martes, 19 de septiembre de 2017

Capítulo 76.- Los cuatro campeones


Todo el gran comedor se sumió en murmullarlos y diferentes reacciones, los jóvenes del pasado no podían creer lo que escuchaban, una cosa era saber del regreso del legendario torneo, pero otra cosa muy diferente era que esta vez serian cuatro campeones, y más aún, que fuera ese chico que tantos problemas había tenido hasta el momento. Los de la segunda generación ya conocían es parte de la historia, pero aun así esperaban expectantes a que siguieran, pues seguían sin decir cómo le nombre de Harry llego al cáliz. Por su parte la tercera generación estaba como la segunda y les tocaba esperar.


-¡¡¿Pero que carajos es eso?!!- grito Sirius rompiendo el semi silencio que se había instalado en el gran comedor- es imposible que Harry participe.

-No deben dejar que participe en esa locura es muy peligroso- prosiguió James.

-No creo que sea lo más prudente- dijo Remus.

- ¡¿Pero que mierda dices lunático?!- espeto Sirius.

-su nombre salió del cáliz canuto, eso quiere decir que se formó el contrato- explico el licántropo lo que dejo aún más fríos a los presentes, en efecto, el joven Potter no tenía alternativa.

-pero las reglas dicen que un menor de edad no puede participar- salto James.

-me temo que eso es algo nuevo hijo- dijo Charlus sintiendo pena tanto por su hijo como por su nieto- esa norma no significa nada para el cáliz.

-pero es que eso es algo que debe investigarse

-sin duda que si- apoyo Dora- es demasiado extraño lo que ocurrió y debió de ser hecho por alguien muy fuerte, sin embargo…- vio a James- por mucho que se investigue no creo que eso anule en contrato vinculante.

-mierda- dijo James hastiado en que le dijeran lo mismo, volteo a su costado donde se encontraba su novia- ¿Lily? - pregunto con preocupación.

La pelirroja en ese momento parecía completamente ida, no decía nada, no maldecía, ni siquiera trataba de reclamar los argumentos lógicos de que su hijo no tenía otra opción que participar, solamente estaba sentada ahí, con la vista fija en ningún lugar, sobra decir lo preocupados que estaban sus seres queridos.

-con permiso- dijo Lily con una inusitada tranquilidad, se levantó de su asiento y con paso tranquilo salió del comedor.

James tardo unos segundos en reaccionar ante dicha acción y trato de seguir a la chica cuando alguien lo detuvo.

-no espera- dijo la señora Evans- será mejor que la dejemos sola un momento.

- ¡¿sola?!, ¿cómo que la dejemos sola? - exclamo el animago.

-si, sola- reitero la mujer- comprendo de lejos como debe de sentirse mi hija, con todo lo que nuestro nieto ha pasado y ahora todo vuelve a ocurrir.

-y ahora puede ser aun peor- intervino Remus- a pesar de lo ocurrido en aquel sueño en el primer capítulo, nos habíamos hecho a la idea de que esta vez tendría un año tranquilo, pero…- la señora Evans asintió al castaño.

-exacto, lo ha estado pasando bastante mal y ahora debió ser el punto de quiebre, está en shock por lo ocurrido- Agrego la mujer a lo que muchos quedaron pensando.

 -ahora que lo dicen, Lily ha estado muy regañona- comento Sirius- no me mal interprete ten, está bien que, si solía reñirnos a veces, pero también se burlaba y se metía con nosotros como en los últimos capítulos, pero ahora…

-creo, que si ha estado bajo mucha tención- concedió James después de un momento.

Varios de los presentes bajaron la cabeza apesadumbrados, no creían que la fuerte Lily Evans hubiera estado tan afectada, era evidente que le dolía lo que leían, pero nunca se pusieron a recapacitar hasta que punto, los más preocupados, frustrados y enojados eran James y Severus, ellos eran los que más conocían a la chica y a su visión debieron de comprender la situación especialmente difícil que estaba pasando.

-y entonces, ¿que aremos con la pelirroja? - pregunto Sirius.

-por el momento será mejor dejarla tranquila- respondió Dumbledore- si es cierto que está en shock entonces es algo que deberá de solucionar a su tiempo, por el momento esperemos y observemos como avanza la situación.

Un fuerte golpe se dejó escuchar en ese momento, había sido James quien golpeo con frustración la mesa con los puños.

-por el momento continuemos con la lectura- propuso Dumbledore

-pero Lily

-después podremos ponerla al tanto joven Black- aseguro el director- eso si, tratando de ser lo más sutiles posibles- los jóvenes asintieron- quien continuara.

-permítame profesor- exclamo Charlus para después recibir el libro- bien, el capítulo de titula “Los cuatro campeones”

Harry permaneció sentado, consciente de que todos cuantos estaban en el Gran Comedor lo miraban. Se sentía aturdi­do, atontado. Debía de estar soñando. O no había oído bien.

-que más quisiéramos- comento James- aun no comprendo que demonios ha ocurrido.

-ya lo sabremos en su momento James, debes de tratar de serenarte- le dijo Remus.

Nadie aplaudía. Un zumbido como de abejas enfureci­das comenzaba a llenar el salón. Algunos alumnos se levan­taban para ver mejor a Harry, que seguía inmóvil, sentado en su sitio.

-sin duda los murmullos fueron a más después de ese incidente- comento Albus.

-de hecho, fue peor- dijo Ron- por un tiempo fue casi como en el segundo año.

-cuando fastidiaban al cachorro y decían cosas de él- indago Sirius a lo que ron asintió- cielos, en verdad que no aprenden- termino dando a entender que estaría dispuesto a impartir su peculiar forma de justicia si alguien se pasaba del límite, no falta decir que Ron se sintió entonces un poco preocupado.

En la mesa de los profesores, la profesora McGonagall se levantó y se acercó a Dumbledore, con el que cuchicheó impetuosamente. El profesor Dumbledore inclinaba hacia ella la cabeza, frunciendo un poco el entrecejo.

-ella también debe de estar preocupada, con lo que le importan los estudiantes- comento Alice.

-en especial con Harry- agrego Frank- con todo en lo que le ha pasado y ahora también eso.

Harry se volvió hacia Ron y Hermione. Más allá de ellos, vio que todos los demás ocupantes de la larga mesa de Gryffindor lo miraban con la boca abierta.

—Yo no puse mi nombre —dijo Harry, totalmente con­fuso—. Vosotros lo sabéis.

Uno y otro le devolvieron la misma mirada de aturdi­miento.

-en esos momentos solo puedes tener el apoyo de tus amigos- aseguro James- no creo que nadie más crea que tu no hiciste nada.

Hermione volteo a ver a su novio que bajaba la cabeza, de inmediato lo abraso por los hombros suponiendo lo que debía de estar pensando, esa fue la primera gran pelea que había tenido con Harry y no dudaba que se sentía mal, y sin duda James y Sirius no se lo pondrían fácil.

En la mesa de los profesores, Dumbledore se irguió e hizo un gesto afirmativo a la profesora McGonagall.

—¡Harry Potter! —llamó—. ¡Harry! ¡Levántate y ven aquí, por favor!

—Vamos —le susurró Hermione, dándole a Harry un leve empujón.

-no pueden retrasar lo inevitable- aseguro Alastor- es mejor que terminen con ese asunto de una vez.

Charlus fue leyendo el tortuoso y aparentemente eterno recorrido hasta la mesa de profesores ante la mirada de todos los estudiantes, cuando por fin llego Dumbledore le dijo que siguiera por la puerta pasando por la mesa donde Hagrid lo veía como el resto del mundo hasta llegar a una pequeña sala decorada con retratos.

Cuando entró, las caras de los retratados se volvieron hacia él. Vio que una bruja con el rostro lleno de arrugas sa­lía precipitadamente de los límites de su marco y se iba al cuadro vecino, que era el retrato de un mago con bigotes de foca. La bruja del rostro arrugado empezó a susurrarle algo al oído.

