martes, 27 de octubre de 2015

Capítulo 62.- La Mansión de los Ryddle/ La cicatriz


El día comenzaba tan brillante como se podría esperar, los joven y profesores del colegio comenzaban a despertar sonrientes y con la inmensa expectación de que nuevas cosas ocurrirían en la próxima lectura, entrarían al cuarto año de Harry y la gran mayoría de los del futuro, quienes había decirlo, también esperaban descubrir la historia completa de ese año.

En la sala de menesteres era igual, solo que algunas personas estaban tardando más en despertar que otras, un ejemplo perfecto fueron los Longbottom que pese a su tardanza fueron los primero en salir.

Otros que no daban señales de vida eran Harry y Ginny, y sus hermanos comenzaban a ponerse paranoicos ante ese hecho, y más aún cuando James “S” les respondió que sus padres no durmieron con ellos durante la noche y que no los vieron cuando despertaron, todos tenían sus propias ideas de que pudo haber pasado, algunas historias eran más fuertes que otras, por fortuna para los ausentes y tal vez para los pelirrojos Hermione les recomendó que midieran bien lo que dirán cuando los vieran, no tenía dudas de que conseguirían intimidar a Harry, pero Ginny no les tendría clemencia si decían o hacían alguna estupidez, eso al parecer consiguió apaciguar las aguas.

-Parece que se les pegaron las sabanas- comentó Sirius a James que no hace mucho había salido de su habitación y ahora se encontraban viendo en dirección de los pelirrojos- y Lily ¿dónde está?- le pregunto.

-Terminándose de bañar, anoche se durmió un poco tarde- le respondió el azabache

-¿Pues qué le hiciste?- le pregunto divertido.

-Nada, pero creo que la discusión con Harry tardo más de lo pensado- el oji gris lo miro- lo debió estar regañando pues, por todo,

-Pobre de mí ahijado- se lamentó Sirius, los regaños de Lily eran legendarios

-Y por lo que se y por como se ve, Ginny se está encargando de animarlo.

-Qué bueno porque su padre es un maldito- James miro con sorpresa a su amigo- ¿qué me vez?, lo dejaste morir solo, a tu propio hijo.

-Y querías que estuviera presente para que Lily me reclamara que por mis genes Harry salió así- exclamo- soy valiente no idiota.

-Y hablando de idiotas- cambio de tema- has visto a lunático, anoche el maldito se volvió a encerar solo, y ya sabes como es.

-¿Estás seguro que se fue solo?- le pregunto

-Si ¿por qué…?- el resto de la pregunta quedo al aire cuando volteo a ver a la dirección que James señalaba.

Por esa puerta estaban saliendo Nymphadora cargando al bebe Teddy seguidos de cerca por Remus, los primeros dos se veían alegres y sonrientes, pero el ultimo se le notaba cansado y con ojeras.

-O esto se pondrá bueno- exclamo Sirius sobándose las manos  sonriendo traviesamente.

Para Dora no pasó desapercibido que su tío y su amigo los vieron cuando salieron juntos de la habitación, por consiguiente se sonrojo un poco por cómo se veían las cosas, así de apenada, y siendo consiente que era un poco tarde, avanzo lo más rápido que pudo por la sala para llegar a gran comedor, donde su familia debería estarla esperando, se lamentaba por haber dejado solo a Remus, pero después su culpa se aminoro porque sabía que por mucho que corriera, las bromas y burlas de Sirius la alcanzarían tarde o temprano.

-Maldito lunático ya deshonraste a mi sobrina- le dijo Sirius quien como James se acercaron a su amigo con dos pasos.

-Sirius

-Lo sorprendente es que te dejara tan cansado, ¿pues como estuvieron las cosas?

-James

-Solo espero que comprendas que desde ahora serás mi sobrino por lo cual me debes tratar con respeto.

-La verdad es que te tardaste compañero, pero aun así tienen muchas noches más para disfrutar, debes aprovecharlas

-¡Ya cierren la boca los dos!- les reclamo Lupin cansado- en primera si dormimos en el mismo lugar, pero no tuvimos nada de lo que piensan, en segunda, no aprovecharemos nada, y en tercera no te tratare con respeto nunca- les aseguro el hombre.

-Bueno, por lo menos has aceptado que…

-No he aceptado nada- le interrumpió el castaño- si dormiremos juntos el tiempo que nos falta…

-Ósea que lo seguirán haciendo- exclamo Sirius, pero el castaño ni se inmuto.

-Si eso pasa es por circunstancias especiales y no por lo ustedes puedan llegar a pensar.

-Y bien, ¿cuáles son esas “circunstancias”?- indago James con curiosidad.

-Miren, es muy temprano para discutir con ustedes- dijo y sin esperar respuesta paso entre sus amigos y se dirigió al gran comedor, sabía que darles tiempo para pensar en sus bromas era de las peores cosas que podría hacer, pero en verdad necesitaba comer y beber algo para poder soportarlo.

-Y, ¿de qué me perdí?- pregunto Lily cuando llego con su novio que sonreía traviesamente.

-No tienes ni idea Lis.

El desayuno se estaba desarrollando de la manera habitual entre platicas y risas, solamente hacían falta dos personas que se encontraban ausentes, Harry Potter y Ginny Wesley, los hermanos de esta última no dejaban de ver cada cierto tiempo la puerta de la sala de menesteres aguardando a que salieran, fue como a la mitad del desayuno que los susodichos hicieron acto de presencia

-Bonita hora para llegar- ironizo Fred de inmediato borrando un poco la sonrisa que Harry traía- no creen que debería haber salido antes.

-En especial tu- George señalo a Harry- estamos leyendo tu vida después de todo no.

-Pero los libros lo explican todo, yo soy el menos importante para escuchar la lectura.

-¡No nos cambies el tema!- dijeron al unísono los gemelos.

-¡¿Y eso que importa?!- exclamo Ginny- ya estamos aquí y punto, ¿qué les importa a ustedes…?

-Nos importa por el hecho de que estuvieron haciendo- dijo Charlie- ahora no durmieron con sus hijos y…

-¿Y qué?, les preocupa que me haya acostado con Harry, a ustedes eso no les importa en los más mínimo, ya somos mayores de edad.

-Entonces, ¿ustedes dos, se…?- Bill comenzó a hacer unas señas con las manos, pero todos entendieron lo que quería preguntar.

-Sí, y fue fantástico- respondió mordazmente la chica sorprendiendo a varios, en especial al propio Harry.

-¿Es chiste no?- pegunto Percy que comenzaba a sudar.

-Tal vez- volvió a decir la chica que sin darle importancia a sus hermanos se fue a sentar seguido por su novio. La respuesta de la joven podría ser tan cierta como falta, pero por cualquier cosa Molly y Lily pensaban que deberían de cambiar un par de palaras con sus hijos después.

-Muy bien- exclamo Dumbledore cuando la comida de las cuatro mesas desapareció- si no les es inconveniente para nadie, comenzare a darle lectura al primer capítulo del libro- y como nadie reclamo ni se ofreció a leer el director tomo y abrió el libro y se situó en la primera página- muy bien, el título del libro es “Harry Potter y el cáliz de Fuego”

Varios murmullos de los jóvenes del pasado se escucharon en ese momento, unos pocos conocían dicho cáliz y lo que significaba, pero no parecía muy posible, pues hacía años que el torneo dejo de celebrarse.

-¿Cáliz?, no comprendo- exclamo Lily que no había escuchado nada igual.

-Creo que mi padre me platico algo de un cáliz de fuego, pero en este momento no recuerdo de que se trataba.

-Eso deberá de aparecer en el libro- comento Dumbledore temiendo que el chico se vería involucrado en nuevas y peligrosas circunstancias- el primer capítulo dice “La Mansión de los Ryddle”

-¡Ryddle!- exclamaron al tiempo, eso quería decir que Voldemort se vería inmiscuido en este libro.

-Otra vez ese maldito- espeto con molestia Lily.

Los aldeanos de Pequeño Hangleton seguían llamándola «la Mansión de los Ryddle» aunque hacía ya muchos años que los Ryddle no vivían en ella.

-¿Mansión?, ¿el idiota sin nariz tiene una mansión?- exclamo Sirius

-No, es de la familia del padre, el muggle- respondió Harry.

Dumbledore fue narrando la habitación de la mansión y también lo magnifica que había sido en el pasado, pero ahora se encontraba abandonada y en ruinas, continuando haciendo mención del acontecimiento extraño y horrible que ahí se había presentado hace cincuenta años, en los que la criada encontró muerto a los tres Ryddle.

-¿Tres?- dijo con curiosidad Sirius- ¿cómo que…?

-Si quieres saber qué es lo que pasa entonces deja de interrumpir- le rebatió Marlene.

La mujer había bajado corriendo y gritando por la colina hasta llegar a la aldea, despertando a todos los que había podido.

— ¡Están allí echados con los ojos muy abiertos! ¡Están fríos como el hielo! ¡Y llevan todavía la ropa de la cena!

-Sigo sin ver lo extraño, además claro que los mataron a los tres.

