martes, 24 de junio de 2014

Capítulo 10.- El duelo a medianoche

-Muy bien, el capítulo se llama, “el duelo a media noche.
Ante la mención del título los merodeadores festejaron alegres, sin duda esa es la actitud que ellos aprobaban, por otra parte Lily y Molly veían interrogantes a sus hijos y obviamente con cierto reproche, pero ninguno de ellos sabría cómo terminaría todo.
Harry nunca había creído que pudiera existir un chico al que detestara más que a Dudley, pero eso era antes de haber conocido a Draco Malfoy. Sin embargo, los de primer año de Gryffindor sólo compartían con los de Slytherin la clase de Pociones, así que no tenía que encontrarse mucho con él. O, al menos, así era hasta que apareció una noticia en la sala común de Gryffindor; que los hizo protestar a todos. Las lecciones de vuelo comenzarían el jueves... y Gryffindor y Slytherin aprenderían juntos.
—Perfecto —dijo en tono sombrío Harry—. Justo lo que siempre he deseado. Hacer el ridículo sobre una escoba delante de Malfoy.
-Eso sería imposible- comento para sorpresa de todos Lily- con el obsesivo padre que tienes no creo que hagas el ridículo.
-Escucha a tu madre, ella nunca se equivoca- la vio de forma cariñosa James- eso lo llevas en los genes pequeño.
Deseaba aprender a volar más que ninguna otra cosa.
—No sabes aún si vas a hacer un papelón —dijo razonablemente Ron—. De todos modos, sé que Malfoy siempre habla de lo bueno que es en quidditch, pero seguro que es pura palabrería.
-Bueno, tampoco era tan malo- se defendió el rubio.
-Es cierto- acepto Harry- siempre me complicabas la vida en el campo de quidditch.
A las personas del pasado se les hizo muy curioso que se hablaran de tal forma, por lo que se había leído hasta el momento, ellos eran acérrimos enemigos, que habría podido ocurrir para que se terminaran tratando, no como amigos, pero tampoco como enemigos.
La verdad es que Malfoy hablaba mucho sobre volar. Se quejaba en voz alta porque los de primer año nunca estaban en los equipos de quidditch (Los Weasley, Hermione, Neville y Harry sonrieron en ese parte) y contaba largas y jactanciosas historias, que siempre acababan con él escapando de helicópteros pilotados por muggles. Pero no era el único: por la forma de hablar de Seamus Finnigan, parecía que había pasado toda la infancia volando por el campo con su escoba. Hasta Ron podía contar a quien quisiera oírlo que una vez casi había chocado contra un planeador con la vieja escoba de Charles.
-Eso es cierto- indago la señora Weasley.
-Sí, pero no pasó nada malo- Aseguro Ron para que no se enojara la mujer y que no lo reprendiera. Ya habría tiempo después para eso.
Todos los que procedían de familias de magos hablaban constantemente de quidditch. Ron ya había tenido una gran discusión con Dean Thomas, que compartía el dormitorio con ellos, sobre fútbol. Ron no podía ver qué tenía de excitante un juego con una sola pelota, donde nadie podía volar.
-A mí no me molestaría ver uno alguna vez- comentó Arthur con una sonrisa.
Harry había descubierto a Ron tratando de animar un cartel de Dean en que aparecía el equipo de fútbol de West Ham, para hacer que los jugadores se movieran.
Neville no había tenido una escoba en toda su vida, porque su abuela no se lo permitía. Harry pensó que ella había actuado correctamente, dado que Neville se las ingeniaba para tener un número extraordinario de accidentes, incluso con los dos pies en tierra.
-Hay mi niño, tenías que heredar esa parte de tu padre- comento Alice haciendo que muchos sonrieran.
-Pero solo es temporal, mientras crezcas y te entrenes eso desaparecerá- aseguro Frank con seguridad- de otra forma no habría logrado ser auror.
-La torpeza es un defecto-increpo Alastor- pero si se tienen habilidades que se compensen y equilibren los defectos se puede llegar a ser un buen auror- aseguro.
Los jóvenes del futuro sonrieron al escuchar eso, era bueno que pensara de aquella forma, pues en el futuro tendría a una pupila de pelo rosa que algo sabía hacer era tropezar y tirar cosas.
Hermione Granger estaba casi tan nerviosa como Neville con el tema del vuelo. Eso era algo que no se podía aprender de memoria en los libros, aunque lo había intentado.
-El volar y el quidditch no se aprenden en libros- aseguro James de forma soñadora- se aprende con practica y experiencia, viviendo las grandes emociones que se siente cuando estas sobre una escoba y…
-Debería ponerme celosa- comento Lily interrumpido el monologo del azabache.
-Probablemente si Lily- hablo Remus- entre tú y el quidditch, es difícil saber cuál es más importante para él.
-Cállate lunático, nada en el mundo es más importante que mi Lily- aseguro el hombre abrazando a la chica.
-Y ya se va a poner meloso para que no lo regañe- termino Sirius haciendo reír a todos- en serio cornamenta te convertiste en un faldero.
En el desayuno del jueves, aburrió a todos con estúpidas notas sobre el vuelo que había encontrado en un libro de la biblioteca, llamado Quidditch a través de los tiempos.
-El único libro que leyó este par- comentó Lupin señalando a sus amigos.
Neville estaba pendiente de cada palabra, desesperado por encontrar algo que lo ayudara más tarde con su escoba, pero todos los demás se alegraron mucho cuando la lectura de Hermione fue interrumpida por la llegada del correo.
Harry no había recibido una sola carta desde la nota de Hagrid, algo que Malfoy ya había notado, por supuesto. La lechuza de Malfoy siempre le llevaba de su casa paquetes con golosinas, que el muchacho abría con perversa satisfacción en la mesa de Slytherin.
-¿Golosinas?- se extrañó Lucius.
-Sí, los mandaba mi madre- aseguro Draco sin siquiera ver a su padre mientras que Narcisa lo veía con dulzura..
Un lechuzón entregó a Neville un paquetito de parte de su abuela. Lo abrió excitado y les enseñó una bola de cristal, del tamaño de una gran canica, que parecía llena de humo blanco.
-Te envió una recordadora- pregunto Frank
-Sí, siempre había algo que se  me olvidaba- acepto el joven.
— ¡Es una Recordadora! —explicó—. La abuela sabe que olvido cosas y esto te dice si hay algo que te has olvidado de hacer. Mirad, uno la sujeta así, con fuerza, y si se vuelve roja... oh... —se puso pálido, porque la Recordadora súbitamente se tiñó de un brillo escarlata—... es que has olvidado algo...
Neville estaba tratando de recordar qué era lo que había olvidado,
Saben, desde ese punto de vista ese artefacto es inútil- comentó Fred.
-Cierto, de sirve saber si olvidaste algo, es mejor saber que se te  olvidado- secundo George.
-Tal vez lo puedan crear en su tienda de bromas- les propuso.
