martes, 2 de diciembre de 2014

Capítulo 44.- El dementor


La noche estaba en su apogeo, no había ruido que perturbara el silencio de la noche, pero en la sala de menesteres una chica rubia se removía incomoda en su cama, desde hace un rato que no podía conciliar bien el sueño, tenía varias cosas en la mente y no podía sacarlas de su cabeza.
Resignada se levantó de la cama, pensaba en ir a las cocinas a pedir algo de leche tibia o cualquier cosa para que la ayudara a conciliar el sueño, se colocó su bata y salió de la habitación.
Fue una gran sorpresa para ella que la sala principal estaba bastante iluminada, y el crepitar de un cálido fuego perturbaba el inexorable silencio que existía, aclarando la vista la dirigió hacia el origen del ruido y la luz y pudo ver a alguien sentado en un sofá frente a la chimenea encendía, no le costó absolutamente nada saber de quien se trataba, anduvo los poco pasos que los separaba y desde el otro lado del sofá llamo su atención.
-No te lo puedes sacar de la cabeza cierto.
-¡Marlene!- respondió Sirius Black que dio un pequeño salto al ser sorprendido- ¿qué haces aquí?- le pegunto haciéndole espacio para que se sentara.
-No podía dormir- respondió tomando asiento- las bromas y burlas pueden aligerar el ambiente, pero al final siempre hay que terminar afrontando la realidad no.
-No sé de qué hablas- se hizo el desentendido.
-Te afecto lo que leímos, eso es más que obvio Sirius, te escudaste en tus bromas pero ahora que estas solo no pueden evitar pensar en eso, por eso estas aquí.
-No- respondió- bueno, en parte- agrego con una exhalación- es cierto que lo que leímos me preocupa, que demonios pudo pasar para que todo ternara así, tengo muchas dudad, muchas inseguridades.
-Y en vez de buscar ayuda, te pones a sufrir en solitario.
-No es mi estilo McKinnon- aseguro- yo el alegre y mujeriego, no quiero que nadie me vea pues, así. Ni siquiera James o Remus me han visto en este estado, tú has sido la única que me ha sorprendido.
-Pues no debería ser, -le aseguro- en ocasiones es necesario que te desahogues con alguien, que te consueles- le dijo acariciándole le cabello.
-Si eso llega a pasar, podría contar contigo, al fin y al cabo ya me descubriste.
-Claro que si- le dijo sonriendo mientras lo abrazaba por los hombros- y ¿cuál es la otra razón de que estés aquí?
-Es que, mis amigos yo planeamos…
-Ha ya comprendo- dijo deshaciendo el abrazo y poniéndose de pie- en ese caso me voy antes de que me metan en problemas con alguna de sus bromas- agrego consiguiendo una sonrisa del hombre.
-Muy bien, entonces hasta mañana Marlene.
-Descansa Sirius- y entonces regreso a su habitación.
Eso había sido muy inesperado, Sirius estaba esperando a sus amigos para realizar su plan, y no se esperaba que alguien más lo descubierta ahí, hasta cierto punto se alegraba que hubiera sido ella, siempre sentía una conexión especial cuando estaba junto a ella era algo que no podía explicar, estuvo dándole vueltas a ese asunto por un rato cuando nuevamente fue interrumpido por otros ruidos.
Desde sus respectivas habitaciones estaban saliendo James y Remus, pero lo que fue más sorprende era que no habían salido solos, cornamenta iba acompañado por el mayor de sus nietos James “S” y lunático venía con Teddy, al ver eso Sirius sonrió traviesamente y se reunió con ellos en el centro de la sala.
-Veo que trajeron refuerzos- Sirius fue el primero en hablar.
-Pues que te digo canuto, estuvimos hablando de unas travesuras de aquí mi nieto, y quería probar que por mí mismo que tan buen era- comento James.
-¿Y tú lunático?
-Nada, simplemente le comente a Teddy lo que haríamos y me pregunto si nos podría acompañar- respondió el castaño- la verdad no le vi nada de malo, incluso tiene algunas propuesta- el joven se sonrojo un poco.
-Sí, igual que mi nieto- agregó el azabache mientras el aludido inflaba el pecho.
-Hay que tierno, el abuelo con su nieto- señalo a los dos James- y el hijo con su padre- se dirigió esta ves a Remus y Teddy.
-Sí y tu estas triste y solo como un perro, ya entendimos- le rebatió Remus- bueno, si vamos a hacer esto lo mejor es que salgamos ya, en el camino ultimaremos los detalles.
-Ese es el espíritu lunático, estás listo cornamenta.
-Por supuesto, en marca
Y los cinco salieron dela sala de menesteres, iban emocionados como solían hacerlo, con sumo cuidado de no ser descubiertos fueron arreglando sus cosas, llegaron a la sala común que era su objetivo, y fue el turno de Remus de adivinar la forma de entrar, la verdad tenía mucha experiencia averiguando las contraseñas, y su tiempo como prefecto le ayudo más a desarrollar ese talento.
Cuando consiguieron pasar buscaron a sus víctimas que dormía plácidamente mientras ellos preparaban todo, eso sería muy divertido.


El día amanecía de los más normal posible, el sol brillaba y los estudiantes, profesores y demás invitados se levantaban tranquilamente, a excepción de una parte del castillo en donde se despertaron con una explosión un tanto potente, seguida de varios gritos de compañeros.
Todos se comenzaron a reunir en el gran comedor donde ya estaba servido el desayuno, se fueron sentando en los mismos lugares que el día anterior, a excepción de los hermanos Potter que en esta ocasión se sentarían con sus padres,
Esa mañana parecía que la lectura de los libros tardaría un poco, pues hacían falta algunos estudiantes además claro que la señora Pomfrey y el profesor Flitwick de encantamientos, sumado a eso, los llamados merodeadores estaban particularmente callados durante todo el desayuno, y aquellos que los conocían sabían siempre que trataban de parecer normales era porque acababan de hacer alguna de las suyas.
Después de un rato en el que os presentes del comedor comenzaban a impacientarse, la enfermera y el profesor entraron al gran comedor, seguidos de cerca por unos pocos de los estudiantes que hacían falta, y la razón de porque venía juntos era evidente.
Los jóvenes tenían un extraño color de piel, en algunos de ellos cambiaban entre morados, amarillos y verdes muy brillantes, otros con un color igualmente extravagante, pero con algunos aditamentos como un pico de tucán o una pequeña trompa de elefante en lugar de nariz. Y para coronar la escena las voces de cada uno fueron cambadas para que fueran demasiado agudas o demasiado profundas.
Obviamente las risas de los demás estudiantes no se hicieron esperar, lo que provocó un poco de vergüenza que se manifestó en sus rostros con tonos verdes o tornasoles, pero rojos como derivan ser, e inexorablemente varias vistas fueron a parar a los bromistas.
Un segundo, ¿qué no son…?- comenzó a decir Harry que era de los que reía más modestamente que nadie.
-Jajá si, son los que te acusaron en el segundo libro jajá- resalto ron entre risas.
-Creí que ya se habían olvidado de eso- susurro acusatoriamente a su padre y su padrino.
-Hey, ¿por qué crees que fuimos nosotros he?- dijo James que sonreía alegremente.
-Y si acaso fuéramos nosotros, solo recuera que la venganza es un platillo que se sirve frio- agrego Sirius en el mismo estado.
-Silencio- grito el profesor Dumbledore tratando de disminuir las risas, ya que sabía que no podía acallarlas completamente- ahora señora Pomfrey, podría decirnos que ocurrió.
-Bueno, ya lo puede ver por usted mismo profesor- dijo mirando de reojo a los bromistas- lamento decir, que no pudimos hacer nada por ellos- agrego refiriéndose a ella y al profesor de encantamientos- su “síntomas” desaparecen por si mismos en un par de días, y bien, hay otros estudiantes en la enfermería que se negaron a venir por obvias razones.
 -Muy bien, y se sienten en condición de continuar con las lecturas- les pregunto Dumbledore a los jóvenes. Ellos que se resignaron a ser blancos de las burlas asintieron y fueron a tomar sus asientos, la verdad es que su curiosidad por saber qué ocurriría después era mayor a la vergüenza que podrían sufrir.- en tal caso, a quien le gustaría comenzar.
-Yo profesor- exclamo Nymphadora que poco después recibió el libro- muy bien ya leímos esto- fue diciendo mientras buscaba la página- a si aquí esta, capitulo 5 “el Dementor”
La sonrisa que tenía la joven se borró en ese momento al igual que la de muchas personas más, entre ellas Lily que no le agradaba lo que podría pasar y Harry que recordaba precisamente lo que había ocurrido, esa era una de las cosas en las que daría lo que fuera para que no leyeran. Aclarándose la garganta la metamorfomaga comenzó con la lectura.
A la mañana siguiente, Tom despertó a Harry, sonriendo como de costumbre con su boca desdentada y llevándole una taza de té. Harry se vistió, y trataba de convencer a Hedwig de que volviera a la jaula cuando Ron abrió de golpe la puerta y entró enfadado, poniéndose la camisa.
-Sin duda porque se sigue peleando con el premio asnal.
-¡Sirius!- le reclamaron Molly, Percy y Marlene mientras los demás reían en diferentes tonos.
—Cuanto antes subamos al tren, mejor —dijo—. Por lo menos en Hogwarts puedo alejarme de Percy. Ahora me acusa de haber manchado de té su foto de Penelope Clearwater. —Ron hizo una mueca
-Huy si, como si fuera tan importante, ni duraste tanto con ella hermanito- comentó Fred
—. Ya sabes, su novia. Ha ocultado la cara bajo el marco porque su nariz ha quedado manchada...
-Solo para dejarlo claro, nosotros no tuvimos que ver con eso- atajo George- quisiéramos haberlo hecho, pero no lo hicimos.
-Pero que sínico te oíste tipo- le acuso James “S” divertido.
-Sí, pero siempre ha sido igual con él- agrego Rose
—Tengo algo que contarte —comenzó Harry.
-Obviamente- comento Neville- siempre andan contándose todo lo que le pasa.
-Pero no creo que sea buen momento- intervino Alice “P”- después tendría que repetírselo otra vez a Hermione, sería bueno esperar a que estuvieran los tres juntos.
Pero lo interrumpieron Fred y George, que se asomaron a la habitación para felicitar a Ron por haber vuelto a enfadar a Percy.
-Aunque claro, yo  no hice nada- aseguro Ron.
Bajaron a desayunar y encontraron al señor Weasley, que leía la primera página de El Profeta con el entrecejo fruncido, y a la señora Weasley, que hablaba a Ginny y a Hermione de un filtro amoroso que había hecho de joven. Las tres se reían con risa floja.
-Filtro amoroso cariño- comentó con cierta ironía Arthur mientras que su esposa se sonrojaba un poco- no abras usado algo así conmigo verdad.
-Claro que no- aseguro de inmediato la mujer- eso solo fue una travesura de juventud.
-Y ¿por qué nos ocultaste algo como eso hermanita?- aventuro Fabián.
-Sí, nosotros te hubiéramos asesorado con mucho gusto- agrego Gideon
.-Eso no tenía que ver con sus bromas- aseguró con rotundidad la pelirroja.
— ¿Qué me ibas a contar? —preguntó Ron a Harry cuando se sentaron.
-No es momento- aseguro Remus- con todos ellos reunidos, no podría decirte nada.
—Más tarde —murmuró Harry, al mismo tiempo que Percy irrumpía en el comedor.
