-Era mi
turno- hablo Fabián tomando el libro- el titulo dice “el viaje desde el andén
nueve y tres cuartos”
-¡¡Sí!!
de aquí en adelante viene lo interesante- girito Sirius emocionado.
El último mes de Harry con los Dursley no fue
divertido. Es cierto que Dudley le tenía miedo y no se quedaba con él en la
misma habitación, y que tía Petunia y tío Vernon no lo encerraban en la alacena
ni lo obligaban a hacer nada ni le gritaban.
-Después
del susto que les dio Hagrid no me extraña.- comentó Gideon y todos los que
conocían la historia asintieron.
-Eso
sin duda es una mejoría-comento Lily- pero siento que también tiene un algo de
malo
-No
seas pesimista querida-hablo James- que podrían tener de malo
En realidad, ni siquiera le dirigían la
palabra. Mitad aterrorizados, mitad furiosos, se comportaban como si la silla
que Harry ocupaba estuviera vacía. Aunque aquello significaba una mejora en
muchos aspectos, después de un tiempo resultaba un poco deprimente.
-Hay mi
pobre bebe- comentó Lily con ternura acariciándole la mejilla, logrando que los amigos del joven se rieran en burla.
-Solo
por eso valió la pena que nos trajeran- comento Ron haciendo que el azabache lo
mirara mal.
-No
estaremos tan felices cuando se enteren de todo lo que hicimos- le rebatió
Harry haciendo que Hermione y el pelirrojo tragaran en seco.
-Ustedes
que están murmurando- pregunto James a lo que los tres jueves respondieron
nada.- si como no.
-Así
han sido por siete años, ya se acostumbraran- comento Ginny un poco divertida.
-¿Siempre
están ellos tres juntos?- le pregunto Lily.
-Si
siempre.
-No se ha
quien me recuerda- ironizó la mujer viendo a su novio y sus amigos.
Harry se quedaba en su habitación, con su nueva
lechuza por compañía. Decidió llamarla Hedwig, un nombre que encontró en Una
historia de la magia. Los libros del colegio eran muy interesantes. Por la
noche leía en la cama hasta tarde,
-¡¡ ¿Qué
qué?!! ¿Cómo es eso posible hijo?- grito James sin poderlo creer- ¿cómo que te
ponías a leer hasta tarde?
-Hay
que hacer algo cornamenta, lo genes de la pelirroja están ganado ¡auch!- grito
Sirius después de recibir un golpe en la cabeza.
-no hay
nada malo en que lea, al contrario, es muy bueno que lo haga- dijo con
aprobación la pelirroja
-Pero Lily…
-ya
déjalo cornamenta- recomendó Remus- sabes muy bien que no puedes ganarle.
Mientras Hedwig entraba y salía a su antojo
por la ventana abierta. Era una suerte que tía Petunia ya no entrara en la habitación,
porque Hedwig llevaba ratones muertos. Cada noche, antes de dormir, Harry
marcaba otro día en la hoja de papel que tenía en la pared, hasta el uno de
septiembre.
-La
misma impaciencia que su padre- comento Sirius.
El último día de agosto pensó que era mejor
hablar con sus tíos para poder ir a la estación de King Cross, al día siguiente.
Así que bajó al salón, donde estaban viendo la televisión. Se aclaró la
garganta, para que supieran que estaba allí, y Dudley gritó y salió corriendo.
-Una de
las pocas veces que hizo ejercicio- comentó Harry haciendo que muchos rieran.
-Malditos
muggles cobardes- increpo por lo bajo Severus, cuantas veces el paso por algo
similar.
—Hum... ¿Tío Vernon?
Tío Vernon gruñó, para demostrar que lo
escuchaba.
—Hum... necesito estar mañana en King Cross
para... para ir a Hogwarts.
Tío Vernon gruñó otra vez.
— ¿Podría ser que me lleves hasta allí?
Otro gruñido. Harry interpretó que quería
decir sí.
—Muchas gracias.
-Pero que
conversación tan conmovedora- ironizo Tonks
-Sí,
pero es mejor a que le estén gritado- agrego Remus.
-Un castigo
menos que tendrán.- termino Sirius.
-Al
menos por el momento- termino James.
Estaba a punto de volver a subir la escalera,
cuando tío Vernon finalmente habló.
—Qué forma curiosa de ir a una escuela de
magos, en tren. ¿Las alfombras mágicas estarán todas pinchadas?
-No están
permitidas en Londres- dijo Lily con seguridad.
-Además
como se pude pinchar una alfombra voladora- inicio Fred.
-Se
nota que ni siquiera sabe lo que es un chiste- lo apoyo George, como había
extrañado a su gemelo en ese tempo.
Harry no contestó nada.
— ¿Y dónde queda ese colegio, de todos modos?
—No lo sé —dijo Harry; dándose cuenta de eso
por primera vez. Sacó del bolsillo el billete que Hagrid le había dado
-Es
imposible que lo supieras criándote con ellos- comento Lily un tanto molesta-
es un lugar que solo conocen los magos, si trataras de buscar el castillo de
forma muggle solo verían un montón de ruinas.
—. Tengo que coger el tren que sale del andén
nueve y tres cuartos, a las once de la mañana —leyó.
Sus tíos lo miraron asombrados.
— ¿Andén qué?
—Nueve y tres cuartos.
—No digas estupideces —dijo tío Vernon—. No
hay ningún andén nueve y tres cuartos.
-Si lo
hay, solo que un grandísimo muggle como tú no sabría nunca donde esta- dijo
James.
-Mejor
para nosotros, ya tenemos mucha porquería con Voldy como para que él también llegue
a nuestro mundo- continúo con asco Sirius.
—Eso dice mi billete.
—Equivocados —dijo tío Vernon—. Totalmente
locos, todos ellos. Ya lo verás. Tú espera. Muy bien, te llevaremos a King
Cross. De todos modos, tenemos que ir a Londres mañana. Si no, no me
molestaría.
— ¿Por qué vais a Londres? —preguntó Harry
tratando de mantener el tono amistoso.
—Llevamos a Dudley al hospital —gruñó tío
Vernon—. Para que le quiten esa maldita cola antes de que vaya a Smeltings.
Nuevas carcajadas
se escucharon al nombrar la cola del primo de Harry.
-En
verdad Hagrid, te mereces un premio por lo que hiciste- comento uno de los
gemelos Prewett haciendo que su hermano los merodeadores y los gemelos Weasley asintieran.
Fabián
relato todo desde el momento en que Harry se levantó más temprano de lo que
debería gracias a la emoción, como el chico reviso que tenía todo, el viaje a
la estación de King Cross, hasta el
extraño comportamiento amable de Vernon cuando llegaron.
—Bueno, aquí estás, muchacho. Andén nueve,
andén diez... Tú andén debería estar en el medio, pero parece que aún no lo han
construido, ¿no?
-Por
eso tenía esa amabilidad- comenzó con molestia Sirius- ese maldito cerdo.
-Eso
amerita anotar otras líneas- acoto Remus- pásame el pergamino- lo pidió molesto
por la forma de tratar al chico.
-Petunia
no te dijo nada ¿cierto?- pregunto Lily a su hijo que negó con la caza- ¡¡esa
maltita arpía!!, ella sabía perfectamente como entrar al andén, Remus- le grito
a su amigo que compendio de inmediato y le pasaba el pergamino- ya arreglare
cuentas con ella cuando regrese- murmuro mientras se ponía a escribir.
-Y para
colmo de males nuestro gigantesco amigo tampoco te dijo nada- el aludido bajo
la mirada ante el comentario de Fabián.
-No
importo realmente, el que no supiera donde estaba el andén me permitió conocer
a unas de las personas más maravillosas que existen- comentó Harry haciendo que
lo vieran extraño, en especial cuando Ginny y Ron se sonrojaron un poco y los
gemelos le daban una reverencia.
Tenía razón, por supuesto. Había un gran
número nueve, de plástico, sobre un andén, un número diez sobre el otro y, en
el medio, nada.
—Que tengas un buen curso —dijo tío Vernon
con una sonrisa aún más torva. Se marchó sin decir una palabra más. Harry se
volvió y vio que los Dursley se alejaban. Los tres se reían. Harry sintió la boca
seca. ¿Qué haría? Estaba llamando la atención, a causa de Hedwig. Tendría que
preguntarle a alguien.
-Será
difícil, ningún muggle sabrá nada y pensaran que está loco- hablo Flitwick
Detuvo a un guarda que pasaba, pero no se
atrevió a mencionar el andén nueve y tres cuartos. El guarda nunca había oído
hablar de Hogwarts, y cuando Harry no pudo decirle en qué parte del país
quedaba, comenzó a molestarse, como si pensara que Harry se hacía el tonto a
propósito. Sin saber qué hacer, Harry le preguntó por el tren que salía a las
once, pero el guarda le dijo que no había ninguno. Al final, el guarda se
alejó, murmurando algo sobre la gente que hacía perder el tiempo.
