-Estoy
de acuerdo con el señor Longbottom-afirmo Dumbledore- ¿a quién le gustaría
leer?
-Que
dices tú Luna, ¿te gustaría leer el siguiente capítulo?- le pregunto Neville a
la rubia.
-Seria
lindo, pero no, tal vez después lea- respondió ella sin darle mucha
importancia.
-Bueno,
en ese caso les parece que lea yo- se ofreció Astoria, y sin recibir respuesta
le pasaron el libro- muy bien, vamos en el capítulo seis- abrió el libro en la
página donde iniciaba- el título es, hag- dijo con cierto disgusto- “Gilderoy
Lockhart”.
-¡¿Qué?!-
dijeron muchos- ese estúpido tiene un capitulo- continuo James.
-Pero
que desperdicio de tinta y papel- aseguro Sirius igual de molesto.
-Bueno,
eso no importa ahora- aseguro Lily.
-Pero
Lis
-No hay
nada que podamos hacer para remediar lo del capítulo, y entre más pronto la
dejemos leer más pronto terminamos.
Al día siguiente, sin embargo, Harry apenas
sonrió ni una vez. Las cosas fueron de mal en peor desde el desayuno en el Gran
Salón.
-¿Peor?,
pero después de la fiesta de anoche- comenzó james.
-Pero aún
deben enfrentar las consecuencias de lo que hicieron, recuerdan- aseguro Remus.
Bajo el techo encantado, que aquel día estaba
de un triste color gris, las cuatro grandes mesas correspondientes a las cuatro
casas estaban repletas de soperas con gachas de avena, fuentes de arenques
ahumados, montones de tostadas y platos con huevos y beicon.
-Por
favor, se podrían brincar lo de la comida- pido Sirius.
-Hay,
por el amor de Merlín- exclamo Marlene.
-Perdón
McKinnon, pero si hablan de comida me da hambre más rápido, no es mi culpa- le
aseguro el hombre.
Harry y Ron se sentaron en la mesa de
Gryffindor junto a Hermione, que tenía su ejemplar de Viajes con los vampiros
abierto y apoyado contra una taza de leche. La frialdad con que ella dijo
«buenos días», hizo pensar a Harry que todavía les reprochaba la manera en que
habían llegado al colegio.
-De
seguro lo está verdad Lupin- comento Sirius viendo al oji miel.
-Estaba
muy, muy preocupada por ellos porque no los vi en el expreso ni en el comedor,
y cuando me los topo lo hago con la noticia de que volaron en un auto rompiendo
mil reglas.
-Vamos,
no seas exagerada si- le acuso Sirius- ¿por qué te preocuparías tanto solo por
eso?
-El
trol, el bosque prohibido, la trampilla- enlisto la castaña- después de eso
discúlpame por sentirme nerviosa- termino con voz irónica.
Para su
desgracia todos estaban de acuerdo con la chica, después de todo tenían un historial
de desastres bastante amplio.
Neville Longbottom, por el contrario, les
saludó alegremente.
Frank
le revolvió el cabello a su hijo feliz por lo que se decía.
Neville era un muchacho de cara redonda,
propenso a los accidentes, y era la persona con peor memoria de entre todas las
que Harry había conocido nunca.
-Perdón
por eso Neville- se disculpó el azabache.
-Descuida,
no es como si me estuvieras insultando o levantando falsos- le restó
importancia el chico.
—El correo llegará en cualquier momento
—comentó Neville—; supongo que mi abuela me enviará las cosas que me he
olvidado.
Efectivamente, Harry acababa de empezar sus
gachas de avena cuando un centenar de lechuzas penetraron con gran estrépito en
la sala, volando sobre sus cabezas, dando vueltas por la estancia y dejando
caer cartas y paquetes sobre la alborotada multitud.
-Y tu
sin recibir nada verdad hijo- le dijo james con pena.
-Pues
ese día lo mejor hubiera sido que ninguno recibiera nada- comento Ron un poco
pálido al recordar lo ocurrido.
Un gran paquete de forma irregular rebotó en
la cabeza de Neville, y un segundo después, una cosa gris cayó sobre la taza de
Hermione, salpicándolos a todos de leche y plumas.
— ¡Errol! —dijo Ron, sacando por las patas a
la empapada lechuza.
-Pobre lechuza-
exclamo Dora.
-Tranquila
sobrina- le dijo- es solo que después de un largo viaje se quiso refrescar
dando una nadadita.
-¿Nadar
en leche?- interrogo Marlene.
-En
gustos se rompen géneros no- término risueño
Errol se desplomó, sin sentido, sobre la
mesa, con las patas hacia arriba y un sobre rojo y mojado en el pico.
» ¡No...! —exclamó Ron.
—No te preocupes, no está muerto —dijo
Hermione, tocando a Errol con la punta del dedo.
-Hay
cuñada, como que picaste a Errol con el dedo- comenzó Fred.
-Ni que
te fuera a morder o explotar porque lo tomaras- continuo George
-Mínimo
lo hubieras tratado de reanimar.
-Si,
como darle masaje al corazón, respiración de pico a boca
-¡No!,
eso ultimo no- atajo Ginny como si estuviera apurada- si lo hace tal vez Ron se
hubiera puesto celoso de Errol.
-Ya
dejen de burlarse ustedes tres- les reclamo el pelirrojo molesto.
—No es por eso... sino por esto.
Ron señalaba el sobre rojo. A Harry no le
parecía que tuviera nada de particular, pero Ron y Neville lo miraban como si
pudiera estallar en cualquier momento.
-No lo
hiciste verdad hermana- le dijo Gideon. Todos tenían una idea de lo que era
podría ser eso.
— ¿Qué pasa? —preguntó Harry.
—Me han enviado un howler —dijo Ron con un
hilo de voz.
-¡¡Noo!!-
gritaron lo gemelos Prewett- ¿cómo pudiste hacerle eso a nuestro sobrino?-
continuo Fabián.
-Por lo
menos hubieras esperado a que tuviera más edad- aseguro Gideon recordando
cuando su madre les envió un howler a ellos- lo vas a dejar traumado al pobre
—Será mejor que lo abras, Ron —dijo Neville,
en un tímido susurro—. Si no lo hicieras, sería peor. Mi abuela una vez me
envió uno, pero no lo abrí y... —tragó saliva— fue horrible.
-Tendré
que hablar seriamente con mi querida suegra- comento Alice.
-No serás
el único cariño- agrego Frank.
Harry contempló los rostros aterrorizados y
luego el sobre rojo.
—¿Qué es un howler? —dijo.
Pero Ron fijaba toda su atención en la carta,
que había empezado a humear por las esquinas.
-Dense
prisa o explotara- les apremio Sirius.
—Ábrela —urgió Neville—. Será cuestión de unos
minutos.
Ron alargó una mano temblorosa, le quitó a
Errol el sobre del pico con mucho cuidado y lo abrió. Neville se tapó los oídos
con los dedos. Harry no comprendió por qué lo había hecho hasta una fracción de
segundo después.
-Tu debiste
hacer lo mismo ahijado- aseguró Sirius.
-¿Cómo
diablos iba a saberlo?, digo, no muchos tiene su experiencia con los howlers
verdad chicos- les dijo Lily a los merodeadores que se hicieron los
desentendidos.
Por un momento, creyó que el sobre había
estallado; en el salón se oyó un bramido tan potente que desprendió polvo del
techo.
-Wau,
que potencia tenía la carta he- comento Ted.
—... ROBAR EL COCHE, NO ME HABRÍA EXTRAÑADO
QUE TE EXPULSARAN; ESPERA A QUE TE COJA, SUPONGO QUE NO TE HAS PARADO A PENSAR
LO QUE SUFRIMOS TU PADRE Y YO CUANDO VIMOS QUE EL COCHE NO ESTABA...
Los gritos de la señora Weasley, cien veces
más fuertes de lo normal, hacían tintinear los platos y las cucharas en la mesa
y reverberaban en los muros de piedra de manera ensordecedora.
-Si con
los gritos normales de Molly casi nos quedamos sordos-comenzó Fabián.
-Amplificados
cien veces es un milagro que les explotara la cabeza-termino Gideon.
-Pues
si tan impresionados están, podría enviarles uno ahora mismo. Que les parece-
les reclamo la mujer.
-¡No hermanita!-
dieron de inmediato los gemelos.
En el salón, la gente se volvía hacia todos
los lados para ver quién era el que había recibido el howler, y Ron se encogió
tanto en el asiento que sólo se le podía ver la frente colorada.
-Fue bastante
impactante la verdad- dijo Luna en su tono característico- pero aun así fue una
experiencia interesante- agrego.
