martes, 17 de junio de 2014

Capítulo 9.-el profesor de pociones.

La comida había sido tan maravillosa como siempre, ahora disfrutaban de un rato libre antes de retomar la lectura de los libros.
-Entonces Harry, ¿qué edad tienes?- pregunto James en un momento.
-18 años- respondió.
-Me imagino que tus amigo también verdad- ellos asintieron- y tu e ¿Ginny?
-Sí, Ginny- afirmo ella- yo soy un año menor que ellos al igual que Luna- les contó.
-¿Y no eres parte del grupo?- indago curioso.
-No, desde el principio fueron solo ellos tres- volteo a verlos con cierto reproche tanto en su mirada como en su voz.
-¿Y hufeded yak se acoftaron?- pregunto canuto con la boca llena.
-Sirius, primero traga y luego hablas- le regaño Andrómeda. El aludido mastico solo un par de veces antes de obedecer a su prima y pasarse el bocado de alimento por la garganta.
-¿Pero que forma de comer es esa?- pregunto  Lily un poco sorprendida y asqueada.
-La misma que mi hermano Ron- comento Ginny.
-¿Quue fo quue?- pregunto el pelirrojo con medio pastel de melaza en la boca mientras todos reían por la similitud.
-Lo que les pregunte- exclamo el animago retomando el tema- ¿es que si ustedes ya se acostaron?
Los que estaba tomando algo en ese momento escupieron de golpe, los hermanos Weasley se quedaron impactados y verían de unos muy avergonzados Harry y Ginny a un oji gris que los miraba sonriente esperando una respuesta.
-¡¡Sirius Orión Black ¿qué clase de pregunta es esa?!!- grito Lily molesta y avergonzada.
-¿Qué? no hay nada de malo, James y yo siempre nos…- el pelinegro le hacía señas para que se callara- digo, siempre le cuento a James acerca de mis encuentros.
-Pero esta no es una cantina Black, y no tolerare que los molestes con tus estupideces- le reclamo la mujer- y contigo hablare después, pues no creo que tú seas un santo- le advirtió a James que se tornó pálido
-Perdón por eso Ginny- se disculpó la pelirroja.
-Descuide señora Potter- ella sonrió, era la segunda vez que le decían así.
-Y dime, ¿cómo eres en la escuela?- le pregunto  la chica
-He, no me va mal.
-Es de las mejores de su año- aseguró Hermione ante la modestia de su amiga- es realmente buena en pociones que es donde Harry siempre falla- el azabache le reclamo ante eso- pero sin duda su especialidad es el hechizo de moco murciélago, además de ser considerara una de las más lindas del colegio- les relato a todos ante los bufidos de los hermanos de la pelirroja por recordar la última parte.
-¿Eso es verdad querida?- interrogo Arthur que veía con orgullo a su hija que asentía.
-Sabíamos que ibas a ser muy buena sobina- aseguro Fabián
-Siendo la séptima hija en una larga generación de puros hombres no se podía esperar menos- apoyo Gideon.
-Entonces en verdad tú y Harry no se han acostado- se aventuró un gemelo.
-¡George Weasley!- le gritaron muchos mientras Sirius reía por lo bajo. Pero ya había llegado lejos, la pelirroja se había molestado por volver a sacar el tema y no dejaría pasar esta nueva afrenta.
-No, no me he acostado con Harry- dijo con voz firme y cortante a pesar de lo roja que estaba su cara- pero si lo hubiéramos hecho ¡no sería de su maldita incumbencia! ¡¡Y al siguiente que diga algo al respecto descubrirá porque soy tan temida en los duelos!!- termino gritando y dejando a más de uno espantando.
-Wau- James fue el primero en recuperar el habla- eso fue, impresionante- una sonrisa se dibujó en su rostro- con ese talento y ese carácter eres perfecta para ser una Potter- lo dijo sin pisca de duda en la voz.
Harry y Ginny se volvieron a sonrojar mientras todos los Weasley, los merodeadores, Lily y Hermione los veían divertidos, en verdad parecía que si harían buena pareja. Pero la situación no pasó a más porque un pequeño llanto llamo la atención de todos.
-Lo siento, es que el bebé se despertó con el grito de Ginny- dijo Nymphadora que estaba arrullando al niño.
-Lo lamento Tonks- se disculpó la pelirroja apenada.
-No hay problema, además creo que no solo está llorando por el grito- afirmo la peli rosa
-Tal vez tiene hambre- sugirió Andrómeda que conocía un poco del tema- ¿cuándo fue la última vez que comió?
-Antes de que llegáramos aquí, lo más probable es que si tenga hambre- hablo Hermione que no sabía qué hacer pues no habían llevado comida para él.
-Esa es la sala de menesteres ¿no?-pregunto Harry señalando una puerta que había aparecido de la nada- tal vez podamos conseguir su comida
-La comida es de las tres prohibiciones mágicas de…
-Si ya lo recuerdo Ron- lo interrumpió el azabache- pero no hace mal intentarlo- sin escuchar a nadie el joven entro a la habitación, un par de minutos salió de ahí con una curiosa bolsa en las manos.
-¿Qué es eso?- preguntaron varios.
