martes, 1 de julio de 2014

Capítulo 13.- Quidditch

James Potter tomo el libro y dándole la vuelta a la página leyó para sí el título del capítulo, un brillo apareció en sus ojos y una enigmática sonrisa se dibujó en sus labios, sus amigos conocían esa sonrisa, era la que ponía antes de cualquier partido que jugarían, pero porque hacia esa sonrisa precisamente ahora.
-El capítulo se llama, “quidditch”- entonces todos entendieron su actitud.
Cuando empezó el mes de noviembre, el tiempo se volvió muy frío. Las montañas cercanas al colegio adquirieron un tono gris de hielo y el lago parecía de acero congelado. Cada mañana, el parque aparecía cubierto de escarcha. Por las ventanas de arriba veían a Hagrid descongelando las escobas en el campo de quidditch, enfundado en un enorme abrigo de piel de topo, guantes de pelo de conejo y enormes botas de piel de castor.
-¿Cuantos animales se requieren para vestir a Hagrid?- pregunto Gideon.
-¿Cuántos?- preguntaron Fabián, Fred y George al unísono esperando una respuesta graciosa.
-No, si no es una broma, en verdad quiero saber cuántos animales se necesitan
-Haa- exclamaron su hermano y sus sobrinos.
-¿Qué? No porque sea un bromista quiere decir que cada cosa sale de mi boca sea un chiste- se defendió.
-Pues si algo más vuelve a salir de tu boca yo me asegurare de cerrarla- amenazo Molly por la innecesaria interrupción- y eso también va por ustedes- señalo a los otros tres.
Iba a comenzar la temporada de quidditch. Aquel sábado, Harry jugaría su primer partido, después de semanas de entrenamiento: Gryffindor contra Slytherin. Si Gryffindor ganaba, pasarían a ser segundos en el campeonato de las casas.
-Eso sería fantástico- exclamo James emocionado- no nos podríamos saltar unas hojas hasta la parte del partido para…
-No- dieron varias voces al mismo tiempo.
Casi nadie había visto jugar a Harry, porque Wood había decidido que sería su arma secreta. Harry también debía mantenerlo en secreto. Pero la noticia de que iba a jugar como buscador se había filtrado, y Harry no sabía qué era peor: que le dijeran que lo haría muy bien o que sería un desastre.
-Y más siendo su primer partido- aseguro Remus.
-El estará fantástico, recuerden que es mi hijo-dijo James con egocentrismo.
-Aun así, tú mismo sabes que los entrenamientos es una cosa y un partido real es otra muy diferente.
-Es cierto lunático, en ocasiones hay que hacer modificaciones en medio del partido- le dio la razón Sirius.
-Y siendo su primer partido debe estar muy nervioso- apoyo Dora.
-Pero aun así lo hará bien- aseguro el azabache antes de volver a leer.
Era realmente una suerte que Harry tuviera a Hermione como amiga. No sabía cómo habría terminado todos sus deberes sin la ayuda de ella, con todo el entrenamiento de quidditch que Wood le exigía. La niña también le había prestado Quidditch a través de los tiempos, que resultó ser un libro muy interesante.
-El único libro decente de la biblioteca- comentó Sirius ganándose un par de golpes.
-Y el único que no les quemaba las manos- le dijo por lo bajo a Dora que sonrió ligeramente.
Harry se enteró de que había setecientas formas de cometer una falta y de que todas se habían consignado durante los Mundiales de 1473; que los buscadores eran habitualmente los jugadores más pequeños y veloces, y que los accidentes más graves les sucedían a ellos; que, aunque la gente no moría jugando al quidditch, se sabía de árbitros que habían desaparecido, para reaparecer meses después en el desierto del Sahara.
-Y también está el caso del mundial de…
-¡James!, o continuas con la lectura o dale el libro a alguien más- advirtió Lily.
-No ya voy- dijo como niño regañado
Hermione se había vuelto un poco más flexible en lo que se refería a quebrantar las reglas, desde que Harry y Ron la salvaron del monstruo, y era mucho más agradable.
-Oigan- reclamo la chica.
-Lo siento Hermione, pero tenía once años, no puedes pedir mucho de mí- se defendió el azabache y ella acepto que era cierto.
El día anterior al primer partido de Harry los tres estaban fuera, en el patio helado, durante un recreo, y la muchacha había hecho aparecer un brillante fuego azul, que podían llevar con ellos, en un frasco de mermelada. Estaban de espaldas al fuego para calentarse cuando Snape cruzó el patio. De inmediato, Harry se dio cuenta de que Snape cojeaba.
-Nada mal chico- pensó Alastor al notar lo perceptivo que podía ser.