-Dilo
por ti luna, para mí fue aterradora- aseguro Ron.
-Sí, yo
opino lo mismo- secundo Harry.
-Enserio,
pero con todas las experiencias que han tenido pensé que no les molestaría.
-En ese
momento no habíamos vivido tato luna, por lo que si fue muy impactante- explicó
el azabache.
-Ha si,
olvide qua apenas estaban en segundo- aseguro la chica
—... ESTA NOCHE LA CARTA DE DUMBLEDORE, CREÍ
QUE TU PADRE SE MORÍA DE LA VERGUENZA, NO TE HEMOS CRIADO PARA QUE TE COMPORTES
ASÍ, HARRY Y TÚ PODRÍAIS HABEROS MATADO...
Harry se había estado preguntando cuándo
aparecería su nombre.
-Yo también
me lo estaba preguntando- aseguro James.
-Si
claro, la misma retorcida mente- comentó Alice.
-Oye,
te recuerdo que el también pieza como yo he- le reclamo Lily.
Trataba de hacer como que no oía la voz que
le estaba perforando los tímpanos.
Algunos
jóvenes se rieron levemente por la declaración del chico.
—... COMPLETAMENTE DISGUSTADO, EN EL TRABAJO
DE TU PADRE ESTÁN HACIENDO INDAGACIONES, TODO POR CULPA TUYA, Y SI VUELVES A
HACER OTRA, POR PEQUEÑA QUE SEA, TE SACAREMOS DEL COLEGIO.
-Bueno
por lo menos no mencionaron su nombre- aseguro Sirius.
-No,
pero si dijo el nombre de Harry- aseguro Remus.
-Y
recuerda que él y Ron siempre están juntos- continuo Dora- haría falta estar
como Crabbe o Goyle para que no dedujeran a quien le habían enviado el howler.
-Hay ya
déjenme tranquilo con su lógica- acuso El animago.
Se hizo un silencio en el que resonaban aún
las palabras de la carta. El sobre rojo, que había caído al suelo, ardió y se
convirtió en cenizas. Harry y Ron se quedaron aturdidos, como si un maremoto
les hubiera pasado por encima. Algunos se rieron y, poco a poco, el habitual
alboroto retornó al salón.
-Nosotros
los comprendemos- les aseguro James.
-Claro,
después de todo tiene experiencia cierto- aseguro Lily.
-Porque
no me sorprende que les llegara un howler- dijo divertido Harry.
-¡Uno!-
dijeron varios al mismo tiempo.
-En una
ocasión les llegaron tres howler consecutivos- les revelo Marlene.
-¡¿Tres?!-
dijeron los del futuro.
-Sí, y
personalizados- aseguro la rubia- dos eran de mamá Dorea para James y Remus, porque
fueron atrapados en una gran broma, y el tercero era de la madre de Sirius que
lo atraparon, bueno, semidesnudo con una “zorra”- volteo a ver a la joven que
estaba entre la multitud- ya se imaginaran haciendo que- les dijo- llegaron y
uno en uno fueron explotando.
-El
peor fue el de la madre de Sirius- aseguro Lily- aun puedo jurar que rompió más
de un par de copas.
-Y
créanme que no fue la primera ni la última vez que recibieron uno- aseguro Alice-
asta parecía que se hicieron inmunes.
Hermione cerró el libro Viajes con los
vampiros y miró a Ron, que seguía encogido.
—Bueno, no sé lo que esperabas, Ron, pero
tú...
—No me digas que me lo merezco —atajó Ron.
-Pero
si te lo merecías- le dijo Hermione con una sonrisa.
-No
empieces por favor- le rebatió pero también con media sonrisa en el rostro.
Harry apartó su plato de gachas. El
sentimiento de culpabilidad le revolvía las tripas.
-No
tienes por qué sentirte culpable- le aseguro Arthur de forma comprensiva.
-Aun
cuando han hecho algo que no debieron hacer- aseguro Lily con voz suave.
-¡Mamá!-
reclamo el azabache menor.
-Acostúmbrate
hijo- le dijo su padre- cuando Lily se pone así, te recuerda y te echa en cara
las cosas siempre que puede.
-Lo
dices por experiencia verdad- le dijo el joven.
-Pues sí,
lamentablemente si- aseguro el Potter mayor.
El señor Weasley tendría que afrontar una
investigación en su trabajo. Después de todo lo que los padres de Ron habían
hecho por él durante el verano...
Pero Harry no tuvo demasiado tiempo para
pensar en aquello, porque la profesora McGonagall recorría la mesa de
Gryffindor entregando los horarios. Harry cogió el suyo y vio que tenían en
primer lugar dos horas de Herbología con los de la casa de Hufflepuff.
Harry, Ron y Hermione abandonaron juntos el
castillo, cruzaron la huerta por el camino y se dirigieron a los invernaderos
donde crecían las plantas mágicas. El howler había tenido al menos un efecto
positivo: parecía que Hermione consideraba que ellos ya habían tenido
suficiente castigo y volvía a mostrarse amable.
-Pues
era algo así- comento la joven- ya sabía que la profesora McGonagall los
castigaría, digo, eso era obvio, así que no creí necesario seguir ignorándolos,
además la cara de ron me daba algo de ternura- dijo al final sonrojada un poco.
Al dirigirse a los invernaderos, vieron al
resto de la clase congregada en la puerta, esperando a la profesora Sprout.
Harry, Ron y Hermione acababan de llegar cuando la vieron acercarse con paso
decidido a través de la explanada, acompañada por Gilderoy Lockhart.
-¡¿Por
qué tenía que ser ese idiota?!- exclamo Sirius.
-Bueno,
puesto que el capítulo lleva su nombre, me imagino que saldrá en muchas
ocasiones- comento para desagrado de muchos Marlene.
La profesora Sprout llevaba un montón de
vendas en los brazos, y sintiendo otra punzada de remordimiento, Harry vio a lo
lejos que el sauce boxeador tenía varias de sus ramas en cabestrillo.
-Y tú
de seguro te sentiste mal cierto- comento Lily.
-Pues sí,
un poco- acepto el chico.
-Descuide
joven Potter- hablo la profesora Sprout- esa no fue la primera vez que tenía
que curar al sauce boxeador, si a aquí su padre y sus amigos se divertía mucho
con el- agrego viéndolos acusadoramente.
-Incluso
en mi época lo hacíamos- revelo Dora con media sonrisa.
Astoria
describió a la profesora Sprout así como la forma en que iba vestida, así también
describió a Lockhart que llevaba una túnica y sombreo azul turquesa.
— ¡Hola, qué hay! —Saludó Lockhart, sonriendo
al grupo de estudiantes—. Estaba explicando a la profesora Sprout la manera en
que hay que curar a un sauce boxeador.
-Claro,
lo sabe después de que la profesora ya lo curo verdad- ironizo Sirius.
-Ese
tipo es un falso y arrogante- aseguro James.
-Pero tú
no te quedas atrás en ese último punto- aseguro Lily- así que no te olvides de
eso cuando quieras juzgarlo.
¡Pero no quiero que penséis que sé más que
ella de botánica! Lo que pasa es que en mis viajes me he encontrado varias de
estas especies exóticas y...
—¡Hoy iremos al Invernadero 3, muchachos!
—dijo la profesora Sprout, que parecía claramente disgustada, lo cual no
concordaba en absoluto con el buen humor habitual en ella.
-He
pasado años estudiando y cuidando un sin número de plantas, como para que
llegue cualquier tipo insinuando que sabe más- aseguro Sprout con el ceño
fruncido.
-En
especial él que reprobó en herbología - aseguro Alice recordando a ese inútil.
-¡¿Reprobó?!-
repitieron algunos.
-Eso no
es lo extraño- aseguro ron por sobre todos- lo extraño es que se hubiera
graduado- varios soltaron una gran risa, en especial para aquellos a los que le
caía mal.
Se oyeron murmullos de interés. Hasta
entonces, sólo habían trabajado en el Invernadero 1. En el Invernadero 3 había
plantas mucho más interesantes y peligrosas.
-El
orden de los invernaderos están iguales- comento Frank.
-Recuerdo
cuando fuimos a ese invernadero-comentó Dora.
-Sí, de
ahí te fuiste directamente a la enfermería porque aún quiere tiraste una maseta
y la planta te termino lastimando la pierna- comento Charlie.
-Gracias,
por recordar esa parte en específico amigo- dijo con sarcasmo la chica mientras
su cabello adquiría un tono rojizo.
-Pero
era cierto Nimpy, esa fue tu primera visita a la señora Pomfrey en el año-
aseguro el pelirrojo sonriente.
