viernes, 27 de junio de 2014

Capítulo 12.- Halloween

Un nuevo día daba comienzo y casi todo el mundo ya se había levantado para ir a desayunar, todos excepto tres hombres de sueño pesado que además se durmieron hasta muy tarde. En la habitación de los hombres Remus y Harry estaban de pie frente a las camas discutiendo la mejor forma de despertar a James, Sirius y Ron cuando sin previo aviso, la puerta se abrió y dos pelirrojas y una castaña entraron a la habitación.
-Buenos días- saludo unas de ellas con una sonrisa- ¿aún no se levantan?
-Buenos días Hermione- saludo el azabache- no, aún siguen en su mundo.
-Lógico, ya había escuchado del sueño de estos dos- comento Lily señalando a su novio y a Sirius- pero no sabía que él era igual.
-Sí, es casi imposible despertarlo- comentó Hermione.
-Ginny ¿qué te ocurre?- pregunto Harry cuando volteo a verla- estas muy callada y te ves un poco roja- la aludida bajo la cabeza un poco avergonzada.
-Tal vez tenga que ver con tu atuendo pequeño- hablo Lily sin darle importancia.
Entonces el joven cayo en la cuenta que solo tenía los pantalones del pijama puestos, sin zapatos ni camisa, un poco apenado tomo su varita y con un acció atrajo una camisa para cambiarse.
-Ya arreglado eso hay que despertarlos o se nos hará tarde- intervino Hermione- usaremos un hechizo o…
-O descubrimos una forma de levantar a Ronnie hace poco- aseguro Ginny ya más recuperada.
-Bueno, entonces adelante-apremio la castaña.
-¿Esta segura?- pegunto Harry. La chica la vio exasperada y era señal para que lo hiciera. Con una mueca divertida el joven camino hasta quedarse en frente de la cama del pelirrojo que se encontraba atravesado en la cama con la cabeza colgándole por un lado. El chico respiro hondo y grito “¡¡ron, Hermione se está besando con Víctor Krum!!”. La reacción fue inmediata, mientras la chica se sonrojaba el aludido salto en la cama como loco cayendo por el costado por donde estaba colgando su cabeza.
-¿Qué… quien… como…?
-Que es hora de despertar hermano- dijo Harry con una sonrisa.
-Hay mejores formas para despertarme sabes- informo medio en broma.
-Prefieres un levicorpus.
-No, pero puedes utilizar un despertador.
-Como el que destruiste la última vez- atajo Ginny
-Oh es cierto- dijo sin importancia el pelirrojo y se metió al baño.
-Eso parece divertido, déjenme intentarlo-dijo Lily acercándose a la cama de James, respirando tan profundo como su hijo increpo “¡¡James, te voy a dejar por EduaRd Bones!!” la reacción fue aún más violenta, el pelinegro se puso a saltar y retorcerse en toda la cama enredándose con las sabanas y cayendo en el suelo, ya en el piso se continuo moviendo como una tortuga sobre su caparazón hasta que se liberó de las sabanas.
-¿Cómo… quien… qué… para qué…?
-Que se nos está haciendo tarde mi amor- le dijo Lily que apenas podía evitar reír como el resto de los presentes..
-No me agás esa bromas querida- pidió el joven con un puchero.
-Lo lamento es que fue muy divertido- para que no estuviera enojado le dio un dulce beso en los labios y después el hombre se metió al baño con una sonrisa.
-Solo falta uno- comentó Remus- como lo discutimos Harry- el azabache asintió y se fue directo a la puerta mientras el licántropo se ponía frente a ella. Apuntando su varita susurro levicorpus y al siguiente instante el oji gris ya estaba colgado de un tobillo.
-¡¡Remus, maldito lobo de mierda!!- grito antes de que el aludido liberara el hechizo haciéndolo caer en un costado de la cama y de ahí al suelo- ¡¡me las vas a pagar!!- grito nuevamente el hombre poniéndose de pie y envistiendo a su amigo.
En un movimiento Remus se quitó del camino y Harry abrió la perta por donde poco después estaba saliendo Sirius, con el afuera el joven volvió a cerrar la puerta. Después de casi una hora de risas disculpas y reconciliaciones todos ellos salieron al gran comedor donde todos ya estaban desayunando. Les sorprendió un poco notar que Dora era quien le estaba dando de comer a Teddy nuevamente, después de que cada uno tomara asiento en el mismo lugar que el día anterior el pequeño de cabello turquesa empezó a reclamar por la atención de Remus, al final no tuvo más remedio que sentarlo en sus piernas mientras que la metamorfomaga le terminaba de dar su papilla. Los chicos del futuro pensaban que era algo así como el llamado de la sangre.
-Muy bien, ya que hemos disfrutado de un gran desayuno- hablo Dumbledore cuando vio que todos habían terminado- ¿quien desea continuar con la lectura?
-Si me permiten yo leeré- se propuso la profesora McGonagall que tomo el libro- muy ben el capítulo se llama Halloween
Todos festejaron levemente pensando que el capítulo trataría algo de la fiesta que se hacía en Hogwarts, los únicos que no participaron fueron los chicos del futuro que sabían que ese día ocurrió algo que opaco por mucho la grandiosa fiesta.
Malfoy no podía creer lo que veían sus ojos, cuando vio que Harry y Ron todavía estaban en Hogwarts al día siguiente, con aspecto cansado pero muy alegres. En realidad, por la mañana Harry y Ron pensaron que el encuentro con el perro de tres cabezas había sido una excelente aventura, y ya estaban preparados para tener otra.
-No dudo que lo estén- hablo Sirius.
-Salir  a los pasillos de noche, escapar del conserje y encontrarse con un perro de tres cabezas y salir para contarlo es algo grandioso.
-Pues yo espero que no tengan más “experiencias grandiosas”- dijo Lily molesta.
-Pero querida…
-Pero nada James Potter, eso fue muy peligroso, pudieron haber salido lastimados- aseguro la pelirroja a lo que Molly y Alice estuvieron de acuerdo.
El trio escuchaba eso un poco preocupados, qué pensarían las madres cuando se enteraran de que esa había sido solo la primera de las muchas y muy peligrosas experiencias que vivieron por siete largos años, no estarían nada felices.
Mientras tanto, Harry le habló a Ron del paquete que había sido llevado de Gringotts a Hogwarts, y pasaron largo rato preguntándose qué podía ser aquello para necesitar una protección así.
—Es algo muy valioso, o muy peligroso —dijo Ron.
-O también podría ser las dos cosas- comentó Lily logrando que Harry sonriera.
—O las dos cosas —opinó Harry
Nuevamente Lily miro a su hijo pero esta vez con ternura y orgullo.
Pero como lo único que sabían con seguridad del misterioso objeto era que tenía unos cinco centímetros de largo, no tenían muchas posibilidades de adivinarlo sin otras pistas.