-¡Gideon, ahora tu!- le reclamo Molly- dejen de interrumpir sin motivo.

Llamaron a la policía, y toda la aldea se convirtió en un hervidero de curiosidad, de espanto y de emoción mal disimulada. Nadie hizo el menor esfuerzo en fingir que le apenaba la muerte de los Ryddle, porque nadie los quería. El señor y la señora Ryddle eran ricos, esnobs y groseros, aunque no tanto como Tom, su hijo ya crecido.

-Cielos, entre esos tipos y la herencia y creencias de Salazar, no es sorprendente que fuera un maldito- comentó Fabián.

Los aldeanos se preguntaban por la identidad del asesino, porque era evidente que tres personas que gozan, aparentemente, de buena salud no se mueren la misma noche de muerte natural.

-Me apuesto a que se quién fue el asesino- comento James- hace falta no tener corazón para hacer algo así.

-Aunque no es como si esos Ryddle fueran mejores personas- agrego Sirius que aun esperaba que explicaran más la situación.

Dumbledore leyó la reunión en la taberna del pueblo, El Ahorcado y de cómo se vieron recompensado cuando la cocinera de los Ryddle llego y les informo que acababan de arrestar a un hombre llamado Frank Bryce.

-Sin duda debe tratarse de un inocente- aseguro Dora- sin duda este es un asunto de magos no de muggles.

-Evidentemente- aseguro Remus- pero ellos deben de hacer su propio trabajo, y deben tratar de solucionar lo que ocurrió aunque sea imposible.

-Además no pueden condenarlo, será evidente para ellos que él es inocente- aseguro Alice.

-Si hacen bien su trabajo así será- aseguro Frank- pero no creo que las personas del pueblo lo vean de la misma forma- se lamentó.

— ¡Frank! —gritaron algunos—. ¡No puede ser!

Frank Bryce era el jardinero de los Ryddle y vivía solo en una humilde casita en la finca de sus amos. Había regresado de la guerra con la pierna rígida y una clara aversión a las multitudes y a los ruidos fuertes. Desde entonces, había trabajado para los Ryddle.

Varios de los presentes se apresuraron a pedir una bebida para la cocinera, y todos se dispusieron a oír los detalles.

-Tal vez también podríamos…

-No tomaras ninguna bebida alcohólica Sirius- le aseguro Marlene.

-Por lo menos unos vasito de cerveza de mantequilla, eso no es demasiado fuerte.

-Aun así es demasiado temprano Sirius, deja que el profesor continúe- seguro la rubia, siempre tenía que discutir con él por algo.

—Siempre pensé que era un tipo raro —explicó la mujer a los lugareños, que la escuchaban expectantes, después de apurar la cuarta copa de jerez—. Era muy huraño. Debo de haberlo invitado cien veces a una copa, pero no le gustaba el trato con la gente, no señor.

-Eso no quiere decir nada- aseguro Lily- debería de tener su razones para querer estar solo.

-Y más si a la primera oportunidad los aldeanos lo trataran de esa manera- poyo Marlene.

—Bueno —dijo una aldeana que estaba junto a la barra—, el pobre Frank lo pasó mal en la guerra, y le gusta la tranquilidad. Ése no es motivo para...

— ¿Y quién aparte de él tenía la llave de la puerta de atrás? —La interrumpió la cocinera levantando la voz—. ¡Siempre ha habido un duplicado de la llave colgado en la casita del jardinero, que yo recuerde! ¡Y anoche nadie forzó la puerta! ¡No hay ninguna ventana rota! Frank no tuvo más que subir hasta la mansión mientras todos dormíamos...


-Hay que aceptar que desde su punto de vista seria el sospechosos más lógico- concedió Frank- pero como dijo Alice, si fue obra de un mago tarde o temprano las evidencia dirán que es inocente agrego abrazando a su esposa.

-Sin duda tendrá una vida muy difícil después de eso- agregó Alice.

Los aldeanos intercambiaron miradas sombrías.

—Siempre pensé que había algo desagradable en él, desde luego —dijo, gruñendo, un hombre sentado a la barra.

—La guerra lo convirtió en un tipo raro, si os interesa mi opinión —añadió el dueño de la taberna.

—Te dije que no me gustaría tener a Frank de enemigo. ¿A qué te lo dije, Dot?    —apuntó, nerviosa, una mujer desde el rincón.

—Horroroso carácter —corroboró Dot, moviendo con brío la cabeza de arriba abajo—. Recuerdo que cuando era niño...

-Muggles- exclamo Severus con evidente molestia.

-Pues no es como si los magos fuéramos diferentes- agregó James que aun tenía muy presente las calumnias a su amigo en el libro anterior.

-Mucho me temo que es algo de la naturaleza humana- comento Dumbledore antes de retomar la lectura.

A la mañana siguiente, en Pequeño Hangleton, a nadie le cabía ninguna duda de que Frank Bryce había matado a los Ryddle.

Pero en la vecina ciudad de Gran Hangleton, en la oscura y sórdida comisaría, Frank repetía tercamente, una y otra vez, que era inocente y que la única persona a la que había visto cerca de la mansión el día de la muerte de los Ryddle había sido un adolescente, un forastero de piel clara y pelo oscuro.

-Sin duda debió de tratarse de ese infeliz- increpo Alastor refiriéndose a Voldemort- los aurores deberían de investigar el asunto.

-Lo hicieron- aseguro Harry- pero ellos llegaron a una conclusión bastante diferente- agrego, la verdad en esa época no sabía si Dumbledore ya había recuperado aquel recuerdo de lo que paso esa noche, por lo que decidió intervenir, al fin y al cabo, ya descubrirán la verdad.

-Entonces no les intereso interrogar al tal Frank- pregunto Alice.

-Me temo que no, pero ya verán lo que ocurrió- respondió el azabache.

Nadie más en la aldea había visto a semejante muchacho, y la policía tenía la convicción de que eran invenciones de Frank.

Entonces, cuando las cosas se estaban poniendo peor para él, llegó el informe forense y todo cambió.

La policía no había leído nunca un informe tan extraño. Un equipo de médicos había examinado los cuerpos y llegado a la conclusión de que ninguno de los Ryddle había sido envenenado, ahogado, estrangulado, apuñalado ni herido con arma de fuego y, por lo que ellos podían ver, ni siquiera había sufrido daño alguno.

-La maldición asesina- exclamaron muchos a la vez.

-Esa maldición no deja ninguna seña visible de daño, es solo como si les sacara la vida así de simple- agrego  Alastor.

-Entonces eso fue lo que les resulto desconcertante- concedió Sirius creo que ya se quedaron sin sospechosos

-Ya vez que solo tenías que esperar a que leyeran- dijo Remus, Sirius lo vio con firmeza, tenía un par de cosas que decir, pero aun no era momento para sacarlo, debía esperar el momento.

Dumbledore continuo leyendo en como el informe decía que además de estar muertos estaban perfectamente, lo único extraño era la mueca de miedo que tenían. Prosiguió con el entierro de los Ryddle en el cementerio del Pequeño Hangleton y de cómo a pesar de la desconfianza Frank Bryce volvió a su casita en la mansión.

—Para mí él fue el que los mató, y me da igual lo que diga la policía —sentenció Dot en El Ahorcado—. Y, sabiendo que sabemos que fue él, si tuviera un poco de vergüenza se iría de aquí.

-Debería irse, pero solo por la forma en que esos malditos pueblerinos lo tratan- aseguro James “S”.

-Pero eso solo les daría la razón de su culpabilidad aun cuando no fuera así- aseguro Scorpius.

-De cualquier forma su vida no sería más fácil sin importar que se fuera o se quedara- agrego Albus.

Pero Frank no se fue. Se quedó cuidando el jardín para la familia que habitó a continuación en la Mansión de los Ryddle, y luego para los siguientes inquilinos, porque nadie permaneció mucho tiempo allí. Quizá era en parte a causa de Frank por lo que cada nuevo propietario aseguró que se percibía algo horrendo en aquel lugar, el cual, al quedar deshabitado, fue cayendo en el abandono.

-Casas como esas deberían ser demolidas- aseguro Sirius poniendo un poco de su rencor por la casa de sus padres.

Dumbledore continuo leyendo como el actual propietario no vivía en ella y la conservaba por motivos fiscales (cualquiera que fueran) seguía pagando a Frank para mantener el jardín, pero el hombre ya era muy ansiado para seguir cuidado perfectamente el jardín, y para colmo, las continuas maldades de los niños del pueblo rompiendo ventanas o entrando sin permiso a la propiedad.

-Esos mocosos- exclamo Ted- deberían de tenerle respeto por lo menos porque es un anciano.

Así que cuando se despertó una noche de agosto y vio algo raro arriba en la vieja casa, dio por supuesto que los niños habían ido un poco más lejos que otras veces en su intento de mortificarlo.

Harry comenzó a sospechar que esa noche de la que comenzó a hablar fue la que ocurrió aquella vez,  de ser así esa sería la última noche de Frank y comenzarían a hablar de esa conexión entre ellos, aunque eso en concreto no aparecería hasta el siguiente libro.