-No sé, venía con esta nota “del futuro para Teddy, Remus y Tonks”- leyó el papel para confusión de los del pasado y dejo la bolsa encima de la mesa.
De inmediato la comenzaron a inspeccionar, a pesar del tamaño tan reducido que parecía tener podían meter todo el brazo dentro, tenía un hechizo de expansión indetectable.
-Perfecto aquí está todo- exclamo la castaña emocionada- fórmula, papillas, pañales, juguetes, biberones e incluso una cantidad considerable de barras de chocolate.
-A claro, eso explica porque el paquete también eran para Remus y mi sobrina- comento Sirius, pero Andrómeda no se creía que fuera solo por eso. Que acaso ese chico Ron no había pronunciado un “Re” antes de que lo callaran, sería posible que…
-Bueno, en ese caso hay que prepararle su comida a Teddy- dijo Dora llamando la atención.
-Aquí ya hay un biberón listo- la castaña se lo paso a la joven- solo ladéalo un poco y el ara el resto- le indico la joven.
La peli-rosa en su vida había hecho algo como eso y mucho menos se lo habían imaginado, pero siempre existía una primera vez para todo, acomodo al niño en uno de sus brazos y le acerco la botella que fue bien recibida.
-Es una ternura no lo creen- comentó Ginny que le gustaba verlo comer.
-Sin duda lo es-apoyo la metamorfomaga mirándolo con ternura- haber pequeño, cómase todo y luego tía Tonks le dará un rico chocolate- le propuso con vos infantil.
-Pero Nymphadora, que cosas crees que estás diciendo, como le vas dar chocolate a un bebe- exclamo Dromeda
-¿Pero qué tiene de malo madre?, el chocolate es muy bueno y nutritivo- la mujer rodo lo ojos.
-Puede que sea cierto Dora- hablo Lupin que estaba a su lado- pero hazle caso a tu madre, el aún es muy pequeño
-¿Tú también Remus?
-Es porque así son las cosas Dora- termino de forma conciliadora.
-Está bien- dijo resignada- en tal caso pásame uno para comerlo yo.
-Tienes las manos ocupadas-argumento el oji miel.
-Entonces dámelo en la boca- sugirió sin darle mayor importancia.
-Pero niña, al menos mientras lo alimentes controla tu vicio.- se escandalizo Andrómeda
-Está bien madre.
Poco  a poco los estudiantes fueron regresando y se fueron ubicados en sus respectivos lugares, cuando ya estuvieron todos reunidos Dumbledore llamo su atención y pidió voluntario para seguir leyendo. En esta ocasión Bill Weasley se ofreció a leer.
-Muy bien- comenzó el pelirrojo tomando el libro- el capítulo se llama, “El profesor de pociones”
-Quejicus murmuraron los merodeadores.
—Allí, mira.
— ¿Dónde?
—Al lado del chico alto y pelirrojo.
— ¿El de gafas?
— ¿Has visto su cara?
— ¿Has visto su cicatriz?
Los murmullos siguieron a Harry desde el momento en que, al día siguiente, salió del dormitorio.
-Igual que a nosotros- exclamo James.
-Si pero por razones muy diferentes- apunto Harry no muy feliz.
Los alumnos que esperaban fuera de las aulas se ponían de puntillas para mirarlo, o se daban la vuelta en los pasillos, observándolo con atención. Harry deseaba que no lo hicieran, porque intentaba concentrarse para encontrar el camino de su clase.
-No creen que es paradójico- comento canuto- que el cachorro no quiera que los demás lo vean y que su padre hubiera dado una de sus piernas por tener esa atención en su primer año.
-Hey- reclamo el azabache mayor.
-Eso demuestra-lo interrumpió Alice- que es en actitud más parecido a Lily que a James- todos los que conocían a la pelirroja asintió en conformidad.
En Hogwarts había 142 escaleras, algunas amplias y despejadas, otras estrechas y destartaladas. Algunas llevaban a un lugar diferente los viernes. Otras tenían un escalón que desaparecía a mitad de camino y había que recordarlo para saltar. Después, había puertas que no se abrían, a menos que uno lo pidiera con amabilidad o les hiciera cosquillas en el lugar exacto, y puertas que, en realidad, no eran sino sólidas paredes que fingían ser puertas.
-Memorizaste todo eso- se impresiono Hermione viendo a su amigo.
-No lo sé, tal parece que si- comento este sin poderlo creer, el hecho era que nunca había reparado en los detalles que era capaz de recordar.
También era muy difícil recordar dónde estaba todo, ya que parecía que las cosas cambiaban de lugar continuamente. Las personas de los retratos seguían visitándose unos a otros, y Harry estaba seguro de que las armaduras podían andar.
-cCuando la situación lo amerita claro está- comento por lo bajo la profesora McGonagall.
Los fantasmas tampoco ayudaban. Siempre era una desagradable sorpresa que alguno se deslizara súbitamente a través de la puerta que se intentaba abrir. Nick Casi Decapitado siempre se sentía contento de señalar el camino indicado a los nuevos Gryffindors,
-Nick siempre ha sido muy amable con todos nosotros- comino un chico de Gryffindor quien como muchos de ahí habían llegado a sus salones gracias a la ayuda de su fantasma residente.
