martes, 19 de agosto de 2014

Capítulo 29.- La inscripción en el muro

Después de la cena se comenzaron a retirar a sus habitaciones, sin perder tiempo Lily dijo que estaba muy cansada y se iría a dormir y susurrándole algo a james se lo llevo con ella, pero la verdad era que nadie veía a la pelirroja somnolienta y sumado a una ligera expresión de pánico de parte del azabache todos pensaron que más que dormir era una reprimenda, por lo que nadie evitó que se fueran por temor a recibir una parte de ella.
Por contra parte un pequeño metamorfomago había estado casi dormido desde hacía ya algún tiempo, pero aun así se mantenía fuertemente de la ropa de u Cataño que lo cargaba en brazos.
-He chicas- hablo Remus a Hermione y Ginny.
-Sí ¿qué pasa Remus?- pregunto la castaña.
-¿Saben cómo puedo hacer para que Teddy me suelte?- les pregunto- lo he estado arrullando pero cada vez que intento alejarlo de mi cuerpo él me sujeta, se incomoda y hasta parece que va empezar a llorar.
-Bueno, eso podría ser problemático- comento Ginny- es en ciertas ocasiones se pone tan terco como su madre- aseguro viendo de reojo a Dora que se sonrojo levemente, aunque casi nadie lo noto.
-¿Por qué no lo llevas a dormir contigo?- propuso Hermione.
-¡¿Yo?!- se impresiono- pero yo no sé cómo cuidar a un niño- dijo.
-Mi sobrina tampoco, pero aprendió rápido- intervino Sirius- oye, porque no se va ella a dormir contigo también- lo pico risueño el animago.
-¡Sirius, por favor!- dijo con exasperación el licántropo.
-Bueno, en lo personal me sentiría más tranquilo que mi hija estuviera con Remus que con Sirius- atajo Ted Tonks.
-¿Qué?, pero si ella es mi sobrina- rebatió el oji gris.
-Con mayor razón- agrego el hombre- no quiero que perviertas a mi hija con tus historias tripe x- los que estaban oyendo la conversación se pusieron a reír.
-Pues no lo sé papá- intervino Dora- ya nos enteramos que Remus no es el santo que pensábamos que era- atajo con recelo la joven.
-No te molestes sobrina- pidió Sirius- la última vez que estuvo con alguien fue cuando ganamos la copa de quidditch hace un año, y además estaba ebrio.
-Estaba- intervino el oji miel- ustedes usaron a colagusano para que me diera una bebida que ustedes prepararon- le acuso molesto- no sabía a alcohol pero me embriago casi en seguida.
-Jajá si, fue una noche interesante- dijo divertido mientras recibía una mirada furiosa de su amigo.
-Bueno ya dejemos esto de lado- intervino Andrómeda- Remus, si así están las cosas porque no vienes a dormir con nosotros- propuso la mujer- así podemos estar yo y mi hija si necesitas ayuda.
-Bueno, no sé.
-Pues es eso, o arriesgarse a hacer llorar a Teddy- argumento Ginny viéndolo divertida.
-Está bien- acepto al final el licántropo.
Las jóvenes del futuro sonrieron pues ese pequeño peli azul sin saberlo, estaba juntando a sus padres. Por su parte Andrómeda estaba casi completamente segura que Remus sería su yerno, así que lo mejor sería convivir junto a él el mayor tiempo posible, tal vez así por fin dejaría ese estúpido e infundado miedo que tenía.
*****
El día amanecía nuevamente, la noche pasó pacíficamente para casi todos, James Potter salía de su habitación conyugal un tanto pálido, al parecer no había superado lo de la noche anterior. En otra habitación Marlene McKinnon estaba trabajando desde temprano trabando en algo, la plática de anoche entre Remus y Sirius le había dado una idea, y aunque Lily Evans era la mejor en pociones, ella tampoco era nada mala. Una pequeña venganza para su querido mujeriego.
Los chicos se levantaban con tranquilidad después de una noche de buen sueño excepto claro Ron, y Sirius a quienes se les tenía que obligar a despertar.
Con Remus y los Tonks todo estaba muy bien, el castaño practicante se quedó dormido con su ropa y claro, con Teddy a su lado, al final no lo pudieron alearlo de él, las mujeres se levantaron primero y se arreglaron, después fue el turno de los hombres de entrar al baño mientras ellas se encargaban del niño.
-Buenos días- saludo Lily que iba entrando, en ese momento Dora había ido nuevamente al baño por lo que estaban Teddy y Andrómeda solos
-Hola Lily- la saludo que ocurre.
-Nada, pero escuche que Remus durmió aquí anoche.
-Las noticias corren rápido- comento Dromeda- bueno, no corren vuelan- se corrigió a lo que después las dos se pusieron a reír- pues sí, Remus durmió aquí, no pudimos que este diablillo lo soltara- jugueteo con el niño.
-Te gusta pasar el tiempo con tu nieto verdad- comento la pelirroja sorprendiendo a la mujer.
-Así que tú también te diste cuenta verdad- dijo no muy sorprendida, después de todo ella era muy lista.
-Es que era bastante obvio no- comento risueña- era claro que es hija de Dora, aunque es un poco más difícil saber quién es el padre, pero creo que sospechamos de la misma persona cierto.
-Probamente si- acepto volteando la vista a su nieto- hay pequeño, si nos lo pudieras decir, haber ¿Quién es tu papá?- le pregunto juguetonamente al niño que riendo dulcemente cambio su cabello azul a uno castaño y sus ojos en un color miel precioso, lo que le sorprendo a las mujeres.
-¿Eso fue…?- comenzó Lily.
-Tal vez- Andrómeda se acomodó y dijo- a ver pequeño, ¿quién es tu mamá?, ¿cómo es tu mamá?- el pequeño riendo nuevamente cambio su tono de cabello a uno rosa y los ojos grises.
Aunque ellas no lo supieran, eso era de lo más normal del mundo, y es tanto Harry, Ginny y la Andrómeda del futuro acostumbraban hablarle y mostrarle fotos al pequeño de sus padres, tanto así que el pequeño adquirió la costumbre de cambiar su aspecto al de sus padres cada vez que alguien le hablaba de ellos.
-Bueno, esa es la última prueba verdad- comento Lily después de repetir el proceso por cuarta vez.
-¿Eso prueba que?- pregunto una voz detrás de ellas.
-Nada hija, es algo entre nosotras- aseguro Dromeda volteando a ver a su hija.
-Bien ya estamos listos- exclamo Ted saliendo de su propio baño seguido por Remus.
Ted se acercó  a las mujeres y tomando al pequeño Teddy, que ya había regresado a tener su pelo azul turquesa, y todos juntos salieron de la habitación y de la sala de menesteres para llegar al desayuno.
-¡Buenos días mundo!- grito Sirius saliendo de ultimo de la sala de menesteres acercándose al asiento que tomo ayer- ¿por qué no esperaron para desayunar?
-Ese es tu problema Sirius- le dijo Marlene.
-Ya tranquila McKinnon, apenas está amaneciendo y ya comenzaste con los ataques- dijo tomando asiento- mira creo a ti te hace más falta a ti que a mi, tener una sana terapia de relajación entre las sábanas con…
-Mejor come y cállate- le interrumpió ella pasándole un vaso lleno.
-Bueno, está bien- dijo dándole un trago al baso- pero yo insisto, si tu gustas yo podría…- no pudo terminar de hablar y dejo caer la cabeza a la mesa, todos se levantaron de su asiento un tanto preocupados por lo que había pasado.
-Despreocúpense no pasa nada- aseguro Marlene alejando el vaso- es solo una poción somnífera que prepare en la mañana, despertara después de que terminemos el desayuno, una pequeña venganza para ver si aprende a mantener la boca cerrada.
Los dos pares de gemelos levantaron los pulgares en aprobación soltando leves risas, Lily, Alice, Andrómeda y algunos más negaron con la cabeza divertidos por lo que acaba de pasar.
-Bueno, no le fue tan mal- aseguro James- tal vez ustedes no oyeron nada por algún hechizo, pero anoche mi Lily se pasó dos horas sermoneado y reclamando a todo volumen hasta por aventuras que ni siquiera tuve, parecía un muy largo howler.
-Pero de haber podido, las habrías hecho- aseguro Remus.
-No me ayudes compañero- le reclamo el azabache molesto.
El desayuno continuo con amenas platicas hasta que el profesor Dumbledore se puso de pie y llamando la atención de todos hablo.
-Muy bien- todos los murmullos guardaron se silenciaron-antes que nada, señorita McKinnon, podría despertar al joven Black.
-¿Es necesario?- pregunto la rubia recibiendo una mirada severa pero divertida- está bien profesor- saco una botella y se la comenzó a pasar por la nariz del dormido hombre, ronco con la nariz un par de veces hasta que se despertó de golpe.
-Juro que soy inocente, todo fue culpa de cornamenta- dijo saliendo de sus sueño ante la duda de lo que estaba soñando- ¿Qué? ¿dónde estoy?
-¡Sirius!, Sirius escúchame- le halo Marlene- ¿estás bien despierto?
-Si
-¿Seguro?
-Si
-¿Recuerdas lo hablador que estuviste ayer?
-Cuando hablaba de nuestros encuentros en la cama- se señaló a él mismo y a sus amigos.
-Exacto- aseguro- pues como castigo use una poción para noquearte todo el desayuno y ya vamos a empresa a leer el libro.
-¡¿Qué?!
-Que te quedaste sin desayunar, así que cállate- le dijo terminantemente.
-Perfecto- intervino Dumbledore para que la discusión no se esparciera- y ¿a quien le gustaría comenzar a leer?
