Un
nuevo día daba comienzo y casi todo el mundo ya se había levantado para ir a
desayunar, todos excepto tres hombres de sueño pesado que además se durmieron
hasta muy tarde. En la habitación de los hombres Remus y Harry estaban de pie frente
a las camas discutiendo la mejor forma de despertar a James, Sirius y Ron
cuando sin previo aviso, la puerta se abrió y dos pelirrojas y una castaña entraron
a la habitación.
-Buenos
días- saludo unas de ellas con una sonrisa- ¿aún no se levantan?
-Buenos
días Hermione- saludo el azabache- no, aún siguen en su mundo.
-Lógico,
ya había escuchado del sueño de estos dos- comento Lily señalando a su novio y
a Sirius- pero no sabía que él era igual.
-Sí, es
casi imposible despertarlo- comentó Hermione.
-Ginny ¿qué
te ocurre?- pregunto Harry cuando volteo a verla- estas muy callada y te ves un
poco roja- la aludida bajo la cabeza un poco avergonzada.
-Tal
vez tenga que ver con tu atuendo pequeño- hablo Lily sin darle importancia.
Entonces
el joven cayo en la cuenta que solo tenía los pantalones del pijama puestos,
sin zapatos ni camisa, un poco apenado tomo su varita y con un acció atrajo una
camisa para cambiarse.
-Ya
arreglado eso hay que despertarlos o se nos hará tarde- intervino Hermione-
usaremos un hechizo o…
-O
descubrimos una forma de levantar a Ronnie hace poco- aseguro Ginny ya más
recuperada.
-Bueno,
entonces adelante-apremio la castaña.
-¿Esta
segura?- pegunto Harry. La chica la vio exasperada y era señal para que lo hiciera.
Con una mueca divertida el joven camino hasta quedarse en frente de la cama del
pelirrojo que se encontraba atravesado en la cama con la cabeza colgándole por
un lado. El chico respiro hondo y grito “¡¡ron,
Hermione se está besando con Víctor Krum!!”. La reacción fue inmediata,
mientras la chica se sonrojaba el aludido salto en la cama como loco cayendo
por el costado por donde estaba colgando su cabeza.
-¿Qué… quien…
como…?
-Que es
hora de despertar hermano- dijo Harry con una sonrisa.
-Hay
mejores formas para despertarme sabes- informo medio en broma.
-Prefieres
un levicorpus.
-No,
pero puedes utilizar un despertador.
-Como
el que destruiste la última vez- atajo Ginny
-Oh es
cierto- dijo sin importancia el pelirrojo y se metió al baño.
-Eso
parece divertido, déjenme intentarlo-dijo Lily acercándose a la cama de James,
respirando tan profundo como su hijo increpo “¡¡James, te voy a dejar por EduaRd Bones!!” la reacción fue aún
más violenta, el pelinegro se puso a saltar y retorcerse en toda la cama
enredándose con las sabanas y cayendo en el suelo, ya en el piso se continuo
moviendo como una tortuga sobre su caparazón hasta que se liberó de las
sabanas.
-¿Cómo…
quien… qué… para qué…?
-Que se
nos está haciendo tarde mi amor- le dijo Lily que apenas podía evitar reír como
el resto de los presentes..
-No me
agás esa bromas querida- pidió el joven con un puchero.
-Lo
lamento es que fue muy divertido- para que no estuviera enojado le dio un dulce
beso en los labios y después el hombre se metió al baño con una sonrisa.
-Solo falta
uno- comentó Remus- como lo discutimos Harry- el azabache asintió y se fue directo
a la puerta mientras el licántropo se ponía frente a ella. Apuntando su varita
susurro levicorpus y al siguiente instante el oji gris ya estaba colgado de un
tobillo.
-¡¡Remus,
maldito lobo de mierda!!- grito antes de que el aludido liberara el hechizo
haciéndolo caer en un costado de la cama y de ahí al suelo- ¡¡me las vas a
pagar!!- grito nuevamente el hombre poniéndose de pie y envistiendo a su amigo.
En un
movimiento Remus se quitó del camino y Harry abrió la perta por donde poco después
estaba saliendo Sirius, con el afuera el joven volvió a cerrar la puerta. Después
de casi una hora de risas disculpas y reconciliaciones todos ellos salieron al
gran comedor donde todos ya estaban desayunando. Les sorprendió un poco notar
que Dora era quien le estaba dando de comer a Teddy nuevamente, después de que
cada uno tomara asiento en el mismo lugar que el día anterior el pequeño de
cabello turquesa empezó a reclamar por la atención de Remus, al final no tuvo
más remedio que sentarlo en sus piernas mientras que la metamorfomaga le
terminaba de dar su papilla. Los chicos del futuro pensaban que era algo así
como el llamado de la sangre.
-Muy
bien, ya que hemos disfrutado de un gran desayuno- hablo Dumbledore cuando vio
que todos habían terminado- ¿quien desea continuar con la lectura?
-Si me
permiten yo leeré- se propuso la profesora McGonagall que tomo el libro- muy
ben el capítulo se llama Halloween
Todos
festejaron levemente pensando que el capítulo trataría algo de la fiesta que se
hacía en Hogwarts, los únicos que no participaron fueron los chicos del futuro
que sabían que ese día ocurrió algo que opaco por mucho la grandiosa fiesta.
Malfoy no podía creer lo que veían sus ojos,
cuando vio que Harry y Ron todavía estaban en Hogwarts al día siguiente, con
aspecto cansado pero muy alegres. En realidad, por la mañana Harry y Ron
pensaron que el encuentro con el perro de tres cabezas había sido una excelente
aventura, y ya estaban preparados para tener otra.
-No
dudo que lo estén- hablo Sirius.
-Salir a los pasillos de noche, escapar del conserje
y encontrarse con un perro de tres cabezas y salir para contarlo es algo
grandioso.
-Pues
yo espero que no tengan más “experiencias grandiosas”- dijo Lily molesta.
-Pero
querida…
-Pero
nada James Potter, eso fue muy peligroso, pudieron haber salido lastimados-
aseguro la pelirroja a lo que Molly y Alice estuvieron de acuerdo.
El trio
escuchaba eso un poco preocupados, qué pensarían las madres cuando se enteraran
de que esa había sido solo la primera de las muchas y muy peligrosas
experiencias que vivieron por siete largos años, no estarían nada felices.
Mientras tanto, Harry le habló a Ron del paquete
que había sido llevado de Gringotts a Hogwarts, y pasaron largo rato
preguntándose qué podía ser aquello para necesitar una protección así.
—Es algo muy valioso, o muy peligroso —dijo
Ron.
-O también
podría ser las dos cosas- comentó Lily logrando que Harry sonriera.
—O las dos cosas —opinó Harry
Nuevamente
Lily miro a su hijo pero esta vez con ternura y orgullo.
Pero como lo único que sabían con seguridad
del misterioso objeto era que tenía unos cinco centímetros de largo, no tenían
muchas posibilidades de adivinarlo sin otras pistas.
