martes, 22 de julio de 2014

Capítulo 23.- La Madriguera

-Muy bien, quien sigue-pregunto Nymphadora a todo el comedor, y fue groe Weasley el que pidió el libro.
–De acuerdo, el siguiente capítulo será fantástico, porque tiene a grandes protagonistas- comentó George situándose en el inicio del capítulo.
-Sí, los mejores de todos los libros me atrevería a decir- apoyo su gemelo.
-Si puede empezar a leer en este año sería bueno joven Weasley- le apremio McGonagall.
-Tranquila profesora, que tenemos todo el tiempo del mundo- intervino George en su defensa- pero bueno, para que ya  no se enoje, el título es “la madriguera”.
-¡¿Nuestra casa?!- exclamaron los señores Weasley.
-Bueno, es obvio no, digo después de todo, a donde iría después de que Ron lo saca de ese manicomio- exclamo Bill.
—¡Ron! —exclamó Harry, encaramándose a la ventana y abriéndola para poder hablar con él a través de la reja—. Ron, ¿cómo has logrado...? ¿Qué...?
Harry se quedó boquiabierto al darse cuenta de lo que veía. Ron sacaba la cabeza por la ventanilla trasera de un viejo coche de color azul turquesa que estaba detenido ¡ni más ni menos que en el aire! Sonriendo a Harry desde los asientos delanteros, estaban Fred y George, los hermanos gemelos de Ron, que eran mayores que él.
-Eso explica porque ese par estaba tan encomiando- exclamo Sirius con una sonrisa.
-¿De dónde sacaron ese coche?- pregunto con severidad clavándole la vista a sus hijos que se pusieron un poco nerviosos.
-Este bueno…- no sabían que contestar- lo encontramos- respondió Fred.
-Muy bien- dijo Molly antes de preguntar- ¿en qué lugar lo encontraron?
-Molly, no creo que debas molestarlos- trato de ayudarlos Arthur.
-Mejor guarda silencio querido, porque algo me dice que tu tiene algo que ver con ese cachivache muggle- exclamo la pelirroja. Esa declaración tenso tanto al padre como a los tres hijos, los últimos porque si sabían que paso y el primero porque si era muy posible que en verdad tuviera la culpa.
— ¿Todo bien, Harry?
— ¿Qué ha pasado? —preguntó Ron—. ¿Por qué no has contestado a mis cartas? Te he pedido unas doce veces que vinieras a mi casa a pasar unos días, y luego mi padre vino un día diciendo que te habían enviado un apercibimiento oficial por utilizar la magia delante de los muggles.
-¡Es que no fue él!- exclamo James molesto.
-Ya lo sabemos querido, pero deja que siga leyendo- le pido Lily.
—No fui yo. Pero ¿cómo se enteró?
—Trabaja en el Ministerio —contestó Ron—. Sabes que no podemos hacer ningún conjuro fuera del colegio.
—¡Tiene gracia que tú me lo digas! —repuso Harry, echando un vistazo al coche flotante.
-Bueno, no están haciendo precisamente magia, solo están usando algo encantado-comento Remus.
-Es solo una laguna legal, pero en principio sigue sin ser permitido- atajo Tonks- en especial si son descubiertos.
-Si, como por ejemplo un vecino muggle que dice que creyó ver a una niña de pelo azul flotando sobre una escoba, verdad Nymphadora- ironizo Andrómeda viendo represivamente a su hija que sonreía como una niña pequeña, esa solo fue una de sus muchas travesuras.
-Como sea, que se arriesguen de esa forma demuestra lo buenos amigos que son- aseguro Sirius.
-Sí, aunque en el capítulo anterior la traías contra él verdad-atajo Lupin.
-Otra vez con eso lunático, si me equivoque, hasta cuando me lo vas a estar recordando.
-Bueno, eso depende de ti Tío, ¿cómo cuantos años planeas vivir?- pregunto Dora causando la risa de muchos de los presentes.
—¡Esto no cuenta! —explicó Ron—. Sólo lo hemos cogido prestado. Es de mi padre, nosotros no lo hemos encantado. Pero hacer magia delante de esos muggles con los que vives...
-¡¡Arthur Weasley!!- grito Molly enojada- ya sabía yo que tu tenías algo que ver con eso, como puedes infligir las misma leyes que haces cumplir.
-Molly cariño.
-Nada Arthur, además de todo se podrían hacer daño sobre esa cosa.
—No he sido yo, ya te lo he dicho..., pero es demasiado largo para explicarlo ahora. Mira, puedes decir en Hogwarts que los Dursley me tienen encerrado y que no podré volver al colegio,
-Estás loco si crees que te van a dejar ahí ahijado- dijo Sirius.
-Muy cierto, ese no es el espíritu merodeador-apoyo James.
-No importa que sus planes salgan terriblemente mal, ellos te sacaran- continuo Remus.
-¡Cierto!- dijeron al unísono los otros dos- ¡oye!, como es eso de los planes terribles- continuaron ofendidos.
y está claro que no puedo utilizar la magia para escapar de aquí, porque el ministro pensaría que es la segunda vez que utilizo conjuros en tres días, de forma que...
—Deja de decir tonterías —dijo Ron—. Hemos venido para llevarte a casa con nosotros.
—Pero tampoco vosotros podéis utilizar la magia para sacarme...
-Por esa razón van estas copias- exclamo Charlie hablando de su hermanos- si en algo son buenos es en armar revuelo o no
Los gemelos hicieron unas reverencias a sus hermanos hasta que notaron que su madre los fulminaba con la mirada.
—No la necesitamos —repuso Ron, señalando con la cabeza hacia los asientos delanteros y sonriendo—. Recuerda a quién he traído conmigo.
—Ata esto a la reja —dijo Fred, arrojándole un cabo de cuerda.
—Si los Dursley se despiertan, me matan —comentó Harry, atando la soga a uno de los barrotes. Fred aceleró el coche.
-Si se dan cuenta te matan, pero bien que le sigues el juego no- comento Hermione con el ceño fruncido.
-En verdad siempre tienen que estar metidos en algún problema ciento- comento Neville.
-Es la historia de nuestra vida- término Ron de forma cansina.
—No te preocupes —dijo Fred— y apártate.
Harry se retiró al fondo de la habitación, donde estaba Hedwig, que parecía haber comprendido que la situación era delicada y se mantenía inmóvil y en silencio.
-Sin duda es una ave inteligente- comentó Dora.
Harry sonrió con cierta melancolía, por esos largos veranaos con los Dursley solo la tuvo a ella de compañía, se merecía un mejor final del que tuvo.
El coche aceleró más y más, y de pronto, con un sonoro crujido, la reja se desprendió limpiamente de la ventana mientras el coche salía volando hacia el cielo. Harry corrió a la ventana y vio que la reja había quedado colgando a sólo un metro del suelo. Entonces Ron fue recogiendo la cuerda hasta que tuvo la reja dentro del coche. Harry escuchó preocupado, pero no oyó ningún sonido que proviniera del dormitorio de los Dursley.
-Bien, estas de suerte hijo- festejo James.
-Esperemos que le dure lo suficiente- dijo con apremio Lily que conocía muy bien como las desgracias parecían rondar a su hijo.
Después de que Ron dejara la reja en el asiento trasero, a su lado, Fred dio marcha atrás para acercarse tanto como pudo a la ventana de Harry.
—Entra —dijo Ron.