-Si me lo permite- hablo Luna- ahora si me gustaría leer- sin nada más que decir le pasaron el libro a la rubia que tomo el libro y lo abrió en el inicio del siguiente capítulo- muy bien, el título es “La inscripción en el muro”- ante eso todos se tensaron al recordar como termino el capítulo anterior.
—¿Qué pasa aquí? ¿Qué pasa?
Atraído sin duda por el grito de Malfoy, Argus Filch se abría paso a empujones. Vio a la Señora Norris y se echó atrás, llevándose horrorizado las manos a la cara.
-Ese imbécil de seguro la tomara contra los chicos- increpo Sirius olvidándose momentáneamente que no había desayunado.
—¡Mi gata! ¡Mi gata! ¿Qué le ha pasado a la Señora Norris? —chilló. Con los ojos fuera de las órbitas, se fijó en Harry—. ¡Tú! —chilló—. ¡Tú! ¡Tú has matado a mi gata! ¡Tú la has matado! ¡Y yo te mataré a ti! ¡Te...!
-Solo que se atreva a tocarle un pelo y ya veremos quién es el muerto- increpo Lily llena de ira
-Tranquila cariño, no creo que Dumbledore permita que eso llegue muy lejos- le hablo con precaución James.
—¡Argus!
Había llegado Dumbledore, seguido de otros profesores.
-Vez, te lo dije cariño- aseguro el azabache.
-Nadie te lo discutió cornamenta- aseguro Remus.
En unos segundos, pasó por delante de Harry, Ron y Hermione y sacó a la Señora Norris de la argolla.
—Ven conmigo, Argus —dijo a Filch—. Vosotros también, Potter, Weasley y Granger.
-¿Pero por qué ellos?- preguntaron Lily y Molly
-Fueron los primeros en la escena, es posible que hubiera visto algo que los otros no- se defendió Dumbledore.
-Pero ellos solo llegaron por casualidad- salió a la ofensiva Lily.
-Bueno, no exactamente- atajo James- llegaron ahí siguiendo a Harry que seguía a esa voz misterio…- guardo silencio a media palabra al notar la mirada severa de su novia.
-Ya relájate Lily, nada podemos hacer en este momento, mejor dejemos que Luna sigua leyendo- exclamo Remus
Lockhart se adelantó algo asustado.
—Mi despacho es el más próximo, director, nada más subir las escaleras. Puede disponer de él.
—Gracias, Gilderoy —respondió Dumbledore.
Lo único medianamente útil que podría hacer- increpo James.
-Pero se fijan, solo hasta que se aseguró que no había problemas se acercó a ellos- comentó Gideon.
-Sí, y para colmo lo hizo asustado, que pedazo de mediocre- agrego Fabián.
La silenciosa multitud se apartó para dejarles paso. Lockhart, nervioso y dándose importancia, siguió a Dumbledore a paso rápido; lo mismo hicieron la profesora McGonagall y el profesor Snape.
-¿A paso rápido y dándose importancia?- curioseo Fred.
-Sería divertido ver eso-agrego George risueño.
-Ellos siguieron al profesor como ese imbécil, pero no con la misma estúpida actitud- atajo Ginny.
-Lo ven, siempre fiel a Harry
-¡¡Fred!!- le reprendió la pelirroja.
Cuando entraron en el oscuro despacho de Lockhart, hubo gran revuelo en las paredes; Harry se dio cuenta de que algunas de las fotos de Lockhart se escondían de la vista, porque llevaban los rulos puestos. El Lockhart de carne y hueso encendió las velas de su mesa y se apartó. Dumbledore dejó a la Señora Norris sobre la pulida superficie y se puso a examinarla. Harry, Ron y Hermione intercambiaron tensas miradas y, echando una ojeada a los demás, se sentaron fuera de la zona iluminada por las velas.
-Ay chicos, si no están en el banquillo de los acusados- bromeo James- no es así canuto- le hablo a su amigo que se mantenía en un inusual silencio.
-Creo que mi tío no quiere hablar- comento Dora.
-Tal vez piensa que si lo hace le dará más hambre- agrego Remus ganándose una mirada represiva del oji gris.
Dumbledore acercó la punta de su nariz larga y ganchuda a una distancia de apenas dos centímetros de la piel de la Señora Norris. Examinó el cuerpo de cerca con sus lentes de media luna, dándole golpecitos y reconociéndolo con sus largos dedos.
Todos aguardaban expectantes a que el profesor terminara de examinar a la gata y saber por fin que demonios le había ocurrido.
La profesora McGonagall estaba casi tan inclinada como él, con los ojos entornados. Snape estaba muy cerca detrás de ellos, con una expresión peculiar, como si estuviera haciendo grandes esfuerzos para no sonreír.
Algunos resoplaron en molestia por la actitud del hombre,
Y Lockhart rondaba alrededor del grupo, haciendo sugerencias.
—Puede concluirse que fue un hechizo lo que le produjo la muerte..., quizá la Tortura Metamórfica. He visto muchas veces sus efectos. Es una pena que no me encontrara allí, porque conozco el contrahechizo que la habría salvado.
-¡¿Qué?!- increparon varios.
-¡Esa estupidez de hechizo ni siquiera existe!- exclamó molesto le profesor Flitwick.
-Bueno, tal vez en un futuro lo crearon- aventuro Fabián.
-No, ese hechizo solo existía en la estúpida mente de Lockhart- les aseguro Hermione
Los sollozos sin lágrimas, convulsivos, de Filch acompañaban los comentarios de Lockhart. El conserje se desplomó en una silla junto a la mesa, con la cara entre las manos, incapaz de dirigir la vista a la Señora Norris.
-Wau- exclamo George- nunca creí que Filch pudiera actuar así.
-Ustedes tres vieron de todo en esos años verdad- aseguro Fred viendo al trio de amigos.
-No tienen ni idea- comentó por lo bajo Ron solo para sus amigos.
Pese a lo mucho que detestaba a Filch, Harry no pudo evitar sentir compasión por él, aunque no tanta como la que sentía por sí mismo. Si Dumbledore creía a Filch, lo expulsarían sin ninguna duda.
-Dumbledore no actuaria de esa forma- aseguró Remus.
-Ël es muy justo, no expulsaría a nadie tan precipitadamente- agrego la metamorfomaga.
Dumbledore murmuraba ahora extrañas palabras en voz casi inaudible. Golpeó a la Señora Norris con su varita, pero no sucedió nada; parecía como si acabara de ser disecada.
—... Recuerdo que sucedió algo muy parecido en Uagadugú —dijo Lockhart—, una serie de ataques. La historia completa está en mi autobiografía. Pude proveer al poblado de varios amuletos que acabaron con el peligro inmediatamente.
-No habría una forma de callarlo- se exaspero James.
-Habría más de una forma- expreso Severus- y varias de ellas es de forma permanente- a él también le desagradaba notablemente ese tipo.
-Pues cuando puedas hazlo callar- le incito el azabache a su enemigo.
Todas las fotografías de Lockhart que había en las paredes movieron la cabeza de arriba abajo confirmando lo que éste decía. A una se le había olvidado quitarse la redecilla del pelo.
Todos negaron con la cabeza, era de esperarse que esos malditos retratos estuvieran de acuerdo con el de carne u hueso, igual de insoportables.
Finalmente, Dumbledore se incorporó.
—No está muerta, Argus —dijo con cautela.
Lockhart interrumpió de repente su cálculo del número de asesinatos evitados por su persona.
—¿Que no está muerta? —preguntó Filch entre sollozos, mirando por entre los dedos a la Señora Norris—. ¿Y por qué está rígida?
—La han petrificado —explicó Dumbledore.
-¡Petrificado!- exclamaron sorprendidos.
-¿Pero cómo?, eso necesitaría de magia negra muy avanzada- aventuro Lily.
-Pero ¿por qué atacar a la gata?- se extrañó Alice.
-Lo más probable es que quien haya sido quien puso la inscripción en el muro, ataco a la gata porque estaba ahí por casualidad- propuso Marlene.
Ginny bajo la vista afectada por la propuesta, aunque lo más probable es que fuera cierta, se sentía fatal porque fue ella quien hizo todo.
-No eres tu cario- le susurro Harry al notar su estado- tú fuiste la principal víctima- le dio un beso en la cabeza y la abrazo con fuerza.
—Ah, ya me parecía a mí... —dijo Lockhart.
—Pero no podría decir como...
—¡Pregúntele! —chilló Filch, volviendo a Harry su cara con manchas y llena de lágrimas.
-Un alumno de segundo año jamás sería capaz de hacer algo como eso- increpo Remus- y mucho menos alguien como Harry.
—Ningún estudiante de segundo curso podría haber hecho esto —dijo Dumbledore con firmeza—. Es magia negra muy avanzada.
—¡Lo hizo él! —saltó Filch, y su hinchado rostro enrojeció—. ¡Ya ha visto lo que escribió en el muro! Él encontró... en la conserjería... Sabe que soy, que soy un... —Filch hacía unos gestos horribles—. ¡Sabe que soy un squib! —concluyó.
-Eso no prueba nada- aseguro James- además mi hijo no tiene la culpa de que no sepa guardar sus cosas personales.
-Pero si es su culpa el ver cosas que no le corresponden- le discutió Severus.
-Pues mira… tu mejor… hay, esta bien, está la ganas tu Snape- acepto con molestia el azabache mientras su némesis ponía una sonrisa triunfante.
—¡No he tocado a la Señora Norris! —Dijo Harry con voz potente, sintiéndose incómodo al notar que todos lo miraban, incluyendo los Lockhart que había en las paredes—. Y ni siquiera sé lo que es un squib.
