-Muy
bien, ya falta poco para terminar el libro- hablo Dumbledore- pero sugiero
tomar nuevamente un descanso, en el cual aprovecharemos para comer y estirar
las piernas- termino y muy pocos objetaron la decisión.
Al
segundo siguiente las mesas de llenaron de comida para deleite de todos, o al
menos de casi todos, Harry veía con detenimiento de su plato vacío a la comida,
tenía hambre, pero no tenía ánimos para comer, diciendo un tenue con permiso se
levantó de su asiento y se retirando del lugar para sorpresa de todos. Nadie entendía
que era lo que el joven estaba pensando, pero Ginny Wesley eso no le importaba,
se levantó de su lugar con la intención de seguir al azabache cuando alguien la
detuvo.
-Ginny
espera- era Lily quien después de decirlo eso conjuro una canasta donde guardo
una considerable cantidad de comida de la mesa- llévate esto- le paso la
canasta- para que ustedes también pueden comer- agrego con una sonrisa.
-Y no
olvides el pastel de melaza- comento Hermione pasándolo un par de rebanadas- es
el favorito de Harry- le explico a Lily.
Después
de un leve gracias la pelirroja salió del gran comedor, el corredor estaba
vacío y no era de extrañarse, había muchos lugares a donde pudo haberse ido,
pero la pelirroja tenía un muy buena idea de donde podría encontrarlo, era un
lugar tranquilo y en algún momento el lugar quedo guardado en su mente, se dirigió
a la torre más alta del catillo, la torre de astronomía.
Un par
de minutos después la chica llegaba a la parte más alta de Hogwarts, como lo había
previsto el joven Potter se encontraba sentado en un borde contemplando el
bosque prohibido a lo lejos, lentamente se acercó a donde estaba
-¿Estás
bien Harry?- pregunto quedamente pero sin poder evitar sorprenderlo.
-¡Ginny!,
¿qué haces aquí?- le respondió
-¿Me
puedo sentar?- el joven asintió- saliste del comedor con una extraña expresión en
tu rostro, que crees que hago aquí- le contó mientras se sentaba a su lado.
-Lo siento,
es que quería estar solo para pensar.
-Oh, entonces
quieres que yo…
-¡No!- interrumpió
un poco apresurado- digo, ya viniste hasta aquí, seria descortés pedirte que te
fueras- expreso.
-Y
entonces, ¿en qué piensas?- indago.
-En
todo y en nada supongo- comenzó- esta situación es de lo más extraña, estar
aquí con ellos, leer todo lo que hemos vivido, detalles que incluso había
olvidado, no lo sé, me siento mal porque siempre tenemos que estar involucrados
en algo, pero a la vez me siento bien de estar aquí, de poder compartir el
tiempo con mis padres, con mis amigos y contigo, por eso quise venir a aquí
para pensar.
-Es
como cuando salíamos no, que lo sientes como si fueran horas de felicidad de
otra persona- el joven sonrió con melancolía, ella lo conocía muy bien- no
deberías preocuparte por eso, aquí no hay Voldemort ni mortifagos, solo trata
de disfrutar estos momento y no te preocupes de lo demás.
-Eso
estaría bien, pero en los capítulos que siguen debe estar lo que ocurrió en el
bosque y lo de trampilla.
-De
seguro tu madre no estará feliz por eso- bromeo la chicha.
-Es
nuevo para mí eso de tener a una madre enojada- acepto- pero mi preocupación no
es solo por eso, tu sabes mejor que nadie lo que paso el siguiente año- la chica
se inclinó la cabeza con tristeza- dime, ¿podrás resistirlo?
-Aunque
no pueda, no lo podemos evitar o si- respondió- lo más difícil serán sus críticas.
-No, Ginny,
tú también fuiste una víctima, no tienen por qué juzgarte- no parecía muy
convencida de eso- y si lo hicieran, recuerda que tienes a seis hermanos y al salvador
del mundo mágico para defenderte- bromeo logrando aquí esbozara una sonrisa.
-Gracias
Harry- le dijo reglándole un dulce abrazo.
El
azabache le regreso el abrazo complacido, sabía que las cosas difíciles solo estaban
comenzando, y no solo para él, sino para la mayoría de los presentes. Se sentía
tan bien estado ahí con ella, tan en paz y relajado, no dudaba que tenerla
junto a él le daría fuerzas para revivir todo aquello, al mismo tiempo que
quería ser el quine estuviera a su lado al momento de comenzar el segundo
libro.
Cuando
por fin se separaron se vieron directo a los ojos, el azabache dulcemente le
comenzó a acariciar la mejilla y sin pronunciar palabra se comenzó a acercar a
ella, era como si una fuerza invisible lo impulsara, la pelirroja veía como a
cada instante el rostro de su amado estaba más cerca, pero ella se quedó
estática esperando a que diera ese paso por sí mismo, después de unos segundo
que parecieron ser una eternidad finalmente fundieron sus labios en un tierno
beso, un beso deseado desde hacía tanto tiempo por ambos, con ese simple acto
querían transmitirse lo mucho que se quería y necesitaban. Cuando el aire comenzó
a ser insuficiente deshicieron el contacto, hasta volver a fijar sus ojos en el
otro.
-¿Y eso
que fue?- pregunto la chica que fue la que recupero el habla.
-Es la
acción de un idiota que no es capaz de decir lo que siente- respondió.
-Y si pudiera
hacerlo, ¿qué diría?
-Pues
que… que eres muy importante para mi… que, bueno, que te necesito… y ha…
-jejeje-
se rio modestamente- tú en verdad no eres bueno con estas cosas.
-No te
burles Ginny- pidió un poco ofendido- he querido hacer esto desde hace tiempo,
pero no encuentro el momento… las palabras para… bueno.
-Sí, Harry
Potter- lo interrumpió la pelirroja para que dejara de sufrir- si quiero volver
a ser tu novia.
-He…
yo… Ginny- el rostro se le ilumino al tiempo que la chica le daba otro beso más
apasionado que el anterior.
-Ya vez
tonto, era así de fácil- le acuso cuando se separaron.
-Sí,
bueno, ¿qué es eso?- señalo la canasta para cambiar de tema.
-Tu madre
me pidió que lo trajera, para que no nos quedáramos sin comer- explico.
El
resto del tiempo libre lo pasaron sentados en la torre de astronomía, comiendo
lo que Ginny había llevado y platicando de varias cosas, más que nada,
reparando el vinculo que en algún momento se vieron forzados a romper, era impresionante
como las personas pueden complicar las cosas más simples, ya que eso que esa
relación que tenían ahora, lo habían estado deseando desde hace mucho tiempo.