-¡Buena idea Neville!- dijeron a coro los gemelos- y ya en eso podríamos…
-Ya dejen de interrumpir la lectura- exclamo Molly poniéndolos en cintura.
Cuando Draco Malfoy que pasaba al lado de la mesa de Gryffindor; le quitó la Recordadora de las manos.
-¿Que pretendías hacer con eso mocoso?- increpo Alice.
-Nada, solo molestar- acepto sin más para después ser abrazado por Astoria, en verdad ese chico era muy diferente al del libro.
Harry y Ron saltaron de sus asientos. En realidad, deseaban tener un motivo para pelearse con Malfoy, pero la profesora McGonagall, que detectaba problemas más rápido que ningún otro profesor del colegio, ya estaba allí.
-Siempre me preguntado cómo hace eso profesora- acepto Harry viendo a la mujer.
-Ese es un secreto joven Potter- le aseguro la mujer con tono enigmático.
-Debe ser como su talento de estar presentes cada vez que ocurre algo- comento Ginny viendo al trio que le regreso una mirada desafiante.
— ¿Qué sucede?
—Malfoy me ha quitado mi Recordadora, profesora.
Con aire ceñudo, Malfoy dejó rápidamente la Recordadora sobre la mesa.
—Sólo la miraba —dijo, y se alejó, seguido por Crabbe y Goyle.
-ya no eres tan valiente pedazo de…
-Sirius- reclamaron Lily, Narcisa y Andrómeda.
-Cobarde, iba a decir cobarde- aseguro el hombre pero absolutamente le creyo.
Aquella tarde, a las tres y media, Harry, Ron y los otros Gryffindor bajaron corriendo los escalones delanteros, hacia el parque, para asistir a su primera clase de vuelo. Era un día claro y ventoso. La hierba se agitaba bajo sus pies mientras marchaban por el terreno inclinado en dirección a un prado que estaba al otro lado del bosque prohibido, cuyos árboles se agitaban tenebrosamente en la distancia.
Los Slytherins ya estaban allí, y también las veinte escobas, cuidadosamente alineadas en el suelo. Harry había oído a Fred y a George Weasley quejarse de las escobas del colegio, diciendo que algunas comenzaban a vibrar si uno volaba muy alto, o que siempre volaban ligeramente torcidas hacia la izquierda.
-¿Aún conservan esas escobas?- dijo con incredulidad Sirius.
-Si no tienen para comprar nuevas, nosotros les podríamos dar un donativo- exclamó James refiriéndose a él y a su amigo.
-Potter Black, compórtense como adultos y tengan respeto- les recrimino la profesora McGonagall.
-Ella tiene razón- aseguro la pelirroja molesta, esa era una actitud que siempre odio de ellos
-Pero Lily, no quiero que mi hijo practique con esa escobas- comenzó el azabache con voz suave-  podría caerse y hacerse daño.
Lily vio con severidad a su novio, pero después la desvió para que no viera como su expresión se suavizaba, al parecer ese argumento había surtido efecto, a ella le molestaba que fueran tan creídos en ocasiones, pero el comentario de la seguridad de su hijo era suficiente para hacerla dudar de su postura.
Entonces llegó la profesora, la señora Hooch. Era baja, de pelo canoso y ojos amarillos como los de un halcón.
—Bueno ¿qué estáis esperando? —bramó—. Cada uno al lado de una escoba. Vamos, rápido.
Harry miró su escoba. Era vieja y algunas de las ramitas de paja sobresalían formando ángulos extraños.
-Vez Lily, detalles como eso pueden ser perjudiciales- comento el azabache tragándose el comentario de un jugador irlandés en un mundial de quidditch.
-Ya habaleros después eso james- dijo con rotundidad la joven, pero ya era ventaja que le dijera James y no Potter.
—Extended la mano derecha sobre la escoba —les indicó la señora Hooch— y decid «arriba».
— ¡ARRIBA! —gritaron todos.
La escoba de Harry saltó de inmediato en sus manos, pero fue uno de los pocos que lo consiguió.
-¡Ese es mi hijo/ahijado/sobrino!- exclamaron los tres amigos- es lo que te digo pequeñ, todo está en los genes- continuo el azabache mayor.
La de Hermione Granger no hizo más que rodar por el suelo y la de Neville no se movió en absoluto. «A lo mejor las escobas saben, como los caballos, cuándo tienes miedo», pensó Harry, y había un temblor en la voz de Neville que indicaba, demasiado claramente, que deseaba mantener sus pies en la tierra.
-Algo hay de eso- acepto McGonagall- de cualquier forma a confianza es clave para realizar prácticamente cualquier actividad.
-Aunque también es malo tener demasiada confianza, como por ejemplo este par-comentó Dora.
-¿Qué estás insinuando sobrina?- indago canuto
-Únicamente  lo que todos sabemos Sirius- atajo Remus- ahora gurda silencio y deja que continúen.
-¡¿Yo? pero quien empezó fue ella!- señalo a la peli rosa.
-Shhh- lo callaron al mismo tiempo Remus y Tonks.
Luego, la señora Hooch les enseñó cómo montarse en la escoba, sin deslizarse hasta la punta, y recorrió la fila, corrigiéndoles la forma de sujetarla. Harry y Ron se alegraron muchísimo cuando la profesora dijo a Malfoy que lo había estado haciendo mal durante todos esos años.
-Y eso se lo pueden agradecer a mi padre- ironizo el rubio logrando que muchos rieran, excepto claro Lucius que lo vio de mala forma.
—Ahora, cuando haga sonar mi silbato, dais una fuerte patada —dijo la señora Hooch—. Mantened las escobas firmes, elevaos un metro o dos y luego bajad inclinándoos suavemente. Preparados... tres... dos...
Pero Neville, nervioso y temeroso de quedarse en tierra, dio la patada antes de que sonara el silbato.
-Eso no es bueno- comentaron Frank y james al mismo tiempo.
— ¡Vuelve, muchacho! —gritó, pero Neville subía en línea recta, como el corcho de una botella... Cuatro metros... seis metros... Harry le vio la cara pálida y asustada, mirando hacia el terreno que se alejaba, lo vio jadear; deslizarse hacia un lado de la escoba y...
BUM... Un ruido horrible y Neville quedó tirado en la hierba.
-Hay mi bebe, no te lastimaste- dijo apurada Alice abrazando a su pequeño.
-Si pero no fue muy grabe- le restó importancia el joven.
Su escoba seguía subiendo, cada vez más alto, hasta que comenzó a torcer hacia el bosque prohibido y desapareció de la vista.
La señora Hooch se inclinó sobre Neville, con el rostro tan blanco como el del chico.
—La muñeca fracturada —la oyó murmurar Harry—. Vamos, muchacho... Está bien... A levantarse.
-Una muñeca fracturada- repitió Alice.
-tranquila amiga- trato de relajarla Lily- de seguro madame Pronfrie lograra curarlo en un momento.
-Creo que tienes razón, al menos no se rompió el cráneo como tu novio-agrego la mujer.
