En otro momento tiempo-espacial.
En una antigua
casa se encontraban cuatro amigos, tres de los cuales se conocían desde su
primer día en Hogwarts. Estaban descansando después de haber hecho, o una gran
genialidad o una gran estupidez, pero ya no había nada que pudieran hacer, el
resto de las cosas ya no dependían de ellos.
Pensaban
que ya no tendrían más problemas después de hacer eso, pero por desgracia el comentario
accidental de un joven de cabello azul electro, más la mente perspicaz de tres
jóvenes les habían presentado un nuevo problema, algo que para su desgracia se
expandió a otros jóvenes (amigos de los primeros) que cuando se enteraron de
todo no dudaron en apoyar a los primeros.
Parecía
que sería un lindo tranquilo para los adultos cuando todos los chicos irrumpieron
gritando y haciendo alboroto en la sala donde sus padres estaban meditando.
-¡¡Papá,
mamá, ya lo pensaste… dinos que si… por favor madrina… vamos papá…no les cuesta
nada… por favor, por favor!!
-¡¡¡Silencio!!!-
grito con fuerza un oji verde- ya dejen de gritar de esa manera, que ni
siquiera entiendo lo que dicen- les reprendió.
-Por lo
que veo ustedes están pasando por lo mismo que nosotros- comento un rubio que
había llegado en medio de los gritos de los niños junto con su hijo y su
esposa.
-Pues
no lo creas- le dijo un pelirrojo - nosotros estamos peor, recuerda que tú solo
tienes un hijo- recalco.
-Pero por
favor, entiendan chicos-pidió un poco de cordura una castaña- es muy peligroso
lo que nos piden, ya nos hemos arriesgado demasiado con lo que ya hemos hecho,
además su presencia ahí no es necesaria.
-Vamos
mamá, solo queremos conocerlos de jóvenes, eso es nada malo- aseguro su hijo
-Éramos
casi iguales de cómo somos ahora- dijo una pelirroja a su sobrino.
-Pero
nosotros queremos conocer a nuestros abuelos- se defendió un chico casi
idéntico al oji verde.
-Si
todo sale bien los conocerán- le aseguro su madre.
-Y si
no resulta bien, porque deben admitir que existe esa probabilidad, en tal caso no
los van a poder conocer y esta sería su única oportunidad para hacerlo, vamos
mamá, no sería eso algo y trágico- le dijo la niña que era casi tan lista como
su madre.
-Y ya
empezaron a recurrir al chantaje- comento la esposa del chico rubio con una
sonrisa en el rostro.
-Tú que
dices amiga- le pregunto la pelirroja a la castaña, que ya no sabía que más
decir para convencer a los jóvenes.
-Sería
peligroso enviarlos, además que debemos de tomarnos nuestro tiempo para
preparar todo y realizar el hechizo, si no es tan fácil como ustedes piensan- respondió
con cierto tono de acusación en la voz.
-Bueno,
yo digo que si los enviemos, siempre y cuando tu dejes de estar con él- le dijo
el pelirrojo a su hija y señalando al chico rubio que se parecía a su padre.
-¡Papá!-
le reclamo la niña.
-Tendríamos
que hablarles a Teddy, Nev, Lu, a la profesora y al retrato de Dumbledore, su
opinión de este tema también es importante, en especial porque necesitamos de su ayuda para hacer el hechizo-
razono el azabache.
-Muy
bien, entonces hay que hablarles y veamos si llegamos a una solución- apremio
el rubio con la idea de que irremediablemente iban a perder esa discusión.
De regreso al gran comedor.
-Muy
bien, si ya no hay más preguntas tontas comenzare- hablo Alice aclarándose la
garganta para leer- el capítulo es “La «bludger» loca”
-¡Sí,
un capítulo de quidditch!- festejo James- ¿pero que tiene de especial una
bludger?, digo son peligrosa y todo, pero nada del otro mundo.
-Supongo
que debemos leer para saberlo- razono Lily- Alice por favor continua.
Después del desastroso episodio de los
duendecillos de Cornualles, el profesor Lockhart no había vuelto a llevar a
clase seres vivos.
-Gracias
a Merlín- exclamaron los jóvenes del futuro.
-Aunque
claro, eso no hizo que las clases mejoraran mucho- comento Neville a lo que
todos asintieron.
-¿Cómo
que las clases no mejoraron?- indago Remus decepcionado por lo deficiente que
estaba siendo la educación de los jóvenes.
-Ya lo
veras- aseguro Harry viendo al oji miel.
Por el
contrario, se dedicaba a leer a los alumnos pasajes de sus libros, y en
ocasiones representaba alguno de los momentos más emocionantes de su biografía.
-¡¿Pero
qué demonios tiene ese en la cabeza?!- increpo James molesto.
-Nosotros
le podríamos decir- aventuro Fred.
-Pero
no creo que nuestra madre nos dejara- aseguro George.
-Eso no
importa, de cualquier forma todos sabemos lo tiene en la cabeza ese pedazo de
imbécil.
-No, y
se pone mejor la cosa- aseguro Ron risueño pidiéndole a la señora Longbottom
que continuara.
Habitualmente sacaba a Harry para que lo
ayudara en aquellas reconstrucciones;
-¡¿Qué?!-
exclamo Lily- ¡te obligaba a participar en tus estupideces!
-Señorita
Evans- le reprendió la profesora McGonagall.
-Pero
profesora, es cierto- se defendió ella.
-Lo que
me sorprende es que aceptara- comento Nymphadora
-Bueno,
si me molestaba mucho, pero ese día era diferente- comento el azabache sin que
nadie entendiera.
Hasta el momento, Harry había tenido que
representar los papeles de un ingenuo pueblerino transilvano al que Lockhart
había curado de una maldición que le hacía tartamudear, un yeti con resfriado y
un vampiro que, cuando Lockhart acabó con él, no pudo volver a comer otra cosa
que lechuga.
-Por Merlín,
¿quién en su sano juicio podría creer semejantes estupideces?- exclamo Marlene logrando
que la mayoría de los jóvenes del futuro bajaran la cabeza, ellos si habían creído
todo eso.
En la siguiente clase de Defensa Contra las
Artes Oscuras sacó de nuevo a Harry, esta vez para representar a un hombre
lobo. Si no hubiera tenido una razón muy importante para no enfadar a Lockhart,
se habría negado.
-¿Un
hombre lobo?- exclamo Remus entre molesto y preocupado.
-Sí,
pero solo eran idioteces suyas- aseguro Harry suponiendo que Remus se sentiría
mal por la mención de un licántropo
—Aúlla fuerte, Harry (eso es...), y en aquel
momento, creedme, yo salté (así) tirándolo contra el suelo (así) con una mano,
y logré inmovilizarle. Con la otra, le puse la varita en la garganta y,
reuniendo las fuerzas que me quedaban, llevé a cabo el dificilísimo hechizo Homorphus;
él emitió un gemido lastimero (venga, Harry..., más fuerte..., bien) y la piel
desapareció..., los colmillos encogieron y... se convirtió en hombre. Sencillo
y efectivo. Otro pueblo que me recordará siempre como el héroe que les libró de
la terrorífica amenaza mensual de los hombres lobo.
-¡Ese
tampoco es un verdadero hechizo!- vocifero el profesor Flitwick- por lo menos
debería de tener la decencia de poner hechizos reales.
-No
solo el hechizo lo que es estúpido- aseguro Sirius- someter a un hombre lobo
con una mano, por favor- exclamo con una gran sonrisa
-No deberían
de tratar el asunto tan a la ligera, los licántropos son seres muy peligrosos-
exclamo una Gryffindor al notar la despreocupada actitud del oji gris.
-Ha ni
tanto- aseguro James.
-Pero
es que son bestias…
-Bestias-
interrumpió Dora- bestias son aquellos como los tíos de Harry, el ser un
licántropo no significa ser malo, y si piensas así entonces eres una estúpida-
increpo. Andrómeda veía con cariño a su hija, y más ahora que sabía quién sería
su yerno.
-Bien
sobina, ni yo lo hubiera dicho mejor- le festejo Sirius, volteando a ver con
rencor a la chica que ya no dijo nada- que tal
lunático- le susurro a su amigo- tal vez ya encontramos a tu novia…auch-
grito con fuerza al recibir un pisotón del castaño.
-¿Y a
ti que te pasa?- le pregunto Marlene al escuchar el grito.
-No
nada- aseguro.
Sonó el timbre y Lockhart se puso en pie.
—Deberes: componer un poema sobre mi victoria
contra el hombre lobo Wagga Wagga. ¡El autor del mejor poema será premiado con
un ejemplar firmado de El encantador!
-Hay
por favor en serio- exclamo Ted- ¿por qué ese infeliz tenía que dar clases si
no tene ninguna cualidad para hacerlo?
-Pero
bueno, a pesar de todo tuvo alguna utilidad- aseguro Hermione.
Los alumnos empezaron a salir. Harry volvió
al fondo de la clase, donde lo esperaban Ron y Hermione.
—¿Listos? —preguntó Harry.
—Espera que se hayan ido todos —dijo
Hermione, asustada—. Vale, ahora.
-¿Qué
van a hacer?- pregunto Frank.
-Creo
que ya se lo que aran- aseguro Sirius con una sonrisa traviesa.
Se acercó a la mesa de Lockhart con un trozo
de papel en la mano. Harry y Ron iban detrás de ella.
—Esto... ¿Profesor Lockhart? —Tartamudeó
Hermione—. Yo querría... sacar este libro de la biblioteca. Sólo para una
lectura preparatoria. —Le entregó el trozo de papel con mano ligeramente
temblorosa—. Pero el problema es que está en la Sección Prohibida, así que
necesito el permiso por escrito de un profesor. Estoy convencida de que este libro
me ayudaría a comprender lo que explica usted en Una vuelta con los espíritus
malignos sobre los venenos de efecto retardado.
-Buena
estrategia chiquilla- le alabo Alastor.
-Dándole
por su lado a ese idiota, así serán más fáciles las cosas- aseguro James.
Por su
parte Lily y Molly estaban preocupados, por cómo iban las cosas conseguirían
ese maldito con demasiada facilidad.
—¡Ah, Una vuelta con los espíritus malignos!
—dijo Lockhart, cogiendo la nota de Hermione y sonriéndole francamente—. Creo
que es mi favorito. ¿Te gustó?
—¡Sí! —dijo Hermione emocionada—. ¡Qué gran
idea la suya de atrapar al último con el colador del té...!