Los tres chicos se apiñaron para tapar el fuego, ya que no estaban seguros de que aquello estuviera permitido. Por desgracia, algo en sus rostros culpables hizo detener a Snape. Se dio la vuelta, arrastrando la pierna. No había visto el fuego, pero parecía buscar una razón para regañarlos.
-Quejicus- exclamo James molesto.
-No es precisamente fuera de las normas, pero dudo que a Severus le importe- aporto Remus.
— ¿Qué tienes ahí, Potter?
Era el libro sobre quidditch. Harry se lo enseñó.
—Los libros de la biblioteca no pueden sacarse fuera del colegio —dijo Snape—. Dámelo. Cinco puntos menos para Gryffindor.
-Esa no es una regla- increpo Lily molesta- solo es una maldita excusa tuya para molestarlos- grito la pelirroja haciendo que el hombre se encogiera en su lugar.
—Seguro que se ha inventado esa regla —murmuró Harry con furia, mientras Snape se alejaba cojeando—. Me pregunto qué le pasa en la pierna.
-Quien sabe, pero ojala y le duela- dijo con malignidad Sirius ganándose una mirada un tanto fea de Harry.
—No sé, pero espero que le duela mucho —dijo Ron con amargura.
Todos se sorprendieron por la similitud de palabras.
-Es como un Sirius Black versión ligera-exclamó Remus risueño.
-Pues casi lunático, después de todo Arthur es hijo de…
-Oh no Sirius, en este momento te callas la boca- dijo con presteza Lily- cada vez que sales con tu enredado árbol familiar de la casa Black te vuelves tan insoportable como este con lo del quidditch.
Los dos amigos vieron mal a la pelirroja, aunque los que conocían a ese par sabían que era la mejor decisión.
En la sala común de Gryffindor había mucho ruido aquella noche. Harry, Ron y Hermione estaban sentados juntos, cerca de la ventana. Hermione estaba repasando los deberes de Harry y Ron sobre Encantamientos. Nunca los dejaba copiar (« ¿cómo vais a aprender?»), pero si le pedían que revisara los trabajos les explicaba las respuestas correctas.
-Y ahí tenemos a lunático versión renovada-hablo Sirius- sin duda será otra prefecta perfecta como…
-Sigue con esos comentarios y tendrás que hacer el trabajo de transfiguración de McGonagall tu solo- lo amenazo este.
-Pero no es para tanto.
-Es el cincuenta por ciento de la calificación- aclararon Lily y McGonagall sorprendiéndolo a él y a James.
-¡¡Cincuenta!!- exclamaron los jóvenes.
-Sí, ustedes no lo sabían porque estaban jugando cundo nos lo dijo-comentó Remus viéndolos con superioridad.
-Lunático/Lily- dijeron ambos con voz lisonjea ya que les querían pedir su ayuda.
-Cuando terminemos los libros hablaremos- aseguro Lily en tono firme.
Harry se sentía inquieto. Quería recuperar su libro sobre quidditch, para mantener la mente ocupada y no estar nervioso por el partido del día siguiente. ¿Por qué iba a temer a Snape? Se puso de pie y dijo a Ron y Hermione que le preguntaría a Snape si podía devolverle el libro.
—Yo no lo haría —dijeron al mismo tiempo, pero Harry pensaba que Snape no se iba a negar, si había otros profesores presentes.
-No estoy seguro que se buena idea- comenzó James- pero me agrada la valentía que demuestras.
Bajó a la sala de profesores y llamó. No hubo respuesta. Llamó otra vez. Nada.
¿Tal vez Snape había dejado el libro allí? Valía la pena intentarlo. Empujó un poco la puerta, miró antes de entrar... y sus ojos captaron una escena horrible.
Snape y Filch estaban allí, solos. Snape tenía la túnica levantada por encima de las rodillas. Una de sus piernas estaba magullada y llena de sangre. Filch le estaba alcanzando unas vendas.
-Yo creí que estaba haciendo otras cosas.
-¡Sirius!- gritaron Lily, Alice, McGonagall, Molly, Marlene y Hermione.
-Pero que otra cosa se podría esperar.
-Hablas por experiencia propia- lo pico Marlene
-Claro que no McKinnon, pero si quieres, te puedo demostrar lo que puedo hacer.
 -Inténtalo y te quitare la razón para ser hombre Black- amenazo la mujer, ese tipo de peleas eran más comunes de lo que podían imaginar.
-Con esos dos juntos lo mejor será que te vayas-aseguro Remus retomando el tema anterior.
—Esa cosa maldita... —decía Snape—. ¿Cómo puede uno vigilar a tres cabezas al mismo tiempo?
