-Bien, el
siguiente capítulo se titula La invitación- leyó alto y claro Seamus,
nuevamente un título que no les decía nada de lo que ocurriría, pero ya estaban
acostumbrados, sin duda conforme avanzaran el título tomaría significado.
Los tres Dursley ya se encontraban sentados a la mesa cuando Harry
llegó a la cocina. Ninguno de ellos levantó la vista cuando él entró y se
sentó. El rostro de tío Vernon, grande y colorado, estaba oculto detrás de un
periódico sensacionalista, y tía Petunia cortaba en cuatro trozos un pomelo,
con los labios fruncidos contra sus dientes de conejo.
-¿Un
pomelo?- repitió Sirius.
-Parte de
la dieta de Dudley- exclamo Harry.
-Jaja,
ese gordinflón se lo merece- volvió a decir el animago suponiendo el enorme
suplicio que el chico debería tener después de tanto que debió de comer hasta
el momento.
Dudley parecía furioso, y daba la sensación de que ocupaba más espacio
del habitual, que ya es decir, porque él siempre abarcaba un lado entero de la
mesa cuadrada.
Eso
sorprendió a algunos pero a otros les dio gracia pensar que un chico pudiera
llegar hasta tal nivel.
Cuando tía Petunia le puso en el plato uno de los trozos de pomelo sin
azúcar con un temeroso «Aquí tienes, Dudley, cariñín», él la miró ceñudo.
-Huy, le
tiene miedo a ese gordo monstruo, muy comprensible debo decir- comentó Fabián.
-Quitarle
la comida a un tragón como ese sería peligroso para cualquiera- agrego Gideon
en burla.
Su vida se había vuelto bastante más desagradable desde que había
llegado con el informe escolar de fin de curso.
Como de costumbre, tío Vernon y tía Petunia habían logrado encontrar
disculpas para las malas notas de su hijo:
-Si sigue
como en el primer libro deben ser excusas muy estúpidas- espeto Hermione.
-Es deprimente
que como padres hagan algo como eso- apoyo Rose, le molestaba como trataban a
Harry sí, pero también como le molestaba como ellos malcriaban a Dudley.
Tía Petunia insistía siempre en que Dudley era un muchacho de gran
talento incomprendido por sus profesores, en tanto que tío Vernon aseguraba que
no quería «tener por hijo a uno de esos mariquitas empollones».
Varios
resoplidos se dejaron escuchar en ese momento, como era posible que fueran tan
idiotas hasta con su propio hijo.
Tampoco dieron mucha importancia a las acusaciones de que su hijo
tenía un comportamiento violento. («¡Es un niño un poco inquieto, pero no le
haría daño a una mosca!», dijo tía Petunia con lágrimas en los ojos.)
-No es
sorpresa que el idiota de su hijo sea como es- espeto Sirius- es así por culpa
de esos imbéciles, aunque eso no le quita completamente lo idiota.
Pero al final del informe había unos bien medidos comentarios de la
enfermera del colegio que ni siquiera tío Vernon y tía Petunia pudieron
soslayar. Daba igual que tía Petunia lloriqueara diciendo que Dudley era de
complexión recia, que su peso era en realidad el propio de un niñito saludable,
y que estaba en edad de crecer y necesitaba comer bien:
-Eso
podría tráele muchos problemas de salud, es que no son capaces de comprender
que está mal- exclamo Marlene.
El caso era que los que suministraban los uniformes ya no tenían
pantalones de su tamaño.
Eso
provocó una buena cantidad de risas al escuchar ese comentario, como era
posible que un chico engordara tanto como para que ya no tuvieran ropa que
pudiera quedarle.
La enfermera del colegio había visto lo que los ojos de tía Petunia
(tan agudos cuando se trataba de descubrir marcas de dedos en las brillantes
paredes de su casa o de espiar las idas y venidas de los vecinos) sencillamente
se negaban a ver: que, muy lejos de necesitar un refuerzo nutritivo, Dudley
había alcanzado ya el tamaño y peso de una ballena asesina joven.
Los
bromistas no pudieron evitar carcajearse de semejante comparación mientras que
los jóvenes de la tercera generación se sorprendían, ellos conocían a Dudley
por unas pocas visitas y si era robusto, pero nada como lo que describían en
ese momento. Seamus continuó leyendo como el chico realizo su rabieta solo para
que después vaciaran el frigorífico de todo lo que le gustaba llenándolos de
frutas y verduras.
Para que Dudley no lo llevara tan mal, tía Petunia había insistido en
que toda la familia siguiera el régimen.
Eso apago
las risas de los bromistas demasiado rápido, suponían lo que eso quería decir y
no sería nada bueno para Harry.
En aquel momento le sirvió su trozo de pomelo a Harry, quien notó que
era mucho más pequeño que el de Dudley. A juzgar por las apariencias, tía
Petunia pensaba que la mejor manera de levantar la moral a Dudley era
asegurarse de que, por lo menos, podía comer más que Harry.
-¡Pero
que se cree esa maldita!- espeto con indignación Lily de inmediato- no tiene
derecho de hacerle eso a mi hijo,
-Él está
muy delgado, no es correcto que lo pongan a dieta por esa estupidez- apoyo de
inmediato Molly igual de indignada
Pero tía Petunia no sabía lo que se ocultaba bajo la tabla suelta del
piso de arriba. No tenía ni idea de que Harry no estaba siguiendo el régimen.
Eso
sorprendió y complació a algunos, en especial a los merodeadores y los demás
bromistas, que consideraban ese tipo de actitud muy divertida.
En cuanto éste se había enterado de que tenía que pasar el verano
alimentándose de tiras de zanahoria, había enviado a Hedwig a casa de sus
amigos pidiéndoles socorro, y ellos habían cumplido maravillosamente:
-Eso
cachorro, tú no tienes por qué seguirles la corriente a esos idiotas- festejo
Sirius.
-Me
molesta decirlo, pero en esta ocasión estoy de acuerdo con él- agrego Lily, la
ida de Harry ya era demasiado dura como para agregar algo como eso.
