martes, 3 de noviembre de 2015

Capítulo 63.- La invitación




-Bien, el siguiente capítulo se titula La invitación- leyó alto y claro Seamus, nuevamente un título que no les decía nada de lo que ocurriría, pero ya estaban acostumbrados, sin duda conforme avanzaran el título tomaría significado.

Los tres Dursley ya se encontraban sentados a la mesa cuando Harry llegó a la cocina. Ninguno de ellos levantó la vista cuando él entró y se sentó. El rostro de tío Vernon, grande y colorado, estaba oculto detrás de un periódico sensacionalista, y tía Petunia cortaba en cuatro trozos un pomelo, con los labios fruncidos contra sus dientes de conejo.

-¿Un pomelo?- repitió Sirius.

-Parte de la dieta de Dudley- exclamo Harry.

-Jaja, ese gordinflón se lo merece- volvió a decir el animago suponiendo el enorme suplicio que el chico debería tener después de tanto que debió de comer hasta el momento.

Dudley parecía furioso, y daba la sensación de que ocupaba más espacio del habitual, que ya es decir, porque él siempre abarcaba un lado entero de la mesa cuadrada.

Eso sorprendió a algunos pero a otros les dio gracia pensar que un chico pudiera llegar hasta tal nivel.

Cuando tía Petunia le puso en el plato uno de los trozos de pomelo sin azúcar con un temeroso «Aquí tienes, Dudley, cariñín», él la miró ceñudo.

-Huy, le tiene miedo a ese gordo monstruo, muy comprensible debo decir- comentó Fabián.

-Quitarle la comida a un tragón como ese sería peligroso para cualquiera- agrego Gideon en burla.

Su vida se había vuelto bastante más desagradable desde que había llegado con el informe escolar de fin de curso.

Como de costumbre, tío Vernon y tía Petunia habían logrado encontrar disculpas para las malas notas de su hijo:

-Si sigue como en el primer libro deben ser excusas muy estúpidas- espeto Hermione.

-Es deprimente que como padres hagan algo como eso- apoyo Rose, le molestaba como trataban a Harry sí, pero también como le molestaba como ellos malcriaban a Dudley.

Tía Petunia insistía siempre en que Dudley era un muchacho de gran talento incomprendido por sus profesores, en tanto que tío Vernon aseguraba que no quería «tener por hijo a uno de esos mariquitas empollones».

Varios resoplidos se dejaron escuchar en ese momento, como era posible que fueran tan idiotas hasta con su propio hijo.

Tampoco dieron mucha importancia a las acusaciones de que su hijo tenía un comportamiento violento. («¡Es un niño un poco inquieto, pero no le haría daño a una mosca!», dijo tía Petunia con lágrimas en los ojos.)

-No es sorpresa que el idiota de su hijo sea como es- espeto Sirius- es así por culpa de esos imbéciles, aunque eso no le quita completamente lo idiota.

Pero al final del informe había unos bien medidos comentarios de la enfermera del colegio que ni siquiera tío Vernon y tía Petunia pudieron soslayar. Daba igual que tía Petunia lloriqueara diciendo que Dudley era de complexión recia, que su peso era en realidad el propio de un niñito saludable, y que estaba en edad de crecer y necesitaba comer bien:

-Eso podría tráele muchos problemas de salud, es que no son capaces de comprender que está mal- exclamo Marlene.

El caso era que los que suministraban los uniformes ya no tenían pantalones de su tamaño.

Eso provocó una buena cantidad de risas al escuchar ese comentario, como era posible que un chico engordara tanto como para que ya no tuvieran ropa que pudiera quedarle.

La enfermera del colegio había visto lo que los ojos de tía Petunia (tan agudos cuando se trataba de descubrir marcas de dedos en las brillantes paredes de su casa o de espiar las idas y venidas de los vecinos) sencillamente se negaban a ver: que, muy lejos de necesitar un refuerzo nutritivo, Dudley había alcanzado ya el tamaño y peso de una ballena asesina joven.

Los bromistas no pudieron evitar carcajearse de semejante comparación mientras que los jóvenes de la tercera generación se sorprendían, ellos conocían a Dudley por unas pocas visitas y si era robusto, pero nada como lo que describían en ese momento. Seamus continuó leyendo como el chico realizo su rabieta solo para que después vaciaran el frigorífico de todo lo que le gustaba llenándolos de frutas y verduras.

Para que Dudley no lo llevara tan mal, tía Petunia había insistido en que toda la familia siguiera el régimen.

Eso apago las risas de los bromistas demasiado rápido, suponían lo que eso quería decir y no sería nada bueno para Harry.

En aquel momento le sirvió su trozo de pomelo a Harry, quien notó que era mucho más pequeño que el de Dudley. A juzgar por las apariencias, tía Petunia pensaba que la mejor manera de levantar la moral a Dudley era asegurarse de que, por lo menos, podía comer más que Harry.

-¡Pero que se cree esa maldita!- espeto con indignación Lily de inmediato- no tiene derecho de hacerle eso a mi hijo,

-Él está muy delgado, no es correcto que lo pongan a dieta por esa estupidez- apoyo de inmediato Molly igual de indignada

Pero tía Petunia no sabía lo que se ocultaba bajo la tabla suelta del piso de arriba. No tenía ni idea de que Harry no estaba siguiendo el régimen.

Eso sorprendió y complació a algunos, en especial a los merodeadores y los demás bromistas, que consideraban ese tipo de actitud muy divertida.

En cuanto éste se había enterado de que tenía que pasar el verano alimentándose de tiras de zanahoria, había enviado a Hedwig a casa de sus amigos pidiéndoles socorro, y ellos habían cumplido maravillosamente:

-Eso cachorro, tú no tienes por qué seguirles la corriente a esos idiotas- festejo Sirius.