Harry y
Ginny eran de los últimos en llegar al gran comedor para continuar con la
lectura, para nadie paso desapercibo que regresaban tomados fuertemente de la
mano, y al menos para los padres de los chicos esa era una gran señal.
-Y bien,
¿hay algo que quieran decirnos?- pregunto con suspicacia Molly.
-He
bueno si-comenzó Harry un poco nervioso- lo que ocurre es que Ginny y yo bueno,
regresamos a ser novios. Respondió con la mayor claridad posible.
Las
reacciones no se hicieron esperar, la señora Weasley se acercó a su hija y la
abrazo con alegría para después hacer lo propia con Harry, Arthur le dio un
apretón de manos a su futuro yerno complacido de que fuera él, james y sirius
se pusieron a gritar y bailar como idiotas repitiendo varias veces lo sabía,
Lily veía con orgullo y satisfacción a los jóvenes sabiendo lo mucho que se
querían y se necesitaban, por lo poco que había compartido con la chica podía
decir que sería una gran compañera para
su hijo, pero sin duda la reacción más extraña de todas fue la de Ron, que
después de que proceso la información grito.
-¡¡SI!!-
con eso se ganó la atención de todos- paguen- agrego el pelirrojo extendiendo
el brazo a George y a Charlie.
-Espera
un minuto, ¿apostaron?- se sorprendió Ginny.
-Sí,
fue hace poco más de un mes, nos preguntábamos cuanto tardarían en decidiese, George
aposto que sería al siguiente mes y Charlie que sería el mes pasado, pero Hermione
y yo apostamos no pasarían de este.
-¿Tú también
Hermione?- cuestiono el azabache a su amiga que negó con la cabeza.
-Bueno,
de hecho Hermione solo nos comentó cuando creía que regresarían, y yo aposte
por esa fecha, porque seamos honesto, cuantas veces se ha equivocado.
-En ese
caso no fue una apuesta- comento Sirius- fue como un tipo de inversión.
-No
puedo creer que hagan ese tipo de cosas- los acuso Molly con cierta decepción.
-Nuestra
madre tiene razón chicos.
-Tu no
digas nada Bill- le acuso George- pues tu decía que no se decidieran a regresas
hasta después que Ginny quedara embarazada de Harry.
-¡¡William!!
-Solo
fue un comentario sin sentido madre.
-Entonces
pog que te tuve que obligag a no pagticipag en la apuesta, Bill cagiño- atajo
Fleur complicado la situación de su esposo.
-Bueno
pero eso no es importante- intervino James- lo importante es que ya están
juntos y nosotros tenemos una nuera.
-Y a la
mejor un nuevo Potter, porque se tardaron mucho en volver
-¡Sirius!-
reclamaron Marlene, Lily, Molly y Andrómeda.
-¿Qué?,
no es nada malo el pasar con tu novia un momento de esparcimiento entre las
sabanas.
-Mantén
tu lujuria al margen Black, que no todos son iguales a ti- le acuso Marlene
molesta.
-No
estés celosa McKinnon, ya sabes que cuando quieras tu y yo podemos ha…- no pudo
terminar de hablar pues la rubia le había aplicado un levicorpus por debajo de
la mesa.
Sus
amigos en lugar de ayudarlo se le quedaron viendo hasta que no pudieron
soportar las risas por más tiempo, un risa que se fue contagiando a todo el
gran comedor. De pronto un ruido llamo la atención de todos y Sirius Black cayó
al suelo, con un par de chispas rojas el profesor Dumbledore llamo la atención
de todos, debió ser él quien le quitara el hechizo al joven Black.
-Muy
bien, como ya hemos comido y descansado apropiadamente, sugiero que continuemos
con la lectura- le dijo a todos recomponiendo el orden- solamente faltan cuatro
capítulos, por lo que si no hay mayores inconvenientes, mañana podremos
comenzar con la lectura del segundo- informo- a quien le gustaría…
-Permítame
profesor- hablo Marlene McKinnon.- me gustaría leer el siguiente- se ofreció la
chica para después pasarle el libro- muy bien el capítulo se titula “Norberto, el
ridgeback noruego”
-Un
dragón- exclamaron varios.
-Harry,
dime que no tuviste nada que ver un dragón- hablo Lily.
-Ha no-
respondió de inmediato- de hecho fueron tres- agrego por lo bajo pero no pudo ocultarse.
-¡¡TRES!!-
grito a todo pulmón su madre llena de cólera- ¿cómo que tuviste que ver con tres
dragones?
-M…
mamá, y… ya lo descubras en los libros- desvió el tema. Ya se había olvidado
que ese año conocieron a Norberta.
Sin embargo, Quirrell debía de ser más
valiente de lo que habían pensado. En las semanas que siguieron se fue poniendo
cada vez más delgado y pálido, pero no parecía que su voluntad hubiera cedido.
-No al
menos por ese lado- comento con molestia Ron a sus amigos.
Cada vez que pasaban por el pasillo del
tercer piso, Harry, Ron y Hermione apoyaban las orejas contra la puerta, para
ver si Fluffy estaba gruñendo, allí dentro. Snape seguía con su habitual mal
carácter, lo que seguramente significaba que la Piedra estaba a salvo. Cada vez
que Harry se cruzaba con Quirrell, le dirigía una sonrisa para darle ánimo, y
Ron les decía a todos que no se rieran del tartamudeo del profesor.
Los
chicos del futuro gruñeron por eso, como se habían equivocado ese año. Dicha
acción no pasó desapercibida por Lily, Remus, Tonks y Alastor, quien al no
poder indagar a su manera prestaba el doble de atención por las acciones de los
chicos, tanto a los del libro como a los del futuro.
Hermione, sin embargo, tenía en su mente
otras cosas, además de la Piedra Filosofal. Había comenzado a hacer horarios
para repasar y a subrayar con diferentes colores sus apuntes. A Harry y Ron eso
no les habría importado, pero los fastidiaba todo el tiempo para que hicieran
lo mismo.
-Igual
a lunático- comentó Sirius- solo que el también tenía una agenda donde anotaba
que y por cuantas horas tenía que estudiar ciertos temas.
-No
seas mentiroso sirius- se defendió el castaño.
-Pero
en verdad lo hiciste.
-Sí, pero
solo para los TIMOS.
-Pero
aun así
-Me vas
a permitir continuar o que Sirius- le dijo con severidad Marlene.
-Está
bien, continúa.
—Hermione, faltan siglos para los exámenes.