La
joven negó con la comida, mientras una pequeña llama surgió dentro de un
castaño que se alegraba y odiaba de la buena relación entre ellos dos.
La profesora Sprout cogió una llave grande
que llevaba en el cinto y abrió con ella la puerta. A Harry le llegó el olor de
la tierra húmeda y el abono mezclados con el perfume intenso de unas flores
gigantes, del tamaño de un paraguas, que colgaban del techo. Se disponía a
entrar detrás de Ron y Hermione cuando Lockhart lo detuvo sacando la mano
rapidísimamente.
-¿Pero
qué?- alcanzo a exclamar James, ¿Por qué Lockhart lo detenía?
A todos
les pareció una actitud muy extraña, pero los más preceptivos pensaron que la
presencia de Lockhart en ese lugar no tenía nada que ver con las clases, más
bien solo quería encontrarse con Harry.
—¡Harry! Quería hablar contigo... Profesora
Sprout, no le importa si retengo a Harry un par de minutos, ¿verdad?
A juzgar por la cara que puso la profesora
Sprout, sí le importaba, pero Lockhart añadió:
-Claro
que me importa- aseguro la profesora- sacar a uno de mis estudiantes,
interrumpir mis clases por sabrá Merlín que estupidez- sin duda estaba
disgustada.
—Sólo un momento —y le cerró la puerta del
invernadero en las narices.
—Harry —dijo Lockhart. Sus grandes dientes
blancos brillaban al sol cuando movía la cabeza—. Harry, Harry, Harry.
-Solo
te saco de la clase para decir tu nombre- exclamo Neville.
-Ojala
y solo hubiera sido eso- aseguró el azabache.
Harry no dijo nada. Estaba completamente
perplejo. No tenía ni idea de qué se trataba. Estaba a punto de decírselo,
cuando Lockhart prosiguió:
—Nunca nada me había impresionado tanto como
esto, ¡llegar a Hogwarts volando en un coche! Claro que enseguida supe por qué
lo habías hecho. Se veía a la legua. Harry, Harry, Harry.
-¿Qué quiere
decir con eso?- pregunto Remus.
-Conociéndolo,
de seguro será una estupidez- aseguro Dora.
Era increíble cómo se las arreglaba para
enseñar todos los dientes incluso cuando no estaba hablando.
Algunos
esbozaron una sonrisa burlona ante ese comentario.
—Te metí el gusanillo de la publicidad, ¿eh?
—dijo Lockhart—. Le has encontrado el gusto. Te viste compartiendo conmigo la
primera página del periódico y no pudiste resistir salir de nuevo.
-¡¿Qué?!-
dijeron muchos- en verdad ese idiota cree toda esa sarta de porquerías que
salen de su boca.
-¡Nymphadora!-
le reclamo su Dromeda.
-¡Pero
es cierto mamá!- le aseguro la peli rosa.
-Aun así
cuida tu vocabulario- le dijo ella- en serio no sé porque te preocupas de que
Sirius le enseñe cosas malas a Teddy cuando tú actúas igual.
-Hay
bueno, pero ahí te tiene a ti, a mi papá y a Remus para darle el buen ejemplo
no- se defendió la chica.
-Pero también
es parte de tu responsabilidad- le dijo Remus a lo que la joven lo dio una mirada penetrante.
-Y tú
de qué lado estas- le pregunto de forma desafiante
-Yo-
dijo el castaño antes de tomar el niño del regazo de su madre para ponerlo en
el suyo- pues yo estoy del lado de Teddy- aseguro mientras el niño reía.
-Si
claro, salte por la tangente- le acuso acariciándole la mejilla al peli azul.
—No, profesor, verá...
—Harry, Harry, Harry —dijo Lockhart,
cogiéndole por el hombro—. Lo comprendo. Es natural querer probar un poco más
una vez que uno le ha cogido el gusto. Y me avergüenzo de mí mismo por
habértelo hecho probar, porque es lógico que se te subiera a la cabeza.
-Mi
hijo no es un arrogante como él y mucho menos como su padre- aseguró Lily
segura de sí.
-Eso es
muy cierto- lo apoyo el azabache- oye, como estuvo la última parte.
-Hay
cariño, debes admitir que tú también pecas de lo mismo que Lockhart
-Sí,
eso hasta yo lo sé- aseguro Harry- debo decir que me sentí un poco decepcionado
cuando descubrí algunas de tus “bromas”.
-En…
enserio…- le dijo el hombre un tanto preocupado.
-Sí,
pero eso ya lo discutiremos en su omento- dijo el joven haciéndole una señal a
la chica para que continúe.
Pero mira, muchacho, no puedes ir volando en
coche para convertirte en noticia. Tienes que tomártelo con calma, ¿de acuerdo?
Ya tendrás tiempo para estas cosas cuando seas mayor. Sí, sí, ya sé lo que
estás pensando: «¡Es muy fácil para él, siendo ya un mago de fama internacional!»
-Huy
si, de seguro eso es en lo que piensa- ironizo Fred.
-Si
claro, porque desperdiciar su tiempo pensando en otras cosas- aseguro George.
-Como
por ejemplo como quitarle la sonrisa a ese imbécil.
-O como
arroja a su oficina algo desagradable.
-O
mejor porque no se callan y nos dejan continuar- rebatió Astoria.
-No, no
lo creo- dijeron al unísono.
-¡Fred,
George!- les grito su madre.
-Está
bien, que continúe- le dijo George guardando silencio.
Pero cuando yo tenía doce años, era tan poco
importante como tú ahora. ¡De hecho, creo que era menos importante!
-Mucho
menos importante- aseguro Frank.
-Claro
que si- continuo Ted- en nuestra época no hay mago que no conozca el nombre de
Harry Potter
Quiero decir que hay gente que ha oído hablar
de ti, ¿no?, por todo ese asunto con El-que-no-debe-ser-nombrado. —Contempló la
cicatriz en forma de rayo que Harry tenía en la frente—
-Que
sutil al tocar un momento tan traumático para él- aseguro Andrómeda molesta.
-Es un imbécil-
espeto Molly igual de molesta, esa no es
forma de habar de ese asunto con él.
Lo sé, lo sé, no es tanto como ganar cinco
veces seguidas el Premio a la Sonrisa más Encantadora, concedido por la revista
Corazón de bruja, como he hecho yo, pero por algo hay que empezar.
-Él no
necesita la fama- aseguro Alice recordando lo mucho que se parecía el chico a
la pelirroja en ese aspecto- ya quisiera tener la mitad de fama que él tiene.
-De
hecho él con gusto se la hubiera dado de haber podido cierto- comento Ron.
-Ya conoces
la respuesta- hablo este.
Le guiñó un ojo a Harry y se alejó con paso seguro.
Harry se quedó atónito durante unos instantes, y luego, recordando que tenía
que estar ya en el invernadero, abrió la puerta y entró.
-Bien,
con eso podrá tener un poco de tranquilidad- aseguro Sirius.
La profesora Sprout estaba en el centro del
invernadero, detrás de una mesa montada sobre caballetes. Sobre la mesa había
unas veinte orejeras. Cuando Harry ocupó su sitio entre Ron y Hermione, la
profesora dijo:
-Orejeras-preguntaron
algunas.
-De
seguro van a trabajar con mandrágoras- exclamo Alice.
-A
claro, como lo hicimos nosotros en tercero verdad- apoyo Lily.
—Hoy nos vamos a dedicar a replantar
mandrágoras. Veamos, ¿quién me puede decir qué propiedades tiene la mandrágora?
-Hermione-
dieron al mismo tiempo los merodeadores y los dos pares de gemelos.
Sin que nadie se sorprendiera, Hermione fue
la primera en alzar la mano.
-Lo sabía-
aseguraron nuevamente al unísono.
-Nadie
les discutió lo que dijeron- comenzó la castaña- además ya déjenme tranquila, que
no hay nada de malo en ser la más aplicada del grupo- les rebatió.
—La mandrágora, o mandrágula, es un
reconstituyente muy eficaz —dijo Hermione en un tono que daba la impresión,
como de costumbre, de que se había tragado el libro de texto
-¡Harry!-
le reclamo la chica.
-Pero
Hermione, pero así sonaba- se defendió el azabache- pero ahí no dice que yo
pensé eso- agrego.
-No,
pero la forma en que está escrito el libro es desde tu punto de vista, aun
cuando no diga textual que lo pesaste- aseguró la joven.
Se utiliza para volver a su estado original a
la gente que ha sido transformada o encantada.
—Excelente, diez puntos para Gryffindor —dijo
la profesora Sprout—. La mandrágora es un ingrediente esencial en muchos
antídotos. Pero, sin embargo, también es peligrosa. ¿Quién me puede decir por
qué?
