viernes, 30 de mayo de 2014

Capítulo 4.- El guardián de las llaves

-Muy bien, el siguiente capítulo se llama, “el guardián de las llaves”- en cuanto Andrómeda leyó el titulo lo ojos se posaron en el semi-gigante.
-¿Yo?- pregunto curioso el hombre.
-Al parecer serás tú quien le entregue la carta a mi hijo- comento James con una sonrisa.
-Eso será genial- hablo Sirius- ellos que no querían recibir la vista de un mago, ahora la tendrán y lo que es mejor, de uno que es dos veces más grande que ellos, me muero por saber la reacción de esa bola de grasa.
-Es muy cierto Black, más te vale que les des un buen susto Hagrid- dijo Fabián.
-Sí, que no olviden nunca ese día- lo apoyo su gemelo.
-Si bueno, hare lo que se pueda- respondió el hombretón alegre por lo que decían, a pesar de todo eran buenas personas.
BUM. Llamaron otra vez. Dudley se despertó bruscamente.
—¿Dónde está el cañón? —preguntó estúpidamente.
Varias risas se escucharon al leer su reacción.
Se oyó un crujido detrás de ellos y tío Vernon apareció en la habitación. Llevaba un rifle en las manos: ya sabían lo que contenía el paquete alargado que había llevado.
—¿Quién está ahí? —gritó—. ¡Le advierto... estoy armado!
-Un arma no es garantía de seguridad- dijo molesta Lily.
-¿Eso es un arma?- pregunto James curiosos al igual que muchos nacidos de magos.
-Si cariño, pero en el mundo muggle es más probable lastimar a alguien cercano que aun invasor- comento la mujer- es muy peligroso tener una cosa Como esa en la casa- explico,
Aun cuando algunas personas no sabían muy bien que era eso del rifle, después de escuchar la explicación de la pelirroja todos comprendieron un poco la indignación de la joven.
Hubo una pausa. Luego...
¡UN GOLPE VIOLENTO!
La puerta fue empujada con tal fuerza que se salió de los goznes y, con un golpe sordo, cayó al suelo.
-Valla que gran entrada- ironizo Gideon.
-Sí, tirar toda la puerta- apoyo su hermano continuando con la broma.
-Si lo piensan bien era algo obvio que pasaría eso- comentó Remus para tratar de ayudad a Hagrid que se comenzó a sonrojar- con lo vieja que esta esa maldita choza, es un milagro que el viento no la derrumbara.
Muy a su pesar los gemelos tuvieron que aceptar que tenía algo de razón, por la que ya no pusieron seguir bromeando con el tema.
Un hombre gigantesco apareció en el umbral. Su rostro estaba prácticamente oculto por una larga maraña de pelo y una barba desaliñada, pero podían verse sus ojos, que brillaban como escarabajos negros bajo aquella pelambrera.
El gigante se abrió paso doblando la cabeza, que rozaba el techo. Se agachó, cogió la puerta y, sin esfuerzo, la volvió a poner en su lugar. El ruido de la tormenta se apagó un poco. Se volvió para mirarlos.
—Podríamos preparar té. No ha sido un viaje fácil... Se desparramó en el sofá donde Dudley estaba petrificado de miedo.
-Que saludo- comentaron al mismo tiempo los gemelos Prewet
-Seria fascinante haber estado ahí para ver su cara-fue James quien lo dijo con una sonrisa.
-Y ahí está el primer susto de la noche- inicio Sirius- ¿cuantos creen que haya en total?- pregunto divertido.
-Yo diría que como unos  seis -opino Remus
-Así, pues yo creo serán  cinco - le aseguro el animago
-¿Apostamos?- lo reto el castaño.
-¡Vale!- acepto gustoso el oji gris- diez galeones
-Perfecto, solo no te pongas como princesa cuando pierdas.
-Yo no me pongo como princesa
-Si lo haces- aseguraron James, Lily, Remus, Andrómeda, Ted, Dora y hasta la profesora McGonagall.
—Levántate, bola de grasa —dijo el desconocido.
-Muy buena esa - apoyaron los gemelos.
Dudley se escapó de allí y corrió a esconderse junto a su madre, que estaba agazapada detrás de tío Vernon.
—¡Ah! ¡Aquí está Harry! —dijo el gigante.
Harry levantó la vista ante el rostro feroz y peludo, y vio que los ojos negros le sonreían.
—La última vez que te vi eras sólo una criatura —dijo el gigante—. Te pareces mucho a tu padre, pero tienes los ojos de tu madre.
-Gracias Hagrid, dijo Lily con voz tierna- sin duda esa es la primera vez que alguien le habla de nosotros.
-No hay de que Lily, solo espero poder hacer más por su hijo- se sinceró el semi-gigante.
-Sin dudas lo aras-hablo James- espero que puedan llegar a ser buenos amigos.
Tío Vernon dejó escapar un curioso sonido.
—¡Le exijo que se vaya enseguida, señor! —dijo—. ¡Esto es allanamiento de morada!
—Bah, cierra la boca, Dursley, grandísimo majadero —dijo el gigante. Se estiró, arrebató el rifle a tío Vernon, lo retorció como si fuera de goma y lo arrojó a un rincón de la habitación.
Tío Vernon hizo otro ruido extraño, como si hubieran aplastado a un ratón.
-El segundo susto de la noche- hablo James divertido.
—De todos modos, Harry —dijo el gigante, dando la espalda a los Dursley—, te deseo un muy feliz cumpleaños. Tengo algo aquí. Tal vez lo he aplastado un poco, pero tiene buen sabor.
