martes, 12 de agosto de 2014

Capítulo 28.- El cumpleaños de muerte

-Muy bien, ¿qué te parce leer el último capítulo de hoy Ron?- le pregunto Percy a su hermano.
-He, si claro- acepto el joven recibiendo el libro- el siguiente capítulo se llama, “El cumpleaños de muerte”- leyó.
-¿Cumpleaños de muerte?- repitió Sirius- es decir que festeja el día en que murieron, porque.
-Es una celebración de los fantasmas, y para algunos de ellos es algo importante- aseguro Lily.
Llegó octubre y un frío húmedo se extendió por los campos y penetró en el castillo. La señora Pomfrey, la enfermera, estaba atareadísima debido a una repentina epidemia de catarro entre profesores y alumnos.
-Y es aún peor por su carácter- comentó Sirius.
-Pero aun así ella es la mejor- aseguro Remus recordando cuando lo atendía cada mes.
Su poción Pepperup tenía efectos instantáneos, aunque dejaba al que la tomaba echan-do humo por las orejas durante varias horas. Como Ginny Weasley tenía mal aspecto, Percy le insistió hasta que la probó.
La pelirroja se abrazó más a Harry al recordar esa ocasión y Percy bajo la cabeza apesadumbrado, en ese momento no parecía muy importante pero después de saber lo que había pasado no podía evitar sentirse mal.
El vapor que le salía de debajo del pelo producía la impresión de que toda su cabeza estaba ardiendo.
Ron fue describiendo el clima lluvioso de esos días, como el lago creció gracias a esto al igual que el tamaño de las calabazas de Hagrid.
El entusiasmo de Oliver Wood, sin embargo, no se enfrió, y por este motivo Harry, a última hora de una tormentosa tarde de sábado, cuando faltaban pocos días para Halloween, se encontraba volviendo a la torre de Gryffindor, calado hasta los huesos y salpicado de barro.
-¡¿Practicaron bajo esas condiciones?!- se escandalizo Lily.
-Tranquila Lily, lo jugadores profesiones practican en condiciones mucho más difíciles- aseguro James.
-Pero ellos no son jugadores profesionales, son solo estudiantes James, no sería raro que se enfermaran también por eso- le aseguro la pelirroja molesta.
Aunque no hubiera habido ni lluvia ni viento, aquella sesión de entrenamiento tampoco habría sido agradable. Fred y George, que espiaban al equipo de Slytherin, habían comprobado por sí mismos la velocidad de las nuevas Nimbus 2.001.
-No le gusta que lo espíen, pero bien que deja que ellos lo hagan verdad- comentó Alice.
-Es como James, solo cuando le conviene acepta esas prácticas- comento Remus.
-Hey, que yo nunca le pedí a nadie de mi equipo que hiciera algo como eso- se defendió el azabache.
-No, pero cuando algún miembro lo hacía no lo reprimías ni nada- aseguro Remus- no los incitabas, pero tampoco hacías nada para impedirlo.
Dijeron que lo único que podían describir del juego del equipo de Slytherin era que los jugadores cruzaban el aire como centellas y no se les veía de tan rápido como volaban.
-Las escobas solo son la mitad de la habilidad de un equipo- seguro James herido en su orgullo- lo que más importa son los jugadores que están sobre las escobas.
Harry caminaba por el corredor desierto con los pies mojados, cuando se encontró a alguien que parecía tan preocupado como él. Nick Casi Decapitado, el fantasma de la torre de Gryffindor, miraba por una ventana, murmurando para sí: «No cumplo con las características... Un centímetro... Si eso...»
-¿Nick?, entonces de él es el cumpleaños de muerte- aventuro Ted.
-Yo estoy más interesado por saber qué es lo que estaba murmurando- agrego Sirius.
—Hola, Nick —dijo Harry.
—Hola, hola —respondió Nick Casi Decapitado, dando un respingo y mirando alrededor.
Ron leyó la descripción del fantasma así como la ropa que llevaba puesta.
—Parecéis preocupado, joven Potter —dijo Nick, plegando una carta transparente mientras hablaba, y metiéndosela bajo el jubón.
-Yo me sigo peguntando como consiguen esas cosas- se aventuró Sirius- digo, no pueden matar un pedazo de pergamino como para que…
-¡Sirius!, por favor- le interrumpió Marlene- deja esos comentarios inútiles a un lado, hay otras cosas más importantes.
-Ya lo sé McKinnon, pero es solo simple curiosidad.
—Igual que usted —dijo Harry.
— ¡Bah! —Nick Casi Decapitado hizo un elegante gesto con la mano—, un asunto sin importancia... No es que realmente tuviera interés en pertenecer... aunque lo solicitara, pero por lo visto «no cumplo con las características». —A pesar de su tono displicente, tenía amargura en el rostro—. Pero cualquiera pensaría, cualquiera —estalló de repente, volviendo a sacar la carta del bolsillo—, que cuarenta y cinco hachazos en el cuello dados con un hacha mal afilada serían suficientes para permitirle a uno pertenecer al Club de Cazadores Sin Cabeza.
-¡¿Cuarenta y cinco hachazos?!- exclamaron varios en el gran comedor, si bien conocían al fantasma de Gryffindor nunca creyeron que hubiera tenido un final como aquel.
-Cielos, y todo para que su cabeza terminara colgando- exclamo Sirius.
-Lo que le hicieron fue más que inhumano- exclamo Lily horrorizada.
-Y hablando de eso, ¿alguien sabe por qué el castigo?- pregunto Alice al aire.
-No, no lo sabemos- aseguró James- cada vez que tratamos de tocar el tema se pone como Hagrid cuando queremos preguntarle de su expulsión.
—Desde luego —dijo Harry, que se dio cuenta de que el otro esperaba que le diera la razón.
Algunos sonreían medio en burla, era obvio que el chico no entendía en lo más mínimo de lo que hablaba, por lo que solo le quedo seguirle la corriente al fantasma.
—Por supuesto, nadie tenía más interés que yo en que todo resultase limpio y rápido, y habría preferido que mi cabeza se hubiera desprendido adecuadamente, quiero decir que eso me habría ahorrado mucho dolor y ridículo. Sin embargo... —Nick Casi Decapitado abrió la carta y leyó indignado:
-Ha claro- exclamo Frank- de seguro está hablando de ese grupo de fantasmas que siempre están juntos.
-Los que están decapitaos, si tiene sentido- intervino Alice- pero entonces formaron un club.
-Así parece- aventuro Frank
-Ay, pero ni quien quiera estar con esos- atajo Sirius- el fantasma que los dirige, ¿cómo se llama?
-Sir Patrick Delaney-Podmore - le respondió Remus
-Sí, ese Patrick es un egocéntrico petulante, Nick no necesita juntarse con esos idiotas- aseguro el
Ron leyó el contenido de la carta que Nick había recibido, así como las razones y los juegos de los que no podría participar solo porque su cabeza no estaba completamente desprendida de su cuerpo.
Indignado, Nick Casi Decapitado volvió a guardar la carta.
—¡Un centímetro de piel y tendón sostiene la cabeza, Harry! La mayoría de la gente pensaría que estoy bastante decapitado, pero no, eso no es suficiente para sir Bien Decapitado-Podmore.
-Lo dicho es un maldito petulante- aseguro el oji gris.
Nick Casi Decapitado respiró varias veces y dijo después, en un tono más tranquilo:
—Bueno, ¿y a vos qué os pasa? ¿Puedo ayudaros en algo?
