viernes, 1 de agosto de 2014

Capítulo 26.- Gilderoy Lockhart

-Estoy de acuerdo con el señor Longbottom-afirmo Dumbledore- ¿a quién le gustaría leer?
-Que dices tú Luna, ¿te gustaría leer el siguiente capítulo?- le pregunto Neville a la rubia.
-Seria lindo, pero no, tal vez después lea- respondió ella sin darle mucha importancia.
-Bueno, en ese caso les parece que lea yo- se ofreció Astoria, y sin recibir respuesta le pasaron el libro- muy bien, vamos en el capítulo seis- abrió el libro en la página donde iniciaba- el título es, hag- dijo con cierto disgusto- “Gilderoy Lockhart”.
-¡¿Qué?!- dijeron muchos- ese estúpido tiene un capitulo- continuo James.
-Pero que desperdicio de tinta y papel- aseguro Sirius igual de molesto.
-Bueno, eso no importa ahora- aseguro Lily.
-Pero Lis
-No hay nada que podamos hacer para remediar lo del capítulo, y entre más pronto la dejemos leer más pronto terminamos.
Al día siguiente, sin embargo, Harry apenas sonrió ni una vez. Las cosas fueron de mal en peor desde el desayuno en el Gran Salón.
-¿Peor?, pero después de la fiesta de anoche- comenzó james.
-Pero aún deben enfrentar las consecuencias de lo que hicieron, recuerdan- aseguro Remus.
Bajo el techo encantado, que aquel día estaba de un triste color gris, las cuatro grandes mesas correspondientes a las cuatro casas estaban repletas de soperas con gachas de avena, fuentes de arenques ahumados, montones de tostadas y platos con huevos y beicon.
-Por favor, se podrían brincar lo de la comida- pido Sirius.
-Hay, por el amor de Merlín- exclamo Marlene.
-Perdón McKinnon, pero si hablan de comida me da hambre más rápido, no es mi culpa- le aseguro el hombre.
Harry y Ron se sentaron en la mesa de Gryffindor junto a Hermione, que tenía su ejemplar de Viajes con los vampiros abierto y apoyado contra una taza de leche. La frialdad con que ella dijo «buenos días», hizo pensar a Harry que todavía les reprochaba la manera en que habían llegado al colegio.
-De seguro lo está verdad Lupin- comento Sirius viendo al oji miel.
-Estaba muy, muy preocupada por ellos porque no los vi en el expreso ni en el comedor, y cuando me los topo lo hago con la noticia de que volaron en un auto rompiendo mil reglas.
-Vamos, no seas exagerada si- le acuso Sirius- ¿por qué te preocuparías tanto solo por eso?
-El trol, el bosque prohibido, la trampilla- enlisto la castaña- después de eso discúlpame por sentirme nerviosa- termino con voz irónica.
Para su desgracia todos estaban de acuerdo con la chica, después de todo tenían un historial de desastres bastante amplio.
Neville Longbottom, por el contrario, les saludó alegremente.
Frank le revolvió el cabello a su hijo feliz por lo que se decía.
Neville era un muchacho de cara redonda, propenso a los accidentes, y era la persona con peor memoria de entre todas las que Harry había conocido nunca.
-Perdón por eso Neville- se disculpó el azabache.
-Descuida, no es como si me estuvieras insultando o levantando falsos- le restó importancia el chico.
—El correo llegará en cualquier momento —comentó Neville—; supongo que mi abuela me enviará las cosas que me he olvidado.
Efectivamente, Harry acababa de empezar sus gachas de avena cuando un centenar de lechuzas penetraron con gran estrépito en la sala, volando sobre sus cabezas, dando vueltas por la estancia y dejando caer cartas y paquetes sobre la alborotada multitud.
-Y tu sin recibir nada verdad hijo- le dijo james con pena.
-Pues ese día lo mejor hubiera sido que ninguno recibiera nada- comento Ron un poco pálido al recordar lo ocurrido.
Un gran paquete de forma irregular rebotó en la cabeza de Neville, y un segundo después, una cosa gris cayó sobre la taza de Hermione, salpicándolos a todos de leche y plumas.
— ¡Errol! —dijo Ron, sacando por las patas a la empapada lechuza.
-Pobre lechuza- exclamo Dora.
-Tranquila sobrina- le dijo- es solo que después de un largo viaje se quiso refrescar dando una nadadita.
-¿Nadar en leche?- interrogo Marlene.
-En gustos se rompen géneros no- término risueño
Errol se desplomó, sin sentido, sobre la mesa, con las patas hacia arriba y un sobre rojo y mojado en el pico.
» ¡No...! —exclamó Ron.
—No te preocupes, no está muerto —dijo Hermione, tocando a Errol con la punta del dedo.
-Hay cuñada, como que picaste a Errol con el dedo- comenzó Fred.
-Ni que te fuera a morder o explotar porque lo tomaras- continuo George
-Mínimo lo hubieras tratado de reanimar.
-Si, como darle masaje al corazón, respiración de pico a boca
-¡No!, eso ultimo no- atajo Ginny como si estuviera apurada- si lo hace tal vez Ron se hubiera puesto celoso de Errol.
-Ya dejen de burlarse ustedes tres- les reclamo el pelirrojo molesto.
—No es por eso... sino por esto.
Ron señalaba el sobre rojo. A Harry no le parecía que tuviera nada de particular, pero Ron y Neville lo miraban como si pudiera estallar en cualquier momento.
-No lo hiciste verdad hermana- le dijo Gideon. Todos tenían una idea de lo que era podría ser eso.
— ¿Qué pasa? —preguntó Harry.
—Me han enviado un howler —dijo Ron con un hilo de voz.
-¡¡Noo!!- gritaron lo gemelos Prewett- ¿cómo pudiste hacerle eso a nuestro sobrino?- continuo Fabián.
-Por lo menos hubieras esperado a que tuviera más edad- aseguro Gideon recordando cuando su madre les envió un howler a ellos- lo vas a dejar traumado al pobre
—Será mejor que lo abras, Ron —dijo Neville, en un tímido susurro—. Si no lo hicieras, sería peor. Mi abuela una vez me envió uno, pero no lo abrí y... —tragó saliva— fue horrible.
-Tendré que hablar seriamente con mi querida suegra- comento Alice.
-No serás el único cariño- agrego Frank.
Harry contempló los rostros aterrorizados y luego el sobre rojo.
—¿Qué es un howler? —dijo.
Pero Ron fijaba toda su atención en la carta, que había empezado a humear por las esquinas.
-Dense prisa o explotara- les apremio Sirius.
—Ábrela —urgió Neville—. Será cuestión de unos minutos.
Ron alargó una mano temblorosa, le quitó a Errol el sobre del pico con mucho cuidado y lo abrió. Neville se tapó los oídos con los dedos. Harry no comprendió por qué lo había hecho hasta una fracción de segundo después.
-Tu debiste hacer lo mismo ahijado- aseguró Sirius.
-¿Cómo diablos iba a saberlo?, digo, no muchos tiene su experiencia con los howlers verdad chicos- les dijo Lily a los merodeadores que se hicieron los desentendidos.
Por un momento, creyó que el sobre había estallado; en el salón se oyó un bramido tan potente que desprendió polvo del techo.
-Wau, que potencia tenía la carta he- comento Ted.
—... ROBAR EL COCHE, NO ME HABRÍA EXTRAÑADO QUE TE EXPULSARAN; ESPERA A QUE TE COJA, SUPONGO QUE NO TE HAS PARADO A PENSAR LO QUE SUFRIMOS TU PADRE Y YO CUANDO VIMOS QUE EL COCHE NO ESTABA...
Los gritos de la señora Weasley, cien veces más fuertes de lo normal, hacían tintinear los platos y las cucharas en la mesa y reverberaban en los muros de piedra de manera ensordecedora.
-Si con los gritos normales de Molly casi nos quedamos sordos-comenzó Fabián.
-Amplificados cien veces es un milagro que les explotara la cabeza-termino Gideon.
-Pues si tan impresionados están, podría enviarles uno ahora mismo. Que les parece- les reclamo la mujer.
-¡No hermanita!- dieron de inmediato los gemelos.
En el salón, la gente se volvía hacia todos los lados para ver quién era el que había recibido el howler, y Ron se encogió tanto en el asiento que sólo se le podía ver la frente colorada.