Del bolsillo interior de su abrigo negro sacó una caja algo aplastada. Harry la abrió con dedos temblorosos. En el interior había un gran pastel de chocolate pegajoso, con «Feliz Cumpleaños, Harry» escrito en verde.
-Muchas gracias Hagrid- la mujer le sonrió afablemente.
-Su pastel de cumpleaños- añadió risueño James- aunque si mal no lo recuerdo tu comida llega a tener ciertos inconvenientes.
-¡¡James!!- le recrimino su esposa.
-Pero es cierto, en una ocasión casi me rompo una muela- recibió una irada de advertencia de parte de la pelirroja.
-No le agás caso a este insensible que tengo de novio Hagrid- le acaricio una de sus enormes manos- es muy hermoso el detalle que tuviste o bueno que tendrán para mi hijo.
-Gracias Lily.
Harry miró al gigante. Iba a darle las gracias, pero las palabras se perdieron en su garganta y, en lugar de eso, dijo:
—¿Quién es usted?
El gigante rió entre dientes.
—Es cierto, no me he presentado. Rubeus Hagrid, Guardián de las Llaves y Terrenos de Hogwarts.
Extendió una mano gigantesca y sacudió todo el brazo de Harry.
-Jajá siempre pasa lo mismo- comentaron los que conocían bien al hombre.
— ¿Qué tal ese té, entonces? —Dijo, frotándose las manos—. Pero no diría que no si tienen algo más fuerte.
-Yo te apoyo Hagrid, ¿qué le parece si traemos unas botellitas de whiskey profesor?- indago Sirius mirando a Dumbledore.
-¡¡Señor Black compórtese!!- le recrimino la profesora McGonagall del pasado- el que sea mayor de edad no le da derecho a embriagarse cada vez que se le dé la gana.
-Eso no es cierto profesora- reclamo el hombre pero todos sabían que estaba mintiendo.
-¡¡Sin alcohol señor Black!!- el joven se enfurruño y continuaron la lectura.
Sus ojos se clavaron en el hogar apagado, con las bolsas de patatas fritas arrugadas, y dejó escapar una risa despectiva. Se inclinó ante la chimenea. Los demás no podían ver qué estaba haciendo, pero cuando un momento después se dio la vuelta, había un fuego encendido, que inundó de luz toda la húmeda cabaña. Harry sintió que el calor lo cubría como si estuviera metido en un baño caliente.
El gigante volvió a sentarse en el sofá, que se hundió bajo su peso, y comenzó a sacar toda clase de cosas de los bolsillos de su abrigo: una cazuela de cobre, un paquete de salchichas, un atizador, una tetera, varias tazas agrietadas y una botella de un líquido color ámbar, de la que tomó un trago antes de empezar a preparar el té.
-Saben, siempre me ha impresionado todo lo que cabe en esos bolsillos- comento Arthur que lo conoció en el tiempo que estudio ahí.
-Opino lo mismo, sería útil tener un abrigo así para tener siempre lo que uno necesita- apoyo el señor Tonks.
Muy pronto, la cabaña estaba llena del aroma de las salchichas calientes. Nadie dijo una palabra mientras el gigante trabajaba, pero cuando sacó las primeras seis salchichas jugosas y calientes, Dudley comenzó a impacientarse. Tío Vernon dijo en tono cortante:
—No toques nada que él te dé, Dudley.
El gigante lanzó una risa sombría.
—Ese gordo pastel que es su hijo no necesita engordar más, Dursley, no se preocupe.
-Eso es muy cierto-apoyo Sirius- pero ya no hablen de comida por favor.
-Pero tío, si acabamos de comer, no es posible que tengas hambre- dijo con impresión la metamorfomaga.
-Nunca subestimes a mi primo Nymphadora- le recomendó su madre-más que estomago parece que tiene un precipicio sin fondo.
-Hey, que yo no elegí ser así- se defendió con dramatismo
-No, pero bien que gusta cierto- lo pico el castaño haciendo que lo viera mal
-Sirius- le hablo una chica rubia de su club de fans extendiéndole un pedazo de pastel de chocolate que había estado guardado, al parecer estaba esperado el momento para entregárselo.
-¡Ha gracias Ivonne!
- Karis - le corrigió la chica.
- Karis, eres muy amable- la mujer le sonrió sin que le importara que ni siquiera recordase su nombre.
Los que estaban cerca de él negaron con la cabeza al ver la actitud del animago, todos lo veían con reproche excepto una peli-rosa que no le apartaba la vista al pastel de chocolate que tenía el hombre en las manos.
-Dora- le hablo Remus que había comprendido su mirada y ahora le estaba dando un par de ranas de chocolate que tenía guardadas.
-Hay gracias Remus eres mi salvación- dijo dándole un beso en la mejilla y habiendo la cajita de una de las ranas de chocolate.
-¡Impresionante!- exclamo James llamando la atención de todo el mundo- Remus cuida de sus chocolates como un dragón cuida a sus huevos, es un milagro que se desprendiera de su tesoro así nada más.
Remus miro mal a su amigo por su comentario al tiempo que muchas chicas enviaban una mirada envenenada a la metamorfomaga, aunque el animago solo lo había dicho para bromear a su compañero, era cierto que el castaño nunca le compartía de sus chocolates a sus amigos y mucho menos lo hacía con alguna de ellas, y eso las llenaba de celos.
