viernes, 18 de julio de 2014

Capítulo 21.- iniciando el segundo libro, el peor cumpleaños

Remus y Tonks eran los últimos en llegar al comedor, por lo que pudieron notar no había pasado mucho desde que la comida había parecido y el tema principal en la mesa era el hecho de que los jóvenes al parecer habían dormido juntos. En esta ocasión Ted le pidió a Dora que le pasara a Teddy, y entre él y su esposa le dieron de desayunar para que su hija pudiera comer. Después de un desayuno lleno de amenazas explicaciones, y mientras de aprobación infundadas por parte de los mujeriegos se disponían a leer el segundo libro.
-Muy bien, ¿a quién le gustaría comenzar a leer?- pegunto Dumbledore a los presentes.
-Permítame profesor- hablo Lily para que le pasaran el libro- muy bien el libro se titula “Harry Potter y la cámara secreta”- leyó en vos alta la pelirroja desatando unos murmullos.
-¿Cámara secreta?- pregunto Gideon sin entender ante los murmullos que se esparcieron en la gran comedor- ¿qué es eso?
-Según la historia de Hogwarts, es una cámara que fue construida y escondida por el mismo Salazar Slytherin antes de abandonar el colegio- explico el profesor Dumbledore- les contaría mas al respecto, pero he de suponer que tanto en la historia como el mito vienen en el libro- se dirigió especialmente a los chicos del futuro que asintieron.
-Entonces eso quiere decir que hay más partes del castillo que aún no conocemos- exclamo Sirius.
-Eso es lo de menos Sirius- le dijo la pelirroja- lo mejor será que empecemos la lectura- abrió el libro y se situó en la primera hoja- muy bien, el primer capítulo se  llama, “el peor cumpleaños”.
A nadie le fue de agrado el título, y entonces todos recordaron que Harry había tenido que regresar con los Dursley.
-¡Lunático!- exclamo James.
-Descuida cornamenta, ya tengo el pergamino de las bromas listo- le aseguro extendiendo el papel y preparando la pluma para escribir,
No era la primera vez que en el número 4 de Privet Drive estallaba una discusión durante el desayuno. A primera hora de la mañana, había despertado al señor Vernon Dursley un sonoro ulular procedente del dormitorio de su sobrino Harry.
— ¡Es la tercera vez esta semana! —se quejó, sentado a la mesa—. ¡Si no puedes dominar a esa lechuza, tendrá que irse a otra parte!
Harry intentó explicarse una vez más.
—Es que se aburre. Está acostumbrada a dar una vuelta por ahí. Si pudiera dejarla salir aunque sólo fuera de noche...
-¡Tienen encerrada a su lechuza!- exclamo Dora- eso es maltrato animal.
-Te entiendo sobrina, a los animales hay que tratarlos bien, en especial a los perros- apoyo Sirius.
-Y a los ciervos- intervino James.
-Ha, y a los lobos, no hay que olvidar a nuestros amigos los lobos- agrego el oji gris viendo de reojo a Remus.
-¿Te gustas los lobos?- expreso curiosa la peli rosa.
-Si, a ti no sobrina.
-Para nada, me parecen unos animales muy hermosos y protectores, me gustan mucho- acepto la chica.
-No quisiera molestarlos, pero podría continuar- les pidió Lily a lo que todos guardaron silencio.
—¿Acaso tengo cara de idiota? —gruñó tío Vernon, con restos de huevo frito en el poblado bigote—.
-Pues que le podemos decir- exclamaron al unísono los gemelos Weasley.
Ya sé lo que ocurriría si saliera la lechuza.
Cambió una mirada sombría con su esposa, Petunia.
Harry quería seguir discutiendo, pero un eructo estruendoso y prolongado de Dudley, el hijo de los Dursley, ahogó sus palabras.
Todas las chicas hicieron una mueca de asco por la acción del mocoso ese.
-¡¿Pero que clase de educación le han dado a ese niño?!- exclamo con molestia Molly, ella nunca dejaría que uno de su hijos actuara de tal forma.
-Pues esa es una grosería para las personas- comenzó Fred.
-Pero para los cerdos puede ser un alago- termino George.
-De hecho en algunas culturas no es mal visto - afirmó Sirius.. sus amigos negaron con la cabeza mientras algunas personas lo vecina con desaprobación.
—¡Quiero más beicon!
-¿Y se sigue inflando con comida?- se extrañó Ron.
-No dejo de hacerlo por un par de años- acepto Harry a su amigo.