Con el ajetreo de la partida, Harry tampoco tuvo tiempo de hablar con Ron.
-Y no lo tendrán- aseguro James- no tendrán tiempo para hablar libremente hasta que suben al expreso de Hogwarts- aseguro.
Todos estaban muy ocupados bajando los baúles por la estrecha escalera del Caldero Chorreante y apilándolos en la puerta, con Hedwig y Hermes, la lechuza de Percy, encaramadas en sus jaulas. Al lado de los baúles había un pequeño cesto de mimbre que bufaba ruidosamente.
—Vale, Crookshanks —susurró Hermione a través del mimbre—, te dejaré salir en el tren.
-Eso sin duda le fascinara a nuestro hermanito- comento Fred.
-Aunque si deberían dejar salir al pobre animal- agrego George.
—No lo harás —dijo Ron terminantemente—. ¿Y la pobre Scabbers?
Se señaló el bolsillo del pecho, donde un bulto revelaba que Scabbers estaba allí acurrucada.
-No le caería mal que lo persiguiera un rato- aseguro Harry con malignidad.
-Sí, pero en ese momento no sabíamos nada- agrego por lo bajo Ron.
El señor Weasley, que había aguardado fuera a los coches del Ministerio, se asomó al interior.
—Aquí están —anunció—. Vamos, Harry.
El señor Weasley condujo a Harry a través del corto trecho de acera hasta el primero de los dos coches antiguos de color verde oscuro, los dos conducidos por brujos de mirada furtiva con uniforme de terciopelo verde esmeralda.
-Sin duda también están ahí para que sirvieran de guardias- aseguro Frank.
-Ya sé que es para cuidar a papá- comento Albus- pero sinceramente creo que están un poco paranoicos.
—Sube, Harry —dijo el señor Weasley, mirando a ambos lados de la calle llena de gente.
-Yo concuerdo con Al, se están obsesionado mucho con eso de Black- agrego Scorpius.
Harry subió a la parte trasera del coche, y enseguida se reunieron con él Hermione y Ron, y para disgusto de Ron, también Percy
-¡Hey!- reclamo el pelirrojo
-Me estuviste fastidiando desde la noche anterior con tus tonterías, que esperabas- rebatió Ron.
El viaje hasta King’s Cross fue muy tranquilo, comparado con el que Harry había hecho en el autobús noctámbulo.
-Obviamente, no puede existir punto de comparación- alego Dora.
Los coches del Ministerio de Magia parecían bastante normales, aunque Harry vio que podían deslizarse por huecos que no podría haber traspasado el coche nuevo de la empresa de tío Vernon.
-Ahí esta mama, ellos también tienen coches encantados- rebatió George.
-Pero esos si están autorizados, además que no volaban- le rebatió Molly.
-Hay hermanito, ya se había olvidado del tema y tu vuelves a mencionarlo- le reclamo Fred, ya que desde ellos hasta su padre se veían afectados en ese tema.
Llegaron a King’s Cross con veinte minutos de adelanto.
-Tan diferente al año pasado, la verdad eso o es muy emocionante- comento Sirius.
-Pero es mejor que estar corriendo como locos porque se les hace tarde- le rebatió Marlene.
Los conductores del Ministerio les consiguieron carritos, descargaron los baúles, saludaron al señor Weasley y se alejaron, poniéndose, sin que se supiera cómo, en cabeza de una hilera de coches parados en el semáforo.
-Esos autos sí que son muy convenientes, es una lástima que no todos los podamos tener- comentó James.
El señor Weasley se mantuvo muy pegado a Harry durante todo el camino de la estación.
—Bien, pues —propuso mirándolos a todos—. Como somos muchos, vamos a entrar de dos en dos. Yo pasaré primero con Harry.
-De verdad no desperdiciaban una oportunidad para mantenerlo vigilado- comento Albus.
-Ni si quiera con James han sido así- agrego Lily “L”
El señor Weasley fue hacia la barrera que había entre los andenes nueve y diez, empujando el carrito de Harry y, según parecía, muy interesado por el Intercity 125 que acababa de entrar por la vía 9.
-Nuestro cuñado y su fascinación por el mundo muggle- comentó Gideon- hay que admitir que es muy divertido.
-Ciertamente, esa fue una de las razones por las que permitimos que anduviera con nuestra ermita- agregó Fabián.
-Eso y que tal vez la señora Weasley los amenazó con severidad- agrego Hermione suponiendo que sería similar a lo que había pasado con la relación de Harry y Ginny.
-Sí, esa fue la otra razón- dijeron al unísono los gemelos Prewet
Dirigiéndole a Harry una elocuente mirada, se apoyó contra la barrera como sin querer. Harry lo imitó.
Un instante después, cayeron de lado a través del metal sólido y se encontraron en el andén nueve y tres cuartos. Levantaron la mirada y vieron el expreso de Hogwarts, un tren de vapor de color rojo que echaba humo sobre un andén repleto de magos y brujas que acompañaban al tren a sus hijos. De repente, detrás de Harry aparecieron Percy y Ginny. Jadeaban y parecía que habían atravesado la barrera corriendo.
-De seguro para presumir su nueva y reluciente insignia- comento Fred.
-O para buscar a su dulce y tierna noviecita- agregó George.
— ¡Ah, ahí está Penelope! —dijo Percy, alisándose el pelo y sonrojándose.
-¡Ja, yo gane!- grito triunfante George.
Ginny miró a Harry, y ambos se volvieron para ocultar la risa en el momento en que Percy se acercó sacando pecho (para que ella no pudiera dejar de notar la insignia reluciente) a una chica de pelo largo y rizado.
-¡Ja! pues yo tampoco estaba muy equivocado hermanito- le rebatió Fred.
Dora fue narrando como llegaron el resto de los Weasley junto con Hermione, como llegaron a un vagón casi vacío y como acomodaron sus cosas y a sus respectivas mascotas.
La señora Weasley besó a todos sus hijos, luego a Hermione y por último a Harry Éste se sintió embarazado pero muy agradecido cuando ella le dio un abrazo de más.
-Siempre es así con las madres- comento con melancolía James mientras abrazaba Lily que se debatía entre la molestia de no poder ser ella quien estuviera ahí y agradecida porque Molly le podía dar ese afecto que tanto le hacía falta
—Cuídate, Harry ¿Lo harás? —dijo separándose de él, con los ojos especialmente brillantes. Luego abrió su enorme bolso y dijo—: He preparado bocadillos para todos. Aquí los tenéis, Ron... no, no son de conserva de buey…
-Lo que fue un gran alivio para mí- comento Ron.
-Todo con tal de que tu estomago no este fastidiando durante todo el viaje- comento Hermione mientras los merodeadores reían modestamente.
-Eso mismo le decía lunático a canuto- comento James.
Fred... ¿dónde está Fred? ¡Ah, estás ahí, cariño...!
—Harry —le dijo en voz baja el señor Weasley—, ven aquí un momento.
-Si le va a decir- dijo con un poco de impresión Rose.
-No tiene mucho sentido, él ya lo sabe- comento Scorpius- y aunque no lo supiera, no es algo que se le debiera ocultar.
-Solamente era un niño- rebatió Molly.
Señaló una columna con la cabeza y Harry lo siguió hasta ella. Se pusieron detrás, dejando a los otros con la señora Weasley
—Tengo que decirte una cosa antes de que te vayas —dijo el señor Weasley con voz tensa.
—No es necesario, señor Weasley Ya lo sé.
-Eso debió de sorprender mucho a Arthur- comento Frank.
— ¿Que lo sabes? ¿Cómo has podido saberlo?
-Eso es algo que la profesora McGonagall siempre se ha preguntado en el futuro- comento Albus.
-Si, en más de una ocasión cuando nos castiga sale a colación el tema de nuestro padre y nuestros tíos- agregó James “S” viendo al trio.
-No me extraña, esos tres siempre aparecen con sorpresas- apoyo Neville.
-No deberían sorprenderse, en un don que todo merodeador…
-El husmear por ahí no es un don Sirius- le rebatió Marlene.
-No, pero hacerlo sin ser descubierto si- agrego el animago logrado que algunos negaran con la cabeza.
—Yo... eh... les oí anoche a usted y a su mujer. No pude evitarlo. Lo siento...
-Por lo menos es cortes, ya de lo demás hablaremos en su momento- intervino Lily viendo con cierta severidad  su hijo.
—No quería que te enteraras de esa forma —dijo el señor Weasley, nervioso.
—No... Ha sido la mejor manera. Así me he podido enterar y usted no ha faltado a la palabra que le dio a Fudge.
-Siempre penado en los demás antes que en ti- le reclamo por lo bajo Ginny a su novio.
—Harry, debes de estar muy asustado...
—No lo estoy —contestó Harry con sinceridad—. De verdad —añadió, porque el señor Weasley lo miraba incrédulo
-La idea de que es posible que un loco asesino esta tras de tu vida asustaría casi a cualquiera- comento Alice- es lógico que Arthur reaccionara así.
—. No trato de parecer un héroe, pero Sirius Black no puede ser peor que Voldemort, ¿verdad?
El señor Weasley se estremeció al oír aquel nombre, pero no comentó nada.
—Harry, sabía que estabas hecho..., bueno, de una pasta más dura de lo que Fudge cree.
-James ensancho el pecho, y en cierta medida con su abrazo hizo que Lily se levantara un poco de su asiento, sin palabras quería decir que eso se debía a que era hijo de ellos dos.
Me alegra que no tengas miedo, pero...
— ¡Arthur! —Gritó la señora Weasley, que ya hacía subir a los demás al tren—. ¡Arthur!, ¿qué haces? ¡Está a punto de irse!
-Hay hermanita tan inoportuna- comento Fabián- lo bueno es que no interrumpió nada verdaderamente importante.
-Pero no creo que fuera inoportuna por accidente- agrego Gideon- ella desde un principio se negaba a que le dijera.
—Ya vamos, Molly —dijo el señor Weasley Pero se volvió a Harry y siguió hablando, más bajo y más aprisa—. Escucha, quiero que me des tu palabra...
— ¿De qué seré un buen chico y me quedaré en el castillo? —preguntó Harry con tristeza.
-Es que el castillo debe ser muy deprimente si esta uno solo- atajo Sirius.
—No exactamente —respondió el señor Weasley, más serio que nunca—. Harry, prométeme que no irás en busca de Black.
-¿Qué?- exclamaron muchos al tiempo sin comprender.
-No tiene sentido, porque el iría a buscar a  alguien quien supone que quiere matarlo- continuo James.
-Tal vez tiene algo que ver con que yo sea su padrino no- aventuro Sirius.
-No, aun cuando supiera que tienen esa relación, no sería suficiente para que Harry tratara de buscarte, sobre todo si piensa que corría peligro- razono Lily- debe de ser algo más.
-Pero supongo que es una de las cosas que nunca nadie le querrá decir- comento dora.
Harry lo miró fijamente.
— ¿Qué?
Se oyó un potente silbido y pasaron unos guardias cerrando todas las puertas del tren.
-Se les está haciendo tarde, deben terminar con eso ahora o perderá el tren- apremio Remus.
—Prométeme, Harry —dijo el señor Weasley hablando aún más aprisa—, que ocurra lo que ocurra...
— ¿Por qué iba a ir yo detrás de alguien que sé que quiere matarme? —preguntó Harry, sin comprender.
-Eso es lo mismo que yo me pregunto- agrego James.
—Prométeme que, oigas lo que oigas...