-Me molesta decirlo, pero en esta ocasión estoy de acuerdo con él- agrego Lily, la ida de Harry ya era demasiado dura como para agregar algo como eso.

Hedwig había vuelto de casa de Hermione con una caja grande llena de cosas sin azúcar para picar (los padres de Hermione eran dentistas)

-Hubiera querido enviar algo mejor pero…

-No importa castaña- le interrumpió Sirius- eso es mejor que nada, y sin duda es mejor que lo que esa jirafa le daba, sin ofender- se disculpó volteando a ver a Lily.

-Descuida- le reto importa la pelirroja, aunque si le afectaba la actitud de su hermana para con su hijo.

Hagrid, el guardabosque de Hogwarts, le había enviado una bolsa llena de bollos de frutos secos hechos por él (Harry ni siquiera los había tocado: ya había experimentado las dotes culinarias de Hagrid);

-Perdón por eso Hagrid- se disculpó Harry.

-Descuida no hay problema- le aseguró el semi gigante.

-La comida de Hagrid es casi imposible de comer para cualquiera, ni siquiera yo sería capaz de auch- grito Sirius ante el pellizco que le propinaba Marlene por su alta de tacto.

En cuanto a la señora Weasley, le había enviado a la lechuza de la familia, Errol, con un enorme pastel de frutas y pastas variadas.

-Gracias por cuidar de nuestro hijo Molly- le dijo con total sinceridad James a la mujer.

-Me hubiera gustado poder hacer algo mejor por él- agrego la señora Weasley.

-Eso será suficiente por ahora, ya cuando valla a su casa podrás rellenarlo de comida todo lo que quieras- dijo Sirius otra vez comenzando a exasperar a algunos.

El pobre Errol, que era viejo y débil, tardó cinco días en recuperarse del viaje. Y luego, el día de su cumpleaños (que los Dursley habían pasado olímpicamente por alto), había recibido cuatro tartas estupendas enviadas por Ron, Hermione, Hagrid y Sirius.

-Hay, pero que bueno soy, hasta me tome el tiempo de conseguirle una tarta a mi ahijado…

-¡Por todos los cielos Sirius!- exclamo Remus- no crees que ya has hablado suficiente para un día entero- le rebatió el licántropo.

-Ha ya tranquilízate lunático- dijo el oji gris levantando las manos, pero inmediatamente después puso una sonrisa en su rosto, era como si hubiera estado esperando que su amigo se exasperara con él por alguna razón- cielos, cualquiera diría que estarías menos gruñón después de tu noche de pasión con mi sobrina- agrego.

Cabe decir que eso detuvo momentáneamente la lectura, las miradas se posaron sobre los aludidos, algunos estaban impresionados, algunas jóvenes del pasado no p odian creerlo, algunas por el hecho que alguien se atreviera a estar con un licántropo de esa manera, pero la mayoría de ellas no podían negar aun sabiendo su condición les hubiera gustado en la posición de la chica peli rosa. Otros por su parte estaban sonrientes, los del futuro que los conocían se sentían felices de que se estuvieran relacionando bien, aunque claro, la versión de Sirius Black no es necesariamente objetiva.

Por su parte Remus y Dora estaban terriblemente sonrojados, para la metamorfomaga era más evidente claro está, por la pena que sentía inclino la cabeza y evito las miradas de todos jugueteando con el pequeño Teddy. Remus por su parte dejo de preguntarse cuando el mal nacido de su “amigo” los comenzaría a molestar con eso, y con Dora desentendiéndose de todo le tocaba a él encarar al bromista.

-Sirius, no pasó nada eso- le aseguro con firmeza Remus.

-Pero esta mañana saliste de la habitación con ojeras compañero, eso es muy sospechoso- atajo James.

-Eso no tiene relación alguna con lo que insinúan- respondió el castaño, él quería mucho a ese par por todo lo que habían hecho por él, pero en ocasiones como esas tenía una ganas de estrangularlos difícil de describir.

-No hay nada de malo que ustedes dos, “jugueteen” en las noches- agrego Sirius- pero la próxima vez dejen al pequeño Teddy con Dromeda, no creo que sea bueno para él que vea como practican para concebirlo.

-¡¡Sirius!!- grito Remus- ¡no pasó nada de eso, ya métetelo en la cabeza!

-Está bien, ustedes no tuvieron nada que ver-  exclamo Sirius- pero ¿podrían tener algo que ver después?- pregunto a continuación seguido de un profundo silencio, fue el primer momento en que Dora levanto la mirada y como muchos, esperaba la respuesta.

-Ya cierra la boca- espeto el oji miel.

La discusión había terminado, y aunque Sirius ya guardaba silencio Remus sabía que había perdido, el quería responder a la interrogante de su amigo con un rotundo “no”, pero simplemente fue incapaz de decirlo, no fue capaz de negar que él y Dora pudieran tener alguna relación después. Por su parte la peli rosa volvió a bajar la mirada para esconder una leve sonrisa que se dibujó en su rostro, una sonrisa que Teddy, Andrómeda, Ginny y Hermione consiguieron ver pese a los esfuerzos de la joven en ocultarlo.

Todavía le quedaban dos, y por eso, impaciente por tomarse un desayuno de verdad cuando volviera a su habitación, empezó a comerse el pomelo sin una queja.

Tío Vernon dejó el periódico a un lado con un resoplido de disgusto y observó su trozo de pomelo.

-Para la morsa con bigote también debe de ser difícil llevar la dieta- comento Gideon- de tal padre tal hijo.

-Y más porque también le hace falta la dieta- apoyo Fabián- por suerte el joven Potter tiene sus reservas, sino la situación seria mala.

— ¿Esto es el desayuno? —preguntó de mal humor a tía Petunia.

Ella le dirigió una severa mirada y luego asintió con la cabeza, mirando de forma harto significativa a Dudley, que había terminado ya su parte de pomelo y observaba el de Harry con una expresión muy amarga en sus pequeños ojos de cerdito.

