-Muy bien,
el siguiente capítulo se llama el sombrero seleccionador- les informo el señor
Weasley.
Varios
chichos se emocionaron recordando la vez que estuvieron en la ceremonia, pero
Harry por su parte resoplo un poco molesto, en esos libros no solo relataban lo
que ocurría sino también sus pensamientos, sin duda aparecería la charla que
tuvo con ese viejo sombrero cuando lo seleccionaba entre Slytherin y
Gryffindor, eso nunca se lo había contado a sus amigos, la única vez que hablo
de eso fue con Ginny en esos meses que estuvieron saliendo.
La puerta se abrió de inmediato. Una bruja
alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí. Tenía un rostro
muy severo, y el primer pensamiento de Harry fue que se trataba de alguien con
quien era mejor no tener problemas.
-Y está
en lo correcto joven Potter- aseguro la profesora con una sonrisa complaciente.
-Sí,
minie es muy estricta, pero también es la quemas aprecia a sus estudiantes-
comentó Sirius.
-Agradezco
sus palabras señor Black, pero vuelva a decirme mini y descubrirá lo estricta
que puedo ser- le advirtió McGonagall con mirada severa.
El
animago simplemente se encogió en su lugar mientras sus amigos se burlaban de
el por lo bajo para nadie se diera cuenta.
—Los de primer año, profesora McGonagall
—dijo Hagrid.
—Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde
aquí.
Abrió bien la puerta. El vestíbulo de entrada
era tan grande que hubieran podido meter toda la casa de los Dursley en él. Las
paredes de piedra estaban iluminadas con resplandecientes antorchas como las de
Gringotts, el techo era tan alto que no se veía y una magnífica escalera de
mármol, frente a ellos, conducía a los pisos superiores.
-¿Describirás
cada detalle del castillo?- pregunto Sirius incrédulo
El
señor Weasley leyó el recorrido de los chicos, que era prácticamente el mismo
que todos ellos tuvieron en su primer año, hasta llegar a la parte del discurso
de la profesora McGonagall.
—Bienvenidos a Hogwarts —dijo la profesora
McGonagall—. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero
antes de que ocupéis vuestro lugares en el Gran Comedor deberéis ser
seleccionados para vuestras casas. La Selección es una ceremonia muy importante
porque, mientras estéis aquí, vuestras casas serán como vuestra familia en
Hogwarts. Tendréis clases con el resto de la casa que os toque, dormiréis en
los dormitorios de vuestras casas y pasaréis el tiempo libre en la sala común
de la casa.
-En
verdad somos como una familia- aseguro un sonriente James.
-Aunque
a veces no te lleves bien con todos los integrantes- agrego Remus volteando a
ver al azabache.
-Como
cornamenta que prácticamente se enemistaba con cualquier compañero que se le
quedara viendo a Lily por más de tres segundos- concluyo Sirius haciendo que el
gran comedor comenzara a reír y el aludido lo viera con intenciones homicidas.
»Las cuatro casas se llaman Gryffindor,
Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia noble historia y
cada una ha producido notables brujas y magos.
-Unos
mejores que otros- comentaron los gemelos Weasley.
-Que lo
quede dudas- secundaron los merodeadores.
Mientras
estéis en Hogwarts, vuestros triunfos conseguirán que las casas ganen puntos,
mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al
finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de
la casa, un gran honor. Espero que todos vosotros seréis un orgullo para la
casa que os toque.
-Como
por ejemplo nosotros- comentó James refiriéndose a él y a sus amigos.
-O como
nosotros- corearon los dos pares de gemelos.
-O como
yo- aseguró Dora con arrogancia.
-Si
claro, los más traviesos y revoltosos de todos los alumnos- critico la
profesora McGonagall refiriéndose especialmente a aquellos a quienes conocía.
-Pero
profesora yo no fui como ellos- se defendió la metamorfomaga.
-Entonces
porque cada semana recibía al menos cuatro cartas de quejas sobre ti
Nymphadora- acuso Andrómeda haciendo que la chica se sonrojada.
-¡Solo
cuatro sobrina!, yo me encargaba que le llevaran por lo menos media docena de
cartas a mi madre- confeso Sirius.
-Eso no
es motivo de orgullo Black- le riño la pelirroja- y ya guarden silencio y dejen
de Arthur continúe- Concluyo.
»La Ceremonia de Selección tendrá lugar
dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Os sugiero que, mientras
esperáis, os arregléis lo mejor posible.
Los ojos de la profesora se detuvieron un
momento en la capa de Neville, que estaba atada bajo su oreja izquierda, y en
la nariz manchada de Ron. Con nerviosismo,
Los
cercanos al pelirrojo rieron por la mención de la mancha que su madre no logro quitarle.
Harry trató de aplastar su cabello.
-Oh
descuide joven Potter, se de buena fuente que eso será imposible- hablo McGonagall
sorprendiendo todos.
-Usted siempre
tan sabia profesora- la alabo James.
-En
ocasiones ese cabello es muy lindo- agrego Lily alborotando más el cabellos de su
novio. Muchas chicas la miraron con celos.
—Volveré cuando lo tengamos todo listo para
la ceremonia —dijo la profesora McGonagall—. Por favor, esperad tranquilos.
Salió de la habitación. Harry tragó con
dificultad.
-Lógico,
entre la emoción de estar ahí y el discurso severo de McGonagall será imposible
estar tranquilos- comento Frank
— ¿Cómo se las arreglan exactamente para seleccionarnos?
—preguntó a Ron.
—Creo que es una especie de prueba. Fred dice
que duele mucho, pero creo que era una broma.
-Claro
que era una broma Ronnie- el joven miro con molestia a su hermano.
-Ese día
incluso nosotros estábamos nerviosos- Comento Remus
-Jajá,
y yo recuerdo que la pelirroja estaba recitando hechizos pensando de que se
trataba la selección- dijo canuto
-Y tu
casi te orinabas en los pantalones por el miedo de terminar en Slytherin-
recito la pelirroja en defensa.
