miércoles, 10 de diciembre de 2014

Capítulo 45.- Posos de té y garras de hipogrifo


La chica tomo el libro y se situó en el capítulo siguiente.
-Muy bien, el título es, “Posos de té y garras de hipogrifo.
Nadie a excepción de unos cuantos suponían de que se trataría dicho capitulo, en particular Harry y Draco tenían una idea que pasaría, y no les daba gracia que eso llegara.
Cuando Harry, Ron y Hermione entraron en el Gran Comedor para desayunar al día siguiente, lo primero que vieron fue a Draco Malfoy, que entretenía a un grupo de gente de Slytherin con una historia muy divertida. Al pasar por su lado, Malfoy hizo una parodia de desmayo, coreado por una carcajada general.
Scorpius voleo a ver a su padre un poco deprimido, pero este continuaba con la mirada baja, pero de cualquier forma, no sería capaz de sostenerle la mirada a su hijo, no en ese momento al menos.
—No le hagas caso —le dijo Hermione, que iba detrás de Harry—. Tú, ni el menor caso. No merece la pena...
-Es un buen consejo, pero eso no aminora el enfado que provoca- aseguro James.
— ¡Eh, Potter! —Gritó Pansy Parkinson, una chica de Slytherin que tenía la cara como un dogo—. ¡Potter! ¡Que vienen los dementores, Potter! ¡Uuuuuuuuuh!
Estúpida hija de perra- espeto con rencor Astoria, de todos los estudiantes de Slytherin, era a ella a quien más detestaba de todas.
Harry se dejó caer sobre un asiento de la mesa de Gryffindor; junto a George Weasley.
—Los nuevos horarios de tercero —anunció George, pasándolos—. ¿Qué te ocurre, Harry?
—Malfoy —contestó Ron, sentándose al otro lado de George y echando una mirada desafiante a la mesa de Slytherin.
-Siendo justos, no solo se trataba de él- comentó Fabián.
-Eran también esos malditas serpientes de sus amigos- termino Gideon
George alzó la vista y vio que en aquel momento Malfoy volvía a repetir su pantomima.
—Ese imbécil —dijo sin alterarse— no estaba tan gallito ayer por la noche, cuando los dementores se acercaron a la parte del tren en que estábamos. Vino corriendo a nuestro compartimento, ¿verdad, Fred?
—Casi se moja encima —dijo Fred, mirando con desprecio a Malfoy.
-Evidentemente solo son habladurías suyas, es clásico en ellos- aseguro Alastor.
—Yo tampoco estaba muy contento —reconoció George—. Son horribles esos dementores...
—Se le hiela a uno la sangre, ¿verdad? —dijo Fred.
—Pero no os desmayasteis, ¿a qué no? —dijo Harry en voz baja.
-Hay Harry, en verdad no puedes dejar de pensar en esas cosas cierto- comento con exasperación Lily, era algo muy molesto.
—No le des más vueltas, Harry —dijo George
-Es cierto cachorro, solo ignora esa maldita experiencia- le dijo Sirius.
—. Mi padre tuvo que ir una vez a Azkabán, ¿verdad, Ron?, y dijo que era el lugar más horrible en que había estado. Regresó débil y tembloroso... Los dementores absorben la alegría del lugar en que están. La mayoría de los presos se vuelven locos allí.
-Pero eso no le paso a él verdad- comento Albus que vio como su padre y sus tíos negaban con la cabeza- y ¿cómo fue posible?
-Porque yo soy genial pequeño Potter- le aseguro Sirius
—De cualquier modo, veremos lo contento que se pone Malfoy después del primer partido de quidditch —dijo Fred—. Gryffindor contra Slytherin, primer partido de la temporada, ¿os acordáis?
-Será un gran momento para desquitarse de sus bromas- le dijo con entusiasmo James- será un gran partido.
-Pues, lo fue cuando lo tuvimos- acepo Harry recordando el cambio que hubo en ese año, y que fue el decisivo para ganar la copa.
La única ocasión en que Harry y Malfoy se habían enfrentado en un partido de quidditch, Malfoy había llevado las de perder. Un poco más contento, Harry se sirvió salchichas y tomate frito.
-Porque no me impresiona que se reanimara con algo referente al quidditch- comento con ironía Andrómeda, y los amigos y conocidos del azabache sonrieron divertidos.
Hermione se aprendía su nuevo horario:
—Bien, hoy comenzamos asignaturas nuevas —dijo alegremente.
—Hermione —dijo Ron frunciendo el entrecejo y mirando detrás de ella—, se han confundido con tu horario. Mira, te han apuntado para unas diez asignaturas al día. No hay tiempo suficiente.
-Es evidente, es que son demasiadas clases- aseguro Fabián.
-Debería dejar un par de ellas, eso es demasiado para ella- agrego Gideon.
-Si lo hizo, pero después de un tiempo- les dijo Ron recordando lo ocurrido en adivinación.
—Ya me apañaré. Lo he concertado con la profesora McGonagall.
-Fue de lo hablaron cuando llegaron- comento Frank- aunque aun no comprendo cómo arreglaron su asunto.
—Pero mira —dijo Ron riendo—, ¿ves la mañana de hoy? A las nueve Adivinación y Estudios Muggles y... —Ron se acercó más al horario, sin podérselo creer—, mira, Aritmancia, todo a las nueve. Sé que eres muy buena estudiante, Hermione, pero no hay nadie capaz de tanto. ¿Cómo vas a estar en tres clases a la vez?
-Tres clases diferentes, en diferentes partes del castillo y  a la misma hora- comento Alice- simplemente es mucho pedir para cualquier estudiante- aseguro viendo de reojo a Lily.
-Ya se las apañara ella sola- le aseguro la pelirroja.
—No seas tonto —dijo Hermione bruscamente—, por supuesto que no voy a estar en tres clases a la vez.
—Bueno, entonces...
-Es inútil preguntar, no te dirá absolutamente nada- aseguro Sirius- en ocasiones así es útil tener útil tener un poco de veritaserum
-Sirius, pero que dices, no pueden hacerle eso a una amiga- le rebatió Marlene.
-Es solo…
-Solo para sesear tu curiosidad, pero no creo que pienses lo mismo si quieren averiguar tus secretos o si- le dijo en tono desafiante. El animago abrió y cerró la boca un par de veces, al final no dijo nada más y permitió que siguieran con la lectura.
—Pásame la mermelada —le pidió Hermione.
—Pero...
— ¿Y a ti qué te importa si mi horario está un poco apretado, Ron? —Dijo Hermione—. Ya te he dicho que lo he arreglado todo con la profesora McGonagall.
Todos se preguntaban qué clase de acuerdo podría haber tenido con la profesora, aun siendo la mejor estudiante, no podían concebir como podría llevar tantas cases, en especial porque al menos debía de faltar a dos de ellas en algún momento.
En ese momento entró Hagrid en el Gran Comedor. Llevaba puesto su abrigo largo de ratina y de una de sus enormes manos colgaba un turón muerto, que se balanceaba.
— ¿Va todo bien? —Dijo con entusiasmo, deteniéndose camino de la mesa de los profesores—. ¡Estáis en mi primera clase! ¡Inmediatamente después del almuerzo! Me he levantado a las cinco para prepararlo todo. Espero que esté bien... Yo, profesor..., francamente...
-La primera clase del profesor Hagrid- comento James “S” provocando un sentimiento agradable en el semi gigante- será algo interesante.
-Solo espero que no se trate de un animal muy peligrosos- agrego Molly que conocía el tiempo de animales que le agradaban al hombre.
-No lo era, siempre y cuando prestaran atención- aseguro Ron que miro de reojo a Malfoy.
Les dirigió una amplia sonrisa y se fue hacia la mesa de los profesores, balanceando el turón.
—Me pregunto qué habrá preparado —dijo Ron con curiosidad.
-Yo me pregunto lo mismo- aseguro Hugo- es su primera clase supongo que quiere deslumbrar.
-En parte lo consiguió- comento Hermione- la verdad es que esa primera clase nos fue bastante útil después.
El Gran Comedor se vaciaba a medida que la gente se marchaba a la primera clase. Ron comprobó el horario.
—Lo mejor será que vayamos ya. Mirad, el aula de Adivinación está en el último piso de la torre norte. Tardaremos unos diez minutos en llegar...
-Hay algunos atajos que les podrían ayudar- comento Remus.
-Siempre y cuando sepan bien por dónde ir, de otra forma solo se perderán- agrego Teddy.
-A ti te ha pasado- le interrogo Dora.
-No, yo siempre he sabido bien cómo usar esos pasadizos- le aseguro inflando el pecho.
-Ósea que sabían dónde ocultarte para besarte con la rubia Weasley… auch- exclamo Sirius al ser golpeado por una tasa que le aventaron.
-Cierra la maldita boca animal- le increpo Victorie toda roja, le molestaban mucho esos comentarios y en especial en ese momento que tenías a sus padres a un lado, que en ese momento los veían de un forma un poco extraña.
-Pero no es malo, Remus también…
-Yo nunca use los pasillos secretos para hacer eso, así que no me levantes falsos- atajo de inmediato Remus.
-Bueno, por lo menos no hacías eso- dijo Dora con un evidente alivio- Vic, podrías continuar- le pidió la metamorfomaga al sentir algunas miradas sobre ella.
Terminaron aprisa el desayuno, se despidieron de Fred y de George, y volvieron a atravesar el Gran Comedor. Al pasar al lado de la mesa de Slytherin, Malfoy volvió a repetir la pantomima. Las estruendosas carcajadas acompañaron a Harry hasta el vestíbulo.
Hubo algunos bufidos y miradas acusadoras para el rubio.
El trayecto hasta la torre norte era largo. Los dos años que llevaban en Hogwarts no habían bastado para conocer todo el castillo.
-¿Qué?, pero si para ese momento nosotros ya habíamos estado en prácticamente todo el castillo al menos una vez- aseguro James.
-Pero él no salía a vagabundear por las noches como ustedes- le aseguro Lily.
-Claro que si salía por las noches- comento Severus.
-Pero no por las mismas razones que ellos- se apresuró a decir Harry.
Y ni siquiera habían estado nunca en el interior de la torre norte.