Varios resoplidos de impaciencia se dejaron escuchar, todo ese misterio e intriga era buena, pero aun así los hacía sentir impotentes al no saber lo que pasaría.
— ¡Arthur; aprisa! —gritó la señora Weasley.
Salía vapor del tren. Éste había comenzado a moverse. Harry corrió hacia la puerta del vagón, y Ron la abrió y se echó atrás para dejarle paso. Se asomaron por la ventanilla y dijeron adiós con la mano a los padres de los Weasley hasta que el tren dobló una curva y se perdieron de vista.
-Y no lo prometió- interrumpió Teddy- aunque no creo que eso fuera suficiente si se llegaba a enterar de ese secreto que tanto quieren guardar.
Y para su disgusto Lily y Molly estaban de acuerdo con las palabras del peli azul, ya sabían muy bien que ellos no se detendrían por nada hasta resolver algún misterio que tuvieran entre manso.
—Tengo que hablaros a solas —dijo entre dientes a Ron y Hermione en cuanto el tren cogió velocidad.
En ese momento la pequeña d los Weasley resoplo con evidente molestia.
-Ya, no tienes por qué ponerte así- le dijo Harry abrazándola.
-Es que siempre me dejaban al margen de todo, y sabes muy bien que los podrías ayudar muy bien, que no soy una inútil- le rebatió la pelirroja.
-Si lo sé, pero todo por lo que pasamos bueno- no sabía muy bien como escudarse- era muy peligrosos como para involucrar a alguien mas.
-Sigue sin ser algo justo- agrego- yo solo quería estar con ustedes- el azabache simplemente  la abrazo, esa discusión no tendría un final muy próximo.
—Vete, Ginny —dijo Ron.
-¡Ron, que forma de actuar es esa?- le regaño Bill.
-Pero teníamos que hablar algo privado- se defendió.
-Aun así hay modos de decir y hacer las cosas, y esa fue muy descortés de tu parte- le reitero el mayor de sus hermanos.
— ¡Qué agradable eres! —respondió Ginny de mal humor; y se marchó muy ofendida.
Harry, Ron y Hermione fueron por el pasillo en busca de un compartimento vacío, pero todos estaban llenos salvo uno que se encontraba justo al final.
Varios chicos del futuro sonrieron ante eso, esa fue la primera vez que vieron a su profesor.
En éste sólo había un ocupante: un hombre que estaba sentado al lado de la ventana y profundamente dormido.
-¡¿Un hombre?!- exclamaron algunos curiosos.
-Pero se supone que el expreso es específicamente para los estudiantes, que puede hacer un hombre adulto ahí- aventuro Rose. Mientras los jóvenes del futuro pensaban que había sido una suerte que estuviera ahí.
-Por la situación que viven, podría ser un auror o algo parecido- aventuro Scorpius- digo, como protección o algo similar.
-Si es así no está haciendo un buen trabajo, como es eso de quedarse dormido- agregó James “S”
Harry, Ron y Hermione se detuvieron ante la puerta. El expreso de Hogwarts estaba reservado para estudiantes y nunca habían visto a un adulto en él, salvo la bruja que llevaba el carrito de la comida.
El extraño llevaba una túnica de mago muy raída y remendada. Parecía enfermo y exhausto. Aunque joven, su pelo castaño claro estaba veteado de gris.
James y Lily voltearon incontinentemente  a ver a su amigo, no se describía a esas personas en todos sus detalles, pero algo les decía que se trataba de él
— ¿Quién será? —susurró Ron en el momento en que se sentaban y cerraban la puerta, eligiendo los asientos más alejados de la ventana.
En ese momento Nymphadora paro su lectura de repente, y dibujándose una gran sonrisa en su rostro volteo la vista al castaño sentado junto a ella que en ese momento cargaba a su pequeño hijo de un año, esa actitud termino por confirmas las sospecha que James y Lily se habían formado. Con esa misma expresión regreso su atención a libro y continúo con la lectura.
—Es el profesor R. J. Lupin —susurró Hermione de inmediato.
-¿Yo?- pregunto de inmediato el licántropo con evidente sorpresa, el serio profesor de su tan amado colegio, tenía que admitir que la idea le agradaba, pero entonces una sonora carcajada lo saco de sus pensamientos.
-¡Jajaja, lunático es el profesor!- exclamo Sirius- ahora si los locos estaremos a cargo del manicomio jajá.
-Ya tranquilízate Sirius- le rebatió Marlene- por muy merodeador que sea él sabrá comportarse como un verdadero profesor.
-Sí, no dudo que será un aguafiestas en muchos sentidos- dijo después de dejar de reír- pero sin duda ara que las clases sean las mejores de su vida- agrego a lo que la gran mayoría de los del futuro asintieron con una sonrisa.
-Bueno, en lo personal me siento mejor que lunático este ahí- confeso James- si alguien sabe cómo mantener a raya a un dementor ese es mi amigo- agrego.
-Sí, es una suerte- le apoyo Lily que también se sentía un poco más tranquila.
— ¿Cómo lo sabes?
-Porque ella siempre lo sabe todo, hasta en eso se parece Rose
-¡James!- le reclamaron madre e hija al mayor de los hermanos Potter.
—Lo pone en su maleta —respondió Hermione señalando el portaequipajes que había encima del hombre dormido, donde había una maleta pequeña y vieja atada con una gran cantidad de nudos. El nombre, «Profesor R. J. Lupin», aparecía en una de las esquinas, en letras medio desprendidas.
-Valla, no has tenido una vida muy fácil- comentó Dora que no sentía mucho agrado por lo que leía, en particular por lo de la maleta y la túnica raída.
—Me pregunto qué enseñará —dijo Ron frunciendo el entrecejo y mirando el pálido perfil del profesor Lupin.
-Defensa contra las artes obscuras- respondió Alice “P”- es el único puesto que esta disponible después de todo.
-Sin duda que a quejicus le debió haber fascinado eso- comento con malignidad Sirius.
-¡Cierra la boca Black!- le ataco el aludido.
El oji gris trato de responder el desafío, pero Marlene lo detuvo antes de que lo hiciera dándole a entender que no valía de nada ponerse a discutir en ese momento, y que solo estarían perdiendo el tiempo.
—Está claro —susurró Hermione—. Sólo hay una vacante, ¿no es así? Defensa Contra las Artes Oscuras.
Harry, Ron y Hermione ya habían tenido dos profesores de Defensa Contra las Artes Oscuras, que habían durado sólo un año cada uno. Se decía que el puesto estaba gafado.
-Lo que es extraño, porque en nuestro tiempo eso no había pasado- comento Fabián.
-Sí, nosotros tuvimos el mismo profesor por siete años- agrego Gideon.
—Bueno, espero que no sea como los anteriores —dijo Ron no muy convencido—. No parece capaz de sobrevivir a un maleficio hecho como Dios manda.
-Ronald- le reclamaron Molly, Hermione y Dora al mismo tiempo mientras recibía alunas miradas acusadoras de sus compañeros.
--Perdón, pero en ese momento no se veía en muy buen estado- se defendió el pelirrojo mientras que Lupin le restaba importancia con un ademan de la mano.
-¿Y tú por qué reclamas sobrina?- le pregunto Sirius a la metamorfomaga.
-Que te interesa- le rebatió ella poniendo el rostro otra vez en el libro para ocultar un leve sonrojo.
La verdad no sabía porque lo había hecho, pero que dijera algo como  eso de el en verdad la había molestado, pero por su parte Sirius, Lily, James y los padres de la joven suponían la razón por la que lo había hecho.
Pero bueno, ¿qué nos ibas a contar?
Harry explicó la conversación entre los padres de Ron y las advertencias que el señor Weasley acababa de hacerle.
-Ahí no estaban solos y aun así les contaste todo- le rebatió Ginny a Harry.
-Sí, pero es que él estaba dormido- se defendió el azabache.
-¿Y cómo sabes que en verdad estaba dormido?- interrogo la pelirroja.
-Bueno, en eso tiene razón- le concedió James- la verdad que con lunático nunca se puede estar seguro, más de una ocasión nos engañó de esa forma- revelo.
Cuando terminó, Ron parecía atónito y Hermione se tapaba la boca con las manos. Las apartó para decir:
— ¿Sirius Black escapó para ir detrás de ti? ¡Ah, Harry, tendrás que tener muchísimo cuidado! No vayas en busca de problemas...
-Porque todos creen que buscamos los problemas- increpo James “S”.
-No lo sé, pero a mí siempre me fastidia que lo crean- dijo Harry.
—Yo no busco problemas —respondió Harry, molesto—. Los problemas normalmente me encuentran a mí.
— ¡Qué tonto tendría que ser Harry para ir detrás de un chalado que quiere matarlo! —exclamó Ron, temblando.
Todos podían estar de acuerdo con ese punto.
Se tomaban la noticia peor de lo que Harry había esperado. Tanto Ron como Hermione parecían tenerle a Black más miedo que él.
-Hay que aceptar que eso es un poco extraño- comento Frank.
-Él ya ha pasado por muchas cosas difíciles- comenzó Ted- supongo que por eso puede recibir ese tipo de noticias con más tranquilidad.
-Pero Ron y Hermione también han estado con él- alego Alice.
-Pero no al final, en el último momento siempre se terminan separando- exclamo con cierta cólera Lily por lo que su hijo tenía que pasar.
-Pero canuto nunca le haría nada a Harry, yo creo que es como dijo la niña- James señalo a Alice “P”- debe ser como un presentimiento que no está en peligro.
—Nadie sabe cómo se ha escapado de Azkabán —dijo Ron, incómodo—. Es el primero. Y estaba en régimen de alta seguridad.
—Pero lo atraparán, ¿a que sí? —dijo Hermione convencida
-A, muchas gracias por tus buenos deseos- ironizo Sirius.
-Lo, lo siento- se disculpó la castaña.
—. Bueno, están buscándolo también todos los muggles...
-No creo que eso sea suficiente- aseguro Marlene.
— ¿Qué es ese ruido? —preguntó de repente Ron.
De algún lugar llegaba un leve silbido. Miraron por el compartimento.
—Viene de tu baúl, Harry —dijo Ron poniéndose en pie y alcanzando el portaequipajes.
Un momento después, había sacado el chivatoscopio de bolsillo de entre la túnica de Harry. Daba vueltas muy aprisa sobre la palma de la mano de Ron, brillando muy intensamente.
-Eso es muy peculiar- comento Alastor prestando atención.
— ¿Eso es un chivatoscopio? —preguntó Hermione con interés, levantándose para verlo mejor.
—Sí... Pero claro, es de los más baratos —dijo Ron—. Se puso como loco cuando lo até a la pata de Errol para enviárselo a Harry.
— ¿No hacías nada malo en ese momento? —preguntó Hermione con perspicacia.
— ¡No! Bueno..., no debía utilizar a Errol. Ya sabes que no está preparado para viajes largos... Pero ¿de qué otra manera hubiera podido hacerle llegar a Harry el regalo?
-Pero ¿por qué razón se activaría en ese momento?- pregunto a nadie en particular Frank.
-Será posible que este descompuesto o algo así- aventuro Alice.
-Es complicado que esas se averíen de esa forma por muy baratas que fueran- aseguro ojo loco- en ese momento solo estaban ustedes cuatro- les pregunto a los jóvenes.
-Se podría decir que no- respondió Harry- pero eso ya se resolverá después- agrego poniendo a pensar a los presentes, exactamente qué era lo que había querido decir.