-¿Y tu
como la sabes?- pregunto impresionado pues recordaba que ese día estaba
empapado por haber “caído” en el lago.
-No lo
sabía, solo lo suponía- aseguro la joven- pero acabaste de confirmado- termino
risueña ante la exclamación del animago por haber hablado de mas
El corazón de Harry dio un terrible salto.
¿Una prueba? ¿Delante de todo el colegio? Pero él no sabía nada de magia
todavía... ¿Qué haría? No esperaba algo así, justo en el momento en que
acababan de llegar. Miró temblando a su alrededor y vio que los demás también
parecían aterrorizados. Nadie hablaba mucho, salvo Hermione Granger, que
susurraba muy deprisa todos los hechizos que había aprendido y se preguntaba
cuál necesitaría.
-Es
igual ti Lily- comento James que se ganó un golpe por parte de la mujer.
Harry intentó no escucharla. Nunca había
estado tan nervioso, nunca, ni siquiera cuando tuvo que llevar a los Dursley un
informe del colegio que decía que él, de alguna manera, había vuelto azul la
peluca de su maestro.
Los
merodeadores, los hermanos Prewett y Weasley comenzaron a reír al enterarse de
eso.
-Muy
bien hecho hijo- lo felicito James.
-¿Cómo
lo lógrate?- pregunto George.
-Fue
magia accidental, el maestro no sé qué traía ese día y comenzó a gritarnos a
todos sin razón alguna- explicó el azabache recordando ese día.
Mantuvo los ojos fijos en la puerta. En
cualquier momento, la profesora McGonagall regresaría y lo llevaría a su juicio
final.
-Eso es
muy dramático no crees hijo- le dijo James a su hijo.
-Mira quien
vino a halar- ironizo Remus.
-Hey,
que yo no soy así.
-A no-
lo interrumpió Lily- y que hay con eso de “Evans, si no sales con migo saltare
sin escoba de la torre de astronomía”- le recodo fingiendo la voz del hombre y
muchos comenzaron a reír.
-¿En
verdad dijiste eso?- le pregunto Harry
-Sí lo
hizo, pero después de la cuarta vez que lo utilizo perdió todo el efecto- respondió
su madre divertida por el sonrojo de su novio. Al final lo abrazo por la
cintura y le dio un beso en la mejilla
para que no se sintiera tan mal.
Entonces sucedió algo que le hizo dar un
salto en el aire... Muchos de los que estaban atrás gritaron.
— ¿Qué es...?
Resopló. Lo mismo hicieron los que estaban
alrededor. Unos veinte fantasmas acababan de pasar a través de la pared de
atrás. De un color blanco perla y ligeramente transparentes, se deslizaban por
la habitación, hablando unos con otros, casi sin mirar a los de primer año. Por
lo visto, estaban discutiendo. El que parecía un monje gordo y pequeño, decía:
—Perdonar y olvidar. Yo digo que deberíamos
darle una segunda oportunidad...
—Mi querido Fraile, ¿no le hemos dado a
Peeves todas las oportunidades que merece? Nos ha dado mala fama a todos y,
usted lo sabe, ni siquiera es un fantasma de verdad...
-¿Peeves
continua alborotando la escuela?- pregunto Gideon.
-Bueno,
supongo que no tiene otra cosa que hacer- continuo Fabián.
¿Y qué estáis haciendo todos vosotros aquí?
El fantasma, con gorguera y medias, se había
dado cuenta de pronto de la presencia de los de primer año.
Nadie respondió.
— ¡Alumnos nuevos! —Dijo el Fraile Gordo,
sonriendo a todos—. Estáis esperando la selección, ¿no?
Algunos asintieron.
— ¡Espero veros en Hufflepuff—continuó el
Fraile—. Mi antigua casa, ya sabéis.
-Hufflepuff
es buena, pero para mi hijo prefiero a Gryffindor.
-Concuerdo
contigo James- lo apoyo Sirius.
-No
importa en qué casa quede- les rebatió con un poco de molestia Lily aunque en
su interior también esperaba que terminara en Gryffindor como ella.
—En marcha —dijo una voz aguda—. La Ceremonia
de Selección va a comenzar.
La profesora McGonagall había vuelto. Uno a
uno, los fantasmas flotaron a través de la pared opuesta.
—Ahora formad una hilera —dijo la profesora a
los de primer año— y seguidme.
Con la extraña sensación de que sus piernas
eran de plomo, Harry se puso detrás de un chico de pelo claro, con Ron tras él.
Salieron de la habitación, volvieron a cruzar el vestíbulo, pasaron por unas
puertas dobles y entraron en el Gran Comedor.
Harry nunca habría imaginado un lugar tan
extraño y espléndido. Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban
en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban
sentados.
-Oigan,
yo siempre me he preguntado, si lo que iluminaba el gran comedor eran velas
sobre nosotros, ¿por qué nunca nos cayó cera caliente?- expreso Sirius.
-En
serio canuto ¿eso es lo que te preguntas?- se impresiono Remus- ¿qué no crees
que sería bastante obvio?
-Remus
tiene razón- lo apoyo Dora- digo, de algo ha de servir que tengamos magia o no.
-Pero
es que yo he observado como las velas se derriten y…
-¡Hay
Sirius!, no crees que hay cosas más importante que las velas flotantes- le
reclamo Lily por la innecesaria interrupción.
En las mesas había platos, cubiertos y copas
de oro. En una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde
se sentaban los profesores. La profesora McGonagall condujo allí a los alumnos
de primer año y los hizo detener y formar una fila delante de los otros
alumnos, con los profesores a sus espaldas. Los cientos de rostros que los miraban
parecían pálidas linternas bajo la luz brillante de las velas. Situados entre
los estudiantes, los fantasmas tenían un neblinoso brillo plateado. Para evitar
todas las miradas, Harry levantó la vista y vio un techo de terciopelo negro,
salpicado de estrellas. Oyó susurrar a Hermione: «Es un hechizo para que
parezca como el cielo de fuera, lo leí en la historia de Hogwarts».