-Debió
de ser muy desesperante- dijo por lo bajo Hermione para sus amigos.
-Fue
una suerte que llegáramos en ese momento- continuo Ron.
-Qué
bueno que en esa ocasión no estaban tan apurados como en nuestro segundo año- comentó
el azabache que recordó que tenían solo unos segundos para llegar.
-En
verdad siempre son así- se impresiono James- siempre murmurando entre ustedes
en su propio mundo- todos los chicos del futuro asintieron.
-Sí,
pero ahora sabremos que tanto se decían- apunto Neville asiendo que muchos sonrieran
Según el gran reloj que había sobre la tabla
de horarios de llegada, tenía diez minutos para coger el tren a Hogwarts y no
tenía idea de qué podía hacer. Estaba en medio de la estación con un baúl que
casi no podía transportar, un bolsillo lleno de monedas de mago y una jaula con
una lechuza.
Hagrid debió de olvidar decirle algo que
tenía que hacer, como dar un golpe al tercer ladrillo de la izquierda para entrar
en el callejón Diagon. Se preguntó si debería sacar su varita y comenzar a
golpear la taquilla, entre los andenes nueve y diez.
-En
verdad me apena mucho- acepto el gigante.
-Tu hiciste
mucho por mi ese día, no te preocupes- le aseguro con una mirada amable.
A Lily
le encanto ver eso, a pesar de que su vida con su hermana era un infierno eso
no influyó negativamente en su carácter, por primera vez sintió orgullo de
madre al contemplar lo bien portado que era ese joven frente a ella.
En aquel momento, un grupo de gente pasó por
su lado y captó unas pocas palabras.
—... lleno de muggles, por supuesto...
Harry se volvió para verlos. La que hablaba
era una mujer regordeta, que se dirigía a cuatro muchachos, todos con pelo de
llameante color rojo. Cada uno empujaba un baúl, como Harry, y llevaban una
lechuza.
-Eres
tu hermanita- comentó Fabián interrumpiendo la lectura.
-Y estas
llevando a tus muchos hijos al expreso- continuo Gideon.
Con el corazón palpitante, Harry empujó el
carrito detrás de ellos. Se detuvieron y los imitó, parándose lo bastante cerca
para escuchar lo que decían.
—Y ahora, ¿cuál es el número del andén? —dijo
la madre.
— ¡Nueve y tres cuartos! —Dijo la voz aguda
de una niña, también pelirroja, que iba de la mano de la madre—. Mamá, ¿no
puedo ir...?
—No tienes edad suficiente, Ginny Ahora estate
quieta. Muy bien, Percy, tú primero.
-Eras tú
cierto- pregunto James a Ginny que asintió.
-Ustedes
son las personas de la que hablo Harry- comentó Lily viendo a Molly que se sonrojo
al recordar lo bien que el chico había hablado de ellos.
El que parecía el mayor de los chicos se
dirigió hacia los andenes nueve y diez. Harry observaba, procurando no parpadear
para no perderse nada. Pero justo cuando el muchacho llegó a la división de los
dos andenes, una larga caravana de turistas pasó frente a él y, cuando se
alejaron, el muchacho había desaparecido.
-Sin
duda tienes de la peores suertes hermano comento con sorna Ron.
-Que
eso no te extrañe pelirrojo, si su padre aquí presente es exactamente igual-
comento Sirius señalando a su amigo.
-Eso y
los planes que siempre fracasan- apoyo para enojo del azabache Remus.
-Y no
olviden el estar en un mal lugar en el peor momento- tercio Hermione recordando
sus siete años de escuela.
-Por
merlín, ¿a ti también descubrían en alguna travesura?- pregunto Lily con
severidad viendo a su futuro hijo.
-No
exactamente- respondió el chico- pero eso ya lo iran leyendo
—Fred, eres el siguiente —dijo la mujer
regordeta.
—No soy Fred, soy George —dijo el muchacho—.
¿De veras, mujer, puedes llamarte nuestra madre? ¿No te das cuenta de que yo
soy George?
—Lo siento, George, cariño.
—Estaba bromeando, soy Fred —dijo el
muchacho, y se alejó.
-Son
como nosotros Gideon- exclamo feliz
-Lo se Fabián-
lo siguió su gemelo limpiándose una falsa lagrima de orgullo.
-Por
supuesto que sí, si ustedes fueron nuestros primeros modelos- hablo Fred.
-Y después
seguimos el camino de los merodeadores- continuo George haciendo que los
aludidos se sorprendieran.
-Por merlín
entonces ustedes serán iguales- exclamo la profesora al enterarse de que al
parecer en ninguna generación dejaría de soportar a los bromistas.
Debió pasar, porque un segundo más tarde ya
no estaba. Pero ¿cómo lo había hecho? Su hermano gemelo fue tras él: el tercer
hermano iba rápidamente hacia la taquilla y luego, súbitamente, no estaba en
ninguna parte.
No había nadie más.
—Discúlpeme —dijo Harry a la mujer regordeta.
—Hola, querido —dijo—. Primer año en
Hogwarts, ¿no? Ron también es nuevo.
Señaló al último y menor de sus hijos
varones. Era alto, flacucho y pecoso, con manos y pies grandes y una larga
nariz.
-Gracias
por la descripción amigo- ironizo el pelirrojo.
-Tranquilo
Ron- le dijo Hermione- tienes que aceptar
que así te veías, pero desde entonces has cambiado mucho- termino la joven haciendo
que el chico se relajara.
—Sí —dijo Harry—. Lo que pasa es que... es
que no sé cómo...
— ¿Cómo entrar en el andén? —preguntó
bondadosamente, y Harry asintió con la cabeza.
—No te preocupes —dijo—. Lo único que tienes
que hacer es andar recto hacia la barrera que está entre los dos andenes. No te
detengas y no tengas miedo de chocar, eso es muy importante. Lo mejor es ir
deprisa, si estás nervioso. Ve ahora, ve antes que Ron.
-Muchas
gracias Molly.
-No hay
de que Lily, es lo menos que podía
hacer- respondió la mujer.
—Hum... De acuerdo —dijo Harry.
Empujó su carrito y se dirigió hacia la
barrera. Parecía muy sólida.
Comenzó a andar. La gente que andaba a su
alrededor iba al andén nueve o al diez. Fue más rápido. Iba a chocar contra la
taquilla y tendría problemas. Se inclinó sobre el carrito y comenzó a correr
(la barrera se acercaba cada vez más). Ya no podía detenerse (el carrito estaba
fuera de control), ya estaba allí... Cerró los ojos, preparado para el
choque...
-¿Cómo
puede pensar eso?- pregunto un joven del pasado.
-Para
alguien que ha vivido entre muggles es muy difícil- comentó Hermione- no
estamos acostumbrados de que se puedan atravesar algunos muros.
Pero no llegó. Siguió rodando. Abrió los
ojos.
Una locomotora de vapor, de color escarlata,
esperaba en el andén lleno de gente. Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11
h». Harry miró hacia atrás y vio una arcada de hierro donde debía estar la
taquilla, con las palabras «Andén Nueve y Tres Cuartos».
-Después
de tantos años, sigue funcionando e igual de imponente a como lo recuerdo- comentó
Ted con añoranza.
-Es
verdaderamente majestuoso- apoyo Lily.
-La
mejor forma de llegar al colegio- comento Ron.
-Háganle
caso, lo dice pro experiencia- comento Ginny y los gemelos Weasley se rieron.
-¿Qué
es lo gracioso?- interrogo Remus.
-Eso
saldrá en el segundo libro- desvió el tema Hermione.
Lo había logrado.
El humo de la locomotora se elevaba sobre las
cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y
venían entre las piernas de la gente. Las lechuzas se llamaban unas a otras,
con un malhumorado ulular, por en-cima del ruido de las charlas y el movimiento
de los pesados baúles.
Los primeros vagones ya estaban repletos de
estudiantes, algunos asomados por las ventanillas para hablar con sus
familiares, otros discutiendo sobre los asientos que iban a ocupar.
-Y tú,
solo y triste como un perro- comento Remus.
-Hey,
que tienes contra los perros.
-Lo
mismo que siempre he tenido- comento el castaño,
Por un
momento Lily se sintió mal por el cometario, pero cuando vio cómo su hijo reía
por las peleas de ese par se sintió un poco mejor.
Harry empujó su carrito por el andén,
buscando un asiento vacío. Pasó al lado de un chico de cara redonda que decía:
—Abuelita, he vuelto a perder mi sapo.
—Oh, Neville —oyó que suspiraba la anciana.
-Abuela,
que no estamos contigo ese día- Frank miro al quesería su hijo.
-Muchas
cosas pasaron, a su tiempo lo sabrán- le dijo Neville, en algún momento se
enteraran de todo, pero aún no.
Un muchacho de pelos tiesos estaba rodeado
por un grupo.
