Remus y
Tonks eran los últimos en llegar al comedor, por lo que pudieron notar no había
pasado mucho desde que la comida había parecido y el tema principal en la mesa
era el hecho de que los jóvenes al parecer habían dormido juntos. En esta
ocasión Ted le pidió a Dora que le pasara a Teddy, y entre él y su esposa le
dieron de desayunar para que su hija pudiera comer. Después de un desayuno
lleno de amenazas explicaciones, y mientras de aprobación infundadas por parte
de los mujeriegos se disponían a leer el segundo libro.
-Muy
bien, ¿a quién le gustaría comenzar a leer?- pegunto Dumbledore a los
presentes.
-Permítame
profesor- hablo Lily para que le pasaran el libro- muy bien el libro se titula
“Harry Potter y la cámara secreta”- leyó en vos alta la pelirroja desatando
unos murmullos.
-¿Cámara
secreta?- pregunto Gideon sin entender ante los murmullos que se esparcieron en
la gran comedor- ¿qué es eso?
-Según
la historia de Hogwarts, es una cámara que fue construida y escondida por el
mismo Salazar Slytherin antes de abandonar el colegio- explico el profesor
Dumbledore- les contaría mas al respecto, pero he de suponer que tanto en la
historia como el mito vienen en el libro- se dirigió especialmente a los chicos
del futuro que asintieron.
-Entonces
eso quiere decir que hay más partes del castillo que aún no conocemos- exclamo
Sirius.
-Eso es
lo de menos Sirius- le dijo la pelirroja- lo mejor será que empecemos la lectura-
abrió el libro y se situó en la primera hoja- muy bien, el primer capítulo
se llama, “el peor cumpleaños”.
A nadie
le fue de agrado el título, y entonces todos recordaron que Harry había tenido
que regresar con los Dursley.
-¡Lunático!-
exclamo James.
-Descuida
cornamenta, ya tengo el pergamino de las bromas listo- le aseguro extendiendo
el papel y preparando la pluma para escribir,
No era la primera vez que en el número 4 de
Privet Drive estallaba una discusión durante el desayuno. A primera hora de la
mañana, había despertado al señor Vernon Dursley un sonoro ulular procedente
del dormitorio de su sobrino Harry.
— ¡Es la tercera vez esta semana! —se quejó,
sentado a la mesa—. ¡Si no puedes dominar a esa lechuza, tendrá que irse a otra
parte!
Harry intentó explicarse una vez más.
—Es que se aburre. Está acostumbrada a dar
una vuelta por ahí. Si pudiera dejarla salir aunque sólo fuera de noche...
-¡Tienen
encerrada a su lechuza!- exclamo Dora- eso es maltrato animal.
-Te entiendo
sobrina, a los animales hay que tratarlos bien, en especial a los perros- apoyo
Sirius.
-Y a
los ciervos- intervino James.
-Ha, y
a los lobos, no hay que olvidar a nuestros amigos los lobos- agrego el oji gris
viendo de reojo a Remus.
-¿Te
gustas los lobos?- expreso curiosa la peli rosa.
-Si, a
ti no sobrina.
-Para
nada, me parecen unos animales muy hermosos y protectores, me gustan mucho-
acepto la chica.
-No quisiera
molestarlos, pero podría continuar- les pidió Lily a lo que todos guardaron
silencio.
—¿Acaso tengo cara de idiota? —gruñó tío
Vernon, con restos de huevo frito en el poblado bigote—.
-Pues
que le podemos decir- exclamaron al unísono los gemelos Weasley.
Ya sé lo que ocurriría si saliera la lechuza.
Cambió una mirada sombría con su esposa,
Petunia.
Harry quería seguir discutiendo, pero un
eructo estruendoso y prolongado de Dudley, el hijo de los Dursley, ahogó sus
palabras.
Todas las
chicas hicieron una mueca de asco por la acción del mocoso ese.
-¡¿Pero
que clase de educación le han dado a ese niño?!- exclamo con molestia Molly,
ella nunca dejaría que uno de su hijos actuara de tal forma.
-Pues
esa es una grosería para las personas- comenzó Fred.
-Pero
para los cerdos puede ser un alago- termino George.
-De
hecho en algunas culturas no es mal visto - afirmó Sirius.. sus amigos negaron
con la cabeza mientras algunas personas lo vecina con desaprobación.
—¡Quiero más beicon!
-¿Y se sigue
inflando con comida?- se extrañó Ron.
-No
dejo de hacerlo por un par de años- acepto Harry a su amigo.
—Queda más en la sartén, ricura —dijo tía
Petunia, volviendo los ojos a su robusto hijo—. Tenemos que alimentarte bien
mientras podamos... No me gusta la pinta que tiene la comida del colegio...