-¿Lo dijiste
por qué lo creías, o era solo para obtener la firma cuñada?- le pregunto George
curioso, pero ella simplemente bajo la
vista avergonzada.
-Pero
cuñada, con lo lista que eres, dejar que una cara bonita te idiotizara así- le
reprendió Fred.
-Deberás
hacer mucho para congraciarte con nosotros- le aseguro su gemelo.
-¡Fred,
George!, ya déjenla tranquila- les reprendió Molly.
—Bueno, estoy seguro que a nadie le parecerá
mal que ayude un poco a la mejor estudiante del curso —dijo Lockhart
afectuosamente, sacando una pluma de pavo
real
-No
creo que sea la clase de ayuda por la que los profesores estemos de acuerdo-
aseguro Minerva notablemente molesta.
-Pero
no dudo que más de alguno no le parecería mal- comento Frank viendo de reojo a
Alastor
Sí, es bonita, ¿verdad? —dijo, interpretando
al revés la expresión de desagrado de Ron—. Normalmente la reservo para firmar
libros.
-Huy sí,
eso sin duda les interesa- comentó Fabián.
-Ese imbécil
firma cualquier cosa- aseguro Gideon.
Garabateó una floreteada firma sobre el papel
y se lo devolvió a Hermione.
—Así que, Harry —dijo Lockhart, mientras
Hermione plegaba la nota con dedos torpes y se la metía en la bolsa—, mañana se
juega el primer partido de quidditch de la temporada, ¿verdad? Gryffindor
contra Slytherin, ¿no? He oído que eres un jugador fundamental.
-Es
mucho más que eso- aseguro James con altanería- mi hijo es el mejor jugador de
todos.
-Pero que
modesto cornamenta, aunque claro, que más se podría esperar de ti- comento
Sirius.
-En
especial si se involucra tú tema favorito, el quidditch- agrego Lily con desgano.
-Eso no
es, totalmente cierto- interpuso James- hay un tema que me interesa mucho más,
y la tengo entre mis manos- aseguro abrazando a la pelirroja que se sonrojo, provocando
los celos y la inconformidad de varias chicas y algunos chicos.
Yo también fui buscador. Me pidieron que
entrara en la selección nacional, pero preferí dedicar mi vida a la erradicación
de las Fuerzas Oscuras.
-Ja-
exclamo Remus por lo alto- ese imbécil ni siquiera podía sentarse en una
escoba, tarado.
-Él si
te molesta verdad- comento Dora notando la expresión del hombre y la forma en
cómo se refería a él.
-Un
tipo como ese no debe tener la posición que tiene, y menos dentro del colegio-
aseguro.
-Bueno,
tal vez después te puedan poner a ti de profesor, ya dijeron que solo duro un
año dando clase- aventuro la joven con una sonrisa coqueta que ni siquiera supo
que puso.
De todas maneras, si necesitaras unas cuantas
clases particulares de entrenamiento, no dudes en decírmelo. Siempre me
satisface dejar algo de mi experiencia a jugadores menos dotados...
-Él no
necesita que un tarado así le enseñe nada- increpo James.
-Además
que él ni siquiera sabría nada- agrego Lily.
El
azabache abrazo a su novia con ternura, aun cuando se sintiera un poco mal
porque una idea surco por su mente, si alguien debería enseñarle a volar y
jugar quidditch era él, pero de antemano sabía que eso nunca ocurrió, lo cual
le hacía pensar en todo lo que se había perdido, pero aun así dejo esos
pensamientos de lado y espero a que continuaran con la lectura.
Harry hizo un ruido indefinido con la
garganta y luego salió del aula a toda prisa, detrás de Ron y Hermione.
—Es increíble —dijo ella, mientras examinaban
los tres la firma en el papel—. Ni siquiera ha mirado de qué libro se trataba.
-Era
evidente- aseguro Marlene- dudo que supiera siquiera de qué clase de libro se
tratara.
—Porque es un completo imbécil —dijo Ron—.
Pero ¿a quién le importa? Ya tenemos lo que necesitábamos.
—Él no es un completo imbécil —chillé
Hermione, mientras iban hacia la biblioteca a paso ligero.
-¡Sí,
ya lo sé!- grito la castaña interrumpiendo la intervención de los gemelos
Weasley- ya sé que estaba equivocada con él y que Ginny siempre quiso a Harry, así
que dejemos eso por la paz.
-Muy bien
amiga, pero no tenías por qué meterme a mi también en tu discurso- le reclamo Ginny.
—Ya, porque ha dicho que eres la mejor
estudiante del curso...
-Bueno,
eso sí es cierto, pero aun así, ese fue de tus mayores errores- argumento Ron.
Bajaron la voz al entrar en la envolvente
quietud de la biblioteca.
La señora Pince, la bibliotecaria, era una
mujer delgada e irascible que parecía un buitre mal alimentado.
-¡Harry!-
le reprendió Lily de inmediato.
—¿Moste Potente Potions?—repitió recelosa,
tratando de coger la nota de Hermione. Pero Hermione no la soltaba.
—Desearía poder guardarla —dijo la chica,
aguantando la respiración.
Varios voltearon
los ojos por la actitud de la entonces niña.
—Venga —dijo Ron, arrancándole la nota y
entregándola a la señora Pince—. Te conseguiremos otro autógrafo. Lockhart
firmará cualquier cosa que se esté quieta el tiempo suficiente.
-Muy
buena esa sobrino- lo alabo Gideon.
-Sabíamos
que tenías buenos genes- continúo Fabián.
-¡Hey!,
pero nosotros somos los bromistas de la familia- les reclamo Fred.
-Lo
cual no me complace mucho- intervino Molly.
-El
punto es que nosotros también somos buenos- reitero George.
-Nosotros
no dijimos que no lo fueran- se defendieron los gemelos Prewet.
La señora Pince levantó el papel a la luz,
como dispuesta a detectar una posible falsificación, pero la nota pasó la prueba.
Caminó orgullosamente por entre las elevadas estanterías y regresó unos minutos
después llevando con ella un libro grande de aspecto mohoso. Hermione se lo
metió en la bolsa con mucho cuidado, e intentó no caminar demasiado rápido ni
parecer demasiado culpable.
-Ese
sería un pequeño problema- aseguro Charlie.
-Pero
bueno, ella es una prefecta perfecta- aseguro Sirius- aún no se ha echado a
perder los suficiente como para actuar como si nada después de hacer algo como
eso.
-No es
algo que debería aprender- aseguro Lily.
-Si
pelirroja, ya sabemos que están en desacuerdo con todo eso, pero aun así en
ocasiones no hay otra opción- se defendió el animago.
Cinco minutos después, se encontraban de
nuevo refugiados en los aseos fuera de servicio de Myrtle la Llorona.
-Ssaron
mucho eso baños verdad- comentó Alice, pero no había necesidad que confirmaran
nada.
Hermione había rechazado las objeciones de
Ron argumentando que aquél sería el último lugar en el que entraría nadie en su
sano juicio, así que allí tenían garantizada la intimidad.
-Eso es
cierto- aseguró Marlene- sería mejor aguantarse en una emergencia que entrar a
ese baño.
-Ósea
es mejor hacerse en los pantalones que entrar ahí- curioseo Sirius- ¿es una
historia verídica?
-Claro
que no- aseguro de inmediato.
Myrtle la Llorona lloraba estruendosamente en
su retrete, pero ellos no le prestaban atención, y ella a ellos tampoco.
-Sin
duda que tiene privacidad- argumento Charlie.
Hermione abrió con cuidado el Moste Potente
Potions, y los tres se encorvaron sobre las páginas llenas de manchas de
humedad. De un vistazo quedó patente por qué pertenecía a la Sección Prohibida.
Algunas de las pociones tenían efectos demasiado horribles incluso para
imaginarlos, y había ilustraciones monstruosas, como la de un hombre que
parecía vuelto de dentro hacia fuera y una bruja con varios pares de brazos que
le salían de la cabeza.
-Es un
libro monstruosos- exclamo Alice al leer eso último.
-Aunque
tiene algunas pociones útiles- argumento Lily- pero no es para que unos niños
lo lean y mucho menos intenten preparar algo- acuso viendo con severidad al
trio que se encogió en su lugar.
—¡Aquí está! —dijo Hermione emocionada, al
dar con la página que llevaba por título La poción multijugos. Estaba decorada
con dibujos de personas que iban transformándose en otras distintas. Harry
imploró que la apariencia de dolor intenso que había en los rostros de aquellas
personas fuera fruto de la imaginación del artista.
-Esa
poción no provoca un dolor como se muestra en ese libro- aseguro Alastor- el
problema es que se realice y se utilice bien.
»Ésta es la poción más complicada que he
visto nunca —dijo Hermione, al mirar la receta—. Crisopos, sanguijuelas, Descurainia
sophia y centinodia —murmuró, pasando el dedo por la lista de los ingredientes
-Desgraciadamente
esa solo es la parte fácil de la poción- aseguro Marlene.
-Eso es
cierto- agrego Lily- esos ingredientes los podrían obtener sin problemas.
-Lo problemático
serían los demás ingredientes, y claro, la misma preparación de la poción-
concluyo Remus.
Bueno, no son difíciles de encontrar, están
en el armario de los estudiantes, podemos conseguirlos. ¡Vaya, mirad, polvo de
cuerno de bicornio! No sé dónde vamos a encontrarlo..., piel en tiras de
serpiente arbórea africana..., eso también será peliagudo...
Severus
resoplo molesto, solo había una parte en el castillo donde podrían obtener eso,
y era en el armario de ingredientes del profesor, que en su tiempo de trataba
nada menos que de él.
Y por supuesto, algo de aquel en quien
queramos convertirnos.
—Perdona —dijo Ron bruscamente—. ¿Qué quieres
decir con «algo de aquel en quien queramos convertirnos»? Yo no me voy a beber
nada que contenga las uñas de los pies de Crabbe.
-Hay Ronnie,
pero en qué te enfocas hermanito- le acuso George.
-Un mechón
o un cabello es lo más común, que se utiliza- comento Frank- es los más fácil
de conseguir.
Hermione continuó como si no lo hubiera oído.
—De momento, todavía no tenemos que
preocuparnos porque esos ingredientes los echaremos al final.
Sin saber qué decir, Ron se volvió a Harry,
que tenía otra preocupación.