-Igual
que Remus- hablo Sirius- oigan no sería una sorpresa que esa Hermione fuera su
hija
-¡Canuto!,
no te pongas a decir idioteces- le recrimino Remus- ya sabes que nunca podre
tener hijos- le recordó de forma más bajo solo para que sus conocidos lo
escucharan.
Los chicos
del futuro alcanzaron a oír sus palabras y se vieron entre ellos, si supiera
que en los brazos de la joven Nymphadora sentada a su lado, se encontraba el
fruto de su mutuo amor, tarde o temprano se enterarían que Teddy era su hijo,
pero por el momento simplemente propiciarían situaciones en que los tres
pudieran estar juntos.
Era difícil creer que allí hubiera techo y
que el Gran Comedor no se abriera directamente a los cielos.
Harry bajó la vista rápidamente, mientras la
profesora McGonagall ponía en silencio un taburete de cuatro patas frente a los
de primer año. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago. El
sombrero estaba remendado, raído y muy sucio. Tía Petunia no lo habría admitido
en su casa.
--Esa maldita
arpía jamás lo aceptaría- increpo Alice a lo que muchos estuvieron de acuerdo.
Tal vez tenían que intentar sacar un conejo
del sombrero, pensó Harry algo ir reflexiblemente, eso era lo típico de...
-Ese es
un estereotipo muggle mi cielo- comento Lily con voz tierna.
Al
darse cuenta de que todos los del comedor contemplaban el sombrero, Harry
también lo hizo. Durante unos pocos segundos, se hizo un silencio completo.
Entonces el sombrero se movió. Una rasgadura cerca del borde se abrió, ancha
como una boca, y el sombrero comenzó a cantar:
Oh, podrás pensar que no soy bonito,
pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes encontrar
un sombrero más inteligente que yo.
Puedes tener bombines negros,
sombreros altos y elegantes.
Pero yo soy el Sombrero Seleccionador de
Hogwarts
y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza
que el Sombrero Seleccionador no pueda ver.
Así que pruébame y te diré
dónde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad
ponen aparte a los de Gryffindor.
Puedes pertenecer a Hufflepuff
donde son justos y leales.
Esos perseverantes Hufflepuff
de verdad no temen el trabajo pesado.
O tal vez a la antigua sabiduría de
Ravenclaw,
Si tienes una mente dispuesta,
porque los de inteligencia y erudición
siempre encontrarán allí a sus semejantes.
O tal vez en Slytherin
harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
para lograr sus fines.
¡Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las
tenga).
Porque
soy el Sombrero Pensante.
-cada
año tiene una canción diferente- comento Ted.
Todo el comedor estalló en aplausos cuando el
sombrero terminó su canción. Éste se inclinó hacia las cuatro mesas y luego se
quedó rígido otra vez.
—¡Entonces sólo hay que probarse el sombrero!
—susurró Ron a Harry—. Voy a matar a Fred.
-Ja, nunca
lo hiciste- grito Fred contento.
-Aún
tengo tiempo hermanito- le rebatió Ron de la misma forma.
Harry sonrió débilmente. Sí, probarse el
sombrero era mucho mejor que tener que hacer un encantamiento, pero habría
deseado no tener que hacerlo en presencia de todos. El sombrero parecía exigir
mucho, y Harry no se sentía valiente ni ingenioso ni nada de eso, por el
momento. Si el sombrero hubiera mencionado una casa para la gente que se sentía
un poco indispuesta, ésa habría sido la suya.
-¿Cómo
puede decir señor Potter?- se impresiono McGonagall.
-Usted
ya lo leyó profesora, yo no tuve una buena infancia, en ningún momento me
hicieron sentir bien o menospreciaban mi valor, cuando llegue a Hogwarts me
faltaba toda la confianza que le sobraba a mi padre- trato de bromear en eso
ultimo para salir del ambiente melancólico, pero no funciono.
A James
lo le importo la broma y solo veía con pena a su hijo, Lily no se encontraba en
mejores condiciones, y muchas chicas tanto del pasado como del futuro hicieron
exclamaciones de ternura ante sus palabras, lo cual hizo sentí al azabache
bastante avergonzado.
-Te prometo
que cambiaros todo eso mi bebe- le aseguro Lily con una dulce sonrisa.
La profesora McGonagall se adelantaba con un
gran rollo de pergamino.
—Cuando yo os llame, deberéis poneros el
sombrero y sentaros en el taburete para que os seleccionen —dijo—. ¡Abbott,
Hannah!
El
señor Weasley fue narrando como uno a uno los estudiantes fueron llamados para
seleccionar la casa hasta a la pertenecían, así prosiguió hasta la selección Bulstrode,
Millicent y el pensamiento de Harry de que eran un grupo desagradable.
-Es porque
lo son cachorro- hablo Sirius sin pensar.
-Te
recuerdo querido primo que yo fui Slytherin- le reprocho Andrómeda molesta a lo
que él aludo se encogió en su lugar.
Comenzaba a sentirse decididamente mal.
Recordó lo que pasaba en las clases de gimnasia de su antiguo colegio, cuando
se escogían a los jugadores para los equipos. Siempre había sido el último en
ser elegido, no porque fuera malo, sino porque nadie deseaba que Dudley pensara
que lo querían.
—¡Finch-Fletchley, Justin!
—¡HUFFLEPUFF!
Harry notó que, algunas veces, el sombrero
gritaba el nombre de la casa de inmediato, pero otras tardaba un poco en
decidirse.
-es que
algunos son más difíciles de ubicar que otros- comento Remus- todos tenemos
características de las cuatro casas, pero cada quien tiende a desarrollar
algunas más que otras, y cuando se tienen cualidades para entrar a las dos
casas se debe tomar un tiempo más lago para meditar y hacer la elección
correcta.