-creo que ya se de quien se trata- comento Alice.

-si, yo también- agrego Andrómeda- y si estamos en lo correcto solo será cuestión de tiempo que todos los retratos se enteren.

-al final solo sería cuestión de tiempo- contino Ted- al final de cuentas todos os estudiantes ya están enterados. - todos sin excepción asintieron ante sus palabras.

Viktor Krum, Cedric Diggory y Fleur Delacour estaban junto a la chimenea. Con sus siluetas recortadas contra las llamas, tenían un aspecto curiosamente imponente. Krum, cabizbajo y siniestro, se apoyaba en la repisa de la chime­nea, ligeramente separado de los otros dos. Cedric, de pie con las manos a la espalda, observaba el fuego. Fleur Dela­cour lo miró cuando entró y volvió a echarse para atrás su largo pelo plateado.

-fue muy sorpresivo que llegaras en ese momento- acepto Cedric- estábamos esperando a los profesores y no a otro estudiante.

-y mucho menos a un cuarto campeón- agrego Viktor.

—¿Qué pasa? —preguntó, creyendo que había entrado para transmitirles algún mensaje—. ¿«Quieguen» que vol­vamos al «comedog»?

Harry no sabía cómo explicar lo que acababa de suce­der. Se quedó allí quieto, mirando a los tres campeones, sor­prendido de los altos que parecían.

-por fortuna no tuve que hacerlo- comento Harry.

Oyó detrás un ruido de pasos apresurados. Era Ludo, que entraba en la sala. Cogió del brazo a Harry y lo llevó ha­cia delante.

—¡Extraordinario! —susurró, apretándole el brazo—. ¡Absolutamente extraordinario! Caballeros... señorita —añadió, acercándose al fuego y dirigiéndose a los otros tres—. ¿Puedo presentarles, por increíble que parezca, al cuarto campeón del Torneo de los tres magos?

-soy yo, o parece muy emocionado con lo ocurrido- indago Charlus.

-Así parece- dijo su esposa- pero no puedo comprender él porque

-bueno, ludo Bagman es alguien un poco extraño y entusiasta- comento James- ya en los primeros capítulos vimos que le importaba un bledo ocultarse de los muggles durante el mundial.

-incluso tal vez en ese momento se le ocurrió aquella pequeña treta- comento por lo bajo Fred a su gemelo.

-si, pero de muy poco le sirvió al ladronzuelo ese- corroboro George.

Viktor Krum se enderezó. Su hosca cara se ensombre­ció al examinar a Harry. Cedric parecía desconcertado: pasó la vista de Bagman a Harry y de Harry a Bagman como si estuviera convencido de que había oído mal. Fleur Delacour, sin embargo, se sacudió el pelo y dijo con una sonrisa:

—¡Oh, un chiste muy «divegtido», «señog» Bagman!

La rubia se removió incomoda en su asiento, en ese momento desvalorizo mucho a Harry y se sentía mal.

—¿Un chiste? —repitió Bagman, desconcertado—. ¡No, no, en absoluto! ¡El nombre de Harry acaba de salir del cáliz de fuego!

Krum contrajo levemente sus espesas cejas negras. Ce­dric seguía teniendo el mismo aspecto de cortés desconcier­to. Fleur frunció el entrecejo.

—«Pego» es evidente que ha habido un «egog» —le dijo a Bagman con desdén—. Él no puede «competig». Es dema­siado joven.

-bueno, en eso tiene razón- comento dora- aunque bueno, según entiendo eso de la mayoría de edad es algo reciente.

-si, así son las cosas- corroboro Charlus- antes cualquier estudiante de cualquier edad se podía postular.

-pero nunca había ocurrido que salieran cuatro nombres en lugar de tres- agrego Lyall

—Bueno... esto ha sido muy extraño —reconoció Bag­man, frotándose la barbilla impecablemente afeitada y mi­rando sonriente a Harry—. Pero, como sabéis, la restricción es una novedad de este año, impuesta sólo como medida ex­tra de seguridad. Y como su nombre ha salido del cáliz de fuego... Quiero decir que no creo que ahora haya ninguna posibilidad de hacer algo para impedirlo. Son las reglas, Harry, y no tienes más remedio que concursar. Tendrás que hacerlo lo mejor que puedas...

James bufo con molestia, ya habían dicho eso con anterioridad, pero el seguir escuchándola y esta vez de parte de quienes deben impartir la ley en el torneo lo hacía más real si es posible.

-tranquilo cornamenta- le dijo Sirius- el cachorro es muy fuerte, podrá estar a salvo.

-él tiene razón- apoyo Marlene- además tendrá a sus amigos para ayudarlo- ella como los demás quería creer en sus propias palabras.

Detrás de ellos, la puerta volvió a abrirse para dar paso a un grupo numeroso de gente: el profesor Dumbledore, se­guido de cerca por el señor Crouch, el profesor Karkarov, Madame Maxime, la profesora McGonagall y el profesor Snape. Antes de que la profesora McGonagall cerrara la puerta, Harry oyó el rumor de los cientos de estudiantes que estaban al otro lado del muro.

-para ese momento ya deberían de haberlos mandado a dormir- comento Remus- esa será una charla muy extenuante.

-y dudo que lleguen a una diferente conclusión- agrego Teddy- aun así, en lo que lleguen a ese punto habrá muchos gritos.

—¡Madame Maxime! —dijo Fleur de inmediato, cami­nando con decisión hacia la directora de su academia—. ¡Di­cen que este niño también va a «competig»!

En medio de su aturdimiento e incredulidad, Harry sin­tió una punzada de ira: «¿Niño?»

-ya lo creo yo que no es un niño normal- aseguro Alastor- ya ha demostrado sus capacidades en más de una ocasión.

-tal vez así sea, pero debes de admitir que aún le falta muchas cosas por aprender- salto Frank.

-muy cierto, espero que mi yo del futuro aproveche el tempo que paso con el muchacho.

Harry no sabía que hubiera pasado si el verdadero Moody hubiera dado clases, bueno, para empezar, no había participado en el torneo y tampoco sabría si se hubiera interesado en entrenarlo, cosa que, desde cierto punto, le había hecho de cierta ayuda en sus años siguientes, pero él hubiera no existe, al menos hasta momento.

Madame Maxime se había erguido completamente has­ta alcanzar toda su considerable altura. La parte superior de la cabeza rozó en la araña llena de velas, y el pecho gi­gantesco, cubierto de satén negro, pareció inflarse.

-sin duda alguna algo intimidante- comento Bill- aunque debo decir que la razón de su indignación no sería la correcta.

—¿Qué significa todo esto, «Dumbledog»? —preguntó imperiosamente.

—Es lo mismo que quisiera saber yo, Dumbledore —dijo el profesor Karkarov. Mostraba una tensa sonrisa, y sus azu­les ojos parecían pedazos de hielo—. ¿Dos campeones de Hogwarts? No recuerdo que nadie me explicara que el cole­gio anfitrión tuviera derecho a dos campeones. ¿O es que no he leído las normas con el suficiente cuidado?

-eso es lo de menos- aseguro James- es evidente que no tiene nada que ver con que un colegio tenga ventaja o no.

-el problema es que Karkarov estaba más enfocado en ganar el torneo que en la seguridad de los demás campeones- aseguro Viktor.

-tal vez en verdad se pudo haber reivindicado, pero aun así seguía siendo un miserable- agrego Alastor.

Soltó una risa breve y desagradable.

C’est impossible! —exclamó Madame Maxime, apo­yando su enorme mano llena de soberbias cuentas de ópalo sobre el hombro de Fleur—. «Hogwag» no puede «teneg» dos campeones. Es absolutamente injusto.

-en getgospectiva- comenzó Fleur- en vegdad no quisimos veg más allá de lo gelacionado con el simple togneo.

-en nuestro caso era lo más emocionante y creo que no vimos la magnitud de la situación- Razono Cedric.