—Tiene... que... haber... un atajo —dijo Ron jadeando, mientras ascendían la séptima larga escalera y salían a un rellano que veían por primera vez y donde lo único que había era un cuadro grande que representaba únicamente un campo de hierba.
-Sir Cadogan- dijeron los que reconocieron dicho retrato.
-No deben de estar tan lejos- les comento Sirius
—Me parece que es por aquí —dijo Hermione, echando un vistazo al corredor desierto que había a la derecha.
—Imposible —dijo Ron—. Eso es el sur. Mira: por la ventana puedes ver una parte del lago...
-Saben, aunque sea en contra de la reglas, si les serviría salir a vagabundear por las noches.
-¡Gideon!- le reclamo Molly en seguida.
-Es para que conozcan el castillo y no lleguen tarde a sus clases- lo defendió Fabián.
Aunque en ese momento los merodeadores tuvieron un súbito recuerdo, había otra forma para los del futuro conocieran todo el castillo.
Victorie narro cuando Harry revisaba el cuadro, y de cómo estaba acostumbrado y se divertía por que se pudieran mover y claro, de como un caballo entro el cuándo para que después lo hiciera un caballero rechoncho y bajito que parecía que se había caído de su corcel.
-Nunca fue muy hábil para montar- aseguro Frank.
— ¡Pardiez! —Gritó, viendo a Harry, Ron y Hermione—. ¿Quiénes son estos villanos que osan internarse en mis dominios? ¿Acaso os mofáis de mi caída? ¡Desenvainad, bellacos!
-Le gusta buscar problemas cierto- comentó Dora.
-Si un poco, pero la verdad es bastante inofensivo- aseguro Remus- no lo conociste.
-No, la verdad es que casi no pasaba por esa parte del castillo- acepto la joven.
Se asombraron al ver que el pequeño caballero sacaba la espada de la vaina y la blandía con violencia, saltando furiosamente arriba y abajo. Pero la espada era demasiado larga para él. Un movimiento demasiado violento le hizo perder el equilibrio y cayó de bruces en la hierba.
Varios se pusieron a reír en ese momento.
-La verdad es que puede ser alguien muy divertido- comentó Fred.
-Es un pésimo caballero pero es un buen cómico involuntario- agregó George.
— ¿Se encuentra usted bien? —le preguntó Harry, acercándose al cuadro.
— ¡Atrás, vil bellaco! ¡Atrás, malandrín!
-Solo le está preguntando si está bien- intervino Rose- es alguien bastante grosero.
-Y también tiene una actitud bastante voluble- comento Hermione- solo espera a que sigan leyendo.
El caballero volvió a empuñar la espada y la utilizó para incorporarse, pero la hoja se hundió profundamente en el suelo, y aunque tiró de ella con todas sus fuerzas, no pudo sacarla. Finalmente, se dejó caer en la hierba y se levantó la visera del casco para limpiarse la cara empapada en sudor.
Varios pusieron una sonrisa en su rostro, ese retrato era bastante curioso, aunque podía ser demasiado molesto por esa actitud suya, en especial si no sabían cómo darle por su lado.
—Disculpe —dijo Harry, aprovechando que el caballero estaba exhausto—, estamos buscando la torre norte. ¿Por casualidad conoce usted el camino?
— ¡Una empresa! —La ira del caballero desapareció al instante.
En ese momento Rose comprendió que quería decir su madre.
-Y en verdad les ayudo a llegar a tiempo- les pregunto Albus.
-Se podría decir que sí, pero llegamos muy cansados- respondió Harry.
Se puso de pie haciendo un ruido metálico y exclamó—: ¡Vamos, seguidme, queridos amigos, y hallaremos lo que buscamos o pereceremos en el empeño!
-Eso me recuerda un poco a Alastor- comento Ron recordando lo que le contaron de cuando sacaron a Harry de la casa de sus tíos en el quinto año.
-Es un poco dramático sin duda- le apoyo Ginny.
Volvió a tirar de la espada sin ningún resultado, intentó pero no pudo montar en el caballo, y exclamó—: ¡A pie, pues, bravos caballeros y gentil señora! ¡Vamos!
-No le quedaba otro remedio- dijo burlonamente Sirius.
Victorie narro como el caballero salió corriendo por la izquierda, y de cómo los chicos lo seguían por el ruido de su armadura, de cómo alarmo a unas mujeres de otra pintura cuando paso por ella y de cómo ascendieron por una escalera de caracol hasta que llegaron al aula.
— ¡Adiós! —gritó el caballero asomando la cabeza por el cuadro de unos monjes de aspecto siniestro—. ¡Adiós, compañeros de armas! ¡Si en alguna ocasión necesitáis un corazón noble y un temple de acero, llamad a sir Cadogan!
-Tendrá un noble corazón, pero esa inmensa torpeza no lo hace alguien en quien confiar- comentó Charlie.
-hey- le reclamo de inmediato dora por lo que dijo de la torpeza.
-Es algo diferente Dora- le dijo de inmediato Remus- lo de sir Cadogan es una torpeza peligrosa, tú no eres así, tu eres muy tierna- le dijo sin pensar consiguiendo sacarle una sonrisa.
-Hey lunático, si levas a coquetear a mi sobrina por lo menos se más sutil- le ataco Sirius.
Tanto el castaño como la peli rosa se sonrojaron por el comentario pero no le reclamaron nada al oji gris. Por su parte Teddy los veía con mucha alegría, a pesar de que sus padres se conocerían en una forma muy diferente, era obvio que el amor surgía entre ellos en ese momento, sin duda sus padres estaban hechos para estar juntos.
—Sí, lo haremos —murmuró Ron cuando desapareció el caballero—, si alguna vez necesitamos a un chiflado.
-En ocasiones son útiles los chiflados- comento James.
Subieron los escalones que quedaban y salieron a un rellano diminuto en el que ya aguardaba la mayoría de la clase. No había ninguna puerta en el rellano; Ron golpeó a Harry con el codo y señaló al techo, donde había una trampilla circular con una placa de bronce.
—Sybill Trelawney, profesora de Adivinación —leyó Harry—. ¿Cómo vamos a subir ahí?
-Ella debió ser quien sustituyó al profesor que teníamos- comentó Remus.
-¿Y cómo era ese profesor que tenían ustedes?- le pregunto Ron.
-Bien, era medio loco, y por un tiempo algunos magos acudían a él para ponerle nombres a sus hijos- respondió James recordando el discurso que les había dado el primer día.
-¿Cómo es eso?- pregunto Albus.
-Adivina el futuro del bebe y escogen el nombre más adecuado según a como seria cuando creciera- explico Lily.
-Pero no siempre es muy agradable escuchar lo que le depararía y mucho menos saber el día en que tu hijo morirá, por lo que solo algunos recurren a ese método para nombrar a  sus hijos- agrego Marlene.
-Hay mejores formas para escoger nombres- aseguro Sirius.
-Como llevar nombres de estrellas Orión
-Cállate cornamenta- le rebatió el oji gris.
Como en respuesta a su pregunta, la trampilla se abrió de repente y una escalera plateada descendió hasta los pies de Harry. Todos se quedaron en silencio.
—Tú primero —dijo Ron con una sonrisa, y Harry subió por la escalera delante de los demás.
-Eso fue muy valiente de tu parte hermanito- le pico Fred.
Victorie fue narrando como estaba arreglada es curiosa aula de adivinación, nada similar a otras aulas, desde las mesas circulares, el agobiante calor que hacía hasta todos los utensilios que usaban para el estudio (cartas, bolas de cristas tasas de té, etc.).
Ron fue a su lado mientras la clase se iba congregando alrededor; entre murmullos.
— ¿Dónde está la profesora? —preguntó Ron.
De repente salió de las sombras una voz suave:
—Bienvenidos —dijo—. Es un placer veros por fin en el mundo físico.
La inmediata impresión de Harry fue que se trataba de un insecto grande y brillante.
-¡Hey!- reclamaron de inmediato las allegadas a dicha a clase, antes de que Victorie la describiera.
—Sentaos, niños míos, sentaos —dijo, y todos se encaramaron torpemente a los sillones o se hundieron en los cojines. Harry, Ron y Hermione se sentaron a la misma mesa redonda—. Bienvenidos a la clase de Adivinación —dijo la profesora Trelawney, que se había sentado en un sillón de orejas, delante del fuego—. Soy la profesora Trelawney. Seguramente es la primera vez que me veis. Noto que descender muy a menudo al bullicio del colegio principal nubla mi ojo interior.
-Si como no- ironizo Ron-más bien no quiere convivir con el resto de los profesores por lo fraudulenta que es- el pelirrojo recibió varias miradas siniestras.
-Pero entonces ella no es una verdadera adivina- exclamo Rose- pero entonces que hace dando esa clase, que ya de por si es muy imprecisa agrego.
-El profesor Dumbledore tenía sus razones para tenerla ahí- respondió Harry- la verdad es que si tiene un poco de adivina, pero la gran mayoría del tiempo solo habla sin sentidos.
Nadie dijo nada ante esta extraordinaria declaración. Con movimientos delicados, la profesora Trelawney se puso bien el chal y continuó hablando:
—Así que habéis decidido estudiar Adivinación, la más difícil de todas las artes mágicas.
-La más imprecisa de todas las artes mágicas- exclamo de inmediato McGonagall- me sorprende que esa clase haya durado tanto tiempo.
-Hay profesora, en verdad considera necesario dejar de impartir esa clase.
-Muy pocos magos tienen aptitudes para la adivinación, y mucho menos la pueden desarrollar- comento Albus- la verdad hasta los muggles podrían tomar su clase y no habría diferencia alguna.
Debo advertiros desde el principio de que si no poseéis la Vista, no podré enseñaros prácticamente nada. Los libros tampoco os ayudarán mucho en este terreno... —Al oír estas palabras, Harry y Ron miraron con una sonrisa burlona a Hermione, que parecía asustada al oír que los libros no iban a ser de mucha utilidad en aquella asignatura—. Hay numerosos magos y brujas que, aun teniendo una gran habilidad en lo que se refiere a transformaciones.
-Parece que el golpe está dirigido para usted profesora- dijo burlón Sirius viendo a McGonagall que bufaba.