—No digas tonterías, Petunia, yo nunca pasé
hambre en Smeltings —dijo con énfasis tío Vernon—. Dudley come lo suficiente,
¿verdad que sí, hijo?
-Lo
suficiente para él- comentó Gideon.
-Suficiente
para sus amigos- continuó Fabián.
-Suficiente
para alimentar a una clase- Fred
-O incluso
para alimentar a toda la escuela- George.
-En
fin, de que come, ¡come!- dijeron al mismo tiempo los cuatro gemelos.
Dudley, que estaba tan gordo que el trasero
le colgaba por los lados de la silla, hizo una mueca y se volvió hacia Harry.
—Pásame la sartén.
—Se te han olvidado las palabras mágicas
—repuso Harry de mal talante.
-Mal
movimiento hijo- le dijo Lily con cierto tono de diversión a pesar de la
preocupación de lo mal que le puede con esas bestias.
-Lo se
mamá, pero es que estaba molesto- acepto el joven.
El efecto que esta simple frase produjo en la
familia fue increíble: Dudley ahogó un grito y se cayó de la silla con un
batacazo que sacudió la cocina entera; la señora Dursley profirió un débil
alarido y se tapó la boca con las manos, y el señor Dursley se puso de pie de
un salto, con las venas de las sienes palpitándole.
—¡Me refería a «por favor»! —dijo Harry
inmediatamente—. No me refería a...
Todos
los bromistas se pusieron a reír por eso, sin duda la frase estaba bien
aplicada, pero el gusto les duraría muy poco al leer la siguiente frase.
—¿QUÉ TE TENGO DICHO —bramó el tío, rociando
saliva por toda la mesa— ACERCA DE PRONUNCIAR LA PALABRA CON «M» EN ESTA CASA?
—Pero yo...
—¡CÓMO TE ATREVES A ASUSTAR A DUDLEY! —dijo
furioso tío Vernon, golpeando la mesa con el puño.
—Yo sólo...
—¡TE LO ADVERTÍ! ¡BAJO ESTE TECHO NO TOLERARÉ
NINGUNA MENCIÓN A TU ANORMALIDAD!
Todos,
sin excepción en el gran comedor comenzaron a exclamar improperios hacia los Dursley.
Harry miró el rostro encarnado de su tío y la
cara pálida de su tía, que trataba de levantar a Dudley del suelo.
—De acuerdo —dijo Harry—, de acuerdo...
-No te
retractes de tus palabras ahijado- apremio Sirius.
-No lo
hace canuto, simplemente es una retirada táctica, el estar siempre a la
ofensiva no es una buena táctica- lo defendió Remus.
-Esas
son tonterías lunático.
-¿Cuantas
visitas a la enfermería te habrías ahorrado si te hubieras retirado a tiempo y
dejado de molestar a Lily o a Marlene?- le pregunto al animago que se quedó
pensando.
-Está
bien, tienes un punto- acepto al fin.
Tío Vernon volvió a sentarse, resoplando como
un rinoceronte al que le faltara el aire y vigilando estrechamente a Harry por
el rabillo de sus ojos pequeños y penetrantes.
Desde que Harry había vuelto a casa para
pasar las vacaciones de verano, tío Vernon lo había tratado como si fuera una
bomba que pudiera estallar en cualquier momento; porque Harry no era un
muchacho normal. De hecho, no podía ser menos normal de lo que era.
-El libro
también le está diciendo anormal- exclamo Sirius.
-En el
contexto que maneja si- atajo Harry- si tuviera “ese tipo” de normalidad seria
como los Dursley.
-En
cambio sí lo ves desde el punto de vista mágico- comenzó Ron- no, aun así
serias algo anormal compañero- bromeo el pelirrojo sacando un par de risas.
-Bueno,
no es como que tú seas muy normal tampoco- le re vario una sonriente Ginny.
-Pero
igual no soy tan extraño- dijo concluyente.
Harry Potter era un mago..., un mago que
acababa de terminar el primer curso en el Colegio Hogwarts de Magia. Y si a los
Dursley no les gustaba que Harry pasara con ellos las vacaciones, su desagrado
no era nada comparado con el de su sobrino.
Nadie
podía objetar nada ante eso.
