viernes, 13 de junio de 2014

Capítulo 7.- El viaje desde el andén nueve y tres cuartos

-Era mi turno- hablo Fabián tomando el libro- el titulo dice “el viaje desde el andén nueve y tres cuartos”
-¡¡Sí!! de aquí en adelante viene lo interesante- girito Sirius emocionado.
El último mes de Harry con los Dursley no fue divertido. Es cierto que Dudley le tenía miedo y no se quedaba con él en la misma habitación, y que tía Petunia y tío Vernon no lo encerraban en la alacena ni lo obligaban a hacer nada ni le gritaban.
-Después del susto que les dio Hagrid no me extraña.- comentó Gideon y todos los que conocían la historia asintieron.
-Eso sin duda es una mejoría-comento Lily- pero siento que también tiene un algo de malo
-No seas pesimista querida-hablo James- que podrían tener de malo
En realidad, ni siquiera le dirigían la palabra. Mitad aterrorizados, mitad furiosos, se comportaban como si la silla que Harry ocupaba estuviera vacía. Aunque aquello significaba una mejora en muchos aspectos, después de un tiempo resultaba un poco deprimente.
-Hay mi pobre bebe- comentó Lily con ternura acariciándole la mejilla, logrando  que los amigos del joven se rieran en burla.
-Solo por eso valió la pena que nos trajeran- comento Ron haciendo que el azabache lo mirara mal.
-No estaremos tan felices cuando se enteren de todo lo que hicimos- le rebatió Harry haciendo que Hermione y el pelirrojo tragaran en seco.
-Ustedes que están murmurando- pregunto James a lo que los tres jueves respondieron nada.- si como no.
-Así han sido por siete años, ya se acostumbraran- comento Ginny un poco divertida.
-¿Siempre están ellos tres juntos?- le pregunto Lily.
-Si siempre.
-No se ha quien me recuerda- ironizó la mujer viendo a su novio y sus amigos.
Harry se quedaba en su habitación, con su nueva lechuza por compañía. Decidió llamarla Hedwig, un nombre que encontró en Una historia de la magia. Los libros del colegio eran muy interesantes. Por la noche leía en la cama hasta tarde,
-¡¡ ¿Qué qué?!! ¿Cómo es eso posible hijo?- grito James sin poderlo creer- ¿cómo que te ponías a leer hasta tarde?
-Hay que hacer algo cornamenta, lo genes de la pelirroja están ganado ¡auch!- grito Sirius después de recibir un golpe en la cabeza.
-no hay nada malo en que lea, al contrario, es muy bueno que lo haga- dijo con aprobación la pelirroja
-Pero Lily…
-ya déjalo cornamenta- recomendó Remus- sabes muy bien que no puedes ganarle.
Mientras Hedwig entraba y salía a su antojo por la ventana abierta. Era una suerte que tía Petunia ya no entrara en la habitación, porque Hedwig llevaba ratones muertos. Cada noche, antes de dormir, Harry marcaba otro día en la hoja de papel que tenía en la pared, hasta el uno de septiembre.
-La misma impaciencia que su padre- comento Sirius.
El último día de agosto pensó que era mejor hablar con sus tíos para poder ir a la estación de King Cross, al día siguiente. Así que bajó al salón, donde estaban viendo la televisión. Se aclaró la garganta, para que supieran que estaba allí, y Dudley gritó y salió corriendo.
-Una de las pocas veces que hizo ejercicio- comentó Harry haciendo que muchos rieran.
-Malditos muggles cobardes- increpo por lo bajo Severus, cuantas veces el paso por algo similar.
—Hum... ¿Tío Vernon?
Tío Vernon gruñó, para demostrar que lo escuchaba.
—Hum... necesito estar mañana en King Cross para... para ir a Hogwarts.
Tío Vernon gruñó otra vez.
— ¿Podría ser que me lleves hasta allí?
Otro gruñido. Harry interpretó que quería decir sí.
—Muchas gracias.
-Pero que conversación tan conmovedora- ironizo Tonks
-Sí, pero es mejor a que le estén gritado- agrego Remus.
-Un castigo menos que tendrán.- termino Sirius.
-Al menos por el momento- termino James.
Estaba a punto de volver a subir la escalera, cuando tío Vernon finalmente habló.
—Qué forma curiosa de ir a una escuela de magos, en tren. ¿Las alfombras mágicas estarán todas pinchadas?
-No están permitidas en Londres- dijo Lily con seguridad.
-Además como se pude pinchar una alfombra voladora- inicio Fred.
-Se nota que ni siquiera sabe lo que es un chiste- lo apoyo George, como había extrañado a su gemelo en ese tempo.
Harry no contestó nada.
— ¿Y dónde queda ese colegio, de todos modos?
—No lo sé —dijo Harry; dándose cuenta de eso por primera vez. Sacó del bolsillo el billete que Hagrid le había dado
-Es imposible que lo supieras criándote con ellos- comento Lily un tanto molesta- es un lugar que solo conocen los magos, si trataras de buscar el castillo de forma muggle solo verían un montón de ruinas.
—. Tengo que coger el tren que sale del andén nueve y tres cuartos, a las once de la mañana —leyó.
Sus tíos lo miraron asombrados.
— ¿Andén qué?
—Nueve y tres cuartos.
—No digas estupideces —dijo tío Vernon—. No hay ningún andén nueve y tres cuartos.
-Si lo hay, solo que un grandísimo muggle como tú no sabría nunca donde esta- dijo James.
-Mejor para nosotros, ya tenemos mucha porquería con Voldy como para que él también llegue a nuestro mundo- continúo con asco Sirius.
—Eso dice mi billete.
—Equivocados —dijo tío Vernon—. Totalmente locos, todos ellos. Ya lo verás. Tú espera. Muy bien, te llevaremos a King Cross. De todos modos, tenemos que ir a Londres mañana. Si no, no me molestaría.
— ¿Por qué vais a Londres? —preguntó Harry tratando de mantener el tono amistoso.
—Llevamos a Dudley al hospital —gruñó tío Vernon—. Para que le quiten esa maldita cola antes de que vaya a Smeltings.
Nuevas carcajadas se escucharon al nombrar la cola del primo de Harry.
-En verdad Hagrid, te mereces un premio por lo que hiciste- comento uno de los gemelos Prewett haciendo que su hermano los merodeadores y los gemelos Weasley asintieran.
Fabián relato todo desde el momento en que Harry se levantó más temprano de lo que debería gracias a la emoción, como el chico reviso que tenía todo, el viaje a la estación de King Cross, hasta el extraño comportamiento amable de Vernon cuando llegaron.
—Bueno, aquí estás, muchacho. Andén nueve, andén diez... Tú andén debería estar en el medio, pero parece que aún no lo han construido, ¿no?
-Por eso tenía esa amabilidad- comenzó con molestia Sirius- ese maldito cerdo.
-Eso amerita anotar otras líneas- acoto Remus- pásame el pergamino- lo pidió molesto por la forma de tratar al chico.
-Petunia no te dijo nada ¿cierto?- pregunto Lily a su hijo que negó con la caza- ¡¡esa maltita arpía!!, ella sabía perfectamente como entrar al andén, Remus- le grito a su amigo que compendio de inmediato y le pasaba el pergamino- ya arreglare cuentas con ella cuando regrese- murmuro mientras se ponía a escribir.
-Y para colmo de males nuestro gigantesco amigo tampoco te dijo nada- el aludido bajo la mirada ante el comentario de Fabián.
-No importo realmente, el que no supiera donde estaba el andén me permitió conocer a unas de las personas más maravillosas que existen- comentó Harry haciendo que lo vieran extraño, en especial cuando Ginny y Ron se sonrojaron un poco y los gemelos le daban una reverencia.
Tenía razón, por supuesto. Había un gran número nueve, de plástico, sobre un andén, un número diez sobre el otro y, en el medio, nada.
—Que tengas un buen curso —dijo tío Vernon con una sonrisa aún más torva. Se marchó sin decir una palabra más. Harry se volvió y vio que los Dursley se alejaban. Los tres se reían. Harry sintió la boca seca. ¿Qué haría? Estaba llamando la atención, a causa de Hedwig. Tendría que preguntarle a alguien.
-Será difícil, ningún muggle sabrá nada y pensaran que está loco- hablo Flitwick
Detuvo a un guarda que pasaba, pero no se atrevió a mencionar el andén nueve y tres cuartos. El guarda nunca había oído hablar de Hogwarts, y cuando Harry no pudo decirle en qué parte del país quedaba, comenzó a molestarse, como si pensara que Harry se hacía el tonto a propósito. Sin saber qué hacer, Harry le preguntó por el tren que salía a las once, pero el guarda le dijo que no había ninguno. Al final, el guarda se alejó, murmurando algo sobre la gente que hacía perder el tiempo.