-¿El cráneo?- se extrañaron los del futuro viendo al azabache mayor.
-es una historia para otro momento- dijo el aludido desviando el tema.
Se volvió hacia el resto de la clase.
—No debéis moveros mientras llevo a este chico a la enfermería. Dejad las escobas donde están o estaréis fuera de Hogwarts más rápido de lo que tardéis en decir quidditch. Vamos, hijo.
-Eso me parece imposible- comento Remus- tenido a un hijo de James Potter ahí dudo que se queden muy tranquilos- explico el licántropo.
-Si pero también es mi hijo- aseguro Lily.
-Lo siento señora Potter- le hablo Ginny- pero en ese momento y en el aspecto del quidditch si se parece mucho a su padre.
-Por Merlín, y se le infla el ego como a esté cada vez que juega.
-No, él siempre es muy modesto, eso me imagino lo heredo de usted- aclaro Ginny a lo que la pelirroja mayor sonrío
Neville, con la cara surcada de lágrimas y agarrándose la muñeca, cojeaba al lado de la señora Hooch, que lo sostenía.
Casi antes de que pudieran marcharse, Malfoy ya se estaba riendo a carcajadas.
— ¿Habéis visto la cara de ese gran zoquete?
Los otros Slytherins le hicieron coro.
-Maldito mocoso- increparon varios en voz baja.
— ¡Cierra la boca, Malfoy! —dijo Parvati Patil en tono cortante.
—Oh, ¿estás enamorada de Longbottom? —dijo Pansy Parkinson, una chica de Slytherin de rostro duro. Nunca pensé que te podían gustar los gorditos llorones, Parvati.
-Oh no creo que se aun llorón- exclamo Luna en su tono característico- si está un poco gordito pero eso lo hace lucir bien.
Termino el comentario y volvió a prestar atención esperando a que siguieran leyendo, mientras tanto Neville se sonrojaba por lo que su amiga rubia le había dicho.
— ¡Mirad! —Dijo Malfoy, agachándose y recogiendo algo de la hierba—. Es esa cosa estúpida que le mandó la abuela a Longbottom.
La Recordadora brillaba al sol cuando la cogió.
—Trae eso aquí, Malfoy —dijo Harry con calma. Todos dejaron de hablar para observarlos.
-Obviamente, ellos son como las cabezas de sus respectivas casas en ese momento- comento Remus
-Muy cierto lunático, hasta yo estaba esperando a que empezaran a pelear- agrego su amigo emocionado.
-¡Sirius!- reclamaron Lily y Narcisa, las madres de los involucrados.
Malfoy sonrió con malignidad.
—Creo que voy a dejarla en algún sitio para que Longbottom la busque... ¿Qué os parece... en la copa de un árbol?
— ¡Tráela aquí! —rugió Harry, pero Malfoy había subido a su escoba y se alejaba. No había mentido, sabía volar. Desde las ramas más altas de un roble lo llamó:
— ¡Ven a buscarla, Potter!
Harry cogió su escoba.
-¡No Harry!- dijo apurara Lily- me agrada que defiendas a tus amigos pero te puedes meter en problemas.
-Relájese, casi siempre que hace algo si sale recompensando- contó Ron como quien no quiere la cosa.
— ¡No! —Gritó Hermione Granger—. La señora Hooch dijo que no nos moviéramos. Nos vas a meter en un lío.
-Es una prefecta perfecta auch- otro par de golpes cayeron sobre el oji gris de parte de quienes tenían dicho nombramiento.
Harry no le hizo caso. Le ardían las orejas. Se montó en su escoba, pegó una fuerte patada y subió. El aire agitaba su pelo y su túnica, silbando tras él y, en un relámpago de feroz alegría, se dio cuenta de que había descubierto algo que podía hacer sin que se lo enseñaran.
-En verdad- se impresiono James- eso es, ¡perfecto mi pequeño!-dijo lleno de emoción.
-¿Estas llorando?- pregunto Lily incrédula.
-¿Qué? no, ¿por qué estaría llorando?- dijo  de inmediato mientras fingía limpiar unas lágrimas imaginarias muy reales.
Era fácil, era maravilloso. Empujó su escoba un poquito más, para volar más alto, y oyó los gritos y gemidos de las chicas que lo miraban desde abajo, y una exclamación admirada de Ron.
-Será maravilloso cuando puedas entrar en el equipo el próximo año cierto cornamenta.
-Sí, será fantástico-seguía secándose las lágrimas “falsas”
Los chicos del futuro no dejaban de preguntarse qué pasaría cuando se enteraran de que no necesito esperar hasta su segundo año.
Dirigió su escoba para enfrentarse a Malfoy en el aire. Éste lo miró asombrado.
— ¡Déjala —gritó Harry— o te bajaré de esa escoba!
—Ah, ¿sí? —dijo Malfoy, tratando de burlarse, pero con tono preocupado.
Harry sabía, de alguna manera, lo que tenía que hacer. Se inclinó hacia delante, cogió la escoba con las dos manos y se lanzó sobre Malfoy como una jabalina. Malfoy pudo apartarse justo a tiempo, Harry dio la vuelta y mantuvo firme la escoba. Abajo, algunos aplaudían.
-Sin duda tiene una habilidad impresionante- comento McGonagall que veía impresionada al chico sentado frente a ella.
—Aquí no están Crabbe y Goyle para salvarte, Malfoy —exclamó Harry
Parecía que Malfoy también lo había pensado.
-La verdad ni siquiera esperaba que te subieras a la escoba- acepto el chico.
— ¡Atrápala si puedes, entonces! —gritó. Giró la bola de cristal hacia arriba y bajó a tierra con su escoba.
Harry vio, como si fuera a cámara lenta, que la bola se elevaba en el aire y luego comenzaba a caer. Se inclinó hacia delante y apuntó el mango de la escoba hacia abajo. Al momento siguiente, estaba ganando velocidad en la caída, persiguiendo a la bola, con el viento silbando en sus orejas mezclándose con los gritos de los que miraban. Extendió la mano y, a unos metros del suelo, la atrapó, justo a tiempo para enderezar su escoba y descender suavemente sobre la hierba, con la Recordadora a salvo.
-Sorprendente, ese fue un vuelo impresiónate hijo.
-Y muy peligroso- apunto Lily- por lo visto también me tendré que preocupar por ti durante los partidos.
-Tranquila cariño, es algo fenomenal, hasta podría volverse un jugador profesional- le sobaba los hombros para que se sintiera mejor, y resultaba.
— ¡HARRY POTTER!
-Oh o, hay problemas- menciono canuto.
Su corazón latió más rápido que nunca. La profesora McGonagall corría hacia ellos. Se puso de pie, temblando.
—Nunca... en todo mis años en Hogwarts...
La profesora McGonagall estaba casi muda de la impresión, y sus gafas centelleaban de furia.
— ¿Cómo te has atrevido...? Has podido romperte el cuello...
-En eso tiene razón- apoyo Lily.
—No fue culpa de él, profesora...
—Silencio, Parvati.