-Fue bastante impactante la verdad- dijo Luna en su tono característico- pero aun así fue una experiencia interesante- agrego.
-Dilo por ti luna, para mí fue aterradora- aseguro Ron.
-Sí, yo opino lo mismo- secundo Harry.
-Enserio, pero con todas las experiencias que han tenido pensé que no les molestaría.
-En ese momento no habíamos vivido tato luna, por lo que si fue muy impactante- explicó el azabache.
-Ha si, olvide qua apenas estaban en segundo- aseguro la chica
—... ESTA NOCHE LA CARTA DE DUMBLEDORE, CREÍ QUE TU PADRE SE MORÍA DE LA VERGUENZA, NO TE HEMOS CRIADO PARA QUE TE COMPORTES ASÍ, HARRY Y TÚ PODRÍAIS HABEROS MATADO...
Harry se había estado preguntando cuándo aparecería su nombre.
-Yo también me lo estaba preguntando- aseguro James.
-Si claro, la misma retorcida mente- comentó Alice.
-Oye, te recuerdo que el también pieza como yo he- le reclamo Lily.
Trataba de hacer como que no oía la voz que le estaba perforando los tímpanos.
Algunos jóvenes se rieron levemente por la declaración del chico.
—... COMPLETAMENTE DISGUSTADO, EN EL TRABAJO DE TU PADRE ESTÁN HACIENDO INDAGACIONES, TODO POR CULPA TUYA, Y SI VUELVES A HACER OTRA, POR PEQUEÑA QUE SEA, TE SACAREMOS DEL COLEGIO.
-Bueno por lo menos no mencionaron su nombre- aseguro Sirius.
-No, pero si dijo el nombre de Harry- aseguro Remus.
-Y recuerda que él y Ron siempre están juntos- continuo Dora- haría falta estar como Crabbe o Goyle para que no dedujeran a quien le habían enviado el howler.
-Hay ya déjenme tranquilo con su lógica- acuso El animago.
Se hizo un silencio en el que resonaban aún las palabras de la carta. El sobre rojo, que había caído al suelo, ardió y se convirtió en cenizas. Harry y Ron se quedaron aturdidos, como si un maremoto les hubiera pasado por encima. Algunos se rieron y, poco a poco, el habitual alboroto retornó al salón.
-Nosotros los comprendemos- les aseguro James.
-Claro, después de todo tiene experiencia cierto- aseguro Lily.
-Porque no me sorprende que les llegara un howler- dijo divertido Harry.
-¡Uno!- dijeron varios al mismo tiempo.
-En una ocasión les llegaron tres howler consecutivos- les revelo Marlene.
-¡¿Tres?!- dijeron los del futuro.
-Sí, y personalizados- aseguro la rubia- dos eran de mamá Dorea para James y Remus, porque fueron atrapados en una gran broma, y el tercero era de la madre de Sirius que lo atraparon, bueno, semidesnudo con una “zorra”- volteo a ver a la joven que estaba entre la multitud- ya se imaginaran haciendo que- les dijo- llegaron y uno en uno fueron explotando.
-El peor fue el de la madre de Sirius- aseguro Lily- aun puedo jurar que rompió más de un par de copas.
-Y créanme que no fue la primera ni la última vez que recibieron uno- aseguro Alice- asta parecía que se hicieron inmunes.
Hermione cerró el libro Viajes con los vampiros y miró a Ron, que seguía encogido.
—Bueno, no sé lo que esperabas, Ron, pero tú...
—No me digas que me lo merezco —atajó Ron.
-Pero si te lo merecías- le dijo Hermione con una sonrisa.
-No empieces por favor- le rebatió pero también con media sonrisa en el rostro.
Harry apartó su plato de gachas. El sentimiento de culpabilidad le revolvía las tripas.
-No tienes por qué sentirte culpable- le aseguro Arthur de forma comprensiva.
-Aun cuando han hecho algo que no debieron hacer- aseguro Lily con voz suave.
-¡Mamá!- reclamo el azabache menor.
-Acostúmbrate hijo- le dijo su padre- cuando Lily se pone así, te recuerda y te echa en cara las cosas siempre que puede.
-Lo dices por experiencia verdad- le dijo el joven.
-Pues sí, lamentablemente si- aseguro el Potter mayor.
El señor Weasley tendría que afrontar una investigación en su trabajo. Después de todo lo que los padres de Ron habían hecho por él durante el verano...
Pero Harry no tuvo demasiado tiempo para pensar en aquello, porque la profesora McGonagall recorría la mesa de Gryffindor entregando los horarios. Harry cogió el suyo y vio que tenían en primer lugar dos horas de Herbología con los de la casa de Hufflepuff.
Harry, Ron y Hermione abandonaron juntos el castillo, cruzaron la huerta por el camino y se dirigieron a los invernaderos donde crecían las plantas mágicas. El howler había tenido al menos un efecto positivo: parecía que Hermione consideraba que ellos ya habían tenido suficiente castigo y volvía a mostrarse amable.
-Pues era algo así- comento la joven- ya sabía que la profesora McGonagall los castigaría, digo, eso era obvio, así que no creí necesario seguir ignorándolos, además la cara de ron me daba algo de ternura- dijo al final sonrojada un poco.
Al dirigirse a los invernaderos, vieron al resto de la clase congregada en la puerta, esperando a la profesora Sprout. Harry, Ron y Hermione acababan de llegar cuando la vieron acercarse con paso decidido a través de la explanada, acompañada por Gilderoy Lockhart.
-¡¿Por qué tenía que ser ese idiota?!- exclamo Sirius.
-Bueno, puesto que el capítulo lleva su nombre, me imagino que saldrá en muchas ocasiones- comento para desagrado de muchos Marlene.
La profesora Sprout llevaba un montón de vendas en los brazos, y sintiendo otra punzada de remordimiento, Harry vio a lo lejos que el sauce boxeador tenía varias de sus ramas en cabestrillo.
-Y tú de seguro te sentiste mal cierto- comento Lily.
-Pues sí, un poco- acepto el chico.
-Descuide joven Potter- hablo la profesora Sprout- esa no fue la primera vez que tenía que curar al sauce boxeador, si a aquí su padre y sus amigos se divertía mucho con el- agrego viéndolos acusadoramente.
-Incluso en mi época lo hacíamos- revelo Dora con media sonrisa.
Astoria describió a la profesora Sprout así como la forma en que iba vestida, así también describió a Lockhart que llevaba una túnica y sombreo azul turquesa.
— ¡Hola, qué hay! —Saludó Lockhart, sonriendo al grupo de estudiantes—. Estaba explicando a la profesora Sprout la manera en que hay que curar a un sauce boxeador.
-Claro, lo sabe después de que la profesora ya lo curo verdad- ironizo Sirius.
-Ese tipo es un falso y arrogante- aseguro James.
-Pero tú no te quedas atrás en ese último punto- aseguro Lily- así que no te olvides de eso cuando quieras juzgarlo.
¡Pero no quiero que penséis que sé más que ella de botánica! Lo que pasa es que en mis viajes me he encontrado varias de estas especies exóticas y...
—¡Hoy iremos al Invernadero 3, muchachos! —dijo la profesora Sprout, que parecía claramente disgustada, lo cual no concordaba en absoluto con el buen humor habitual en ella.
-He pasado años estudiando y cuidando un sin número de plantas, como para que llegue cualquier tipo insinuando que sabe más- aseguro Sprout con el ceño fruncido.
-En especial él que reprobó en herbología - aseguro Alice recordando a ese inútil.
-¡¿Reprobó?!- repitieron algunos.
-Eso no es lo extraño- aseguro ron por sobre todos- lo extraño es que se hubiera graduado- varios soltaron una gran risa, en especial para aquellos a los que le caía mal.
Se oyeron murmullos de interés. Hasta entonces, sólo habían trabajado en el Invernadero 1. En el Invernadero 3 había plantas mucho más interesantes y peligrosas.
-El orden de los invernaderos están iguales- comento Frank.
-Recuerdo cuando fuimos a ese invernadero-comentó Dora.
-Sí, de ahí te fuiste directamente a la enfermería porque aún quiere tiraste una maseta y la planta te termino lastimando la pierna- comento Charlie.
-Gracias, por recordar esa parte en específico amigo- dijo con sarcasmo la chica mientras su cabello adquiría un tono rojizo.
-Pero era cierto Nimpy, esa fue tu primera visita a la señora Pomfrey en el año- aseguro el pelirrojo sonriente.