-Debió de ser muy desesperante- dijo por lo bajo Hermione para sus amigos.
-Fue una suerte que llegáramos en ese momento- continuo Ron.
-Qué bueno que en esa ocasión no estaban tan apurados como en nuestro segundo año- comentó el azabache que recordó que tenían solo unos segundos para llegar.
-En verdad siempre son así- se impresiono James- siempre murmurando entre ustedes en su propio mundo- todos los chicos del futuro asintieron.
-Sí, pero ahora sabremos que tanto se decían- apunto Neville asiendo que muchos sonrieran
Según el gran reloj que había sobre la tabla de horarios de llegada, tenía diez minutos para coger el tren a Hogwarts y no tenía idea de qué podía hacer. Estaba en medio de la estación con un baúl que casi no podía transportar, un bolsillo lleno de monedas de mago y una jaula con una lechuza.
Hagrid debió de olvidar decirle algo que tenía que hacer, como dar un golpe al tercer ladrillo de la izquierda para entrar en el callejón Diagon. Se preguntó si debería sacar su varita y comenzar a golpear la taquilla, entre los andenes nueve y diez.
-En verdad me apena mucho- acepto el gigante.
-Tu hiciste mucho por mi ese día, no te preocupes- le aseguro con una mirada amable.
A Lily le encanto ver eso, a pesar de que su vida con su hermana era un infierno eso no influyó negativamente en su carácter, por primera vez sintió orgullo de madre al contemplar lo bien portado que era ese joven frente a ella.
En aquel momento, un grupo de gente pasó por su lado y captó unas pocas palabras.
—... lleno de muggles, por supuesto...
Harry se volvió para verlos. La que hablaba era una mujer regordeta, que se dirigía a cuatro muchachos, todos con pelo de llameante color rojo. Cada uno empujaba un baúl, como Harry, y llevaban una lechuza.
-Eres tu hermanita- comentó Fabián interrumpiendo la lectura.
-Y estas llevando a tus muchos hijos al expreso- continuo Gideon.
Con el corazón palpitante, Harry empujó el carrito detrás de ellos. Se detuvieron y los imitó, parándose lo bastante cerca para escuchar lo que decían.
—Y ahora, ¿cuál es el número del andén? —dijo la madre.
— ¡Nueve y tres cuartos! —Dijo la voz aguda de una niña, también pelirroja, que iba de la mano de la madre—. Mamá, ¿no puedo ir...?
—No tienes edad suficiente, Ginny Ahora estate quieta. Muy bien, Percy, tú primero.
-Eras tú cierto- pregunto James a Ginny que asintió.
-Ustedes son las personas de la que hablo Harry- comentó Lily viendo a Molly que se sonrojo al recordar lo bien que el chico había hablado de ellos.
El que parecía el mayor de los chicos se dirigió hacia los andenes nueve y diez. Harry observaba, procurando no parpadear para no perderse nada. Pero justo cuando el muchacho llegó a la división de los dos andenes, una larga caravana de turistas pasó frente a él y, cuando se alejaron, el muchacho había desaparecido.
-Sin duda tienes de la peores suertes hermano comento con sorna Ron.
-Que eso no te extrañe pelirrojo, si su padre aquí presente es exactamente igual- comento Sirius señalando a su amigo.
-Eso y los planes que siempre fracasan- apoyo para enojo del azabache Remus.
-Y no olviden el estar en un mal lugar en el peor momento- tercio Hermione recordando sus siete años de escuela.
-Por merlín, ¿a ti también descubrían en alguna travesura?- pregunto Lily con severidad viendo a su futuro hijo.
-No exactamente- respondió el chico- pero eso ya lo iran leyendo
—Fred, eres el siguiente —dijo la mujer regordeta.
—No soy Fred, soy George —dijo el muchacho—. ¿De veras, mujer, puedes llamarte nuestra madre? ¿No te das cuenta de que yo soy George?
—Lo siento, George, cariño.
—Estaba bromeando, soy Fred —dijo el muchacho, y se alejó.
-Son como nosotros Gideon-  exclamo feliz
-Lo se Fabián- lo siguió su gemelo limpiándose una falsa lagrima de orgullo.
-Por supuesto que sí, si ustedes fueron nuestros primeros modelos- hablo Fred.
-Y después seguimos el camino de los merodeadores- continuo George haciendo que los aludidos se sorprendieran.
-Por merlín entonces ustedes serán iguales- exclamo la profesora al enterarse de que al parecer en ninguna generación dejaría de soportar a los bromistas.
Debió pasar, porque un segundo más tarde ya no estaba. Pero ¿cómo lo había hecho? Su hermano gemelo fue tras él: el tercer hermano iba rápidamente hacia la taquilla y luego, súbitamente, no estaba en ninguna parte.
No había nadie más.
—Discúlpeme —dijo Harry a la mujer regordeta.
—Hola, querido —dijo—. Primer año en Hogwarts, ¿no? Ron también es nuevo.
Señaló al último y menor de sus hijos varones. Era alto, flacucho y pecoso, con manos y pies grandes y una larga nariz.
-Gracias por la descripción amigo- ironizo el pelirrojo.
-Tranquilo Ron- le dijo Hermione-  tienes que aceptar que así te veías, pero desde entonces has cambiado mucho- termino la joven haciendo que el chico se relajara.
—Sí —dijo Harry—. Lo que pasa es que... es que no sé cómo...
— ¿Cómo entrar en el andén? —preguntó bondadosamente, y Harry asintió con la cabeza.
—No te preocupes —dijo—. Lo único que tienes que hacer es andar recto hacia la barrera que está entre los dos andenes. No te detengas y no tengas miedo de chocar, eso es muy importante. Lo mejor es ir deprisa, si estás nervioso. Ve ahora, ve antes que Ron.
-Muchas gracias Molly.
-No hay de que Lily, es lo menos  que podía hacer- respondió la mujer.
—Hum... De acuerdo —dijo Harry.
Empujó su carrito y se dirigió hacia la barrera. Parecía muy sólida.
Comenzó a andar. La gente que andaba a su alrededor iba al andén nueve o al diez. Fue más rápido. Iba a chocar contra la taquilla y tendría problemas. Se inclinó sobre el carrito y comenzó a correr (la barrera se acercaba cada vez más). Ya no podía detenerse (el carrito estaba fuera de control), ya estaba allí... Cerró los ojos, preparado para el choque...
-¿Cómo puede pensar eso?- pregunto un joven del pasado.
-Para alguien que ha vivido entre muggles es muy difícil- comentó Hermione- no estamos acostumbrados de que se puedan atravesar algunos muros.
Pero no llegó. Siguió rodando. Abrió los ojos.
Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente. Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h». Harry miró hacia atrás y vio una arcada de hierro donde debía estar la taquilla, con las palabras «Andén Nueve y Tres Cuartos».
-Después de tantos años, sigue funcionando e igual de imponente a como lo recuerdo- comentó Ted con añoranza.
-Es verdaderamente majestuoso- apoyo Lily.
-La mejor forma de llegar al colegio- comento Ron.
-Háganle caso, lo dice pro experiencia- comento Ginny y los gemelos Weasley se rieron.
-¿Qué es lo gracioso?- interrogo Remus.
-Eso saldrá en el segundo libro- desvió el tema Hermione.
Lo había logrado.
El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de la gente. Las lechuzas se llamaban unas a otras, con un malhumorado ulular, por en-cima del ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles.
Los primeros vagones ya estaban repletos de estudiantes, algunos asomados por las ventanillas para hablar con sus familiares, otros discutiendo sobre los asientos que iban a ocupar.
-Y tú, solo y triste como un perro- comento Remus.
-Hey, que tienes contra los perros.
-Lo mismo que siempre he tenido- comento el castaño,
Por un momento Lily se sintió mal por el cometario, pero cuando vio cómo su hijo reía por las peleas de ese par se sintió un poco mejor.
Harry empujó su carrito por el andén, buscando un asiento vacío. Pasó al lado de un chico de cara redonda que decía:
—Abuelita, he vuelto a perder mi sapo.
—Oh, Neville —oyó que suspiraba la anciana.
-Abuela, que no estamos contigo ese día- Frank miro al quesería su hijo.
-Muchas cosas pasaron, a su tiempo lo sabrán- le dijo Neville, en algún momento se enteraran de todo, pero aún no.
Un muchacho de pelos tiesos estaba rodeado por un grupo.