—Pero Malfoy...
—Ya es suficiente, Weasley. Harry Potter, ven conmigo.
Tanto Lily como la misma McGonagall se impresionaron por ese comportamiento, era cierto que el chico se había saltado las normas, pero aun así ella nunca aria un juicio así de apresurado, siempre trataba de escuchar las demás versiones antes de decidir sus acciones.
En aquel momento, Harry pudo ver el aire triunfal de Malfoy, Crabbe y Goyle, mientras andaba inseguro tras la profesora McGonagall, de vuelta al castillo. Lo iban a expulsar; lo sabía. Quería decir algo para defenderse, pero no podía controlar su voz.
-Mi pobre pequeño está asustado- dijo Lily haciendo que Harry se avergonzara un poco.
-Eso no es posible, ¿no te expulsaron cierto?- pregunto Sirius al azabache menor.
-Por una falta así no se puede expulsar a nadie canuto- dijo Remus que conocía bien el reglamento.
-Si bueno está bien pero, ¿no te expulsaron?- volvió a preguntar ignorando a su amigo.
-Solo sigan leyendo- respondió el chico del futuro.
La profesora McGonagall andaba muy rápido, sin siquiera mirarlo. Tenía que correr para alcanzarla. Esta vez sí que lo había hecho. No había durado ni dos semanas. En diez minutos estaría haciendo su maleta. ¿Qué dirían los Dursley cuando lo vieran llegar a la puerta de su casa?
Subieron por los peldaños delanteros y después por la escalera de mármol. La profesora McGonagall seguía sin hablar. Abría puertas y andaba por los pasillos, con Harry corriendo tristemente tras ella. Tal vez lo llevaba ante Dumbledore.
La profesora McGonagall escuchaba el comportamiento de su yo futuro con atención, seguía preguntándole el porqué de su comportamiento, entonces trato de ponerse en la misma situación, algo fácil pues se trataba de ella misma, cuando lo hizo una nueva idea surgió en su mente, si en el futuro seguía siendo la misma persona que en el presente, entonces su intención no era la de castigarlo y mucho menos expulsarlo, de ser así, al chico Potter le depara un destino muy diferente al que todos estaban pensando.
Pensó en Hagrid, expulsado, pero con permiso para quedarse como guardabosque. Quizá podría ser el ayudante de Hagrid. Se le revolvió el estómago al imaginarse observando a Ron y los otros convirtiéndose en magos, mientras él andaba por ahí, llevando la bolsa de Hagrid.
-Bueno, eso demuestra el aprecio que te tiene al preferirte sobre eso muggles- comento Fabián.
-Pero yo creo que sería la mejor opción- continuo Gideon
-Por otra parte se pueden imaginar a Harry como su ayudante- hablo George.
-Un chico huesudo como él cargando una cosa seria digno de ver- termino Fred y muchos sonrieron.
-Si sería divertido pero, ¿no lo expulsaron?- volvió a preguntar Sirius y varios rodaron los ojos.
-Hay que continuar con la lectura- sugirió McGonagall.
-Está bien, ¿pero no lo expul…?
-Lo que tenga que pasar pasara señor Black, así que deje de interrumpir- reprendió la profesora.
La profesora McGonagall se detuvo ante un aula. Abrió la puerta y asomó la cabeza.
—Discúlpeme, profesor Flitwick. ¿Puedo llevarme a Wood un momento?
«¿Wood? —pensó Harry aterrado—. ¿Wood sería el encargado de aplicar los castigos físicos?»
-Señor Potter, nunca aplicamos esos tipos de castigos en el colegio- dijo indignada McGonagall.
-Ahora lo sé profesora- respondió Harry con una sonrisa afable.
Pero Wood era sólo un muchacho corpulento de quinto año, que salió de la clase de Flitwick con aire confundido.
—Seguidme los dos —dijo la profesora McGonagall. Avanzaron por el pasillo, Wood mirando a Harry con curiosidad.
—Aquí.
La profesora McGonagall señaló un aula en la que sólo estaba Peeves, ocupado en escribir groserías en la pizarra.
—¡Fuera, Peeves! —dijo con ira la profesora.
Peeves tiró la tiza en un cubo y se marchó maldiciendo. La profesora McGonagall cerró la puerta y se volvió para encararse con los muchachos.
—Potter, éste es Oliver Wood. Wood, te he encontrado un buscador.
-¡¿Qué?!- fue el grito colectivo- él…entonces… mi hijo…-continuo James
-Bus… buscador… primer año- decía Sirius
-¡¡¡SI!!!- gritaron los dos amigos más alegres que nunca.
Se pusieron de pie encima de la mesa y comenzaron a interpretar un estúpido baile repitiendo las mismas palabras una y otra vez “mi hijo/ahijado es buscador”, esa era algo común, cada vez que ganaban un partido de quidditch hacían un baile diferente para festejar y esa vez no fue la excepción, pero el baile y las risas fueron interrumpidos por una serie de explosiones y un sin número de fuegos artificiales que inundaron el salón.
Ninguna persona del pasado había visto antes ese tipo de fuegos artificiales, pero los del futuro conocían perfectamente quienes eran los responsables de tanto escándalo. En el momento en que todo comenzaba a disminuir una nueva explosión se escuchó y una enorme W roja y dorara se extendió por todo el comedor.
Cuando el ambiente se clamo y las brillantes luces de colores cesaron fue el momento para las preguntas.
-¡¡ ¿Pero qué rayos ha sido eso?!!- grito la profesora McGonagall viendo con intensidad a los merodeadores.
-Nosotros no hicimos nada profesora- se defendieron estos.
-Es verdad, los responsables fueron estos dos- apunto Hermione señalando a los gemelos Weasley.
-¿Ustedes?- se impresionaron Gideon y Fabián.
-Sí, es uno de nuestros artículos más vendidos,
-perfectos para las fiestas
-Excelente- dijeron los merodeadores, los gemelos Prewett y más de media docena de estudiantes.
La expresión de intriga de Wood se convirtió en deleite.
—¿Está segura, profesora?
—Totalmente —dijo la profesora con vigor—. Este chico tiene un talento natural. Nunca vi nada parecido. ¿Ésta ha sido tu primera vez con la escoba, Potter?
Harry asintió con la cabeza en silencio. No tenía una explicación para lo que estaba sucediendo, pero le parecía que no lo iban a expulsar y comenzaba a sentirse más seguro.
-Por lo menos- comento Lily
—Atrapó esa cosa con la mano, después de un vuelo de quince metros —explicó la profesora a Wood—. Ni un rasguño. Charlie Weasley no lo habría hecho mejor.
-Ya lo creo- acepto el pelirrojo con una sonrisa.
Wood parecía pensar que todos sus sueños se habían hecho realidad.
—¿Alguna vez has visto un partido de quidditch, Potter? —preguntó excitado.
—Wood es el capitán del equipo de Gryffindor —aclaró la profesora McGonagall.