Añoraba tanto Hogwarts que estar lejos de
allí era como tener un dolor de estómago permanente. Añoraba el castillo, con
sus pasadizos secretos y sus fantasmas; las clases (aunque quizá no a Snape, el
profesor de Pociones); las lechuzas que llevaban el correo; los banquetes en el
Gran Comedor; dormir en su cama con dosel en el dormitorio de la torre;
Nuevamente
Sirius y Severus pensaron en todo el parecido que tenían, para ninguno era
agradable estar en “su casa”, para ellos Hogwarts era su hogar, su refugio, un
lugar importante para ellos, y sin duda, no había otra persona que pudieran entender
mejor ese sentimiento que ellos dos.
Lily
continuo con como extrañaba visitar a Hagrid y sobre todo, cuanto extrañaba
deporte mágico del quidditch además de una pequeña descripción de ese. James sonrió fanfarronamente, en ese
aspecto se notaba que era su hijo, su fascinación por el quidditch solo podía
ser superada por el amor a sus pelirrojas.
En cuanto Harry llegó a la casa, tío Vernon
le guardó en un baúl bajo llave, en la alacena que había bajo la escalera,
todos sus libros de hechizos, la varita mágica, las túnicas, el caldero y la
escoba de primerísima calidad, la Nimbus 2.000. ¿Qué les importaba a los
Dursley si Harry perdía su puesto en el equipo de quidditch de Gryffindor por
no haber practicado en todo el verano? ¿Qué más les daba a los Dursley si Harry
volvía al colegio sin haber hecho los deberes?
-¡Pero
que se creen esos infelices!- increpo Remus.
-¡Son
unos idiotas, eso es lo que son!- atajo James- pásame el pergamino.
-No gastes
mucha tinta cornamenta, que no creo que esto es lo peor que hayan hecho.
-Si lo sé,
canuto, pero se deben ganar algo por quitarle sus cosas y no dejarlo hacer sus deberes-
ese comentario del azabache sorprendió a todo el mundo que lo mirada extrañado-
que.
-A ver
James- Lily dejo un poco apresurada el libro sobre la mesa y luego puso la mano
sobre su frente- no parece que tengas fiebre.
-¿Y por
qué debería tener fiebre?- pregunto un tanto a la defensiva.
-Porque
te preocupaste más por su deberes que por el quidditch- resalto Sirius sin
poderlo creer aun.
-Claro
que son más preocupantes los deberes- exclamó con seguridad- con la tremenda habilidad
innata que heredó de su padre, el solo necesitaría una tarde para ponerse en
condiciones, pero los deberes le tomarían más tiempo.
-Sí, él
está bien- comento Lily sin darle importancia a sus palabras- yo por un momento
creí que estaba delirando- algunos esbozaron algunas sonrisas antes de que
retomara la lectura.
Los Dursley eran lo que los magos llamaban
muggles, es decir, que no tenían ni una gota de sangre mágica en las venas, y
para ellos tener un mago en la familia era algo completamente vergonzoso. Tío
Vernon había incluso cerrado con candado la jaula de Hedwig, la lechuza de
Harry, para que no pudiera llevar mensajes a nadie del mundo mágico.
Lily leyó
nuevamente la descripción de todos los miembros de la familia y claro la de
Harry. De cómo era considerado especial incuso entre los magos y como fue a dar
con los Dursley a hace once años
A la edad de un año, Harry había sobrevivido
milagrosamente a la maldición del hechicero tenebroso más importante de todos
los tiempos, lord Voldemort, cuyo nombre muchos magos y brujas aún temían
pronunciar. Los padres de Harry habían muerto en el ataque de Voldemort, pero
Harry se había librado, quedándole la cicatriz en forma de rayo. Por alguna
razón desconocida, Voldemort había perdido sus poderes en el mismo instante en
que había fracasado en su intento de matar a Harry.
Lily
detuvo la lectura un momento en lo que se secaba un par de lágrimas traicioneras
que nacieron de sus ojos, después de hacerlo y de que james la abrazara
dulcemente y le dijera lo maravillosa que era por haberlo protegido aun después
de eso, continuo con la lectura.
De forma que Harry se había criado con sus
tíos maternos. Había pasado diez años con ellos sin comprender por qué motivo
sucedían cosas raras a su alrededor, sin que él hiciera nada, y creyendo la versión
de los Dursley, que le habían dicho que la cicatriz era consecuencia del
accidente de automóvil que se había llevado la vida de sus padres.
-En
serio van a ser una resumen del libro anterior- exclamo Sirius.
Pero más adelante, hacía exactamente un año,
Harry había recibido una carta de Hogwarts y así se había enterado de toda la
verdad. Ocupó su plaza en el colegio de magia, donde tanto él como su cicatriz
se hicieron famosos...; pero el curso escolar había acabado y él se encontraba
otra vez pasando el verano con los Dursley, quienes lo trataban como a un perro
que se hubiera revolcado en estiércol.