Ni Neville ni Hermione demostraron el menor
interés en lo que había debajo del perro y la trampilla. Lo único que le
importaba a Neville era no volver a acercarse nunca más al animal.
-No lo volviste
a hacer cierto- interrogo Alice a su hijo.
-No, yo
no- respondió el chico con simpleza sin notar muy bien lo quu eso implicaba.
-Tu no-
atajo Sirius- entonces ellos…
-Solo
sigan leyendo- atajo Harry antes de se volviera a tocar el tema, pues su madre
y la de Ron ya les estaban mandado miradas entre interrogantes y de reprimenda.
Hermione se negaba a hablar con Harry y Ron,
pero como era una sabihonda mandona, los chicos lo consideraron como un premio.
-Harry,
Ron- los regaño la castaña.
-Lo
sentimos Hermione- se disculparon los jóvenes- pero debes aceptar que si eras
mandona- continuo Ron.
Lo que realmente deseaban en aquel momento
era poder vengarse de Malfoy y, para su gran satisfacción, la posibilidad llegó
una semana más tarde, por correo.
Mientras las lechuzas volaban por el Gran
Comedor, como de costumbre, la atención de todos se fijó de inmediato en un
paquete largo y delgado, que llevaban seis lechuzas blancas. Harry estaba tan
interesado como los demás en ver qué contenía, y se sorprendió mucho cuando las
lechuzas bajaron y dejaron el paquete frente a él, tirando al suelo su tocino.
Se estaban alejando, cuando otra lechuza dejó caer una carta sobre el paquete.
-¿Un
paquete?- se extrañó Ted- pero tú nunca recibías nada, quien pudo enviarte eso.
-Yo
creo que se quien fue- aseguro Lily viendo en dirección de la profesora McGonagall.
-Y yo
creo saber que es el paquete- dijo James sobándose las manos y con un brillo
especial en los ojos.
Harry abrió el sobre para leer primero la
carta y fue una suerte, porque decía:
NO
ABRAS EL PAQUETE EN LA MESA Contiene tu nueva Nimbus 2.000, pero no quiero que
todos sepan que te han comprado una escoba, porque también querrán una. Oliver
Wood te esperará esta noche en el campo de quidditch a las siete, para tu
primera sesión de entrenamiento.
Profesora
McGonagall
-¡Lo sabía!-
gritaron los Potter felices.
-Ya lo
ven, la profesora McGonagall si tiene favoritismos con Harry- aseguró Ron.
-Ya lo
creo que si- hablo Sirius- no conozco a nadie a quien le haya regalado algo.
-Ella
no tiene favoritismos con nadie- aseguro Harry- además si de esas vamos también
le dio algo a Hermione en nuestro tercer año.
-¿Qué
fue?- pregunto el animago interesado.
-Espera
hasta el tercer libro- dijo el joven haciendo que su padrino se molestara.
Harry tuvo dificultades para ocultar su
alegría, mientras le alcanzaba la nota a Ron.
—¡Una Nimbus 2.000! —Gimió Ron con envidia—.
Yo nunca he tocado ninguna.
-No me
extraña- dijo con egocentrismo Lucius.
-Tu mejor
cállate Malfoy- rebatió Sirius molesto.
-Porque
no mejor te…
-Ya
guarden silencio- gritaron al mismo tiempo Harry y Draco dejando completamente
en silencio a los involucrados.
Salieron rápidamente del comedor para abrir
el paquete en privado, antes de la primera clase, pero a mitad de camino se
encontraron con Crabbe y Goyle, que les cerraban el camino. Malfoy le quitó el
paquete a Harry y lo examinó.
—Es una escoba —dijo, devolviéndoselo
bruscamente, con una mezcla de celos y rencor en su cara—. Esta vez lo has
hecho, Potter. Los de primer año no tienen permiso para tener una.
-Todos
excepto mi hijo porque es el favorito de McGonagall- aseguro James con
arrogancia.
Harry
rodo los ojos, se estaba cansando de decir que ella no tenía favoritismos con
nadie, pero lo que no sabía, era que en su mente la profesora McGonagall se
impresionaba por su forma de ser, porque ella también pensaba que estaba
mostrado ciertos favoritismos con el joven Potter, y ella no era de actuar asi.
Ron no pudo resistirse.
—No es ninguna escoba vieja —dijo—. Es una
Nimbus 2.000. ¿Cuál dijiste que tenías en casa, Malfoy, una Comet 260? —Ron rió
con aire burlón—. Las Comet parecen veloces, pero no tienen nada que hacer con
las Nimbus.
— ¿Qué sabes tú, Weasley, si no puedes
comprar ni la mitad del palo? —Replicó Malfoy—. Supongo que tú y tus hermanos tenéis
que ir reuniendo la escoba ramita a ramita.
-Tu
maldita sabandija- increpo sirius levantándose de su asiento- que forma es esa
de tratar a los demás-vio al chico del fututo con rabia al igual que casi todos
los Weasley y gran parte del comedor
-Es la
forma como él me enseño a tratarlos- el rubio apunto en dirección a su futuro
padre.
-¡Draco!-
rebatió Lucius pero fue lo único que pudo decir.
-¡¡Tu maldito
pedazo de mierda!!- grito nuevamente el animago pero esta vez a Lucius-no solos
arrastraste a Narcisa a tu maldito mundo sino que también hechas a perder a mi
sobrino, a tu propio hijo.
El
hombre iba a discutir pero al sentir las miradas coléricas que todo el mundo le
dirigiría no pudo hacer más que sentarse y no decir nada. Narcisa por su parte
no sabía qué hacer, no le gustaba el chico que sería su hijo, no tenía idea que
como había permito que eso pasara, pero ahora que lo sabía tendría que ver la
forma de cambiarlo todo.
-Si
funciona eso de echarle la culpa a otro- comento Draco por lo bajo a Ginny y
Harry que habían hecho algo similar con anterioridad.
-Lo sé-
le aseguró el azabache con cierta complicidad.
Antes de que Ron pudiera contestarle, el
profesor Flitwick apareció detrás de Malfoy
—No os estaréis peleando, ¿verdad, chicos?
—preguntó con voz chillona.
—A Potter le han enviado una escoba, profesor
—dijo rápidamente Malfoy.
—Sí, sí, está muy bien —dijo el profesor
Flitwick, mirando radiante a Harry—. La profesora McGonagall me habló de las
circunstancias especiales, Potter. ¿Y qué modelo es?
-Eres
el hijo prodigo cachorro- cometo Sirius risueño- eres el favorito de todos los
profesores.
-A
excepción de Snape claro está - aclaro Remus.
-Agg,
¿por qué siempre tienes que arruinar todo lunático? -reclamo el animago- pero
bueno el no tiene importancia.
-Harry
sabe cómo hacerse querer- aseguró Hermione- cualquiera que lo conoce un poco
termina queriéndolo- muchas chicas del comedor (su club de fans) estuvieron de
acuerdo con ella.
-En ese
caso es igual que mi Lis- agrego James abrazando a la pelirroja dándole un beso
en los labios.
-Y
ahora se van a poner de melosos- comento Sirius.