—Y tiene el cuerpo indicado para ser buscador —dijo Wood, paseando alrededor de Harry y observándolo con atención—. Ligero, veloz... Vamos a tener que darle una escoba decente, profesora, una Nimbus 2.000 o una Cleans-weep 7.
-Estupendo- comento James recordando lo que decían de la escoba en los capítulos pasados- un chico de primer año con escoba y el más joven jugador de quidditch en un siglo.
—Hablaré con el profesor Dumbledore para ver si podemos suspender la regla del primer año.
Gracias profesora, en serio no sé cómo pagarle lo que ha hecho- repetía emocionado el azabache.
-En teoría señor Potter aún no he hecho nada- resalto la profesora.
-Bueno si, lo que quería decir es que  bueno, ustedes entienden- no pudieron evitar reír al verlo en apuros.
Los cielos saben que necesitamos un equipo mejor que el del año pasado. Fuimos aplastados por Slytherin en ese último partido. No pude mirar a la cara a Severus Snape en vanas semanas...
La profesora McGonagall observó con severidad a Harry, por encima de sus gafas.
-Conozco bien esa mirada comentó Remus.
También yo- aseguro Dora- no era la jefa de mi casa pero aun así todos le temíamos y respetábamos.
—Quiero oír que te entrenas mucho, Potter, o cambiaré de idea sobre tu castigo.
Luego, súbitamente, sonrió.
—Tu padre habría estado orgulloso —dijo—. Era un excelente jugador de quidditch.
-El mejor en muchos años- aseguro este.
-Y el capitán más paranoico de todos- aseguro Lupin logado que su amigo lo viera mal.
-Tal vez, esperen a que lleguemos a la parte de los entrenamientos de Wood y ahí veremos las diferencias- comento Fred antes de regresar a la lectura.
—Es una broma.
Era la hora de la cena. Harry había terminado de contarle a Ron todo lo sucedido cuando dejó el parque con la profesora McGonagall. Ron tenía un trozo de carne y pastel de riñón en el tenedor; pero se olvidó de llevárselo a la boca.
-Siempre contándole todo- comentó Ginny risueña.
—¿Buscador? —dijo—. Pero los de primer año nunca... Serías el jugador más joven en...
—Un siglo —terminó Harry, metiéndose un trozo de pastel en la boca. Tenía muchísima hambre después de toda la excitación de la tarde—. Wood me lo dijo.
Ron estaba tan sorprendido e impresionado que se quedó mirándolo boquiabierto.
—Tengo que empezar a entrenarme la semana que viene —dijo Harry—. Pero no se lo digas a nadie, Wood quiere mantenerlo en secreto.
-Bueno esa será complicado-dijo Nymphadora- es casi imposible guardar algo en secreto dentro del castillo- todos asintieron
Fred y George Weasley aparecieron en el comedor; vieron a Harry y se acercaron rápidamente.
—Bien hecho —dijo George en voz baja—. Wood nos lo contó. Nosotros también estamos en el equipo. Somos golpeadores.
—Te lo aseguro, vamos a ganar la copa de quidditch este curso —dijo Fred—. No la ganamos desde que Charlie se fue, pero el equipo de este año será muy bueno. Tienes que hacerlo bien, Harry. Wood casi saltaba cuando nos lo contó.
-Por supuesto, tiene mis genes y fue recomendado por la misma McGonagall- comento James con arrogancia.
—Bueno, tenemos que irnos. Lee Jordan cree que ha descubierto un nuevo pasadizo secreto, fuera del colegio.
—Seguro que es el que hay detrás de la estatua de Gregory Smarmy, que nosotros encontramos en nuestra primera semana.
-¿Lo encontraron en su primera semana?- pregunto Sirius y los gemelos asintieron orgullosos- cachorro tu podrías aprender algo de tus amigos.
-Ya cierra la boca Black- reprendió Lily.
Fred y George acababan de desaparecer, cuando se presentaron unos visitantes mucho menos agradables. Malfoy, flanqueado por Crabbe y Goyle.
—¿Comiendo la última cena, Potter? ¿Cuándo coges el tren para volver con los muggles?
—Eres mucho más valiente ahora que has vuelto a tierra firme y tienes a tus «amiguitos» —dijo fríamente Harry. Por supuesto que en Crabbe y Goyle no había nada que justificara el diminutivo, pero como la Mesa Alta estaba llena de profesores, no podían hacer más que crujir los nudillos y mirarlo con el ceño fruncido.
—Nos veremos cuando quieras —dijo Malfoy—. Esta noche, si quieres. Un duelo de magos. Sólo varitas, nada de contacto. ¿Qué pasa? Nunca has oído hablar de duelos de magos, ¿verdad?
-No puedo creer que en verdad lo hicieras- le recrimino Lily un molesta por su actitud.
-¿Cómo sabes lo hizo?
-El capítulo de llama el duelo a media noche, o no le recuerdas pulgoso- aclaro Harry.
-Hay, tú también cachorro- algunos comenzaron a reír pero Lily se mantenía seria.
-En que insultes a tu padrino no ara que te perdone- resalto la pelirroja.
-Lo siento- se disculpó el joven bajando la cabeza.
—Por supuesto que sí —dijo Ron, interviniendo—. Yo soy su segundo. ¿Cuál es el tuyo?
-Tú también Ronald- grito Molly.
-Él nos molestaba a los dos- dijo de inmediato- además no puedo dejar a mi amigo solo- se justico el joven.
-Ya hablaremos de eso jovencito- término en tono severo la matriarca Weasley.
Malfoy miró a Crabbe y Goyle, valorándolos.
—Crabbe —respondió—. A medianoche, ¿de acuerdo? Nos encontraremos en el salón de los trofeos, nunca se cierra con llave.
Cuando Malfoy se fue, Ron y Harry se miraron.
—¿Qué es un duelo de magos? —Preguntó Harry—. ¿Y qué quiere decir que seas mi segundo?
-¿En serio no lo sabes?- pregunto un chico del pasado.
-Claro que en su momento no lo sabía, ya que vivía con muggles- recordó el azabache sin darle mayor importancia.
—Bueno, un segundo es el que se hace cargo, si te matan —dijo Ron sin darle importancia. Al ver la expresión de Harry, añadió rápidamente—: Pero la gente sólo muere en los duelos reales, ya sabes, con magos de verdad. Lo máximo que podéis hacer Malfoy y tú es mandaros chispas uno al otro. Ninguno sabe suficiente magia para hacer verdadero daño. De todos modos, seguro que él esperaba que te negaras.
—¿Y si levanto mi varita y no sucede nada?
-La tiras y lo haces a lo muggle, lo golpeas en la nariz- exclamo Sirius produciendo risas en el trio.
—La tiras y le das un puñetazo en la nariz —le sugirió Ron.
En cuanto Fred leyó esa parte fue el turno del resto de las personas pera reírse.
—Disculpad.
Los dos miraron. Era Hermione Granger.
—¿No se puede comer en paz en este lugar? —dijo Ron.