-No se atrevió a quítatelo ¿o sí?- pregunto Lily.

-No importa pelirroja, el cachorro tiene su propia comida, que más da que ese gordo…

-Eso no importa Sirius, no es cuestión de que Harry no necesite ese mísero pedazo de fruta, es cosa de principios- le respondió Lily.

Tío Vernon lanzó un intenso suspiro que le alborotó el poblado bigote y cogió la cuchara.

Llamaron al timbre de la puerta. Tío Vernon se levantó con mucho esfuerzo y fue al recibidor. Veloz como un rayo, mientras su madre preparaba el té, Dudley le robó a su padre lo que le quedaba de pomelo.

La risa se hizo presente en más de uno de los oyentes..

-Parece un animal dispuesto a saltar sobre cualquier cosa que parezca comida- dijo Fred entre sus risas.

-Vez hermano, por eso te decía que no era necesario hacer algo tan elaborado- le dijo George.

-Sí, tenías razón hermanito- le concedió su gemelo.

-¿De qué están hablando?- les pregunto inquisitiva Molly. Harry y Ron por su parte suponían de qué hablaban por lo que reían modestamente.

-Ya lo veras mamá- le respondió George con una sonrisa, aunque suponía que cuando llegaran a esa parte no tendría tantos motivos para estar riendo.

Harry oyó un murmullo en la entrada, a alguien riéndose y a tío Vernon respondiendo de manera cortante. Luego se cerró la puerta y oyó rasgar un papel en el recibidor.

Todos se preguntaban que podría haber ocurrido, si bien era un hombre que tenía una pésima actitud les sorprendía que tratara mal a una persona cuando siempre intentaba parecer lo más normal que le fuera posible.

Tía Petunia posó la tetera en la mesa y miró a su alrededor preguntándose dónde se había metido tío Vernon. No tardó en averiguarlo: regresó un minuto después, lívido.

—Tú —le gritó a Harry—. Ven a la sala, ahora mismo.

-¿Y ahora que quiere con mi hijo?- exclamo con molestia Lily.

Desconcertado, preguntándose qué demonios había hecho en aquella ocasión, Harry se levantó, salió de la cocina detrás de tío Vernon y fue con él hasta la habitación contigua. Tío Vernon cerró la puerta con fuerza detrás de ellos.

-Esto no será bueno- comentó Albus- ese maldito está enojado con papá por alguna razón.

-Si, como si necesitar una excusa para fastidiar a tu padre- agrego Scorpius.

-Eso puede ser cierto, pero en esa ocasión si tenía una “excusa”- comentó Harry- ya lo verán de lo que halo.

—Vaya —dijo, yendo hasta la chimenea y volviéndose hacia Harry como si estuviera a punto de pronunciar la sentencia de su arresto—. Vaya.

A Harry le hubiera encantado preguntar « ¿Vaya qué?»

Snape resoplo, eso era tan parecido a James, él sin duda diría algo como eso, y al mismo tempo recordaba lo que el mismo tuvo que pasar en su vida. Por su parte el azabache mayor estaba sonriendo con cierta egoncentria.

Pero no juzgó prudente poner a prueba el humor de tío Vernon tan temprano, y menos teniendo en cuenta que éste se encontraba sometido a una fuerte tensión por la carencia de alimento.


-Las personas que siempre han comido lo que han querido son peligrosas cuando tiene hambre- comento Harry con media sonrisa volteando a ver a Ron, sin duda aludiendo a esos meses que vivieron como fugitivos.

-Cuanto tiempo me lo recordaras- le pregunto por lo bajo Ron, pero su amigo solo sonrió.

Así que decidió adoptar una expresión de cortés desconcierto.

—Acaba de llegar esto —dijo tío Vernon, blandiendo ante Harry un trozo de papel de color púrpura—. Una carta. Sobre ti.

El desconcierto de Harry fue en aumento. ¿Quién le escribiría a tío Vernon sobre él? ¿Conocía a alguien que enviara cartas por correo?

-La única posible seria Hermione, pero no creo que ella tenga razones para escribirle a esa bestia- comento Kingsley

-Fue una carta de la señora Weasley- aclaro Harry para que dejaran de especular.

-Bueno, está claro que no le gustaría recibir la carta de un mago, aun cuando sea por correo muggle- comento Lily, pero ellos aún no conocían toda la historia.

Tío Vernon miró furioso a Harry; luego bajó los ojos al papel y empezó a leer:

Estimados señor y señora Dursley:

No nos conocemos personalmente, pero estoy segura de que Harry les habrá hablado mucho de mi hijo Ron.

-Si, como si esos les importaran saber de los amigos de Harry- exclamo Ron.

-O de cualquier cosa que le pasa en su vida- agrego Rose.

Como Harry les habrá dicho, la final de los Mundiales de quidditch tendrá lugar el próximo lunes por la noche, y Arthur, mi marido, acaba de conseguir entradas de primera clase gracias a sus conocidos en el Departamento de Deportes y Juegos Mágicos.

-Tengo a varios amigos en ese departamento, son muy útiles en casos como esos- comento Arthur.

-Pero no vendría mal que tuvieras amigos en otros departamentos cuñado- comento Gideon.

-Los tengo- le respondió el pelirrojo

-Así, como por ejemplo quien- le interrogo Fabián.

-Bueno están…

-Eso no es de importancia en este momento- les dijo Molly solicitándole a Seamus con la mirada que continuara.

Espero que nos permitan llevar a Harry al partido, ya que es una oportunidad única en la vida. Hace treinta años que Gran Bretaña no es la anfitriona de la Copa y es extraordinariamente difícil conseguir una entrada.

-Más les vale que lo dejen ir, o si no…

-Bueno, no es como si pudiera hacer mucho abuelito- comento James “S”

-No, pero ahí estoy yo, un prófugo de la justicia podría serle de ayuda en ese momento- agrego Sirius.