—Diez semanas —replicó Hermione—. Eso no son siglos,
es un segundo para Nicolás Flamel.
-Wau
cuñada, pensando en los eximentes y en lo de Flamel al mismo tiempo.
-Sin
duda eres el complemento perfecto para el cabeza hueca de Ronny.
-Ya
cierren la boca par de copias- les rebatió el pelirrojo menor.
—Pero nosotros no tenemos seiscientos años
—le recordó Ron—. De todos modos, ¿para qué repasas si ya te lo sabes todo?
—¿Que para qué estoy repasando? ¿Estás loco?
¿Te has dado cuenta de que tenemos que pasar estos exámenes para entrar en
segundo año? Son muy importantes, tendría que haber empezado a estudiar hace un
mes, no sé lo que me pasó...
-El
perro de tres cabezas, el trol, Flamel- enliso James- de hecho han estado muy
ocupados.
-Pero
no precisamente en lo que deben.
-Ya
relájate lunático, ya sabemos que tú piensas igual que ella- agrego Sirius.
Pero desgraciadamente, los profesores
parecían pensar lo mismo que Hermione. Les dieron tantos deberes que las
vacaciones de Pascua no resultaron tan divertidas como las de Navidad. Era
difícil relajarse con Hermione al lado, recitando los doce usos de la sangre de
dragón o practicando movimientos con la varita. Quejándose y bostezando, Harry
y Ron pasaban la mayor parte de su tiempo libre en la biblioteca con ella,
tratando de hacer todo el trabajo suplementario.
-Igual
que lunático- volvió a decir Sirius.
-No lo
dudo, de no ser por él, ustedes nunca hubieran sabido que el castillo tenía
biblioteca- comento Dora.
-Eso no
es cierto sobrina.
-Él
tiene razón Tonks- corroboro el castaño para extrañeza de la metamorfomaga- lo
habían descubierto después de que James persiguiera a Lily, hasta ahí- aseguro-
aunque eso hubiera podido ocurrir entre su primer año y la graduación en
séptimo.
-Sí,
creo que tienes razón- razono la joven- pero de igual forma, por su propia
cuenta no harían nada.
-Pues
no, y sin Lily y yo no habían pasado de primer curso.
-No
seas exagerado lunático- acuso James- yo si habría pasado el primer curso, el
quinto tal vez no, pero el primero sí.
-Lo sorprendente
es que lo digas con tanto orgullo- ironizo Harry logrando algunas risas.
—Nunca podré acordarme de esto —estalló Ron
una tarde, arrojando la pluma y mirando por la ventana de la biblioteca con
nostalgia. Era realmente el primer día bueno desde hacía meses. El cielo era
claro, y las nomeolvides azules y el aire anunciaban el verano.
Harry, que estaba buscando «díctamo» en Mil
hierbas mágicas y hongos no levantó la cabeza hasta que oyó que Ron decía:
—¡Hagrid! ¿Qué estás haciendo en la
biblioteca?
-Tú también
nos traicionas Hagrid- dramatizaron los gemelos Weasley y Prewett.
Hagrid apareció con aire desmañado,
escondiendo algo detrás de la espalda. Parecía muy fuera de lugar; con su abrigo
de piel de topo.
-¿Qué
estas ocultando Hagrid?- pregunto con presteza Lily ante la extraña forma de
actuar del semi gigante.
—Estaba mirando —dijo con una voz evasiva que
les llamó la atención—. ¿Y vosotros qué hacéis? —De pronto pareció sospechar
algo—. No estaréis buscando todavía a Nicolás Flamel, ¿no?
—Oh, lo encontramos hace siglos —dijo Ron con
aire grandilocuente—. Y también sabemos lo que custodia el perro, es la Piedra
Fi...
-¡¿Qué
crees que estás haciendo muchacho?!- increpo Alastor molesto- ¡no puedes ir por
ahí hablado de eso con tanta simpleza!
-Alastor
tranquilízate- dijo Dumbledore.
-¡Pero
es ese es un error demasiado básico Albus!
-Me permito
recordarte que solo tienen once años- salió a la defensa Sirius.
-Esa no
es excusa Black, ya han demostrado ser mucho más maduros y astutos que persona
que les doblan la edad.
-Pero
aun así son solo niños Alastor, no puede pedir que siempre actúen de esa forma-
atajo esta vez Lily. Se sentía orgullosa que lo bien que pensaban las cosas sí,
pero aun así los niños deben ser niños, y no le gustaba para nada la idea de que
esos tres niños tuvieran que madurar tan pronto.
—¡¡Shhh!! —Hagrid miró alrededor para ver si
alguien los escuchaba—. No podéis ir por ahí diciéndolo a gritos. ¿Qué os pasa?
-¡Lo
ven, incluso Hagrid lo sabe!- increpo nuevamente Moody.
—En realidad, hay unas pocas cosas que
queremos preguntarte —dijo Harry— sobre qué cosas más custodian la Piedra,
además de Fluffy...
—¡SHHHH! —dijo Hagrid otra vez—. Mirad, venid
a verme más tarde, no os prometo que os vaya a decir algo, pero no andéis por
ahí hablando, los alumnos no deben saber nada. Van a pensar que yo os lo he
contado...
-Hagrid,
como puede decir semejantes cosas.
-Creo
profesora, que lo dijo más bien porque se quería ir deprisa- analizo Remus.
-Es
cierto, recuerden que él también estaba actuando un poco sospechoso- apoyo la
metamorfomaga.
-De
cualquier forma no les debió decir eso- reitero McGonagall.
-Ahora
saldrán clandestinamente del castillo para ir a verlo- razono Lily.
—Te vemos más tarde, entonces —dijo Harry
Hagrid se escabulló.
—¿Qué escondía detrás de la espalda? —dijo
Hermione con aire pensativo.
— ¿Creéis que tiene que ver con la Piedra?
-No lo
creo hijo- hablo james- de hecho me parece que solo ustedes tres y el que
quiere la piedra están interesados en dicho asunto.
—Voy a ver en qué sección estaba —dijo Ron,
cansado de sus trabajos. Regresó un minuto más tarde, con muchos libros en los
brazos. Los desparramó sobre la mesa.
-Nada
mal hermanito- dijo Fred
-Sí, se
nota que no solo Hermione es la astuta-secundo George.
— ¡Dragones! —susurró—. ¡Hagrid estaba
buscando cosas sobre dragones! Mirad estos dos: Especies de dragones en Gran
Bretaña e Irlanda y Del huevo al infierno, guía para guardianes de dragones...
—Hagrid siempre quiso tener un dragón, me lo
dijo el día que lo conocí —dijo Harry
-OH no,
no es lo que creo o si- indago Lily.