-Hay no
seas envidioso tío- ataco Tonks los que muchos rieron en particular una chica
rubia de su casa
—Una Nimbus 2.000, señor —dijo Harry,
tratando de no reír ante la cara de horror de Malfoy—. Y realmente es gracias a
Malfoy que la tengo.
Harry y Ron subieron por la escalera,
conteniendo la risa ante la evidente furia y confusión de Malfoy.
-De
seguro le dolió desde la cabeza hasta el cu…
-¡Sirius!-
reprendieron varias mujeres.
-Orgullo,
iba a decir orgullo- las pelirrojas lo vieron como diciendo si como no.
-De hecho
si me molesto bastante- comentó el Rubio impresionando a muchos. Y porque no
decirlo para satisfacción de otros.
—Bueno, es verdad —continuó Harry cuando
llegaron al final de la escalera de mármol—. Si él no hubiera robado la
Recordadora de Neville, yo no estaría en el equipo...
— ¿Así que crees que es un premio por
quebrantar las reglas? —Se oyó una voz irritada a sus espaldas. Hermione subía
la escalera, mirando con aire de desaprobación el paquete de Harry
-Hay Remus…
dijo Hermione… relájate un poco- los dos mencionados le dieron un golpe poco amistoso
al animago- me van a dejar morado con tanto golpe.
-Entonces
aprende a cierra la boca- le reclamaron.
—Pensaba que no nos hablabas —dijo Harry.
—Sí, continúa así —dijo Ron—. Es mucho mejor
para nosotros.
-¡¡Ronald!!
-Lo
siento mamá.
Hermione se alejó con la nariz hacia arriba.
Durante aquel día, Harry tuvo que esforzarse
por atender a las clases. Su mente volvía al dormitorio, donde su escoba nueva
estaba debajo de la cama, o se iba al campo de quidditch, donde aquella misma
noche aprendería a jugar. Durante la cena comió sin darse cuenta de lo que
tragaba, y luego se apresuró a subir con Ron, para sacar; por fin, a la Nimbus
2.000 de su paquete.
-Esa obsesión
de seguro la heredaste de tu padre- aseguro Lily.
-Vamos pelirroja, solamente saco una cosa mala de mi…
-Y la ceguera
extrema- expreso Harry
-Y ese
fatalismo de pensar en lo peor- continuo Remus.
-Y esa
maldita surte de siempre caer donde hay problemas- termino Dora
-¡Está
bien ya entendí!- los paro molesto el azabache mayor- pero hey, obtuvo mi magnifica apariencia
-Si-
suspiraron en aprobación los dos clubes de fans de los azabaches. Provocando un
pocos celos en dos pelirrojas que estaban ahí.
—Oh —suspiró Ron, cuando la escoba rodó sobre
la colcha de la cama de Harry.
Hasta Harry, que no sabía nada sobre las
diferencias en las escobas, pensó que parecía maravillosa. Pulida y brillante,
con el mango de caoba, tenía una larga cola de ramitas rectas y, escrito en
letras doradas: «Nimbus 2.000».
-Sin
duda la descripción es asombrosa- acepto Sirius- algún día podrías postrárnosla
-Es que
ya no la tengo- se lamentó el azabache.
-No me
digas que la perdiste.
-Algo
así, eso lo sabrás hasta el tercer libro
Cerca de las siete, Harry salió del castillo
y se encaminó hacia el campo de quidditch. Nunca había estado en aquel estadio
deportivo. Había cientos de asientos elevados en tribunas alrededor del terreno
de juego, para que los espectadores estuvieran a suficiente altura para ver lo
que ocurría. En cada extremo del campo había tres postes dorados con aros en la
punta. Le recordaron los palitos de plástico con los que los niños muggles
hacían burbujas, sólo que éstos eran de quince metros de alto.
-Burbujas
con los postes de quidditch- dijo curioso James expresando lo que los hijos de
magos pensaban
-Después
te lo explico amor, ahora deja de interrumpir- le dijo Lily para que ya no
hablara.
Demasiado deseoso de volver a volar antes de
que llegara Wood, Harry montó en su escoba y dio una patada en el suelo. Qué
sensación. Subió hasta los postes dorados y luego bajó con rapidez al terreno
de juego. La Nimbus 2.000 iba donde él quería con sólo tocarla.
—¡Eh, Potter, baja!
Había llegado Oliver Wood. Llevaba una caja
grande de madera debajo del brazo. Harry aterrizó cerca de él.
-Un vuelo
impresionante sin duda- comentó McGonagall-obviamente tienes talento para volar
Potter.
-Por
supuesto que sí, después de todo es mi hijo- dijo en tono ufano para después recibir
un golpe- Lily, porque fue eso.
-Él también
es mi hijo- dijo con simpleza.
—Muy bonito —dijo Wood, con los ojos
brillantes—. Ya veo lo que quería decir McGonagall, realmente tienes un talento
natural. Voy a enseñarte las reglas esta noche y luego te unirás al equipo,
para el entrenamiento, tres veces por semana.
Abrió la caja. Dentro había cuatro pelotas de
distinto tamaño.
—Bueno —dijo Wood—. El quidditch es fácil de
entender;
-A
menos que sea Jame Potter el que te lo explica- atajo Lily haciendo que su
novio la viera mal
Aunque no tan fácil de jugar. Hay siete
jugadores en cada equipo. Tres se llaman cazadores.
—Tres cazadores —repitió Harry, mientras Wood
sacaba una pelota rojo brillante, del tamaño de un balón de fútbol.
—Esta pelota se llama quaffle —dijo Wood—.
Los cazadores se tiran la quaffle y tratan de pasarla por uno de los aros de
gol. Obtienen diez puntos cada vez que la quaffle pasa por un aro. ¿Me sigues?
-Es una
muy buena posición- aseguro James sonriendo.
-Ya lo
creo que si- lo apoyo Ginny.
-¿Tu
juegas quidditch?- pregunto impresionada viendo a Ginny, nunca se le ocurrió
preguntarle eso a su hijo la noche anterior.
-Si, en
la posición de casado, y en ocasiones cuando Harry no puede, ocupo su posición
de buscador- explico la joven pelirroja.
-Eso es
estupendo- exclamo James contento- ¿y para cuando te casas con mi hijo? -eso
dejo a la pareja muy sorprendidos y apenados mientras que Sirius reía de lo
lindo.
-James
no los molestes con eso
-Pero
Lili ella es perfecta para ser nuestra yerna.
-Que te
calles James Potter- le insistió con más fuera, aunque a ella también creyera
que era cierto.
—Los cazadores tiran la quaffle y la pasan
por los aros de gol —recitó Harry—. Entonces es una especie de baloncesto, pero
con escobas y seis canastas.
—¿Qué es el baloncesto? —preguntó Wood.
-Es
otro deporte muggle no- pregunto Arthur al azabache que asintió- también sería
interesante ver uno de esos partidos.
-¿Por
qué no le pide a Harry que lo lleve alguna vez Arthur?- propuso James- sería
una buena forma de entablar una buena relación con su yerno.