—Creíamos que tu raya de edad rechazaría a los aspi­rantes más jóvenes, Dumbledore —añadió Karkarov, sin perder su sonrisa, aunque tenía los ojos más fríos que nun­ca—. De no ser así, habríamos traído una más amplia selección de candidatos de nuestros colegios.

-y eso como porque serviría- aseguro Gideon. Sin duda hubiera seguido prefiriendo a Krum sobre todos.

-lo único que quiere es estar reclamando por algo, como ya tiene menos posibilidades que su campeón sea el ganador- agrego Favian.

—No es culpa de nadie más que de Potter, Karkarov —intervino Snape con voz melosa. La malicia daba un brillo especial a sus negros ojos—. No hay que culpar a Dumble­dore del empeño de Potter en quebrantar las normas. Desde que llegó aquí no ha hecho otra cosa que traspasar límites...

-Severus en serio, tan difícil es para ti cuidar a Harry, sabes bien que no solo es mi hijo sino el de Lily.

-si no pareciera tanto…

-se parece a mí físicamente, pero tiene los ojos y la actitud de Lily, y sé muy bien que ya lo has notado.

-supongo, que el dolor es más grande- dijo de ultimo Snape, en efecto había notado lo que su némesis decía.

-eso se nota, pero al menos en un futuro podrías intentar tratarlo de forma más normal- eso era lo mínimo que quería.

Para todos los del pasado y algunos de los presentes (pero sobre todo a los de la primera generación) estaban sorprendidos, una plática como esa, por muy sin sentido como pareciera, era algo que nadie nunca creyó que podría ocurrir. Mas que nadie Sirius estaba impactado por la carencia de hostilidad con lo que su amigo hablo con aquel con quien tanto han peleado.

—Gracias, Severus —dijo con firmeza Dumbledore, y Snape se calló, aunque sus ojos siguieron lanzando deste­llos malévolos entre la cortina de grasiento pelo negro.

El profesor Dumbledore miró a Harry, y éste le devolvió la mirada, intentando descifrar la expresión de los ojos tras las gafas de media luna.

—¿Echaste tu nombre en el cáliz de fuego, Harry? —le preguntó Dumbledore con tono calmado.

-eso hubiera sido imposible- aseguro McGonagall- es simplemente imposible que el haya podido pasar por la línea de Dumbledore.

-aun así, debía de preguntárselo- aseguro el anciano director.

-pero dudo mucho que los demás presentes le crean- dijo con tristeza James.

—No —contestó Harry, muy consciente de que todos lo observaban con gran atención. Semioculto en la sombra, Snape profirió una suave exclamación de incredulidad.

-no dudo que fuera el primero en desconfiar- aseguro Frank- y ese tal Karkarov no dudo que no se quedaría atrás.

—¿Le pediste a algún alumno mayor que echara tu nombre en el cáliz de fuego?  —inquirió el director, sin hacer caso a Snape.

- ¿Qué?, era así de fácil poner el nombre dentro del cáliz- dijo con impresión George

-puede ser joven Weasley, no sé que tan meticuloso fui al realizar el hechizó- respondió Dumbledore.

-de haberlo sabido nos habríamos ahorrado la afeitada- comento Fred.

-deberían que ponerse un poco más serios- les rebatió Molly- no creo que comprendan la complejidad de un torneo como ese.

-claro que lo hacemos mamá, pero debes de aceptar que sería fascinante concursar- salto George.

-acaso pensaron poder superar fácilmente las pruebas que tuvimos- indago Harry.

-bueno, la primera fue una sorpresa, y en cuanto a la segunda sería cuestión de rapidez- continuo Fred

- ¿y que hay con la tercera? - pregunto Cedric con un poco de curiosidad, aunque no lo dijeran abiertamente, suponía que tal vez podría deducir un poco el cómo sería la prueba.

-bueno, no sabemos mucho de esa prueba- dijo George.

-si, tendrás que descubrirlo cuando lleguemos a ella- continuo Fred.

—No —respondió Harry con vehemencia.

—¡Ah, «pog» supuesto está mintiendo! —gritó Madame Maxime.

-en efecto nadie le creería- concedió Rose- la verdad es más que la extraña situación y el potencial peligro lo que más les importa es el premio.

-tienen la misma mentalidad que los tíos Fred y George- apoyo Albus “S”.

-sin duda deberían de ordenar mejor sus prioridades- aseguro Hermione.

-si, la que prefiere la muerte a reprobar una materia tiene razón

- ¡eso fue en mi primer año así que no fastidies Sirius! - reclamo la castaña ante la broma del animago.

Snape agitaba la cabeza de un lado a otro, con un rictus en los labios.

—Él no pudo cruzar la raya de edad —dijo severamente la profesora McGonagall—. Supongo que todos estamos de acuerdo en ese punto...

La profesora presente afirmo rotundamente ante tal afirmación, en su opinión Harry no tenía nada que ver con lo ocurrido.

—«Dumbledog» pudo «habed» cometido algún «egog» —replicó Madame Maxime, encogiéndose de hombros.

—Por supuesto, eso es posible —admitió Dumbledore por cortesía.

-en ocasiones creo que es demasiado modesto profesor- comento Frank.

-tal vez señor Longbottom- concedió el director- pero no me creo tan infalible como para acertar en todo, incluso yo puedo cometer errores- aseguro.

—¡Sabes perfectamente que no has cometido error al­guno, Dumbledore! —repuso airada la profesora McGona­gall—. ¡Por Dios, qué absurdo! ¡Harry no pudo traspasar por sí mismo la raya! Y, puesto que el profesor Dumbledore está seguro de que Harry no convenció a ningún alumno mayor para que lo hiciera por él, mi parecer es que eso debe­ría bastarnos a los demás.

Y le dirigió al profesor Snape una mirada encolerizada.

-es bueno que siempre este ahí para velar por sus alumnos profesora- comento Alice.

-la verdad es que muy pocos profesores los que no tratan con imparcialidad a todos los alumnos sin importar la casa a la que pertenecen- agrego dora.

-huy creo que la pedrada fue para ti quejicus- exclamo Sirius.

-tu pedazo de…

-¡¡ya es suficiente!!- exclamo Remus- Severus no es el momento para discutir y Sirius, deja de estarle buscando pelea- los dos aludidos voltearon la vista con molestia- y tu no deberías darles pie a que discutan- agrego en un susurro a dora.

-yo solo expresaba una opinión- le respondió ella en el mismo tono- no es mi culpa que le quedara el saco- termino dándole un fugas beso en la mejilla.

—Señor Crouch... señor Bagman —dijo Karkarov, de nuevo con voz afectada—, ustedes son nuestros jueces im­parciales. Supongo que estarán de acuerdo en que esto es completamente irregular.

-bueno, hay que aceptar que en ese comentario fue bastante acertado de su parte- comento Scorpius.

-si lo fue- concedió Fred- pero eso de decir que son jueces imparciales pues…- todos se le quedaron viendo.

- ¿que quieres decir exactamente con eso? - pregunto el rubio.

-ya lo verán todo en su momento, por lo pronto hay que continuar.

Bagman se pasó un pañuelo por la cara, redonda e in­fantil, y miró al señor Crouch, que estaba fuera del círculo iluminado por el fuego de la chimenea y tenía el rostro medio oculto en la sombra. Su aspecto era vagamente misterio­so, y la semioscuridad lo hacía parecer mucho más viejo, dándole una apariencia casi de calavera. Pero, al hablar, su voz fue tan cortante como siempre:

—Hay que seguir las reglas, y las reglas establecen cla­ramente que aquellas personas cuyos nombres salgan del cáliz de fuego estarán obligadas a competir en el Torneo.

-y una mierda- exclamo James- entonces no hay alternativa- dijo viendo a su hijo- espero que te esfuerces en estar a salvo.

-bueno, tanto como esforzarse

- ¡Hermione! - le reclamo Harry a su amigo.

- ¿Qué?, solo digo que no te tomaste con la suficiente seriedad los preparativos para la segunda prueba.