Hermione no le hizo caso y se dirigió a Harry
—No pude dejar de oír lo que tú y Malfoy estabais diciendo...
—No esperaba otra cosa —murmuró Ron.
-¡Ronald!- le reprendió su madre.-no importa que no fuera su amiga, esa no es forma de hablarle a una dama-aseguró ella.
—... y no debes andar por el colegio de noche. Piensa en los puntos que perderás para Gryffindor si te atrapan, y lo harán. La verdad es que es muy egoísta de tu parte.
—Y la verdad es que no es asunto tuyo —respondió Harry.
-¡Harry James Potter!, como puedes decir eso.
-Lo siento dijo un poco asustado- es que con los Dursley nunca me enseñaron  comportante con las damas- entonces Lily resoplo enojada pero ya no le presto mucha importancia a él.
-Desviar su ira hacia terceros es un truco muy bajo no Potter- le dijo por lo bajo una pelirroja.
-Tal y como tú lo hiciste con tus hermanos-resalto él- así que de cierta forma es tu culpa por habérmelo enseñado - aseguro este haciendo que la chica sonriera.
—Adiós —añadió Ron.
De todos modos, pensó Harry, aquello no era lo que llamaría un perfecto final para el día. Estaba acostado, despierto, oyendo dormir a Seamus y a Dean (Neville no había regresado de la enfermería). Ron había pasado toda la velada dándole consejos del tipo de: «Si trata de maldecirte, será mejor que te escapes, porque no recuerdo cómo se hace para pararlo». Tenían grandes probabilidades de que los atraparan Filch o la Señora Norris, y Harry sintió que estaba abusando de su suerte al transgredir otra regla del colegio en un mismo día.
La profesora McGonagall, Lily y Molly lo veían complacidas por ese pensamiento mientras que los merodeadores y los dos pares de gemelos lo veían decepcionados.
Por otra parte, el rostro burlón de Malfoy se le aparecía en la oscuridad, y aquélla era la gran oportunidad de vencerlo frente a frente. No podía perderla.
Ahora con ese nuevo pensamiento los papeles se invirtieron y las mujeres lo miraron decepcionadas y los bromistas con puro orgullo.
-Saben- comentó Remus- es muy curioso que siempre muestre partes tanto de Lily como de James.
-Sí, yo también me había dado cuenta de ello- comentó la peli-rosa- es una combinación de ambos.
-Como Teddy que tiene la forma del rostro de su madre y los ojos de Lup…- comento George sin pensar a lo que se ganó un codazo de su gemelo- de su padre
A nadie le pasó desapercibido que el chico de futuro se estaba yendo de la lengua, y como siempre Andrómeda prestaba suma atención cuando se tocaba el tema de la procedencia de Teddy, estaba prácticamente segura que era su nieto pero en cuanto a quien era el padre seguía siendo un misterio.
—Once y media —murmuró finalmente Ron—. Mejor nos vamos ya.
Se pusieron las batas, cogieron sus varitas y se lanzaron a través del dormitorio de la torre. Bajaron la escalera de caracol y entraron en la sala común de Gryffindor. Todavía brillaban algunas brasas en la chimenea, haciendo que todos los sillones parecieran sombras negras. Ya casi habían llegado al retrato, cuando una voz habló desde un sillón cercano.
—No puedo creer que vayas a hacer esto, Harry.
-Y ahí está el primer obstáculo- artículo Sirius.
Una luz brilló. Era Hermione Granger; con el rostro ceñudo y una bata rosada.
—¡Tu! —dijo Ron furioso—. ¡Vuelve a la cama!
—Estuve a punto de decírselo a tu hermano —contestó enfadada Hermione—. Percy es el prefecto y puede deteneros.
-Qué bueno que no lo hiciste Hermione- comento Harry.
-Pero si tenía pensado hacerlo- aseguró ella
Harry no podía creer que alguien fuera tan entrometido.
-¡Harry!- le reclamo la castaña.
-Lo siento pero tienes que admitir que en ese tiempo lo eras- se defendió él.
—Vamos —dijo a Ron. Empujó el retrato de la Dama Gorda y se metió por el agujero.
Hermione no iba a rendirse tan fácilmente. Siguió a Ron a través del agujero, gruñendo como una gansa enfadada.
—No os importa Gryffindor; ¿verdad? Sólo os importa lo vuestro. Yo no quiero que Slytherin gane la copa de las casas y vosotros vais a perder todos los puntos que yo conseguí de la profesora McGonagall por conocer los encantamientos para cambios.
-Igual que tu Lupin- señalo Black
—Vete.
—Muy bien, pero os he avisado. Recordad todo lo que os he dicho cuando estéis en el tren volviendo a casa mañana. Sois tan...
Pero lo que eran no lo supieron. Hermione había retrocedido hasta el retrato de la Dama Gorda, para volver; y descubrió que la tela estaba vacía. La Dama Gorda se había ido a una visita nocturna y Hermione estaba encerrada, fuera de la torre de Gryffindor.
—¿Y ahora qué voy a hacer? —preguntó con tono agudo.
-Las únicas opciones son quitarse aquí hasta que el cuadro regrese o acompañarlos-comento Andrómeda a lo que todos estuvieron de acuerdo.
—Ése es tu problema —dijo Ron—. Nosotros tenemos que irnos o llegaremos tarde.
-Eso no es nada caballeroso Ron- le recrimino Bill.
No habían llegado al final del pasillo cuando Hermione los alcanzó.
—Voy con vosotros —dijo.
—No lo harás.
—¿No creeréis que me voy a quedar aquí, esperando a que Filch me atrape? Si nos encuentra a los tres, yo le diré la verdad, que estaba tratando de deteneros, y vosotros me apoyaréis.
-Que cara dura- comento Sirius y varios le reclamaron
—Eres una caradura —dijo Ron en voz alta.
Las vistas se posaron nuevamente entre Ron y Sirius que habían dicho lo mismo.
—Callaos los dos —dijo Harry en tono cortante—. He oído algo.
Era una especie de respiración.
—¿La Señora Norris? —resopló Ron, tratando de ver en la oscuridad.
No era la Señora Norris. Era Neville. Estaba enroscado en el suelo, medio dormido, pero se despertó súbitamente al oírlos.
—¡Gracias a Dios que me habéis encontrado! Hace horas que estoy aquí. No podía recordar el nuevo santo y seña para irme a la cama.
-Y eso lo saco de ti querida- resalto Frank a su esposa que se sonrojo.
.-Otra combinación entre padre y madre- comentó Lily sonriéndole a su amiga.
—No hables tan alto, Neville. El santo y seña es «hocico de cerdo», pero ahora no te servirá, porque la Dama Gorda se ha ido no sé dónde.
—¿Cómo está tu muñeca? —preguntó Harry
-Bien hijo, ante todo procura a tus amigos- lo felicito James orgullosos.
—Bien —contestó, enseñándosela—. La señora Pomfrey me la arregló en un minuto.
—Bueno, mira, Neville, tenemos que ir a otro sitio. Nos veremos más tarde...