-Lo
siento mamá- se disculpó el azabache dándole a entender que era justo lo que
pensaba.
—Pero va contra nuestras leyes —dijo Ron—.
Criar dragones fue prohibido por la Convención de Magos de 1709, todos lo
saben. Era difícil que los muggles no nos detectaran si teníamos dragones en
nuestros jardines. De todos modos, no se puede domesticar un dragón, es
peligroso. Tendríais que ver las quemaduras que Charlie se hizo con esos
dragones salvajes de Rumania.
-Valla,
¿y de donde sacaste esa información hermanito?- pregunto Fred burlonamente.
-Tenemos
un hermano que estudia dragones, ¿tú de donde crees idiota?- le respondió y al
final la broma fue para el gemelo.
—Pero no hay dragones salvajes en Inglaterra,
¿verdad? —preguntó Harry
—Por supuesto que hay —respondió Ron—. Verdes
en Gales y negros en Escocia. Al ministro de Magia le ha costado trabajo
silenciar ese asunto, te lo aseguro. Los nuestros tienen que hacerles
encantamientos a los muggles que los han visto para que los olviden.
—Entonces ¿en qué está metido Hagrid? —dijo
Hermione.
-En
nada bueno- aseguro Lily.
Cuando llamaron a la puerta de la cabaña del
guardabosques, una hora más tarde, les sorprendió ver todas las cortinas
cerradas. Hagrid preguntó «¿quién es?» antes de dejarlos entrar, y luego cerró
rápidamente la puerta tras ellos.
-Una
actitud muy sospechosa- pensó para si McGonagall.
En el interior; el calor era sofocante. Pese
a que era un día cálido, en la chimenea ardía un buen fuego. Hagrid les preparó
el té y les ofreció bocadillos de comadreja, que ellos no aceptaron.
—Entonces ¿queríais preguntarme algo?
-Hagrid-
reclamaron McGonagall, Lily y Molly.
—Sí —dijo Harry No tenía sentido dar más
vueltas—. Nos preguntábamos si podías decirnos si hay algo más que custodie a
la Piedra Filosofal, además de Fluffy.
-Por
donde lo miren, no pude salir nada bueno de su respuesta- comento Ted.
-Sí, pero
no creo que sepa al detalle cuales son las otras defensas- razono Andrómeda- y
aunque lo hiciera no se los diría, sería muy peligroso.
Hagrid lo miró con aire adusto.
—Por supuesto que no puedo —dijo—. En primer
lugar; no lo sé. En segundo lugar, vosotros ya sabéis demasiado, así que
tampoco os lo diría si lo supiera. Esa Piedra está aquí por un buen motivo.
Casi la roban de Gringotts... Aunque eso ya lo sabíais, ¿no? Me gustaría saber
cómo averiguasteis lo de Fluffy.
-De la
única forma posible para un merodeador me atrevería a decir- exclamo Remus.
—Oh, vamos, Hagrid, puedes no querer
contarnos, pero debes saberlo, tú sabes todo lo que sucede por aquí —dijo
Hermione, con voz afectuosa y lisonjera. La barba de Hagrid se agitó y vieron
que sonreía. Hermione continuó—: Nos preguntábamos en quién más podía confiar
Dumbledore lo suficiente para pedirle ayuda, además de ti.
En ese
momento todos se quedaron con la boca abierta, nunca creyeron que la recta
Hermione que respetaba las normas sacara una táctica como esa, después de unos
segundos Sirius fue el primero en hablar.
-Eres
una vil manipuladora Hermione- le acuso.
-Eso
fue increíble- apoyo James- ni siquiera a nosotros se nos ocurría algo tan
bueno a los once años.
-Sin
duda eres perfecta para la familia Weasley, verdad Fred.
-Muy
cierto George.
-Una
astucia digan de cualquier Slytherin- comento Draco.
-Esa es
la mejor estrategia que tienen para obtener información, al menos hasta que
puedan utilizar algún hechizo- aseguro Alastor mientras la chica cada vez se ponía
más roja.
-Pues
yo no estoy complacida- atajo Lily- si fue algo muy astuto, pero no fue
correcto hacerlo- Remus carraspeo disimuladamente- eso era diferente Remus- le
aseguro.
-¿Tú también
hacías eso?- se impresiono Harry mientras su madre se sonrojaba un poco.
-Ha si
es hijo, pero de hecho tu madre usaba su encanto de inocencia y su cara de niña
buena para… auch- aseguro James ganándose un golpe de la susodicha.
-Entonces
es más parecido a lo que hace Ginny con nuestros padres auch- comento Ron ganándose
un golpe de su hermana.
-Bueno
ya, vamos a continuar- hablo Marlene para que todos guardaran silencio.
Con esas últimas palabras, el pecho de Hagrid
se ensanchó. Harry y Ron miraron a Hermione con orgullo.
—Bueno, supongo que no tiene nada de malo
deciros esto... Dejadme ver...
-¡No!-
increpo McGonagall- eso solo traerá problemas- agrego. Pues en esos pocos capítulos
ya habían descubierto la actitud de esos tres.
Yo le presté a Fluffy... luego algunos de los
profesores hicieron encantamientos... la profesora Sprout, el profesor
Flitwick, la profesora McGonagall —contó con los dedos—, el profesor Quirrell y
el mismo Dumbledore, por supuesto. Esperad, me he olvidado de alguien. Oh,
claro, el profesor Snape.
—¿Snape?
-¡El
también!- grito Sirius.
-Si
Dumbledore lo tiene trabajando aquí será porque confía en él- razono Marlene.
-¡Tú
también estás de acuerdo con eso!
-¡Claro
que no, a mí también me desagrada quejicus!- aseguro la chica, esa era de la
pocas cosas en las en coincidía ese par.
—Ajá... No seguiréis con eso todavía, ¿no?
Mirad, Snape ayudó a proteger la Piedra, no quiere robarla.
-Bueno,
pero ese no sería un impedimento- comento Dora- al contrario, sería una prueba
menos que tendría que pasar.
-Ese es
un buen razonamiento- comento Remus haciéndola sonreír.
Harry sabía que Ron y Hermione estaban
pensando lo mismo que él. Si Snape había formado parte de la protección de la
Piedra, le resultaría fácil descubrir cómo la protegían los otros profesores.
Es probable que supiera todos los encantamientos, salvo el de Quirrell, y cómo
pasar ante Fluffy.
—Tu eres el único que sabe cómo pasar ante
Fluffy, ¿no, Hagrid? —preguntó Harry con ansiedad—. Y no se lo dirás a nadie,
¿no es cierto? ¿Ni siquiera a un profesor?
—Ni un alma lo sabe, salvo Dumbledore y yo
—dijo Hagrid con orgullo.
Muchos
respiraron aliviados, a excepción de Minerva, Fleur, Lily y en general
cualquiera que conociera lo suficiente la hombretón como para conocer su
defecto de decir y contar cosas que no debería en los peores momentos.
—Bueno, eso es algo —murmuró Harry a los
demás—. Hagrid, ¿podríamos abrir una ventana? Me estoy asando.
—No puedo, Harry, lo siento —respondió
Hagrid. Harry notó que miraba de reojo hacia el fuego. Harry también miró.
—Hagrid... ¿Qué es eso?
-Solamente
un gran problema en potencia- comentó Lily molesta, pero solo unos cuantos
sabían por qué.
Pero ya sabía lo que era. En el centro de la
chimenea, debajo de la cazuela, había un enorme huevo negro.
-¿Qué?-
gritaron varias personas comprendiendo ahora la actitud de la pelirroja.
—Ah —dijo Hagrid, tirándose con nerviosismo
de la barba—. Eso... eh...
—¿Dónde lo has conseguido, Hagrid? —preguntó
Ron, agachándose ante la chimenea para ver de cerca el huevo— Debe de haberte
costado una fortuna.
—Lo gané —explicó Hagrid—. La otra noche.
Estaba en la aldea, tomando unas copas y me puse a jugar a las cartas con un
desconocido. Creo que se alegró mucho de librarse de él, si he de ser sincero.
-Eso no
es bueno Hagrid, te podrían acusar de traficar con Dragones- exclamo James
preocupado por su amigo
-Yo
creo que podría ser peor que eso- intervino Dora ganándose la atención de
todos.
-¿Qué
quieres decir sobrina?
-En
serio no lo sabes canuto- intervino Lupin.
-¿Tu si
lo sabes?
-Claro
que sí, es bastante obvio- dijo- o dime, cuántas personas andan por ahí…- comenzó
el castaño
-…Cargando
un huevo de drago prohibido por la ley- termino Nymphadora- Eso es lo más
preocupante de todo.
Todos
se quedaron recapacitando lo que había dicho, y en especial Alastor se
impresiono por la habilidad de esa chica, si, no era muy disciplinada, pero con
el correcto entrenamiento, no le cavia la menor duda de que se convirtiera en
una de las mejores aurores.
-No quiero
aceptarlo, pero tienen razón en eso- agrego Lily.
-A mí
me impresionan ustedes dos- dijo Sirius viendo al castaño y la peli rosa- en
muy poco tiempo ustedes se han acoplado muy bien.
-Ya no estés
celoso Black, que eso es muy feo en los hombre.
-Y yo porqué
tendría que estar celoso McKinnon.
Increpo
antes de que retomaran la lectura, pero esa última obsecración del animago, le
daba más cosas para pensar a Andrómeda.
—Pero ¿qué vas a hacer cuando salga del
cascarón? —preguntó Hermione.
—Bueno, estuve leyendo un poco —dijo Hagrid,
sacando un gran libro de debajo de su almohada—. Lo conseguí en la biblioteca:
Crianza de dragones para placer y provecho. Está un poco anticuado, por
supuesto, pero sale todo. Mantener el huevo en el fuego, porque las madres
respiran fuego sobre ellos y, cuando salen del cascarón, alimentarlos con
brandy mezclado con sangre de pollo, cada media hora. Y mirad, dice cómo
reconocer los diferentes huevos. El que tengo es un ridgeback noruego. Y son
muy raros.
-¿Tienen
esa clase de libros en la biblioteca?- pregunto un chico de Ravenclaw.
-Sí, de
hecho gracias a ese libro, me comencé a interesar en los dragones.
-Es
bueno sábelo, así podre buscarlo para deshacerme de él- comentó con malignidad Molly
solo para fastidiar un poco a su hijo que la vio suplicante para que no lo hiciera,
no le gustaba ese trabajo, pero no sería ella quien trincara su sueño.
Parecía muy satisfecho de sí mismo, pero
Hermione no.
—Hagrid, tú vives en una casa de madera
—dijo.
-Eso
sin duda será un problema- comentó James.
-Además
que será muy pequeña para cuando él bebe crezca- secundo Sirius.
Pero Hagrid no la escuchaba. Canturreaba
alegremente mientras alimentaba el fuego.
Así que ya tenían algo más de qué preocuparse:
lo que podía sucederle a Hagrid si alguien descubría que ocultaba un dragón
ilegal en su cabaña.
—Me pregunto cómo será tener una vida
tranquila —suspiró Ron,
-Y me
lo sigo preguntando- comento ante la risa de todos el pelirrojo.
Mientras noche tras noche luchaban con todo
el trabajo extra que les daban los profesores. Hermione había comenzado ya a
hacer horarios de repaso para Harry y Ron. Los estaba volviendo locos.
Entonces, durante un desayuno, Hedwig entregó
a Harry otra nota de Hagrid. Sólo decía: «Está a punto de salir».
Ron quería faltar a la clase de Herbología e
ir directamente a la cabaña. Hermione no quería ni oír hablar de eso.
—Hermione, ¿cuántas veces en nuestra vida
veremos a un dragón saliendo de su huevo?
-Bueno,
ciertamente tiene un punto- aseguro Charlie que estaba a favor del dragón.
—Tenemos clases, nos vamos a meter en líos y
no vamos a poder hacer nada cuando alguien descubra lo que Hagrid está
haciendo...
—¡Cállate! —susurró Harry
Malfoy estaba cerca de ellos y se había
quedado inmóvil para escucharlos. ¿Cuánto había oído? A Harry no le gustó la
expresión de su cara.
-Si nos
escuchaste verdad- le pregunto Harry al rubio.
-A
decir verdad solo escuche “meter” y “líos”.
-Entonces
¿cómo supiste donde estábamos?- interrogo Ron.
-Los vi
correr y los seguí- respondió con simpleza- no estaban escondiéndose
precisamente.
Ron y Hermione discutieron durante todo el
camino hacia la clase de Herbología y, al final, Hermione aceptó ir a la cabaña
de Hagrid con ellos durante el recreo de la mañana. Cuando al final de las
clases sonó la campana del castillo, los tres dejaron sus trasplantadores y
corrieron por el parque hasta el borde del bosque. Hagrid los recibió, excitado
y radiante.
—Ya casi está fuera —dijo cuando entraron.
-Hay
Hagrid, pareces madre primeriza- bromeo Sirius.