Ni Neville ni Hermione demostraron el menor interés en lo que había debajo del perro y la trampilla. Lo único que le importaba a Neville era no volver a acercarse nunca más al animal.
-No lo volviste a hacer cierto- interrogo Alice a su hijo.
-No, yo no- respondió el chico con simpleza sin notar muy bien lo quu eso implicaba.
-Tu no- atajo Sirius- entonces ellos…
-Solo sigan leyendo- atajo Harry antes de se volviera a tocar el tema, pues su madre y la de Ron ya les estaban mandado miradas entre interrogantes y de reprimenda.
Hermione se negaba a hablar con Harry y Ron, pero como era una sabihonda mandona, los chicos lo consideraron como un premio.
-Harry, Ron- los regaño la castaña.
-Lo sentimos Hermione- se disculparon los jóvenes- pero debes aceptar que si eras mandona- continuo Ron.
Lo que realmente deseaban en aquel momento era poder vengarse de Malfoy y, para su gran satisfacción, la posibilidad llegó una semana más tarde, por correo.
Mientras las lechuzas volaban por el Gran Comedor, como de costumbre, la atención de todos se fijó de inmediato en un paquete largo y delgado, que llevaban seis lechuzas blancas. Harry estaba tan interesado como los demás en ver qué contenía, y se sorprendió mucho cuando las lechuzas bajaron y dejaron el paquete frente a él, tirando al suelo su tocino. Se estaban alejando, cuando otra lechuza dejó caer una carta sobre el paquete.
-¿Un paquete?- se extrañó Ted- pero tú nunca recibías nada, quien pudo enviarte eso.
-Yo creo que se quien fue- aseguro Lily viendo en dirección de la profesora McGonagall.
-Y yo creo saber que es el paquete- dijo James sobándose las manos y con un brillo especial en los ojos.
Harry abrió el sobre para leer primero la carta y fue una suerte, porque decía:
NO ABRAS EL PAQUETE EN LA MESA Contiene tu nueva Nimbus 2.000, pero no quiero que todos sepan que te han comprado una escoba, porque también querrán una. Oliver Wood te esperará esta noche en el campo de quidditch a las siete, para tu primera sesión de entrenamiento.
Profesora McGonagall
-¡Lo sabía!- gritaron los Potter felices.
-Ya lo ven, la profesora McGonagall si tiene favoritismos con Harry- aseguró Ron.
-Ya lo creo que si- hablo Sirius- no conozco a nadie a quien le haya regalado algo.
-Ella no tiene favoritismos con nadie- aseguro Harry- además si de esas vamos también le dio algo a Hermione en nuestro tercer año.
-¿Qué fue?- pregunto el animago interesado.
-Espera hasta el tercer libro- dijo el joven haciendo que su padrino se molestara.
Harry tuvo dificultades para ocultar su alegría, mientras le alcanzaba la nota a Ron.
—¡Una Nimbus 2.000! —Gimió Ron con envidia—. Yo nunca he tocado ninguna.
-No me extraña- dijo con egocentrismo Lucius.
-Tu mejor cállate Malfoy- rebatió Sirius molesto.
-Porque no mejor te…
-Ya guarden silencio- gritaron al mismo tiempo Harry y Draco dejando completamente en silencio a los involucrados.
Salieron rápidamente del comedor para abrir el paquete en privado, antes de la primera clase, pero a mitad de camino se encontraron con Crabbe y Goyle, que les cerraban el camino. Malfoy le quitó el paquete a Harry y lo examinó.
—Es una escoba —dijo, devolviéndoselo bruscamente, con una mezcla de celos y rencor en su cara—. Esta vez lo has hecho, Potter. Los de primer año no tienen permiso para tener una.
-Todos excepto mi hijo porque es el favorito de McGonagall- aseguro James con arrogancia.
Harry rodo los ojos, se estaba cansando de decir que ella no tenía favoritismos con nadie, pero lo que no sabía, era que en su mente la profesora McGonagall se impresionaba por su forma de ser, porque ella también pensaba que estaba mostrado ciertos favoritismos con el joven Potter, y ella no era de actuar asi.
Ron no pudo resistirse.
—No es ninguna escoba vieja —dijo—. Es una Nimbus 2.000. ¿Cuál dijiste que tenías en casa, Malfoy, una Comet 260? —Ron rió con aire burlón—. Las Comet parecen veloces, pero no tienen nada que hacer con las Nimbus.
— ¿Qué sabes tú, Weasley, si no puedes comprar ni la mitad del palo? —Replicó Malfoy—. Supongo que tú y tus hermanos tenéis que ir reuniendo la escoba ramita a ramita.
-Tu maldita sabandija- increpo sirius levantándose de su asiento- que forma es esa de tratar a los demás-vio al chico del fututo con rabia al igual que casi todos los Weasley y gran parte del comedor
-Es la forma como él me enseño a tratarlos- el rubio apunto en dirección a su futuro padre.
-¡Draco!- rebatió Lucius pero fue lo único que pudo decir.
-¡¡Tu maldito pedazo de mierda!!- grito nuevamente el animago pero esta vez a Lucius-no solos arrastraste a Narcisa a tu maldito mundo sino que también hechas a perder a mi sobrino, a tu propio hijo.
El hombre iba a discutir pero al sentir las miradas coléricas que todo el mundo le dirigiría no pudo hacer más que sentarse y no decir nada. Narcisa por su parte no sabía qué hacer, no le gustaba el chico que sería su hijo, no tenía idea que como había permito que eso pasara, pero ahora que lo sabía tendría que ver la forma de cambiarlo todo.
-Si funciona eso de echarle la culpa a otro- comento Draco por lo bajo a Ginny y Harry que habían hecho algo similar con anterioridad.
-Lo sé- le aseguró el azabache con cierta complicidad.
Antes de que Ron pudiera contestarle, el profesor Flitwick apareció detrás de Malfoy
—No os estaréis peleando, ¿verdad, chicos? —preguntó con voz chillona.
—A Potter le han enviado una escoba, profesor —dijo rápidamente Malfoy.
—Sí, sí, está muy bien —dijo el profesor Flitwick, mirando radiante a Harry—. La profesora McGonagall me habló de las circunstancias especiales, Potter. ¿Y qué modelo es?
-Eres el hijo prodigo cachorro- cometo Sirius risueño- eres el favorito de todos los profesores.
-A excepción de Snape claro está - aclaro Remus.
-Agg, ¿por qué siempre tienes que arruinar todo lunático? -reclamo el animago- pero bueno el no tiene importancia.
-Harry sabe cómo hacerse querer- aseguró Hermione- cualquiera que lo conoce un poco termina queriéndolo- muchas chicas del comedor (su club de fans) estuvieron de acuerdo con ella.
-En ese caso es igual que mi Lis- agrego James abrazando a la pelirroja dándole un beso en los labios.