-Potter,
ya deja por la paz ese tema- le recrimino Lily un tanto divertida.
—Olvídalo —respondió rápidamente Harry
—Hay otro jugador en cada lado, que se llama
guardián. Yo soy guardián de Gryffindor. Tengo que volar alrededor de nuestros
aros y detener los lanzamientos del otro equipo.
—Tres cazadores y un guardián —dijo Harry,
decidido a recordarlo todo—. Y juegan con la quaffle. Perfecto, ya lo tengo. ¿Y
para qué son ésas? —Señaló las tres pelotas restantes.
—Ahora te lo enseñaré —dijo Wood—. Toma esto.
Dio a Harry un pequeño palo, parecido a un
bate de béisbol.
—Voy a enseñarte para qué son —dijo Wood—.
Esas dos son las bludgers.
-La
razón por las que muchos terminaban en la enfermería- cometo Remus viendo de
reojo a James.
Enseñó a Harry dos pelotas idénticas, pero
negras y un poco más pequeñas que la roja quaffle. Harry notó que parecían
querer escapar de las tiras que las sujetaban dentro de la caja.
—Quédate atrás —previno Wood a Harry. Se
inclinó y soltó una de las bludgers.
De inmediato, la pelota negra se elevó en el
aire y se lanzó contra la cara de Harry.
Lily se
tensó cuando leyeron esa parte.
Harry la rechazó con el bate, para impedir
que le rompiera la nariz, y la mandó volando por el aire. Pasó zumbando
alrededor de ellos y luego se tiró contra Wood, que se las arregló para
sujetarla contra el suelo.
-Sabes
algo pequeño Harry, tampoco hubieras sido tan mal goleador- comentó Fred para
que solo el escuchara.
-Aunque
claro, nunca serias tan bueno como nosotros- agrego George.
-Así
como ustedes so hubieran sido tan buenos buscadores como yo- les rebatió el
chico.
-Touché-
dijeron al unísono los gemelos.
—¿Ves? —dijo Wood jadeando, metiendo la
pelota en la caja a la fuerza y asegurándola con las tiras—. Las bludgers andan
por ahí, tratando de derribar a los jugadores de las escobas. Por eso hay dos
golpeadores en cada equipo (los gemelos Weasley son los nuestros).
-Ustedes
son los golpeadores- indago Sirius emocionados.
-Sí,
desde segundo hasta que salimos del colegio- dijo Fred omitiendo la parte en
que no terminaron su último año.
-Prácticamente
éramos como un par de bludgers humanas- aseguró George.
Sirius
y los gemelos Prewett festejaron ante ese hecho, ya que esa era su posición
cuando ellos jugaban.
Su trabajo es proteger a su equipo de las
bludgers y desviarlas hacia el equipo contrario. ¿Lo has entendido?
—Tres cazadores tratan de hacer puntos con la
quaffle, el guardián vigila los aros y los golpeadores mantienen alejadas las
bludgers de su equipo —resumió Harry.
-Ves
querido, es así de simple explicar el juego, no tienes por qué detallar cada
una de las reglas conocidas y mucho menos las 700 faltas que se pueden cometer-
comento Lily a su novio que no supo que responder.
-por
esa razón no es bueno ser tan apasionado con alguna cosa- apoyo Remus antes que
McGonagall retomara la lectura.
—Muy bien —dijo Wood.
—Hum... ¿han matado las bludgers alguna vez a
alguien? —preguntó Harry, deseando que no se le notara la preocupación.
-No en
el colegio, pero hubo una ocasión en el encuentro de Bulgaria entre…
-¡Cállate!-
reclamaron al tiempo Lily y Remus- ya sabemos que conoces cada detalle del
quidditch, pero no nos molestes con eso ahora- continuado Remus.
—Nunca en Hogwarts. Hemos tenido algunas
mandíbulas rotas, pero nada peor hasta ahora. Bueno, el último miembro del equipo
es el buscador. Ese eres tú. Y no tienes que preocuparte por la quaffle o las
bludgers...
—Amenos que me rompan la cabeza.
-cof
cof James cof cof- tosió la pelirroja disimuladamente.
—Tranquilo, los Weasley son los oponentes
perfectos para las bludgers. Quiero decir que ellos son como una pareja de
bludgers humanos.
Los
gemelos se pusieron de pie y comenzaron a hacer exageradas reverencias en agradecimiento,
no recordaban que Wood alguna vez los alabara de esa forma.
Wood buscó en la caja y sacó la última
pelota. Comparada con las otras, era pequeña, del tamaño de una nuez grande.
Era de un dorado brillante y con pequeñas alas plateadas.
—Esta dorada —continuó Wood— es la snitch. Es
la pelota más importante de todas.
-Son
fantásticas- exclamó James.
-Pero
tú eras cazador ¿verdad?- pregunto Harry a su padre que asintió- entonces ¿cómo
te ponías a jugar con una snitch?
-Eran
regalos de las buscadoras de nuestro equipo cuando- Remus tosió “muy
disimuladamente”, el azabache volteo a su costado y pudo ver como una pelirroja
se comenzaba a molestar por los celos- cuando las ayudaba a ganar el
partido-agregó poniendo cara de niño bueno.
-Creo
que no debiste tocar ese tema- le comentó Ginny a Harry que vio la cara de
molestia de la otra pelirroja, de seguro esa es la misma cara que ella había
puesto tantas veces.
Cuesta mucho de atrapar por lo rápida y
difícil de ver que es. El trabajo del buscador es atraparla. Tendrás que ir y
venir entre cazadores, golpeadores, la quaffle y las bludgers, antes de que la
coja el otro buscador, porque cada vez que un buscador la atrapa, su equipo
gana ciento cincuenta puntos extra, así que prácticamente acaba siendo el
ganador. Por eso molestan tanto a los buscadores. Un partido de quidditch sólo
termina cuando se atrapa la snitch, así que puede durar muchísimo. Creo que el
record fue tres meses. Tenían que traer sustitutos para que los jugadores
pudieran dormir... Bueno, eso es todo. ¿Alguna pregunta?
-En esa
ocasión se aplicó una extensión de la regla de…
-¡James!-
gritaron muchos y el joven se quedó callado.
Harry negó con la cabeza. Entendía muy bien
lo que tenía que hacer; el problema era conseguirlo.
—Todavía no vamos a practicar con la snitch
—dijo Wood, guardándola con cuidado en la caja—. Está demasiado oscuro y
podríamos perderla. Vamos a probar con unas pocas de éstas.
Sacó una bolsa con pelotas de golf de su
bolsillo y, unos pocos minutos más tarde, Wood y Harry estaban en el aire. Wood
tiraba las pelotas de golf lo más fuertemente que podía en todas las direcciones,
para que Harry las atrapara. Éste no perdió ni una y Wood estaba muy
satisfecho. Después de media hora se hizo de noche y no pudieron continuar.
-Eres
fantástico pequeño- lo alabo James- si te lo propones podrías llegar a ser
jugador profesional.