Olores y desapariciones súbitas, son incapaces de penetrar en los velados misterios del futuro —continuó la profesora Trelawney, recorriendo las caras nerviosas con sus ojos enormes y brillantes—. Es un don reservado a unos pocos.
-Y por lo que se ella tampoco lo tiene- aventuro George.
Dime, muchacho —dijo de repente a Neville, que casi se cayó del cojín—, ¿se encuentra bien tu abuela?
—Creo que sí —dijo Neville tembloroso.
—Yo en tu lugar no estaría tan seguro, querido —dijo la profesora Trelawney. El fuego de la chimenea se reflejaba en sus largos pendientes de color esmeralda. Neville tragó saliva.
-Yo no me preocuparía tanto por mi madre- aseguro Frank- tal vez esta algo vieja, pero tiene un carácter demasiado fuerte para su propio bien.
-Sí, yo aún recuerdo cuando la conocí- comentó Alice- parecía que me atravesaba solo con la mirada, fue muy incómodo.
La profesora Trelawney prosiguió plácidamente—. Durante este curso estudiaremos los métodos básicos de adivinación. Dedicaremos el primer trimestre a la lectura de las hojas de té. El segundo nos ocuparemos en quiromancia. A propósito, querida mía —le soltó de pronto a Parvati Patil—, ten cuidado con cierto pelirrojo.
Parvati miró con un sobresalto a Ron, que estaba inmediatamente detrás de ella, y alejó de él su sillón.
-Huy, que le hiciste a esa pobre chica sobrino- le pico Fabián.
-Nada, solo fueron locuras de la profesora- le rebatió el pelirrojo.
-Pues con lo insensible que eres, seguro que ni te diste cuenta- agrego Gideon.
-Tú no eres el adecuado para criticar la falta de sensibilidad de mi hijo Gideon- le rebatió de inmediato Molly- y tú tampoco Fabián- agrego al notar que este quería decir algo.
—Durante el último trimestre —continuó la profesora Trelawney—, pasaremos a la bola de cristal si la interpretación de las llamas nos deja tiempo. Por desgracia, un desagradable brote de gripe interrumpirá las clases en febrero. Yo misma perderé la voz. Y en torno a Semana Santa, uno de vosotros nos abandonará para siempre. —Un silencio muy tenso siguió a este comentario, pero la profesora Trelawney no pareció notarlo
-Bueno, si hubo una interesante coincidencia respecto a eso- comentó Harry viendo con media sonrisa a Hermione. Los demás no comprendieron que quería decir, pero el hecho que sonriera significaba que no era algo maslo.
—. Querida —añadió dirigiéndose a Lavender Brown, que era quien estaba más cerca de ella y que se hundió contra el respaldo del sillón—, ¿me podrías pasar la tetera grande de plata?
-Parece que solo quiere asustarlos, impresionarlos para que tomen más en serio su clase- comento Arthur.
-Ella es una buena maestra- la defendió Lavender pero solo unos cuantos estuvieron de acuerdo.
Lavender dio un suspiro de alivio, se levantó, cogió una enorme tetera de la estantería y la puso sobre la mesa, ante la profesora Trelawney.
—Gracias, querida. A propósito, eso que temes sucederá el viernes 16 de octubre. —Lavender tembló
Victorie leyó las indicaciones de la profesora para iniciar la lectura del té y las painas del libro a consultar, así como el comentario de Neville con que rompería una tasa.
Como es natural, en cuanto Neville hubo alcanzado la balda de las tazas, se oyó el tintineo de la porcelana rota.
-Pero es como dicen, era algo típico que rompiera algo- comento Neville.
-En especial estando predispuesto y asustado por su plática- agrego Luna
La profesora Trelawney se dirigió a él rápidamente con una escoba y un recogedor; y le dijo:
—Una de las azules, querido, si eres tan amable. Gracias...
Cuando Harry y Ron llenaron las tazas de té, volvieron a su mesa y se tomaron rápidamente la ardiente infusión.
-Ojala y por lo menos hubiera sabido bien- comentó Hugo.
Removieron los posos como les había indicado la profesora Trelawney, y después secaron las tazas y las intercambiaron.
—Bien —dijo Ron, después de abrir los libros por las páginas 5 y 6—. ¿Qué ves en la mía?
—Una masa marrón y empapada —respondió Harry. El humo fuertemente perfumado de la habitación lo adormecía y atontaba.
-Hay Harry, definitivamente esa no es una clase para ti- aseguro Lily- deberías pensar en tomar otra asignatura.
-En especial con lo fácil que te sugestionas con las cosas- agrego Remus a lo que varios de los amigos del azabache le dieron la razón.
— ¡Ensanchad la mente, queridos, y que vuestros ojos vean más allá de lo terrenal! —exclamó la profesora Trelawney sumida en la penumbra.
Harry intentó recobrarse:
—Bueno, hay una especie de cruz torcida... —dijo consultando Disipar las nieblas del futuro—. Eso significa que vas a pasar penalidades y sufrimientos... Lo siento... Pero hay algo que podría ser el sol. Espera, eso significa mucha felicidad... Así que vas a sufrir; pero vas a ser muy feliz...
Varias carcajadas se dejaron sentir en ese momento por la contradictoria lectura del joven Potter.
-La mala interpretación y los supuesto son solo parte de porque es un arte tan impreciso- aseguro con rotundidad McGonagall.
-La parte buena, es que seguro se divertirán de vez en cuando en esa clase de rediciones- comento Sirius.
-Lo malo es que no les servirá de nada y solo perderán su tiempo- agrego Marlene.
—Si te interesa mi opinión, tendrían que revisarte el ojo interior —dijo Ron, y tuvieron que contener la risa cuando la profesora Trelawney los miró.
Hubo otro par de risas en ese momento.
—Ahora me toca a mí... —Ron miró con detenimiento la taza de Harry, arrugando la frente a causa del esfuerzo. Hay una mancha en forma de sombrero hongo —dijo—. A lo mejor vas a trabajar para el Ministerio de Magia... —Volvió la taza
-No en esos días te lo aseguro- comentó Harry.
—. Pero por este lado parece más bien como una bellota... ¿Qué es eso? —Cotejó su ejemplar de Disipar las nieblas del futuro—. Oro inesperado, como caído del cielo. Estupendo, me podrás prestar.
-¡Ronald!- le reclamo su madre.
-Que, dije prestar no regalar- se defendió el chico.
Y aquí hay algo —volvió a girar la taza— que parece un animal. Sí, si esto es su cabeza... parece un hipo..., no, una oveja...
Nuevas risas se dejaron escuchar.
-Hay hermanito- comentó Fred entre risas- creo que tu ojo interior también necesita anteojos.
-Sí, mira que no saber identificar una animal en una amorfa tasa de te- agrego George.
-Sorprendente tío George- le dijo Albus de inmediato.
-¿Qué?, mi broma.
-No, que supieras usar la palabra amorfa en una oración- eso provocó renovadas risas y que Ron anotara mentalmente darle un regalo  a su sobrino.
La profesora Trelawney dio media vuelta al oír la carcajada de Harry.
-Muy evidente hijo mío- le dijo James.
-Tú también te soltaste a reír en este momento- se defendió.
—Déjame ver eso, querido —le dijo a Ron, en tono recriminatorio, y le quitó la taza de Harry Todos se quedaron en silencio, expectantes.
La profesora Trelawney miraba fijamente la taza de té, girándola en sentido contrario a las agujas del reloj.
—El halcón... querido, tienes un enemigo mortal.
—Eso lo sabe todo el mundo —dijo Hermione en un susurro alto. La profesora Trelawney la miró fijamente—. Todo el mundo sabe lo de Harry y Quien Usted Sabe.
Muchos de los ojos del gran comedor se enfocaron en Hermione en ese momento, especialmente Rose y Hugo veían impresionados a su madre, nunca creyeron que alguna vez reaccionara de esa manera.
-Bueno ya dijo la castaña cansada de tener tantas miradas encima- me desespero un poco toda esa palabrería que decía.
-Sabía que debías tener tu parte rebelde, de otra forma no habrías sido amiga de estos dos- aseguró Sirius.
-Pero ya lo había demostrado no, la poción multiusos en segundo año- le recordó Marlene.
-Muy cierto McKinnon- le dijo con alegría el hombre- entonces si es como el caso de Remus, oye Teddy- le habló al peli azul- seguro que tú y la castaña no son hermanos.
-¡Ya cállate animal!- le reclamo el licántropo- Hermione no es mi hija así que deja el tema.
-Bueno ella no, pero que tal Teddy, el si es tu hijo no.
-¡Que te calles!- le reclamo nuevamente, pero no negó que el fuera su hijo, lo que fue muy claro para todos, por alguna razón, el castaño no se sentía con confianza para decirlo.
Harry y Ron la miraron con una mezcla de asombro y admiración. Nunca la habían visto hablar así a un profesor.
-No fue la único, nosotros también nos impactamos por lo que había dicho- aseguro Neville.
La profesora Trelawney prefirió no contestar. Volvió a bajar sus grandes ojos hacia la taza de Harry y continuó girándola.
—La porra... un ataque. Vaya, vaya... no es una taza muy alegre...
—Creí que era un sombrero hongo —reconoció Ron con vergüenza.
-Sabes Ron, solo porque ella lo dice no tiene por qué ser cierto- comento Charlie- creo que tú también eras muy impresionable.
—La calavera... peligro en tu camino...
Toda la clase escuchaba con atención, sin moverse.
-Cielos, ante todo el chisme por saber que pasa no- comento con cierta exasperación Scorpius.
La profesora Trelawney dio una última vuelta a la taza, se quedó boquiabierta y gritó.
-Ahora con que locura va a salir esa mujer- comento Lily.
Oyeron romperse otra taza; Neville había vuelto a hacer añicos la suya. La profesora Trelawney se dejó caer en un sillón vacío, con la mano en el corazón y los ojos cerrados.
—Mi querido chico... mi pobre niño... no... Es mejor no decir... no... No me preguntes...
-Es obvio que quieren que le pregunten, en tal caso no actuaria con tanto dramatismo- aseguro Gideon.
-No estoy muy seguro de eso hermano, después de todo ella es medio rara en su forma de ser- intervino Fabián.