La joven negó con la comida, mientras una pequeña llama surgió dentro de un castaño que se alegraba y odiaba de la buena relación entre ellos dos.
La profesora Sprout cogió una llave grande que llevaba en el cinto y abrió con ella la puerta. A Harry le llegó el olor de la tierra húmeda y el abono mezclados con el perfume intenso de unas flores gigantes, del tamaño de un paraguas, que colgaban del techo. Se disponía a entrar detrás de Ron y Hermione cuando Lockhart lo detuvo sacando la mano rapidísimamente.
-¿Pero qué?- alcanzo a exclamar James, ¿Por qué Lockhart lo detenía?
A todos les pareció una actitud muy extraña, pero los más preceptivos pensaron que la presencia de Lockhart en ese lugar no tenía nada que ver con las clases, más bien solo quería encontrarse con Harry.
—¡Harry! Quería hablar contigo... Profesora Sprout, no le importa si retengo a Harry un par de minutos, ¿verdad?
A juzgar por la cara que puso la profesora Sprout, sí le importaba, pero Lockhart añadió:
-Claro que me importa- aseguro la profesora- sacar a uno de mis estudiantes, interrumpir mis clases por sabrá Merlín que estupidez- sin duda estaba disgustada.
—Sólo un momento —y le cerró la puerta del invernadero en las narices.
—Harry —dijo Lockhart. Sus grandes dientes blancos brillaban al sol cuando movía la cabeza—. Harry, Harry, Harry.
-Solo te saco de la clase para decir tu nombre- exclamo Neville.
-Ojala y solo hubiera sido eso- aseguró el azabache.
Harry no dijo nada. Estaba completamente perplejo. No tenía ni idea de qué se trataba. Estaba a punto de decírselo, cuando Lockhart prosiguió:
—Nunca nada me había impresionado tanto como esto, ¡llegar a Hogwarts volando en un coche! Claro que enseguida supe por qué lo habías hecho. Se veía a la legua. Harry, Harry, Harry.
-¿Qué quiere decir con eso?- pregunto Remus.
-Conociéndolo, de seguro será una estupidez- aseguro Dora.
Era increíble cómo se las arreglaba para enseñar todos los dientes incluso cuando no estaba hablando.
Algunos esbozaron una sonrisa burlona ante ese comentario.
—Te metí el gusanillo de la publicidad, ¿eh? —dijo Lockhart—. Le has encontrado el gusto. Te viste compartiendo conmigo la primera página del periódico y no pudiste resistir salir de nuevo.
-¡¿Qué?!- dijeron muchos- en verdad ese idiota cree toda esa sarta de porquerías que salen de su boca.
-¡Nymphadora!- le reclamo su Dromeda.
-¡Pero es cierto mamá!- le aseguro la peli rosa.
-Aun así cuida tu vocabulario- le dijo ella- en serio no sé porque te preocupas de que Sirius le enseñe cosas malas a Teddy cuando tú actúas igual.
-Hay bueno, pero ahí te tiene a ti, a mi papá y a Remus para darle el buen ejemplo no- se defendió la chica.
-Pero también es parte de tu responsabilidad- le dijo Remus a lo que  la joven lo dio una mirada penetrante.
-Y tú de qué lado estas- le pregunto de forma desafiante
-Yo- dijo el castaño antes de tomar el niño del regazo de su madre para ponerlo en el suyo- pues yo estoy del lado de Teddy- aseguro mientras el niño reía.
-Si claro, salte por la tangente- le acuso acariciándole la mejilla al peli azul.
—No, profesor, verá...
—Harry, Harry, Harry —dijo Lockhart, cogiéndole por el hombro—. Lo comprendo. Es natural querer probar un poco más una vez que uno le ha cogido el gusto. Y me avergüenzo de mí mismo por habértelo hecho probar, porque es lógico que se te subiera a la cabeza.
-Mi hijo no es un arrogante como él y mucho menos como su padre- aseguró Lily segura de sí.
-Eso es muy cierto- lo apoyo el azabache- oye, como estuvo la última parte.
-Hay cariño, debes admitir que tú también pecas de lo mismo que Lockhart
-Sí, eso hasta yo lo sé- aseguro Harry- debo decir que me sentí un poco decepcionado cuando descubrí algunas de tus “bromas”.
-En… enserio…- le dijo el hombre un tanto preocupado.
-Sí, pero eso ya lo discutiremos en su omento- dijo el joven haciéndole una señal a la chica para que continúe.
Pero mira, muchacho, no puedes ir volando en coche para convertirte en noticia. Tienes que tomártelo con calma, ¿de acuerdo? Ya tendrás tiempo para estas cosas cuando seas mayor. Sí, sí, ya sé lo que estás pensando: «¡Es muy fácil para él, siendo ya un mago de fama internacional!»
-Huy si, de seguro eso es en lo que piensa- ironizo Fred.
-Si claro, porque desperdiciar su tiempo pensando en otras cosas- aseguro George.
-Como por ejemplo como quitarle la sonrisa a ese imbécil.
-O como arroja a su oficina algo desagradable.
-O mejor porque no se callan y nos dejan continuar- rebatió Astoria.
-No, no lo creo- dijeron al unísono.
-¡Fred, George!- les grito su madre.
-Está bien, que continúe- le dijo George guardando silencio.
Pero cuando yo tenía doce años, era tan poco importante como tú ahora. ¡De hecho, creo que era menos importante!
-Mucho menos importante- aseguro Frank.
-Claro que si- continuo Ted- en nuestra época no hay mago que no conozca el nombre de Harry Potter
Quiero decir que hay gente que ha oído hablar de ti, ¿no?, por todo ese asunto con El-que-no-debe-ser-nombrado. —Contempló la cicatriz en forma de rayo que Harry tenía en la frente—
-Que sutil al tocar un momento tan traumático para él- aseguro Andrómeda molesta.
-Es un imbécil- espeto  Molly igual de molesta, esa no es forma de habar de ese asunto con él.
Lo sé, lo sé, no es tanto como ganar cinco veces seguidas el Premio a la Sonrisa más Encantadora, concedido por la revista Corazón de bruja, como he hecho yo, pero por algo hay que empezar.
-Él no necesita la fama- aseguro Alice recordando lo mucho que se parecía el chico a la pelirroja en ese aspecto- ya quisiera tener la mitad de fama que él tiene.
-De hecho él con gusto se la hubiera dado de haber podido cierto- comento Ron.
-Ya conoces la respuesta- hablo este.
Le guiñó un ojo a Harry y se alejó con paso seguro. Harry se quedó atónito durante unos instantes, y luego, recordando que tenía que estar ya en el invernadero, abrió la puerta y entró.
-Bien, con eso podrá tener un poco de tranquilidad- aseguro Sirius.
La profesora Sprout estaba en el centro del invernadero, detrás de una mesa montada sobre caballetes. Sobre la mesa había unas veinte orejeras. Cuando Harry ocupó su sitio entre Ron y Hermione, la profesora dijo:
-Orejeras-preguntaron algunas.
-De seguro van a trabajar con mandrágoras- exclamo Alice.
-A claro, como lo hicimos nosotros en tercero verdad- apoyo Lily.
—Hoy nos vamos a dedicar a replantar mandrágoras. Veamos, ¿quién me puede decir qué propiedades tiene la mandrágora?
-Hermione- dieron al mismo tiempo los merodeadores y los dos pares de gemelos.
Sin que nadie se sorprendiera, Hermione fue la primera en alzar la mano.
-Lo sabía- aseguraron nuevamente al unísono.
-Nadie les discutió lo que dijeron- comenzó la castaña- además ya déjenme tranquila, que no hay nada de malo en ser la más aplicada del grupo- les rebatió.
—La mandrágora, o mandrágula, es un reconstituyente muy eficaz —dijo Hermione en un tono que daba la impresión, como de costumbre, de que se había tragado el libro de texto
-¡Harry!- le reclamo la chica.
-Pero Hermione, pero así sonaba- se defendió el azabache- pero ahí no dice que yo pensé eso- agrego.
-No, pero la forma en que está escrito el libro es desde tu punto de vista, aun cuando no diga textual que lo pesaste- aseguró la joven.
Se utiliza para volver a su estado original a la gente que ha sido transformada o encantada.
—Excelente, diez puntos para Gryffindor —dijo la profesora Sprout—. La mandrágora es un ingrediente esencial en muchos antídotos. Pero, sin embargo, también es peligrosa. ¿Quién me puede decir por qué?