-Ese Nick siempre es tan bueno,-aseguro James- siempre nos ayudaba y se preocupaba por nosotros, en verdad no merecía morir así, o si al menos lo hubieran hecho bien para que se uniera al club.
-No dudo que sea bueno, pero el fraile gordo de Hufflepuff era aún más amable que él- aseguro Tonks.
-Sí, pero debes admitir que era demasiado amable- atajo Remus- le era difícil ponerse firme ante alguien aun cuando sabía que estaba haciendo algo malo.
—No —dijo Harry—. A menos que sepa dónde puedo conseguir siete escobas Nimbus 2.001 gratuitas para nuestro partido contra Sly..
El resto de la frase de Harry no se pudo oír porque la ahogó un maullido estridente que llegó de algún lugar cercano a sus tobillos.
-¡La señora Norris!- exclamaron los gemelos Weasley- eso te meterá en problemas compañero- continuo Fred.
-Pero si no está haciendo nada malo- lo defendió James.
-Pero está en los pasillos cubierto de barro, eso será suficiente para ese maldito- exclamo Lily.
Bajó la vista y se encontró un par de ojos amarillos que brillaban como luces. Era la Señora Norris, la gata gris y esquelética que el conserje, Argus Filch, utilizaba como una especie de segundo de a bordo en su guerra sin cuartel contra los estudiantes.
—Será mejor que os vayáis, Harry —dijo Nick apresuradamente—. Filch no está de buen humor. Tiene gripe y unos de tercero, por accidente, pusieron perdido de cerebro de rana el techo de la mazmorra 5; se ha pasado la mañana limpiando, y si os ve manchando el suelo de barro...
-Filch cuando está de buen humor- atajo George.
-Pero después de lo que dice Nick, será mucho más insoportable- agrego Fred.
—Bien —dijo Harry, alejándose de la mirada acusadora de la Señora Norris. Pero no se dio la prisa necesaria. Argus Filch penetró repentinamente por un tapiz que había a la derecha de Harry, llamado por la misteriosa conexión que parecía tener con su repugnante gata, a buscar como un loco y sin descanso a cualquier infractor de las normas.
-Siempre metiéndote en problemas hermano- comento Ron interrumpiendo su propia lectura.
-Lo dices como si tú no te metieras en líos conmigo- le rebatió el azabache.
-Bueno si, pero tú tienes más problemas que yo o Hermione.
-Eso es muy reconfortante- dijeron al mismo tiempo Lily y Molly viéndolos con represión.
-Yo creo que lo mejor es que continúes Ron- atajo Hermione con una gran sonrisa.
—¡Suciedad! —gritó, con la mandíbula temblando y los ojos salidos de las órbitas, al tiempo que señalaba el charco de agua sucia que había goteado de la túnica de quidditch de Harry—. ¡Suciedad y mugre por todas partes! ¡Hasta aquí podíamos llegar! ¡Sígueme, Potter!
Así que Harry hizo un gesto de despedida a Nick Casi Decapitado y siguió a Filch escaleras abajo, duplicando el número de huellas de barro.
-Por lo que tendrá que limpiar el doble- tajo James- no fue muy brillante de su parte.
-Eso se gana por su mal genio- aseguró Lily.
Varios le dieron la razón a la pelirroja pero en especial Severus, el conocía muy bien las consecuencias de tener a la ira como consejera.
Harry no sabía entrado nunca en la conserjería de Filch.
-Nosotros la conocimos en primer año-aseguro Sirius.
-Nosotros también- agregaron los gemelos Weasley al unísono, lo recordaban bien pues gracias a eso se hicieron con el mapa del merodeador.
-Es bueno saberlo, así podre prepararles un castigo adecuado- aseguro Molly observando a sus hijos.
-Huy, ceo que están en problemas.
-Y si no dejas que sigan leyendo tú también los tendrás- aseguro Marlene.
Ron fue describiendo la conserjería, sin ventanas y poco iluminada así como ese particular olor a pescado frito que se recibía, fue leyendo acerca de los archiveros y las cadenas y esposas que colgaban en la pared con las que pedía que se hicieran los castigos.
-Yo nunca permitiría castigos de ese tipo en mi escuela- aseguro el anciano director notablemente molesto por la idea.
-Lo que sí, es que la conserjería no ha cambiado nada en esos años- comento James.
-Lo único que pareció cambiar es que nuestro cajón de castigos fue sustituido por el de los gemelos-agregó Sirius- en serio son dignos sucesores.
Harry recordaba muy bien de lo que hablaba su padrino, no por nada había pasado un castigo interminable acomodando sus múltiples bromas.
Filch cogió una pluma de un bote que había en la mesa y empezó a revolver por allí buscando pergamino.
—Cuánta porquería —se quejaba, furioso—: mocos secos de lagarto silbador gigante..., cerebros de rana..., intestinos de ratón... Estoy harto... Hay que dar un escarmiento... ¿Dónde está el formulario? Ajá...
-Si le disgusta tanto, ¿por qué no busca otro trabajo?- atajo Ted con seguridad.
-Es cierto, el castillo es muy grande como para que alguien como él se encargue de todo- agrego Andrómeda.
-Lo curioso de todo esto- comenzó Dumbledore-es que él no ha aceptado otro trabajo, aun cuando diga odiar limpiar y a los estudiantes, él sé a negado a irse.
-Pero porque-dijeron algunos que no entendían- al final los que más sufrimos somos los estudiantes- agrego Sirius
-Me temo que ni yo mismo les podría responder a eso- aseguro el profesor- pero por favor joven Weasley, podría continuar- le solicito.
Encontró un pergamino en el cajón de la mesa y lo extendió ante sí, y a continuación mojó en el tintero su larga pluma negra.
—Nombre: Harry Potter. Delito: ...
—¡Sólo fue un poco de barro! —dijo Harry.
-Hay Harry, siempre tienes que discutir verdad- comento Lily con una sonrisa.
-Al igual que tu amiga- aseguro Alice- eso es algo que compartes con james, y es que cuando los castigaban siempre tenían que discutir.
-¿A ti te castigaron mamá?- le pregunto Harry.
-Solo fueran dos o tres veces durante siete años, y no de la misma magnitud que tu padre o tu- le aseguro la pelirroja.
—Sólo es un poco de barro para ti, muchacho, ¡pero para mí es una hora extra fregando! —gritó Filch. Una gota temblaba en la punta de su protuberante nariz—. Delito: ensuciar el castillo. Castigo propuesto: ...
Secándose la nariz, Filch miró con desagrado a Harry, entornando los ojos. El muchacho aguardaba su sentencia conteniendo la respiración.
-¿Qué castigo te dieron ese vez Harry?- le pregunto Fred.
-Sí, yo no recuerdo que tuvieras otro castigo- continuo George.
-Es porque no los castigaron- aseguro Ron- denme seguir leyendo y verán cómo se salvó.
Pero cuando Filch bajó la pluma, se oyó un golpe tremendo en el techo de la conserjería, que hizo temblar la lámpara de aceite.
—¡PEEVES! —bramó Filch, tirando la pluma en un acceso de ira—. ¡Esta vez te voy a pillar, esta vez te pillo!
Y, olvidándose de Harry, salió de la oficina corriendo con sus pies planos y con la Señora Norris galopando a su lado.
-Esa fue una buena sincronía- exclamo Fred.
-No, yo creo que sir Nicolas tuvo algo que ver- aseguro Remus.
-Pero Peeves solo obedece al barón sanguinario- contraataco George.
-Pero en ese caso lo están incitando a hacer desastre, no se negaría precisamente ante algo así- salió a la defensa Dora.