-Cielos
lunático, ahora si se te sobrecalentó el cerebro- bromeo Sirius logrado que
muchos rieran
—Finnigan, Seamus. —El muchacho de cabello
arenoso, que estaba al lado de Harry en la fila, estuvo sentado un minuto
entero, antes de que el sombrero lo declarara un Gryffindor.
—Granger, Hermione.
Hermione casi corrió hasta el taburete y se
puso el sombrero, muy nerviosa.
—¡GRYFFINDOR! —gritó el sombrero. Ron gruñó.
-¡¡Ronald!!-
lo reprendió su madre.
-Lo
ciento- respondió en automático.
Un horrible pensamiento atacó a Harry, uno de
aquellos horribles pensamientos que aparecen cuando uno está muy intranquilo.
¿Y si a él no lo elegían para ninguna casa? ¿Y si se quedaba sentado con el
sombrero sobre los ojos, durante horas, hasta que la profesora McGonagall se lo
quitara de la cabeza para decirle que era evidente que se habían equivocado y
que era mejor que volviera en el tren?
-Igual
de pesimista que James.
-Hey
que yo no soy…
-Ya lo
hemos discuto mucho cielo, si eres así- le aseguro Lily- ahora por favor cállense
y dejen que Arthur siga con la lectura- dijo en forma tierna pero era claro que
estaba molesta.
Cuando Neville Longbottom, el chico que
perdía su sapo, fue llamado, se tropezó con el taburete. El sombrero tardó un
largo rato en decidirse. Cuando finalmente gritó: ¡GRYFFIN¬DOR!, Neville salió
corriendo, todavía con el sombrero puesto y tuvo que devolverlo, entre las
risas de todos.
-Igual
a ti Frank- comentó Alice a lo el hombre sonrió.
Malfoy se adelantó al oír su nombre y de
inmediato obtuvo su deseo: el sombrero apenas tocó su cabeza y gritó:
¡SLYTHERIN!
-Obviamente-
dijo Lucius con cierto orgullo observando al que sería su hijo, pero este ni
siquiera volteo a verlo. Hecho que no paso de alto para Narcisa.
Malfoy fue a reunirse con sus amigos Crabbe y
Goyle, con aire de satisfacción.
Ya no quedaba mucha gente.
Moon... Nott... Parkinson... Después unas
gemelas, Patil y Patil... Más tarde Perks, Sally-Anne... y, finalmente:
—¡Potter; Harry!
Mientras Harry se adelantaba, los murmullos
se extendieron súbitamente como fuegos artificiales.
—¿Ha dicho Potter?
—¿Ese Harry Potter?
-Pues cuantos
Harry Potter existen- se burlaron los gemelos Weasley.
Lo último que Harry vio, antes de que el
sombrero le tapara los ojos, fue el comedor lleno de gente que trataba de verlo
bien. Al momento siguiente, miraba el oscuro interior del sombrero. Esperó.
—Mm —dijo una vocecita en su oreja—. Difícil.
Muy difícil. Lleno de valor, lo veo. Tampoco la mente es mala. Hay talento, oh
vaya, sí, y una buena disposición para probarse a sí mismo, esto es muy
interesante... Entonces, ¿dónde te pondré?
Harry se aferró a los bordes del taburete y
pensó: «En Slytherin no, en Slytherin no».
—En Slytherin no, ¿eh? —dijo la vocecita—.
¿Estás seguro? Podrías ser muy grande, sabes, lo tienes todo en tu cabeza y
Slytherin te ayudaría en el camino hacia la grandeza.
-¡¿Qué?!
Mi hijo no puede ser una serpiente- increpo James de inmediato.
-¿Y si
lo fuera que James Potter, desconocerías a tu hijo?- dijo con más enojo la pelirroja
por su infundada reacción.
-¡¡No!!-respondió
de inmediato- por supuesto que no- dijo apurado ante la simpe idea de que eso
fuera posible - es solo que no puede, es decir él...
-Mejor cierra
la boca- le dijo su novia molesta por esa actitud tan infantil de su novio.
-Harry,
nunca nos mencionaste eso- se impresiono Hermione y Ron la secundo
-¿Nunca?-
indago la menor de los Weasley impresionada.
-¿Tu si
lo sabias Ginny?- le pregunto su hermano en cuanto noto su reacción.
-Sí, me
lo contó en su sexto año-confeso la chica- pensaba que ustedes también lo
sabían.
-Pues no,
a nosotros nunca nos dijo nada, y mira que nos contaba todo- exclamo Ron.
-Bueno,
eso quiere decir los quiere a los tres, pero su cariño por la mini pelirroja es
un poco diferente- comento Sirius que veía la escena.
En sus
adentros Ginny estaba impresionada por todo eso, ella siempre era la última que
se enteraba de las cosas, la que siempre se quedaba atrás. Sabía muy bien que
él siempre les contaba todo a Ron y a Hermione pero no a ella, tenía que admitir que el hecho de que el chico le
confesara algo que nunca les menciono a sus amigos la hacía sentirse bien, la
hacía sentirse importante.
No hay dudas, ¿verdad? Bueno, si estás seguro,
mejor que seas ¡GRYFFINDOR!
-Era
lógico que no terminaría en Slytherin- dijo con seguridad y arrogancia Sirius.
-Por
supuesto que sí, es por ser mi hijo- exclamo James lleno de alegría.
-No, de
hecho es porque le pidió no ir a esa casa- todos miraron con curiosidad al
hombre.
-¿Y tu
como lo sabes?- pregunto Harry curioso.
-¿Cómo
crees que termine en Gryffindor ahijado?, cuando el sombrero me dijo que me
enviaría con las serpientes como a mis padres le pedí- Remus carraspeo
sonoramente- o bueno más bien le reclame al sombrero que me enviara a otra
casa, y ya vez, termine con los leones.
La
confesión de Black dejo a muchos impresionados, pero más que nadie a Severus
Snape, si eso era cierto, entonces él tuvo la misma oportunidad para quedar en
la misma casa que Lily, pero por alguna razón no tuvo la determinación que
ellos tuvieron para elegir su destino.