El huevo estaba sobre la mesa. Tenía grietas
en la cáscara. Algo se movía en el interior y un curioso ruido salía de allí.
Todos acercaron las sillas a la mesa y
esperaron, respirando con agitación.
Varios
en el gran comedor hicieron exactamente lo mismo.
De pronto se oyó un ruido y el huevo se
abrió. La cría de dragón aleteó en la mesa. No era exactamente bonito. Harry
pensó que parecía un paraguas negro arrugado. Sus alas puntiagudas eran
enormes, comparadas con su cuerpo flacucho. Tenía un hocico largo con anchas
fosas nasales, las puntas de los cuernos ya le salían y tenía los ojos
anaranjados y saltones.
Estornudó. Volaron unas chispas.
-No me
extraña, esa especia de dragones comienzan a generar llamas a una temprana
edad- comento Charlie
-Lo que
es malo cuando tiene una casa de madera- agrego Andrómeda preocupada.
—¿No es precioso? —murmuró Hagrid. Alargó una
mano para acariciar la cabeza del dragón. Este le dio un mordisco en los dedos,
enseñando unos colmillos puntiagudos.
—¡Bendito sea! Mirad, conoce a su mamá —dijo
Hagrid.
-En
verdad era como una madre Hagrid.
-Ya
deja tus cosas Sirius y déjame leer- le reclamo Marlene.
—Hagrid —dijo Hermione—. ¿Cuánto tardan en
crecer los ridgebacks noruegos?
-No
tanto como otras especies-atajo Charlie- pero aun así no tendrá mucho tiempo.
Hagrid iba a contestarle, cuando de golpe su
rostro palideció. Se puso de pie de un salto y corrió hacia la ventana.
—¿Qué sucede?
—Alguien estaba mirando por una rendija de la
cortina... Era un chico... Va corriendo hacia el colegio.
Harry fue hasta la puerta y miró. Incluso a
distancia, era inconfundible:
Malfoy había visto el dragón.
-Ha con
una chin…
-¡¡Sirius!!-
le reclamaron las mujeres.
-¿Qué?,
no oyeron que el maldito Malfoy del libro los vio.
-Malfoy
del libro- se extrañó Draco.
-Es
para que no haya confusiones- explico- cuando te diga maldito a ti te veré a
los ojos.
-¡Sirius!-
le reclamo Marlene.
Algo en la sonrisa burlona de Malfoy durante
la semana siguiente ponía nerviosos a Harry, Ron y Hermione. Pasaban la mayor
parte de su tiempo libre en la oscura cabaña de Hagrid, tratando de hacerlo
entrar en razón.
-De la
biblioteca a la casa de Hagrid, simplemente
no pueden tener un momento de calma- ironizo Remus.
—Déjalo ir —lo instaba Harry—. Déjalo en
libertad.
—No puedo —decía Hagrid—. Es demasiado pequeño.
Se morirá.
Miraron el dragón. Había triplicado su tamaño
en sólo una semana. Ya le salía humo de las narices. Hagrid no cumplía con sus
deberes de guardabosques porque el dragón ocupaba todo su tiempo. Había botellas
vacías de brandy y plumas de pollo por todo el suelo.
Todos los
amigos del gigantes se preocuparon por lo que podría pasar, sabían el afecto
que tenía por ese tipo de criaturas, pero eso le podía acarrear muchos
problemas y más porque el semi gigante parecía que ya no pensaba con mucha
claridad.
—He decidido llamarlo Norberto —dijo Hagrid,
mirando al dragón con ojos húmedos—. Ya me reconoce, mirad. ¡Norberto!
¡Norberto! ¿Dónde está mamá?
-Hagrid,
tú y yo tendremos una charla muy seria acerca de los nombres después- le dijo
la metamorfomaga.
-¡Nymphadora!-
le reclamo Andrómeda.
-Que, nuestros
nombres deben ser signo de orgullo para nosotros, y deben ser elegido con mucho
cuidado.
-De
cualquier forma niña, esa es una banalidad en este momento- recalco la mujer
—Ha perdido el juicio —murmuró Ron a Harry.
-Lo
siento Hagrid.
-Descuida,
se cómo debió parecer desde su punto de vista.
—Hagrid —dijo Harry en voz muy alta—, espera
dos semanas y Norberto será tan grande como tu casa. Malfoy se lo contará a
Dumbledore en cualquier momento.
Hagrid se mordió el labio.
-Esa es
una buena pregunta- intervino Hermione- el dragón estaba en casa de Hagrid todo
el tiempo, ¿por qué no lo delataste?- le pregunto a Draco.
-No sabía
que ustedes también estaban ahí-
-¿Y eso
importaba?- atajo Ron.
-Si lo
hubiera delatado, él habría tenido problemas y ustedes habrían sufrido por eso,
pero la verdad yo solo quería atraparlos a ustedes y no Hagrid- acepto el
rubio.
-Bueno,
por lo menos tienes la dignidad de ir en contra de tus verdaderos enemigos y no
ir atacado a terceros- increpo Alastor viendo con cólera a Lucius, ese
comportamiento cobarde era digno de un mortifago.
—Yo... yo sé que no puedo quedarme con él
para siempre, pero no puedo echarlo, no puedo.
Harry se volvió hacia Ron súbitamente.
—Charlie —dijo.
—Tú también estás mal de la cabeza —dijo
Ron—. Yo soy Ron, ¿recuerdas?
Muchos
rieron ante esa parte.
—No... Charlie, tu hermano. En Rumania.
Estudiando dragones. Podemos enviarle a Norberto. ¡Charlie lo cuidará y luego
lo dejará vivir en libertad!
—¡Genial! —dijo Ron—. ¿Qué piensas de eso,
Hagrid?
Y al final, Hagrid aceptó que enviaran una
lechuza para pedirle ayuda a Charlie.
-A
decir verdad me sorprendió mucho tu carta Ron.
La semana siguiente pareció alargarse. La
noche del miércoles encontró a Harry y Hermione sentados solos en la sala
común, mucho después de que todos se fueran a acostar. El reloj de la pared
acababa de dar doce campanadas cuando el agujero de la pared se abrió de golpe.
Ron surgió de la nada, al quitarse la capa invisible de Harry Había estado en
la cabaña de Hagrid, ayudándolo a alimentar a Norberto, que ya comía ratas
muertas.
—¡Me ha mordido! —dijo, enseñándoles la mano
envuelta en un pañuelo ensangrentado
-Eso no
es bueno- volvió a hablar Charlie- los ridgeback noruegos tienen veneno en sus
colmillos, como acaba de nacer aun no es letal pero aun así es muy serio.