Lo que lo había despertado era su pierna mala, que en su vejez le dolía más que nunca. Se levantó y bajó cojeando por la escalera hasta la cocina, con la idea de rellenar la botella de agua caliente para aliviar la rigidez de la rodilla. De pie ante la pila, mientras llenaba de agua la tetera, levantó la vista hacia la Mansión de los Ryddle y vio luz en las ventanas superiores. Frank entendió de inmediato lo que sucedía: los niños habían vuelto a entrar en la Mansión de los Ryddle y, a juzgar por el titileo de la luz, habían encendido fuego.

-Debería darle unos buenos palos a esos mocosos- espeto Sirius- si sus padres no se digan a educarlos.

-Y crees que un alborotador como tú puede decir cómo educar a unos niños- le interrumpió Marlene.

-Hey, que a nuestro hijo lo educare perfectamente- aseguro.

-¡¿Cómo que nuestro hijo?!- exclamo la chica.

-Tu sabes bien de que hablo- aseguro viéndola seductoramente, ella solamente lo ignoro mientras se sonrojaba levemente.

Frank no tenía teléfono y, de todas maneras, desconfiaba de la policía desde que se lo habían llevado para interrogarlo por la muerte de los Ryddle.

-Pobre hombre, no se merece que lo que está ocurriendo- aseguro Victoire

-Ni lo que le va a pasar- pensó Harry.

Dumbledore Leyó como el hombre dejo la tetera, cogió la vieja llave y se dirigió a la mansión Ryddle, la puerta principal y las ventanas no habían sido forzadas lo cual resultaba extraño.

-Esto no es buena señal- comento rose- no creo que se trate de vándalos- agrego suponiendo lo que todos suponían ahora, habían entrado por medio de magia.

El director continuo leyendo el trayecto de Frank por la casa mientras describía el interior del lugar, así hasta que el hombre diviso el origen de la luz tintineante, y de cómo se fue acercando lentamente hasta quedar a un metro de la habitación.

Pudo ver entonces que estaba encendido el fuego en la chimenea, cosa que lo sorprendió. Se quedó inmóvil y escuchó con toda atención, porque del interior de la estancia llegaba la voz de un hombre que parecía tímido y acobardado.

-Un hombre- dijeron algunos sin entender.

-Podría tratarse de algunos vagabundos o algo así- propuso Gideon.

-No creo que sea el caso hermanito- la aseguro Fabián, después de todo, estaban leyendo un libro que tenía a magos como protagonistas.

—Queda un poco más en la botella, señor, si seguís hambriento.

—Luego —dijo una segunda voz. También ésta era de hombre, pero extrañamente aguda y tan iría como una repentina ráfaga de viento helado. Algo tenía aquella voz que erizó los escasos pelos de la nuca de Frank—. Acércame más al fuego, Colagusano.

-Ese maldito infeliz- increpo Sirius apretado los puños al igual que James y Remus.

-Pero entonces, la otra voz debe tratarse de, de Voldemort- articulo Frank, Harry por su parte no tenía dudas que se trataba de esa ocasión.

-Entonces si lo encontró, maldito seas Pettigrew- volvió a increpar el animago.

Frank volvió hacia la puerta su oreja derecha, que era la buena.

-Debe de irse, aseguro Victoire- si se queda ahí sin duda lo…

-Él no entiende que está pasando- aseguro Teddy- y ya vimos como respetaba esa casa, no creo que se valla- agrego con pena en la voz, todos suponían cual sería el destino del hombre

Oyó que posaban una botella en una superficie dura, y luego el ruido sordo que hacía un mueble pesado al ser arrastrado por el suelo. Frank vislumbró a un hombre pequeño que, de espaldas a la puerta, empujaba una butaca para acercarla a la chimenea. Vestía una capa larga y negra, y tenía la coronilla calva. Enseguida volvió a desaparecer de la vista.

— ¿Dónde está Nagini? —dijo la voz iría.

-¿Nagini?- preguntaron varias voces.

-Su serpiente- respondió Neville- en el futuro se sabe bastante de ella, y era muy valiosa para él.

-Que era su novia o algo así- quiso bromear Sirius, pero nadie de los del futuro secundo su broma, el trio y Neville ni siquiera esbozaron una leve sonrisa.

—No... No lo sé, señor —respondió temblorosa la primera voz—. Creo que ha ido a explorar la casa...

—Tendrás que ordeñarla antes de que nos retiremos a dormir, Colagusano —dijo la segunda voz—. Necesito tomar algo de alimento por la noche. El viaje me ha fatigado mucho.

-¿Ordeñar?

-Debe de tratarse de algún tipo de remedio- aseguro Lily- como lo que había en el primer libro con la sangre de unicornio.

-Por lo menos sabemos que Pettigrew lo estará pasando terrible al regresa con su amo- aseguro James- ojala  se arrepienta de su traición- aunque era más una esperanza inútil que un deseo.

Frunciendo el entrecejo, Frank acercó más la oreja buena a la puerta. Hubo una pausa, y tras ella volvió a hablar el hombre llamado Colagusano.

—Señor, ¿puedo preguntar cuánto tiempo permaneceremos aquí?

—Una semana —contestó la fría voz—. O tal vez más. Este lugar es cómodo dentro de lo que cabe, y todavía no podemos llevar a cabo el plan.

-Quiera saber que están haciendo ahí para empezar- aseguro Teddy.

-No tengo idea, pero sin duda debe de haber una razón poderosa-agrego Remus.

Sería una locura hacer algo antes de que acaben los Mundiales de quidditch.

Frank se hurgó la oreja con uno de sus nudosos dedos. Sin duda debido a un tapón de cera, había oído la palabra «quidditch», que no existía.

-No existe en su mundo pero si en el nuestro- aseguro Fred.

-Y si sigue escuchando oirá más de lo que debería- agrego George.

— ¿Los... los Mundiales de quidditch, señor? —preguntó Colagusano. Frank se hurgó aún con más fuerza—. Perdonadme, pero... no comprendo. ¿Por qué tenemos que esperar a que acaben los Mundiales?

-Idiota- espeto James- es más que obvio, sería el lugar más seguro del mundo.

-Aunque no entiendo que tienen que ver los mundiales- aseguro Remus.

—Porque en este mismo momento están llegando al país magos provenientes del mundo entero, idiota, y todos los mangoneadores del Ministerio de Magia estarán al acecho de cualquier signo de actividad anormal, comprobando y volviendo a comprobar la identidad de todo el mundo. Estarán obsesionados con la seguridad, para evitar que los muggles se den cuenta de algo. Por eso tenemos que esperar.

-¡Pero ¿qué es lo que planea ese infeliz?!- exclamo Lily. No sabía lo que pensaba ese maldito, no sabía que tenían que ver los mundiales de Quidditch, pero lo que si sabía es que algo tenia que ver con su hijo, algo que sin duda le traería más penurias a su pequeño, porque tanto empeño en atacar a su hijo.

Frank desistió de intentar destaponarse el oído. Le habían llegado con toda claridad las palabras «magos», «muggles» y «Ministerio de Magia». Evidentemente, cada una de aquellas expresiones tenía un significado secreto, y Frank pensó que sólo había dos tipos de personas que hablaran en clave: los espías y los criminales. Así pues, aferró el cayado y aguzó el oído.

-No son claves ni nada por el estilo- aseguro Ted- pero sin duda acertó en que son criminales.

-Y aun así se mantiene ahí escuchando- exclamo Andrómeda- el sentido común diría que se fuera en cuanto antes.

— ¿Debo entender que Su Señoría está decidido? —preguntó Colagusano en voz baja.

—Desde luego que estoy decidido, Colagusano. —Ahora había un tono de amenaza en la iría voz.

-Estúpido- exclamo Draco- como si no conociera a ese infeliz- aseguro recordando aquellos días en que Voldemort se quedó en su mansión, la temporada más oscura d u vida.

Siguió una ligera pausa, y luego habló Colagusano. Las palabras se le amontonaron por la prisa, como si quisiera acabar de decir la frase antes de que los nervios se lo impidieran:

—Se podría hacer sin Harry Potter, señor.

Eso tenso de sobre manera a James, Lily y los hijos de Harry, aunque claro la pelirroja ya suponía desde el principio que algo tenía que ver con su hijo.

Hubo otra pausa, ahora más prolongada, y luego se escuchó musitar a la segunda voz:

—¿Sin Harry Potter? Ya veo...

— ¡Señor, no lo digo porque me preocupe el muchacho! —Exclamó Colagusano, alzando la voz hasta convertirla en un chillido—. El chico no significa nada para mí, ¡nada en absoluto!

Los merodeadores, amigos y familiares del azabache sintieron más odio si era posible de la forma en que hablaba, algunos comenzaron a dudar de las últimas palabras de Dumbledore en el libro anterior, del vínculo que supuestamente formo entre ellos.