Pero Peeves el Duende se encargaba de poner puertas cerradas y escaleras con trampas en el camino de los que llegaban tarde a clase. También les tiraba papeleras a la cabeza, corría las alfombras debajo de los pies del que pasaba, les tiraba tizas o, invisible, se deslizaba por detrás, cogía la nariz de alguno y gritaba: ¡TENGO TU NARIZ!
-Jajá eso se lo enseñamos nosotros- acepto el azabache mayor para molestia de muchos estudiantes que fueron víctimas del portergeist.
Pero aún peor que Peeves, si eso era posible, era el celador, Argus Filch. Harry y Ron se las arreglaron para chocar con él, en la primera mañana. Filch los encontró tratando de pasar por una puerta que, desgraciadamente, resultó ser la entrada al pasillo prohibido del tercer piso.
-¡Bien!, ya comenzaron a merodear- alabo Sirius.
-Llegamos ahí por accidente, no teníamos idea que era el corredor prohibido- se defendió Harry para alivio de sus madres (la de Ron y Harry)
No les creyó cuando dijeron que estaban perdidos, estaba convencido de que querían entrar a propósito y los amenazó con encerrarlos en los calabozos, hasta que el profesor Quirrell, que pasaba por allí, los rescató.
Los jóvenes bufaron molestos, ese hecho no pasó desapercibido por Lily a quien tampoco le agrado ese extraño profesor de Hogwarts.
Filch tenía una gata llamada Señora Norris, una criatura flacucha y de color polvoriento, con ojos saltones como linternas, iguales a los de Filch. Patrullaba sola por los pasillos. Si uno infringía una regla delante de ella, o ponía un pie fuera de la línea permitida, se escabullía para buscar a Filch, el cual aparecía dos segundos más tarde.
-Insisto que debimos patearla cuando tuvimos la oportunidad- comento Ron pero para que solo sus amigos escucharan.
-En la situación que estábamos eso nos hubiera acarreado muchos problemas- argumento Hermione.
-Si como si en ese instante hubiésemos estado muy tranquilos- pensó el pelirrojo.
Filch conocía todos los pasadizos secretos del colegio mejor que nadie (excepto tal vez los gemelos Weasley), (los aludidos sonrieron) y podía aparecer tan súbitamente como cualquiera de los fantasmas. Todos los estudiantes lo detestaban, y la más soñada ambición de muchos era darle una buena patada a la Señora Norris.
Y después, cuando por fin habían encontrado las aulas, estaban las clases. Había mucho más que magia, como Harry descubrió muy pronto, mucho más que agitar la varita y decir unas palabras graciosas.
-Palabras graciosas- comentaron varios curiosos
-Crecí con muggle, la idea que tienen de la mágica son simpes trucos que cualquiera puede aprender y distracciones con humo y palabras sin sentido- se defendió el azabache.
Tenían que estudiar los cielos nocturnos con sus telescopios, cada miércoles a medianoche, y aprender los nombres de las diferentes estrellas y los movimientos de los planetas. Tres veces por semana iban a los invernaderos de detrás del castillo a estudiar Herbolaría, con una bruja pequeña y regordeta llamada profesora Sprout, y aprendían a cuidar de todas las plantas extrañas y hongos y a descubrir para qué debían utilizarlas.
-Es la mejor clase de Neville- comentó Hermione.
-Te va bien en herbolaria- comentó Alice ilusionada, pues esa era su clase favorita y era en la que mejor le iba.
-Sí, incluso la profesora Sprout dice que podría ocupar su puesto cuando ella se retire- confeso el chico.
Ante eso su madre le dio un fuerte abrazo a su pequeño, estaba orgullosa por él y le encantaría que pudiera convertirse en uno de los profesores de Hogwarts.
Pero la asignatura más aburrida era Historia de la Magia, la única clase dictada por un fantasma. El profesor Binns ya era muy viejo cuando se quedó dormido frente a la chimenea del cuarto de profesores y se levantó a la mañana siguiente para dar clase, dejando atrás su cuerpo. Binns hablaba monótonamente, mientras escribía nombres y fechas, y hacia que Elmerico el Malvado y Ulrico el Chiflado se confundieran.
-La clase no es tan aburrida- dijeron al mismo tiempo Hermione y Lily.
-Si lo es- respondieron los que estaban cerca- creo que solo Hermione no se dormía en la clase- continuo Ron.
-No creo ser la única- rebatió ella enojada.
-Pues sinceramente, yo no conozco a nadie más que no se haya dormido aunque sea una vez- aseguro Ginny.
-¿Tú también te dormías Ginebra?- hablo Molly molesta.
-No es mi culpa, fui mal influenciada por ellos- señalo a sus hermanos mientras hacia un puchero y se refugiaba donde Harry..
Todos los pelirrojos vieron mal a su hermanita que los hbai metido en apuros mientras que Harry soltaba una soberbia carcajada cuando la pelirroja dejo de hablar, después de eso el azabache la felicito mientras ella se acomodaba en su pecho y el pasaba un brazo por su cintura. Tanto Lily como James veían ahí más que una simple amistad.