-Hay Harry- se lamentó Lily por el poco conocimiento de su hijo por el mundo mágico.
-Tranquila Lily- le pidió James- además recuerda que tú estabas igual en tus primeros años- le recordó sabiendo que era lo que pensaba.
—¡Mentira! —gruñó Filch—. ¡Él vio la carta de Embrujorrápid!
—Si se me permite hablar, señor director —dijo Snape desde la penumbra, y Harry se asustó aún más, porque estaba seguro de que Snape no diría nada que pudiera beneficiarle
-Eso es muy cierto- aseguró Frank,
Potter y sus amigos simplemente podrían haberse encontrado en el lugar menos adecuado en el momento menos oportuno —dijo, aunque con una leve expresión de desprecio en los labios, como si lo pusiera en duda—; sin embargo, aquí tenemos una serie de circunstancias sospechosas: ¿por qué se encontraban en el corredor del piso superior? ¿Por qué no estaban en la fiesta de Halloween?
-¿Y cómo demonios supo que no estaban ahí?- increpo James.
-Él solo busca como castigarlo lo olivas- le dijo Remus que recordaba el capítulo cuando los chicos llegaron a Hogwarts.
Harry, Ron y Hermione se pusieron a dar a la vez una explicación sobre la fiesta de cumpleaños de muerte.
—... había cientos de fantasmas que podrán testificar que estábamos allí.
—Pero ¿por qué no os unisteis a la fiesta después? —preguntó Snape. Los ojos negros le brillaban a la luz de las velas—. ¿Por qué subisteis al corredor?
-Que metiche resulto ser he- aseguro Fabián.
-Idiota, solo quiere darles problemas a los chicos- agrego Gideon.
Ron y Hermione miraron a Harry.
—Porque..., porque... —dijo Harry, con el corazón latiéndole a toda prisa; algo le decía que parecería muy rebuscado si explicaba que lo había conducido hasta allí una voz que no salía de ningún sitio y que nadie sino él había podido oír—, porque estábamos cansados y queríamos ir a la cama —dijo.
-Concuerdo que no era el momento de hablar del asunto- aseguro Alastor- pero debes tener más presteza para buscar excusas y decir excusas- James y Sirius sonreían con aprobación mientras que Lily negaba con la cabeza.
—¿Sin cenar? —preguntó Snape. Una sonrisa de triunfo había aparecido en su adusto rostro—. No sabía que los fantasmas dieran en sus fiestas comida buena para los vivos.
—No teníamos hambre —dijo Ron con voz potente, y las tripas le rugieron en aquel preciso instante.
-Hay Ron, pero en qué momentos te pones reclamar comida- atajo Fred.
-No es como si hubiera sido intencional- se defendió el pelirrojo.
-Y hablando de comida, ¿que en verdad tu no piensas decir nada hasta la hora de comer?- interrogo James a Sirius aprovechando que el tenso momento se cortó levemente.
-No sé, a mí me agrada el silencio- comento Marlene risueña.
-Tu mejor no digas nada McKinnon- le reclamo Sirius viendo a la rubia- este castigo tuyo es cruel sádico y malvado.
-Claro que no- aseguro- seria cruel, sádico y malvado si hiciera algo como esto- saco un pedazo de tarta que tenía escondido y le dio una mordida y se lo empezó a comer con unas exageradas muecas de gusto y placer justo en frente del oji gris que le enviaba una mirada entre odio y envidia.
-¡Dame esa tarta!- exigió el hombre tratando de tomar la comida.
-¡No!- dijo ella extendiendo el brazo.
-Hay vamos Marlene- le reclamo en un tono hacia cierto punto infantil- ya me disculpo por lo de ayer, procurare ya no hacer mención de nuestra vida sexual.
-¡Sirius!- le reclamaron Remus y James.
-Mmm, no lo sé.
-Ya levántale el castigo amiga- solicitó Lily- ya que se puso a hablar dudo que podamos volver a callarlo.
-Está bien- acepto la rubia dándole la tarta y otro poco más de comida que había apartado.
 La desagradable sonrisa de Snape se ensanchó más.
—Tengo la impresión, señor director, de que Potter no está siendo completamente sincero —dijo—. Podría ser una buena idea privarle de determinados privilegios hasta que se avenga a contarnos toda la verdad. Personalmente, creo que debería ser apartado del equipo de quidditch de Gryffindor hasta que decida no mentir.
-¡¿Y a ti que te pasa infeliz?!- le increpo James.
-Él se merece un castigo- aseguro Severus- mintiéndole así a un profesor.
-En primera, tú no eres un santo, pues has hecho cosas peores que mentirle a un profesor- le acuso james molesto- en segunda, el quidditch nada tiene que ver en el asunto maldito hipócrita.
-Pero aun así se merece un castigo, y no es hipocresía- respondió..
-Eres hipócrita, porque a pesar de decir que quieres a Lily tratas a su hijo solo con desprecio- se explicó- ya tiene suficiente con soportar a los Dursley como para que tú lo fastidies en este lugar que considera como su hogar.
Snape quería reclamar, pero que podría decir, ciertamente había dejado que su odio por Potter superara el amor por Lily, y por otro lado, el conocía el sentimiento de sentir a Hogwarts como su hogar, y por primera vez le surgió un idea que lo asqueo completamente, que en ese futuro estaba actuando con Harry de la misma forma a como su padre era con él, no podía sentir repudio al sentir que era igual a ese infeliz que tuvo como padre.
—Francamente, Severus —dijo la profesora McGonagall bruscamente—, no veo razón para que el muchacho deje de jugar al quidditch. Este gato no ha sido golpeado en la cabeza con el palo de una escoba. No tenemos ninguna prueba de que Potter haya hecho algo malo.
-Fuy been- dijo Sirius pero antes de continuar trago lo que tenía en la boca- muy bien profesora, ponga en su lugar ese tarado.
-Parece que ya reobro el buen humor- comento Marlene.
Dumbledore miraba a Harry de forma inquisitiva. Ante los vivos ojos azul claro del director, Harry se sentía como si le examinaran por rayos X.
—Es inocente hasta que se demuestre lo contrario, Severus —dijo con firmeza.
Los merodeados y sus amigos hicieron un ademán de éxito.
Snape parecía furioso. Igual que Filch.
-Igual, idénticos- dijeron los gemelos Weasley.
—¡Han petrificado a mi gata! —gritó. Tenía los ojos desorbitados—. ¡Exijo que se castigue a los culpables!
—Podremos curarla, Argus —dijo Dumbledore armándose de paciencia—. La señora Sprout ha conseguido mandrágoras recientemente. En cuanto hayan crecido, haré una poción con la que revivir a la Señora Norris.
-Nada de lo que aparece en el libro es coincidencia verdad- comento Dora jugueteando con Teddy.
-Eso me preocupa- aseguro Lily- tengo la sensación de que no solo necesiten las mandrágoras para curar a la gata.
Los jóvenes del futuro se quedaron sorprendidos por la declaración de la mujer, sin duda era alguien demasiado perceptiva.
—La haré yo —acometió Lockhart—. Creo que la he preparado unas cien veces, podría hacerla hasta dormido.
-Ese imbécil solo terminaría envenenando a la pobre gata- aseguro Sirius.
—Disculpe —dijo Snape con frialdad—, pero creo que el profesor de Pociones de este colegio soy yo.
-Bueno, por muy desgraciado que sea, el sí sabría hacer la poción correctamente- aseguro Alice, y todos, incluso los merodeadores (Sirius con más desgano que cualquier otro) estuvieron de acuerdo.
Hubo un silencio incómodo.
—Podéis iros —dijo Dumbledore a Harry, Ron y Hermione.
Se fueron deprisa pero sin correr. Cuando estuvieron un piso más arriba del despacho de Lockhart, entraron en un aula vacía y cerraron la puerta con cuidado. Harry miró las caras ensombrecidas de sus amigos.
—¿Creéis que tendría que haberles hablado de la voz que oí?
-No- dijeron de inmediato Frank y Alastor.
-Sea lo que sea que esté pasando, no es bueno que escuches esa voz- prosiguió Frank.
-Pero Dumbledore lo podría ayudar, tal vez él pueda encontrar alguna explicación para lo que está ocurriendo- intervino Lily preocupada por lo que podría pasar.
-De cualquier forma en ese momento no podía decir nada - comento James como si nada.
—No —dijo Ron sin dudar—. Oír voces que nadie puede oír no es buena señal, ni siquiera en el mundo de los magos.
Había algo en la voz de Ron que hizo que Harry le preguntase:
—Tú me crees, ¿verdad?
—Por supuesto —contestó Ron rápidamente—. Pero... tienes que admitir que parece raro...
-Tuviste suerte al encontrar a tus amigos hijo- comento james viendo con complacencia al pelirrojo y a la castaña.
-Lo se papá- aseguro el joven oji verde- y pese a mi ceguera también tuve suerte en el amor- aseguró besando a la pelirroja que estaba en sus brazos, logrando que se sonrojara bastante.
Los bromistas soltaron leves risas por la reacción de la joven, James y Lily se sentían felices y complacidos por lo que decía, y algunas chicas del futuro y algunas del pasado bufaron.
—Sí, ya sé que parece raro —admitió Harry—. Todo el asunto es muy raro. ¿Qué era lo que estaba escrito en el muro? «La cámara ha sido abierta.» ¿Qué querrá decir?
—El caso es que me suena un poco —dijo Ron despacio—. Creo que alguien me contó una vez una historia de que había una cámara secreta en Hogwarts...; a lo mejor fue Bill.
-De hecho fui yo hermanito- comento Charlie- leí algo al respecto cuando estudiaba a los animales.
-¿Y que tiene que ver una cosa con la otra?- interrogo Molly sin entender.