-Her…
-Si alguien
dice mi nombre que se atenga a las consecuencias- advirtió la chica sacando su
varita, todos guardaron silencio.
Al levantar de nuevo velozmente la mano,
Hermione casi se lleva por delante las gafas de Harry.
Alguno rieron
por el casi descuido de la chica.
—El llanto de la mandrágora es fatal para
quien lo oye —dijo Hermione instantáneamente.
—Exacto. Otros diez puntos —dijo la profesora
Sprout—. Bueno, las mandrágoras que tenemos aquí son todavía muy jóvenes.
Mientras hablaba, señalaba una fila de
bandejas hondas, y todos se echaron hacia delante para ver mejor. Un centenar
de pequeñas plantas con sus hojas de color verde violáceo crecían en fila. A
Harry, que no tenía ni idea de lo que Hermione había querido decir con lo de
«el llanto de la mandrágora», le parecían completamente vulgares.
-Solo estaba
viendo las hojas hijo- aseguro Lily- pero supongo lo entendiste todo cuando
sacaste la planta de la maseta.
—Poneos unas orejeras cada uno —dijo la
profesora Sprout.
Hubo un forcejeo porque todos querían coger
las únicas que no eran ni de peluche ni de color rosa.
-También
deberían conseguir más orejeras no- comentó Sirius- digo, aprovechando que también
deben de cambiar esas escobas de la escuela.
-Tomaremos
en cuenta su recomendación señor Black, pero por momento, señorita Greengrass, podría
continuar- pidió el profesor Dumbledore.
—Cuando os diga que os las pongáis, aseguraos
de que vuestros oídos quedan completamente tapados —dijo la profesora Sprout—.
Cuando os las podáis quitar, levantaré el pulgar. De acuerdo, poneos las
orejeras.
Harry se las puso rápidamente. Insonorizaban
completamente los oídos. La profesora Sprout se puso unas de color rosa, se
remangó, cogió firmemente una de las plantas y tiró de ella con fuerza.
Harry dejó escapar un grito de sorpresa que
nadie pudo oír.
-Es una
ventaja que tengan puestas las orejeras-cometo Sirius.
-Aunque
no tuvieran las orejeras, dudo que fue el único que grito- aseguro Marlene.
-Yo
opino que todos los nacidos de muggles reaccionaron igual que Harry- agregó
Ted.
En lugar de raíces, surgió de la tierra un
niño recién nacido, pequeño, lleno de barro y extremadamente feo. Las hojas le
salían directamente de la cabeza. Tenía la piel de un color verde claro con
manchas, y se veía que estaba llorando con toda la fuerza de sus pulmones.
-Dan un
poco de pena sacarlos- aseguro Alice.
-Aunque
no son muy elegantes a la vista- agrego Frank.
-Bueno,
que esperabas, siendo una planta que vive bajo la tierra- le rebatió su esposa.
La profesora Sprout cogió una maceta grande
de debajo de la mesa, metió dentro la mandrágora y la cubrió con una tierra
abonada, negra y húmeda, hasta que sólo quedaron visibles las hojas. La
profesora Sprout se sacudió las manos, levantó el pulgar y se quitó ella
también las orejeras.
—Como nuestras mandrágoras son sólo plantones
pequeños, sus llantos todavía no son mortales —dijo ella con toda tranquilidad,
como si lo que acababa de hacer no fuera más impresionante que regar una
begonia
-Bueno,
tampoco es como si fuera tan complicado- expreso la profesora.
-Ella
tiene razón, hay otras cosas, otras plantas que son más difíciles de controlar-
aseguro Neville. Nadie podía negar lo que el chico decía, no por nada esa era
su mejor clase.
Sin embargo, os dejarían inconscientes durante
varias horas, y como estoy segura de que ninguno de vosotros quiere perderse su
primer día de clase, aseguraos de que os ponéis bien las orejeras para hacer el
trabajo. Ya os avisaré cuando sea hora de recoger.
-Pues
yo conozco algunos que si les hubiera gustado saltarse las clases- comento Dora
viendo a los tres merodeadores.
-¿Qué?,
¿yo también?- le pregunto Remus cuando noto que también lo señalo a él.
-Hace
algunas hojas no lo creía posible- comenzó la chica- pero después de escuchar
de tus encuentros en la cama y tus andanzas, la verdad ya no estoy tan segura
de que pensar.
-Siento
como si me estuvieras reclamando algo- comento el hombre.
-Bueno,
no sé, pero ya lo arreglaremos después- dijo la joven zanjando el tema por el
momento.
»Cuatro por bandeja. Hay suficientes macetas
aquí. La tierra abonada está en aquellos sacos. Y tened mucho cuidado con las
Tentacula Venenosa, porque les están saliendo los dientes.
-Esas
paltas son muy interesantes- comento Neville.
-Y se
venden muy bien si son de buena calidad- comento Slughorn- aunque claro, no es
como si yo hiciera ese tipo de negocios- aseguro ante la mirada interrogante de
estudiantes y profesores.
Mientras hablaba, dio un fuerte manotazo a
una planta roja con espinas, haciéndole que retirara los largos tentáculos que
se habían acercado a su hombro muy disimulada y lentamente.
Harry, Ron y Hermione compartieron su bandeja
con un muchacho de Hufflepuff que Harry conocía de vista, pero con quien no había
hablado nunca.
El
joven que estaba ahí se acomodó en su silla un tanto incomodo, recordaba muy
bien como había actuado con Harry, y lo injusto que fue con el ese año, aun claro
el problema se lo ganaría con el libro más avanzado.
—Justin Finch-Fletchley —dijo alegremente,
dándole la mano a Harry—. Claro que sé quién eres, el famoso Harry Potter. Y tú
eres Hermione Granger, siempre la primera en todo. —Hermione sonrió al
estrecharle la mano—. Y Ron Weasley. ¿No era tuyo el coche volador?
Ron no sonrió. Obviamente, todavía se
acordaba del howler.
-De no
haber sido por eso de seguro estaría sonriendo con arrogancia- aseguro Sirius.
-Similar
a la sonrisa que tienes ahora verdad- comentó Marlene- si alguien sabe de
sonrisas arrogantes eres tú.
-No
solo eso, sino también de sonrisas seductoras- le dijo dándole una de esas
sonrisas que le fascinaba a la rubia.
-Eso-dijo
guardando la compostura y tomándolo de una oreja para provocarle dolor- no será
suficiente para mí.
-Sí, ya
me di cuenta- comentó sobándose la oreja.
—Ese Lockhart es famoso, ¿verdad? —dijo
contento Justin, cuando empezaban a llenar sus macetas con estiércol de
dragón—. ¡Qué tío más valiente! ¿Habéis leído sus libros? Yo me habría muerto
de miedo si un hombre lobo me hubiera acorralado en una cabina de teléfonos,
pero él se mantuvo sereno y ¡zas! Formidable.
-Hay sí,
muy valiente- ironizo Sirius- ya quiera que hace en presencia de un verdadero
hombre lobo.
-Pero
eso sería muy peligroso- dijo una chica de su club de fans
-Que va
a ser peligroso, si sabes cómo tratarlo, un hombre lobo seria de lo más mansito
que te imaginas.
-Y ¿cómo
estas tan seguro?- pregunto curiosa la metamorfomaga tensando un poco al
castaño a su lado.
-Ha
pues porque.. auch- grito por el pisotón que le alcanzo a dar Remus por debajo
de la mesa.
-¿Qué
paso?- le pregunto la chica
-Nada
sobrina, pero después te respondo tu pregunta- le dijo sabiendo que si decía
una palabra más su amigo lo hechizaría.
»Me habían reservado plaza en Eton, pero
estoy muy contento de haber venido aquí. Naturalmente, mi madre estaba algo
disgustada, pero desde que le hice leer los libros de Lockhart, empezó a comprender
lo útil que puede resultar tener en la familia a un mago bien instruido...
-No si
es igual que ese idiota- aseguro Remus.
-Ya lo sé-
comento Justin desde su mesa.
Después ya no tuvieron muchas posibilidades
de charlar. Se habían vuelto a poner las orejeras y tenían que concentrarse en
las mandrágoras.
-Es mejor
que habar de ese idiota- increpo Sirius.
Para la profesora Sprout había resultado muy
fácil, pero en realidad no lo era. A las mandrágoras no les gustaba salir de la
tierra, pero tampoco parecía que quisieran volver a ella. Se retorcían, pataleaban,
sacudían sus pequeños puños y rechinaban los dientes. Harry se pasó diez
minutos largos intentando meter una algo más grande en la maceta.