El profesor Flitwick, el de la clase de Encantamientos, era un brujo diminuto que tenía que subirse a unos cuantos libros para ver por encima de su escritorio. Al comenzar la primera clase, sacó la lista y, cuando llegó al nombre de Harry, dio un chillido de excitación y desapareció de la vista.
El susodicho enrojeció un poco cuando leyeron la reacción de su yo futuro.
La profesora McGonagall era siempre diferente. Harry había tenido razón al pensar que no era una profesora con quien se pudiera tener problemas. Estricta e inteligente, les habló en el primer momento en que se sentaron, el día de su primera clase.
-Usted tampoco cambio en esos años profesora- comento James con una sonrisa.
-Aunque tal vez debería considerar relajare un poco- lo apoyo Sirius.
-Con gusto lo haría, si no hubiera estudiantes dándome problemas con sus bromas- agrego minerva en tono severo viéndolos fijamente.
—Transformaciones es una de las magias más complejas y peligrosas que aprenderéis en Hogwarts —dijo—. Cualquiera que pierda el tiempo en mi clase tendrá que irse y no podrá volver. Ya estáis prevenidos.
Entonces transformó un escritorio en un cerdo y luego le devolvió su forma original. Todos estaban muy impresionados y no aguantaban las ganas de empezar, pero muy pronto se dieron cuenta de que pasaría mucho tiempo antes de que pudieran transformar muebles en animales. Después de hacer una cantidad de complicadas anotaciones, les dio a cada uno una cerilla para que intentaran convertirla en una aguja. Al final de la clase, sólo Hermione Granger había hecho algún cambio en la cerilla.
-Les digo que es igual a la pelirroja solo que en versión castaña- don sendos golpes lo sorprendieron.
-Ya deja tus comentarios sin sentido Black- le reprendieron las mujeres.
-Que agresividad, y eso que no comente que la castaña bien podría ser hija de Remus- otro golpe llego al animago de pate de su gran amigo- hey, todos contra el pobre perro ¿no?.
-Si no quieres tener moretones, entonces aprende a controlar tu boca canuto- dijo con severidad Lupin.
La profesora McGonagall mostró a todos cómo se había vuelto plateada y puntiaguda, y dedicó a la niña una excepcional sonrisa.
La clase que todos esperaban era Defensa Contra las Artes Oscuras, pero las lecciones de Quirrell resultaron ser casi una broma. Su aula tenía un fuerte olor a ajo, y todos decían que era para protegerse de un vampiro que había conocido en Rumania y del que tenía miedo de que volviera a buscarlo. Su turbante, les dijo, era un regalo de un príncipe africano como agradecimiento por haberlo liberado de un molesto zombi, pero ninguno creía demasiado en su historia. Por un lado, porque cuando Seamus Finnigan se mostró deseoso de saber cómo había derrotado al zombi, el profesor Quirrell se ruborizó y comenzó a hablar del tiempo, y por el otro, porque habían notado que el curioso olor salía del turbante, y los gemelos Weasley insistían en que estaba lleno de ajo, para proteger a Quirrell cuando el vampiro apareciera.
-Eso es inaudito- exclamo Remus  con molestia- defensa contra las artes obscuras es una buena materia en donde se conjugan la teoría y la práctica, y no puede ser impartida por alguien tan mediocre como él.
-Lo sabemos lunático, pero ya tranquilízate- hablo Sirius- por alguna razón tendrá ese puesto.
-Sí, porque nadie más lo quería- hablo Ron- nosotros tuvimos un maestro diferente cada año.
-¡Un maestro diferente?- se impresiono Lily- ¿pues qué pasaba con ellos?
-Ya lo descubrirán- respondió Harry.
Harry se sintió muy aliviado al descubrir que no estaba mucho más atrasado que los demás. Muchos procedían de familias muggle y, como él, no tenían ni idea de que eran brujas y magos. Había tantas cosas por aprender que ni siquiera un chico como Ron tenía mucha ventaja.
El viernes fue un día importante para Harry y Ron. Por fin encontraron el camino hacia el Gran Comedor a la hora del desayuno, sin perderse ni una vez.
-¡Una semana!- se impresiono James- a nosotros solo nos tomó dos días, pues en que ocupabas tu tiempo hijo.
-Buena pregunta, ¿en ocupabas las noches si no era para merodear por ahí cachorro?- interrogo canuto
-En dormir.
-¡¿Qué?, pero no es posible!- continuo James- el hijo de un merodeador no puede…
-¡Ya basta ustedes dos!- les recrimino Lily- como pueden incitarlo a que rompa  las reglas saliendo de noche.
-Pero Lis…
-¡Pero nada Potter!, Bill por favor…
— ¿Qué tenemos hoy? —preguntó Harry a Ron, mientras echaba azúcar en sus cereales.
—Pociones Dobles con los de Slytherin —respondió Ron—. Snape es el Jefe de la Casa Slytherin. Dicen que siempre los favorece a ellos... Ahora veremos si es verdad.
—Ojalá McGonagall nos favoreciera a nosotros —dijo Harry La profesora McGonagall era la jefa de la casa Gryffindor; pero eso no le había impedido darles una gran cantidad de deberes el día anterior.
-Vamos profesora, no debería ayudarlos para igualar el marcador.- pidió James a la mujer.