-No
creo que le guste que le digan sus preocupaciones- aseguro Nymphadora- ella no
es de ese tipo de personas, no creo que reaccione positivamente.
-Estoy
de acuerdo contigo sobrina- exclamo Sirius exactamente así era lunático los
primeros años de escuela, pero ya después era quien diseñaba casi todas nuestras
bromas.
-Algo
que aún no pudo creer- comentó por lo bajo McGonagall que siempre vio al oji
miel como un estudiantes modelo.
—¿No te das cuenta de cuántas cosas vamos a
tener que robar, Hermione? Piel de serpiente arbórea africana en tiras, desde
luego eso no está en el armario de los estudiantes, ¿qué vamos a hacer? ¿Forzar
los armarios privados de Snape? No sé si es buena idea...
Hermione cerró el libro con un ruido seco.
-Y ahora
va a explotar- comento Fred.
—Bueno, si vais a acobardaros los dos, pues
vale —dijo. Tenía las mejillas coloradas y los ojos más brillantes de lo
normal—. Yo no quiero saltarme las normas, ya lo sabéis, pero pienso que
aterrorizar a los magos de familia muggle es mucho peor que elaborar un poco de
poción. Pero si no tenéis interés en averiguar si el heredero es Malfoy, iré
derecha a la señora Pince y le devolveré el libro inmediatamente.
Varios
se quedaron impresionados por las palabras de la castaña, pero más que nada
estaban de acuerdo con lo que habían dicho, la situación era mucho más grabe comparándola
con lo que pretendían hacer.
—No creí que fuera a verte nunca intentando
persuadirnos de que incumplamos las normas —dijo Ron—. Está bien, lo haremos,
pero nada de uñas de los pies, ¿vale?
-Hay
Ronnie- dijeron sus hermanos gemelos al unísono- tú sigues terco con lo de las
uñas de los pies- continuo Fred.
-En
primera, ¿cómo demonios pretenderías conseguirlas he?- continuo George.
-Tenía
doce años, ya dejen de reclamar- contraataco el joven.
-Pero
bueno, al menos salió algo bueno de todo eso- cambio de tema Gideon.
-Sí, es
el primer acercamiento de Hermione al mundo de los rompe reglas-continuo Fabián.
-Eso es
cierto cuñada, anda, únete a nosotros- dijeron los gemelos Weasley como si
fueran espíritus incitándola mientras ella negaba divertida con la cabeza.
—Pero ¿cuánto nos llevará hacerlo? —preguntó
Harry, cuando Hermione, satisfecha, volvió a abrir el libro.
—Bueno, como hay que coger la Descurainia
sophia con luna llena, y los crisopos han de cocerse durante veintiún días...,
yo diría que podríamos tenerla preparada en un mes, si podemos conseguir todos
los ingredientes.
-Eso
sería mucho tiempo- comento Frank- pero no tienen una mejor idea que esa.
-Aun así
es injusto que unos niños estén metidos en esa situación- increpo Lily molesta
recibiendo un abrazo de su novio que intentaba calmarla.
—¿Un mes? —dijo Ron—. ¡En ese tiempo, Malfoy
puede atacar a la mitad de los hijos de muggles! —Hermione volvió a entornar
los ojos amenazadoramente, y él añadió sin vacilar—: Pero es el mejor plan que
tenemos, así que adelante a toda máquina.
Todos
se comenzaron a reír por lo fácil que era para Hermione controlar al pelirrojo.
-Me
alegra que estén con Ron- le confeso la señora Weasley- sin duda eres la chica
indicada para él.
-Gracias
mamá- ironizo el joven Weasley mientras el resto de sus hermanos se burlaban de
él.
Sin embargo, mientras Hermione comprobaba que
no había nadie a la vista para poder salir del aseo, Ron susurró a Harry:
—Sería mucho más sencillo que mañana tiraras
a Malfoy de la escoba.
-¡¡Sí!!
el partido de quidditch- festejo James emocionado- ya quero que le partan la
cara a esas serpientes, claro, metafóricamente- agrego ante la mirada represiva
de Lily y McGonagall.
Harry se despertó pronto el sábado por la
mañana y se quedó un rato en la cama pensando en el partido de quidditch. Se
ponía nervioso, sobre todo al imaginar lo que diría Wood si Gryffindor perdía,
pero también al pensar que tendrían que enfrentarse a un equipo que iría
montado en las escobas de carreras más veloces que había en el mercado.
-No tienes
que preocuparse por eso hijo, esas escobas no valen nada si los que las montas
son unas bestias- le aseguro James.
-Él
tiene razón cachorro, ustedes no debe preocuparse por esa pequeñeces- lo apoyo
Sirius.
Nunca había tenido tantas ganas de vencer a
Slytherin. Después de estar tumbado media hora con las tripas revueltas, se levantó,
se vistió y bajó temprano a desayunar. Allí encontró al resto del equipo de
Gryffindor, apiñado en torno a la gran mesa vacía. Todos estaban nerviosos y
apenas hablaban.
-Valla,
cuanta tensión por un simple partido- comentó Remus logrando que James, Sirius,
los gemelos Weasley, y más de algún fanático del juego lo vieron con severidad.
-Sentimos
esto Remus, pero eso no es un simple juego- le aseguro Fred- eso es una guerra
de honor entre nosotros.
-Un
conflicto que ha existido desde la fundación del colegio entre nuestras dos
casas- Agrego con dramatismo George.
-Bueno,
en parte tienen razón sobre eso- les concedió Draco- no hay rivalidad como la que
existe entre Slytherin y Gryffindor.
-Lo
ven, hasta la ex-serpiente rastrea está de acuerdo con nosotros- agregó Fred
-Hey-
protesto Astoria de inmediato.
-Agrego
el prefijo “ex”, o sea que ya no lo es- defendió George a su gemelo.
-Aun así,
no tienen por qué arrojar veneno cuando quieren hacer un cumplido- aseguro
Astoria abrazando al rubio de su novio.
Cuando faltaba poco para las once, el colegio
en pleno empezó a dirigirse hacia el estadio de quidditch. Hacía un día
bochornoso que amenazaba tormenta. Cuando Harry iba hacia los vestuarios, Ron y
Hermione se acercaron corriendo a desearle buena suerte.
James y
Lily sonrieron complacidos por ese par de amigos que tenía su hijo.
Los jugadores se vistieron sus túnicas rojas
de Gryffindor y luego se sentaron a recibir la habitual inyección de ánimo que
Wood les daba antes de cada partido.
—Los de Slytherin tienen mejores escobas que nosotros
—comenzó
No sí,
eso es mucha motivación- ironizo Ted.
-Solo está
comenzando el discurso, espero- agregó el azabache mayor no muy seguro.
Eso no se puede negar. Pero nosotros tenemos
mejores jugadores sobre las escobas.
-Eso
era cierto- aseguro Hermione.
Hemos entrenado más que ellos y hemos volado
bajo todas las circunstancias climatológicas («¡y tanto! —murmuró George
Weasley—, no me he secado del todo desde agosto»)
Lily y
Molly resoplaron molestas por la paranoia de ese Wood por haceros trabajar más
de la cuenta.
Y vamos a hacer que se arrepientan del día en
que dejaron que ese pequeño canalla, Malfoy, les comprara un puesto en el
equipo.
-Hasta
yo me arrepentí- acepto por lo bajo Draco- ese idiota de Flint me grito de una
forma.
-Pero tú
te lo ganaste, esa no era tu posición y todo para pelear con él- aseguro Astoria.
-Ya lo sé,
pero déjame desahogarme no- le pidió con media sonrisa antes de recibir a un
beso de su novia.
Con la respiración agitada por la emoción,
Wood se volvió a Harry.
—Es misión tuya, Harry, demostrarles que un
buscador tiene que tener algo más que un padre rico. Tienes que coger la snitch
antes que Malfoy, o perecer en el intento, porque hoy tenemos que ganar.
-¡¿Que
se cree ese maldito?!- increpo Lily molesta- si cree que tan bueno que lo haga
el mismo- agrego.
-Ya
tranquila mi amor, no pasara nada- la trato de relajar james, aunque no estaba
muy seguro de lo que decía, después de todo el quidditch podía ser un deporte
muy duro.
—Así que no te sientas presionado, Harry —le
dijo Fred, guiñándole un ojo.
Los
gemelos Prewett levantaron los pulgares en aprobación por el comentario de su
sobrino.
Cuando salieron al campo, fueron recibidos
con gran estruendo; eran sobre todo aclamaciones de Hufflepuff y de Ravenclaw,
cuyos miembros y seguidores estaban deseosos de ver derrotado al equipo de
Slytherin, aunque la afición de Slytherin también hizo oír sus abucheos y
silbidos.
-Toda
las casas tiene su rivalidad contra Slytherin - comenzó Fabián.
-pero
ninguna tan grande como la de Gryffindor- termino Gideon.
La señora Hooch, que era la profesora de
quidditch, hizo que Flint y Wood se dieran la mano, y los dos contrincantes
aprovecharon para dirigirse miradas desafiantes y apretar bastante más de lo
necesario.
—Cuando toque el silbato —dijo la señora Hooch—:
tres..., dos..., uno...
-¡¡Que
empiece el juego-grito James como si él fuera el árbitro.
Animados por el bramido de la multitud que
les apoyaba, los catorce jugadores se elevaron hacia el cielo plomizo. Harry
ascendió más que ningún otro, aguzando la vista en busca de la snitch.
—¿Todo bien por ahí, cabeza rajada? —le gritó
Malfoy, saliendo disparado por debajo de él para demostrarle la velocidad de su
escoba.
-Solo está
tratando de distraerte, tu olvida sus altanerías y concentrarte en lo que debes
hacer- le dijo con suma seriedad James.
-Si tan
solo así lo animaras para el estudio- ironizo Lily.
-Pero
querida, para eso están tú y lunático no- se defendió el hombres antes de
volver a prestarle atención a la narración del partido.
Harry no tuvo tiempo de replicar. En aquel
preciso instante iba hacia él una bludger negra y pesada; faltó tan poco para
que le golpeara, que al pasar le despeinó.
—¡Por qué poco, Harry! —le dijo George,
pasando por su lado como un relámpago, con el bate en la mano, listo para
devolver la bludger contra Slytherin. Harry vio que George daba un fuerte golpe
a la bludger dirigiéndola hacia Adrian Pucey, pero la bludger cambió de
dirección en medio del aire y se fue directa, otra vez, contra Harry.
-¡¿Qué?!-
gritaron muchos en ese momento.