Harry oyó al sombrero gritar la última
palabra a todo el comedor. Se quitó el sombrero y anduvo, algo mareado, hacia
la mesa de Gryffindor. Estaba tan aliviado de que lo hubiera elegido y no lo
hubiera puesto en Slytherin, que casi no se dio cuenta de que recibía los saludos
más calurosos hasta el momento. Percy el prefecto se puso de pie y le estrechó
la mano vigorosamente, mientras los gemelos Weasley gritaban: «¡Tenemos a
Potter! ¡Tenemos a Potter!». Harry se sentó en el lado opuesto al fantasma que
había visto antes. Éste le dio una palmada en el brazo, dándole la horrible
sensación de haberlo metido en un cubo de agua helada.
Arthur
relato la descripción que haría hacía de la mesa de los profesores y de los
mismo profesores a quienes conocía, después siguió con la selección de su hijo
Ron quien también quedo en Gryffindor, hecho celebrado nuevamente por sus
hermanos gemelos.
Harry aplaudió con fuerza, junto con los
demás, mientras que Ron se desplomaba en la silla más próxima.
-¡Sí!,
quedaste con tu amigo cachorro- alabo Sirius.
—Bien hecho, Ron, excelente —dijo
pomposamente Percy Weasley, por encima de Harry, mientras que Zabini, Blaise
era seleccionado para Slytherin. La profesora McGonagall enrolló el pergamino y
se llevó el Sombrero Seleccionador.
Harry miró su plato de oro vacío. Acababa de
darse cuenta de lo hambriento que estaba. Los pasteles le parecían algo del
pasado.
-Al
igual que nuestro desayuno- comento canuto un poco fuera de lugar.
-¿Que
no piensas en otra cosa que no sea comida?- reclamo Lily.
-Claro
que si pelirroja, también pienso en mujeres y en quidditch
-Tu
siempre tan profundo canuto- comento Remus con cierto tono de sarcasmo.
-Muchas
gracias lunat… oye, ¿estabas siendo sarcástico?
-No tío,
como lo crees posible- respondió Dora usando el mismo tono del licántropo
provocado la risa de muchos.
Albus Dumbledore se había puesto de pie.
Miraba con expresión radiante a los alumnos, con los brazos muy abiertos, como
si nada pudiera gustarle más que verlos allí.
—¡Bienvenidos! —dijo—. ¡Bienvenidos a un año
nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero deciros unas
pocas palabras. Y aquí están, ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!...
¡Muchas gracias!
Se volvió a sentar. Todos aplaudieron y
vitorearon. Harry no sabía si reír o no.
-Lo
mismo pensé yo la primera vez que hizo eso- le confirmo Lily a su hijo.
-A mí
me fascinaban esos tipos discursos- acepto el oji gris.
-No lo
dudo, de esa forma el banquete comenzaba antes- comentó Dora, y por la
expresión de su tío había dado en el clavo.
—Está... un poquito loco, ¿no? —preguntó con
aire inseguro a Percy.
—¿Loco? —dijo Percy con frivolidad—. ¡Es un
genio! ¡El mejor mago del mundo! Pero está un poco loco, sí. ¿Patatas, Harry
Harry se quedó con la boca abierta. Los
platos que había frente a él de pronto estuvieron llenos de comida. Nunca había
visto tantas cosas que le gustara comer sobre una mesa: carne asada, pollo asado,
chuletas de cerdo y de ternera, salchichas, tocino y filetes, patatas cocidas,
asadas y fritas, pudín, guisantes, zanahorias, salsa de carne, salsa de tomate
y, por alguna extraña razón, bombones de menta.
-Suenan
un poco extraños pero no están mal- comentó Fred
-Sí, ha
habido más cosas raras en el los banquetes- apoyo George.
Los Dursley nunca habían matado de hambre a
Harry, pero tampoco le habían permitido comer todo lo que quería. Dudley
siempre se servía lo que Harry deseaba, aunque no le gustara.
Ese
cerdo primo tuyo, debería estar en la mesa con una manzana en la boca y no
sobre una silla- se aventuró a decir George.
-¡¡Hay
por dios no!!- se escandalizo la metamorfomaga- eso sabría peor que la gragea
sabor a trol.
Todos
comenzaron a reír entre a la burla de la joven, Sirius levantaba los pulgares
en admiración, Andrómeda negaba con la cabeza aunque también estaba sonriendo y
Remus le daba unas palmadas de apoyo en la espalda.
Harry llenó su plato con un poco de todo,
salvo los bombones de menta, y comenzó a comer. Todo estaba delicioso.
—Eso tiene muy buen aspecto —dijo con
tristeza el fantasma de la gola, observando a Harry mientras éste cortaba su
filete.
—¿No puede...?
—No he comido desde hace unos cuatrocientos
años —dijo el fantasma—. No lo necesito, por supuesto, pero uno lo echa de
menos. Creo que no me he presentado, ¿verdad? Sir Nicholas de Mimsy-Porpington
a su servicio. Fantasma Residente de la Torre de Gryffindor.
-El
buen Nick, siempre dispuesto para nosotros- comentó Charlie que lo recordaba de
cuando estudio ahí.
—¡Yo sé quién es usted! —dijo súbitamente Ron—.
Mi hermano me lo contó. ¡Usted es Nick Casi Decapitado!
-Sí, y
me parece haberte dicho que no le dijeras casi decapitado hermanito- le recrimino
Bill
-Lo
siento, se me salió el comentario- se excusó Ron
—Yo preferiría que me llamaran Sir Nicholas
de Mimsy... —comenzó a decir el fantasma con severidad, pero lo interrumpió
Seamus Finnigan, el del pelo color arena.
—¿Casi Decapitado? ¿Cómo se puede estar casi
decapitado?
Sir Nicholas pareció muy molesto, como si su
conversación no resultara como la había planeado.
-No
deber ser agradable que lo recuerden por eso- comentó Lily apenada por el
fantasma.