-Entones si fuiste a donde el perro- grito con curiosidad Remus
-Que lastima que el perro no te arranco la pierna
-¡Sirius!- le volvieron a recriminar mientras Snape lo veía con odio.
Harry intentó cerrar la puerta sin hacer ruido, pero...
— ¡POTTER!
-La misma maldita suerte de James- se lamentó Lily abrazando a su novio.
El rostro de Snape estaba crispado de furia y dejó caer su túnica rápidamente, para ocultar la pierna herida. Harry tragó saliva.
—Me preguntaba si me podía devolver mi libro —dijo.
— ¡FUERA! ¡FUERA DE AQUÍ!
-Ahí te hubiera servido un poco de polvo peruano de obscuridad instantánea- comento Fred.
-Nada sutil, pero dudo que te hubieran visto- apoyo George.
-Sí, muy bueno ese polvito, idiotas- acuso Ron, recordando los acontecimientos de la batalla de la torre de astronomía
-Aun estas molesto por eso hermanito- dijeron incrédulos.
-Cierren la boca y dejen que continúe- los callo.
Harry se fue, antes de que Snape pudiera quitarle puntos para Gryffindor. Subió corriendo la escalera.
— ¿Lo has conseguido? —preguntó Ron, cuando se reunió con ellos—. ¿Qué ha pasado?
Entre susurros, Harry les contó lo que había visto.
-Lógico- comento Neville- siempre están hablando o murmurando sobre algo.
-Y uno nunca se entera de nada hasta algo pasa- continuo Ginny.
-Algo como que Ginny- interrogo Molly a su hija.
Ya lo descubrirán- desvió el tema la pelirroja, pues sabía que la repuesta les traería problemas.
— ¿Sabéis lo que quiere decir? —terminó sin aliento—. ¡Que trató de pasar por donde estaba el perro de tres cabezas, en Halloween! Allí se dirigía cuando lo vimos... ¡Iba a buscar lo que sea que tengan guardado allí! ¡Y apuesto mi escoba a que fue él quien dejó entrar al monstruo, para distraer la atención!
-Nos debes una escoba- dieron por lo bajo Ron y Hermione a su amigo- pero que sea una buena- continuo el pelirrojo.
Hermione tenía los ojos muy abiertos.
—No, no puede ser —dijo—. Sé que no es muy bueno, pero no iba a tratar de robar algo que Dumbledore está custodiando.
—De verdad, Hermione, tú crees que todos los profesores son santos o algo parecido —dijo enfadado Ron—. Yo estoy con Harry. Creo que Snape es capaz de cualquier cosa. Pero ¿qué busca? ¿Qué es lo que guarda el perro?
-Alguien que lo haga recapacitar con lógica- comentó Remus.
-Y alguien que lo siga incondicionalmente- continúo Sirius.
-Parece que es lo que necesita todo Potter- termino Lily viendo reflejados a esos tres locos en esos jóvenes del futuro.
-Y no se olviden de la pelirroja, todo Potter debe tener su pelirroja- agrego James viendo con complicidad a Harry y a Ginny.
Harry se fue a la cama con aquellas preguntas dando vueltas en su cabeza. Neville roncaba con fuerza, pero Harry no podía dormir. Trató de no pensar en nada (necesitaba dormir; debía hacerlo, tenía su primer partido de quidditch en pocas horas) pero la expresión de la cara de Snape cuando Harry vio su pierna era difícil de olvidar.
-De por si su rostro es tan “lindo”- ironizo Tonks- con una expresión molesta seria digo de una historia de espanto- muchos rieron por eso.
-Bien sobrina- lo apoyo el animago.
La mañana siguiente amaneció muy brillante y fría. El Gran Comedor estaba inundado por el delicioso aroma de las salchichas fritas y las alegres charlas de todos, que esperaban un buen partido de quidditch.
—Tienes que comer algo para el desayuno.
—No quiero nada.
—Aunque sea un pedazo de tostada —suplicó Hermione.
—No tengo hambre.
-Igual al padre- comentó Lily- el hacia cualquier cosa antes de un partido excepto comer.
Harry se sentía muy mal. En cualquier momento echaría a andar hacia el terreno de juego.
—Harry, necesitas fuerza —dijo Seamus Finnigan—. Los únicos que el otro equipo marca son los buscadores.
-Eso será de mucha ayuda- observo la metamorfomaga.
—Gracias, Seamus —respondió Harry, observando cómo llenaba de salsa de tomate sus salchichas.
El azabache relato como todo el mundo se fue reuniendo alrededor del campo de quidditch y como los amigos de Harry se sentaban juntos y de la pancarta de apoyo con la que pretendían sorprender a chico
-Ese si es apoyo- comento James- como mi casa que ponía letreros de “si no ganas te maldecimos Potter”
-Harry no mantuvo despierta la casa de Gryffindor toda la noche por estar  gritando a los cuatro vientos en una “muy interesante” discusión contigo mismo- aclaro Remus, vario de los chicos del pasado asintieron redorando esa noche.
-Hiciste eso- se extrañó el joven viendo a su padre.
-Sí, fue su primer partido como capitán- aclaro Lily antes de pedir a su novio que siguiera leyendo
Mientras tanto, en los vestuarios, Harry y el resto del equipo se estaban cambiando para ponerse las túnicas color escarlata de quidditch (Slytherin jugaba de verde).
Wood se aclaró la garganta para pedir silencio.
—Bueno, chicos —dijo.
—Y chicas —añadió la cazadora Angelina Johnson.
—Y chicas —dijo Wood—. Éste es...
—El grande —dijo Fred Weasley
—El que estábamos esperando —dijo George.
—Nos sabemos de memoria el discurso de Oliver —dijo Fred a Harry—. Estábamos en el equipo el año pasado.
-Siempre no salía con sus discursos antes de los partidos- comentó Fred.
-Y eran muy aburridos- apoyo George.
-Y era peor cuando nos sacaba de la cama solo para hablarnos-los secundo Harry
-Cansados
-Aburridos
-Hambrientos
-Y aun así exigía que jugáramos bien- terminaron los tres en la misma sincronía,
-En otras palabras era otro James Potter- exclamó Sirius.
-Yo ni siquiera jugaba y aun así me sacaba de la cama -comentó Remus viendo con reproche a su amigo
—Callaos los dos —ordenó Wood—. Éste es el mejor equipo que Gryffindor ha tenido en muchos años. Y vamos a ganar.
Les lanzó una mirada que parecía decir: «Si no...».
-Sip igual a James- dijeron a coro Remus Sirius y hasta Lily.
—Bien. Ya es la hora. Buena suerte a todos.
Harry siguió a Fred y George fuera del vestuario y, esperando que las rodillas no le temblaran, pisó el terreno de juego entre vítores y aplausos.
La señora Hooch hacía de árbitro. Estaba en el centro del campo, esperando a los dos equipos, con su escoba en la mano.
—Bien, quiero un partido limpio y sin problemas, por parte de todos —dijo cuando estuvieron reunidos a su alrededor.
-Con Slytherin en el capo eso será muy difícil- comentó Fabián.
-Dudo que al pasar de los años su forma de jugar haya cambiado- lo apoyo Gideon.
Harry notó que parecía dirigirse especialmente al capitán de Slytherin, Marcus Flint, un muchacho de quinto año. Le pareció que tenía un cierto parentesco con el trol gigante.
Muchos rieron por la comparación el chico.
Con el rabillo del ojo, vio el estandarte brillando sobre la muchedumbre: «Potter; presidente». Se le aceleró el corazón. Se sintió más valiente.
-Seguro- hablo Ted- siempre es mejor si saben que te apoyan.
—Montad en vuestras escobas, por favor.
Harry subió a su Nimbus 2.000.
La señora Hooch dio un largo pitido con su silbato de plata. Quince escobas se elevaron, alto, muy alto en el aire. Y estaban muy lejos.
—Y la quaffle es atrapada de inmediato por Angelina Johnson de Gryffindor... Qué excelente cazadora es esta joven y, a propósito, también es muy guapa...
—¡JORDAN!
—Lo siento, profesora.
El amigo de los gemelos Weasley, Lee Jordan, era el comentarista del partido, vigilado muy de cerca por la profesora McGonagall.
-Es que muy seguido le gustaba irse de la lengua- comento Hermione viéndolo de reojo.
-Pero eso lo hacía más divertido cuñada- exclamo Fred apoyando a su amigo y haciendo sonrojar a la castaña.
-Fue una lástima cuando se graduó, escuche que nadie ocupo su lugar- secundo George.
-No sé, a mí me gusto cuando Luna estuvo de comentarista- comentó Ron.
Así James fue narrando el partido de quidditch como si lo estuviera presenciando en ese momento, y claro que también todos los oyentes (incluso los que presenciaron el partido) estaban atentos a cada parte de la narración hasta que callo el primer gol de Gryffindor.
Los gritos de los de Gryffindor llenaron el aire frío, junto con los silbidos y quejidos de Slytherin.
Una acción que se reprodujo casi exactamente en el gran comedor.
—Venga, dejadme sitio.
—¡Hagrid!
Ron y Hermione se juntaron para dejarle espacio a Hagrid.
-Solo por eso se juntaron- los pido George.
-No sería por alguna otra razón- continua Fred.
-Oh cierren a boca- les  rebatió su hermano que estaba ligeramente sonrojado.
—Estaba mirando desde mi cabaña —dijo Hagrid, enseñando el largo par de binoculares que le colgaban del cuello—. Pero no es lo mismo que estar con toda la gente. Todavía no hay señales de la snitch, ¿no?
—No —dijo Ron—. Harry todavía no tiene mucho que hacer.
—Mantenerse fuera de los problemas ya es algo —dijo Hagrid, cogiendo sus binoculares y fijándolos en la manchita que era Harry.
-Tienes un punto- exclamo Lily que se encontraba ligeramente asustada por que su hijo se hiciera daño.
Por encima de ellos, Harry volaba sobre el juego, esperando alguna señal de la snitch. Eso era parte del plan que tenían con Wood.
-Sin duda es lo más básico que se puede hacer- comento James- ya que es el único que puede atraparla debe de concentrarse casi excesivamente en eso.
-Hay otras cosas en que deben de concentrarse- comentó Harry- como que no te arrojen una bludger- muchos asintieron ante eso.
—Mantente apartado hasta que veas la snitch —le había dicho Wood—. No queremos que ataques antes de que tengas que hacerlo.
Cuando Angelina anotó un punto, Harry dio unas volteretas para aflojar la tensión, y volvió a vigilar la llegada de la snitch. En un momento vio un resplandor dorado, pero era el reflejo del reloj de uno de los gemelos Weasley; en otro, una bludger decidió perseguirlo, como si fuera una bala de cañón, pero Harry la esquivó y Fred Weasley salió a atraparla.
—¿Está todo bien, Harry? —tuvo tiempo de gritarle, mientras lanzaba la bludger con furia hacia Marcus Flint.
—Slytherin toma posesión —decía Lee Jordan—. El cazador Pucey esquiva dos bludgers, a los dos Weasley y al cazador Bell, y acelera... esperen un momento... ¿No es la snitch?
-Si lo grita por el micrófono lo escucharan los dos buscadores- observo Ted
-Y hasta los que no son buscadores- apoyo Dromeda.
Un murmullo recorrió la multitud, mientras Adrian Pucey dejaba caer la quaffle, demasiado ocupado en mirar por encima del hombro el relámpago dorado, que había pasado al lado de su oreja izquierda.
Harry la vio. En un arrebato de excitación se lanzó hacia abajo, detrás del destello dorado. El buscador de Slytherin, Terence Higgs, también la había visto. Nariz con nariz, se lanzaron hacia la snitch... Todos los cazadores parecían haber olvidado lo que debían hacer y estaban suspendidos en el aire para mirar.
-Pero que hacen, esa es la oportunidad de los cazadores para tomar la delantera- exclamo James en su posición de captan del equipo.
Harry era más veloz que Higgs. Podía ver la pequeña pelota, agitando sus alas, volando hacia delante. Aumentó su velocidad y..
¡PUM! Un rugido de furia resonó desde los Gryffindors de las tribunas... Marcus Flint había cerrado el paso de Harry, para desviarle la dirección de la escoba, y éste se aferraba para no caer.
-Ese maldito hijo de…- increpo Lily molesta, poco le imprimaba el partido, lo que le importaba era la seguridad de su hijo.
-Lo se querida, ¡esa es una falta clarísima!- grito el azabache mayor y la chica lo miro feo- y Harry pudo salir lastimado- agrego notando su error.
-Pero qué fácil es domarte colega- comento Sirius que recibió una mirada similar de parte de Lily y prefirió guardar silencio.
—¡Falta! —gritaron los Gryffindors.
La señora Hooch le gritó enfadada a Flint, y luego ordenó tiro libre para Gryffindor; en el poste de gol. Pero con toda la confusión, la snitch dorada, como era de esperar, había vuelto a desaparecer.
Abajo en las tribunas, Dean Thomas gritaba.
—¡Eh, árbitro! ¡Tarjeta roja!
—Esto no es el fútbol, Dean —le recordó Ron—. No se puede echar a los jugadores en quidditch... ¿Y qué es una tarjeta roja?
-Es una regla del futbol de los muggles y significa justamente eso, que lo jugadores son expulsados del juego- explico Hermione en automático.
-He gracias Hermione- respondió Ron que ya ni se acordaba de esa pregunta.
Pero Hagrid estaba de parte de Dean.
—Deberían cambiar las reglas. Flint ha podido derribar a Harry en el aire.
-Gracias por preocuparte por el Hagrid.
-No hay de que Lily.
A Lee Jordan le costaba ser imparcial.
—Entonces... después de esta obvia y desagradable trampa...
—¡Jordan! —lo regañó la profesora McGonagall.
—Quiero decir, después de esta evidente y asquerosa falta...
—¡Jordan, no digas que no te aviso...!
Todos en el comedor reían por las ocurrencias del chico, ojala en su tiempo hubieran tenido un comentarista como ese.
-Pero no puede negar que era cierto profesora- dijo Lily.
-Lo sé señorita Evans, pero como comentarista debe de ser imparcial- aseguro McGonagall.
—Muy bien, muy bien. Flint casi mata al buscador de Gryffindor, cosa que le podría suceder a cualquiera, estoy seguro, así que penalti para Gryffindor; la coge Spinnet, que tira, no sucede nada, y continúa el juego, Gryffindor todavía en posesión de la pelota.
Cuando Harry esquivó otra bludger, que pasó peligrosamente cerca de su cabeza, ocurrió. Su escoba dio una súbita y aterradora sacudida. Durante un segundo pensó que iba a caer. Se aferró con fuerza a la escoba con ambas manos y con las rodillas. Nunca había experimentado nada semejante.
-¿Qué la escoba hizo que?- pregunto Remus.
-Eso es muy extraño- comentó Alastor.
Sucedió de nuevo. Era como si la escoba intentara derribarlo. Pero las Nimbus 2.000 no decidían súbitamente tirar a sus jinetes.
-La están maldiciendo- exclamó Dora llamando la atención del bebe en las piernas del licántropo- alguien del estadio está maldiciendo su escoba para hacerlo caer- los del pasado la vieron sorprendida y los del futuro pudieron ver a la auror en la que se convertiría.
-Pero quien la puede estar maldiciendo-  increpo James- esa es magia avanzada.
-Puede ser una de las trampas de los de Slytherin- sugirió Sirius.
-Esa no es una simple trampa, están tratando de dañar a Harry- aseguro James asustado.
Lily apretaba con fuerza sus manos bastante nerviosa, que se lastimara por estar jugando era una cosa, pero eso era casi como si intentaran matarlo, pero no podía pensar en nadie tan despiadado que estuviera dentro del catillo como para intentar algo semejante.
Harry trató de dirigirse hacia los postes de Gryffindor para decirle a Wood que pidiera una suspensión del partido, y entonces se dio cuenta de que su escoba estaba completamente fuera de control. No podía dar la vuelta. No podía dirigirla de ninguna manera. Iba en zigzag por el aire y, de vez en cuando, daba violentas sacudidas que casi lo hacían caer.
Lee seguía comentando el partido.
-Es que aún no se dan cuenta- exclamo James apurado.
-Durante los partidos pasan muchas cosas, es difícil enfocarse en todos los detalle a la vez- exclamo Harry.
—Slytherin en posesión... Flint con la quaffle... la pasa a Spinnet, que la pasa a Bell... una bludger le da con fuerza en la cara, espero que le rompa la nariz (era una broma, profesora), Slytherin anota un tanto, oh, no...
Los de Slytherin vitoreaban. Nadie parecía haberse dado cuenta de la conducta extraña de la escoba de Harry Lo llevaba cada vez más alto, lejos del juego, sacudiéndose y retorciéndose.
—No sé qué está haciendo Harry —murmuró Hagrid. Miró con los binoculares—. Si no lo conociera bien, diría que ha perdido el control de su escoba... pero no puede ser...
-Si puede ser, si la están maldiciendo- agrego Tonks que se encontraba igual de nerviosa que el resto.
-Perdón por no darnos cuenta antes Harry.
-No hay problema chicos- respondió el joven a los gemelos.
De pronto, la gente comenzó a señalar hacia Harry por encima de las gradas. Su escoba había comenzado a dar vueltas y él apenas podía sujetarse. Entonces la multitud jadeó. La escoba de Harry dio un salto feroz y Harry quedó colgando, sujeto sólo con una mano.
-¡Oh por dios!- grito Lily asustada.
-Tranquila cariño todo estará bien- le aseguro el azabache que continuo leyendo, quería llegar al final lo antes posible.
—¿Le sucedió algo cuando Flint le cerró el paso? —susurró Seamus.
—No puede ser —dijo Hagrid, con voz temblorosa—. Nada puede interferir en una escoba, excepto la poderosa magia tenebrosa... Ningún chico le puede hacer eso a una Nimbus 2.000.
-Eso es, no es un chico, es un profesor- razono Sirius- quejicus.
-No estamos seguros de que sea él- hablo Remus
-Lo estás defendiéndolo
-Estoy siendo justo canuto-le rebatió el castaño completamente serio- James- insto a su amigo continuar.
Ante esas palabras, Hermione cogió los binoculares de Hagrid, pero en lugar de enfocar a Harry comenzó a buscar frenéticamente entre la multitud.