- ¿es enserio? - indago Alastor.

-bueno si, pero al final todo termino bien

-algo tendré que hacer contigo, no se pueden dejar tantas cosas a la suerte- aseguró.

Efectivamente, su “yo del futuro” estuvo demasiado involucrado en todo para que llegara a la copa de los tres magos, aunque claro, dudaba que el verdadero Alastor se esforzara hasta tal nivel.

—Bien, Barty conoce el reglamento de cabo a rabo —dijo Bagman, sonriendo y volviéndose hacia Karkarov y Madame Maxime, como si el asunto estuviera cerrado.

—Insisto en que se vuelva a proponer a consideración el nombre del resto de mis alumnos —dijo Karkarov. La sonri­sa y el tono afectado habían desaparecido. De hecho, la ex­presión de su rostro no era nada agradable—. Vuelve a sacar el cáliz de fuego, y continuaremos añadiendo nombres hasta que cada colegio cuente con dos campeones. No pido más que lo justo, Dumbledore.

—Pero, Karkarov, no es así como funciona el cáliz de fuego —objetó Bagman—. El cáliz acaba de apagarse y no volverá a arder hasta el comienzo del próximo Torneo.

-eso tal vez aria más difícil que descubrieran que fue lo que ocurrió exactamente con el cáliz- comento Lyall.

-pero eso demuestra que lo modificaron para que saliera un cuarto nombre y tal vez no precisamente de alguno de los colegios- agrego Remus

- ¿qué quieres decir con eso?

-que debieron de hacer algo para que el cáliz creyera que son cuatro y no tres colegios los que participan- aseguro Alastor- y con el nombre del chico siendo el único seria evidente que saldría seleccionado.

—¡En el que, desde luego, Durmstrang no participará! —estalló Karkarov—. ¡Después de todos nuestros encuen­tros, negociaciones y compromisos, no esperaba que ocu­rriera algo de esta naturaleza! ¡Estoy tentado de irme ahora mismo!

-son falas amenazas- aseguro Charlus- el contrato vinculante obliga a su alumno a participar en el torneo le guste o no.

-querido, ¿en verdad es necesario que interrumpas tu propia lectura? - le pregunto Dorea.

-lo siento querida, pero tenía que hacer el comentario- dijo el hombre.

-me recuerda a cuando ese par quería contarle un cuento para dormir a Dora- dijo Andrómeda señalando a James y Sirius- les gusta mucho desviarse del tema.

—Ésa es una falsa amenaza, Karkarov —gruñó una voz, junto a la puerta—. Ahora no puedes retirar a tu cam­peón. Está obligado a competir. Como dijo Dumbledore, ha firmado un contrato mágico vinculante. Te conviene, ¿eh?

Dorea vio fijamente a su esposo evidenciando que su comentario fue completamente innecesario pues ya la misma lectura lo diría, Charlus no aparto la vista del libro, pero sabia y sentía la clase de mirada que su esposa le estaba dando en ese momento.

Moody acababa de entrar en la sala. Se acercó al fuego cojeando, y, a cada paso que daba, retumbaba la pata de palo.

—¿Que si me conviene? —repitió Karkarov—. Me temo que no te comprendo, Moody.

A Harry le pareció que Karkarov intentaba adoptar un tono de desdén, como si ni siquiera mereciera la pena escu­char lo que Moody decía, pero las manos traicionaban sus sentimientos. Estaban apretadas en sendos puños.

-un encuentro entre un ex mortifago y un ex auror- comento Sirius- en verdad que el ambiente se debió de tensar mucho.

-ya se venía esperando algo así desde su primer encuentro- agrego Marlene- espero que Alastor se pueda controlar

—¿No me entiendes? —dijo Moody en voz baja—. Pues es muy sencillo, Karkarov. Tan sencillo como que alguien eche el nombre de Potter en ese cáliz sabiendo que si sale se verá forzado a participar.

—¡Evidentemente, alguien tenía mucho empeño en que «Hogwag tuviega» el doble de «opogiunidades»! —declaró Madame Maxime.

-dudo que sea el verdadero motivo- comento Frank- pero no podemos saber cuál es la su verdadera intención, ni siquiera sabemos quién podría ser.

-pues creo que Alastor está sospechando de Karkarov, es evidente que no creería en que se pudo haber arrepentido- comento Alice.

—Estoy completamente de acuerdo, Madame Máxime —asintió Karkarov, haciendo ante ella una leve reveren­cia—. Voy a presentar mi queja ante el Ministerio de Magia y la Confederación Internacional de Magos...

-algo completamente inútil- aseguro Teddy- nada conseguirá con quejarse con todo el mundo.

-pues no, solo quiere estar fastidiando- apoyo Victorie- no entiendo porque tanta obsesión con el torneo.

-deberían de haber pasado por algo similar para poder comprenderlo- argumento Remus.

—Si alguien tiene motivos para quejarse es Potter —gruñó Moody—, y, sin embargo, es curioso... No le oigo de­cir ni medio...

—¿Y «pog» qué «tendgía» que «quejagse»? —estalló Fleur Delacour, dando una patada en el suelo—. Va a «podeg pagti­cipag», ¿no? ¡Todos hemos soñado «dugante» semanas y se­manas con «seg» elegidos! Mil galeones en metálico... ¡es una «opogtunidad pog» la que muchos «moguiguían»!

Fleur sonrió tristemente, en verdad en ese momento no podía entender la situación tan particular en la que el chico se encontraba, la visión del premio del torneo los tenía muy segados.

—Tal vez alguien espera que Potter muera por ella —replicó Moody, con un levísimo matiz de exasperación en la voz.

A estas palabras les siguió un silencio extremadamente tenso.

-Una declaración muy fuerte- aseguro Ted- cualquiera diría que es una completa exageración.

-lamentablemente en el caso de Harry no podemos decir lo mismo- se lamentó James- tendremos mucho que hacer para que eso no vuelva a ocurrir.

Ludo Bagman, que parecía muy nervioso, se alzaba sobre las puntas de los pies y volvía apoyarse sobre las plantas.

—Pero hombre, Moody... ¡vaya cosas dices! —protestó.

Para todos fue comprensible que el hombre se sintierra impresionado por lo dicho por el auror, pero como James había dicho anteriormente, la situación de Harry era demasiado particular

—Como todo el mundo sabe, el profesor Moody da la mañana por perdida si no ha descubierto antes de la comida media docena de intentos de asesinato —dijo en voz alta Karkarov—. Por lo que parece, ahora les está enseñando a sus alumnos a hacer lo mismo. Una rara cualidad en un pro­fesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Dumbledore, pero no dudo que tenías tus motivos para contratarlo.

-eso no ayudara en nada a que tomen en serio lo ocurrido- comento Marlene- y bueno, nadie que no conociera por lo que han pasado podrían tomarle importancia.

-no más de la anormalidad de que hubiera un cuarto campeón- comento Andrómeda- supongo que llegaron a conocer quien fue el responsable- les pregunto a los jóvenes de la segunda generación.

-si, lo hicimos- respondió Harry- aunque no precisamente por una investigación.

- ¿no investigaron nada acerca de que fue lo que ocurrió? - se extrañó Frank- con Alastor ahí me sorprende que no…

-no importaba que lo hicieran- aseguro Harry- además había otras cosas en las que pensar en ese momento.

-si supongo que tienes razón- le concedió el auror.

Por su parte Alastor continúo pesando en las palabras de su colega, si bien tratara de ayudar al chico Potter le parecía extraño que no tratara de indagar, aunque fuera solo un poco, le parecía un poco extraño, pero decidió no darle demasiada importancia por el momento.

—Conque imagino cosas, ¿eh? —gruñó Moody—. Con­que veo cosas, ¿eh? Fue una bruja o un mago competente el que echó el nombre del muchacho en el cáliz.

—¡Ah!, ¿qué prueba hay de eso? —preguntó Madame Maxime, alzando sus enormes manos.