Los
merodeadores prepararon sus plumas y sus mentes para empezar a idear algo
contra eso infelices, solo esperaban el momento de ponerse a escribir ya que
les hacia falta inspiración.
Los Dursley ni siquiera se habían acordado de
que aquel día Harry cumplía doce años.
-¡Felicidades
ahijado!- le grito Sirius.
-He
gracias- respondió confundido el azabache.
-Sirius,
su cumpleaños doce paso hace mucho- resalto Marlene.
-Ya lo McKinnon,
pero si en esa ocasión no tuvo nada por lo menos déjame felicitarlo ahora.
-Pero
esa va a cambiar, cuando salgamos de todo esto le prepararemos unas fiestas
grandiosas que duraran varios días- aseguro James, por su parte Harry adquiría
una expresión difícil de descifrar, algo que solo Lily y Remus notaron.
-Si me
gusta la idea hermano- corroboro su amigo- comida, música, licor mujeres…
-¡Sirius!,
se supone que será una fiesta infantil- le recrimino Lily llena de ira mientras
que Marlene lo golpeaba en su cabeza.
-¿Y eso
por qué McKinnon?- pregunto sobándose el golpe.
-Porque
solo estás pensando en mujeres idiota- reprendió.
-Eso no
es cierto, no te tienes que poner celosa por…
-¡¡Yo
no estoy celosa!!- le reclamo con voz de ultra tumba- Lily podrías- le pido a
su amiga con voz más ligera que continuara leyendo.
No es que él tuviera muchas esperanzas,
porque nunca le habían hecho un regalo como Dios manda, y no digamos una
tarta... Pero de ahí a olvidarse completamente...
En aquel instante, tío Vernon se aclaró la
garganta con afectación y dijo:
—Bueno, como todos sabemos, hoy es un día muy
importante.
-¡¿Qué?!-
dijeron con sorpresa
-No, es
imposible- hablo Marlene- de seguro sale con una de sus idiotez
Harry levantó la mirada, incrédulo.
—Puede que hoy sea el día en que cierre el
trato más importante de toda mi vida profesional —dijo tío Vernon.
Todos bufaron
ante eso.
-Tenías
razón McKinnon- hablo Sirius de mal humor.
-Obviamente,
pues si yo soy perfecta- alardeo la rubia.
-No te
queda esa actitud chica
-A ti
tampoco, pero aun así lo haces- le acuso esta.
-Si se
van poner a discutir de nuevo háganlo afuera, porque no pienso detener la
lectura- les advirtió Lily ante lo cual los aludidos guardaron silencio.
Harry volvió a concentrar su atención en la
tostada. Por supuesto, pensó con amargura, tío Vernon se refería a su estúpida
cena. No había hablado de otra cosa en los últimos quince días. Un rico
constructor y su esposa irían a cenar, y tío Vernon esperaba obtener un pedido
descomunal. La empresa de tío Vernon fabricaba taladros.
-Maldita
ballena- increparon los merodeadores.
—Creo que deberíamos repasarlo toda otra vez
—dijo tío Vernon—.
-¿Repasarlo?,
¿qué acaso tiene toda una estrategia planeada?- exclamo Sirius.
-Parece
que sí, de otra forma no podrían disimular la cordialidad que no tienen-
comento Nymphadora.
-Ese es
un buen punto de vista sobrina- aseguro el hombre.
Tendremos que estar en nuestros puestos a las
ocho en punto. Petunia, ¿tú estarás...?
—En el salón —respondió enseguida tía
Petunia—, esperando para darles la bienvenida a nuestra casa.
-Porque
nada dice “bienvenidos” como tener a una jirafa en el salón- bromeo Fabián,
—Bien, bien. ¿Y Dudley?
—Estaré esperando para abrir la puerta.
—Dudley esbozó una sonrisa idiota—. ¿Me permiten sus abrigos, señor y señora
Mason?
-Y que
tal un cerdito de mayordomo, eso es de mucha categoría- aseguro Gideon.
—¡Les va a parecer adorable! —exclamó
embelesada tía Petunia.
-Sí,
pero para almorzárselo- intervino Fred.
—Excelente, Dudley —dijo tío Vernon. A
continuación, se volvió hacia Harry—. ¿Y tú?
—Me quedaré en mi dormitorio, sin hacer ruido
para que no se note que estoy —dijo Harry, con voz inexpresiva.
-Debiste
hacer un escándalo para que supieran la clase de personas que son- sugirió Fred.
—Exacto —corroboró con crueldad tío Vernon—.
Yo los haré pasar al salón, te los presentaré, Petunia, y les serviré algo de
beber. A las ocho quince...
—Anunciaré que está lista la cena —dijo tía
Petunia—. Y tú, Dudley, dirás...
—¿Me permite acompañarla al comedor, señora
Mason? —dijo Dudley, ofreciendo su grueso brazo a una mujer invisible.
—¡Mi caballerito ideal! —suspiró tía Petunia.
-El cerdito
valiente-exclamaron los dos pares de gemelos.
-Van a
estar así durante toda la lectura- les acuso Lily que se comenzaba a
impacientar.
—¿Y tú? —preguntó tío Vernon a Harry con
brutalidad.
—Me quedaré en mi dormitorio, sin hacer ruido
para que no se note que estoy—recitó Harry.
—Exacto. Bien, tendríamos que tener
preparados algunos cumplidos para la cena. Petunia, ¿sugieres alguno?
—Vernon me ha asegurado que es usted un
jugador de golf excelente, señor Mason... Dígame dónde ha comprado ese vestido,
señora Mason...
-Oh
claro, eso no es para nada forzado- comentó Ted con ironía mientras jugaba con
Teddy.
-Ahora
tu estas interrumpiendo- le acuso Andrómeda.
-Y tú también
mamá, por reprender a papa- aseguro Dora.
-Y tú también
sobrina, por decirle a…
-Ya fue
suficiente de esta historia sin fin- atajo Remus tapándole la boca a su amigo-
perdona Lily, puedes continuar.
—Perfecto... ¿Dudley?
—¿Qué tal: «En el colegio nos han mandado
escribir una redacción sobre nuestro héroe preferido, señor Mason, y yo la he
hecho sobre usted»?
-Así o
más hipócrita- atajo James con una sonrisa.
-En
serio, el que crea esa porquería debe de ser un perfecto idiota- aseguro Sirius
riendo modestamente.
Esto fue más de lo que tía Petunia y Harry
podían soportar. Tía Petunia rompió a llorar de la emoción y abrazó a su hijo,
mientras Harry escondía la cabeza debajo de la mesa para que no lo vieran
reírse.
No era
el único, para ese momento varios jóvenes del gran comedor, e incluso algunos
profesores, estaban riendo por las ocurrencias de eso muggles, no podían creer
que existieran individuos así.
—¿Y tú, niño?
Al enderezarse, Harry hizo un esfuerzo por
mantener serio el semblante.
—Me quedaré en mi dormitorio, sin hacer ruido
para que no se note que estoy—repitió.
—Eso espero —dijo el tío duramente—. Los
Mason no saben nada de tu existencia y seguirán sin saber nada.
Las
risas fueron sustituidas por muecas de descontento, y es que solo leer de ellos
los molestaba, no querían saber que sería tenerlos en frente.
Al terminar la cena, tú, Petunia, volverás al
salón con la señora Mason para tomar el café y yo abordaré el tema de los taladros.
Con un poco de suerte, cerraremos el trato, y el contrato estará firmado antes
del telediario de las diez. Y mañana mismo nos iremos a comprar un apartamento
en Mallorca.
-Maldito
infeliz- increpo Molly- tratar así a un niño solo por un maldito negocio.
-Tranquila
Molly- le pido Arthur abrazándola por los hombros.
-Él
tiene razón, mejor respira hondo y únete al grupo- le dijo Sirius extendiéndole
el pergamino con las bromas.
-Yo no
hare tal cosa Sirius- le contesto con lo que parecía una voz solemne- eso se lo
dejo a los profesionales- y volteando a ver a su hijos gemelos agrego- más les
vale que sea algo bueno- sus hijos asintieron orgullosos de que su madre los
reconociera.
A Harry aquello no le emocionaba mucho. No
creía que los Dursley fueran a quererlo más en Mallorca que en Privet Drive.
-Incluso
te tratarían peor por “estorbar” en sus vacaciones- dijo Lily con el ceño
fruncido y sumamente molesta.
—Bien..., voy a ir a la ciudad a recoger los
esmóquines para Dudley y para mí. Y tú —gruñó a Harry—, mantente fuera de la
vista de tu tía mientras limpia.
Harry salió por la puerta de atrás. Era un
día radiante, soleado. Cruzó el césped, se dejó caer en el banco del jardín y
canturreó entre dientes: «Cumpleaños feliz..., cumpleaños feliz..., me deseo yo
mismo...»
Una punzada
de dolor se hizo presente en aquellos que apreciaban al chico, e incluso a los
que apenas lo conocían, era muy duro que un niño pasar ro todo eso solo.
No había recibido postales ni regalos, y
tendría que pasarse la noche fingiendo que no existía. Abatido, fijó la vista
en el seto. Nunca se había sentido tan solo. Antes que ninguna otra cosa de
Hogwarts, antes incluso que jugar al quidditch, lo que de verdad echaba de
menos era a sus mejores amigos, Ron Weasley y Hermione Granger. Pero ellos no
parecían acordarse de él. Ninguno de los dos le había escrito en todo el
verano, a pesar de que Ron le había dicho que lo invitaría a pasar unos días en
su casa.
-¡¿Qué?!-
gritaron los merodeadores viendo con molestia
a los chicos.- como es que pudieron.
-¡Basta!-
grito Harry interrumpiendo al oji gris que estaba a punto de reclamarles a sus
amigos.
-Pero ahijado,
-¡Pero
nada Sirius!, eso tiene una explicación.
-¿Y cuál
es?- exigió el animago
-Lo
sabaras en cuanto dejes de interrumpir- le rebatió el joven.
Un montón de veces había estado a punto de
emplear la magia para abrir la jaula de Hedwig y enviarla a Ron y a Hermione
con una carta, pero no valía la pena correr el riesgo. A los magos menores de
edad no les estaba permitido emplear la magia fuera del colegio. Harry no se lo
había dicho a los Dursley; sabía que la única razón por la que no lo encerraban
en la alacena debajo de la escalera junto con su varita mágica y su escoba
voladora era porque temían que él pudiera convertirlos en escarabajos.
-No sería
mala idea- comentó Fred
-Pero
un escarabajo no, eso es muy bueno para ellos, mejor que sea en gusanos- aporto
George.
-o en sanguijuelas
-mejor
guarden silencio y anótenlo en el pergamino, digo, antes de Lily quiera
matarlos- intervino Lupin pasándoles el papel.
Durante las dos primeras semanas, Harry se
había divertido murmurando entre dientes palabras sin sentido y viendo cómo
Dudley escapaba de la habitación todo lo deprisa que le permitían sus gordas
piernas. Pero el prolongado silencio de Ron y Hermione le había hecho sentirse
tan apartado del mundo mágico, que incluso el burlarse de Dudley había perdido
la gracia..., y ahora Ron y Hermione se habían olvidado de su cumpleaños.
-No lo hicimos
colega- se defendió el pelirrojo.
-Es
cierto, yo quería enviarte algo, pero no tenía una lechuza ni sabía a donde enviártelo.
-De
cualquier forma habría terminado igual que el resto- les respondió el azabache-
no se preocupen por eso.
¡Lo que habría dado en aquel momento por
recibir un mensaje de Hogwarts, de un mago o una bruja! Casi le habría alegrado
ver a su mortal enemigo, Draco Malfoy, para convencerse de que aquello no había
sido solamente un sueño...
-Valla,
sí que estabas desesperado- comentó el aludido que trato de contener (sin mucho
éxito) una risa por escuchar el pensamiento de su entonces enemigo,
Lily
comenzó a relatar cómo no todo el curso fue agradable, leyó acerca del encuentro
de Voldemort, de cómo el seguía siendo tan terrible aun después de enteros tan
demacrado y de como el chico logró escapar por segunda vez en lo que llevaba de
vida. Y de las dudas del chico de donde se podría encontrar ahora.
De pronto, Harry se irguió en el banco del
jardín. Se había quedado ensimismado mirando el seto... y el seto le devolvía
la mirada. Entre las hojas habían aparecido dos grandes ojos verdes.
-¡¿Qué?!-
gritaron varios.
-Eso es
muy extraño- atajo Lily
-Será
que alguien lo esté espiando- se aventuró Sirius.
-Es probable
que se trate de algún animal- razón Alice.
-O tal
vez una criatura mágica- aporto Marlene.
-¿Pero
que haría una criatura mágica en un barrio muggle?- pregunto Sirius.
-Obviarte
estaría ahí por Harry, pero lo que aun no entiendo seria la razón- exclamo al
final la pelirroja antes de retomar la lectura.
Una voz burlona resonó detrás de él en el
jardín y Harry se puso de pie de un salto.
—Sé qué día es hoy —canturreó Dudley,
acercándosele con andares de pato.
-Felicidades-
exclamo James- pro fin aprendió los días la semana- bromeo causando un par de
risas.
Los ojos grandes se cerraron y desaparecieron.
—¿Qué? —preguntó Harry, sin apartar la vista
del lugar por donde habían desaparecido.
—Sé qué día es hoy —repitió Dudley a su lado.
—Enhorabuena —respondió Harry—. ¡Por fin has aprendido
los días de la semana!
Los
ojos se posaron del chico hacia a James, por la similitud de palabras.