—Déjanos mirar, Lee, vamos.
El muchacho levantó la tapa de la caja que llevaba en los brazos, y los que lo rodeaban gritaron cuando del interior salió una larga cola peluda.
-Excelente- comentaron los gemelos Prewett y los merodeadores.
Harry se abrió paso hasta que encontró un compartimiento vacío, cerca del final del tren. Primero puso a Hedwig y luego comenzó a empujar el baúl hacia la puerta del vagón. Trató de subirlo por los escalones, pero sólo lo pudo levantar un poco antes de que se cayera golpeándole un pie.
-Auch- creo que te hace falta un poco de ayuda ahijado- comentó Sirius.
-Cuando cambiemos las cosas estaremos a tu lado para ayudarte- aseguro James.
-Sí, incluso te cargaremos a ti hacia el asiento del vagón,  ¿qué dices cachorro?- hablo con emoción el oji gris.
-Que ya estarían un poco viejos para lógralo no creen.
-Oye- dijeron ofendidos los dos al unísono mientras los demás reían. Ese par nunca cambiaria.
— ¿Quieres que te eche una mano? —Era uno de los gemelos pelirrojos, a los que había seguido a través de la barrera de los andenes.
—Sí, por favor —jadeó Harry.
— ¡Eh, Fred! ¡Ven a ayudar!
Con la ayuda de los gemelos, el baúl de Harry finalmente quedó en un rincón del compartimiento.
—Gracias —dijo Harry, quitándose de los ojos el pelo húmedo.
— ¿Qué es eso? —dijo de pronto uno de los gemelos, señalando la brillante cicatriz de Harry
-O no, vieron tu cicatriz- comento Fabián.
-Eso no era bueno- continuo Gideon con un sonrisa.
—Vaya—dijo el otro gemelo—. ¿Eres tú...?
—Es él —dijo el primero—. Eres tú, ¿no? —se dirigió a Harry.
— ¿Quién? —preguntó Harry.
—Harry Potter —respondieron a coro.
—Oh, él —dijo Harry—. Quiero decir, sí, soy yo.
-¿Que solo eso?- dijeron los gemelos Prewett- si fue divertido pero ese momento ameritaba una buena broma- continuo Gideon.
-Ustedes cierren la boca- los reprendió Molly- no puedo creer que sean capaces de incítalos a hacer tales cosas.
-¿Qué esperaban estábamos sorprendidos?- comenzó Fred después del regaño de Molly.
-Nosotros crecimos escuchado historias de él como si fuera un héroe- continuo Fred.
-Además en ese tiempo ni siquiera lo conocíamos
-Pero todo cambio cuando nos hicimos amigos.
Los dos muchachos lo miraron boquiabiertos y Harry sintió que se ruborizaba. Entonces, para su alivio, una voz llegó a través de la puerta abierta del compartimiento.
— ¿Fred? ¿George? ¿Estáis ahí?
—Ya vamos, mamá.
Con una última mirada a Harry, los gemelos saltaron del vagón.
Harry se sentó al lado de la ventanilla. Desde allí, medio oculto, podía observar a la familia de pelirrojos en el andén y oír lo que decían. La madre acababa de sacar un pañuelo.
—Ron, tienes algo en la nariz.
-¿Por qué todas la madres hacen eso?- pregunto James- mi madre siempre nos quería limpiar la cara a Sirius y a mí.
-Era un poco molesto la verdad- acepto al animago.
El menor de los varones trató de esquivarla, pero la madre lo sujetó y comenzó a frotarle la punta de la nariz.
—Mamá, déjame —exclamó apartándose.
— ¿Ah, el pequeñito Ronnie tiene algo en su naricita? —dijo uno de los gemelos.
—Cállate —dijo Ron.
— ¿Dónde está Percy? —preguntó la madre.
—Ahí viene.
El mayor de los muchachos se acercaba a ellos. Ya se había puesto la ondulante túnica negra de Hogwarts, y Harry notó que tenía una insignia plateada en el pecho, con la letra P
-¡¡NOOOO!!- gritaron con dramatismo los gemelos Prewet- como pudieron criar a un prefecto.
-he dicho que cierren la boca- les reprimo Molly.
—No me puedo quedar mucho, mamá —dijo—. Estoy delante, los prefectos tenemos dos compartimientos...
—Oh, ¿tú eres un prefecto, Percy? —Dijo uno de los gemelos, con aire de gran sorpresa—. Tendrías que habérnoslo dicho, no teníamos idea.
—Espera, creo que recuerdo que nos dijo algo —dijo el otro gemelo—. Una vez...
—O dos...
—Un minuto...
—Todo el verano...
-Son fantásticos chicos- alabaron los gemelos Prewett y los merodeadores  mientras los pelirrojos se ponían  a hacer reverencias.
—Oh, callaos —dijo Percy, el prefecto.
—Y de todos modos, ¿por qué Percy tiene túnica nueva? —dijo uno de los gemelos.
—Porque él es un prefecto—dijo afectuosamente la madre—. Muy bien, cariño, que tengas un buen año. Envíame una lechuza cuando llegues allá.
Besó a Percy en la mejilla y el muchacho se fue. Luego se volvió hacia los gemelos.
-Yo le había dado otra cosa- dijo con malignidad Sirius.
-¿Cómo qué?- dijeron los gemelos.
-Cuando Remus se hizo prefecto le regale una pluma que escupía tinta roja a la cara de su portador- los gemelos se pusieron a reír- ¿lo recuerdas Lupin?.
-Y tu recuerdas el mega purgante que te di a beber- contraataco el castaño- el que te obligo a usar pañal por una semana- las risas se incrementaron aún más.
-En serio paso eso- interrogó Harry entre risas y su padre asintió.
-¿De dónde sacaron esas cosas?- interrogo Fred.
-Sirius compro la pluma en Zonco y yo ayude a Remus a preparar el súper purgante- respondió Lily sorprendiendo a todos.
-Nos podría decir como lo hizo señora Potter- la mujer se sorprendió que le dijeran así- sería fantástico para nuestra tienda de bromas.
-Tienen una tienda de bromas- se impresionaron los merodeadores y los gemelos Prewett.
-Sí, y modestia aparte es de las mejores- aseguro Fred inflando el pecho.
—Ahora, vosotros dos... Este año os tenéis que portar bien. Si recibo una lechuza más diciéndome que habéis hecho... estallar un inodoro o...
— ¿Hacer estallar un inodoro? Nosotros nunca hemos hecho nada de eso.
—Pero es una gran idea, mamá. Gracias.
-¿Lo hicieron?- les preguntaron varios ante la mirada reprobatoria de la señora Weasley.
-Lo intentamos pero no pudimos- aceptaron un poco tristes.
—No tiene gracia. Y cuidad de Ron.
—No te preocupes, el pequeño Ronnie estará seguro con nosotros.
-Si como no, tengo un par de cicatrices que dicen lo contrario hermanitos- ironizo el pelirrojo a lo que sus hermanos bajaron la cabeza avergonzados.
—Cállate —dijo otra vez Ron. Era casi tan alto como los gemelos y su nariz todavía estaba rosada, en donde su madre la había frotado.
—Eh, mamá, ¿adivinas a quién acabamos de ver en el tren?
Harry se agachó rápidamente para que no lo descubrieran.
— ¿Os acordáis de ese muchacho de pelo negro que estaba cerca de nosotros, en la estación? ¿Sabéis quién es?
— ¿Quién?
— ¡Harry Potter!
Harry oyó la voz de la niña.
-¿Nos podríamos saltar la siguiente parte?-pregunto Ginny que se empezaba a poner roja.
-¿Por qué sobrinita?- pregunto Fabián con una sonrisa, pero no recibió respuesta.
-Dumbledore dijo que no podíamos saltarnos los pequeños detalles, así que ni modo- continúo Gideon con media sonrisa.
—Mamá, ¿puedo subir al tren para verlo? ¡Oh, mamá, por favor...!
Varias risas comenzaron a escucharse en a lo largo del gran comedor.
-Por lo visto tiene una fan pequeño- se burló Sirius.
-Es una suerte que sea pelirroja, será más fácil para ti de lo que fue para mí- comentó James ante la extrañeza de muchos.
—Ya lo has visto, Ginny y, además, el pobre chico no es algo para que lo mires como en el zoológico. ¿Es él realmente, Fred? ¿Cómo lo sabes?
—Se lo pregunté. Vi su cicatriz. Está realmente allí... como iluminada.
—Pobrecillo... No es raro que esté solo. Fue tan amable cuando me preguntó cómo llegar al andén...