—Vuélvelo a meter en el baúl —le aconsejó Harry, porque su silbido les perforaba los oídos— o le despertará.
Señaló al profesor Lupin con la cabeza.
En ese momento una idea acometió al castaño, una de esas ideas que tenia de vez en cuando que lo hacían deprimirse demasiado, y que incluso lo hacían pensar sin lógica, sería posible que esa cosa se activara porque un licántropo estaba con ellos.
-No era por ti Remus- le dijo en susurro Dora que había sabido interpretar muy bien la expresión del oji miel, antes de retomar la lectura,
Ron metió el chivatoscopio en un calcetín especialmente horroroso de tío Vernon, que ahogó el silbido, y luego cerró el baúl.
-No deberían de tomar ese asunto tan a ligera.
-Ya relájate Alastor- intervino Fran antes que el auror saliera con su alerta permanente que ya todos conocían.
—Podríamos llevarlo a que lo revisen en Hogsmeade —dijo Ron, volviendo a sentarse
-Huy esa plática sin duda le será de mucho agrado al joven Potter- comento Fabián.
-Contarle que tan grandioso es el lugar a donde no podrá ir- agrego Gideon.
—. Fred y George me han dicho que en Dervish y Banges, una tienda de instrumentos mágicos, venden cosas de este tipo.
— ¿Sabes más cosas de Hogsmeade? —Dijo Hermione con entusiasmo—. He leído que es la única población enteramente no muggle de Gran Bretaña...
-Y claro, nuestra cuñadita no podía quedarse atrás- intervino Fred.
-También contribuyendo con sus leños para el fuego-apoyo George.
-No teníamos idea que Harry no podría ir con nosotros ese año- se defendió la castaña.
—Sí, eso creo —respondió Ron de modo brusco—. Pero no es por eso por lo que quiero ir. ¡Sólo quiero entrar en Honeydukes!
— ¿Qué es eso? —preguntó Hermione.
—Es una tienda de golosinas —respondió Ron, poniendo cara de felicidad—, donde tienen de todo... Diablillos de pimienta que te hacen echar humo por la boca... y grandes bolas de chocolate rellenas de mousse de fresa y nata de Cornualles, y plumas de azúcar que puedes chupar en clase y parecer que estás pensando lo que vas a escribir a continuación...
-Muy útiles para esas largas clases en donde esperamos con ansias la hora de comer- comento Sirius.
—Pero Hogsmeade es un lugar muy interesante —presionó Hermione con impaciencia—. En Lugares históricos de la brujería se dice que la taberna fue el centro en que se gestó la revuelta de los duendes de 1612.
-En serio valla, nosotros gestamos muchas bromas ahí pero nunca imaginamos que alguien más lo hiciera- comento James.
Y la Casa de los Gritos se considera el edificio más embrujado de Gran Bretaña...
Remus esbozo una sonrisa pero no realizo comentario alguno, pues muchos aun ignoraban su condición, aunque sin poder evitarlo, pensó que la leyenda de la casa de los gritos se intensificaría ese año, pues suponía que pasaría ahí las noches de luna llena nuevamente.
—... Y enormes bolas de helado que te levantan unos centímetros del suelo mientras les das lenguetazos —continuó Ron, que no oía nada de lo que decía Hermione.
-Cada uno está hablando por su lado sin prestarle atención al otro- comentó Andrómeda- es sorprendente que al final terminaran casados.- agrego mientras los aludidos se sonrojaban.
-Si nuestro Ronnie es medio cabeza hueca, pero suele tener sus puntos buenos- comento Fred.
-No me defiendas hermano- le acuso con ironía.
Hermione se volvió hacia Harry.
— ¿No será estupendo salir del colegio para explorar Hogsmeade?
-Huf, un golpe contundente cuñadita- le acuso George mientras esta le enviaba una mirada de disculpa a su amigo.
—Supongo que sí—respondió Harry apesadumbrado—. Ya me lo contaréis cuando lo hayáis descubierto.
— ¿Qué quieres decir? —preguntó Ron.
-Que esos sujetos no firmaron su autorización y por el asunto de Black nadie consideraría siquiera ayudarlo a ir- aseguró Ted mientras los gemelos Weasley se veían entre ellos, por mucho que les pesara ellos si ayudaron al azabache, bueno, a su estilo claro está.
—Yo no puedo ir. Los Dursley no firmaron la autorización y Fudge tampoco quiso hacerlo.
-Es que tampoco era su responsabilidad- comento Frank.
Ron se quedó horrorizado.
— ¿Que no puedes venir? Pero... hay que buscar la forma... McGonagall o algún otro te dará permiso...
Los merodeadores y los pares de gemelos hicieron risas muy burlonas, era más que evidente que ella no aria semejante cosa.
Harry se rió con sarcasmo. La profesora McGonagall, jefa de la casa Gryffindor, era muy estricta.
—Podemos preguntar a Fred y a George. Ellos conocen todos los pasadizos secretos para salir del castillo...
— ¡Ron! —Le interrumpió Hermione—. Creo que Harry no debería andar saliendo del colegio a escondidas estando suelto Black...
-Claro, como siempre tenía que ser ella- exclamo Sirius- ¿por qué siempre tiene que haber un aguafiestas en el grupo?
-Ella solo quiere cuidarlo- le rebatió Lily.
-Pero manteniéndolo encerrado no es la forma, eso solo puede traer más problemas que soluciones- aseguro.
Por dentro Harry le daba un poco de razón, y no solo por lo que paso ese año, sino también por los meses de encierros que su padrino tuvo después de eso.
—Ya, supongo que eso es lo que dirá McGonagall cuando le pida el permiso—observó Harry.
-Simplemente no es ella quien le puede dar ese permiso- observo Alice- se escudara con eso para no permitirle la salida.
—Pero si nosotros estamos con él... Black no se atreverá a...
—No digas tonterías, Ron —interrumpió Hermione—. Black ha matado a un montón de gente en mitad de una calle concurrida. ¿Crees realmente que va a dejar de atacar a Harry porque estemos con él?
-Hay que aceptar que en eso podría tener razón- comentó Albus.
-Aunque claro, para estar tan loco como dicen no ha hecho absolutamente nada- afirmo Rose.
-Es porque el no hizo nada, simplemente no podía- aseguró James.
Mientras hablaba, Hermione enredaba las manos en la correa de la cesta en que iba Crookshanks.
— ¡No dejes suelta esa cosa! —exclamó Ron.
Pero ya era demasiado tarde. Crookshanks saltó con ligereza de la cesta, se desperezó, bostezó y se subió de un brinco a las rodillas de Ron; el bulto del bolsillo de Ron estaba temblando y él se quitó al gato de encima, dándole un empujón irritado.
-¡No!- exclamo de inmediato Rose- eso no fue amable papá- le alego la chica.
-Ya lo sé, siempre le he reclamado esas cosas- aseguro Hermione apoyando a su futura hija.
-Y lo seguirás haciendo mamá- agrego Hugo recibiendo una mirada de su padre de no me ayudes.
— ¡Apártate de aquí!
— ¡No, Ron! —exclamó Hermione con enfado.
Ron estaba a punto de responder cuando el profesor Lupin se movió. Lo miraron con aprensión, pero él se limitó a volver la cabeza hacia el otro lado, con la boca todavía ligeramente abierta, y siguió durmiendo.
-Nuestro buen Lupin evitando una pelea- aseguro Sirius- aunque es difícil saber si lo hizo por accidente o si estaba despierto.
La peli rosa fue narrando como el expreso seguía su rumbo, como se veía pasar la gente por fuera del compartimiento, y de cómo Crookshanks se colocó en un asiento vacío sin apartar la vista del bolsillo de Ron.
-Es un animal muy peculiar, es obvio que sabe que ahí tiene a la rata- comentó Marlene- creo que tendrá mucha participación en la historia.
A la una en punto llegó la bruja regordeta que llevaba el carrito de la comida.
— ¿Crees que deberíamos despertarlo? —Preguntó Ron, incómodo, señalando al profesor Lupin con la cabeza—. Por su aspecto, creo que le vendría bien tomar algo.
Hermione se aproximó cautelosamente al profesor Lupin.
—Eeh... ¿profesor? —dijo—. Disculpe... ¿profesor?
-Así no lo despertaran- aseguro Sirius- deben de darle una sacudida bien fuerte para que abra los ojos.
-Lo dice el tipo al que teníamos que empapar con agua para que se despertara- contratado Lupin- tú y James son los del sueño pesado.
-Es verdad, él siempre se levanta antes que cualquiera de nosotros- aseguro dora.
-Lo dices por las veces que han dormido juntos- atajo el oji gris llenando de impresión a aquellos del gran comedor que no lo sabían, en especial a las chicas que estaban interesadas en el castaño.
-Eso no es cierto, siempre ha dormido junto con mis padres y mi hijo- le rebatió la metamorfomaga que se había sonrojado.
-Pero la otra noche estuvieron los dos solos
-Eso es una cosa aparte- le rebatió la chica- mira mejor deja de fastidiar y deja que continúe leyendo- agrego mientras era vista con mucho rencor por muchas chicas del lugar.
El dormido no se inmutó.
—No te preocupes, querida —dijo la bruja, entregándole a Harry unos pasteles con forma de caldero—. Si se despierta con hambre, estaré en la parte delantera, con el maquinista.
—Está dormido, ¿verdad? —Dijo Ron en voz baja, cuando la bruja cerró la puerta del compartimento—. Quiero decir que... no está muerto, claro.
-Otra gran intervención de nuestro hermanito- aseguro Fred- en verdad, que la sensibilidad no es lo tuyo.
-Pero ustedes no son mejores que el en ese aspecto- atajo Ginny- o les recuerdo como querían reanimarme en el segundo año, saltando de pronto para asustarme- los gemelos bajaron la vista con pena mientras recibían miradas severas de sus padres y sus hermanos mayores.
—No, no: respira —susurró Hermione, cogiendo el pastel en forma de caldero que le alargaba Harry
Leyeron como a media tarde había comenzado a llover, y de cómo la presenta de Lupin había represando una ventaja cuando Draco Malfoy y sus dos amigotes, Crabbe y Goyle habían llegado, y se describía el aspecto de los tres levemente. La lectura de esa parte provoco que tanto el padre como el hijo bajaran sus cabezas apesadumbrados por que el rubio estaba a punto de hacer otra de sus clásicas apariciones.
—Bueno, mirad quiénes están ahí —dijo Malfoy con su habitual manera de hablar; arrastrando las palabras. Abrió la puerta del compartimento—. El chalado y la rata.
Crabbe y Goyle se rieron como bobos.
-Solo eso saben hacer par de idiotas- increpo George.
—He oído que tu padre por fin ha tocado oro este verano —dijo Malfoy—. ¿No se habrá muerto tu madre del susto?
Eso no le gustaba nada a Malfoy, ya se había resignado a revivir esos años tan vergonzosos para él, pero estarlo haciendo precisamente teniendo  a su futuro hijo frente a él, era más de lo estaba preparado para recibir.
Ron se levantó tan aprisa que tiró al suelo el cesto de Crookshanks.
-Tranquilo Ron, no debes dejar que te provoquen con esa facilidad- apremio Charlie,
El profesor Lupin roncó.
-No creo que hayas estado dormido en ese momento- comentó como quien no quiere la cosa Teddy.
-Es muy posible- le apoyo Victorie- no creo que se pueda ser tan oportuno.
-No, se nota que ustedes dos son novios he- comento James “S” apenando un poco a la pareja.