-Harry es casi tan obsesivo como james en cuanto al quidditch, ya vera una forma de que lo dejen ir- aseguro Remus.

Nos encantaría que Harry pudiera quedarse con nosotros lo que queda de vacaciones de verano y acompañarlo al tren que lo llevará de nuevo al colegio.

-Eso sería bueno para todos ellos- comento Dora- Harry no le gusta estar con ellos y esos no lo le gusta tener a Harry.

-Sus vidas serian mejores entre más pronto Harry este con aquellos que lo quieren- agregó Teddy.

Sería preferible que Harry nos enviara la respuesta de ustedes por el medio habitual, ya que el cartero muggle nunca nos ha entregado una carta y me temo que ni siquiera sabe dónde vivimos.

Esperando ver pronto a Harry, se despide cordialmente

Molly Weasley

En ese momento Harry adquirió un aspecto que indicaba que trataba de contener una risa, lo cual sorprendió a más de uno de los presentes.

P. D.: Espero que hayamos puesto bastantes sellos.

Esa simple oración fue suficiente para vencer las defensas del azabache que soltó una tremenda carcajada que dejo sorprendidos, (y un poco asustados) a sus familiares y compañeros.

-Exactamente ¿cuál es el chiste cacharro?- le interrogo Sirius.

-Ya lo veras, pero no estoy seguro que lo entiendas- respondió el chico, como Sirius era hijo de magos no sabía que tanto sabría dl correo muggle, al fin y al cabo, era un tema totalmente intranscendente por lo nunca tocaron un tema similar cuando estaba vivo.

Tío Vernon terminó de leer, se metió la mano en el bolsillo superior y sacó otra cosa.

—Mira esto —gruñó.

Levantó el sobre en que había llegado la carta, y Harry tuvo que hacer un esfuerzo para contener la risa. Todo el sobre estaba cubierto de sellos salvo un trocito, delante, en el que la señora Weasley había consignado en letra diminuta la dirección de los Dursley.

Los nacidos de padres muggle y aquellos que eran más entendidos en cuanto a las costumbres muggles comenzaron a reír pero de una forma más discreta que Harry hace unos momentos. Los demás que no conocían de esos temas no entendían bien la situación, pero por las risas parecía que si eran demasiados sellos.

Por su parte Molly adquirió un tono rojo en sus mejillas mientras que Arthur la abrazaba para tatar de aminorar su vergüenza, todo indicaba que había cometido un error bastante evidente.

-¿Ustedes viven en Ottery St. Catchpole no?- pregunto Lily recordando las lecturas pasadas.

-Sí, vivimos a las afueras del pueblo- respondió la apenada Molly.

-Que buna memoria pelirroja, yo ya lo había olvidado- comento Sirius.

-Cállate- le dijo ella- de Ottery St. Catchpole a Little Whinging, creo con dos sellos serían suficientes, cuando mucho tres- le dijo con cortesía a la señora Weasley.

-Gracias, tratare de recordarlo- le respondió la mujer.

-Pero si cambiamos las cosas las cartas irán al Valle de Godric- agrego James, preferiría que fuera así a que Harry tuviera que vivir con esos, aunque lo ideal sería que Lily y Petunia pudieran romper esa barrera que lo separaba.

—Creo que sí que han puesto bastantes sellos —comentó Harry, como si cualquiera pudiera cometer el error de la señora Weasley.

Muchos rieron divertidos por la ironía del chico, aunque muchos sabían que eso solo le traería problemas con su iracundo tío.

Hubo un fulgor en los ojos de su tío.

—El cartero se dio cuenta —dijo entre sus dientes apretados—. Estaba muy interesado en saber de dónde procedía la carta. Por eso llamó al timbre. Daba la impresión de que le parecía divertido.

-A cualquiera le parecería divertido, pero ese maldito infeliz no tiene el mas mínimo sentido del humor- exclamo Albus.

-No creo que ese sea el lenguaje adecuado para ti- recrimino Molly- y tu- se volteo a ver a su hija.

-Reprendería a mi hijo si no pensara de la mima forma que él- dijo Ginny en defensa.

Harry no dijo nada. Otra gente podría no entender por qué tío Vernon armaba tanto escándalo porque alguien hubiera puesto demasiados sellos en un sobre, pero Harry había vivido demasiado tiempo con ellos para no comprender hasta qué punto les molestaba cualquier cosa que se saliera de lo ordinario. Nada los aterrorizaba tanto como que alguien pudiera averiguar que tenían relación (aunque fuera lejana) con gente como la señora Weasley.

-Ya quisieran tener algo que ver con personas como ellos- aseguro Kingsley- son unas de las mejores personas- los Weasley se sonrojaron un poco por el buen concepto en que todos parecían tenerlos.

Tío Vernon seguía mirando a Harry, que intentaba mantener su expresión neutra. Si no hacía ni decía ninguna tontería, podía lograr que lo dejaran asistir al mejor espectáculo de su vida.

-Espero que puedas hacer algo bueno- comento James- ojala tuvieras un poco más de mi forma de ser para “convencer” a los demás.

-Encontrara una forma cornamenta, es listo y astuto, seguro ideara algo- aseguro Sirius.

-Y aunque no lo hiciera, nosotros de cualquier forma iríamos por él- aseguró Fred.

-Sí, con más magos frente a ellos no se atreverían a oponerse- secundo George.

-O podrían pedirle el favor a Hagrid, después de su última visita dudo que se negaran a que Harry se fuera con él- comento Charlie.

-¡Eso es una gran idea!- comentaron los dos pares de gemelos y los bromistas.

-Aunque sería mejor que ustedes también estuvieran ahí- aseguro Fabián

-De otra manera no podrían ver la reacción de los Dursley- termino Gideon.