Hedwig había vuelto de casa de Hermione con una caja grande llena de
cosas sin azúcar para picar (los padres de Hermione eran dentistas)
-Hubiera
querido enviar algo mejor pero…
-No
importa castaña- le interrumpió Sirius- eso es mejor que nada, y sin duda es
mejor que lo que esa jirafa le daba, sin ofender- se disculpó volteando a ver a
Lily.
-Descuida-
le reto importa la pelirroja, aunque si le afectaba la actitud de su hermana
para con su hijo.
Hagrid, el guardabosque de Hogwarts, le había enviado una bolsa llena
de bollos de frutos secos hechos por él (Harry ni siquiera los había tocado: ya
había experimentado las dotes culinarias de Hagrid);
-Perdón
por eso Hagrid- se disculpó Harry.
-Descuida
no hay problema- le aseguró el semi gigante.
-La
comida de Hagrid es casi imposible de comer para cualquiera, ni siquiera yo
sería capaz de auch- grito Sirius ante el pellizco que le propinaba Marlene por
su alta de tacto.
En cuanto a la señora Weasley, le había enviado a la lechuza de la
familia, Errol, con un enorme pastel de frutas y pastas variadas.
-Gracias
por cuidar de nuestro hijo Molly- le dijo con total sinceridad James a la
mujer.
-Me
hubiera gustado poder hacer algo mejor por él- agrego la señora Weasley.
-Eso será
suficiente por ahora, ya cuando valla a su casa podrás rellenarlo de comida
todo lo que quieras- dijo Sirius otra vez comenzando a exasperar a algunos.
El pobre Errol, que era viejo y débil, tardó cinco días en recuperarse
del viaje. Y luego, el día de su cumpleaños (que los Dursley habían pasado
olímpicamente por alto), había recibido cuatro tartas estupendas enviadas por
Ron, Hermione, Hagrid y Sirius.
-Hay,
pero que bueno soy, hasta me tome el tiempo de conseguirle una tarta a mi
ahijado…
-¡Por
todos los cielos Sirius!- exclamo Remus- no crees que ya has hablado suficiente
para un día entero- le rebatió el licántropo.
-Ha ya
tranquilízate lunático- dijo el oji gris levantando las manos, pero
inmediatamente después puso una sonrisa en su rosto, era como si hubiera estado
esperando que su amigo se exasperara con él por alguna razón- cielos,
cualquiera diría que estarías menos gruñón después de tu noche de pasión con mi
sobrina- agrego.
Cabe
decir que eso detuvo momentáneamente la lectura, las miradas se posaron sobre
los aludidos, algunos estaban impresionados, algunas jóvenes del pasado no p
odian creerlo, algunas por el hecho que alguien se atreviera a estar con un
licántropo de esa manera, pero la mayoría de ellas no podían negar aun sabiendo
su condición les hubiera gustado en la posición de la chica peli rosa. Otros
por su parte estaban sonrientes, los del futuro que los conocían se sentían
felices de que se estuvieran relacionando bien, aunque claro, la versión de
Sirius Black no es necesariamente objetiva.
Por su
parte Remus y Dora estaban terriblemente sonrojados, para la metamorfomaga era
más evidente claro está, por la pena que sentía inclino la cabeza y evito las
miradas de todos jugueteando con el pequeño Teddy. Remus por su parte dejo de
preguntarse cuando el mal nacido de su “amigo” los comenzaría a molestar con
eso, y con Dora desentendiéndose de todo le tocaba a él encarar al bromista.
-Sirius,
no pasó nada eso- le aseguro con firmeza Remus.
-Pero
esta mañana saliste de la habitación con ojeras compañero, eso es muy
sospechoso- atajo James.
-Eso no
tiene relación alguna con lo que insinúan- respondió el castaño, él quería
mucho a ese par por todo lo que habían hecho por él, pero en ocasiones como
esas tenía una ganas de estrangularlos difícil de describir.
-No hay
nada de malo que ustedes dos, “jugueteen” en las noches- agrego Sirius- pero la
próxima vez dejen al pequeño Teddy con Dromeda, no creo que sea bueno para él
que vea como practican para concebirlo.
-¡¡Sirius!!-
grito Remus- ¡no pasó nada de eso, ya métetelo en la cabeza!
-Está
bien, ustedes no tuvieron nada que ver-
exclamo Sirius- pero ¿podrían tener algo que ver después?- pregunto a
continuación seguido de un profundo silencio, fue el primer momento en que Dora
levanto la mirada y como muchos, esperaba la respuesta.
-Ya
cierra la boca- espeto el oji miel.
La
discusión había terminado, y aunque Sirius ya guardaba silencio Remus sabía que
había perdido, el quería responder a la interrogante de su amigo con un rotundo
“no”, pero simplemente fue incapaz de decirlo, no fue capaz de negar que él y
Dora pudieran tener alguna relación después. Por su parte la peli rosa volvió a
bajar la mirada para esconder una leve sonrisa que se dibujó en su rostro, una
sonrisa que Teddy, Andrómeda, Ginny y Hermione consiguieron ver pese a los
esfuerzos de la joven en ocultarlo.
Todavía le quedaban dos, y por eso, impaciente por tomarse un desayuno
de verdad cuando volviera a su habitación, empezó a comerse el pomelo sin una
queja.
Tío Vernon dejó el periódico a un lado con un resoplido de disgusto y
observó su trozo de pomelo.
-Para la
morsa con bigote también debe de ser difícil llevar la dieta- comento Gideon-
de tal padre tal hijo.
-Y más
porque también le hace falta la dieta- apoyo Fabián- por suerte el joven Potter
tiene sus reservas, sino la situación seria mala.
— ¿Esto es el desayuno? —preguntó de mal humor a tía Petunia.
Ella le dirigió una severa mirada y luego asintió con la cabeza,
mirando de forma harto significativa a Dudley, que había terminado ya su parte
de pomelo y observaba el de Harry con una expresión muy amarga en sus pequeños
ojos de cerdito.