-No,
eso es imposible, una bludger no podría hacer eso- aseguro Frank.
-No si
la han maldecido- atajo Alastor tensando a los presentes.
Harry descendió rápidamente para evitarla, y
George logró golpearla fuerte contra Malfoy. Una vez más, la bludger viró
bruscamente como si fuera un bumerán y se encaminó como una bala hacia la
cabeza de Harry.
-¡Esas
malditas serpientes debieron hacerle algo a la bludger!- estallo Sirius.
-Eso no
es posible, eso es demasiado para un juego de quidditch, además que no se
supone que eso está bajo resguardo de la señora Hooch- aventuro Lily volteando
a ver a su novio.
-Eso es
cierto, sería muy complicado y peligroso acercarse a esas bolas antes de un
partido- aseguro el azabache.
-Pero entonces
es peor, pues el que la está maldiciendo puede estar oculto en el estadio-
razono Dora.
-¡¡Quejicus!!-
dijo de inmediato Sirius- debe tratarse de ese pelo grasiento.
-No lo
creo Sirius- le aseguro James antes de que Lily o Harry lo hicieran primero.
-Pero cornamenta,
tú ya lo conoces.
-Justamente
por eso lo digo, ya en el libro anterior lo demostró, y aunque nos reviente
admitirlo canuto, por mucho odio que se tengan Harry y Snape, no buscaría
hacerle un daño así y mucho menos matarlo- dijo con desgano.
Severus
quedo más que impresionado que fuera precisamente Potter quien argumentara a su
favor, y la expresión furiosa que tenía en el rostro le decía que en verdad le
dolía aceptar que en esa ocasión era inocente. Por su parte Lily se sintió complacida,
por mucho coraje que tuviera, estaba aprendiendo sobrellevar su rencilla con su
antiguo amigo.
-Pero
si no es ese infeliz, entonces ¿Quién?- increpo molesto el oji gris.
-Hay
que dejar que Alice siga leyendo, y esperemos que todo salga bien- aseguro
Remus preocupado por lo que podría pasar.
Harry aumentó la velocidad y salió zumbando
hacia el otro extremo del campo. Oía a la bludger silbar a su lado. ¿Qué
ocurría? Las bludger nunca se enconaban de aquella manera contra un único
jugador, su misión era derribar a todo el que pudieran...
Lily
estaba muy nerviosa, no podría evitar recordar la cantidad de veces que james término
en la enfermería por un golpe o algún hueso roto por culpa de una de esas
malditas pelotas, y en este caso era peor porque esta bludger solo buscaba
hacerle daño a él.
Fred Weasley aguardaba en el otro extremo.
Harry se agachó para que Fred golpeara la bludger con todas sus fuerzas.
—¡Ya está! —gritó Fred contento, pero se
equivocaba: como si fuera atraída magnéticamente por Harry, la bludger volvió a
perseguirlo y Harry se vio obligado a alejarse a toda velocidad.
Había empezado a llover. Harry notaba las
gruesas gotas en la cara, que chocaban contra los cristales de las gafas. No
tuvo ni idea de lo que pasaba con los otros jugadores hasta que oyó la voz de
Lee Jordan, que era el comentarista, diciendo: «Slytherin en cabeza por seis a
cero.»
-¡¿Qué
no se dan cuenta que mi hijo está en peligro?!- grito con desesperación Lily.
-De
seguro no, pero como es posible que no lo hayan notado- indago con exasperación
James.
-Están
muy enfocados en el juego- razono Dora- hay que aceptar que es un buen momento
para atacar a Harry- dijo ganándose una mirada severa de Lily, en especial
porque la peli rosa tenía razón.
-Deberían
detener el juego, las cosas no pueden seguir así- aseguro Remus.
-Pero así
perderían el partido- atajo para desgracia de el mismo, Sirius.
-¡¡¡Me
importa un demonio ese maldito partido!!!- increpo Lily fuera de si poniéndose
de pie- ¡¡mi hijo está en peligro que no lo vez!!
-Lily,
amor tranquilízate- pidió James tratando de sentar de nuevo a su novia. Cuando
lo consiguió Alice considero que sería buen momento para continuar.
Estaba claro que la superioridad de las
escobas de Slytherin daba sus resultados, y mientras tanto, la bludger loca
hacía todo lo que podía para derribar a Harry.
La
pelirroja resoplo despectivamente.
Fred y George se acercaban tanto a él, uno a
cada lado, que Harry no podía ver otra cosa que sus brazos, que se agitaban sin
cesar, y le resultaba imposible buscar la snitch, y no digamos atraparla.
-¡Potter
tenías que ser!- le reclamo Lily a su hijo- ¿que importa esa maldita snitch?-
agrego en el mismo tono.
-Bueno,
si la atrapara terminaría el juego y podría estar seguro- aventuro James-
aunque claro, no podría buscarla con esa Bludger tras de él- agrego al ver la
mirada asesina de la mujer.
—Alguien... está... manipulando... esta...
bludger... —gruñó Fred, golpeándola con todas sus fuerzas para rechazar un
nuevo ataque contra Harry.
-Eso no
servirá mucho- se lamentó Arthur- debe detenerla definitivamente, encerrarla o
destruirla.
-Es
cierto papá, pero en ese momento era lo único que podíamos hacer- exclamo Fred.
—Hay que detener el juego —dijo George,
intentando hacerle señas a Wood y al mismo tiempo evitar que la bludger le
partiera la nariz a Harry.
Muchos
asintieron con la propuesta del pelirrojo.
Wood captó el mensaje. La señora Hooch hizo
sonar el silbato y Harry, Fred y George bajaron al césped, todavía tratando de
evitar la bludger loca.
—¿Qué ocurre? —preguntó Wood, cuando el
equipo de Gryffindor se reunió, mientras la afición de Slytherin los
abucheaba—. Nos están haciendo papilla. Fred, George, ¿dónde estabais cuando la
bludger le impidió marcar a Angelina?
-Y ese
idiota que le pasa- le grito Lily- los critica a ellos pero ese estúpido se ha
dejado anotar.
-Tranquila
Lily- dijo nuevamente James.
-Parece
que solo Fred y George se han dado cuenta de lo que pasa.
-No es
cierto, también nosotros nos dimos cuenta- aseguro Ron molesto señalándose a sí
mismo y a su novia.
-Pero
no hicieron nada- exclamo Sirius.
-No
podíamos hacer nada si no detenían el juego- se defendió Hermione- de haber intentado
algo con la varita podríamos haberle dado a alguno de los jugadores por accidente.
-Y con
la varita rota que tenía aun cuando tuviera un tiro limpio de nada habría
servido- explico Ron.
—Estábamos ocho metros por encima de ella,
Oliver, para evitar que la otra bludger matara a Harry —dijo George enfadado—.
Alguien la ha manipulado..., no dejará en paz a Harry, no ha ido detrás de
nadie más en todo el tiempo. Los de Slytherin deben de haberle hecho algo.
—Pero las bludger han permanecido guardadas
en el despacho de la señora Hooch desde nuestro último entrenamiento, y aquel
día no les pasaba nada... —dijo Wood, perplejo.
-Entonces
si debe de ser alguien en el estadio- aseguro Alastor- pero no hay pistas de quien
podría ser.
-Puede
tratarse del que puso la inscripción en el muro- propuso una Ravenclaw a lo que
Ginny palideció bastante, ocultando su cara en el pecho de Harry- pero no
habría motivos para atacarlo a él, digo, es mestizo y todo eso.
-Es
mejor que continúe leyendo- exclamo Alice y todos estuvieron de acuerdo.
La señora Hooch iba hacia ellos. Detrás de
ella, Harry veía al equipo de Slytherin que lo señalaban y se burlaban.
-Hay
por Merlín- exclamo Lily, conociendo a su hijo como lo conocía, sabía muy bien
lo que pasaría.
—Escuchad —les dijo Harry mientras ella se
acercaba—, con vosotros dos volando todo el rato a mi lado, la única
posibilidad que tengo de atrapar la snitch es que se me meta por la manga.
Volved a proteger al resto del equipo y dejadme que me las arregle solo con esa
bludger loca.
-He
mamá- aventuro Harry preocupado, si bien ya tenía la mayoría de edad, y su
madre era un par de meses más joven que ella, algo dentro de él lo llenaba de miedo
cada vez que ella lo regañaba.
-Sabes
que por eso te castigare en un futuro cierto- dijo con voz clamada y sombría la
mujer.
-Sí-
respondió con una duda evidente en la voz
-¡¡Entonces
¿cómo demonios se te ocurre?, te pudiste romper el cráneo o peor!!
-Lo… lo
siento mamá, pero recuerda que era joven y algo impulsivo- se trató de
justificar.
-Aun
así, tu salud debería ser más importante que un maldito partido, deberías de
saber eso por muy hijo que seas de este- exclamo señalando a James.
-Ya me
estaba preguntando cuando me incluías- comento el azabache.
-Pues
claro que sí, o de quien crees heredo esa obsesión por el quidditch- reprendió.
—No seas tonto —dijo Fred—, te partirá en
dos.
Wood tan pronto miraba a Harry como a los
Weasley
—Oliver, esto es una locura —dijo Alicia
Spinnet enfadada—, no puedes dejar que Harry se las apañe solo con la bludger.
Esto hay que investigarlo.
-Ella
tiene razón, lo que pedias era casi un suicidio-aseguró Fred.
-Ya
andas de casanova Freedy- exclamo por lo bajo George queriendo poner nervioso a
su gemelo.
-Cállate
o le muestro a Angelina la carta de amor que le escribiste- le amenazó
-¿Qué? ¿pero
como es que…? tú fuiste el que me la robo- comprendió el pelirrojo.
-¿Qué traen
ustedes dos?- les pregunto Sirius.
-Nada- respondieron
al unísono.
—¡Si paramos ahora, perderemos el partido!
—argumentó Harry—. ¡Y no vamos a perder frente a Slytherin sólo por una bludger
loca! ¡Venga, Oliver, diles que dejen que me las apañe yo solo!
—Esto es culpa tuya —dijo George a Wood,
enfadado—. «¡Atrapa la snitch o muere en el intento!» ¡Qué idiotez decir eso!
A pesar
de la preocupación que sentían por el chico, Arthur y Molly no pudieron evitar sonreír
complacidos por la actitud de sus hijos.
Llegó la señora Hooch.
—¿Listos para seguir? —preguntó a Wood.