—Queda más en la sartén, ricura —dijo tía Petunia, volviendo los ojos a su robusto hijo—. Tenemos que alimentarte bien mientras podamos... No me gusta la pinta que tiene la comida del colegio...
—No digas tonterías, Petunia, yo nunca pasé hambre en Smeltings —dijo con énfasis tío Vernon—. Dudley come lo suficiente, ¿verdad que sí, hijo?
-Lo suficiente para él- comentó Gideon.
-Suficiente para sus amigos- continuó Fabián.
-Suficiente para alimentar a una clase- Fred
-O incluso para alimentar a toda la escuela- George.
-En fin, de que come, ¡come!- dijeron al mismo tiempo los cuatro gemelos.
Dudley, que estaba tan gordo que el trasero le colgaba por los lados de la silla, hizo una mueca y se volvió hacia Harry.
—Pásame la sartén.
—Se te han olvidado las palabras mágicas —repuso Harry de mal talante.
-Mal movimiento hijo- le dijo Lily con cierto tono de diversión a pesar de la preocupación de lo mal que le puede con esas bestias.
-Lo se mamá, pero es que estaba molesto- acepto el joven.
El efecto que esta simple frase produjo en la familia fue increíble: Dudley ahogó un grito y se cayó de la silla con un batacazo que sacudió la cocina entera; la señora Dursley profirió un débil alarido y se tapó la boca con las manos, y el señor Dursley se puso de pie de un salto, con las venas de las sienes palpitándole.
—¡Me refería a «por favor»! —dijo Harry inmediatamente—. No me refería a...
Todos los bromistas se pusieron a reír por eso, sin duda la frase estaba bien aplicada, pero el gusto les duraría muy poco al leer la siguiente frase.
—¿QUÉ TE TENGO DICHO —bramó el tío, rociando saliva por toda la mesa— ACERCA DE PRONUNCIAR LA PALABRA CON «M» EN ESTA CASA?
—Pero yo...
—¡CÓMO TE ATREVES A ASUSTAR A DUDLEY! —dijo furioso tío Vernon, golpeando la mesa con el puño.
—Yo sólo...
—¡TE LO ADVERTÍ! ¡BAJO ESTE TECHO NO TOLERARÉ NINGUNA MENCIÓN A TU ANORMALIDAD!
Todos, sin excepción en el gran comedor comenzaron a exclamar improperios hacia los Dursley.
Harry miró el rostro encarnado de su tío y la cara pálida de su tía, que trataba de levantar a Dudley del suelo.
—De acuerdo —dijo Harry—, de acuerdo...
-No te retractes de tus palabras ahijado- apremio Sirius.
-No lo hace canuto, simplemente es una retirada táctica, el estar siempre a la ofensiva no es una buena táctica- lo defendió Remus.
-Esas son tonterías lunático.
-¿Cuantas visitas a la enfermería te habrías ahorrado si te hubieras retirado a tiempo y dejado de molestar a Lily o a Marlene?- le pregunto al animago que se quedó pensando.
-Está bien, tienes un punto- acepto al fin.
Tío Vernon volvió a sentarse, resoplando como un rinoceronte al que le faltara el aire y vigilando estrechamente a Harry por el rabillo de sus ojos pequeños y penetrantes.
Desde que Harry había vuelto a casa para pasar las vacaciones de verano, tío Vernon lo había tratado como si fuera una bomba que pudiera estallar en cualquier momento; porque Harry no era un muchacho normal. De hecho, no podía ser menos normal de lo que era.
-El libro también le está diciendo anormal- exclamo Sirius.
-En el contexto que maneja si- atajo Harry- si tuviera “ese tipo” de normalidad seria como los Dursley.
-En cambio sí lo ves desde el punto de vista mágico- comenzó Ron- no, aun así serias algo anormal compañero- bromeo el pelirrojo sacando un par de risas.
-Bueno, no es como que tú seas muy normal tampoco- le re vario una sonriente Ginny.
-Pero igual no soy tan extraño- dijo concluyente.
Harry Potter era un mago..., un mago que acababa de terminar el primer curso en el Colegio Hogwarts de Magia. Y si a los Dursley no les gustaba que Harry pasara con ellos las vacaciones, su desagrado no era nada comparado con el de su sobrino.
Nadie podía objetar nada ante eso.