-La profesora McGonagall es muy justa, nunca ha tenido favoritismos por nadie- expreso Harry con seguridad.
-Excepto por ti hermano- atajo el pelirrojo
-Eso no es cierto Ron
-Si lo es- rebatieron Ron, Hermione, Ginny, los gemelos Weasley, Neville y hasta Luna.
Todos escucharon con sorpresa esa declaración, incuso la misma McGonagall se le hace difícil creerlo, pero había un hecho que no podían negar, y fue la actitud que la McGonagall del futuro mostro para con el chico, debieron pasar muchas cosas para que ella se encariñara con Harry de esa forma.
Justo en aquel momento llegó el correo. Harry ya se había acostumbrado, pero la primera mañana se impresionó un poco cuando unas cien lechuzas entraron súbitamente en el Gran Comedor durante el desayuno, volando sobre las mesas hasta encontrar a sus dueños, para dejarles caer encima cartas y paquetes.
-Y tu nuca recibías nada ¿verdad?- pregunto Lily a su hijo que negó con la cabeza. No le gustaba en lo más mínimo saber que había dejado así de desamparado a su bebe.
Hedwig no le había llevado nada hasta aquel día. Algunas veces volaba para mordisquearle una oreja y conseguir una tostada, antes de volver a dormir en la lechucería, con las otras lechuzas del colegio. Sin embargo, aquella mañana pasó volando entre la mermelada y la azucarera y dejó caer un sobre en el plato de Harry Este lo abrió de inmediato.
Querido Harry (decía con letra desigual),
Sé que tienes las tardes del viernes libres, así que ¿te gustaría venir a tomar una taza de té conmigo, a eso de las tres? Quiero que me cuentes todo lo de tu primera semana. Envíame la respuesta con Hedwig.
Hagrid
-Gracias por todo Hagrid-dijo Lily.
-De nada pequeña, como ustedes, él y sus amigos son bienvenidos en mi casa- aseguro el hombretón.
Harry cogió prestada la pluma de Ron y contestó: «Sí, gracias, nos veremos más tarde», en la parte de atrás de la nota, y la envió con Hedwig.
Fue una suerte que Hagrid hubiera invitado a Harry a tomar el té, porque la clase de Pociones resultó ser la peor cosa que le había ocurrido allí, hasta entonces.
Todos gruñeron y vieron mal a Snape
Al comenzar el banquete de la primera noche, Harry había pensado que no le caía bien al profesor Snape. Pero al final de la primera clase de Pociones supo que no se había equivocado. No era sólo que a Snape no le gustara Harry: lo detestaba.
-lógico, porque es un maldito infeliz- increpo James por lo bajo
Las clases de Pociones se daban abajo, en un calabozo. Hacía mucho más frío allí que arriba, en la parte principal del castillo, y habría sido igualmente tétrico sin todos aquellos animales conservados, flotando en frascos de vidrio, por todas las paredes.
-Eso siempre ha sido asqueroso- dijo Dora.
-A ti también te dio clases este hijo de…
-Sirius
-Sí, y nunca traro bien a ninguna casa que no fuera la suya- las miradas severas que el hombre recibía se intensificaron, en especial por parte de los profesores.
Snape, como Flitwick, comenzó la clase pasando lista y, como Flitwick, se detuvo ante el nombre de Harry
—Ah, sí —murmuró—. Harry Potter. Nuestra nueva... celebridad.
Draco Malfoy y sus amigos Crabbe y Goyle rieron tapándose la boca. Snape terminó de pasar lista y miró a la clase. Sus ojos eran tan negros como los de Hagrid, pero no tenían nada de su calidez. Eran fríos y vacíos y hacían pensar en túneles oscuros.
—Vosotros estáis aquí para aprender la sutil ciencia y el arte exacto de hacer pociones —comenzó. Hablaba casi en un susurro, pero se le entendía todo. Como la profesora McGonagall, Snape tenía el don de mantener a la clase en silencio, sin ningún esfuerzo—. Aquí habrá muy poco de estúpidos movimientos de varita y muchos de vosotros dudaréis que esto sea magia. No espero que lleguéis a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos... Puedo enseñaros cómo embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte... si sois algo más que los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.
-Por lo que veo tomo algunas partes de mi discurso joven Snape- hablo Slughorn- pero esa no es forma de referirse a sus estudiantes- dijo escandalizado, el gustaba de tener buenas relaciones con los buenos estudiantes. 
Más silencio siguió a aquel pequeño discurso. Harry y Ron intercambiaron miradas con las cejas levantadas. Hermione Granger estaba sentada en el borde de la silla, y parecía desesperada por empezar a demostrar que ella no era un alcornoque.
La castaña le dio un golpe “amistoso” en el hombro al azabache al leer esa parte.
— ¡Potter! —Dijo de pronto Snape—. ¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?
-¡Tu infeliz!- grito James fuera de si- ¡¿cómo te atreves a hacer eso maldito?!
-No es mi culpa que tu hijo no tenga talento para esas cosas- le rebatió Snape sin que le afectara el grito.
¿Raíz en polvo de qué a una infusión de qué? Harry miró de reojo a Ron, que parecía tan desconcertado como él. La mano de Hermione se agitaba en el aire.