— ¿Quién es ése? —preguntó Malfoy, dando un paso atrás en cuanto se percató de la presencia de Lupin.
—Un nuevo profesor —contestó Harry, que se había levantado también por si tenía que sujetar a Ron—. ¿Qué decías, Malfoy?
-Ahí terminara todo, no se atreverá a hacer nada frente a un profesor- aseguró Ted
Malfoy entornó sus ojos claros. No era tan idiota como para pelearse delante de un profesor.
—Vámonos —murmuró a Crabbe y Goyle, con rabia.
-Bueno, por lo menos esta vez no duro mucho tu participación- comentó Scorpius bajando la mirada deprimido.
-Ojala pudiéramos decir que eso fue todo- se lamentó Astoria recordado el teatro que monto su novio ese año.
Rose paso el brazo por los hombros de Scorpius para tarar de darle ánimos, lo cual altero un poco a cierto pelirrojo que quiso reclamar algo, pero su novia anticipándose a eso le dio un fuerte golpe en las costillas para que guardara silencio.
Y desaparecieron.
Harry y Ron volvieron a sentarse. Ron se frotaba los nudillos.
—No pienso aguantarle nada a Malfoy este curso —dijo enfadado—. Lo digo en serio. Si hace otro comentario así sobre mi familia, le cogeré la cabeza y...
Ron hizo un gesto violento.
-Él no se contuvo de decir lo que pensaba solo por tener a un profesor en frente- comentó Hugo.
-Él pensó que dormía, además lunático no castigaría a alguien de su casa- aseguro con orgullo Sirius.
—Cuidado, Ron —susurró Hermione, señalando al profesor Lupin—. Cuidado...
Pero el profesor Lupin seguía profundamente dormido.
-Ya no entiendo, estas o no estas dormido he- pregunto de inmediato Dora.
-No sé, eso aún no ha ocurrido en nuestro tiempo- se defendió el castaño con media sonrisa en el rostro.
La chica describió como la lluvia continuaba arreciando pero que ni el ruido que eso provocaba que Remus se despertara.
-Habría pasado poco desde la luna llena- pregunto en voz baja James a su novia, pues se impresionaba por la gran pasividad de su amigo.
-No lo sé, pero es probable- respondió ella.
—Debemos de estar llegando —dijo Ron, inclinándose hacia delante para mirar a través del reflejo del profesor Lupin por la ventanilla, ahora completamente negra.
Acababa de decirlo cuando el tren empezó a reducir la velocidad.
La expresión del grupo de Harry se ensombreció en ese momento, recordaban muy bien lo que pasaría en ese instante, y no les gustaba recordarlo.
—Estupendo —dijo Ron, levantándose y yendo con cuidado hacia el otro lado del profesor Lupin, para ver algo fuera del tren—. Me muero de hambre. Tengo unas ganas de que empiece el banquete...
—No podemos haber llegado aún —dijo Hermione mirando el reloj.
-Entonces que podría estar pasado, nunca he sabido que el tren se detuviera por alguna razón- comento Alice trayendo algunos recuerdos a su hijo.
—Entonces, ¿por qué nos detenemos?
Leyeron como el tren fue más ya más,  como Harry y muchos más en el vagón sacaron las cabezas curiosos por lo que pasaba, de cómo el tren se detuvo por fin logrando que algunos baúles se habían caído, y de cómo al final todas la luces se apagaron quedando sumidos en la obscuridad. Con cada palabra que leía la peli rosa el ambiente se tensaba cada vez más y más.
— ¿Qué sucede? —dijo detrás de Harry la voz de Ron.
— ¡Ay! —Gritó Hermione—. ¡Me has pisado, Ron!
Harry volvió a tientas a su asiento.
— ¿Habremos tenido una avería?
—No sé...
-Es muy poco probable- comentó Frank- el tren como muchas de nuestras cosas cuentan con equipos para que funcionen mejor.
Se oyó el sonido que produce la mano frotando un cristal mojado, y Harry vio la silueta negra y borrosa de Ron, que limpiaba el cristal y miraba fuera.
—Algo pasa ahí fuera —dijo Ron—. Creo que está subiendo gente...
-Hay no, hay no- exclamo Lily tensándose.
La pelirroja ya había relacionado ese incidente con el título del capítulo, suponía que era lo que pasaría y eso no le agradaba nada, James no comprendía muy bien lo que pasaba, pero era evidente que su novia estaba muy inquieta, por esa razón la abrazo para tranquilizarla y espero a que continuaran leyendo.
La puerta del compartimento se abrió de repente y alguien cayó sobre las piernas de Harry, haciéndole daño.
— ¡Perdona! ¿Tienes alguna idea de lo que pasa? ¡Ay! Lo siento...
—Hola, Neville —dijo Harry, tanteando en la oscuridad, y tirando hacia arriba de la capa de Neville.
-Recuerdo esa vez—comentó Deán que iba sentado junto a él en aquel viaje- y después tardaste mucho en regresar.
-Sí, fue de las pocas veces que fui testigo de todo- dijo Neville.
— ¿Harry? ¿Eres tú? ¿Qué sucede?
— ¡No tengo ni idea! Siéntate...
Se oyó un bufido y un chillido de dolor. Neville había ido a sentarse sobre Crookshanks.
-Sin duda Ron le dio mucha alegría que eso pasara- ironizo Gideon tratando de aligerar un poco la tensión.
—Voy a preguntarle al maquinista qué sucede. —Harry notó que pasaba por su lado, oyó abrirse de nuevo la puerta, y después un golpe y dos fuertes chillidos de dolor.
— ¿Quién eres?
— ¿Quién eres?
— ¿Ginny?
— ¿Hermione?
— ¿Qué haces?
—Buscaba a Ron...
-Yo más bien creo que buscaba a su héroe Harry- comento Fabián.
—Entra y siéntate...
—Aquí no —dijo Harry apresuradamente—. ¡Estoy yo!
-Eso de seguro fue con toda la intención- atajo de inmediato Fred uniéndose al intento de sus tíos  de aligerar un poco la tensión.
-Sí lo mismo hacíamos con Angelina y Alicia  cuando fingíamos cabecear en los entrenamientos de Wood.
-Shh, ya hablaste demasiado- le reprimió Fred a su gemelo mientras las mencionadas los veían con curiosidad.
-Claro que no fue intencional- rebatió la pelirroja- además, no necesito excusa para hacer eso- agrego antes de levantarse de su asiento para sentarse en las piernas de Harry en ese momento, lo cual no fue de mucho agrado para sus hermanos.
-Solo le están dando ideas a nuestra hermana idiotas- les acuso Ron que hasta cierto punto tenia razón.
— ¡Ay! —exclamó Neville.
— ¡Silencio! —dijo de repente una voz ronca.
Por fin se había despertado el profesor Lupin. Harry oyó que algo se movía en el rincón que él ocupaba. Nadie dijo nada.
-No pudiste despertar en mejor momento colega- comento James un poco aliviado.
Se oyó un chisporroteo y una luz parpadeante iluminó el compartimento. El profesor Lupin parecía tener en la mano un puñado de llamas que le iluminaban la cansada cara gris. Pero sus ojos se mostraban cautelosos.
-Me alegra que sigas siendo tan bueno en encantamientos colega- le aseguro Sirius sin rastro de burla- solo espero que puedas realizar aquel hechizo a la perfección- agrego el oji gris que también suponía que lo que pasaba debía de involucrar a esos malditos dementores.
-Sí, tienes que arrojarlo con mucha fuerza- le aseguro Lily sabiendo que el oji miel en ocasiones se contenía, porque no le gustaba la forma que adoptaba su hechizo.
—No os mováis —dijo con la misma voz ronca, y se puso de pie, despacio, con el puñado de llamas enfrente de él. La puerta se abrió lentamente antes de que Lupin pudiera alcanzarla.
Lily apretó con muga más fuerza el brazo de James, al tiempo que Ginny tomaba a Harry suponiendo lo difícil que fue esa experiencia para él.
De pie, en el umbral, iluminado por las llamas que tenía Lupin en la mano, había una figura cubierta con capa y que llegaba hasta el techo. Tenía la cara completamente oculta por una capucha. Harry miró hacia abajo y lo que vio le hizo contraer el estómago. De la capa surgía una mano gris, viscosa y con pústulas. Como algo que estuviera muerto y se hubiera corrompido bajo el agua...
-¡¡Ah!!- grito Lily “L” que se espantó por la imagen que describía el libro. De inmediato Ginny se bajó de las piernas de Harry y fue a abrazar a su pequeña.
-Ya tranquila- le dijo a Ginny a la pequeña pelirroja mientras la abrazaba para reconfortarla- ¿cómo se les ocurrió involucrarla en todo esto?- les reclamo a los demás del futuro, si ella aún se espantaba de algunas cosas que leían, no se imaginaba como estaría su pequeña que seguro nunca había pasado por lo mismo que ellos.
-No queríamos involucrarla mamá-se defendió Albus- pero no pudimos evitarlo, ella es muy obstinada cuando quiere.
-Igual que Ginny- aseguro Bill.
En ese momento la joven Weasley se vio reflejada a sí misma, en particular con esa actitud suya de “no me van a dejar atrás”.
Sólo estuvo a la vista una fracción de segundo.
-Pues para verla solo un segundo la describió demasiado bien- alego Nymphadora que no le agradaba que fueran tan detallistas en ciertas partes.
Como si el ser que se ocultaba bajo la capa hubiera notado la mirada de Harry, la mano se metió entre los pliegues de la tela negra.
Y entonces aspiró larga, lenta, ruidosamente, como si quisiera succionar algo más que aire.
-Esa maldita cosa esta, atacándolos- increpo de inmediato Molly.
-Es por esa razón que Dumbledore no confía en esas cosas- agrego el señor Weasley tratando de relajar a su esposa.
Un frío intenso se extendió por encima de todos. Harry fue consciente del aire que retenía en el pecho. El frío penetró más allá de su piel, le penetró en el pecho, en el corazón...
Muchos de ellos recordaron la sensación que tuvieron en esa ocasión, pero en definitiva no era parecido a lo que estaban describiendo que le sucedía la azabache.
Los ojos de Harry se quedaron en blanco. No podía ver nada. Se ahogaba de frío. Oyó correr agua. Algo lo arrastraba hacia abajo y el rugido del agua se hacía más fuerte...
Y entonces, a lo lejos, oyó unos aterrorizados gritos de súplica.
-¿Gritos?- pregunto con curiosidad Lily mientras que Harry bajaba la mirada, ya después descubrirían a que venía eso.
Quería ayudar a quien fuera. Intentó mover los brazos, pero no pudo.
Ginny soltó una riza cansina, esa era justo la actitud que su Harry tenia, siempre queriendo ayudar a quien sea sin importar lo que le esté pasando a él.
Una niebla espesa y blanca lo rodeaba, y también estaba dentro de él...
— ¡Harry! ¡Harry! ¿Estás bien?
Alguien le daba palmadas en la cara.
— ¿Qué?
-¿Qué fue lo que paso?- pregunto James por el cambio tan brusco.
Harry abrió los ojos. Sobre él había algunas luces y el suelo temblaba... El expreso de Hogwarts se ponía en marcha y la luz había vuelto. Por lo visto había resbalado del asiento y caído al suelo. Ron y Hermione estaban arrodillados a su lado, y por encima de ellos vio a Neville y al profesor Lupin, mirándolo. Harry sentía ganas de vomitar. Al levantar la mano para subirse las gafas, notó su cara cubierta por un sudor frío.