—Pero todas mis cosas de Hogwarts... Mi varita mágica, mi escoba...
-Eso será un problema- atajo Sirius- esas bestias las tiene  bajo llave en el piso de abajo.
-Y a eso agrégale que su puerta está cerrada- agrego Marlene- será un verdadero problema.
-No creo que sea así- termino Lupin pidiéndole al pelirrojo que continuara leyendo.
—¿Dónde están?
—Guardadas bajo llave en la alacena de debajo de las escaleras. Y yo no puedo salir de la habitación.
—No te preocupes —dijo George desde el asiento del acompañante—. Quítate de ahí, Harry.
Fred y George entraron en la habitación de Harry trepando con cuidado por la ventana.
«Hay que reconocer que lo hacen muy bien»
-Ni siquiera quiero saber cómo aprendieron a hacerlo- exclamo Molly, ya se imaginaba como y cuando practicaron. 
Pensó Harry cuando George se sacó del bolsillo una horquilla del pelo para forzar la cerradura.
—Muchos magos creen que es una pérdida de tiempo aprender estos trucos muggles —observó Fred—, pero nosotros opinamos que vale la pena adquirir estas habilidades, aunque sean un poco lentas.
Se oyó un ligero «clic» y la puerta se abrió.
Impresionante- exclamo sirius.
-Ejem- carraspeo Remus llamando la atención del animago.
-Está bien lunático, tu tenías razón, estas feliz- acepto monótonamente.
-De que hablan- pregunto Harry sin entender de qué hablaban.
-Mira Harry, es que cuando logramos contaminar lo suficiente a Remus para ser un bromista, el propuso que debíamos aprender otras cosas además de la magia.
-Como por ejemplo, abrir las cerraduras con horquillas- comento Dora sin poderlo creer.
-Exacto rosita- aseguro el azabache- por todo ese verano sirius se estuvo burlando de el por su idea, no hace falta decir que gracias a eso nos logramos escabullir de muchos castigos de mis padres durante las vacaciones.
-Aunque solo james y yo aprendimos como hacerlo- termino Remus con cierto aire de importancia.
-Y ahí queda la imagen del intachable Remus Lupin- comentó Tonks con una sonrisa- eso que hicieron está muy mal hecho-le recrimino- pero después me enseñas a hacerlo- le solicito en voz baja al oji miel que le sonrió en conformidad.
—Bueno, nosotros bajaremos a buscar tus cosas. Recoge todo lo que necesites de tu habitación y ve dándoselo a Ron por la ventana —susurró George.
—Tened cuidado con el último escalón, porque cruje —les susurró Harry mientras los gemelos se internaban en la oscuridad.
-Siempre preocupado por otros cierto- comento Ginny.
-En este caso, ayudándolos a ellos me ayudo a mis mismo- se defendió Harry.
-Es cierto, porque si descubrían a uno de nosotros también lo descubrían a él- lo apoyo Ron.
Harry fue cogiendo sus cosas de la habitación y se las pasaba a Ron a través de la ventana. Luego ayudó a Fred y a George a subir el baúl por las escaleras. Oyó toser al tío Vernon.
Todos tenían cruzados los dedos para que la criatura continuara dormida hasta después de que los jóvenes estuvieran fuera de su alcance.
Una vez en el rellano, llevaron el baúl a través de la habitación de Harry hasta la ventana abierta. Fred pasó al coche para ayudar a Ron a subir el baúl, mientras Harry y George lo empujaban desde la habitación. Centímetro a centímetro, el baúl fue deslizándose por la ventana.
Tío Vernon volvió a toser.
—Un poco más —dijo jadeando Fred, que desde el coche tiraba del baúl—, empujad con fuerza...
Harry y George empujaron con los hombros, y el baúl terminó de pasar de la ventana al asiento trasero del coche.
-Bien solo faltan ustedes y a volar- aseguro James emocionado.
-También falta su lechuza James- le recordó Lily.
-Pero lo importante es que ellos escapen… auch- Sirius acaba de recibir otro golpe en la cabeza.
-No pueden dejar a ese pobre animal ahí, o a ti te gustaría que dejaran enjaulado a un perro para que lo maltrataran- atajo Marlene llenando de impresión a los merodeadores por usar precisamente a un perro como ejemplo, sería posible que ella supiera su secreto.
—Estupendo, vámonos —dijo George en voz baja.
Pero al subir al alféizar de la ventana, Harry oyó un potente chillido detrás de él, seguido por la atronadora voz de tío Vernon.
—¡ESA MALDITA LECHUZA!
—¡Me olvidaba de Hedwig!
-No escucho cuando arrancaron la reja pero si el grito de la lechuza- se impresionaron algunos.
-Debió de ser como el trol del primer libro, que no escuchó el grito de Ron pero si la tubería que caía.
-Eso solo quiere decir que ese infeliz tienen el cerebro de un trol- bromeo Sirius mientras felicitaba a su sobina por la observación.
Harry cruzó a toda velocidad la habitación al tiempo que se encendía la luz del rellano. Cogió la jaula de Hedwig, volvió velozmente a la ventana, y se la pasó a Ron. Harry estaba subiendo al alféizar cuando tío Vernon aporreó la puerta, y ésta se abrió de par en par.
Durante una fracción de segundo, tío Vernon se quedó inmóvil en la puerta; luego soltó un mugido como el de un toro furioso y, abalanzándose sobre Harry, lo agarró por un tobillo.
-Nuevamente lo compararon con un animal- relato Frank.
-Por su puesto, porque por nada del mundo ese tipo es medianamente humano- espeto Alice con amargura
-Ahí termino su suerte, ahora tienen que ver como se libran de todo- exclamo Lily preocupada por su hijo.
Ron, Fred y George lo asieron a su vez por los brazos, y tiraban de él todo lo que podían.
—¡Petunia! —bramó tío Vernon—. ¡Se escapa! ¡SE ESCAPA!
-Se libera, que es diferente- aseguro Ted ganándose el asentimiento de muchos de los presentes.
Pero los Weasley tiraron con más fuerza, y el tío Vernon tuvo que soltar la pierna de Harry. Tan pronto como éste se encontró dentro del coche y hubo cerrado la puerta con un portazo, gritó Ron:
—¡Fred, aprieta el acelerador!
Y el coche salió disparado en dirección a la luna. Harry no podía creérselo: estaba libre. Bajó la ventanilla y, con el aire azotándole los cabellos, volvió la vista para ver alejarse los tejados de Privet Drive. Tío Vernon, tía Petunia y Dudley estaban asomados a la ventana de Harry, alucinados.
-En se momento Harry tuvo una súbita inspiración- dijo George como si estuviera leyendo el libro- con rapidez tomo la reja del asiento trasero y la arrojo  a la ventana con la esperanza de darle en la cabeza a alguno de ellos.
-¡¿Qué?!- grito Lily- ¡Harry ¿cómo pudiste hacer eso?!- recrimino.
-No, pero si yo no hice nada de eso- se defendió el azabache de la injustificada ira de s madre.
-Eso último que dijo no es cierto- aseguro Hermione que se había levantado para ver el libro, ya que le parecían muy curiosas las muecas burlonas que tenían los pelirrojos (Fred, George y Ron).
-¡George Weasley!, limítate a leer solo lo que está escrito- le regaño su madre molesta.
-Ya tranquila mamá, solo era una broma.
-Una broma para ti, pero a mi casi me decapitan- atajo Harry.