Sólo lo digo porque si empleáramos a otro mago o bruja, el que fuera, se podría llevar a cabo con más rapidez. Si me permitierais ausentarme brevemente (ya sabéis que se me da muy bien disfrazarme), podría regresar dentro de dos días con alguien apropiado.

Cada vez entendían menos, que era lo que planeaba con Harry y porque decía que podrían utilizar a cualquier otro mango.

—Podría utilizar a cualquier otro mago —dijo con suavidad la segunda voz—, es cierto...

-Pero ¿qué demonios está planeando?, ¿y para que quiere a mi hijo?- espeto Lily viendo en dirección a su hijo, pero este bajo la cabeza sin responder.

Dumbledore por su parte comenzó a hacerse sus conjeturas, pero no podría estar seguro si no sabía con certeza el propósito que estaba buscando, pero tenía una buen y fundada razón de porque quería que fuera Harry, él fue el que lo venció en dos ocasiones, tres si contaban lo ocurrido con su diario, aunque eso ultimo no podría saberlo Voldemort, aun así, entendía el especial interés que él tenía sobre el muchacho.

—Muy sensato, señor —añadió Colagusano, que parecía sensiblemente aliviado—. Echarle la mano encima a Harry Potter resultaría muy difícil. Está tan bien protegido...

-No tan bien- exclamo por lo bajo Ron a sus amigos, después de todo encontraron la forma de llevar a su amigo a aquel cementerio.

— ¿O sea que te prestas a ir a buscar un sustituto? Me pregunto si tal vez... la tarea de cuidarme se te ha llegado a hacer demasiado penosa, Colagusano. ¡Quién sabe si tu propuesta de abandonar el plan no será en realidad un intento de desertar de mi bando!

-Lógico que no confié en esa maldita rata- espeto Sirius.

-Pero no creo que sea tan idiota para escapar nuevamente- aseguro James- si lo hace la próxima que lo vea seria su muerte.

— ¡Señor! Yo... yo no tengo ningún deseo de abandonaros, en absoluto.

— ¡No me mientas! —Dijo la segunda voz entre dientes—. ¡Sé lo que digo, Colagusano! Lamentas haber vuelto conmigo. Te doy asco. Veo cómo te estremeces cada vez que me miras, noto el escalofrío que te recorre cuando me tocas...

Eso les daba un poco de alegría a los merodeadores, no era mucho pero por lo menos estaba pagando en una parte lo que les hizo a ellos.

— ¡No! Mi devoción a Su Señoría...

-Él no le tiene ninguna devoción- aseguro Draco- es como mi padre, solo estaba con el porque le convenía.

-¡Draco!- le reclamo Lucius.

-Pero lo que dice es cierto, ustedes no dudaron en negar a su maestro en cuanto este callo- aseguro Kingsley, al mayor de los Malfoy le hubiera gustado reclamar, pero las evidencias eran contundentes.

—Tu devoción no es otra cosa que cobardía. No estarías aquí si tuvieras otro lugar al que ir. ¿Cómo voy a sobrevivir sin ti, cuando necesito alimentarme cada pocas horas? ¿Quién ordeñará a Nagini?

-Ojala y muriera, maldito desgraciado- espeto Lily molesta, ella por lo general no le deseaba mal a nadie, pero ese infeliz se lo había ganado por darle casa a su querido hijo.

—Pero ya estáis mucho más fuerte, señor.

—Mentiroso —musitó la segunda voz—. No me encuentro más fuerte, y unos pocos días bastarían para hacerme perder la escasa salud que he recuperado con tus torpes atenciones. ¡Silencio!

-Por nosotros que se muera de una maldita vez- aseguro Sirius- si supiera que está ahí yo lo…

-Sirius relájate- dijo Marlene- no puedes actuar impulsivamente, las cosas hay que hacerlas bien.

Colagusano, que había estado barbotando incoherentemente, se calló al instante. Durante unos segundos, Frank no pudo oír otra cosa que el crepitar de la hoguera. Luego volvió a hablar el segundo hombre en un siseo que era casi un silbido.

—Tengo mis motivos para utilizar a ese chico, como te he explicado, y no usaré a ningún otro.

El odio y la frustración de Lily aumento si eso fuera posible, en ese momento estaba segura que comprendía perfectamente lo que debió de sentir Sirius cuando encontraron a Pettigrew en el libro.

He aguardado trece años. Unos meses más darán lo mismo. Por lo que respecta a la protección que lo rodea, estoy convencido de que mi plan dará resultado. Lo único que se necesita es un poco de valor por tu parte... Un valor que estoy seguro de que encontrarás, a menos que quieras sufrir la ira de lord Voldemort.

-Lo ara- aseguro James- ese maldito cobarde ara cualquier cosa con tal de salvar su inmunda vida.

— ¡Señor, dejadme hablar! —Dijo Colagusano con una nota de pánico en la voz—. Durante el viaje le he dado vueltas en la cabeza al plan... Señor, no tardarán en darse cuenta de la desaparición de Bertha Jorkins.

-¿Bertha Jorkins?- exclamo James- no es la chica que se graduó hace un año.

-Sí, es ella- aseguro Marlene- era algo entrometida pero en general es una buena chica.

Y, si seguimos adelante, si yo echo la maldición...

—¿«Si»? —Susurró la otra voz—. Si sigues el plan, Colagusano, el Ministerio no tendrá que enterarse de que ha desaparecido nadie más. Lo harás discretamente, sin alboroto. Ya me gustaría poder hacerlo por mí mismo, pero en estas condiciones... Vamos, Colagusano, otro obstáculo menos y tendremos despejado el camino hacia Harry Potter. No te estoy pidiendo que lo hagas solo. Para entonces, mi fiel vasallo se habrá unido a nosotros.

-¿Fiel vasallo?- exclamo Alice- pero no creo que nadie que le sea leal pueda estar fuera de Azkabán.

-Me temo que si hay alguien- comento Kingsley que haba escuchado lo ocurrido ese año.

—Yo también soy un vasallo fiel —repuso Colagusano con una levísima nota de resentimiento en la voz.

—Colagusano, necesito a alguien con cerebro, alguien cuya lealtad no haya flaqueado nunca. Y tú, por desgracia, no cumples ninguno de esos requisitos.

-Me sentiría mal por el si no fuera un desgraciado- comento Ted- pero poco a poco está pagando los crímenes que hizo.

-Terminara pagando por todo te lo aseguro- comento Sirius con ese tono encolerizado que había adquirido desde el libro anterior cuando hablaban del traidor.

—Yo os encontré —contestó Colagusano, y esta vez había un claro tono de aspereza en su voz—. Fui el que os encontró, y os traje a Bertha Jorkins.

-Si claro, sin duda fue solo un maldito golpe de suerte- exclamo Fabián

-Ni siquiera sabría qué tan útil podría ser- apoyo Gideon.
—Eso es verdad —admitió el segundo hombre, aparentemente divertido—. Un golpe brillante del que no te hubiera creído capaz, Colagusano. Aunque, a decir verdad, ni te imaginabas lo útil que nos sería cuando la atrapaste, ¿a qué no?

—Pen... pensaba que podía serlo, señor.

Varios exhalaron con ironía, como ya lo habían dicho dudaban que un tipo como el tuviera la suficiente inteligencia para pensar tan a futuro.

—Mentiroso —dijo de nuevo la otra voz con un regocijo cruel más evidente que nunca—. Sin embargo, no niego que su información resultó enormemente valiosa. Sin ella, yo nunca habría podido maquinar nuestro plan, y por eso recibirás tu recompensa, Colagusano. Te permitiré llevar a cabo una labor esencial para mí; muchos de mis seguidores darían su mano derecha por tener el honor de desempeñarla...

Si supieran que esa declaración era más literal de lo que todos podrían llegar a pensar, aunque tarde o temprano todos se enterarían el papel que colagusano desempeñaría.

— ¿De... de verdad, señor? —Colagusano parecía de nuevo aterrorizado—. ¿Y qué...?

-Es un idiota del que no se puede confiar- aseguro Scorpius- es sorprendente que en verdad este haciendo algo bien.

— ¡Ah, Colagusano, no querrás que te lo descubra y eche a perder la sorpresa! Tu parte llegará al final de todo... pero te lo prometo: tendrás el honor de resultar tan útil como Bertha Jorkins.

—Vos... Vos... —La voz de Colagusano sonó repentinamente ronca, como si se le hubiera quedado la boca completamente seca—. Vos... ¿vais a matarme... también a mí?

-Eso quiere decir, ¿que esa tal Bertha ya está muerta?- comento Dora.

-Muy probablemente si- aseguro Remus- supongo que ya no le parecería útil  terminaría desechándola.

-Es una maldito desgraciado- espeto Teddy, por fortuna ya está muerto, pensó el metamorfomago, aunque eso solo era un pequeño alivio, pues la muertes que ocasiono seguían latentes.