-¿Pero qué?, ¿te afecto tanto esa maldita cosa?- exclamo Sirius.
-Es que parcia que iba precisamente tras de él- agrego Marlene que también estaba alterada- pero por que
Ron y Hermione lo ayudaron a levantarse y a sentarse en el asiento.
— ¿Te encuentras bien? —preguntó Ron, asustado.
—Sí —dijo Harry, mirando rápidamente hacia la puerta. El ser encapuchado había desaparecido—. ¿Qué ha sucedido? ¿Dónde está ese... ese ser? ¿Quién gritaba?
—No gritaba nadie —respondió Ron, aún más asustado.
Los jóvenes del pasado vieron eso con extrañeza.
Harry examinó el compartimento iluminado. Ginny y Neville lo miraron, muy pálidos.
—Pero he oído gritos...
-Pero entonces, solo tu pudiste escuchar esos gritos- dijo Lily- ¿pero cómo?, ¿cómo es posible que escucharas esas cosas?.
Todos se sobresaltaron al oír un chasquido. El profesor Lupin partía en trozos una tableta de chocolate.
-No tendrá muchas cosas, pero siempre se puede esperar que lunático traiga algún tipo de chocolate- comento divertido Sirius- incuso le paso su vicio a mi sobrina, siempre que los visitamos le quitaba sus golosinas- aseguro.
-Es verdad, nosotros no queríamos darle por lo imperativa que era- acepto Andrómeda- fue Remus quien le dio a comer chocolate por primera vez- agrego, y con un poco de vergüenza la metamorfomaga retomo la lectura.
—Toma —le dijo a Harry, entregándole un trozo especialmente grande—. Cómetelo. Te ayudará.
Harry cogió el chocolate, pero no se lo comió.
-Deberías de hacerlo, eso te hará mucho bien- aseguro Lily más tranquila porque eso cosa se hubiera ido.
— ¿Qué era ese ser? —le preguntó a Lupin.
—Un dementor —respondió Lupin, repartiendo el chocolate entre los demás—. Era uno de los dementores de Azkabán.
-¡¿Qué?! ¡esas cosas eran los guardianes de Azkabán!- exclamo Albus ante el asentimiento de muchos- pero que horror- agrego.
-¿Pero que esas cosas no guardan la prisión en su tiempo?- le pregunto Ron al chico.
-No, en nuestro tiempo la prisión es custodiada por aurores- respondió Victorie- hace varios años que purgaron el lugar de esas criaturas, en especial después de bueno, ustedes saben- les dijo a los del futuro que deberían de recordar las fugas masivas que se habían dado en la prisión.
-Según Harry, el de nuestro tiempo, sigue siendo un lugar muy lúgubre, pero nada comparando a lo que fue en su momento- agrego Teddy.
Todos lo miraron. El profesor Lupin arrugó el envoltorio vacío de la tableta de chocolate y se lo guardó en el bolsillo.
—Coméoslo —insistió—. Os vendrá bien. Disculpadme, tengo que hablar con el maquinista...
-Un poco de espacio para que puedan hablar libremente- comento Gideon.
-Sí, no creo que tuvieran la misma confianza con un profesor en frente- agrego Fabián.
Pasó por delante de Harry y desapareció por el pasillo.
— ¿Seguro que estás bien, Harry? —preguntó Hermione con preocupación, mirando a Harry
—No entiendo... ¿Qué ha sucedido? —preguntó Harry, secándose el sudor de la cara.
-Sería bueno saberlo-comento James.
—Bueno, ese ser... el dementor... se quedó ahí mirándonos (es decir; creo que nos miraba, porque no pude verle la cara), y tú, tú...
—Creí que te estaba dando un ataque o algo así —dijo Ron, que parecía todavía asustado—. Te quedaste como rígido, te caíste del asiento y empezaste a agitarte...
-Oh por Merlín- exclamo Lily.
-Y se puede saber ¿qué fue lo que paso?- pregunto Draco- ¿por qué te desmayaste en ese momento?- agrego sin rastro de burla como solía decirlo.
-Ya después lo explicaran todo - respondió por cualquier cosa el azabache.
—Y entonces el profesor Lupin pasó por encima de ti, se dirigió al dementor y sacó su varita —explicó Hermione—. Y dijo: «Ninguno de nosotros esconde a Sirius Black bajo la capa. Vete.» Pero el dementor no se movió, así que Lupin murmuró algo y de la varita salió una cosa plateada hacia el dementor. Y éste dio media vuelta y se fue...
-Muy peculiar- hablo Alastor- parce que esa cosa tenia algún interés en el chico, de otra forma no se habría quedado ahí hasta ser ahuyentado.
-Si es así solo le traerá más problemas a Harry ese año- aseguró con aprensión Frank.
—Ha sido horrible —dijo Neville, en voz más alta de lo normal—. ¿Notasteis el frío cuando entró?
—Yo tuve una sensación muy rara —respondió Ron, moviendo los hombros con inquietud—, como si no pudiera ya volver a sentirme contento...
-¿Cómo?- pregunto la pequeña Lily “L”.
-Los dementores absorben la felicidad y los buenos sentimientos de las personas- respondió Ginny- dejando solo aquello malo.
-Son horribles- espeto la pequeña después de escuchar la explicación de su madre.
-No creo que sea bueno que ella escuche esas partes de la historia- comento Molly preocupada por su nieta de solo diez años- tal vez deberíamos.
-No, yo me quedare aquí no importa que- exclamo la niña con una firmeza en la voz que contrastaba con los temblores de sus manos.
-Será casi un milagro convencerla de otra cosa- agrego james “S” sabiendo que era muy difícil contener a alguno d ellos cuando se les metía algo en la cabeza.
-Ese carácter pelirrojo es muy peligrosos- agrego Sirius sonriendo, pero no de burla, si más bien con cierto orgullo.
Ginny, que estaba encogida en su rincón y parecía sentirse casi tan mal como Harry, sollozó.
-Después de lo que paso el año pasado es obvio que este así- aseguro Bill.
-Fue una expegiencia demasiado fuegte paga ella- agrego Fleur
Hermione se le acercó y le pasó un brazo por detrás, para reconfortaría.
—Pero ¿no os habéis caído del asiento? —preguntó Harry, extrañado.
—No —respondió Ron, volviendo a mirar a Harry con preocupación—. Ginny temblaba como loca, aunque...
-Eso no ayudara- comento Ted- no creo que esas palabras o animen, se seguirá culpando de alguna forma por desvanecerse en ese momento.
-Pues sí, la verdad fue así- aseguro Hermione.
Harry no conseguía entender. Estaba débil y tembloroso, como si se estuviera recuperando de una mala gripe. También sentía un poco de vergüenza. ¿Por qué había perdido el control de aquella manera, cuando los otros no lo habían hecho?
-La situación no amerita comparaciones- aseguro Dumbledore- muchos magos no han vivido las mitad de las cosas que tú en toda su vida- aseguro el anciano.
-Sí, algo parecido me dijo Remus- acepto el azabache.
El profesor Lupin regresó. Se detuvo al entrar; miró alrededor y dijo con una breve sonrisa:
—No he envenenado el chocolate, ¿sabéis?
Harry le dio un mordisquito y ante su sorpresa sintió que algo le calentaba el cuerpo y que el calor se extendía hasta los dedos de las manos y de los pies.
-Eso en verdad ayuda en una circunstancia como esa- pregunto James “S” un tanto incrédulo.
-Claro que si- le respondió de inmediato Teddy- el chocolate tiene propiedades químicas que generan sentimiento de euforia y felicidad, lo que es algo apropiado para una situación como esa.
-Exactamente es eso- aseguro con aprobación Remus.
-Y luego dices que no es tu hijo- atajo Sirius divertido- y si ya me callo- agrego por la severidad con lo que lo veía.
—Llegaremos a Hogwarts en diez minutos —dijo el profesor Lupin—. ¿Te encuentras bien, Harry?
Harry no preguntó cómo se había enterado el profesor Lupin de su nombre.
-Casi todos lo reconocen solo con verlo un momento- aseguro Fabián.
-Sí, pero Remus lo reconocería tanto por su parecido a mi o incluso por tener los ojos de mi Lily- aseguro el azabache.
-Bueno, en tal caso no importa realmente que sepa su nombre o no- agrego Gideon.
—Sí —dijo, un poco confuso.
Dora leyó como el viaje continúo en completo silencio hasta que llegaron a la estación, del barullo que se hizo para salir del tren y de cómo Hagrid llamaba a los del primer curso, algunos con un poco de miedo, para realizar su trayecto en los botes.
-Con ese clima de seguro el lago debe de estar inundado- comento Frank.
-Sin duda los pobres llegaran empapados completamente- dijo Alice- deberían de preparar algo para esas ocasiones.
-Si bueno, no es como si nosotros hubiéramos llegado muy secos al colegio- comentó Neville.
— ¿Estáis bien los tres? —gritó Hagrid, por encima de la multitud.
Lo saludaron con la mano, pero no pudieron hablarle porque la multitud los empujaba a lo largo del andén. Harry, Ron y Hermione siguieron al resto de los alumnos y salieron a un camino embarrado y desigual, donde aguardaban al resto de los alumnos al menos cien diligencias, todas tiradas (o eso suponía Harry) por caballos invisibles.
-Son algo similar a caballos, pero son unas criaturas muy particulares- comento Luna llenando de dudas a aquellos que no sabían de que se trataban.
-Siempre pensé que los carruajes se movían solos- comento un chico de Gryffindor
Porque cuando subieron a una y cerraron la portezuela, se puso en marcha ella sola, dando botes.
La diligencia olía un poco a moho y a paja. Harry se sentía mejor después de tomar el chocolate, pero aún estaba débil. Ron y Hermione lo miraban todo el tiempo de reojo, como si tuvieran miedo de que perdiera de nuevo el conocimiento.
-Eso sin duda le dará más confianza- ironizo James.
-Pero sería lo mismo si forzaran la situación para que pareciera que todo está normal- razono Remus.
-Bueno, en eso puede que tengas razón compañero- le concedió el azabache.
Describieron el trayecto y la verja principal donde dos dementores estaban montando guardia, de cómo Harry estuvo a punto de sentirme un poco mal de nuevo hasta cuando el carruaje se detuvo.
Al bajar; Harry oyó una voz que arrastraba alegremente las sílabas:
— ¿Te has desmayado, Potter? ¿Es verdad lo que dice Longbottom? ¿Realmente te desmayaste?
-Lo lamento amigo- se disculpó Neville.
-Descuida, de cualquier forma es muy difícil guardar un secreto en el castillo- le restó importancia Harry.
Malfoy le dio con el codo a Hermione al pasar por su lado, y salió al paso de Harry, que subía al castillo por la escalinata de piedra. Sus ojos claros y su cara alegre brillaban de malicia.
— ¡Lárgate, Malfoy! —dijo Ron con las mandíbulas apretadas.
— ¿Tú también te desmayaste, Weasley? —Preguntó Malfoy, levantando la voz—. ¿También te asustó a ti el viejo dementor; Weasley?
-Eso no es un juego- increpo de inmediato Lily- son seres muy peligrosos que no deberían de estar ahí.
-Trata de calmarte querida- le dijo James antes de que dijera algo de lo que tal vez se pudiera arrepentir.
— ¿Hay algún problema? —preguntó una voz amable. El profesor Lupin acababa de bajarse de la diligencia que iba detrás de la de ellos.