-Her…
-Si alguien dice mi nombre que se atenga a las consecuencias- advirtió la chica sacando su varita, todos guardaron silencio.
Al levantar de nuevo velozmente la mano, Hermione casi se lleva por delante las gafas de Harry.
Alguno rieron por el casi descuido de la chica.
—El llanto de la mandrágora es fatal para quien lo oye —dijo Hermione instantáneamente.
—Exacto. Otros diez puntos —dijo la profesora Sprout—. Bueno, las mandrágoras que tenemos aquí son todavía muy jóvenes.
Mientras hablaba, señalaba una fila de bandejas hondas, y todos se echaron hacia delante para ver mejor. Un centenar de pequeñas plantas con sus hojas de color verde violáceo crecían en fila. A Harry, que no tenía ni idea de lo que Hermione había querido decir con lo de «el llanto de la mandrágora», le parecían completamente vulgares.
-Solo estaba viendo las hojas hijo- aseguro Lily- pero supongo lo entendiste todo cuando sacaste la planta de la maseta.
—Poneos unas orejeras cada uno —dijo la profesora Sprout.
Hubo un forcejeo porque todos querían coger las únicas que no eran ni de peluche ni de color rosa.
-También deberían conseguir más orejeras no- comentó Sirius- digo, aprovechando que también deben de cambiar esas escobas de la escuela.
-Tomaremos en cuenta su recomendación señor Black, pero por momento, señorita Greengrass, podría continuar- pidió el profesor Dumbledore.
—Cuando os diga que os las pongáis, aseguraos de que vuestros oídos quedan completamente tapados —dijo la profesora Sprout—. Cuando os las podáis quitar, levantaré el pulgar. De acuerdo, poneos las orejeras.
Harry se las puso rápidamente. Insonorizaban completamente los oídos. La profesora Sprout se puso unas de color rosa, se remangó, cogió firmemente una de las plantas y tiró de ella con fuerza.
Harry dejó escapar un grito de sorpresa que nadie pudo oír.
-Es una ventaja que tengan puestas las orejeras-cometo Sirius.
-Aunque no tuvieran las orejeras, dudo que fue el único que grito- aseguro Marlene.
-Yo opino que todos los nacidos de muggles reaccionaron igual que Harry- agregó Ted.
En lugar de raíces, surgió de la tierra un niño recién nacido, pequeño, lleno de barro y extremadamente feo. Las hojas le salían directamente de la cabeza. Tenía la piel de un color verde claro con manchas, y se veía que estaba llorando con toda la fuerza de sus pulmones.
-Dan un poco de pena sacarlos- aseguro Alice.
-Aunque no son muy elegantes a la vista- agrego Frank.
-Bueno, que esperabas, siendo una planta que vive bajo la tierra- le rebatió su esposa.
La profesora Sprout cogió una maceta grande de debajo de la mesa, metió dentro la mandrágora y la cubrió con una tierra abonada, negra y húmeda, hasta que sólo quedaron visibles las hojas. La profesora Sprout se sacudió las manos, levantó el pulgar y se quitó ella también las orejeras.
—Como nuestras mandrágoras son sólo plantones pequeños, sus llantos todavía no son mortales —dijo ella con toda tranquilidad, como si lo que acababa de hacer no fuera más impresionante que regar una begonia
-Bueno, tampoco es como si fuera tan complicado- expreso la profesora.
-Ella tiene razón, hay otras cosas, otras plantas que son más difíciles de controlar- aseguro Neville. Nadie podía negar lo que el chico decía, no por nada esa era su mejor clase.
Sin embargo, os dejarían inconscientes durante varias horas, y como estoy segura de que ninguno de vosotros quiere perderse su primer día de clase, aseguraos de que os ponéis bien las orejeras para hacer el trabajo. Ya os avisaré cuando sea hora de recoger.
-Pues yo conozco algunos que si les hubiera gustado saltarse las clases- comento Dora viendo a los tres merodeadores.
-¿Qué?, ¿yo también?- le pregunto Remus cuando noto que también lo señalo a él.
-Hace algunas hojas no lo creía posible- comenzó la chica- pero después de escuchar de tus encuentros en la cama y tus andanzas, la verdad ya no estoy tan segura de que pensar.
-Siento como si me estuvieras reclamando algo- comento el hombre.
-Bueno, no sé, pero ya lo arreglaremos después- dijo la joven zanjando el tema por el momento.
»Cuatro por bandeja. Hay suficientes macetas aquí. La tierra abonada está en aquellos sacos. Y tened mucho cuidado con las Tentacula Venenosa, porque les están saliendo los dientes.
-Esas paltas son muy interesantes- comento Neville.
-Y se venden muy bien si son de buena calidad- comento Slughorn- aunque claro, no es como si yo hiciera ese tipo de negocios- aseguro ante la mirada interrogante de estudiantes y profesores.
Mientras hablaba, dio un fuerte manotazo a una planta roja con espinas, haciéndole que retirara los largos tentáculos que se habían acercado a su hombro muy disimulada y lentamente.
Harry, Ron y Hermione compartieron su bandeja con un muchacho de Hufflepuff que Harry conocía de vista, pero con quien no había hablado nunca.
El joven que estaba ahí se acomodó en su silla un tanto incomodo, recordaba muy bien como había actuado con Harry, y lo injusto que fue con el ese año, aun claro el problema se lo ganaría con el libro más avanzado.
—Justin Finch-Fletchley —dijo alegremente, dándole la mano a Harry—. Claro que sé quién eres, el famoso Harry Potter. Y tú eres Hermione Granger, siempre la primera en todo. —Hermione sonrió al estrecharle la mano—. Y Ron Weasley. ¿No era tuyo el coche volador?
Ron no sonrió. Obviamente, todavía se acordaba del howler.
-De no haber sido por eso de seguro estaría sonriendo con arrogancia- aseguro Sirius.
-Similar a la sonrisa que tienes ahora verdad- comentó Marlene- si alguien sabe de sonrisas arrogantes eres tú.
-No solo eso, sino también de sonrisas seductoras- le dijo dándole una de esas sonrisas que le fascinaba a la rubia.
-Eso-dijo guardando la compostura y tomándolo de una oreja para provocarle dolor- no será suficiente para mí.
-Sí, ya me di cuenta- comentó sobándose la oreja.
—Ese Lockhart es famoso, ¿verdad? —dijo contento Justin, cuando empezaban a llenar sus macetas con estiércol de dragón—. ¡Qué tío más valiente! ¿Habéis leído sus libros? Yo me habría muerto de miedo si un hombre lobo me hubiera acorralado en una cabina de teléfonos, pero él se mantuvo sereno y ¡zas! Formidable.
-Hay sí, muy valiente- ironizo Sirius- ya quiera que hace en presencia de un verdadero hombre lobo.
-Pero eso sería muy peligroso- dijo una chica de su club de fans
-Que va a ser peligroso, si sabes cómo tratarlo, un hombre lobo seria de lo más mansito que te imaginas.
-Y ¿cómo estas tan seguro?- pregunto curiosa la metamorfomaga tensando un poco al castaño a su lado.
-Ha pues porque.. auch- grito por el pisotón que le alcanzo a dar Remus por debajo de la mesa.
-¿Qué paso?- le pregunto la chica
-Nada sobrina, pero después te respondo tu pregunta- le dijo sabiendo que si decía una palabra más su amigo lo hechizaría.
»Me habían reservado plaza en Eton, pero estoy muy contento de haber venido aquí. Naturalmente, mi madre estaba algo disgustada, pero desde que le hice leer los libros de Lockhart, empezó a comprender lo útil que puede resultar tener en la familia a un mago bien instruido...
-No si es igual que ese idiota- aseguro Remus.
-Ya lo sé- comento Justin desde su mesa.
Después ya no tuvieron muchas posibilidades de charlar. Se habían vuelto a poner las orejeras y tenían que concentrarse en las mandrágoras.
-Es mejor que habar de ese idiota- increpo Sirius.
Para la profesora Sprout había resultado muy fácil, pero en realidad no lo era. A las mandrágoras no les gustaba salir de la tierra, pero tampoco parecía que quisieran volver a ella. Se retorcían, pataleaban, sacudían sus pequeños puños y rechinaban los dientes. Harry se pasó diez minutos largos intentando meter una algo más grande en la maceta.