El
joven lo vio alegre, el tenerlo ahí y que le hablara con tanto cariño era algo
que lo llenaba, pero aun cuando le gustase mucho el juego, él tenía una idea
muy diferente para su elección de carrera.
—La copa de quidditch llevará nuestro nombre
este año —dijo Wood lleno de alegría mientras regresaban al castillo—. No me
sorprendería que resultaras ser mejor jugador que Charles Weasley. Él podría
jugar en el equipo de Inglaterra si no se hubiera ido a cazar dragones.
-Son
unas criaturas muy fascinantes- hablo Charles en defensa de su trabajo.
-Y muy
peligrosas- agrego Molly aun molesta por su elección.
-Son
solo criaturas incomprendidas- agregó al final Hagrid haciendo que los chicos
del futuro sonrieran.
Tal vez fue porque estaba ocupado tres noches
a la semana con las prácticas de quidditch, además de todo el trabajo del
colegio, la razón por la que Harry se sorprendió al comprobar que ya llevaba
dos meses en Hogwarts. El castillo era mucho más su casa de lo que nunca había
sido Prive Drive.
Tanto Sirius
como Severus no pudieron evitar pensar en lo cierto que eso era, sin duda eran más
similares de lo que cualquiera pudiera creer.
Sus clases, también, eran cada vez más
interesantes, una vez aprendidos los principios básicos.
En la mañana de Halloween se despertaron con
el delicioso aroma de calabaza asada flotando por todos los pasillos. Pero lo
mejor fue que el profesor Flitwick anunció en su clase de Encantamientos que
pensaba que ya estaban listos para empezar a hacer volar objetos, algo que
todos se morían por hacer; desde que vieron cómo hacía volar el sapo de Neville.
El profesor Flitwick puso a la clase por parejas para que practicaran. La
pareja de Harry era Seamus Finnigan (lo que fue un alivio, porque Neville había
tratado de llamar su atención).
-Lo siento
Neville- se disculpó ante sus pensamientos.
-No hay
problema Harry, en ese tiempo no era tan bueno como ahora- acepto el joven-
además, te fue peor que estando con migo- comento de ultimo haciendo reír a
muchos y logrando que Seamus (que también estaba ahí) se sonrojara
Ron, sin embargo, tuvo que trabajar con
Hermione Granger.
-El
destino Fred
-Sin
duda es el destino George- dijeron los gemelos que estaban seguros que terminarían
juntos.
Era difícil decir quién estaba más enfadado
de los dos. La muchacha no les hablaba desde el día en que Harry recibió su
escoba.
—Y ahora no os olvidéis de ese bonito
movimiento de muñeca que hemos estado practicando —dijo con voz aguda el
profesor; subido a sus libros, como de
costumbre—. Agitar y golpear; recordad, agitar y golpear. Y pronunciar
las palabras mágicas correctamente es muy importante también, no os olvidéis
nunca del mago Baruffio, que dijo «ese» en lugar de «efe» y se encontró tirado
en el suelo con un búfalo en el pecho.
-¿Siempre
utiliza ese ejemplo?- pregunto un chico al profesor.
-Me
parece que sería difícil ser más específico. Respondió este con simplicidad
Era muy difícil. Harry y Seamus agitaron y
golpearon, pero la pluma que debía volar hasta el techo no se movía del
pupitre. Seamus se puso tan impaciente que la pinchó con su varita y le prendió
fuego, y Harry tuvo que apagarlo con su sombrero.
Todos
los jóvenes comenzaron a reír entendiendo ahora lo que Neville había dicho con anterioridad.
Ron, en la mesa próxima, no estaba teniendo
mucha más suerte.
—¡Wingardium leviosa! —gritó, agitando sus
largos brazos como un molino.
—Lo estás diciendo mal. —Harry oyó que
Hermione lo reñía—. Es Win-gar-dium levi-o-sa, pronuncia gar más claro y más
largo.
—Dilo, tú, entonces, si eres tan inteligente
—dijo Ron con rabia.
Hermione se arremangó las mangas de su
túnica, agitó la varita y dijo las palabras mágicas. La pluma se elevó del
pupitre y llegó hasta más de un metro por encima de sus cabezas.
-Igual
a la pelirroja y a lunático- exclamo Sirius divertido- en serio podría jurar
que es su hija.
-Otra
vez con eso canuto lo regaño el aludido.
-¿Qué?,
¿porque no podría ser?, además tú te llevas muy bien con los niños, si no lo
crees mira a esa miniatura en sus piernas.
Señalo
en dirección de Teddy que estaba jugando con un peluche de lobo que dora había
sacado de la bolsa, al licántropo no le agradó mucho que fuera un lobo, pero al
pequeño parecía gustarle mucho y pudo evitar ponerse a jugar con el mientras
escuchaba la lectura. El pequeño se veía muy feliz, lo que atrajo la atención
de Andrómeda.
-Sabes,
en eso tiene razón- concedió Nymphadora al ver lo relajado que estaba el
pequeño.
-Harry
ya dijo que no es mi hija canuto- recordó el hombre- asique déjate de estupidez
y deja que sigan con la lectura.
— ¡Oh, bien hecho! —gritó el profesor
Flitwick, aplaudiendo—. ¡Mirad, Hermione Granger lo ha conseguido!
Al finalizar la clase, Ron estaba de muy mal
humor.
—No es raro que nadie la aguante —dijo a
Harry, cuando se abrían paso en el pasillo—. Es una pesadilla, te lo digo en
serio.
-¡Ronald!,
cuando aprenderás a comportarte con una
dama- le riño su madre molesta.
Alguien chocó contra Harry. Era Hermione.
Harry pudo ver su cara y le sorprendió ver que estaba llorando.
-Lógico,
después de lo mi insensible hijo dijo de ella
-Descuide
señora Weasley, eso fue hace mucho tiempo- aseguro la castaña para salvar a su
amigo.
—Creo que te ha oído.
—¿Y qué? —dijo Ron, aunque parecía un poco
incómodo—. Ya debe de haberse dado cuenta de que no tiene amigos.
-Bueno,
por lo menos no te sientes orgullosos- increpo en ultimo la señora Weasley.
Hermione no apareció en la clase siguiente y
no la vieron en toda la tarde. De camino al Gran Comedor, para la fiesta de
Halloween, Harry y Ron oyeron que Parvati Patil le decía a su amiga Lavender
que Hermione estaba llorando en el cuarto de baño de las niñas y que deseaba
que la dejaran sola. Ron pareció más molesto aún, pero un momento más tarde
habían entrado en el Gran Comedor; donde las decoraciones de Halloween les
hicieron olvidar a Hermione.
Mil murciélagos aleteaban desde las paredes y
el techo, mientras que otro millar más pasaba entre las mesas, como nubes
negras, haciendo temblar las velas de las calabazas. El festín apareció de
pronto en los platos dorados, como había ocurrido en el banquete de principio
de año.
-Cada
año es diferente- comento Remus
-Y
siempre es magnífico- aseguro Tonks.
-Por lo
visto ustedes se están llevando bien- los pico Sirius.