—Así —dijo enfadado. Se agarró la oreja
izquierda y tiró. Teda su cabeza se separó de su cuello y cayó sobre su hombro,
como si tuviera una bisagra. Era evidente que alguien había tratado de
decapitarlo, pero que no lo había hecho bien. Pareció complacido ante las caras
de asombro y volvió a ponerse la cabeza en su sitio, tosió y dijo: ¡Así que
nuevos Gryffindors! Espero que este año nos ayudéis a ganar el campeonato para
la casa. Gryffindor nunca ha estado tanto tiempo sin ganar. ¡Slytherin ha ganado
la copa seis veces seguidas! El Barón Sanguinario se ha vuelto insoportable...
Él es el fantasma de Slytherin.
-Seis
veces- gritaron los Gryffindor- pues que tipos de trampas estuvieron haciendo- continuo un
azabache.
-James,
no levantes acusaciones tan a la ligera- reprendió Lily.
-Eso es
cierto señor Potter- apoyo Fred
-Más bien
ganaban porque un profesor tenía favoritismos con ellos- continuo George viendo
de reojo a Snape.
-Pero
eso es inaceptable, ningún profesor debe de mostrar favoritismos ante nadie- menciono
Minerva escandalizada.
-Que lo
diga después de que lean como trataba a Harry- comento ron solo para sus
amigos.
-Ella
no tiene favoritismos conmigo- reclamo el azabache y los otros lo vieron sin
creerlo.
Harry miró hacia la mesa de Slytherin y vio
un fantasma horrible sentado allí, con ojos fijos y sin expresión, un rostro
demacrado y las ropas manchadas de sangre plateada. Estaba justo al lado de
Malfoy que, como Harry vio con mucho gusto, no parecía muy contento con su
presencia.
-Es
algo perturbador tenerlo flotando cerca- acepto el rubio recordando ese día.
-Y más con
toda esa sangre cubriéndolo- lo apoyo Astoria y todos los presentes estuvieron de
acuerdo con ella.
—¿Cómo es que está todo lleno de sangre?
—preguntó Seamus con gran interés.
—Nunca se lo he preguntado —dijo con
delicadeza Nick Casi Decapitado.
Cuando hubieron comido todo lo que quisieron,
los restos de comida desaparecieron de los platos, dejándolos tan limpios como
antes. Un momento más tarde aparecieron los postres. Trozos de helados de todos
los gustos que uno se pudiera imaginar; pasteles de manzana, tartas de melaza,
relámpagos de chocolate, rosquillas de mermelada, bizcochos borrachos, fresas,
jalea, arroz con leche...
-Podríamos
brincarnos la parte de la cena.
-Por
dios Sirius, no pueden tener algo de paciencia.
-Pero
pelirroja tengo hambre- se lamentó el hombre.
-Depuse
de terminar el capítulo almorzaremos y daremos un momento de esparcimiento-
informo Dumbledore para alegría de muchos.
Mientras Harry se servía una tarta, la
conversación se centró en las familias.
—Yo soy mitad y mitad —dijo Seamus—. Mi padre
es muggle. Mamá no le dijo que era una bruja hasta que se casaron. Fue una
sorpresa algo desagradable para él.
Los demás rieron.
—¿Y tú, Neville? —dijo Ron.
—Bueno, mi abuela me crió y ella es una bruja
—dijo Neville—, pero la familia creyó que yo era todo un muggle, durante años.
Mi tío abuelo Algie trataba de sorprenderme descuidado y forzarme a que saliera
algo de magia de mí. Una vez casi me ahoga, cuando quiso tirarme al agua en el
puerto de Blackpool, pero no pasó nada hasta que cumplí ocho años.
-Algie,
maldito anciano senil, ya vera lo que le are cuando lo vea- dijo molesto Fran
al escuchar las cosas que le hacía a Neville.
El tío abuelo Algie había ido a tomar el té y
me tenía cogido de los tobillos y colgando de una ventana del piso de arriba,
cuando mi tía abuela Enid le ofreció un merengue y él, accidentalmente, me
soltó.
-Ese maldito,
me asegurare que compartan el destino de los Dursley- grito esta vez Alice y
recibió el apoyo de todos los bromistas y de su pelirroja amiga..
Pero yo reboté, todo el camino, en el jardín
y la calle. Todos se pusieron muy contentos. Mi abuela estaba tan feliz que
lloraba. Y tendríais que haber visto sus caras cuando vine aquí. Creían que no
sería tan mágico como para venir. El tío abuelo Algie estaba tan contento que
me compró mi sapo.
-Puedo
hacer hecho mucho más que solo cómprate un sapo no crees- le dijo Ron a su
compañero..
-Trata
de decírselo de frente- comentó Neville que en ese tiempo también tenía la
confianza por los suelos.
Al otro lado de Harry, Percy Weasley y
Hermione estaban hablando de las clases. («Espero que empiecen en seguida, hay
mucho que aprender; yo estoy particularmente interesada en Transformaciones, ya
sabes, convertir algo en otra cosa, por supuesto parece ser que es muy difícil.
Hay que empezar con cosas pequeñas, como cerillas en y todo eso...»)
-Igual
a Remus y la pelirroja- se burló Sirius.
-Y no tienes
ni idea de cuánto agradecemos que sea si- la apoyaron Harry y ron cerrándole la
boca al animago. Mientras los señores Potter y Weasley veían con orgullo a sus
hijos que defendían a su amiga.
Harry, que comenzaba a sentirse reconfortado
y somnoliento, miró otra vez hacia la Mesa Alta. Hagrid bebía copiosamente de
su copa. La profesora McGonagall hablaba con el profesor Dumbledore. El
profesor Quirrell, con su absurdo turbante, conversaba con un profesor de grasiento
pelo negro, nariz ganchuda y piel cetrina.
Los
merodeadores se vieron entre ellos, no podía tratarse de quien estaba pensando,
simplemente no se podía tratar de él.