—No lo sé, señor —contestó Harry.
Los labios de Snape se curvaron en un gesto burlón.
—Bah, bah... es evidente que la fama no lo es todo.
-Ya veremos si a ti te gustara ese tipo de fama infeliz- volvió a increpar James.
No hizo caso de la mano de Hermione.
—Vamos a intentarlo de nuevo, Potter. ¿Dónde buscarías si te digo que me encuentres un bezoar?
-Pero señor Snape, porque tiene ese comportamiento- se sorprendió Slughorn ante ese estudiante que era tan bueno en su clase.
-¡Porque es un infeliz mal parido!- atajo Sirius furiosos. Pero Snape seguía inmutable.
Hermione agitaba la mano tan alta en el aire que no necesitaba levantarse del asiento para que la vieran, pero Harry no tenía la menor idea de lo que era un bezoar. Trató de no mirar a Malfoy y a sus amigos, que se desternillaban de risa.
—No lo sé, señor.
—Parece que no has abierto ni un libro antes de venir. ¿No es así, Potter?
-¡Claro que lo hizo!- aseguro Remus.
-Muy a pesar nuestro pero lo hizo- agrego Sirius por lo bajo.
Harry se obligó a seguir mirando directamente aquellos ojos fríos.
-Eso es chico- comento Alastor- no le demuestres debilidad a tu enemigo.
Sí había mirado sus libros en casa de los Dursley, pero ¿cómo esperaba Snape que se acordara de todo lo que había en Mil hierbas mágicas y hongos?
Snape seguía haciendo caso omiso de la mano temblorosa de Hermione.
— ¿Cuál es la diferencia, Potter; entre acónito y luparia?
-¡¡Eso es sexto año, como te atreves a hacerle eso a mi hijo!!- se escandalizo James.
-Y qué hay de lo que tú me has hecho.
-¡¡Y esa es tu defensa!!- la voz potente de Lily de dejo sentir, ella había tratado de mantener la calma, pero solo había conseguido que Su cólera se acumulara- Por años te defendí frente a ellos- señalo a los merodeadores- Te defendía de los que decían que eras malo, ¡y en la primera oportunidad que haces!, ¡¡me apuñalas por la espalda!!
-Pero Lily, yo no he…- todo su coraje parecía haber desaparecido.
-¡¡No has que Severus Snape!!- se puso de pie encolerizada- ¡no me gritaste frente a todo el colegio lo que crees que soy!- le recordó- no estás haciendo eso solo para tratar de humillar a mi hijo, tu eres una maldita basura de ser humano.
-Hay heridas muy profundas Lily.
Y fue Harry quien las causo, dime que te hizo “él” para que los trates así- le rebatió- pero veo que todo el amor y cariño que decías temerme es solo una porquería para ti.
-Eso no es…
-¡¡Entonces porque tratas así a mi hijo!!, tu quien le pudiste contar acerca de mí, acerca de su madre que dio la vida para protegerlo, tu que sentiste en carme propia el mismo sufrimiento que él. Si en verdad sintieras un mínimo de apreció hacia mí por lo menos procurarías  tratarlo como cualquier otro estudiaste, ¡¡en lugar de atacarlo para saciar tus enfermas frustraciones!!- y con la mirada más sombría que podía poner añadió- maldita la hora en que te hiciste mi amigo- Tomo asiento y abrazo a su novio derramando lágrimas silenciosas.
A Snape no le importaba la opinión de nadie, pero el odio y desprecio que iban impresas en las palabras de la pelirroja, erran como cuchillos ardientes que se clavaban sobre él, era cierto que el chico no tenía la culpa de sus problemas, pero no dudaba que su yo futuro recordaba el odio que le tenía a Potter, pues era lo que él veía en ese momento. Tal vez tenía razón, y en todos eso años solo cultivo el odio hacia James y no el amor que sentía por Lily.
Ante eso, Hermione se puso de pie, con el brazo extendido hacia el techo de la mazmorra.
—No lo sé —dijo Harry con calma—. Pero creo que Hermione lo sabe. ¿Por qué no se lo pregunta a ella?
-Bien hecho hijo- lo felicito James que seguía consolando a Lily- ese estúpido no es nadie a quien debas temerle.
Unos pocos rieron. Harry captó la mirada de Seamus, que le guiñó un ojo. Snape, sin embargo, no estaba complacido.
—Siéntate —gritó a Hermione—. Para tu información, Potter; asfódelo y ajenjo producen una poción para dormir tan poderosa que es conocida como Filtro de Muertos en Vida. Un bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra y sirve para salvarte de la mayor parte de los venenos. En lo que se refiere a acónito y luparia, es la misma planta. Bueno, ¿por qué no lo estáis apuntando todo?
Se produjo un súbito movimiento de plumas y pergaminos. Por encima del ruido, Snape dijo:
—Y se le restará un punto a la casa Gryffindor por tu descaro, Potter.
-Maldita serpiente rastrera- increparon muchos ante eso.
Las cosas no mejoraron para los Gryffindors a medida que continuaba la clase de Pociones. Snape los puso en parejas, para que mezclaran una poción sencilla para curar forúnculos. Se paseó con su larga capa negra, observando cómo pesaban ortiga seca y aplastaban colmillos de serpiente, criticando a todo el mundo salvo a Malfoy, que parecía gustarle.