-Envidia
porque tu sobrina me quiere más que a ti- le rebatió el castaño, no le daría el
beneplácito a su amigo de verlo avergonzado.
-Te
quiere porque le das chocolate, no te sientas importante lunático- dijo con tono
ofendido a los que muchos sonrieron.
-los
celos en un hombre hacen que se vean horribles- comento Marlene McKinnon desde
su lugar recibiendo la desafiante mirada del animago, ella se podría decir era
la única que no caí en sus encantos como las demás.
-Yo me
alegro porque a pesar de todo este ha sido un capitulo tranquilo- comentó Lily
antes que iniciara una discusión, pues eso podría llevarla varias horas. Por su
parte el trio se vio entre ellos pues sabían que todo apenas estaba comenzando
Harry se estaba sirviendo una patata con su
piel, cuando el profesor Quirrell llegó rápidamente al comedor; con el turbante
torcido y cara de terror. Todos lo contemplaron mientras se acercaba al
profesor Dumbledore, se apoyaba sobre la mesa y jadeaba:
—Un trol... en las mazmorras... Pensé que
debía saberlo.
Y se desplomó en el suelo.
-Retiro
lo dicho- comento la pelirroja tensándose.
Se produjo un tumulto. Para que se hiciera el
silencio, el profesor Dumbledore tuvo que hacer salir varios fuegos artificiales
de su varita.
—Prefectos —exclamó—, conducid a vuestros
grupos a los dormitorios, de inmediato.
Percy estaba en su elemento.
-Si,
mandando a los que son menores
-Creyéndose
mejor de lo que es.
-¡Fred,
George! guarden silencio- recrimino Molly a sus hijos pero el aludido no se
sentía con la moral para reclamarles nada.
— ¡Seguidme! ¡Los de primer año, manteneos
juntos! ¡No necesitáis temer al trol si seguís mis órdenes! Ahora, venid
conmigo. Haced sitio, tienen que pasar los de primer año. ¡Perdón, soy un
prefecto!
—¿Cómo ha podido entrar aquí un trol?
—preguntó Harry, mientras subían por la escalera.
—No tengo ni idea, parece ser que son
realmente estúpidos —dijo Ron—. Tal vez Peeves lo dejó entrar; como broma de
Halloween.
-Aunque
no lo crean, incluso Peeves tiene sus límites- hablo James.
-Si
molesta a todos en el castillo pero también le tiene aprecio a Hogwarts- apoyo
Sirius.
-Nunca
haría algo para perjudicar al colegio ni mucho menos a Dumbledore- aseguro
Remus a lo que todos se quedaron impresionados.
Pasaron entre varios grupos de alumnos que
corrían en distintas direcciones. Mientras se abrían camino entre un tumulto de
confundidos Hufflepuffs, Harry súbitamente se aferró al brazo de Ron.
—¡Acabo de acordarme... Hermione!
-Oh
dios, - exclamo Lily.
— ¿Qué pasa con ella?
—No sabe nada del trol.
Ron se mordió el labio.
-No
estarán pensando…- dijo Molly sin terminar la frase.
—Oh, bueno —dijo enfadado—. Pero que Percy no
nos vea.
Las
mujeres se abrazaron de sus respectivas parejas, ir hasta los baños para
traerla a la torre no parecía algo complicado, pero con un trol recorriendo los
mismos pasillos y con la suerte que habían leído que tenían, era muy posible
que algo malo les ocurriese.
Se agacharon y se mezclaron con los
Hufflepuffs que iban hacia el otro lado, se deslizaron por un pasillo desierto
y corrieron hacia el cuarto de baño de las niñas. Acababan de doblar una
esquina cuando oyeron pasos rápidos a sus espaldas.
—¡Percy! —susurró Ron, empujando a Harry
detrás de un gran buitre de piedra.
-No, yo
estaba muy ocupado con los otros estudiantes, si hubiese sabido lo que paso- se
lamentó el pelirrojo.
-Esa ya
es historia vieja, olvídalo- le dijo Ron a su hermano tratando de animarlo un
poco.
Sin embargo, al mirar; no vieron a Percy,
sino a Snape. Cruzó el pasillo y desapareció de la vista.
—¿Qué es lo que está haciendo? —murmuró
Harry—. ¿Por qué no está en las mazmorras, con el resto de los profesores?
—No tengo la menor idea.
-¿Porque
quejicus no está con los profesores?- indago James pero nadie respondió.
Lo más silenciosamente posible, se
arrastraron por el otro pasillo, detrás de los pasos apagados del profesor.
—Se dirige al tercer piso —dijo Harry, pero
Ron levantó la mano.
-Vas
con el perro monstruosos- se impresiono Sirius- ojala y le dé una buena
mordida.
-Sirius-
reclamaron varios jóvenes especialmente Harry.
— ¿No sientes un olor raro?
Harry olfateó y un aroma especial llegó a su
nariz, una mezcla de calcetines sucios y baño público que nadie limpia.
Y lo oyeron, un gruñido y las pisadas
inseguras de unos pies gigantescos. Ron señaló al fondo del pasillo, a la
izquierda. Algo enorme se movía hacia ellos. Se ocultaron en las sombras y lo
vieron surgir a la luz de la luna.
-Así es
como supieron que la gragea sabia a trol cierto- indago Tonks con nerviosismo
al escuchar el relato.
-No es
una buena forma de averiguarlo- comento Gideon
Era una visión horrible. Más de tres metros y
medio de alto y tenía la piel de color gris piedra, un descomunal cuerpo
deforme y una pequeña cabeza pelada. Tenía piernas cortas, gruesas como troncos
de árbol, y pies achatados y deformes. El olor que despedía era increíble.
Llevaba un gran bastón de madera que arrastraba por el suelo, porque sus brazos
eran muy largos.
Todas
las mujeres se quedaron atónitas y asustadas por la descripción de la criatura,
no se podían imaginar a una bestia así rondando los pasillos y mucho menos que
un par de niños de once años lo tuvieran enfrente.
El monstruo se detuvo en una puerta y miró
hacia el interior. Agitó sus largas orejas, tomando decisiones con su minúsculo
cerebro, y luego entró lentamente en la habitación.
—La llave está en la cerradura —susurró
Harry—. Podemos encerrarlo allí.
—Buena idea —respondió Ron con voz agitada.
-No, no
lo es- dijo Hermione temblando al recordar ese momento
Se acercaron hacia la puerta abierta con la
boca seca, rezando para que el trol no decidiera salir. De un gran salto, Harry
pudo empujar la puerta y echarle la llave.
—¡Sí!
Animados con la victoria, comenzaron a correr
por el pasillo para volver, pero al llegar a la esquina oyeron algo que hizo
que sus corazones se detuvieran: un grito agudo y aterrorizado, que procedía
del lugar que acababan de cerrar con llave.
—Oh, no —dijo Ron, tan pálido como el Barón Sanguinario.
—¡Es el cuarto de baño de las chicas! —bufó
Harry.
—¡Hermione! —dijeron al unísono.