-No se
atrevió a quítatelo ¿o sí?- pregunto Lily.
-No
importa pelirroja, el cachorro tiene su propia comida, que más da que ese
gordo…
-Eso no
importa Sirius, no es cuestión de que Harry no necesite ese mísero pedazo de
fruta, es cosa de principios- le respondió Lily.
Tío Vernon lanzó un intenso suspiro que le alborotó el poblado bigote
y cogió la cuchara.
Llamaron al timbre de la puerta. Tío Vernon se levantó con mucho
esfuerzo y fue al recibidor. Veloz como un rayo, mientras su madre preparaba el
té, Dudley le robó a su padre lo que le quedaba de pomelo.
La risa
se hizo presente en más de uno de los oyentes..
-Parece
un animal dispuesto a saltar sobre cualquier cosa que parezca comida- dijo Fred
entre sus risas.
-Vez
hermano, por eso te decía que no era necesario hacer algo tan elaborado- le
dijo George.
-Sí,
tenías razón hermanito- le concedió su gemelo.
-¿De qué
están hablando?- les pregunto inquisitiva Molly. Harry y Ron por su parte
suponían de qué hablaban por lo que reían modestamente.
-Ya lo
veras mamá- le respondió George con una sonrisa, aunque suponía que cuando
llegaran a esa parte no tendría tantos motivos para estar riendo.
Harry oyó un murmullo en la entrada, a alguien riéndose y a tío Vernon
respondiendo de manera cortante. Luego se cerró la puerta y oyó rasgar un papel
en el recibidor.
Todos se
preguntaban que podría haber ocurrido, si bien era un hombre que tenía una
pésima actitud les sorprendía que tratara mal a una persona cuando siempre
intentaba parecer lo más normal que le fuera posible.
Tía Petunia posó la tetera en la mesa y miró a su alrededor
preguntándose dónde se había metido tío Vernon. No tardó en averiguarlo:
regresó un minuto después, lívido.
—Tú —le gritó a Harry—. Ven a la sala, ahora mismo.
-¿Y ahora
que quiere con mi hijo?- exclamo con molestia Lily.
Desconcertado, preguntándose qué demonios había hecho en aquella ocasión,
Harry se levantó, salió de la cocina detrás de tío Vernon y fue con él hasta la
habitación contigua. Tío Vernon cerró la puerta con fuerza detrás de ellos.
-Esto no
será bueno- comentó Albus- ese maldito está enojado con papá por alguna razón.
-Si, como
si necesitar una excusa para fastidiar a tu padre- agrego Scorpius.
-Eso
puede ser cierto, pero en esa ocasión si tenía una “excusa”- comentó Harry- ya
lo verán de lo que halo.
—Vaya —dijo, yendo hasta la chimenea y volviéndose hacia Harry como si
estuviera a punto de pronunciar la sentencia de su arresto—. Vaya.
A Harry le hubiera encantado preguntar « ¿Vaya qué?»
Snape
resoplo, eso era tan parecido a James, él sin duda diría algo como eso, y al
mismo tempo recordaba lo que el mismo tuvo que pasar en su vida. Por su parte
el azabache mayor estaba sonriendo con cierta egoncentria.
Pero no juzgó prudente poner a prueba el humor de tío Vernon tan
temprano, y menos teniendo en cuenta que éste se encontraba sometido a una
fuerte tensión por la carencia de alimento.
-Las
personas que siempre han comido lo que han querido son peligrosas cuando tiene
hambre- comento Harry con media sonrisa volteando a ver a Ron, sin duda
aludiendo a esos meses que vivieron como fugitivos.
-Cuanto
tiempo me lo recordaras- le pregunto por lo bajo Ron, pero su amigo solo
sonrió.
Así que decidió adoptar una expresión de cortés desconcierto.
—Acaba de llegar esto —dijo tío Vernon, blandiendo ante Harry un trozo
de papel de color púrpura—. Una carta. Sobre ti.
El desconcierto de Harry fue en aumento. ¿Quién le escribiría a tío
Vernon sobre él? ¿Conocía a alguien que enviara cartas por correo?
-La única
posible seria Hermione, pero no creo que ella tenga razones para escribirle a
esa bestia- comento Kingsley
-Fue una
carta de la señora Weasley- aclaro Harry para que dejaran de especular.
-Bueno,
está claro que no le gustaría recibir la carta de un mago, aun cuando sea por
correo muggle- comento Lily, pero ellos aún no conocían toda la historia.
Tío Vernon miró furioso a Harry; luego bajó los ojos al papel y empezó
a leer:
Estimados
señor y señora Dursley:
No nos
conocemos personalmente, pero estoy segura de que Harry les habrá hablado mucho
de mi hijo Ron.
-Si, como
si esos les importaran saber de los amigos de Harry- exclamo Ron.
-O de
cualquier cosa que le pasa en su vida- agrego Rose.
Como
Harry les habrá dicho, la final de los Mundiales de quidditch tendrá lugar el
próximo lunes por la noche, y Arthur, mi marido, acaba de conseguir entradas de
primera clase gracias a sus conocidos en el Departamento de Deportes y Juegos
Mágicos.
-Tengo a
varios amigos en ese departamento, son muy útiles en casos como esos- comento
Arthur.
-Pero no
vendría mal que tuvieras amigos en otros departamentos cuñado- comento Gideon.
-Los tengo-
le respondió el pelirrojo
-Así,
como por ejemplo quien- le interrogo Fabián.
-Bueno
están…
-Eso no
es de importancia en este momento- les dijo Molly solicitándole a Seamus con la
mirada que continuara.
Espero
que nos permitan llevar a Harry al partido, ya que es una oportunidad única en
la vida. Hace treinta años que Gran Bretaña no es la anfitriona de la Copa y es
extraordinariamente difícil conseguir una entrada.
-Más les
vale que lo dejen ir, o si no…
-Bueno,
no es como si pudiera hacer mucho abuelito- comento James “S”
-No, pero
ahí estoy yo, un prófugo de la justicia podría serle de ayuda en ese momento-
agrego Sirius.