-Nuevamente justo a tiempo hermano- le alabo Sirius.
Malfoy dirigió una mirada insolente al profesor Lupin, y vio los remiendos de su ropa y su maleta desvencijada. Con cierto sarcasmo en la voz, dijo:
—Oh, no, eh... profesor...
Entonces dirigió a Crabbe y Goyle una sonrisita, y subieron los tres hacia el castillo.
Describieron como fueron entrando con los demás estudiantes.
Harry siguió a la multitud, pero apenas vislumbró el techo encantado, que aquella noche estaba negro y nublado, cuando lo llamó una voz:
— ¡Potter, Granger, quiero hablar con vosotros!
-¿Qué?, acabaron de llegar, es muy pronto para que hayan hecho algo malo- exclamo Sirius.
-Lo dice el experto en meterse en líos- agrego Marlene- tu no durabas ni una hora en el castillo antes de que regañaran por algo.
-Sí, pero nunca hice nada antes de llegar al colegio- se defendió el oji gris.
Leyeron la descripción de la profesora en ese momento.
Harry se abrió camino hasta ella con cierta dificultad y un poco de miedo. Había algo en la profesora McGonagall que solía hacer que Harry sintiera que había hecho algo malo.
La profesora McGonagall se sorprendió por esa declaración, ella nunca había tenido la intención de provocar algo seméjate, pero por las leves afirmaciones de varios de los presentes parecía que el joven Potter no era el único que se sentía de esa manera.
—No tenéis que poner esa cara de asustados, sólo quiero hablar con vosotros en mi despacho —les dijo
-Es imposible no poner esas caras- comento Dora- hay muchas experiencias similares en el pasado.
-Es algo casi natural supongo- apoyo su tío.
—. Ve con los demás, Weasley.
-Es horrible que te dejen al margen no-le desafío Ginny a su hermano.
-Y luego te sorprendes que tu hija este aquí- le regreso Ron viendo a la niña pelirroja entre sus brazos.
Ron se les quedó mirando mientras la profesora McGonagall se alejaba con Harry y Hermione de la bulliciosa multitud; la acompañaron a través del vestíbulo, subieron la escalera de mármol y recorrieron un pasillo.
Ya en el despacho (una pequeña habitación que tenía una chimenea en la que ardía un fuego abundante y acogedor), hizo una señal a Harry y a Hermione para que se sentaran. También ella se sentó, detrás del escritorio, y dijo de pronto:
—El profesor Lupin ha enviado una lechuza comunicando que te sentiste indispuesto en el tren, Potter.
-Ha pero que chismoso es nuestro querido profesor lunático- exclamo Sirius- entonces eso hiciste cuando fuiste a hablar con el maquinista.
-Era importante que se entraran de lo que había pasado, y más importante aun que la señora Pomfrey lo revisara- se defendió el licántropo.
-Con la actitud que tiene de seguro eso no le gustó nada- agregó Teddy.
Antes de que Harry pudiera responder; se oyó llamar suavemente a la puerta, y la señora Pomfrey, la enfermera, entró con paso raudo. Harry se sonrojó. Ya resultaba bastante embarazoso haberse desmayado o lo que le hubiera pasado, para que encima armaran aquel lío.
—Estoy bien —dijo—, no necesito nada...
—Ah, eres tú —dijo la señora Pomfrey, sin escuchar lo que decían e inclinándose para mirarlo de cerca—. Supongo que has estado otra vez metiéndote en algo peligroso.
-Jeje, parece que te conocen muy bien papa- se burló James “S”.
-Igual que a ti, no es extraño verte en la enfermería o en el despacho de algún profesor castigado- contraataco Albus.
—Ha sido un dementor; Poppy ——dijo la profesora McGonagall.
Cambiaron una mirada sombría y la señora Pomfrey chascó la lengua con reprobación.
—Poner dementores en un colegio —murmuró echando para atrás la silla de Harry y apoyando una mano en su frente—. No será el primero que se desmaya. Sí, está empapado en sudor. Son seres terribles, y el efecto que tienen en la gente que ya de por sí es delicada...
-¡Él no es delicado!- increpo de inmediato James- no es por eso que se desmayó en el tren, el solo…
-Ya relájate James, eso no viene al caso ahora- atajo Lily.
— ¡Yo no soy delicado! —repuso Harry, ofendido.
James afirmo como mucha vehemencia las palabras de su hijo.
—Por supuesto que no —admitió distraídamente la señora Pomfrey, tomándole el pulso.
— ¿Qué le prescribe? —Preguntó resueltamente la profesora McGonagall—. ¿Guardar cama? ¿Debería pasar esta noche en la enfermería?
-No lo hará, es demasiado terco como para irse a la enfermería en ese momento- aseguro Andrómeda.
— ¡Estoy bien! —repuso Harry, poniéndose en pie de un brinco. Le atormentaba pensar en lo que diría Malfoy si lo enviaban por aquello a la enfermería.
-Siendo justos, no habría discrepado mucho de lo que ya estaba haciendo no lo crees- razono el rubio.
-Pero aun así no tenía por qué ponértela tan fácil- reitero el azabache.
—Bueno. Al menos tendría que tomar chocolate —dijo la señora Pomfrey, que intentaba examinar los ojos de Harry.
—Ya he tomado un poco. El profesor Lupin me lo dio. Nos dio a todos.
— ¿Sí? —Dijo con aprobación la señora Pomfrey—. ¡Así que por fin tenemos un profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que conoce los remedios!
-Fue el mejor que tuvimos en mucho tiempo- aseguro Neville.
-Casi todos adorábamos esa clase- agrego Deán.
La verdad es que casi todos los jóvenes del futuro tenían buenos comentarios con respecto a las clases de Lupin, lo cual lo Asia sentir muy bien, sin darse cuenta sintió como alguien tomaba su mano que estaba sobre la mesa, era nada menos que Dora que se sentía muy feliz por ese hombre, mientras o veía con orgullo y cariño.
-Hay sobrina, cuando termines de contemplar a mi amigo puedes seguir con la lectura- dijo Sirius interrumpiendo sus pensamientos.
-Cállate pulgoso- le alego ella retomando la lectura.
— ¿Estás seguro de que te sientes bien, Potter? —preguntó la profesora McGonagall.
—Sí —dijo Harry.
—Muy bien. Haz el favor de esperar fuera mientras hablo un momento con la señorita Granger sobre su horario. Luego podremos bajar al banquete todos juntos.
-Van a hablar sobre su horario- repitió Fabián- bueno, creo que eso tiene sentido no.
-Pues sí, tal vez las disuada de dejar algunas asignaturas- comento Gideon- digo, es con tantas clases es imposible que no se crucen los horarios.
-Sí, y no puede estar en dos lugares al mismo tiempo- término Fabián.
-Eso no es muy correcto que digamos- comentó Lily recibiendo algunas miradas interrogantes.
Harry salió al corredor con la señora Pomfrey, que se marchó hacia la enfermería murmurando algo para sí.
Remus, James y Nymphadora sonrieron en ese momento, ella era muy buena atendiendo a los estudiantes, pero también era cierto que solía tener un carácter bastante fuerte.
Harry sólo tuvo que esperar unos minutos. A continuación salió Hermione, radiante de felicidad, seguida por la profesora McGonagall, y los tres bajaron las escaleras de mármol, hacia el Gran Comedor.
-¿Y que fue lo que estuvieron hablando?- pregunto George- ¿por qué si les conto verdad?
-Cuando no tuvo otro remedio, si- respondió Harry.
-¿Qué?, pero si ustedes siempre se cuentan todo, como es posible que
-le prometí a la profesora que no diría nada Fred- aseguro la castaña- además, no siempre nos decimos todo lo que pasa de inmediato.
Estaba lleno de capirotes negros. Las cuatro mesas largas estaban llenas de estudiantes. Sus caras brillaban a la luz de miles de velas. El profesor Flitwick, que era un brujo bajito y con el pelo blanco, salió con un viejo sombrero y un taburete de tres patas.
— ¡Nos hemos perdido la selección! —dijo Hermione en voz baja.
Volvieron a decir cómo es que los nuevos estudiantes se le asignaban casa y de cómo la profesora y los jóvenes fueron a sus asientos, y en el caso de Harry, como lo veían y señalaban.
¿Había corrido tan rápido la noticia de su desmayo delante del dementor?
-Malfoy fue de los principales interesados en que se regara el rumor- comento en reproche Astoria.
-Igual el resto de los estudiantes son unos chismosos- alego James “S”
Él y Hermione se sentaron a ambos lados de Ron, que les había guardado los asientos.
— ¿De qué iba la cosa? —le preguntó a Harry.
Comenzó a explicarse en un susurro, pero entonces el director se puso en pie para hablar y Harry se calló.
Dora describió al profesor Dumbledore y de cómo era conocido como un gran mago.
-Es un poco molesto esto que repetir las descripciones y así cada vez- comentó Sirius- de seguro cuando aparezca quejicus mencionaran la enemistad con Harry y su pelo grasiento.
-Concuerdo- bramo Alastor antes de que Severus dijera algo en contra de Sirius- eso en verdad es innecesario, opino que no importa saltarse esas partes.
— ¡Bienvenidos! —Dijo Dumbledore, con la luz de la vela reflejándose en su barba—. ¡Bienvenidos a un nuevo curso en Hogwarts! Tengo algunas cosas que deciros a todos, y como una es muy seria, la explicaré antes de que nuestro excelente banquete os deje aturdidos. —Dumbledore se aclaró la garganta y continuó
-Cuando se pone serio no es buena señal- comento Albus- como en el primer año que prohibió el acceso al tercer piso.
-Lo cual no pareció importarle a nuestros padres.
-¡Hugo!- reclamaron Ron y Hermione, no era necesario recordar esa parte.
—Como todos sabéis después del registro que ha tenido lugar en el expreso de Hogwarts, tenemos actualmente en nuestro colegio a algunos dementores de Azkabán, que están aquí por asuntos relacionados con el Ministerio de Magia. —Se hizo una pausa y Harry recordó que el señor Weasley había dicho sobre que a Dumbledore no lo le agradaba que los dementores custodiaran el colegio
-Y lo ocurrido en el tren es solo una prueba de porque les tengo tanta desconfianza- aseguro el anciano director.
—. Están apostados en las entradas a los terrenos del colegio —continuó Dumbledore—, y tengo que dejar muy claro que mientras estén aquí nadie saldrá del colegio sin permiso. A los dementores no se les puede engañar con trucos o disfraces, ni siquiera con capas invisibles —añadió como quien no quiere la cosa, y Harry y Ron se miraron
-Es más que obvio que esa parte del discurso era para ellos- aseguro James.
-Bueno, obvio para aquellos que conocen de la capa de invisibilidad de Harry- agrego Remus.
—. No está en la naturaleza de un dementor comprender ruegos o excusas. Por lo tanto, os advierto a todos y cada uno de vosotros que no debéis darles ningún motivo para que os hagan daño. Confío en los prefectos y en los últimos ganadores de los Premios Anuales para que se aseguren de que ningún alumno intenta burlarse de los dementores.
-Lo cual no hicieron muy bien, me atrevería a decir- comento Draco.
Percy, que se sentaba a unos asientos de distancia de Harry, volvió a sacar pecho y miró a su alrededor orgullosamente.
-Lógico, nuestro querido hermano no perdería una oportunidad para alardear su nueva posición- comentó Fred.