-¡Sí!-
grito triunfal el azabache mayor- ya sabía que no solo habías sacado mi impactante
aspecto, también mentalmente eres parecido a mí.
-Sí,
además de en lo dramático que eres- comentó Remus.
-Aunque
es curioso que saque a relucir ese parecido cuando está deprimido- apoyo Dora.
-Pero
el resto del tiempo se parece a mí- dijo con arrogancia la peli roja antes de
volver a la lectura.
—Hoy es tu cumpleaños —dijo con sorna—. ¿Cómo
es que no has recibido postales de felicitación? ¿Ni siquiera en aquel
monstruoso lugar has hecho amigos?
-Claro
que si los tiene- rebatió Ron- y son mucho mejores que los suyos.
-¿Entonces
por qué no le han escrito?
-¡Sirius!-
le reprendió Harry.
—Procura que tu mamá no te oiga hablar sobre
mi colegio —contestó Harry con frialdad.
Dudley se subió los pantalones, que no se le
sostenían en la ancha cintura.
—¿Por qué miras el seto? —preguntó con
recelo.
—Estoy pensando cuál sería el mejor conjuro
para prenderle fuego —dijo Harry.
Todos
los bromistas se quedaron esperando a ver qué pasaría ahora, eso sería
divertido, por su parte Lily, Molly, Andrómeda sabían que eso sería muy
peligroso para el pobre chico.
Al oírlo, Dudley trastabilló hacia atrás y el
pánico se reflejó en su cara gordita.
—No..., no puedes... Papá dijo que no harías ma-magia...
Ha dicho que te echará de casa..., y no tienes otro sitio donde ir..., no
tienes amigos con los que quedarte...
—¡Abracadabra! —dijo Harry con voz enérgica—.
¡Pata de cabra! ¡Patatum, patatam!
—¡Mamaaaaaaá! —vociferó Dudley, dando
traspiés al salir a toda pastilla hacia la casa—, ¡mamaaaaaaá! ¡Harry está
haciendo lo que tú sabes!
-Jajaja-
se comenzaron a carcajear por la reacción del primo.
-Eso
fue grandioso ahijado- lo felicito Sirius.
-De
seguro se mojó los pantalones- comento Fred en medio de risas.
Varios
jóvenes se fueron contagiando con la risa de los hombres excepto claro Lily y
las otras madres.
-¿Qué
ocurre querida!?, si fue muy divertido- le pregunto james con un sonrisa que se
desapareció cando la mujer la vio de forma desafiante.
-Divertido,
pero que no ven eso le traerá graves consecuencias- le rebatió a los bromistas.
Harry pagó caro aquel instante de diversión.
Como Dudley y el seto estaban intactos, tía Petunia sabía que Harry no había
hecho magia en realidad, pero aun así intentó pegarle en la cabeza con la
sartén que tenía a medio enjabonar y Harry tuvo que esquivar el golpe. Luego le
dio tareas que hacer, asegurándole que no comería hasta que hubiera acabado.
Todas
las sonrisas se apagaron en ese momento, por un segundo olvidaron que vivía con
esas bestias del demonio.
Mientras Dudley no hacia otra cosa que
mirarlo y comer helados, Harry limpió las ventanas, lavó el coche, cortó el
césped, recortó los arriates, podó y regó los rosales y dio una capa de pintura
al banco del jardín. El sol ardiente le abrasaba la nuca.
-¡¡¡¿Qué
se cree esa maldita?!!!- increpo llena de cólera Lily.
-¡¡Esas
no son labores para una niño y mucho menos en esas condiciones!!- secundo la
señora Weasley- ¡¡solo dejen que la vea y sabrá que lo que es capaz un mago!!
-¡No
solo serás tu Molly, ya vera esa endemoniada hermana mía lo que es la furia!-
exclamo la mujer.
En circunstancias
normales los hombres estarían asustados, aun cundo ellos no tuvieran culpa de
nada, pero en esta ocasión ellos estaban tan o más molestos que ellos, se
estaban amontonando escribiendo en el pergamino que ya alcanzaría cerca de tres
metros de largo.
-¡Ya terminaron!-
les grito Hermione- ¡Pásenmelo!- exigió la castaña estirado la mano para
recibir el pergamino. Lo cual sorprendió a Harry- ¡¡Hay por favor, a esto
llaman castigos!!- exclamo cuando leyó algunas cosas antes de agregar los propios.
-¡Mi
turno!- exclamo Ron poniendo de su propia cosecha.
-¡Presta!-
esta vez fue Ginny que casi rompió el pergamino de lo fuerte que presionaba la
pluma para escribir.
-Muy
bien chicos- los felicito Sirius cuando vio lo que agregaron.