-Harry es
casi tan obsesivo como james en cuanto al quidditch, ya vera una forma de que
lo dejen ir- aseguro Remus.
Nos
encantaría que Harry pudiera quedarse con nosotros lo que queda de vacaciones
de verano y acompañarlo al tren que lo llevará de nuevo al colegio.
-Eso
sería bueno para todos ellos- comento Dora- Harry no le gusta estar con ellos y
esos no lo le gusta tener a Harry.
-Sus
vidas serian mejores entre más pronto Harry este con aquellos que lo quieren-
agregó Teddy.
Sería
preferible que Harry nos enviara la respuesta de ustedes por el medio habitual,
ya que el cartero muggle nunca nos ha entregado una carta y me temo que ni
siquiera sabe dónde vivimos.
Esperando
ver pronto a Harry, se despide cordialmente
Molly
Weasley
En ese
momento Harry adquirió un aspecto que indicaba que trataba de contener una
risa, lo cual sorprendió a más de uno de los presentes.
P. D.:
Espero que hayamos puesto bastantes sellos.
Esa
simple oración fue suficiente para vencer las defensas del azabache que soltó
una tremenda carcajada que dejo sorprendidos, (y un poco asustados) a sus
familiares y compañeros.
-Exactamente
¿cuál es el chiste cacharro?- le interrogo Sirius.
-Ya lo
veras, pero no estoy seguro que lo entiendas- respondió el chico, como Sirius
era hijo de magos no sabía que tanto sabría dl correo muggle, al fin y al cabo,
era un tema totalmente intranscendente por lo nunca tocaron un tema similar
cuando estaba vivo.
Tío Vernon terminó de leer, se metió la mano en el bolsillo superior y
sacó otra cosa.
—Mira esto —gruñó.
Levantó el sobre en que había llegado la carta, y Harry tuvo que hacer
un esfuerzo para contener la risa. Todo el sobre estaba cubierto de sellos
salvo un trocito, delante, en el que la señora Weasley había consignado en
letra diminuta la dirección de los Dursley.
Los
nacidos de padres muggle y aquellos que eran más entendidos en cuanto a las
costumbres muggles comenzaron a reír pero de una forma más discreta que Harry
hace unos momentos. Los demás que no conocían de esos temas no entendían bien
la situación, pero por las risas parecía que si eran demasiados sellos.
Por su
parte Molly adquirió un tono rojo en sus mejillas mientras que Arthur la
abrazaba para tatar de aminorar su vergüenza, todo indicaba que había cometido
un error bastante evidente.
-¿Ustedes viven en Ottery St. Catchpole no?- pregunto Lily
recordando las lecturas pasadas.
-Sí, vivimos a las afueras del pueblo- respondió la apenada Molly.
-Que buna memoria pelirroja, yo ya lo había olvidado- comento
Sirius.
-Cállate- le dijo ella- de Ottery St. Catchpole a Little Whinging,
creo con dos sellos serían suficientes, cuando mucho tres- le dijo con cortesía
a la señora Weasley.
-Gracias, tratare de recordarlo- le respondió la mujer.
-Pero si cambiamos las cosas las cartas irán al Valle de Godric-
agrego James, preferiría que fuera así a que Harry tuviera que vivir con esos,
aunque lo ideal sería que Lily y Petunia pudieran romper esa barrera que lo
separaba.
—Creo que sí que han puesto bastantes sellos —comentó Harry, como si
cualquiera pudiera cometer el error de la señora Weasley.
Muchos
rieron divertidos por la ironía del chico, aunque muchos sabían que eso solo le
traería problemas con su iracundo tío.
Hubo un fulgor en los ojos de su tío.
—El cartero se dio cuenta —dijo entre sus dientes apretados—. Estaba
muy interesado en saber de dónde procedía la carta. Por eso llamó al timbre. Daba
la impresión de que le parecía divertido.
-A
cualquiera le parecería divertido, pero ese maldito infeliz no tiene el mas
mínimo sentido del humor- exclamo Albus.
-No creo
que ese sea el lenguaje adecuado para ti- recrimino Molly- y tu- se volteo a ver
a su hija.
-Reprendería
a mi hijo si no pensara de la mima forma que él- dijo Ginny en defensa.
Harry no dijo nada. Otra gente podría no entender por qué tío Vernon
armaba tanto escándalo porque alguien hubiera puesto demasiados sellos en un
sobre, pero Harry había vivido demasiado tiempo con ellos para no comprender
hasta qué punto les molestaba cualquier cosa que se saliera de lo ordinario.
Nada los aterrorizaba tanto como que alguien pudiera averiguar que tenían
relación (aunque fuera lejana) con gente como la señora Weasley.
-Ya
quisieran tener algo que ver con personas como ellos- aseguro Kingsley- son
unas de las mejores personas- los Weasley se sonrojaron un poco por el buen
concepto en que todos parecían tenerlos.
Tío Vernon seguía mirando a Harry, que intentaba mantener su expresión
neutra. Si no hacía ni decía ninguna tontería, podía lograr que lo dejaran
asistir al mejor espectáculo de su vida.
-Espero
que puedas hacer algo bueno- comento James- ojala tuvieras un poco más de mi
forma de ser para “convencer” a los demás.
-Encontrara
una forma cornamenta, es listo y astuto, seguro ideara algo- aseguro Sirius.
-Y aunque
no lo hiciera, nosotros de cualquier forma iríamos por él- aseguró Fred.
-Sí, con
más magos frente a ellos no se atreverían a oponerse- secundo George.
-O
podrían pedirle el favor a Hagrid, después de su última visita dudo que se
negaran a que Harry se fuera con él- comento Charlie.
-¡Eso es
una gran idea!- comentaron los dos pares de gemelos y los bromistas.
-Aunque
sería mejor que ustedes también estuvieran ahí- aseguro Fabián
-De otra
manera no podrían ver la reacción de los Dursley- termino Gideon.