Añoraba tanto Hogwarts que estar lejos de allí era como tener un dolor de estómago permanente. Añoraba el castillo, con sus pasadizos secretos y sus fantasmas; las clases (aunque quizá no a Snape, el profesor de Pociones); las lechuzas que llevaban el correo; los banquetes en el Gran Comedor; dormir en su cama con dosel en el dormitorio de la torre;
Nuevamente Sirius y Severus pensaron en todo el parecido que tenían, para ninguno era agradable estar en “su casa”, para ellos Hogwarts era su hogar, su refugio, un lugar importante para ellos, y sin duda, no había otra persona que pudieran entender mejor ese sentimiento que ellos dos.
Lily continuo con como extrañaba visitar a Hagrid y sobre todo, cuanto extrañaba deporte mágico del quidditch además de una pequeña descripción de ese. James sonrió fanfarronamente, en ese aspecto se notaba que era su hijo, su fascinación por el quidditch solo podía ser superada por el amor a sus pelirrojas.
En cuanto Harry llegó a la casa, tío Vernon le guardó en un baúl bajo llave, en la alacena que había bajo la escalera, todos sus libros de hechizos, la varita mágica, las túnicas, el caldero y la escoba de primerísima calidad, la Nimbus 2.000. ¿Qué les importaba a los Dursley si Harry perdía su puesto en el equipo de quidditch de Gryffindor por no haber practicado en todo el verano? ¿Qué más les daba a los Dursley si Harry volvía al colegio sin haber hecho los deberes?
-¡Pero que se creen esos infelices!- increpo Remus.
-¡Son unos idiotas, eso es lo que son!- atajo James- pásame el pergamino.
-No gastes mucha tinta cornamenta, que no creo que esto es lo peor que hayan hecho.
-Si lo sé, canuto, pero se deben ganar algo por quitarle sus cosas y no dejarlo hacer sus deberes- ese comentario del azabache sorprendió a todo el mundo que lo mirada extrañado- que.
-A ver James- Lily dejo un poco apresurada el libro sobre la mesa y luego puso la mano sobre su frente- no parece que tengas fiebre.
-¿Y por qué debería tener fiebre?- pregunto un tanto a la defensiva.
-Porque te preocupaste más por su deberes que por el quidditch- resalto Sirius sin poderlo creer aun.
-Claro que son más preocupantes los deberes- exclamó con seguridad- con la tremenda habilidad innata que heredó de su padre, el solo necesitaría una tarde para ponerse en condiciones, pero los deberes le tomarían más tiempo.
-Sí, él está bien- comento Lily sin darle importancia a sus palabras- yo por un momento creí que estaba delirando- algunos esbozaron algunas sonrisas antes de que retomara la lectura.
Los Dursley eran lo que los magos llamaban muggles, es decir, que no tenían ni una gota de sangre mágica en las venas, y para ellos tener un mago en la familia era algo completamente vergonzoso. Tío Vernon había incluso cerrado con candado la jaula de Hedwig, la lechuza de Harry, para que no pudiera llevar mensajes a nadie del mundo mágico.
Lily leyó nuevamente la descripción de todos los miembros de la familia y claro la de Harry. De cómo era considerado especial incuso entre los magos y como fue a dar con los Dursley a hace once años
A la edad de un año, Harry había sobrevivido milagrosamente a la maldición del hechicero tenebroso más importante de todos los tiempos, lord Voldemort, cuyo nombre muchos magos y brujas aún temían pronunciar. Los padres de Harry habían muerto en el ataque de Voldemort, pero Harry se había librado, quedándole la cicatriz en forma de rayo. Por alguna razón desconocida, Voldemort había perdido sus poderes en el mismo instante en que había fracasado en su intento de matar a Harry.
Lily detuvo la lectura un momento en lo que se secaba un par de lágrimas traicioneras que nacieron de sus ojos, después de hacerlo y de que james la abrazara dulcemente y le dijera lo maravillosa que era por haberlo protegido aun después de eso,  continuo con la lectura.
De forma que Harry se había criado con sus tíos maternos. Había pasado diez años con ellos sin comprender por qué motivo sucedían cosas raras a su alrededor, sin que él hiciera nada, y creyendo la versión de los Dursley, que le habían dicho que la cicatriz era consecuencia del accidente de automóvil que se había llevado la vida de sus padres.
-En serio van a ser una resumen del libro anterior- exclamo Sirius.
Pero más adelante, hacía exactamente un año, Harry había recibido una carta de Hogwarts y así se había enterado de toda la verdad. Ocupó su plaza en el colegio de magia, donde tanto él como su cicatriz se hicieron famosos...; pero el curso escolar había acabado y él se encontraba otra vez pasando el verano con los Dursley, quienes lo trataban como a un perro que se hubiera revolcado en estiércol.