Le sirvió las salchichas a Harry, el cual estaba tan hambriento que pensó que nunca había probado algo tan maravilloso, pero todavía no podía quitarle los ojos de encima al gigante. Por último, como nadie parecía dispuesto a explicar nada, dijo:
—Lo siento, pero todavía sigo sin saber quién es usted.
El gigante tomó un sorbo de té y se secó la boca con el dorso de la mano.
—Llámame Hagrid —contesto—. Todos lo hacen. Y como te dije, soy el guardián de las llaves de Hogwarts. Ya lo sabrás todo sobre Hogwarts, por supuesto.
—Pues... yo no... —dijo Harry
-Lógico- comento Lily con molestia
Hagrid parecía impresionado.
—Lo lamento —dijo rápidamente Harry
-Ellos son los que deberían lamentarlo- comento Hagrid un poco molesto,
— ¿Lo lamento? —preguntó Hagrid, volviéndose a mirar a los Dursley, que retrocedieron hasta quedar ocultos por las sombras—. ¡Ellos son los que tienen que disculparse! Sabía que no estabas recibiendo las cartas, pero nunca pensé que no supieras nada de Hogwarts. ¿Nunca te preguntaste dónde lo habían aprendido todo tus padres?
-El tercer susto de la noche- comentaron los hermanos Prewett
-Al parecer no vas a cambiar mucho en el futuro Hagrid- comentó James al notar que dijo lo mismo.
Por su parte la profesora McGonagall (del pasado) tuvo un pequeño instante de incomodidad, era cierto que el guardabosques era una buena persona con un corazón de oro, pero ese gusto que tenía por animales extraños y peligroso,  además de su mal habito de soltar comentarios y hablar de mas era verdaderos problemas, esperaba que al menos en eso si haya cambiado o quien sabe que podría pasar.
— ¿El qué? —preguntó Harry
—¿EL QUÉ? —bramó Hagrid—. ¡Espera un segundo!
Se puso de pie de un salto. En su furia parecía llenar toda la habitación. Los Dursley estaban agazapados contra la pared.
-Ese el cuarto susto de la noche a ese paso le tendrás que pagar a Remus- comentó con alegría Lily.
-Gracias por tu apoyo pelirroja.
-De nada-respondió con simpleza.
— ¿Me van a decir —rugió a los Dursley— que este muchacho, ¡este muchacho!, no sabe nada... sobre NADA?
Harry pensó que aquello iba demasiado lejos. Después de todo, había ido al colegio y sus notas no eran tan malas.
—Yo sé algunas cosas —dijo—. Puedo hacer cuentas y todo eso.
 Todos se comenzaron a reír al escucharlo.- no creo que se refiera a eso- dijeron algunos.
Pero Hagrid simplemente agito la mano.
—Me refiero a nuestro mundo Tu mundo. Mi mundo. El mundo de tus padres.
—¿Qué mundo?
Hagrid lo miró como si fuera a estallar.
—¡DURSLEY! —bramó.
Tío Vernon, que estaba muy pálido, susurró algo que sonaba como mimblewimble. Hagrid, enfurecido, contempló a Harry.
—Pero tú tienes que saber algo sobre tu madre y tu padre —dijo—. Quiero decir, ellos son famosos. Tú eres famoso.
James sonrió con arrogancia pero después se convirtió en una expresión de tristeza, siempre le gusto la fama, pero la razón por lo que lo era en ese momento no era apara estar alardeando.
— ¿Cómo? ¿Mi madre y mi padre... eran famosos? ¿En serio?
—No sabías... no sabías... —Hagrid se pasó los dedos por el pelo, clavándole una mirada de asombro—. ¿De verdad no sabes lo que ellos eran? —dijo por último.
De pronto, tío Vernon recuperó la voz
—¡Deténgase! —ordenó—. ¡Deténgase ahora mismo, señor! ¡Le prohíbo que le diga nada al muchacho!
-Veamos si puede impedirlo- ciento Remus.
-Imponte Hagrid, ese tipo no es rival para ti- lo animo Ted.
Un hombre más valiente que Vernon Dursley se habría acobardado ante la mirada furiosa que le dirigió Hagrid. Cuando éste habló, temblaba de rabia.
—¿No se lo ha dicho? ¿No le ha hablado sobre el contenido de la carta que Dumbledore le dejó? ¡Yo estaba allí! ¡Vi que Dumbledore la dejaba, Dursley! ¿Y se la ha ocultado durante todos estos años?
-Creo que tendré que ser un poco más persuasivo, claro, si es que no logramos cambiar el futuro- pensó Dumbledore sin entender todavía porque su yo futuro actuó tan conservadoramente con ese chico.
— ¿Qué es lo que me han ocultado? —dijo Harry en tono anhelante.
-Eso es Harry, esfuérzate por saber la verdad, se tan terco como tu madre… auch- su novia le dio un golpe en la cabeza.
-Aquí el terco eres tu- le reclamo la joven- siempre molestando aunque que te den una negativa.
-Y tú siempre negando cuando yo te proponía algo- se defendió el azabache- y mira como terminamos.
-Lo que demuestra que tú eres más terco, porque yo termine cediendo- contraataco ella y ante eso su novio no supo que más decir.
-Y el punto es para Lily- comento Remus como si estuviera narrando un encentro de lucha.
-¿Y cuál es la cuenta de sus peleas del día?- pegunto Sirius.
-4 a favor de Lily, 2 a favor de James y un empate- recito el licántropo.
-¿Cuentan quién gana cada una de las peleas que tenemos?- se impresiono el azabache que no sabía eso de sus amigos.