—Déjanos mirar, Lee, vamos.
El muchacho levantó la tapa de la caja que
llevaba en los brazos, y los que lo rodeaban gritaron cuando del interior salió
una larga cola peluda.
-Excelente-
comentaron los gemelos Prewett y los merodeadores.
Harry se abrió paso hasta que encontró un
compartimiento vacío, cerca del final del tren. Primero puso a Hedwig y luego
comenzó a empujar el baúl hacia la puerta del vagón. Trató de subirlo por los
escalones, pero sólo lo pudo levantar un poco antes de que se cayera
golpeándole un pie.
-Auch-
creo que te hace falta un poco de ayuda ahijado- comentó Sirius.
-Cuando
cambiemos las cosas estaremos a tu lado para ayudarte- aseguro James.
-Sí,
incluso te cargaremos a ti hacia el asiento del vagón, ¿qué dices cachorro?- hablo con emoción el oji
gris.
-Que ya
estarían un poco viejos para lógralo no creen.
-Oye- dijeron
ofendidos los dos al unísono mientras los demás reían. Ese par nunca cambiaria.
— ¿Quieres que te eche una mano? —Era uno de
los gemelos pelirrojos, a los que había seguido a través de la barrera de los
andenes.
—Sí, por favor —jadeó Harry.
— ¡Eh, Fred! ¡Ven a ayudar!
Con la ayuda de los gemelos, el baúl de Harry
finalmente quedó en un rincón del compartimiento.
—Gracias —dijo Harry, quitándose de los ojos
el pelo húmedo.
— ¿Qué es eso? —dijo de pronto uno de los
gemelos, señalando la brillante cicatriz de Harry
-O no,
vieron tu cicatriz- comento Fabián.
-Eso no
era bueno- continuo Gideon con un sonrisa.
—Vaya—dijo el otro gemelo—. ¿Eres tú...?
—Es él —dijo el primero—. Eres tú, ¿no? —se
dirigió a Harry.
— ¿Quién? —preguntó Harry.
—Harry Potter —respondieron a coro.
—Oh, él —dijo Harry—. Quiero decir, sí, soy
yo.
-¿Que
solo eso?- dijeron los gemelos Prewett- si fue divertido pero ese momento
ameritaba una buena broma- continuo Gideon.
-Ustedes
cierren la boca- los reprendió Molly- no puedo creer que sean capaces de incítalos
a hacer tales cosas.
-¿Qué
esperaban estábamos sorprendidos?- comenzó Fred después del regaño de Molly.
-Nosotros
crecimos escuchado historias de él como si fuera un héroe- continuo Fred.
-Además
en ese tiempo ni siquiera lo conocíamos
-Pero
todo cambio cuando nos hicimos amigos.
Los dos muchachos lo miraron boquiabiertos y
Harry sintió que se ruborizaba. Entonces, para su alivio, una voz llegó a
través de la puerta abierta del compartimiento.
— ¿Fred? ¿George? ¿Estáis ahí?
—Ya vamos, mamá.
Con una última mirada a Harry, los gemelos
saltaron del vagón.
Harry se sentó al lado de la ventanilla.
Desde allí, medio oculto, podía observar a la familia de pelirrojos en el andén
y oír lo que decían. La madre acababa de sacar un pañuelo.
—Ron, tienes algo en la nariz.
-¿Por
qué todas la madres hacen eso?- pregunto James- mi madre siempre nos quería
limpiar la cara a Sirius y a mí.
-Era un
poco molesto la verdad- acepto al animago.
El menor de los varones trató de esquivarla,
pero la madre lo sujetó y comenzó a frotarle la punta de la nariz.
—Mamá, déjame —exclamó apartándose.
— ¿Ah, el pequeñito Ronnie tiene algo en su
naricita? —dijo uno de los gemelos.
—Cállate —dijo Ron.
— ¿Dónde está Percy? —preguntó la madre.
—Ahí viene.
El mayor de los muchachos se acercaba a
ellos. Ya se había puesto la ondulante túnica negra de Hogwarts, y Harry notó
que tenía una insignia plateada en el pecho, con la letra P
-¡¡NOOOO!!-
gritaron con dramatismo los gemelos Prewet- como pudieron criar a un prefecto.
-he dicho
que cierren la boca- les reprimo Molly.
—No me puedo quedar mucho, mamá —dijo—. Estoy
delante, los prefectos tenemos dos compartimientos...
—Oh, ¿tú eres un prefecto, Percy? —Dijo uno
de los gemelos, con aire de gran sorpresa—. Tendrías que habérnoslo dicho, no
teníamos idea.
—Espera, creo que recuerdo que nos dijo algo
—dijo el otro gemelo—. Una vez...
—O dos...
—Un minuto...
—Todo el verano...
-Son
fantásticos chicos- alabaron los gemelos Prewett y los merodeadores mientras los pelirrojos se ponían a hacer reverencias.
—Oh, callaos —dijo Percy, el prefecto.
—Y de todos modos, ¿por qué Percy tiene
túnica nueva? —dijo uno de los gemelos.
—Porque él es un prefecto—dijo afectuosamente
la madre—. Muy bien, cariño, que tengas un buen año. Envíame una lechuza cuando
llegues allá.
Besó a Percy en la mejilla y el muchacho se
fue. Luego se volvió hacia los gemelos.
-Yo le había
dado otra cosa- dijo con malignidad Sirius.
-¿Cómo qué?-
dijeron los gemelos.
-Cuando
Remus se hizo prefecto le regale una pluma que escupía tinta roja a la cara de
su portador- los gemelos se pusieron a reír- ¿lo recuerdas Lupin?.
-Y tu
recuerdas el mega purgante que te di a beber- contraataco el castaño- el que te
obligo a usar pañal por una semana- las risas se incrementaron aún más.
-En
serio paso eso- interrogó Harry entre risas y su padre asintió.
-¿De dónde
sacaron esas cosas?- interrogo Fred.
-Sirius
compro la pluma en Zonco y yo ayude a Remus a preparar el súper purgante- respondió
Lily sorprendiendo a todos.
-Nos podría
decir como lo hizo señora Potter- la mujer se sorprendió que le dijeran así- sería
fantástico para nuestra tienda de bromas.
-Tienen
una tienda de bromas- se impresionaron los merodeadores y los gemelos Prewett.
-Sí, y modestia
aparte es de las mejores- aseguro Fred inflando el pecho.
—Ahora, vosotros dos... Este año os tenéis
que portar bien. Si recibo una lechuza más diciéndome que habéis hecho...
estallar un inodoro o...
— ¿Hacer estallar un inodoro? Nosotros nunca
hemos hecho nada de eso.
—Pero es una gran idea, mamá. Gracias.
-¿Lo hicieron?-
les preguntaron varios ante la mirada reprobatoria de la señora Weasley.
-Lo intentamos
pero no pudimos- aceptaron un poco tristes.
—No tiene gracia. Y cuidad de Ron.
—No te preocupes, el pequeño Ronnie estará
seguro con nosotros.
-Si
como no, tengo un par de cicatrices que dicen lo contrario hermanitos- ironizo
el pelirrojo a lo que sus hermanos bajaron la cabeza avergonzados.
—Cállate —dijo otra vez Ron. Era casi tan
alto como los gemelos y su nariz todavía estaba rosada, en donde su madre la
había frotado.
—Eh, mamá, ¿adivinas a quién acabamos de ver
en el tren?
Harry se agachó rápidamente para que no lo
descubrieran.
— ¿Os acordáis de ese muchacho de pelo negro
que estaba cerca de nosotros, en la estación? ¿Sabéis quién es?
— ¿Quién?
— ¡Harry Potter!
Harry oyó la voz de la niña.
-¿Nos
podríamos saltar la siguiente parte?-pregunto Ginny que se empezaba a poner
roja.
-¿Por
qué sobrinita?- pregunto Fabián con una sonrisa, pero no recibió respuesta.
-Dumbledore
dijo que no podíamos saltarnos los pequeños detalles, así que ni modo- continúo
Gideon con media sonrisa.
—Mamá, ¿puedo subir al tren para verlo? ¡Oh,
mamá, por favor...!
Varias
risas comenzaron a escucharse en a lo largo del gran comedor.
-Por lo
visto tiene una fan pequeño- se burló Sirius.
-Es una
suerte que sea pelirroja, será más fácil para ti de lo que fue para mí- comentó
James ante la extrañeza de muchos.
—Ya lo has visto, Ginny y, además, el pobre
chico no es algo para que lo mires como en el zoológico. ¿Es él realmente,
Fred? ¿Cómo lo sabes?
—Se lo pregunté. Vi su cicatriz. Está
realmente allí... como iluminada.
—Pobrecillo... No es raro que esté solo. Fue
tan amable cuando me preguntó cómo llegar al andén...
—Eso no importa. ¿Crees que él recuerda cómo
era Quien-tú-sabes?