—¿Qué haces? —gimió Ron, con el rostro grisáceo.
—Lo sabía —resopló Hermione—. Snape... Mira.
-Lo sabía, ese maldito hijo de…
-Ya basta- lo interrumpió Harry-discutiremos esto hasta después de terminar el libro- dijo con rotundidad.
-Pero ahijado/hijo
-¡Pero nada, hay que seguir leyendo!
A Lily y a Remus les pareció muy curioso que Harry interviniera, era obvio por o que habían leído que Severus no era precisamente de su agrado, así que porque salir a “defenderlo” ahora y no antes, había algo raro en todo eso.
Ron cogió los binoculares. Snape estaba en el centro de las tribunas frente a ellos. Tenía los ojos clavados en Harry y murmuraba algo sin detenerse.
-Lo vez ahijado, ese maldito…
-¡Dije que después Sirius!- grito el joven lanzando chispas por sus ojos verdes,  era la misma mirada de Lily cando se molestaba y nunca salía nada bueno de desafiar a su propietario.
—Está haciendo algo... Mal de ojo a la escoba —dijo Hermione.
—¿Qué podemos hacer?
—Déjamelo a mí.
Antes de que Ron pudiera decir nada más, Hermione había desaparecido. Ron volvió a enfocar a Harry. La escoba vibraba tanto que era casi imposible que pudiera seguir colgado durante mucho más tiempo. Todos miraban aterrorizados, mientras los Weasley volaban hacía él, tratando de poner a salvo a Harry en una de las escobas.
-Gracias por su ayuda- comentó James.
-Me alegra que mi hijo los tenga como sus amigos- agrego Lily viendo la pareja que respondió con una sonrisa.
Pero aquello fue peor: cada vez que se le acercaban, la escoba saltaba más alto. Se dejaron caer y comenzaron a volar en círculos, con el evidente propósito de atraparlo si caía. Marcus Flint cogió la quaffle y marcó cinco tantos sin que nadie lo advirtiera.
-Esas malditas serpientes aprovechadas- increpo Sirius. Con la aprobación de todos los Gryffindor.
—Vamos, Hermione —murmuraba desesperado Ron.
Relato como Hermione llego corriendo hasta el otro lugar chocando contra Quirrell y la magia que hizo con las llamas azules para distraer a Snape hasta terminar con su silenciosa huida para no ser descubierta.
-Muy hábil jovencita- alabo Alastor- hacer que perdiera contacto visual, nada mal- La joven se sonrojo ante eso.
Fue suficiente. Allí arriba, súbitamente, Harry pudo subir de nuevo a su escoba.
—¡Neville, ya puedes mirar! —dijo Ron. Neville había estado llorando dentro de la chaqueta de Hagrid aquellos últimos cinco minutos.
El joven se sonrojo apenado por eso, pero a diferencia de algunos Slytherin nadie lo juzgo, de hecho le dieron gracias por su preocupación, además claro de las miradas orgullosas que le mandaban sus padres.
Harry iba a toda velocidad hacia el terreno de juego cuando vieron que se llevaba la mano a la boca, como si fuera a marearse. Tosió y algo dorado cayó en su mano.
—¡Tengo la snitch! —gritó, agitándola sobre su cabeza; el partido terminó en una confusión total.
Pero en el comedor nuevamente los Gryffindor se pusieron a celebrar en compañía de las otras casas y otro par de fuegos artificiales de los gemelos Weasley, media hora después ya todo había regresado a la tranquilidad.
-Exactamente cuántos de esos fuegos artificiales tienen- preguntaron los gemelos Prewett con una sonrisa
-Solo unos cuantos- respondieron los pelirrojos de la misma forma.
-Y no pueden hacer más –pregunto Sirius
-Tal vez.
-Es bueno saberlo, así podremos estarlos vigilando- acuso la profesora McGonagall, ahí también se rendían que ir con cuidado.
—No es que la haya atrapado, es que casi se la traga —todavía gritaba Flint veinte minutos más tarde. Pero aquello no cambió nada. Harry no había faltado a ninguna regla y Lee Jordan seguía proclamando alegremente el resultado. Gryffindor había ganado por ciento setenta puntos a sesenta. Pero Harry no oía nada. Tomaba una taza de té fuerte, en la cabaña de Hagrid, con Ron y Hermione.
-Ya tan rápido cambiamos de escena
.Querías que describieran como se fueron caminando hasta ahí pulgoso.
-Y sigues con eso lunático, yo no tengo pulgas.
—Era Snape —explicaba Ron—. Hermione y yo lo vimos. Estaba maldiciendo tu escoba. Murmuraba y no te quitaba los ojos de encima.