-Sí, lo hacemos desde cuarto año, y debo decir hermano que te lleva demasiada ventaja- aseguro canuto con una sonrisa de burla.
El aludido miro mal a sus amigos mientras estos se reían divertidos, y la pelirroja ponía una sonrisa arrógate solo para fastidiar un poco a su novio.
— ¡DETÉNGASE! ¡SE LO PROHÍBO! —rugió tío Vernon aterrado.
Tía Petunia dejó escapar un gemido de horror.
—Voy a romperles la cabeza —dijo Hagrid—. Harry debes saber que eres un mago.
-Muy directo- dijo Arthur- de esa forma no te creerá Hagrid.
-Sí, te falto un poquito de tacto- apoyo Lily.
Se produjo un silencio en la cabaña. Sólo podía oírse el mar y el silbido del viento.
—¿Que soy qué? —dijo Harry con voz entrecortada.
—Un mago —respondió Hagrid, sentándose otra vez en el sofá, que crujió y se hundió—. Y muy bueno, debo añadir, en cuanto te hayas entrenado un poco. Con unos padres como los tuyos ¿qué otra cosa podías ser? Y creo que ya es hora de que leas la carta.
Harry extendió la mano para coger, finalmente, el sobre amarillento, dirigido, con tinta verde esmeralda al «Señor H. Potter, El Suelo de la Cabaña en la Roca, El Mar». Sacó la carta y leyó:
-¡¡Por fin!!- gritaron los merodeadores y los gemelos.
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Director: Albus Dumbledore
(Orden de Merlín, Primera Clase,
Gran Hechicero, Jefe de Magos,
Jefe Supremo, Confederación
Internacional de Magos).
Querido señor Potter:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.
Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.
Muy cordialmente, Minerva McGonagall
Directora adjunta
Las preguntas estallaban en la cabeza de Harry como fuegos artificiales, y no sabía cuál era la primera. Después de unos minutos, tartamudeó:
— ¿Qué quiere decir eso de que esperan mi lechuza?
-Valla, sí que tiene en orden sus prioridades- comento el animago ganándose un golpe de los Potter.
—Gorgonas galopantes, ahora me acuerdo —dijo Hagrid, golpeándose la frente con tanta fuerza como para derribar un caballo. De otro bolsillo sacó una lechuza, una gran pluma y un rollo de pergamino. Con la lengua entre los dientes, escribió una nota que Harry pudo leer al revés.
Querido señor Dumbledore:
Entregué a Harry su carta. Lo llevo mañana a comprar sus cosas.
El tiempo es horrible. Espero que usted esté bien.
Hagrid
Hagrid enrolló la nota y se la dio a la lechuza, que la cogió con el pico. Después fue hasta la puerta y lanzó a la lechuza en la tormenta. Entonces volvió y se sentó, como si aquello fuera tan normal como hablar por teléfono.
-Es que para nosotros si es normal- comento Andrómeda sin poder evitarlo.
-En lo personal yo quisiera saber cómo funciona ese telecono- comento con emoción un pelirrojo.
-Arthur no es momento para eso- le reclamo su esposa
-Si querida.
Harry se dio cuenta de que tenía la boca abierta y la cerró rápidamente.
—¿Por dónde iba? —dijo Hagrid. Pero en aquel momento tío Vernon, todavía con el rostro color ceniza, pero muy enfadado, se acercó a la chimenea.
—Él no irá —dijo.
Hagrid gruñó.
—Me gustaría ver a un gran muggle como usted deteniéndolo a él —dijo.
—¿Un qué? —preguntó interesado Harry
-Un muggle, una persona sin magia- contesto Lily.
-He cariño, te das cuenta que le estas respondiendo a un libro-comento con cuidado su novio.
La chica le envió una mirada fulminante pero no dijo nada ya que tenía razón.
—Un muggle —respondió Hagrid—. Es como llamamos a la gente «no-mágica» como ellos. Y tuviste la mala suerte de crecer en una familia de los más grandes muggles que haya visto.
—Cuando lo adoptamos, juramos que íbamos a detener toda esa porquería —dijo tío Vernon—. ¡Juramos que la íbamos a sacar de él! ¡Un mago, ni más ni menos!
—¿Vosotros lo sabíais? —preguntó Harry—. ¿Vosotros sabíais que yo era... un mago?
-Por supuesto que lo sabía- gritaron muchos.
— ¡Saber! —chilló de pronto tía Petunia—. ¡Saber! ¡Por supuesto que lo sabíamos! ¿Cómo no ibas a serlo, siendo lo que era mi condenada hermana?
Todos la que la conocían bufaron ante eso
Oh, ella recibió una carta como ésta de ese... ese colegio, y desapareció, y volvía a casa para las vacaciones con los bolsillos llenos de ranas, y convertía las tazas de té en ratas.
-¿Cómo podías hacer eso?- preguntaron intrigados Sirius Fabián y Gideon.
-A los que tiene padres muggles les permiten hacer magia unos días para demostrarle el avance a  nuestros padres- comento con simpleza.
Yo era la única que la veía tal como era: ¡una monstruosidad! Pero para mi madre y mi padre, oh no, para ellos era «Lily hizo esto» y «Lily hizo esto otro». ¡Estaban orgullosos de tener una bruja en la familia!
Se detuvo para respirar profundamente y luego continuó. Parecía que hacía años que deseaba decir todo aquello.
—Luego conoció a ese Potter en el colegio y se fueron y se casaron y te tuvieron a ti, y por supuesto que yo sabía que ibas a ser igual, igual de raro, un... un anormal.