—Eso no importa. ¿Crees que él recuerda cómo era Quien-tú-sabes?
La madre, súbitamente, se puso muy seria.
-Y no es para menos, él ha sufrido de mucho y lo último que necesita es que ustedes salgas con esas tonterías- dijo con decisión Molly.
—Te prohíbo que le preguntes, Fred. No, no te atrevas. Como si necesitara que le recuerden algo así en su primer día de colegio.
—Está bien, quédate tranquila.
Se oyó un silbido.
—Daos prisa —dijo la madre, y los tres chicos subieron al tren. Se asomaron por la ventanilla para que los besara y la hermanita menor comenzó a llorar.
—No llores, Ginny, vamos a enviarte muchas lechuzas.
—Y un inodoro de Hogwarts.
-Porque no mejor un autógrafo de Harry- sugirió Sirius y tanto Harry como Ginny lo fulminaron con la mirada.
-¿Cómo no se nos ocurrió?- dijeron al unísono los gemelos Weasley.
— ¡George!
—Era una broma, mamá.
El tren comenzó a moverse. Harry vio a la madre de los muchachos agitando la mano y a la hermanita, mitad llorando, mitad riendo, corriendo para seguir al tren, hasta que éste comenzó a acelerar y entonces se quedó saludando.
Harry observó a la madre y la hija hasta que desaparecieron, cuando el tren giró. Las casas pasaban a toda velocidad por la ventanilla. Harry sintió una ola de excitación. No sabía lo que iba a pasar... pero sería mejor que lo que dejaba atrás.
-Sin duda fue mejor- dijo Harry- pasamos por muchas cosas difíciles, pero siempre fue mejor que estar con los Dursley
-¿Qué clase de situaciones difícil?- pregunto Lily con voz entre cortante, pues algo le decía que nada tenía que ver con los estudios.
-Ya lo descubrirán conforme avancemos.
La puerta del compartimiento se abrió y entró el menor de los pelirrojos.
— ¿Hay alguien sentado ahí? —Preguntó, señalando el asiento opuesto a Harry—. Todos los demás vagones están llenos.
Harry negó con la cabeza y el muchacho se sentó. Lanzó una mirada a Harry y luego desvió la vista rápidamente hacia la ventanilla, como si no lo hubiera estado observando. Harry notó que todavía tenía una mancha negra en la nariz.
-Si se hubiera dejado, se la podría haber limpiado- comentaron Molly que recibió el apoyo de Andrómeda que tenía el mismo problema con su hija.
-Es que ustedes exageran- rebatió Dora como defensa cuando observo a su madre que le daba la razón a la pelirroja.
-Lo que tú digas hija, y por cierto, el niño tiene una macha en la cara- señalo al pequeño Teddy que se había quedado dormido.
La metamorfomaga fijo la vista en el rostro del bebe y en efecto tenía una mancha, con delicadeza tomo un trapo y tal como lo habían hecho Molly y Andrómeda en su momento, ella le limpio el rostro a la criatura. Andrómeda no pudo evitar pensar, que eso era una reacción natural en toda madre.
—Eh, Ron.
Los gemelos habían vuelto.
—Mira, nosotros nos vamos a la mitad del tren, porque Lee Jordan tiene una tarántula gigante y vamos a verla.
—De acuerdo —murmuró Ron.
—Harry —dijo el otro gemelo—, ¿te hemos dicho quiénes somos? Fred y George Weasley. Y él es Ron, nuestro hermano. Nos veremos después, entonces.
—Hasta luego —dijeron Harry y Ron. Los gemelos salieron y cerraron la puerta.
-Valla presentación chicos- ironizó Bill.
-Es que teníamos prisa- se defendió George
-Además ahí estaba Ronnie para cubrimos- aseguro Fred.
— ¿Eres realmente Harry Potter? —dejó escapar Ron.
Harry asintió.
—Oh... bien, pensé que podía ser una de las bromas de Fred y George —dijo Ron—. ¿Y realmente te hiciste eso... ya sabes...?
Señaló la frente de Harry.
Harry se levantó el flequillo para enseñarle la luminosa cicatriz. Ron la miró con atención.
— ¿Así que eso es lo que Quien-tú-sabes...?
-¡¡Ronald Wesley!! –el grito sorprendió y asusto a más de uno-  no les dije específicamente que no le preguntaran de ese tema.
-Bueno, en teoría nos pediste que no le preguntamos si recordaba cómo era, además después el me respondió por su cuenta.
-¡¡¡Y eso lo justifica!!!- grito con más fuerza.
-Hay Ron, después de tantos aun no sabes que no debes discutir con una pelirroja- le dijo Sirius.
-Háganle caso, él tiene muchas cicatrices que lo prueban- agrego Lily un poco molesta- y si no se  calla tendrá otra.
El hombre gurdo silencio y permitieron que Fabián reanudara la lectura.
—Sí —dijo Harry—, pero no puedo recordarlo.
— ¿Nada? —dijo Ron en tono anhelante.
-¡¡¡RONALD!!!- se volvió a escuchar.
-Lo siento- se disculpó, sin duda esa era mejor estrategia.
—Bueno... recuerdo una luz verde muy intensa, pero nada más.
—Vaya —dijo Ron. Contempló a Harry durante unos instantes y luego, como si se diera cuenta de lo que estaba haciendo, con rapidez volvió a mirar por la ventanilla.
— ¿Sois una familia de magos? —preguntó Harry, ya que encontraba a Ron tan interesante como Ron lo encontraba a él.
El pelirrojo boleto a ver a su amigo, él nunca había mencionado ese pequeño detalle de cuando se conocieron, sin poder evitarlo se sintió un poco mal por lo celos que había sentido de él en su cuarto año.
—Oh, sí, eso creo —respondió Ron—. Me parece que mamá tiene un primo segundo que es contable, pero nunca hablamos de él.
—Entonces ya debes de saber mucho sobre magia.
Era evidente que los Weasley eran una de esas antiguas familias de magos de las que había hablado el pálido muchacho del callejón Diagon.
-Podrá ser antigua, pero nunca se compara a los Malfoy- increpo Lucius ante eso.
-Eso es cierto, tu familia sin lugar a dudas es una porquería- increpo Sirius haciendo que un rubio agachara la cabeza, no le gustaba que dijeron eso, pero en cierto modo era cierto.
-Tu cállate Black, un traidor de la sangre como tú no tiene derecho a…- se levantó de su asiento seguido por Sirius listo para hacerle frente
-Silencio- los callo Dumbledore- los dos deben tranquilarse, cuando términos los libros podrán arreglar sus diferencias- los hombres obedecieron al director y se sentaron sin mirar con desafío al otro.
—Oí que te habías ido a vivir con muggles —dijo Ron—. ¿Cómo son?
—Horribles... Bueno, no todos ellos. Mi tía, mi tío y mi primo sí lo son. Me hubiera gustado tener tres hermanos magos.
—Cinco —corrigió Ron. Por alguna razón parecía deprimido—. Soy el sexto en nuestra familia que va a asistir a Hogwarts. Podrías decir que tengo el listón muy alto. Bill y Charlie ya han terminado. Bill era delegado de clase y Charlie era capitán de quidditch. Ahora Percy es prefecto. Fred y George son muy revoltosos, pero a pesar de eso sacan muy buenas notas y todos los consideran muy divertidos. Todos esperan que me vaya tan bien como a los otros, pero si lo hago tampoco será gran cosa, porque ellos ya lo hicieron primero. Además, nunca tienes nada nuevo, con cinco hermanos. Me dieron la túnica vieja de Bill, la varita vieja de Charles y la vieja rata de Percy
-Ya veo porque se sentía tan mal en esa época- comento Bill.
-Sí, y dudo que la actitud de Percy y los gemelos lo ayudara a superar sus inseguridades- continuo Charlie murmurando entre ellos.
Ron buscó en su chaqueta y sacó una gorda rata gris, que estaba dormida.
Los chicos del futro bufaron cuando mencionaron a esa maldita rata, tres años y no tenía idea de quien era en realidad.
—Se llama Scabbers y no sirve para nada, casi nunca se despierta. A Percy, papá le regaló una lechuza, porque lo hicieron prefecto, pero no podían comp... Quiero decir, por eso me dieron a Scabbers. Las orejas de Ron enrojecieron. Parecía pensar que había hablado demasiado, porque otra vez miró por la ventanilla.
Harry no creía que hubiera nada malo en no poder comprar una lechuza. Después de todo, él nunca había tenido dinero en toda su vida, hasta un mes atrás, así que le contó a Ron que había tenido que llevar la ropa vieja de Dudley y que nunca le hacían regalos de cumpleaños. Eso pareció animar a Ron.