-ese es buen punto sobrina- aseguro Sirius- siempre que se trate de hacer desorden Peeves está dispuesto.
Ron fue leyendo acerca del poltergeist y de cómo estaba agradecido con él a pesar de desagradarle totalmente.
Pensando que tendría que aguardar a que Filch regresara, Harry se sentó en una silla apolillada que había junto a la mesa.
-Hay Harry- se lamentaron los bromistas.
-En eso eres igual a Lily hijo- le aseguro james- cualquiera de nosotros habíamos aprovechado para salir corriendo.
-Aunque es posible que Filch lo buque para el castigo- aseguro Lily- pero tal vez si debiste de irte de ahí.
-Esa es mi Lily- la alegro James abrazando y besando a su novia.
Aparte del formulario a medio rellenar, sólo había otra cosa en la mesa: un sobre grande, rojo y brillante con unas palabras escritas con tinta plateada. Tras echar a la puerta una fugaz mirada para comprobar que Filch no volvía en aquel momento, Harry cogió el sobre y leyó:
-Harry, porque siempre te debes meter en donde no te concierne se lamentó  Lily- deberías aprender a no ser tan curioso.
-Eso nos hubiera sido útil mientras crecíamos- comento Hermione risueña.
-Gracias Hermione, es bueno saber que puedo contar contigo- ironizo el azabache.
«EMBRUJORRÁPID»
Curso de magia por correspondencia
para principiantes
Varias personas soltaron risas pero en especial fueron los bromistas quienes no pusieron reprimir sus carcajadas.
Intrigado, Harry abrió el sobre y sacó el fajo de pergaminos que contenía. En la primera página, la misma escritura color de plata con florituras decía:
Ron comenzó a leer el contenido comercial de la carta de Embrujorrápid, continuo con los supuestos testimonios que hablaban en favor de dicho curso.
Extrañado, Harry hojeó el resto del contenido del sobre. ¿Para qué demonios quería Filch un curso de Embrujorrápid? ¿Quería esto decir que no era un mago de verdad? Harry leía «Lección primera: Cómo sostener la varita.
-¿Qué?, es en serio- atajo Gideon- ¿eso de verdad sirve de alguna forma?
-Posiblemente no, pero mientras haya gente que lo crea se venderá- agregó Fabián.
Consejos útiles», cuando un ruido de pasos arrastrados le indicó que Filch regresaba. Metiendo los pergaminos en el sobre, lo volvió a dejar en la mesa y en aquel preciso momento se abrió la puerta.
Filch parecía triunfante.
-Eso es malo, ese idiota está regresando y tu aun estás leyendo sus cosas- hablo Sirius- en serio cachorro debiste correr cuando tuviste la oportunidad.
—¡Ese armario evanescente era muy valioso! —decía con satisfacción a la Señora Norris—. Esta vez Peeves es nuestro, querida.
-¿Será el mismo armario que…?- pregunto por lo bajo Draco al trio.
-Yo creo que si- respondió el azabache.
-Eso explica por qué estaba en tan pésimo estado- aseguro el rubio.
Sus ojos tropezaron con Harry y luego se dirigieron como una bala al sobre de Embrujorrápid que, como Harry comprendió demasiado tarde, estaba a medio metro de distancia de donde se encontraba antes.
-Ligero error compañero- comento George.
La cara pálida de Filch se puso de un rojo subido. Harry se preparó para acometer un maremoto de furia. Filch se acercó a la mesa cojeando, cogió el sobre y lo metió en un cajón.
—¿Has... lo has leído? —farfulló.
—No —se apresuró a mentir.
-No te va a creer- aventuro Lily un tato triste por su hijo.
Filch se retorcía las manos nudosas.
—Si has leído mi correspondencia privada..., bueno, no es mía..., es para un amigo..., es que claro..., bueno pues...
Harry lo miraba alarmado; nunca había visto a Filch tan alterado. Los ojos se le salían de las órbitas y en una de sus hinchadas mejillas había aparecido un tic que la bufanda de tejido escocés no lograba ocultar.
—Muy bien, vete... y no digas una palabra... No es que..., sin embargo, si no lo has leído... Vete, tengo que escribir el informe sobre Peeves... Vete...
-Bien gritaron los merodeadores- por fortuna te salvaste de esa.
-Yo aún pensó que Nick tuvo algo que ver- aseguro Remus- no fue tanto por la suerte.
-Sí, puede que tengas razón lunático- acepto el oji gris- hey, quieres apostar.
-Tío, cuantas veces tienes que perder una apuesta contra Remus para que estés tranquilo- interrumpió Nymphadora de forma cansina.
-Las suficientes como para que le gane al menos una vez- aseguro con mucho orgullo.
Los demás negaron con la cabeza por la actitud del hombre antes de que el pelirrojo retomara la lectura.
Asombrado de su buena suerte, Harry salió de la conserjería a toda prisa, subió por el corredor y volvió a las escaleras. Salir de la conserjería de Filch sin haber recibido ningún castigo era seguramente un récord.
Todos los que alguna vez estuvieron en ese maldito lugar sonrieron, sin duda no sabían de nadie que hubiera salido de ahí sin castigo alguno.
—¡Harry! ¡Harry! ¿Funcionó?
Nick Casi Decapitado salió de un aula deslizándose.
-Ya lo vez pulgoso, yo lo decía- afirmo con seguridad Remus.
-Otra vez con lo de las pulgas Lupin- exclamó el aludido- pero en fin, por lo menos no aposte en esta ocasión.
Tras él, Harry podía ver los restos de un armario grande, de color negro y dorado, que parecía haber caído de una gran altura.
-Debimos destruirlo cuando en ese momento- comentó por lo bajo Harry recordando lo que había ocurrido.
Draco bajo la cara apenado, él había estado todo un año reparando el armario, pero ahora se arrepentía de lo que había hecho.
—Convencí a Peeves para que lo estrellara justo encima de la conserjería de Filch —dijo Nick emocionado—; pensé que eso le podría distraer.
—¿Ha sido usted? —dijo Harry, agradecido—. Claro que funcionó, ni siquiera me van a castigar. ¡Gracias, Nick!
-Fue una buena sincronía- aseguro Fred.
-Gracias a eso se libró del castigo- continúo George.
-A eso y que Harry vio su correspondencia- agrego Gideon.
-Al final estaba tan molesto que nada más le importaba- termino Fabián.
Se fueron andando juntos por el corredor. Nick Casi Decapitado, según notó Harry, sostenía aún la carta con la negativa de sir Patrick.
—Me gustaría poder hacer algo para ayudarle en el asunto del club —dijo Harry.
Los amigos del joven sonrieron cuando se leyó es parte, era clásico del azabache actuar de esa manera, por su parte Lily estaba contenta con él por su forma de ser y James estaba conforme con su hijo por querer devolverle el favor al fantasma
Nick Casi Decapitado se detuvo sobre sus huellas, y Harry pasó a través de él. Lamentó haberlo hecho; fue como pasar por debajo de una ducha de agua fría.
—Pero hay algo que podríais hacer por mí —dijo Nick emocionado—. Harry, ¿sería mucho pedir...? No, no vais a querer...
-Si lo va a hacer- dijeron al unísono Ron, Hermione Ginny y Draco.
-Valla ahijado, hasta tu enemigo del colegio te conoce bien he- comento en burla Sirius.
—¿Qué es? —preguntó Harry.
—Bueno, el próximo día de Todos los Santos se cumplen quinientos años de mi muerte —dijo Nick Casi Decapitado, irguiéndose y poniendo aspecto de importancia.