-Y ahora se van a poner de melosos- comento Sirius.
-Hay no seas envidioso tío- ataco Tonks los que muchos rieron en particular una chica rubia de su casa
—Una Nimbus 2.000, señor —dijo Harry, tratando de no reír ante la cara de horror de Malfoy—. Y realmente es gracias a Malfoy que la tengo.
Harry y Ron subieron por la escalera, conteniendo la risa ante la evidente furia y confusión de Malfoy.
-De seguro le dolió desde la cabeza hasta el cu…
-¡Sirius!- reprendieron varias mujeres.
-Orgullo, iba a decir orgullo- las pelirrojas lo vieron como diciendo si como no.
-De hecho si me molesto bastante- comentó el Rubio impresionando a muchos. Y porque no decirlo para satisfacción de otros.
—Bueno, es verdad —continuó Harry cuando llegaron al final de la escalera de mármol—. Si él no hubiera robado la Recordadora de Neville, yo no estaría en el equipo...
— ¿Así que crees que es un premio por quebrantar las reglas? —Se oyó una voz irritada a sus espaldas. Hermione subía la escalera, mirando con aire de desaprobación el paquete de Harry
-Hay Remus… dijo Hermione… relájate un poco- los dos mencionados le dieron un golpe poco amistoso al animago- me van a dejar morado con tanto golpe.
-Entonces aprende a cierra la boca- le reclamaron.
—Pensaba que no nos hablabas —dijo Harry.
—Sí, continúa así —dijo Ron—. Es mucho mejor para nosotros.
-¡¡Ronald!!
-Lo siento mamá.
Hermione se alejó con la nariz hacia arriba.
Durante aquel día, Harry tuvo que esforzarse por atender a las clases. Su mente volvía al dormitorio, donde su escoba nueva estaba debajo de la cama, o se iba al campo de quidditch, donde aquella misma noche aprendería a jugar. Durante la cena comió sin darse cuenta de lo que tragaba, y luego se apresuró a subir con Ron, para sacar; por fin, a la Nimbus 2.000 de su paquete.
-Esa obsesión de seguro la heredaste de tu padre- aseguro Lily.
-Vamos pelirroja,  solamente saco una cosa mala de mi…
-Y la ceguera extrema- expreso Harry
-Y ese fatalismo de pensar en lo peor- continuo Remus.
-Y esa maldita surte de siempre caer donde hay problemas- termino Dora
-¡Está bien ya entendí!- los paro molesto el azabache mayor- pero hey,  obtuvo mi magnifica apariencia
-Si- suspiraron en aprobación los dos clubes de fans de los azabaches. Provocando un pocos celos en dos pelirrojas que estaban ahí.
—Oh —suspiró Ron, cuando la escoba rodó sobre la colcha de la cama de Harry.
Hasta Harry, que no sabía nada sobre las diferencias en las escobas, pensó que parecía maravillosa. Pulida y brillante, con el mango de caoba, tenía una larga cola de ramitas rectas y, escrito en letras doradas: «Nimbus 2.000».
-Sin duda la descripción es asombrosa- acepto Sirius- algún día podrías postrárnosla
-Es que ya no la tengo- se lamentó el azabache.
-No me digas que la perdiste.
-Algo así, eso lo sabrás hasta el tercer libro
Cerca de las siete, Harry salió del castillo y se encaminó hacia el campo de quidditch. Nunca había estado en aquel estadio deportivo. Había cientos de asientos elevados en tribunas alrededor del terreno de juego, para que los espectadores estuvieran a suficiente altura para ver lo que ocurría. En cada extremo del campo había tres postes dorados con aros en la punta. Le recordaron los palitos de plástico con los que los niños muggles hacían burbujas, sólo que éstos eran de quince metros de alto.
-Burbujas con los postes de quidditch- dijo curioso James expresando lo que los hijos de magos pensaban
-Después te lo explico amor, ahora deja de interrumpir- le dijo Lily para que ya no hablara.
Demasiado deseoso de volver a volar antes de que llegara Wood, Harry montó en su escoba y dio una patada en el suelo. Qué sensación. Subió hasta los postes dorados y luego bajó con rapidez al terreno de juego. La Nimbus 2.000 iba donde él quería con sólo tocarla.
—¡Eh, Potter, baja!
Había llegado Oliver Wood. Llevaba una caja grande de madera debajo del brazo. Harry aterrizó cerca de él.
-Un vuelo impresionante sin duda- comentó McGonagall-obviamente tienes talento para volar Potter.
-Por supuesto que sí, después de todo es mi hijo- dijo en tono ufano para después recibir un golpe- Lily, porque fue eso.
-Él también es mi hijo- dijo con simpleza.
—Muy bonito —dijo Wood, con los ojos brillantes—. Ya veo lo que quería decir McGonagall, realmente tienes un talento natural. Voy a enseñarte las reglas esta noche y luego te unirás al equipo, para el entrenamiento, tres veces por semana.
Abrió la caja. Dentro había cuatro pelotas de distinto tamaño.
—Bueno —dijo Wood—. El quidditch es fácil de entender;
-A menos que sea Jame Potter el que te lo explica- atajo Lily haciendo que su novio la viera mal
Aunque no tan fácil de jugar. Hay siete jugadores en cada equipo. Tres se llaman cazadores.
—Tres cazadores —repitió Harry, mientras Wood sacaba una pelota rojo brillante, del tamaño de un balón de fútbol.
—Esta pelota se llama quaffle —dijo Wood—. Los cazadores se tiran la quaffle y tratan de pasarla por uno de los aros de gol. Obtienen diez puntos cada vez que la quaffle pasa por un aro. ¿Me sigues?
-Es una muy buena posición- aseguro James sonriendo.
-Ya lo creo que si- lo apoyo Ginny.
-¿Tu juegas quidditch?- pregunto impresionada viendo a Ginny, nunca se le ocurrió preguntarle eso a su hijo la noche anterior.
-Si, en la posición de casado, y en ocasiones cuando Harry no puede, ocupo su posición de buscador- explico la joven pelirroja.
-Eso es estupendo- exclamo James contento- ¿y para cuando te casas con mi hijo? -eso dejo a la pareja muy sorprendidos y apenados mientras que Sirius reía de lo lindo.
-James no los molestes con eso
-Pero Lili ella es perfecta para ser nuestra yerna.
-Que te calles James Potter- le insistió con más fuera, aunque a ella también creyera que era cierto.
—Los cazadores tiran la quaffle y la pasan por los aros de gol —recitó Harry—. Entonces es una especie de baloncesto, pero con escobas y seis canastas.
—¿Qué es el baloncesto? —preguntó Wood.
-Es otro deporte muggle no- pregunto Arthur al azabache que asintió- también sería interesante ver uno de esos partidos.
-¿Por qué no le pide a Harry que lo lleve alguna vez Arthur?- propuso James- sería una buena forma de entablar una buena relación con su yerno.