-Lo lamento Harry- se disculpó Lily ligeramente avergonzada por regañar a su hijo, pero viendo con reproche al pelirrojo.
-Yo en tu lugar seguiría leyendo amigo- comentó Sirius que había notado la mirada de la pelirroja- eso si no quieres enemistarte más con ella- termino señalando a la joven.
—¡Hasta el próximo verano! —gritó Harry.
Los Weasley se rieron a carcajadas, y Harry se recostó en el asiento, con una sonrisa de oreja a oreja.
-Bien, eso sí es más creíble- dijo Lily relajándose.
—Suelta a Hedwig —dijo a Ron— y que nos siga volando. Lleva un montón de tiempo sin poder estirar las alas.
George le pasó la horquilla a Ron y, en un instante, Hedwig salía alborozada por la ventanilla y se quedaba planeando al lado del coche, como un fantasma.
-Tú también sabes hacerlo ron- dijo con impresión Charlie al igual que Bill y Percy.
-Sí, fue una de las cosas medianamente útiles que me enseño este par- aseguro el pelirrojo.
—Entonces, Harry, ¿por qué...? —preguntó Ron impaciente—. ¿Qué es lo que ha ocurrido?
Harry les explicó lo de Dobby, la advertencia que le había hecho y el desastre del pudín de violetas. Cuando terminó, hubo un silencio prolongado.
—Muy sospechoso —dijo finalmente Fred.
—Me huele mal —corroboré George—. ¿Así que ni siquiera te dijo quién estaba detrás de todo?
-Pues si su “amo”, está detrás do todo eso no pude traicionarlo, aun cuando quisiera- increpo Marlene con molestia.
-Pues sí, pero al final todo se sabe, eso te lo aseguro- agrego Hermione con la misma actitud.
—Creo que no podía —dijo Harry—, ya os he dicho que cada vez que estaba a punto de irse de la lengua, empezaba a darse golpes contra la pared.
Vio que Fred y George se miraban.
—¿Creéis que me estaba mintiendo? —preguntó Harry
-Bueno, esa también puede ser una posibilidad- exclamo Sirius- tienes a alguien en tu contra.
-Malfoy- dijeron James y Remus como si fuera lo más obvio.
-¿Pero porque Lucius…?
-Se refieren a mí- le interrumpió Draco- recuerdas, su enemigo mortal durante el colegio.
-Ha claro- cayo en la cuenta- pero entonces tu enviaste al elfo.
-No, apenas me entero de que recibió la visita de un elfo- comento el chico omitiendo el hecho de él elfo era suyo, ya después descubrirían la verdad.
—Bueno —repuso Fred—, tengamos en cuenta que los elfos domésticos tienen mucho poder mágico, pero normalmente no lo pueden utilizar sin el permiso de sus amos.
-Lo que es una injusticia- increparon Marlene y Hermione, cuando se vieron se sonrieron mutuamente.
Me da la impresión de que enviaron al viejo Dobby para impedirte que regresaras a Hogwarts. Una especie de broma. ¿Hay alguien en el colegio que tenga algo contra ti?
—Sí —respondieron Ron y Harry al unísono.
—Draco Malfoy —dijo Harry—. Me odia.
-Pero ya quedamos que no fue él- hablo el oji gris- ya se, los amigos del rubio descolorido del libro, no de ti, el del libro- especifico viendo al chico.
-Sí, ya entendí- acepto Draco- pero no creo que hayan sido ellos.
-No, esos idiotas apenas podían habar, mucho menos pensarían en algo como eso- intervino Ron.
-Muy cierto, entonces quien pudo haber sido, a ver chico, pásame el libro
-No nos vamos a saltar ni una página Sirius- le advirtió Lily.
-Pero pelirroja, detesto de esto de no saber que pasa y no poder averiguar nada.
-Yo tampoco estoy conforme Black- gruño ojo loco- yo me siento igual pero debemos llevar un orden, y si no estás de acuerdo lo puedes discutir con migo- ante eso el animago ya no dijo nada.
—¿Draco Malfoy? —dijo George, volviéndose—. ¿No es el hijo de Lucius Malfoy?
—Supongo que sí, porque no es un apellido muy común —contestó Harry—. ¿Por qué lo preguntas?
—He oído a mi padre hablar mucho de él —dijo George—. Fue un destacado partidario de Quien-tú-sabes.
-Que debería de estar en la cárcel- increpo Moody
-Solo los idiotas se ponen en el camino del diablo-exclamo Lucius.
-Y los que están con el terminaran en Azkabán-le aseguró Alastor viéndolo fijamente- de mi cuenta corre que te pases el resto de la vida en ese lugar.
—Y cuando desapareció Quien-tú-sabes —dijo Fred, estirando el cuello para hablar con Harry—, Lucius Malfoy regresó negándolo todo. Mentiras... Mi padre piensa que él pertenecía al círculo más próximo a Quien-tú-sabes.
-Y tenía razón- acepto Harry viendo a su suegro- pero después eso le salió muy caro.
-¿Qué quieres decir con eso ahijado?- pregunto Sirius viéndolo con curiosidad.
-Ya descubrirás lo que pasa.
-Mejor cierra la boca mocoso, que el señor tenebroso aprecia y protege a quienes le son…
-Así como lo hizo con Quirrell- le interrumpió Harry.
-Que lo dejo morir para su conveniencia después de su gran “fidelidad”- termino Draco viéndolo con rabia. Por su culpa su último año fue una miseria.
Harry ya había oído estos rumores sobre la familia de Malfoy, y no le habían sorprendido en absoluto. En comparación con Malfoy, Dudley Dursley era un muchacho bondadoso, amable y sensible.
-Hey, ante todo el respeto- le reclamo Draco de inmediato.
-En ese época no había un buen punto de comparación- se justificó el azabache.
—No sé si los Malfoy poseerán un elfo —dijo Harry.
-Es más de uno de hecho- acepto el rubio- aunque después de “eso”, ya no los tenemos- agrego refiriéndose a los juicios de su familia. Varias personas querían saber a qué se refería, pero sabían que nos les dirían nada.
—Bueno, sea quien sea, tiene que tratarse de una familia de magos de larga tradición, y tienen que ser ricos —observó Fred.
—Sí, mamá siempre está diciendo que querría tener un elfo doméstico que le planchase la ropa —dijo George
-Aunque a falta del elfo, nos utilizaba a nosotros- comentó Fred con una sonrisa.
Pero lo único que tenemos es un espíritu asqueroso y malvado en el ático,
-Que nos fue de utilidad después- comento Ron a sus amigos.
Y el jardín lleno de gnomos. Los elfos domésticos están en grandes casas solariegas y en castillos y lugares así, y no en casas como la nuestra.
Harry estaba callado. A juzgar por el hecho de que Draco Malfoy tenía normalmente lo mejor de lo mejor, su familia debía de estar forrada de oro mágico.
-Pero es menor a la fortuna de los Potter- aseguro con arrogancia james.
-¿En serio?- pregunto Harry.
-Claro que si hijo, cada Potter ha trabajado y generado sus propias riquezas, por lo que se ha juntado bástate,  tenemos cinco cámaras en lo más profundo de Gringotts, además de la cámara superior que ya debes conocer- los chicos del futuro se impresionaron por eso, al igual que muchos de los del pasado- en serio no tenías ni idea.
-Pues no- acepto el joven- ustedes los habían- les pregunto a Bill y Fleur.