—¡Ah! —exclamó Harry, no muy seguro de si tenía que alegrarse o entristecerse—. ¡Bueno!
-Es un poco de ambas, pero más que nada es algo que suelen celebrar- hablo Lily- es un evento importante para ellos como ya lo había dicho, y no es muy común ver a alguien vivo en esas fiestas.
-Gracias pelirroja, es un places escuchar esas explicaciones que le haces al libro… auch- grito con fuerza-  ¿por qué el zape McKinnon?
-Porque Lily está muy lejos para hacerlo ella misma- aseguro la rubia.
-Gracias Marlene- le dijo la pelirroja.
—Voy a dar una fiesta en una de las mazmorras más amplias. Vendrán amigos míos de todas partes del país. Para mí sería un gran honor que vos pudierais asistir. Naturalmente, el señor Weasley y la señorita Granger también están invitados. Pero me imagino que preferiréis ir a la fiesta del colegio. —Miró a Harry con inquietud.
—No —dijo Harry enseguida—, iré...
-El famoso Harry Potter en su fiesta de muerte, de seguro será un gran invitado- aseguro Frank con sorna.
-Harry cumplirá su palabra, y Hermione aceptaría acompañarlo, pero no creo que ron acepte ir con tanta facilidad- comento Alice.
-Pero aun lo ara- aseguro Neville- sin importar que ellos siempre andan juntos.
—¡Mi estimado muchacho! ¡Harry Potter en mi cumpleaños de muerte! Y.. —dudó, emocionado—. ¿Tal vez podríais mencionarle a sir Patrick lo horrible y espantoso que os resulto?
—Por supuesto —contestó Harry.
Nick Casi Decapitado le dirigió una sonrisa.
-Eso estará un poco complicado- comento Sirius.
-Muy cierto, no es para hablar mal de nuestro fantasma, pero él no es tan aterrador como quiere parecer- aseguro James.
-Pero aun así nada pierden con intentarlos- salió a la defensa Lily.
—¿Un cumpleaños de muerte? —dijo Hermione entusiasmada, cuando Harry se hubo cambiado de ropa y reunido con ella y Ron en la sala común—. Estoy segura de que hay muy poca gente que pueda presumir de haber estado en una fiesta como ésta. ¡Será fascinante!
-Y los que han ido no lo presumen como creen, verdad cuñada- comento Fred.
-Es cierto, hasta hoy nos enteramos que fueron a un cumpleaños de muerte- agregó George.
-Con gusto se los habíamos dicho, pero después de lo que pasó cuando salimos de la fiesta no teníamos cabeza para nada más- aseguro Ron.
-¿Lo que paso después?- preguntó James.
-Sí, probablemente al final de este o al inicio del siguiente aparecerá lo que ocurrió- intervino Harry antes de que preguntaran más.
-Pero si es hasta el siguiente capítulo sea hasta mañana- tajo Sirius- podríamos seguir leyendo hasta que
-Claro que si Sirius- le interrumpió Marlene- solamente vamos a dilatar la cena sabe por cuánto tiempo más.
-Por otro lado- hablo el animago después de recapacitar- todo eso ya paso o no, bien podríamos esperar un poco
-Felicidades Marlene- dijo Alice- ya averiguaste una forma para controlar a Sirius- agrego provocando varias risas y un poco de enojo de parte de su club de fans.
—¿Para qué quiere uno celebrar el día en que ha muerto? —dijo Ron, que iba por la mitad de su deberes de Pociones y estaba de mal humor—. Me suena a aburrimiento mortal.
-Si Hermione se parece a mí, Ron es igual a ti- aseguró Remus viendo a su amigo.
-Sí, ya decía yo que ese pelirrojo era genial- le rebatió el oji gris con una sonrisa.
La lluvia seguía azotando las ventanas, que se veían oscuras, aunque dentro todo parecía brillante y alegre. La luz de la chimenea iluminaba las mullidas butacas en que los estudiantes se sentaban a leer, a hablar, a hacer los deberes o, en el caso de Fred y George Weasley, a intentar averiguar qué es lo que sucede si se le da de comer a una salamandra una bengala del doctor Filibuster.
-¡Fred, George!- le grito Molly- en ¿qué demonios estaban pensando?
-Solo teníamos curiosidad mamá- se defendió Fred- además al animalito no le paso nada de gravedad.
-Quien diría que en esos libros también aparecían algunas de nuestras travesuras- aventuro George.
 -Pues no sé porque se extrañan, ustedes nos acompañaron muchas veces en el tiempo que estuvieron en el colegio- aventuro Ron.
-En otras palabras aparecerán más de sus cosas- aventuro Molly-.
-Huy tienen problemas- los picaron James y Sirius.
-Ustedes no digan nada- les advirtió Lily- que ustedes casi quemaron tres veces la sala común por su curiosidad.
-Eso no es cierto Lily- le aseguro James.
-Es cierto, solo fueron dos veces
-¡¡Sirius!!- le reclamaron el azabache y el castaño al mismo tiempo, ya que Remus también había participado.
 Fred había «rescatado» aquel lagarto de color naranja, espíritu del fuego, de una clase de Cuidado de Criaturas Mágicas y ahora ardía lentamente sobre una mesa, rodeado de un corro de curiosos.
-Así que lo rescataste Fred- exclamo la señora Weasley.
-Rescatado, tomado prestado, robado, todo es cuestión de perspectivas- comento Sirius.
-Gracias, pero mejor no nos ayudes si- intervino George viendo la mirada molesta de su madre.
Ron leyó como Harry les iba a contar acerca del curso embrujorrapid cuando la salamandra comenzó a zumbar por los aires produciendo estallidos y lanzando chispas hasta caer al fuego, por lo cual el azabache olvido el asunto del curso y también de los regaños de Percy a sus hermanos.
Cuando llegó Halloween, Harry ya estaba arrepentido de haberse comprometido a ir a la fiesta de cumpleaños de muerte.
-Pero ¿por qué ahijado?- pregunto con sarcasmo Sirius.
-Para empezar no había comida, había un frio de los mil…
-He Ron- le interrumpió Hermione- creo que estaba tratando de ser sarcástico.
El resto del colegio estaba preparando la fiesta de Halloween; habían decorado el Gran Comedor con los murciélagos vivos de costumbre; las enormes calabazas de Hagrid habían sido convertidas en lámparas tan grandes que tres hombres habrían podido sentarse dentro, y corrían rumores de que Dumbledore había contratado una compañía de esqueletos bailarines para el espectáculo.
-Pues la vedad si los contrataron- aclaro Neville- anduvieron por todo el comedor saltando y bailando.
-Hubiera sido más divertido si uno de esos esqueletos no hubiera pisado mi pudin- agrego George medio molesto.
-Cierto, pero no puedes negar que fue divertido- intervino Fred.
—Lo prometido es deuda —recordó Hermione a Harry en tono autoritario—. Y tú le prometiste ir a su fiesta de cumpleaños de muerte.
James y Sirius se pusieron a reír después de escuchar las palabras de la castaña.
-Adivino- hablo Dora- es algo como lo que tu habrías dicho verdad- se aventuró viendo a Remus a su lado.
-Algo similar- acepto e castaño con media sonrisa.
-Bueno, tú eres un prefecto o un merodeador.
-Todo depende de la situación rosita- le aseguro el hombre sonriéndole de una forma curiosa.
-¡¡Hay lunático!! quien lo creería- atajo Sirius viendo burlonamente a su amigo.