-bueno, además de que un chico de esa edad no sería capaz de realizar un encantamiento de tal potencia- comento Ted

-creo que incluso a nosotros nos hubiera sido demasiado complicado conseguir algo como eso- acepto Viktor.

—¡Que consiguió engañar a un objeto mágico extraor­dinario! —replicó Moody—. Para hacerle olvidar al cáliz de fuego que sólo compiten tres colegios tuvo que usarse un encantamiento confundidor excepcionalmente fuerte... Por­que creo estar en lo cierto al suponer que propuso el nombre de Potter como representante de un cuarto colegio, para ase­gurarse de que era el único en su grupo...

El viejo auror asintió en conformidad, era reconfortante que su astucia no hubiera disminuido en esos años de inactividad.

—Parece que has pensado mucho en ello, Moody —apun­tó Karkarov con frialdad—, y la verdad es que te ha quedado una teoría muy ingeniosa... aunque he oído que recientemen­te se te metió en la cabeza que uno de tus regalos de cumplea­ños contenía un huevo de basilisco astutamente disimulado, y lo hiciste trizas antes de darte cuenta de que era un reloj de mesa. Así que nos disculparás si no te tomamos demasiado en serio...

-es evidente que no le creería nada y no solo se trata del torneo- comento Frank- tienen una historia demasiado complicada.

-ya lo creo- agrego James- se tienen un gran rencor mutuo- para más de uno le pareció que hablaba por experiencia propia.

—Hay gente que puede aprovecharse de las situaciones más inocentes —contestó Moody con voz amenazante—. Mi trabajo consiste en pensar cómo obran los magos tenebro­sos, Karkarov, como deberías recordar.

—¡Alastor! —dijo Dumbledore en tono de advertencia.

-era evidente que le echaría en cara su pasado- aseguro Alice- por fortuna Dumbledore está ahí para impedir una discusión mayor.

Por un momento, Harry se preguntó a quién se estaba dirigiendo, pero luego comprendió que Ojoloco no podía ser el verdadero nombre de Moody. Éste se calló, aunque siguió mirando con satisfacción a Karkarov, que tenía el rostro en­cendido de cólera.

-aunque me gustaría ver como Alastor sigue fastidiando a ese idiota, me importa más saber que es lo que ocurrirá con mi hijo- comento James resignado.

-yo estoy igual- apoyo Sirius- sería bueno saber de que se tratara la primera prueba y en que es en lo que debe de prepararse.

—No sabemos cómo se ha originado esta situación —continuó Dumbledore dirigiéndose a todos los reunidos en la sala—. Pero me parece que no nos queda más remedio que aceptar las cosas tal como están. Tanto Cedric como Harry han sido seleccionados para competir en el Torneo. Y eso es lo que tendrán que hacer.

—Ah, «pego, Dumbledog» ...

—Mi querida Madame Maxime, si se le ha ocurrido a usted una alternativa, estaré encantado de escucharla.

-no dijo nada- aseguro Fleur- en esa situación teníamos las manos atadas y sin altegnativas.

-por lo menos ya dejaras esa discusión que no llevaba a ningún lado- apoyo Victoire.

Dumbledore aguardó, pero Madame Maxime no dijo nada; se limitó a mirarlo duramente. Y no era la única: Sna­pe parecía furioso, Karkarov estaba lívido. Bagman, en cambio, parecía bastante entusiasmado.

-cada vez Bagman me parece más extraño- comento James curioso- pero no entiendo porque el enojo de Severus.

-si creyera que Potter lo hizo intencionalmente, el que participara sería tanto como decir que se había salido con la suya- comento Snape, que para sus adentros se preguntaba si en verdad había pensado de esa manera.

-pero el cachorro no hizo nada- salto Sirius- si pensó en lo genial que sería ganar, pero no creo que no haya había alumno que no lo pensara al menos una vez.

-ya tranquilízate Sirius- intervino Marlene ante la exaltación de su novio- no vale la pena que te alteres, lo importante como ya dijiste, es saber lo mejor que podrá hacer a partir de ahora- razono la rubia dándole un tierno beso en la mejilla tranquilizándolo un poco.

—Bueno, ¿nos ponemos a ello, entonces? —dijo frotán­dose las manos y sonriendo a todo el mundo—. Tenemos que darles las instrucciones a nuestros campeones, ¿no? Barty, ¿quieres hacer el honor?

El señor Crouch pareció salir de un profundo ensueño.

—Sí —respondió—, las instrucciones. Sí... la primera prueba...

A varios de los presentes les pareció un poco extraño ese titubeo de Barty, por lo poco o lo mucho que podían conocer a ese hombre les pareció que esa forma de hablar era muy poco propia de aquel hombre tan frio y serio. Percy por su parte suponía que para ese momento su antiguo jefe ya estaba siendo controlado por Voldemort, si hubiera estado más atento tal vez su situación hubiera sido diferente.

Fue hacia la zona iluminada por el fuego. De cerca, a Harry le pareció que se encontraba enfermo. Se lo veía oje­roso, y la piel, arrugada y reseca, mostraba un aspecto que no era el que tenía durante los Mundiales de quidditch.

-wau, como que está muy desmejorado no lo creen- comento Teddy- me pregunto que le habrá ocurrido.

-posiblemente ha trabajado mucho- propuso James “S”.

-no, imposible- aseguro de inmediato Frank- si algo representa a Barty es el trabajo, creo que pasa más tiempo en el ministerio que en su casa, créeme que por más trabajo que tuviera no terminaría de esa manera.

-pero entonces ¿que paso?, no creo que sea alguna coincidencia- comento Teddy, si bien venia del futuro y sabía que moriría, no tenía ni idea de los detalles de lo ocurrido.

-lo mejor será que continuemos leyendo- aseguro Charlus retomando la lectura.

—La primera prueba está pensada para medir vuestro coraje —les explicó a Harry, Cedric, Fleur y Krum—, así que no os vamos a decir en qué consiste. El coraje para afrontar lo desconocido es una cualidad muy importante en un mago, muy importante...

- ¡¿pero qué demonios?!- increpo Sirius- ¿cómo que no les dirán?, en verdad los mandarán a ciegas a la prueba.

-de seguro es para poner a prueba sus conocimientos y como reaccionaran ante una situación desconocida- aseguro Marlene.

- y un cuerno- espeto nuevamente el animago- el cachorro tiene la capa, él puede indagar por las noches para saber de que se tratara- agrego. Involuntariamente volteo la vista hasta el lugar donde acostumbraba sentarse Lily para las lecturas encontrándose solo con aire, de estar ahí tal vez le hubiera reñido por incitar a su hijo o según la situación, hasta los abría apoyado.

-tranquilo ella estará bien- le aseguro en un susurro Marlene suponiendo los pensamientos del joven.

-pero en algo tienes razón Black, los engaños y las tretas son algo inevitable en el torneo, y aunque Dumbledore quiera jugar limpio no dudo que los otros dos no lo dudaran- aseguro Alastor a lo que Fleur y Krum se removieron en sus asientos, pues lo que decía era verdad.

-y supongo que tú con gusto continuarías también con esa tradición- comento medio en burla james a lo que el auror sonrió, si no podía evitar que participara por lo menos era reconfortante que alguien capaz estuviera cuidándolo.

» La primera prueba se llevará a cabo el veinticuatro de noviembre, ante los demás estudiantes y el tribunal.

» A los campeones no les está permitido solicitar ni acep­tar ayuda de ningún tipo por parte de sus profesores para llevar a cabo las pruebas del Torneo.

-eso descartaría cualquier ayuda que pudiera darle ojo loco- comento Alice.

-siempre puedo guiarlo por el camino correcto- aseguro el auror

-Alastor

- ¿qué Dumbledore?, ya te dije que los otros dos, en especial Karkarov, no dudaran en apoyar a su campeón, además no contrataste para ser solo una cara bonita, algo debo de hacer para cuidar a tu alumno favorito.