-Pues si- aseguro Bill- pero como has estado ocupado no hemos podido hablar bien, pero dese que alcanzaste la mayoría de edad podías disponer de todo eso.
-Aun cuando vegdadegamente no lo ocupas mucho- continúo Fleur- ya que tu tgabajas paga ganag tu pgopio dinego.
-Pero eso no importa cuñadita- dijo Fred.
-Es cierto, nuestro querido, apreciado y responsable cuñado no viviría solo de la herencia-continuo George.
-Qué rápido lo aceptaron como cuñado- ironizo Charlie.
-Eso no es cierto hermano, nosotros siempre lo hemos apreciado- aseguro Fred.
-Sí, además porque hay cientos de galeones, digo, de razones para hacerlo-ironizo Harry.
-¡Eso no es cierto!- dijeron al unísono- nosotros siempre te apreciamos- siguió George.
-Después de todo nos arriesgamos para sacarte de la casa de tus tíos no- apoyo Fred.
-Primero terminemos el capítulo, y después discutimos si lo aceptan como nuero por gusto o por conveniencia- apremio Ginny- George continúa.
Podía imaginárselo dándose aires en una gran mansión. También parecía encajar con el tipo de cosas que Malfoy podría hacer, el enviar a un criado para que impidiera que Harry volviese a Hogwarts. ¿Había sido un estúpido al dar crédito a Dobby?
—De cualquier manera, estoy muy contento de que hayamos podido rescatarte—dijo Ron—. Me estaba preocupando que no respondieras a mis cartas. Al principio le echaba la culpa a Errol...
-Aún está vivo- pregunto Arthur impresionado.
-Sí, aunque no siempre logra llegar a su objetivo de la mejor forma- aseguro Ron.
—¿Quién es Errol?
—Nuestra lechuza macho. Pero está viejo. No sería la primera vez que le da un colapso al hacer una entrega. Así que intenté pedirle a Percy que me prestara a Hermes...
—¿Quién?
-Obviamente es otra lechuza- exclamo Lily- digo, por el contexto que manejan no podría ser nadie más.
—La lechuza que nuestros padres compraron a Percy cuando lo nombraron prefecto —dijo Fred desde el asiento delantero.
—Pero Percy no me la quiso dejar —añadió Ron—. Dijo que la necesitaba él.
.Si, para cartearse con su ex-novia.- comento Fred
-No lo podíamos creer cuando nos enteramos- continuo George.
-Y supongo que no fueron nada delicados verdad- indago Sirius.
-El siguiente verano fue una verdadera tortura par él- aseguro Ron.
—Este verano, Percy se está comportando de forma muy rara —dijo George, frunciendo el entrecejo—. Ha estado enviando montones de cartas y pasando muchísimo tiempo encerrado en su habitación... No puede uno estar todo el día sacando brillo a la insignia de prefecto. Te estás desviando hacia el oeste, Fred —añadió, señalando un indicador en el salpicadero. Fred giró el volante.
—¿Vuestro padre sabe que os habéis llevado el coche? —preguntó Harry, adivinando la respuesta.
-Yo creo no- canturreo James divertido- de otra forma seria menos emocionante.
-Pero por esa emoción siempre terminaban castigados- aseguro Lily con seguridad- yo misma los he castigado.
-Eso es cierto- aseguro Remus, recordando que hace unos momentos habían hablado de un castigo que sufrieron.
—Esto..., no —contestó Ron—, esta noche tenía que trabajar. Espero que podamos dejarlo en el garaje sin que nuestra madre se dé cuenta de que nos lo hemos llevado.
-Pues yo te apuesto a que no les pasa nada- aseguro Sirius emocionado viendo al castaño.
-¿Cuánto quieres perder?- lo desafío Remus aprovechando que el oji gris estaba distraído para pedirle a Dora que guardara silencio, pues parecía que quería decirle algo a su tío.
-Te apuesto cinco galeones, ¿aceptas?
-Claro- todos negaron con la cabeza.
—¿Qué hace vuestro padre en el Ministerio de Magia?
—Trabaja en el departamento más aburrido —contestó Ron—: el Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles.
-Yo no pienso que sea aburrido- intervino Arthur- a mí me parece muy emocionante.
—¿El qué?
—Se trata de cosas que han sido fabricadas por los muggles pero que alguien las encanta, y que terminan de nuevo en una casa o una tienda muggle. Por ejemplo, el año pasado murió una bruja vieja, y vendieron su juego de té a un anticuario. Una mujer muggle lo compró, se lo llevó a su casa e intentó servir el té a sus amigos. Fue una pesadilla. Nuestro padre tuvo que trabajar horas extras durante varias semanas.
—¿Qué ocurrió?
-Un desastre seguramente- aseguro Sirius antes de el pelirrojo leyera como la tetera se volvió loca, que la tenazas del azúcar que apasionaron la nariz de un hombre y de los problemas que tuvieron para controlar la situación.
-Eso estuvo bueno jajá- expreso James quien como muchos estaba riendo por lo ocurrido- pero de seguro fue un gran sustos para eso muggles.
—Pero vuestro padre..., este coche...
Fred se rió.
—Sí, le vuelve loco todo lo que tiene que ver con los muggles, tenemos el cobertizo lleno de chismes muggles. Los coge, los hechiza y los vuelve a poner en su sitio. Si viniera a inspeccionar a casa, tendría que arrestarse a sí mismo. A nuestra madre la saca de quicio.
-Y no dudo que haya juntado más cachivaches durante esos años- dijo con molestia Molly.
-Ya tienes problemas cuñado- sentencio Fabián.
-Pero nosotros te ofrecemos un sofá por si nuestra hermanita te hecha de la cama- apoyo Gideon.
-Ya ven idiotas, deberían aprender de nuestros tíos, y déjenos en paz a Harry y a mí- les reclamo Ginny viendo a sus hermanos.
-Pero eso es diferente Ginny- le comenzó a decir Percy.
-Tranquilo hermano- lo detuvo Fred.
-Recuerda las cámaras de Grin… digo, recuerda nuestra profunda amistad- secundo George provocando varias risas antes de retomar le lectura.
—Ahí está la carretera principal —dijo George, mirando hacia abajo a través del parabrisas—. Llegaremos dentro de diez minutos... Menos mal, porque se está haciendo de día.
Un tenue resplandor sonrosado aparecía en el horizonte, al este.
-Ya casi amanece, deben de apurarse o no llegaran a tiempo- los apremio Sirius.
-Pues si ella es como mamá Dorea, de segura ya está despierta y tú perderás cinco galeones- aseguro Lupin con una sonrisa burlona.
Fred dejó que el coche fuera perdiendo altura, y Harry vio a la escasa luz del amanecer el mosaico que formaban los campos y los grupos de árboles.
—Vivimos un poco apartados del pueblo —explicó George—. En Ottery Saint Catchpole.
El coche volador descendía más y más. Entre los árboles destellaba ya el borde de un sol rojo y brillante.
-Vamos, vamos, vamos- repetía Sirius como si en verdad eso pudiera ayudarlo a ganar la apuesta. Pero los que sabían que no lograría ganar, no podía evitar reírse de su actitud.
—¡Aterrizamos! —exclamó Fred cuando, con una ligera sacudida, tomaron contacto con el suelo. Aterrizaron junto a un garaje en ruinas en un pequeño corral, y Harry vio por vez primera la casa de Ron.