La madre, súbitamente, se puso muy seria.
-Y no
es para menos, él ha sufrido de mucho y lo último que necesita es que ustedes
salgas con esas tonterías- dijo con decisión Molly.
—Te prohíbo que le preguntes, Fred. No, no te
atrevas. Como si necesitara que le recuerden algo así en su primer día de
colegio.
—Está bien, quédate tranquila.
Se oyó un silbido.
—Daos prisa —dijo la madre, y los tres chicos
subieron al tren. Se asomaron por la ventanilla para que los besara y la
hermanita menor comenzó a llorar.
—No llores, Ginny, vamos a enviarte muchas
lechuzas.
—Y un inodoro de Hogwarts.
-Porque
no mejor un autógrafo de Harry- sugirió Sirius y tanto Harry como Ginny lo
fulminaron con la mirada.
-¿Cómo
no se nos ocurrió?- dijeron al unísono los gemelos Weasley.
— ¡George!
—Era una broma, mamá.
El tren comenzó a moverse. Harry vio a la
madre de los muchachos agitando la mano y a la hermanita, mitad llorando, mitad
riendo, corriendo para seguir al tren, hasta que éste comenzó a acelerar y
entonces se quedó saludando.
Harry observó a la madre y la hija hasta que
desaparecieron, cuando el tren giró. Las casas pasaban a toda velocidad por la ventanilla.
Harry sintió una ola de excitación. No sabía lo que iba a pasar... pero sería
mejor que lo que dejaba atrás.
-Sin
duda fue mejor- dijo Harry- pasamos por muchas cosas difíciles, pero siempre
fue mejor que estar con los Dursley
-¿Qué
clase de situaciones difícil?- pregunto Lily con voz entre cortante, pues algo
le decía que nada tenía que ver con los estudios.
-Ya lo
descubrirán conforme avancemos.
La puerta del compartimiento se abrió y entró
el menor de los pelirrojos.
— ¿Hay alguien sentado ahí? —Preguntó,
señalando el asiento opuesto a Harry—. Todos los demás vagones están llenos.
Harry negó con la cabeza y el muchacho se
sentó. Lanzó una mirada a Harry y luego desvió la vista rápidamente hacia la
ventanilla, como si no lo hubiera estado observando. Harry notó que todavía
tenía una mancha negra en la nariz.
-Si se
hubiera dejado, se la podría haber limpiado- comentaron Molly que recibió el
apoyo de Andrómeda que tenía el mismo problema con su hija.
-Es que
ustedes exageran- rebatió Dora como defensa cuando observo a su madre que le
daba la razón a la pelirroja.
-Lo que
tú digas hija, y por cierto, el niño tiene una macha en la cara- señalo al
pequeño Teddy que se había quedado dormido.
La
metamorfomaga fijo la vista en el rostro del bebe y en efecto tenía una mancha,
con delicadeza tomo un trapo y tal como lo habían hecho Molly y Andrómeda en su
momento, ella le limpio el rostro a la criatura. Andrómeda no pudo evitar
pensar, que eso era una reacción natural en toda madre.
—Eh, Ron.
Los gemelos habían vuelto.
—Mira, nosotros nos vamos a la mitad del
tren, porque Lee Jordan tiene una tarántula gigante y vamos a verla.
—De acuerdo —murmuró Ron.
—Harry —dijo el otro gemelo—, ¿te hemos dicho
quiénes somos? Fred y George Weasley. Y él es Ron, nuestro hermano. Nos veremos
después, entonces.
—Hasta luego —dijeron Harry y Ron. Los
gemelos salieron y cerraron la puerta.
-Valla
presentación chicos- ironizó Bill.
-Es que
teníamos prisa- se defendió George
-Además
ahí estaba Ronnie para cubrimos- aseguro Fred.
— ¿Eres realmente Harry Potter? —dejó escapar
Ron.
Harry asintió.
—Oh... bien, pensé que podía ser una de las
bromas de Fred y George —dijo Ron—. ¿Y realmente te hiciste eso... ya sabes...?
Señaló la frente de Harry.
Harry se levantó el flequillo para enseñarle
la luminosa cicatriz. Ron la miró con atención.
— ¿Así que eso es lo que Quien-tú-sabes...?
-¡¡Ronald
Wesley!! –el grito sorprendió y asusto a más de uno- no les dije específicamente que no le
preguntaran de ese tema.
-Bueno,
en teoría nos pediste que no le preguntamos si recordaba cómo era, además después
el me respondió por su cuenta.
-¡¡¡Y
eso lo justifica!!!- grito con más fuerza.
-Hay Ron,
después de tantos aun no sabes que no debes discutir con una pelirroja- le dijo
Sirius.
-Háganle
caso, él tiene muchas cicatrices que lo prueban- agrego Lily un poco molesta- y
si no se calla tendrá otra.
El
hombre gurdo silencio y permitieron que Fabián reanudara la lectura.
—Sí —dijo Harry—, pero no puedo recordarlo.
— ¿Nada? —dijo Ron en tono anhelante.
-¡¡¡RONALD!!!-
se volvió a escuchar.
-Lo siento-
se disculpó, sin duda esa era mejor estrategia.
—Bueno... recuerdo una luz verde muy intensa,
pero nada más.
—Vaya —dijo Ron. Contempló a Harry durante
unos instantes y luego, como si se diera cuenta de lo que estaba haciendo, con
rapidez volvió a mirar por la ventanilla.
— ¿Sois una familia de magos? —preguntó
Harry, ya que encontraba a Ron tan interesante como Ron lo encontraba a él.
El pelirrojo
boleto a ver a su amigo, él nunca había mencionado ese pequeño detalle de
cuando se conocieron, sin poder evitarlo se sintió un poco mal por lo celos que
había sentido de él en su cuarto año.
—Oh, sí, eso creo —respondió Ron—. Me parece
que mamá tiene un primo segundo que es contable, pero nunca hablamos de él.
—Entonces ya debes de saber mucho sobre
magia.
Era evidente que los Weasley eran una de esas
antiguas familias de magos de las que había hablado el pálido muchacho del
callejón Diagon.
-Podrá
ser antigua, pero nunca se compara a los Malfoy- increpo Lucius ante eso.
-Eso es
cierto, tu familia sin lugar a dudas es una porquería- increpo Sirius haciendo
que un rubio agachara la cabeza, no le gustaba que dijeron eso, pero en cierto
modo era cierto.
-Tu
cállate Black, un traidor de la sangre como tú no tiene derecho a…- se levantó
de su asiento seguido por Sirius listo para hacerle frente
-Silencio-
los callo Dumbledore- los dos deben tranquilarse, cuando términos los libros
podrán arreglar sus diferencias- los hombres obedecieron al director y se sentaron
sin mirar con desafío al otro.
—Oí que te habías ido a vivir con muggles
—dijo Ron—. ¿Cómo son?
—Horribles... Bueno, no todos ellos. Mi tía,
mi tío y mi primo sí lo son. Me hubiera gustado tener tres hermanos magos.
—Cinco —corrigió Ron. Por alguna razón
parecía deprimido—. Soy el sexto en nuestra familia que va a asistir a
Hogwarts. Podrías decir que tengo el listón muy alto. Bill y Charlie ya han
terminado. Bill era delegado de clase y Charlie era capitán de quidditch. Ahora
Percy es prefecto. Fred y George son muy revoltosos, pero a pesar de eso sacan
muy buenas notas y todos los consideran muy divertidos. Todos esperan que me
vaya tan bien como a los otros, pero si lo hago tampoco será gran cosa, porque
ellos ya lo hicieron primero. Además, nunca tienes nada nuevo, con cinco hermanos.
Me dieron la túnica vieja de Bill, la varita vieja de Charles y la vieja rata
de Percy
-Ya veo
porque se sentía tan mal en esa época- comento Bill.
-Sí, y
dudo que la actitud de Percy y los gemelos lo ayudara a superar sus
inseguridades- continuo Charlie murmurando entre ellos.
Ron buscó en su chaqueta y sacó una gorda
rata gris, que estaba dormida.
Los
chicos del futro bufaron cuando mencionaron a esa maldita rata, tres años y no
tenía idea de quien era en realidad.
—Se llama Scabbers y no sirve para nada, casi
nunca se despierta. A Percy, papá le regaló una lechuza, porque lo hicieron
prefecto, pero no podían comp... Quiero decir, por eso me dieron a Scabbers. Las
orejas de Ron enrojecieron. Parecía pensar que había hablado demasiado, porque
otra vez miró por la ventanilla.
Harry no creía que hubiera nada malo en no
poder comprar una lechuza. Después de todo, él nunca había tenido dinero en
toda su vida, hasta un mes atrás, así que le contó a Ron que había tenido que
llevar la ropa vieja de Dudley y que nunca le hacían regalos de cumpleaños. Eso
pareció animar a Ron.