-¡¡¿Qué?!!-
fue el guito general, todos los Weasley, los gemelos Prewett, Lily y los
merodeadores estaban inmensamente asustados por lo que estaban oyendo
-¿Pero como
pudieron encerarla con esa cosa?-acuso Alice
-Estábamos
asustados, no recordábamos que era el baño de chica- de defendió Harry.
-Oh por
dios, oh por dios, no harán, no pensaran hacer lo que creo ¿o si?- pregunto
nerviosa Lily pero no recibió repuesta.
Con una
señal le pidió a McGonagall que continuará mientras le cortaba la circulación
al brazo de james quien también estaba nervioso.
Era lo último que querían hacer; pero ¿qué
opción les quedaba? Volvieron a toda velocidad hasta la puerta y dieron la
vuelta a la llave, resoplando de miedo. Harry empujó la puerta y entraron
corriendo.
Todo el
color se fue del rostro de las dos madres pelirrojas que no podían creer lo que
sus pequeños vivieron.
Hermione Granger estaba agazapada contra la
pared opuesta, con aspecto de estar a punto de desmayarse. El personaje deforme
avanzaba hacia ella, chocando contra los lavamanos.
—¡Distráelo! —gritó Harry desesperado y
tirando de un grifo, lo arrojó con toda su fuerza contra la pared.
-Esto
no me agrada- confeso james quien también estaba muy nervioso.
El trol se detuvo a pocos pasos de Hermione.
Se balanceó, parpadeando con aire estúpido, para ver quién había hecho aquel
ruido. Sus ojitos malignos detectaron a Harry Vaciló y luego se abalanzó sobre
él, levantando su bastón.
-¡Cuidado Harry!- grito desesperada Lily viendo
fijamente el libro.
— ¡Eh, cerebro de guisante! —gritó Ron desde
el otro extremo, tirándole una cañería de metal. El ser deforme no pareció
notar que la cañería lo golpeaba en la espalda, pero sí oyó el aullido y se
detuvo otra vez, volviendo su horrible hocico hacia Ron y dando tiempo a Harry
para correr
-Oh por
Merlín- exclamo Molly preocupada por el menor de sus hijos varones.
— ¡Vamos, corre, corre! —Harry gritó a
Hermione, tratando de empujarla hacia la puerta, pero la niña no se podía
mover. Seguía agazapada contra la pared, con la boca abierta de miedo.
-Vamos chiquilla
muévete.
-Estaba
muy asustada Sirius- le grito la chica-incluso ustedes lo estaría a su edad.
-A esa edad
y a cualquiera- aporto Marlene desde su lugar.
Los gritos y los golpes parecían haber
enloquecido al trol. Se volvió y se enfrentó con Ron, que estaba más cerca y no
tenía manera de escapar.
Entonces Harry hizo algo muy valiente y muy
estúpido: corrió, dando un gran salto y se colgó, por detrás, del cuello de
aquel monstruo.
-¡Oh
por merlín, o por merlín!- repetía Lily al borde del colapso.
-Tranquila,
¡hey mírame!- le grito Harry a la mujer acercándose a ella- estoy aquí mamá, estoy bien.
La
mujer acaricio su rostro con ternura, era cierto, que estaba ahí y más que eso
la había llamado mamá, estaba feliz pero también un poco triste por lo que su
pequeño tuvo que vivir, abrazándolo fuertemente para calmarse continuaron con la
lectura.
La atroz criatura no se daba cuenta de que
Harry colgaba de su espalda, pero hasta un ser así podía sentirlo si uno le
clavaba un palito de madera en la nariz, pues la varita de Harry todavía estaba
en su mano cuando saltó y se había introducido directamente en uno de los orificios
nasales del trol.
Chillando de dolor; el trol se agitó y
sacudió su bastón, con Harry colgado de su cuello y luchando por su vida. En
cualquier momento el monstruo lo destrozaría, o le daría un golpe terrible con
el bastón.
La
pelirroja apretaba con más fuerza su hijo para convencerse de que nada saldría
mal.
Hermione estaba tirada en el suelo,
aterrorizada. Ron empuñó su propia varita, sin saber qué iba a hacer; y se oyó
gritar el primer hechizo que se le ocurrió:
—¡Wingardium leviosa!
Solo
unos cuantos de los presentes pudieron notar que fue exactamente le miso
hechizo que esa mañana Hermione le había corregido, a pesar que lo mal que se
llevaban parecía que el pelirrojo si la escuchaba con atención.
El bastón salió volando de las manos del
trol, se elevó, muy arriba, y luego dio la vuelta y se dejó caer con fuerza sobre
la cabeza de su dueño. El trol se balanceó y cayó boca abajo con un ruido que
hizo temblar la habitación.
-¡Bien!-
gritaron los Weasley felices y orgullosos por lo que su hermanito había hecho-
que bueno que a pesar de todo si
aprendieras de Hermione- continúo Fred haciendo que la pareja se
sonrojara levemente.
Harry se puso de pie. Le faltaba el aire. Ron
estaba allí, con la varita todavía levantada, contemplando su obra.
Hermione fue la que habló primero.
—¿Está... muerto?
—No lo creo —dijo Harry—. Supongo que está desmayado.
Se inclinó y retiró su varita de la nariz del
trol. Estaba cubierta por una gelatina gris.
Varias
exclamaciones de asco se escucharon por todo el lugar.
—Puaj... qué asco.
La limpió en la piel del trol.
Un súbito portazo y fuertes pisadas hicieron
que los tres se sobresaltaran. No se habían dado cuenta de todo el ruido que
habían hecho, pero, por supuesto, abajo debían haber oído los golpes y los
gruñidos del trol. Un momento después, la profesora McGonagall entraba
apresuradamente en la habitación, seguida por Snape y Quirrell, que cerraban la
marcha. Quirrell dirigió una mirada al monstruo, se le escapó un gemido y se
dejó caer en un inodoro, apretándose el pecho.
-Ese
tipo no sirve de profesor- increpo
Remus- el más que nadie debería estar preparado para esa cosas.
-Yo aún
pienso que hay algo muy extraño con él- afirmo Lily con cierto apuro en la voz.
Snape se inclinó sobre el trol. La profesora
McGonagall miraba a Ron y Harry Nunca la habían visto tan enfadada. Tenía los
labios blancos. Las esperanzas de ganar cincuenta puntos para Gryffindor se
desvanecieron rápidamente de la mente de Harry.
—¿En qué estabais pensando, por todos los
cielos? —dijo la profesora McGonagall, con una furia helada. Harry miró a Ron,
todavía con la varita levantada—. Tenéis suerte de que no os haya matado. ¿Por
qué no estabais en los dormitorios?
-Eso
será muy difícil de explicar- exclamo James.
-Lupin,
crees que podrías inventar una excusa para eso- le pegunto Sirius al cerebro
del grupo.
-Hay
una forma, no saldrían totalmente librados, pero podria ser la mejor opción-
expreso.
-¿que
podrían decir?- preguntaron los animagos, pues su amigo siempre habio sabido
como sacralos de aputrios.