—Colagusano, Colagusano —dijo la voz iría, que ahora había adquirido una gran suavidad—, ¿por qué tendría que matarte? Maté a Bertha porque tenía que hacerlo. Después de mi interrogatorio ya no servía para nada, absolutamente para nada. Y, sin duda, si hubiera vuelto al Ministerio con la noticia de que te había conocido durante las vacaciones, le habrían hecho unas preguntas muy embarazosas. Los magos que han sido dados por muertos deberían evitar encontrarse con brujas del Ministerio de Magia en las posadas del camino...

-Habría sido lo mejor- aseguro James “S”- así Sirius podría ser absuelto por fin.

-Pero eso no le conviene en lo más mínimo, sin duda el que este en el anonimato le resulta conveniente- agrego Rose.

Colagusano murmuró algo en voz tan baja que Frank no pudo oírlo, pero lo que fuera hizo reír al segundo hombre: una risa completamente amarga, y tan fría como su voz.

— ¿Que podríamos haber modificado su memoria? Es verdad, pero un mago con grandes poderes puede romper los encantamientos desmemorizantes, como te demostré al interrogarla. Sería un insulto a su recuerdo no dar uso a la información que le sonsaqué, Colagusano.

-Pero entonces, Bertha ya tenía un encantamiento desmemorizante antes de que esos malditos la atraparan- resalto la pelirroja- pero ¿quién pudo y por qué le aplicarían un hechizo?

-Eso aparecerá después- exclamo Harry- aunque será casi al final.

Dumbledore continuo leyendo como Frank escucho que había asesinado a una mujer y planeaban la muerte de Harry, dedujo que sería el momento de ir por la policía pero antes de que pudiera salir sigilosamente de la casa escucho como volvían a hablar.

-No creo que los policías puedan hacer gran cosa en esa circunstancia- comento Bill, sin duda eso elevaría la cantidad de muertos.

—Una maldición más... mi fiel vasallo en Hogwarts... Harry Potter es prácticamente mío, Colagusano. Está decidido. No lo discutiremos más. Silencio... Creo que oigo a Nagini...

Y la voz del segundo hombre cambió. Comenzó a emitir unos sonidos que Frank no había oído nunca; silbaba y escupía sin tomar aliento. Frank supuso que le estaba dando un ataque.

-Debe de estar hablando lengua parcel- comento Charlie- la está llamando, eso será malo para Frank.

Y entonces Frank oyó que algo se movía detrás de él, en el oscuro corredor. Se volvió a mirar, y el terror lo paralizó.

Dumbledore leyó como una serpiente de unos cuatro metros y se iba acercando a él, sin lugar a donde escapar más que la habitación con esos acecidos. Cuando la serpiente llego a donde se encontraba milagrosamente paso de largo de él aproximándose al ruido siseante, para ese momento a Frank le pareció que ese tipo podía hablar con las serpientes mientas quería escapar, pero sus piernas no respondían. Entonces el hombre hablo nuevamente.

—Nagini tiene interesantes noticias, Colagusano —dijo.

— ¿De... de verdad, señor?

—Sí, de verdad —afirmó la voz—. Según Nagini, hay un muggle viejo al otro lado de la puerta, escuchando todo lo que decimos.

-Maldita sea- espetaron varios a la vez, el momento para escapar se había esfumado, y el destino del pobre hombre pareció estar decidido.

Frank no tuvo posibilidad de ocultarse. Oyó primero unos pasos, y luego la puerta de la habitación se abrió de golpe.

Un hombre bajo y calvo con algo de pelo gris, nariz puntiaguda y ojos pequeños y llorosos apareció ante él con una expresión en la que se mezclaban el miedo y la alarma.

—Invítalo a entrar, Colagusano. ¿Dónde está tu buena educación?

Frank podía escuchar de donde venía la vos, pero no podía verlo, podía ver a la serpiente enrollada en el tapete mientras entraba cojeando después de que colagusano le ordeno pasar. El fuego proyectaba sombras téticas mientras que Frank suponía que el hombre debía ser aún más pequeño que colagusano, pues no podía verlo en absoluto.

-Lo mejor sería que nunca se hubiera topado con el- aseguro Albus.

— ¿Lo has oído todo, muggle? —dijo la fría voz.

— ¿Cómo me ha llamado? —preguntó Frank desafiante, porque, una vez dentro y llegado el momento de hacer algo, se sentía más valiente. Así le había ocurrido siempre en la guerra.

-Es bueno, pero no creo que sirva de nada- aseguro Ted- aun cuando estuviera en óptimas condiciones.

—Te he llamado muggle —explicó la voz con serenidad—. Quiere decir que no eres mago.

—No sé qué quiere decir con eso de mago —dijo Frank, con la voz cada vez más firme

-Todo eso es completamente nuevo para él- aseguro Teddy.

—. Todo lo que sé es que he oído cosas que merecerían el interés de la policía. ¡Usted ha cometido un asesinato y planea otros!

-Creo que eso es lo peor que pudiera decir en su situación- comento Fred

-Mago o muggles, hablar de esa forma frente a un criminal es en definitiva malo- agrego George.

Y le diré otra cosa —añadió, en un rapto de inspiración—: mi mujer sabe que estoy aquí, y si no he vuelto...

—Tú no tienes mujer —cortó la fría voz, muy suave—. Nadie sabe que estás aquí. No le has dicho a nadie que venías. No mientas a lord Voldemort, muggle, porque él sabe... él siempre sabe...

-Legeremancia- exclamo Severus ante la sorpresa de muchos- el arte de penetrar en mentes ajenas.

-Entonces ese infeliz si puede hacer semejante cosa- abra que encontrar una forma de defendernos.

-La hay James, la oclumancia- aseguro Lily minetas que Snape sonreía levemente de forma burlona, le parecía imposible que alguien como James Potter pudiera utilizar tal arte de la hechicería.

— ¿Es verdad eso? —respondió Frank bruscamente—. ¿Es usted un lord?

-No, es solo un sobrenombre que el mismo se puso- aseguro Fran- ese tipo de títulos no tienen gran peso en nuestro mundo.

Bien, no es que sus modales me parezcan muy refinados, milord. Vuélvase y dé la cara como un hombre. ¿Por qué no lo hace?

-Mala idea- aseguraron al unísono los gemelos Prewett, no conocían con certeza la situación, pero por lo que habían oído y por la forma en que poseyó a Quirrell en el primer libro, supina que su aspecto sería más que repugnante.

—Pero es que yo no soy un hombre, muggle —dijo la fría voz, apenas audible por encima del crepitar de las llamas—. Soy mucho, mucho más que un hombre.

-En ese momento debe ser mucho menos que un ser humano- aseguro Lily.

Sin embargo... ¿por qué no? Daré la cara... Colagusano, ven a girar mi butaca.

El vasallo profirió un quejido.

—Ya me has oído, Colagusano.

Leyó cuando colagusano se acercó temeroso y volteo el asiento.

Y entonces Frank tuvo la parte delantera de la butaca ante sí y vio lo que había sentado en ella. El cayado se le resbaló al suelo con estrépito. Abrió la boca y profirió un grito.

-Pobre hombre- exclamo Alice imaginándose el enorme impacto que debió ser para anciano verlo.- sin embargo lo peor estaba por venir.

Gritó tan alto que no oyó lo que decía la cosa que había en el sillón mientras levantaba una varita. Vio un resplandor de luz verde y oyó un chasquido antes de desplomarse. Cuando llegó al suelo, Frank Bryce ya había muerto.

Varios de los presentes se entristecieron por lo ocurrido, el único consuelo que tenían era que el hombre no había sufrido. Por otro lado los presentes se sentían abrumados por la actitud tan fría de Voldemort, esa escoria que es capaz de matar sin compasión, la mayoría aún no se decidía en participar en la guerra, de lo que si estaba seguros, es que debía ser detenido.

A trescientos kilómetros de distancia, un muchacho llamado Harry Potter se despertó sobresaltado.

-¿Qué?- exclamo de inmediato Sirius- ¿qué quiere decir eso?, solo fue una pesadilla de Harry, bueno eso explicaría que apareciera, hasta ahora todos los capítulos han sido de su punto de vista.

-Oh no lo creo señor Black- comento Dumbledore- me temo que eso en verdad ocurrió.

-¿Pero cómo?, está diciendo que Harry pudo ver lo que ocurrió a cientos de kilómetros de distancia- exclamo James viendo al director que asintió.- ¿pero cómo sería posible?

-Me temo que habrá que seguir leyendo, con la información recabada hasta el momento, no creo que pueda darles una respuesta concluyente- aseguro Dumbledore.


La cicatriz

-Bueno, profesor yo quisiera leer- dijo Deán levantando la mano, y con un pase mágico del director el libro llego hasta donde el chico estaba- muy bien, el siguiente capítulo se titula, “La cicatriz”- las miradas se posaron sobre Harry, desde  el segundo libro no se mencionaba su cicatriz.

Harry se hallaba acostado boca arriba, jadeando como si hubiera estado corriendo. Acababa de despertarse de un sueño muy vívido y tenía las manos sobre la cara. La antigua cicatriz con forma de rayo le ardía bajo los dedos como si alguien le hubiera aplicado un hierro al rojo vivo.