-De
hecho si me hizo sentir mejor- confeso este- en ese tiempo pensaba que eras muy
diferente a quien eres en verdad, pensé que serías más creído y
egocéntrico-admitió el pelirrojo.
-En
otras palabras pensabas que era igual a James- comentó Sirius
-¡¡Oye!!
-reclamo el aludido.
-No veo
porque te enojas, fuiste, eres y lamentablemente seguirás siendo nuestro egocéntrico
favorito- dijo Remus.
Todo se
comenzaron a reír aunque algunos de ellos, como Snape bufaron por las palabras
dichas, ya que sin importar que ese tipo fuera así de insufrible, tenía el
corazón de la querida pelirroja y eso no lo podría aceptar nunca.
—... y hasta que Hagrid me lo contó, yo no
tenía idea de que era mago, ni sabía nada de mis padres o Voldemort...
Ron bufó.
—¿Qué? —dijo Harry.
—Has pronunciado el nombre de Quien-tú-sabes
—dijo Ron, tan conmocionado como impresionado—. Yo creí que tú, entre todas las
personas...
-Es
solo un nombre Ron, eso no importa en lo absoluto- dijo Lily tranquilamente.
-No en
el tiempo de que venimos- comento por lo bajo pero nadie lo escucho.
—No estoy tratando de hacerme el valiente, ni
nada por el estilo, al decir el nombre —dijo Harry—. Es que no sabía que no
debía decirlo. ¿Ves lo que te decía? Tengo muchísimas cosas que aprender...
Seguro —añadió, diciendo por primera vez en voz alta algo que últimamente lo
preocupaba mucho—, seguro que seré el peor de la clase.
—No será así. Hay mucha gente que viene de
familias muggles y aprende muy deprisa.
-Y sigo
manteniendo lo que dije- hablo Ron enviándole una mirada tierna a Hermione que
se sonrojo.
-Muy
cierto, como aquí mi querida pelirroja que es un claro ejemplo- comentó James
abrazando a su novia con ternura.
Mientras conversaban, el tren había pasado
por campos llenos de vacas y ovejas. Se quedaron mirando un rato, en silencio,
el paisaje.
A eso de las doce y media se produjo un
alboroto en el pasillo, y una mujer de cara sonriente, con hoyuelos, se asomó y
les dijo:
— ¿Queréis algo del carrito, guapos?
Harry, que no había desayunado, se levantó de
un salto, pero las orejas de Ron se pusieron otra vez coloradas y murmuró que
había llevado bocadillos. Harry salió al pasillo.
Cuando vivía con los Dursley nunca había
tenido dinero para comprarse golosinas y, puesto que tenía los bolsillos repletos
de monedas de oro, plata y bronce, estaba listo para comprarse todas las barras
de chocolate que pudiera llevar. Pero la mujer no tenía Mars. En cambio, tenía
Grageas Bertie Bott de Todos los Sabores, chicle, ranas de chocolate, empanada
de calabaza, pasteles de caldero, varitas de regaliz y otra cantidad de cosas
extrañas que Harry no había visto en su vida. Como no deseaba perderse nada,
compró un poco de todo y pagó a la mujer once sickles de plata y siete knuts de
bronce.
Ron lo miraba asombrado, mientras Harry
depositaba sus compras sobre un asiento vacío.
—Tenías hambre, ¿verdad?
—Muchísima —dijo Harry, dando un mordisco a
una empanada de calabaza.
Ron había sacado un arrugado paquete, con
cuatro bocadillos. Separó uno y dijo:
—Mi madre siempre se olvida de que no me
gusta la carne en conserva.
-Oh en
serio lo lamento Ron- dijo la mujer apenada.
-No
importa, somos demasiados como para esperar que todo fuera perfecto, por lo
menos siempre podíamos presumir que teníamos algo hecho con amor- comento Ron
lo que dejo impresionados a muchos.
-De
donde salieron esas palabras maduras Ron Weasley- pregunto divertida la castaña.
-Siempre
con ese tono de sorpresa no Hermione- le respondió de la misma forma.
—Te la cambio por uno de éstos —dijo Harry,
alcanzándole un pastel—. Sírvete...
—No te va a gustar, está seca —dijo Ron—.
Ella no tiene mucho tiempo —añadió rápidamente—... Ya sabes, con nosotros
cinco.
—Vamos, sírvete un pastel —dijo Harry, que
nunca había tenido nada que compartir o, en realidad, nadie con quien compartir
nada.
Varias
aclamaciones de pena surgieron en el comedor, especialmente de las chicas que
no podían creer la vida tan caótica que había tenido ese joven.
Era una agradable sensación, estar sentado
allí con Ron, comiendo pasteles y dulces (los bocadillos habían quedado
olvidados).
-Ese
fue tu primer amigo verdad- dijo Lily con un poco de pena. El azabache asintió.
-Es
bueno saberlo, así lo podremos invitar a tus cumpleaños incluso antes de que
sepan hablar- comentó James con una sonrisa..
-Son
muy amables, y desde luego ustedes también estáran invitados cuando nazca Ron-
les dijo con amabilidad Molly.
— ¿Qué son éstos? —Preguntó Harry a Ron,
cogiendo un envase de ranas de chocolate—. No son ranas de verdad,
¿no?—Comenzaba a sentir que nada podía sorprenderlo.
—No —dijo Ron—. Pero mira qué cromo tiene. A
mí me falta Agripa.
— ¿Qué?
—Oh, por supuesto, no debes saber... Las
ranas de chocolate llevan cromos, ya sabes, para coleccionar, de brujas y magos
famosos. Yo tengo como quinientos, pero no consigo ni a Agripa ni a Ptolomeo.
Harry desenvolvió su rana de chocolate y sacó
el cromo. En él estaba impreso el rostro de un hombre. Llevaba gafas de media
luna, tenía una nariz larga y encorvada, cabello plateado suelto, barba y
bigotes. Debajo de la foto estaba el nombre: Albus Dumbledore.
-Valla,
que te salga Dumbledore en tu primer cromo- comentó Dora- yo ya lo tengo
repetido cinco veces.
-Y solo
están guardados y acumulando polvo- dijo con molestia Andrómeda.
-¿Por
qué no haces lo que lunático sobrina?- sugirió Sirius- él se ponía a regalar
todos sus cromos a quien fuera,
-Eso no
es cierto canuto-reabrió el castaño- cuando me salía uno que no tenía lo
guardaba.
-Entonces
solo tienes uno de cada uno- pregunto la peli rosa.
-Sí, me
importan más los chocolates que los cromos- acepto el hombre.
-Deberías
de aprender algo de él Nymphadora- la acuso su madre.
La
chica volteo los ojos exasperada por que la llamaran por su nombre, por otro
lado los gemelos Weasley escucharon con cierta atención la conversación,
lunático, canuto, que no eran esos los nombres de los merodeadores, sería
posible que ellos fueran sus grandes ídolos.
— ¡Así que éste es Dumbledore! —dijo Harry.
— ¡No me digas que nunca has oído hablar de
Dumbledore! —Dijo Ron—. ¿Puedo servirme una rana? Podría encontrar a Agripa...
Gracias...
Harry dio la vuelta a la tarjeta y leyó:
Albus
Dumbledore, actualmente director de Hogwarts. Considerado por casi todo el
mundo Como el más grande mago del tiempo presente, Dumbledore es
particularmente famoso por derrotar al mago tenebroso Grindelwald en 1945, por
el descubrimiento de las doce aplicaciones de la sangre de dragón, y por su
trabajo en alquimia con su compañero Nicolás Flamel. El profesor Dumbledore es
aficionado a la música de cámara y a los bolos.
-Usted
juega bolos profesor- pregunto Dora.
-Así es
jovencita, me parece algo muy entretenido- respondió con simpleza.
Harry dio la vuelta otra vez al cromo y vio,
para su asombro, que el rostro de Dumbledore había desaparecido.
— ¡Ya no está!
—Bueno, no iba a estar ahí todo el día —dijo
Ron—. Ya volverá. Vaya, me ha salido otra vez Morgana y ya la tengo seis veces
repetida... ¿No la quieres? Puedes empezar a coleccionarlos.
Los ojos de Ron se perdieron en las ranas de
chocolate, que esperaban que las desenvolvieran.
-Ronald
no seas avaricioso- recrimino Percy.
-Y de
entre todos, mira quien fue hablar- le rebatió este a su hermano que enrojeció.
—Sírvete —dijo Harry—. Pero oye, en el mundo
de los muggles la gente se queda en las fotos.
-¿Eso
hacen?, ¿en serio no se mueven para nada?- pregunto Arthur impresionado- eso es
muy extraño.
— ¿Eso hacen? Cómo, ¿no se mueven? —Ron
estaba atónito—. ¡Qué raro!
Las
risas se hicieron presentes al leer la reacción del menor de los Weasley.
-Sin
duda es hijo de su padre- comentó Gideon.