Esperó a que tío Vernon añadiera algo, pero simplemente seguía mirándolo. Harry decidió romper el silencio.

—Entonces, ¿puedo ir? —preguntó.

-Tal vez no sea muy bueno que tomes la iniciativa- comento Frank

-Pero tienen que empezar la conversación, de otra forma no encontrara la forma de disuadir a su tío- contradijo Alice.

Un ligero espasmo cruzó el rostro de tío Vernon, grande y colorado. Se le erizó el bigote. Harry creía saber lo que tenía lugar detrás de aquel mostacho: una furiosa batalla en la que entraban en conflicto dos de los instintos más básicos en tío Vernon.

-Dejar que se valla de su casa antes de tiempo o permitirle a Harry que haga algo divertido- comento Hermione a lo que muchos asintieron en conformidad, con esos cuatro libros ya todos tenían una idea como era es infeliz.

Permitirle marchar haría feliz a Harry, algo contra lo que tío Vernon había luchado durante trece años. Pero, por otro lado, dejar que se fuera con los Weasley lo que quedaba de verano equivalía a deshacerse de él dos semanas antes de lo esperado, y tío Vernon aborrecía tener a Harry en casa.

-Sería necesario que presionara en uno de ellos, convencerlo de que lo mejor es que se valla- comento Remus

-Sera un poco complicado- dijo Dora.

-Siempre queda la opción de meterle miedo con Sirius- agrego Ted- un padrino culpado por asesinato será más que suficiente.

-Además claro que se trata de un mago, eso empeora las cosas para él- apoyo Andrómeda.

Para ganar algo de tiempo, volvió a mirar la carta de la señora Weasley.

— ¿Quién es esta mujer? —inquirió, observando la firma con desagrado.

—La conoces —respondió Harry—. Es la madre de mi amigo Ron. Lo estaba esperando cuando llegamos en el expreso de Hog... en el tren del colegio al final del curso.

-Por poco y se te va la lengua- comento Hugo- no le gustaría que hablara del colegio

-Ni siquiera debería de ocultar esas cosas- aseguro Lily “L”, a ella siempre le fascinaba cuando sus padres y hermanos le platicaban del colegio al que pronto iría.

Había estado a punto de decir «expreso de Hogwarts», y eso habría irritado a tío Vernon. En casa de los Dursley no se podía mencionar el nombre del colegio de Harry.

Tío Vernon hizo una mueca con su enorme rostro como si tratara de recordar algo muy desagradable.

— ¿Una mujer gorda? —gruñó por fin

Arthur también gruño con molestia por la forma en que hablaba de su mujer, la señora Weasley trataba de tranquilizar a su esposo aun cuando ella misma se sintió algo ofendida por el comentario de Dursley.

-Un obeso como el no debería juzgar a los demás- aseguro Arthur después de medir sus palabras.

-Tranquilo hombre, le daremos una buena de tu parte también- le aseguro Sirius.

—. ¿Con un montón de niños pelirrojos?

-Nuestra mejor característica diría yo- comento Bill- gracias a ello nuestras parejas nos pueden encontrar con más facilidad- agregó viendo con cariño a Fleur.

-Como Harry que inconscientemente siempre ubicaba a Ginny- comento Ron.

-Lástima que a pesar de eso tardo tanto en decidirse a estar conmigo- comento Ginny.

-Bueno, técnicamente no lo hizo- comento Hermione- fuiste tú quien al final tomo la iniciativa para comenzar su relación.

-Bueno ya, si soy muy lento en esa cosas de acuerdo- exclamo Harry un poco avergonzado- y tú no te rías, que también fue Hermione quien dio el primer paso- agrego volteando al sonriente Ron a quien se le medio borro la sonrisa.

Harry frunció el entrecejo pensando que tenía gracia que tío Vernon llamara gordo a alguien cuando su propio hijo, Dudley, acababa de lograr lo que había estado intentando desde que tenía tres años: ser más ancho que alto.

-Una ambición que el también ha intentado cumplir durante toda su vida- comento Sirius.

-Sin duda cuando su hijo se valla a la escuela se pondrá a tragar todo lo que pueda- secundo James

Tío Vernon volvió a examinar la carta.

—Quidditch —murmuró entre dientes—, quidditch. ¿Qué demonios es eso?

Harry sintió una segunda punzada de irritación.

—Es un deporte —dijo lacónicamente— que se juega sobre esc...

— ¡Vale, vale! —interrumpió tío Vernon casi gritando.

-Si no quiere saber la respuesta no debería de preguntar para empezar- comento Marlene molesta- es evidente que todo lo que viene en la carta tiene que ver con magia.

Con cierta satisfacción, Harry observó que su tío tenía expresión de miedo. Daba la impresión de que sus nervios no aguantarían el sonido de las palabras «escobas voladoras» en la sala de estar.

-No creo que sea muy bueno presionar por ese lado, lo mejor sería evitar la mención de esos temas- comento Frank

-Solo respondía una pregunta- aseguro Harry.

-La idea de Frank sería buena- agrego Alastor- pero considero que lo mejor sería que pasara a la ofensiva, ser más agresivo.

-Propones que lo amenace de alguna forma, podría ser contraproducente- exclamo Frank

-No si sabe cómo utilizarlo a su favor- reitero ojo loco

Disimuló volviendo a examinar la carta. Harry descubrió que movía los labios formando las palabras «que nos enviara la respuesta de ustedes por el medio habitual».

— ¿Qué quiere decir eso de «el medio habitual»? —preguntó irritado.

-La respuesta le gustara mucho su respuesta- ironizo Marlene, es evidente que la respuesta a esa pregunta tenía que ver con cosas de mago.

—Habitual para nosotros —explicó Harry y, antes de que su tío pudiera detenerlo, añadió—: Ya sabes, lechuzas mensajeras. Es lo normal entre magos.