Wood contempló la expresión absolutamente
segura del rostro de Harry.
—Bien —dijo—. Fred y George, ya lo habéis
oído..., dejad que se enfrente él solo a la bludger.
-Claro,
como no es él quien tiene que enfrentarla, debería enviarle un bludger como esa
y averiguar si continua pensando igual- no era común ver a Lily Evans en esa
actitud, pero ciertamente varias mujeres estarían de acuerdo con ella, después
de todo, se trata de su único hijo.
Alice
fue leyendo como Harry hacia lo posible para evadir la bludger, algo complicado
con la incesante lluvia que aumentaba y como sus gafas se empañaban por ella, y
para desgano de Lily y James, las risas de los espectadores por la forma en que
esquivaba la bludger, que era tan pesada que no podía maniobrar tan fácilmente
como él.
Un silbido en el oído indicó a Harry que la
bludger había vuelto a pasarle rozando. Dio media vuelta y voló en la dirección
opuesta.
—¿Haciendo prácticas de ballet, Potter? —le
gritó Malfoy, cuando Harry se vio obligado a hacer una ridícula floritura en el
aire para evitar la bludger.
Idiota-
increparon algunos.
Harry escapó, pero la bludger lo seguía a un
metro de distancia. Y en el momento en que dirigió a Malfoy una mirada de odio,
vio la dorada snitch. Volaba a tan sólo unos centímetros por encima de la oreja
izquierda de Malfoy... pero Malfoy, que estaba muy ocupado riéndose de Harry,
no la había visto.
-¡¿Qué?!
¿a esa distancia y no veías la snitch?- exclamo James sorprendido.
-Bueno,
es que para empezar no era mi poción, yo más bien era un cazador y solo quise
ser buscados para competir contra él- aseguro el rubio.
-Además
de que estabas burlándote de la desgracia de mi ahijado- le acuso Sirius.
-Sí,
también estaba eso- agrego como si se tratara de nada.
Durante un angustioso instante, Harry
permaneció suspendido en el aire.
-¡No!,
eso es lo peor que puedes hacer- exclamó Dora de inmediato.
Sin atreverse a dirigirse hacia Malfoy a toda
velocidad, para que éste no mirase hacia arriba y descubriera la snitch.
¡PLAM!
-Alice
-Así
está escrito Lily- exclamo
Se había quedado quieto un segundo de más. La
bludger lo alcanzó por fin, le golpeó en el codo, y Harry sintió que le había
roto el brazo.
Varias
exclamaciones de lamentación y una que otra de dolor se escucharon cuando Alice
leyó esa parte.
Débil, aturdido por el punzante dolor del
brazo, desmontó a medias de la escoba empapada por la lluvia, manteniendo una
rodilla todavía doblada sobre ella y su brazo derecho colgando inerte. La bludger
volvió para atacarle de nuevo, y esta vez se dirigía directa a su cara.
-¡No!-
grito Lily preocupada ocultando su rostro con las manos y reprimiéndose de las lágrimas
que querían salir.
-Tranquila
cariño, no le pasara nada, y en cuanto al brazo la señora Pomfrey lo curara de
inmediato- le aseguro.
-Ese no
es el punto james- le reclamo- hay Harry, porque de entre todas las cosas tenías
que heredar el gusto de tu padre por la enfermería.
-Jeje,
es cierto, falto poco para que le dieran su cama propia- aseguro Sirius en un
susurro solo para Marlene.
Harry cambió bruscamente de dirección, con
una idea fija en su mente aturdida: coger a Malfoy.
Ofuscado por la lluvia y el dolor, se dirigió
hacia aquella cara de expresión desdeñosa, y vio que Malfoy abría los ojos
aterrorizado: pensaba que Harry lo estaba atacando.
-Era
comprensible o no- exclamo Draco.
-Esa
era la idea- acepto Harry- aunque mi objetivo real era la snitch.
-A mí
me parece curioso como la narración hace parecer que todo paso en cámara lenta-
comento Fred- porque yo recuerdo que nada más voltee una fracción de segundo y
ya estaba envistiendo a Malfoy.
—¿Qué...? —exclamó en un grito ahogado,
apartándose del rumbo de Harry.
Harry se soltó finalmente de la escoba e hizo
un esfuerzo para coger algo; sintió que sus dedos se cerraban en torno a la
fría snitch, pero sólo se sujetaba a la escoba con las piernas, y la multitud,
abajo, profirió gritos cuando Harry empezó a caer, intentando no perder el
conocimiento.
Lily
apretó con tal fuerza el brazo de su novio que bien podría habérselo cortado,
no se había sentido tan preocupada desde que James casi se mató precisamente en
un partido de quidditch en cuarto año, donde prácticamente se rompió la cabeza
y otro par de huesos.
Con un golpe seco chocó contra el barro y
salió rodando, ya sin la escoba. El brazo le colgaba en un ángulo muy extraño.
Sintiéndose morir de dolor, oyó, como si le llegaran de muy lejos, muchos
silbidos y gritos. Miró la snitch que tenía en su mano buena.
—Ajá —dijo sin fuerzas—, hemos ganado.
Y se desmayó.
-Hay, Potter
tenías que ser- le reprimo nuevamente Lily- y tú brazo roto ahí sin que importe
¿verdad?
-Por lo
menos ya termino el partido, y no hay necesidad que se siga evadiendo esa
maldita cosa- exclamo Remus tranquilizando a la peli roja.
-Lástima
que fue después de que se rompiera el brazo- exclamo Tonks.
-Re…
Remus- susurro James.
-He
Dora, no creo que esos comentarios sean muy “prudentes” en este momento- le
dijo a la peli rosa- y Lily, creo que
deberías aflojar un poco el agarre de james.
-¿Qué?
ha, perdón cielo- se disculpó ella soltándolo por fin.
-No hay
problema, pero la próxima vez que valla a salir algo así, agradecería que me lo
dijeran de antemano- pidió a los del futuro.
-Eso
también es parte del paquete de estar con ella, así que no seas cobarde papá,
tu solo aguanta- le desafío risueño Harry reviviendo una mirada severa de su
padre.
Pero
pese a su desgracia, muchos se comenzaron a reír de forma modesta, incluso Severus
tuvo que ocultar una sonrisa burlona.
Cuando volvió en sí, todavía estaba tendido
en el campo de juego, con la lluvia cayéndole en la cara. Alguien se inclinaba
sobre él. Vio brillar unos dientes.
—¡Oh, no, usted no! —gimió.
-Todos
menos ese idiota- exclamo James.
—No sabe lo que dice —explicó Lockhart en voz
alta a la expectante multitud de Gryffindor que se agolpaba alrededor
Entonces
todos supieron lo que pasaba, ciertamente de entre todos los que pudo llegar a
donde haba caído, él era la peor de las opciones.
Que nadie se preocupe: voy a inmovilizarle el
brazo.
-¡No!- gritaron
los merodeadores, Lily, los señores Weasley, Dora, los gemelos Prewett y algunos
más.
—¡No! —dijo Harry—, me gusta como está,
gracias.
Fred y George
se pusieron a reír levemente por la declaración de su amigo.
-Eso no
es un chiste- les acuso Molly.
-No es
una broma intencional, pero aun así es divertido mamá- se defendió George.
-Es que
a él se le da ese tipo de comedia un poco turbia- agregó Fred aun con la sonrisa
en el rostro.
Intentó sentarse, pero el dolor era terrible.
Oyó cerca un «¡clic!» que le resultó familiar.
—No quiero que hagas fotos, Colín —dijo
alzando la voz.
-Cielos,
y ni siquiera me tuviste que ver, basto con mi cámara-comento el aludido.
-Se
volvió en tu símbolo pequeño Colín,
-Fred,
es suficiente- le acuso Hermione, pues el joven estaba muy apenado como para
que hicieran bromas.
—Vuelve a tenderte, Harry —dijo Lockhart,
tranquilizador—. No es más que un sencillo hechizo que he empleado incontables
veces.
—¿Por qué no me envían a la enfermería?
—masculló Harry.
-Es lo
que deberían hacer- aseguro Remus
-La
señora Pomfrey no le costaría curar el brazo- agrego Dora- pero si ese idiota
interviene pues bueno…
—Así debería hacerse, profesor —dijo Wood,
lleno de barro y sin poder evitar sonreír aunque su buscador estuviera herido—.
Fabulosa jugada, Harry, realmente espectacular, la mejor que hayas hecho nunca,
yo diría.
Un
fuerte ruido impresiono y asusto algunos de los presentes, y es que Lily había golpeado
la mesa con el puño, en un intento de contener su carácter que estaba a punto de estallar. Aquellas personas que la
conocen esperaban que se pudiera contener, o si no las cabezas, tanto de
inocentes como de culpables, comenzarían a rodar.
-Ese mocoso
se la está buscando-dijo por lo bajo mientras que su novio trataba de clamarla.
Por entre la selva de piernas que le rodeaba,
Harry vio a Fred y George Weasley forcejeando para meter la bludger loca en una
caja. Todavía se resistía.
-La
fuimos a sujetar en el momento en que vimos que tenías la snitch- le revelo
Fred.
-Hubiéramos
ido a reducir tu caída, pero mejor fuimos por la bola, por si quería rematare o
algo así- agrego George.
-Aunque
bueno, había más miembros del equipo, alguno de ellos pudo tratar de impedir
que el golpe fuera tan duro- acuso Ron al resto del equipo.
—Apartaos —dijo Lockhart, arremangándose su
túnica verde jade.
—No... ¡no! —dijo Harry débilmente, pero
Lockhart estaba revoleando su varita, y un instante después la apuntó hacia el
brazo de Harry
Harry notó una sensación extraña y
desagradable que se le extendía desde el hombro hasta las yemas de los dedos.
Sentía como si el brazo se le desinflara, pero no se atrevía a mirar qué
sucedía.
-¿Pero
qué paso?, ¿qué hizo ese idiota?-apremio Sirius.
-Espero
que no sea lo que pienso- aventuro Marlene con un tanto impaciencia.
Había cerrado los ojos y vuelto la cara hacia
el otro lado, pero vio confirmarse sus más oscuros temores cuando la gente que
había alrededor ahogó un grito y Colín Creevey empezó a sacar fotos como loco.
El brazo ya no le dolía... pero tampoco le daba la sensación de que fuera un
brazo.
Todos
esperaban impacientes porque dijeran que era lo que había hecho, o al menos los
del pasado, pues los jóvenes del futuro sabían o por lo menos habían escuchado
rumores del que paso en aquella ocasión.