-jaja- se escuchó una risa cuando termino de hablar- lo siento- se disculpó cierta peli rosa- pero no me pude contener por lo de la “cara bonita”

-muy bien, pero más te vale que aprendas a respetar a tus mayores cuando estés bajo mi tutela en el ministerio Nymphadora- exclamo Moody

-por supuesto, siempre que no me llames Nymphadora o en verdad tendremos problemas

-bueno, lo importante aquí es que no les prohibieron recibir ayuda de otros alumnos, entonces Ron y Hermione aun lo pueden ayudar- intervino Remus de forma conciliadora viendo que el auror aun quería seguir discutiendo.

-bien lunático, así se protege a tu mujer- exclamo Sirius- pero es cierto, por lo menos Harry recibirá ayuda de sus amigos, sin duda es mejor que estar solo.

Harán frente al prime­ro de los retos armados sólo con su varita. Cuando la pri­mera prueba haya dado fin, recibirán información sobre la segunda. Debido a que el Torneo exige una gran dedicación a los campeones, éstos quedarán exentos de los exámenes de fin de año.

-al menos tendrán algo bueno de todo eso- comento Sirius

-todo con tal de evitar el trabajo no- agrego Marlene.

El señor Crouch se volvió hacia Dumbledore.

—Eso es todo, ¿no, Albus?

—Creo que sí —respondió Dumbledore, que observaba al señor Crouch con algo de preocupación—. ¿Estás seguro de que no quieres pasar la noche en Hogwarts, Barty?

—No, Dumbledore, tengo que volver al Ministerio—con­testó el señor Crouch—. Es un momento muy difícil, tenemos mucho trabajo. He dejado a cargo al joven Weatherby... Es muy entusiasta; a decir verdad, quizá sea demasiado entu­siasta...

Un par de risas se escucharon en ese momento mientras que Percy se sonrojaba levemente.

-y sigue sin aprenderse tu nombre, en serio hermanito, esta vez si fallaste y por mucho- aseguro Fred.

-si, no me imagino la clase de mujer que se quiera casar contigo si sigues de esa manera- continuo George.

- ¡hey!, que he cambiado bastante desde esos días- les reclamo de inmediato Percy

-además la tía Audrey es muy simpática y según mamá tiene al tío muy controlado- comento como si nada Rose

- ¡¿Qué?!- exclamaron varios a la vez- entonces en verdad Percy conoció a una chica- prosiguió George.

-ya quiero conocerla, me pregunto quién podría estar tan loca- agrego Fred.

- ¡ha ya cállense y dejen que continúe la lectura! - exigió Percy sonrojado, pero no por las burlas de sus hermanos, sino por las palabras de su futura sobrina, y es que hace relativamente poco una nueva chica había entrado al ministerio, y aunque no fuera en su mismo departamento sin duda tendría algún contacto con ella, y coincidentemente se llamaba Audrey.

—Al menos tomarás algo de beber antes de irte... —in­sistió Dumbledore.

—Vamos, Barty. ¡Yo me voy a quedar! —dijo Bagman muy animado—. Ahora es en Hogwarts donde ocurren las co­sas, ya lo sabes. ¡Es mucho más emocionante que la oficina!

-tal vez por eso se quiere ir, ya sabemos que no es el tipo más divertido del mundo- exclamo Sirius.

Pero por su parte los de la segunda generación suponían o sabían que había otra razón por la que Barty rechazara con tanta vehemencia el quedarse en el castillo.

—Creo que no, Ludo —contestó Crouch, con algo de su sempiterna impaciencia.

—Profesor Karkarov, Madame Maxime, ¿una bebida antes de que nos retiremos a descansar? —ofreció Dumble­dore.

Pero Madame Maxime ya le había pasado a Fleur un brazo por los hombros y la sacaba rápidamente de la sala. Harry las oyó hablar muy rápido en francés al salir al Gran Comedor. Karkarov le hizo a Krum una seña, y ellos tam­bién salieron, aunque en silencio.

-huy, pero cuanta amabilidad de parte de sus directores he- exclamo Gideon.

-si, ni siquiera aun buenas noches de su parte- apoyo Favian.

-si, ahoga lo sé- dijo Fleur- pego en ese momento estaba muy ofuscada y un poco molesta pog las cigcunstancias del togneo.

-y dudo que Karkarov hubiera actuado de forma diferente aun cuando no hubiera ocurrido lo de Harry- secundo Viktor.

—Harry, Cedric, os recomiendo que subáis a los dormi­torios —les dijo Dumbledore, sonriéndoles—. Estoy seguro de que las casas de Hufflepuff y Gryffindor os aguardan para celebrarlo con vosotros, y no estaría bien privarlas de esta excelente excusa para armar jaleo.

-o por Merlín- se lamentó la profesora McGonagall, ya se suponía como se pondría la sala común en ese momento.

-ya no se preocupe profesora- dijo Sirius- si es de las pocas cosas buenas que puede ocurrir por que el cachorro fuera elegido.

-si, aunque dudo que Harry tenga ánimos de celebrar algo como eso- aseguro James.

-si tienes razón, en ocasiones debería de parecerse más a nosotros- continuo Sirius.

-no gracias, a mí me gusta mucho el cómo es ahora- aseguro Ginny abrasando a su novio para recibir un beso de parte de este.

Harry miró a Cedric, que asintió con la cabeza, y salie­ron juntos.

El Gran Comedor se hallaba desierto. Las velas, casi consumidas ya, conferían a las dentadas sonrisas de las ca­labazas un aspecto misterioso y titilante.

—O sea —comentó Cedric con una sutil sonrisa— ¡que volvemos a jugar el uno contra el otro!

-aunque hubiera sido mejor que la revancha se diera en el campo de quidditch que en el torneo- comento James- sería más seguro para ellos.

-además que, aunque vallan entre ellos, ambos representan al mismo colegio- agrego Remus.

—Eso parece —repuso Harry. No se le ocurría nada que decir. En su cabeza reinaba una confusión total, como si le hubieran robado el cerebro.

—Bueno, cuéntame —le dijo Cedric cuando entraban en el vestíbulo, pálidamente iluminado por las antorchas—. ¿Cómo hiciste para dejar tu nombre?

—No lo hice —le contestó Harry levantando la mirada hacia él—. Yo no lo puse. He dicho la verdad.

—Ah... vale —respondió Cedric. Era evidente que no le creía—. Bueno... hasta mañana, pues.

-además debo admitir que estaba un poco molesto por saber que no era el único campeón del colegio- se sinceró Cedric- pero debo admitir que fue bueno que ocurriera- agrego recordando la ayuda que recibió de el para la primera prueba.

En vez de continuar por la escalinata de mármol, Ce­dric se metió por una puerta que quedaba a su derecha. Harry lo oyó bajar por la escalera de piedra y luego, despacio, comenzó él mismo a subir por la de mármol.

¿Iba a creerle alguien aparte de Ron y Hermione, o pen­sarían todos que él mismo se había apuntado para el Torneo?

Ron se incomodó nuevamente, ya pronto sabría el poco apoyo que le dio a su amigo durante esos días, y aunque se arrepintió de ello poco después eso no quita que más por orgullo que por otra cosa no se reconcilio de inmediato después de que lo hizo.

-tranquilo todo estará bien- le susurro Hermione notando su actitud.

-dilo por ti- respondió el pelirrojo- y pensar que aún falta lo peor de lo que hice.

Con mucha dulzura la castaña abraso al joven, evidentemente aún se sentía mal por haberlos abandonado en aquella ocasión, solo podía estar ahí para darle apoyo cuando James y Sirius comenzaran a atacarlo, tanto por no creerle a Harry como lo ocurrido en la búsqueda de los horrocrux.

Pero ¿cómo podía creer eso nadie, cuando iba a enfrentarse a tres competidores que habían recibido tres años más de educación mágica que él, cuando tendría que enfrentarse a unas pruebas que no sólo serían muy peligrosas, sino que debían ser realizadas ante cientos de personas?