Esperó a que tío Vernon añadiera algo, pero simplemente seguía
mirándolo. Harry decidió romper el silencio.
—Entonces, ¿puedo ir? —preguntó.
-Tal vez
no sea muy bueno que tomes la iniciativa- comento Frank
-Pero
tienen que empezar la conversación, de otra forma no encontrara la forma de
disuadir a su tío- contradijo Alice.
Un ligero espasmo cruzó el rostro de tío Vernon, grande y colorado. Se
le erizó el bigote. Harry creía saber lo que tenía lugar detrás de aquel
mostacho: una furiosa batalla en la que entraban en conflicto dos de los
instintos más básicos en tío Vernon.
-Dejar
que se valla de su casa antes de tiempo o permitirle a Harry que haga algo
divertido- comento Hermione a lo que muchos asintieron en conformidad, con esos
cuatro libros ya todos tenían una idea como era es infeliz.
Permitirle marchar haría feliz a Harry, algo contra lo que tío Vernon
había luchado durante trece años. Pero, por otro lado, dejar que se fuera con
los Weasley lo que quedaba de verano equivalía a deshacerse de él dos semanas
antes de lo esperado, y tío Vernon aborrecía tener a Harry en casa.
-Sería
necesario que presionara en uno de ellos, convencerlo de que lo mejor es que se
valla- comento Remus
-Sera un
poco complicado- dijo Dora.
-Siempre
queda la opción de meterle miedo con Sirius- agrego Ted- un padrino culpado por
asesinato será más que suficiente.
-Además
claro que se trata de un mago, eso empeora las cosas para él- apoyo Andrómeda.
Para ganar algo de tiempo, volvió a mirar la carta de la señora
Weasley.
— ¿Quién es esta mujer? —inquirió, observando la firma con desagrado.
—La conoces —respondió Harry—. Es la madre de mi amigo Ron. Lo estaba
esperando cuando llegamos en el expreso de Hog... en el tren del colegio al
final del curso.
-Por poco
y se te va la lengua- comento Hugo- no le gustaría que hablara del colegio
-Ni
siquiera debería de ocultar esas cosas- aseguro Lily “L”, a ella siempre le
fascinaba cuando sus padres y hermanos le platicaban del colegio al que pronto
iría.
Había estado a punto de decir «expreso de Hogwarts», y eso habría
irritado a tío Vernon. En casa de los Dursley no se podía mencionar el nombre del
colegio de Harry.
Tío Vernon hizo una mueca con su enorme rostro como si tratara de
recordar algo muy desagradable.
— ¿Una mujer gorda? —gruñó por fin
Arthur
también gruño con molestia por la forma en que hablaba de su mujer, la señora
Weasley trataba de tranquilizar a su esposo aun cuando ella misma se sintió
algo ofendida por el comentario de Dursley.
-Un obeso
como el no debería juzgar a los demás- aseguro Arthur después de medir sus
palabras.
-Tranquilo
hombre, le daremos una buena de tu parte también- le aseguro Sirius.
—. ¿Con un montón de niños pelirrojos?
-Nuestra
mejor característica diría yo- comento Bill- gracias a ello nuestras parejas
nos pueden encontrar con más facilidad- agregó viendo con cariño a Fleur.
-Como
Harry que inconscientemente siempre ubicaba a Ginny- comento Ron.
-Lástima
que a pesar de eso tardo tanto en decidirse a estar conmigo- comento Ginny.
-Bueno,
técnicamente no lo hizo- comento Hermione- fuiste tú quien al final tomo la
iniciativa para comenzar su relación.
-Bueno
ya, si soy muy lento en esa cosas de acuerdo- exclamo Harry un poco
avergonzado- y tú no te rías, que también fue Hermione quien dio el primer
paso- agrego volteando al sonriente Ron a quien se le medio borro la sonrisa.
Harry frunció el entrecejo pensando que tenía gracia que tío Vernon
llamara gordo a alguien cuando su propio hijo, Dudley, acababa de lograr lo que
había estado intentando desde que tenía tres años: ser más ancho que alto.
-Una
ambición que el también ha intentado cumplir durante toda su vida- comento
Sirius.
-Sin duda
cuando su hijo se valla a la escuela se pondrá a tragar todo lo que pueda-
secundo James
Tío Vernon volvió a examinar la carta.
—Quidditch —murmuró entre dientes—, quidditch. ¿Qué demonios es eso?
Harry sintió una segunda punzada de irritación.
—Es un deporte —dijo lacónicamente— que se juega sobre esc...
— ¡Vale, vale! —interrumpió tío Vernon casi gritando.
-Si no
quiere saber la respuesta no debería de preguntar para empezar- comento Marlene
molesta- es evidente que todo lo que viene en la carta tiene que ver con magia.
Con cierta satisfacción, Harry observó que su tío tenía expresión de
miedo. Daba la impresión de que sus nervios no aguantarían el sonido de las
palabras «escobas voladoras» en la sala de estar.
-No creo
que sea muy bueno presionar por ese lado, lo mejor sería evitar la mención de
esos temas- comento Frank
-Solo
respondía una pregunta- aseguro Harry.
-La idea
de Frank sería buena- agrego Alastor- pero considero que lo mejor sería que
pasara a la ofensiva, ser más agresivo.
-Propones
que lo amenace de alguna forma, podría ser contraproducente- exclamo Frank
-No si
sabe cómo utilizarlo a su favor- reitero ojo loco
Disimuló volviendo a examinar la carta. Harry descubrió que movía los
labios formando las palabras «que nos enviara la respuesta de ustedes por el
medio habitual».
— ¿Qué quiere decir eso de «el medio habitual»? —preguntó irritado.
-La
respuesta le gustara mucho su respuesta- ironizo Marlene, es evidente que la
respuesta a esa pregunta tenía que ver con cosas de mago.
—Habitual para nosotros —explicó Harry y, antes de que su tío pudiera
detenerlo, añadió—: Ya sabes, lechuzas mensajeras. Es lo normal entre magos.