-De que hablas Sirius?- le pregunto Andrómeda, conocía muy bien esa mirada de su primo, pero casi nunca traía algo bueno.
-Pues es simple primita, que aquí Lupin le dio una sonrisa coqueta, esa que usamos nosotros para conquistar.
-Eso no es cierto canuto- rebatió  el castaño viendo con coraje al animago mientras Dora se sonrojaba por las implicaciones de las palabras de su tío y el club de fan del aludido sintieron coraje.
-Claro que si lunático- le aseguro con intención de fastidiarlo.
-Claro que no- contraataco- además si te pones así, yo revelare todo lo que dices acerca de Marlene cuando estar dormido.
-¡¿Qué?! pero si yo no digo nada de ella- dijo sin imprimir mucha seguridad en sus palabras.
-Claro que si canuto- intervino James ganándose una mirada asesina del oji gris- y vieras que se te ocurren tantas cosas.
¿Cómo qué?- pregunto la rubia sin saber cómo reaccionar.
-¡Como nada!- interrumpió el animago, si bien no sabía lo que decía, recordaba muy bien muchos de los sueños que tenía con ella, y por nada del mundo quería que se hicieran públicos.
Aunque eso había desviado un poco el tema, Andrómeda no dejo de notar la relación que Remus tenía con su hija, la verdad es que eso no era tan descabellado como algunos pudieran pensar.
Así que a las siete en punto, Harry, Ron y Hermione atravesaron el Gran Comedor, que estaba lleno a rebosar y donde brillaban tentadoramente los platos dorados y las velas, y dirigieron sus pasos hacia las mazmorras.
Ron fue describiendo su paso por el pasillos a la fiesta de Nick, iluminado por velas largas de color negro que arrojaban una luz obscura y fantasmal, mientras la temperatura descendía, hasta que oyeron un sonido que se describió como “mil uñas arañasen una pizarra”.
— ¿A esto le llaman música? —se quejó Ron.
-Probablemente- comento Alice.
-En lo personal me gusto la decoración- atajo Sirius medio cohibido por lo antes dicho- era algo siniestro pero a la vez un poco genial.
Al doblar una esquina del pasadizo, encontraron a Nick Casi Decapitado ante una puerta con colgaduras negras.
—Queridos amigos —dijo con profunda tristeza—, bienvenidos, bienvenidos... Os agradezco que hayáis venido...
Hizo una floritura con su sombrero de plumas y una reverencia señalando hacia el interior.
-Siempre tan elegante- aseguro Lily recordando con cariño al fantasma.
Lo que vieron les pareció increíble. La mazmorra estaba llena de cientos de personas transparentes, de color blanco perla. La mayoría se movían sin ánimo por una sala de baile abarrotada, bailando el vals al horrible y trémulo son de las treinta sierras de una orquesta instalada sobre un escenario vestido de tela negra. Del techo colgaba una lámpara que daba una luz azul medianoche.
-Para ser una fiesta de muerte, Nick de verdad se esforzó por esa fiesta- aseguro Fabián.
-Yo me pregunto, todo eso lo consiguió de buena voluntad o ellos tendrán su propio dinero fantasmal- interrogo a la nada Gideon.
-¡¿Es en serio?!- exclamo Marlene- están igual que este- golpeo levemente a Sirius- solo haciendo comentarios sin sentido.
-Mira, para esta circunstancia tal vez se vean como preguntas inútiles, pero desde cierto punto de vista…- atajo el oji gris.
-Ya Sirius, son solo curiosidades suyas, solo que estudiaran a los fantasmas seria minúsculamente importantes sus preguntas.
Al respirar les salía humo de la boca; aquello era como estar en un frigorífico.
-¿Un qué?- preguntaron varios jóvenes.
-Es una caja o una habitación de los muggles que tiene temperaturas bajo cero para mantener la carne y otras cosas frescas y evitar que se echen a perder- explicó Hermione a los nacido d magos.
-Son muy ingeniosos esos muggles- comento Arthur en su tono característico.
— ¿Damos una vuelta? —propuso Harry, con la intención de calentarse los pies.
—Cuidado no vayas a atravesar a nadie —advirtió Ron, algo nervioso, mientras empezaban a bordear la sala de baile. Pasaron por delante de un grupo de monjas fúnebres, de una figura harapienta que arrastraba cadenas y del Fraile Gordo, un alegre fantasma de Hufflepuff que hablaba con un caballero que tenía clavada una flecha en la frente. Harry no se sorprendió de que los demás fantasmas evitaran al Barón Sanguinario, un fantasma de Slytherin, adusto, de mirada impertinente y que exhibía manchas de sangre plateadas.
-Incluso entre ellos es alguien siniestro- comento Draco.
-Y las manchas de sangre no ayudan- aseguro Astoria- me pregunto cómo fue su muerte para que terminara así.
-Séptimo libro- comentó Ron impresionado a todos.
-¿Qué? también sale algo de la vida, o más bien, de la muerte de ese fantasma- comento Sirius.
 -Sí, no directamente pero si- aseguro Harry pidiéndole a si amigo que continuará.
—Oh, no —dijo Hermione, parándose de repente—. Volvamos, volvamos, no quiero hablar con Myrtle la Llorona.
— ¿Con quién? —le preguntó Harry, retrocediendo rápidamente.
-Es bastante molesta- comento James.
-Si, en especial cuando nos espiaba cuando estábamos con una…
-Habrá un día en que se toque de alguna forma su maldita vida sexual- acuso Marlene molesta.
-Bueno, es que son muchas aventuras, y más si sumamos las aventuras de James y Remus…
-¡¡Ya cállate!!- le gritaron los aludidos, ya muchos problemas tenían por las anteriores e imprudentes revelaciones como para agregar más.
-Con que aventuras- hablo Nymphadora un tanto molesta viendo a Remus.
-Solo algunas, pero son muchísimas menos que eso dos- se defendió.
-¡Lunático!- le reclamo el azabache teniendo la reacción de su temperamental pelirroja
—Ronda siempre los lavabos de chicas del segundo piso —dijo Hermione.
— ¿Los lavabos?
—Sí. No los hemos podido utilizar en todo el curso porque siempre le dan tales llantinas que lo deja todo inundado. De todas maneras, nunca entro en ellos si puedo evitarlo, es horroroso ir al servicio mientras la oyes llorar.
-Pero tiene su lado bueno, claro, siempre que encuentren a una compañera tan desinteresada que no le importe los llantos ajenos para…- comenzó el animago.
-¡Sirius!- le interrumpo Marlene
-Por otro lado, nosotros usamos varias veces ese lugar para planear bromas, como nadie va era ideal para la privacidad- agrego James.
El trio del futuro se vieron entre ellos sabiendo bien lo que quería decir, ellos mismo aprovecharon muy bien esa cualidad de los lavabos para hacer de las suyas.
— ¡Mira, comida! —dijo Ron.
-No creo que sea comida de tu agrado- aventuro Arthur considerando el ambiente general de la fiesta.
Al otro lado de la mazmorra había una mesa larga, cubierta también con terciopelo negro. Se acercaron con entusiasmo, pero ante la mesa se quedaron inmóviles, horrorizados.
Ron fue describiendo el horrible aroma y la comida podrida que servían, así como el pastel con forma de lapida que decía:
Sir Nicholas de Mimsy-Porpington,
fallecido el 31 de octubre de 1492.
-Muy bien, hasta a mí se me quito el apetito con eso- aseguro Sirius.
-Milagro- exclamo Marlene.
-Pero descuida McKinnon, a la hora de la cena ya estaré bien- aseguro el hombre.