-Es
bueno saber que no niega su procedencia- se burló Fabián.
Harry miró asombrado, mientras Dumbledore
regresaba al cromo y le dedicaba una sonrisita. Ron estaba más interesado en
comer las ranas de chocolate que en buscar magos y brujas famosas, pero Harry
no podía apartar la vista de ellos. Muy pronto tuvo no sólo a Dumbledore y
Morgana, sino también a Ramón Llull, al rey Salomón, Circe, Paracelso y Merlín.
Hasta que finalmente apartó la vista de la druida Cliodna, que se rascaba la
nariz, para abrir una bolsa de grageas de todos los sabores.
—Tienes que tener cuidado con ésas —lo
previno Ron—. Cuando dice «todos los sabores», es eso lo que quiere decir. Ya
sabes, tienes todos los comunes, como chocolate, menta y naranja, pero también
puedes encontrar espinacas, hígado y callos. George dice que una vez encontró una
con sabor a duende.
-Ronnie
esa solo era una broma-dijo George
-En
verdad te lo creíste- continúo Fred
-Pero
es cierto- increpo Sirius- tal vez no sabor a duende, pero si hay sabores demasiado
desagradables.
-Sí, está
dentro de las cinco cosas que nunca hay que hacer- dijo James.
-¿Qué?-
preguntaron los del trio al mismo tiempo- ¿qué eso de “las cinco cosas que no
haya que hacer”?- continuo Hermione.
-Yo me
he preguntado los mismo- comentó Dora que estaba meciendo a Teddy- ya es la
tercera vez que lo mencionan.
-Es una
lista que hicimos en tercero- Respondió Remus- son cinco cosas que jamás haríamos.
-¿Y cuáles
son esas cinco cosas?- preguntaron los gemelos Weasley
-La
primera es, nunca hacerle cosquillas a un dragón dormido- explico James- esas
sabias palabras incluso está en el lema del colegio- muchos rieron por su
explicación.
-La
segunda es nunca a tacar a un profesor- dijo esta vez Remus- y por si lo dudan
yo agregue esa parte.
-La
tercera es nunca comer una gragea de color marrón obscuro o algún color extraño
de esos- agrego Sirius con asco- una ocasión comí una como entre gris y verde
-¿Y a
que sabía?- preguntaron los gemelos Prewett.
-Era
como calcetines sucios y baño sin limpiar- izo asco al recordarlo
-Sabor
a Trol- comentó Ron sin pensarlo.
-¿Y tu
como sabes a qué sabe un trol sobrino?- lo pico Gideon risueño.
-Porque
a eso huelen, verdad Harry- este lo vio de forma sombría.
-Ronald
Weasley/Harry Potter como saben a qué huele un trol- increparon Molly y Lily al
mismo tiempo. Los amigos solo se encogieron en su lugar.
-Después
lo descubrirán- comentó Harry con la poca voz que tenía- y ¿cuál es la cuarta
cosa que no se debe hacer?
-La cuarta
es no irrumpir en Gringotts-dijo Lily sin quitar su expresión de molestia.
-Y la
quita la hizo tu tío, nunca insultar Dumbledore, en especial en presencia de
alguien como Hagrid- termino Sirius.
El trio
escucho todo con curiosidad, pero al momento de que les terminaron de explicar
un pequeño miedo se instauro en ellos, qué pensarían los presentes cuando se
enteraran que hicieron dos de esas cinco cosas que nuca deberían hacer.
Ron eligió una verde, la observó con cuidado
y mordió un pedacito.
—Puaj... ¿Ves? Coles.
Pasaron un buen rato comiendo las grageas de
todos los sabores. Harry encontró tostadas, coco, judías cocidas, fresa, curry,
hierbas, café, sardinas y fue lo bastante valiente para morder la punta de una
gris, que Ron no quiso tocar y resultó ser pimienta.
-Bueno
esas son más normales que las de nuestro tiempo- comento aliviado Remus.
-supongo
que recibieron muchas lechuzas con reclamaciones- razono Ted
En aquel momento, el paisaje que se veía por
la ventanilla se hacía más agreste. Habían desaparecido los campos cultivados y
aparecían bosques, ríos serpenteantes y colinas de color verde oscuro.
Se oyó un golpe en la puerta del
compartimiento, y entró el muchacho de cara redonda que Harry había visto al
pasar por el andén nueve y tres cuartos. Parecía muy afligido.
—Perdón —dijo—. ¿Por casualidad no habréis
visto un sapo?
Cuando los dos negaron con la cabeza, gimió.
-Ese
eres tu Neville- pregunto Alice al recordar que buscaba un sapo en el andén.
-sí,
esa fue la primera vez nos vimos- comentó sin darle importancia.
— ¡La he perdido! ¡Se me escapa todo el
tiempo!
—Ya aparecerá —dijo Harry.
—Sí —dijo el muchacho apesadumbrado—. Bueno,
si la veis...
Se fue.
—No sé por qué está tan triste —comentó Ron—.
Si yo hubiera traído un sapo lo habría perdido lo más rápidamente posible.
-Perdón
por el comentario amigo- se disculpó Ron.
-Descuida,
eso ya paso.
Aunque en realidad he traído a Scabbers, así
que no puedo hablar.
La rata seguía durmiendo en las rodillas de
Ron.
—Podría estar muerta y no notarías la
diferencia —dijo Ron con disgusto—. Ayer traté de volverla amarilla para hacerla
más interesante, pero el hechizo no funcionó. Te lo voy a enseñar, mira...
Revolvió en su baúl y sacó una varita muy
gastada. En algunas partes estaba astillada y, en la punta, brillaba algo
blanco.
-Sabes
tal vez deberíamos de haber ahorrado para cómprale una nueva cuando fuera el
momento-comento en un susurro Charlie a Bill que asintió, como los hermanos
mayores sentía que era su deber ayudar a sus demás hermanos.
—Los pelos de unicornio casi se salen. De
todos modos... Acababa de coger la varita cuando la puerta del compartimiento
se abrió otra vez. Había regresado el chico del sapo, pero llevaba a una niña
con él. La muchacha ya llevaba la túnica de Hogwarts.
— ¿Alguien ha visto un sapo? Neville perdió
uno —dijo. Tenía voz de mandona, mucho pelo color castaño y los dientes de
delante bastante largos.
-¡¡Harry!!-
grito la chica inconforme con su descripción.
-Lo
siento Hermione- se disculpó este
-Hermione
tienes que aceptar que así te veías, pero desde entonces has cambiado mucho-
repitió Ron las palabras que ella le había dicho con anterioridad.
Al no
poder defenderse de su propia lógica se sentó con los brazos cruzados mientras
Ron la abrazaba por los hombros para que no estuviera tan molesta.
—Ya le hemos dicho que no —dijo Ron, pero la
niña no lo escuchaba. Estaba mirando la varita que tenía en la mano.
—Oh, ¿estás haciendo magia? Entonces vamos a
verlo.
Se sentó. Ron pareció desconcertado.
—Eh... de acuerdo. —Se aclaró la garganta—. «Rayo
de sol, margaritas, volved amarilla a esta tonta ratita.»
-Ron,
esa era una…-comenzaron los gemelos.
-Una
broma lo sé, pero a esa edad como querían que lo supiera- se defendió el
pelirrojo
Agitó la varita, pero no sucedió nada.
Scabbers siguió durmiendo, tan gris como siempre.
— ¿Estás seguro de que es el hechizo
apropiado? —Preguntó la niña—. Bueno, no es muy efectivo, ¿no? Yo probé unos
pocos sencillos, sólo para practicar, y funcionaron. Nadie en mi familia es
mago, fue toda una sorpresa cuando recibí mi carta, pero también estaba muy
contenta, por supuesto, ya que ésta es la mejor escuela de magia, por lo que
sé. Ya me he aprendido todos los libros de memoria, desde luego, espero que eso
sea suficiente... Yo soy Hermione Granger. ¿Y vosotros quiénes sois?
-Es
otra Lily Evans- grito Sirius- la única diferencia es que ella es castaña.
-Sirius-
le recrimino la joven.
-Pero
es cierto, es idéntica a ti.
-No dudo
que sea lista y determinada, algo de lo tu podrías aprender- le dijo haciendo
que se enfurruñara molesto y que los demás rieran por lo bajo.
Dijo todo aquello muy rápidamente.
Harry miró a Ron y se calmó al ver en su
rostro aturdido que él tampoco se había aprendido todos los libros de memoria.
—Yo soy Ron Weasley —murmuró Ron.
—Harry Potter —dijo Harry.
— ¿Eres tú realmente? —Dijo Hermione—. Lo sé
todo sobre ti, por supuesto, conseguí unos pocos libros extra para prepararme
más y tú figuras en Historia de la magia moderna, Defensa contra las Artes
Oscuras y Grandes eventos mágicos del siglo XX.