-Si
resulta difícil- comento Draco- yo recuerdo que cuando nos tocó hacer esa
actividad la mandrágora que tenía me mordió el dedo- relato ante las risas de
muchos.
-Pero
si mal no lo recuerdo tú me platicaste que estabas jugando y hasta burlándole
de la planta- hablo Astoria.
-Bueno,
si es cierto- acepto el rubio- pero ahora que lo pienso no fue lo peor que me
paso en una clase así.
-¿Como
que no fue lo peor?- le pregunto Narcisa en forma represiva.
-He, ya
lo descubrirán- desvió el tema.
-Jeje,
es divertido cuando los demás tienen problemas- comento Ron con una gran
sonrisa.
-Yo no
tendría esa sonrisa si fuera tu Ronald- le advirtió su madre viéndola de forma
represiva.
Al final de la clase, Harry, al igual que los
demás, estaba empapado en sudor, le dolían varias partes del cuerpo y estaba
lleno de tierra.
-Igual
que un entrenamiento de quidditch con James- aseguro Remus con una sonrisa.
-Pero tú
no jugabas en el equipo ¿verdad?- pregunto Dora.
-No,
pero ese inútil siempre me despertaba para que los acompañara, en más de una
ocasión tuve que usar las gradas como camas porque que despertaba antes de que
saliera el sol- acuso el castaño.
-Que
crueldad para su propia amigo- le acuso la metamorfomaga.
-Y era
peor con los del equipo- aseguro Sirius- si alguno pretendía tener una relación
con alguien que no fuera de Gryffindor se ponía de paranoico pensando que le querían
robar sus estrategias.
-Lo que
demuestra su doble moral porque el si se relacionaba con las do otras casas- le
acuso Lily molesta.
-Sí, está
bien, no soy perfecto ya entendí.
Harry
estaba atento escuchando todo lo que decían, le agradaba conocer a sus padres de
primera mano, y no solo su lado bueno, también su lado malo, sus errores y
caídas, después de todo lo que había pasado sabía que las cosas no eran tan
simples como blanco o negro, por lo que le agradaba en cierta forma conocer las
dos caras de sus padres.
Volvieron al castillo para lavarse un poco, y
los de Gryffindor marcharon corriendo a la clase de Transformaciones.
Ya me
imagino como habría actuado McGonagall si llegaran sudados y cubiertos de
tierra- comento Sirius.
-Ni siquiera
los hubiera dejado pasar- aseguro Marlene.
Las clases de la profesora McGonagall eran
siempre muy duras, pero aquel primer día resultó especialmente difícil. Todo lo
que Harry había aprendido el año anterior parecía habérsele ido de la cabeza durante
el verano.
-Hay
Harry- se lamentó Lily- cuando vivas con nosotros me asegurare que eso no
vuelva a pasar.
-He
gracias- respondió el chico un tanto dudoso de a que se refería su madre.
-No es nada
malo, solo te pondré a practicar y estudiar en el verano- le dijo-
maternalmente.
-A
bueno- dijo más tranquilo.
-Aprovecharemos
el tiempo que estés castigado sin tu escoba.
-¡¿Qué?!-
dijeron de inmediato Harry y James.
Tenía que convertir un escarabajo en un
botón, pero lo único que conseguía era cansar al escarabajo, porque cada vez
que éste esquivaba la varita mágica, se le caía del pupitre.
A Ron aún le iba peor.
-Claro,
con ese pedazo de madera que era su varita- ironizo Fred.
-Pero
al final si tuvo algo de utilidad- aseguro Ron recordando lo que paso en la cámara.
Había recompuesto su varita con un poco de
celo que le habían dado, pero parecía que la reparación no había sido suficiente.
Crujía y echaba chispas en los momentos más raros, y cada vez que Ron intentaba
transformar su escarabajo, quedaba envuelto en un espeso humo gris que olía a
huevos podridos. Incapaz de ver lo que hacía, aplastó el escarabajo con el codo
sin querer y tuvo que pedir otro. A la profesora McGonagall no le hizo mucha
gracia.
-No lo
dudo- aseguro Frank- minerva es muy estricta en sus clases, y algo como eso no cambiaría
su forma de dar las clases.
-Pero debería
de tener un poco de consideración por la varita rota o no- aseguro Sirius.
-Lo
indicado es que consiguiera otra- aseguro el señor Longbottom con seguridad.
Harry se sintió aliviado al oír la campana de
la comida. Sentía el cerebro como una esponja escurrida. Todos salieron
ordenadamente de la clase salvo él y Ron, que todavía estaba dando golpes
furiosos en el pupitre con la varita.
-No
creo que eso ayude mucho golpearla- comentó Percy.
-No,
pero al menos libera un poco el estrés- le dijo Sirius- James se desesteraba
arrojando y destrozando lo que tenía en frente.
-Ha, bueno, debo admitir que es cierto- agregó
el azabache.
— ¡Chisme inútil, que no sirves para nada!
—Pídeles otra a tus padres —sugirió Harry
cuando la varita produjo una descarga de disparos, como si fuera una traca.
—Ya, y recibiré como respuesta otro howler
—dijo Ron, metiendo en la bolsa la varita, que en aquel momento estaba
silbando— que diga: «Es culpa tuya que se te haya partido la varita.»
-Claro
que no te enviaría otro howler por eso Ron- le aseguro Molly- si te
reprendería, pero ya no sería un howler.
-Pero
aun así hubieras que tendido que esperar para tener una nueva- dijo con algo de
pena el señor Weasley.
-Obviamente-
atajo Lucius con cierto asco- si su mediocre familia apenas tiene para
sobrevivir.
-¡Tú no
has aprendido la lección e Malfoy!- le increpo Sirius poniéndose de pie y
sacando su varita.
-¡¡Sirius
basta!!- le paro Marlene parándose también- no vale la pena- aseguró haciendo
un esfuerzo para bajarle el brazo, después lentamente los dos volvieron a tomar
asiento.
-La próxima
vez no me detendré- le aseguro a la rubia.
Bajaron a comer, pero el humor de Ron no
mejoró cuando Hermione le enseñó el puñado de botones que había conseguido en
la clase de Transformaciones.
-Ahí
tenemos a Remus y a Lily nuevamente- comentó James.
-No por
nada eran los mejores del curso- aseguro Alice.
—¿Qué hay esta tarde? —dijo Harry, cambiando
de tema rápidamente.
—Defensa Contra las Artes Oscuras —dijo
Hermione en el acto.
—¿Por qué —preguntó Ron, cogiéndole el
horario— has rodeado todas las clases de Lockhart con corazoncitos?
-¡¡Nooo!!-
gritaron de inmediato los gemelos Weasley.
-¡¿Cómo
pudiste hacer eso cuñada?!- continuo Fred.
-¡¿Cómo
pudiste estar babeando por ese idiota?!- termino George.
-Ya cállense
ustedes dos- les riño un tanto avergonzada- solo era una niña de doce años, era
muy impresionable.
-Esa no
es una excusa valida Hermione- le informo Fred.
-Mira, Ginny
tenía once años, uno menos que tú, y ella nunca dejo de querer a Harry-revelo George..
-Cuantas
veces la descubrimos espiándolo por los pasillos.
-Y
también está la foto que consiguió de nuestro compañero, la guardaba como si
fuera un tesoro.
-¡¡Ya
cállense ustedes dos!!- les reclamo la menor de los Weasley toda roja.
-¿Eso
es cierto?- le pregunto por lo bajo Harry a la chica.
-No
quiero responder- dijo escondiendo la cara en el pecho de su novio, eso era
claramente un sí. Harry abrazo con cariño a la joven sintiéndose un poco
culpable, como pudo haber estado tan siego por tantos años.
Hermione le quitó el horario. Se había puesto
roja.
Terminaron de comer y salieron al patio.
Estaba nublado. Hermione se sentó en un peldaño de piedra y volvió a hundir las
narices en Viajes con los vampiros.
-Un
libro de Lockhart,
-Por
qué no me sorprende- comentaron los gemelos Weasley.
Harry y Ron se pusieron a hablar de
quidditch, y pasaron varios minutos antes de que Harry se diera cuenta de que
alguien lo vigilaba estrechamente. Al levantar la vista, vio al muchacho pequeño
de pelo castaño que la noche anterior se había puesto el sombrero seleccionador.
-¿Ese
era yo verdad?- dijo Colín en su momento.
-Sí,
ese eras tú- aseguro Harry.
Lo miraba como paralizado. Tenía en las manos
lo que parecía una cámara de fotos muggle normal y corriente, y cuando Harry
miró hacia él, se ruborizó en extremo.