-Si resulta difícil- comento Draco- yo recuerdo que cuando nos tocó hacer esa actividad la mandrágora que tenía me mordió el dedo- relato ante las risas de muchos.
-Pero si mal no lo recuerdo tú me platicaste que estabas jugando y hasta burlándole de la planta- hablo Astoria.
-Bueno, si es cierto- acepto el rubio- pero ahora que lo pienso no fue lo peor que me paso en una clase así.
-¿Como que no fue lo peor?- le pregunto Narcisa en forma represiva.
-He, ya lo descubrirán- desvió el tema.
-Jeje, es divertido cuando los demás tienen problemas- comento Ron con una gran sonrisa.
-Yo no tendría esa sonrisa si fuera tu Ronald- le advirtió su madre viéndola de forma represiva.
Al final de la clase, Harry, al igual que los demás, estaba empapado en sudor, le dolían varias partes del cuerpo y estaba lleno de tierra.
-Igual que un entrenamiento de quidditch con James- aseguro Remus con una sonrisa.
-Pero tú no jugabas en el equipo ¿verdad?- pregunto Dora.
-No, pero ese inútil siempre me despertaba para que los acompañara, en más de una ocasión tuve que usar las gradas como camas porque que despertaba antes de que saliera el sol- acuso el castaño.
-Que crueldad para su propia amigo- le acuso la metamorfomaga.
-Y era peor con los del equipo- aseguro Sirius- si alguno pretendía tener una relación con alguien que no fuera de Gryffindor se ponía de paranoico pensando que le querían robar sus estrategias.
-Lo que demuestra su doble moral porque el si se relacionaba con las do otras casas- le acuso Lily molesta.
-Sí, está bien, no soy perfecto ya entendí.
Harry estaba atento escuchando todo lo que decían, le agradaba conocer a sus padres de primera mano, y no solo su lado bueno, también su lado malo, sus errores y caídas, después de todo lo que había pasado sabía que las cosas no eran tan simples como blanco o negro, por lo que le agradaba en cierta forma conocer las dos caras de sus padres.
Volvieron al castillo para lavarse un poco, y los de Gryffindor marcharon corriendo a la clase de Transformaciones.
Ya me imagino como habría actuado McGonagall si llegaran sudados y cubiertos de tierra- comento Sirius.
-Ni siquiera los hubiera dejado pasar- aseguro Marlene.
Las clases de la profesora McGonagall eran siempre muy duras, pero aquel primer día resultó especialmente difícil. Todo lo que Harry había aprendido el año anterior parecía habérsele ido de la cabeza durante el verano.
-Hay Harry- se lamentó Lily- cuando vivas con nosotros me asegurare que eso no vuelva a pasar.
-He gracias- respondió el chico un tanto dudoso de a que se refería su madre.
-No es nada malo, solo te pondré a practicar y estudiar en el verano- le dijo- maternalmente.
-A bueno- dijo más tranquilo.
-Aprovecharemos el tiempo que estés castigado sin tu escoba.
-¡¿Qué?!- dijeron de inmediato Harry y James.
Tenía que convertir un escarabajo en un botón, pero lo único que conseguía era cansar al escarabajo, porque cada vez que éste esquivaba la varita mágica, se le caía del pupitre.
A Ron aún le iba peor.
-Claro, con ese pedazo de madera que era su varita- ironizo Fred.
-Pero al final si tuvo algo de utilidad- aseguro Ron recordando lo que paso en la cámara.
Había recompuesto su varita con un poco de celo que le habían dado, pero parecía que la reparación no había sido suficiente. Crujía y echaba chispas en los momentos más raros, y cada vez que Ron intentaba transformar su escarabajo, quedaba envuelto en un espeso humo gris que olía a huevos podridos. Incapaz de ver lo que hacía, aplastó el escarabajo con el codo sin querer y tuvo que pedir otro. A la profesora McGonagall no le hizo mucha gracia.
-No lo dudo- aseguro Frank- minerva es muy estricta en sus clases, y algo como eso no cambiaría su forma de dar las clases.
-Pero debería de tener un poco de consideración por la varita rota o no- aseguro Sirius.
-Lo indicado es que consiguiera otra- aseguro el señor Longbottom con seguridad.
Harry se sintió aliviado al oír la campana de la comida. Sentía el cerebro como una esponja escurrida. Todos salieron ordenadamente de la clase salvo él y Ron, que todavía estaba dando golpes furiosos en el pupitre con la varita.
-No creo que eso ayude mucho golpearla- comentó Percy.
-No, pero al menos libera un poco el estrés- le dijo Sirius- James se desesteraba arrojando y destrozando lo que tenía en frente.
 -Ha, bueno, debo admitir que es cierto- agregó el azabache.
— ¡Chisme inútil, que no sirves para nada!
—Pídeles otra a tus padres —sugirió Harry cuando la varita produjo una descarga de disparos, como si fuera una traca.
—Ya, y recibiré como respuesta otro howler —dijo Ron, metiendo en la bolsa la varita, que en aquel momento estaba silbando— que diga: «Es culpa tuya que se te haya partido la varita.»
-Claro que no te enviaría otro howler por eso Ron- le aseguro Molly- si te reprendería, pero ya no sería un howler.
-Pero aun así hubieras que tendido que esperar para tener una nueva- dijo con algo de pena el señor Weasley.
-Obviamente- atajo Lucius con cierto asco- si su mediocre familia apenas tiene para sobrevivir.
-¡Tú no has aprendido la lección e Malfoy!- le increpo Sirius poniéndose de pie y sacando su varita.
-¡¡Sirius basta!!- le paro Marlene parándose también- no vale la pena- aseguró haciendo un esfuerzo para bajarle el brazo, después lentamente los dos volvieron a tomar asiento.
-La próxima vez no me detendré- le aseguro a la rubia.
Bajaron a comer, pero el humor de Ron no mejoró cuando Hermione le enseñó el puñado de botones que había conseguido en la clase de Transformaciones.
-Ahí tenemos a Remus y a Lily nuevamente- comentó James.
-No por nada eran los mejores del curso- aseguro Alice.
—¿Qué hay esta tarde? —dijo Harry, cambiando de tema rápidamente.
—Defensa Contra las Artes Oscuras —dijo Hermione en el acto.
—¿Por qué —preguntó Ron, cogiéndole el horario— has rodeado todas las clases de Lockhart con corazoncitos?
-¡¡Nooo!!- gritaron de inmediato los gemelos Weasley.
-¡¿Cómo pudiste hacer eso cuñada?!- continuo Fred.
-¡¿Cómo pudiste estar babeando por ese idiota?!- termino George.
-Ya cállense ustedes dos- les riño un tanto avergonzada- solo era una niña de doce años, era muy impresionable.
-Esa no es una excusa valida Hermione- le informo Fred.
-Mira, Ginny tenía once años, uno menos que tú, y ella nunca dejo de querer a Harry-revelo George..
-Cuantas veces la descubrimos espiándolo por los pasillos.
-Y también está la foto que consiguió de nuestro compañero, la guardaba como si fuera un tesoro.
-¡¡Ya cállense ustedes dos!!- les reclamo la menor de los Weasley toda roja.
-¿Eso es cierto?- le pregunto por lo bajo Harry a la chica.
-No quiero responder- dijo escondiendo la cara en el pecho de su novio, eso era claramente un sí. Harry abrazo con cariño a la joven sintiéndose un poco culpable, como pudo haber estado tan siego por tantos años.
Hermione le quitó el horario. Se había puesto roja.
Terminaron de comer y salieron al patio. Estaba nublado. Hermione se sentó en un peldaño de piedra y volvió a hundir las narices en Viajes con los vampiros.
-Un libro de Lockhart,
-Por qué no me sorprende- comentaron los gemelos Weasley.
Harry y Ron se pusieron a hablar de quidditch, y pasaron varios minutos antes de que Harry se diera cuenta de que alguien lo vigilaba estrechamente. Al levantar la vista, vio al muchacho pequeño de pelo castaño que la noche anterior se había puesto el sombrero seleccionador.
-¿Ese era yo verdad?- dijo Colín en su momento.
-Sí, ese eras tú- aseguro Harry.
Lo miraba como paralizado. Tenía en las manos lo que parecía una cámara de fotos muggle normal y corriente, y cuando Harry miró hacia él, se ruborizó en extremo.