—¡No me dejéis! —dijo Neville, tambaleándose—. No quiero quedarme aquí solo. El Barón Sanguinario ya ha pasado dos veces.
-Entre más sean más difícil será pasar desapercibidos- comento Remus por lo bajo.
-Tú sabes mucho de eso verdad- comento Dora que lo había escuchado.
-Por supuesto- aseguro el castaño
Ron miró su reloj y luego echó una mirada furiosa a Hermione y Neville.
—Si nos atrapan por vuestra culpa, no descansaré hasta aprender esa Maldición de los Demonios, de la que nos habló Quirrell, y la utilizaré contra vosotros.
-Ronald, ¿cómo pudiste haber dicho eso?- recrimino su madre.
-Era solo un crio mamá- de defendió el chico.
Hermione abrió la boca, tal vez para decir a Ron cómo utilizar la Maldición de los Demonios, pero Harry susurró que se callara y les hizo señas para que avanzaran.
-Si pensaba decirle algo de esa maldición, pero no precisamente como usarla- comento la castaña.
Entonces Fred fue relatando como anduvieron por los pasillo, la preocupación de Harry de encontrase con Filch o la Señora Norris en cada esquina hasta que llegaron a la sala de trofeos, fue describiendo el lugar y la espera que tuvieron que soportar los jóvenes por el retraso de Malfoy.
—Se está retrasando, tal vez se ha acobardado —susurró Ron.
-Conociendo a los Malfoy como los conozco, ni siquiera se va a presentar- hablo Sirius viendo con odio a Lucius, pues sin duda de él había heredado todo eso.
Entonces un ruido en la habitación de al lado los hizo saltar. Harry ya había levantado su varita cuando oyeron unas voces. No era Malfoy.
—Olfatea por ahí, mi tesoro. Pueden estar escondidos en un rincón.
Era Filch, hablando con la Señora Norris.
-¡Tu maldita serpiente!, eso lo hiciste a propósito cierto- increpo Sirius molesto, pero el rubio no respondió.
-Debí habérmelo imaginado- se indignó James.
Aterrorizado, Harry gesticuló salvajemente para que los demás lo siguieran lo más rápido posible. Se escurrieron silenciosamente hacia la puerta más alejada de la voz de Filch. Neville acababa de pasar, cuando oyeron que Filch entraba en el salón de los trofeos.
—Tienen que estar en algún lado —lo oyeron murmurar—. Probablemente se han escondido.
—¡Por aquí! —señaló Harry a los otros y, aterrados, comenzaron a atravesar una larga galería, llena de armaduras. Podían oír los pasos de Filch, acercándose a ellos. Súbitamente, Neville dejó escapar un chillido de miedo y empezó a correr, tropezó, se aferró a la muñeca de Ron y se golpearon contra una armadura.
Los ruidos eran suficientes para despertar a todo el castillo.
-¿Los descubrieron?- dieron al tiempo los merodeadores y los gemelos Prewett
-Solo sigan leyendo- respondió ron.
—¡CORRED! —exclamó Harry, y los cuatro se lanzaron por la galería, sin darse la vuelta para ver si Filch los seguía. Pasaron por el quicio de la puerta y corrieron de un pasillo a otro, Harry delante, sin tener ni idea de dónde estaban o adónde iban. Se metieron a través de un tapiz y se encontraron en un pasadizo oculto, lo siguieron y llegaron cerca del aula de Encantamientos, que sabían que estaba a kilómetros del salón de trofeos.
—Creo que lo hemos despistado —dijo Harry, apoyándose contra la pared fría y secándose la frente. Neville estaba doblado en dos, respirando con dificultad.
—Te... lo... dije —añadió Hermione, apretándose el pecho—. Te... lo... dije.
-Las tres palabras favoritas de lunático- comentaron canuto- él siempre nos decía eso.
-Porque siempre me daban motivos- recalco el castaño.
—Tenemos que regresar a la torre Gryffindor —dijo Ron— lo más rápido posible.
—Malfoy te engañó —dijo Hermione a Harry—. Te has dado cuenta, ¿no? No pensaba venir a encontrarse contigo. Filch sabía que iba a haber gente en el salón de los trofeos. Malfoy debió de avisarle.
-Lo sabía- dijeron James y Sirius.
-Pero aunque lo hubieran sabido aun así habrían ido, y no creo que Harry hubiera actuado diferente- reclamo Lily mientras los hombres bajaban la cabeza, era muy cierto lo que decía- no sé como pero ya veré como quitarle esos defectos tuyos Potter.
Harry pensó que probablemente tenía razón, pero no iba a decírselo.
—Vamos.
No sería tan sencillo. No habían dado más de una docena de pasos, cuando se movió un pestillo y alguien salió de un aula que estaba frente a ellos.
Era Peeves. Los vio y dejó escapar un grito de alegría.
-Más problemas- exclamaron Gideon y Fabián.
—Cállate, Peeves, por favor... Nos vas a delatar.
Peeves cacareó.
—¿Vagabundeando a medianoche, novatos? No, no, no. Malitos, malitos, os agarrarán del cuellecito.
-ya no me agrada tanto ese Peeves- exclamo Sirius y los demás bromistas estuvieron de acuerdo.
—No, si no nos delatas, Peeves, por favor.
—Debo decírselo a Filch, debo hacerlo —dijo Peeves, con voz de santurrón, pero sus ojos brillaban malévolamente—. Es por vuestro bien, ya lo sabéis.
—Quítate de en medio —ordenó Ron, y le dio un golpe a Peeves. Aquello fue un gran error.
-Sin duda fue un error- hablo Remus- hay ciertas formas de tratarlo para que haga lo que quieres.
-¿Y usted como sabe eso?- pregunto McGonagall viendo su alumno.
-Profesora, este solo es un lobo vestido de oveja- comentó James risueño- él era tan travieso como nosotros, de otra forma no hubiéramos sido tan buenos amigos- aseguro ante la incredulidad de los del futuro que lo tuvieron de profesor.
—¡ALUMNOS FUERA DE LA CAMA! —Gritó Peeves—. ¡ALUMNOS FUERA DE LA CAMA, EN EL PASILLO DE LOS ENCANTAMIENTOS!
Pasaron debajo de Peeves y corrieron como para salvar sus vidas, recto hasta el final del pasillo, donde chocaron contra una puerta... que estaba cerrada.
—¡Estamos listos! —Gimió Ron, mientras empujaban inútilmente la puerta—. ¡Esto es el final!
-¿Cómo diablos salieron de esa?- exclamaron los gemelos Weasley que no veían solución.
-Solo sigue leyendo Fred- le recomendó Ron
Podían oír las pisadas: Filch corría lo más rápido que podía hacia el lugar de donde procedían los gritos de Peeves.
—Oh, muévete —ordenó Hermione. Cogió la varita de Harry, golpeó la cerradura y susurró—: ¡Alohomora!
-Oh, por esa razón usas tanto ese hechizo -comentó Ginny- porque fue el primero que te enseño Hermione- el pelirrojo enrojeció.