-Como en su primer año- comento con asombro Lily- pero en esa ocasión ocurrió cuando porque Voldemort estaba cerca, ¿por qué le ocurría en ese momento?

-Quien sabe, pero no ceo que no sea nada- aseguro James con algo de preocupación.

Deán leyó como Harry se levantó de la cama con la mano en la cicatriz, busco y se colocó las gafas y como después encendió la luz y fue  rumbo  a su armario donde se vio en el espejo dentro de este examinando su cicatriz que parecía normal.

Harry intentó recordar lo que soñaba antes de despertarse. Había sido tan real... Aparecían dos personas a las que conocía, y otra a la que no. Se concentró todo lo que pudo, frunciendo el entrecejo, tratando de recordar...

-¿Se trata de la escena qua acabamos de leer en el capítulo anterior?- pregunto Dora sin comprenderlo.

-Sería lo más lógico que se tratara de ella- comento Remus- pero como fue que lo soñó seria la pregunta indicada.

Vislumbró la oscura imagen de una estancia en penumbra. Había una serpiente sobre una alfombra... un hombre pequeño llamado Peter y apodado Colagusano... y una voz fría y aguda... la voz de lord Voldemort. Sólo con pensarlo, Harry sintió como si un cubito de hielo se le hubiera deslizado por la garganta hasta el estómago.

Todos escuchaban atentos y sorprendidos como Harry iba recordando su sueño, que cada vez era más evidente era lo que acababa de ocurrir hace muy poco, solo unos pocos del futuro sabían que era lo que ocurría con el chico, pero el resto del mundo no dejaban de preguntarse cómo era posible que pudiera ver lo ocurrido a tana distancia.

Apretó los ojos con fuerza e intentó recordar qué aspecto tenía lord Voldemort, pero no pudo, porque en el momento en que la butaca giró y él, Harry, lo vio sentado en ella, el espasmo de horror lo había despertado... ¿o había sido el dolor de la cicatriz?

¿Y quién era aquel anciano? Porque ya tenía claro que en el sueño aparecía un hombre viejo: Harry lo había visto caer al suelo.

 Las miradas volvieron a posarse sobre Harry, nadie entendía que ocurría, por su parte Dumbledore tenia trabajando su mente lo más que podía, ya en el segundo libro hablaron de algún tipo de conexión entre el chico y Voldemort, y por lo que se veía su conexión era mucho más profundo que solo unas pocas habilidades transferidas por error, las posibilidades que se le ocurrían al dirección de que podría ser eran terribles, e involucraban asuntos nunca antes visto en el mundo de la magia, sin embargo tendría que esperar a obtener más información para verificar o refutar sus ideas.

Las imágenes le llegaban de manera confusa. Se volvió a cubrir la cara con las manos e intentó representarse la estancia en penumbra, pero era tan difícil como tratar de que el agua recogida en el cuenco de las manos no se escurriera entre los dedos. Voldemort y Colagusano habían hablado sobre alguien a quien habían matado, aunque no podía recordar su nombre... y habían estado planeando un nuevo asesinato: el suyo.

 -Eso es extraño- exclamo Lily, los detalles eran demasiados como para tratarse de una mera coincidencia.

-¿Podría tratarse de algún tipo de videncia o algo por el estilo?- indago Dora.

-No lo creo, nadie de mi familia ha mostrado habilidad para algo así- aseguró James.

-Y ni se diga nosotros, hasta ahora nos enteramos que nuestro padre pasaba por eso- agrego James “S”.

-Pero no es tan importante, el cachorro tiene pesadillas todo el tiempo, no hay porque darle tanta importancia- aseguro Sirius, pero por el aspecto de su cara el no creía realmente en lo que decía. Por su parte Deán, Seamus y Neville no podían evitar pensar en todas esas ocasiones, después de todo, ellos también compartían cuarto con Harry y Ron, y tal parecía que esas ocasiones en que lo veían raro se debían a más que simples pesadillas.

Deán continuo leyendo las inusitadas cosas en su dormitorio, desde su baúl de madera que tenía su escoba, caladero y demás artículos, la jaula bacía de Hedwig hasta un libro que había estado leyendo con las fotos móviles de jugadores de quidditch, a su mención James sonrió divertido mientras Lily negaba divertida con la cabeza. Pero sin importar la pasión que sentía por el quidditch lo podía distraer en ese momento.

Dejó Volando con los Cannons en su mesita de noche, se fue al otro extremo del dormitorio y retiró las cortinas de la ventana para observar la calle.

El aspecto de Privet Drive era exactamente el de una respetable calle de las afueras en la madrugada de un sábado. Todas las ventanas tenían las cortinas corridas. Por lo que Harry distinguía en la oscuridad, no había un alma en la calle, ni siquiera un gato.

Y aun así, aun así... Nervioso, Harry regresó a la cama, se sentó en ella y volvió a llevarse un dedo a la cicatriz. No era el dolor lo que le incomodaba: estaba acostumbrado al dolor y a las heridas.

Lily bufo molesta mientras que Deán leía de la ocasión que Harry pedio los huesos del brazo, del colmillo de treinta centímetros que se clavó en su mismo brazo y la más reciente caída de su escoba el año pasado, conforme el chico avanzaba Harry no podía evitar bajar más la vista, si hubiera sabido que su madre escucharía su recuento no lo habría pensado para empezar.

Estaba habituado a sufrir extraños accidentes y heridas: eran inevitables cuando uno iba al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

-Ciertamente siempre existe un riesgo al enviar a nuestros hijos a Hogwarts- comento Molly- nosotros pasamos por eso también, pero nunca tuvimos accidentes como esos de ninguna manera.

Y él tenía una habilidad especial para atraer todo tipo de problemas.

-Igual que cornamenta sin duda- aseguro Sirius-es una maldición de los Potter, no pueden evitar atraer los problemas

-Amen- exclamó Jame “S”

-Habla por ti, yo no me meto en tantos líos como tú- aclaro Albus a su hermano.

No, lo que a Harry le incomodaba era que la última vez que le había dolido la cicatriz había sido porque Voldemort estaba cerca. Pero Voldemort no podía andar por allí en esos momentos... La misma idea de que lord Voldemort merodeara por Privet Drive era absurda, imposible.

-No se atrevería, ni siquiera si tuviera toda su fuerza- comento Frank- en especial en ese momento en que para el mundo no está con vida, no le convendría.

-Aun así no puede tratarse de una coincidencia que le doliera la cicatriz y que soñara con lo que ocurrió- concedió Alice.

Harry escuchó atentamente en el silencio. ¿Esperaba sorprender el crujido de algún peldaño de la escalera, o el susurro de una capa? Se sobresaltó al oír un tremendo ronquido de su primo Dudley, en el dormitorio de al lado.

-No es el ruido que buscabas pero sin duda fue muy aterrador- aseguro Fred.

-Es sorprendente que puedas dormir con semejantes ruidos junto a tu cuarto- aseguro George.

-Nosotros hemos tenido que soportar los ruidos del gohul por años- aseguro Ron- y después también soportar las explosiones de su cuarto, no sé de qué se sorprenden.

Harry se reprendió mentalmente. Se estaba comportando como un estúpido: en la casa no había nadie aparte de él y de tío Vernon, tía Petunia y Dudley, y era evidente que ellos dormían tranquilos y que ningún problema ni dolor había perturbado su sueño.

Cuando más le gustaban los Dursley a Harry era cuando estaban dormidos; despiertos nunca constituían para él una ayuda.

-Es más que comprensible- aseguro Rose ante la aprobación de muchos.

Deán continuo leyendo como esas personas eran os únicos familiares vivos del chico mayormente por culpa de Voldemort por haber matado a sus padres, y de cómo no podía confiarles nada de su vida, por ese odio que le tenían a la magia y a su mundo. Relato nuevamente la historia de cómo Voldemort fue a buscarlo cuando tenía solo un año y como encontró la derrota cuando fallo en lanzarle la maldición acecina que mato a tantas brujas y magos más. Por último término con la impresión de Harry cuando se enteró de que era un mago en su onceavo cumpleaños y de que era famoso y de cómo se había acostumbrado a las miradas y cuchicheos de sus compañeros.

-Cielos, con cuatro libros hasta ahora bien podrían evitar el recuento de los anteriores no- comento Sirius.

-Sirius deja de quejarte- le dijo Remus.

-Pero es cierto lunático, no hay motivo para volver a escuchar lo mismo, no me dirás que olvidaríamos algo tan importante- reitero el animago- bien podríamos saltarnos esas partes.

-Pero ya lo escuchaste, así que ya cállate- le solicito nuevamente Remus.

Pero todavía quedaban dos semanas para eso. Abatido, volvió a repasar con la vista los objetos del dormitorio, y sus ojos se detuvieron en las tarjetas de felicitación que sus dos mejores amigos le habían enviado a finales de julio, por su cumpleaños.

-Que debió ser igual de solitario que el anterior- comento Albus sin creer todavía la vida tan caótica que había tenido su padre.

¿Qué le contestarían ellos si les escribía y les explicaba lo del dolor de la cicatriz?