El joven Colín que escuchaba la lectura también se sonrojo, recordaba muy bien lo emocionado que estaba ese primer año, en especial al conocer al gran Harry Potter, pero ahora se sentía un poco apenado por como había actuado, pero final de cuentas, era solo un niño.
—¿Me dejas, Harry? Soy... soy Colín Creevey —dijo entrecortadamente, dando un indeciso paso hacia delante—. Estoy en Gryffindor también. ¿Podría..., me dejas... que te haga una foto? —dijo, levantando la cámara esperanzado.
Los merodeadores comenzaron a reír, así como los dos pares de gemelos y muchos más del gran comedor.
—¿Una foto? —repitió Harry sin comprender.
-Si ahijado, es una imagen que se toma con una cámara y que…
-Ya se lo que es una foto Sirius- comenzó un poco molesto- lo que no comprendía era que me quisiera fotografiar a mí.
-Arrogante- dijo Severus de una forma muy audible.
-Claro que no Snape- atajo James- si bien yo hubiera estado alago por me fotografiaran, no es el caso de mi hijo, él es más parecido a Lily y aunque te moleste, hasta tu debes saberlo ya- Muy a su pesar el Slytherin debía aceptar que era cierto.
-Yo solo espero que el pelo grasiento no llegue en ese momento- comento Sirius.
-No, pero el que llego no fue mejor opción aseguro Harry pidiéndole con la mano a Astoria para que continuara.
—Con ella podré demostrar que te he visto —dijo Colín Creevey con impaciencia, acercándose un poco más, como si no se atreviera—. Lo sé todo sobre ti. Todos me lo han contado: cómo sobreviviste cuando Quien-tú-sabes intentó matarte y cómo desapareció él, y toda esa historia, y que conservas en la frente la cicatriz en forma de rayo (con los ojos recorrió la línea del pelo de Harry). Y me ha dicho un compañero del dormitorio que si revelo el negativo en la poción adecuada, la foto saldrá con movimiento. —Colín exhaló un soplido de emoción y continuó—:
-Era un poco sofocante verdad- comentó el chico.
-Eras joven y estabas emocionado, no tienes por qué preocuparte- le restó importancia Lily.
Esto es estupendo, ¿verdad? Yo no tenía ni idea de que las cosas raras que hacía eran magia, hasta que recibí la carta de Hogwarts. Mi padre es lechero y tampoco podía creérselo. Así que me dedico a tomar montones de fotos para enviárselas a casa. Y sería estupendo hacerte una. —Miró a Harry casi rogándole—. Tal vez tu amigo querría sacárnosla para que pudiera salir yo a tu lado. ¿Y me la podrías firmar luego?
-Valla ahijado, ahí tienes otro admirador como la mini pelirroja- aventuro James.
-Ya cállate- le reprendió Harry.
—¿Firmar fotos? ¿Te dedicas a firmar fotos, Potter?
En todo el patio resonó la voz potente y cáustica de Draco Malfoy. Se había puesto detrás de Colín, flanqueado, como siempre en Hogwarts, por Crabbe y Goyle, sus amigotes.
-Esa es la otra persona molesta de la que hablaste hace poco cachorro- le pregunto Sirius al oji verde.
-Pues la verdad- comenzó Draco- si lo estuve fastidiando un rato- acepto- pero yo creo que se refería a otra persona aún más molesta.
-Alguien más modesto que Draco que no fuera Snape- dijo james- entonces quien… o no.
-En quien piensas cornamenta- pregunto el oji gris.
-Lockhart- respondió Lily haciendo que varios jóvenes bufaron.
—¡Todo el mundo a la cola! —gritó Malfoy a la multitud—. ¡Harry Potter firma fotos!
—No es verdad —dijo Harry de mal humor, apretando los puños—. ¡Cállate, Malfoy!
-Va a ser un gran problema si se pelean- aseguro Molly.
-En especial para ti y Ron- continuo Lily- la profesora McGonagall y el profesor Dumbledore ya se lo advirtieron.
-Incluso también nuestra madre se los advirtió- agrego Bill.
—Lo que pasa es que le tienes envidia —dijo Colín, cuyo cuerpo entero no era más grueso que el cuello de Crabbe.
—¿Envidia? —dijo Malfoy, que ya no necesitaba seguir gritando, porque la mitad del patio lo escuchaba—. ¿De qué? ¿De tener una asquerosa cicatriz en la frente? No, gracias. ¿Desde cuándo uno es más importante por tener la cabeza rajada por una cicatriz?
-Pero si tenías algo de envidia- atajo Ron viendo al rubio.
-Claro que no- aseguro este.
-Draco, di la vedad- le exigió Astoria.
-Pues, no sé, tal vez si- le dijo el rubio sin mucha seguridad.
-No sabias que tenías envidia.
-Bueno, siempre me molesto lo que hacía y más cuando en ocasiones hacia algunas cosas mejor que yo- acepto con la mirada baja, no le gustaba hablar de esas cosas, en su momento le costó mucho decirle eso a su novia - pero envidia propiamente dicha, la sentí hasta un par de años después.
-¿Años después?- pregunto Hermione sin entender.
-Si, en su sexto año de hecho- dijo Astoria en lugar de su novio- él no lo aceptara fácilmente, pero sentía envidia de los amigos incondicionales que tenía.
El joven seguía con la cabeza abajo, Narcisa se acercó a abrazar a su hijo mientras que la chica le daba ánimos con palmaditas en el hombro antes de retomar la lectura.
Crabbe y Goyle se estaban riendo con una risita idiota.
—Échate al retrete y tira de la cadena, Malfoy —dijo Ron con cara de malas pulgas. Crabbe dejó de reír y empezó a restregarse de manera amenazadora los nudillos, que eran del tamaño de castañas.
—Weasley, ten cuidado —dijo Malfoy con un aire despectivo—. No te metas en problemas o vendrá tu mamá y te sacará del colegio. —Luego imitó un tono de voz chillón y amenazante—. «Si vuelves a hacer otra...»
-Una muy mala imitación debo decir- atajo Ron con una leve sonrisa.
Varios alumnos de quinto curso de la casa de Slytherin que había por allí cerca rieron la gracia a carcajadas.
-Idiotas- increpo Sirius.
-Solo cuando les conviene están unidos, pero en cuanto surgen los problemas cada quien se cuida a sí mismo-aseguro James- pocos han sido los Slytherin que no son como ellos.
-Gracias- dijeron con ironía Andrómeda y Astoria.
-De misma forma que hay malas personas en las otras casas- aseguro Lily- ya Harry lo ha dicho antes- termino la pelirroja mandado miradas severas para que nadie se atreviera a reclamar nada.
—A Weasley le gustaría que le firmaras una foto, Potter —sonrió Malfoy—. Pronto valdrá más que la casa entera de su familia.
Lucius rio burlonamente, pero un par de miradas asesinas le hicieron borrar su sonrisa en un segundo.
Ron sacó su varita reparada con celo, pero Hermione cerró Viajes con los vampiros de un golpe y susurró:
—¡Cuidado!
—¿Qué pasa aquí? ¿Qué es lo que pasa aquí? —Gilderoy Lockhart caminaba hacia ellos a grandes zancadas, y la túnica color turquesa se le arremolinaba por detrás—. ¿Quién firma fotos?
-¡¿Qué?!- gritaron varios estuantes.
-De todo lo que se dijeron solo escucho eso- se impresiono Ted.
-Es audición selectiva- comenzó Andrómeda- solo escucha aquello que afecta o alienta su ego. Nymphadora asía eso cada vez que la regañaba
-Hey- protesto la peli rosa.
Harry quería hablar, pero Lockhart lo interrumpió pasándole un brazo por los hombros y diciéndole en voz alta y tono jovial:
—¡No sé por qué lo he preguntado! ¡Volvemos a las andadas, Harry!
-Es un maldito pedante- increpo James.
-Mira quién habla- escupió Snape.
-No te contesto como debiera porque…
-Porque tú eras igual- acuso Lily.
-Sí, ¡no!- se corrigió- porque tenemos cosas importantes que hacer- aseguro ante la burla de algunos.
Sujeto por Lockhart y muerto de vergüenza, Harry vio que Malfoy se mezclaba sonriente con la multitud.
-Escudándote para que no te vieran- le acuso Ron, pero nadie reclamo nada.
—Vamos, señor Creevey —dijo Lockhart, sonriendo a Colín—. Una foto de los dos será mucho mejor. Y te la firmaremos los dos.