—¡Ah! —dijo Lockhart—. Sí, bueno, algunas
veces ocurre esto. Pero el caso es que los huesos ya no están rotos. Eso es lo
que importa. Así que, Harry, ahora debes ir a la enfermería. Ah, señor Weasley,
señorita Granger, ¿pueden ayudarle? La señora Pomfrey podrá..., esto...,
arreglarlo un poco.
-Un
poco- ironizo Remus- ella pudo haberlo curado para antes de la cena.
-Pero
ese infeliz solo empeoro todo- lo apoyo dora- ojala que no sea demasiado malo
Al ponerse en pie, Harry se sintió
extrañamente asimétrico. Armándose de valor, miró hacia su lado derecho. Lo que
vio casi le hace volver a desmayarse.
Por el extremo de la manga de la túnica
asomaba lo que parecía un grueso guante de goma de color carne. Intentó mover
los dedos. No le respondieron.
-Pero
con un demonio- increpo Marlene al descubrir que era justo lo que había pensado.
Lockhart no le había recompuesto los huesos:
se los había quitado.
-¡¿Qué?!-
increparon.
-¡Todos
los huesos del brazo!- grito James.
-¡¿Cómo
es posible que ese pedazo de…?!
-¡¡Remus!!-
le interrumpió Dora al tiempo que le la tapaba los oídos a Teddy- modera tu
leguaje.
-Pero
sobrina, ese idiota acaba de deshuesar a i ahijado, además no es la primera vez
que insultamos alguien- atajo Sirius.
-Ya sé
que es ese tipo es un idiota, y que imposible que ustedes moderen su lenguaje,
pero ya me estoy cansando de taparle los ojos a Teddy.
-En
especial si es Remus quien se pone a insultar
a otro, si se supone que debe dar un buen ejemplo- aventuro Lily, aunque
todavía estaba un poco molesta
-Hay
pelirroja, lo dices como si fueran sus padres- bromeo Sirius pero a muy pocos
les pareció gracioso.
A la señora Pomfrey aquello no le hizo
gracia.
-Dudo
que a alguien le hiciera gracia- exclamo la profesora McGonagall.
—¡Tendríais que haber venido enseguida aquí!
—dijo hecha una furia y levantando el triste y mustio despojo de lo que, media
hora antes, había sido un brazo en perfecto estado—. Puedo recomponer los huesos
en un segundo..., pero hacerlos crecer de nuevo...
—Pero podrá, ¿no? —dijo Harry, desesperado.
-Claro
que podrá hacerlo, pero de seguro será mucho más tardado y doloroso- afirmo
Remus conociendo el bue trabajo de la enfermera.
—Desde luego que podré, pero será doloroso
—dijo en tono grave la señora Pomfrey, dando un pijama a Harry—. Tendrás que
pasar aquí la noche.
-Le
habla como si hubiera buscado que lo deshuesaran- exclamo James.
-Es una
buena enfermera, pero suele ser muy temperamental- exclamo Dora- muy comúnmente
me reclama por mis constantes visitas.
Hermione aguardó al otro lado de la cortina
que rodeaba la cama de Harry mientras Ron lo ayudaba a vestirse.
-Se imaginan
si la mini- pelirroja hubiera estado ahí en lugar de Ron, digo, una oportunidad
para que…
-¡Sirius!-
le detuvo Ginny con un leve toque escarlata en las mejillas.
-Que se
conocieran, una buena oportunidad para que se conocieran- se defendió el
animago.
Les llevó un buen rato embutir en la manga el
brazo sin huesos, que parecía de goma.
—¿Te atreves ahora a defender a Lockhart,
Hermione? —le dijo Ron a través de la cortina mientras hacía pasar los dedos
inanimados de Harry por el puño de la manga—. Si Harry hubiera querido que lo
deshuesaran, lo habría pedido.
-Eso es
cierto- aseguro Frank- pero apuesto a que ella si intento defenderlo- agregó
consiguiendo que los bromistas se pusieran a reír mientras que Hermione se
sonrojaba levemente.
—Cualquiera puede cometer un error —dijo
Hermione—. Y ya no duele, ¿verdad, Harry?
-Ni una
sola palabra- exclamo la castaña en tono sombrío sin levantar la vista.
—No —respondió Harry—, ni duele ni sirve para
nada. —Al echarse en la cama, el brazo se balanceó sin gobierno.
Hermione y la señora Pomfrey cruzaron la
cortina. La señora Pomfrey llevaba una botella grande en cuya etiqueta ponía
«Crecehuesos».
-Esa
cosa sabe espantosa- exclamaron james y Sirius.
-Porque
no me extraña que conozcan su sabor- ironizo Lily medio divertida.
-Si
bueno, es muy útil, en especial para estos que visitaban con frecuencia por
algún hueso roto- comento Remus.
—Vas a pasar una mala noche —dijo ella,
vertiendo un líquido humeante en un vaso y entregándoselo—. Hacer que los
huesos vuelvan a crecer es bastante desagradable.
Lo desagradable fue tomar el crecehuesos. Al
pasar, le abrasaba la boca y la garganta, haciéndole toser y resoplar.
Los merodeadores
asieron al recordar las incontables veces que ellos había tenido esa sensación
Sin dejar de criticar los deportes peligrosos
y a los profesores ineptos, la señora Pomfrey se retiró, dejando que Ron y
Hermione ayudaran a Harry a beber un poco de agua.
-La
señora Pomfrey no ha cambiado en lo más mínimo- exclamo Lily- aun las
reclamaciones de los profesores ineptos es nuevo.
-Pues
con ese remedo de persona que más se podría esperar- la apoyo Marlene.
—¡Pero hemos ganado! —le dijo Ron, sonriendo
tímidamente—. Todo gracias a tu jugada. ¡Y la cara que ha puesto Malfoy...
Parecía que te quería matar!
-Una
parte de mí de verdad quería hacerlo- acepto el rubio.
—Me gustaría saber cómo trucó la bludger
—dijo Hermione intrigada.
—Podemos añadir ésta a la lista de preguntas
que le haremos después de tomar la poción multijugos —dijo Harry acomodándose
en las almohadas—. Espero que sepa mejor que esta bazofia...
—¿Con cosas de gente de Slytherin dentro?
Estás de broma —observó Ron.
-Bien
dicho sobrino- lo festejaron los gemelos Prewet mientras que sus hermanos
gemelos levantaban los pulgares.
-No les
parece que me están dando demasiado crédito- comento Draco- digo, tenía solo
doce años, como podría haber truqueado una bludger.
-Pues,
eras nuestro único sospechoso- aventuro Hermione.
-Además
tal vez Hermione lo dijo para desviar el tema de que defendía a
Lockhart-aventuro Fred.
En aquel momento, se abrió de golpe la puerta
de la enfermería. Sucios y empapados, entraron para ver a Harry los demás
jugadores del equipo de Gryffindor.
—Un vuelo increíble, Harry —le dijo George—.
Acabo de ver a Marcus Flint gritando a Malfoy algo parecido a que tenía la
snitch encima de la cabeza y no se daba cuenta. Malfoy no parecía muy contento.
-Llego
la hora de la celebración, va a ser grandiosa- festejo James.
-Lástima
que la señora Pomfrey no los dejara quedarse- aseguro Remus.
-¡Hay
lunático!, siempre arruinando el momento-le acuso el azabache.
-Bueno,
puede fugarse de la enfermería e ir a la fiesta, como lo hizo cornamenta en aquella
celebración de navidad que organizamos en la sala común- aventuro Sirius.
Habían llevado pasteles, dulces y botellas de
zumo de calabaza; se situaron alrededor de la cama de Harry, y ya estaban
preparando lo que prometía ser una fiesta estupenda, cuando se acercó la señora
Pomfrey gritando:
—¡Este chico
necesita descansar, tiene que recomponer treinta y tres huesos! ¡Fuera! ¡FUERA!
-Será muy buena, sabrá mucho, pero es una verdadera
aguafiestas- exclamo Sirius.
-Dínoslo a nosotros, o ya olvidaron que confisco
nuestro retrete- apunto George.
-Bueno, de hecho era para Harry, y era para
levantarle el ánimo- agrego Fred.
Y dejaron
solo a Harry, sin nadie que lo distrajera de los horribles dolores de su brazo
inerte.
-Hay Harry, ¿por qué siempre debes terminar
ahí?- se lamentó Lily por la fortuna de su hijo, logrando que este sonriera- mi
pobre bebe- agrego provocando que su sonrisa fuera sustituida por un sonrojo y
varias risitas burlonas de sus amigos.
Horas
después, Harry despertó sobresaltado en una total oscuridad, dando un breve
grito de dolor: sentía como si tuviera el brazo lleno de grandes astillas.
Todos se imaginaron la escena asiéndose una
idea de cómo los huesos del joven se estaban regresando, no fue una imagen muy
agradable.
Por un
instante pensó que era aquello lo que le había despertado. Pero luego se dio
cuenta, con horror, de que alguien, en la oscuridad, le estaba poniendo una
esponja en la frente.
-La mini-pelirroja- aventuro Sirius.
-Cómo crees Sirius- le rebatió Marlene- ella
apenas podía pronunciar dos palabras cuando él estaba cerca, no creo que sea
ella.
-Bueno, entonces debe de tratarse de alguna
otra amiga, porque la señora Pomfrey no aria algo como eso.
-Mejor deja que la señora Longbottom continúe
leyendo- exclamó Harry viendo a su padrino con impaciencia.
—¡Fuera!
—gritó, y luego, al reconocer al intruso, exclamó—: ¡Dobby!
-¡¿Dobby?!-repitieron algunos sorprendidos y
confundidos.
-Es, es el elfo que te visito en tu cuarto-
hablo james- pero que quiere ahora.
Los ojos del tamaño de pelotas de tenis del
elfo doméstico miraban desorbitados a Harry a través de la oscuridad. Una sola
lágrima le bajaba por la nariz larga y afilada.
—Harry Potter ha vuelto al colegio —susurró
triste—. Dobby avisó y avisó a Harry Potter. ¡Ah, señor!, ¿por qué no hizo caso
a Dobby? ¿Por qué no volvió a casa Harry Potter cuando perdió el tren?
-¡Fue
él!-aseguro Lily de inmediato- él fue quien bloqueo la barrera del andén- agrego
molesta.
-¿Pero cómo?,
es solo un elfo domestico-exclamo Sirius.