-Huy, un
grave fallo joven Potter- comento Fred- eso sin duda molestara a ese infeliz.
-Pero
como al final te dejaron ir entonces encontraste la forma de convencerlo-
agrego George.
-Entonces
si lo conseguiste- dijo con alegría James.
-Gracias
por revelar parte de lo que leeremos después- ironizo Harry.
-Pero es
algo sin importancia, no he revelado nada realmente importante- aseguro George-
si dijera algo trascendental entonces deberías molestarte.
-Aunque
claro, no importa que digamos algo importante antes de tiempo, al final lo
sabrán todo- apoyo Fred.
Tío Vernon parecía tan ofendido como si Harry acabara de soltar una
horrible blasfemia. Temblando de enojo, lanzó una mirada nerviosa por la
ventana; parecía temeroso de ver a algún vecino con la oreja pegada al cristal.
-Como si
todos fueran igual que ellos- exclamo Lily
— ¿Cuántas veces tengo que decirte que no menciones tu anormalidad
bajo este techo? —dijo entre dientes. Su rostro había adquirido un tono ciruela
vivo—. Recuerda dónde estás, y recuerda que deberías agradecer un poco esa ropa
que Petunia y yo te hemos da...
-No les
debe absolutamente nada- espeto la señora Weasley- no han hecho absolutamente
para que se sienta agradecido con ellos.
-Lo
sabemos querida, son solo unos hipócritas- le apoyo Arthur.
—Después de que Dudley la usó —lo interrumpió Harry con frialdad; de
hecho, llevaba una sudadera tan grande para él que tenía que dar cinco vueltas
a las mangas para poder utilizar las manos y que le caía hasta más abajo de las
rodillas de unos vaqueros extremadamente anchos.
Los
merodeadores se sentían orgullosos de que por fin Harry pudiera hacerle frente
a Dursley, aun cuando suponían que eso le podría traer problemas después.
— ¡No consentiré que se me hable en ese tono! —exclamó tío Vernon,
temblando de ira.
Pero Harry no pensaba resignarse. Ya habían pasado los tiempos en que
se había visto obligado a aceptar cada una de las estúpidas disposiciones de
los Dursley.
Esta vez
fue el turno de ojo loco de sonreír, ya había puesto su ojo sobre el chico y
consideraba que tenía un gran potencial como auror, y le gustaba cuando
demostraba que sus suposiciones eran correctas, plantarle cara a sus problemas
y mantenerse tranquilo eran cualidades preciadas en su opinión.
No estaba siguiendo el régimen de Dudley, y no se iba a quedar sin ir
a los Mundiales de quidditch por culpa de tío Vernon si podía evitarlo. Harry
respiró hondo para relajarse y luego dijo:
—Vale, no iré a los Mundiales. ¿Puedo subir ya a mi habitación? Tengo
que terminar una carta para Sirius. Ya sabes... mi padrino.
-Y aquí
entro yo- exclamo Sirius- espero que les infrinja el suficiente miedo como para
que te dejen tranquilo.
-Lo ara,
ya nos enteremos que si consigue disuadirlo de dejarlo ir- comento Marlene.
-Ha si es
cierto- concedió Sirius- es satisfactorio que por fin no nos den evasivas con
algo que queremos saber.
Lo había hecho, había pronunciado las palabras mágicas. Vio cómo la
colorada piel de tío Vernon palidecía a ronchas, dándole el aspecto de un
helado de grosellas mal mezclado.
—Le... ¿le vas a escribir, de verdad? —dijo tío Vernon, intentando
aparentar tranquilidad.
-Debe de
tener cuidado con su respuesta- comento Andrómeda- no querrá que ese maldito le
impida enviarle una carta a Sirius.
-No se lo
ha impedido antes, porque lo haría ahora- comento Ted.
-Si
amenaza con escribirle que valla podría tener motivos para querer impedirlo-
comento Victoire- ella tiene razón debe de pensar muy bien lo que dirá a
continuación.
Pero Harry había visto cómo se le contraían de miedo los diminutos
ojos.
—Bueno, sí... —contestó Harry, como sin darle importancia—. Hace
tiempo que no ha tenido noticias mías y, bueno, si no le escribo puede pensar
que algo va mal.
-Eso es
lo suficientemente manipulador como para que ese idiota acepte sus condiciones-
comento Draco
-Y sí que
lo dijo bien- secundo Scorpius- no lo amenazo con pedirle que fuera, lo amenazo
con que iría si no le escribía.
- Lo aria
con gusto, no les vendría mal un ajuste de actitud- aseguro Sirius.
Se detuvo para disfrutar el efecto de sus palabras. Casi podía ver
funcionar los engranajes del cerebro de tío Vernon debajo de su grueso y oscuro
cabello peinado con una raya muy recta. Si intentaba impedir que Harry
escribiera a Sirius, éste pensaría que lo maltrataban. Si no lo dejaba ir a los
Mundiales de quidditch, Harry se lo contaría a Sirius, y Sirius sabría que lo
maltrataban.
-Quedo
acorralado- aseguro Alastor- por esa razón es bueno tomar la iniciativa y
realizar un ataque.
-Por mi
estoy satisfecho- aseguró James- no solo atrapaste a ese tipo sino que también
conseguiste ir a los mundiales- agrego- recuerdo cuando yo fui a uno.
-Pero ahí
dijeron que hace treinta años la final no se realizaba en Inglaterra- comento
Albus- como es que tu…
-Mi padre
me llevo a donde se realizaban, nos quedamos tres días uno previo y otro
después- explico- a y Sirius también nos acompañó.
-Sí, papá
Charlus siempre fue un gran hombre- aseguro el animago.
A tío Vernon sólo le quedaba una salida, y Harry pudo ver esa
conclusión formársele en el cerebro como si el rostro grande adornado con el
bigote fuera transparente. Harry trató de no reírse y de mantener la cara tan
inexpresiva como le fuera posible.