-Ron no sabría qué decir, y tal vez le preguntaría a papá- aseguro George- y Hermione correría a la biblioteca.

-¡Hey!

-Pero es cierto cuñada, tú siempre buscas la respuesta para todo en los libros- exclamo Fred.

-Y usualmente funciona, ahí descubrieron lo de la piedra y que el monstruo de la cámara era un basilisco- aseguro Rose.

-Pero no creo que en este caso sea útil- acoto Scorpius- la cicatriz en cuestión es única, no creo que puedan encontrar precedentes en libros.

De inmediato, la voz asustada y estridente de Hermione Granger le vino a la cabeza:

¿Qué te duele la cicatriz? Harry, eso es tremendamente grave... ¡Escribe al profesor Dumbledore! Mientras tanto yo iré a consultar el libro Enfermedades y dolencias mágicas frecuentes... Quizá encuentre algo sobre cicatrices producidas por maldiciones...

Algunos de los presentes rio de forma modesta mientras que la joven se sonrojaba levemente, aun cundo ese fuera su consejo, no podía evitar sentirse un poco avergonzada por ser tan evidente.

Sí, ése sería el consejo de Hermione: acudir sin demora al director de Hogwarts, y entretanto consultar un libro.

-Sin duda así sería como actuaria- aseguro Sirius.

-Aunque no sería mala idea que le contara a Dumbledore- atajo Marlene- él de seguro sabría algo.

Harry observó a través de la ventana el oscuro cielo entre negro y azul. Dudaba mucho que un libro pudiera ayudarlo en aquel momento. Por lo que sabía, era la única persona viva que había sobrevivido a una maldición como la de Voldemort, así que era muy improbable que encontrara sus síntomas en Enfermedades y dolencias mágicas frecuentes.

Scorpius sonrió con arrogancia, eso era justamente lo que había dicho.

-Ya Scorp, no te crezcas tanto- le rebatió Rose pero sin dejarlo de ver de una forma tierna, que no parecía ser de agrado para Ron o Draco.

En cuanto a lo de informar al director, Harry no tenía la más remota idea de adónde iba Dumbledore en sus vacaciones de verano. Por un instante le divirtió imaginárselo, con su larga barba plateada, túnica talar de mago y sombrero puntiagudo, tumbándose al sol en una playa en algún lugar del mundo y dándose loción protectora en su curvada nariz.

Varios rieron divertidos al igual que el Harry del libro, divertidos por la imagen de su director.

-Oh hace ya mucho tiempo que no visito una playa- comento el director- aunque claro, no sería mala idea, pero no creo mi túnica sea adecuada para dicho ambiente- eso provocó algunas risas más.

Pero, dondequiera que estuviera Dumbledore, Harry estaba seguro de que Hedwig lo encontraría: la lechuza de Harry nunca había dejado de entregar una carta a su destinatario, aunque careciera de dirección.

-Es un animal muy listo sin duda- aseguro Alice-

Pero ¿qué pondría en ella?

Querido profesor Dumbledore: Siento molestarlo, pero la cicatriz me ha dolido esta mañana. Atentamente, Harry Potter.

Incluso en su mente, las palabras sonaban tontas.

-No sería lo mejor que podrías escribir- comentó Lily- pero aun así no sería tan malo que le comentaras lo que te ocurrió- agrego.

-Tu madre tiene razón, no está de más que tengas a alguien más que contarle tus cosas- agrego James, la situación de su hijo le preocupaba tanto como a su novia.

Así que intentó imaginarse la reacción de su otro mejor amigo, Ron Weasley, y al instante el pecoso rostro de Ron, con su larga nariz, flotaba ante él con una expresión de desconcierto:

¿Qué te duele la cicatriz? Pero... pero no puede ser que Quien-tú-sabes esté ahí cerca, ¿verdad? Quiero decir... que te habrías dado cuenta, ¿no? Intentaría liquidarte, ¿no es cierto? No sé, Harry, a lo mejor las cicatrices producidas por maldiciones duelen siempre un poco... Le preguntaré a mi padre...

-Te conoce muy bien hermanito, justo así reaccionarias- le dijo Fred mitad en serio mitad en broma.

-Pero no creo que papá pueda ser de mucha ayuda, ese tipo de cosas no es su especialidad- agrego George

El señor Weasley era un mago plenamente calificado que trabajaba en el Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles del Ministerio de Magia, pero no tenía experiencia en materia de maldiciones, que Harry supiera.

-Bueno, ciertamente no trabajo con ese tipo de maldiciones- comento el señor Weasley- pero tal vez podría ser de alguna utilidad, tengo algunos conocidos en el ministerio a los que tal vez les podría preguntar.

En cualquier caso, no le hacía gracia la idea de que toda la familia Weasley se enterara de que él, Harry, se había preocupado mucho a causa de un dolor que seguramente duraría muy poco.

-Si, como si todas tus dolencias fueran poca cosa- ironizo Hermione por lo bajo hablándole a su amigo que le reprimió con la mirada, era cierto lo que decía, pero aun así no le gustaba que se lo restregara en la cara.

La señora Weasley alborotaría aún más que Hermione; y Fred y George, los gemelos de dieciséis años hermanos de Ron, podrían pensar que Harry estaba perdiendo el valor.

-Ellos no harían algo así- aseguro la señora Weasley que veía a sus hijos con idénticas sonrisas, posiblemente ellos si se burlarían de su compañero de alguna forma.

Los Weasley eran su familia favorita: esperaba que pudieran invitarlo a quedarse algún tiempo con ellos (Ron le había mencionado algo sobre los Mundiales de quidditch), y no quería que esa visita estuviera salpicada de indagaciones sobre su cicatriz.

-Pero hey, ¿yo no te serviría de ayuda en nada o qué?, ¿por qué me ignoras?- dijo Sirius medio ofendido.

-Apenas te conoció animal- atajo Marlene- no puedes pedir que te recuerde con tanta facilidad- aseguro- además tu sabes algo de maldiciones.

-Pues de algo sería útil, por lo menos le  daría apoyo moral- aseguro el animago.

Harry se frotó la frente con los nudillos. Lo que realmente quería (y casi le avergonzaba admitirlo ante sí mismo) era alguien como... alguien como un padre: un mago adulto al que pudiera pedir consejo sin sentirse estúpido, alguien que lo cuidara, que hubiera tenido experiencia con la magia oscura...

Sirius resoplo molesto, mientras que James sonreía con cierta diversión por la actitud de su amigo, aunque claro, le gustaría que su hijo tuviera ese apoyo (bueno en verdad deseaba ser él) a quien pudiera acudir por esos problemas.

Y entonces encontró la solución. Era tan simple y tan obvia, que no podía creer que hubiera tardado tanto en dar con ella: Sirius.

Harry saltó de un brinco de la cama, fue rápidamente al otro extremo del dormitorio y se sentó a la mesa. Sacó un trozo de pergamino, cargó de tinta la pluma de águila, escribió «Querido Sirius», y luego se detuvo, pensando cuál sería la mejor forma de expresar su problema y sin dejar de extrañarse de que no se hubiera acordado antes de Sirius.

-Es como dijo Marlene, hasta hace poco no contaba con nadie más que sus amigos para hablar de sus coas- comento Alice.

-Bueno, también podría recurrir a nuestros padres- comento Bill.

-Aun así no sería lo mismo, el no querría molestarlos con sus cosas- aseguro Lily viendo con ternura a su hijo.

-Oh, pero no sería una molestia- aseguro la señora Weasley.

-Lo sabemos, pero convencer a este cabeza dura de lo contrario es casi imposible- termino Ron viendo divertido a su amigo.

Pero bien mirado no era nada sorprendente: al fin y al cabo, hacía menos de un año que había averiguado que Sirius era su padrino.

-Creo que nos podemos saltar la siguiente parte- comento Remus- creo que solo dirán cosas de Sirius del libro pasado.

-¡Hey!- reclamo Sirius- si escuchamos todo la historia que y leímos también podemos leer lo que se trata de mi- alego.

-Claro, no podíamos esperar menos de ti tío- comento divertida Dora- solo porque te conviene jeje.

Había un motivo muy simple para explicar la total ausencia de Sirius en la vida de Harry: había estado en Azkabán, la horrenda prisión del mundo mágico vigilada por unas criaturas llamadas dementores, unos monstruos ciegos que absorbían el alma y que habían ido hasta Hogwarts en persecución de Sirius cuando éste escapó.

-Lo cual te agradezco colega, no debió de ser nada fácil- aseguró James, pues si su amigo escapo fue solo para proteger a su hijo

-Descuida cornamenta, era lo menos que podía hacer- aseguro el animago

Pero Sirius era inocente, ya que los asesinatos por los que lo habían condenado eran en realidad obra de Colagusano, el secuaz de Voldemort a quien casi todo el mundo creía muerto. Harry, Ron y Hermione, sin embargo, sabían que la verdad era otra: el curso anterior habían tenido a Colagusano frente a frente, aunque luego sólo el profesor Dumbledore les había creído.