-Cuando
salgamos de aquí eso miserables sentirán lo que es un martirio- Remus tenía un
expresión en sus ojos que pocas veces habían visto.
-Remus-
le hablo Dora poniendo la mano sobre su brazo- ¿estás bien?
-Sí
estoy bien, solo me molesta que le hagan daño a las personas que aprecio- dijo
con toda seguridad.
-Es tan
protector como los lobos, ¿no crees sobrina?- le dijo a la joven con cierta
insinuación hacia Remus.
-Sí, ya
lo creo- agrego con media sonrisa, ya que todo eso también la estaba
molestando.
Harry sabía que no tenía que haber picado el
anzuelo de Dudley, pero éste le había dicho exactamente lo mismo que él estaba
pensando..., que quizá tampoco en Hogwarts tuviera amigos.
-Eso no
es…
-Ya lo
sé, no tienen que preocuparse por eso- les aseguro Harry a sus amigos, aunque
también lo hizo con un poco de miedo, ya que pocas veces los había visto tan
molestos.
«Tendrían que ver ahora al famoso Harry
Potter», pensaba sin compasión, echando abono a los arriates, con la espalda
dolorida y el sudor goteándole por la cara.
Eran las siete de la tarde cuando finalmente,
exhausto, oyó que lo llamaba tía Petunia.
Otro
par de renglones más enriquecieron el pergamino por enterarse de esa última
tarea obligada., y de todo el tiempo que lo forzaron a trabajar.
—¡Entra! ¡Y pisa sobre los periódicos!
Fue un alivio para Harry entrar en la sombra
de la reluciente cocina. Encima del frigorífico estaba el pudín de la cena: un
montículo de nata montada con violetas de azúcar. Una pieza de cerdo asado
chisporroteaba en el horno.
—¡Come deprisa! ¡Los Mason no tardarán! —le
dijo con brusquedad tía Petunia, señalando dos rebanadas de pan y un pedazo de
queso que había en la mesa. Ella ya llevaba puesto el vestido de noche de color
salmón.
-Eso no
es comida- rebatió encolerizada la señora Wesley- esa desgraciada que se cree.
-Ya
vera lo que le pasara cuando regrese del colegio- increpo Lily igual de molesta
-Sirven
a su hijo, digo, sirven cerdo asado y él le dan esa miseria- increpo Sirius.
-Eso
explica porque comes tanto cuando ibas con nosotros- le dijo por lo bajo Ginny
mientras lo abrazaba- esos debieron ser años terribles- el chico le devolvió el
abrazo, si fueron tiempos difíciles, pero ahora estaba bien, en especial si la
tenía a ella.
Harry se lavó las manos y engulló su
miserable cena. No bien hubo terminado, tía Petunia le quitó el plato.
—¡Arriba! ¡Deprisa!
-¡¡Esa
hija de…!!
-Lily
tranquila, no te hace bien disgustarte tanto- trato de clamarla James
abrazándola y besándola en la mejilla, aunque claro, el también estaba muy
molesto.
Al cruzar la puerta de la sala de estar,
Harry vio a su tío Vernon y a Dudley con esmoquin y pajarita. Acababa de llegar
al rellano superior cuando sonó el timbre de la puerta y al pie de la escalera
apareció la cara furiosa de tío Vernon.
—Recuerda, muchacho: un solo ruido y...
-Y
nosotros le partiremos la cara a él- exclamó Sirius apretando los puños
Marlene
puso una mano sobre el hombro del animago para tranquilizarlo, si bien siempre
estaban peleando, ella sentía un verdadero aprecio por él, pero este con su
maldita actitud de mujeriego no aceptaría abiertamente lo que sentía, ella se decidió
a no ser una más.
Harry entró de puntillas en su dormitorio,
cerró la puerta y se echó en la cama.
El problema era que ya había alguien sentado
en ella.
.-¿cómo
que alguien en la cama?- preguntaron varios.
-Será
que alguna lo este esperando en… auch- exclamó Sirius que recibió el golpe de
parte de Ginny Weasley- todas las pelirrojas son iguales, no saben controlar
sus celos.
-Pues,
si no quieres seguir sufriendo, más te vale cerrar la maldita boca- recrimino
Lily a quien no le agrado el cometario de las pelirrojas- aquí termia el
capítulo- informo.
-En
serio, pero porque dejan un final de ese modo- pregunto Fred.
-De
seguro para incitar al lector a seguir con el siguiente capítulo-razono Remus
-Pues
no perdamos más tiempo- hablo Dora pidiendo el libro- vamos a aprovechar que
Teddy está muy divertido con mis papas.
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