Todo sucedió muy rápidamente. El profesor de
nariz ganchuda miró por encima del turbante de Quirrell, directamente a los
ojos de Harry... y un dolor agudo golpeó a Harry en la cicatriz de la frente.
—¡Ay! —Harry se llevó una mano a la cabeza.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Percy
—N-nada.
-Te
dolió la cicatriz- pregunto Lily preocupada, el chico asintió- eso es muy
extraño- la joven pensó que ese hecho sería algo relevante conforme avanzara la
historia.
El dolor desapareció tan súbitamente como
había aparecido. Era difícil olvidar la sensación que tuvo Harry cuando el
profesor lo miró, una sensación que no le gustó en absoluto.
—¿Quién es el que está hablando con el
profesor Quirrell? —preguntó a Percy.
—Oh, ¿ya conocías a Quirrell, entonces? No es
raro que parezca tan nervioso, ése es el profesor Snape.
-¡¡Quejicus!!-
grito Sirius levantan dice de su asiento- quejicus es profesor
-¿Cómo
ese infeliz llego a ser profesor?- increpo James.
-Señor
Potter tranquilícese- pidió Dumbledore.
-¡¡¡Calmarse!!!-
grito Sirius exaltado- ¡¡¡que no ve que ese maldito le hará a Harry, será
incluso peor que los Dursley, ese hijo de los mil…!!!
-¡Sirius
orión Black cállate!- lo detuvo Remus.
-¡Pero
lunati…!
-¡Que
te calles canito!- le dijo con voz firme y cortante mostrando un poco de la
bestia en su interior reflejada en sus ojos- no ves que lo vas a despertar.
El
castaño volteo a su costado donde Nymphadora estaba arrullando al pequeño Teddy
que se movía inquieto, para después unirse a ella en su intento para calmarlo.
A Remus tampoco le agradaba la idea de que Snape fuera profesor, pero no se iba
a poner a gritar como loco como su amigo, en especial si eso molesta al bebe.
Muy a su pesar el animago se sentó de nuevo y dejo que siguieran leyendo.
Su materia es Pociones, pero no le gusta...
Todo el mundo sabe que quiere el puesto de Quirrell. Snape sabe muchísimo sobre
las Artes Oscuras.
-Pero
no lo aprendió de la manera correcta- comento de forma sombría Lily enviándole
un reproche a su antiguo amigo.
Harry vigiló a Snape durante un rato, pero el
profesor no volvió a mirarlo.
Por último, también desaparecieron los
postres, y el profesor Dumbledore se puso nuevamente de pie. Todo el salón
permaneció en silencio.
—Ejem... sólo unas pocas palabras más, ahora
que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que haceros para el
comienzo del año.
»Los de primer año debéis tener en cuenta que
los bosques del área del castillo están prohibidos para todos los alumnos. Y
unos pocos de nuestros antiguos alumnos también deberán recordarlo.
Los ojos relucientes de Dumbledore apuntaron
en dirección a los gemelos Weasley.
-El
bosque prohibido- repitió Molly- ¿algo que quieran decir en su defensa?.
-Sí,
que en teoría aun no hacemos nada- comento Fred en su defensa
-además
nuca nos metimos tan profundo como Harry y Ron…-lo apoyo George.
-¡¿Qué?!-
gritaron un par de pelirrojas.
-Gracias
por su ayuda chicos-ironizo Harry mientras Ron los miraba con furia.
-¿Qué
hacían ustedes dentro del bosque prohibido?- interrogaron las madres con sus
miradas fulminantes.
-Ya lo
descubrirán en su momento- se defendió Harry con presteza, ahora podía entender
perfectamente a Ron cuando su madre lo regañaba.
—El señor Filch, el celador, me ha pedido que
os recuerde que no debéis hacer magia en los recreos ni en los pasillos.
»Las pruebas de quidditch tendrán lugar en la
segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos
de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch.
»Y por último, quiero deciros que este año el
pasillo del tercer piso, del lado derecho, está fuera de los límites permitidos
para todos los que no deseen una muerte muy dolorosa.
Harry rió, pero fue uno de los pocos que lo
hizo.
—¿Lo decía en serio? —murmuró a Percy.
-Valla
que si era enserio- comentó Hermione por lo bajo.
—Eso creo —dijo Percy, mirando ceñudo a
Dumbledore—. Es raro, porque habitualmente nos dice el motivo por el que no
podemos ir a algún lugar. Por ejemplo, el bosque está lleno de animales
peligrosos, todos lo saben. Creo que, al menos, debió avisarnos a nosotros, los
prefectos.
-Creo
que ese chico es un poco egocéntrico- comento canuto.
-¡Sirius!,
podrías moderar tus comentarios un poco- exclamo Lily señalando al joven
pelirrojo frente a ellos.
-Descuide-
hablo Percy- ese solo es uno de mis tantos errores- para nadie paso
desapercibido como bajaba la cabeza avergonzado, sea lo que sea que haya
pasado, debió ser muy fuerte.
—¡Y ahora, antes de que vayamos a acostarnos,
cantemos la canción del colegio! —exclamó Dumbledore. Harry notó que las
sonrisas de los otros profesores se habían vuelto algo forzadas.
-Es que
el profesor Dumbledore es muy laxo con lo que se refiere al ritmo para entonar
la canción- comento McGonagall.
Dumbledore agitó su varita, como si tratara
de atrapar una mosca, y una larga tira dorada apareció, se elevó sobre las
mesas, se agitó como una serpiente y se transformó en palabras.
—¡Que cada uno elija su melodía favorita! —Dijo
Dumbledore—. ¡Y allá vamos!
Y todo el colegio vociferó:
Hogwarts, Hogwarts, Hogwarts,
enséñanos algo, por favor.
Aun que seamos viejos y calvos
o jóvenes con rodillas sucias,
nuestras mentes pueden ser llenadas
con algunas materias interesantes.
Porque ahora están vacías y llenas de aire,
pulgas muertas y un poco de pelusa.