George leyó la descripción de su casa desde el punto de vista de Harry, de cómo parecía que habían añadido habitación tras habitación y de la impresión que se sostenía por medio de magia. También describió lo que había entorno a la puerta principal y las gallinas.
-Pues algo hay de eso- comento Arthur- de hecho por la descripción añadiremos otras dos habitaciones.
-Cuñado, hermanita-les hablo Gideon- sé que son muy orgullosos, nobles y rectos- comenzó.
-Pero porque no les piden a sus consuegros que les den una ayudadita- continuo Fabián.
-No podríamos pedirle algo semejante- aseguro Molly con seguridad.
-Pero hermanita…
-Pero nada Gideon. George, continúa- le pido a su hijo.
Sin duda a james le gustaría poder ayudarlos, pero entendía muy bien la actitud de los pelirrojos, sería algo difícil, pero no es imposible, trataría de buscar una forma de salirse con la suya.
—No es gran cosa.
—Es una maravilla —repuso Harry, contento, acordándose de Privet Drive.
Los Weasley sonrieron complacidos por sus palabras.
Salieron del coche.
—Ahora tenemos que subir las escaleras sin hacer el menor ruido —advirtió Fred—, y esperar a que mamá nos llame para el desayuno. Entonces tú, Ron, bajarás las escaleras dando saltos y diciendo: «¡Mamá, mira quién ha llegado esta noche!» Ella se pondrá muy contenta, y nadie tendrá que saber que hemos cogido el coche.
—Bien —dijo Ron—. Vamos, Harry, yo duermo en el...
De repente, Ron se puso de un color verdoso muy feo y clavó los ojos en la casa. Los otros tres se dieron la vuelta.
-no- grito Sirius.
-si- repuso Remus- ya te convenciste que perdiste la apuesta- indago.
-Maldita sea Lupin- dijo sacado las monedas- no es justo que siempre me ganes- reclamo e hombre entregándole el dinero.
-Pero tu tuviste la culpa tío- le dijo Dora- antes de que apostaras ya habían admitido que los habían castigado, recuerda- el hombre lo pensó un momento.
-¡¡Nooo!!- grito desesperado- ¡tú lo sabias de ante mano, eso fue una trampa tuya!
-Yo nunca te dije nada, fuiste tú quien quiso apostar- se defendió Remus.
-¿Y tú por qué no me dijiste nada sobina?
-Lo intente, pero Remus me pidió que no dijera nada- se defendió.
-Y solo por eso me traicionaste sobrina, en serio es más importante la palabra de Lupin que la mía.
-Pues yo creo que si Sirius- atajo Lily- parece que ya perdiste el podio de su persona favorita.
Algunos se rieron por la forma en que le oji gris se enfurruño, mientras tanto Andrómeda veía eso de forma un poco diferente, hasta ahora todos los indicios apuntaban a que Remus Lupin, era nada más y nada menos que el padre de Teddy, lo que la inquietaba un poco, aunque le molestaba estar sintiendo esa inquietud.
La señora Weasley iba por el corral espantando a las gallinas, y para tratarse de una mujer pequeña, rolliza y de rostro bondadoso, era sorprendente lo que podía parecerse a un tigre de enormes colmillos.
-Problemas sobrinos- dijeron los gemelos Prewett sonrientes.
-Con que un tigre con enormes colmillos he- dijo Charlie-no es mala comparación, pero yo creo que mama enojada es incluso más peligrosa que un dragón.
-Por lo menos reconocen mi fortaleza- atajo Molly con una mueca difícil de descifrar, pero lo cierto, es que no estaba molesta.
-Las pelirrojas enojadas son peligrosas- agrego Sirius antes de George retomara la lectura.
—¡Ah! —musitó Fred.
—¡Dios mío! —exclamó George.
La señora Weasley se paró delante de ellos, con las manos en las caderas, y paseó la mirada de uno a otro. Llevaba un delantal estampado de cuyo bolsillo sobresalía una varita mágica.
—Así que... —dijo.
—Buenos días, mamá —saludó George, poniendo lo que él consideraba que era una voz alegre y encantadora.
-Eso no les servirá de nada- aseguro James recordando cuantas veces había intentado eso con su querida Lily.
-Es cierto, pero los tres-lo señalo a él y ha Sirius- sabemos que en ese momento no pueden hacer mucho- aseguro Remus, ellos vieron como ese tono fracaso una y otra vez.
-Pues si mi estimado lunático, de eso a nada, mejor es intentar algo- aseguró Sirius.
—¿Tenéis idea de lo preocupada que he estado? —preguntó la señora Weasley en un tono aterrador.
—Perdona, mamá, pero es que, mira, teníamos que...
Aunque los tres hijos de la señora Weasley eran más altos que su madre, se amilanaron cuando descargó su ira sobre ellos.
Los merodeadores se rieron a carcajadas de la reacción de los jóvenes Weasley.
-Qué bueno que les parecía divertido- comento Lily con una sonrisa.
-En especial cuando ustedes hacia lo mismo cuando Lily los reprendía- continuo Marlene con la misma sonrisa de la pelirroja, lo que les borro la sonrisa a los merodeadores.
-¿Incluso a Remus lo reprendió?- pregunto Dora divertida.
-Un par de veces- respondió Alice- pero fueron mucho menos que a eso dos.
—¡Las camas vacías! ¡Ni una nota! El coche no estaba..., podíais haber tenido un accidente... Creía que me volvía loca, pero no os importa, ¿verdad?... Nunca, en toda mi vida... Ya veréis cuando llegue a casa vuestro padre, un disgusto como éste nunca me lo dieron Bill, ni Charlie, ni Percy...
—Percy, el prefecto perfecto —murmuró Fred.
-¡No!- grito Sirius- no hablen, discutan o comenten algo, porque le ira peor- aseguro.
—¡PUES PODRÍAS SEGUIR SU EJEMPLO! —gritó la señora Weasley, dándole golpecitos en el pecho con el dedo—. Podríais haberos matado o podría haberos visto alguien, y vuestro padre haberse quedado sin trabajo por vuestra culpa...
Les pareció que la reprimenda duraba horas. La señora Weasley enronqueció de tanto gritar y luego se plantó delante de Harry, que retrocedió asustado.
—Me alegro de verte, Harry, cielo —dijo—. Pasa a desayunar.
-¡Igual que lunático!- exclamaron James y Sirius-mi madre siempre hacia lo mismo.
-Ella es una buena mujer- aseguro Lily.
-No lo dudo- a apoyo Sirius- pero porque siempre las madres aprecian mas a los demás a sus propios hijos.
-Pero tú tampoco eres su hijo y te trataba igual que a James.
-Claro que no pelirroja, tal vez no tengamos la misma sangre, pero ella era más mi madre que la maniática aquella- increpo el animago. Por su parte a Regulus no le gusto que hablara así de su madre, aunque sabía lo desquiciante que podía ser.
La señora Weasley se encaminó hacia la casa y Harry la siguió, después de dirigir una mirada azorada a Ron, que le respondió animándolo con un gesto de la cabeza.
La cocina era pequeña y todo en ella estaba bastante apretujado. En el medio había una mesa de madera que se veía muy restregada, con sillas alrededor. Harry se sentó tímidamente, mirando a todas partes. Era la primera vez que estaba en la casa de un mago.
George leyó las observaciones de Harry, describió de su reloj que decía cosas como Hora del té, los libros que la señora Weasley tenía sobre la chimenea y lo que transmitían en ese momento en la radio mágica.