-ellos
nada, todo esta en manos de Hermione- coemnto antes de pedirle a la profesora
que continuara.
Snape dirigió a Harry una mirada aguda e
inquisidora. Harry clavó la vista en el suelo. Deseó que Ron pudiera esconder
la varita.
Entonces, una vocecita surgió de las sombras.
—Por favor; profesora McGonagall... Me
estaban buscando a mí.
— ¡Hermione Granger!
Hermione finalmente se había puesto de pie.
—Yo vine a buscar al trol porque yo... yo
pensé que podía vencerlo, porque, ya sabe, había leído mucho sobre el tema.
Todos
se quedaron impresionados por lo que oían, como a la chica que prefería morir a
ser expulsada le estaba mintiendo a la profesora más severa que Hogwarts
hubiera conocido.
-Eso es
imposible- exclamo Sirius- una prefecta perfecta mintiéndole a su profesora.
-Muchos
sabían que estaba en el baño, y a pesar de cómo nos tratábamos fueron los únicos
que se acordaron e hicieron algo por mí- les dijo- les debía eso.
-Y
ahora nosotros no tendríamos vida suficiente para pagarte lo que has hecho por
nosotros- aseguro Harry mientras ron la abrazaba dulcemente por los hombros.
-Valla
que se aprecian he- comentó por lo bajo Dora para que solo la persona a su lado
la escuchara- ¿esa era la solución que habías pensado?- cuestiono al licántropo
que asintió con suficiencia- valla, hubiera sido bueno tenerte como mi cómplice
en el colegio
-No
creo que a tu madre le hiciera gracia, y en cuanto a ellos es lógico que se
aprecien- le hablo Remus - cuando encuentras amigos así, haces todo por ellos,
yo mismo le mentí incluso a Dumbledore para evitar que castigaran a estos
locos- acepto el licántropo.
Eso le pareció
un gesto muy tierno a la metamorfomaga que paso su brazo por su espalda y lo tomo
por la cintura pegándose un poco a él, eso hizo que el castaño se sintiera un
poco extraño, pero no le desagradaba en absoluto, así que no hizo nada para
separarse. Solo unas cuantas chicas de su club de fans se dieron cuenta y resoplaron
con enojo.
Ron dejó caer su varita. ¿Hermione Granger
diciendo una mentira a su profesora?
—Si ellos no me hubieran encontrado, yo ahora
estaría muerta. Harry le clavó su varita en la nariz y Ron lo hizo golpearse
con su propio bastón. No tuvieron tiempo de ir a buscar ayuda. Estaba a punto
de matarme cuando ellos llegaron.
Harry y Ron trataron de no poner cara de
asombro.
-nN
somos los únicos sorprendidos por tu actitud- comento Ted
—Bueno... en ese caso —dijo la profesora
McGonagall, contemplando a los tres niños—... Hermione Granger; eres una tonta.
¿Cómo creías que ibas a derrotar a un trol gigante tú sola?
-No
cree que fue muy dura con ella profesora- indago James.
-Según
la historia que la señorita Granger me contó no- razono la mujer- tenga en cuenta
que en ese momento no conocía las circunstancias exactas de lo que paso realmente.
Hermione bajó la cabeza. Harry estaba mudo.
Hermione era la última persona que haría algo contra las reglas, y allí estaba,
fingiendo una infracción para librarlos a ellos del problema. Era como si Snape
empezara a repartir golosinas.
Muchos rieron
ante esa idea a excepción claro de Snape que apretó los labios, en ciertos
momentos de la lectura se sintió identificado con él, pero ahora no veía más
que a James Potter y se pregunta como pudo sentir algo positivo por el chico, aunque
debía aceptar que el mimo no se había comportado con cortesía.
—Hermione Granger, por esto Gryffindor
perderá cinco puntos —dijo la profesora McGonagall—. Estoy muy desilusionada
por tu conducta. Si no te ha hecho daño, mejor que vuelvas a la torre
Gryffindor. Los alumnos están terminando la fiesta en sus casas.
Hermione se marchó.
La profesora McGonagall se volvió hacia Harry
y Ron.
—Bueno, sigo pensando que tuvisteis suerte,
pero no muchos de primer año podrían derrumbar a esta montaña. Habéis ganado
cinco puntos cada uno para Gryffindor. El profesor Dumbledore será informado de
esto. Podéis iros.
-Solo cinco
puntos profesora, no cree que se merecían más- reclamo canuto
-A eso
réstenle los puntos por estar fuera de la sala común y vagabundear por los
pasillos- reprendió la profesora
-Pero
estaban buscando a su amiga- los defendió Remus y fue cuando todos notaron que
la metamorfomaga lo estaba abrazando.
-Bien pudieron
avisarle a un profesor- reclamo minerva antes de retomar la lectura.
Salieron rápidamente y no hablaron hasta
subir dos pisos. Era un alivio estar fuera del alcance del olor del trol,
además del resto.
—Tendríamos que haber obtenido más de diez
puntos —se quejó Ron.
-Es lo
que yo digo- exclamo Sirius.
-De
hecho fueron solo cinco, recuerden los puntos que le quito a Hermione- atajo Lily.
—Cinco, querrás decir; una vez que se
descuenten los de Hermione.
Nuevamente
todos pudieron ver el parentesco que el chico tenía con su madre.
—Se portó muy bien al sacarnos de este lío
—admitió Ron—. Claro que nosotros la salvamos.
—No habría necesitado que la salváramos si no
hubiéramos encerrado esa cosa con ella —le recordó Harry.
-Estoy de
acuerdo contigo hijo- seguro la pelirroja mientras le alborotaba el cabello.
Habían llegado al retrato de la Dama Gorda.
—Hocico de cerdo —dijeron, y entraron.
La sala común estaba llena de gente y ruidos.
Todos comían lo que les habían subido. Hermione, sin embargo, estaba sola,
cerca de la puerta, esperándolos. Se produjo una pausa muy incómoda. Luego, sin
mirarse, todos dieron: «Gracias» y corrieron a buscar platos para comer.
-Y ahí nació
el trio dorado- comentó Neville y todos asintieron.
Pero desde aquel momento Hermione Granger se
convirtió en su amiga. Hay algunas cosas que no se pueden compartir sin
terminar unidos, y derrumbar un trol de tres metros y medio es una de esas
cosas.
Muchos comenzaron
a reír ante la frase.
-Nuca
imagine que así era como había nacido su amistad- comento Seamus.
-Yo
siempre me pregunte como se hicieron amigos de un día para el otro- comentó Parvati
Patil
-Sí, es
raro como nació su amistad- acepto Ginny- pero desde ese día no se volvieron a
separar- y todos los que lo conocían asintieron.
-No tendrás
un solo año tranquilo verdad- pregunto Lily a su hijo solo para que este la
escuchara.
Para
toda respuesta Harry simplemente abrazo a su madre con toda la ternura que le
fue posible, no era necesario que respondiera, con ese simple abrazo Lily supo la respuesta.
-Muy
bien, quien quiere continuar.
-Yo lo
are- exclamo James pidiendo el libro.