-Que al fin y al cabo sigue siendo un estudiante, no podría hacer lo mismo que un profesor- agrego George.
Dumbledore hizo otra pausa. Recorrió la sala con una mirada muy seria y nadie movió un dedo ni dijo nada.
-Ojala y lo que sigua sea algo un poco más alegre- comento Alice.
—Por hablar de algo más alegre —continuó—, este año estoy encantado de dar la bienvenida a nuestro colegio a dos nuevos profesores.
-¿Dos?- comentaron algunos, ya sabían que Lupin era uno de ellos, pero se preguntaban quien podría ser el otro.
En primer lugar, el profesor Lupin, que amablemente ha accedido a enseñar Defensa Contra las Artes Oscuras.
Hubo algún aplauso aislado y carente de entusiasmo.
Los del futuro se sintieron un poco mal por el frio recibimiento que le habían dado en su momento al que sería el mejor profesor de DCAO que habían tenido en sus años de escuela.
Sólo los que habían estado con él en el tren aplaudieron con ganas, Harry entre ellos. El profesor Lupin parecía un adán en medio de los demás profesores, que iban vestidos con sus mejores togas.
-Él no necesita una toga elegante, el demuestra lo bueno que es con sus acciones- comento sin pensar Dora, lo cual cabreaba a algunas chicas por la conexión que parecía tener con su admirado merodeador.
— ¡Mira a Snape! —le susurró Ron a Harry en el oído.
El profesor Snape, el especialista en Pociones, miraba al profesor Lupin desde el otro lado de la mesa de los profesores. Era sabido que Snape anhelaba aquel puesto, pero incluso a Harry, que aborrecía a Snape, le asombraba la expresión que tenía en aquel momento, crispando su rostro delgado y cetrino. Era más que enfado: era odio. Harry conocía muy bien aquella expresión: era la que Snape adoptaba cada vez que lo veía a él.
Lily le envió una mirada severa  a su ex amigo, no solo era por la forma en que miraba a su hijo, sino también porque seguía siendo el mismo rencoroso contra Remus, quien de los tres era el que menos se metía con él.
-Es porque no solo le tiene rencor por ocupar su puesto, hay toda una historia detrás de ello- aseguró Frank.
—En cuanto al otro último nombramiento —prosiguió Dumbledore cuando se apagó el tibio aplauso para el profesor Lupin—, siento deciros que el profesor Kettleburn, nuestro profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, se retiró al final del pasado curso para poder aprovechar en la intimidad los miembros que le quedan.
-Entonces perdió algún otro miembro en los años que vienes- pregunto con impresión Gideon viendo en dirección al profesor.
-¡Gideon, ten un poco más de respeto!- le increpo Molly.
-Lo siento hermanita, pero debes de admitir que su trabajo parece un poco peligroso- agrego Fabián.
Sin embargo, estoy encantado de anunciar que su lugar lo ocupará nada menos que Rubeus Hagrid, que ha accedido a compaginar estas clases con sus obligaciones de guardabosques.
La impresión fue bastante grande en ese momento, pero cuando por fin paso la sorpresa una gran cantidad de aplausos se dejaron escuchar, mientras tanto el semi gigante se sentía si sorprendido y a la vez honrado pro permitirle a él impartir un clase en el colegio.
-Eso explica el libro tan particular que mordía, solo a Hagrid se le podría ocurrir algo así- comento divertido Sirius.
-El libro es extraño, pero sin duda Hagrid tiene tacto con los animales- aseguro Marlene apoyando al hombretón.
Harry, Ron y Hermione se miraron atónitos. Luego se unieron al aplauso, que fue especialmente caluroso en la mesa de Gryffindor. Harry se inclinó para ver a Hagrid, que estaba rojo como un tomate y se miraba las enormes manos, con la amplia sonrisa oculta por la barba negra.
-Debe de estar muy feliz, no muchos tienen el amor que él tiene para el colegio y sus estudiantes- aseguro Alice.
-Ojala todo salga bien con sus clases- agrego Andrómeda con lo que logro que cierto rubio bajara la mirada.
Por su causa la primera clase del semi gigante fue un desastre, al igual que las clases que siguieron, estaba seguro que le recriminarían por eso, en especial porque fue por su soberbia por lo que paso todo.
— ¡Tendríamos que haberlo adivinado! —Dijo Ron, dando un puñetazo en la mesa—. ¿Qué otro habría sido capaz de mandarnos que compráramos un libro que muerde?
-Cielos sobrino, si te pareces mucho a ese Sirius para tu propio bien- aseguro fían.
-Y los gemelos se parecen mucho a ustedes, lo que tampoco es muy bueno que digamos- le rebatió Ron.
-Auch sobrino, por lo visto también saliste muy respondón- agrego Gideon.
Harry, Ron y Hermione fueron los últimos en dejar de aplaudir; y cuando el profesor Dumbledore volvió a hablar, pudieron ver que Hagrid se secaba los ojos con el mantel.
—Bien, creo que ya he dicho todo lo importante —dijo Dumbledore—. ¡Que comience el banquete!
-Bien, a comer
-Acabamos de desayunar Sirius- le reclamo Marlene.
-A comer ellos, no nosotros- se defendió el oji gris- aunque no nos vendría mal algún bocadillo entre comidas para mantener las fuerzas.
-Tu solo pensando en comida- alego la rubia.
-No es cierto, también pienso en otras cosas- aseguro- en especial si tu estas involucrada- agrego por lo bajo en tono seductor consiguiendo un sonrojo en la mujer.
Las fuentes doradas y las copas que tenían delante se llenaron de pronto de comida y bebida. Harry, que de repente se dio cuenta de que tenía un hambre atroz, se sirvió de todo lo que estaba a su alcance, y empezó a comer.
Dora describió el banquete  como el trio esperaba que terminara porque querían ir a hablar con Hagrid, pues sabían lo importante que era para él ese nombramiento. Además hicieron mención de lo del año pasado en donde los chicos limpiaron el nombre del semi gigante. Ese recordatorio no fue de agrado para muchos de los presentes, en especial para las madres de los involucrados.
Finalmente, cuando los últimos bocados de tarta de calabaza desaparecieron de las bandejas doradas, Dumbledore anunció que era hora de que todos se fueran a dormir y ellos vieron llegado su momento.
— ¡Enhorabuena, Hagrid! —gritó Hermione muy alegre, cuando llegaron a la mesa de los profesores.
-Comprendo que quieran felicitarlo,- aseguro Lily- pero la verdad no tendrían mucho tiempo, sería mejor que lo fueran a visitar a su casa después.
-Aunque con todo eso de los dementores no podrán ir a visitarlo cuando quisieran- agrego Nymphadora.
—Todo ha sido gracias a vosotros tres —dijo Hagrid mientras los miraba, secando su cara brillante en la servilleta—. No puedo creerlo... Un gran tipo, Dumbledore... Vino derecho a mi cabaña después de que el profesor Kettleburn dijera que ya no podía más. Es lo que siempre había querido.
-Te lo mereces amigo- aseguro James- sin duda deberán de ser clases muy entretenidas.
-Ya lo creo que si- aseguro James “S” que había tomado dicha clase en su tiempo- aunque claro, ya no solicita el libro que muerde- agrego con media sonrisa.
-Debió haber mejorado con la práctica de seguro- dijo por lo bajo Ron a sus amigos.
Embargado de emoción, ocultó la cara en la servilleta y la profesora McGonagall les hizo irse.
-Aguafiestas- gritaron al mismo tiempo los dos pares de gemelos.
-Ha sido un da mucho más agitado de lo que debería ser- les respondió Molly- lo mejor es que se vallan a descansar, ya después podrán hablar libremente con Hagrid.
Harry, Ron y Hermione se reunieron con los demás estudiantes de la casa Gryffindor que subían en tropel la escalera de mármol y, ya muy cansados, siguieron por más corredores y subieron más escaleras, hasta que llegaron a la entrada secreta de la torre de Gryffindor. Los interrogó un retrato grande de señora gorda, vestida de rosa:
— ¿Contraseña?
— ¡Dejadme pasar; dejadme pasar! —Gritaba Percy desde detrás de la multitud—. ¡La última contraseña es «Fortuna Maior»!
— ¡Oh, no! —dijo con tristeza Neville Longbottom. Siempre tenía problemas para recordar las contraseñas.
-Y ese año fue mucho peor- aseguro Neville.
-Muchos Gryffindor tuvieron problemas con las contraseñas ese año- comento Harry a lo que muchos de sus compañeros asintieron.
-¿En serio?, ¿pero por qué tendrían tantos problemas?- pregunto Frank que solía tener ese mismo problema que su hijo.
-Digamos que fue por un cambio de guardia- respondió Ron- ya lo sabrán.
Después de cruzar el retrato y recorrer la sala común, chicos y chicas se separaron hacia las respectivas escaleras.
-Sigo creyendo que no estaría mal que hicieran unos dormitorios mixtos- comento Sirius.
-No sería mala idea- le apoyo James “S”.
-Mejor cierren la boca los dos- aseguro Rose- esa es la peor idea para alguien como ustedes.
-Yo la apoyo- salto Marlene- deberíamos de buscar la forma de ponerlos en celibato.
-¡No!- dijeron de inmediato ese par.
Harry subió la escalera de caracol sin otro pensamiento que la alegría de estar otra vez en Hogwarts.
Muy  a su pesar Severus debía de admitir que comprendía perfectamente el sentimiento de ese chico, eran más parecidos que lo que le gustaría aceptar.
Llegaron al conocido dormitorio de forma circular; con sus cinco camas con dosel, y Harry, mirando a su alrededor; sintió que por fin estaba en casa.
-Es el final- informo la metamorfomaga.
Tanto James como Lily sonrieron con cierta tristeza por la última frase, ellos también le tenían un gran aprecio al colegio, pero se sentían tristes que ese lugar fuera prácticamente el único hogar que tenía, además claro de sus visitas a la madriguera.
-Bueno en tal caso sigamos con el siguiente- solicito Victorie – si no les molesta quisiera leer, no lo he hecho ni en esta época ni en la nuestra.
-Si claro, aquí tienes- le dijo con amabilidad Dora mientras le pasaba el libro.
-¡Pero sobrina ¿que estas asiendo?!- le pregunto Sirius en tono alarmado- se supone que las suegras deben odiar a las novias de sus hijos.

-¡Cállate!- le reclamaron las dos chicas, y en particular Victorie se sonrojo un poco.

5 comentarios:

  1. Jajajaja lo amé ...
    Remus es un Loquillo jaja .... Dora debería odiar a Vic... Sirius tiene razón jaja ....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues si un poco, en cuanto a Sirius solo fue una de sus tantas ocurrencias.
      Hasta pronto.

      Eliminar
  2. WOW..!!!
    Soy nueva lectora,mas que nada soy lectora anonima jajaj
    te alcanzé hace una semana pero no se publicó mi comentario :(
    bueno, quiero que sepas que este tipo de historias me gustan mucho jeje

    Espero con ansias que actualizes ya que adivina... El Prisionero de Azkaban es mi libro favorito...!!! :D estoy comiendome las uñas, literal

    Saludos. *-*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En serio, pues bienvenida.
      A mi también me agradan estas historias, aunque claro, son muy pocas la que se terminan.
      Si te creo, muchos de los lectores me han comentado que este es su libro favorito.
      Hasta pronto.

      Eliminar
  3. Me encanta la actitud que les das tanto a Ginny como a Astoria

    ResponderEliminar