-De hecho si me hizo sentir mejor- confeso este- en ese tiempo pensaba que eras muy diferente a quien eres en verdad, pensé que serías más creído y egocéntrico-admitió el pelirrojo.
-En otras palabras pensabas que era igual a James- comentó Sirius
-¡¡Oye!! -reclamo el aludido.
-No veo porque te enojas, fuiste, eres y lamentablemente seguirás siendo nuestro egocéntrico favorito- dijo Remus.
Todo se comenzaron a reír aunque algunos de ellos, como Snape bufaron por las palabras dichas, ya que sin importar que ese tipo fuera así de insufrible, tenía el corazón de la querida pelirroja y eso no lo podría aceptar nunca.
—... y hasta que Hagrid me lo contó, yo no tenía idea de que era mago, ni sabía nada de mis padres o Voldemort...
Ron bufó.
—¿Qué? —dijo Harry.
—Has pronunciado el nombre de Quien-tú-sabes —dijo Ron, tan conmocionado como impresionado—. Yo creí que tú, entre todas las personas...
-Es solo un nombre Ron, eso no importa en lo absoluto- dijo Lily tranquilamente.
-No en el tiempo de que venimos- comento por lo bajo pero nadie lo escucho.
—No estoy tratando de hacerme el valiente, ni nada por el estilo, al decir el nombre —dijo Harry—. Es que no sabía que no debía decirlo. ¿Ves lo que te decía? Tengo muchísimas cosas que aprender... Seguro —añadió, diciendo por primera vez en voz alta algo que últimamente lo preocupaba mucho—, seguro que seré el peor de la clase.
—No será así. Hay mucha gente que viene de familias muggles y aprende muy deprisa.
-Y sigo manteniendo lo que dije- hablo Ron enviándole una mirada tierna a Hermione que se sonrojo.
-Muy cierto, como aquí mi querida pelirroja que es un claro ejemplo- comentó James abrazando a su novia con ternura.
Mientras conversaban, el tren había pasado por campos llenos de vacas y ovejas. Se quedaron mirando un rato, en silencio, el paisaje.
A eso de las doce y media se produjo un alboroto en el pasillo, y una mujer de cara sonriente, con hoyuelos, se asomó y les dijo:
— ¿Queréis algo del carrito, guapos?
Harry, que no había desayunado, se levantó de un salto, pero las orejas de Ron se pusieron otra vez coloradas y murmuró que había llevado bocadillos. Harry salió al pasillo.
Cuando vivía con los Dursley nunca había tenido dinero para comprarse golosinas y, puesto que tenía los bolsillos repletos de monedas de oro, plata y bronce, estaba listo para comprarse todas las barras de chocolate que pudiera llevar. Pero la mujer no tenía Mars. En cambio, tenía Grageas Bertie Bott de Todos los Sabores, chicle, ranas de chocolate, empanada de calabaza, pasteles de caldero, varitas de regaliz y otra cantidad de cosas extrañas que Harry no había visto en su vida. Como no deseaba perderse nada, compró un poco de todo y pagó a la mujer once sickles de plata y siete knuts de bronce.
Ron lo miraba asombrado, mientras Harry depositaba sus compras sobre un asiento vacío.
—Tenías hambre, ¿verdad?
—Muchísima —dijo Harry, dando un mordisco a una empanada de calabaza.
Ron había sacado un arrugado paquete, con cuatro bocadillos. Separó uno y dijo:
—Mi madre siempre se olvida de que no me gusta la carne en conserva.
-Oh en serio lo lamento Ron- dijo la mujer apenada.
-No importa, somos demasiados como para esperar que todo fuera perfecto, por lo menos siempre podíamos presumir que teníamos algo hecho con amor- comento Ron lo que dejo impresionados a muchos.
-De donde salieron esas palabras maduras Ron Weasley- pregunto divertida la castaña.
-Siempre con ese tono de sorpresa no Hermione- le respondió de la misma forma.
—Te la cambio por uno de éstos —dijo Harry, alcanzándole un pastel—. Sírvete...
—No te va a gustar, está seca —dijo Ron—. Ella no tiene mucho tiempo —añadió rápidamente—... Ya sabes, con nosotros cinco.
—Vamos, sírvete un pastel —dijo Harry, que nunca había tenido nada que compartir o, en realidad, nadie con quien compartir nada.
Varias aclamaciones de pena surgieron en el comedor, especialmente de las chicas que no podían creer la vida tan caótica que había tenido ese joven.
Era una agradable sensación, estar sentado allí con Ron, comiendo pasteles y dulces (los bocadillos habían quedado olvidados).
-Ese fue tu primer amigo verdad- dijo Lily con un poco de pena. El azabache asintió.
-Es bueno saberlo, así lo podremos invitar a tus cumpleaños incluso antes de que sepan hablar- comentó James con una sonrisa..
-Son muy amables, y desde luego ustedes también estáran invitados cuando nazca Ron- les dijo con amabilidad Molly.
— ¿Qué son éstos? —Preguntó Harry a Ron, cogiendo un envase de ranas de chocolate—. No son ranas de verdad, ¿no?—Comenzaba a sentir que nada podía sorprenderlo.
—No —dijo Ron—. Pero mira qué cromo tiene. A mí me falta Agripa.
— ¿Qué?
—Oh, por supuesto, no debes saber... Las ranas de chocolate llevan cromos, ya sabes, para coleccionar, de brujas y magos famosos. Yo tengo como quinientos, pero no consigo ni a Agripa ni a Ptolomeo.
Harry desenvolvió su rana de chocolate y sacó el cromo. En él estaba impreso el rostro de un hombre. Llevaba gafas de media luna, tenía una nariz larga y encorvada, cabello plateado suelto, barba y bigotes. Debajo de la foto estaba el nombre: Albus Dumbledore.
-Valla, que te salga Dumbledore en tu primer cromo- comentó Dora- yo ya lo tengo repetido cinco veces.
-Y solo están guardados y acumulando polvo- dijo con molestia Andrómeda.
-¿Por qué no haces lo que lunático sobrina?- sugirió Sirius- él se ponía a regalar todos sus cromos a quien fuera,
-Eso no es cierto canuto-reabrió el castaño- cuando me salía uno que no tenía lo guardaba.
-Entonces solo tienes uno de cada uno- pregunto la peli rosa.
-Sí, me importan más los chocolates que los cromos- acepto el hombre.
-Deberías de aprender algo de él Nymphadora- la acuso su madre.
La chica volteo los ojos exasperada por que la llamaran por su nombre, por otro lado los gemelos Weasley escucharon con cierta atención la conversación, lunático, canuto, que no eran esos los nombres de los merodeadores, sería posible que ellos fueran sus grandes ídolos.
— ¡Así que éste es Dumbledore! —dijo Harry.
— ¡No me digas que nunca has oído hablar de Dumbledore! —Dijo Ron—. ¿Puedo servirme una rana? Podría encontrar a Agripa... Gracias...
Harry dio la vuelta a la tarjeta y leyó:
Albus Dumbledore, actualmente director de Hogwarts. Considerado por casi todo el mundo Como el más grande mago del tiempo presente, Dumbledore es particularmente famoso por derrotar al mago tenebroso Grindelwald en 1945, por el descubrimiento de las doce aplicaciones de la sangre de dragón, y por su trabajo en alquimia con su compañero Nicolás Flamel. El profesor Dumbledore es aficionado a la música de cámara y a los bolos.
-Usted juega bolos profesor- pregunto Dora.
-Así es jovencita, me parece algo muy entretenido- respondió con simpleza.

Harry dio la vuelta otra vez al cromo y vio, para su asombro, que el rostro de Dumbledore había desaparecido.
— ¡Ya no está!
—Bueno, no iba a estar ahí todo el día —dijo Ron—. Ya volverá. Vaya, me ha salido otra vez Morgana y ya la tengo seis veces repetida... ¿No la quieres? Puedes empezar a coleccionarlos.
Los ojos de Ron se perdieron en las ranas de chocolate, que esperaban que las desenvolvieran.
-Ronald no seas avaricioso- recrimino Percy.
-Y de entre todos, mira quien fue hablar- le rebatió este a su hermano que enrojeció.
—Sírvete —dijo Harry—. Pero oye, en el mundo de los muggles la gente se queda en las fotos.
-¿Eso hacen?, ¿en serio no se mueven para nada?- pregunto Arthur impresionado- eso es muy extraño.
— ¿Eso hacen? Cómo, ¿no se mueven? —Ron estaba atónito—. ¡Qué raro!