— ¿Qué es, profesora? —dijo inmediatamente Deán Thomas. Todos se habían puesto de pie y rodearon la mesa de Ron, acercándose mucho al sillón de la profesora Trelawney para poder ver la taza de Harry.
—Querido mío —abrió completamente sus grandes ojos—, tienes el Grim.
Hay por favor- se escucharon varias voces al mismo tiempo, entre ellas las de Lily, McGonagall, Marlene y Molly.
-Va a decir que un chico de trece año está destinado a morir- continuo la señora Weasley molesta.
— ¿El qué? —preguntó Harry.
Estaba claro que había otros que tampoco comprendían; Deán Thomas lo miró encogiéndose de hombros, y Lavender Brown estaba anonadada, pero casi todos se llevaron la mano a la boca, horrorizados.
-Son solo supersticiones- aseguro Sirius- no tiene nada de lógica pensar en que la muerte te asecha solo por la mancha en una taza de té.
-Sería más probable que apareciera ese animal porque un perro está cerca de el- comentó Remus viendo de reojo a Sirius y solo quienes conocían ese secreto lo entendieron
— ¡El Grim, querido, el Grim! —exclamó la profesora Trelawney, que parecía extrañada de que Harry no hubiera comprendido—. ¡El perro gigante y espectral que ronda por los cementerios! Mi querido chico, se trata de un augurio, el peor de los augurios... el augurio de la muerte.
-Ya había tenido muchas experiencias de esas, no debí de haberme sorprendido- comento por lo bajo Harry y solo Ginny lo escucho. La pelirroja se acercó a él para poder abrazarlo, detestaba profundamente que su novio asumiera esa actitud.
El estómago le dio un vuelco a Harry. Aquel perro de la cubierta del libro Augurios de muerte, en Flourish y Blotts, el perro entre las sombras de la calle Magnolia... Ahora también Lavender Brown se llevó las manos a la boca.
-Muchos perros idiotas a tu alrededor verdad- comentó divertido Teddy que conocía la condición de Sirius, que en ese momento lo mira medio ofendido.
Todos miraron a Harry; todos excepto Hermione, que se había levantado y se había acercado al respaldo del sillón de la profesora Trelawney.
—No creo que se parezca a un Grim —dijo Hermione rotundamente.
-Eso le debió haber fascinado- comento Frank- sin duda eras la único que no se dejaba influenciar por su discurso.
La profesora Trelawney examinó a Hermione con creciente desagrado.
—Perdona que te lo diga, querida, pero percibo muy poca aura a tu alrededor. Muy poca receptividad a las resonancias del futuro.
-No creo que tenga mucho que ver con eso- aseguro Luna- es solo que ella le presta mucha más importancia a las evidencias tangibles.
-Solo estoy actuando respecto a la lógica Luna- aseguro la castaña.
Seamus Finnigan movía la cabeza de un lado a otro.
—Parece un Grim si miras así —decía con los ojos casi cerrados—, pero así parece un burro —añadió inclinándose a la izquierda.
-Total que no se ponen de acuerdo a que si se va a morir o no- exclamó James.
-Pero que se tomen su tiempo, a ver si así se deciden por fin- agrego James “S
— ¡Cuando hayáis terminado de decidir si voy a morir o no...! —dijo Harry, sorprendiéndose incluso a sí mismo.
La sorpresa no fue sola de él, pues la similitud entre las palabras de las tres generaciones de los Potter fue mucha, era más que evidente que eran familiares.
Nadie quería mirarlo.
Varios de los jóvenes del futuro se sintieron un poco apenados por su reacción de aquella vez.
—Creo que hemos concluido por hoy —dijo la profesora Trelawney con su voz más leve—. Sí... por favor; recoged vuestras cosas...
Silenciosamente, los alumnos entregaron las tazas de té a la profesora Trelawney, recogieron los libros y cerraron las mochilas. Incluso Ron evitó los ojos de Harry.
-Hay Ron- dijo con lamentación Bill- bueno, solo tiene trece años, supongo que aún son un poco impresionables.
—Hasta que nos veamos de nuevo —dijo débilmente la profesora Trelawney—, que la buena suerte os acompañe. Ah, querido... —señaló a Neville—, llegarás tarde a la próxima clase, así que tendrás que trabajar un poco más para recuperar el tiempo perdido.
Victorie narro el silencioso trayecto de los chicos hasta la clase de  Transformación.
Harry eligió un asiento que estaba al final del aula, sintiéndose el centro de atención: el resto de la clase no dejaba de dirigirle miradas furtivas, como si estuviera a punto de caerse muerto.
-Por Merlín- exclamo Lily “L”- por eso papá es tan cerrado con su vida personal.
-No es necesario, el resto del mundo se encarga de entrometerse en su vida-comento Scorpius.
Apenas oía lo que la profesora McGonagall les decía sobre los animagos (brujos que pueden transformarse a voluntad en animales).
James y Sirius sonrieron con evidentes sonrisas cómplices, recordaban bien esa clase, gracias a ella se le ocurrió como acompañar a su amigo en esas largas noches de luna llena.
 Y no prestaba la menor atención cuando ella se transformó ante los ojos de todos en una gata atigrada con marcas de gafas alrededor de los ojos.
— ¿Qué os pasa hoy? —preguntó la profesora McGonagall, recuperando la normalidad con un pequeño estallido y mirándolos—. No es que tenga importancia, pero es la primera vez que mi transformación no consigue arrancar un aplauso de la clase.
-No se sienta mal minie, sabes que es muy buena y no tiene por qué ponerse celosa- le dijo Sirius divertido.
-¡Señor Black, cuando aprenderá a tenerme respeto!- le espeto McGonagall.
-La respeto profesora, lo de minie solo es de cariño.
-Aun así le culmino a referirse a mí por mi nombre- dijo la profesora. Un poco menos molesta que antes.
Todos se volvieron hacia Harry, pero nadie dijo nada. Hermione levantó la mano.
Varios negaron con la cabeza por esa actitud.
—Por favor; profesora. Acabamos de salir de nuestra primera clase de Adivinación y... hemos estado leyendo las hojas de té y…
—¡Ah, claro! —Exclamó la profesora McGonagall, frunciendo el entrecejo de repente—. No tiene que decir nada más, señorita Granger. Decidme, ¿quién de vosotros morirá este año?
-¿Qué?- preguntaron varios del pasado.
-Cada año pasaba lo mismo- respondió con simpleza ron.
Todos la miraron fijamente.
—Yo —respondió por fin Harry
—Ya veo —dijo la profesora McGonagall, clavando en Harry sus ojos brillantes y redondos como canicas—. Pues tendrías que saber, Potter, que Sybill Trelawney, desde que llegó a este colegio, predice la muerte de un alumno cada año.
-Sabe profesora, creo que el discurso se lo debió de dar a toda la clase y no sola mi- comentó el azabache.
-Si, después de todos parece que ellos eran los más interesados en el tema- agregó James “S” a lo que la profesora solo sonrió afablemente.
Ninguno ha muerto todavía. Ver augurios de muerte es su forma favorita de dar la bienvenida a una nueva promoción de alumnos. Si no fuera porque nunca hablo mal de mis colegas... —La profesora McGonagall se detuvo en mitad de la frase y los alumnos vieron que su nariz se había puesto blanca.
-Es evidente que de entre todos seria con la profesora McGonagall con la que tendría más problemas- comento Alice.
-Una obsesionada con el misticismo de la suerte y la otra sumido en su lógica forma de ser- agrego Marlene- sin duda son dos polos opuestos.
Prosiguió con más calma—: La adivinación es una de las ramas más imprecisas de la magia. No os ocultaré que la adivinación me hace perder la paciencia. Los verdaderos videntes son muy escasos, y la profesora Trelawney...—Volvió a detenerse.
-No debería de guardarse sus comentarios profesora, podría ser malo para su salud- comentó Fred.
-Es cierto, debería de habar con libertad y expresar lo que piensa, después de todo esta con amigos- le apoyo George.
-No es correcto hablar mal de alguien, y como  profesora debo de poner el ejemplo- aseguro ella.
-Aunque por lo que se ve se merecía lo que le dijeran- agrego Draco- igual que el caso de Lockarth
Y añadió en tono práctico—: Me parece que tienes una salud estupenda, Potter; así que me disculparás que no te perdone hoy los deberes de mañana. Te aseguro que si te mueres no necesitarás entregarlos.
Hermione se echó a reír.
Los bromistas apoyaron eso riendo también con un poco de modestia por el comentario de la profesora, no ocurrió muy seguido que hiciera una broma, pero debían admitir que en ocasiones era muy divertida.
Harry se sintió un poco mejor. Lejos del aula tenuemente iluminada por una luz roja y del perfume agobiante, era más difícil aterrorizarse por unas cuantas hojas de té.
-Eso está bien hijo- dijo Lily un poco más relajada- eso que dijo la profesora no significa absolutamente nada- aseguro.
Sin embargo, no todo el mundo estaba convencido. Ron seguía preocupado y Lavender susurró:
—Pero ¿y la taza de Neville?
-No es como si no ocurrirá todo el tiempo- atajo el chico.
-El obsesionarse con esa cosa no es bueno- aseguró Ted- la verdad hasta en el mundo muggles hay supuestos adivinos y muchos se ganan la vida con personas así de ingenuas que creen todo lo que les dicen- varios de los presentes lo vieron ofendidos.
-Predecir el futuro es algo casi imposible- agrego Andrómeda- y la verdad creo que estaba buscando que sus predicciones son ciertas más que lo sean realmente.
Cuando terminó la clase de Transformaciones, se unieron a la multitud que se dirigía bulliciosamente al Gran Comedor; para el almuerzo.
—Animo, Ron —dijo Hermione, empujando hacia él una bandeja de estofado—. Ya has oído a la profesora McGonagall.
-Eso quiere decir que papá es de esos ingenuos que…
-¡Hugo!, ten más respeto que soy tu padre- le regaño el pelirrojo.
-Porque te molestas hermanito, si no te está diciendo idiota- atajo George.
-Se insinúa que lo eres pero no te lo está diciendo- agrego risueño Fred.
Ron se sirvió estofado con una cuchara y cogió su tenedor; pero no empezó a comer.