Colín buscó la cámara a tientas y sacó la foto al mismo tiempo que la campana señalaba el inicio de las clases de la tarde.
-¿Es la foto de la hablaron?- les pregunto Sirius a los gemelos pelirrojos.
-Si esa misma- aseguro Fred.
-Ginny incluso recorto a Lockhart para tener solo a Harry- revelo George.
-¡En serio ustedes no entienden verdad!- reclamo la pelirroja tomando su varita y viéndolos de forma desafiante.
-¡No, ya no decimos nada!- dieron al unísono los gemelos.
—¡Adentro todos, venga, por ahí! —gritó Lockhart a los alumnos, y se dirigió al castillo llevando de los hombros a Harry, que hubiera deseado disponer de un buen conjuro para desaparecer.
»Quisiera darte un consejo, Harry —le dijo Lockhart paternalmente al entrar en el edificio por una puerta lateral
-Ese idiota no tiene derecho de hablarle de esa forma- aseguro james con coraje.
-¿Por qué lo le das un golpe y te vas de ahí?- le sugirio Sirius.
-En primera, porque aun que no nos guste, es un profesor- les dijo Harry- y en segunda, no me puedo alejar pues la siguiente clase la tengo con él.
-Si a eso se le pudiera llamar clase- increpo Remus.
Te he ayudado a pasar desapercibido con el joven Creevey, porque si me fotografiaba también a mí, tus compañeros no pensarían que te querías dar tanta importancia.
-Era él quien quería darse importancia- aseguro Frank.
Sin hacer caso a las protestas de Harry, Lockhart lo llevó por un pasillo lleno de estudiantes que los miraban, y luego subieron por una escalera.
-Ese imbécil no sabe cuándo no lo quieren cerca- exclamo Remus.
-Puede que si lo haga, pero no le importe- aseguro Dora.
-Yo creo que también deberíamos prepararle alguna broma- sugirió el castaño.
-No es mala idea mi lunático amigo- aseguro Sirius- pero pongámoslo en otro pergamino para no revolver- dijo sacando otro papel.
-En verdad no eres el hombre intachable que todos piensan he- le dijo la metamorfomaga con media sonrisa.
-No puedo evitarlo, que te puedo decir, con el tiempo se volvió parte de mi personalidad- aseguró el.
-Está bien- acepto la noven- pero es bueno ver esa parte tan relajada de ti, me gusta- le dijo haciendo que se sonrojara levemente, por suerte nadie lo noto.
—Déjame que te diga que repartir fotos firmadas en este estadio de tu carrera puede que no sea muy sensato. Para serte franco, Harry, parece un poco engreído. Bien puede llegar el día en que necesites llevar un montón de fotos a mano adondequiera que vayas, como me ocurre a mí, pero —rió— no creo que hayas llegado ya a ese punto.
Todos se exasperaron por la actitud del tipo, en verdad era increíble que alguien pudiera decir tal cantidad de tonterías en tan poco tiempo. Y sin poderlo evitar sintieron un poco de pena por el azabache que tenía que soportarlo.
Habían alcanzado el aula de Lockhart y éste dejó libre por fin a Harry, que se arregló la túnica y buscó un asiento al final del aula, donde se parapetó detrás de los siete libros de Lockhart, de forma que se evitaba la contemplación del Lockhart de carne y hueso.
-Bueno, al menos de algo sirvieron esos libros- comento Sirius.
-Pero no se puede ocultar para siempre- aseguro Remus.
El resto de la clase entró en el aula ruidosamente, y Ron y Hermione se sentaron a ambos lados de Harry.
—Se podía freír un huevo en tu cara —dijo Ron—. Más te vale que Creevey y Ginny no se conozcan, porque fundarían el club de fans de Harry Potter.
—Cállate —le interrumpió Harry. Lo único que le faltaba es que a oídos de Lockhart llegaran las palabras «club de fans de Harry Potter».
-Ha, pero si formaron tu club de fans, verdad Ginny- le dijo Luna como si de cualquier cosa se tratara, mientras la pelirroja se ponía un poco pálida y después mas y mas roja.
-¡Luna!, eso no es un tema de importancia en este momento- le dijo ella esperando que no halara más.
-Pero ¿por qué no?, si todo el club de fans de Harry está en la sala con nosotros- señalo a un grupo de jóvenes que estaban sentadas juntas- y también tú eras miembro si mal no lo…
-¡¡Luna ya!!- le grito la pelirroja toda colorada.
-Cielos hermanita, no sabíamos eso de ti- comento Fred
-Y tus novios ¿sabían que estabas en el club?- pregunto George.
-¡¡Ya cierren la boca ustedes!!- les regaño la joven muy enojada- no es cierto, bueno, no completamente, si estuve en una o dos reuniones, pero no me uní, bueno si, bueno, no dure mucho tiempo está bien.
-Pero eso no importo mucho verdad, ya que después de todo, fuiste tú quien se quedó con él verdad.
-¡Luna!- le grito nuevamente la pelirroja- ya dejemos el tema y sigan con la lectura- exigió ella, no le gustaba que hablaran de eso.
Cuando todos estuvieron sentados, Lockhart se aclaró sonoramente la garganta y se hizo el silencio. Se acercó a Neville Longbottom, cogió el ejemplar de Recorridos con los trols y lo levantó para enseñar la portada, con su propia fotografía que guiñaba un ojo.
Astoria leyó la presentación de Lockhart con todos los supuestos títulos y reconocimientos que tenía así como la estúpida broma que dijo al final, lo que provocó que los bromistas bufaran por lo patético de la broma.
Esperó que se rieran todos, pero sólo hubo alguna sonrisa.
—Veo que todos habéis comprado mis obras completas; bien hecho
-Por supuesto, si fue esa bestia el que los pidió en un principio- increpo James.
-Remus, tengo algo planeado para ese idiota, pero me faltan detalles- le dijo el oji gris.
-Pásame el pergamino- le pidió el castaño y lo comenzó a leer y agregar algunas cosas ante la sonrisa de la metamorfomaga que leía lo que iba agregando, después le regreso el papel al animago que sonrió feliz.
-Siempre puedo contar contigo para esto lunático- lo felicito.
He pensado que podíamos comenzar hoy con un pequeño cuestionario. No os preocupéis, sólo es para comprobar si los habéis leído bien, cuánto habéis asimilado...
Cuando terminó de repartir los folios con el cuestionario, volvió a la cabecera de la clase y dijo:
—Disponéis de treinta minutos. Podéis comenzar... ¡ya! Harry miró el papel y leyó:
Astoria fue leyendo las preguntas del dichoso cuestionario que al final solo eran cosas referentes a él, lo que causo la indignación de los profesores y algunos estudiantes.
-Ese es un remedo de profesor- aseguro McGonagall muy molesta- la esperanza de que esos libros tuvieran algo mediamente útil se ha ido al infierno- acuso ella- y más si vienen esas respuestas.
Media hora después, Lockhart recogió los folios y los hojeó delante de la clase.
Leyeron como Lockhart revisaba los cuestionarios contestados, los cometarios que hacia acerca las respuestas de sus estúpidas preguntas y en que libros venían dicha respuesta.
Ron miraba a Lockhart con una expresión de incredulidad en el rostro; Seamus Finnigan y Dean Thomas, que se sentaban delante, se convulsionaban en una risa silenciosa. Hermione, por el contrario, escuchaba a Lockhart con embelesada atención y dio un respingo cuando éste mencionó su nombre.
-No cuñada- gritaron los gemelos- nosotros creíamos que serias más lista que eso- continuo Fred.
-Dejarte llevar por una cara bonita como esa- agrego George.
-Debiste ser más fiel a tus ideales y tu actitud.
-Ya vez a Ginny, nunca dejo de querer a Harry.
-¡¡Ya cállense!!- les gritaron al mismo tiempo Hermione y Ginny molestas.
—... pero la señorita Hermione Granger sí conoce mi ambición secreta, que es librar al mundo del mal y comercializar mi propia gama de productos para el cuidado del cabello, ¡buena chica! De hecho —dio la vuelta al papel—, ¡está perfecto! ¿Dónde está la señorita Hermione Granger?
Hermione alzó una mano temblorosa.
—¡Excelente! —dijo Lockhart con una sonrisa—, ¡excelente! ¡Diez puntos para Gryffindor!
-Bueno, al menos de algo sirvió esa basura- aseguró Sirius.