-Potter, ya deja por la paz ese tema- le recrimino Lily un tanto divertida.
—Olvídalo —respondió rápidamente Harry
—Hay otro jugador en cada lado, que se llama guardián. Yo soy guardián de Gryffindor. Tengo que volar alrededor de nuestros aros y detener los lanzamientos del otro equipo.
—Tres cazadores y un guardián —dijo Harry, decidido a recordarlo todo—. Y juegan con la quaffle. Perfecto, ya lo tengo. ¿Y para qué son ésas? —Señaló las tres pelotas restantes.
—Ahora te lo enseñaré —dijo Wood—. Toma esto.
Dio a Harry un pequeño palo, parecido a un bate de béisbol.
—Voy a enseñarte para qué son —dijo Wood—. Esas dos son las bludgers.
-La razón por las que muchos terminaban en la enfermería- cometo Remus viendo de reojo a James.
Enseñó a Harry dos pelotas idénticas, pero negras y un poco más pequeñas que la roja quaffle. Harry notó que parecían querer escapar de las tiras que las sujetaban dentro de la caja.
—Quédate atrás —previno Wood a Harry. Se inclinó y soltó una de las bludgers.
De inmediato, la pelota negra se elevó en el aire y se lanzó contra la cara de Harry.
Lily se tensó cuando leyeron esa parte.
Harry la rechazó con el bate, para impedir que le rompiera la nariz, y la mandó volando por el aire. Pasó zumbando alrededor de ellos y luego se tiró contra Wood, que se las arregló para sujetarla contra el suelo.
-Sabes algo pequeño Harry, tampoco hubieras sido tan mal goleador- comentó Fred para que solo el escuchara.
-Aunque claro, nunca serias tan bueno como nosotros- agrego George.
-Así como ustedes so hubieran sido tan buenos buscadores como yo- les rebatió el chico.
-Touché- dijeron al unísono los gemelos.
—¿Ves? —dijo Wood jadeando, metiendo la pelota en la caja a la fuerza y asegurándola con las tiras—. Las bludgers andan por ahí, tratando de derribar a los jugadores de las escobas. Por eso hay dos golpeadores en cada equipo (los gemelos Weasley son los nuestros).
-Ustedes son los golpeadores- indago Sirius emocionados.
-Sí, desde segundo hasta que salimos del colegio- dijo Fred omitiendo la parte en que no terminaron su último año.
-Prácticamente éramos como un par de bludgers humanas- aseguró George.
Sirius y los gemelos Prewett festejaron ante ese hecho, ya que esa era su posición cuando ellos jugaban.
Su trabajo es proteger a su equipo de las bludgers y desviarlas hacia el equipo contrario. ¿Lo has entendido?
—Tres cazadores tratan de hacer puntos con la quaffle, el guardián vigila los aros y los golpeadores mantienen alejadas las bludgers de su equipo —resumió Harry.
-Ves querido, es así de simple explicar el juego, no tienes por qué detallar cada una de las reglas conocidas y mucho menos las 700 faltas que se pueden cometer- comento Lily a su novio que no supo que responder.
-por esa razón no es bueno ser tan apasionado con alguna cosa- apoyo Remus antes que McGonagall retomara la lectura.
—Muy bien —dijo Wood.
—Hum... ¿han matado las bludgers alguna vez a alguien? —preguntó Harry, deseando que no se le notara la preocupación.
-No en el colegio, pero hubo una ocasión en el encuentro de Bulgaria entre…
-¡Cállate!- reclamaron al tiempo Lily y Remus- ya sabemos que conoces cada detalle del quidditch, pero no nos molestes con eso ahora- continuado Remus.
—Nunca en Hogwarts. Hemos tenido algunas mandíbulas rotas, pero nada peor hasta ahora. Bueno, el último miembro del equipo es el buscador. Ese eres tú. Y no tienes que preocuparte por la quaffle o las bludgers...
—Amenos que me rompan la cabeza.
-cof cof James cof cof- tosió la pelirroja disimuladamente.
—Tranquilo, los Weasley son los oponentes perfectos para las bludgers. Quiero decir que ellos son como una pareja de bludgers humanos.
Los gemelos se pusieron de pie y comenzaron a hacer exageradas reverencias en agradecimiento, no recordaban que Wood alguna vez los alabara de esa forma.
Wood buscó en la caja y sacó la última pelota. Comparada con las otras, era pequeña, del tamaño de una nuez grande. Era de un dorado brillante y con pequeñas alas plateadas.
—Esta dorada —continuó Wood— es la snitch. Es la pelota más importante de todas.
-Son fantásticas- exclamó James.
-Pero tú eras cazador ¿verdad?- pregunto Harry a su padre que asintió- entonces ¿cómo te ponías a jugar con una snitch?
-Eran regalos de las buscadoras de nuestro equipo cuando- Remus tosió “muy disimuladamente”, el azabache volteo a su costado y pudo ver como una pelirroja se comenzaba a molestar por los celos- cuando las ayudaba a ganar el partido-agregó poniendo cara de niño bueno.
-Creo que no debiste tocar ese tema- le comentó Ginny a Harry que vio la cara de molestia de la otra pelirroja, de seguro esa es la misma cara que ella había puesto tantas veces.
Cuesta mucho de atrapar por lo rápida y difícil de ver que es. El trabajo del buscador es atraparla. Tendrás que ir y venir entre cazadores, golpeadores, la quaffle y las bludgers, antes de que la coja el otro buscador, porque cada vez que un buscador la atrapa, su equipo gana ciento cincuenta puntos extra, así que prácticamente acaba siendo el ganador. Por eso molestan tanto a los buscadores. Un partido de quidditch sólo termina cuando se atrapa la snitch, así que puede durar muchísimo. Creo que el record fue tres meses. Tenían que traer sustitutos para que los jugadores pudieran dormir... Bueno, eso es todo. ¿Alguna pregunta?
-En esa ocasión se aplicó una extensión de la regla de…
-¡James!- gritaron muchos y el joven se quedó callado.
Harry negó con la cabeza. Entendía muy bien lo que tenía que hacer; el problema era conseguirlo.
—Todavía no vamos a practicar con la snitch —dijo Wood, guardándola con cuidado en la caja—. Está demasiado oscuro y podríamos perderla. Vamos a probar con unas pocas de éstas.
Sacó una bolsa con pelotas de golf de su bolsillo y, unos pocos minutos más tarde, Wood y Harry estaban en el aire. Wood tiraba las pelotas de golf lo más fuertemente que podía en todas las direcciones, para que Harry las atrapara. Éste no perdió ni una y Wood estaba muy satisfecho. Después de media hora se hizo de noche y no pudieron continuar.
-Eres fantástico pequeño- lo alabo James- si te lo propones podrías llegar a ser jugador profesional.