—Harry —dijo en voz baja y grave—, tú no has visto en ningún sitio un perro negro y grande, ¿verdad?
—Sí, lo he visto —dijo Harry—. Lo vi la noche que abandoné la casa de los Dursley.
-Eso solo atizara el fuego- ciento Charlie suponiendo el comportamiento de su hermano.
Ron dejó caer el tenedor; que hizo mucho ruido.
—Probablemente, un perro callejero —dijo Hermione muy tranquila.
Ron miró a Hermione como si se hubiera vuelto loca.
-La verdad creo que en esta ocasión el loco era otro- comento Frank
—Hermione, si Harry ha visto un Grim, eso es... eso es terrible —aseguró—. Mi tío Bilius vio uno y... ¡murió veinticuatro horas más tarde!
-Tu tío Bilius se impresionaba con mucha facilidad de las cosas Ron- le aseguro Arthur un poco impresionado por enterarse de su muerte- ten por seguro que sea lo que sea que le haya pasado nada tenía que ver con eso
—Casualidad —arguyó Hermione sin darle importancia, sirviéndose zumo de calabaza.
— ¡No sabes lo que dices! —dijo Ron empezando a enfadarse—. Los Grims ponen los pelos de punta a la mayoría de los brujos.
—Ahí tienes la prueba —dijo Hermione en tono de superioridad—. Ven al Grim y se mueren de miedo. El Grim no es un augurio, ¡es la causa de la muerte! Y Harry todavía está con nosotros porque no es lo bastante tonto para ver uno y pensar: « ¡Me marcho al otro barrio!»
-Ese sería un muy buen punto- comento Marlene- además, como pueden asegurar que es un grim y que es un perro común y corriente.
Ron movió los labios sin pronunciar nada, para que Hermione comprendiera sin que Harry se enterase. Hermione abrió la mochila, sacó su libro de Aritmancia y lo apoyó abierto en la jarra de zumo.
-Por lo que veo es muy terco con esos temas- comento Dora.
-Si es como James y Lily, es porque símilmente no pueden dejar de pelear y uno de ellos detesta que la otra siempre tenga razón- aseguro Remus viendo de reojo a su amigo que lo veía desafiante.
—Creo que la adivinación es algo muy impreciso —dijo buscando una página—; si quieres saber mi opinión, creo que hay que hacer muchas conjeturas.
-Es porque es así señorita Granger- aseguro McGonagall- solo aquellos que verdaderamente poseen esa cualidad pueden hacer predicaciones, los demás solo pueden hacer suposiciones.
—No había nada de impreciso en el Grim que se dibujó en la taza —dijo Ron acalorado.
-Nada impreciso- exclamo Albus- en menos de dos minutos le vieron forma de hipopótamo, de burro de grim y de oveja.
-Yo creo que es cierto lo dice Remus y solo quiere pelear- agregó James “S”- ya ni lógica tiene lo que dice.
—No estabas tan seguro de eso cuando le decías a Harry que se trataba de una oveja —repuso Hermione con serenidad.
— ¡La profesora Trelawney dijo que no tenías un aura adecuada para la adivinación! Lo que pasa es que no te gusta no ser la primera de la clase.
-Si es justo como James y Lily- aseguro esta vez Sirius- cuando cornamenta ya no podía decir nada inteligente, decía algo que la terminaba ofendiendo, y casi siempre después terminaba tirado en la enfermería.
-Eras mu cruel en esos momento no crees- le dijo el azabache a Lily.
-No es mi culpa que fueras un estúpido que no supiera perder, o callarse cuando debía hacerlo- le rebatió ella.
Acababa de poner el dedo en la llaga. Hermione golpeó la mesa con el libro con tanta fuerza que salpicó carne y zanahoria por todos lados.
—Si ser buena en Adivinación significa que tengo que hacer como que veo augurios de muerte en los posos del té, no estoy segura de que vaya a seguir estudiando mucho tiempo esa asignatura. Esa clase fue una porquería comparada con la de Aritmancia.
-Creo que hablaste un poco de mas no es cierto-  le dijo Lily con cierta complicidad.
-Sí, es que estaba molesta- respondió la castaña.
Cogió la mochila y se fue sin despedirse.
Ron la siguió con la vista, frunciendo el entrecejo.
—Pero ¿de qué habla? ¡Todavía no ha asistido a ninguna clase de Aritmancia!
Todos los demás se preguntaban exactamente lo mismo, como podría asegurar tal cosa si en ese momento estaba en la clase de adivinación.
Continuaron leyendo de cómo fueron a la siguiente clase de cuidado de criaturas mágicas en completo silencio, ya que Ron y Hermione no se hablaban, entonces Harry no pudo evitar recordad que eso solo fue el principio de como sería el reto del año para ellos, la rubia termino leyendo la aparición de Malfoy y de cómo compartirían la clase con los Slytherin.
-Si van a estar las serpientes dudo que sea una clase muy amena- espeto de inmediato Sirius.
Hagrid aguardaba a sus alumnos en la puerta de la cabaña. Estaba impaciente por empezar; cubierto con su abrigo de ratina, y con Fang, el perro jabalinero, a sus pies.
— ¡Vamos, daos prisa! —Gritó a medida que se aproximaban sus alumnos—. ¡Hoy tengo algo especial para vosotros! ¡Una gran lección! ¿Ya está todo el mundo? ¡Bien, seguidme!
Durante un desagradable instante, Harry temió que Hagrid los condujera al bosque.
-El bosque no es tan malo, pero dudo que Hagrid lo lleve ahí- aseguro james- al menos en su primera clase, él no los arriesgaría de esa manera.
Harry había vivido en aquel lugar experiencias tan desagradables que nunca podría olvidarlas. Sin embargo, Hagrid anduvo por el límite de los árboles y cinco minutos después se hallaron ante un prado donde no había nada.
— ¡Acercaos todos a la cerca! —gritó—. Aseguraos de que tenéis buena visión. Lo primero que tenéis que hacer es abrir los libros...
-Y tiene que hacerlo con mucho, mucho cuidado de no perder un dedo en el intento- bromeo Gideon.
— ¿De qué modo? —dijo la voz fría y arrastrada de Draco Malfoy.
— ¿Qué? —dijo Hagrid.
— ¿De qué modo abrimos los libros? —repitió Malfoy. Sacó su ejemplar de El monstruoso libro de los monstruos, que había atado con una cuerda. Otros lo imitaron. Unos, como Harry, habían atado el libro con un cinturón; otros lo habían metido muy apretado en la mochila o lo habían sujetado con pinzas.
-Tal parece que todos tuvieron con el libro- aseguro Fabián- pero me sorprende que ni siquiera Hermione haya averiguarlo como usarlo.
— ¿Nadie ha sido capaz de abrir el libro? —preguntó Hagrid decepcionado.
La clase entera negó con la cabeza.
—Tenéis que acariciarlo —dijo Hagrid, como si fuera lo más obvio del mundo—. Mirad...
Cogió el ejemplar de Hermione y desprendió el celo mágico que lo sujetaba. El libro intentó morderle, pero Hagrid le pasó por el lomo su enorme dedo índice, y el libro se estremeció, se abrió y quedó tranquilo en su mano.
-Oh- dijeron alguno en broma otros con verdadero asombro.
-Ja, yo lo adivine- grito triunfal Charlie- yo había comentado eso hace un par de capítulos atrás, lo que debía hacer era acariciarlos.
-Pero tú tienes años tratando con animales, al igual que Hagrid, como lo íbamos saber nosotros- se defendió Ron.
-Si, como iban a saber que el libro que muerde solo quería un poco de amor- dijo con cierta exageración James “S” ganándose la aprobación de su abuelo y de Sirius.
— ¡Qué tontos hemos sido todos! —dijo Malfoy despectivamente—. ¡Teníamos que acariciarlo! ¿Cómo no se nos ocurrió?
-Nunca cambiaste tu forma de ser cierto- comento con decepción Scorpius.
-No en el colegio- acepto el rubio- tuve que pasar muchas cosas, aun así no cambie del todo hasta mucho después- agrego recordando los juicios de su familias, y de cómo estuvo a punto de acompañar a su padre a Azkabán.
Por su parte Narcisa veía con mucha pena a su hijo, vería la forma en que fuera una buena persona sin que tenga que pasar por todo eso que se negaba a contarle.
—Yo... yo pensé que os haría gracia —le dijo Hagrid a Hermione, dubitativo.
— ¡Ah, qué gracia nos hace...! —Dijo Malfoy—. ¡Realmente ingenioso, hacernos comprar libros que quieren comernos las manos!
—Cierra la boca, Malfoy —le dijo Harry en voz baja. Hagrid se había quedado algo triste y Harry quería que su primera clase fuera un éxito.
-De seguro se esforzara para que eso no suceda- exclamo Gideon.
—Bien, pues —dijo Hagrid, que parecía haber perdido el hilo—. Así que... ya tenéis los libros y... y... ahora os hacen falta las criaturas mágicas. Sí, así que iré a por ellas. Esperad un momento...
Se alejó de ellos, penetró en el bosque y se perdió de vista.
—Dios mío, este lugar está en decadencia —dijo Malfoy en voz alta—. Estas clases idiotas... A mi padre le dará un patatús cuando se lo cuente.
-Entonces porque no mejor se larga de ahí, todos estarían más felices sin su presencia en el castillo- espeto Frank arto de esa actitud suya.
—Cierra la boca, Malfoy —repitió Harry.
—Cuidado, Potter; hay un dementor detrás de ti.
-Idiota- se escucharon algunas voces pero Draco no hizo nada para responder.
— ¡Uuuuuh! —gritó Lavender Brown, señalando hacia la otra parte del prado.
Victorie fue leyendo la narración de los animales que llevaba Hagrid.
-Hipogrifos- dijeron varios de los presentes de inmediato.
-Fantástico, entonces si pudiste domarlos amigo, felicidades- dijo Sirius con alegría.
-Esas bestias son muy dóciles si saben cómo tratarlas- aseguro Lily- es algo impresionante, aunque para su primer clase habría sugerido empezar con algo un poco menos impactante.- los del futuro se vieron entre ellos.