Harry contempló, asombrado, que un fantasma corpulento se acercaba y, avanzando en cuclillas para ponerse a la altura de la comida, atravesaba la mesa con la boca abierta para ensartar por ella un salmón hediondo.
— ¿Le encuentras el sabor de esa manera? —le preguntó Harry.
—Casi —contestó con tristeza el fantasma, y se alejó sin rumbo.
Varios sintieron un poco de pena por los fantasmas, sin duda esa existencia no era tan agradable que se podría aparentar.
—Supongo que lo habrán dejado pudrirse para que tenga más sabor —dijo Hermione con aire de entendida, tapándose la nariz e inclinándose para ver más de cerca el pastel de vísceras podrido.
—Vámonos, me dan náuseas —dijo Ron.
-Era obvio que serias el primero en reclamar- aseguro Fred.
-Hermione está emocionada por ver algo nuevo- continuo George.
-Harry es demasiado cortes como para salir corriendo en tan poco tiempo.
-Pero tu hermanito, que piensas con el estomago
-Ha ya cállense- les grito el pelirrojo molesto.
-Pero debes aceptar que en efecto muchas veces piensas más con el estómago que con la cabeza- comentó la castaña para diversión de muchos.
-¡Hermione!- le reclamo su novio antes de retomar su lectura.
Pero apenas se habían dado la vuelta cuando un hombrecito surgió de repente de debajo de la mesa y se detuvo frente a ellos, suspendido en el aire.
—Hola, Peeves —dijo Harry, con precaución.
-Huy, eso les traerá problemas- comento Ted.
-Pero no creo que pueda hacer mucho o si- indago Gideon.
A diferencia de los fantasmas que había alrededor, Peeves el poltergeist no era ni gris ni transparente. Llevaba sombrero de fiesta de color naranja brillante, pajarita giratoria y exhibía una gran sonrisa en su cara ancha y malvada.
— ¿Picáis? —invitó amablemente, ofreciéndoles un cuenco de cacahuetes recubiertos de moho.
-Ha, pero que amable- ironizo Alice ligeramente asqueada por la imagen de los cacahuates.
-De que otra forma seria amable ese idiota- atajo Andrómeda.
—No, gracias —dijo Hermione.
—Os he oído hablar de la pobre Myrtle —dijo Peeves, moviendo los ojos—. No has sido muy amable con la pobre Myrtle. —Tomó aliento y gritó—: ¡EH! ¡MYRTLE!
-Ya viste hermanito, así es como pretende armarles problemas- le comento Fabián a su hermano.
-Pero bueno, eso solo le traerá problemas con al fantasma- comento Sirius- digo, eso no es importante.
-Hay por Merlín- exclamo Lily- en verdad a ti y a Ron hay que darles un curso de sensibilidad- aseguro la pelirroja.
—No, Peeves, no le digas lo que he dicho, le afectará mucho —susurró Hermione, desesperada—. No quise decir eso, no me importa que ella... Eh, hola, Myrtle.
-Hermione, el decirle algo como eso a Peeves solo lo incitaras- aseguro James viendo a la castaña.
-Sí, ahora lo sé- aseguro la joven.
Hasta ellos se había deslizado el fantasma de una chica rechoncha. Tenía la cara más triste que Harry hubiera visto nunca, medio oculta por un pelo lacio y basto y unas gruesas gafas de concha.
— ¿Qué? —preguntó enfurruñada.
— ¿Cómo estás, Myrtle? —dijo Hermione, fingiendo un tono animado—. Me alegro de verte fuera de los lavabos.
Myrtle sollozó.
-Insulto o cumplido, no importa lo que le digas siempre termina sollozando-aseguro Alice que se había encontrado con ella en alguna ocasión.
—Ahora mismo la señorita Granger estaba hablando de ti —dijo Peeves a Myrtle al oído, maliciosamente.
—Sólo comentábamos..., comentábamos... lo guapa que estás esta noche —dijo Hermione, mirando a Peeves.
Myrtle dirigió a Hermione una mirada recelosa.
-Lógico- aseguro Dora- ella siempre piensa lo peor cuando se habla de ella, aunque claro, casi siempre acierta.
—Te estás burlando de mí —dijo, y unas lágrimas plateadas asomaron inmediatamente a sus ojos pequeños, detrás de las gafas.
—No, lo digo en serio... ¿Verdad que estaba comentando lo guapa que está Myrtle esta noche? —dijo Hermione, dándoles fuertemente a Harry y Ron con los codos en las costillas.
Los merodeadores, y los gemelos Prewett y Weasley se soltaron a reír por eso.
-En serio chicos- hablo James cuando se recuperó un poco- que no vieron que ella necesitaba que la secundaran.
-Es que estábamos distraídos- aseguro ron en su defensa.
—Sí, sí.
—Claro.
—No me mintáis —dijo Myrtle entre sollozos, con las lágrimas cayéndole por la cara, mientras Peeves, que estaba encima de su hombro, se reía entre dientes—. ¿Creéis que no sé cómo me llama la gente a mis espaldas? ¡Myrtle la gorda! ¡Myrtle la fea! ¡Myrtle la desgraciada, la llorona, la triste!
—Se te ha olvidado «la granos» —dijo Peeves al oído.
-Solo se pone a atizar el juego- comento Frank negando con la cabeza, sin duda era un poltergeist detestable.
Myrtle la Llorona estalló en sollozos angustiados y salió de la mazmorra corriendo. Peeves corrió detrás de ella, tirándole cacahuetes mohosos y gritándole: «¡La granos! ¡La granos!»
—¡Dios mío! —dijo Hermione con tristeza.
Varias chicas se sintieron igual de tristes que la joven del libro, si bien no se llevaban bien con la fantasma se sentían mal por la fortuna de ella.
Nick Casi Decapitado iba hacia ellos entre la multitud.
—¿Os lo estáis pasando bien?
—¡Sí! —mintieron.
—Ha venido bastante gente —dijo con orgullo Nick Casi Decapitado—. Mi Desconsolada Viuda ha venido de Kent. Bueno, ya es casi la hora de mi discurso, así que voy a avisar a la orquesta.
-También su viuda se quedó como fantasma.- se impresiono James con curiosidad.
-Oigan, será que los fantasmas puedan…
-Disculpen la interrupción- agrego Marlene tapándole la boca al animago antes de que terminara de decir su comentario.
La orquesta, sin embargo, dejó de tocar en aquel mismo instante. Se había oído un cuerno de caza y todos los que estaban en la mazmorra quedaron en silencio, a la expectativa.
—Ya estamos —dijo Nick Casi Decapitado con cierta amargura.
-Adivino- comenzó Remus- es ese club de los cazadores de cabezas que recazo a Nick cierto.
-No podría ser otra cosa- aseguro Tonks- de otra forma su humor no hubiera decaído tanto.
-si no fuera porque quiere convencer a ese petulante ni siquiera lo habría invitado a su celebración- aseguro Lily un tanto molesta.
A través de uno de los muros de la mazmorra penetraron una docena de caballos fantasma, montados por sendos jinetes sin cabeza. Los asistentes aplaudieron con fuerza; Harry también empezó a aplaudir, pero se detuvo al ver la cara fúnebre de Nick.
Los caballos galoparon hasta el centro de la sala de baile y se detuvieron encabritándose; un fantasma grande que iba delante, y que llevaba bajo el brazo su cabeza barbada y soplaba el cuerno, descabalgó de un brinco, levantó la cabeza en el aire para poder mirar por encima de la multitud, con lo que todos se rieron, y se acercó con paso decidido a Nick Casi Decapitado, ajustándose la cabeza en el cuello.