El
joven Colín que escuchaba la lectura también se sonrojo, recordaba muy bien lo
emocionado que estaba ese primer año, en especial al conocer al gran Harry
Potter, pero ahora se sentía un poco apenado por como había actuado, pero final
de cuentas, era solo un niño.
—¿Me dejas, Harry? Soy... soy Colín Creevey
—dijo entrecortadamente, dando un indeciso paso hacia delante—. Estoy en
Gryffindor también. ¿Podría..., me dejas... que te haga una foto? —dijo,
levantando la cámara esperanzado.
Los
merodeadores comenzaron a reír, así como los dos pares de gemelos y muchos más
del gran comedor.
—¿Una foto? —repitió Harry sin comprender.
-Si
ahijado, es una imagen que se toma con una cámara y que…
-Ya se
lo que es una foto Sirius- comenzó un poco molesto- lo que no comprendía era
que me quisiera fotografiar a mí.
-Arrogante-
dijo Severus de una forma muy audible.
-Claro
que no Snape- atajo James- si bien yo hubiera estado alago por me
fotografiaran, no es el caso de mi hijo, él es más parecido a Lily y aunque te
moleste, hasta tu debes saberlo ya- Muy a su pesar el Slytherin debía aceptar
que era cierto.
-Yo
solo espero que el pelo grasiento no llegue en ese momento- comento Sirius.
-No,
pero el que llego no fue mejor opción aseguro Harry pidiéndole con la mano a Astoria
para que continuara.
—Con ella podré demostrar que te he visto
—dijo Colín Creevey con impaciencia, acercándose un poco más, como si no se
atreviera—. Lo sé todo sobre ti. Todos me lo han contado: cómo sobreviviste cuando
Quien-tú-sabes intentó matarte y cómo desapareció él, y toda esa historia, y
que conservas en la frente la cicatriz en forma de rayo (con los ojos recorrió
la línea del pelo de Harry). Y me ha dicho un compañero del dormitorio que si
revelo el negativo en la poción adecuada, la foto saldrá con movimiento. —Colín
exhaló un soplido de emoción y continuó—:
-Era un
poco sofocante verdad- comentó el chico.
-Eras
joven y estabas emocionado, no tienes por qué preocuparte- le restó importancia
Lily.
Esto es estupendo, ¿verdad? Yo no tenía ni
idea de que las cosas raras que hacía eran magia, hasta que recibí la carta de
Hogwarts. Mi padre es lechero y tampoco podía creérselo. Así que me dedico a
tomar montones de fotos para enviárselas a casa. Y sería estupendo hacerte una.
—Miró a Harry casi rogándole—. Tal vez tu amigo querría sacárnosla para que
pudiera salir yo a tu lado. ¿Y me la podrías firmar luego?
-Valla
ahijado, ahí tienes otro admirador como la mini pelirroja- aventuro James.
-Ya
cállate- le reprendió Harry.
—¿Firmar fotos? ¿Te dedicas a firmar fotos,
Potter?
En todo el patio resonó la voz potente y
cáustica de Draco Malfoy. Se había puesto detrás de Colín, flanqueado, como
siempre en Hogwarts, por Crabbe y Goyle, sus amigotes.
-Esa es
la otra persona molesta de la que hablaste hace poco cachorro- le pregunto Sirius
al oji verde.
-Pues
la verdad- comenzó Draco- si lo estuve fastidiando un rato- acepto- pero yo
creo que se refería a otra persona aún más molesta.
-Alguien
más modesto que Draco que no fuera Snape- dijo james- entonces quien… o no.
-En quien
piensas cornamenta- pregunto el oji gris.
-Lockhart-
respondió Lily haciendo que varios jóvenes bufaron.
—¡Todo el mundo a la cola! —gritó Malfoy a la
multitud—. ¡Harry Potter firma fotos!
—No es verdad —dijo Harry de mal humor,
apretando los puños—. ¡Cállate, Malfoy!
-Va a
ser un gran problema si se pelean- aseguro Molly.
-En
especial para ti y Ron- continuo Lily- la profesora McGonagall y el profesor
Dumbledore ya se lo advirtieron.
-Incluso
también nuestra madre se los advirtió- agrego Bill.
—Lo que pasa es que le tienes envidia —dijo Colín,
cuyo cuerpo entero no era más grueso que el cuello de Crabbe.
—¿Envidia? —dijo Malfoy, que ya no necesitaba
seguir gritando, porque la mitad del patio lo escuchaba—. ¿De qué? ¿De tener
una asquerosa cicatriz en la frente? No, gracias. ¿Desde cuándo uno es más
importante por tener la cabeza rajada por una cicatriz?
-Pero
si tenías algo de envidia- atajo Ron viendo al rubio.
-Claro
que no- aseguro este.
-Draco,
di la vedad- le exigió Astoria.
-Pues,
no sé, tal vez si- le dijo el rubio sin mucha seguridad.
-No sabias
que tenías envidia.
-Bueno,
siempre me molesto lo que hacía y más cuando en ocasiones hacia algunas cosas
mejor que yo- acepto con la mirada baja, no le gustaba hablar de esas cosas, en
su momento le costó mucho decirle eso a su novia - pero envidia propiamente
dicha, la sentí hasta un par de años después.
-¿Años
después?- pregunto Hermione sin entender.
-Si, en
su sexto año de hecho- dijo Astoria en lugar de su novio- él no lo aceptara
fácilmente, pero sentía envidia de los amigos incondicionales que tenía.
El
joven seguía con la cabeza abajo, Narcisa se acercó a abrazar a su hijo
mientras que la chica le daba ánimos con palmaditas en el hombro antes de retomar
la lectura.
Crabbe y Goyle se estaban riendo con una
risita idiota.
—Échate al retrete y tira de la cadena,
Malfoy —dijo Ron con cara de malas pulgas. Crabbe dejó de reír y empezó a
restregarse de manera amenazadora los nudillos, que eran del tamaño de
castañas.
—Weasley, ten cuidado —dijo Malfoy con un
aire despectivo—. No te metas en problemas o vendrá tu mamá y te sacará del
colegio. —Luego imitó un tono de voz chillón y amenazante—. «Si vuelves a hacer
otra...»
-Una
muy mala imitación debo decir- atajo Ron con una leve sonrisa.
Varios alumnos de quinto curso de la casa de
Slytherin que había por allí cerca rieron la gracia a carcajadas.
-Idiotas-
increpo Sirius.
-Solo
cuando les conviene están unidos, pero en cuanto surgen los problemas cada
quien se cuida a sí mismo-aseguro James- pocos han sido los Slytherin que no
son como ellos.
-Gracias-
dijeron con ironía Andrómeda y Astoria.
-De
misma forma que hay malas personas en las otras casas- aseguro Lily- ya Harry
lo ha dicho antes- termino la pelirroja mandado miradas severas para que nadie
se atreviera a reclamar nada.
—A Weasley le gustaría que le firmaras una
foto, Potter —sonrió Malfoy—. Pronto valdrá más que la casa entera de su
familia.
Lucius
rio burlonamente, pero un par de miradas asesinas le hicieron borrar su sonrisa
en un segundo.
Ron sacó su varita reparada con celo, pero
Hermione cerró Viajes con los vampiros de un golpe y susurró:
—¡Cuidado!
—¿Qué pasa aquí? ¿Qué es lo que pasa aquí?
—Gilderoy Lockhart caminaba hacia ellos a grandes zancadas, y la túnica color
turquesa se le arremolinaba por detrás—. ¿Quién firma fotos?
-¡¿Qué?!-
gritaron varios estuantes.
-De
todo lo que se dijeron solo escucho eso- se impresiono Ted.
-Es
audición selectiva- comenzó Andrómeda- solo escucha aquello que afecta o alienta
su ego. Nymphadora asía eso cada vez que la regañaba
-Hey-
protesto la peli rosa.
Harry quería hablar, pero Lockhart lo
interrumpió pasándole un brazo por los hombros y diciéndole en voz alta y tono
jovial:
—¡No sé por qué lo he preguntado! ¡Volvemos a
las andadas, Harry!
-Es un
maldito pedante- increpo James.
-Mira quién
habla- escupió Snape.
-No te
contesto como debiera porque…
-Porque
tú eras igual- acuso Lily.
-Sí, ¡no!-
se corrigió- porque tenemos cosas importantes que hacer- aseguro ante la burla
de algunos.
Sujeto por Lockhart y muerto de vergüenza,
Harry vio que Malfoy se mezclaba sonriente con la multitud.
-Escudándote
para que no te vieran- le acuso Ron, pero nadie reclamo nada.
—Vamos, señor Creevey —dijo Lockhart,
sonriendo a Colín—. Una foto de los dos será mucho mejor. Y te la firmaremos
los dos.