Pero la
mayoría de lo presentes en la lectura estaban sonriendo con complacencia, la
mayoría de ellos no tenía relación alguna con el chico o la historia, pero ya
se habían relacionado lo suficiente con la historia como para sentir una gran
empatía con Harry.
Y luego...
—Bien, de acuerdo. Puedes ir a esa condenada... a esa estúpida... a
esa Copa del Mundo. Escríbeles a esos... a esos Weasley para que vengan a
recogerte, porque yo no tengo tiempo para llevarte a ningún lado.
-Además
que nuestros medios de transporte son mucho más rápidos- comento Dora- son
molestos en muchos sentidos pero más rápidos.
-Concuerdo-
acepto Teddy- siempre hay algo molesto con nuestros transportes mágicos, yo me
mareo mucho con la aparición.
-Sí, pero
es divertido verte cuando lo haces- agrego Victoire- en especial porque tu
cabello se pone verde oscuro- eso libero unas sonrías en los del futuro.
Y puedes pasar con ellos el resto del verano. Y dile a tu... tu
padrino... dile... dile que vas.
—Muy bien —asintió Harry, muy contento.
-¡Victoria!-
gritarlo con júbilo los bromistas seguidos de más gritos de festejos.
-¡¡Ya
guarden silencio!!- grito con un más fuerza la profesora McGonagall- no es
momento para que armen su alboroto.
-No, el
momento será cundo Gryffindor gane la copa de quidditch- comento Frank.
-Si es
que la ganan- agrego Scorpius.
-Hay, en
verdad que en ocasiones eres muy molesto rubiecito- acuso Sirius.
-Lo
sabemos- apoyo Rose- pero aun así tiene otros aspectos buenos.
Lo
jóvenes del futuro se preguntaban cómo reaccionarían esos chicos cuando les
informaran que ese año no habría partidos de quidditch, aunque la opción no fue
menos emocionante, habría sido mejor si no hubiera ocurrido ese terrible
incidente al final.
Se volvió y fue hacia la puerta de la sala, reprimiendo el impulso de
gritar y dar saltos. Iba a... ¡Se iba con los Weasley! ¡Iba a presenciar la
final de los Mundiales! En el recibidor estuvo a punto de atropellar a Dudley,
que acechaba detrás de la puerta esperando oír una buena reprimenda contra
Harry y se quedó desconcertado al ver su amplia sonrisa.
— ¡Qué buen desayuno!, ¿verdad? —Le dijo Harry—. Estoy lleno, ¿tú no?
-Buena
broma, eso sin duda le molestara ese pequeño cerdo- comento James.
-Ballena
cornamenta, recuerda que tiene el peso de una ballena bebe- le corrigió Sirius
recordando lo antes leído.
-O si
claro- dijo el azabache- pero de cualquier forma, por fin las cosas estan a
favor de mi hijo- dijo con alegría.
Riéndose de la cara atónita de Dudley, Harry subió los escalones de
tres en tres y entró en su habitación como un bólido.
Lo primero que vio fue que Hedwig ya había regresado. Estaba en la
jaula, mirando a Harry con sus enormes ojos ambarinos y chasqueando el pico
como hacía siempre que estaba molesta.
-¿Por qué
estaría molesta?- comento Hugo- ahora no le han hecho nada.
-Fue por
un visitante que llego- comento Harry- ya lo verán- agrego.
Harry no tardó en ver qué era lo que le molestaba en aquella ocasión.
— ¡Ay! —gritó.
Acababa de pegarle en un lado de la cabeza lo que parecía ser una
pelota de tenis pequeña, gris y cubierta de plumas.
-Es la
lechuza de Ron cierto- exclamo Frank- el mochuelo que el envió Sirius al final
del tercer libro.
-Sería
comprensible, a Errol y Hermes tampoco les agrada mucho la lechuza de Ron-
comento Fred
-Me
pregunto cómo estarán las demás aves en la lechuceria cuando vallan a Hogwarts-
comento Charlie, tal parecía que a ninguna lechuza le agrada la actitud de Pig.
Harry se frotó con fuerza la zona dolorida al tiempo que intentaba
descubrir qué era lo que lo había golpeado, y vio una lechuza diminuta, lo
bastante pequeña para ocultarla en la mano, que, como si fuera un cohete
buscapiés, zumbaba sin parar por toda la habitación.
-Siempre
se pone a dar vuelta por toda la habitación- comento Ron- no entiendo de dónde
saca tanta energía.
Harry se dio cuenta entonces de que la lechuza había dejado caer a sus
pies una carta. Se inclinó para recogerla, reconoció la letra de Ron y abrió el
sobre. Dentro había una nota escrita apresuradamente:
Harry:
¡MI PADRE HA CONSEGUIDO LAS ENTRADAS! Irlanda contra Bulgaria, el lunes por la
noche. Mi madre les ha escrito a los muggles para pedirles que te dejen venir y
quedarte. A lo mejor ya han recibido la carta, no sé cuánto tarda el correo
muggle. De todas maneras, he querido enviarte esta nota por medio de Pig.
Cerdo en
inglés- comento un chico de Ravenclaw-
quien le pone ese nombre a una lechuza
-Es un
diminutivo, su nombre real es otro- atajo Ginny
-Sí, todo
gracias a ti- le acuso Ron.
-Es un
lindo nombre, el que tu no lo veas es otra cosa- se defendió la pelirroja.
-Lo dices
tú que te quejas de tener nombre de un licor Ginebra- atajo.
-Ya
basta- los detuvo Molly- no se peleen por coas insignificantes como esas, ya no
son unos niños.
-Lo
sentimos- dijeron al unísono los hermanos.
Harry reparó en el nombre «Pig», y luego observó a la diminuta lechuza
que zumbaba dando vueltas alrededor de la lámpara del techo. Nunca había visto
nada que se pareciera menos a un cerdo. Quizá no había entendido bien la letra
de Ron. Siguió leyendo:
Seamus
continuo leyendo la carta donde le aseguraba que irían por el aun cuando no le
dieran permiso, menciono el nuevo trabajo de Percy en el ministerio y de la
futuro llegada de Hermione a su casa.