-poniéndolo de esa manera suena lógico- comento Neville- pero creo que nos dejamos llevar por el momento.

-además nosotros no actuamos tan mal- agrego Dean- los que actuaron peor fueron los de las otras casas- los aludidos se sintieron incomodos.

-fue de las pocas veces que concordamos con los Hufflepuff con respecto de molestar a Potter- acepto Draco.

-hay papá- reclamo Scorpius.

- ¿Qué?, de cualquier forma, se enterarán de eso en cualquier momento- se justificó el rubio.

Sí, es ver­dad que había pensado en ser campeón: había dejado volar la imaginación. Pero había sido una locura, realmente, una especie de sueño. En ningún momento había considerado seriamente la posibilidad de entrar...

En ese punto hasta Severus podía empatizar con los pensamientos del chico, acaso seria porque en los libros podría saber sin impedimento los pensamientos de Harry que tenía la disposición de creerle, o su oscuridad había crecido tanto durante los años siguientes para mostrar tal desprecio por hijo de Lily, no lo sabía, pero de lo que, si estaba seguro, era que comenzaba a ver de diferente manera al joven plotter.

Pero había alguien que sí lo había considerado, alguien que quería que participara en el Torneo, y se había asegura­do de que entraba. ¿Por qué? ¿Para darle un gusto? No sabía por qué, pero le parecía que no. ¿Para verlo hacer el ridículo? Bueno, seguramente quedaría complacido. ¿O lo había hecho para que muriera? ¿Moody había estado simplemente dando sus habituales muestras de paranoia?

Cuantos de los presentes deseaban que solo se tratara de alguna paranoia de parte del auror, pero lamentablemente sabían que era solo una vana esperanza.

¿No podía haber pues­to alguien su nombre en el cáliz de fuego para hacerle una gracia, como parte de un juego? ¿De verdad había alguien que deseaba que muriera?

Todos los presentes conocían a la perfección la respuesta a esa última pregunta, y estaban seguros de que el propio Harry también la conocía.

A Harry no le costó responderse esa última pregunta. Sí, había alguien que deseaba que muriera, había alguien que quería matarlo desde antes de que cumpliera un año: lord Voldemort. Pero ¿cómo podía Voldemort haber echado el nombre de Harry en el cáliz de fuego? Se suponía que es­taba muy lejos, en algún país distante, solo, oculto, débil e impotente...

-no tan solo- dijo con asco Sirius- tiene a esa maldita rata rastrera junto a él.

-y no es el único- las miradas se posaron sobre Remus- recordando aquel capítulo, Voldemort también hablaba de un tercer secuas.

-es cierto lunático- exclamo Sirius- pero entonces alguien logro infiltrarse en el castillo, o ya está dentro de él- agrego viendo e dirección a Severus.

-no sabemos si se tratara de Snape- salto Marlene sabiendo que era él a quien acusaba- también debes recordar que Karkarov era un mortifago.

-pero Voldemort describió al tercer secuas como el más fiel- intervino Dora recordando aquel capitulo- en tal caso no podrían ser ninguno de los dos pues tuvieron que traicionarlo para librar la cárcel.

-exacto, y no creo que ese maldito sea muy amable con ellos- apoyo Remus.

-demonios, nos toca volver a esperar para descubrir la verdad- maldijo James.

Pero, en aquel sueño que había tenido justo antes de despertarse con el dolor en la cicatriz, Voldemort no se ha­llaba solo: hablaba con Colagusano, tramaba con él el asesinato de Harry...

-hijo, en verdad creo que sería el mejor momento para contarle a Dumbledore acerca de tu sueño- salto James- ya no puedes considerarlo como algo tan simple como eso.

-aun así, no le dijo nada- aseguro Hermione- y si se lo dijo fue hasta mucho tiempo después.

-gracias por el apoyo amiga- ironizó el azabache.

Harry se llevó una sorpresa al encontrarse de pronto delante de la Señora Gorda, porque apenas se había perca­tado de adónde lo llevaban los pies. Fue también sorprendente ver que la Señora Gorda no estaba sola dentro de su marco: la bruja del rostro arrugado —la que se había meti­do en el cuadro de su vecino cuando él había entrado en la sala donde aguardaban los campeones— se hallaba en aquel momento sentada, muy orgullosa, al lado de la Seño­ra Gorda. Tenía que haber pasado a toda prisa de cuadro en cuadro a través de siete tramos de escalera para llegar allí antes que él. Tanto ella como la Señora Gorda lo miraban con el más vivo interés.

-cómo lo suponía- aseguro Alice- la bruja de ese retrato es una verdadera chismosa- aseguro ante el asentimiento de varias compañeras.

—Bien, bien —dijo la Señora Gorda—, Violeta acaba de contármelo todo. ¿A quién han escogido al final como cam­peón?

-a los dos, no era como si tuvieran muchas alternativas- dijo Ted.

—«Tonterías» —repuso Harry desanimado.

—¡Cómo que son tonterías! —exclamó indignada la bruja del rostro arrugado.

—No, no, Violeta, ésa es la contraseña —dijo en tono apaciguador la Señora Gorda, girando sobre sus goznes para dejarlo pasar a la sala común.

-una muy apropiada para ese momento debo decir- comento con media sonrisa Sirius.

El jaleo que estalló ante Harry al abrirse el retrato casi lo hace retroceder. Al segundo siguiente se vio arrastrado dentro de la sala común por doce pares de manos y rodeado por todos los integrantes de la casa de Gryffindor, que grita­ban, aplaudían y silbaban.

-tal y como cuando llegaron en el auto volador en su segundo año- comento James “S”- no entiendo porque nunca nos han contado acerca de eso.

-bueno, no eran precisamente cosas que hubiéramos deseado o propiciado- se justificó Harry.

-además, imagino que lo último que ustedes necesitaban era que les metieran ideas de querer imitarlos- agrego Hermione.

—¡Tendrías que habernos dicho que ibas a participar! —gritó Fred. Parecía en parte enfadado y en parte impre­sionado.

-pues si, en efecto así se me sentía- aseguro Fred- aunque más impresionado que enojado.

—¿Cómo te las arreglaste para que no te saliera barba? ¡Increíble! —gritó George.

-hubiera sido genial sábelo- comento George- al menos en su momento, pero con eso que bastaba pedirle a alguien mayor que lo hiciera le quito la magia.

—No lo hice —respondió Harry—. No sé cómo...

-aunque en verdad creo que será inútil que intestes explicarte- se lamentó Andrómeda.

-pues si, pero no podía responde otra cosa.

Pero Angelina se abalanzaba en aquel momento hacia él.

—¡Ah, ya que no soy yo, me alegro de que por lo menos sea alguien de Gryffindor...!

—¡Ahora podrás tomarte la revancha contra Diggory por lo del último partido de quidditch, Harry! —le dijo chi­llando Katie Bell, otra de las cazadoras del equipo de Gryffindor.

—Tenemos algo de comida, Harry. Ven a tomar algo...

—No tengo hambre. Ya comí bastante en el banquete.

-solo quiere salir de ahí- aseguro James- aunque se estuviera muriendo de hambre saldría de todo ese ajetreo, ha sido un día duro para él.

-y los que le faltan- agrego Sirius.

-gracias por tu apoyo, es bueno que seas mi amigo- ironizo el azabache.

Charlus fue leyendo como ningún miembro de la casa de Gryffindor dejaba que Harry se retirara del lugar, siempre haciéndolo comer alguna botana, tomar una cerveza de mantequilla, queriendo ponerle un estandarte de Gryffindor como capa y queriendo saber cómo cruzo la línea de edad de Dumbledore.

—No lo hice —repetía una y otra vez—. No sé cómo ha ocurrido.

Pero, para el caso que le hacían, lo mismo le hubiera dado no abrir la boca.

-creo que están siendo mus asfixiantes no lo creen- le reprendió Remus.

-bueno, estábamos felices porque uno de nosotros podría participar en el torneo- se defendió Fred.