— ¡Id para allá! —les gritaba, sacudiendo las cadenas y forzando a las bestias a ir hacia la cerca, donde estaban los alumnos. Todos se echaron un poco hacia atrás cuando Hagrid llegó donde estaban ellos y ató los animales a la cerca.
— ¡Hipogrifos! —Gritó Hagrid alegremente, haciendo a sus alumnos una señal con la mano—. ¿A que son hermosos?
-Son unas criaturas fantásticas- aseguro Charlie- aunque claro, tiene su dosis de riesgo.
-Y creen que podrían servir como mascotas, porque sería interesante tener uno cuidado mi patio trasero- comento Sirius.
-Por dios Black, como puedes pensar siquiera eso- le reclamo McKinnon.
-Vamos Marlene, no te gustaría que lo tuviéramos de guardián.
-Claro que no, un animal de esos no estará en nuestra casa- aseguro- bueno, en mi casa- agregó al notar las implicaciones que decía.
Sirius sonrió alegre, parecía que cada vez ella se hacía a la idea de que podrían estar juntos, y aunque iba en contra de su filosofía, debía admitir que era una idea que lo desagradaba de todo.
Harry pudo comprender que Hagrid los llamara hermosos. En cuanto uno se recuperaba del susto que producía ver algo que era mitad pájaro y mitad caballo, podía empezar a apreciar el brillo externo del animal, que cambiaba paulatinamente de la pluma al pelo. Todos tenían colores diferentes: gris fuerte, bronce, ruano rosáceo, castaño brillante y negro tinta.
-Ven, hasta a mini cornamenta le gusto.
-Pero no pienso tenerlo de mascota Sirius- le aseguro el azabache- además hace poco me entere que tendríamos un fénix en casa, que más podría pedir que eso.
—Venga —dijo Hagrid frotándose las manos y sonriéndoles—, si queréis acercaros un poco...
Nadie parecía querer acercarse. Harry, Ron y Hermione, sin embargo, se aproximaron con cautela a la cerca.
-Obviamente aseguro Alice negando con la cabeza.
—Lo primero que tenéis que saber de los hipogrifos es que son orgullosos —dijo Hagrid—. Se molestan con mucha facilidad. Nunca ofendáis a ninguno, porque podría ser lo último que hicierais.
Sin tan solo lo hubiera escuchado, pensó Malfoy, no tendría que estar soportando lo que pasaría a continuación, ni la evidente decepción que su hijo sentiría de él
Malfoy, Crabbe y Goyle no escuchaban; hablaban en voz baja y Harry tuvo la desagradable sensación de que estaban tramando la mejor manera de incordiar.
-Draco yo te quiero mucho- comenzó a decirle Astoria por lo bajo- pero la verdad si te merecías lo que te paso esa vez.
-Sí, lo sé,- aseguro- pero tampoco fue algo tan grabe
—Tenéis que esperar siempre a que el hipogrifo haga el primer movimiento—continuó Hagrid—. Es educado, ¿os dais cuenta? Vais hacia él, os inclináis y esperáis. Si él responde con una inclinación, querrá decir que os permite tocarlo. Si no hace la inclinación, entonces es mejor que os alejéis de él enseguida, porque puede hacer mucho daño con sus garras.
-Esas fueron las mismas palabras que me dijo Lily en una ocasión- acepto el semi gigante- gracias a eso pude acercarme a ellos sin problemas.
-Yo solo quería ayudarte y claro, que no salieras herido- le dijo con una sonrisa.
-Lo demuestra que no era una prefecta tan perfecta, porque eso que hacia Hagrid no era precisamente acorde a las reglas.
-Pero tampoco iba en contra de ellas- se defendió la pelirroja.
Bien, ¿quién quiere ser el primero?
-Me apuesto a que se quién fue el primero- comento Lily viendo a su hijo que sonrió con nerviosismo.
Como respuesta, la mayoría de la clase se alejó aún más. Incluso Harry, Ron y Hermione recelaban. Los hipogrifos sacudían sus feroces cabezas y desplegaban sus poderosas alas; parecía que no les gustaba estar atados.
— ¿Nadie? —preguntó Hagrid con voz suplicante.
—Yo —se ofreció Harry.
Lily y Molly negaron con la cabeza, parecía que sería impelente imposible impedir que hiciera ese tipo de cosas.
Detrás de él se oyó un jadeo, y Lavender y Parvati susurraron:
— ¡No, Harry, acuérdate de las hojas de té!
-Hay por Merlín, supongo que fueron las que más fastidiaron con todo eso de la adivinación cierto- comentó con exasperación Sirius.
-Pues sí, la verdad así fue- le concedió Hermione.
Harry no hizo caso y saltó la cerca.
— ¡Buen chico, Harry! —Gritó Hagrid—. Veamos cómo te llevas con Buckbeak.
El trio del futuro sonrió por ese recuerdo.
Soltó la cadena, separó al hipogrifo gris de sus compañeros y le desprendió el collar de cuero. Los alumnos, al otro lado de la cerca, contenían la respiración. Malfoy entornaba los ojos con malicia.
-Hay papá- le reprimo de inmediato Scorpius, aun no podía creer su forma de ser.
—Tranquilo ahora, Harry —dijo Hagrid en voz baja—. Primero mírale a los ojos. Procura no parpadear. Los hipogrifos no confían en ti si parpadeas demasiado...
-Eso lo investigue yo- comento James- fue de las pocas veces que tome un libro.
A Harry empezaron a irritársele los ojos, pero no los cerró. Buckbeak había vuelto la cabeza grande y afilada, y miraba a Harry fijamente con un ojo terrible de color naranja.
—Eso es —dijo Hagrid—. Eso es, Harry. Ahora inclina la cabeza...
Todos estaban muy sumidos en la lectura, pocos o ninguno habían estado en frente de unas de esas criaturas, y mucho menos trataron de acercarse tanto, y asumiendo la suerte que solía tener el chico, esperaban impaciente a que eso terminara.
A Harry no le hacía gracia presentarle la nuca a Buckbeak, pero hizo lo que Hagrid le decía. Se inclinó brevemente y levantó la mirada.
El hipogrifo seguía mirándolo fijamente y con altivez. No se movió.
-Es momento de retirarse- comento Dora recordando la explicación de Hagrid- tal vez en otro momento o con otro hipogrifo lo podrán intentar.
—Ah —dijo Hagrid, preocupado—. Bien, vete hacia atrás, tranquilo, despacio...
-Parecía que estabas muy confiado en que lo lograría- comento como quien no quiere la cosa Ted.
Pero entonces, ante la sorpresa de Harry, el hipogrifo dobló las arrugadas rodillas delanteras y se inclinó profundamente.
-Bien- gritaron de inmediato lo gemelos Weasley- es seguro que ya no te arrancara un dedo.
-¡Fred!- le reclamaron Molly, Lily y Ginny.
— ¡Bien hecho, Harry! —dijo Hagrid, eufórico—. ¡Bien, puedes tocarlo! Dale unas palmadas en el pico, vamos.
Pensando que habría preferido como premio poder irse, Harry se acercó al hipogrifo lentamente y alargó el brazo. Le dio unas palmadas en el pico y el hipogrifo cerró los ojos para dar a entender que le gustaba.
-Esos les debe agradar, además ayudaría a crear un vínculo entre ustedes- aseguro Lily con bastante tranquilidad.
La clase rompió en aplausos. Todos excepto Malfoy, Crabbe y Goyle, que parecían muy decepcionados.
-¿Incluyendo los de Slytherin?- pregunto James.
-No con tanto ímpetu, pero si, algunos también aplaudieron- respondió Hermione.
-No todos los de esa casa somos  iguales- aseguro con superioridad Andrómeda.
—Bien, Harry —dijo Hagrid—. ¡Creo que el hipogrifo dejaría que lo montaras!
-¿Qué?- dijo de inmediato Lily- creo que eso es más de lo que cualquiera se esperaría no lo crees.
-Tranquila mamá- le hablo el azabache- no me ocurrió nada por montarlo.
Aquello era más de lo que Harry había esperado. Estaba acostumbrado a la escoba; pero no estaba seguro de que un hipogrifo se le pareciera.
-Claro que no, ese es un animal vivo, pero aun así debe de ser fantástico- aseguro Sirius.
—Súbete ahí, detrás del nacimiento del ala —dijo Hagrid—. Y procura no arrancarle ninguna pluma, porque no le gustaría...
Harry puso el pie sobre el ala de Buckbeak y se subió en el lomo. Buckbeak se levantó. Harry no sabía dónde debía agarrarse: delante de él todo estaba cubierto de plumas.
-Habría sido buena idea improvisar una motora no lo cree- propuso Rose- digo, si consideraba hacer algo como eso habría sido buena idea.
-Lo tendré en cuenta, gracias pequeña- le dijo el hombretón en tono afable.
— ¡Vamos! —gritó Hagrid, dándole una palmada al hipogrifo en los cuartos traseros.
A cada lado de Harry, sin previo aviso, se abrieron unas alas de más de tres metros de longitud. Apenas le dio tiempo a agarrarse del cuello del hipogrifo antes de remontar el vuelo. No tenía ningún parecido con una escoba y Harry tuvo muy claro cuál prefería. Muy incómodamente para él, las alas del hipogrifo batían debajo de sus piernas. Sus dedos resbalaban en las brillantes plumas y no se atrevía a asirse con más fuerza. En vez del movimiento suave de su Nimbus 2.000, sentía el zarandeo hacia atrás y hacia delante, porque los cuartos traseros del hipogrifo se movían con las alas.
-Es casi como un tipo de cabalgata- comento Alice “P”- hasta ese momento solo había volado, pero eso le costó mucho trabajo.
-Pero después se acostumbró, en una vez que visitamos a Hagrid se subió sobre uno de esos para volar- comento James “S”- pero ahí él ya es un adulto, no tienes por qué preocuparte abuelita- agrego al sentir la mirada de Lily sobre él, sabía que cualquier castigo por su comentarios seria reciproco para él en alguna forma.
Buckbeak sobrevoló el prado y descendió. Era lo que Harry había temido.