Colín buscó la cámara a tientas y sacó la
foto al mismo tiempo que la campana señalaba el inicio de las clases de la
tarde.
-¿Es la
foto de la hablaron?- les pregunto Sirius a los gemelos pelirrojos.
-Si esa
misma- aseguro Fred.
-Ginny
incluso recorto a Lockhart para tener solo a Harry- revelo George.
-¡En
serio ustedes no entienden verdad!- reclamo la pelirroja tomando su varita y
viéndolos de forma desafiante.
-¡No,
ya no decimos nada!- dieron al unísono los gemelos.
—¡Adentro todos, venga, por ahí! —gritó
Lockhart a los alumnos, y se dirigió al castillo llevando de los hombros a
Harry, que hubiera deseado disponer de un buen conjuro para desaparecer.
»Quisiera darte un consejo, Harry —le dijo
Lockhart paternalmente al entrar en el edificio por una puerta lateral
-Ese idiota
no tiene derecho de hablarle de esa forma- aseguro james con coraje.
-¿Por
qué lo le das un golpe y te vas de ahí?- le sugirio Sirius.
-En
primera, porque aun que no nos guste, es un profesor- les dijo Harry- y en
segunda, no me puedo alejar pues la siguiente clase la tengo con él.
-Si a
eso se le pudiera llamar clase- increpo Remus.
Te he ayudado a pasar desapercibido con el
joven Creevey, porque si me fotografiaba también a mí, tus compañeros no pensarían
que te querías dar tanta importancia.
-Era él
quien quería darse importancia- aseguro Frank.
Sin hacer caso a las protestas de Harry,
Lockhart lo llevó por un pasillo lleno de estudiantes que los miraban, y luego
subieron por una escalera.
-Ese imbécil
no sabe cuándo no lo quieren cerca- exclamo Remus.
-Puede
que si lo haga, pero no le importe- aseguro Dora.
-Yo
creo que también deberíamos prepararle alguna broma- sugirió el castaño.
-No es
mala idea mi lunático amigo- aseguro Sirius- pero pongámoslo en otro pergamino
para no revolver- dijo sacando otro papel.
-En
verdad no eres el hombre intachable que todos piensan he- le dijo la metamorfomaga
con media sonrisa.
-No
puedo evitarlo, que te puedo decir, con el tiempo se volvió parte de mi personalidad-
aseguró el.
-Está
bien- acepto la noven- pero es bueno ver esa parte tan relajada de ti, me
gusta- le dijo haciendo que se sonrojara levemente, por suerte nadie lo noto.
—Déjame que te diga que repartir fotos
firmadas en este estadio de tu carrera puede que no sea muy sensato. Para serte
franco, Harry, parece un poco engreído. Bien puede llegar el día en que
necesites llevar un montón de fotos a mano adondequiera que vayas, como me
ocurre a mí, pero —rió— no creo que hayas llegado ya a ese punto.
Todos
se exasperaron por la actitud del tipo, en verdad era increíble que alguien
pudiera decir tal cantidad de tonterías en tan poco tiempo. Y sin poderlo
evitar sintieron un poco de pena por el azabache que tenía que soportarlo.
Habían alcanzado el aula de Lockhart y éste
dejó libre por fin a Harry, que se arregló la túnica y buscó un asiento al
final del aula, donde se parapetó detrás de los siete libros de Lockhart, de
forma que se evitaba la contemplación del Lockhart de carne y hueso.
-Bueno,
al menos de algo sirvieron esos libros- comento Sirius.
-Pero
no se puede ocultar para siempre- aseguro Remus.
El resto de la clase entró en el aula
ruidosamente, y Ron y Hermione se sentaron a ambos lados de Harry.
—Se podía freír un huevo en tu cara —dijo Ron—.
Más te vale que Creevey y Ginny no se conozcan, porque fundarían el club de
fans de Harry Potter.
—Cállate —le interrumpió Harry. Lo único que
le faltaba es que a oídos de Lockhart llegaran las palabras «club de fans de
Harry Potter».
-Ha,
pero si formaron tu club de fans, verdad Ginny- le dijo Luna como si de
cualquier cosa se tratara, mientras la pelirroja se ponía un poco pálida y
después mas y mas roja.
-¡Luna!,
eso no es un tema de importancia en este momento- le dijo ella esperando que no
halara más.
-Pero ¿por
qué no?, si todo el club de fans de Harry está en la sala con nosotros- señalo
a un grupo de jóvenes que estaban sentadas juntas- y también tú eras miembro si
mal no lo…
-¡¡Luna
ya!!- le grito la pelirroja toda colorada.
-Cielos
hermanita, no sabíamos eso de ti- comento Fred
-Y tus
novios ¿sabían que estabas en el club?- pregunto George.
-¡¡Ya
cierren la boca ustedes!!- les regaño la joven muy enojada- no es cierto,
bueno, no completamente, si estuve en una o dos reuniones, pero no me uní,
bueno si, bueno, no dure mucho tiempo está bien.
-Pero
eso no importo mucho verdad, ya que después de todo, fuiste tú quien se quedó
con él verdad.
-¡Luna!-
le grito nuevamente la pelirroja- ya dejemos el tema y sigan con la lectura-
exigió ella, no le gustaba que hablaran de eso.
Cuando todos estuvieron sentados, Lockhart se
aclaró sonoramente la garganta y se hizo el silencio. Se acercó a Neville
Longbottom, cogió el ejemplar de Recorridos con los trols y lo levantó para
enseñar la portada, con su propia fotografía que guiñaba un ojo.
Astoria
leyó la presentación de Lockhart con todos los supuestos títulos y
reconocimientos que tenía así como la estúpida broma que dijo al final, lo que provocó
que los bromistas bufaran por lo patético de la broma.
Esperó que se rieran todos, pero sólo hubo
alguna sonrisa.
—Veo que todos habéis comprado mis obras
completas; bien hecho
-Por
supuesto, si fue esa bestia el que los pidió en un principio- increpo James.
-Remus,
tengo algo planeado para ese idiota, pero me faltan detalles- le dijo el oji
gris.
-Pásame
el pergamino- le pidió el castaño y lo comenzó a leer y agregar algunas cosas
ante la sonrisa de la metamorfomaga que leía lo que iba agregando, después le
regreso el papel al animago que sonrió feliz.
-Siempre
puedo contar contigo para esto lunático- lo felicito.
He pensado que podíamos comenzar hoy con un
pequeño cuestionario. No os preocupéis, sólo es para comprobar si los habéis
leído bien, cuánto habéis asimilado...
Cuando terminó de repartir los folios con el
cuestionario, volvió a la cabecera de la clase y dijo:
—Disponéis de treinta minutos. Podéis
comenzar... ¡ya! Harry miró el papel y leyó:
Astoria
fue leyendo las preguntas del dichoso cuestionario que al final solo eran cosas
referentes a él, lo que causo la indignación de los profesores y algunos
estudiantes.
-Ese es
un remedo de profesor- aseguro McGonagall muy molesta- la esperanza de que esos
libros tuvieran algo mediamente útil se ha ido al infierno- acuso ella- y más
si vienen esas respuestas.
Media hora después, Lockhart recogió los
folios y los hojeó delante de la clase.
Leyeron
como Lockhart revisaba los cuestionarios contestados, los cometarios que hacia
acerca las respuestas de sus estúpidas preguntas y en que libros venían dicha
respuesta.
Ron miraba a Lockhart con una expresión de
incredulidad en el rostro; Seamus Finnigan y Dean Thomas, que se sentaban
delante, se convulsionaban en una risa silenciosa. Hermione, por el contrario,
escuchaba a Lockhart con embelesada atención y dio un respingo cuando éste
mencionó su nombre.
-No
cuñada- gritaron los gemelos- nosotros creíamos que serias más lista que eso-
continuo Fred.
-Dejarte
llevar por una cara bonita como esa- agrego George.
-Debiste
ser más fiel a tus ideales y tu actitud.
-Ya vez
a Ginny, nunca dejo de querer a Harry.
-¡¡Ya
cállense!!- les gritaron al mismo tiempo Hermione y Ginny molestas.
—... pero la señorita Hermione Granger sí
conoce mi ambición secreta, que es librar al mundo del mal y comercializar mi
propia gama de productos para el cuidado del cabello, ¡buena chica! De hecho
—dio la vuelta al papel—, ¡está perfecto! ¿Dónde está la señorita Hermione
Granger?
Hermione alzó una mano temblorosa.
—¡Excelente! —dijo Lockhart con una sonrisa—,
¡excelente! ¡Diez puntos para Gryffindor!
-Bueno,
al menos de algo sirvió esa basura- aseguró Sirius.