-Ya
tienes dos admiradoras, y a tan corta edad- comento Sirius con su sonrisa
fanfarrona.
-Estoy
tan orgulloso de ti hijo- dijo en James mientras se secaba una lagrima falsa.
— ¿Estoy yo? —dijo Harry, sintiéndose
mareado.
—Dios mío, no lo sabes. Yo en tu lugar habría
buscado todo lo que pudiera —dijo Hermione—. ¿Sabéis a qué casa vais a ir?
Estuve preguntando por ahí y espero estar en Gryffindor, parece la mejor de
todas. Oí que Dumbledore estuvo allí, pero supongo que Ravenclaw no será tan mala...
De todos modos, es mejor que sigamos buscando el sapo de Neville. Y vosotros
dos deberíais cambiaros ya, vamos a llegar pronto.
Y se marchó, llevándose al chico sin sapo.
—Cualquiera que sea la casa que me toque,
espero que ella no esté —dijo Ron.
-Ronald,
que actitud es esa- le regaño su madre.
-En ese
tiempo no nos conocíamos mamá, y mucho menos éramos amigos.
Arrojó su varita al baúl—. Qué hechizo más
estúpido, me lo dijo George. Seguro que era falso.
— ¿En qué casa están tus hermanos? —preguntó
Harry
—Gryffindor —dijo Ron. Otra vez parecía deprimida—.
Mamá y papá también estuvieron allí. No sé qué van a decir si yo no estoy. No
creo que Ravenclaw sea tan mala, pero imagina si me ponen en Slytherin.
-No tiene
nada de malo esa casa- increparon algunos de ellos.
-Todos
los magos tenebrosos salen de esa casa- increpo Sirius.
-Eso no
es cierto- atajo Harry antes que cualquier otro- el pertenecer a Slytherin no significa
ser malo- Astoria y Andrómeda estaba de acuerdo con ello- cuando un mago pierde
el camino no importa de qué casa sea- Termino el joven recordado a Pettigrew.
Dumbledore
veía con orgullo a ese chico, pese a lo lamentable de su pasado había aprendido
y era alguien maravilloso, de seguro en algún momento demostró ser igual que
todos, pero al final había adquirido una gran madures.
— ¿Esa es la casa en la que Vol... quiero
decir Quien-tú-sabes... estaba?
—Ajá —dijo Ron. Se echó hacia atrás en el
asiento, con aspecto abrumado.
—¿Sabes? Me parece que las puntas de los
bigotes de Scabbers están un poco más claras —dijo Harry, tratando de apartar
la mente de Ron del tema de las casas—. Y, a propósito, ¿qué hacen ahora tus
hermanos mayores?
Harry se preguntaba qué hacía un mago, una
vez que terminaba el colegio.
—Charlie está en Rumania, estudiando
dragones, y Bill está en África, ocupándose de asuntos para Gringotts —explicó
Ron
-No podrían
haber elegido carreras más peligrosas- cuestiono Molly.
-Lo
intentamos, pero tú no nos déjate
-BILL-
le recrimino su madre.
— ¿Te enteraste de lo que pasó en Gringotts?
Salió en El Profeta, pero no creo que las casas de los muggles lo reciban:
trataron de robar en una cámara de alta seguridad.
Harry se sorprendió.
-Y como
no hacerlo- comento Lily.
-¿Quién
podría estar tan demente como para
intentar algo así?
El trio
del futro se sentaron incomodos mientras lo gemelos Weasley hacían un esfuerzo
titánico para no soltar una carcajada, frente a ellos había tres locos que no
solo lo intentaron, sino que habían tenido éxito.
— ¿De verdad? ¿Y qué les ha sucedido?
—Nada, por eso son noticias tan importantes.
No los han atrapado. Mi padre dice que tiene que haber un poderoso mago
tenebroso para entrar en Gringotts, pero lo que es raro es que parece que no se
llevaron nada. Por supuesto, todos se asustan cuando sucede algo así, ante la
posibilidad de que Quien-tú-sabes esté detrás de ello.
Harry repasó las noticias en su cabeza. Había
comenzado a sentir una punzada de miedo cada vez que mencionaban a
Quien-tú-sabes. Suponía que aquello era una parte de entrar en el mundo mágico,
pero era mucho más agradable poder decir «Voldemort» sin preocuparse.
Dumbledore
sonrió ante los pensamientos el chico, el mismo había intentado concientizar a
al mundo mágico de eso pero no tenía existo, por esa parte fue bueno que el
joven Potter creciera alejado de la comunidad mágica.
— ¿Cuál es tu equipo de quidditch? —preguntó
Ron.
—Eh... no conozco ninguno —confesó Harry.
— ¿Cómo? —Ron pareció atónito—. Oh, ya verás,
es el mejor juego del mundo... —Y se dedicó a explicarle todo sobre las cuatro
pelotas y las posiciones de los siete jugadores, describiendo famosas jugadas
que había visto con sus hermanos y la escoba que le gustaría comprar si tuviera
el dinero. Le estaba explicando los mejores puntos del juego, cuando otra vez
se abrió la puerta del compartimiento, pero esta vez no era Neville, el chico
sin sapo, ni Hermione Granger.
Entraron tres muchachos, y Harry reconoció de
inmediato al del medio: era el chico pálido de la tienda de túnicas de Madame
Malkin. Miraba a Harry con mucho más interés que el que había demostrado en el
callejón Diagon.
— ¿Es verdad? —preguntó—. Por todo el tren están
diciendo que Harry Potter está en este compartimento. Así que eres tú, ¿no?
-Con
tal de que no salga con sus cosas- comentó Sirius que creía saber quién era.
—Sí —respondió Harry. Observó a los otros
muchachos. Ambos eran corpulentos y parecían muy vulgares. Situados a ambos
lados del chico pálido, parecían guardaespaldas.
—Oh, éste es Crabbe y éste Goyle —dijo el
muchacho pálido con despreocupación, al darse cuenta de que Harry los miraba
-Esos
gorilas deformes tuvieron hijos- increpo james con impresión.
-Eso es
un punto a parte James- intervino Remus- recuerda que ellos son mortifagos.
-Es
cierto, entonces no los capturaron-continuo el azabache.
-La
aplicación de la ley mágica en el futuro debe ser bastante decadente si fue
así- increpo con molestia Alastor.
—. Y mi nombre es Malfoy, Draco Malfoy
-¡¿Qué?!-
grito Narcisa sorprendida mientras se ponía de pie viendo al chico rubio
sentado en la mesa de enfrente- ¿tú eres nuestro hijo?- le pregunto al joven
que volteo y asintió con la cabeza.
-Ya sabía
yo que ese chiquillo egoísta tenía algo que ver con ustedes- confesos Sirius
muy seguro.
-Sirius,
estás hablando de tu prima- le reclamo Dromeda.
Narcisa
escuchaba eso pero no le daba importancia, lentamente volvió a sentarse sin
perder de vista a su futuro hijo, porque no se había acercado a ellos en el
momento que llego como los demás, es que acaso los odiaba o algo así, tenía
miedo de saber porque su hijo estaba tan distanciado, pero aun así se dijo que
debía que hablar con él.
Ron dejó escapar una débil tos, que podía
estar ocultando una risita. Draco (dragón) Malfoy lo miró.
—Te parece que mi nombre es divertido, ¿no?
No necesito preguntarte quién eres. Mi padre me dijo que todos los Weasley son
pelirrojos, con pecas y más hijos que los que pueden mantener.
-¡¡¡Tu
maldito hijo de…!!!- gritaron en conformidad los más grandes Weasley y los gemelos
Prewett- ¡¿cómo te atreves a decir eso de nuestra familia?!- el rubio bajo la
cabeza y no contesto- ¡¡responde maldito…!!
-¡¡Ya
basta!!- grito Astoria- eso ocurrió hace
mucho tiempo, y no saben lo que paso, así que porque mejor no se…
-¡Tory!-
le hablo el rubio- ya déjalo, eso no importa.
La chica
le iba a reclamar a su novio pero no pudo, en el momento en que lo vio a los ojos
pudo notar que lo único que quería era que ella lo abrazara, que estuviera ahí
con él a su lado dándole su apoyo, la chica sin dudar lo hizo y con calma todos
regresaron a sus asientos.
Se volvió hacia Harry.
—Muy pronto descubrirás que algunas familias
de magos son mucho mejores que otras, Potter. No querrás hacerte amigo de los
de la clase indebida. Yo puedo ayudarte en eso.
Extendió la mano, para estrechar la de Harry;
pero Harry no la aceptó.
—Creo que puedo darme cuenta solo de cuáles
son los indebidos, gracias —dijo con frialdad.
-Eso es
cachorro- lo felicito Sirius- no necesitas a esos pedantes hijos de…
-¡¡Sirius!!-
gritaron varios.
-… Como
amigos- termino el animago
Draco Malfoy no se ruborizó, pero un tono
rosado apareció en sus pálidas mejillas.