Las risas se hicieron presentes al leer la reacción del menor de los Weasley.
-Sin duda es hijo de su padre- comentó Gideon.
-Es bueno saber que no niega su procedencia- se burló Fabián.
Harry miró asombrado, mientras Dumbledore regresaba al cromo y le dedicaba una sonrisita. Ron estaba más interesado en comer las ranas de chocolate que en buscar magos y brujas famosas, pero Harry no podía apartar la vista de ellos. Muy pronto tuvo no sólo a Dumbledore y Morgana, sino también a Ramón Llull, al rey Salomón, Circe, Paracelso y Merlín. Hasta que finalmente apartó la vista de la druida Cliodna, que se rascaba la nariz, para abrir una bolsa de grageas de todos los sabores.
—Tienes que tener cuidado con ésas —lo previno Ron—. Cuando dice «todos los sabores», es eso lo que quiere decir. Ya sabes, tienes todos los comunes, como chocolate, menta y naranja, pero también puedes encontrar espinacas, hígado y callos. George dice que una vez encontró una con sabor a duende.
-Ronnie esa solo era una broma-dijo George
-En verdad te lo creíste- continúo Fred
-Pero es cierto- increpo Sirius- tal vez no sabor a duende, pero si hay sabores demasiado desagradables.
-Sí, está dentro de las cinco cosas que nunca hay que hacer- dijo James.
-¿Qué?- preguntaron los del trio al mismo tiempo- ¿qué eso de “las cinco cosas que no haya que hacer”?- continuo Hermione.
-Yo me he preguntado los mismo- comentó Dora que estaba meciendo a Teddy- ya es la tercera vez que lo mencionan.
-Es una lista que hicimos en tercero- Respondió Remus- son cinco cosas que jamás haríamos.
-¿Y cuáles son esas cinco cosas?- preguntaron los gemelos Weasley
-La primera es, nunca hacerle cosquillas a un dragón dormido- explico James- esas sabias palabras incluso está en el lema del colegio- muchos rieron por su explicación.
-La segunda es nunca a tacar a un profesor- dijo esta vez Remus- y por si lo dudan yo agregue esa parte.
-La tercera es nunca comer una gragea de color marrón obscuro o algún color extraño de esos- agrego Sirius con asco- una ocasión comí una como entre gris y verde
-¿Y a que sabía?- preguntaron los gemelos Prewett.
-Era como calcetines sucios y baño sin limpiar- izo asco al recordarlo
-Sabor a Trol- comentó Ron sin pensarlo.
-¿Y tu como sabes a qué sabe un trol sobrino?- lo pico Gideon risueño.
-Porque a eso huelen, verdad Harry- este lo vio de forma sombría.
-Ronald Weasley/Harry Potter como saben a qué huele un trol- increparon Molly y Lily al mismo tiempo. Los amigos solo se encogieron en su lugar.
-Después lo descubrirán- comentó Harry con la poca voz que tenía- y ¿cuál es la cuarta cosa que no se debe hacer?
-La cuarta es no irrumpir en Gringotts-dijo Lily sin quitar su expresión de molestia.
-Y la quita la hizo tu tío, nunca insultar Dumbledore, en especial en presencia de alguien como Hagrid- termino Sirius.
El trio escucho todo con curiosidad, pero al momento de que les terminaron de explicar un pequeño miedo se instauro en ellos, qué pensarían los presentes cuando se enteraran que hicieron dos de esas cinco cosas que nuca deberían hacer.
Ron eligió una verde, la observó con cuidado y mordió un pedacito.
—Puaj... ¿Ves? Coles.
Pasaron un buen rato comiendo las grageas de todos los sabores. Harry encontró tostadas, coco, judías cocidas, fresa, curry, hierbas, café, sardinas y fue lo bastante valiente para morder la punta de una gris, que Ron no quiso tocar y resultó ser pimienta.
-Bueno esas son más normales que las de nuestro tiempo- comento aliviado Remus.
-supongo que recibieron muchas lechuzas con reclamaciones- razono Ted
En aquel momento, el paisaje que se veía por la ventanilla se hacía más agreste. Habían desaparecido los campos cultivados y aparecían bosques, ríos serpenteantes y colinas de color verde oscuro.
Se oyó un golpe en la puerta del compartimiento, y entró el muchacho de cara redonda que Harry había visto al pasar por el andén nueve y tres cuartos. Parecía muy afligido.
—Perdón —dijo—. ¿Por casualidad no habréis visto un sapo?
Cuando los dos negaron con la cabeza, gimió.
-Ese eres tu Neville- pregunto Alice al recordar que buscaba un sapo en el andén.
-sí, esa fue la primera vez nos vimos- comentó sin darle importancia.
— ¡La he perdido! ¡Se me escapa todo el tiempo!
—Ya aparecerá —dijo Harry.
—Sí —dijo el muchacho apesadumbrado—. Bueno, si la veis...
Se fue.
—No sé por qué está tan triste —comentó Ron—. Si yo hubiera traído un sapo lo habría perdido lo más rápidamente posible.
-Perdón por el comentario amigo- se disculpó Ron.
-Descuida, eso ya paso.
Aunque en realidad he traído a Scabbers, así que no puedo hablar.
La rata seguía durmiendo en las rodillas de Ron.
—Podría estar muerta y no notarías la diferencia —dijo Ron con disgusto—. Ayer traté de volverla amarilla para hacerla más interesante, pero el hechizo no funcionó. Te lo voy a enseñar, mira...
Revolvió en su baúl y sacó una varita muy gastada. En algunas partes estaba astillada y, en la punta, brillaba algo blanco.
-Sabes tal vez deberíamos de haber ahorrado para cómprale una nueva cuando fuera el momento-comento en un susurro Charlie a Bill que asintió, como los hermanos mayores sentía que era su deber ayudar a sus demás hermanos.
—Los pelos de unicornio casi se salen. De todos modos... Acababa de coger la varita cuando la puerta del compartimiento se abrió otra vez. Había regresado el chico del sapo, pero llevaba a una niña con él. La muchacha ya llevaba la túnica de Hogwarts.
— ¿Alguien ha visto un sapo? Neville perdió uno —dijo. Tenía voz de mandona, mucho pelo color castaño y los dientes de delante bastante largos.
-¡¡Harry!!- grito la chica inconforme con su descripción.
-Lo siento Hermione- se disculpó este
-Hermione tienes que aceptar que así te veías, pero desde entonces has cambiado mucho- repitió Ron las palabras que ella le había dicho con anterioridad.
Al no poder defenderse de su propia lógica se sentó con los brazos cruzados mientras Ron la abrazaba por los hombros para que no estuviera tan molesta.
—Ya le hemos dicho que no —dijo Ron, pero la niña no lo escuchaba. Estaba mirando la varita que tenía en la mano.
—Oh, ¿estás haciendo magia? Entonces vamos a verlo.
Se sentó. Ron pareció desconcertado.
—Eh... de acuerdo. —Se aclaró la garganta—. «Rayo de sol, margaritas, volved amarilla a esta tonta ratita.»
-Ron, esa era una…-comenzaron los gemelos.
-Una broma lo sé, pero a esa edad como querían que lo supiera- se defendió el pelirrojo
Agitó la varita, pero no sucedió nada. Scabbers siguió durmiendo, tan gris como siempre.
— ¿Estás seguro de que es el hechizo apropiado? —Preguntó la niña—. Bueno, no es muy efectivo, ¿no? Yo probé unos pocos sencillos, sólo para practicar, y funcionaron. Nadie en mi familia es mago, fue toda una sorpresa cuando recibí mi carta, pero también estaba muy contenta, por supuesto, ya que ésta es la mejor escuela de magia, por lo que sé. Ya me he aprendido todos los libros de memoria, desde luego, espero que eso sea suficiente... Yo soy Hermione Granger. ¿Y vosotros quiénes sois?
-Es otra Lily Evans- grito Sirius- la única diferencia es que ella es castaña.
-Sirius- le recrimino la joven.
-Pero es cierto, es idéntica a ti.
-No dudo que sea lista y determinada, algo de lo tu podrías aprender- le dijo haciendo que se enfurruñara molesto y que los demás rieran por lo bajo.
Dijo todo aquello muy rápidamente.
Harry miró a Ron y se calmó al ver en su rostro aturdido que él tampoco se había aprendido todos los libros de memoria.
—Yo soy Ron Weasley —murmuró Ron.
—Harry Potter —dijo Harry.
— ¿Eres tú realmente? —Dijo Hermione—. Lo sé todo sobre ti, por supuesto, conseguí unos pocos libros extra para prepararme más y tú figuras en Historia de la magia moderna, Defensa contra las Artes Oscuras y Grandes eventos mágicos del siglo XX.