-Saben, deberíamos tener de esas cosas que ven los muggles, como se llaman, televiccon
-Televisión Sirius- corrigió Lily- y francamente no creo que la necesitemos en el mundo mágico.
-Pero sería fascinante tenerla- aseguro Arthur emocionado- los muggles tiene muchas cosas interesantes.
-Y muchos oficios que también nosotros necesitamos- intervino Sirius- como el modelaje y…
-Eso no viene al caso Black- le reclamo Marlene celosa molesta-y si no vas a decir nada útil mejor no digas nada.
Para varias chicas (como Lily y Alice) no pudieron evitar que el enojo de la rubia poco tuviera que ver con su interrupción. Para todas ellas, la chica estaba celosa.
La señora Weasley preparaba el desayuno sin poner demasiada atención en lo que hacía, y en el rato que tardó en freír las salchichas echó unas cuantas miradas de desaprobación a sus hijos. De vez en cuando murmuraba: «cómo se os pudo ocurrir» o «nunca lo hubiera creído».
—Tú no tienes la culpa, cielo —aseguró a Harry, echándole en el plato ocho o nueve salchichas—. Arthur y yo también hemos estado muy preocupados por ti. Anoche mismo estuvimos comentando que si Ron seguía sin tener noticias tuyas el viernes, iríamos a buscarte para traerte aquí. Pero —dijo mientras le servía tres huevos fritos— cualquiera podría haberos visto atravesar medio país volando en ese coche e infringiendo la ley.
-Pero se habían tardado mucho mamá- se justificó Fred.
-Y probablemente esos muggles no les hubieran entregado a Harry- apoyo George.
-En especial porque ustedes son muy buenos- aseguró Fabián.
-Pero sí en cambio hubiera sido alguien como ojo loco- continúo Gideon.
-Pero eso no justifica que se fueran volando y lo sacaran clandestinamente- los reprendió Molly a los cuatro.
Entonces, como si fuera lo más natural, dio un golpecito con la varita mágica en el montón de platos sucios del fregadero, y éstos comenzaron a lavarse solos, produciendo un suave tintineo.
—¡Estaba nublado, mamá! —dijo Fred.
—¡No hables mientras comes! —le interrumpió la señora Weasley.
—¡Lo estaban matando de hambre, mamá! —dijo George.
—¡Cállate tú también! —atajó la señora Weasley, pero cuando se puso a cortar unas rebanadas de pan para Harry y a untarlas con mantequilla, la expresión se le enterneció.
-Sé que es cierto, pero eso les pudo traer muchos problemas, y no solo a nuestros hijos también a Harry- interpuso Molly.
En aquel momento apareció en la cocina una personita bajita y pelirroja, que llevaba puesto un largo camisón y que, dando un grito, se volvió corriendo.
—Es Ginny —dijo Ron a Harry en voz baja—, mi hermana. Se ha pasado el verano hablando de ti.
-Gracias hermanito- ironizo Ginny viéndolo con enojo.
-Pero era cierto, nos tenías locos hablando de Harry, y sobre todo a mí, no me dejabas ni dormir saltando sobre mi cama preguntándome si Harry ya había respondido mis cartas.
-Pues si no quieres dormir para siempre más te vale callarte Ron—le dijo toda roja por revelar esa parte de su vida.
—Sí, debe de estar esperando que le firmes un autógrafo, Harry —dijo Fred con una sonrisa, pero se dio cuenta de que su madre lo miraba y hundió la vista en el plato sin decir ni una palabra más.
-Y a ustedes también se lo debo agradecer- se dirigió esta vez a los gemelos.
-Tranquila hermanita- trato de mediar George nervioso.
No volvieron a hablar hasta que hubieron terminado todo lo que tenían en el plato, lo que les llevó poquísimo tiempo.
—Estoy que reviento —dijo Fred, bostezando y dejando finalmente el cuchillo y el tenedor—. Creo que me iré a la cama y..
-Eso tampoco resultara- dijo Nymphadora- esa forma de hacerse el desentendido nunca es efectiva.
-Lo dices por experiencia propia no sobrina- comento Sirius.
-Más de la que creen- aseguro Andrómeda recordando todas veces que su hija hacia eso.
—De eso nada —interrumpió la señora Weasley—. Si te has pasado toda la noche por ahí, ha sido culpa tuya. Así que ahora vete a desgnomizar el jardín, que los gnomos se están volviendo a desmadrar.
—Pero, mamá...
-Es parte de su castigo chicos, y no habrá nada que la haga cambiar de opinión- les dijo James con una sonrisa.
-Estas muy alegre con esto, no lo crees amor- le dijo Lily a su novio.
-Es que su filosofía siempre es más divertido ver que castiguen a otras personas y no a uno mismo- explico Remus.
—Y vosotros dos, id con él —dijo ella, mirando a Ron y Fred—. Tú sí puedes irte a la cama, cielo —dijo a Harry—. Tú no les pediste que te llevaran volando en ese maldito coche.
Pero Harry, que no tenía nada de sueño, dijo con presteza:
—Ayudaré a Ron, nunca he presenciado una desgnomización.
-Vamos Harry, yo que tu aprovecharía la oportunidad ahijado- recomendó el oji gris.
-Estaba muy excitado con todo lo ocurrido y lo que veía, aunque quisiera no hubiera podido dormir- se justificó el azabache.
—Eres muy amable, cielo, pero es un trabajo aburrido —dijo la señora Weasley—. Pero veamos lo que Lockhart dice sobre el particular.
-¿Lockhart? ¿Gilderoy Lockhart? Ese imbécil- hablo Sirius.
-¿Lo conocen?-pregunto Harry.
-Sí, el muy idiota se graduó hace un año, fue una sorpresa que lo haya logrado- increpo James molesto.
-A James le molesta porque le quito un par de conquistas y más porque en una ocasión dijo que era novio de Lily, aun cuando no era cierto y además que le coqueteo e otra ocasión- exclamo Remus.
-Además era único que rivalizaba con de James en eso de ser egocéntrico y arrogante- agrego canuto ante la mirada represiva del azabache.
Y cogió un pesado volumen de la repisa de la chimenea. George se quejó.
—Mamá, ya sabemos desgnomizar un jardín.
Harry echó una mirada a la cubierta del libro de la señora Weasley. Llevaba escritas en letras doradas de fantasía las palabras «Gilderoy Lockhart: Guía de las plagas en el hogar». Ocupaba casi toda la portada una fotografía de un mago muy guapo de pelo rubio ondulado y ojos azules y vivarachos. Como todas las fotografías en el mundo de la magia, ésta también se movía: el mago, que Harry supuso que era Gilderoy Lockhart, guiñó un ojo a todos con descaro. La señora Weasley le sonrió abiertamente.
-Ese idiota tiene un libro- se impresionaron los merodeadores.
-Algo asi, ya descubrirán lo que pasa con él- les comento Harry
—Es muy bueno —dijo ella—, conoce al dedillo todas las plagas del hogar, es un libro estupendo...
—A mamá le gusta —dijo Fred, en voz baja pero bastante audible.
-Ejem- carraspeo con incomodidad Arthur.
-Huy hermanita, ¿qué cosa has hecho?-la pico Gideon.
-Y notros creímos conocerte-lo apoyo Fabián.
-Ya cierren la boca par de brutos- le reprimió Molly a sus hermanos.
