.

-Ya termino la conversación- exclamo Albus- pero llegaron demasiado lejos, dijeron más cosas de las esperadas.

-¿Cómo creen que reaccionaria su padre?- pregunto Scorpius.

-Quien sabe- respondió Jame “S”- en esa época nuestro padre es como nosotros, es muy impulsivo.

-Ojala no haga ninguna locura- dijo esperanzada Rose.

Todos los pies que había ante Harry volvieron a soportar el cuerpo de sus propietarios. La parte inferior de las capas se balanceó y los llamativos tacones de la señora Rosmerta desaparecieron tras el mostrador. Volvió a abrirse la puerta de Las Tres Escobas, entró otra ráfaga de nieve y los profesores desaparecieron.

— ¿Harry?

Las caras de Ron y Hermione se asomaron bajo la mesa. Los dos lo miraron fijamente, sin saber qué decir.

-¿Qué más se podría decir en ese caso?- exclamo Neville- fue un golpe muy duro.

-Ese es el final del capítulo- les comento Alicia dejando el libro.

-Por fin- auguro James- como un capitulo que comenzó tan genial termino de esta manera, tener que soportar tanta estupidez.

-Te comprendo, a mí tampoco me agrada lo que piensan- le aseguro Lily impresionada por el control que tenía en ese momento.

-¡Pero es que como pueden ser tan idiotas para penar que Sirius nos haría eso!- espeto.

-Deberíamos de seguir con el siguiente capítulo- pregunto Marlene un poco dudosa, ya que lo más probable es que continuaran con el tema de la plática anterior.


-Me atrevería decir que no importa cuánto tardemos en leerlo no será más fácil- hablo Dumbledore- tal vez deberíamos acabar con esto de una vez- agrego volteando a ver a Sirius que asintió en conformidad- bien leeremos el siguiente capitulo antes de irnos a descansar.