-Ya tienes dos admiradoras, y a tan corta edad- comento Sirius con su sonrisa fanfarrona.
-Estoy tan orgulloso de ti hijo- dijo en James mientras se secaba una lagrima falsa.
— ¿Estoy yo? —dijo Harry, sintiéndose mareado.
—Dios mío, no lo sabes. Yo en tu lugar habría buscado todo lo que pudiera —dijo Hermione—. ¿Sabéis a qué casa vais a ir? Estuve preguntando por ahí y espero estar en Gryffindor, parece la mejor de todas. Oí que Dumbledore estuvo allí, pero supongo que Ravenclaw no será tan mala... De todos modos, es mejor que sigamos buscando el sapo de Neville. Y vosotros dos deberíais cambiaros ya, vamos a llegar pronto.
Y se marchó, llevándose al chico sin sapo.
—Cualquiera que sea la casa que me toque, espero que ella no esté —dijo Ron.
-Ronald, que actitud es esa- le regaño su madre.
-En ese tiempo no nos conocíamos mamá, y mucho menos éramos amigos.
Arrojó su varita al baúl—. Qué hechizo más estúpido, me lo dijo George. Seguro que era falso.
— ¿En qué casa están tus hermanos? —preguntó Harry
—Gryffindor —dijo Ron. Otra vez parecía deprimida—. Mamá y papá también estuvieron allí. No sé qué van a decir si yo no estoy. No creo que Ravenclaw sea tan mala, pero imagina si me ponen en Slytherin.
-No tiene nada de malo esa casa- increparon algunos de ellos.
-Todos los magos tenebrosos salen de esa casa- increpo Sirius.
-Eso no es cierto- atajo Harry antes que cualquier otro- el pertenecer a Slytherin no significa ser malo- Astoria y Andrómeda estaba de acuerdo con ello- cuando un mago pierde el camino no importa de qué casa sea- Termino el joven recordado a Pettigrew.
Dumbledore veía con orgullo a ese chico, pese a lo lamentable de su pasado había aprendido y era alguien maravilloso, de seguro en algún momento demostró ser igual que todos, pero al final había adquirido una gran madures.
— ¿Esa es la casa en la que Vol... quiero decir Quien-tú-sabes... estaba?
—Ajá —dijo Ron. Se echó hacia atrás en el asiento, con aspecto abrumado.
—¿Sabes? Me parece que las puntas de los bigotes de Scabbers están un poco más claras —dijo Harry, tratando de apartar la mente de Ron del tema de las casas—. Y, a propósito, ¿qué hacen ahora tus hermanos mayores?
Harry se preguntaba qué hacía un mago, una vez que terminaba el colegio.
—Charlie está en Rumania, estudiando dragones, y Bill está en África, ocupándose de asuntos para Gringotts —explicó Ron
-No podrían haber elegido carreras más peligrosas- cuestiono Molly.
-Lo intentamos, pero tú no nos déjate
-BILL- le recrimino su madre.
— ¿Te enteraste de lo que pasó en Gringotts? Salió en El Profeta, pero no creo que las casas de los muggles lo reciban: trataron de robar en una cámara de alta seguridad.
Harry se sorprendió.
-Y como no hacerlo- comento Lily.
-¿Quién podría estar  tan demente como para intentar algo así?
El trio del futro se sentaron incomodos mientras lo gemelos Weasley hacían un esfuerzo titánico para no soltar una carcajada, frente a ellos había tres locos que no solo lo intentaron, sino que habían tenido éxito.
— ¿De verdad? ¿Y qué les ha sucedido?
—Nada, por eso son noticias tan importantes. No los han atrapado. Mi padre dice que tiene que haber un poderoso mago tenebroso para entrar en Gringotts, pero lo que es raro es que parece que no se llevaron nada. Por supuesto, todos se asustan cuando sucede algo así, ante la posibilidad de que Quien-tú-sabes esté detrás de ello.
Harry repasó las noticias en su cabeza. Había comenzado a sentir una punzada de miedo cada vez que mencionaban a Quien-tú-sabes. Suponía que aquello era una parte de entrar en el mundo mágico, pero era mucho más agradable poder decir «Voldemort» sin preocuparse.
Dumbledore sonrió ante los pensamientos el chico, el mismo había intentado concientizar a al mundo mágico de eso pero no tenía existo, por esa parte fue bueno que el joven Potter creciera alejado de la comunidad mágica.
— ¿Cuál es tu equipo de quidditch? —preguntó Ron.
—Eh... no conozco ninguno —confesó Harry.
— ¿Cómo? —Ron pareció atónito—. Oh, ya verás, es el mejor juego del mundo... —Y se dedicó a explicarle todo sobre las cuatro pelotas y las posiciones de los siete jugadores, describiendo famosas jugadas que había visto con sus hermanos y la escoba que le gustaría comprar si tuviera el dinero. Le estaba explicando los mejores puntos del juego, cuando otra vez se abrió la puerta del compartimiento, pero esta vez no era Neville, el chico sin sapo, ni Hermione Granger.
Entraron tres muchachos, y Harry reconoció de inmediato al del medio: era el chico pálido de la tienda de túnicas de Madame Malkin. Miraba a Harry con mucho más interés que el que había demostrado en el callejón Diagon.
— ¿Es verdad? —preguntó—. Por todo el tren están diciendo que Harry Potter está en este compartimento. Así que eres tú, ¿no?
-Con tal de que no salga con sus cosas- comentó Sirius que creía saber quién era.
—Sí —respondió Harry. Observó a los otros muchachos. Ambos eran corpulentos y parecían muy vulgares. Situados a ambos lados del chico pálido, parecían guardaespaldas.
—Oh, éste es Crabbe y éste Goyle —dijo el muchacho pálido con despreocupación, al darse cuenta de que Harry los miraba
-Esos gorilas deformes tuvieron hijos- increpo james con impresión.
-Eso es un punto a parte James- intervino Remus- recuerda que ellos son mortifagos.
-Es cierto, entonces no los capturaron-continuo el azabache.
-La aplicación de la ley mágica en el futuro debe ser bastante decadente si fue así- increpo con molestia Alastor.
—. Y mi nombre es Malfoy, Draco Malfoy
-¡¿Qué?!- grito Narcisa sorprendida mientras se ponía de pie viendo al chico rubio sentado en la mesa de enfrente- ¿tú eres nuestro hijo?- le pregunto al joven que volteo y asintió con la cabeza.
-Ya sabía yo que ese chiquillo egoísta tenía algo que ver con ustedes- confesos Sirius muy seguro.
-Sirius, estás hablando de tu prima- le reclamo Dromeda.
Narcisa escuchaba eso pero no le daba importancia, lentamente volvió a sentarse sin perder de vista a su futuro hijo, porque no se había acercado a ellos en el momento que llego como los demás, es que acaso los odiaba o algo así, tenía miedo de saber porque su hijo estaba tan distanciado, pero aun así se dijo que debía que hablar con él.
Ron dejó escapar una débil tos, que podía estar ocultando una risita. Draco (dragón) Malfoy lo miró.
—Te parece que mi nombre es divertido, ¿no? No necesito preguntarte quién eres. Mi padre me dijo que todos los Weasley son pelirrojos, con pecas y más hijos que los que pueden mantener.
-¡¡¡Tu maldito hijo de…!!!- gritaron en conformidad los más grandes Weasley y los gemelos Prewett- ¡¿cómo te atreves a decir eso de nuestra familia?!- el rubio bajo la cabeza y no contesto- ¡¡responde maldito…!!
-¡¡Ya basta!!-  grito Astoria- eso ocurrió hace mucho tiempo, y no saben lo que paso, así que porque mejor no se…
-¡Tory!- le hablo el rubio- ya déjalo, eso no importa.
La chica le iba a reclamar a su novio pero no pudo, en el momento en que lo vio a los ojos pudo notar que lo único que quería era que ella lo abrazara, que estuviera ahí con él a su lado dándole su apoyo, la chica sin dudar lo hizo y con calma todos regresaron a sus asientos.
Se volvió hacia Harry.
—Muy pronto descubrirás que algunas familias de magos son mucho mejores que otras, Potter. No querrás hacerte amigo de los de la clase indebida. Yo puedo ayudarte en eso.
Extendió la mano, para estrechar la de Harry; pero Harry no la aceptó.
—Creo que puedo darme cuenta solo de cuáles son los indebidos, gracias —dijo con frialdad.