-Y a menos que atrapen a Pettigrew no podrán demostrar su inocencia- aseguro Kingsley.

-Podría haber muchas formas de comprobar la inocencia o culpabilidad de alguien- espeto Alastor.

-Pero en su posición actual lo castigarían antes de tratar siquiera de comprobar que es culpable- termino Frank

Durante una hora de gloriosa felicidad, Harry había creído que podría abandonar a los Dursley, porque Sirius le había ofrecido un hogar una vez que su nombre estuviera rehabilitado.

Harry se preguntaba si eso en verdad pudo haber ocurrido, si vivía con los Dursley era por su seguridad, por el hechizo de su madre, aunque de eso se enteraría después, tal vez aunque el nombre de Sirius hubiera sido limpiado, tal vez Dumbledore habría hecho algo para que continuará con los Dursley, tal vez con un poco de suerte le diría la verdadera razón de porque vivir con ellos.

Pero aquella oportunidad se había esfumado muy pronto: Colagusano se había escapado antes de que hubieran podido llevarlo al Ministerio de Magia, y Sirius había tenido que huir volando para salvar la vida. Harry lo había ayudado a hacerlo sobre el lomo de un hipogrifo llamado Buckbeak, y desde entonces Sirius permanecía oculto.

-Espero que Buckbeak también se encuentre bien- comento Hagrid.

-Descuida amigo, te prometo que lo cuidare muy bien y que será muy feliz- aseguro Sirius.

Harry se había pasado el verano pensando en la casa que habría tenido si Colagusano no se hubiera escapado. Había resultado especialmente duro volver con los Dursley sabiendo que había estado a punto de librarse de ellos para siempre.

No obstante, y aunque no pudiera estar con Sirius, éste había sido de cierta ayuda para Harry. Gracias a Sirius, ahora podía tener todas sus cosas con él en el dormitorio.

Sirius sonrió con arrogancia, complacido de que el miedo que esos malditos sentían por el contribuyera a que la vida de Harry fuera un poco más llevadera.

Mientras tanto, Deán continúo leyendo como habían sido los veranos pasados de Harry en los que le quitaban todas sus cosas, y de cómo todo cambio cuando se enteraron de que su padrino era un asesino peligroso sin decirles que era inocente.

-Fue muy Slytherin de tu parte olvidar ese hecho- exclamo de nueva cuenta Draco con media sonrisa.

-No se me puede culpar por olvidar algo tan insignificante- dijo Harry con una sonrisa traviesa.

Desde que había vuelto a Privet Drive, Harry había recibido dos cartas de Sirius. No se las había entregado una lechuza, como era habitual en el correo entre magos, sino unos pájaros tropicales grandes y de brillantes colores.

-Eso podría llamar mucho la atención ¿no lo crees?- comento Andrómeda con cierta preocupación.

-Tranquila cariño, sin duda Sirius toma sus precauciones, no puede ser tan idiota- aseguro Ted.

-Ha, muchas gracias- exclamo el oji gris sin saber si las palabras del hombre eran o un apoyo o un insulto.

A Hedwig no le habían hecho gracia aquellos llamativos intrusos y se había resistido a dejarlos beber de su bebedero antes de volver a emprender el vuelo.

-Esa parece ser una lechuza muy orgullosa de sí misma- comento Albus, su actual lechuza era similar, pero no hasta tales extremos.

A Harry, en cambio, le habían gustado: le habían hecho imaginarse palmeras y arena blanca, y esperaba que dondequiera que se encontrara Sirius (él nunca decía dónde, por si interceptaban la carta) se lo estuviera pasando bien. Harry dudaba que los dementores sobrevivieran durante mucho tiempo en un lugar muy soleado.

-Ciertamente no es el tipo de ambiente donde pueden subsistir- aseguro Remus- además no creo que le molestara estar en un sitio asi.

Quizá por eso Sirius había ido hacia el sur. Las cartas de su padrino (ocultas bajo la utilísima tabla suelta que había debajo de la cama de Harry) mostraban un tono alegre, y en ambas le insistía en que lo llamara si lo necesitaba. Pues bien, en aquel momento lo necesitaba...

Eso alegro un poco al animago y en cierta medida a Marlene también, por lo menos después de todo lo que debió de haber pasado en Azkabán por fin estaba tranquilo en algún lugar.

La lámpara de Harry pareció oscurecerse a medida que la fría luz gris que precede al amanecer se introducía en el dormitorio. Finalmente, cuando los primeros rayos de sol daban un tono dorado a las paredes y empezaba a oírse ruido en la habitación de tío Vernon y tía Petunia, Harry despejó la mesa de trozos estrujados de pergamino y releyó la carta ya acabada:

-Has tardado mucho en escribirle cierto- comento Lily con cierta pena- bueno, no creo que hubieras podido volver a dormir después de esa pesadilla.

Querido Sirius:

Gracias por tu última carta. Vaya pájaro más grande: casi no podía entrar por la ventana.

Aquí todo sigue como siempre. La dieta de Dudley no va demasiado bien. Mi tía lo descubrió ayer escondiendo en su habitación unas rosquillas que había traído de la calle.

-Lo pusieron a dieta- exclamo Gideon- genial, ya le hacía falta a ese gordo perder algo de peso.

-Me imagino cuanto debe de estar sufriendo el cerdito ese- agrego Fabián igual de divertido que su gemelo, los jóvenes del futuro solo pensaron que Dudley no era el único que tenía que sufrir por lo de esa dieta.

Le dijeron que tendrían que rebajarle la paga si seguía haciéndolo, y él se puso como loco y tiró la videoconsola por la ventana.

-¿Una qué?- pregunto Sirius.

-Lo explica a continuación- dijo Deán que continúo leyendo.

Es una especie de ordenador en el que se puede jugar.

-No, pues me quede como antes de preguntar- volvió a decir Sirius, y es que solo los hijos de muggle de su época podían entender de que hablaba.

-Bueno, no es como si importara en algo, solo quiere entablar una charla informal antes de contarle lo que le ocurrió- concedió Marlene.

-Es cierto, la parte importante de la carta es otra- apoyo Alice.

Fue algo bastante tonto, realmente, porque ahora ni siquiera puede evadirse con su Mega-Mutilation, tercera generación.

Yo estoy bien, sobre todo gracias a que tienen muchísimo miedo de que aparezcas de pronto y los conviertas en murciélagos.

-Oh, tenemos muchas más cosas pensadas además de volverlos murciélagos- aseguro el oji gris recordando aquel pergamino que venían preparando desde hacia algunos libros antes.

Sin embargo, esta mañana me ha pasado algo raro. La cicatriz me ha vuelto a doler. La última vez que ocurrió fue porque Voldemort estaba en Hogwarts. Pero supongo que es imposible que él ronde ahora por aquí, ¿verdad? ¿Sabes si es normal que las cicatrices producidas por maldiciones duelan años después?

-Ni idea ahijado, pero ya pensare en alguna respuesta- aseguro Sirius.

-Aun con eso, tal vez deberías de mandarle también una carta a Dumbledore- atajo Lily.

-Descuida pelirroja, si él no lo hace te aseguro que yo le contare- le aseguro Sirius- más que nada que como prófugo no puedo acercarme mucho a Harry- agrego con molestia y algo de impotencia, Marlene lo tomo por los hombros, sabía lo que le molestaba no poder hacer nada directamente.

Enviaré esta carta en cuanto regrese Hedwig. Ahora está por ahí, cazando. Recuerdos a Buckbeak de mi parte.

Harry

-Bueno, es una carta bastante alegre, pero eso no distraerá a Sirius- comento James- le dará la importancia debida al tema de tu cicatriz.

«Sí —pensó Harry—, no está mal así.» No había por qué explicar lo del sueño, pues no quería dar la impresión de que estaba muy preocupado.

-Pero también parece que es algo relevante, creo que también debiste de habérselo contado- aseguro Teddy ante la aprobación de Dora.

Plegó el pergamino y lo dejó a un lado de la mesa, preparado para cuando volviera Hedwig. Luego se puso de pie, se desperezó y abrió de nuevo el armario. Sin mirar al espejo, empezó a vestirse para bajar a desayunar.

-Es el final del capítulo- informó el chico dejando el libro sobre la mesa.

-Bueno, por lo menos hasta ahora todo ha estado muy tranquilo- comento James “S”- al menos por el momento, pero después quien sabe que pasara

-James- le recriminaron Albus, Lily “L”, Rose, Scorpius y Hugo, ese tipo de comentario sin duda seria de desagrado para las abuelas de la mayoría de ellos.

-Yo solo quisiera saber si en verdad podrás ir a los mundiales de quidditch- dijo James.
-Descuida, de seguro si saldrá algo del mundial- aseguro Harry consiguiendo una alegría de su padre.

Claro está que Harry, Ron, Hermione, Draco y los demás omitieron completamente el pequeño incidente de los mortifagos al final de los mundiales, que no dudaban que también aparecería.

-Bueno, creo que yo leeré el siguiente- se ofreció Seamus tomando el libro de la mesa.