-Sí, ese y el hechizo levitatorio lo utiliza siempre que puede- comentó Fred.
-Por lo visto Hermione es una buena influencia pata ti- lo pico George.
-oh ya cancélense- les recrimino a sus hermanos avergonzado, pero la castaña (además de estar sorprendida) estaba viendo a Ron con una gran ternura.
El pestillo hizo un clic y la puerta se abrió. Pasaron todos, la cerraron rápidamente y se quedaron escuchando.
—¿Adónde han ido, Peeves? —Decía Filch—. Rápido, dímelo.
—Di «por favor».
Lo merodeadores comenzaron  reír por lo bajo.
-Se puede saber cuál es el chiste- pregunto Lily.
-Es que ese truco lo invento lunático- explico James.
-¿Qué?- dijeron todos los del futuro que lo veían como su serio profesor de DCAO
-Sí, cuando se hicieron prefectos-señalo a su amigo y a la pelirroja- pasaban mucho tiempo juntos por sus rondas, una vez le pregunte a mi amigo donde estaba Lily para ir a buscarla y me aplico esa broma.
-Lily era mi amiga y no quería que la estuviera molestado todo el tiempo así que- se excusó el licántropo
-Sorprendente- comentaron los gemelos Weasley.
—No me fastidies, Peeves. Dime adónde fueron.
—No diré nada si me lo pides por favor —dijo Peeves, con su molesta vocecita.
—Muy bien... por favor.
—¡NADA! Ja, ja. Te dije que no te diría nada si me lo pedías por favor. ¡Ja, ja!    —Y oyeron a Peeves alejándose y a Filch maldiciendo enfurecido.
-Siempre funciona sin importar de quien se trate-comentó Sirius
—Él cree que esta puerta está cerrada —susurro Harry—. Creo que nos vamos a escapar. ¡Suéltame, Neville! —Porque Neville le tiraba de la manga desde hacía un minuto—. ¿Qué pasa?
Harry se dio la vuelta y vio, claramente, lo que pasaba. Durante un momento, pensó que estaba en una pesadilla: aquello era demasiado, después de todo lo que había sucedido.
-¿Qué?, ¿qué es lo que había ahí?- dijo Lily
-Nada malo espero- agrego Molly.
Entonces Lily, Molly y Alice vieron a sus respectivos hijos buscando una respuesta pero estos solo bajaron la cabeza, eso no aminoro su angustia en lo más mínimo.
No estaban en una habitación, como él había pensado. Era un pasillo. El pasillo prohibido del tercer piso.
-¡¡O por Merlín!! - gritaron las madres- esa maldita suerte Potter- increpo Lily después de eso.
Y ya sabían por qué estaba prohibido.
Estaban mirando directamente a los ojos de un perro monstruoso, un perro que llenaba todo el espacio entre el suelo y el techo. Tenía tres cabezas, seis ojos enloquecidos, tres narices que olfateaban en dirección a ellos y tres bocas chorreando saliva entre los amarillentos colmillos.
Estaba casi inmóvil, con los seis ojos fijos en ellos, y Harry supo que la única razón por la que no los había matado ya era porque la súbita aparición lo había cogido por sorpresa. Pero se recuperaba rápidamente: sus profundos gruñidos eran inconfundibles.
-¿Qué hacen con esa cosa en el catillo?- grito Sirius preocupado.
-Es muy peligroso, en especial con tantos niños ahí- hablo Alice.
-El lugar estaba prohibido para los estuantes, creo que no se esperaba que hubiera algunos que romperían esa regla- comentó Dumbledore con simpleza.
Harry abrió la puerta. Entre Filch y la muerte, prefería a Filch.
Todos asintieron ante esa idea. Después de eso el pelirrojo leyó como salieron de ese lugar hasta que llegaron en frente del retrato.
—¿Dónde os habíais metido? —les preguntó, mirando sus rostros sudorosos y rojos y sus batas desabrochadas, colgando de sus hombros.
—No importa... Hocico de cerdo, hocico de cerdo —jadeó Harry, y el retrato se movió para dejarlos pasar. Se atropellaron para entrar en la sala común y se desplomaron en los sillones.
Pasó un rato antes de que nadie hablara. Neville, por otra parte, parecía que nunca más podría decir una palabra.
—¿Qué pretenden, teniendo una cosa así encerrada en el colegio? —Dijo finalmente Ron—. Si algún perro necesita ejercicio, es ése.
Las miradas se volvieron a dividir entre Sirius y Ron, al parecer ellos tenían muchas similitudes.
Hermione había recuperado el aliento y el mal carácter.
—¿Es que no tenéis ojos en la cara? —dijo enfadada—. ¿No visteis lo que había debajo de él?
-¿Sus patas?, las cabezas eran más preocupantes- exclamo James
—¿El suelo? —Sugirió Harry—. No miré sus patas, estaba demasiado ocupado observando sus cabezas.
James le sonrió a su hijo.
—No, el suelo no. Estaba encima de una trampilla. Es evidente que está vigilando algo.
-El paquete de la cámara setecientos trece- dijo de inmediato Lily sorprendiendo a los chicos tanto del pasado como del futuro.
-Entonces de ella heredaste eso he- le comento Ron.
-Sí, así parece- dijo sonriendo con orgullo el azabache menor.
Se puso de pie, mirándolos indignada.
—Espero que estéis satisfechos. Nos podía haber matado. O peor, expulsado. Ahora, si no os importa, me voy a la cama.
Las miradas incrédulas se posaron sobre Hermione.
-Hay vamos, en esa época tenia mis prioridades un poco revueltas- se defendió la chica un poco avergonzada.
Ron la contempló boquiabierto.
—No, no nos importa —dijo— Nosotros no la hemos arrastrado, ¿no?
Pero Hermione le había dado a Harry algo más para pensar, mientras se metía en la cama. El perro vigilaba algo... ¿Qué había dicho Hagrid? Gringotts era el lugar más seguro del mundo para cualquier cosa que uno quisiera ocultar... excepto tal vez Hogwarts.
Parecía que Harry había descubierto dónde estaba el paquetito arrugado de la cámara setecientos trece.
Ahora fue el turno de los del pasado en ver asombrados a Harry. Después de la impresión Lily miro de forma maternal al chico y le revolvió amorosamente su cabello dejándolo como a su padre, a pesar que no haber estado con él  mientras crecía, su hijo había heredo gran parte de sus padres y eso le gustaba.
-Otro capítulo interesante- hablo Alastor- por lo visto heredaste buenos instintos muchacho- los padres del aludido inflaron el pecho con orgullo.

-Bueno, creo que sería suficiente por hoy- hablo Dumbledore- hay mucha información que analizar y no lo logremos hacerlo si estamos agotados, la cena estará lista en un instante y cuando gusten, pueden salir a descansar. Les informo el director y actor siguiente lo platos se llenaron de comida nuevamente, algo que tanto Ron como Sirius agradecieron.

1 comentario: