-Muy bien, hemos avanzado bastante el día de
hoy- hablo Dumbledore- y como no creo que se molestia para nadie, tomaremos un
descanso para comer y estirar las piernas.
-Ha,
perfecto, ya no aguantaba- exclamo Dora de inmediato dejando a Teddy en las
piernas de Remus mientras ella salía corriendo a la puerta de la sala de
menesteres que comenzaba a aparecer.
-¿Y eso
qué fue?- pregunto Sirius extrañado.
-De
seguro fue al baño- comento Andrómeda de forma cansina- por muy adulta que sea
a veces se sigue comportando como niña.
Negando
divertido con la cabeza Dumbledore realizo un ademan con la mano y la mesas se
comenzaron a llenar de comida, de inmediato Sirius y Ron fueron a ataque
seguido por el resto del comedor, algunos de ellos se aprovisionaron de comida
y se retiraron del gran comedor, muchos de ellos de seguro para tener un rato
de soledad con sus parejas.
-Sirius,
podrías por lo menos tratar de comer sin tanta gula- le acuso Marlene cuando
vio que el hombre forzaba la entrada de una pedazo de salchicha en su ya bastante
llena boca. El aludido mastico la comida y se la trago lo más rápido que pudo
para contestar.
-No es
mi culpa McKinnon, recuerda que no pude desayunar bien- le acuso el oji gris.
-Hay sí,
a otro perro con ese hueso- exclamo ante la mirada extraña que le ponía- es un
dicho muggle, quiere decir que le vallas a contar tus mentiras a alguien que te
crea.
-No es
mentira, si hoy me dormiste a la hora del desayuno lo olvidaste
-Sigue
sin ser excusa- aseguro- tu siempre comes de la misma forma, como si no te haya
observado antes- agrego para su desgracia.
-¿Me
has estado observando?- resalto el hombre logrando que un tenue color escarlata
apareciera en las mejillas de la rubia- y de donde viene ese interés ¿he?- le
dijo con su tono seductor.
Marlene
comenzó a buscar en su mente una forma de salir de ese embrollo, comenzó a
voltear para varias partes descubriendo
para su desgracia las muchas miradas que se posaban sobre ellos, sin proponérselo se habían convertido en el centro de la
conversación.
-No es que
me interese, y mucho menos es lo que estás pensando- aseguro de inmediato- lo
que pasa, es que bueno, ha Dora ya regresaste ¿te siente bien?- trato de
cambiar el tema al notar que la peli rosa salía de la sala de menesteres.
-Sí, ya
me siento mejor, por poco y no llegaba- jugueteo la chica aproximándose a su
asiento.
-Y te lavaste
las…
-Si
mamá, me lave las manos- le dijo monótonamente a Andrómeda.
-¡Mamá!-se
escuchó un fuerte grito infantil con toda la claridad del mundo, varios ojos se
posaron en el pequeño peli azul que estiraba sus bracitos reclamando la
atención de Dora- ¡mamá!- repitió.
-Ya tranquilo
pequeño, mamá ya llego- le dijo dulcemente tomando al pequeño en sus brazos
para después tomar asiento.
-Hay
sobrina, yo en tu lugar tendría cuidado- le dijo Sirius con una sonrisa- no
creo que su madre se alegre de que te diga mamá- termino ante las miradas y
exclamaciones de exasperación de algunas personas.
-Ese no
será ningún problema- le aseguro Dora sonriéndole al pequeño.
-Ha, y ¿por
qué no?
-Sirius-
le dijo Remus con cansancio- Dora es la madre de Teddy- le dijo de golpe
sorprendiendo a algunos, y las sonrisas de aquellos que conocían la verdad.
-¡¿Qué?!-
exclamo el animago- hay vamos, si ella tiene solo…
-Teddy
viene del futro animal, uno en que ella tiñe más cinco o diecisiete años- le interrumpió
el castaño.
-Oigan
esperen, ¿quieren decir que Teddy es nuestro nieto?- pregunto Ted impresionado.
-Hay
por Merlín- exclamo Andrómeda con cansancio- se llama como tú, es metamorfomago
como ella, en serio no es tan complicado de deducir- resalto la mujer.
-Solo
ustedes no se dieron cuenta porque estaban muy enfocados en la lectura y la
vida de Harry, que no le dieron importancia a pobre Teddy- exclamo Lily.
-¿Tú lo
sabias?- le pregunto James.
-Obviamente-
respondió en su lugar Ginny- con lo analítica que es, no podía dejar de notar
los hechos- aseguro ante una sonrisa cómplice entre las pelirrojas.
-Wau,
todo el tiempo estuve conviviendo con mi nieto- comentó feliz Ted- pero
esperen, si tú eres la Madre, ¿quién es el padre?- pregunto viendo a su hija,
pero antes de que esta respondiera algo la interrumpió.
-¡¡Maldito
lunático!!- grito con fuerza Sirius provocando más preguntas- ¡¡eres un maldito
asaltacunas!!
-¡¿Qué?!-
exclamo Remus en el mismo tono- pero ¡¿qué demonios me estas reclamando
animal?!
-¡¡Tú
sabes muy bien que es lo que te estoy reclamando!!- aseguro- ¡yo solo lo digo
en broma pero tú lo llevaste a la práctica!
-¡¡Puedes
dejar tus estupideces!! no entiendo qué demonios me estas reclamando-increpo el
castaño comenzando a exasperarse.
-¡¡Hay
pro favor Lupin, tú eres el padre de Teddy!!- le soltó de golpe.
Esa
declaración dejo sorprendido a más de uno, tanto a los del pasado para quienes
eran una sorpresa como para los del futuro que ya lo sabían, en particular a
Ginny, Harry, Hermione, Ron, Andrómeda y Lily les impresiono la seguridad con
la que Sirius realizaba tal afirmación. El silencio que se formó solo fue roto
por el ruido de vidrio rompiéndose y una exclamación de dolor, y es que en una
de las mesas, una de las miembros del club de fans de Remus apretó con tal
fuera su vaso que termino quebrándolo.
-¡Pero
que estupideces estas diciendo!- tajo Remus en cuanto recupero el habla- tú y
yo sabemos muy bien que yo no puedo tener hijos.
-Pues evidentemente
estamos equivocados- le devolvió el oji gris.
-No
pero espera tío- hablo esta vez Dora que comenzaba a adquirir un fuerte tono
escarlata- ¿por qué estás tan seguro de que Remus es el padre de Teddy?-
pregunto con cierta vergüenza.
-Hay
sobrina, cuando íbamos a tu casa decías que te cuando crecieras te casarías con
Remus y tendrían muchos hijos- aseguro el hombre- además a este siempre le han
gustado chicas más jóvenes que él-eso molesto
aún más al club de fans de castaño incluso la chica que tenía un corteen
la mano por romper el vaso.
-Eso,
eso no es cierto-refuto de inmediato Dora ya con el cabello y las mejillas
rojas.
-Si lo
es cariño-aseguró para disgusto de ella Andrómeda- incluso interpretabas tu
boda con tus muñecos y un osito de peluche que se suponía era Remus- eso provocó
una gran vergüenza y no solo a Nymphadora sino que también al mismo Remus
-He…
bueno… no… eso no prueba nada- dijo entre balbuceos viendo con reproche a su
madre- era una niña jugando eso es todo.
-Pero
que juegos tan realistas sobrina- acuso Black
-¡¡Ya
basta Sirius!!- le ordeno Remus- solo estas diciendo estupideces, y esas
supuestas razones tuyas no sirven para nada.
-Pero debes
admitir Remus, que desde que llegaron, Teddy ha preferido pasar el tiempo con
ustedes dos que con cualquier otro- atajo James recibiendo una mirada envenenada
del castaño, ese si se podía considerar un argumento válido.
-Bueno,
esta discusión no nos llevara a ningún lado- intervino Lily- lo mejor es que
dejemos este tema de lado- recomendó- al menos por el momento- agrego más bajo
solo para que sus amigos escucharan.
Después
de esa fuerte polémica todos continuaron en lo suyo, James y Sirius se pusieron
murmurar entre ellos, no podían escuchar lo que decían, pero todos concordaban
que el tema principal de su conversación era Remus y su “posible” paternidad. Por
su parte Dora le comenzó a dar de comer a su sonriente hijo en completo
silencio, ella recordaba muy bien como actuaba ella con respecto a Remus cuando
era niña, en especial después de la comenzó a ayudar a cuidar a Teddy, pero le
molesto demasiado que su madre revelara esa parte de su vida ante todos.
Lupin
por su parte estaba molesto por las declaraciones de Sirius, y es que la idea
de que el piedra estar con Dora le parecía muy improbable, si se llevaba muy
bien con ella pero de eso a formar una familia, era algo completamente
diferente, había miles de razones que le decían que eso no podía ni debía
pasar, una de ellas claro esta era su condición, lo que le hizo recordar que
según las cuentas que hizo la noche anterior esa noche se supondría ser de luna
llena, o al menos así lo seria en su cronología original, aún tenía dudas de
que pasaría.
Su
tiempo para descansar continuo y se expandió más que las otras veces, y es que
como era común en el mundo mágico, la historia de la discusión y la posible paternidad
de Remus llego a los oídos de aquellos que estaban llegando de su salida, al
final ya todos lo sabían.
-Muy
bien- exclamo Dumbledore poniéndose de pie- creo que ya deberíamos continua
donde nos quedamos.
-Estupendo-
hablo Sirius- estábamos en que mi amigo mancillaría a mi sobrina en el futuro…
-¡¡Sirius!!-
le reclamaron Remus, Dora, Andrómeda, Marlene, Lily, Ginny y Harry
-Pero
en eso nos quedamos.
-Es en
la lectura animal- le reclamo Remus bastante rojo- y si no quieres terminar de
leer en la enfermería más te vale dejar ese tema.
-Está
bien, está bien- acepto- pero yo dudo que sea la última vez que hablemos de
eso.
-Si me
permiten su tención, -hablo nuevamente Albus para que regresara el orden- ¿quién
será el siguiente en leer?
-¿Por
qué no lo hace Sev?- propuso Lily, todos se quedaron pensando pero nadie
reclamo nada.
-Si no
hay otra alternativa- exclamo Snape recibiendo el libro poco después- bien, el
título es “El diario secretísimo”.
El
titulo les pareció un poco extraño, aun no menos que muchos otros por el que se
habían topado, por su parte Ginny perdió casi todo el color de su rostro, de
inmediato Harry abrazo a su novia y ron y Hermione se acercaban a ella, pues
conocían muy bien de que iba dicho título.
Hermione pasó varias semanas en la
enfermería.
-Sí,
hasta que se le callo todo el pelo extra- comento Fred.
Corrieron rumores sobre su desaparición
cuando el resto del colegio regresó a Hogwarts al final de las vacaciones de
Navidad, porque naturalmente todos creyeron que la habían atacado.
-Que ni
Merlín lo permita- exclamo Lily preocupada, por su parte Hermione y sus amigos
bajaron la vista recordando lo que paso después.
Eran tantos los alumnos que se daban una
vuelta por la enfermería tratando de echarle la vista encima, que la señora
Pomfrey quitó las cortinas de su propia cama y las puso en la de Hermione para
ahorrarle la vergüenza de que la vieran con la cara peluda.
-Lo que
fue una verdadera lástima, sería muy genial de ver- comento risueño George.
-Era
una lástima que Colín estuviera petrificado, así le hubiera tomado una foto-
agrego Fred.
-La
hubiéramos agrandado y enmarcado para… auch… auch…
Repentinamente
más de una docena de pájaros salidos de la nada comenzaron a atacar a los
gemelos Weasley que hacían lo posible para alejarlas mientras trataban de
alejarlo de su cara.
-¿De dónde
salieron esos pájaros?- pregunto Sirius que se estaba divirtiendo con lo que veía.
-Fue
Hermione- aseguro Ron de inmediato- es una de sus formas de castigo- dijo
divertido.
-Ya
Hermione perdónanos- le pidió George aun siendo atacado.
-Si por
favor, en la cara no que de eso vivimos- grito Fres cuando un pájaro casi lo
alcanzaba.
-Muy
bien- exclamo la castaña y con un movimiento de varita los pájaros
desaparecieron- pero recuerden que los puedo volver a aparecer en cualquier
momento- les previno.
-Yo les
advertí que no debían molestarla- les aseguro Ron.
-Debieron
hacerle caso, él tiene mucha experiencia con eso- aseguro Ginny con media
sonrisa, lo cual alegro bastante al trio, pues por lo menos relajaron un poco a
la pelirroja.
Harry y Ron iban a visitarla todas las
noches. Cuando comenzó el nuevo trimestre, le llevaban cada día los deberes.
-¡¿Qué?,
los deberes!- exclamaron Sirius, James, Fabián y Gideon.
-Teniendo
todo el tiempo para descansar- comenzó Fabián.
-Y
quiere que le lleven los deberes-termino Gideon.
-Si hasta
parece la hija de lunático, o no esperen, ese es Teddy
-¡Sirius!-
le detuvo el licántropo- después no reclames que no te advierto.
—Si a mí me hubieran salido bigotes de gato,
aprovecharía para descansar —le dijo Ron una noche, dejando un montón de libros
en la mesita que tenía Hermione junto a la cama.
-Ya lo
ves, lo más lógico es descansar en una circunstancia como esa- atajo Gideon.
-Nos
alegra que tu estés de nuestro lado sobrino- aseguro Fabián.
—No seas tonto, Ron, tengo que mantenerme al
día —replicó Hermione rotundamente. Estaba de mucho mejor humor porque ya le
había desaparecido el pelo de la cara, y los ojos, poco a poco, recuperaban su
habitual color marrón—. ¿Tenéis alguna pista nueva? —añadió en un susurro, para
que la señora Pomfrey no pudiera oírla.
-Siempre
enfocada en el objetico cierto- comento Frank con cierta burla.
-Pero
entonces no dejaran eso por la paz cierto- dijo exasperada Alice- yo pienso, y
creo que Lily estará de acuerdo, que deberían dejar eso de una vez.
-Nada
me aria más feliz de que en verdad lo hicieran- aseguró Lily- pero no creo que eso
llegue a ocurrir- afirmo con tristeza.
—Nada —dijo Harry con tristeza.
—Estaba tan convencido de que era Malfoy...
—dijo Ron por centésima vez.
-Hay
Ronnie, está claro que querías que el villano fuera el rubio- comenzó Fred.
-Pero
no es el villano, por ahora, ya deja eso por la paz y avanza- continuo George.
— ¿Qué es eso? —preguntó Harry, señalando
algo dorado que sobresalía debajo de la almohada de Hermione.
-Hay
por Merlín no- exclamo la castaña abrazando a su novio y ocultando su cara.
—Nada, una tarjeta para desearme que me ponga
bien—dijo Hermione a toda prisa, intentando esconderla, pero Ron fue más rápido
que ella. La sacó, la abrió y leyó en voz alta:
-¡Ronald!
eso es muy descortés de tu pare- le reclamo Molly de inmediato.
-Si
mamá lo siento- se disculpó el chico.
A la
señorita Granger deseándole que se recupere muy pronto, de su preocupado
profesor Gilderoy Lockhart, Caballero de tercera clase de la Orden de Merlín,
Miembro Honorario de la Liga para la Defensa Contra las Fuerzas Oscuras y cinco
veces ganador del Premio a la Sonrisa más Encantadora, otorgado por la revista
«Corazón de Bruja».
Los
merodeadores los dos pares de gemelos y otros tantos más comenzaron a reír
abiertamente, a pesar claro de ser una historia que se seguía repitiendo desde
los primeros capítulos de ese libro.
-En
serio castaña, como puedes estar tan obsesionada con ese imbécil- atajo Sirius.
-Era
solo una niña- se defendió ella- y ya no digas nada a menos que quieras ser
atacado por pájaros- le amenazó.
Ron miró a Hermione con disgusto.
-Y aquí
vienen los celos- comento Remus- me recuerda a James cuando se enteraba que
alguien pretendía Lily.
-¡Oye!-
le reclamo el azabache.
-Pero
es cierto cornamenta- aseguro Sirius- una buena porción de nuestras bromas eran
dirigidas a sus pretendientes.
-¡¿Qué?!-
exclamo Lily-¿en verdad lo hacías?- le pregunto a James con severidad.
-En mi
defensa nunca fueron bromas del tipo aléjate de ella, y varios de ellos te siguieron
pretendido después de nuestras bromas.
-Tenemos
muchas cosas de que hablar amorcito- exclamo la pelirroja. Ante la mirada
burlona de algunos compañeros.
— ¿Duermes con esto debajo de la almohada?
Pero Hermione no necesitó responder, porque
la señora Pomfrey llegó con la medicina de la noche.
-Te
salvaste por muy poco Hermione- comento Charlie risueño.
— ¿A que Lockhart es el tío más pelota que
has conocido en tu vida? —dijo Ron a Harry al abandonar la enfermería y empezar
a subir hacia la torre de Gryffindor. Snape les había mandado tantos deberes,
que a Harry le parecía que no los terminaría antes de llegar al sexto curso.
-En
verdad les dejo tantos deberes- pregunto Lily viendo a Hermione.
-En
poco, pero nada que no se pudiera terminar en una buena noche de estudio- respondió
con seguridad la castaña.
-Y ¿por
qué le preguntas a ella?- interrogo Harry con un ligero toque de indignación.
-Hay
cielo, eres mi hijo y te quiero mucho, pero en esas cuestiones dudo que puedas
ser imparcial- le respondió en tomo maternal.
-Debes
admitir que ahí si te atrapo- le aseguró Ginny. Negando con la cabeza el azabache
debía aceptar que si tenía razón.
Precisamente Ron estaba diciendo que tenía
que haber preguntado a Hermione cuántas colas de rata había que echar a una
poción crecepelo.
-No sabía
eso- le pregunto la castaña al pelirrojo que se encogió de hombros.
-Saben,
si se iban a poner en esas, porque no trataron de convencer a la señora Pomfrey
que los dejara hacer sus deberes con ella- propuso Dora.
-No
creo que ella lo hubiera permitido- se aventuró Remus recordando las
incontables veces que había estado en una de esas camas.
-Pero
de cualquier forma ella iba a estar trabajando exactamente en eso, así que no podía
decir que ella debía descansar.
-Bueno,
ese sería un buen punto- acepto el oji miel.
-Además
que sería más fácil para ellos terminar los deberes- aseguro Sirius.
-Pero
ellos deben hacer su propio trabajo y ella no tiene la obligación de ayudarlos-
le regreso Marlene- así que deja de fomentar su holgazanería.
Cuando llegó hasta sus oídos un arranque de
cólera que provenía del piso superior.
—Es Filch —susurró Harry, y subieron deprisa
las escaleras y se detuvieron a escuchar donde no podía verlos.
-¿En
verdad es necesario que hagan eso?- reclamaron Lily y Molly al mismo tiempo.
-Que
les podemos decir, las coas siempre ocurren cuando estamos cerca- se defendió
Ron- aunque bueno, no es precisamente algo bueno.
-Por supuesto
que no es algo bueno Ronald- le aseguro su madre.
-Además
solo por estar ahí no quieren decir que deban quedarse a escuchar- atajo Lily.
-Lo sentimos-
Dijeron Harry y ron al mismo tiempo.
—Espero que no hayan atacado a nadie más
—dijo Ron, alarmado.
Los
jóvenes del pasado se tensaron.
Se quedaron inmóviles, con la cabeza
inclinada hacia la voz de Filch, que parecía completamente histérico.
—... aún más trabajo para mí. ¡Fregar toda la
noche, como si no tuviera otra cosa que hacer! No, ésta es la gota que colma el
vaso, me voy a ver a Dumbledore.
Sus pasos se fueron distanciando, y oyeron un
portazo a lo lejos.
-Por lo
menos no es otro ataque- comentó Sirius.
-No solo
es otra rabieta de ese conserje malhumorado- agrego Fabián.
-Pero
aun así, que fue lo que paso- pregunto Gideon esperando a que continuara la
lectura.
Asomaron la cabeza por la esquina.
Evidentemente, Filch había estado cubriendo su habitual puesto de vigía; se
encontraban de nuevo en el punto en que habían atacado a la Señora Norris.
Buscaron lo que había motivado los gritos de Filch. Un charco grande de agua
cubría la mitad del corredor, y parecía que continuaba saliendo agua de debajo
de la puerta de los aseos de Myrtle la Llorona. Ahora que los gritos de Filch
habían cesado, podían oír los gemidos de Myrtle resonando a través de las
paredes de los aseos.
-¿Myrtle
inundo los aseos?- exclamo Alice- ¿pero por qué?
-Viniendo
de alguien tan inestable como ella pudo ser pro cualquier cosa- exclamo
Marlene.
-Muy
bien, recuerda eso cuando me acuses de insensible-atajo Sirius.
-No hay
comparación-contraataco la mujer.
-Ya,
los dos son un par de insensibles y por eso tan buena pareja pero ya dejen que
sigua la lectura- exclamo Lily dejando evidentemente impactados a la pareja que
no supieron que reclamar por un buen rato.
— ¿Qué le pasará ahora? —preguntó Ron.
—Vamos a ver —propuso Harry, y levantándose
la túnica por encima de los tobillos, se metieron en el charco chapoteando,
llegaron a la puerta que exhibía el letrero de «No funciona» y, haciendo caso
omiso de la advertencia, como de costumbre, entraron.
-Pregunta-
interrumpió Fred- ¿por qué ponen un letrero de “no funciona” en el baño?
-Es
cierto, si la fantasma pudo inundar los aseos es señal de que si funciona-
continuo George.
-Además
no creo que necesario el letrero, ya quedo claro que las chicas no quieren ir
ahí.
-Simplemente
deberían de cerrar el baño y asunto arreglado.
-No es
momento de discutir eso- les aseguro Molly.
Myrtle la Llorona estaba llorando, si cabía,
con más ganas y más sonoramente que nunca. Parecía estar metida en su retrete
habitual. Los aseos estaban a oscuras, porque las velas se habían apagado con
la enorme cantidad de agua que había dejado el suelo y las paredes empapados.
-Cualquiera
diría que estaba alterada, por no es la primera vez que hace algo como eso-
aseguro Marlene.
— ¿Qué pasa, Myrtle? —inquirió Harry.
— ¿Quién es? —preguntó Myrtle, con tristeza,
como haciendo gorgoritos—. ¿Vienes a arrojarme alguna otra cosa?
-Siguen
con eso- exclamo Charlie- cuando yo
estudiaba se hizo bastante popular el que fueran aventarle cosas.
-Sí,
pero después del castigo de McGonagall ya no volvieron a intentarlo- aseguró
Dora- lo que fue un alivio pues ya se había hecho costumbre encontrar el
pasillo lleno de agua.
Harry fue hacia el retrete y le preguntó:
— ¿Por qué tendría que hacerlo?
—No sé —gritó Myrtle, provocando al salir del
retrete una nueva oleada de agua que cayó al suelo ya mojado—. Aquí estoy,
intentando sobrellevar mis propios problemas, y todavía hay quien piensa que es
divertido arrojarme un libro...
Ginny
recordaba esa ocasión, por un momento pensó que ese sería la última vez que vería
esa cosa, pero estaba muy equivocada.
—Pero si alguien te arroja algo, a ti no te
puede doler —razonó Harry—. Quiero decir, que simplemente te atravesará, ¿no?
-Hay
Harry, en serio nunca aprendiste a ser más sensible- le reclamo Lily- en serio
no sabes cómo tratar a una chica.
-Bueno,
si lo pones así es un serio problema- aseguro Sirius.
-No
quiero que Harry sea un maldito mujeriego como tu Black- le acuso la pelirroja-
y tampoco como su padre- agrego.
-¿En
serio crees que es lo único en lo que pienso?
-Si- respondieron
al mismo tiempo Lily y Marlene- en eso eres tan transparente Sirius- continuo
rubia ante la mirada de indignación del aludido.
Acababa de meter la pata. Myrtle se sintió
ofendida y chilló:
Las mujeres
resoplaron pues sabían que ese fue un ml cometario de parte del azabache.
— ¡Vamos a arrojarle libros a Myrtle, que no
puede sentirlo! ¡Diez puntos al que se lo cuele por el estómago! ¡Cincuenta
puntos al que le traspasen la cabeza! ¡Bien, ja, ja, ja! ¡Qué juego tan
divertido, pues para mí no lo es!
—Pero ¿quién te lo arrojó? —le preguntó Harry.
La
pelirroja se tensó en ese momento.
—No lo sé... Estaba sentada en el sifón,
pensando en la muerte, y me dio en la cabeza —dijo Myrtle, mirándoles—. Está
ahí, empapado.
-Así lo
encontraste- le pregunto por lo bajo Ginny a Harry.
-Ai-
respondió con simpleza abrazándola- descuida, eso ya paso- le trato de clamar mientras
le sobaba el brazo.
Harry y Ron miraron debajo del lavabo, donde
señalaba Myrtle. Había allí un libro pequeño y delgado. Tenía las tapas muy
gastadas, de color negro, y estaba tan humedecido como el resto de las cosas
que había en los lavabos. Harry se acercó para cogerlo, pero Ron lo detuvo con
el brazo.
-¿Ese
es el diario que se mencionó?- pregunto Sirius a lo que los del futuro
asintieron- ¿y de quien es?
-Ya lo
veras Sirius- le aseguro Harry que mantenía a Ginny en sus brazos.
— ¿Qué pasa? —preguntó Harry.
— ¿Estás loco? —Dijo Ron—. Podría resultar
peligroso.
— ¿Peligroso? —dijo Harry, riendo—. Venga,
¿cómo va a resultar peligroso?
-Te
resultaría sorprendente la respuesta- aseguro Remus- no es extraño que el mundo
mágico las cosas no sean lo que parecen.
-Sí,
ahora lo sé- le aseguro el azabache recordando sus aventuras.
-No te
paso nada verdad- le pregunto Lily, por alguna razón ese diario no le daba
confianza.
-No,
pero si era algo peligroso.- respondió.
—Te sorprendería saber —dijo Ron, asustado,
mirando el librito— que entre los libros que el Ministerio ha confiscado había
uno que les quemó los ojos. Me lo ha dicho mi padre. Y todos los que han leído
Sonetos del hechicero han hablado en cuartetos y tercetos el resto de su vida.
¡Y una bruja vieja de Bath tenía un libro que no se podía parar nunca de leer!
Uno tenía que andar por todas partes con el libro delante, intentando hacer las
cosas con una sola mano. Y...
-Valla hermanito,
no es común que tú seas el intelectual- le bromeo Fred.
-Y es
bueno que escuches lo que diga papá- continuo George- aunque muchas de esas
cosas no nos lo platico a nosotros.
-Cierto,
solo lo escuchamos “por casualidad”.
-En
otras palabras estaban espiando- les acuso Molly- yo también debería de hacer
un pergamino con sus castigos- le advirtió a los jóvenes que se pusieron un
poco nerviosos.
—Vale, ya lo he entendido —dijo Harry. El
librito seguía en el suelo, empapado y misterioso—. Bueno, pero si no le echamos
un vistazo, no lo averiguaremos —dijo y, esquivando a Ron, lo recogió del
suelo.
Tanto
Lily como James negaron con la cabeza por la actitud tan relajada de su hijo,
en especial después de escuchar de su propia voz que si era un libro peligroso,
aunque en su momento de seguro no lo sabía.
Harry vio al instante que se trataba de un
diario, y la desvaída fecha de la cubierta le indicó que tenía cincuenta años
de antigüedad. Lo abrió intrigado. En la primera página podía leerse, con tinta
emborronada, «T.M. Ryddle».
Lucius
se sorprendió cuando leyeron esa parte, no hace mucho el señor tenebroso le había
entregado un libro negro con órdenes explicitas, podría tratarse de ese mismo
libro, pero en tal caso, eso quería decir que el tenía algo que ver en todo eso,
lo mejor era esperar a que la lectura continuara.
Otro
impresionado fue Albus Dumbledore, el podía ser quien mejor conoció al joven Ryddle
y le preocupaba sobre manera que un objeto de él pudiera estar en el castillo,
pero más importante, en las manos de alguno de sus estudiantes. Eso solo
confirmaba al culpable de quien abrió la cámara la primera vez.
—Espera —dijo Ron, que se había acercado con
cuidado y miraba por encima del hombro de Harry—, ese nombre me suena... T.M.
Ryddle ganó un premio hace cincuenta años por Servicios Especiales al Colegio.
Hagrid,
Dumbledore y los jóvenes que conocían a quien le pertenecía ese nombre resoplaron
con molestia, ese maldito no se merecía semejante premio.
-¿Y tú
como sabes eso?- le pregunto Fred.
-Después
de estar lavando los trofeos de forma muggle, sería lógico que recordara alguno
que otro- aseguro Sirius- hasta yo memorice nombres algunos nombres de esa
sala.
— ¿Y cómo sabes eso? —preguntó Harry
sorprendido.
—Lo sé porque Filch me hizo limpiar su placa
unas cincuenta veces cuando nos castigaron —dijo Ron con resentimiento
-¡¿Cincuenta?!-
exclamaron algunos- ¡pero como ese maldito conserje te obligo a hacer algo así,
eso no tiene sentido!- continuo James.
-Ya lo
verán- respondió el pelirrojo.
Precisamente fue encima de esta placa donde
vomité una babosa. Si te hubieras pasado una hora limpiando un nombre, tú
también te acordarías de él.
-Oigan
pero si eso es cierto, que hace un diario de hace cincuenta años ahí- exclamo
Gideon.
-No lo sé,
tal vez en el diario haya algo escrito- propuso Fabián esperanzado
Harry separó las páginas humedecidas. Estaban
en blanco.
-¡¿Qué?!-
exclamaron los gemelos Prewett.
No había en ellas el más leve resto de
escritura, ni siquiera «cumpleaños de tía Mabel» o «dentista, a las tres y media».
—No llegó a escribir nada —dijo Harry,
decepcionado.
-Eso es
extraño- comento Frank- ¿qué relevancia puede tener un diario vacío en la trama
de la historia?
-En
todo, pero ya llegaran a eso- comento Harry.
—Me pregunto por qué querría alguien tirarlo
al retrete —dijo Ron con curiosidad.
Harry volvió a mirar las tapas del cuaderno y
vio impreso el nombre de un quiosco de la calle Vauxhall, en Londres.
—Debió de ser de familia muggle —dijo Harry,
especulando—, ya que compró el diario en la calle Vauxhall...
-No
creo que eso ayude mucho- comento Alastor- pero aun así debe de estar ahí par
alguna razón.
-Debemos
esperar que la lectura avance- aseguro Nymphadora.
Dumbledore
se encontraba más atento que nunca, eso se debía tanto a lo dicho por Harry con
anterioridad como lo que acaba de mencionar Alastor, al igual que su yo futuro,
suponía que era Ryddle el que había abierto la cama en esa segunda ocasión,
pero pese a sus estado era dudoso que lo consiguiera, por lo que no pudo evitar
pensar que ese dichoso diario tenía que ver con el “como” abrieron la cámara,
pero eso solo le dejaba más preguntas sin respuestas.
—Bueno, eso da igual —dijo Ron. Luego añadió
en voz muy baja—. Cincuenta puntos si lo pasas por la nariz de Myrtle.
-¡Ronald!-
le recrimino Molly en seguida.
Harry, sin embargo, se lo guardó en el
bolsillo.
-No
creo que haya sido de tus mejores ideas- aseguro Lily que seguía sin gustarle
ese objeto.
-Si
bueno, pero tampoco podía dejarlo ahí- se justificó.
Hermione salió de la enfermería, sin bigotes,
sin cola y sin pelaje, a comienzos de febrero. La primera noche que pasó en la
torre de Gryffindor, Harry le enseñó el diario de T.M. Ryddle y le contó la
manera en que lo habían encontrado.
-No
creen que se tardaron mucho en decirle- comentó Sirius.
-No creo
que hubiera sido conveniente que le contaran de eso en la enfermería donde la
señora Pomfrey ahí- comento Marlene.
-Bueno
en eso tiene razón McKinnon- le concedió el oji gris.
— ¡Aaah, podría tener poderes ocultos! —dijo
con entusiasmo Hermione, cogiendo el diario y mirándolo de cerca.
—Si los tiene, los oculta muy bien —repuso
Ron—. A lo mejor es tímido. No sé por qué lo guardas, Harry
El trio
no sabía precisamente como sentirse, pues era obvio que el diario tenía al muy oscuro,
pero en esos momentos parecía algo tan insignificante.
-Ya
dejaron en paz lo de la poción multijugos- comenzó Lily- así que creo que lo
mejor es llevarle eso a Dumbledore.
-Sería
lo más sensato que deberían hacer- le apoyo Alice.
—Lo que me gustaría saber es por qué alguien
intentó tirarlo —dijo Harry—. Y también me gustaría saber cómo consiguió Ryddle
el Premio por Servicios Especiales.
-Por
mentiras y estafas- comento por lo bajo Harry sintiendo como la pelirroja se abrazaba
más a él.
Esa actitud
de ellos ya comenzaba a ser sospechosa, por mucho que se quisiera ese par,
algunos (Lily y Alastor por ejemplo) comenzaban a considerar que tantos abrazos
y murmullos entre ellos tenían que ver con otra cosa, algo que debía ser
bastante fuerte.
—Por cualquier cosa —dijo Ron—. A lo mejor
acumuló treinta matrículas de honor en Brujería o salvó a un profesor de los
tentáculos de un calamar gigante. Quizás asesinó a Myrtle, y todo el mundo lo
consideró un gran servicio...
-¡¡Ronald
Weasley!!- exclamo Molly- como es posible que te comportes de esa manera.
-Lo
siento mamá, pero solo tenía doce años en ese entonces-se defendió encogiéndose
en su lugar.
-Esa no
es excusa hermanito- le aseguro Fred
-Si,
por lo que sabemos nunca dejaste de ser tan insensible-agrego George.
-¡Ya
dejen de ayudarme!- les reclamo Ron a sus hermanos gemelos- yo lo siento mamá,
pero eso ya paso.
-En teoría
pelirrojo- atajo Sirius- eso aún no pasa- Ron lo vio de mala manera.
Pero Harry estaba seguro, por la cara de
interés que ponía Hermione, de que ella estaba pensando lo mismo que él.
— ¿Qué pasa? —dijo Ron, mirando a uno y a
otro.
—Bueno, la Cámara de los Secretos se abrió
hace cincuenta años, ¿no? —Explicó Harry—. Al menos, eso nos dijo Malfoy.
-Creen
que está relacionado cierto, ese tal Ryddle con lo de la cámara de los
secretos- comento Dora.
-Sería
lógico pensarlo-acepto Remus.
—Sí... —admitió Ron.
—Y este diario tiene cincuenta años —dijo
Hermione, golpeándolo, emocionada, con el dedo.
— ¿Y?
-Hay
sobrino, en verdad no ves la relación- le dijo exasperado Gideon.
-A mí
no importaba en lo más mínimo ese diario, por eso no creía que fuera necesario prestarle
atención- se justificó Ron.
-Nunca
debes de hacer eso- aseguro Alastor con cierta represión- no puedes dejar una
pista a la deriva por insignificante que parezca al principio.
Los
jóvenes del futro asintieron con cierta pesadez, la verdad es que esa lección
la tuvieron que aprender por practica y error.
—Venga, Ron, despierta ya —dijo Hermione
bruscamente—. Sabemos que la persona que abrió la cámara la última vez fue expulsada
hace cincuenta años. Sabemos que a T.M. Ryddle le dieron un premio hace
cincuenta años por Servicios Especiales al Colegio. Bueno, ¿y si a Ryddle le
dieron el premio por atrapar al heredero de Slytherin?
Hubo renovadas
expresiones de odio y rencor por ese hecho.
En su diario seguramente estará todo
explicado: dónde está la cámara, cómo se abre y qué clase de criatura vive en
ella.
-Pero
el diario esta en blanco, no- comento Sirius.
-Pero
si solo fuera un libro en blanco ¿por qué trataron de deshacerse de él?- le
interrogo Marlene.
-Buen
punto- acepto- por triste que parezca, y a pesar que me gusta eso de andar de
detectives, creo que estoy con la pelirroja en que deberían llevárselo al
director- en cuento término de hablar un número de miradas extrañadas se
posaron sobre él- que- pregunto.
-Es que
primo, en todo el tiempo que llevo de conocerte nunca había dicho algo tan, bueno,
sensato como eso- le comento Andrómeda.
-Creo
que estas siendo muy ruda prima- aseguro asiéndose el ofendido además, Dumbledore
podría descubrir todo lo de ese diario, aunque Harry y sus amigos nunca se
enterarían de que encontró.
-No,
pero por lo menos estarían seguros- argumento Marlene.
La persona que haya cometido las agresiones
en esta ocasión no querría que el diario anduviera por ahí, ¿no?
—Es una teoría brillante, Hermione —dijo
Ron—, pero tiene un pequeño defecto: que no hay nada escrito en el diario.
-En
serio que tú y Sirius se parecen- comento James.
Pero Hermione sacó su varita mágica de la
bolsa.
— ¡Podría ser tinta invisible! —susurró.
Y dio tres golpecitos al cuaderno, diciendo:
— ¡Aparecium!
-Buen
intento, pero no creo que sea tan sencillo- aseguro Frank-aunque no es mucho lo
que puedan hacer con tan poca preparación.
Pero no ocurrió nada. Impertérrita, volvió a meter
la mano en la bolsa y sacó lo que parecía una goma de borrar de color rojo.
—Es un revelador, lo compré en el callejón
Diagon —dijo ella.
Frotó con fuerza donde ponía «1 de enero».
Siguió sin pasar nada.
-Descubrieron
lo que tenía el diario- pregunto Luna en un tono un poco diferente al que
utilizaba usualmente.
-Aí, aunque
por accidente- le respondió Harry.
—Ya te lo decía yo; no hay nada que encontrar
aquí —dijo Ron—. Simplemente, a Ryddle le regalaron un diario por Navidad, pero
no se molestó en rellenarlo.
-No deberías
de sentirte tan confiando- le aseguro Alastor.
-Sí,
ahora lo sé- aseguro Ron
Harry no podría haber explicado, ni siquiera
a sí mismo, por qué no tiraba a la basura el diario de Ryddle. El caso es que
aunque sabía que el diario estaba en blanco, pasaba las páginas atrás y
adelante, concentrado en ellas, como si contaran una historia que quisiera
acabar de leer.
-Tal
vez sea algo así como un presentimiento, o tal vez percibes de cierto modo lo
que puede tener- propuso James- pero no comprendo que podría ser.
Harry
sonrió amablemente, aunque por dentro se seguía haciendo las mismas preguntas
que aquella vez, tal vez la razón por la tenía esas sensaciones con el diario,
era porque el también una parte de su propietario dentro de él, y tal vez de
cierto modo podía sentir esa presencia dentro del diario.
-Yo tengo
más dudas con respecto al dueño- atajo Lily- no lo sé, pero hay algo en ese
nombre que me hace sentir inquieta.- acepto al fin la pelirroja dejando
impresionado a su hijo.
-Tranquila
Lis- le dijo James sobándole los brazos.
Y, aunque estaba seguro de no haber oído
antes el nombre de T.M. Ryddle, le parecía que ese nombre le decía algo, como
si se tratara de un amigo olvidado de la más remota infancia.
-No
precisamente un amigo- comento Harry-
Pero era absurdo: no había tenido amigos
antes de llegar a Hogwarts, Dudley se había encargado de eso.
-Pero
no importa cachorro- atajo Sirius queriendo aminorar la molestia por lo último
leído- de cualquier forma, fue aquí donde conociste a tus verdaderos amigos.
Sin embargo, Harry estaba determinado a
averiguar algo más sobre Ryddle, así que al día siguiente, en el recreo, se
dirigió a la sala de trofeos para examinar el premio especial de Ryddle,
acompañado por una Hermione rebosante de interés y un Ron muy reticente, que
les decía que había visto el premio lo suficiente para recordarlo toda la vida.
-Siempre
adelante a pesar de todo, e investigando para conseguirlo- comento Remus risueño-
se nota que eres hijo de estos dos.
-Jeje,
si tienes razón lunático- acepto Sirius igual de alegre- al igual que Teddy se
parece…
-Cuidado
con lo que vas a decir- le advirtió el castaño ante la atenta mirada de la
metamorfomaga.
-A mi
sobrina, se parece a mi sobrina- termino el hombre sin su alegría menguada.
-Sí,
tan parecido a mí que te tuvieron que decir que era mi hijo para que te dieras
cuenta, verdad tío- le desafío Dora.
-Y aun así
no lo aceptaste a la primera- secundo Marlene.
La placa de oro bruñido de Ryddle estaba
guardada en un armario esquinero. No decía nada de por qué se lo habían
concedido.
—Menos mal —dijo Ron—, porque si lo dijera,
la placa sería más grande, y en el día de hoy aún no habría acabado de sacarle
brillo.
-Pero
podrían haber tenido una pista de quien fue- aseguro Frank.
Sin embargo, encontraron el nombre de Ryddle
en una vieja Medalla al Mérito Mágico y en una lista de antiguos alumnos que
habían recibido el Premio Anual.
—Me recuerda a Percy —dijo Ron, arrugando con
disgusto la nariz—: prefecto, Premio Anual..., supongo que sería el primero de
la clase.
El chico
Weasley no le gustó nada la comparación que hacia su hermano, después de la
batalla de Hogwarts se supieron muchas cosas sobre el pasado de Voldemort, y el
penar que él alguna vez había actuado como él y que hasta cierto punto había
sucumbido a sus ambiciones, lo hacía sentiré mal.
-Hey
Percy- le hablo Ron a su hermano- sobre eso que dije.
-Descuida
Ron, no tienes que explicar nada- le aseguro el joven
—Lo dices como si fuera algo vergonzoso
—señaló Hermione, algo herida.
-Claro
que no es algo vergonzoso, pero tampoco es algo para sentir mucho orgullo-
aseguro Fred.
-Hay
muchas otras cosas que simbolizan mayor orgullo que eso- apoyo George.
-Como
abandonar la escuela en su último año- les reclamo por lo bajo la castaña- de
seguro que a su madre le fascinara- agrego cerrándoles de inmediato la boca.
El sol había vuelto a brillar débilmente
sobre Hogwarts. Dentro del castillo, la gente parecía más optimista. No había
vuelto a haber ataques después del cometido contra Justin y Nick Casi
Decapitado, y a la señora Pomfrey le encantó anunciar que las mandrágoras se
estaban volviendo taciturnas y reservadas, lo que quería decir que rápidamente
dejarían atrás la infancia.
-Eso es
estupendo- exclamo Alice- ya no falta tanto para que puedan curar a los
petrificados, y así sabrán por fin la verdad de las cosas
Una tarde, Harry oyó que la señora Pomfrey
decía a Filch amablemente:
—Cuando se les haya ido el acné, estarán
listas para volver a ser trasplantadas. Y entonces, las cortaremos y las
coceremos inmediatamente. Dentro de poco tendrá a la Señora Norris con usted
otra vez.
-Y
siempre escuchando conversaciones ajenas- comento Lily cansinamente- si te das
cuenta que con solo estos dos libros tengo suficiente para castigarte por
veinte o treinta años- le pregunto en forma dulce a su hijo.
-Y eso
que aún faltan cuatro libros- comento Hermione risueña- creo que tu vida no
será tan fácil como crees- le acuso.
-Te
recuerdo que tú también me acompañaste en muchas de esas- le devolvió Harry-
tal vez deberíamos decirle a tus padres.
-¡No me
amenaces Harry James Potter!- le devolvió con cierto nerviosismo, ya tenía
bastantes problemas con eso de haberlos enviado a Australia sin memoria.
-De
cualquier forma, ustedes tres necesitan de mucha disciplina jovencitos- aseguro
la pelirroja.
-No podía
estar más de acuerdo con ella- aseguro Molly viendo con severidad a los chicos-
y ellos no son los únicos- agrego al otra los gestos burlones de sus hijos
gemelos.
Harry pensaba que tal vez el heredero de
Slytherin se había acobardado. Cada vez debía de resultar más arriesgado abrir
la Cámara de los Secretos, con el colegio tan alerta y todo el mundo tan
receloso. Tal vez el monstruo, fuera lo que fuera, se disponía a hibernar
durante otros cincuenta años.
-No
creo que todo sea tan sencillo- comento Frank- pero por fortuna ya no ha
ocurrido nada malo.
Ernie Macmillan, de Hufflepuff, no era tan
optimista. Seguía convencido de que Harry era el culpable y que se había
delatado en el club de duelo.
El
joven se puso nervioso por escuchar la mención de su nombre, y más cuando vio a
los jóvenes del pasado escribiendo algo as en ese pergamino suyo.
Peeves no era precisamente una ayuda, pues
iba por los abarrotados corredores saltando y cantando: « ¡Oh, Potter, eres un
zote, estás podrido...!», pero ahora además interpretando un baile al ritmo de
la canción.
-Pásenme
el pergamino- pidió Remus- tengo algo especial planeado para ese maldito poltergeist
-Huy
eso estará bueno- aseguro Sirius.
-Sí,
sus ideas especiales simpe son particularmente maléficas- aseguro James con una
sonrisa traviesa.
-Déjame
ver, que ya me dio curiosidad- exclamo Dora arrebatándole el pergamino de las
manso al castaño- jajá, no sabía que eso se le podía hacer a un poltergeist
-No
tienes ni idea de lo ingenioso que es nuestro lunático amigo sobrina- aseguro
pidiendo el pergamino.
-Ya podría
continuar con la lectura- pegunto Severus un tanto molesto.
-He si
continua- le dijo sin darle importancia Sirius que revisaba el pergamino.
Gilderoy Lockhart estaba convencido de que
era él quien había puesto freno a los ataques. Harry le oyó exponerlo así ante
la profesora McGonagall mientras los de Gryffindor marchaban en hilera hacia la
clase de Transfiguración.
-Ese
solo se la pasa fastidiando a la gente- aseguro Ted- yo no lo conozco pero ya
me está hartando.
-Pues
si Snape no se hubiera comportando como princesa frente a él.
-¡Ya
cállate Potter!- le rebatió Severus.
-¡cállame
todo lo quieres pero es cierto y lo sabes-recalcó- bien pudiste dejarlo en la enfermería
por el resto del año y nadie te reclamaría nada- aseguro el azabache.
-Señor Potter,
por favor- dijo el profesor Dumbledore- señor Snape, podría continuar- le
solicito.
Snape
estuvo leyendo los fanfarroneo de Lockhart y de su supuesta inyección de moral
que necesitaba el colegio.
-Con
tal de que no sea una estupidez- exclamo Charlie.
-No
cuentes con eso humano- aseguro Ron con media sonrisa recordando el poema que
le dedico su hermana a su mejor amigo.
La idea que tenía Lockhart de una inyección
de moral se hizo patente durante el desayuno del día 14 de febrero.
Algunos
jóvenes del pasado ya se estaban imaginado que era lo que pudo haber hecho ese
tipo que en ocasiones daba algunas señas algo amaneradas, de seguro sería algo
que les “fascinaría” a los chicos.
Harry no había dormido mucho a causa del
entrenamiento de quidditch de la noche anterior y llegó al Gran Comedor
corriendo, algo retrasado. Pensó, por un momento, que se había equivocado de
puerta.
Las paredes estaban cubiertas de flores
grandes de un rosa chillón. Y, aún peor, del techo de color azul pálido caían
confetis en forma de corazones.
Varias
chicas realizaron exclamaciones de gusto y deleite, tanto las que se imaginaban
como se vería el gran comedor, y otras recordando ese día en particular, por su
parte ya mayoría de los chicos estaban entre indignados, molestos, y algunos
hicieron muecas como si olieran algo bastante pestilente.
-En
verdad cometió semejante crimen- exclamo James.
-¿Pero
que dices?, el lugar no esta tan mal decorado- atajo Lily.
-Bueno
amiga, si está acorde con la fecha- comenzó Marlene- pero yo pienso que es
demasiado “meloso” para mi gusto.
-¡Muy bien
McKinnon!- le festejo Sirius tomando por la cintura a acercándola a él- ya
savia yo que tu tenías buen gusto para las cosas.
-Si… Sirius-
la rubia se estaba poniendo nerviosa, nunca había estado así de cerca de ese
hombre, al menos claro para darle un golpe ocasional para corregirlo- podrías
soltarme de una vez.
-¿Es
necesario?- dijo él, pues en lo personal se sentía bastan bien, en especial al notar
el sonrojo de la chica.
-Sí,
suéltame- dijo de inmediato. Se alejó un poco después de que la soltara, pero seguí
igual de nerviosa.
Harry se fue a la mesa de Gryffindor, en la
que estaban Ron, con aire asqueado, y Hermione, que se reía tontamente.
-Clásico-
exclamaron los dos pares de gemelos.
— ¿Qué ocurre? —les preguntó Harry,
sentándose y quitándose de encima el confeti.
Ron, que parecía estar demasiado enojado para
hablar, señaló la mesa de los profesores. Lockhart, que llevaba una túnica de
un vivo color rosa que combinaba con la decoración, reclamaba silencio con las
manos.
-Esto
va a estar interesante- espeto Sirius.
Los profesores que tenía a ambos lados lo
miraban estupefactos. Desde su asiento, Harry pudo ver a la profesora
McGonagall con un tic en la mejilla. Snape tenía el mismo aspecto que si se hubiera
bebido un gran vaso de crecehuesos.
-Ya vez
querida, a la profesora McGonagall también le molesta el teatro de ese imbécil-
aseguro James viendo a Lily- y no creo que los demás profesores se sientan
diferentes.
-En
especial quejicus- lo apoyo Sirius- hey, tal vez ahí por fin el pelo grasiento
lo manda a la enfermería-
-¡A ti
debería de enviarte a la enfermería Black!- rebatió Severus.
-¡Ya basta
los dos!- grito Harry- no es momento para sus discusiones.
— ¡Feliz día de San Valentín! —Gritó Lockhart—.
¡Y quiero también dar las gracias a las cuarenta y seis personas que me han
enviado tarjetas! Sí, me he tomado la libertad de preparar esta pequeña
sorpresa para todos vosotros... ¡y no acaba aquí la cosa!
Severus
leyó como por la puerta entraron los enanos vestidos de cupido.
-Pero
que idiota- grito James- como se le ocurre poner a enanos como si fueran
cupidos he.
-Porque
no mejor gnomos de jardín- propuso Sirius- se verían igual de feos pero esos si
pueden mandarlos volando.
— ¡Mis amorosos cupidos portadores de
tarjetas! —Sonrió Lockhart—. ¡Durante todo el día de hoy recorrerán el colegio
ofreciéndoos felicitaciones de San Valentín!
-Pero
quien los utilizaría para enviar tarjetas- exclamo Marlene a lo que Ginny se
encogió avergonzada.
-Sería
mejor idea darle la tarjeta directamente que usas a esas cosas- aseguró Alice
que tampoco le gustaba la imagen de los enanos.
¡Y la diversión no acaba aquí! Estoy seguro
de que mis colegas querrán compartir el espíritu de este día. ¿Por qué no pedís
al profesor Snape que os enseñe a preparar un filtro amoroso? ¡Aunque el
profesor Flitwick, el muy pícaro, sabe más sobre encantamientos de ese tipo que
ningún otro mago que haya conocido!
Las
miradas se fueron rápidamente sobre el pequeño mago.
-Eso es
completamente falso- aseguro Flitwick, aunque un leve rubor en su rostro les
hacía pensar otra cosa.
El profesor Flitwick se tapó la cara con las
manos. Snape parecía dispuesto a envenenar a la primera persona que se
atreviera a pedirle un filtro amoroso.
-No
dudo que sea capaz- aseguro Sirius.
-Pero
no creo que haya alguien tan idiota como para pedirle eso- aseguro Remus.
-Y que ocurrencias
con sus filtros amorosos, no deberían tomar esas cosas como un juego- aseguro
Dora.
-Alguna
mala experiencia sobrina- le pirco Sirius.
-Claro
que no, al menos no una propia- aseguro la joven.
—Por favor, Hermione, dime que no has sido
una de las cuarenta y seis —le dijo Ron, cuando abandonaban el Gran Comedor
para acudir a la primera clase. Pero a Hermione de repente le entró la urgencia
de buscar el horario en la bolsa, y no respondió.
-Sí,
fue una de las cuarenta y seis- aseguro Fred.
Los enanos se pasaron el día interrumpiendo
las clases para repartir tarjetas, ante la irritación de los profesores.
-Todo
por las estupideces de ese Lockhart- increpo Fabián
-No
dudo que hasta los profesores quisieron hacerle algo a ese idiota-aseguro
Gideon.
-No
creo que haya habido un profesor tan odiado paro todo el colegio- aseguro Ted.
-De
hecho si hubo alguien más odiado que Lockhart- comento Ron- pero saldrá hasta
el quinto libro, y créanme que a nadie le va a gustar-Aseguro
-Gracias
Ron, como nos hacía falta sentir más tensión de la que tenemos- ironizo
Hermione notando las miradas preocupadas de los del pasado, pero en especial de
los padres de Harry, Neville y los señores Weasley.
Y al final de la tarde, cuando los de
Gryffindor subían hacia el aula de Encantamientos, uno de ellos alcanzó a
Harry.
-Hay
no- exclamó James.
-Hay
si- dijo Sirius en su clásica posición de bromista.
— ¡Eh, tú! ¡Harry Potter! —gritó un enano de
aspecto particularmente malhumorado, abriéndose camino a codazos para llegar a
donde estaba Harry.
-¿Alguien
te envió una felicitación con esa cosa?- exclamo Frank- no me parece que sea lo
mejor, pero con el ambiente que te rodeaba en ese entonces es bueno que alguien
te quisiera tanto para hacerlo.
-Ese es
un buen punto-aseguro James suponiendo de quien podría ser.
Ruborizándose al pensar que le iba a ofrecer
una felicitación de San Valentín delante de una fila de alumnos de primero,
entre los cuales estaba Ginny Weasley, Harry intentó escabullirse.
-Fue un
buen intento colega, pero inútil- aseguro Ron.
-Si
joven Potter, debiste haberlo atacado con algún hechizo- propuso Fed.
-O patearlo
para que llegara al otro lado del corredor- secundo George.
El enano, sin embargo, se abrió camino a base
de patadas en las espinillas y lo alcanzó antes de que diera dos pasos.
—Tengo un mensaje musical para entregar a
Harry Potter en persona —dijo, rasgando el arpa de manera pavorosa.
-¡Y
además es musical, eso estará bueno!- exclamo Sirius sobándose las manos ante
la mirada represiva de James.
— ¡Aquí no! —dijo Harry enfadado, tratando de
escapar.
— ¡Párate! —gruñó el enano, aferrando a Harry
por la bolsa para detenerlo.
— ¡Suéltame! —gritó Harry, tirando fuerte.
-Sabes,
ahora que lo pienso creo que pude haberte ayudado a deshacerte del enano-
comento Ron- lo siento colega.
-No hay
problema- le dijo sin darle mucha importancia.
Tanto tiraron que la bolsa se partió en dos.
Los libros, la varita mágica, el pergamino y la pluma se desparramaron por el
suelo, y la botellita de tinta se rompió encima de todas las demás cosas.
Harry intentó recogerlo todo antes de que el
enano comenzara a cantar ocasionando un atasco en el corredor.
-Hay
Harry- se lamentó James- tu situación va de mal a peor, si fueras mas como yo
estarías bien, pero teniendo la actitud de Lily debió ser muy
vergonzoso-comento sintiendo pena por lo que estaba a punto de pasar.
-Y aún
falta una cosa para que la escena se complete- aseguro Harry.
-¿Que
podría ser para que la situación fuera aun peor?- pregunto Gideon curioso-
-Malfoy-
respondió James en lugar de su hijo- lo único que falta es que su enemigo
mortal estuviera presente.
— ¿Qué pasa ahí? —Era la voz fría de Draco
Malfoy, que hablaba arrastrando las palabras.
A pesar
de la pena por la que pasaría su hijo, sonrió con suficiencia al haber acertado
en su predicción.
Harry intentó febrilmente meterlo todo en la
bolsa rota, desesperado por alejarse antes de que Malfoy pudiera oír su
felicitación musical de San Valentín.
— ¿Por qué toda esta conmoción? —dijo otra
voz familiar, la de Percy Weasley, que se acercaba.
-Y lo
peor de todo-comenzó Fred- es que su presencia no ayudo en lo más minino a
nuestro compañero.
-Es
cierto, por lo menos hubieras ayudado a nuestro cuñado a librarse de la burla-
continuo George.
-¿Cuñado?-
repitió Harry con curiosidad.
-Hay Potter,
no nos digas que no te gustara- aseguro Fred.
-Ya
sabemos que a nuestra hermanita le faccionaria-apoyo George.
-Bueno
ya basta- exclamo para sorpresa de todos Sirius- que yo quiero escuchar que
ocurrió- y entonces todos comprendieron.
A la desesperada, Harry intentó escapar
corriendo, pero el enano se le echó a las rodillas y lo derribó.
—Bien —dijo, sentándose sobre los tobillos de
Harry—, ésta es tu canción de San Valentín:
Tiene los ojos verdes como un sapo en
escabeche
Y el pelo negro como una pizarra cuando
anochece.
Quisiera que fuera mío, porque es glorioso,
El
héroe que venció al Señor Tenebroso.
Una
sonora risotada estallo en ese momento, Sirius Black había encontrado eso muy
gracioso, golpeaba la mesa con el puño sin dejar de reír, algunos otros fueron
contagiados por su risa, pero trataban de ocultarlo.
Entonces
se escuchó un fuerte ruido y oji gris callo de espalda dejando de reír, cuando
el hombre se levantó se escucharon más risas, pero no venían de parte de él, y
es que en ese momento el cabellos negro y lacio del hombre había cambiado,
ahora estaba bastamente esponjado, se veía como un alocado estilo afro de un
verde eléctrico muy llamativo y con varia manchas de varios colores.
¡¿Qué
es esto?!- grito en cuando noto de que se reían.
-Se
llama castigo- aseguro Harry de inmediato.
-¡¿Pero
por qué mi cabello?!- exclamó molesto y desesperado.
-Porque
el caso era hacerte sufrir- exclamo-y se que tu cabello es de tus mayores
orgullos.
Después
de que todos se calmaran, porque incluso Severus se había dado gusto riéndose
de la des fortuna de uno de sus némesis
Harry habría dado todo el oro de Gringotts
por desvanecerse en aquel momento.
-Lo siento-
se disculpó Ginny por lo bajo.
-Descuida,
no hay problema- le aseguro Harry con media sonrisa.
Intentando reírse con todos los demás, se
levantó, con los pies entumecidos por el peso del enano, mientras Percy Weasley
hacía lo que podía para dispersar al montón de chavales, algunos de los cuales
estaban llorando de risa.
-Sería
un buen intento el reírte de tu propia desgracia- exclamo Fabián.
-Es
mejor que sentirte ofendido, o eso pensamos nosotros- agregó Gideon.
— ¡Fuera de aquí, fuera! La campana ha sonado
hace cinco minutos, a clase todos ahora mismo —decía, empujando a algunos de
los más pequeños—. Tú también, Malfoy.
-¡¡Haag
nada funciona!!- se quejó Sirius llamando la atención de todos.
-¿Y a
ti que te pasa?- le pregunto Marlene un tanto risueña.
-Es que
ningún maldito hechizo que intento funciona para deshacerme de esto- exclamo jalándose
el pelo.
-A mí
me gusta como se ve- comentó Dora.
-No me
fastidies sobrina- rebatió- como es posible que no puede deshacer este maldito hechizo.
-Es
obvio- aseguro Lily con suficiente- es nuestro hijo después de todo- aseguro inflando
el pecho al igual que su novio.
-Ahijado,
ya entendí que no debí burlarme, podrías regresarme mi magnifico peinado.
-Mmm,
no lo sé.
-Harry-
le reclamo dulcemente Ginny. Negando con la cabeza el azabache saco su varita y
deshizo el herido regresándolo su lacia cabellera negra.
-Gracias
mini pelirroja, te debo una- aseguro el hombre comprobando que todo estaba en
orden.
Harry vio que Malfoy se agachaba y cogía
algo, y con una mirada burlona se lo enseñaba a Crabbe y Goyle. Harry
comprendió que lo que había recogido era el diario de Ryddle.
— ¡Devuélveme eso! —le dijo Harry en voz
baja.
-Fue el
diario de esa vez- exclamo Draco- yo lo le vi nada importante a esa cosa, a
decir verdad si pensaba que era tuyo..
-¿No
sabes nada sobre eso libro?- pregunto Harry impresionado.
-No porque
debería- le devolvió el rubio- y además, sigo sin entender que es lo importante
en esa cosa vieja.
-Bueno,
eso ya lo veras al final del libro- aseguro el azabache.
— ¿Qué habrá escrito aquí Potter? —dijo
Malfoy, que obviamente no había visto la fecha en la cubierta y pensaba que era
el diario del propio Harry. Los espectadores se quedaron en silencio. Ginny
miraba alternativamente a Harry y al diario, aterrorizada.
Esa
acción puso en alerta a Lily Alastor y Dumbledore, eso no podía significar nada
bueno. Por su parte Ginny se sorprendió por los detallada que estaba la lectura
y Harry se recriminaba por no haber puesto más atención con lo que pasaba a su
ahora pelirroja.
—Devuélvelo, Malfoy —dijo Percy con
severidad.
—Cuando le haya echado un vistazo —dijo
Malfoy, burlándose de Harry.
Percy dijo:
—Como prefecto del colegio...
-Huy si
hermanito, eso de seguro los intimida-ironizo Fred.
Pero Harry estaba fuera de sus casillas. Sacó
su varita mágica y gritó:
— ¡Expelliarmus!
Algunos
profesores Lily e incluso Severus quedaron un poco expectantes a ver si el hechizo
funcionaria correctamente.
Y tal como Snape había desarmado a Lockhart,
así Malfoy vio que el diario se le escapaba a Malfoy de las manos y salía
volando. Ron, sonriendo, lo atrapó.
En ese
momento se escuchado un chillido que llamo la atención de varios en dirección a
cierta pelirroja.
-Yo, lo
siento- se disculpó Lily- pero es que, es fantástico, no que este rompiendo las
reglas- aseguro viendo a James y Sirius- pero ese hechizo se aprende
generalmente hasta el tercer curso.
El
joven sonrió complació por el evidente orgullo que estaba expreso en las
palabras de su madre, se sentían muy bien con eso.
— ¡Harry! —Dijo Percy en voz alta—. No se
puede hacer magia en los pasillos. ¡Tendré que informar de esto!
-En
serio hermano, a veces pareces que estas en nuestra contra- aseguro George
Pero Harry no se preocupó. Le había ganado
una a Malfoy, y eso bien valía cinco puntos de Gryffindor. Malfoy estaba
furioso, y cuando Ginny pasó por su lado para entrar en el aula, le gritó
despechado:
— ¡Me parece que a Potter no le gustó mucho
tu felicitación de San Valentín!
-Ja, ya
me imaginaba que habías sido tu- aseguro James comentó- en verdad Harry, no
dejes ir a esta chica, es muy especial.
-Sí, y solo
tardo cinco años en darse cuenta- atajo Hermione con una sonrisa mientras que
Harry la veía con cierto rencor.
-Ya después
nos encargaremos de eso- dijo sin darle importancia James- tú no te preocupes Ginny,
eso no volverá a pasar-afirmo.
Ginny se tapó la cara con las manos y entró
en clase corriendo.
-He yo,
lo siento- se disculpó el rubio bajando la vista.
-Gracias-
regreso la pelirroja.
Dando un gruñido, Ron sacó también su varita
mágica, pero Harry se la quitó de un tirón. Ron no tenía necesidad de pasarse
la clase de Encantamientos vomitando babosas.
Los
gemelos Weasley y Prewet se comenzaron a reír al recordar lo ocurrido.
-Se
nota que tienen que aprender a controlar tu carácter hijo- aseguró Arthur- está
bien que quisieras defender a tu hermana, pero tus circunstancias no puedes
arriesgarte y más con esa varita defectuosa.
-Si lo
se papá- aseguro el pelirrojo.
Harry no se dio cuenta de que algo raro había
ocurrido en el diario de Ryddle hasta que llegaron a la clase del profesor
Flitwick.
Todos agudizaron
el oído para no perderse de nada.
Todos los demás libros estaban empapados de
tinta roja. El diario, sin embargo, estaba tan limpio como antes de que la
botellita de tinta se hubiera roto. Intentó hacérselo ver a Ron, pero éste
volvía a tener problemas con su varita mágica: de la punta salían pompas de
color púrpura, y él no prestaba atención a nada más.
-Y aun
así querías hechizar a Malfoy- aseguró Bill.
-En
vegdad debegías de cambiag esa vagita gota- secundó Fleur.
Aquella noche, Harry fue el primero de su
dormitorio en irse a dormir.
-Si
claro, te fuiste a dormir- ironizó Remus.
-Más
bien quería investigas más a fondo ese diario- agrego Dora.
-Pues,
era parte de eso- acepto el chico.
En parte fue porque no creía poder soportar a
Fred y George cantando: «Tiene los ojos verdes como un sapo en escabeche» una
vez más.
-¡¡Fred,
George!!- les reprendió Molly- como pueden burlarse de algo como eso, su
hermana abrió el corazón y no es bueno…
-No nos
burlábamos de nuestra hermanita- atajo Fred.
-Solo
estábamos jugando con Harry- dijo George.
-Es
bueno saberlo, así poder darles las gracias apropiadamente después- aseguro el joven
azabache con una sonrisa maliciosa.
Y en parte, porque quería examinar de nuevo
el diario de Ryddle, y sabía que Ron opinaba que eso era una pérdida de tiempo.
Remus y
Dora sonrieron con suficiencia, mientras que Ron lo hacía con cierta pesadez, él
estaba muy equivocado con ese maldito diario, y sentía no haberle prestado más
atención.
Se sentó en la cama y hojeó las páginas en
blanco; ninguna tenía la más ligera mancha de tinta roja. Luego sacó una nueva
botellita de tinta del cajón de la mesita, mojó en ella su pluma y dejó caer
una gota en la primera página del diario.
La tinta brilló intensamente sobre el papel
durante un segundo y luego, como si la hubieran absorbido desde el interior de
la página, se desvaneció.
-Eso es
muy extraño- comento Sirius- bueno, ya encontró una cualidad de esa cosa, pero
no sé de qué pueda servir.
-tal
vez si me dejaras leer Black- increpo Severus antes de retomar la lectura.
Emocionado, Harry mojó de nuevo la pluma y
escribió:
«Mi nombre es Harry Potter.»
Las palabras brillaron un instante en la
página y desaparecieron también sin dejar huella. Entonces ocurrió algo.
Todos
aguardaron impacientes que se revelara algo más de ese dichoso diario.
Rezumando de la página, en la misma tinta que
había utilizado él, aparecieron unas palabras que Harry no había escrito:
«Hola, Harry Potter. Mi nombre es Tom Ryddle.
¿Cómo ha llegado a tus manos mi diario?»
De
inmediato Severus guardo silencio, pero no porque alguien había interrumpido la
lectura nuevamente, él se quedó en silencio por unos segundos al igual que el
resto del comedor.
-El
libro, respondió- dijo Marlene que fue la primera en hablar.
-¡Eso,
eso es imposible!- aseguró Sirius comenzado a preocuparse- eso quería decir que
esa cosa tiene mente o algo así.
-Pero
si tuvieras razón, sería un objeto demasiado peligroso- aseguro Arthur que se
comenzó a tensar porque unos chicos tuvieran esa cosa en sus manos.
Albus y
Severus por su parte no dejaban de pensar que podría ser esa cosa, por una
parte Dumbledore conocía basta bien a Ryddle y no creía que ese objeto fuera
cualquier cosa, y más claro viendo la reacción del diario, y Snape por su parte
sabia más que nadie acerca de la magia tenebrosa, y ese objeto daba todas las
señales de ser algo muy obscuro.
Estas palabras también se desvanecieron, pero
no antes de que Harry comenzara de nuevo a escribir:
«Alguien intentó tirarlo por el retrete.»
Aguardó con impaciencia la respuesta de Ryddle.
-Hay
Harry, no deberías de estar escribiendo en esa cosa, es muy peligroso- aseguro
Lily alterada.
-Sí, lo
se mamé- aseguro el chico apretando el abrazando que tenía sobre Ginny.
«Menos mal que registré mis memorias en algo
más duradero que la tinta. Siempre supe que habría gente que no querría que mi
diario fuera leído.»
Eso
preocupo aún más al anciano director, eso parecía que era aún más serio de lo
que se había planteado en un principio.
« ¿Qué quieres decir?», escribió Harry,
emborronando la página debido a los nervios.
«Quiero decir que este diario da fe de cosas
horribles; cosas que fueron ocultadas; cosas que sucedieron en el Colegio
Hogwarts de Magia y Hechicería.»
-Bueno,
acertaron con que el diario data de la primer vez que abrieron la cámara-
argumento Frank- pero aun así creo que lo mejor es que dejaras esa, maldita
cosa tranquila.
-Sería
lo más sensato, pero dudo que lo que lo haga- se lamentó Remus- él tiene la
misma curiosidad que sus dos padres juntos, querrá saber todo lo que tnga que
decir.
-Pero
eso no pude ser precisamente bueno o verdadero- aseguró Nymphadora que también
le alteraba ese diario.
«Es donde estoy yo ahora», escribió Harry
apresuradamente. «Estoy en Hogwarts, y también suceden cosas horribles. ¿Sabes
algo sobre la Cámara de los Secretos?»
El corazón le latía violentamente. La réplica
de Ryddle no se hizo esperar, pero la letra se volvió menos clara, como si
tuviera prisa por consignar todo cuanto sabía.
-En
serio debes de dejar de escribir en esa cosa- apremio Lily- en serio esa cosa
no es nada normal.
-Es
obvio que es algo de magia negra, y no será bueno que te sigas involucrando con
eso- aseguro Alice.
Severus
leyó la repuesta de Ryddle, de cómo la cámara fue abierta en su quito año, de cómo
murió un estudiante, así como que él fue el que capturo al responsable (lo cual
provocó que Hagrid resoplado de molestia e indignación) que no fue encarcelado y que el antiguo
director (Dippet), no quiso que la noticia se supiera y le dieron el trofeo que
tenía.
-Eso podría
tener sentido, pero aun así no creo que se deba confiar en eso- aseguro Lily.
En su precipitación por escribir, Harry casi
vuelca la botellita de la tinta.
«Ha vuelto a suceder. Ha habido tres ataques
y nadie parece saber quién está detrás. ¿Quién fue en aquella ocasión?»
El semi
gigante se preocupó en ese momento, sabía muy bien que su nombre surgiría en
ese momento, y se conocería una parte de la verdad, aunque sabía que Dumbledore
y ese grupo de locos de los merodeadores que lo visitaban en su casa estarían
de su lado, pero de los demás no estaría seguro de cómo reaccionarían.
«Te lo puedo mostrar, si quieres», contestó
Ryddle. «No necesitas leer mis palabras. Podrás ver dentro de mi memoria lo que
ocurrió la noche en que lo capturé.»
-Eso lo
hace aún más preocupante- atajo James.
-Sin
duda eso es magia negra, nada puede hacer que un simple libro tenga esas
propiedades- aseguro Lily ante el asentimiento de Dumbledore y Severus.
Harry dudó, y la pluma se detuvo encima del
diario. ¿Qué quería decir Ryddle? ¿Cómo podía alguien introducirse en la
memoria de otro?
-Hay
varias formas- comento Dumbledore- pero no creo que ninguna de ella se aplique
en este caso, ese es un tipo de magia que desconozco- esa declaración del
directo causo aún más tensión si eso era posible, la mayoría veía al director
como alguien que lo sabía todo, y e que aceptara algo como eso era en pocas
palabras sorprendente.
Miró asustado la puerta del dormitorio; iba
oscureciendo. Cuando retornó la vista al diario, vio que aparecían unas
palabras nuevas:
«Deja que te lo enseñe.»
-No deberías
dejar que lo hiciera cachorro- aseguro Sirius.
-Sería
lo más coherente- comento Frank- pero él no perdería la oportunidad de
averiguar algo, aunque sea de esa manera.
Harry meditó durante una fracción de segundo,
y luego escribió una sola palabra:
«Vale.»
Lily cruzo
los dedos, aun cuando según Harry no le había pasado nada por tener ese diario,
Ginny por su parte se sorprendía de lo que esa podía hacer, además claro que lo
mucho que la había hecho sufrir.
Severus
relato como las hojas fueron pasando con rapidez hasta detenerse en una donde
se asignaba día 13 de junio, de cómo las paginas cambiaron asta parecer una
pantalla y de cómo Harry sintiera que era absorbido por ella.
-Es
similar a un pensadero- comento Ted.
Notó que pisaba tierra firme y se quedó
temblando, mientras las formas borrosas que lo rodeaban se iban definiendo
rápidamente.
Enseguida se dio cuenta de dónde estaba.
Aquella sala circular con los retratos de gente dormida era el despacho de
Dumbledore, pero no era Dumbledore quien estaba sentado detrás del escritorio.
Un mago de aspecto delicado, con muchas arrugas y calvo, excepto por algunos
pelos blancos, leía una carta a la luz de una vela. Harry no había visto nunca
a aquel hombre.
-Él era
Armando Dippet, el director anterior a mí- explicó Dumbledore a todo el
comedor.
—Lo siento —dijo con voz trémula—. No quería
molestarle...
-Hay
Harry, esas son solos sombras, imágenes que de un recuero que ya paso, no
puedes hablar con ellas- expreso Lily.
-Si
mamá, pero en ese momento no sabía nada- exclamó el chico.
Pero el mago no levantó la vista. Siguió
leyendo, frunciendo el entrecejo levemente. Harry se acercó más al escritorio y
balbució:
— ¿Me-me voy?
Algunos
soltaron unas risas modesta por la gran ingenuidad que estaba demostrando el
joven Potter.
El mago siguió sin prestarle atención. Ni
siquiera parecía que le hubiera oído. Pensando que tal vez estuviera sordo,
Harry levantó la voz.
—Lamento molestarle, me iré ahora mismo —dijo
casi a gritos.
Hay
ahijado, me hubiera gustado estar ahí para poder verte, tu expresión de vedad debió
ser muy divertida- aseguro Sirius.
-Sigue así,
y te regresara el afro- le advirtió Marlene con la misma sonrisa burlona de él.
Con un suspiro, el mago dobló la carta, se
levantó, pasó por delante de Harry sin mirarlo y fue hasta la ventana a
descorrer las cortinas.
-Oigan,
si se supone que esos son los recuerdos de ese tal Ryddle- comenzó Fabián.
-¿Cómo
es posible que tenga tantos detalles si él no estaba presente en ese momento?-
termino Gideon.
Como
nadie sabía cómo contestar a eso, Severus pensó que lo mejor sería continuar
con la lectura. Describiendo como se veía el cielo por la ventana, y de cómo el
mago regreso a su asiento y de cómo Harry examino el lugar y deducía que él debía
ser el anterior director y que él no existía en ese recuerdo.
-Bueno,
al menos ya comprendiste hijo- comento James.
Llamaron a la puerta.
—Entre —dijo el viejo mago con una voz débil.
Un muchacho de unos dieciséis años entró
quitándose el sombrero puntiagudo. En el pecho le brillaba una insignia
plateada de prefecto.
Percy
recordó la comparación de le había hecho Ron no hace mucho tiempo, se decayó un
poco al notar que en esos tiempos el sí tenía varias similitudes con él.
Era mucho más alto que Harry pero tenía, como
él, el pelo de un negro azabache.
—Ah, Ryddle —dijo el director.
— ¿Quería verme, profesor Dippet? —preguntó
Ryddle. Parecía azorado.
—Siéntese —indicó Dippet—. Acabo de leer la
carta que me envió.
-La
carta que leía era de él- expreso Ted- ¿pero que era lo que decía?
-Supongo
que de eso hablaran querido- le aseguro Andrómeda.
— ¡Ah! —exclamó Ryddle, y se sentó,
cogiéndose las manos fuertemente.
—Muchacho —dijo Dippet con aire bondadoso—,
me temo que no puedo permitirle quedarse en el colegio durante el verano.
Supongo que querrá ir a casa para pasar las vacaciones...
-¿Quería
quedarse en el colegio durante el verano?- exclamo Sirius- valla, nunca creí
que hubiera un prefecto perfecto peor que ustedes- agrego antes de recibir un
par de golpes de parte de Lily y Remus.
-No
creo que tenga que ver con eso señor Black- aseguro el director mientras que el
oji gris se sobada los golpes- la historia de ese joven es un poco más
complicada que eso- y con un mueca con la cabeza insto a Severus para que
continuara leyendo.
—No —respondió Ryddle enseguida—, preferiría
quedarme en Hogwarts a regresar a ese..., a ese...
—Según creo, pasa las vacaciones en un
orfanato muggle, ¿verdad? —preguntó Dippet con curiosidad.
-Orfanato,
entonces ese tipo era huérfano- exclamo Dora.
-Así parece-
aseguro Remus- no creo que haya estado muy feliz en ese lugar.
-Ha
pues que ni se queje, que Harry lo ha pasado peor que en un maldito orfanato-
increpo Sirius que por alguna razón se le hacía muy difícil sentir algo de pena
por ese Ryddle.
—Sí, señor —respondió Ryddle, ruborizándose
ligeramente.
— ¿Es usted de familia muggle?
—A medias, señor —respondió Ryddle—. De padre
muggle y de madre bruja.
— ¿Y tanto uno como otro están...?
—Mi madre murió nada más nacer yo, señor. En
el orfanato me dijeron que había vivido sólo lo suficiente para ponerme nombre:
Tom por mi padre, y Sorvolo por mi abuelo.
Sin
poder evitarlo algunos comenzaron a notar algunas similitudes con el joven
Potter, en particular sus amigos, Ginny y Dumbledore escuchaban todo eso con
una gran curiosidad, y de parte del director un atisbo de orgullo, ya había
notado antes esa similitud y se alegraba que sus caminos hubieran sido tan
diferentes.
Dippet chasqueó la lengua en señal de
compasión.
—La cuestión es, Tom —suspiró—, que se podría
haber hecho con usted una excepción, pero en las actuales circunstancias...
— ¿Se refiere a los ataques, señor? —dijo
Ryddle, y a Harry el corazón le dio un brinco. Se acercó, porque no quería
perderse ni una sílaba de lo que allí se dijera.
-Más
valía que lo hicieras, a pesar de lo preocupante que era todo por estar en el
recuerdo para descubrir eso- comento Charlie con un leve toque de reproche.
—Exactamente —dijo el director—. Muchacho,
tiene que darse cuenta de lo irresponsable que sería que yo le permitiera
quedarse en el castillo al término del trimestre. Especialmente después de la
tragedia..., la muerte de esa pobre muchacha... Usted estará muchísimo más
seguro en el orfanato. De hecho, el Ministerio de Magia se está planteando
cerrar el colegio. No creo que vayamos a poder localizar al..., descubrir el
origen de todos estos sucesos tan desagradables...
Ryddle abrió más los ojos.
-No
dudo que sería peligroso que cualquiera se quedara en el castillo cuando ni los
profesores están- exclamo Alice –sería una verdadera imprudencia.
-Yo estoy
más interesado en la actitud de Ryddle- atajo ojo loco. A pesar de su posición
como auror, aun no conocía todo sobre su adversario, como su verdadero nombre
por ejemplo.
—Señor, si esa persona fuera capturada... Si
todo terminara...
— ¿Qué quiere decir? —preguntó Dippet,
soltando un gallo. Se incorporó en el asiento—. ¿Ryddle, sabe usted algo sobre
esas agresiones?
—No, señor —respondió Ryddle con presteza.
Pero Harry estaba seguro de que aquel «no»
era del mismo tipo que el que él mismo había dado a Dumbledore.
-No
cabe duda de que si sabe algo- aseguro Sirius- pero que es lo que puede saber.
-Nada
bueno de seguro-agrego James- ese infeliz me da muy mal presentimiento, y sepa
lo que sepa no será bueno.
-No
eres el único James, a mí tampoco me agrada- aseguro Remus y varios más asintieron
en conformidad ante eso.
Dippet volvió a hundirse en el asiento,
ligeramente decepcionado.
-¡¿Es
todo lo que va a hacer?!- cuestiono Alice.
-Dippet
fue un gran mago, pero para sus últimos días sus capacidades decrecieron en
buena medida- aseguro Lily justificándolo.
—Puede irse, Tom.
Ryddle se levantó del asiento y salió de la
habitación pisando fuerte. Harry fue tras él.
Bajaron por la escalera de caracol que se
movía sola, y salieron al corredor, que ya iba quedando en penumbra, junto a la
gárgola. Ryddle se detuvo y Harry hizo lo mismo, mirándolo. Le pareció que
Ryddle estaba concentrado: se mordía los labios y tenía la frente fruncida.