El joven lo vio alegre, el tenerlo ahí y que le hablara con tanto cariño era algo que lo llenaba, pero aun cuando le gustase mucho el juego, él tenía una idea muy diferente para su elección de carrera.
—La copa de quidditch llevará nuestro nombre este año —dijo Wood lleno de alegría mientras regresaban al castillo—. No me sorprendería que resultaras ser mejor jugador que Charles Weasley. Él podría jugar en el equipo de Inglaterra si no se hubiera ido a cazar dragones.
-Son unas criaturas muy fascinantes- hablo Charles en defensa de su trabajo.
-Y muy peligrosas- agrego Molly aun molesta por su elección.
-Son solo criaturas incomprendidas- agregó al final Hagrid haciendo que los chicos del futuro sonrieran.
Tal vez fue porque estaba ocupado tres noches a la semana con las prácticas de quidditch, además de todo el trabajo del colegio, la razón por la que Harry se sorprendió al comprobar que ya llevaba dos meses en Hogwarts. El castillo era mucho más su casa de lo que nunca había sido Prive Drive.
Tanto Sirius como Severus no pudieron evitar pensar en lo cierto que eso era, sin duda eran más similares de lo que cualquiera pudiera creer.
Sus clases, también, eran cada vez más interesantes, una vez aprendidos los principios básicos.
En la mañana de Halloween se despertaron con el delicioso aroma de calabaza asada flotando por todos los pasillos. Pero lo mejor fue que el profesor Flitwick anunció en su clase de Encantamientos que pensaba que ya estaban listos para empezar a hacer volar objetos, algo que todos se morían por hacer; desde que vieron cómo hacía volar el sapo de Neville. El profesor Flitwick puso a la clase por parejas para que practicaran. La pareja de Harry era Seamus Finnigan (lo que fue un alivio, porque Neville había tratado de llamar su atención).
-Lo siento Neville- se disculpó ante sus pensamientos.
-No hay problema Harry, en ese tiempo no era tan bueno como ahora- acepto el joven- además, te fue peor que estando con migo- comento de ultimo haciendo reír a muchos y logrando que Seamus (que también estaba ahí) se sonrojara
Ron, sin embargo, tuvo que trabajar con Hermione Granger.
-El destino Fred
-Sin duda es el destino George- dijeron los gemelos que estaban seguros que terminarían juntos.
Era difícil decir quién estaba más enfadado de los dos. La muchacha no les hablaba desde el día en que Harry recibió su escoba.
—Y ahora no os olvidéis de ese bonito movimiento de muñeca que hemos estado practicando —dijo con voz aguda el profesor; subido a sus libros, como de  costumbre—. Agitar y golpear; recordad, agitar y golpear. Y pronunciar las palabras mágicas correctamente es muy importante también, no os olvidéis nunca del mago Baruffio, que dijo «ese» en lugar de «efe» y se encontró tirado en el suelo con un búfalo en el pecho.
-¿Siempre utiliza ese ejemplo?- pregunto un chico al profesor.
-Me parece que sería difícil ser más específico. Respondió este con simplicidad
Era muy difícil. Harry y Seamus agitaron y golpearon, pero la pluma que debía volar hasta el techo no se movía del pupitre. Seamus se puso tan impaciente que la pinchó con su varita y le prendió fuego, y Harry tuvo que apagarlo con su sombrero.
Todos los jóvenes comenzaron a reír entendiendo ahora lo que Neville había dicho con anterioridad.
Ron, en la mesa próxima, no estaba teniendo mucha más suerte.
—¡Wingardium leviosa! —gritó, agitando sus largos brazos como un molino.
—Lo estás diciendo mal. —Harry oyó que Hermione lo reñía—. Es Win-gar-dium levi-o-sa, pronuncia gar más claro y más largo.
—Dilo, tú, entonces, si eres tan inteligente —dijo Ron con rabia.
Hermione se arremangó las mangas de su túnica, agitó la varita y dijo las palabras mágicas. La pluma se elevó del pupitre y llegó hasta más de un metro por encima de sus cabezas.
-Igual a la pelirroja y a lunático- exclamo Sirius divertido- en serio podría jurar que es su hija.
-Otra vez con eso canuto lo regaño el aludido.
-¿Qué?, ¿porque no podría ser?, además tú te llevas muy bien con los niños, si no lo crees mira a esa miniatura en sus piernas.
Señalo en dirección de Teddy que estaba jugando con un peluche de lobo que dora había sacado de la bolsa, al licántropo no le agradó mucho que fuera un lobo, pero al pequeño parecía gustarle mucho y pudo evitar ponerse a jugar con el mientras escuchaba la lectura. El pequeño se veía muy feliz, lo que atrajo la atención de Andrómeda.
-Sabes, en eso tiene razón- concedió Nymphadora al ver lo relajado que estaba el pequeño.
-Harry ya dijo que no es mi hija canuto- recordó el hombre- asique déjate de estupidez y deja que sigan con la lectura.
— ¡Oh, bien hecho! —gritó el profesor Flitwick, aplaudiendo—. ¡Mirad, Hermione Granger lo ha conseguido!
Al finalizar la clase, Ron estaba de muy mal humor.
—No es raro que nadie la aguante —dijo a Harry, cuando se abrían paso en el pasillo—. Es una pesadilla, te lo digo en serio.
-¡Ronald!, cuando aprenderás a comportarte con una  dama- le riño su madre molesta.
Alguien chocó contra Harry. Era Hermione. Harry pudo ver su cara y le sorprendió ver que estaba llorando.
-Lógico, después de lo mi insensible hijo dijo de ella
-Descuide señora Weasley, eso fue hace mucho tiempo- aseguro la castaña para salvar a su amigo.
—Creo que te ha oído.
—¿Y qué? —dijo Ron, aunque parecía un poco incómodo—. Ya debe de haberse dado cuenta de que no tiene amigos.
-Bueno, por lo menos no te sientes orgullosos- increpo en ultimo la señora Weasley.
Hermione no apareció en la clase siguiente y no la vieron en toda la tarde. De camino al Gran Comedor, para la fiesta de Halloween, Harry y Ron oyeron que Parvati Patil le decía a su amiga Lavender que Hermione estaba llorando en el cuarto de baño de las niñas y que deseaba que la dejaran sola. Ron pareció más molesto aún, pero un momento más tarde habían entrado en el Gran Comedor; donde las decoraciones de Halloween les hicieron olvidar a Hermione.
Mil murciélagos aleteaban desde las paredes y el techo, mientras que otro millar más pasaba entre las mesas, como nubes negras, haciendo temblar las velas de las calabazas. El festín apareció de pronto en los platos dorados, como había ocurrido en el banquete de principio de año.
-Cada año es diferente- comento Remus
-Y siempre es magnífico- aseguro Tonks.
-Por lo visto ustedes se están llevando bien- los pico Sirius.