-Pero es mejor estar en el suelo, así duele menos el golpe, lo digo por experiencia- bromeo Neville
Se echó hacia atrás conforme el hipogrifo se inclinaba hacia abajo. Le dio la impresión de que iba a resbalar por el pico. Luego sintió un fuerte golpe al aterrizar el animal con sus cuatro patas revueltas, y se las arregló para sujetarse y volver a incorporarse.
— ¡Muy bien, Harry! —gritó Hagrid, mientras lo vitoreaban todos menos Malfoy, Crabbe y Goyle—. ¡Bueno!, ¿quién más quiere probar?
-Después de eso ya no les tendrán tanto miedo- comento Alice.
-Y como vieron que no murió como algunos esperabas- insinuó Fabián viendo a un par de chicas.
-Supongo que tendrán la confianza para acariciarlos un rato- completo Gideon.
Envalentonados por el éxito de Harry, los demás saltaron al prado con cautela. Hagrid desató uno por uno los hipogrifos y, al cabo de poco rato, los alumnos hacían timoratas reverencias por todo el prado.
-Y por cierto, ¿para querían los libros?, no he escuchado que lo hayan usado hasta el momento- pregunto James “S”.
-Es cierto, ha sido una clase más que nada practica que teoría- le apoyo Rose.
-Bueno, así es como deben de ser esas cases después de todo- aseguro Charlie.
Neville retrocedió corriendo en varias ocasiones porque su hipogrifo no parecía querer doblar las rodillas.
-Debiste de verte muy inseguro, por eso el animal debió responder de esa manera- comento Frank.
-En otras palabras, no debes de verte tan débil como para ser su presa- comenzó Fred
-Ni muy fuerte para para que te tome como un depredador- continuo George.
-Te debe ver como su igual- terminaron en coro los dos pelirrojos.
Ron y Hermione practicaban con el de color castaño, mientras Harry observaba.
Malfoy, Crabbe y Goyle habían escogido a Buckbeak. Había inclinado la cabeza ante Malfoy, que le daba palmaditas en el pico con expresión desdeñosa.
-Eso no me da buena espina- comento Scorpius.
-Tranquilo amigo, todo estará bien- le aseguro Rose sin estar muy segura de lo que decía.
—Esto es muy fácil —dijo Malfoy, arrastrando las sílabas y con voz lo bastante alta para que Harry lo oyera—. Tenía que ser fácil, si Potter fue capaz... ¿A que no eres peligroso? —le dijo al hipogrifo—. ¿Lo eres, bestia asquerosa?
-No lo dijo- exclamo Charlie.
-Claro que si lo dijo- seguro Ron- y como siempre complico todo.
Sucedió en un destello de garras de acero. Malfoy emitió un grito agudísimo y un instante después Hagrid se esforzaba por volver a ponerle el collar a Buckbeak, que quería alcanzar a un Malfoy que yacía encogido en la hierba y con sangre en la ropa.
-Ni siquiera estaba escuchando lo que decía Hagrid, esa es solo su responsabilidad- exclamo Lily.
-No estoy seguro que aun cuando lo haya escuchado haya actuado diferente- comento James.
-Es probable- tuvo que aceptar Draco- así es como solía hablar, así que…
— ¡Me muero! —Gritó Malfoy, mientras cundía el pánico—. ¡Me muero, mirad! ¡Me ha matado!
—No te estás muriendo —le dijo Hagrid, que se había puesto muy pálido—. Que alguien me ayude, tengo que sacarlo de aquí...
-La señora Pomfrey lo curara enseguida- aseguro Dora de inmediato.
-Pero dudo que eso se quede así- comento Remus- no solo por Draco sino también por ese maldito de Lucius.
-Pues por su bien más le vale no hacerle nada a nuestro amigo- dijo Sirius viendo con cólera a Lucius.
El mayor de los Malfoy quería reclamar algo, como que aún no hacia absolutamente nada, pero sabía que de nada serviría y sus palabras solo servirían para atizar un poco el fuego.
Hermione se apresuró a abrir la puerta de la cerca mientras Hagrid levantaba con facilidad a Malfoy. Mientras desfilaban, Harry vio que en el brazo de Malfoy había una herida larga y profunda; la sangre salpicaba la hierba y Hagrid corría con él por la pendiente, hacia el castillo.
-Bueno, sea como sean que hayan sido las cosas esa vez, si parecía una herida un poco fuerte- comentó Fred.
-Aunque claro, nada que la enfermera pudiera curar en solo un momento- agrego George.
Los demás alumnos los seguían temblorosos y más despacio. Todos los de Slytherin echaban la culpa a Hagrid.
-No fue culpa de él, Hagrid se los advirtió desde un principio- exclamo James.
— ¡Deberían despedirlo inmediatamente! —exclamó Pansy Parkinson, con lágrimas en los ojos.
-Estúpida- espeto como en otras ocasiones Astoria- y tú que dejabas que esa perra te siguiera el juego.
-Ya no te molestes, al final terminare contigo no- exclamó el rubio.
-Eso es un buen punto- comento Ginny- como es que terminaron siendo novios si antes parecías no tolerarlo- le pregunto a la chica.
-Después te lo cuento- le respondió Astoria.
— ¡La culpa fue de Malfoy! —lo defendió Deán Thomas.
Crabbe y Goyle flexionaron los músculos amenazadoramente.
Subieron los escalones de piedra hasta el desierto vestíbulo.
— ¡Voy a ver si se encuentra bien! —dijo Pansy.
Astoria volvió a bufar por la mención desea tipa, Draco por su parte soltó una risita antes de abrazar a su novia, la verdad es que encontraba muy divertido esa actitud en ella.
Y la vieron subir corriendo por la escalera de mármol. Los de Slytherin se alejaron hacia su sala común subterránea.
Algunos miembros la casa bufaron al recordar que ese par ya se había infiltrado en su sala común en una ocasión.
Sin dejar de murmurar contra Hagrid; Harry, Ron y Hermione continuaron subiendo escaleras hasta la torre de Gryffindor.
— ¿Creéis que se pondrá bien? —dijo Hermione asustada.
—Por supuesto que sí. La señora Pomfrey puede curar heridas en menos de un segundo —dijo Harry, que había sufrido heridas mucho peores y la enfermera se las había curado con magia.
Lamentablemente eso lo sabe por experiencia- exclamo Lily molesta mientras veía con severidad a su hijo.
Harry por su parte sabía que no podía decir nada para defenderse, y cualquier intento de hacerlo solo derivaría en un regaño más para él, por lo que mejor decidió guardar silencio y esperar a que continuaran con la lectura.
—Es lamentable que esto haya pasado en la primera clase de Hagrid, ¿no os parece? —comentó Ron preocupado—. Es muy típico de Malfoy eso de complicar las cosas...
-Es clásico de todos los Malfoy- espeto Sirius viendo en dirección a Lucius.
-¡Hey!- reclamo de inmediato Scorpius.
-Sabes Scorp, en parte si complicas todas las cosas- aseguro con media sonrisa James “S”.
-Eso lo dices porque te arruine la oportunidad de llevarte a aquella chica a la cama- le rebatió el Malfoy del futuro.
-¡¿Qué?!- grito de inmediato Ginny.
-Mamá, no es como él lo dice, no pensábamos hacer nada en, bueno, no se trataba de una cama, es solo que…
-Mejor no digas nada James Sirius Potter- le dijo con severidad la pelirroja.
-Ya vez que si lo complicas todo- le aseguro el azabache viendo al rubio. Mientras que los bromistas sonreían divertidos.
Fueron de los primeros en llegar al Gran Comedor para la cena. Esperaban encontrar allí a Hagrid, pero no estaba.
—No lo habrán despedido, ¿verdad? —preguntó Hermione con preocupación, sin probar su pastel de filete y riñones.
-Dumbledore no permitirá que le hieran algo semejante- dijo de inmediato Alice.
-Bueno, hay que aceptar que el animal fue un poco peligrosos- comento Fudge.
-Pero solo porque el chico lo molesto, el hipogrifo no trato siquiera de lastimar a alguien más o si- recalco Frank.
—Más vale que no —le respondió Ron, que tampoco probaba bocado.
Harry observaba la mesa de Slytherin. Un grupo prieto y numeroso, en el que figuraban Crabbe y Goyle, estaba sumido en una conversación secreta. Harry estaba seguro de que preparaban su propia versión del percance sufrido por Malfoy.
—Bueno, no puedes decir que el primer día de clase no haya sido interesante—dijo Ron con tristeza.
-Un hipogrifo ataco a Malfoy, a Harry le predijeron (o tan vez no) la muerte y Ron y Hermione tuvieron su primera pelea del año- enlisto Ted- un poco movido la verdad.
Tras la cena subieron a la sala común de Gryffindor, que estaba llena de gente, y trataron de hacer los deberes que les había mandado la profesora McGonagall, pero se interrumpían cada tanto para mirar por la ventana de la torre.
-Obviamente están preocupados por Hagrid- dijo si poderlo evitar Lily.
—Hay luz en la ventana de Hagrid —dijo Harry de repente.
Ron miró el reloj.
—Si nos diéramos prisa, podríamos bajar a verlo. Todavía es temprano...
—No sé —respondió Hermione despacio, y Harry vio que lo miraba a él.
James “S” exhalo un pequeño bufido, el odiaba que su padre estuviera tan privado de hacer tantas cosas y de moverse libremente, y es que tampoco a él ni a ninguno de sus hermanos les gustaría sentirse de esa manera.
—Tengo permiso para pasear por los terrenos del colegio —aclaró—. Sirius Black no habrá podido burlar a los dementores, ¿verdad?
-Si lo consiguió- comento Harry con media sonrisa- aunque claro, no lo hizo a noche.
Recogieron sus cosas y salieron por el agujero del cuadro, contentos de no encontrar a nadie en el camino hacia la puerta principal, porque no estaban muy seguros de que pudieran salir.
-Creo que sería obvio que no pudieran salir a esas horas- comento la profesora McGonagall.
-Puede ser, pero es mejor que no se encontraran a nadie- aseguro ames- la otra forma seria utilizar nuestra maravillosa capa.- dijo con gran alegría.
-La capa de invisibilidad- hablo James “S” ante el asentimiento de su abuelo- es una gran capa, no es justo que Albus la tenga- aseguro de inmediato.
-¿Cómo es eso?- le pregunto Sirius.