-Huy, un grave fallo joven Potter- comento Fred- eso sin duda molestara a ese infeliz.

-Pero como al final te dejaron ir entonces encontraste la forma de convencerlo- agrego George.

-Entonces si lo conseguiste- dijo con alegría James.

-Gracias por revelar parte de lo que leeremos después- ironizo Harry.

-Pero es algo sin importancia, no he revelado nada realmente importante- aseguro George- si dijera algo trascendental entonces deberías molestarte.

-Aunque claro, no importa que digamos algo importante antes de tiempo, al final lo sabrán todo- apoyo Fred.

Tío Vernon parecía tan ofendido como si Harry acabara de soltar una horrible blasfemia. Temblando de enojo, lanzó una mirada nerviosa por la ventana; parecía temeroso de ver a algún vecino con la oreja pegada al cristal.

-Como si todos fueran igual que ellos- exclamo Lily

— ¿Cuántas veces tengo que decirte que no menciones tu anormalidad bajo este techo? —dijo entre dientes. Su rostro había adquirido un tono ciruela vivo—. Recuerda dónde estás, y recuerda que deberías agradecer un poco esa ropa que Petunia y yo te hemos da...

-No les debe absolutamente nada- espeto la señora Weasley- no han hecho absolutamente para que se sienta agradecido con ellos.

-Lo sabemos querida, son solo unos hipócritas- le apoyo Arthur.

—Después de que Dudley la usó —lo interrumpió Harry con frialdad; de hecho, llevaba una sudadera tan grande para él que tenía que dar cinco vueltas a las mangas para poder utilizar las manos y que le caía hasta más abajo de las rodillas de unos vaqueros extremadamente anchos.

Los merodeadores se sentían orgullosos de que por fin Harry pudiera hacerle frente a Dursley, aun cuando suponían que eso le podría traer problemas después.

— ¡No consentiré que se me hable en ese tono! —exclamó tío Vernon, temblando de ira.

Pero Harry no pensaba resignarse. Ya habían pasado los tiempos en que se había visto obligado a aceptar cada una de las estúpidas disposiciones de los Dursley.

Esta vez fue el turno de ojo loco de sonreír, ya había puesto su ojo sobre el chico y consideraba que tenía un gran potencial como auror, y le gustaba cuando demostraba que sus suposiciones eran correctas, plantarle cara a sus problemas y mantenerse tranquilo eran cualidades preciadas en su opinión.

No estaba siguiendo el régimen de Dudley, y no se iba a quedar sin ir a los Mundiales de quidditch por culpa de tío Vernon si podía evitarlo. Harry respiró hondo para relajarse y luego dijo:

—Vale, no iré a los Mundiales. ¿Puedo subir ya a mi habitación? Tengo que terminar una carta para Sirius. Ya sabes... mi padrino.

-Y aquí entro yo- exclamo Sirius- espero que les infrinja el suficiente miedo como para que te dejen tranquilo.

-Lo ara, ya nos enteremos que si consigue disuadirlo de dejarlo ir- comento Marlene.

-Ha si es cierto- concedió Sirius- es satisfactorio que por fin no nos den evasivas con algo que queremos saber.

Lo había hecho, había pronunciado las palabras mágicas. Vio cómo la colorada piel de tío Vernon palidecía a ronchas, dándole el aspecto de un helado de grosellas mal mezclado.

—Le... ¿le vas a escribir, de verdad? —dijo tío Vernon, intentando aparentar tranquilidad.

-Debe de tener cuidado con su respuesta- comento Andrómeda- no querrá que ese maldito le impida enviarle una carta a Sirius.

-No se lo ha impedido antes, porque lo haría ahora- comento Ted.

-Si amenaza con escribirle que valla podría tener motivos para querer impedirlo- comento Victoire- ella tiene razón debe de pensar muy bien lo que dirá a continuación.

Pero Harry había visto cómo se le contraían de miedo los diminutos ojos.

—Bueno, sí... —contestó Harry, como sin darle importancia—. Hace tiempo que no ha tenido noticias mías y, bueno, si no le escribo puede pensar que algo va mal.

-Eso es lo suficientemente manipulador como para que ese idiota acepte sus condiciones- comento Draco

-Y sí que lo dijo bien- secundo Scorpius- no lo amenazo con pedirle que fuera, lo amenazo con que iría si no le escribía.

- Lo aria con gusto, no les vendría mal un ajuste de actitud- aseguro Sirius.

Se detuvo para disfrutar el efecto de sus palabras. Casi podía ver funcionar los engranajes del cerebro de tío Vernon debajo de su grueso y oscuro cabello peinado con una raya muy recta. Si intentaba impedir que Harry escribiera a Sirius, éste pensaría que lo maltrataban. Si no lo dejaba ir a los Mundiales de quidditch, Harry se lo contaría a Sirius, y Sirius sabría que lo maltrataban.

-Quedo acorralado- aseguro Alastor- por esa razón es bueno tomar la iniciativa y realizar un ataque.

-Por mi estoy satisfecho- aseguró James- no solo atrapaste a ese tipo sino que también conseguiste ir a los mundiales- agrego- recuerdo cuando yo fui a uno.

-Pero ahí dijeron que hace treinta años la final no se realizaba en Inglaterra- comento Albus- como es que tu…

-Mi padre me llevo a donde se realizaban, nos quedamos tres días uno previo y otro después- explico- a y Sirius también nos acompañó.

-Sí, papá Charlus siempre fue un gran hombre- aseguro el animago.

A tío Vernon sólo le quedaba una salida, y Harry pudo ver esa conclusión formársele en el cerebro como si el rostro grande adornado con el bigote fuera transparente. Harry trató de no reírse y de mantener la cara tan inexpresiva como le fuera posible.

Pero la mayoría de lo presentes en la lectura estaban sonriendo con complacencia, la mayoría de ellos no tenía relación alguna con el chico o la historia, pero ya se habían relacionado lo suficiente con la historia como para sentir una gran empatía con Harry.