-Envidia porque tu sobrina me quiere más que a ti- le rebatió el castaño, no le daría el beneplácito a su amigo de verlo avergonzado.
-Te quiere porque le das chocolate, no te sientas importante lunático- dijo con tono ofendido a los que muchos sonrieron.
-los celos en un hombre hacen que se vean horribles- comento Marlene McKinnon desde su lugar recibiendo la desafiante mirada del animago, ella se podría decir era la única que no caí en sus encantos como las demás.
-Yo me alegro porque a pesar de todo este ha sido un capitulo tranquilo- comentó Lily antes que iniciara una discusión, pues eso podría llevarla varias horas. Por su parte el trio se vio entre ellos pues sabían que todo apenas estaba comenzando
Harry se estaba sirviendo una patata con su piel, cuando el profesor Quirrell llegó rápidamente al comedor; con el turbante torcido y cara de terror. Todos lo contemplaron mientras se acercaba al profesor Dumbledore, se apoyaba sobre la mesa y jadeaba:
—Un trol... en las mazmorras... Pensé que debía saberlo.
Y se desplomó en el suelo.
-Retiro lo dicho- comento la pelirroja tensándose.
Se produjo un tumulto. Para que se hiciera el silencio, el profesor Dumbledore tuvo que hacer salir varios fuegos artificiales de su varita.
—Prefectos —exclamó—, conducid a vuestros grupos a los dormitorios, de inmediato.
Percy estaba en su elemento.
-Si, mandando a los que son menores
-Creyéndose mejor de lo que es.
-¡Fred, George! guarden silencio- recrimino Molly a sus hijos pero el aludido no se sentía con la moral para reclamarles nada.
— ¡Seguidme! ¡Los de primer año, manteneos juntos! ¡No necesitáis temer al trol si seguís mis órdenes! Ahora, venid conmigo. Haced sitio, tienen que pasar los de primer año. ¡Perdón, soy un prefecto!
—¿Cómo ha podido entrar aquí un trol? —preguntó Harry, mientras subían por la escalera.
—No tengo ni idea, parece ser que son realmente estúpidos —dijo Ron—. Tal vez Peeves lo dejó entrar; como broma de Halloween.
-Aunque no lo crean, incluso Peeves tiene sus límites- hablo James.
-Si molesta a todos en el castillo pero también le tiene aprecio a Hogwarts- apoyo Sirius.
-Nunca haría algo para perjudicar al colegio ni mucho menos a Dumbledore- aseguro Remus a lo que todos se quedaron impresionados.
Pasaron entre varios grupos de alumnos que corrían en distintas direcciones. Mientras se abrían camino entre un tumulto de confundidos Hufflepuffs, Harry súbitamente se aferró al brazo de Ron.
—¡Acabo de acordarme... Hermione!
-Oh dios, - exclamo Lily.
— ¿Qué pasa con ella?
—No sabe nada del trol.
Ron se mordió el labio.
-No estarán pensando…- dijo Molly sin terminar la frase.
—Oh, bueno —dijo enfadado—. Pero que Percy no nos vea.
Las mujeres se abrazaron de sus respectivas parejas, ir hasta los baños para traerla a la torre no parecía algo complicado, pero con un trol recorriendo los mismos pasillos y con la suerte que habían leído que tenían, era muy posible que algo malo les ocurriese.
Se agacharon y se mezclaron con los Hufflepuffs que iban hacia el otro lado, se deslizaron por un pasillo desierto y corrieron hacia el cuarto de baño de las niñas. Acababan de doblar una esquina cuando oyeron pasos rápidos a sus espaldas.
—¡Percy! —susurró Ron, empujando a Harry detrás de un gran buitre de piedra.
-No, yo estaba muy ocupado con los otros estudiantes, si hubiese sabido lo que paso- se lamentó el pelirrojo.
-Esa ya es historia vieja, olvídalo- le dijo Ron a su hermano tratando de animarlo un poco.
Sin embargo, al mirar; no vieron a Percy, sino a Snape. Cruzó el pasillo y desapareció de la vista.
—¿Qué es lo que está haciendo? —murmuró Harry—. ¿Por qué no está en las mazmorras, con el resto de los profesores?
—No tengo la menor idea.
-¿Porque quejicus no está con los profesores?- indago James pero nadie respondió.
Lo más silenciosamente posible, se arrastraron por el otro pasillo, detrás de los pasos apagados del profesor.
—Se dirige al tercer piso —dijo Harry, pero Ron levantó la mano.
-Vas con el perro monstruosos- se impresiono Sirius- ojala y le dé una buena mordida.
-Sirius- reclamaron varios jóvenes especialmente Harry.
— ¿No sientes un olor raro?
Harry olfateó y un aroma especial llegó a su nariz, una mezcla de calcetines sucios y baño público que nadie limpia.
Y lo oyeron, un gruñido y las pisadas inseguras de unos pies gigantescos. Ron señaló al fondo del pasillo, a la izquierda. Algo enorme se movía hacia ellos. Se ocultaron en las sombras y lo vieron surgir a la luz de la luna.
-Así es como supieron que la gragea sabia a trol cierto- indago Tonks con nerviosismo al escuchar el relato.
-No es una buena forma de averiguarlo- comento Gideon
Era una visión horrible. Más de tres metros y medio de alto y tenía la piel de color gris piedra, un descomunal cuerpo deforme y una pequeña cabeza pelada. Tenía piernas cortas, gruesas como troncos de árbol, y pies achatados y deformes. El olor que despedía era increíble. Llevaba un gran bastón de madera que arrastraba por el suelo, porque sus brazos eran muy largos.
Todas las mujeres se quedaron atónitas y asustadas por la descripción de la criatura, no se podían imaginar a una bestia así rondando los pasillos y mucho menos que un par de niños de once años lo tuvieran enfrente.
El monstruo se detuvo en una puerta y miró hacia el interior. Agitó sus largas orejas, tomando decisiones con su minúsculo cerebro, y luego entró lentamente en la habitación.
—La llave está en la cerradura —susurró Harry—. Podemos encerrarlo allí.
—Buena idea —respondió Ron con voz agitada.
-No, no lo es- dijo Hermione temblando al recordar ese momento
Se acercaron hacia la puerta abierta con la boca seca, rezando para que el trol no decidiera salir. De un gran salto, Harry pudo empujar la puerta y echarle la llave.
—¡Sí!
Animados con la victoria, comenzaron a correr por el pasillo para volver, pero al llegar a la esquina oyeron algo que hizo que sus corazones se detuvieran: un grito agudo y aterrorizado, que procedía del lugar que acababan de cerrar con llave.
—Oh, no —dijo Ron, tan pálido como el Barón Sanguinario.
—¡Es el cuarto de baño de las chicas! —bufó Harry.
—¡Hermione! —dijeron al unísono.