Así que enséñanos cosas que valga la pena
saber,
haz que recordemos lo que olvidamos,
hazlo lo mejor que puedas, nosotros haremos
el resto,
y
aprenderemos hasta que nuestros cerebros se consuman.
Cada uno terminó la canción en tiempos
diferentes. Al final, sólo los gemelos Weasley seguían cantando, con la melodía
de una lenta marcha fúnebre.
-Jajá-
se rieron muchos- ustedes son geniales chicos- exclamo Fabián.
-Nos
enorgullecen pequeños Weasley- corroboro Gideon.
-Sin
duda el título de bromista estuvo seguro en sus manos- cometo Sirius.
-Muy ingenioso
de verdad- termino James.
Los
gemelos Weasley se pusieron de pie y dieron exageradas reverencias a los
bromistas que fueron su inspiración.
Dumbledore los dirigió hasta las últimas
palabras, con su varita y, cuando terminaron, fue uno de los que aplaudió con
más entusiasmo.
—¡Ah, la música! —dijo, enjugándose los
ojos—. ¡Una magia más allá de todo lo que hacemos aquí! Y ahora, es hora de ir
a la cama. ¡Salid al trote!
Arthur
relato como salieron del gran comedor y anduvieron por los pasillos y escaleras
para llegar a la sala común, de cómo Harry se sentía cansado por todo lo que
había vivido, el viaje fue bastante tranquilo hasta que se encontraron con…
—Peeves —susurró Percy a los de primer año—.
Es un duende, lo que en las películas llaman poltergeist. —Levantó la voz—:
Peeves, aparece.
La respuesta fue un ruido fuerte y grosero,
como si se desinflara un globo.
—¿Quieres que vaya a buscar al Barón
Sanguinario?
Se produjo un chasquido y un hombrecito, con
ojos oscuros y perversos y una boca ancha, apareció, flotando en el aire con
las piernas cruzadas y empuñando los bastones.
—¡Oooooh! —dijo, con un maligno cacareo—. ¡Los
horribles novatos! ¡Qué divertido!
De pronto se abalanzó sobre ellos. Todos se
agacharon.
—Vete, Peeves, o el Barón se enterará de
esto. ¡Lo digo en serio! —gritó enfadado Percy
Peeves hizo sonar su lengua y desapareció,
dejando caer los bastones sobre la cabeza de Neville. Lo oyeron alejarse con un
zumbido, haciendo resonar las armaduras al pasar.
-Él
nunca te escuchara así- intervino Remus- para empezar eres muy formal, y además
de eso, eres un símbolo de autoridad, lo
cual detesta.
—Tenéis que tener cuidado con Peeves —dijo
Percy, mientras seguían avanzando—. El Barón Sanguinario es el único que puede
controlarlo, ni siquiera nos escucha a los prefectos. Ya llegamos.
-No es
cierto, también le obedece a Dumbledore- apunto James.
-Y en
ocasiones también a nosotros- agrego Sirius- además un prefecto no tiene el
rango suficiente como para hacerle caso.
Tres severos
golpes provenientes de Lily, Remus y Hermione cayeron sobre el hombre que no se
lo esperaba.
Al final del pasillo colgaba un retrato de
una mujer muy gorda, con un vestido de seda rosa.
—¿Santo y seña? —preguntó.
—Caput draconis —dijo Percy, y el retrato se
balanceó hacia delante y dejó ver un agujero redondo en la pared. Todos se
amontonaron para pasar y se encontraron en la sala común de Gryffindor; una
habitación redonda y acogedora, llena de cómodos sillones.
Por último
el señor Weasley relato cuando todos los estudiantes subieron a sus respectivas
habitaciones.
—Una comida increíble, ¿no? —murmuró Ron a
Harry, a través de las cortinas—. ¡Fuera, Scabbers! Te estás comiendo mis
sábanas.
Los chicos
del futuro gruñeron por la mención de traidor.
Harry estaba a punto de preguntar a Ron si le
quedaba alguna tarta de melaza, pero se quedó dormido de inmediato.
-Es lo mejor,
ha sido un día muy extenuante- comentó Lily.
-Y el día
siguiente no será más fácil, pues están a punto de iniciar las clases- agregó
Ted
Tal vez Harry había comido demasiado, porque
tuvo un sueño muy extraño. Tenía puesto el turbante del profesor Quirrell, que
le hablaba y le decía que debía pasarse a Slytherin de inmediato, porque ése
era su destino. Harry contestó al turbante que no quería estar en Slytherin y
el turbante se volvió cada vez más pesado. Harry intentó quitárselo, pero le
apretaba dolorosamente, y entonces apareció Malfoy, que se burló de él mientras
luchaba para quitarse el turbante. Luego Malfoy se convirtió en el profesor de
nariz ganchuda, Snape, cuya risa se volvía cada vez más fuerte y fría... Se
produjo un estallido de luz verde y Harry se despertó, temblando y empapado en
sudor.
-Esa…
esa fue-se asustó Lily.
-Parece
que si- se lamentó James abrazando a su mujer.
-La
maldición acecina- termino Remus.
-Es
mucho pedir que al menos pueda dormir bien- exclamo Lily con lagrima en los
ojos, y de inmediato el azabache intensifico el abrazo, dejando que la chica
apoyara la cabeza en su pecho ante la mirada dolida de varias personas.
Se dio la vuelta y se volvió a dormir. Al día
siguiente, cuando se despertó, no recordaba nada de aquel sueño.
-Aquí termina-
informo Arthur que cerro el libro.
-Muy bien,
en tal caso- Dumbledore hizo un ademan de las manos un banquete apareció en los
platos de todos.
Después
de comer tendrían un par de horas libres para que pudieran salir o en el caso
de algunos de ellos platicar y conocerse un poco mejor, lo que hasta cierto
punto sería un poco difícil, ya que en cuanto la apareció la comida tanto como un
pelirrojo y un oji gris se atragantaron con todo lo que tenían frente a ellos.
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