-¿Tu
iras?, pero si a ti no te gusta el quidditch castaña- dijo extrañado Sirius.
-No soy
una fanática obsesiva como ustedes- aclaro Hermione ganándose miradas ofendidas
de ellos- pero no detesto el juego, además de que como dicen, es un evento
único.
-Además
que sería del trio de oro si falta uno de ellos no- dijo medio en tono burlón
Neville.
— ¡Cálmate! —dijo Harry a la pequeña lechuza, que revoloteaba por
encima de su cabeza gorjeando como loca (Harry supuso que era a causa del
orgullo de haber llevado la carta a la persona correcta) —. ¡Ven aquí! Tienes
que llevar la contestación.
La lechuza revoloteó hasta posarse sobre la jaula de Hedwig, que le
echó una mirada fría, como desafiándola a que se acercara más.
-En
verdad que las lechugas son muy orgullosas verdad- comento con un poco de
impresión Charlie- nunca me percate de algo así.
-Bueno, a
ti siempre te gustaron los animales un poco más grandes que una lechuza
hermanito- comento Bill.
-Y mucho
más peligrosos- añadió de inmediato Molly, le molestaba que sus hijos que
tuvieran esos trabajos tan peligrosos.
Harry volvió a coger su pluma de águila y un trozo de pergamino, y
escribió:
Todo
perfecto, Ron: los muggles me dejan ir. Hasta mañana a las cinco. ¡Me muero de
impaciencia!
Harry
Plegó la nota hasta hacerla muy pequeña y, con inmensa dificultad, la
ató a la diminuta pata de la lechuza, que aguardaba muy excitada.
-Era una
nota pequeña y era más difícil porque se movía demasiado- comento Harry.
En cuanto la nota estuvo asegurada, la lechuza se marchó: salió por la
ventana zumbando y se perdió de vista.
Harry se volvió hacia Hedwig.
— ¿Estás lista para un viaje largo? —le preguntó. Hedwig ululó
henchida de dignidad.
— ¿Puedes hacerme el favor de llevar esto a Sirius? —le pidió,
cogiendo la carta—. Espera: tengo que terminarla.
Seamus
leyó la posada diciéndole que estaría en la casa de ron y que irían a los
mundiales.
-Me
decepcionaría que el hijo de mi mejor amigo no asistiera a un evento como ese-
aseguro Sirius con una sonrisa burlona.
Una vez concluida la carta, la ató a una de las patas de Hedwig, que
permanecía más quieta que nunca, como si quisiera mostrar el modo en que debía
comportarse una lechuza mensajera.
Varios
sonrieron por la actitud de la lechuza, a pesar de que sea un capitulo en a
casa de los Dursley estaba resultado ser mejor que los anteriores.
—Estaré en casa de Ron cuando vuelvas, ¿de acuerdo? —le dijo Harry.
-Me pregunto
dónde estará en ese momento Sirius- dijo Marlene- que tanto tendrá que volar
para encontrarlo.
-La
lechuza estará bien, porque no mejor admites que estas un poco preocupada por
Sirius- dijo Alice.
-No tengo
porque preocuparme por él, está justo aquí, no lo vez- señalo al oji gris a su
lado.
-No a
este, sino al del libro, o que, no me dirás que no te preocupaste por Sirius
cuando casi le dan el beso en el libro anterior- reitero Alice.
-O cierra
la boca- espeto la rubia tratando de no ver la risa burlona y de triunfo que de
seguro debía tener en ese momento el animago.
Ella le pellizcó cariñosamente el dedo con el pico y, a continuación,
con un zumbido, extendió sus grandes alas y salió volando por la ventana.
Harry la observó mientras desaparecía. Luego se metió debajo de la
cama, tiró de la tabla suelta y sacó un buen trozo de tarta de cumpleaños. Se
lo comió sentado en el suelo, disfrutando de la felicidad que lo embargaba:
tenía tarta, mientras que Dudley sólo tenía pomelo; era un radiante día de
verano; se iría de casa de los Dursley al día siguiente, la cicatriz ya había
dejado de dolerle e iba a presenciar los Mundiales de quidditch. Era difícil,
precisamente en aquel momento, preocuparse por algo. Ni siquiera por lord
Voldemort.
-Es el final
del capítulo- informo Seamus.
-Bien,
continuemos con el siguiente- comento Fred con evidente emoción convocando el
libro con su varita.
-Te vez
muy emocionado para leer pelirrojo- comento Sirius viéndolo con curiosidad.
-Sí, es
que creemos que es lo que pasara en el siguiente capítulo- dijo George con la
mima emoción.
-Bueno,
entonces comencemos de una vez- apremio James “S” que suponía que se aproximaba
algo muy divertido.
Me alegra de que mis buenas noches te llegaran a tiempo...
ResponderEliminarJajaja a ted se le pone el cabello verde cuando se marea jajaja me fasina las parejas que se estan formando no puedo esperar al martes siguiente.
Pues sí, fue muy oportuno jeje.
EliminarSi, fue algo que se ocurrió en el momento, me pareció que podría ser divertido. Me alegra que te guste como se van desarrollando las parejas, la verdad es algo que en ocasiones se me complica plasmar.
Gracias por tu comentario.
Ya actualizo.
Estuvo genial el capitulo, sigue escribiendo así y gracias por poner esos momentos entre Remus y Tonks, que te confieso son mis favoritos, sobre todo cuando Sirius logra hacerlos enrojecer y hacer que Remus se quede sin palabras Eso sin duda no tiene precio
ResponderEliminar. Espero con ansias el proximo capitulo. Ojalá que el martes llegue pronto.
Me alegra que te gustara.
EliminarYa lo he dicho antes, pero esa pareja es de mis favoritas y me gusta escribir de ellos, y siempre es divertido cuando acorralan al inteligente de Remus jeje.
Pues ya llego el martes, así que ya actualizare.
Gracias por tu comentario.
Sirius es de los mejores sonrojando personas uvu admirable! Formidable!(?)
ResponderEliminar