-¡¡¿Qué?!!- fue el guito general, todos los Weasley, los gemelos Prewett, Lily y los merodeadores estaban inmensamente asustados por lo que estaban oyendo
-¿Pero como pudieron encerarla con esa cosa?-acuso Alice
-Estábamos asustados, no recordábamos que era el baño de chica- de defendió Harry.
-Oh por dios, oh por dios, no harán, no pensaran hacer lo que creo ¿o si?- pregunto nerviosa Lily pero no recibió repuesta.
Con una señal le pidió a McGonagall que continuará mientras le cortaba la circulación al brazo de james quien también estaba nervioso.
Era lo último que querían hacer; pero ¿qué opción les quedaba? Volvieron a toda velocidad hasta la puerta y dieron la vuelta a la llave, resoplando de miedo. Harry empujó la puerta y entraron corriendo.
Todo el color se fue del rostro de las dos madres pelirrojas que no podían creer lo que sus pequeños vivieron.
Hermione Granger estaba agazapada contra la pared opuesta, con aspecto de estar a punto de desmayarse. El personaje deforme avanzaba hacia ella, chocando contra los lavamanos.
—¡Distráelo! —gritó Harry desesperado y tirando de un grifo, lo arrojó con toda su fuerza contra la pared.
-Esto no me agrada- confeso james quien también estaba muy nervioso.
El trol se detuvo a pocos pasos de Hermione. Se balanceó, parpadeando con aire estúpido, para ver quién había hecho aquel ruido. Sus ojitos malignos detectaron a Harry Vaciló y luego se abalanzó sobre él, levantando su bastón.
Cuidado Harry!- grito desesperada Lily viendo fijamente el libro.
— ¡Eh, cerebro de guisante! —gritó Ron desde el otro extremo, tirándole una cañería de metal. El ser deforme no pareció notar que la cañería lo golpeaba en la espalda, pero sí oyó el aullido y se detuvo otra vez, volviendo su horrible hocico hacia Ron y dando tiempo a Harry para correr
-Oh por Merlín- exclamo Molly preocupada por el menor de sus hijos varones.
— ¡Vamos, corre, corre! —Harry gritó a Hermione, tratando de empujarla hacia la puerta, pero la niña no se podía mover. Seguía agazapada contra la pared, con la boca abierta de miedo.
-Vamos chiquilla muévete.
-Estaba muy asustada Sirius- le grito la chica-incluso ustedes lo estaría a su edad.
-A esa edad y a cualquiera- aporto Marlene desde su lugar.
Los gritos y los golpes parecían haber enloquecido al trol. Se volvió y se enfrentó con Ron, que estaba más cerca y no tenía manera de escapar.
Entonces Harry hizo algo muy valiente y muy estúpido: corrió, dando un gran salto y se colgó, por detrás, del cuello de aquel monstruo.
-¡Oh por merlín, o por merlín!- repetía Lily al borde del colapso.
-Tranquila, ¡hey mírame!- le grito Harry a la mujer acercándose a ella-  estoy aquí mamá, estoy bien.
La mujer acaricio su rostro con ternura, era cierto, que estaba ahí y más que eso la había llamado mamá, estaba feliz pero también un poco triste por lo que su pequeño tuvo que vivir, abrazándolo fuertemente para calmarse continuaron con la lectura.
La atroz criatura no se daba cuenta de que Harry colgaba de su espalda, pero hasta un ser así podía sentirlo si uno le clavaba un palito de madera en la nariz, pues la varita de Harry todavía estaba en su mano cuando saltó y se había introducido directamente en uno de los orificios nasales del trol.
Chillando de dolor; el trol se agitó y sacudió su bastón, con Harry colgado de su cuello y luchando por su vida. En cualquier momento el monstruo lo destrozaría, o le daría un golpe terrible con el bastón.
La pelirroja apretaba con más fuerza su hijo para convencerse de que nada saldría mal.
Hermione estaba tirada en el suelo, aterrorizada. Ron empuñó su propia varita, sin saber qué iba a hacer; y se oyó gritar el primer hechizo que se le ocurrió:
—¡Wingardium leviosa!
Solo unos cuantos de los presentes pudieron notar que fue exactamente le miso hechizo que esa mañana Hermione le había corregido, a pesar que lo mal que se llevaban parecía que el pelirrojo si la escuchaba con atención.
El bastón salió volando de las manos del trol, se elevó, muy arriba, y luego dio la vuelta y se dejó caer con fuerza sobre la cabeza de su dueño. El trol se balanceó y cayó boca abajo con un ruido que hizo temblar la habitación.
-¡Bien!- gritaron los Weasley felices y orgullosos por lo que su hermanito había hecho- que bueno que a pesar de todo si  aprendieras de Hermione- continúo Fred haciendo que la pareja se sonrojara levemente.
Harry se puso de pie. Le faltaba el aire. Ron estaba allí, con la varita todavía levantada, contemplando su obra.
Hermione fue la que habló primero.
—¿Está... muerto?
—No lo creo —dijo Harry—. Supongo que está desmayado.
Se inclinó y retiró su varita de la nariz del trol. Estaba cubierta por una gelatina gris.
Varias exclamaciones de asco se escucharon por todo el lugar.
—Puaj... qué asco.
La limpió en la piel del trol.
Un súbito portazo y fuertes pisadas hicieron que los tres se sobresaltaran. No se habían dado cuenta de todo el ruido que habían hecho, pero, por supuesto, abajo debían haber oído los golpes y los gruñidos del trol. Un momento después, la profesora McGonagall entraba apresuradamente en la habitación, seguida por Snape y Quirrell, que cerraban la marcha. Quirrell dirigió una mirada al monstruo, se le escapó un gemido y se dejó caer en un inodoro, apretándose el pecho.
-Ese tipo no sirve de profesor- increpo  Remus- el más que nadie debería estar preparado para esa cosas.
-Yo aún pienso que hay algo muy extraño con él- afirmo Lily con cierto apuro en la voz.
Snape se inclinó sobre el trol. La profesora McGonagall miraba a Ron y Harry Nunca la habían visto tan enfadada. Tenía los labios blancos. Las esperanzas de ganar cincuenta puntos para Gryffindor se desvanecieron rápidamente de la mente de Harry.
—¿En qué estabais pensando, por todos los cielos? —dijo la profesora McGonagall, con una furia helada. Harry miró a Ron, todavía con la varita levantada—. Tenéis suerte de que no os haya matado. ¿Por qué no estabais en los dormitorios?
-Eso será muy difícil de explicar- exclamo James.
-Lupin, crees que podrías inventar una excusa para eso- le pegunto Sirius al cerebro del grupo.
-Hay una forma, no saldrían totalmente librados, pero podria ser la mejor opción- expreso.
-¿que podrían decir?- preguntaron los animagos, pues su amigo siempre habio sabido como sacralos de aputrios.