-Eso no
importa- aseguro Marlene- recuera que ellos tienen mucho poder mágico, además
de que su magia es diferente a la nuestra, incluso ellos pueden hacer cosas que
nosotros no.
-Bueno,
si tienes razón- le concedió el oji gris- pero no creo que mi ahijado lo tome
de buena manera.
-¿Cómo podría?-
increpo James- casi lo expulsan por eso.
Harry se incorporó con gran esfuerzo y tiró
al suelo la esponja de Dobby.
—¿Qué hace aquí? —dijo—. ¿Y cómo sabe que
perdí el tren? —A Dobby le tembló un labio, y a Harry lo acometió una repentina
sospecha—. ¡Fue usted! —dijo despacio—. ¡Usted impidió que la barrera nos
dejara pasar!
-No era
difícil de deducir, el mismo lo insinuó- aseguro Hermione.
—Sí, señor, claro —dijo Dobby, moviendo
vigorosamente la cabeza de arriba abajo y agitando las orejas—. Dobby se ocultó
y vigiló a Harry y selló la verja, y Dobby tuvo que quemarse después las manos
con la plancha. —Enseñó a Harry diez largos dedos vendados—. Pero a Dobby no le
importó, señor, porque pensaba que Harry Potter estaba a salvo, ¡pero no se le
ocurrió que Harry Potter pudiera llegar al colegio por otro medio!
-Y casi
nos cuesta la cabeza- aseguro Ron un tanto disgusto.
-Pues
la forma que eligieron tampoco fue la correcta jovencito- le recrimino Molly- debieron
esperar a que Arthur y yo regresáramos y entonces habíamos hecho algo.
-En su
lugar tomaron un auto volador ilegal y sobrevolaron todo Londres para terminar estrellando
el auto- agrego Lily igual de molesta consiguiendo que los jóvenes y e miso Arthur
(que fue quien encanto el coche) bajaran la cabeza apenados.
-Pero
omitiendo lo de estrellarse fue una buena… ha ya me callo- dijo al sentir las
miradas asesinas de las dos pelirrojas.
Se balanceaba hacia delante y hacia atrás,
agitando su fea cabeza.
—¡Dobby se llevó semejante disgusto cuando se
enteró de que Harry Potter estaba en Hogwarts, que se le quemó la cena de su
señor! Dobby nunca había recibido tales azotes, señor...
Hermione,
Marlene y algunas personas más sintieron cólera por como trataban al pequeño
elfo, por su parte Draco bajo la cabeza avergonzado, si bien el no había hecho
nada, sentía verguiza por la forma de ser de su padre.
Harry se desplomó de nuevo sobre las
almohadas.
—Casi consigue que nos expulsen a Ron y a mí
—dijo Harry con dureza—. Lo mejor es que se vaya antes de que mis huesos
vuelvan a crecer, Dobby, o podría estrangularle.
-¡¡Harry!!-
le reprendió Hermione.
-Estaba
enojado y herido Hermione- se defendió el azabache.
Dobby sonrió levemente.
—Dobby está acostumbrado a las amenazas,
señor. Dobby las recibe en casa cinco veces al día.
-¡Con
que maldita familia fue a caer!- espeto Marlene con furia.
Se sonó la nariz con una esquina del sucio
almohadón que llevaba puesto; su aspecto eran tan patético que Harry sintió que
se le pasaba el enojo, aunque no quería.
—¿Por qué lleva puesto eso, Dobby? —le
preguntó con curiosidad.
-No es
algo de importancia o si- indago Sirius.
-Era
una simple curiosidad que tenía, pero me fue de utilidad en un futuro-aseguro
Harry.
-Además
no podemos saltarnos nada Sirius ya lo sabes- le recordó Remus.
-Él
tiene razón, mejor deja que Alice continúe- pidió Nymphadora.
-Sí,
claro, ya salió otra ve la parejita- bromeo el animago. Aunque claro, Lily y
Andrómeda sabían que esa broma no estaba muy lejana a la realidad.
—¿Esto, señor? —preguntó Dobby, pellizcándose
el almohadón—. Es un símbolo de la esclavitud del elfo doméstico, señor. A
Dobby sólo podrán liberarlo sus dueños un día si le dan alguna prenda. La
familia tiene mucho cuidado de no pasarle a Dobby ni siquiera un calcetín,
porque entonces podría dejar la casa para siempre. —Dobby se secó los ojos saltones
y dijo de repente—: ¡Harry Potter debe volver a casa! Dobby creía que su
bludger bastaría para hacerle...
-¡¡Su
bludger!!-se dejó sentir el grito- fue el quien mando esa maldita bludger a
cazar a mi hijo- increpo James para sorpresa de todos y enojo de muchos.
-Pero
que se cree ese maldito elfo, pudo haberlo matarlo- aseguro Sirius en el mismo
tono.
-Ya tranquilícense
hay que…
-¡¡ ¿Cómo
quieres que nos tranquilicemos?!!- le gritaron ambos a Harry.
-¡Nada pueden
hacer al respecto, y con esa actitud no conseguiremos avanzar!- se defendió el
joven azabache.
-Aun así,
lo que hizo ese elfo no estuvo bien- aseguro con frialdad Lily- pudiste terminar
en la enfermería mil veces peor.
-Ya
mamá, por favor- le pidió Harry con voz tranquila.
Cuando
todos, incluso la lectora, se calmaron un poco continuaron con la lectura.
—¿Su bludger? —dijo Harry, volviendo a
enfurecerse—. ¿Qué quiere decir con «su bludger»? ¿Usted es el culpable de que
esa bola intentara matarme?
—¡No, matarle no, señor, nunca! —dijo Dobby,
asustado—. ¡Dobby quiere salvarle la vida a Harry Potter! ¡Mejor ser enviado de
vuelta a casa, gravemente herido, que permanecer aquí, señor! ¡Dobby sólo
quería ocasionar a Harry Potter el daño suficiente para que lo enviaran a casa!
-A solo
era eso, que alivio-ironizo con fastidio James
-De cualquier
forma, la señora Pomfrey se habría encargado de él, no enviarían a Harry
lastimado con esos idiotas- espeto Ron.
-Por
supuesto que madame Pomfrey no lo dejaría salir del colegio sin que ella lo
hubiera atendido- aseguro Remus.
-Y con
el postrado en cama correría tal vez más peligro que si estuviera sano- aseguro
Dora- ese elfo no sabe ni lo que está haciendo.
—Ah, ¿eso es todo? —dijo Harry irritado—. Me
imagino que no querrá decirme por qué quería enviarme de vuelta a casa hecho
pedazos.
— ¡Ah, sí Harry Potter supiera...! —gimió
Dobby, mientras le caían más lágrimas en el viejo almohadón—. ¡Si supiera lo
que significa para nosotros, los parias, los esclavizados, la escoria del mundo
mágico...! Dobby recuerda cómo era todo cuando El-que-no-debe-nombrarse estaba
en la cima del poder, señor. ¡A nosotros los elfos domésticos se nos trataba
como a alimañas, señor! Desde luego, así es como aún tratan a Dobby, señor
—admitió, secándose el rostro en el almohadón.
-Las
cosas no han sido muy diferentes desde hace siglos- exclamo Marlene.
-Pero
no dudo con ese desgraciado sin nariz su situación aún era peor- agrego Sirius.
Pero, señor, en lo principal la vida ha mejorado
para los de mi especie desde que usted derrotó al Que-no-debe-ser-nombrado.
Harry Potter sobrevivió, y cayó el poder del Señor Tenebroso, surgiendo un
nuevo amanecer, señor, y Harry Potter brilló como un faro de esperanza para los
que creíamos que nunca terminarían los días oscuros, señor...
Todos,
incluso James, Sirius y Lily, no lograron evitar sentir pena por la criatura,
pero más que eso, dejar de sentir el enojo que había surgido cuando se
enteraron de que Harry estaba hay por su culpa, bueno, por la suya y la de
Lockhart.
-Aun así
no debió enviar la bludger- dijo James no queriendo perdonar con tal facilidad
la elfo.
Y ahora, en Hogwarts, van a ocurrir cosas
terribles, tal vez están ocurriendo ya, y Dobby no puede consentir que Harry
Potter permanezca aquí ahora que la historia va a repetirse, ahora que la
Cámara de los Secretos ha vuelto a abrirse...
-¡¿Qué?!-
exclamaron muchos.
-Ese
elfo tiene cierto parecido con Hagrid- comento Sirius- a ambos se le suele
escapar información que no deben revelar.
-Concéntrate
Sirius esto es importante- le rebatió Marlene- de cualquier forma, eso podría ser
algo importante, si descubren que paso podrían averiguar lo que ocurre.
-Eso sería
mucho más difícil que conocer la leyenda de la cámara- aseguro Frank- y no creo
que ningún profesor les cuente esa historia, y mucho menos a esos tres.
-Además
la situación por sí misma no puede ser tan simple- agrego Remus- no creo que
Dumbledore desconozca lo que paso en esa primera vez, así que algo más complejo
debe de ocurrir para que él no haya podido descubrir como pararlo.
-Todo
eso se irá descubriendo conforme avancemos en la lectura- aseguro ron queriendo
que dejaran el tema por el momento.
-Entonces,
ustedes descubrieron toda la historia- aventuro Sirius ante el asentimiento del
pelirrojo y la mirada de complacencia por parte de Alastor, sin duda esos tres
tenían mucho potencial.
Dobby se quedó inmóvil, aterrorizado, y luego
cogió la jarra de agua de la mesilla de Harry y se dio con ella en la cabeza,
cayendo al suelo. Un segundo después reapareció trepando por la cama,
bizqueando y murmurando:
—Dobby malo, Dobby muy malo...
-Eso
será un problema, no dirá nada mas- aseguro Sirius.
—¿Así que es cierto que hay una Cámara de los
Secretos? —murmuró Harry—. Y... ¿dice que se había abierto en anteriores
ocasiones? ¡Hable, Dobby! —Sujetó la huesuda muñeca del elfo a tiempo de
impedir que volviera a coger la jarra del agua—. Además, yo no soy de familia
muggle. ¿Por qué va a suponer la cámara un peligro para mí?
-Eso es
cierto, él no tendría nada de qué preocuparse.- aseguro una Ravenclaw.
-No,
solo está el hecho que su mejor amiga si es una nacida de muggles- aseguro Sirius.