Y luego...

—Bien, de acuerdo. Puedes ir a esa condenada... a esa estúpida... a esa Copa del Mundo. Escríbeles a esos... a esos Weasley para que vengan a recogerte, porque yo no tengo tiempo para llevarte a ningún lado.

-Además que nuestros medios de transporte son mucho más rápidos- comento Dora- son molestos en muchos sentidos pero más rápidos.

-Concuerdo- acepto Teddy- siempre hay algo molesto con nuestros transportes mágicos, yo me mareo mucho con la aparición.

-Sí, pero es divertido verte cuando lo haces- agrego Victoire- en especial porque tu cabello se pone verde oscuro- eso libero unas sonrías en los del futuro.

Y puedes pasar con ellos el resto del verano. Y dile a tu... tu padrino... dile... dile que vas.

—Muy bien —asintió Harry, muy contento.

-¡Victoria!- gritarlo con júbilo los bromistas seguidos de más gritos de festejos.

-¡¡Ya guarden silencio!!- grito con un más fuerza la profesora McGonagall- no es momento para que armen su alboroto.

-No, el momento será cundo Gryffindor gane la copa de quidditch- comento Frank.

-Si es que la ganan- agrego Scorpius.

-Hay, en verdad que en ocasiones eres muy molesto rubiecito- acuso Sirius.

-Lo sabemos- apoyo Rose- pero aun así tiene otros aspectos buenos.

Lo jóvenes del futuro se preguntaban cómo reaccionarían esos chicos cuando les informaran que ese año no habría partidos de quidditch, aunque la opción no fue menos emocionante, habría sido mejor si no hubiera ocurrido ese terrible incidente al final.

Se volvió y fue hacia la puerta de la sala, reprimiendo el impulso de gritar y dar saltos. Iba a... ¡Se iba con los Weasley! ¡Iba a presenciar la final de los Mundiales! En el recibidor estuvo a punto de atropellar a Dudley, que acechaba detrás de la puerta esperando oír una buena reprimenda contra Harry y se quedó desconcertado al ver su amplia sonrisa.

— ¡Qué buen desayuno!, ¿verdad? —Le dijo Harry—. Estoy lleno, ¿tú no?

-Buena broma, eso sin duda le molestara ese pequeño cerdo- comento James.

-Ballena cornamenta, recuerda que tiene el peso de una ballena bebe- le corrigió Sirius recordando lo antes leído.

-O si claro- dijo el azabache- pero de cualquier forma, por fin las cosas estan a favor de mi hijo- dijo con alegría.

Riéndose de la cara atónita de Dudley, Harry subió los escalones de tres en tres y entró en su habitación como un bólido.

Lo primero que vio fue que Hedwig ya había regresado. Estaba en la jaula, mirando a Harry con sus enormes ojos ambarinos y chasqueando el pico como hacía siempre que estaba molesta.

-¿Por qué estaría molesta?- comento Hugo- ahora no le han hecho nada.

-Fue por un visitante que llego- comento Harry- ya lo verán- agrego.

Harry no tardó en ver qué era lo que le molestaba en aquella ocasión.

— ¡Ay! —gritó.

Acababa de pegarle en un lado de la cabeza lo que parecía ser una pelota de tenis pequeña, gris y cubierta de plumas.

-Es la lechuza de Ron cierto- exclamo Frank- el mochuelo que el envió Sirius al final del tercer libro.

-Sería comprensible, a Errol y Hermes tampoco les agrada mucho la lechuza de Ron- comento Fred

-Me pregunto cómo estarán las demás aves en la lechuceria cuando vallan a Hogwarts- comento Charlie, tal parecía que a ninguna lechuza le agrada la actitud de Pig.

Harry se frotó con fuerza la zona dolorida al tiempo que intentaba descubrir qué era lo que lo había golpeado, y vio una lechuza diminuta, lo bastante pequeña para ocultarla en la mano, que, como si fuera un cohete buscapiés, zumbaba sin parar por toda la habitación.

-Siempre se pone a dar vuelta por toda la habitación- comento Ron- no entiendo de dónde saca tanta energía.

Harry se dio cuenta entonces de que la lechuza había dejado caer a sus pies una carta. Se inclinó para recogerla, reconoció la letra de Ron y abrió el sobre. Dentro había una nota escrita apresuradamente:

Harry: ¡MI PADRE HA CONSEGUIDO LAS ENTRADAS! Irlanda contra Bulgaria, el lunes por la noche. Mi madre les ha escrito a los muggles para pedirles que te dejen venir y quedarte. A lo mejor ya han recibido la carta, no sé cuánto tarda el correo muggle. De todas maneras, he querido enviarte esta nota por medio de Pig.

Cerdo en inglés-  comento un chico de Ravenclaw- quien le pone ese nombre a una lechuza

-Es un diminutivo, su nombre real es otro- atajo Ginny

-Sí, todo gracias a ti- le acuso Ron.

-Es un lindo nombre, el que tu no lo veas es otra cosa- se defendió la pelirroja.

-Lo dices tú que te quejas de tener nombre de un licor Ginebra- atajo.

-Ya basta- los detuvo Molly- no se peleen por coas insignificantes como esas, ya no son unos niños.

-Lo sentimos- dijeron al unísono los hermanos.

Harry reparó en el nombre «Pig», y luego observó a la diminuta lechuza que zumbaba dando vueltas alrededor de la lámpara del techo. Nunca había visto nada que se pareciera menos a un cerdo. Quizá no había entendido bien la letra de Ron. Siguió leyendo:

Seamus continuo leyendo la carta donde le aseguraba que irían por el aun cuando no le dieran permiso, menciono el nuevo trabajo de Percy en el ministerio y de la futuro llegada de Hermione a su casa.