Los merodeadores prepararon sus plumas y sus mentes para empezar a idear algo contra eso infelices, solo esperaban el momento de ponerse a escribir ya que les hacia falta inspiración.
Los Dursley ni siquiera se habían acordado de que aquel día Harry cumplía doce años.
-¡Felicidades ahijado!- le grito Sirius.
-He gracias- respondió confundido el azabache.
-Sirius, su cumpleaños doce paso hace mucho- resalto Marlene.
-Ya lo McKinnon, pero si en esa ocasión no tuvo nada por lo menos déjame felicitarlo ahora.
-Pero esa va a cambiar, cuando salgamos de todo esto le prepararemos unas fiestas grandiosas que duraran varios días- aseguro James, por su parte Harry adquiría una expresión difícil de descifrar, algo que solo Lily y Remus notaron.
-Si me gusta la idea hermano- corroboro su amigo- comida, música, licor mujeres…
-¡Sirius!, se supone que será una fiesta infantil- le recrimino Lily llena de ira mientras que Marlene lo golpeaba en su cabeza.
-¿Y eso por qué McKinnon?- pregunto sobándose el golpe.
-Porque solo estás pensando en mujeres idiota- reprendió.
-Eso no es cierto, no te tienes que poner celosa por…
-¡¡Yo no estoy celosa!!- le reclamo con voz de ultra tumba- Lily podrías- le pido a su amiga con voz más ligera que continuara leyendo.
No es que él tuviera muchas esperanzas, porque nunca le habían hecho un regalo como Dios manda, y no digamos una tarta... Pero de ahí a olvidarse completamente...
En aquel instante, tío Vernon se aclaró la garganta con afectación y dijo:
—Bueno, como todos sabemos, hoy es un día muy importante.
-¡¿Qué?!- dijeron con sorpresa
-No, es imposible- hablo Marlene- de seguro sale con una de sus idiotez
Harry levantó la mirada, incrédulo.
—Puede que hoy sea el día en que cierre el trato más importante de toda mi vida profesional —dijo tío Vernon.
Todos bufaron ante eso.
-Tenías razón McKinnon- hablo Sirius de mal humor.
-Obviamente, pues si yo soy perfecta- alardeo la rubia.
-No te queda esa actitud chica
-A ti tampoco, pero aun así lo haces- le acuso esta.
-Si se van poner a discutir de nuevo háganlo afuera, porque no pienso detener la lectura- les advirtió Lily ante lo cual los aludidos guardaron silencio.
Harry volvió a concentrar su atención en la tostada. Por supuesto, pensó con amargura, tío Vernon se refería a su estúpida cena. No había hablado de otra cosa en los últimos quince días. Un rico constructor y su esposa irían a cenar, y tío Vernon esperaba obtener un pedido descomunal. La empresa de tío Vernon fabricaba taladros.
-Maldita ballena- increparon los merodeadores.
—Creo que deberíamos repasarlo toda otra vez —dijo tío Vernon—.
-¿Repasarlo?, ¿qué acaso tiene toda una estrategia planeada?- exclamo Sirius.
-Parece que sí, de otra forma no podrían disimular la cordialidad que no tienen- comento Nymphadora.
-Ese es un buen punto de vista sobrina- aseguro el hombre.
Tendremos que estar en nuestros puestos a las ocho en punto. Petunia, ¿tú estarás...?
—En el salón —respondió enseguida tía Petunia—, esperando para darles la bienvenida a nuestra casa.
-Porque nada dice “bienvenidos” como tener a una jirafa en el salón- bromeo Fabián,
—Bien, bien. ¿Y Dudley?
—Estaré esperando para abrir la puerta. —Dudley esbozó una sonrisa idiota—. ¿Me permiten sus abrigos, señor y señora Mason?
-Y que tal un cerdito de mayordomo, eso es de mucha categoría- aseguro Gideon.
—¡Les va a parecer adorable! —exclamó embelesada tía Petunia.
-Sí, pero para almorzárselo- intervino Fred.
—Excelente, Dudley —dijo tío Vernon. A continuación, se volvió hacia Harry—. ¿Y tú?
—Me quedaré en mi dormitorio, sin hacer ruido para que no se note que estoy —dijo Harry, con voz inexpresiva.
-Debiste hacer un escándalo para que supieran la clase de personas que son- sugirió Fred.
—Exacto —corroboró con crueldad tío Vernon—. Yo los haré pasar al salón, te los presentaré, Petunia, y les serviré algo de beber. A las ocho quince...