—No digas tonterías, Fred —dijo la señora Weasley, ruborizándose—. Muy bien, si crees que sabes más que Lockhart, ponte ya a ello; pero ¡ay de ti si queda un solo gnomo en el jardín cuando yo salga!
-Pues de hecho si sabemos as que él- aseguro Fred.
George describió como estaba su jardín en ese momento, comento como los Dursley no lo aprobarían pero que Harry considero que era como debía de ser,
—Los muggles también tienen gnomos en sus jardines, ¿sabes? —dijo Harry a Ron mientras atravesaban el césped.
—Sí, ya he visto esas cosas que ellos piensan que son gnomos —dijo Ron, inclinándose sobre una mata de peonías—. Como una especie de papás Noel gorditos con cañas de pescar...
-Son muy curios esos muggles- comentó risueño Arthur- es interesante como visualizan el mundo mágico.
-No se puede evitar, después de todo conocen muy poco de nuestro mundo-continuo Ted- son las ideas que se han formado.
Se oyó el ruido de un forcejeo, la peonía se sacudió y Ron se levantó, diciendo en tono grave:
—Esto es un gnomo.
—¡Suéltame! ¡Suéltame! —chillaba el gnomo.
George describió a la criatura y lo que hizo ron con el gnomo antes de explicarle al azabache lo que tenía que hacer.
—Esto es lo que tienes que hacer —explicó. Levantó al gnomo en lo alto («¡suéltame!», decía éste) y comenzó a voltearlo como si fuera un lazo. Viendo el espanto en el rostro de Harry, Ron añadió—: No les duele. Pero los tienes que dejar muy mareados para que no puedan volver a encontrar su madriguera.
-Además que nos permite hacer concursos- comento Fred.
-aunque después de un tiempo encuentran el camino de regreso- aseguro George antes de regresar a la lectura.
Entonces soltó al gnomo y éste salió volando por el aire y cayó en el campo que había al otro lado del seto, a unos siete metros, con un ruido sordo.
—¡De pena! —dijo Fred—. ¿Qué te apuestas a que lanzo el mío más allá de aquel tocón?
-Nosotros también hacíamos competencias así, recuerdan- le dijo James a sus amigos.
-Si, en el jardín de mamá Dorea- recordó Sirius- siempre apostábamos el postre de la cena, y cornamenta casi siempre nos ganaba.
-Era una de las pocas cosas que mamá nos permitía hacer sin que nos regañaran- recordó el azabache.
-En una ocasión incluso se unió en la apuesta- recordó Remus con melancolía, ese había sido un buen día.
Harry aprendió enseguida que no había que sentir compasión por los gnomos y decidió lanzar al otro lado del seto al primer gnomo que capturase, pero éste, percibiendo su indecisión, le hundió sus afiladísimos dientes en un dedo, y le costó mucho trabajo sacudírselo...
—Caramba, Harry..., eso habrán sido casi veinte metros...
-Heredaste todos mis genes deportivos hijo- lo alabo James con una gran sonrisa.
Pronto el aire se llenó de gnomos volando.
—Ya vez que no son muy listos —observó George, cogiendo cinco o seis gnomos a la vez—. En cuanto se enteran de que estamos desgnomizando, salen a curiosear. Ya deberían haber aprendido a quedarse escondidos en su sitio.
-Bueno, esa es su naturaleza- comentó Hagrid.
Al poco rato vieron que los gnomos que habían aterrizado en el campo, que eran muchos, empezaban a alejarse andando en grupos, con los hombros caídos.
—Volverán —dijo Ron, mientras contemplaban cómo se internaban los gnomos en el seto del otro lado del campo—. Les gusta este sitio... Papá es demasiado blando con ellos, porque piensa que son divertidos...
-Además su saliva tiene muchas propiedades- comento Luna. Los del pasado querían preguntar algo pero con una mueca de Harry (que la joven no pudo ver) les dijo que no preguntaran nada.
En aquel momento se oyó la puerta principal de la casa.
—¡Ya ha llegado! —dijo George—. ¡Papá está en casa!
Y fueron corrieron a su encuentro.
El señor Weasley estaba sentado en una silla de la cocina, con las gafas quitadas y los ojos cerrados. Era un hombre delgado, bastante calvo, pero el escaso pelo que le quedaba era tan rojo como el de sus hijos. Llevaba una larga túnica verde polvorienta y estropeada de viajar.
-Cielos cuñado, debes cuidarte mejor ese cabello-comentó Gideon, viéndole la poca calva que ahora tenía.
—¡Qué noche! —farfulló, cogiendo la tetera mientras los muchachos se sentaban a su alrededor—. Nueve redadas. ¡Nueve! Y el viejo Mundungus Fletcher intentó hacerme un maleficio cuando le volví la espalda.
-Mundungus, es más o menos agradable el pillo- comento Sirius.
-pues en nuestra época es un sucio ladrón cobarde- le dijo con cierto rencor Ron, recordando como abandono a ojo loco aquella vez.
-¿Tato así sobrino?- le pregunto Gideon.
-Pues sí, incluso Harry y nosotros tuvimos un par de problemas con él- respondio Ron.
-Entonces ha desmejorado mucho del que conocemos ahora- razono Fabian.
El señor Weasley tomó un largo sorbo de té y suspiró.
—¿Encontraste algo, papá? —preguntó Fred con interés.
—Sólo unas llaves que merman y una tetera que muerde —respondió el señor Weasley en un bostezo—. Han ocurrido, sin embargo, algunas cosas bastante feas que no afectaban a mi departamento. A Mortlake lo sacaron para interrogarle sobre unos hurones muy raros, pero eso incumbe al Comité de Encantamientos Experimentales, gracias a Dios.
-Siempre es molesto que te traigan problemas de otros departamento- aseguro Frank- en una ocasión se les escaparon una ratas que les crecía y tiraban pelo, al final cuando los atraparon todo el piso quedo cubierto de pelo de rata.
—¿Para qué sirve que unas llaves encojan? —preguntó George.
—Para atormentar a los muggles —suspiró el señor Weasley—. Se les vende una llave que merma hasta hacerse diminuta para que no la puedan encontrar nunca cuando la necesitan... Naturalmente, es muy difícil dar con el culpable porque ningún muggle quiere admitir que sus llaves merman; siempre insisten en que las han perdido. ¡Jesús! No sé de lo que serían capaces para negar la existencia de la magia, aunque la tuvieran delante de los ojos... Pero no os creeríais las cosas que a nuestra gente le ha dado por encantar...
—¿COMO COCHES, POR EJEMPLO?
-Oh, oh, problemas a la vista- exclamo Fabián.
-Más te vale correr rápido y esconderte cuñado- sugirió Gideon.
-¡No!, si ase eso luego será peor-aseguro Sirius.
-Háganle caso, en una ocasión en sexto se escondió de Lily todo un día, y por todo ese tiempo ella pensó como vengarse de él- explico Remus- solo digamos que por toda esa semana estuvo muy urgido, pero sin poder tener nada de acción.
-Es mejor que descargue su ira en caliente y de un golpe, que fastidiarte a vida poco a poco- apoyo James recordando aquella ocasión.
La señora Weasley había aparecido blandiendo un atizador como si fuera una espada. El señor Weasley abrió los ojos de golpe y dirigió a su mujer una mirada de culpabilidad.
—¿Co-coches, Molly cielo?
-creo que una espada podía ser menos amenazante- comentó Ron por lo bajo.