—¡Nick! —dijo con voz ronca—, ¿cómo estás? ¿Todavía te cuelga la cabeza?
-Idiota- increparon los merodeadores molestos.
-Solo quiere molestar a Nick- agrego Remus con el ceño fruncido.
Rompió en una sonora carcajada y dio a Nick Casi Decapitado unas palmadas en el hombro.
—Bienvenido, Patrick —dijo Nick con frialdad.
-Le desagrada totalmente- aseguro james- es casi como su Snape y yo quisiéramos ser amigos.
-Imposible- agrego Severus desde su lugar,
-Es extraño ver a Nick actuando de esa forma- comento Arthur- en lo personal nuca lo había visto así de molesto con alguien.
—¡Vivos! —dijo sir Patrick, al ver a Harry, Ron y Hermione. Dio un salto tremendo pero fingido de sorpresa y la cabeza volvió a caérsele.
La gente se rió otra vez.
—Muy divertido —dijo Nick Casi Decapitado con voz apagada.
-El que se cree muy divertido- increpo James.
-Mira quien fue hablar- aseguro Severus.
-Sip, su relación en ese momento e exactamente igual- aseguro Remus antes de que alguno de los dos comenzara una pelea a esas horas.
—¡No os preocupéis por Nick! —gritó desde el suelo la cabeza de sir Patrick—. ¡Aunque se enfade, no le dejaremos entrar en el club! Pero quiero decir..., mirad el amigo...
—Creo —dijo Harry a toda prisa, en respuesta a una mirada elocuente de Nick— que Nick es terrorífico y esto..., mmm...
-Harry debes tener más seguridad la hablar- le dijo Lily- en especial cuando vas a mentir, debes de decirlo como si fuera una verdad absoluta- agrego sintiendo las miradas extrañas de muchos sobre ella- que- pregunto viendo a su novio y a sus amigos.
-No nada, es que- comenzó James- le estas dando consejos de como mentir a nuestro hijo.
-No está tratando de salir de un castigo, si no que quiere ayudar a un amigo- se defendió la pelirroja un tanto sonrojada.
-Una mentira es una mentira, aun cuando sea piadosa señorita Evans- aseguro McGonagall que veía con impresión a su alumna.
-Pues para mi es perfecta- aseguro un sonriente James abrazando a la chica.
—¡Ja! —gritó la cabeza de sir Patrick—, apuesto a que Nick te pidió que dijeras eso.
—¡Si me conceden su atención, ha llegado el momento de mi discurso! —dijo en voz alta Nick Casi Decapitado, caminando hacia el estrado con paso decidido y colocándose bajo un foco de luz de un azul glacial.
Todos se estaban preguntando que sería el discurso del fantasma de Gryffindor, aunque algunos pensaban que tal vez no lo podrían escuchar.
»Mis difuntos y afligidos señores y señoras, es para mí una gran tristeza...
Pero nadie le prestaba atención. Sir Patrick y el resto del Club de Cazadores Sin Cabeza acababan de comenzar un juego de Cabeza Hockey y la gente se agolpaba para mirar.
-Esos imbéciles- increpo Sirius molesto- no saben cómo me gustaría mandarlos al otro mundo.
-Pues yo sé de algunos que si les gustaría ir hacia allá, pero exactamente como lo lograras- indago Marlene.
-Dije que me gustaría, no que la aria- se defendió el animago.
Nick Casi Decapitado trató en vano de recuperar la atención, pero desistió cuando la cabeza de sir Patrick le pasó al lado entre vítores.
Harry sentía mucho frío, y no digamos hambre.
—No aguanto más —dijo Ron, con los dientes castañeteando, cuando la orquesta volvió a tocar y los fantasmas volvieron al baile.
—Vámonos —dijo Harry.
-Ya nada podían hacer por el pobre Nick- se lamentó Andrómeda que sentía pena por el fantasma.
-Para la próxima simplemente no debe invitarlos- aseguro Ted- o engañarlo para que se alejen del lugar de la fiesta por algunas horas.
Fueron hacia la puerta, sonriendo e inclinando la cabeza a todo el que los miraba, y un minuto más tarde subían a toda prisa por el pasadizo lleno de velas negras.
Quizás aún quede pudín —dijo Ron con esperanza, abriendo el camino hacia la escalera del vestíbulo.
-Ron y la comida-comento Fred.
-El primer amor de nuestro hermano- continúo George.
-Aun antes de Hermione- termino Ginny.
-¡O cállense!- les rebatió el pelirrojo- además Hermione esta antes que la comida- agrego el pelirrojo.
-Ha en serio- comento la castaña como si estuviera sorprendida- eso es bueno saberlo- los hermanos del pelirrojo se pusieron a reír mientras este veía de mala forma a su novia.
Y entonces Harry lo oyó.
—...Desgarrar... Despedazar... Matar...
-¡Otra vez!- grito Lily comenzando a preocuparse.
-¿Pero de donde viene esa voz?- pregunto James a nadie en específico.
-Oh no- volvió a hablar Lily- esta vez paso algo más cierto.
Los chicos del futuro bajaron a vista al mismo tiempo, esa fue respuesta más que suficiente, pero para cualquier cosa Ron decidió continuar leyendo.
Fue la misma voz, la misma voz fría, asesina, que había oído en el despacho de Lockhart.
Trastabilló al detenerse, y tuvo que sujetarse al muro de piedra. Escuchó lo más atentamente que pudo, al tiempo que miraba con los ojos entornados a ambos lados del pasadizo pobremente iluminado.
—Harry, ¿qué...?
—Es de nuevo esa voz... Callad un momento...
Todos se encontraban igual que el joven del libro, como si así pudieran escuchar la voz nuevamente.
—... deseado... durante tanto tiempo...
-¿Tanto tiempo?- pregunto para sí Lily- pero quien o que está hablando.
James noto como su esposa esta seria y pensativa, eso indicaba que estaba tratado de resolver algo, después de haberla observado por tanto tiempo sabia como solía actuar ella ante ciertas situaciones.
—¡Escuchad! —dijo Harry, y Ron y Hermione se quedaron inmóviles, mirándole.
—... matar... Es la hora de matar...
Todos se comenzaron a tensar por eso, no tenían idea de que fuera, pero si sabían que sería algo muy peligroso, y no solo para ellos tres, sino también por todos los estudiantes del castillo.
La voz se fue apagando. Harry estaba seguro de que se alejaba... hacia arriba. Al mirar al oscuro techo, se apoderó de él una mezcla de miedo y emoción. ¿Cómo podía irse hacia arriba? ¿Se trataba de un fantasma, para quien no era obstáculo un techo de piedra?
-No ceo que sea tan simple- increpo Alastor con su tono característico- pero ese detalle será importante para cuando recolecten más información.
-Pero Alastor, como pretende que busquen información- pregunto con apuración Frank.
-Ellos encontraran la forma- aseguro el auror- además, se ha demostrado que solo requieren que los dirijan para descubrir las cosas.
-Pues es muy relajante ojo loco- increpo Lily preocupada y molesta.
—¡Por aquí! —gritó, y se puso a correr escaleras arriba hasta el vestíbulo. Allí era imposible oír nada, debido al ruido de la fiesta de Halloween que tenía lugar en el Gran Comedor. Harry apretó el paso para alcanzar rápidamente el primer piso. Ron y Hermione lo seguían.