Una gran cantidad de gritos maldiciones e insultos se dejaron escuchar por todo el largo y ancho del gran comedor, incluso algunos profesores se escudaron con el ruido para expresas sus propios improperios. Después de casi diez minutos que tardaron en calmarse regresaron a la lectura.
¡Y luego, como si no fuera poco, hubo esa explosión y nosotros tuvimos que quedarnos contigo!
Harry se había puesto muy pálido. Tan pronto como recuperó la voz, preguntó:
—¿Explosión? ¡Me dijisteis que habían muerto en un accidente de coche!
—¿ACCIDENTE DE COCHE? —rugió Hagrid dando un salto, tan enfadado que los Dursley volvieron al rincón—. ¿Cómo iban a poder morir Lily y James Potter en un accidente de coche? ¡Eso es un ultraje! ¡Un escándalo! ¡Que Harry Potter no conozca su propia historia, cuando cada chico de nuestro mundo conoce su nombre!
—Pero ¿por qué? ¿Qué sucedió? —preguntó Harry con tono de apremio.
-Hay Hagrid, siempre hablando más de la cuenta- comentó por lo bajo la profesora McGonagall, al parecer todo seguía igual.
La furia se desvaneció del rostro de Hagrid. De pronto parecía nervioso.
—Nunca habría esperado algo así —dijo en voz baja y con aire preocupado—. No tenía ni idea. Cuando Dumbledore me dijo que podía tener problemas para llegar a ti, no sabía que sería hasta este punto. Ah, Harry, no sé si soy la persona apropiada para decírtelo, pero alguien debe hacerlo. No puedes ir a Hogwarts sin saberlo.
Lanzó una mirada despectiva a los Dursley.
Todos se preguntaban qué le contaría la joven Potter, todos habían escuchado de parte de Dumbledore la confianza que este le tenía, pero o creían que supiera toda la historia, por otra parte, eso desvelaría un poco más el misterio que rodeaba la caída de Voldemort y del bebe que en su momento era Harry.
—Bueno, es mejor que sepas todo lo que yo puedo decirte... porque no puedo decírtelo todo. Es un gran misterio, al menos una parte...
Se sentó, miró fijamente al fuego durante unos instantes, y luego continuó.
—Comienza, supongo, con... con una persona llamada... pero es increíble que no sepas su nombre, todos en nuestro mundo lo saben...
—¿Quién?
—Bueno... no me gusta decir el nombre si puedo evitarlo. Nadie lo dice.
—¿Por qué no?
-Por cobardía-dijeron algunos
-Por ignorancia- dijeron otros
-Por precaución- pensó Alastor.
—Gárgolas galopantes, Harry, la gente todavía tiene miedo. Vaya, esto es difícil. Mira, estaba ese mago que se volvió... malo. Tan malo como te puedas imaginar. Peor. Peor que peor. Su nombre era...
Hagrid tragó, pero no le salía la voz.
—¿Quiere escribirlo? —sugirió Harry.
—No... no sé cómo se escribe. Está bien... Voldemort. —Hagrid se estremeció al igual que muchos de los estaban oyendo la historia.
-El pequeño cornamenta logo lo que nosotros nunca pudimos- cemento Sirius.
-Ese es mi pequeño- lo alabo James.
-No tienen ni idea– peso la profesora McGonagall del futuro recordando las hazañas de su estudiante.
No me lo hagas repetir. De todos modos, este... este mago, hace unos veinte años, comenzó a buscar seguidores. Y los consiguió. Algunos porque le tenían miedo, otros sólo querían un poco de su poder, porque él iba consiguiendo poder. Eran días negros, Harry. No se sabía en quién confiar, uno no se animaba a hacerse amigo de magos o brujas desconocidos... Sucedían cosas terribles. Él se estaba apoderando de todo. Por supuesto, algunos se le opusieron y él los mató. Horrible. Uno de los pocos lugares seguros era Hogwarts. Hay que considerar que Dumbledore era el único al que Quien-tú-sabes temía. No se atrevía a apoderarse del colegio, no entonces, al menos.
La descripción que leían en el libro los alertaba a todos, aun cuando se tratara de la época que estaban viviendo no lo podían creer, la situación era difícil pero no hasta ese punto como lo describía el hombretón, solo algunos en el gran comedor supieron en verdad porque había tanta diferencia entre lo que vivían y lo que se leía, y la respuesta era que muy pronto la situación iba a empeorar.
»Ahora bien, tu madre y tú padre eran la mejor bruja y el mejor mago que yo he conocido nunca. ¡En su época de Hogwarts eran los primeros! Supongo que el misterio es por qué Quien-tú-sabes nunca había tratado de ponerlos de su parte... Probablemente sabía que estaban demasiado cerca de Dumbledore para querer tener algo que ver con el Lado Oscuro.
-Aunque no estuviéramos cerca de Dumbledore, nunca no uniríamos a él- dijo despectivamente la pelirroja haciendo que sus amigos asintieran.
»Tal vez pensó que podía persuadirlos... O quizá simplemente quería quitarlos de en medio. Lo que todos saben es que él apareció en el pueblo donde vosotros vivíais, el día de Halloween, hace diez años. Tú tenías un año. Él fue a vuestra casa y... y...
Lily y James se abrazaron fuertemente el uno al otro, aun no asimilaban que morirían y peor aún, que dejarían a su pequeño hijo a su suerte, teniendo que vivir con esos remedos de personas a los que tenía que llamar tíos.