-Eso es cachorro- lo felicito Sirius- no necesitas a esos pedantes hijos de…
-¡¡Sirius!!- gritaron varios.
-… Como amigos- termino el animago
Draco Malfoy no se ruborizó, pero un tono rosado apareció en sus pálidas mejillas.
—Yo tendría cuidado, si fuera tú, Potter —dijo con calma—. A menos que seas un poco más amable, vas a ir por el mismo camino que tus padres. Ellos tampoco sabían lo que era bueno para ellos. Tú sigue con gentuza como los Weasley y ese Hagrid y terminarás como ellos.
Harry y Ron se levantaron al mismo tiempo. El rostro de Ron estaba tan rojo como su pelo.
-Esto se pondrá feo, no tiene que pelear- dijo Slughorn preocupado.
—Repite eso —dijo.
—Oh, vais a pelear con nosotros, ¿eh? —se burló Malfoy.
—Si no os vais ahora mismo... —dijo Harry, con más valor que el que sentía, porque Crabbe y Goyle eran mucho más fuertes que él y Ron.
-Demuestra tu valor hijo- lo apoyo James con orgullo- ustedes pueden contra ese par.
-¡James!, no lo incites a buscar problemas- le reclamo Lily.
-Pero querida, él no busco problemas, ellos lo encontraron a él.
-La historia de mi vida- comento por lo bajo a sus amigos que rieron por sus palabras.
—Pero nosotros no tenemos ganas de irnos, ¿no es cierto, muchachos? Nos hemos comido todo lo que llevábamos y vosotros parece que todavía tenéis algo.
Goyle se inclinó para coger una rana de chocolate del lado de Ron. El pelirrojo saltó hacia él, pero antes de que pudiera tocar a Goyle, el muchacho dejó escapar un aullido terrible.
-¿Qué ocurrió?- preguntaron Gideon.
Scabbers, la rata, colgaba del dedo de Goyle, con los agudos dientes clavados profundamente en sus nudillos. Crabbe y Malfoy retrocedieron mientras Goyle agitaba la mano para desprenderse de la rata, gritando de dolor, hasta que, final-mente, Scabbers salió volando, chocó contra la ventanilla y los tres muchachos desaparecieron. Tal vez pensaron que había más ratas entre las golosinas, o quizás oyeron los pasos porque, un segundo más tarde, Hermione Granger volvió a entrar.
-Por lo menos no tuvieron que pelear- comento Dora ante las risas discretas de muchos jóvenes.
— ¿Qué ha pasado? —preguntó, mirando las golosinas tiradas por el suelo y a Ron que cogía a Scabbers por la cola.
—Creo que se ha desmayado —dijo Ron a Harry. Miró más de cerca a la rata—. No, no puedo creerlo, ya se ha vuelto a dormir.
Y era así.
Remus se quedó meditando en lo leído un segundo, la descripción de esa rata hasta el momento le hacía recordar a su amigo Peter Pettigrew cuando se trasformaba, pero eso era imposible, ¿Por qué colagusano estaría con una familia de magos fingiendo ser una simple rata?, pero entonces pensó, Peter no había sido arrastrado a leer los libros con ellos, y no podía evitar preguntarse ¿por qué?
— ¿Conocías ya a Malfoy?
-Lamentablemente si- increpo Sirius.
Harry le explicó el encuentro en el callejón Diagon.
—Oí hablar sobre su familia —dijo Ron en tono lúgubre—. Son algunos de los primeros que volvieron a nuestro lado después de que Quien-tú-sabes desapareció. Dijeron que los habían hechizado. Mi padre no se lo cree. Dice que el padre de Malfoy no necesita una excusa para pasarse al Lado Oscuro. —Se volvió hacia Hermione—. ¿Podemos ayudarte en algo?
—Mejor que os apresuréis y os cambiéis de ropa. Acabo de ir a la locomotora, le pregunté al conductor y me dijo que ya casi estamos llegando. No os estaríais peleando, ¿verdad? ¡Os vals a meter en líos antes de que lleguemos!
-Ellos no lo buscaron solo se estaban defendiendo- atajo Gideon.
-Muy cierto hermano- lo apoyo Fabián antes de retomar la lectura.
—Scabbers se estuvo peleando, no nosotros —dijo Ron, mirándola con rostro severo—. ¿Te importaría salir para que nos cambiemos?
—Muy bien... Vine aquí porque fuera están haciendo chiquilladas y corriendo por los pasillos —dijo Hermione en tono despectivo—. A propósito, ¿te has dado cuenta de que tienes sucia la nariz?
-Eras demasiada seria y mal humorada verdad- comentó Ginny que no conocía esa faceta de la vida de su amiga.
-Ginny- le reclamo la castaña- pero es cierto, ahora que lo leemos parecía que era un poco mandona.
-Aun lo sigues siendo Hermione- comento Ron que se ganó una mirada despectiva de la chica- pero también por eso te queremos- agrego el pelirrojo aligerando la tensión.
Fabián relato lo que ocurrió después de la castaña saliera dejando solos a los chicos,  hasta el momento en que se reunieron con el resto de los estudiantes que inundaban el pasillo.
El tren aminoró la marcha, hasta que finalmente se detuvo. Todos se empujaban para salir al pequeño y oscuro andén. Harry se estremeció bajo el frío aire de la noche. Entonces apareció una lámpara moviéndose sobre las cabezas de los alumnos, y Harry oyó una voz conocida:
— ¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí! ¿Todo bien por ahí, Harry?
-Nuestro gigantesco amigo- comentaron los gemelos Weasley.
-Algo imponente para los de primer año- continúo Fred- pero no menos que el resto del recorrido.
La gran cara peluda de Hagrid rebosaba alegría sobre el mar de cabezas.
—Venid, seguidme... ¿Hay más de primer año? Mirad bien dónde pisáis. ¡Los de primer año, seguidme!
Resbalando y a tientas, siguieron a Hagrid por lo que parecía un estrecho sendero. Estaba tan oscuro que Harry pensó que debía de haber árboles muy tupidos a ambos lados. Nadie hablaba mucho. Neville, el chico que había perdido su sapo, lloriqueaba de vez en cuando.
—En un segundo, tendréis la primera visión de Hogwarts —exclamó Hagrid por encima del hombro—, justo al doblar esta curva.
Se produjo un fuerte ¡ooooooh!
-Es una visión magnifica- comento Lily- nunca podré olvidar esa primera visión del castillo reflejado en el lago.
-Yo igual- apoyo Ted- sin duda un lugar emblemático para todos.
-Yo me emocione tanto que me caí el bote- comentó james.
-No finjas James- atajo su novia- tú no te caíste, saltaste- aseguro la joven ante la diversión de todos.
El sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas.
— ¡No más de cuatro por bote! —gritó Hagrid, señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla. Harry y Ron subieron a uno, seguidos por Neville y Hermione.
— ¿Todos habéis subido? —continuó Hagrid, que tenía un bote para él solo—. ¡Venga! ¡ADELANTE!
Entonces Fabián narro como fue sus viaje en los botes, como cruzaron le lago negó con ellos hasta el túnel y a lo que parecía un muelle subterráneo debajo edil castillo.
-El primer viaje a Hogwarts- recordaron James y Sirius.
-Es fantástico siempre y cuando no lo tiren a uno del vote- hablo con recelo el licántropo.
-Aun estas molesto por eso lunático- conto el oji gris- ya pasaron años además cornamenta y yo también nadamos contigo.
-Mejor cállate Sirius- increpo el castaño
— ¡Eh, tú, el de allí! ¿Es éste tu sapo? —dijo Hagrid, mientras vigilaba los botes y la gente que bajaba de ellos.
— ¡Trevor! —gritó Neville, muy contento, extendiendo las manos.
-Siempre está perdiéndose- comentó Neville con media sonrisa.
Luego subieron por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara de Hagrid, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo.
Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron ante la gran puerta de roble.
— ¿Estáis todos aquí? Tú, ¿todavía tienes tu sapo?
Hagrid levantó un gigantesco puño y llamó tres veces a la puerta del castillo.
 -Bien aquí termina el capítulo- informa Fabián a todo el mundo.
-Al menos fue mejor que los anteriores- acepto Lily.
-Unos de los pocos momentos tranquilos que menos tenido- comento ron a lo que sus amigos sonrieron.
-¿De los pocos momentos tranquilos?- pregunto Molly.
-Sí, es que Hogwarts es muy excitante- hablo Hermione desviando un poco el tema, aunque al final sabrán todo lo que hicieron.

-Muy bien, que dices cuñado te gustaría leer- pregunto Fabián a Arthur que aceptó gustoso.

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