-¿Por qué
nunca nos contaste eso Ron?- indago Bill viendo a su hermano.
-¿Nunca
nos lo contó?- se preocupó Molly.
-No
madre, apenas nos enteramos de eso también.
-No les
conté nada porque sabía cómo reaccionarían, además madame Pomfrey no hace
muchas preguntas y en ese momento estábamos muy preocupados por lo de Malfoy
para agregarle a eso que mis padres vinieran preguntando que paso, sería tanto
como contárselo a Dumbledore- se defendió el chico.
No podré escribir en una semana. Os aseguro
que los dragones son los animales más horribles que conozco, pero para Hagrid
es como si fuera un osito de peluche. Cuando me mordió, me hizo salir porque,
según él, yo lo había asustado. Y cuando me fui le estaba cantando una canción
de cuna.
-Yo
creo que tanto Ron como Hagrid se fueron a los extremos- comentó Charlie.
Se oyó un golpe en la ventana oscura.
—¡Es Hedwig! —dijo Harry, corriendo para
dejarla entrar—. ¡Debe de traer la respuesta de Charlie!
Los tres juntaron las cabezas para leer la
carta.
Querido
Ron:
¿Cómo
estás? Gracias por tu carta. Estaré encantado de quedarme con el ridgeback
noruego, pero no será fácil traerlo aquí. Creo que lo mejor será hacerlo con
unos amigos que vienen a visitarme la semana que viene. El problema es que no
deben verlos llevando un dragón ilegal. ¿Podríais llevar al ridgeback noruego a
la torre más alta, la medianoche del sábado? Ellos se encontrarán contigo allí
y se lo llevarán mientras dure la oscuridad.
Envíame
la respuesta lo antes posible.
Besos,
Charlie
Se miraron.
-¿No querías
otra cosa hermanito?- comenzó Fred.
-Sí,
les hubieras pedido que lo bañaran para que llegara limpio- continúo George.
-Bueno,
no era mucho lo que mis amigos podían hacer sin llamar la atención de las autoridades-
se defendió- ya es mucho que lograran atravesar las defensas del castillo.
-¡Es
cierto!- recapacito Hermione- ¿cómo es que lograron atravesar los hechizo del
colegio?
-Tal vez
eran buenos rompiendo hechizos- comento un chico de Hufflepuff
-O tal
vez tuvieron ayuda del interior- aventuro James- no lo cree profesor.
-Ciertamente
no podía decirle señor Potter- respondió Dumbledore con una enigmática sonrisa.
Si en ese momento lo sabía, no dudaba que habría hecho algo para darles una
mano.
——Tenemos la capa invisible —dijo Harry—. No
será tan difícil... creo que la capa es suficientemente grande para cubrir a
Norberto y a dos de nosotros.
La prueba de lo mala que había sido aquella
semana para ellos fue que aceptaron de inmediato. Cualquier cosa para liberarse
de Norberto... y de Malfoy.
-Siempre
que tengan cuidado nada malo les pasara- seguro el azabache.
-Pero teniendo
tu suerte de seguro algo pasara- se lamentó Lily.
Se encontraron con un obstáculo. A la mañana
siguiente, la mano mordida de Ron se había inflamado y tenía dos veces su tamaño
normal. No sabía si convenía ir a ver a la señora Pomfrey ¿Reconocería una
mordedura de dragón? Sin embargo, por la tarde no tuvo elección. La herida se
había convertido en una horrible cosa verde. Parecía que los colmillos de
Norberto tenían veneno.
-Debiste
de ir de inmediato- aseguró Charlie.
Al finalizar el día, Harry y Hermione fueron
corriendo hasta el ala de la enfermería para visitar a Ron y lo encontraron en
un estado terrible.
—No es sólo mi mano —susurró— aunque parece
que se me vaya a caer a trozos. Malfoy le dijo a la señora Pomfrey que quería
pedirme prestado un libro, y vino y se estuvo riendo de mí. Me amenazó con decirle
a ella quién me había mordido (yo le había dicho que era un perro, pero creo
que no me creyó). No debí pegarle en el partido de quidditch. Por eso se está
portando así.
-Solo
en parte Weasley- acepto el chico.
-Además
hermanito, quien creería que un perro hizo eso- se aventuró Fred.
-Necesitas
tener mejores excusas- aseguro George.
Harry y Hermione trataron de calmarlo.
—Todo habrá terminado el sábado a medianoche
—dijo Hermione, pero eso no lo tranquilizó. Al contrario, se sentó en la cama y
comenzó a temblar.
—¡La medianoche del sábado! —dijo con voz
ronca—. Oh, no, oh, no... acabo de acordarme... la carta de Charlie estaba en
el libro que se llevó Malfoy, se enterará de la forma en que nos libraremos de
Norberto.
Harry y Hermione no tuvieron tiempo de
contestarle. Apareció la señora Pomfrey y los hizo salir; diciendo que Ron
necesitaba dormir.
-Eso no
es bueno, ahora tiene lo que quería, a ustedes directamente implicados en el
asunto- exclamo Sirius.
-Sí,
pero aún tiene la capa de invisibilidad, ese es un punto a favor- hablo James.
-Pero
que eso les sirva de lección, si no tiene una forma de guardar documentos o
cosas importante, lo mejor será que las destruyan, la carta por ejemplo,
debieron haberla quemado.
-No
crees que eso es muy paranoico- acuso Bill.
-Si
hubieran sido un poco paranoicos, Malfoy no se habría enterado de nada.
-Discútele
eso William- lo reto Tonks a lo que el pelirrojo no supo que responder.
—Es muy tarde para cambiar los planes —dijo
Harry a Hermione—. No tenemos tiempo de enviar a Charlie otra lechuza y ésta
puede ser nuestra única oportunidad de librarnos de Norberto. Tendremos que
arriesgarnos. Y tenemos la capa invisible y Malfoy no lo sabe.
-Muy
bien Harry- lo felicito su padre por su valentía y razonamiento.
Encontraron a Fang, el perro cazador de
jabalíes, sentado afuera, con la cola vendada, cuando fueron a avisar a Hagrid.
Éste les habló a través de la ventana.
—No os hago entrar —jadeó— porque Norberto
está un poco molesto. No es nada importante, ya me ocuparé de él.
Cuando le contaron lo que decía Charlie, se
le llenaron los ojos de lágrimas, aunque tal vez fuera porque Norberto acababa
de morderle la pierna.
—¡Aaay! Está bien, sólo me ha cogido la
bota... está jugando... después de todo es sólo un cachorro.