De pronto, Hagrid sacó un pañuelo muy sucio y se sonó la nariz con un sonido como el de una corneta.
—Lo siento —dijo—. Pero es tan triste... pensar que tu madre y tu padre, la mejor gente del mundo que podrías encontrar...
Le mandaron miradas agradecidas al guardabosque, quien a igual que el del libro estaba llorando por recordar tan lamentable suceso.
»Quien-tú-sabes los mató. Y entonces... y ése es el verdadero misterio del asunto... también trató de matarte a ti. Supongo que quería hacer un trabajo limpio, o tal vez, para entonces, disfrutaba matando. Pero no pudo hacerlo. ¿Nunca te preguntaste cómo te hiciste esa marca en la frente? No es un corte común. Sucedió cuando una poderosa maldición diabólica te tocó. Fue la que terminó con tu madre, tu padre y la casa, pero no funcionó contigo, y por eso eres famoso, Harry. Nadie a quien él hubiera decidido matar sobrevivió, nadie excepto tú, y eso que acabó con algunas de las mejores brujas y de los mejores magos de la época (los McKinnons, los Bones, los Prewetts...)
-¡¡NO!!- grito Molly al escucharlo.
-Tam… también nosotros Gideon
-Así parece Fabián- los dos estaban sorprendidos.
 Y tú eras muy pequeño. Pero sobreviviste.
Algo muy doloroso estaba sucediendo en la mente de Harry. Mientras Hagrid iba terminando la historia, vio otra vez la cegadora luz verde con más claridad de lo que la había recordado antes y, por primera vez en su vida, se acordó de algo más, de una risa cruel, aguda y fría.
-Oh por merlín- exclamaron Lily, Molly y Andrómeda, las tres eran madres y no podían creer ni mucho menos soportar que un niño cargara con ese peso.
Hagrid lo miraba con tristeza.
—Yo mismo te saqué de la casa en ruinas, por orden de Dumbledore. Y te llevé con esta gente...
—Tonterías —dijo tío Vernon.
Harry dio un respingo. Casi había olvidado que los Dursley estaban allí. Tío Vernon parecía haber recuperado su valor. Miraba con rabia a Hagrid y tenía los puños cerrados.
-Veamos cuanto le dura su valor-comento canuto.
—Ahora escucha esto, chico —gruñó—: acepto que haya algo extraño acerca de ti, probablemente nada que unos buenos golpes no curen.
-Eso es imposible, no le pueden quitar la magia a un mago- increparon Remus y varios profesores.
Y todo eso sobre tus padres... Bien, eran raros, no lo niego y, en mi opinión, el mundo está mejor sin ellos... Recibieron lo que buscaban, al mezclarse con esos brujos... Es lo que yo esperaba: siempre supe que iban a terminar mal...
-Esos malditos muggles- increpo la profesora McGonagall- como se atreve a decir tales cosas.
-Y más enfrente de un niño se solo once años- apoyo Andrómeda
-Ustedes, espero que hagan algo bueno con ese maldito- le dijo Molly a sus hermanos.
-Descuida hermanita, ya tenemos algo en mente- aseguraron mientras apretaban los puños.
-Entonces agréguenla al pergamino- dijo Sirius pasándoles el papel después de que él, Remus, James Lily y Dora agregaran un par de cosas.
Pero en aquel momento Hagrid se levantó del sofá y sacó de su abrigo un paraguas rosado. Apuntando a tío Vernon, como con una espada, dijo:
—Le prevengo, Dursley, le estoy avisando, una palabra más y...
Ante el peligro de ser alanceado por la punta de un paraguas empuñado por un gigante barbudo, el valor de tío Vernon desapareció otra vez. Se aplastó contra la pared y permaneció en silencio.
-El quinto susto- comento Nymphadora.- aquí se define todo, uno más y Remus gana
—Así está mejor —dijo Hagrid, respirando con dificultad y sentándose otra vez en el sofá, que aquella vez se aplastó hasta el suelo.
Harry, entre tanto, todavía tenía preguntas que hacer, cientos de ellas.
—Pero ¿qué sucedió con Vol... Perdón, quiero decir con Quién-usted-sabe?
-Esa es una buena pregunta- hablo Alastor interesado.
-No tienes que temerle al nombre mi niño- dijo por lo bajo Lily viendo el ibro.
—Buena pregunta, Harry Desapareció. Se desvaneció. La misma noche que trató de matarte. Eso te hizo aún más famoso. Ése es el mayor misterio, sabes... Se estaba volviendo más y más poderoso... ¿Por qué se fue?
»Algunos dicen que murió. No creo que le quede lo suficiente de humano para morir. Otros dicen que todavía está por ahí, esperando el momento, pero no lo creo. La gente que estaba de su lado volvió con nosotros. Algunos salieron como de un trance. No creen que pudieran volver a hacerlo si él regresara.
-Excepto aquellos que solo fingieron salir del trance- comento de nuevo Alastor pero está viendo fijamente a Malfoy, lo conocía lo suficiente como para saber que estaría dentro de ese grupo que solo fingiría arrepentimiento.
-Parece que Alastor ya lo tiene en la mira- le dijo Sirius a sus amigos que asintieron con alegría.
»La mayor parte de nosotros cree que todavía está en alguna parte, pero que perdió sus poderes. Que está demasiado débil para seguir adelante. Porque algo relacionado contigo, Harry, acabó con él. Algo sucedió aquella noche que él no contaba con que sucedería, no sé qué fue, nadie lo sabe... Pero algo relacionado contigo lo confundió.