—Anunciaré que está lista la cena —dijo tía Petunia—. Y tú, Dudley, dirás...
—¿Me permite acompañarla al comedor, señora Mason? —dijo Dudley, ofreciendo su grueso brazo a una mujer invisible.
—¡Mi caballerito ideal! —suspiró tía Petunia.
-El cerdito valiente-exclamaron los dos pares de gemelos.
-Van a estar así durante toda la lectura- les acuso Lily que se comenzaba a impacientar.
—¿Y tú? —preguntó tío Vernon a Harry con brutalidad.
—Me quedaré en mi dormitorio, sin hacer ruido para que no se note que estoy—recitó Harry.
—Exacto. Bien, tendríamos que tener preparados algunos cumplidos para la cena. Petunia, ¿sugieres alguno?
—Vernon me ha asegurado que es usted un jugador de golf excelente, señor Mason... Dígame dónde ha comprado ese vestido, señora Mason...
-Oh claro, eso no es para nada forzado- comentó Ted con ironía mientras jugaba con Teddy.
-Ahora tu estas interrumpiendo- le acuso Andrómeda.
-Y tú también mamá, por reprender a papa- aseguro Dora.
-Y tú también sobrina, por decirle a…
-Ya fue suficiente de esta historia sin fin- atajo Remus tapándole la boca a su amigo- perdona Lily, puedes continuar.
—Perfecto... ¿Dudley?
—¿Qué tal: «En el colegio nos han mandado escribir una redacción sobre nuestro héroe preferido, señor Mason, y yo la he hecho sobre usted»?
-Así o más hipócrita- atajo James con una sonrisa.
-En serio, el que crea esa porquería debe de ser un perfecto idiota- aseguro Sirius riendo modestamente.
Esto fue más de lo que tía Petunia y Harry podían soportar. Tía Petunia rompió a llorar de la emoción y abrazó a su hijo, mientras Harry escondía la cabeza debajo de la mesa para que no lo vieran reírse.
No era el único, para ese momento varios jóvenes del gran comedor, e incluso algunos profesores, estaban riendo por las ocurrencias de eso muggles, no podían creer que existieran individuos así.
—¿Y tú, niño?
Al enderezarse, Harry hizo un esfuerzo por mantener serio el semblante.
—Me quedaré en mi dormitorio, sin hacer ruido para que no se note que estoy—repitió.
—Eso espero —dijo el tío duramente—. Los Mason no saben nada de tu existencia y seguirán sin saber nada.
Las risas fueron sustituidas por muecas de descontento, y es que solo leer de ellos los molestaba, no querían saber que sería tenerlos en frente.
Al terminar la cena, tú, Petunia, volverás al salón con la señora Mason para tomar el café y yo abordaré el tema de los taladros. Con un poco de suerte, cerraremos el trato, y el contrato estará firmado antes del telediario de las diez. Y mañana mismo nos iremos a comprar un apartamento en Mallorca.
-Maldito infeliz- increpo Molly- tratar así a un niño solo por un maldito negocio.
-Tranquila Molly- le pido Arthur abrazándola por los hombros.
-Él tiene razón, mejor respira hondo y únete al grupo- le dijo Sirius extendiéndole el pergamino con las bromas.
-Yo no hare tal cosa Sirius- le contesto con lo que parecía una voz solemne- eso se lo dejo a los profesionales- y volteando a ver a su hijos gemelos agrego- más les vale que sea algo bueno- sus hijos asintieron orgullosos de que su madre los reconociera.
A Harry aquello no le emocionaba mucho. No creía que los Dursley fueran a quererlo más en Mallorca que en Privet Drive.
-Incluso te tratarían peor por “estorbar” en sus vacaciones- dijo Lily con el ceño fruncido y sumamente molesta.
—Bien..., voy a ir a la ciudad a recoger los esmóquines para Dudley y para mí. Y tú —gruñó a Harry—, mantente fuera de la vista de tu tía mientras limpia.
Harry salió por la puerta de atrás. Era un día radiante, soleado. Cruzó el césped, se dejó caer en el banco del jardín y canturreó entre dientes: «Cumpleaños feliz..., cumpleaños feliz..., me deseo yo mismo...»
Una punzada de dolor se hizo presente en aquellos que apreciaban al chico, e incluso a los que apenas lo conocían, era muy duro que un niño pasar ro todo eso solo.