-Qué
bueno que tus botas son gruesas, o terminarías igual que Ron- comentó Charlie.
El cachorro golpeó la pared con su cola,
haciendo temblar las ventanas. Harry y Hermione regresaron al castillo con la
sensación de que el sábado no llegaría lo bastante rápido.
-No
deben de preocupase por eso, lo que tienen que hacer es enfocarse en lo que
aran el sábado- comentó Remus
-Muy
cierto, lo ideal sería que Malfoy no supiera nada, pero ahora que lo sabe, no
intentara hacer nada hasta ese día- secundo Dora.
Tendrían que haber sentido pena por Hagrid,
cuando llegó el momento de la despedida, si no hubieran estado tan preocupados
por lo que tenían que hacer. Era una noche oscura y llena de nubes y llegaron
un poquito tarde a la cabaña de Hagrid, porque tuvieron que esperar a que
Peeves saliera del vestíbulo, donde jugaba a tenis contra las paredes.
Hagrid tenía a Norberto listo y encerrado en
una gran jaula.
—Tiene muchas ratas y algo de brandy para el
viaje —dijo Hagrid con voz amable—. Y le puse su osito de peluche por si se
siente solo.
-Un
osito de peliche, en serio- se sorprendió canuto.
Del interior de la jaula les llegaron unos sonidos,
que hicieron pensar a Harry que Norberto le estaba arrancando la cabeza al
osito.
-La
cabeza, las patas, las tripas.
-James-
le reclamo Lily.
—¡Adiós, Norberto! —sollozó Hagrid, mientras
Harry y Hermione cubrían la jaula con la capa invisible y se metían dentro
ellos también—. ¡Mamá nunca te olvidará!
Por
respeto al hombre muchos contuvieron las ganas de reír ante esa frase.
Cómo se las arreglaron para llevar la jaula
hasta la torre del castillo fue algo que nunca supieron. Era casi medianoche
cuando trasladaron la jaula de Norberto por las escaleras de mármol del
castillo y siguieron por pasillos oscuros. Subieron una escalera, luego otra...
Ni siquiera uno de los atajos de Harry hizo el trabajo más fácil.
-Si tan
solo pudieran hacer un hechizo levitatorio, todo habría sido más fácil.
-Sí,
pero creo que ya es demasiado pedir que supieran todo lo que necesita a tan
corta edad- atajo Remus
—¡Ya casi llegamos! —resopló Harry, mientras
alcanzaban el pasillo que había bajo la torre más alta.
Entonces, un súbito movimiento por encima de
ellos casi les hizo soltar la jaula. Olvidando que eran invisibles, se encogieron
en las sombras, contemplando las siluetas oscuras de dos personas que discutían
a unos tres metros de ellos. Una lámpara brilló.
-Deben tener
cuidado de producir ni un solo ruido- les aconsejo James.
-Saben,
dejando de lado que se podían meter en problemas, esta es una lectura muy
interesante.
-En serio
es en lo que piensas en este momento Black- recrimino Marlene.
-Claro
que no, eso lo vengo pensando desde que enconaron el perro de tres cabezas.-
negando con la cabeza la rubia continuo con la lectura.
La profesora McGonagall, con una bata de
tejido escocés y una redecilla en el pelo, tenía sujeto a Malfoy por la oreja.
—¡Castigo! —gritaba—. ¡Y veinte puntos menos
para Slytherin! Vagando en medio de la noche... ¿Cómo te atreves...?
—Usted no lo entiende, profesora, Harry
Potter vendrá. ¡Y con un dragón!
-¡En tu
cara, te atraparon!- grito en son de triunfo Sirius.
-¿Cómo
llevaste a la profesora hasta ahí?- le pregunto Remus.
-La
moleste hasta que saliera y luego corrí a la torre de astronomía con ella
detrás- les revelo- en su momento fue lo único que se me ocurrió hacer.
—¡Qué absurda tontería! ¿Cómo te atreves a
decir esas mentiras? Vamos, hablaré de ti con el profesor Snape... ¡Vamos,
Malfoy!
-Bueno,
esa ocasión fue verdad- comento Ted- pero aun así no es muy creíble.
Después de aquello, la escalera de caracol
hacia la torre más alta les pareció lo más fácil del mundo. Cuando salieron al
frío aire de la noche, donde se quitaron la capa, felices de poder respirar
bien, Hermione dio una especie de salto.
—¡Malfoy está castigado! ¡Podría ponerme a
cantar!
-¡No!-
dijo de inmediato Lily que había estado en suspenso- si lo haces los
encontraran.
—No lo hagas —la previno Harry.
La
mujer vio con ternura a su hijo.
Riéndose de Malfoy, esperaron, con Norberto
moviéndose en su jaula. Diez minutos más tarde, cuatro escobas aterrizaron en
la oscuridad.
Los amigos de Charlie eran muy simpáticos.
Enseñaron a Harry y Hermione los arneses que habían preparado para poder
suspender a Norberto entre ellos. Todos ayudaron a colocar a Norberto para que
estuviera muy seguro, y luego Harry y Hermione estrecharon las manos de los
amigos y les dieron las gracias.
-Ellos
siempre son muy amables- comento Charlie para después agregar por lo bajo al
trio- y fueron muy útiles para la segunda orden.
Por fin. Norberto se iba... se iba... se
había ido.
-¡Sí!,
un plan prefecto- se agregó James Potter como si hubiera hecho esa hazaña.
Bajaron rápidamente por la escalera de
caracol, con los corazones tan libres como sus manos, que ya no llevaban la
jaula con Norberto. Sin el dragón, y con Malfoy castigado, ¿qué podía estropear
su felicidad?
-¡No
puede ser!- exclamo Lily- ¡esa maldita suerte Potter!
-¿Qué
ocurre Lis?, si lograron desasirse de Norberto.
-Sí,
pero se les olvido algo en la torre- aseguró la mujer preocupada, eso no terminaría
bien.
La respuesta los esperaba al pie de la
escalera. Cuando llegaron al pasillo, el rostro de Filch apareció súbitamente
en la oscuridad.
—Bien, bien, bien —susurró Harry—. Tenemos
problemas.
Habían dejado la capa invisible en la torre.
-¡¿Qué?!
cómo pudiste olvidar la capa en la torre.
-De las
misma forma en que tu olvidaste que la traíamos- de defendió el chico.
-A
bueno yo…
-Lo
dicho, siempre le tiene que pasar algo- corroboro Lily.
-Eso no
es bueno- comentó Alice- rápido vamos a leer el siguiente- apremio la chica.
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