-además que case de fiesta seria si el festejado principal estaba ausente- apoyo George.

-aun así, ustedes más que nadie debería de saber que toda esa atención no era de su agrado- reitero Remus- aunque también creyeron que fue el quien puso su nombre así que ya no sé que tanto lo conocen.

Los gemelos sonrieron con cierta incomodidad.

-es increíble como Teddy se parece a su padre- comento por lo bajo James “S” a sus amigos- él también consigue hacer sentirnos culpables con mucha facilidad- sus hermanos y amigos asintieron en conformidad.

—¡Estoy cansado! —gritó al fin, después de casi media hora—. No, George, en serio... Me voy a la cama.

Lo que quería por encima de todo era encontrar a Ron y Hermione para comentar las cosas con algo de sensatez, pero ninguno de ellos parecía hallarse en la sala común.

-bueno, ya era un poco tarde y con todo ese ajetreo no podríamos hablar de nada así que me fui a mi habitación y…- volteo a ver a Ron, recordaba que ese día el chico no dijo ni nunca sola palabra y de inmediato se subía a los dormitorios.

- ¿y que? - pregunto Sirius, pues todos notaron como la castaña se detuvo a media oración.

-ya lo verán- respondió Ron queriendo dilatar un poco más el incómodo momento.

Insistien­do en que necesitaba dormir, y casi pasando por encima de los pequeños hermanos Creevey, que intentaron detenerlo al pie de la escalera, Harry consiguió desprenderse de todo el mundo y subir al dormitorio tan rápido como pudo.

Para su alivio, vio a Ron tendido en su cama, completa­mente vestido; no había nadie más en el dormitorio. Miró a Harry cuando éste cerró la puerta tras él.

—¿Dónde has estado? —le preguntó Harry.

—Ah, hola —contestó Ron.

-oh, eso no me gusta- comento Sirius- esa respuesta del pelirrojo no se escucha para nada bien.

Le sonreía, pero era una sonrisa muy rara, muy tensa. De pronto Harry se dio cuenta de que todavía llevaba el es­tandarte de Gryffindor que le había puesto Lee Jordan. Se apresuró a quitárselo, pero lo tenía muy bien atado. Ron permaneció quieto en la cama, observando los forcejeos de Harry para aflojar los nudos.

-bueno tal vez si no hubieras intentado quitártelo en su momento no habría sido necesario apretarla tan fuerte- comentó Gideon.

—Bueno —dijo, cuando por fin Harry se desprendió el estandarte y lo tiró a un rincón—, enhorabuena.

—¿Qué quieres decir con eso de «enhorabuena»? —pre­guntó Harry, mirando a Ron. Decididamente había algo raro en la manera en que sonreía su amigo. Era más bien una mueca.

-creo que ya sé que es lo que está pasando, y no será bueno para ninguno de los dos- agrego por lo bajo Favian a su gemelo que asintió.

—Bueno... eres el único que logró cruzar la raya de edad —repuso Ron—. Ni siquiera lo lograron Fred y Geor­ge. ¿Qué usaste, la capa invisible?

-sería imposible- aseguro Charlus- la capa no lo ocultaría hasta ese nivel- aseguro con cierto orgullo por su reliquia familiar.

—La capa invisible no me hubiera permitido cruzar la línea —respondió Harry.

—Ah, bien. Pensé que, si había sido con la capa, podrías habérmelo dicho... porque podría habernos tapado a los dos, ¿no? Pero encontraste otra manera, ¿verdad?

-espera un endemoniado segundo- exclamo Sirius- estas celoso de eso, te vas a molestar con el cachorro por algo como eso.

-bueno, tienen que comprender, me sentí desplazado, aun cuando era mejor que en mi primer año había ocasiones en que me sentía como un segundón detrás de Harry- se defendió el pelirrojo a lo que sus compañeros se sintieron un poco mal, después de todo la atención por lo general quedaba en Harry- sé que es absurdo, pero no podía evitarlo.

-pero se trata de tu amigo

-ya tranquilízate Sirius- le silencio Remus- te recuerdo que no importa que tan amigos sean siempre habrá diferencias, o quieres que te recuerde que incluso james y tu han tenido temporadas peleados.

-bueno si, pero…

-pero nada Sirius, eso es algo que no se puede cambiar, así que por favor deja de molestar- el animago se cruzó de brazos, pero guardo silencio tal como se lo ordeno.

—Escucha —dijo Harry—. Yo no eché mi nombre en el cáliz de fuego. Ha tenido que hacerlo alguien, no sé quién.

Ron alzó las cejas.

—¿Y por qué se supone que lo ha hecho?

—No lo sé —dijo Harry. Le pareció que sonaría dema­siado melodramático contestar «para verme muerto».

-lamentablemente eso lo descubrí tiempo después- exclamo Ron- pero tarde mucho en pedir disculpas.

- ¿y eso por qué? - interrogo Sirius.

-por orgulloso

-además creo yo no fui de mucha ayuda en ese momento- agregó Harry que tampoco daba pie a que pudieran reconciliarse.

Ron levantó las cejas tanto que casi quedan ocultas bajo el flequillo.

—Vale, bien. A mí puedes decirme la verdad —repu­so—. Si no quieres que lo sepa nadie más, estupendo, pero no entiendo por qué te molestas en mentirme a mí. No te vas a ver envuelto en ningún lío por decirme la verdad. Esa amiga de la Señora Gorda, esa tal Violeta, nos ha contado a todos que Dumbledore te ha permitido entrar. Un premio de mil galeones, ¿eh? Y te vas a librar de los exámenes fina­les...

—¡No eché mi nombre en el cáliz! —exclamó Harry, co­menzando a enfadarse.

—Vale, tío —contestó Ron, empleando exactamente el mismo tono escéptico de Cedric—. Pero esta mañana dijiste que lo habrías hecho de noche, para que nadie te viera... No soy tan tonto, ¿sabes?

-pues déjame dudarlo- dijo Sirius

-ya tranquilízate- le solicito Marlene- es evidente que él también se siente mal por haber juzgado a Harry, de nada sirve que se lo restriegues.

-claro que si, es un escarmiento para que no vuelva a repetirlo

-Sirius- dijo la rubia con más firmeza.

-está bien, lo intentare- era más de lo que podían esperar de él.

—Pues nadie lo diría.

—¿Sí? —Del rostro de Ron se borró todo asomo de sonri­sa, ya fuera forzada o de otro tipo—. Supongo que querrás acostarte ya, Harry. Mañana tendrás que levantarte tem­prano para alguna sesión de fotos o algo así.

Tiró de las colgaduras del dosel de su cama para cerrar­las, dejando a Harry allí, de pie junto a la puerta, mirando las cortinas de terciopelo rojo que en aquel momento ocultaban a una de las pocas personas de las que nunca habría pensa­do que no le creería.

-lo siento por eso colega- le dijo Ron.

-tranquilo eso ya no importa- le respondió Harry.

-aun así, quiero decirlo

-bien es el final del capítulo- informa Charlus dejando el libro sobre la mesa.

-bien, creo que ha llegado el momento de tomar un pequeño descanso- dijo Dumbledore- pueden estirarse un poco y en unos momentos aparecerá la comida.

Para varios fue un alivio saber que ya podrían saciar el hambre que comenzaba a molestarlos, pero para otros era todo lo contraria.

Ya habían terminado un nuevo capítulo y Lily no daba señales de querer volver, y aunque no lo demostrara, James estaba muy atento y preocupado con respecto a su novia, en verdad era tortura estar ahí sentado sin poder hacer nada para ayudarla. Y el hecho de que la deliciosa comida hizo por fin su acto de presencia logro distraerlo, de hecho, ni siquiera hizo el intento de tomar algo para comer.

Decidió que esperaría solo un poco más, pero si cuando terminaba la hora de la comida la pelirroja no hacia acto de presencia le importaría un demonio lo que le dijeran, iría a buscar a su Lily por cada rincón del castillo si fuera necesario.