—Sí, Arthur, coches —dijo la señora Weasley, con los ojos brillándole—. Imagínate que un mago se compra un viejo coche oxidado y le dice a su mujer que quiere llevárselo para ver cómo funciona, cuando en realidad lo está encantando para que vuele.
El señor Weasley parpadeó.
—Bueno, querida, creo que estarás de acuerdo conmigo en que no ha hecho nada en contra de la ley, aunque quizá debería haberle dicho la verdad a su mujer... Verás, existe una laguna jurídica... siempre y cuando él no utilice el coche para volar. El hecho de que el coche pueda volar no constituye en sí...
Eso no servirá en nada- acepto Andrómeda, ella no habría hecho menos que la pelirroja.
-Pero que no entienden que no les pueden discutir a una pelirroja- tajo Sirius.
-Eso dices tío, pero cada vez que tienes oportunidad le discutes a Lily, ¿o me equivoco?- le dijo viéndolo.
-Pues no, no te equivocas Dora, esa es solo una de las tantas incongruencias de Sirius Black.
-No te respondo como debiera solo porque…
-Porque tiene razón, o porque no entendiste lo que quiso decir- atajo la peli rosa divertida.
-Ha, gracias sobrina, yo también te quiero mucho he- comento provocando un par de risas.
—¡Señor Weasley ya se encargó personalmente de que existiera una laguna jurídica cuando usted redactó esa ley! —gritó la señora Weasley—. ¡Sólo para poder seguir jugando con todos esos cachivaches muggles que tienes en el cobertizo!
-Se puede hacer eso- comentó Gideon.
-Entonces no es tan malo eso de trabajar en el ministerio- aseguro Fabián.
-Puede ser pero nosotros…- comento Fred.
-Preferimos quedarnos con nuestra tienda de bromas término George.
¡Y; para que lo sepas, Harry ha llegado esta mañana en ese coche en el que tú no volaste!
—¿Harry? —dijo el señor Weasley mirando a su esposa sin comprender—. ¿Qué Harry?
-Pues cuantos más existen- bromeo James.
Al darse la vuelta, vio a Harry y se sobresaltó.
—¡Dios mío! ¿Es Harry Potter? Encantado de conocerte. Ron nos ha hablado mucho de ti...
-Y también Ginny- aseguro Ron- no había día en que no la escucháramos pronunciar tu nombre…auch- la pelirroja le dio un fuerte codazo a su hermano, eso era demasiado humillante como para que revelaran cosas extras.
—¡Esta noche, tus hijos han ido volando en el coche hasta la casa de Harry y han vuelto! —gritó la señora Weasley—. ¿No tienes nada que comentar al respecto?
—¿Es verdad que hicisteis eso? —preguntó el señor Weasley, nervioso—. ¿Fue bien la cosa? Qui-quiero decir —titubeó, al ver que su esposa echaba chispas por los ojos—, que eso ha estado muy mal, muchachos, pero que muy mal...
Todos se comenzaron a reír, es especial los bromitas y los hijos Weasley, tal vez tuvieran muchas carencias, pero su carácter era mejor que cualquier otro, y James y Lily no podían dejar de agradecer de que fueron ellos quienes acogieron a su hijo.
—Dejémosles que lo arreglen entre ellos —dijo Ron a Harry en voz baja, al ver que su madre estaba a punto de estallar—. Venga, quiero enseñarte mi habitación.
-Es lo mejor que pueden hacer- comento Remus.
-Sí, aprovechen la confusión para escapar del regaño, eso hacia lunático- le acuso sirius mientras el susodicho ponía una mueca de suficiencia.
Salieron sigilosamente de la cocina y, siguiendo un estrecho pasadizo, llegaron a una escalera torcida que subía atravesando la casa en zigzag. En el tercer rellano había una puerta entornada. Antes de que se cerrara de un golpe, Harry pudo ver un instante un par de ojos castaños que estaban espiando.
—Ginny —dijo Ron—. No sabes lo raro que es que se muestre así de tímida. Normalmente nunca se esconde.
-No tienes mucho tacto para esa cosas cierto- comento Hermione.
-Pero si a Harry no le importaba- se defendió el pelirrojo.
-Pero a mí si Ronald- le acuso Ginny.
-Sí, que no ves que siempre fue su amor.
-¡¡George!!- reprendió la pequeña Weasley con una mirada represiva igual a la de su madre. Ante el temor que lo podría pasar, decidió retomar la lectura.
Subieron dos tramos más de escalera hasta llegar a una puerta con la pintura desconchada y una placa pequeña que decía «Habitación de Ronald».
George describió lo ocurrido cuando entraron al cuarto, y como la habitación había sido adornada con el color naranja, desde los posters en la pared hasta la colcha de la cama.
—¿Tu equipo de quidditch favorito? —le preguntó Harry
—Los Chudley Cannons —confirmó Ron, señalando la colcha naranja, en la que había estampadas dos letras «C» gigantes y una bala de cañón saliendo disparada—. Van novenos en la liga.
-Otro fanático del quidditch- exclamo Lily.
-Pero no soy solo yo, también Ginny y toda nuestra familia, aunque Percy no tanto, pero aun así somos fanáticos- se defendió el chico.
-Y eso me alegra mucho, así podre llévame mejor con mi nuera- exclamó James.
-Solamente no te enojes si llega a cometer un error- dijo recordando como se exaltaba en los partidos por esos errores- que no quiero que por uno de eso desplantes termine dejando a Harry antes de que seamos abuelos.
-¡¡Mamá!!- le grito el azabache menor un poco avergonzado mientras los demás reían.
George continuo describiendo como Ron mantenía desordenada, ordenada su habitación, dese sus libros, su varita, y esa maldita rata de Scabber que provoco que los del futuro bufaran. También de como Harry fue hacia la ventana donde pudo ver a unos gnomos que regresaban a hurtadillas al jardín, lo que provoco que la señora Weasley se molestara levemente.
Luego se volvió hacia Ron, que lo miraba con impaciencia, esperando que Harry emitiera su opinión.
—Es un poco pequeña —se apresuró a decir Ron—, a diferencia de la habitación que tenías en casa de los muggles.
-Pero es infinitamente más acogedora, eso lo puedo asegurar- afirmó Sirius recordando como la casa de James era más su hogar que su verdadera casa.
Además, justo aquí arriba está el espíritu del ático, que se pasa todo el tiempo golpeando las tuberías y gimiendo...
Pero Harry le dijo con una amplia sonrisa:
—Es la mejor casa que he visto nunca.
Ron se ruborizó hasta las orejas.
-Hay, nos alegra que piense eso cuñadito- comenzó Fred.
-Sí, la próxima vez que vallas te trataremos mejor de como…-pero el gemelo no pudo terminar de hablar.
-Ya dejen sus tonterías- los reprimió Molly- ¿falta más del capítulo?
-No, ya es todo mamá- respondió George.
-Entonces pásaselo a otro para que lea- apremio la señora Weasley.
-Y que sea pronto, ya me estoy empezando a morir de hambre- aseguro Sirius.
-¡¿Otra vez con eso Sirius?!- exclamo Lily
-Mira, mejor comete esto y cierra la boca- le dijo Marlene pasando un pedazo de pastel que había guardado.
-Gracias McKinnon, eso quiere decir que no me desprecias tanto como creí.

-Para nada, solo no quiero soportar tus quejas ni la de tu estomago- aseguro la rubia, pero varias chicas lograron ver un leve sonrojo en su rostro.

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