-¿Tu iras?, pero si a ti no te gusta el quidditch castaña- dijo extrañado Sirius.

-No soy una fanática obsesiva como ustedes- aclaro Hermione ganándose miradas ofendidas de ellos- pero no detesto el juego, además de que como dicen, es un evento único.

-Además que sería del trio de oro si falta uno de ellos no- dijo medio en tono burlón Neville.

— ¡Cálmate! —dijo Harry a la pequeña lechuza, que revoloteaba por encima de su cabeza gorjeando como loca (Harry supuso que era a causa del orgullo de haber llevado la carta a la persona correcta) —. ¡Ven aquí! Tienes que llevar la contestación.

La lechuza revoloteó hasta posarse sobre la jaula de Hedwig, que le echó una mirada fría, como desafiándola a que se acercara más.

-En verdad que las lechugas son muy orgullosas verdad- comento con un poco de impresión Charlie- nunca me percate de algo así.

-Bueno, a ti siempre te gustaron los animales un poco más grandes que una lechuza hermanito- comento Bill.

-Y mucho más peligrosos- añadió de inmediato Molly, le molestaba que sus hijos que tuvieran esos trabajos tan peligrosos.

Harry volvió a coger su pluma de águila y un trozo de pergamino, y escribió:

Todo perfecto, Ron: los muggles me dejan ir. Hasta mañana a las cinco. ¡Me muero de impaciencia!

Harry

Plegó la nota hasta hacerla muy pequeña y, con inmensa dificultad, la ató a la diminuta pata de la lechuza, que aguardaba muy excitada.

-Era una nota pequeña y era más difícil porque se movía demasiado- comento Harry.

En cuanto la nota estuvo asegurada, la lechuza se marchó: salió por la ventana zumbando y se perdió de vista.

Harry se volvió hacia Hedwig.

— ¿Estás lista para un viaje largo? —le preguntó. Hedwig ululó henchida de dignidad.

— ¿Puedes hacerme el favor de llevar esto a Sirius? —le pidió, cogiendo la carta—. Espera: tengo que terminarla.

Seamus leyó la posada diciéndole que estaría en la casa de ron y que irían a los mundiales.

-Me decepcionaría que el hijo de mi mejor amigo no asistiera a un evento como ese- aseguro Sirius con una sonrisa burlona.

Una vez concluida la carta, la ató a una de las patas de Hedwig, que permanecía más quieta que nunca, como si quisiera mostrar el modo en que debía comportarse una lechuza mensajera.

Varios sonrieron por la actitud de la lechuza, a pesar de que sea un capitulo en a casa de los Dursley estaba resultado ser mejor que los anteriores.

—Estaré en casa de Ron cuando vuelvas, ¿de acuerdo? —le dijo Harry.

-Me pregunto dónde estará en ese momento Sirius- dijo Marlene- que tanto tendrá que volar para encontrarlo.

-La lechuza estará bien, porque no mejor admites que estas un poco preocupada por Sirius- dijo Alice.

-No tengo porque preocuparme por él, está justo aquí, no lo vez- señalo al oji gris a su lado.

-No a este, sino al del libro, o que, no me dirás que no te preocupaste por Sirius cuando casi le dan el beso en el libro anterior- reitero Alice.

-O cierra la boca- espeto la rubia tratando de no ver la risa burlona y de triunfo que de seguro debía tener en ese momento el animago.

Ella le pellizcó cariñosamente el dedo con el pico y, a continuación, con un zumbido, extendió sus grandes alas y salió volando por la ventana.

Harry la observó mientras desaparecía. Luego se metió debajo de la cama, tiró de la tabla suelta y sacó un buen trozo de tarta de cumpleaños. Se lo comió sentado en el suelo, disfrutando de la felicidad que lo embargaba: tenía tarta, mientras que Dudley sólo tenía pomelo; era un radiante día de verano; se iría de casa de los Dursley al día siguiente, la cicatriz ya había dejado de dolerle e iba a presenciar los Mundiales de quidditch. Era difícil, precisamente en aquel momento, preocuparse por algo. Ni siquiera por lord Voldemort.

-Es el final del capítulo- informo Seamus.

-Bien, continuemos con el siguiente- comento Fred con evidente emoción convocando el libro con su varita.

-Te vez muy emocionado para leer pelirrojo- comento Sirius viéndolo con curiosidad.

-Sí, es que creemos que es lo que pasara en el siguiente capítulo- dijo George con la mima emoción.

-Bueno, entonces comencemos de una vez- apremio James “S” que suponía que se aproximaba algo muy divertido.

5 comentarios:

  1. Me alegra de que mis buenas noches te llegaran a tiempo...
    Jajaja a ted se le pone el cabello verde cuando se marea jajaja me fasina las parejas que se estan formando no puedo esperar al martes siguiente.

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    1. Pues sí, fue muy oportuno jeje.
      Si, fue algo que se ocurrió en el momento, me pareció que podría ser divertido. Me alegra que te guste como se van desarrollando las parejas, la verdad es algo que en ocasiones se me complica plasmar.
      Gracias por tu comentario.
      Ya actualizo.

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  2. Estuvo genial el capitulo, sigue escribiendo así y gracias por poner esos momentos entre Remus y Tonks, que te confieso son mis favoritos, sobre todo cuando Sirius logra hacerlos enrojecer y hacer que Remus se quede sin palabras Eso sin duda no tiene precio
    . Espero con ansias el proximo capitulo. Ojalá que el martes llegue pronto.

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    1. Me alegra que te gustara.
      Ya lo he dicho antes, pero esa pareja es de mis favoritas y me gusta escribir de ellos, y siempre es divertido cuando acorralan al inteligente de Remus jeje.
      Pues ya llego el martes, así que ya actualizare.
      Gracias por tu comentario.

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  3. Sirius es de los mejores sonrojando personas uvu admirable! Formidable!(?)

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