-Papá pensó que Al sería más responsable con la capa que James, por eso se la dio a él- respondió Lily “L”- si se la presta de vez en cuando pero solo eso.
-Y tu pequeña pelirroja, no te gustaría tenerla también- le pregunto Sirius.
-Si sería divertido, pero mamá prometió enseñarme a hacer un hechizo desvanécete muy bueno después de que entre al colegio-  respondió la pequeña.
-¡Ginny!- dijo de inmediato Molly mientras la chica se sonroja un poco, la verdad es que si se creía capaz de hacerlo.
-¿Pero por qué?, mamá nunca me ha querido enseñar nada de eso.
-En primera, ella es mi niña hermosa y las mujeres debemos apoyarnos- aseguro Ginny- y en segunda, de seguro ya te metes en muchos problemas así solo como para darte más herramientas para lograrlo.
-Ahí si te atrapo James- comento Rose divertida- tal vez aun no nazcas pero tu mama ya te tiene bien medido- algunos exclamaron algunas risas.
La hierba estaba todavía húmeda y parecía casi negra en aquellos momentos en que el sol se ponía. Al llegar a la cabaña de Hagrid llamaron a la puerta y una voz les contestó:
—Adelante, entrad.
Hagrid estaba sentado en mangas de camisa, ante la mesa de madera limpia; Fang, su perro jabalinero, tenía la cabeza en el regazo de Hagrid. Les bastó echar un vistazo para darse cuenta de que Hagrid había estado bebiendo. Delante de él tenía una jarra de peltre casi tan grande como un caldero y parecía que le costaba trabajo enfocar bien las cosas.
-Hay Hagrid, el estar bebiendo no soluciona nada, solo te causa más problemas- le dijo con cierta dulzura Lily.
-Lo siento- se disculpó el semi gigante, pero es que en ocasiones solo con eso se podía olvidar de sus problemas solo un momento.
—Supongo que es un récord —dijo apesadumbrado al reconocerlos—. Me imagino que soy el primer profesor que ha durado sólo un día.
— ¡No te habrán despedido, Hagrid! —exclamó Hermione.
-No lo hicieron, en nuestra época aun está dando clases- aseguro Albus.
-No, la verdad lo que paso con eso fue otra cosa- respondió Draco recordando lo ocurrido.
—Todavía no —respondió Hagrid con tristeza, tomando un trago largo del contenido de la jarra—. Pero es sólo cuestión de tiempo, ¿verdad? Después de lo de Malfoy...
— ¿Cómo se encuentra Malfoy? —preguntó Ron cuando se sentaron—. No habrá sido nada serio, supongo.
—La señora Pomfrey lo ha curado lo mejor que ha podido —dijo Hagrid con abatimiento—, pero él sigue diciendo que le hace un daño terrible. Está cubierto de vendas... Gime...
-Lo cierto es que solo era una leve molestia- acepto el rubio- lo hice solo para molestar, y después continúe porque mi padre me dijo que lo hiciera.
-¿Y por qué? – pregunto de inmediato Ron.
-Así podría seguir haciendo revuelo, y Lucius podría hacer sus malditas artimañas- aseguro Harry- y apuesto que después le encontraste el gusto de no tener que hacer nada- agrego esta vez viendo a Draco. El chico solamente respondió con una media sonrisa
—Todo es cuento —dijo Harry—. La señora Pomfrey es capaz de curar cualquier cosa. El año pasado hizo que me volviera a crecer la mitad del esqueleto. Es propio de Malfoy sacar todo el provecho posible.
-Bueno, eso no solo lo hace Malfoy, si queremos ser justos- comento Fabián.
-Aunque no todos queremos sacar provecho perjudicando a otros- agrego Gideon.
—El Consejo Escolar está informado, por supuesto —dijo Hagrid—. Piensan que empecé muy fuerte. Debería haber dejado los hipogrifos para más tarde... Tenía que haber empezado con los gusarajos o con los summat... Creía que sería un buen comienzo... Ha sido culpa mía...
-Bueno, en parte es cierto que fue un comienzo un tanto grande para ser su primera clase- acepto con pena Lily- pero solo querías impresionarlos.
-Además no fue solo su culpa, cada quien tiene su propia responsabilidad en todo eso- le aseguro Astoria.
— ¡Toda la culpa es de Malfoy, Hagrid! —dijo Hermione con seriedad.
—Somos testigos —dijo Harry—. Dijiste que los hipogrifos atacan al que los ofende. Si Malfoy no prestó atención, el problema es suyo. Le diremos a Dumbledore lo que de verdad sucedió.
—Sí, Hagrid, no te preocupes te apoyaremos  —confirmó Ron.
-Es bueno que lo apoyen, pero no creo que los demás los escuches, sin importar que sean ustedes los que lo defiendan- comento Ted.
-Es cierto, lo mejor sería que dejaran ese asunto en manos de Dumbledore o de alguien más- comento Andrómeda.
-Sería lo más indicado, pero dudo que se queden con los brazos cruzados, ellos no son así- termino James viendo con cierto orgullo al Trio, tal vez no eran los grandes bromistas como eran los merodeadores en su época, pero debía admitir que si serian buenos representantes suyos.
De los arrugados rabillos de los ojos de Hagrid, negros como cucarachas, se escaparon unas lágrimas. Atrajo a Ron y a Harry hacia sí y los estrechó en un abrazo tan fuerte que pudo haberles roto algún hueso.
Hubo varias risas por esa parte.
-Hay cielos, ese tipo de efusividad y agradecimiento son muy peligrosos- comento  risueño Sirius.
-Deberías tener más cuidado cuando haces eso- le aconsejo Marlene- aunque claro, también has bebido mucho,  eso causa estragos en las personas- agrego viendo de reojo a Sirius.
-Eso lo dices por mí cierto.- hablo el oji gris. Pero la rubia solo sonrió divertida.
—Creo que ya has bebido bastante, Hagrid —dijo Hermione con firmeza. Cogió la jarra de la mesa y salió a vaciarla.
—Sí, puede que tengas razón —dijo Hagrid, soltando a Harry y a Ron, que se separaron de él frotándose las costillas. Hagrid se levantó de la silla y siguió a Hermione al exterior; con paso inseguro.
-De seguro va a refrescarse- cometo Remus- es algo típico que hiciera eso.
-Lo acompañaste en sus borracheras- le pico Tonks.
-No, más bien el acompañaba  James y a Sirius de vez en cuando- respondió el.
-¡Hey!, que yo recuerde tu también bebías lunático- le aseguro Sirius.
-Sí, pero no me perdía en el alcohol tanto como ustedes dos- se defendió el castaño- yo siempre supe en que cama despertaba.
-Y lo hacías con alguien- le pregunto Dora sin poder evitarlo.
-No te pongas celosa sobrina- atajo Sirius- aunque cuando tiene a muchas admiradoras casi no se ha acostado con ninguna, se está guardando para ti.
-¡Ya cállate!- le gritaron Remus y Dora al mismo tiempo- y no estoy celosa- aseguro la metamorfomaga, aun cuando ya había notado que siempre se molestaba cuando imaginaba al castaño con cualquier otra mujer.
Oyeron una ruidosa salpicadura.
— ¿Qué ha hecho? —dijo Harry, asustado, cuando Hermione volvió a entrar con la jarra vacía.
—Meter la cabeza en el barril de agua —dijo Hermione, guardando la jarra.
Hagrid regresó con la barba y los largos pelos chorreando, y secándose los ojos.
-Ssí podrá pensar con más claridad- comento Frank.
—Mejor así —dijo, sacudiendo la cabeza como un perro y salpicándolos a todos—. Habéis sido muy amables por venir a verme. Yo, la verdad...
Hagrid se paró en seco mirando a Harry; como si acabara de darse cuenta de que estaba allí:
-No si debió de estar muy bebido por no haberlo notado- se mofo Fabián.
-Sí, además de que ellos deben ser quienes más lo visitan después de todo- agrego Gideon.
-Y ahora se volverán a poner de estrictos con él- se lamentó James “S”.
-Si lo sé, a ti también te molesta- argumento Harry.
— ¿QUÉ CREES QUE HACES AQUÍ? —Bramó, y tan de repente que dieron un salto en el aire—. ¡NO PUEDES SALIR DESPUÉS DE ANOCHECIDO, HARRY! ¡Y VOSOTROS DOS LO DEJÁIS!
Hagrid se acercó a Harry con paso firme, lo cogió del brazo y lo llevó hasta la puerta.
-Siendo justos, aun no anochecía cuando ellos fueron a visitarlo- comento Teddy.
-Pero en ese momento y debía ser de noche, y no está permitido que estuvieran ahí- le aseguro Victorie.
-He disculpa Victorie- le hablo James- creo que debería ser un poco más flexible, y bueno, en general que te vayas acostumbrando.
-Si- le apoyo Sirius- porque si tendrás hijos con Teddy tendrás que soportar que sean unos alborotadores- tanto Teddy como Victorie se sonrojaron por dicha declaración.
-Con Nymphadora y lunático como padres, que más se podría esperar- dijeron al mismo tiempo los dos amigos recibiendo una mirada severa y avergonzada de los aludidos.
— ¡Vamos! —dijo Hagrid enfadado—. Os voy a acompañar a los tres al colegio. ¡Y que no os vuelva a pillar viniendo a verme a estas horas! ¡No valgo la pena!
-Bien este es el final- informo Victorie dejando el libro sobre la mesa y aun avergonzada por lo que acababan de decir.
-Bueno, en tal caso no hay porque detenerse- dijo Lily convocando el libro- supongo que después de este capítulo aremos una pausa para comer.
-Ciertamente así será señorita Evans- le aseguró el profesor Dumbledore.

-Bueno, entonces hay que empezar de una buna vez- le animo Sirius.

2 comentarios:

  1. Digamos que este no ha sido mi capítulo preferido. No es culpa tuya, es culpa del libro. Es imposible que Draco acabe bien. Y lo que queda... -.-u
    ¡El siguiente REMUS! ¡YEY!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Descuida no hay problema, siempre hay algunos capítulos que nos desagradan por una razón.
      Si, por fin en el siguiente estará la primera clase de Remus.
      Hasta pronto.

      Eliminar