-Siempre buscando metiéndote en donde no te interesa- aseguro Lily viendo disgustada a su hijo, mientras que Alastor lo veía con algo parecido al orgullo, no dudaba que con un poco de preparación sería un gran auror.
—Harry, ¿qué estamos...?
—¡Chssst!
Harry aguzó el oído. En la distancia, proveniente del piso superior, y cada vez más débil, oyó de nuevo la voz:... huelo sangre... ¡HUELO SANGRE!
El corazón le dio un vuelco.
Al igual que muchos de los oyentes del gran comedor, eso era demasiado para esta situación.
—¡Va a matar a alguien! —gritó, y sin hacer caso de las caras desconcertadas de Ron y Hermione, subió el siguiente tramo saltando los escalones de tres en tres, intentando oír a pesar del ruido de sus propios pasos.
-Debió de ser sorprendente para ustedes- atajo Bill viendo a su hermano menor y a su futura nuera.
-Pues estábamos preocupados por Harry, y cuando grito eso, en lo personal me sentí muy asustada- aseguro Hermione.
-Siempre apoyamos a Harry, pero aun así estábamos muy tensos por eso de que no escuchábamos esa voz- agrego Ron antes de regresar a la lectura.
Harry recorrió a toda velocidad el segundo piso, y Ron y Hermione lo seguían jadeando. No pararon hasta que doblaron la esquina del último corredor, también desierto.
—Harry, ¿qué pasaba? —le preguntó Ron, secándose el sudor de la cara. Yo no oí nada...
Pero Hermione dio de repente un grito ahogado, y señaló al corredor.
—¡Mirad!
-Por favor que no sea nada malo ni peligroso- dijo Molly apurada.
-Bueno, no podemos decir que no sea malo, pero le aseguro que no corrimos ningún peligro- aseguro Harry para tratar de relajar a la mujer y al resto.
-Fueron otras noches la peligrosas-comento ron por lo bajo, pero su madre lo escucho perfectamente.
-¡¿Qué?!- increpo la pelirroja.
-Que mejor sigo leyendo- de defendió metiendo la cara en el libro.
Delante de ellos, algo brillaba en el muro. Se aproximaron, despacio, intentando ver en la oscuridad con los ojos entornados. En el espacio entre dos ventanas, brillando a la luz que arrojaban las antorchas, había en el muro unas palabras pintadas de más de un palmo de altura.
LA CAMARA DE LOS SECRETOS HA SIDO ABIERTA.
TEMED, ENEMIGOS DEL HEREDERO.
Los que conocían la historia sintieron un escalofrió recorrerles la espina, sabían que el libro trataba de esa cámara por el título, pero realmente no esperaban que se tratara de algo como eso.
—¿Qué es lo que cuelga ahí debajo? —preguntó Ron, con un leve temblor en la voz.
Al acercarse más, Harry casi resbala por un gran charco de agua que había en el suelo. Ron y Hermione lo sostuvieron, y juntos se acercaron despacio a la inscripción, con los ojos fijos en la sombra negra que se veía debajo. Los tres comprendieron a la vez lo que era, y dieron un brinco hacia atrás.
Todos esperaban ansiosos a que leyeran que era sombra negra de la que habían hablado, debía tratarse de algo fuerte aun que de verdad esperaban que no fuera nada malo.
La Señora Norris, la gata del conserje, estaba colgada por la cola en una argolla de las que se usaban para sujetar antorchas. Estaba rígida como una tabla, con los ojos abiertos y fijos.
-La gata- dijeron algunos.
-¿Pero que le paso? ¿Está muerta?- aventuro Alise preocupada.
-No sé, no lo creo- dijo Lily- es un poco extraño el hecho de que este rígida.
-Aun cuanto tuviera un par de horas muerta, no creo que bastara para ponerla así como la describen- aseguro Marlene pensativa.
-Debió ocurrirle algo más, ¿pero qué?- exclamo la pelirroja.
Ginny bajo la cabeza nuevamente, ese había sido solamente el primer ataque del año, y aunque ella no era capaz de recordar lo que paso en ese momento, se seguía lamento lo que había ocurrido. Nuevamente Harry la tomo por los hombros tratando de darle el mayor apoyo posible.
Durante unos segundos, no se movieron. Luego dijo Ron:
—Vámonos de aquí.
—No deberíamos intentar... —comenzó a decir Harry, sin encontrar las palabras.
—Hacedme caso —dijo Ron—; mejor que no nos encuentren aquí.
-Eso es cierto Ron- aseguro Bill aprobando la actitud de su hijo.
-Pego conociendo su histogia no pudiegon escapag a tiempo vegdad- agrefo Fleur perocupada.
Pero era demasiado tarde.
Todos resoplaron molestos.
 Un ruido, como un trueno distante, indicó que la fiesta acababa de terminar. De cada extremo del corredor en que se encontraban, llegaba el sonido de cientos de pies que subían las escaleras y la charla sonora y alegre de gente que había comido bien. Un momento después, los estudiantes irrumpían en el corredor por ambos lados.
-Siempre llegando en el peor momento posible- se lamentó Lily- es que alguna vez podrían estar lejos de donde están los problemas.
-Créame que yo estaría agradecido por eso- agrego Ron un tanto risueño, al final no había mucho que pudiera hacer.
La charla, el bullicio y el ruido se apagaron de repente cuando vieron la gata colgada. Harry, Ron y Hermione estaban solos, en medio del corredor, cuando se hizo el silencio entre la masa de estudiantes, que presionaban hacia delante para ver el truculento espectáculo.
Luego, alguien gritó en medio del silencio:
—¡Temed, enemigos del heredero! ¡Los próximos seréis los sangre sucia!
Malfoy bajo la cabeza, ese había sido él, bueno, ese había sido su yo anterior, pero de igual forma, se le hacía difícil escuchar como solía ser, eso que tanto le enorgulleció en un momento ahora lo hacía sentir vergüenza.
Era Draco Malfoy, que había avanzado hasta la primera fila.
Las vistas se posaron el cabizbajo rubio.
Tenía una expresión alegre en los ojos, y la cara, habitualmente pálida, se le enrojeció al sonreír ante el espectáculo de la gata que colgaba inmóvil.
-¡¿Sonreías por eso?!- exclamo Sirius.
-Era un joven muy desequilibrado- aseguró el joven con un hilo de voz.
-Bien eso es todo- informo Ron- este es el final del capítulo.
-Perfecto- exclamo Dumbledore poniéndose de pie- dejaremos la lectura hasta aquí por hoy, sé muy bien que nos quedamos en una parte muy intrigante, pero lo mejor es que comamos y descansemos, mañana podremos continuar- con un ademan de la mano aparecieron los platos y después se llenaron de comida.
-Genial, yo ya me recupere de la fiesta de muertos y ya estoy listo para comer- comento Sirius a lo que muchos negaron con la cabeza- y la próxima Marlene, guárdame algo de comida.
-Y dale- exclamo la rubia llenando su palto- digo, no quieres que cocine en cada una de tus seis comidas diarias
-Claro que no McKinnon- aseguró el animago- basta con que cocines tres comida pero bien servidas para…
-Mejor come y cállate- le dijo ella metiéndole la cuchara del hombre lleno de pudin.
-Hay- hablo mientras se tragaba el pudin- hasta me das de comer en la boca.

Ante eso se ganó una mirada muy dura de la mujer con lo que decidió dejar sus bromas por el momento, aunque claro, pese a la mirada fulmínate de la rubia ella también se estaba divirtiendo con su intercambio de palabras, tal vez algún día pudieran hablarse con el corazón en la mano.

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