-Según la leyenda hay una bestia en la cámara, y bueno, tuve una leve curiosidad, aunque hay muy poco texto al respecto.
-Si lo sabemos- comento Hermione.
—¿Y qué demonios es un squib? —preguntó Harry.
Para sorpresa de Harry, Ron ahogó una risita.
—Bueno, no es que sea divertido realmente... pero tal como es Filch... —dijo—. Un squib es alguien nacido en una familia de magos, pero que no tiene poderes mágicos. Todo lo contrario a los magos hijos de familia muggle, sólo que los squibs son casos muy raros. Si Filch está tratando de aprender magia mediante un curso de Embrujorrápid, seguro que es un squib. Eso explica muchas cosas, como que odie tanto a los estudiantes. —Ron sonrió con satisfacción—. Es un amargado.
-Pero aun así no se quiere ir- comento Sirius recordando las palabras de Dumbledore- que yo insisto, los que pagamos por su permanencia somos los estudiantes.
-Solo a él se le ocurre hacer la limpieza en todo el castillo al modo muggle- agrego Marlene.
De algún lugar llegó el sonido de un reloj.
—Es medianoche —señaló Harry—. Es mejor que nos vayamos a dormir antes de que Snape nos encuentre y quiera acusarnos de algo más.
Luna fue leyendo como el incidente de la gata se volvió el tema de conversación en el castillo, de cómo Filch había intentado de limpiar las palabras en el muro, lo cual les pareció muy extraño, y de cómo el conserje mantenía guardia en el lugar del altercado o como rondaba por los pasillos buscando castigar a los estudiantes con sus faltas inexistentes.
Ginny Weasley parecía muy afectada por el destino de la Señora Norris. Según Ron, era una gran amante de los gatos.
Harry abrazo con mucha más fuerza a la joven, en ese momento fue cuando se empezó a poner mal.
—Pero si no conocías a la Señora Norris —le dijo Ron para animarla—. La verdad es que estamos mucho mejor sin ella. —A Ginny le tembló el labio—. Cosas como éstas no suelen suceder en Hogwarts. Atraparán al que haya sido y lo echarán de aquí inmediatamente. Sólo espero que le dé tiempo a petrificar a Filch antes de que lo expulsen. Esto es broma... —añadió apresuradamente, al ver que Ginny se ponía blanca.
-¡¡Ronald!!, que forma es esa de animar a tu hermana- le regaño Molly notoriamente molesta.
-Lo siento Ginny- se disculpó el pelirrojo, aunque ahora que sabía la verdad noto que lo dijo fue mucho más insensible de lo que había pensado.
Aquel acto vandálico también había afectado a Hermione. Ya era habitual en ella pasar mucho tiempo leyendo, pero ahora prácticamente no hacía otra cosa. Cuando le preguntaban qué buscaba, no obtenían respuesta, y tuvieron que esperar al miércoles siguiente para enterarse.
.-Seguramente está buscando información en algún libro- comento Sirius.
-No creo que saliera muy bien, para empezar todos libros que pudieran tener algo referente a la cámara o al castillo estarían agotados- comento Remus
-Además no creo que en un libro aparezca algo en concreto- agrego dora.
-Eso es cierto rosita- le concedió Charlie- incluso en el libro que ley yo solo se menciona levemente.
-Es difícil saber si esa falta de información es buena o mala- agrego Marlene.
Muchos estaban de acuerdo con la rubia, por un lado si obtenían información podría hacer algo arriesgado, pero por otro si no obtenían información, podrían no estar preparados para enfrentar lo que pasaba, pues muchos ya se habían resignado a que esos tres estaban en el centro de todo.
Harry se había tenido que quedar después de la clase de Pociones, porque Snape le había mandado limpiar los gusanos de los pupitres.
Los merodeadores bufaron ante eso.
Tras comer apresuradamente, subió para encontrarse con Ron en la biblioteca, donde vio a Justin Finch-Fletchey, el chico de la casa de Hufflepuff con el que coincidían en Herbología, que se le acercaba. Harry acababa de abrir la boca para decir «hola» cuando Justin lo vio, cambió de repente de rumbo y se marchó deprisa en sentido opuesto.
-¿Y tú que tienes contra mi hijo?- le pregunto James de mala gana al joven, tenía un presentimiento de que eso sería algo grave.
Justin inclino la cabeza avergonzado por lo mal que había juzgado al pobre chico, y más ahora sabiendo el horror de vida por las que ya había pasado.
Harry encontró a Ron al fondo de la biblioteca, midiendo sus deberes de Historia de la Magia. El profesor Binns les había mandado un trabajo de un metro de largo sobre «La Asamblea Medieval de Magos de Europa».
-¿La qué?- preguntaron James y Sirius.
-No se esfuercen, cuando dio esa clase ustedes se tomaron algo para vomitar y salieron de la clase, así que tampoco entregaron la tarea- les recordó Remus.
-A claro- recordó James con una sonrisa infantil.
-El vómito es un clásico verdad- comento Fred- nosotros hicimos un producto para provocar eso mismo – aseguro señalándose a él y a su gemelo.
-Es solo uno de nuestros productos sata clases- agrego George con orgullo.
Los dos merodeadores y los gemelos Prewet levantaron los pulgares en aprobación mientas que Molly los veía con desaprovacion.
—No puede ser, todavía me quedan veinte centímetros... —dijo furioso Ron soltando el pergamino, que recuperó su forma de rollo— y Hermione ha llegado al metro y medio con su letra diminuta.
-No sé de qué te sorprendes sobrino- argumento Fabián.
-era más que evidente que ella haría una redacción mucho más extensa que tú- agrego Gideon.
De seguro siempre ha sido igual- volvió a hablar Fabián.
-Pues así es tíos, por esas diferencias nos sorprende que terminaran juntos- aseguro George.
—¿Dónde está? —preguntó Harry, cogiendo la cinta métrica y desenrollando su trabajo.
—En algún lado por allá —respondió Ron, señalando hacia las estanterías—. Buscando otro libro. Creo que quiere leerse la biblioteca entera antes de Navidad.
-¡¡Ronald!!- le regaño la castaña por el comentario.
Harry le contó a Ron que Justin Finch-Fletchey lo había esquivado y se había alejado de él a toda prisa.
-Neville tenía razón- comento Luna interrumpiendo su propia lectura- en verdad ustedes siempre se cuentan hasta los más pequeños detalles.
-Pues no siempre nos cuenta todo- aseguro Ron- a mí nunca me dijo que estaba interesado en mi hermana hasta que los vi besándose.
-No, pego ega algo evidente- comentó Fleur- digo, las migadas entge ellos egan muy pgofundas- aseguro recordando esa navidad que paso con los Weasley.
-Además Ron, tu siempre estuviste muy distado- aseguro Hermione- incluso en algunos comentarios que hizo Harry en su momento evidenciaba lo que sentía.
-Bueno, pero el punto es que no nos dijo nada- atajo Ron en defensa.
-Eso es muy interesante- comento Luna antes de regresar a la lectura.
—No sé por qué te preocupa, si siempre has pensado que era un poco idiota —dijo Ron, escribiendo con la letra más grande que podía—. Todas esas tonterías sobre lo maravilloso que es Lockhart...
El aludido estaba divido entre sentirse ofendido por que lo llamaron idiota, y estar avergonzado por creerle en la supuesta grandeza de ese imbécil.
Hermione surgió de entre las estanterías. Parecía disgustada pero dispuesta a hablarles por fin.
—No queda ni uno de los ejemplares que había en el colegio; se han llevado la Historia de Hogwarts —dijo, sentándose junto a Harry y Ron—. Y hay una lista de espera de dos semanas. Lamento haberme dejado en casa mi ejemplar, pero con todos los libros de Lockhart, no me cabía en el baúl.
-Aun así, no creo que sirviera mucho- comento Remus.
-Deberías de hacerle caso, él se memorizo cada libro que… auch- dejo la frase a la mitad por el zape del castaño.
-Yo no memorice cada libro- le acuso el licántropo.
—¿Para qué lo quieres? —le preguntó Harry.
—Para lo mismo que el resto de la gente —contestó Hermione—: para leer la leyenda de la Cámara de los Secretos.
—¿Qué es eso? —preguntó Harry al instante.
—Eso quisiera yo saber. Pero no lo recuerdo —contestó Hermione, mordiéndose el labio—. Y no consigo encontrar la historia en ningún otro lado.
-¿Y de dónde piensan sacar la información?- indago Alastor.
-Solo quedaba preguntarle a alguien- acepto Hermione-aunque fue un poco difícil conseguir que el profesor Binns nos contara la historia.
-Es porque es una leyenda sin fundamentos- aseguro el profesor.
-Con todo respeto profesor, esperemos a que termine el libro- atajo Hermione, esa cámara era todo, menos un mito sin sentido.
—Hermione, déjame leer tu trabajo —le pidió Ron desesperado, mirando el reloj.
—No, no quiero —dijo Hermione, repentinamente severa—. Has tenido diez días para acabarlo.
—Sólo me faltan seis centímetros, venga.
-Necesitas ser más persuasivo hermanito- le acuso Fred divertido.
-De otra forma ella siempre tendrá la última palabra en su matrimonio- continuo George.
-Que ahora que lo pienso, no sería muy diferente a relación de nuestros padres.
-Al parecer los varones Weasley se enamoran de quienes pueden controlarlos.
-Se dan cuenta que ustedes también son varones Weasley- aventuro Harry risueño.
-¡Ups!- dijeron al mismo tiempo los gemelos.
-Jeje, se ahorcaron con su propia soga- exclamo James.