Lily escuchaba todo sin poder evitar preguntarse que fue aquello que salvo a su pequeño de tan trágico final, y si eso lo podría volver a proteger en caso que fuera necesario. Por su parte Dumbledore presenciaba el comportamiento de sus estudiantes, aunque no conocía los detales de lo ocurrido aquella noche, creía saber qué fue lo que protegió al pequeño Harry.
Hagrid miró a Harry con afecto y respeto, pero Harry, en lugar de sentirse complacido y orgulloso, estaba casi seguro de que había una terrible equivocación. ¿Un mago? ¿Él? ¿Cómo era posible?
-Es lógico que se sienta así, incluso yo tuve dificultades para créelo aun cuando la profesora McGonagall me lo explico con detalle- menciono Lily
Había estado toda la vida bajo los golpes de Dudley y el miedo que le inspiraban tía Petunia y tío Vernon. Si realmente era un mago, ¿por qué no los había convertido en sapos llenos de verrugas cada vez que lo encerraban en la alacena? Si alguna vez derrotó al más grande brujo del mundo, ¿cómo es que Dudley siempre podía pegarle patadas como si fuera una pelota?
-Ese maldito hijo de…- increpo James al tiempo que sus amigos lo sujetaban y le quitaban la varita, cuando se molestaba tenía la mala costumbre de romper y tirar todo lo que tenía enfrente.
Aun cuando también estuviera indignada la pelirroja se acercó a su novio y logro calmarlo con un par de besos, se volvieron a sentar lo más cerca que podían jugando con el cabello del otro para relajarse.
—Hagrid —dijo con calma—, creo que está equivocado. No creo que yo pueda ser un mago.
Para su sorpresa, Hagrid se rió entre dientes.
—No eres un mago, ¿eh? ¿Nunca haces que sucedan cosas cuando estás asustado o enfadado?
Harry contempló el fuego. Si pensaba en ello... todas las cosas raras que habían hecho que sus tíos se enfadaran con él, habían sucedido cuando él, Harry, estaba molesto o enfadado: perseguido por la banda de Dudley, de golpe se había encontrado fuera de su alcance; temeroso de ir al colegio con aquel ridículo corte de pelo, éste le había crecido de nuevo y, la última vez que Dudley le pegó, ¿no se vengó de él, aunque sin darse cuenta de que lo estaba haciendo? ¿No le había soltado encima la boa constrictor?
-Sin duda hacia muchas cosas- comento Fabián.
-Si eran más impresionantes de lo que nosotros hacíamos- le siguió Gideon.
-Ese chico realmente tiene una gran cantidad de magia- dijo Alastor con una siniestra sonrisa- será un gran mago después de que se entrena adecuadamente.
Harry miró de nuevo a Hagrid, sonriendo, y vio que el gigante lo miraba radiante.
—¿Te das cuenta? —dijo Hagrid—. Conque Harry Potter no es un mago... Ya verás, serás muy famoso en Hogwarts.
Pero tío Vernon no iba a rendirse sin luchar.
—¿No le hemos dicho que no irá? —dijo con desagrado—. Irá a la escuela secundaria Stonewall y nos dará las gracias por ello. Ya he leído esas cartas y necesitará toda clase de porquerías: libros de hechizos, varitas y...
-Claro que no, su lugar se encentra en Hogwarts- reclamaron varios profesores a quienes les gustaría tener al chico en sus clases.
—Si él quiere ir, un gran muggle como usted no lo detendrá —gruñó Hagrid—. ¡Detener al hijo de Lily y James Potter para que no vaya a Hogwarts! Está loco. Su nombre está apuntado casi desde que nació. Irá al mejor colegio de magia del mundo. Siete años allí y no se conocerá a sí mismo. Estará con jóvenes de su misma clase, lo que será un cambio. Y estará con el más grande director que Hogwarts haya tenido: Albus Dumbled...
—¡NO VOY A PAGAR PARA QUE ALGÚN CHIFLADO VIEJO TONTO LE ENSEÑE TRUCOS DE MAGIA! —gritó tío Vernon.
-Oh no, no debió decir eso- dijo Remus.
-Cierto, está dentro de las cinco cosas que nunca debes hacer-apoyaron sus amigos y todos los que sabían de que hablaban asintieron.
Pero aquella vez había ido demasiado lejos. Hagrid empuñó su paraguas y lo agitó sobre su cabeza.
—¡NUNCA... —bramó— INSULTE-A-ALBUS-DUMBLEDORE-EN-MI-PRESENCIA!
Agitó el paraguas en el aire para apuntar a Dudley. Se produjo un relámpago de luz violeta, un sonido como de un petardo, un agudo chillido y, al momento siguiente, Dudley saltaba, con las manos sobre su gordo trasero, mientras gemía de dolor. Cuando les dio la espalda, Harry vio una rizada cola de cerdo que salía a través de un agujero en los pantalones.
Las risas inundaron el gran comedor después de leer esa parte, los gemelos Prewett y los merodeadores son los que reían con mayor intensidad, con esfuerzo tomaron el pergamino donde anotaban sus bromas y tacharon una de ellas, por desgracia para ellos Hagrid se les había adelantado.
Tío Vernon rugió. Empujó a tía Petunia y a Dudley a la otra habitación, lanzó una última mirada aterrorizada a Hagrid y cerró con fuerza la puerta detrás de ellos.
Hagrid miró su paraguas y se tiró de la barba.