Y en cuanto a...
De debajo de la mesa sacó una jaula grande,
cubierta por una funda, y la puso encima de la mesa, para que todos la vieran.
-¿Que tiene
ahí?- preguntaron algunos.
-No lo sé,
pero ojala sea algo que ese idiota pueda controlar- aseguro Remus.
-¿Como
que algo que pueda controlar?- le pregunto Dora.
-Si se
lleva aluna criatura mágica o algo así, tanto el profesor como los estudiantes deben
de poder controlarlo- aseguro- pero con ese idiota al frente de la clase no se ni
que esperar.
-No
creo que sea tan malo, ¿o sí?- dijo sin estar muy segura las peli rosa.
-Esperemos
que no Dora, esperamos que no- aseguro
el castaño sobándole la espalda a la chica.
—Ahora, ¡cuidado! Es mi misión dotaros de
defensas contra las más horrendas criaturas del mundo mágico. Puede que en esta
misma aula os tengáis que encarar a las cosas que más teméis. Pero sabed que no
os ocurrirá nada malo mientras yo esté aquí. Todo lo que os pido es que conservéis
la calma.
Todos
se quedaron expectantes a que podría ser esa cosa que tenía en la jaula,
esperaban que nada malo les pasara.
En contra de lo que se había propuesto, Harry
asomó la cabeza por detrás del montón de libros para ver mejor la jaula.
Lockhart puso una mano sobre la funda. Dean y Seamus habían dejado de reír.
Neville se encogía en su asiento de la primera fila.
—Tengo que pediros que no gritéis —dijo
Lockhart en voz baja—. Podrían enfurecerse.
-¡Que
ya deje su maldita teatralidad!- increpo Sirius- si va a hacer algo que lo haga
de una buena vez.
-Solo
espero que no salga nada malo- aseguro Marlene- hay que ese es un idiota, es
muy lindo, pero es un idiota- agrego ella.
Sirius
tenia media sonrisa que se desvaneció cuando escucho que le había dicho
"lindo" a ese tipo, sentía algo acido en el estómago cada vez que
ella decía algo halagador para ese imbécil.
Cuando toda la clase estaba con el corazón en
un puño, Lockhart levantó la funda.
—Sí —dijo con entonación teatral—,
duendecillos de Cornualles recién cogidos.
Seamus Finnigan no pudo controlarse y soltó
una carcajada que ni siquiera Lockhart pudo interpretar como un grito de
terror.
Varios
jóvenes, del pasado principalmente, no pudieron reprimir la risa como le ocurrió
en su momento al Seamus, pero ya descubrirían que eso no era tan gracioso como
se suponía que debía de ser.
—¿Sí? —Lockhart sonrió a Seamus.
—Bueno, es que no son... muy peligrosos,
¿verdad? —se explicó Seamus con dificultad.
—¡No estés tan seguro! —dijo Lockhart,
apuntando a Seamus con un dedo acusador—. ¡Pueden ser unos seres endemoniadamente
engañosos!
-Espero
que no haga una estupidez- exclamo Lily pensando en lo que podría ocurrir a
continuación.
Astoria
fue describiendo a los duendecillos dentro de la jaula y de cómo comenzaron a
moverse como locos, a avalar con sus voces agudas y estridentes en el momento
en que levantaron la funda.
—Está bien —dijo Lockhart en voz alta—.
¡Veamos qué hacéis con ellos! —Y abrió la jaula.
-¡¿Que hizo
qué?!- grito Lily sin poder creer lo que había escuchado.
-No podría
ser más idiota- agregó Remus igual de molesto
Astoria
fue describiendo el pandemónium que se formó en ese momento, de cómo dos
duendecillos tomaron a Neville por las orejas para levantarlo, de como el resto
arrojaban los tinteros, destrozaban los libros, en fin destrozando el salón de
clases y como los estudiantes se refugiaron en los pupitres.
—Vamos ya, rodeadlos, rodeadlos, sólo son duendecillos...
—gritaba Lockhart.
-Pues si
cree que es tan fácil, que lo intente hacer ese idiota - rebatió Sirius
molesto.
Se remangó, blandió su varita mágica y gritó:
—¡Peskipiski Pestenomi!
-Ese ni
siquiera es un verdadero hechizo- exclamaron McGonagall y Flitwick
No sirvió absolutamente de nada; uno de los
duendecillos le arrebató la varita y la tiró por la ventana.
-Así
pretendía prepáralos- increpo Alastor- dejando que un simple duendecillo lo
desarmara, quisiera tener a ese idiota en frente para dejarle en claro unas
cosas- aseguro el hombre molesto por la ineptitud del hombre.
Lockhart tragó saliva y se escondió debajo de
su mesa, a tiempo de evitar ser aplastado por Neville, que cayó al suelo un
segundo más tarde, al ceder la lámpara.
-Hay mi
niño- dijo Alice preocupada por su hijo.
-Descuida
mamá, no paso nada malo- le aseguro el joven viéndola con ternura.
-¡Ese
idiota!- increpo Frank- si no sirve para dar clase, por lo menos que sirva para
detener la caída de mi hijo- aseguro.
-Descuida
compañero- aseguro Frank- nosotros no encargaremos de eso, quieres participar-
le ofreció el pergamino.
-Si
claro- aseguro después de pensarlo un poco.
Sonó la campana y todos corrieron hacia la
salida. En la calma relativa que siguió, Lockhart se irguió, vio a Harry, Ron y
Hermione y les dijo:
—Bueno, vosotros tres meteréis en la jaula
los que quedan. —Salió y cerró la puerta.
-¡¿Qué?!-
gritaron varios- como ese inútil deja a tres estudiantes a cargo de reparar un desastre
que le provocó- continuo por sobre todos McGonagall.
-Ese imbécil-
aseguro Lily- no sirve para nada.
-No
estoy seguro de eso- tajo Harry.
-Sí,
incluso esa basura sirvió para algo- aseguro Ron.
-En
serio- dieron muchos sin comprenderlo.
-Sí, ya
lo verán- aseguro Harry pidiéndole a Astoria que continuara.
—¿Habéis visto? —bramó Ron, cuando uno de los
duendecillos que quedaban le mordió en la oreja haciéndole daño.
—Sólo quiere que adquiramos experiencia
práctica —dijo Hermione, inmovilizando a dos duendecillos a la vez con un útil
hechizo congelador y metiéndolos en la jaula.
-Y
todavía lo defiendes- le dijo Fred sin créelo.
-Lo hizo
por todo ese año, que no les sorprenda- aseguro Ron con cierto mal humor.
-Ya Ron,
no te pongas celoso si- le dijo Hermione sabiendo de donde salía su mal genio.
-Está
bien, pero admite que solo defendías lo indefendible- digo el pelirrojo.
-Siempre
tienes que ganar las discusiones cierto- atajo Ginny exasperada.
-Hermione
siempre me gana, por lo menos déjame obtener la victoria una sola vez, no- se
defendió el pelirrojo aligerando el ambiente y provocando varias risas.
—¿Experiencia práctica? —dijo Harry,
intentando atrapar a uno que bailaba fuera de su alcance sacando la lengua—.
Hermione, él no tenía ni idea de lo que hacía.
—Mentira —dijo Hermione—. Ya has leído sus
libros, fíjate en todas las cosas asombrosas que ha hecho...
Todos
voltearon los ojos exasperados, nadie podía creer como es que esa chica tan
inteligente podría haber actuado de una forma tan irracional, sin duda era como
cualquier otra chica impresionada por su rostro bonito.
—Que él dice que ha hecho —añadió Ron.
-Bien
hermano- aseguro Fred.
-Así se
dicen las cosas- apoyo George.
-Pues
bien, este es el final del capítulo- informo Astoria a todos.
-Ha,
por fin dejaremos de hablar de ese idiota- dijo Sirius con alegría.
-Pero
será solo por el momento, el año escolar apenas está empezando- le recordó
Marlene.
-Hay
McKinnon, no me arruines la diversión si- le acuso el hombre.
-Muy
bien- comenzó Dumbledore- podremos leer un par de capítulos más antes de la
cena y claro está, de que nos vallamos a dormir- aseguro el profesor- así que, ¿a
quién le gustaría leer el siguiente capítulo?
No soporto a Lockart, te lo juro. Es de los personajes que más detesto de la saga. Me encanta cuando Severus le da una paliza en el duelo.
ResponderEliminarMe encanta los comentarios de los gemelos Weasley jajajja.
ResponderEliminarNo se pq, pero me da mucha ternura como se sonroja Ginny y que Harry descubra todo lo que hacia ella en su "enamoramiento" antes de superar su vergüenza xd