-la escoria siempre ayudara a sus semejantes- increpo Sirius a lo que el joven Malfoy bajo el rostro arrepentido, era cierto que el golpe no iba dirigido a él, pero aun así fue doloroso.
En el preciso momento en que les estaba diciendo a todos que miraran la perfección con que Malfoy había cocinado a fuego lento los pedazos de cuernos, multitud de nubes de un ácido humo verde y un fuerte silbido llenaron la mazmorra. De alguna forma, Neville se las había ingeniado para convertir el caldero de Seamus en un engrudo hirviente que se derramaba sobre el suelo, quemando y haciendo agujeros en los zapatos de los alumnos. En segundos, toda la clase estaba subida a sus taburetes, mientras que Neville, que se había empapado en la poción al volcarse sobre él el caldero, gemía de dolor; por sus brazos y piernas aparecían pústulas rojas.
—¡Chico idiota! —Dijo Snape con enfado, haciendo desaparecer la poción con un movimiento de su varita—. Supongo que añadiste las púas de erizo antes de sacar el caldero del fuego, ¿no?
-Mira quien es el idiota- increpo Alice- que no se supone que es tu maldito deber enseñarles estúpido- le grito.
El joven iba a responder pero una mirada fulmínate de la pelirroja lo hizo callar, no tenía moral para reclamar nada.
Neville lloriqueaba, mientras las pústulas comenzaban a aparecer en su nariz.
—Llévelo a la enfermería —ordenó Snape a Seamus. Luego se acercó a Harry y Ron, que habían estado trabajando cerca de Neville.
—Tu, Harry Potter. ¿Por qué no le dijiste que no pusiera las púas? Pensaste que si se equivocaba quedarías bien, ¿no es cierto? Éste es otro punto que pierdes para Gryffindor.
-Una nueva oleada de gritos e insultos se alzaron ante su acción.
-Me decepciona usted señor Snape- hablo Dumbledore- y en lo que respecta a nosotros, se les restaran cincuenta puntos a su casa, y estará castigado el resto del año en cuanto regresemos a nuestro tiempo- a Dumbledore le parecía un poco injusto castigarlo por las cosas que aún no hacía, pero tan vez así podrá recapacitar poco con respecto a su forma de ser.
Aquello era tan injusto que Harry abrió la boca para discutir, pero Ron le dio una patada por debajo del caldero.
—No lo provoques —murmuró—. He oído decir que Snape puede ser muy desagradable.
-más que eso- apoyo canuto.
Una hora más tarde, cuando subían por la escalera para salir de las mazmorras, la mente de Harry era un torbellino y su ánimo estaba por los suelos. Había perdido dos puntos para Gryffindor en su primera semana... ¿Por qué Snape lo odiaba tanto?
—Anímate —dijo Ron—. Snape siempre le quitaba puntos a Fred y a George. ¿Puedo ir a ver a Hagrid contigo?
-Gracias por estar ahí cuando lo necesita- dijo James a Ron con una afable sonrisa.
Pero el pelirrojo simplemente asintió y bajo la cabeza sintiéndose un poco mal, hubo dos momentos en su vida en que dejo solos a sus amigos, dos momentos en los que ellos lo necesitaban y él los abandono. Hermione que sabía lo que estaba pensado le dio un beso en la mejilla y trato de reconfortarlo in que nadie lo notara.
Salieron del castillo cinco minutos antes de las tres y cruzaron los terrenos que lo rodeaban. Hagrid vivía en una pequeña casa de madera, en el borde del bosque prohibido. Una ballesta y un par de botas de goma estaban al lado de la puerta delantera.
Cuando Harry llamó a la puerta, oyeron unos frenéticos rasguños y varios ladridos. Luego se oyó la voz de Hagrid, diciendo:
—Atrás, Fang, atrás.
La gran cara peluda de Hagrid apareció al abrirse la puerta.
—Entrad —dijo— Atrás, Fang.
Los dejó entrar, tirando del collar de un imponente perro negro.
-¿Es el pequeño cachorrito que conseguiste?- indago Fabián.
-Me imagino que si- dijo Hagrid- no creerán que será un cachorro toda su vida.
Había una sola estancia. Del techo colgaban jamones y faisanes, una cazuela de cobre hervía en el fuego y en un rincón había una cama enorme con una manta hecha de remiendos.
—Estáis en vuestra casa —dijo Hagrid, soltando a Fang, que se lanzó contra Ron y comenzó a lamerle las orejas. Como Hagrid, Fang era evidentemente mucho menos feroz de lo que parecía.
-Hay que aceptar que visualmente nuestro amigo es muy imponente- comento Gideon.
-y los que lo dude, pueden preguntárselo a los Dursley- termino Fabián aligerando un poco el ambiente por las risas al recordar esa parte de la historia.
—Éste es Ron —dijo Harry a Hagrid, que estaba volcando el agua hirviendo en una gran tetera y sirviendo pedazos de pastel.
—Otro Weasley, ¿verdad? —dijo Hagrid, mirando de reojo las pecas de Ron
-Somos mundialmente Reconocido por eso no Fred.