No había recibido postales ni regalos, y tendría que pasarse la noche fingiendo que no existía. Abatido, fijó la vista en el seto. Nunca se había sentido tan solo. Antes que ninguna otra cosa de Hogwarts, antes incluso que jugar al quidditch, lo que de verdad echaba de menos era a sus mejores amigos, Ron Weasley y Hermione Granger. Pero ellos no parecían acordarse de él. Ninguno de los dos le había escrito en todo el verano, a pesar de que Ron le había dicho que lo invitaría a pasar unos días en su casa.
-¡¿Qué?!- gritaron los merodeadores viendo con   molestia a los chicos.- como es que pudieron.
-¡Basta!- grito Harry interrumpiendo al oji gris que estaba a punto de reclamarles a sus amigos.
-Pero ahijado,
-¡Pero nada Sirius!, eso tiene una explicación.
-¿Y cuál es?- exigió el animago
-Lo sabaras en cuanto dejes de interrumpir- le rebatió el joven.
Un montón de veces había estado a punto de emplear la magia para abrir la jaula de Hedwig y enviarla a Ron y a Hermione con una carta, pero no valía la pena correr el riesgo. A los magos menores de edad no les estaba permitido emplear la magia fuera del colegio. Harry no se lo había dicho a los Dursley; sabía que la única razón por la que no lo encerraban en la alacena debajo de la escalera junto con su varita mágica y su escoba voladora era porque temían que él pudiera convertirlos en escarabajos.
-No sería mala idea- comentó Fred
-Pero un escarabajo no, eso es muy bueno para ellos, mejor que sea en gusanos- aporto George.
-o en sanguijuelas
-mejor guarden silencio y anótenlo en el pergamino, digo, antes de Lily quiera matarlos- intervino Lupin pasándoles el papel.
Durante las dos primeras semanas, Harry se había divertido murmurando entre dientes palabras sin sentido y viendo cómo Dudley escapaba de la habitación todo lo deprisa que le permitían sus gordas piernas. Pero el prolongado silencio de Ron y Hermione le había hecho sentirse tan apartado del mundo mágico, que incluso el burlarse de Dudley había perdido la gracia..., y ahora Ron y Hermione se habían olvidado de su cumpleaños.
-No lo hicimos colega- se defendió el pelirrojo.
-Es cierto, yo quería enviarte algo, pero no tenía una lechuza ni sabía  a donde enviártelo.
-De cualquier forma habría terminado igual que el resto- les respondió el azabache- no se preocupen por eso.
¡Lo que habría dado en aquel momento por recibir un mensaje de Hogwarts, de un mago o una bruja! Casi le habría alegrado ver a su mortal enemigo, Draco Malfoy, para convencerse de que aquello no había sido solamente un sueño...
-Valla, sí que estabas desesperado- comentó el aludido que trato de contener (sin mucho éxito) una risa por escuchar el pensamiento de su entonces enemigo,
Lily comenzó a relatar cómo no todo el curso fue agradable, leyó acerca del encuentro de Voldemort, de cómo el seguía siendo tan terrible aun después de enteros tan demacrado y de como el chico logró escapar por segunda vez en lo que llevaba de vida. Y de las dudas del chico de donde se podría encontrar ahora.
De pronto, Harry se irguió en el banco del jardín. Se había quedado ensimismado mirando el seto... y el seto le devolvía la mirada. Entre las hojas habían aparecido dos grandes ojos verdes.
-¡¿Qué?!- gritaron varios.
-Eso es muy extraño- atajo Lily
-Será que alguien lo esté espiando- se aventuró Sirius.
-Es probable que se trate de algún animal- razón Alice.
-O tal vez una criatura mágica- aporto Marlene.
-¿Pero que haría una criatura mágica en un barrio muggle?- pregunto Sirius.
-Obviarte estaría ahí por Harry, pero lo que aun no entiendo seria la razón- exclamo al final la pelirroja antes de retomar la lectura.
Una voz burlona resonó detrás de él en el jardín y Harry se puso de pie de un salto.
—Sé qué día es hoy —canturreó Dudley, acercándosele con andares de pato.
-Felicidades- exclamo James- pro fin aprendió los días la semana- bromeo causando un par de risas.
Los ojos grandes se cerraron y desaparecieron.
—¿Qué? —preguntó Harry, sin apartar la vista del lugar por donde habían desaparecido.
—Sé qué día es hoy —repitió Dudley a su lado.
—Enhorabuena —respondió Harry—. ¡Por fin has aprendido los días de la semana!
Los ojos se posaron del chico hacia a James, por la similitud de palabras.