—No debería enfadarme —dijo con pesar—, pero a lo mejor no ha funcionado. Quise convertirlo en un cerdo, pero supongo que ya se parece mucho a un cerdo y no había mucho por hacer.
Las risas se duplicaron con el comentario del semi gigante.
-En serio Hagrid eso fue genial- comento James.
-Cierto, digno de cualquiera de nosotros no Fabián
-Ciertamente Gideon- apoyo secano una lágrima.
-Al fin alguien le da su merecido a eso muggle- hablo Lupin cando termino de reír- y por cierto Sirius paga- su amigo lo vio extrañado- ese fue el sexto susto de la noche así que perdiste.
-¿Qué?, hay no es justo lunático, por qué no mejor…
-Ya deja de dar excusas y de actuar como princesa- le reclamo divertido- paga- ordeno. De mala gana el hombre saco los diez galeones que había apostado y se los entregó al castaño- fue un placer hacer negocios contigo.
-Si como sea, de cualquier forma ese dinero ni me hacía falta- dijo el animago.
-Pues que mejor, así pude usarlo para comprar más chocolate que después me puedo robar- comento la peli rosa alegre.
-Nymphadora que modales son esos- le riño su madre haciéndola reír.
Pero lo que no vieron fueron las miradas asesinas que el club de fans del castaño le lanzo a la joven cuando vieron que ese cometario había hecho reír tan abiertamente a su objeto de admiración.
Miró de reojo a Harry, bajo sus cejas pobladas.
—Te agradecería que no le mencionaras esto a nadie de Hogwarts —dijo—. Yo... bien, no me está permitido hacer magia, hablando estrictamente. Conseguí permiso para hacer un poquito, para que te llegaran las cartas y todo eso... Era una de las razones por las que quería este trabajo...
—¿Por qué no le está permitido hacer magia? —preguntó Harry.
Lily tomo el pergamino donde ella asía sus anotaciones personales y escribió unas cuotas palabras más.-no es bueno ser tan curioso- murmuro la joven.
—Bueno... yo fui también a Hogwarts y, si he de ser franco, me expulsaron. En el tercer año. Me rompieron la varita en dos. Pero Dumbledore dejó que me quedara como guardabosques. Es un gran hombre.
— ¿Por qué lo expulsaron?
A pelirroja negó con la cabeza mitad molesta mitad divertida. Tendría mucho trabajo para educar a ese pequeño como era debido.
—Se está haciendo tarde y tenemos muchas cosas que hacer mañana —dijo Hagrid en voz alta—. Tenemos que ir a la ciudad y conseguirte los libros y todo lo demás.
Se quitó su grueso abrigo negro y se lo entregó a Harry
—Puedes taparte con esto —dijo—. No te preocupes si algo se agita. Creo que todavía tengo lirones en un bolsillo.
-¿Lirones, es sus bolsillos?- comentó un chico de Ravenclaw
-Tenía una lechuza viva en sus bolsillo, que te sorprende- corearon los gemelos.
-Muy bien eso es suficiente por hoy, todo el mundo a dormir- ordeno Dumbledore ante la satisfacciones de unos y molestia de otros.
-Pero profesor usted dijo que el tiempo afuera estaría detenido, yo digo que continuemos con la lectura- reclamo James que fue apoyado por muchos de sus compañeros.
-El tiempo estará congelado, pero el cansancio persiste joven Potter- exclamo el director- estos libros están aquí para aprender de ellos y evitar las calamidades que se avecinan, hasta el más insignificante detalle en ellos puede marcar la diferencia entre la victoria y la derrota, no nos podemos dar el lujo de dejar cosas que pueden ser trascendentales solo porque nuestras mentes y cuerpos se encuentren agotados.
Después del discurso del profesor nadie más reclamo nada, los alumnos fueron saliendo del comedor directo a sus salas comunes excepto el “grupo selecto” que se acercó a la puerta de la sala de menesteres que acababa de aparecer.
Como horas antes se los había dicho Dumbledore el cuarto estaba muy diferente, ahora era una sala circular donde se encontraban un gran número de puertas, cada uno tenía un letreo que señalaba de quien era el cuarto, los Weasley, los gemelos Prewett, los Malfoy Remus, Dora (así decía el letrero de su habitación) los Tonks y así sucesivamente. Cada uno fue entrando a su habitación admirándose de lo bien equipada que estaba, Lily estaba a punto de entrar en su cuarto cuando.
-Lily espera- James le estaba hablando.
-Sí ¿qué ocurre?- le pregunto
-he nada importante, es solo que tú sabes- estaba un poco nervioso- podríamos dormir juntos- la joven enrojeció notablemente.
-¿Do… dormir juntos?- repitió con cierto nerviosismo.
-Si bueno, ya sabes, somos novios, nos vamos  casar, tendremos un hijo, qué más da que durmamos juntos- platico- no pasara nada indebido entre nosotros, claro a no ser que tú quieras- termino en su tono seductor.
-Compórtate Potter- le reprendió con severidad caminado el tramo que faltaba para llegar a su puerta. La abrió y entro a su habitación, pero antes de serrarla no pudo preguntar en el mismo tono seductor de su futuro esposo- ¿no vas a venir?

El azabache que pensó que su propuesta había sido rechazada se sorprendió al oír eso, pero sin dudar un segundo fue directo al cuarto cerrando la puerta tras de él al tiempo que la puerta que decía James Potter desaparecía (pues ya no la necesitaban) y el letrero que decía Lily Evans cambiaba para decir ahora Lily y James Potter.

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