Y en cuanto a...
De debajo de la mesa sacó una jaula grande, cubierta por una funda, y la puso encima de la mesa, para que todos la vieran.
-¿Que tiene ahí?- preguntaron algunos.
-No lo sé, pero ojala sea algo que ese idiota pueda controlar- aseguro Remus.
-¿Como que algo que pueda controlar?- le pregunto Dora.
-Si se lleva aluna criatura mágica o algo así, tanto el profesor como los estudiantes deben de poder controlarlo- aseguro- pero con ese idiota al frente de la clase no se ni que esperar.
-No creo que sea tan malo, ¿o sí?- dijo sin estar muy segura las peli rosa.
-Esperemos que no Dora, esperamos que no- aseguro  el castaño sobándole la espalda a la chica.
—Ahora, ¡cuidado! Es mi misión dotaros de defensas contra las más horrendas criaturas del mundo mágico. Puede que en esta misma aula os tengáis que encarar a las cosas que más teméis. Pero sabed que no os ocurrirá nada malo mientras yo esté aquí. Todo lo que os pido es que conservéis la calma.
Todos se quedaron expectantes a que podría ser esa cosa que tenía en la jaula, esperaban que nada malo les pasara.
En contra de lo que se había propuesto, Harry asomó la cabeza por detrás del montón de libros para ver mejor la jaula. Lockhart puso una mano sobre la funda. Dean y Seamus habían dejado de reír. Neville se encogía en su asiento de la primera fila.
—Tengo que pediros que no gritéis —dijo Lockhart en voz baja—. Podrían enfurecerse.
-¡Que ya deje su maldita teatralidad!- increpo Sirius- si va a hacer algo que lo haga de una buena vez.
-Solo espero que no salga nada malo- aseguro Marlene- hay que ese es un idiota, es muy lindo, pero es un idiota- agrego ella.
Sirius tenia media sonrisa que se desvaneció cuando escucho que le había dicho "lindo" a ese tipo, sentía algo acido en el estómago cada vez que ella decía algo halagador para ese imbécil.
Cuando toda la clase estaba con el corazón en un puño, Lockhart levantó la funda.
—Sí —dijo con entonación teatral—, duendecillos de Cornualles recién cogidos.
Seamus Finnigan no pudo controlarse y soltó una carcajada que ni siquiera Lockhart pudo interpretar como un grito de terror.
Varios jóvenes, del pasado principalmente, no pudieron reprimir la risa como le ocurrió en su momento al Seamus, pero ya descubrirían que eso no era tan gracioso como se suponía que debía de ser.
—¿Sí? —Lockhart sonrió a Seamus.
—Bueno, es que no son... muy peligrosos, ¿verdad? —se explicó Seamus con dificultad.
—¡No estés tan seguro! —dijo Lockhart, apuntando a Seamus con un dedo acusador—. ¡Pueden ser unos seres endemoniadamente engañosos!
-Espero que no haga una estupidez- exclamo Lily pensando en lo que podría ocurrir a continuación.
Astoria fue describiendo a los duendecillos dentro de la jaula y de cómo comenzaron a moverse como locos, a avalar con sus voces agudas y estridentes en el momento en que levantaron la funda.
—Está bien —dijo Lockhart en voz alta—. ¡Veamos qué hacéis con ellos! —Y abrió la jaula.
-¡¿Que hizo qué?!- grito Lily sin poder creer lo que había escuchado.
-No podría ser más idiota- agregó Remus igual de molesto
Astoria fue describiendo el pandemónium que se formó en ese momento, de cómo dos duendecillos tomaron a Neville por las orejas para levantarlo, de como el resto arrojaban los tinteros, destrozaban los libros, en fin destrozando el salón de clases y como los estudiantes se refugiaron en los pupitres.
—Vamos ya, rodeadlos, rodeadlos, sólo son duendecillos... —gritaba Lockhart.
-Pues si cree que es tan fácil, que lo intente hacer ese idiota - rebatió Sirius molesto.
Se remangó, blandió su varita mágica y gritó:
—¡Peskipiski Pestenomi!
-Ese ni siquiera es un verdadero hechizo- exclamaron McGonagall y Flitwick
No sirvió absolutamente de nada; uno de los duendecillos le arrebató la varita y la tiró por la ventana.
-Así pretendía prepáralos- increpo Alastor- dejando que un simple duendecillo lo desarmara, quisiera tener a ese idiota en frente para dejarle en claro unas cosas- aseguro el hombre molesto por la ineptitud del hombre.
Lockhart tragó saliva y se escondió debajo de su mesa, a tiempo de evitar ser aplastado por Neville, que cayó al suelo un segundo más tarde, al ceder la lámpara.
-Hay mi niño- dijo Alice preocupada por su hijo.
-Descuida mamá, no paso nada malo- le aseguro el joven viéndola con ternura.
-¡Ese idiota!- increpo Frank- si no sirve para dar clase, por lo menos que sirva para detener la caída de mi hijo- aseguro.
-Descuida compañero- aseguro Frank- nosotros no encargaremos de eso, quieres participar- le ofreció el pergamino.
-Si claro- aseguro después de pensarlo un poco.
Sonó la campana y todos corrieron hacia la salida. En la calma relativa que siguió, Lockhart se irguió, vio a Harry, Ron y Hermione y les dijo:
—Bueno, vosotros tres meteréis en la jaula los que quedan. —Salió y cerró la puerta.
-¡¿Qué?!- gritaron varios- como ese inútil deja a tres estudiantes a cargo de reparar un desastre que le provocó- continuo por sobre todos McGonagall.
-Ese imbécil- aseguro Lily- no sirve para nada.
-No estoy seguro de eso- tajo Harry.
-Sí, incluso esa basura sirvió para algo- aseguro Ron.
-En serio- dieron muchos sin comprenderlo.
-Sí, ya lo verán- aseguro Harry pidiéndole a Astoria que continuara.
—¿Habéis visto? —bramó Ron, cuando uno de los duendecillos que quedaban le mordió en la oreja haciéndole daño.
—Sólo quiere que adquiramos experiencia práctica —dijo Hermione, inmovilizando a dos duendecillos a la vez con un útil hechizo congelador y metiéndolos en la jaula.
-Y todavía lo defiendes- le dijo Fred sin créelo.
-Lo hizo por todo ese año, que no les sorprenda- aseguro Ron con cierto mal humor.
-Ya Ron, no te pongas celoso si- le dijo Hermione sabiendo de donde salía su mal genio.
-Está bien, pero admite que solo defendías lo indefendible- digo el pelirrojo.
-Siempre tienes que ganar las discusiones cierto- atajo Ginny exasperada.
-Hermione siempre me gana, por lo menos déjame obtener la victoria una sola vez, no- se defendió el pelirrojo aligerando el ambiente y provocando varias risas.
—¿Experiencia práctica? —dijo Harry, intentando atrapar a uno que bailaba fuera de su alcance sacando la lengua—. Hermione, él no tenía ni idea de lo que hacía.
—Mentira —dijo Hermione—. Ya has leído sus libros, fíjate en todas las cosas asombrosas que ha hecho...
Todos voltearon los ojos exasperados, nadie podía creer como es que esa chica tan inteligente podría haber actuado de una forma tan irracional, sin duda era como cualquier otra chica impresionada por su rostro bonito.
—Que él dice que ha hecho —añadió Ron.
-Bien hermano- aseguro Fred.
-Así se dicen las cosas- apoyo George.
-Pues bien, este es el final del capítulo- informo Astoria a todos.
-Ha, por fin dejaremos de hablar de ese idiota- dijo Sirius con alegría.
-Pero será solo por el momento, el año escolar apenas está empezando- le recordó Marlene.
-Hay McKinnon, no me arruines la diversión si- le acuso el hombre.

-Muy bien- comenzó Dumbledore- podremos leer un par de capítulos más antes de la cena y claro está, de que nos vallamos a dormir- aseguro el profesor- así que, ¿a quién le gustaría leer el siguiente capítulo?

2 comentarios:

  1. No soporto a Lockart, te lo juro. Es de los personajes que más detesto de la saga. Me encanta cuando Severus le da una paliza en el duelo.

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  2. Me encanta los comentarios de los gemelos Weasley jajajja.
    No se pq, pero me da mucha ternura como se sonroja Ginny y que Harry descubra todo lo que hacia ella en su "enamoramiento" antes de superar su vergüenza xd

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