-Y con
ese complejo que tiene de ayudar a los demás no se quedaría tranquilo sin tratar
de hacer algo para intervenir- agrego Lily que no sabía si sentirse orgullosa o
preocupada por él.
—Ah, señor, no me haga más preguntas, no
pregunte más al pobre Dobby —tartamudeó el elfo. Los ojos le brillaban en la
oscuridad—. Se están planeando acontecimientos terribles en este lugar, pero
Harry Potter no debe encontrarse aquí cuando se lleven a cabo. Váyase a casa,
Harry Potter. Váyase, porque no debe verse involucrado, es demasiado
peligroso...
—¿Quién es, Dobby? —le preguntó Harry,
manteniéndolo firmemente sujeto por la muñeca para impedirle que volviera a
golpearse con la jarra del agua—. ¿Quién la ha abierto? ¿Quién la abrió la
última vez?
-Será inútil
preguntarle, no dirá absolutamente nada intencionalmente- se lamentó Marlene.
—¡Dobby no puede hablar, señor, no puede,
Dobby no debe hablar! —chilló el elfo—. ¡Váyase a casa, Harry Potter, váyase a
casa!
-No lo hará,
quien podría preferir a esas bestias que Hogwarts- exclamó Sirius refiriéndose
a los tíos de Harry.
-Pero
son preguntas muy válidas- aseguro Frank- si tan solo supiéramos bien lo que
ocurrió aquella vez podríamos averiguar quién es ahora.
-No
creo que sea la forma de plantear esa pregunta- comento Dumbledore llamado la atención
de todos.
-¿Qué
quiere decir profesor?, ¿ya sabe quién es el que está causando todo eso?- le
pregunto Lily.
-Sí y
no- respondió simplemente- señora Longbottom, podría continuar por favor- pidió
a la mujer ante la extrañeza de todo el mundo.
—¡No me voy a ir a ningún lado! —dijo Harry
con dureza—. ¡Mi mejor amiga es de familia muggle, y su vida está en peligro si
es verdad que la cámara ha sido abierta!
Los
padres y amigos del azabache negaron con la cabeza con una sonrisa en sus
rostros, su respuesta era más que obvia.
—¡Harry Potter arriesga su propia vida por
sus amigos! —gimió Dobby, en una especie de éxtasis de tristeza—. ¡Es tan
noble, tan valiente...! Pero tiene que salvarse, tiene que hacerlo, Harry
Potter no puede...
-Sería
imposible impedir que hiciera algo así- aseguro Ginny desde los brazos de su
novio.
-¿Es un
reclamo?- pregunto por lo bajo el azabache.
-Tal
vez, pero no te haría daño pensar en ti antes que en otros de vez en cuando-argumento
la chica. Para toda repuesta el simplemente le dio un beso en la frente antes
de continuar escuchando a lectura.
Dobby se quedó inmóvil de repente, y
temblaron sus orejas de murciélago. Harry también lo oyó: eran pasos que se
acercaban por el corredor.
Todos
prestaron atención ante eso.
-Pero
quien podría ser, prácticamente están a mitad de la noche- pregunto Lily.
—¡Dobby tiene que irse! —musitó el elfo,
aterrorizado.
Se oyó un fuerte ruido, y el puño de Harry se
cerró en el aire. Se echó de nuevo en la cama, con los ojos fijos en la puerta
de la enfermería, mientras los pasos se acercaban.
-Hay
que admitir que Dobby te despertó justo a tiempo- comentó Ron- de otra forma no
habrías escuchado nada.
-No sé
si sea muy buena idea- aseguro Molly ganándose un asentimiento por parte de
Lily.
Dumbledore entró en el dormitorio, vestido
con un camisón largo de lana y un gorro de dormir. Acarreaba un extremo de lo
que parecía una estatua. La profesora McGonagall apareció un segundo después,
sosteniendo los pies. Entre uno y otra, dejaron la estatua sobre una cama.
-No
puede ser- exclamo Andrómeda con un nudo en la garganta- fue, otro ataque-
aventuro
-Oh por
Merlín, y ahora fue un estudiante- afirmó Alice ante la evidente preocupación
de todo, pero en especial de Ginny.
—Traiga a la señora Pomfrey —susurró
Dumbledore, y la profesora McGonagall desapareció a toda prisa pasando junto a
los pies de la cama de Harry. Harry estaba inmóvil, haciéndose el dormido. Oyó
voces apremiantes, y la profesora McGonagall volvió a aparecer, seguida por la
señora Pomfrey, que se estaba poniendo un jersey sobre el camisón de dormir.
Harry la oyó tomar aire bruscamente.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó la señora
Pomfrey a Dumbledore en un susurro, inclinándose sobre la estatua.
Colín
sufrió un escalofrió al recordar ese día, si bien no era consciente de lo
ocurría, imaginase a sí mismo como una estatua postrado sobre una cama de la
enfermería, era una imagen que le erizaba la piel.
—Otra agresión —explicó Dumbledore—. Minerva
lo ha encontrado en las escaleras.
—Tenía a su lado un racimo de uvas —dijo la
profesora McGonagall—. Suponemos que intentaba llegar hasta aquí para visitar a
Potter.
-Ha
Harry, pero quien podría ir a… hay no- exclamo Sirius pensando en quien podría
ser volteando a ver a Colín que estaba con la mirada baja.
-¿En quien
piensas canuto?- le pregunto James.
-He ya,
ya lo veremos, Alice- le pido que continuara.
A Harry le dio un vuelco el corazón.
Lentamente y con cuidado, se alzó unos centímetros para poder ver la estatua
que había sobre la cama. Un rayo de luna le caía sobre el rostro.
Era Colín Creevey.
-¡¿Qué?1-
el grito de Déniz, el hermano de Colín resonó por todo el comedor, expresando
la sorpresa de todos los presentes
Tenía los ojos muy abiertos y sus manos
sujetaban la cámara de fotos encima del pecho.
-¿E…
eras tú?- pregunto viendo a su hermano que asentía, si bien le había dicho que
su primer año fue bastante duro, nunca menciono nada que ser atacado y mucho
menos petrificado por un monstruo.
-Sí,
esa noche quise visitar a Harry por lo que salí de la sala común, y entonces
escuche algo extraño detrás de mí y trate de fotografiarlo pero…- un nuevo escalofrió
no lo dejo continuar.
-Pero entonces,
tu viste lo que era, entonces nos podrías decir que…
-Sirius,
no es el momento- lo detuvo Harry- ya se enteraran o descubrirán que es lo que
se oculta en cámara, pero ahora dejen las preguntas- Colín le regalo una
sonrisa de gratitud, pues de verdad no tenía deseos de habar de ese tema.
—¿Petrificado? —susurró la señora Pomfrey.
—Sí —dijo la profesora McGonagall—. Pero me
estremezco al pensar... Si Albus no hubiera bajado por chocolate caliente,
quién sabe lo que podría haber...
-No sé
si sería simple suerte, pero que bueno que llego- aseguro Fabián.
-Aunque
habría sido mejor que llegara antes de la petrificación pero…
-¡Gideon!-
le reprendió Molly de inmediato- este no es momento para sus estúpidas bromas-
agrego.
Los tres miraban a Colín. Dumbledore se
inclinó y desprendió la cámara de fotos de las manos rígidas de Colín.
—¿Cree que pudo sacar una foto a su atacante?
—le preguntó la profesora McGonagall con expectación.
-Sería
bueno, pero no creo que tengan tan buena suerte- exclamo Lily que se masajeaba
las manos por la incertidumbre.
Dumbledore no respondió. Abrió la cámara.
—¡Por favor! —exclamó la señora Pomfrey.
Un chorro de vapor salió de la cámara. A
Harry, que se encontraba tres camas más allá, le llegó el olor agrio del
plástico quemado.
-Quemado-
repitió Dora- el lugar donde petrificaron
al gata también estaba quemado- se explicó antes las miradas
interrogantes.
-Eso es
cierto, pero no nos acerca mucho al culpable- analizo Alastor.
-No,
pero debe de ser algo muy fuerte como para producir esas quemaduras, y no creo
que se trate de un hechizo.
-Con
eso solo se confirma que se trata de alguna criatura y no de un mago, el que
realiza el ataque- razono Remus.
—Derretido —dijo asombrada la señora
Pomfrey—. Todo derretido...
—¿Qué significa esto, Albus? —preguntó
apremiante la profesora McGonagall.
—Significa —contestó Dumbledore— que es
verdad que han abierto de nuevo la Cámara de los Secretos.
-Profesor,
de casualidad usted sabe que es ese monstruo de
la cámara- le peguntaron.
-No,
lamentablemente, y pese a que estuve dando clases en esa época, nunca descubrimos
a ciencia cierta que era el monstruo que guarda la cámara- aseguró el anciano
director.
La señora Pomfrey se llevó una mano a la
boca. La profesora McGonagall miró a Dumbledore fijamente.
—Pero, Albus..., ¿quién...?
—La cuestión no es quién —dijo Dumbledore,
mirando a Colín—; la cuestión es cómo.
Y a juzgar por lo que Harry pudo vislumbrar
de la expresión sombría de la profesora McGonagall, ella no lo comprendía mejor
que él.
-No es
fácil comprender a nuestro director- exclamo Sirius.
-Ese es
el final del capítulo- informo Alice.
-La
situación se vuelve más apremiante, es especial con este nuevo ataque- comentó
Remus.
-Por lo
menos esta vez Harry no estaba cerca, y no escucho esa maldita vos de ninguna
parte- exclamo James- verdad cariño, ¡¿Lily?!- le pregunto al no recibir
respuesta.
-He, a,
si- dijo sin prestarle atención.
-Lily, ¿en
qué piensas?
-En lo
que dijo Dumbledore- le respondió- es que, la forma en que lo dijo, parece
saber quién abrió la cámara, tanto la primera como la segunda vez, pero lo que
no sabe es como lo logro.
-¿Ósea cómo?-
pregunto Sirius.
-Que lo
dijo me dio la impresión de que se trata de exactamente la misma persona, pero
la forma en que lo hizo fue diferente, ya que lo más lógico es que no se
encuentre dentro del colegio- se explicó. Dumbledore no pudo evitar colocar una
sonrisa en su rostro, sin duda esa chica era una, sí que la mejor estudiante
que alguna vez tuvo.
-En ese
caso Malfoy quedaría descartado no- aventuro James- él ni siquiera existía en
esa época.
-Lo
mejor es que sigamos con la lectura-propuso Remus.