-¡Sí!- grito triunfal el azabache mayor- ya sabía que no solo habías sacado mi impactante aspecto, también mentalmente eres parecido a mí.
-Sí, además de en lo dramático que eres- comentó Remus.
-Aunque es curioso que saque a relucir ese parecido cuando está deprimido- apoyo Dora.
-Pero el resto del tiempo se parece a mí- dijo con arrogancia la peli roja antes de volver a la lectura.
—Hoy es tu cumpleaños —dijo con sorna—. ¿Cómo es que no has recibido postales de felicitación? ¿Ni siquiera en aquel monstruoso lugar has hecho amigos?
-Claro que si los tiene- rebatió Ron- y son mucho mejores que los suyos.
-¿Entonces por qué no le han escrito?
-¡Sirius!- le reprendió Harry.
—Procura que tu mamá no te oiga hablar sobre mi colegio —contestó Harry con frialdad.
Dudley se subió los pantalones, que no se le sostenían en la ancha cintura.
—¿Por qué miras el seto? —preguntó con recelo.
—Estoy pensando cuál sería el mejor conjuro para prenderle fuego —dijo Harry.
Todos los bromistas se quedaron esperando a ver qué pasaría ahora, eso sería divertido, por su parte Lily, Molly, Andrómeda sabían que eso sería muy peligroso para el pobre chico.
Al oírlo, Dudley trastabilló hacia atrás y el pánico se reflejó en su cara gordita.
—No..., no puedes... Papá dijo que no harías ma-magia... Ha dicho que te echará de casa..., y no tienes otro sitio donde ir..., no tienes amigos con los que quedarte...
—¡Abracadabra! —dijo Harry con voz enérgica—. ¡Pata de cabra! ¡Patatum, patatam!
—¡Mamaaaaaaá! —vociferó Dudley, dando traspiés al salir a toda pastilla hacia la casa—, ¡mamaaaaaaá! ¡Harry está haciendo lo que tú sabes!
-Jajaja- se comenzaron a carcajear por la reacción del primo.
-Eso fue grandioso ahijado- lo felicito Sirius.
-De seguro se mojó los pantalones- comento Fred en medio de risas.
Varios jóvenes se fueron contagiando con la risa de los hombres excepto claro Lily y las otras madres.
-¿Qué ocurre querida!?, si fue muy divertido- le pregunto james con un sonrisa que se desapareció cando la mujer la vio de forma desafiante.
-Divertido, pero que no ven eso le traerá graves consecuencias- le rebatió a los bromistas.
Harry pagó caro aquel instante de diversión. Como Dudley y el seto estaban intactos, tía Petunia sabía que Harry no había hecho magia en realidad, pero aun así intentó pegarle en la cabeza con la sartén que tenía a medio enjabonar y Harry tuvo que esquivar el golpe. Luego le dio tareas que hacer, asegurándole que no comería hasta que hubiera acabado.
Todas las sonrisas se apagaron en ese momento, por un segundo olvidaron que vivía con esas bestias del demonio.
Mientras Dudley no hacia otra cosa que mirarlo y comer helados, Harry limpió las ventanas, lavó el coche, cortó el césped, recortó los arriates, podó y regó los rosales y dio una capa de pintura al banco del jardín. El sol ardiente le abrasaba la nuca.
-¡¡¡¿Qué se cree esa maldita?!!!- increpo llena de cólera Lily.
-¡¡Esas no son labores para una niño y mucho menos en esas condiciones!!- secundo la señora Weasley- ¡¡solo dejen que la vea y sabrá que lo que es capaz un mago!!
-¡No solo serás tu Molly, ya vera esa endemoniada hermana mía lo que es la furia!- exclamo la mujer.
En circunstancias normales los hombres estarían asustados, aun cundo ellos no tuvieran culpa de nada, pero en esta ocasión ellos estaban tan o más molestos que ellos, se estaban amontonando escribiendo en el pergamino que ya alcanzaría cerca de tres metros de largo.
-¡Ya terminaron!- les grito Hermione- ¡Pásenmelo!- exigió la castaña estirado la mano para recibir el pergamino. Lo cual sorprendió a Harry- ¡¡Hay por favor, a esto llaman castigos!!- exclamo cuando leyó algunas cosas antes de agregar los propios.
-¡Mi turno!- exclamo Ron poniendo de su propia cosecha.
-¡Presta!- esta vez fue Ginny que casi rompió el pergamino de lo fuerte que presionaba la pluma para escribir.