—Tonterías —dijo Hagrid, que no había oído una palabra de lo que había sucedido—. ¿Por qué iba a hacer algo así Snape?
Harry, Ron y Hermione se miraron, preguntándose qué le iban a decir. Harry decidió contarle la verdad.
-Eso sería un poco problemático-
—Descubrimos algo sobre él —dijo a Hagrid—. Trató de pasar ante ese perro de tres cabezas, en Halloween. Y el perro lo mordió. Nosotros pensamos que trataba de robar lo que ese perro está guardando.
Hagrid dejó caer la tetera.
—¿Qué sabéis de Fluffy? —dijo.
-¿Fluffy?- preguntaron muchos- ¿entonces ese perro es tuyo?- le preguntaron al gigante.
-Supongo que sí.
-Y no se te ocurrió un mejor nombre que Fluffy- indago Dora como si fuera cualquier cosa.
-En serio eso es lo que te inquieta sobrina, el nombre del perro-dijo el animago.
-Es que creo que se merece un mejor nombre-comentó la chica viendo con reproche a su madre por llamarla Nymphadora.
-Bueno si pero…
-Ya déjala Sirius- atajo el licántropo calmamente.
-A claro, defiéndela como siempre
-Por supuesto- dijo la peli rosa- por esa razón siempre fue mi favorito de los tres-le aseguro ella logrando que Sirius la viera ofendido y varias chicas más con celos.
—¿Fluffy?
—Ajá... Es mío... Se lo compré a un griego que conocí en el bar el año pasado... y se lo presté a Dumbledore para guardar...
-¡Hagrid!- lo reprendieron Lily, Molly y McGonagall
-Lo siento- se disculpo
—¿Sí? —dijo Harry con nerviosismo.
—Bueno, no me preguntéis más —dijo con rudeza Hagrid—. Es un secreto.
—Pero Snape trató de robarlo.
—Tonterías —repitió Hagrid—. Snape es un profesor de Hogwarts, nunca haría algo así.
-No por ser profesores significa ser buenas personas Hagrid- aseguro Lily por la forma que en su amigo trataba a su hijo- pero creo en esta ocasión Snape no tiene nada de qué ver.
-Pero Lis, el…
-Ya dijo Harry que discutiremos eso después James, por favor continua.
El tono de voz de la pelirroja era un poco extraño pero amenazante, por lo que el hombre decidió obedecerla y continuar leyendo.
—Entonces ¿por qué trató de matar a Harry? —gritó Hermione.
Los acontecimientos de aquel día parecían haber cambiado su idea sobre Snape.
—Yo conozco un maleficio cuando lo veo, Hagrid. Lo he leído todo sobre ellos. ¡Hay que mantener la vista fija y Snape ni pestañeaba, yo lo vi!
-Muy bien chiquilla, expliquen eso
-Todo a su momento pulgoso- insistió Harry y el hombre cruzo los brazos molesto.
—Os digo que estáis equivocados —dijo ofuscado Hagrid—. No sé por qué la escoba de Harry reaccionó de esa manera. .. ¡Pero Snape no iba a tratar de matar a un alumno! Ahora, escuchadme los tres, os estáis metiendo en cosas que no os conciernen y eso es peligroso. Olvidaos de ese perro y olvidad lo que está vigilando. En eso sólo tienen un papel el profesor Dumbledore y Nicolás Flamel...
-¡Demasiada información!- gritaron los gemelos Weasley Prewett y los merodeadores.
—¡Ah! —dijo Harry—. Entonces hay alguien llamado Nicolás Flamel que está involucrado en esto, ¿no?
Hagrid pareció enfurecerse consigo mismo.
-Hagrid- como pudo ser tan descuidado pera decirle eso a los chichos- reprendió minerva molesta.
-Lo siento profesora- se disculpó nuevamente el hombretón.
-Pero, eso no es mucha información- expreso una chica del pasado desde la mesa de Hufflepuff.
-No, pero eso es suficiente- aseguro Neville- cuando tiene una pequeña pista no se detienen hasta saber más.
-Y  después continúan hasta resolver el misterio- lo apoyo Ginny. y todos los del futuro asintieron, en especial aquellos que los conocían.
-Es parte de lo que son-termino Luna en su tono característico.

Saber eso no dejaba menos tranquilas a Lily y Molly que resoplaban de exasperación, de seguro eso les traería más peligros y problemas. Por su parte Alastor los veía con complacencia, esa era la actitud que esperaba de sus aurores, que hicieran todo lo que estuviera en su poder para llegar al fondo del asunto, sin duda esos tres serian el esplendor de su quería oficina.

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