Sonó la campana. Ron y Hermione se encaminaron al aula de Historia de la Magia, discutiendo.
Historia de la Magia era la asignatura más aburrida de todas. El profesor Binns, que la impartía, era el único profesor fantasma que tenían, y lo más emocionante que sucedía en sus clases era su entrada en el aula, a través de la pizarra.
El aludido se sintió un poco ofendido por como consideraban su clase mientras escuchaba como Luna releía la creencia de la mayoría que él se había levantado a dar su clase dejando su cuerpo atrás.
Luna fue leyendo como la clase fue de lo más común posible, de como Binns abrías sus apuntes y se ponía a leerlos monótonamente, y de cómo algunos estudiantes solo anotaban algo y después regresaban a su letargo, así hasta que ocurrió lo impensable, Hermione alzó la mano.
El profesor Binns, levantando la vista a mitad de una lección horrorosamente aburrida sobre la Convención Internacional de Brujos de 1289, pareció sorprendido.
-Bueno, ciertamente no es común que gana eso- acepto el profesor Binns desde su lugar.
— ¿Señorita...?
—Granger, profesor. Pensaba que quizá usted pudiera hablarnos sobre la Cámara de los Secretos —dijo Hermione con voz clara.
Dean Thomas, que había permanecido boquiabierto, mirando por la ventana, salió de su trance dando un respingo. Lavender Brown levantó la cabeza y a Neville le resbaló el codo de la mesa.
Varios jóvenes se rieron por la repentina reacción de los estudiantes en ese momento.
-Sacaste a todos de su trance Hermione- comento Sirius a la castaña.
-No creo que nadie haya interrumpido la clase de Binns en muchos años- agregó James.
-Ni lunático ni la pelirroja lo hacían- aseguro Black- inclusive Remus se durmió en un par de ocasiones.
-Fueron muy pocas si las comparas contigo- le discutió el castaño.
El profesor Binns parpadeó.
—Mi disciplina es la Historia de la Magia —dijo con su voz seca, jadeante—. Me ocupo de los hechos, señorita Granger, no de los mitos ni de las leyendas. —Se aclaró la garganta con un pequeño ruido que fue como un chirrido de tiza, y prosiguió—: En septiembre de aquel año, un subcomité de hechiceros sardos...
-No creo que solo sea un simple mito- aseguro Lily.
-Concuerdo, de otra forma no parecería en el libro- le apoyo Alice.
Balbució y se detuvo. De nuevo, en el aire, se agitaba la mano de Hermione.
— ¿Señorita Grant?
-Granger- corrigió Ron recibiendo una sonrisa de su novia.
—Disculpe, señor, ¿no tienen siempre las leyendas una base real?
El profesor Binns la miraba con tal estupor, que Harry adivinó que ningún estudiante lo había interrumpido nunca, ni estando vivo ni estando muerto.
-Aunque yo creía que estaban prestando atención- argumento por lo bajo el profesor, que estaba descubriendo lo que sus alumnos verdaderamente pensaban y hacían durante su clase.
—Veamos —dijo lentamente el profesor Binns—, sí, creo que eso se podría discutir. —Miró a Hermione como si nunca hubiera visto bien a un estudiante—. Sin embargo, la leyenda por la que usted me pregunta es una patraña hasta tal punto exagerada, yo diría incluso absurda...
La clase entera estaba ahora pendiente de las palabras del profesor Binns; éste miró a sus alumnos y vio que todas las caras estaban vueltas hacia él. Harry se sentía completamente desconcertado al ver unas muestras de interés tan inusitadas.
-Es porque es algo que les interesa a todos- argumento Frank- en especial después de lo de la gata.
-Eso es seguro- agrego Ted- aunque creo que la profesora McGonagall podría responderles la pregunta, siempre y cuando Hermione supiera como hacerlo.
—Muy bien —dijo despacio—. Veamos... la Cámara de los Secretos... Todos ustedes saben, naturalmente, que Hogwarts fue fundado hace unos mil años (no sabemos con certeza la fecha exacta) por los cuatro brujos más importantes de la época.
Luna fue leyendo la explicación de Binns de los fundadores, como ocultaron el castillo, y como trabajaron los cuatro en conjunto hasta la disputa entre Godric Gryffindor, y Salazar Slytherin, las creencias de este último con respecto a los nacidos muggles y de cómo abandono el castillo.
El profesor Binns se detuvo de nuevo y frunció la boca, como una tortuga vieja llena de arrugas.
-Bien, ya termínanos la aburrida clase de historia, ahora venimos a lo bueno- atajo Sirius para disgusto de Binns
—Esto es lo que nos dicen las fuentes históricas fidedignas —dijo—, pero estos simples hechos quedaron ocultos tras la leyenda fantástica de la Cámara de los Secretos. La leyenda nos dice que Slytherin había construido en el castillo una cámara oculta, de la que no sabían nada los otros fundadores.
»Slytherin, según la leyenda, selló la Cámara de los Secretos para que nadie la pudiera abrir hasta que llegara al colegio su auténtico heredero. Sólo el heredero podría abrir la Cámara de los Secretos, desencadenar el horror que contiene y usarlo para librar al colegio de todos los que no tienen derecho a aprender magia.
-Imbécil- dijeron muchos de inmediato.
-Esa maldita idea nos ha causado problemas hasta nuestros días- increpo Andrómeda que se tuvo que enfrentar a esos ideales cuando se casó con Ted.
-Tranquila prima, no todo el mundo son como ellos-aseguro Sirius- y algunos deberían reconsiderar sus creencias- agrego viendo a Narcisa que bajaba la mirada.
Cuando terminó de contar la historia, se hizo el silencio, pero no era el silencio habitual, soporífero, de las clases del profesor Binns.
-¿Soporífero?- exclamaron Sirius y Remus al mismo tiempo.
-Que mueve o inclina al sueño- explicó Hermione en automático.
-O para que ustedes lo entiendan, es algo aburrido que provoca sueño- agrego Remus
-Oh- dijeron Sirius y Ron.
-Ustedes en verdad son muy ignorantes en ciertas cosas- cometo Luna antes de volver a la lectura.
Flotaba en el aire un desasosiego, y todo el mundo le seguía mirando, esperando que continuara. El profesor Binns parecía levemente molesto.
—Por supuesto, esta historia es un completo disparate —añadió—. Naturalmente, el colegio entero ha sido registrado varias veces en busca de la cámara, por los magos mejor preparados. No existe. Es un cuento inventado para asustar a los crédulos.
-Obviamente solo el descendiente de Slytherin podría encontrarla- aseguro Lily- es necesario algo especial para poder…- se detuvo en seco.
-¿Que ocurre Lily?- le pregunto James.
-Es que, no nada, es solo una idea, Luna, por favor sigue leyendo- le pidió a la rubia.
Hermione volvió a levantar la mano.
—Profesor..., ¿a qué se refiere usted exactamente al decir «el horror que contiene» la cámara?
—Se cree que es algún tipo de monstruo, al que sólo podrá dominar el heredero de Slytherin —explicó el profesor Binns con su voz seca y aflautada.
-Pero qué clase de monstruo es capaz de petrificar a un ser vivo- pregunto Frank a nadie en particular.
-No muchos supongo- argumento Remus- pero ceo que la cosa no va por ahí- añadió por lo bajo.
-¿Qué quieres decir con eso?- le pregunto Dora en el mismo tono para que nadie escuchara.
-Si tu fueras Salazar Slytherin ¿dejarías un monstruo para petrificar a los estudiantes?- le pregunto a la joven que un segundo después comprendió.
-No, el buscaría algo más permanente, el buscaría matarlos- agrego preocupada, eso era aún peor.
La clase intercambió miradas nerviosas.
—Pero ya les digo que no existe —añadió el profesor Binns, revolviendo en sus apuntes—. No hay tal cámara ni tal monstruo.
-Si la hay- aseguraron por lo bajo el trio.
—Pero, profesor —comentó Seamus Finnigan—, si sólo el auténtico heredero de Slytherin puede abrir la cámara, nadie más podría encontrarla, ¿no?
—Tonterías, O’Flaherty —repuso el profesor Binns en tono algo airado—, si una larga sucesión de directores de Hogwarts no la han encontrado...
-Pero al menos que fueran descendientes de Slytherin lo lograrían encontrar- aseguro Alice estando de acuerdo con el chico y la pelirroja.
—Pero, profesor —intervino Parvati Patil—, probablemente haya que emplear magia negra para abrirla...
—El hecho de que un mago no utilice la magia negra no quiere decir que no pueda emplearla, señorita Patati —le interrumpió el profesor Binns—. Insisto, si los predecesores de Dumbledore...
—Pero tal vez sea preciso estar relacionado con Slytherin, y por eso Dumbledore no podría... —apuntó Dean Thomas, pero el profesor Binns ya estaba harto.
-No debería abordar el tema de esa manera- exclamo Hermione.
-Yo en tu lugar no diría nada- le acuso Harry por lo bajo.
-¿Qué quieres decir Harry?- le pregunto de la misma forma.
- Ollivander, la varita invencible, las reliquillas de la muerte, ¿te recuerda algo?- le dijo a su amiga.
Efectivamente ella había actuado de la misma manera, negando algo que no venía en ningún libro o documento conocido, a excepción claro, de los cuentos infantiles de los magos.
—Ya basta —dijo bruscamente—. ¡Es un mito! ¡No existe! ¡No hay el menor indicio de que Slytherin construyera semejante cuarto trastero! Me arrepiento de haberles relatado una leyenda tan absurda. Ahora volvamos, por favor, a la historia, a los hechos evidentes, creíbles y comprobables.
Y en cinco minutos, la clase se sumergió de nuevo en su sopor habitual.