-Muy bien chicos- los felicito Sirius cuando vio lo que agregaron.
-Cuando salgamos de aquí eso miserables sentirán lo que es un martirio- Remus tenía un expresión en sus ojos que pocas veces habían visto.
-Remus- le hablo Dora poniendo la mano sobre su brazo- ¿estás bien?
-Sí estoy bien, solo me molesta que le hagan daño a las personas que aprecio- dijo con toda seguridad.
-Es tan protector como los lobos, ¿no crees sobrina?- le dijo a la joven con cierta insinuación hacia Remus.
-Sí, ya lo creo- agrego con media sonrisa, ya que todo eso también la estaba molestando.
Harry sabía que no tenía que haber picado el anzuelo de Dudley, pero éste le había dicho exactamente lo mismo que él estaba pensando..., que quizá tampoco en Hogwarts tuviera amigos.
-Eso no es…
-Ya lo sé, no tienen que preocuparse por eso- les aseguro Harry a sus amigos, aunque también lo hizo con un poco de miedo, ya que pocas veces los había visto tan molestos.
«Tendrían que ver ahora al famoso Harry Potter», pensaba sin compasión, echando abono a los arriates, con la espalda dolorida y el sudor goteándole por la cara.
Eran las siete de la tarde cuando finalmente, exhausto, oyó que lo llamaba tía Petunia.
Otro par de renglones más enriquecieron el pergamino por enterarse de esa última tarea obligada., y de todo el tiempo que lo forzaron a trabajar.
—¡Entra! ¡Y pisa sobre los periódicos!
Fue un alivio para Harry entrar en la sombra de la reluciente cocina. Encima del frigorífico estaba el pudín de la cena: un montículo de nata montada con violetas de azúcar. Una pieza de cerdo asado chisporroteaba en el horno.
—¡Come deprisa! ¡Los Mason no tardarán! —le dijo con brusquedad tía Petunia, señalando dos rebanadas de pan y un pedazo de queso que había en la mesa. Ella ya llevaba puesto el vestido de noche de color salmón.
-Eso no es comida- rebatió encolerizada la señora Wesley- esa desgraciada que se cree.
-Ya vera lo que le pasara cuando regrese del colegio- increpo Lily igual de molesta
-Sirven a su hijo, digo, sirven cerdo asado y él le dan esa miseria- increpo Sirius.
-Eso explica porque comes tanto cuando ibas con nosotros- le dijo por lo bajo Ginny mientras lo abrazaba- esos debieron ser años terribles- el chico le devolvió el abrazo, si fueron tiempos difíciles, pero ahora estaba bien, en especial si la tenía a ella.
Harry se lavó las manos y engulló su miserable cena. No bien hubo terminado, tía Petunia le quitó el plato.
—¡Arriba! ¡Deprisa!
-¡¡Esa hija de…!!
-Lily tranquila, no te hace bien disgustarte tanto- trato de clamarla James abrazándola y besándola en la mejilla, aunque claro, el también estaba muy molesto.
Al cruzar la puerta de la sala de estar, Harry vio a su tío Vernon y a Dudley con esmoquin y pajarita. Acababa de llegar al rellano superior cuando sonó el timbre de la puerta y al pie de la escalera apareció la cara furiosa de tío Vernon.
—Recuerda, muchacho: un solo ruido y...
-Y nosotros le partiremos la cara a él- exclamó Sirius apretando los puños
Marlene puso una mano sobre el hombro del animago para tranquilizarlo, si bien siempre estaban peleando, ella sentía un verdadero aprecio por él, pero este con su maldita actitud de mujeriego no aceptaría abiertamente lo que sentía, ella se decidió a no ser una más.
Harry entró de puntillas en su dormitorio, cerró la puerta y se echó en la cama.
El problema era que ya había alguien sentado en ella.
.-¿cómo que alguien en la cama?- preguntaron varios.
-Será que alguna lo este esperando en… auch- exclamó Sirius que recibió el golpe de parte de Ginny Weasley- todas las pelirrojas son iguales, no saben controlar sus celos.
-Pues, si no quieres seguir sufriendo, más te vale cerrar la maldita boca- recrimino Lily a quien no le agrado el cometario de las pelirrojas- aquí termia el capítulo- informo.
-En serio, pero porque dejan un final de ese modo- pregunto Fred.
-De seguro para incitar al lector a seguir con el siguiente capítulo-razono Remus

-Pues no perdamos más tiempo- hablo Dora pidiendo el libro- vamos a aprovechar que Teddy está muy divertido con mis papas.

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