-ellos nada, todo esta en manos de Hermione- coemnto antes de pedirle a la profesora que continuara.
Snape dirigió a Harry una mirada aguda e inquisidora. Harry clavó la vista en el suelo. Deseó que Ron pudiera esconder la varita.
Entonces, una vocecita surgió de las sombras.
—Por favor; profesora McGonagall... Me estaban buscando a mí.
— ¡Hermione Granger!
Hermione finalmente se había puesto de pie.
—Yo vine a buscar al trol porque yo... yo pensé que podía vencerlo, porque, ya sabe, había leído mucho sobre el tema.
Todos se quedaron impresionados por lo que oían, como a la chica que prefería morir a ser expulsada le estaba mintiendo a la profesora más severa que Hogwarts hubiera conocido.
-Eso es imposible- exclamo Sirius- una prefecta perfecta mintiéndole a su profesora.
-Muchos sabían que estaba en el baño, y a pesar de cómo nos tratábamos fueron los únicos que se acordaron e hicieron algo por mí- les dijo- les debía eso.
-Y ahora nosotros no tendríamos vida suficiente para pagarte lo que has hecho por nosotros- aseguro Harry mientras ron la abrazaba dulcemente por los hombros.
-Valla que se aprecian he- comentó por lo bajo Dora para que solo la persona a su lado la escuchara- ¿esa era la solución que habías pensado?- cuestiono al licántropo que asintió con suficiencia- valla, hubiera sido bueno tenerte como mi cómplice en el colegio
-No creo que a tu madre le hiciera gracia, y en cuanto a ellos es lógico que se aprecien- le hablo Remus - cuando encuentras amigos así, haces todo por ellos, yo mismo le mentí incluso a Dumbledore para evitar que castigaran a estos locos- acepto el licántropo.
Eso le pareció un gesto muy tierno a la metamorfomaga que paso su brazo por su espalda y lo tomo por la cintura pegándose un poco a él, eso hizo que el castaño se sintiera un poco extraño, pero no le desagradaba en absoluto, así que no hizo nada para separarse. Solo unas cuantas chicas de su club de fans se dieron cuenta y resoplaron con enojo.
Ron dejó caer su varita. ¿Hermione Granger diciendo una mentira a su profesora?
—Si ellos no me hubieran encontrado, yo ahora estaría muerta. Harry le clavó su varita en la nariz y Ron lo hizo golpearse con su propio bastón. No tuvieron tiempo de ir a buscar ayuda. Estaba a punto de matarme cuando ellos llegaron.
Harry y Ron trataron de no poner cara de asombro.
-nN somos los únicos sorprendidos por tu actitud- comento Ted
—Bueno... en ese caso —dijo la profesora McGonagall, contemplando a los tres niños—... Hermione Granger; eres una tonta. ¿Cómo creías que ibas a derrotar a un trol gigante tú sola?
-No cree que fue muy dura con ella profesora- indago James.
-Según la historia que la señorita Granger me contó no- razono la mujer- tenga en cuenta que en ese momento no conocía las circunstancias exactas de lo que paso realmente.
Hermione bajó la cabeza. Harry estaba mudo. Hermione era la última persona que haría algo contra las reglas, y allí estaba, fingiendo una infracción para librarlos a ellos del problema. Era como si Snape empezara a repartir golosinas.
Muchos rieron ante esa idea a excepción claro de Snape que apretó los labios, en ciertos momentos de la lectura se sintió identificado con él, pero ahora no veía más que a James Potter y se pregunta como pudo sentir algo positivo por el chico, aunque debía aceptar que el mimo no se había comportado con cortesía.
—Hermione Granger, por esto Gryffindor perderá cinco puntos —dijo la profesora McGonagall—. Estoy muy desilusionada por tu conducta. Si no te ha hecho daño, mejor que vuelvas a la torre Gryffindor. Los alumnos están terminando la fiesta en sus casas.
Hermione se marchó.
La profesora McGonagall se volvió hacia Harry y Ron.
—Bueno, sigo pensando que tuvisteis suerte, pero no muchos de primer año podrían derrumbar a esta montaña. Habéis ganado cinco puntos cada uno para Gryffindor. El profesor Dumbledore será informado de esto. Podéis iros.
-Solo cinco puntos profesora, no cree que se merecían más- reclamo canuto
-A eso réstenle los puntos por estar fuera de la sala común y vagabundear por los pasillos- reprendió la profesora
-Pero estaban buscando a su amiga- los defendió Remus y fue cuando todos notaron que la metamorfomaga lo estaba abrazando.
-Bien pudieron avisarle a un profesor- reclamo minerva antes de retomar la lectura.
Salieron rápidamente y no hablaron hasta subir dos pisos. Era un alivio estar fuera del alcance del olor del trol, además del resto.
—Tendríamos que haber obtenido más de diez puntos —se quejó Ron.
-Es lo que yo digo- exclamo Sirius.
-De hecho fueron solo cinco, recuerden los puntos que le quito a Hermione- atajo Lily.
—Cinco, querrás decir; una vez que se descuenten los de Hermione.
Nuevamente todos pudieron ver el parentesco que el chico tenía con su madre.
—Se portó muy bien al sacarnos de este lío —admitió Ron—. Claro que nosotros la salvamos.
—No habría necesitado que la salváramos si no hubiéramos encerrado esa cosa con ella —le recordó Harry.
-Estoy de acuerdo contigo hijo- seguro la pelirroja mientras le alborotaba el cabello.
Habían llegado al retrato de la Dama Gorda.
—Hocico de cerdo —dijeron, y entraron.
La sala común estaba llena de gente y ruidos. Todos comían lo que les habían subido. Hermione, sin embargo, estaba sola, cerca de la puerta, esperándolos. Se produjo una pausa muy incómoda. Luego, sin mirarse, todos dieron: «Gracias» y corrieron a buscar platos para comer.
-Y ahí nació el trio dorado- comentó Neville y todos asintieron.
Pero desde aquel momento Hermione Granger se convirtió en su amiga. Hay algunas cosas que no se pueden compartir sin terminar unidos, y derrumbar un trol de tres metros y medio es una de esas cosas.
Muchos comenzaron a reír ante la frase.
-Nuca imagine que así era como había nacido su amistad- comento Seamus.
-Yo siempre me pregunte como se hicieron amigos de un día para el otro- comentó Parvati Patil
-Sí, es raro como nació su amistad- acepto Ginny- pero desde ese día no se volvieron a separar- y todos los que lo conocían asintieron.
-No tendrás un solo año tranquilo verdad- pregunto Lily a su hijo solo para que este la escuchara.
Para toda respuesta Harry simplemente abrazo a su madre con toda la ternura que le fue posible, no era necesario que respondiera, con ese simple  abrazo Lily supo la respuesta.
-Muy bien, quien quiere continuar.

-Yo lo are- exclamo James pidiendo el libro.