-Sabe profesor, tal vez debería aprender de la lectura y tratar de hacer su clase más entretenida- comentó Sirius.
-Canuto tiene razón, de que sirve conocer al detalla la historia cuando solo uno o dos estudiantes aprenderían realmente- agrego James.
—Ya sabía que Salazar Slytherin era un viejo chiflado y retorcido —dijo Ron a Harry y Hermione, mientras se abrían camino por los abarrotados corredores al término de las clases, para dejar las bolsas en la habitación antes de ir a cenar—. Pero lo que no sabía es que hubiera sido él quien empezó todo este asunto de la limpieza de sangre. No me quedaría en su casa aunque me pagaran. Sinceramente, si el Sombrero Seleccionador hubiera querido mandarme a Slytherin, yo me habría vuelto derecho a casa en el tren.
-Mal movimiento Ron- comento Ginny un tanto repuesta.
-¿Qué?, pero si es cierto Ginny- aseguro el pelirrojo ganándose miradas de odio de parte de Andrómeda y Narcisa.
-Olvidas que tu mejor amigo pudo terminar en esa casa- le rebatió al chica.
-O si- dijo descubriendo las implicaciones de su comentario.
Hermione asintió entusiasmada con la cabeza, pero Harry no dijo nada. Tenía el corazón encogido de la angustia.
Lily y James sintieron algo parecido.
Harry no había dicho nunca a Ron y Hermione que el Sombrero Seleccionador había considerado seriamente la posibilidad de enviarlo a Slytherin.
-A todos menos a Ginny- comento James.
-Eso fue una idea que te estuvo atormentando el resto de ese año verdad- no era pregunta, era exclamación, a pesar del poco contacto que habían tenido hasta el momento, ella ya conocía lo eficiente a su hijo como para saber esas cosas.
-Si mamá, el resto del año no deje de pensar en eso- acepto el azabache.
Recordaba, como si hubiera ocurrido el día anterior, la vocecita que le había hablado al oído cuando, un año antes, se había puesto el Sombrero Seleccionador.
Luna fue releyendo las palabras del sombrero seleccionador, y de cómo Harry al conocer la reputación de dicha casa pidió no ir a ella, y también de como el sombrero lo selecciono para la casa de Gryffindor.
Mientras caminaban empujados por la multitud, pasó Colín Creevey.
—¡Eh, Harry!
— ¡Hola, Colín! —dijo Harry sin darse cuenta.
—Harry, Harry... en mi clase un chaval ha estado diciendo que tú eres...
-¡¿Qué? ya empezaron con los chismes!- increpo James enojado.
-Así parece hermano- aseguro Sirius- tal vez sea necesario incrementar nuestra lista de a quien hacerle bromas- agrego con malignidad.
Varios jóvenes del futuro se tensaron de inmediato, cada uno recordaba como trataron al joven ese año, y sobre todo unos cuantos que se lo dijeron en su cara se sintieron más preocupados, pues era muy posible que eso saliera en los libros.
Pero Colín era demasiado pequeño para luchar contra la marea de gente que lo llevaba hacia el Gran Comedor. Le oyeron chillar:
—¡Hasta luego, Harry! —Y desapareció.
—¿Qué es lo que dice sobre ti un chaval de su clase? —preguntó Hermione.
—Que soy el heredero de Slytherin, supongo —dijo Harry, y el corazón se le encogió un poco más al recordar cómo lo había rehuido Justin Finch-Fletchley a la hora de la comida.
-Fue por eso- le pregunto el azabache mayor volteando a los chicos el futuro, el joven en cuanto sintió la vista sobre el bajo la mirada evidenciando que era él, inevitablemente asintió con la cabeza sintiendo como el odio el hombre aumentaba.
—La gente aquí es capaz de creerse cualquier cosa —dijo Ron, con disgusto.
Los Weasley le sonrieron al menor de sus hermanos, pese a sus defectos era alguien muy fiel para con su amigo.
La masa de alumnos se aclaró, y consiguieron subir sin dificultad al siguiente rellano.
— ¿Crees que realmente hay una Cámara de los Secretos? —preguntó Ron a Hermione.
—No lo sé —respondió ella, frunciendo el entrecejo—. Dumbledore no fue capaz de curar a la Señora Norris, y eso me hace sospechar que quienquiera que la atacase no debía de ser..., bueno..., humano.
-Bueno, siendo parecida a lunático no sería extraño que tuviera razón- argumento Sirius.
Al doblar la esquina se encontraron en un extremo del mismo corredor en que había tenido lugar la agresión. Se detuvieron y miraron. El lugar estaba tal como lo habían encontrado aquella noche, salvo que ningún gato tieso colgaba de la argolla en que se fijaba la antorcha, y que había una silla apoyada contra la pared del mensaje: «La cámara ha sido abierta.»
—Aquí es donde Filch ha estado haciendo guardia —dijo Ron.
-¿Por qué deben de estar ahí?- interrogo Lily molesta.
-Bueno, evidentemente es un pasillo muy transitado, sería muy difícil evitarlo- comento James.
-Aunque hay otros caminos a parte de ese- comento Remus.
-Pero siendo quienes son dudo que tomaran otra ruta- aseguro Sirius- ya sea por una cosa o por otra ellos siempre terminan investigando que lo que pasa.
-Pero Filch puede tomarla contra ellos si los ve ahí- le rebatió Marlene- especialmente contra Harry.
Se miraron unos a otros. El corredor se encontraba desierto.
-Por supuesto, solo a ellos les interesaría estar ahí- espeto Lily mientras que Alastor sonreía complacido, o al menos así se podría interpretar la mueca que había puesto.
—No hay nada malo en echar un vistazo —dijo Harry, dejando la bolsa en el suelo y poniéndose a gatear en busca de alguna pista.
-Lo ven, siempre terminan investigando- aseguro el oji gris.
-Pero no deberían de meterse en esos asuntos- aseguro Lily.
-Realmente no importancia si deben o no cierto, después de todo ya lo están haciendo- increpo Alastor en su tono característico ganándose una mirada severa de la mujer- tu niña, sigue leyendo- le dijo a luna.
— ¡Esto está chamuscado! —dijo—. ¡Aquí... y aquí!
—¡Ven y mira esto! —dijo Hermione—. Es extraño.
Harry se levantó y se acercó a la ventana más próxima a la inscripción de la pared. Hermione señalaba al cristal superior, por donde una veintena de arañas estaban escabulléndose, según parecía tratando de penetrar por una pequeña grieta en el cristal. Un hilo largo y plateado colgaba como una soga, y daba la impresión de que las arañas lo habían utilizado para salir apresuradamente.
-Dos marcas de quemadura, y unas arañas escapando, eso es muy extraño- seguro Nymphadora pensando en eso.
-Supongo que eso será de utilidad en algún momento- agrego Remus- por lo pronto hay que continuar con la lectura.
— ¿Habíais visto alguna vez que las arañas se comportaran así? —preguntó Hermione, perpleja.
—Yo no —dijo Harry—. ¿Y tú, Ron? ¿Ron?
Volvió la cabeza hacia su amigo. Ron había retrocedido y parecía estar luchando contra el impulso de salir corriendo.
-¿Le tienes miedo a las arañas?- le pregunto el señor Weasley a su hijo.
-Sí, y ya sabrán la razón- respondió el pelirrojo viendo con malignidad a sus hermanos.
— ¿Qué pasa? —le preguntó Harry.
—No... no me gustan... las arañas —dijo Ron, nervioso.
—No lo sabía —dijo Hermione, mirando sorprendida a Ron—. Has usado arañas muchas veces en la clase de Pociones...
-Sí, arañas muertas e indefensas- aseguro Sirius.
—Si están muertas no me importa —explicó Ron, quien tenía la precaución de mirar a cualquier parte menos a la ventana—. No soporto la manera en que se mueven.
Hermione soltó una risita tonta.
—No tiene nada de divertido —dijo Ron impetuosamente—. Si quieres saberlo, cuando yo tenía tres años, Fred convirtió mi... mi osito de peluche en una araña grande y asquerosa porque yo le había roto su escoba de juguete.
-¡¡Fred Weasley!! como te atreviste a hacer semejante cosa- le grito furiosa su madre.
-Lo… lo siento, era solo un niño tonto, no sabía lo que hacía- se defendió este asustado.
-Esa no es excusa-  le aseguro- él era mucho más pequeño que tú, ya verás lo que….
-De hecho ya lo vio mamá. O acaso crees que no lo castigaste en ese momento- argumento George tratando de defender a su gemelo.
A ti tampoco te harían gracia si estando con tu osito, le hubieran salido de repente muchas patas y...
Dejó de hablar, estremecido. Era evidente que Hermione seguía aguantándose la risa. Pensando que sería mejor cambiar de tema, Harry dijo:
-Que hubieras pensado su hubieras visitado a Aragog con nosotros- argumento por lo bajo el pelirrojo a su novia que termino abrazándolo en disculpa por lo de esa ocasión.
— ¿Recordáis toda aquella agua en el suelo? ¿De dónde vendría? Alguien ha pasado la fregona.
-No iban  a dejar todo el piso mojado- atajo Frank.
-Aun así, es un hecho que se debe tomar en consideración- aseguro Alastor.
-Bueno, tal vez, pero tu tomarías en consideración hasta una mosca que paso volado en ese momento- bromeo Sirius ganándose una mirada severa del auror.
—Estaba por aquí —dijo Ron, recobrándose y caminando unos pasos más allá de la silla de Filch para indicárselo—, a la altura de esta puerta.
Asió el pomo metálico de la puerta, pero retiró la mano inmediatamente, como si se hubiera quemado.