-Ciertamente George, eso y el cabello pelirrojo.
—. Me he pasado la mitad de mi vida ahuyentando a tus hermanos gemelos del bosque.
-¡¡Fred, George!!- Les grito Molly.
-Gracias Hagrid- dijeron al unisonó los pelirrojos y el gigante solo sonrió en disculpa.
El pastel casi les rompió los dientes, pero Harry y Ron fingieron que les gustaba, mientras le contaban a Hagrid todo lo referente a sus primeras clases. Fang tenía la cabeza apoyada sobre la rodilla de Harry y babeaba sobre su túnica.
Lily sonrió ante lo educado que podía ser su hijo, al parecer había heredado más de ella que su querido novio.
Harry y Ron se quedaron fascinados al oír que Hagrid llamaba a Filch «ese viejo bobo».
—Y en lo que se refiere a esa gata, la Señora Norris, me gustaría presentársela un día a Fang. ¿Sabéis que cada vez que voy al colegio me sigue todo el tiempo? No me puedo librar de ella. Filch la envía a hacerlo.
-Pues deberías hacerlo Hagrid- dijeron los dos pares de gemelos.
Harry le contó a Hagrid lo de la clase de Snape. Hagrid, como Ron, le dijo a Harry que no se preocupara, que a Snape no le gustaba ninguno de sus alumnos.
—Pero realmente parece que me odie.
—¡Tonterías! —dijo Hagrid—. ¿Por qué iba a hacerlo?
-Porque será- dijeron en forma irónica los merodeadores viéndose entre ellos y a Lily.
Sin embargo, Harry no podía dejar de pensar en que Hagrid había mirado hacia otro lado cuando dijo aquello.
—¿Y cómo está tu hermano Charlie? —preguntó Hagrid a Ron—. Me gustaba mucho, era muy bueno con los animales.
-Hagrid, si en verdad  quieres cambiar de tema debes ser más astuto y sutil- recomendó James- ni a mí ni mucho menos a Lily nos podrías distraer de esa forma.
La pelirroja vio con ternura a su novio y lo beso en la mejilla, sin duda la conocía muy bien.
Harry se preguntó si Hagrid no estaba cambiando de tema a propósito. Mientras Ron le hablaba a Hagrid del trabajo de Charles con los dragones, Harry miró el recorte del periódico que estaba sobre la mesa. Era de El Profeta.
RECIENTE ASALTO EN GRINGOTTS
Continúan las investigaciones del asalto que tuvo lugar en Gringotts el 31 de julio. Se cree que se debe al trabajo de oscuros magos y brujas desconocidos.
Los gnomos de Gringotts insisten en que no se han llevado nada. La cámara que se registró había sido vaciada aquel mismo día.
«Pero no vamos a decirles qué había allí, así que mantengan las narices fuera de esto, si saben lo que les conviene», declaró esta tarde un gnomo portavoz de Gringotts.
-¿El 31 de julio?- dijo Lily pensando un momento - ¡la cámara setecientos trece!- dijo de pronto ganándose varias miradas interrogantes- ese mismo día fueron a Gringotts y Hagrid vacío la cámara setecientos trece, posiblemente irrumpieron en el banco después de eso o incluso mientras estaban ahí.
Harry y sus amigos se sorprendieron ante eso, al parecer habían encontrado de dónde provenía una de las cualidades del futuro azabache.
Harry recordó que Ron le había contado en el tren que alguien había tratado de robar en Gringotts, pero su amigo no había mencionado la fecha.
—¡Hagrid! —dijo Harry—. ¡Ese robo en Gringotts sucedió el día de mi cumpleaños! ¡Pudo haber sucedido mientras estábamos allí!
Lily y todos los demás se impresionaron por la similitud de ideas entre ella y su pequeño.
Aquella vez no tuvo dudas: Hagrid decididamente evitó su mirada. Gruñó y le ofreció más pastel. Harry volvió a leer la nota. «La cámara que se registró había sido vaciada aquel mismo día.» Hagrid había vaciado la cámara setecientos trece, si puede llamarse vaciarla a sacar un paquetito arrugado. ¿Sería eso lo que estaban buscando los ladrones?
Sin poder evitarlo la pelirroja envió una mirada tierna al chico, le gustaba ver que a pesar de no haber podido convivir con el más que solo unos meses, Harry era bastante parecido a ella, se acercó a él para darle un tierno abrazo y alborotarle el cabello como lo hacía con James.
Mientras Harry y Ron regresaban al castillo para cenar, con los bolsillos llenos del pétreo pastel que fueron demasiado amables para rechazar; Harry pensaba que ninguna de las clases le había hecho reflexionar tanto como aquella merienda con Hagrid. ¿Hagrid habría sacado el paquete justo a tiempo? ¿Dónde podía estar? ¿Sabría algo sobre Snape que no quería decirle?
-Aquí termina el capítulo- informó Bill.
-Nada mal Potter- hablo Alastor- no es usual ser tan perceptivo con solo once años, bien utilizado podrías llegar muy lejos chico- era curioso ver así al consumado auror.
-Muy bien quien sigue.

-Permíteme hermano- dijo Fred que sin esperar le arrebato el libro.

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