—Yo tendría cuidado, si fuera tú, Potter
—dijo con calma—. A menos que seas un poco más amable, vas a ir por el mismo
camino que tus padres. Ellos tampoco sabían lo que era bueno para ellos. Tú
sigue con gentuza como los Weasley y ese Hagrid y terminarás como ellos.
Harry y Ron se levantaron al mismo tiempo. El
rostro de Ron estaba tan rojo como su pelo.
-Esto se
pondrá feo, no tiene que pelear- dijo Slughorn preocupado.
—Repite eso —dijo.
—Oh, vais a pelear con nosotros, ¿eh? —se
burló Malfoy.
—Si no os vais ahora mismo... —dijo Harry,
con más valor que el que sentía, porque Crabbe y Goyle eran mucho más fuertes
que él y Ron.
-Demuestra
tu valor hijo- lo apoyo James con orgullo- ustedes pueden contra ese par.
-¡James!,
no lo incites a buscar problemas- le reclamo Lily.
-Pero
querida, él no busco problemas, ellos lo encontraron a él.
-La
historia de mi vida- comento por lo bajo a sus amigos que rieron por sus
palabras.
—Pero nosotros no tenemos ganas de irnos, ¿no
es cierto, muchachos? Nos hemos comido todo lo que llevábamos y vosotros parece
que todavía tenéis algo.
Goyle se inclinó para coger una rana de
chocolate del lado de Ron. El pelirrojo saltó hacia él, pero antes de que pudiera
tocar a Goyle, el muchacho dejó escapar un aullido terrible.
-¿Qué
ocurrió?- preguntaron Gideon.
Scabbers, la rata, colgaba del dedo de Goyle,
con los agudos dientes clavados profundamente en sus nudillos. Crabbe y Malfoy
retrocedieron mientras Goyle agitaba la mano para desprenderse de la rata,
gritando de dolor, hasta que, final-mente, Scabbers salió volando, chocó contra
la ventanilla y los tres muchachos desaparecieron. Tal vez pensaron que había
más ratas entre las golosinas, o quizás oyeron los pasos porque, un segundo más
tarde, Hermione Granger volvió a entrar.
-Por lo
menos no tuvieron que pelear- comento Dora ante las risas discretas de muchos
jóvenes.
— ¿Qué ha pasado? —preguntó, mirando las
golosinas tiradas por el suelo y a Ron que cogía a Scabbers por la cola.
—Creo que se ha desmayado —dijo Ron a Harry. Miró
más de cerca a la rata—. No, no puedo creerlo, ya se ha vuelto a dormir.
Y era así.
Remus
se quedó meditando en lo leído un segundo, la descripción de esa rata hasta el
momento le hacía recordar a su amigo Peter Pettigrew cuando se trasformaba,
pero eso era imposible, ¿Por qué colagusano estaría con una familia de magos
fingiendo ser una simple rata?, pero entonces pensó, Peter no había sido
arrastrado a leer los libros con ellos, y no podía evitar preguntarse ¿por qué?
— ¿Conocías ya a Malfoy?
-Lamentablemente
si- increpo Sirius.
Harry le explicó el encuentro en el callejón
Diagon.
—Oí hablar sobre su familia —dijo Ron en tono
lúgubre—. Son algunos de los primeros que volvieron a nuestro lado después de
que Quien-tú-sabes desapareció. Dijeron que los habían hechizado. Mi padre no
se lo cree. Dice que el padre de Malfoy no necesita una excusa para pasarse al
Lado Oscuro. —Se volvió hacia Hermione—. ¿Podemos ayudarte en algo?
—Mejor que os apresuréis y os cambiéis de
ropa. Acabo de ir a la locomotora, le pregunté al conductor y me dijo que ya
casi estamos llegando. No os estaríais peleando, ¿verdad? ¡Os vals a meter en
líos antes de que lleguemos!
-Ellos
no lo buscaron solo se estaban defendiendo- atajo Gideon.
-Muy
cierto hermano- lo apoyo Fabián antes de retomar la lectura.
—Scabbers se estuvo peleando, no nosotros
—dijo Ron, mirándola con rostro severo—. ¿Te importaría salir para que nos
cambiemos?
—Muy bien... Vine aquí porque fuera están
haciendo chiquilladas y corriendo por los pasillos —dijo Hermione en tono
despectivo—. A propósito, ¿te has dado cuenta de que tienes sucia la nariz?
-Eras
demasiada seria y mal humorada verdad- comentó Ginny que no conocía esa faceta
de la vida de su amiga.
-Ginny-
le reclamo la castaña- pero es cierto, ahora que lo leemos parecía que era un
poco mandona.
-Aun lo
sigues siendo Hermione- comento Ron que se ganó una mirada despectiva de la
chica- pero también por eso te queremos- agrego el pelirrojo aligerando la
tensión.
Fabián
relato lo que ocurrió después de la castaña saliera dejando solos a los
chicos, hasta el momento en que se
reunieron con el resto de los estudiantes que inundaban el pasillo.
El tren aminoró la marcha, hasta que
finalmente se detuvo. Todos se empujaban para salir al pequeño y oscuro andén.
Harry se estremeció bajo el frío aire de la noche. Entonces apareció una
lámpara moviéndose sobre las cabezas de los alumnos, y Harry oyó una voz
conocida:
— ¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí!
¿Todo bien por ahí, Harry?
-Nuestro
gigantesco amigo- comentaron los gemelos Weasley.
-Algo
imponente para los de primer año- continúo Fred- pero no menos que el resto del
recorrido.
La gran cara peluda de Hagrid rebosaba
alegría sobre el mar de cabezas.
—Venid, seguidme... ¿Hay más de primer año?
Mirad bien dónde pisáis. ¡Los de primer año, seguidme!
Resbalando y a tientas, siguieron a Hagrid
por lo que parecía un estrecho sendero. Estaba tan oscuro que Harry pensó que
debía de haber árboles muy tupidos a ambos lados. Nadie hablaba mucho. Neville,
el chico que había perdido su sapo, lloriqueaba de vez en cuando.
—En un segundo, tendréis la primera visión de
Hogwarts —exclamó Hagrid por encima del hombro—, justo al doblar esta curva.
Se produjo un fuerte ¡ooooooh!
-Es una
visión magnifica- comento Lily- nunca podré olvidar esa primera visión del
castillo reflejado en el lago.
-Yo
igual- apoyo Ted- sin duda un lugar emblemático para todos.
-Yo me
emocione tanto que me caí el bote- comentó james.
-No
finjas James- atajo su novia- tú no te caíste, saltaste- aseguro la joven ante
la diversión de todos.
El sendero estrecho se abría súbitamente al
borde de un gran lago negro. En la punta de una alta montaña, al otro lado, con
sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante
castillo con muchas torres y torrecillas.
— ¡No más de cuatro por bote! —gritó Hagrid,
señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla.
Harry y Ron subieron a uno, seguidos por Neville y Hermione.
— ¿Todos habéis subido? —continuó Hagrid, que
tenía un bote para él solo—. ¡Venga! ¡ADELANTE!
Entonces
Fabián narro como fue sus viaje en los botes, como cruzaron le lago negó con
ellos hasta el túnel y a lo que parecía un muelle subterráneo debajo edil
castillo.
-El
primer viaje a Hogwarts- recordaron James y Sirius.
-Es
fantástico siempre y cuando no lo tiren a uno del vote- hablo con recelo el
licántropo.
-Aun
estas molesto por eso lunático- conto el oji gris- ya pasaron años además
cornamenta y yo también nadamos contigo.
-Mejor
cállate Sirius- increpo el castaño
— ¡Eh, tú, el de allí! ¿Es éste tu sapo?
—dijo Hagrid, mientras vigilaba los botes y la gente que bajaba de ellos.
— ¡Trevor! —gritó Neville, muy contento,
extendiendo las manos.
-Siempre
está perdiéndose- comentó Neville con media sonrisa.
Luego subieron por un pasadizo en la roca,
detrás de la lámpara de Hagrid, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo,
a la sombra del castillo.
Subieron por unos escalones de piedra y se
reunieron ante la gran puerta de roble.
— ¿Estáis todos aquí? Tú, ¿todavía tienes tu
sapo?
Hagrid levantó un gigantesco puño y llamó
tres veces a la puerta del castillo.
-Bien aquí termina el capítulo- informa Fabián
a todo el mundo.
-Al
menos fue mejor que los anteriores- acepto Lily.
-Unos
de los pocos momentos tranquilos que menos tenido- comento ron a lo que sus
amigos sonrieron.
-¿De
los pocos momentos tranquilos?- pregunto Molly.
-Sí, es
que Hogwarts es muy excitante- hablo Hermione desviando un poco el tema, aunque
al final sabrán todo lo que hicieron.
-Muy
bien, que dices cuñado te gustaría leer- pregunto Fabián a Arthur que aceptó
gustoso.
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