—¿Qué pasa? —preguntó Harry
—No puedo entrar ahí —dijo Ron bruscamente—, es un aseo de chicas.
-Hay Ronnie, eres tan inocente- se burló Fred.
-Yo en tú lugar no diría nada jovencito- le acuso Molly que seguía molesta por el incidente de la araña.
-Eso te pasa por ser vengativo sobrino- le aseguro Fabián.
-Esas cosas no son para ser usados con los hermanos- agrego Gideon.
—Pero Ron, si no habrá nadie dentro —dijo Hermione, poniéndose derecha y acercándose—; aquí es donde está Myrtle la Llorona. Venga, echemos un vistazo.
Y sin hacer caso del letrero de «No funciona», Hermione abrió la puerta.
Era el cuarto de baño más triste y deprimente en que Harry había puesto nunca los pies.
Luna fue describiendo el decadente estado en el que se encontraba el baño.
-Está peor que en nuestros días- argumento Sirius.
-No es de extrañar, nadie va a esos aseos, que interés habría en darles mantenimiento si ni siquiera se usan- afirmó Marlene ante el consentimiento de las presentes.
Hermione les pidió silencio con un dedo en los labios y se fue hasta el último retrete. Cuando llegó, dijo:
—Hola, Myrtle, ¿qué tal?
-Van a hablar con ella- dijo Gideon.
-Todo ocurrió frente a ella, tal vez supiera algo- argumento Hermione- de hecho era la única testigo que teníamos.
Harry y Ron se acercaron a ver. Myrtle la Llorona estaba sobre la cisterna del retrete, reventándose un grano de la barbilla.
—Esto es un aseo de chicas —dijo, mirando con recelo a Harry y Ron—. Y ellos no son chicas.
-Es bueno saberlo- comento con sorna Sirius.
—No —confirmé Hermione—. Sólo quería enseñarles lo... lo bien que se está aquí.
Con la mano, indicó vagamente el espejo viejo y sucio, y el suelo húmedo.
-Hay cuñadita, tu también debes ser mejor en preparar excusas- argumento George.
—Pregúntale si vio algo —dijo Harry a Hermione, sin pronunciar, para que le leyera en los labios.
—¿Qué murmuras? —le preguntó Myrtle, mirándole.
—Nada —se apresuró a decir Harry—. Queríamos preguntar...
-Mal movimiento hijo- aseguro James- con esa fantasma lo mejor es claro y directo, aunque de tos formas se pone de sensible.
-Pero se evitarían varias lamentaciones si solo van directo al punto- aseguro Remus.
-Lo dices por algo en particular- curioseo la metamorfomaga.
-No, pero ¿por qué lo preguntas?
-Tal vez esta celosa compañero- bromeo el azabache mayor.
-James comportante- le reprimió el joven indicándole a Luna que siguiera leyendo.
—¡Me gustaría que la gente dejara de hablar a mis espaldas! —Dijo Myrtle, con la voz ahogada por las lágrimas—. Tengo sentimientos, ¿sabéis?, aunque esté muerta.
—Myrtle, nadie quiere molestarte —dijo Hermione—. Harry sólo...
-Que vallan directo al punto- les apremio Sirius- de otra forma se seguirá lamentando y llorando,  y de nada servirá que hayan ido hasta ahí.
—¡Nadie quiere molestarme! ¡Ésta sí que es buena! —gimió Myrtle—. ¡Mi vida en este lugar no fue más que miseria, y ahora la gente viene aquí a amargarme la muerte!
Algunos bajaron la cabeza un poco deprimidos por eso, y solo algunos de los que la molestaron hicieron lo mismo a leer esa parte.
—Queríamos preguntarte si habías visto últimamente algo raro —dijo Hermione dándose prisa—. Porque la noche de Halloween agredieron a un gato justo al otro lado de tu puerta.
-Es raro que lo diga, pero concuerdo con James, debieron decir eso desde un principio- aseguro Lily.
—¿Viste a alguien por aquí aquella noche? —le preguntó Harry.
—No me fijé —dijo Myrtle con afectación—. Me dolió tanto lo que dijo Peeves, que vine aquí e intenté suicidarme. Luego, claro, recordé que estoy..., que estoy...
—Muerta ya —dijo Ron, con la intención de ayudar.
-¡¡Ronald!!- le reclamaron Molly Ginny y Lily- tendré que trabajar mucho contigo jovencito- continuo la señora Weasley- no es posible que seas un muchacho tan insensible.
-No sabe cuánto se lo agradecería señora Weasley- aseguro Hermione provocando varias risas.
Myrtle sollozó trágicamente, se elevó en el aire, se volvió y se sumergió de cabeza en la taza del retrete, salpicándoles, y desapareció de la vista; a juzgar por la procedencia de sus sollozos ahogados, debía de estar en algún lugar del sifón.
Harry y Ron se quedaron con la boca abierta, pero Hermione, que ya estaba harta, se encogió de hombros, y les dijo:
—Tratándose de Myrtle, esto es casi estar alegre. Bueno, vámonos...
-Yo he notado algo particular de ella- recordó Alice- y es que hay ciertos temas en los que ella parece estar complacida.
-¿En serio? ¿Cómo cuáles?- pregunto Sirius.
-Como su muerte- comento Luna- cada vez que le preguntas algo de su muerte o de lo que hizo después de eso, si es algo relacionado con eso parece estar más animada.
-Exacto- aseguro Alice- además de que tiene el mismo gusto de Peeves por las desgracias ajenas.
-Y no parecía particularmente molesta cuando espía a los prefectos en los baños- aseguro Sirius- especialmente decía cosas sobre lunático que…
-Te quieres quedar sin comer nuevamente- le advirtió Marlene.
-No ya me callo.
Algunos sonrieron por eso, a excepción de Dora que se debatía entre la curiosidad del resto de la frase y el enojo que había surgido por imaginarle a la fantasma espiando a Remus.
Harry acababa de cerrar la puerta a los sollozos gorjeantes de Myrtle, cuando una potente voz les hizo dar un respingo a los tres.
—¡RON!
-Problemas- dijeron los merodeadores y los dos pares de gemelos.
Percy Weasley, con su resplandeciente insignia de prefecto, se había detenido al final de las escaleras, con una expresión de susto en la cara.
—¡Esos son los aseos de las chicas! —gritó—. ¿Qué estás haciendo?
-Jejeje- se comenzó a reír Sirius- aunque McKinnon se enoje, solo imagínense lo que dos chicos y una chica pueden estar haciendo en los baños- el trio se sonrojo levemente.
-En serio tu eres incorregible cierto- se lamentó Marlene negando con la cabeza.
-Relájate McKinnon, si hasta tú te diviertes censurándome.
—Sólo echaba un vistazo —dijo Ron, encogiéndose de hombros—. Buscando pistas, ya sabes...
Percy parecía a punto de estallar. A Harry le recordó mucho a la señora Weasley.
—Marchaos... fuera... de aquí... —dijo, caminando hacia ellos con paso firme y agitando los brazos para echarlos—. ¿No os dais cuenta de lo que podría parecer, volver a este lugar mientras todos están cenando?
-No creo que regrese exactamente al mismo lugar- aseguro Frank
-Sí, pero Percy no es el más listo del grupo- aseguro Fred
-Ni siquiera tenía idea delo que vivían- secundo George.
-Ustedes tampoco lo estaban- les acuso Ron- aunque ciertamente de los tres, Percy era el más inoportuno y molesto.
-¡Ron!- le grito el aludido.
-Es cierto, y te lo recordare dentro de un par de capítulos- le aseguro el joven.
—¿Por qué no podemos estar aquí? —Repuso Ron acaloradamente, parándose de pronto y enfrentándose a Percy—. ¡Escucha, nosotros no le hemos tocado un pelo a ese gato!
—Eso es lo que dije a Ginny —dijo Percy con contundencia—, pero ella todavía cree que te van a expulsar. No la he visto nunca tan afectada, llorando amargamente. Podrías pensar un poco en ella, y además, todos los de primero están asustados.
-Dices eso, pero tú tampoco fuiste muy atento con ella- le acuso Ron.
Percy bajo la vista, el creía que lo que le pasaba a su hermanita no era tan grave como lo que en verdad le ocurría, tal vez si hubiera estado un poco más atento.
-Huy Percy, que tu hermano menor te cierre la boca de esa forma- argumento George en broma.
-Ustedes mejor ni hablen- los callo Ginny al ver que Fred secundaria a su gemelo- o quieren que les recuerde como pretendían levantarme el ánimo.
-¿Que hacían?- le pregunto Molly con severidad.
-Ya lo veras mamá- la aseguro la joven Weasley.
—A ti no te preocupa Ginny —replicó Ron, enrojeciendo hasta las orejas—a ti sólo te preocupa que yo eche a perder tus posibilidades de ser Representante del Colegio.
-Bueno, en esa época era bien conocida sus ansias de poder- aseguro Fred mirando a su hermano.
Sin duda alguna lo haría pagar bastante por abandonar a su familia un par de años después.
—¡Cinco puntos menos para Gryffindor! —Dijo Percy secamente, llevándose una mano a su insignia de prefecto—. ¡Y espero que esto te enseñe la lección! ¡Se acabó el hacer de detective, o de lo contrario escribiré a mamá!
Y se marchó con el paso firme y la nuca tan colorada como las orejas de Ron.
-Los castigaste porque estaban de detectives, o porque misiono lo de ser representante del colegio- le pregunto Sirius, pero el pelirrojo no respondió nada y bajo la vista, lo que dejo mucho que desear.