-¿Qué
es lo que está tramando?- pregunto Frank curioso.
Supongo
que atrapar al “responsable”- respondió Alice haciendo unas comillas con las
manos ante la última palabra- no le había dicho ya a Harry que fue él quien lo atrapo- agrego a lo que todos estuvieron de acuerdo.
Luego, como si hubiera tomado una decisión
repentina, salió precipitadamente, y Harry lo siguió en silencio.
Algunos
vieron eso un poco extraño y por su parte Harry creía que eso se podía deber a
que Ryddle se estaba debatiendo entre darle el crédito de su trabajo a otro y
el anonimato y la posibilidad de permanecer en Hogwarts y no regresar al
orfanato muggle.
No vieron a nadie hasta llegar al vestíbulo,
cuando un mago de gran estatura, con el cabello largo y ondulado de color
castaño rojizo y con barba, llamó a Ryddle desde la escalera de mármol.
— ¿Qué hace paseando por aquí tan tarde, Tom?
Harry miró sorprendido al mago. No era otro
que Dumbledore, con cincuenta años menos.
-Usted tenía
el cabello de color castaño obscuro- pregunto de inmediato Sirius.
-¡¡Black,
¿solo en eso piensas en este momento?!!- le rebatió Marlene.
-Perdón,
pero me parece difícil imaginar al nuestro director de joven, aunque en algún
momento debió ser como nosotros, oigan- exclamo- no sería genial que Dumbledore
hubiera sido un revoltoso como nosotros- exclamo ante las risas de algunos.
-Mucho
me temo que nunca fui así, aunque he admitir, que en una ocasión por accidente
queme las cortinas de mi recamara, pero no creo que sea una historia que valga
la pena contar en este momento- aseguro el anciano director.
—Tenía que ver al director, señor —respondió
Ryddle.
—Bien, pues váyase enseguida a la cama —le
dijo Dumbledore, dirigiéndole a Ryddle la misma mirada penetrante que Harry
conocía tan bien—. Es mejor no andar por los pasillos durante estos días, desde
que...
Suspiró hondo, dio las buenas noches a Ryddle
y se marchó con paso decidido.
-Le
afecto bastante lo de la muerte cierto- comento Lily viendo al director.
-Ciertamente
fue un evento terrible para todos, y yo también sentí la pena por la joven
asesinada- aseguro.
-Aria
falta no tener corazón para no sentir pena por eso- agrego Alice.
Ryddle esperó que se fuera y a continuación,
con rapidez, tomó el camino de las escaleras de piedra que bajaban a las
mazmorras, seguido por Harry.
Pero, para su decepción, Ryddle no lo condujo
a un pasadizo oculto ni a un túnel secreto, sino a la misma mazmorra en que
Snape les daba clase.
-Esperabas
que te levara hasta la cámara o que ahijado- exclamo Sirius.
-Bueno,
no, pero tampoco esperaba que fuera a un lugar tan común- aseguro Harry.
Como las antorchas no estaban encendidas y
Ryddle había cerrado casi completamente la puerta, lo único que Harry veía era
a Ryddle, que, inmóvil tras la puerta, vigilaba el corredor que había al otro
lado.
-Ahora ¿qué
demonios planea hacer?- exclamo James.
-De
seguro está esperando a aquel que dice que fue el culpable- aseguro Alastor-
una vigilancia es lo más básico de toda operación.
-¿Y cuánto
tiempo estuvieron ahí?- le pregunto James a su hijo.
-Pues
yo sentir que fue como un hora, en ese momento quería dejar todo eso e irme-
aseguro.
-¿Pero
no lo hiciste verdad?- pregunto Lily sabiendo la respuesta.
Alguien caminaba por el corredor
sigilosamente. Quienquiera que fuese, pasó ante la mazmorra en la que estaban
ocultos él y Ryddle. Éste, silencioso como una sombra, cruzó la puerta y lo
siguió, con Harry detrás, que se ponía de puntillas, sin recordar que no le
podían oír.
Una
leve sonrisa apareció en algunos por la actitud del azabache, exceptuando claro
a Hagrid, ya que no tenía ni la menor duda de que ese recuerdo se trataba de
aquella ve, de ese incidente que le costó tanto en su vida.
Persiguieron los pasos del desconocido
durante unos cinco minutos, cuando de improviso Ryddle se detuvo, inclinando la
cabeza hacia el lugar del que provenían unos ruidos. Harry oyó el chirrido de
una puerta y luego a alguien que hablaba en un ronco susurro.
—Vamos..., te voy a sacar de aquí ahora..., a
la caja...
Algo le resultaba conocido en aquella voz.
-¿Lo
conoces?- pregunto Remus al azabache.
-Si- respondió-
y ustedes también lo conocen- agrego Harry
De repente, Ryddle dobló la esquina de un
salto. Harry lo siguió y pudo ver la silueta de un muchacho alto como un
gigante que estaba en cuclillas delante de una puerta abierta, junto a una caja
muy grande.
—Hola, Rubeus —dijo Ryddle con voz seria.
De
inmediato varios pares de ojos se posaron sobre el semi gigante que hubiera
dado lo que fuera por no estar ahí, por su parte los amigos del hombretón no
podían creerlo, simplemente era imposible que Hagrid pudiera ser algo así, debía
de tratarse de algún error o algo.
-Pero
entonces, el guardabosques es el causante de todo- exclamo un joven de Hufflepuff
-¡No!-
se escuchó con fuera de todos los que apreciaban al hombre.
-Pero
él…
-Por
favor- exclamo Lucius molesto por lo que decían- el heredero de Slytherin solo
puede ser un sangre limpia, y una maldita bestias semi humano como ese no
puede…
-¡Ya
cierra la maldita boca Malfoy!- increpo Sirius callándolo.
El
trio y Ginny resoplaron con ironía, esperaban ver la cara que ponía ese infeliz
cuando descubran la verdad de su “querido” maestro.
El muchacho cerró la puerta de golpe y se
levantó.
— ¿Qué haces aquí, Tom?
Ryddle se le acercó.
—Todo ha terminado —dijo—. Voy a tener que
entregarte, Rubeus. Dicen que cerrarán Hogwarts si los ataques no cesan.
-Es una
situación similar a la que están pasando- aseguro Fabián.
-Pero
aun así, no es correcto acusar a nadie sin pruebas- agrego Gideon, ellos
tampoco creían en la culpabilidad de Hagrid.
— ¿Que vas a...?
—No creo que quisieras matar a nadie. Pero
los monstruos no son buenas mascotas. Me imagino que lo dejaste salir para que
le diera el aire y...
— ¡No ha matado a nadie! —interrumpió el
muchachote, retrocediendo contra la puerta cerrada. Harry oía unos curiosos
chasquidos y crujidos procedentes del otro lado de la puerta.
De qué
demonios están hablando- pregunto con exasperación Marlene.
-Recuerda
que a él siempre le han gustado los animales grades y peligrosos- le aseguro Sirius-
de seguro es una de sus mascotas y ese maldito de Ryddle lo está acusando sin
razón- algunos vieron con extrañeza al hombre.
-Mato a
una joven, no es prueba suficiente para acusarlo- increpo alguien de Slytherin.
-No si
no tiene pruebas de que fue esa criatura- rebatió el animago en defensa de su
amigo.
—Vamos, Rubeus —dijo Ryddle, acercándose aún
más—. Los padres de la chica muerta llegarán mañana. Lo menos que puede hacer
Hogwarts es asegurarse de que lo que mató a su hija sea sacrificado...
— ¡No fue él! —gritó el muchacho. Su voz
resonaba en el oscuro corredor—. ¡No sería capaz! ¡Nunca!
-Hay
Hagrid- exclamo la profesora McGonagall- ese gusto que tienes por esas
criaturas siempre te taren series problemas- aseguro viendo con pena al semi
gigante mientras recordaba lo ocurrido con el dragón en el primer libro.
-Yo, lo
siento profesora- contesto Hagrid.
—Hazte a un lado —dijo Ryddle, sacando su
varita mágica.
Su conjuro iluminó el corredor con un
resplandor repentino. La puerta que había detrás del muchacho se abrió con tal
fuerza que golpeó contra el muro que había enfrente. Por el hueco salió algo
que hizo a Harry proferir un grito que nadie sino él pudo oír.
Un cuerpo grande, peludo, casi a ras de
suelo, y una maraña de patas negras, varios ojos resplandecientes y unas pinzas
afiladas como navajas...
Ron sufrió
un tremendo escalofrió por la descripción, y más porque eso le hizo recordar
que conoció personalmente a esa criatura cincuenta años después de lo ocurrido.
-Tranquilo
Ron, solo es un relato- le dijo Hermione
por lo bajo.
-Es
porque tú no la conociste- aseguro.
-Esa
descripción, podría tratarse de una acromantula- indago Marlene.
-Es muy
posible que así sea- exclamo Lily.
Ryddle levantó de nuevo la varita, pero fue
demasiado tarde. El monstruo lo derribó al escabullirse, enfilando a toda
velocidad por el corredor y perdiéndose de vista. Ryddle se incorporó, buscando
la varita. Consiguió cogerla, pero el muchachón se lanzó sobre él, se la
arrancó de las manos y lo tiró de espaldas contra el suelo, al tiempo que
gritaba: ¡NOOOOOOOO!
-Hay
Hagrid, esa actitud no te ayudara en nada- aseguro dora- de esa forma ese
Ryddle puede usar esa actitud tuya para acusarte.
-Pero
él no había hecho nada, de hecho me pidió que lo sacara del castillo desde hacía
mucho tiempo, era inocente y no se merecía que la mataran- se defendió Hagrid.
-Tienes
un buen corazón amigo- comento Remus con media sonrisa- pero debes aprender
mucho de cómo hacer las cosas.
Todo empezó a dar vueltas y la oscuridad se
hizo completa. Harry sintió que caía y aterrizó de golpe con los brazos y las
piernas extendidos sobre su cama en el dormitorio de Gryffindor, y con el diario
de Ryddle abierto sobre el abdomen.
-Ya
regrésate- dijo James- pero en verdad no creo que lo que viste te sea de mucha
ayuda hijo.
Antes de que pudiera recuperar el aliento, se
abrió la puerta del dormitorio y entró Ron.
— ¡Estás aquí! —dijo.
-Hay
hermanito, tu siempre tan despreocupado verdad- le acuso George guandoca una
mirada asesina de su hermano.
Harry se sentó. Estaba sudoroso y temblaba.
— ¿Qué pasa? —dijo Ron, preocupado.
—Fue Hagrid, Ron. Hagrid abrió la Cámara de
los Secretos hace cincuenta años.
-Es el
final- informo Severus dejando el libro sobre la mesa.
-Hagrid,
yo, me disculpo por haber pensado eso- le dijo Harry al semi gigante
-Gracias
Harry, en verdad que lo aprecio- aseguro el hombre ton.
-Pero
que aso después de eso, del incidente del monstruo que escapaba- pregunto
Sirius.
-Dippet
pretendía hacer que se juzgarán a Hagrid con la mayor severidad posible-
respondió Dumbledore llamando la atención de todos- pero intercedí por él,
logre hacer que mi antecesor recapacitara y no tratara a Hagrid como un
criminal, aunque mi victoria no fue completo, y para tratar de compensarlo le
di el puesto de guardabosques del colegio en cuanto asumí el cargo de director.
-Eso
quiere decir, que esa fue la razón por la que te expulsaron- aseguro James
viendo a su amigo- no me extraña que no te guste hablar de eso.
-Me
imagino que tendrían mucho que hablar, pero por el momento lo mejor será que continuemos
con la lectura, algún voluntario.
fascinante me encanta, el capitulo ya no puedo esperar para que lleguemos al tercer libro
ResponderEliminarque bueno que te guste, y si, yo también lo estoy esperando.
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