Aquella noche, en la sala común, Harry, Ron y Hermione escogieron los asientos más alejados del de Percy. Ron estaba todavía de muy mal humor y seguía emborronando sus deberes de Encantamientos. Cuando, sin darse cuenta, cogió su varita mágica para quitar las manchas, el pergamino empezó a arder.
-En verdad necesitabas otra varita- comento Arthur al ver los problemas por los que pasaba su hijo.
-Sí, pero no me atreví a pedirles otra- comento el joven.
-Pero aun así Ron- le dijo Charlie- yo creo que un howler de mamá no sería peor que lidiar con esa defectuosa varita todo el año.
-Al menos el howler duraría solo unos minutos- lo apoyo Hermione.
 -Claro, como a ustedes no les enviaron uno- de defendió el pelirrojo.
Casi echando tanto humo como sus deberes, Ron cerró de golpe El libro reglamentario de hechizos (clase 2). Para sorpresa de Harry, Hermione lo imitó.
-Pero de seguro ella ya lo tenía ternado su trabajo- aseguro
—Pero ¿quién podría ser? —dijo con voz tranquila, como si continuara una conversación que hubieran estado manteniendo—. ¿Quién querría echar de Hogwarts a todos los squibs y los de familia muggle?
-Hay muchos candidatos en esa lista castaña- seguro Sirius- empezando por ese rubio idiota- increpo logrando que Draco bajara la vista- no hablo de ti sobrino, sino de tui padre.- agregó al notar que sus palabras se podrían mal interpretar.
-Sí, pero en ese momento era yo el que estaba en el colegio- añadió el joven.
—Pensemos —dijo Harry con simulado desconcierto—. ¿Conocemos a alguien que piense que los que vienen de familia muggle son escoria?
Miró a Hermione. Hermione miró hacia atrás, poco convencida.
—Si te refieres a Malfoy...
—¡Naturalmente! —dijo Ron—. Ya lo oísteis: «¡Los próximos seréis los sangre sucia!» Venga, no hay más que ver su asquerosa cara de rata para saber que es él...
-Bueno, eso era una posibilidad- aseguro James.
-Yo no lo reo- le discutió Remus.
-Pero lunático, los Malfoy es una familia bastante antigua- dijo evidenciando su desagrado- y por generaciones han estado en la casa de Slytherin.
-Justamente por eso lo pone en duda- aseguro Dora- si estuvieran emparentados directamente con Slytherin, porque no hicieron algo así con anterioridad, digo, han tenido varis siglos no.
 -Yo estoy de acuerdo con ellos- hablo Dumbledore- aunque yo tengo mis propias razones, pero dejemos que la señorita Lovegood que continúe.
—¿Malfoy, el heredero de Slytherin? —dijo escépticamente Hermione.
Remus sonrió complicado, ella cubría perfectamente el puesto que él tenía con los merodeadores, eso les seria de mucha ayuda a los muchachos.
—Fíjate en su familia —dijo Harry, cerrando también sus libros—. Todos han pertenecido a Slytherin, él siempre alardea de ello. Podrían perfectamente ser descendientes del mismo Slytherin. Su padre es un verdadero malvado.
Todos asintieron en conformidad con las palabras del joven en cuestión a Severus, para nadie era desconocido su cercanía con Voldemort y los mortifagos.
—¡Podrían haber conservado durante siglos la llave de la Cámara de los Secretos! —dijo Ron—. Pasándosela de padres a hijos...
-El gran Salazar Slytherin no usaría algo tan mundano como una simple llave- exclamo Lucius, y nadie podía discutirle ese argumento.
—Bueno —dijo cautamente Hermione—, supongo que puede ser.
—Pero ¿cómo podríamos demostrarlo? —preguntó Harry; en tono de misterio.
—Habría una manera —dijo Hermione hablando despacio, bajando aún más la voz y echando una fugaz mirada a Percy
James y Sirius se comenzaron a reír por lo bajo.
-Esa era la actitud de Reus cuando nos proponía alguna broma- explico James al notar las miradas interrogantes de todos.
Por supuesto, sería difícil. Y peligroso, muy peligroso. Calculo que quebrantaríamos unas cincuenta normas del colegio.
—Sí, dentro de un mes más o menos, te parece que podrías empezar a explicárnoslo, háznoslo saber, ¿vale? —dijo Ron, airado.
Los gemelos Weasley y Prewet se rieron divertidos por la actitud de su hermano y su sobrino respectivamente.
—De acuerdo —repuso fríamente Hermione—. Lo que tendríamos que hacer es entrar en la sala común de Slytherin y hacerle a Malfoy algunas preguntas sin que sospeche que somos nosotros.
-A, nada mas eso- ironizo Sirius- ¿por qué no revivimos a esa cara de serpiente de Slytherin y se lo preguntamos directamente?- propuso en burla.
-Bueno he de admitir que es una idea muy descabellada viniendo de alguien tan lista- aseguro Lily viendo a la chica con extrañeza, pero entonces se le vino algo a la mente- a menos que… no eso es imposible- dijo tratando de descartar la idea- lo es vedad- les pregunto a los joven del futuro que se vieron entre ellos, pero o respondieron.
-¿De qué habas Lily?- le pregunto James que no entendía.
-Hay una forma de hacerlo- comento Alastor- y en verdad me impresionaran si logan hacerlo.
-¿De qué están hablando?- pregunto Sirius con impaciencia.
-Supongo que lo dirán en el libro, pero se tratara de una poción en específico- comentó Nymphadora antes de pedirle a Luna que continuará.
—Pero eso es imposible —dijo Harry, mientras Ron se reía.
—No, no lo es —repuso Hermione—. Lo único que nos haría falta es una poción multijugos.
-¡¿Qué?!- dijeron muchos a la vez.
-Pero esa es una poción muy complicada de hacer- aseguro el profesor Flitwick sin pódelo creer- en especial para unos jóvenes de segundo año.
-Si logran hacerlo, seria impresionante- exclamo Slughorn que los contemplaba como prodigios, o como si fueran la joyas más valiosas  de su club de eminencias.
-Pero, no creo que lo logren, ¿o sí?- indago Alice sin saber que pensar.
Nadie respondió nada, pero todos los veían sorprendidos, pero en especial los profesores que no podían creer que ellos intentaran una hazaña como esa.
-Pudo haber sido… aquella vez- decía Draco por lo bajo por lo que solo Astoria lo escava, les hizo una señal a Harry y Ron que voltearon- ¿Crabbe y Goyle?- les pregunto a los otros dos que asintieron de inmediato comprendiendo lo que les estaba preguntando.
—¿Qué es eso? —preguntaron a la vez Harry y Ron.
—Snape la mencionó en clase hace unas semanas.
—¿Piensas que no tenemos nada mejor que hacer en la clase de Pociones que escuchar a Snape? —dijo Ron.
Inevitablemente los merodeadores se rieron por el comentario.
—Esa poción lo transforma a uno en otra persona. ¡Pensad en ello! Nos podríamos convertir en tres estudiantes de Slytherin. Nadie nos reconocería. Y seguramente Malfoy nos diría algo. Lo más probable es que ahora mismo esté alardeando de ello en la sala común de Slytherin.
-Sí que te conocían- comento Astoria- en ese tiempo no perdías oportunidad en alardear de cualquier cosa.
-Gracias Tory- ironizo el rubio
-De nada novio mío- respondió risueña besándolo en la mejilla.
—Esto del multijugos me parece un poco peligroso —dijo Ron, frunciendo el entrecejo—. ¿Y si nos quedamos para siempre convertidos en tres de Slytherin?
—El efecto se pasa después de un rato —dijo Hermione, haciendo un gesto con la mano como para descartar ese inconveniente—, pero lo realmente difícil será conseguir la receta. Snape dijo que se encontraba en un libro llamado Moste Potente Potions que se encuentra en la Sección Prohibida de la biblioteca.
-Bueno, eso de seguro les costaría trabajo- aseguro Sirius.
-Pero también algunos de los ingredientes serán difíciles de conseguir- aseguro Marlene- seguramente tendrían que robarlos o algo así.
-Esa es la actitud McKinnon- le festejo el animago.
-No los estoy incitando Sirius-s defendió a rubia- solo estoy resaltando los problemas que tendrían.
Solamente había una manera de conseguir un libro de la Sección Prohibida: con el permiso por escrito de un profesor.
—Será difícil explicar para qué queremos ese libro si no es para hacer alguna de las pociones.
Lily y Molly respiraron con cierto alivio, pensaban que nunca conseguirían a nadie que les autorizara eso a unos niños de doce años.
—Creo —dijo Hermione— que si consiguiéramos dar la impresión de que estábamos interesados únicamente en la teoría, tendríamos alguna posibilidad...
—No te fastidia... ningún profesor se va a tragar eso —dijo Ron—. Tendría que ser muy tonto...
-¡Lockhart!- dijeron de inmediato los merodeadores.
-O con un demonio- exclamo Lily- es cierto, por muy imbécil que fuera, él es un profesor- se lamento
-Pero no sería tan idiota- hablo Molly preocupada.
-Ya lo creo que si- argumento Remus- los chicos le sonsacarían su afirma sin problema.
-Si los comparamos con Lockhart, ellos son más listos- aseguro Dora.
-Eso no me complace en lo más mínimo- seguro la pelirroja- Luna podrías continuar- le pidió a la rubia.
-He claro- respondió- ese era final del capítulo, pero si quieren puedo leer el siguiente.
-No será necesario querida- le aseguro Alice- pásamelo, yo leo el siguiente.
-Pero ¿no habías leído ya?- le pregunto Sirius.
-Sí, ¿algún problema?- dijo desafiante.
-No ninguno- respondió.

Sin perder tiempo Luna le pasó el libro nuevamente el libro a Alice que lo abrió en el siguiente capítulo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario