-Muy
bien, el capítulo se llama, “a través de la trampilla”
-¡¿Qué?!-
gritaron varias personas, pero nadie tan fuerte como Lily y Molly.
-Espera,
¿hablan de la trampilla que está siendo custodiada por el perro de tres
cabezas?- interrogo Fabián,
-Pero
esa es una locura- apoyo Gideon.
-Pero
eso quiere decir que descubrieron como pasar al perro.
-¡Sirius
eso no es lo importante!- le rebatió Lily molesta- y ustedes ¡¡ ¿Cómo se les
pudo ocurrir hacer algo tan peligroso?!!- les grito al trio que se encogió en
su lugar.
-Tranquila,
eso ya paso- la traro de relajar Harry.
-¡Ya
paso en su época, no en la nuestra!- le rebatió la pelirroja.
-En eso
tiene razón hermano.
-¡Tu
mejor no digas nada Ronald!, que yo tampoco estoy complacida por eso- lo
silencio Molly que estaba igual de molesta.
En años venideros, Harry nunca pudo recordar
cómo se las había arreglado para hacer sus exámenes, cuando una parte de él
esperaba que Voldemort entrara por la puerta en cualquier momento.
Muchos
se tensaron al escuchar ese nombre, y a la vez sentían un poco de pena por la
intranquilidad del chico.
Sin embargo, los días pasaban y no había
dudas de que Fluffy seguía bien y con vida, detrás de la puerta cerrada.
-Eso
quiere decir que volvieron a las andadas- comentó Remus.
-Pero Lily
tiene razón, sería raro en ellos que no hicieran nada- razono Dora
Hacía mucho calor, en especial en el aula
grande donde se examinaban por escrito. Les habían entregado plumas nuevas,
especiales, que habían sido hechizadas con un encantamiento antitrampa.
-¿Es
que no confían en nosotros?
-Por
supuesto que no joven Black- le reclamo McGonagall- además usted sabe muy bien porque
aplicamos esas medidas.
-¿Entonces
es su culpa que tengamos esas plumas?- preguntaron algunos de los jóvenes del
futuro que lo vieron con enojo.
-Puede
ser- comenzó Lily- es que en una ocasión Sirius se puso a regalar respuestas
durante el examen a las chicas a cambio de ciertos favores.
-Pero
él no era el único- aclaro Remus- en esa misma ocasión James le hizo creer a
todos que también estaba ayudándolos, cuando en realidad solo le pasaba las
respuestas incorrectas a todos los que le habían coqueteado a Lily- varios
chicos de su época vieron con rencor al azabache.
-O aquella
vez que terminaron sus exámenes y los intercambiaron para ver si sus respuestas
coincidían.
-O la
ocasión que se pusieron como meta ser más listos que McGonagall y se quisieron copiar en el examen, aun cuando conocían las
respuestas, creo que pueden intuir que no superaron su meta.
-En
otras palabras, ¡nosotros tenemos que pagar por los crímenes de ese par de
brutos!- increpo Fred.
-¡Es
que acaso no pensaron a lo que estaban condenando a las futuras generaciones!-
les siguió recriminado George con dramatismo.
-¡A lo
que condenaron a su propio hijo y ahijado!- continuo Harry pero ya más como un
juego que como un reclamo.
-¡Y lo
que es peor, a los mejores amigos de este!- agrego Ron poniendo los brazo
alrededor de Harry.
-¡¡En
que diablo estaban pensando-!! terminaron los cuatro en perfecta sincronía.
Con
algunas muecas de burlas o tras de rencor Alastor creyó que lo mejor era parar
toda esa estupidez y alzando la voz retomo la lectura.
También tenían exámenes prácticos. El
profesor Flitwick los llamó uno a uno al aula, para ver si podían hacer que una
piña bailara claqué encima del escritorio. La profesora McGonagall los observó
mientras convertían un ratón en una caja de rapé. Ganaban puntos las cajas más
bonitas, pero los perdían si tenían bigotes. Snape los puso nerviosos a todos,
respirando sobre sus nucas mientras trataban de recordar cómo hacer una poción
para olvidar.
-Solo a
quejicus se le podría ocurrir algo así- ironizo Sirius.
Harry lo hizo todo lo mejor que pudo,
tratando de hacer caso omiso de las punzadas que sentía en la frente, un dolor
que le molestaba desde la noche que había estado en el bosque. Neville pensaba
que Harry era un caso grave de nerviosismo, porque no podía dormir por las
noches. Pero la verdad era que Harry se despertaba por culpa de su vieja pesadilla,
que se había vuelto peor, porque la figura encapuchada aparecía chorreando
sangre.
Ni a Lily
y a James, no, a nadie que sentía aprecio por el chico les gustaba lo que oían,
la situación cada vez estaba empeorando y eso que decían de su cicatriz, era lo
más extraño que hayan escuchado.
Tal vez porque ellos no habían visto lo que
Harry vio en el bosque, o porque no tenían cicatrices ardientes en la frente,
Ron y Hermione no parecían tan preocupados por la Piedra como Harry. La idea de
Voldemort los atemorizaba, desde luego, pero no los visitaba en sueños y
estaban tan ocupados repasando que no les quedaba tiempo para inquietarse por
lo que Snape o algún otro estuvieran tramando.
Los dos
jóvenes se sintieron un poco mal por eso, sabían que su amigo no lo había
pasado bien, pero que describían con más detalle lo que pasaba por su mente y
lo que ocurrir en sus sueños, sintieron que pudieron haber sido de más ayuda de
lo que en verdad fueron. Harry pudo notar la expresión de la pareja y llamando
su atención les sonrió y con una mueca les decía que no importaba tanto,
después de tanto tiempo, ya se podría dar una idea de lo que p0ensaban.
El último examen era Historia de la Magia.
Una hora respondiendo preguntas sobre viejos magos chiflados que habían
inventado calderos que revolvían su contenido, y estarían libres, libres
durante toda una maravillosa semana, hasta que recibieran los resultados de los
exámenes. Cuando el fantasma del profesor Binns les dijo que dejaran sus plumas
y enrollaran sus pergaminos, Harry no pudo dejar de alegrarse con el resto.
—Esto ha sido mucho más fácil de lo que pensé
—dijo Hermione, cuando se reunieron con los demás en el parque soleado—. No
necesitaba haber estudiado el Código de Conducta de los Hombres Lobo de 1637 o
el levantamiento de Elfrico el Vehemente.
-¿Por
qué no me sorprende que este tan tranquila?- comentó Sirius.
-Sí, después
de una semana llena de exámenes los únicos que estaban frescos era Lily y
Remus- lo acompaño James.
-No es
mi problema que no fueran dedicados en sus estudios- los acuso Lupin.
-Pero éramos
listos- insistió.
-Y
siempre terminaban tirados al sol, y en ocasiones con dolores de
cabeza-contraataco
A Hermione siempre le gustaba volver a
repetir los exámenes, pero Ron dijo que iba a ponerse malo, así que se fueron
hacia el lago y se dejaron caer bajo un árbol.
-Una
clásica relación Remus-Sirius, en eso, ellos eran idénticos a ese par- comento
James.
-Y lo más
lastimero es uno de ellos nunca cambio- comentó Marlene.
-Ya vez
lunático, están sintiendo pena por ti.
-Ella está
hablando de ti pulgoso- le rebatió Dora- Remus es perfecto así como es- aseguró
la peli rosa con la aprobación de varias chicas.
-En
primera yo no tengo pulgas, ya me estoy cansando de repetírselos, y además,
¿cómo es eso de que él es perfecto?
-esa es
una buena pregunta Nymphadora- intervino su madre.
-Alastor,
por favor- insto al auror a que continuara leyendo, evadiendo momentáneamente
la plática.
Los gemelos Weasley y Lee Jordan se dedicaban
a pinchar los tentáculos de un calamar gigante que tomaba el sol en la orilla.
—Basta de repasos —suspiró aliviado Ron,
estirándose en la hierba—. Puedes alegrarte un poco, Harry, aún falta una
semana para que sepamos lo mal que nos fue, no hace falta preocuparse ahora.
Muchos
sonrieron ante eso.
Harry se frotaba la frente.
-Otra
vez- hablo Lily- ya han mencionado mucho esa cicatriz, debe ser algo importante
para la historia pero que.
-Tranquilízate
chiquilla, eso lo descubriremos mientras sigamos leyendo- comento Alastor que
también estaba interesado en ese tema.
—¡Me gustaría saber qué significa esto!
—estalló enfadado—. Mi cicatriz sigue doliéndome. Me ha sucedido antes, pero
nunca tanto tiempo seguido como ahora.
—Ve a ver a la señora Pomfrey —sugirió
Hermione.
-No
creo que sea muy útil- comento Dora- la señora Pomfrey es buena, pero no creo
que esa sea una cicatriz normal.
-En
especial sabiendo cómo se la hizo, no creo que haya registro de que algo así
hubiese ocurrido con anterioridad.
—No estoy enfermo —dijo Harry—. Creo que es
un aviso... significa que se acerca el peligro...
Ron no podía agitarse, hacía demasiado calor.
—Harry, relájate, Hermione tiene razón, la
Piedra está segura mientras Dumbledore esté aquí. De todos modos, nunca hemos
tenido pruebas de que Snape encontrara la forma de burlar a Fluffy. Casi le
arrancó la pierna una vez, no va a intentarlo de nuevo. Y Neville jugará al
quidditch en el equipo de Inglaterra antes de que Hagrid traicione a Dumbledore.
El pelirrojo
le envió una mirada de disculpas al chico que le resta importancia, esos eran días
muy diferentes.
Harry asintió, pero no pudo evitar la furtiva
sensación de que se había olvidado de hacer algo, algo importante. Cuando trató
de explicarlo, Hermione dijo:
—Eso son los exámenes. Yo me desperté anoche
y estuve a punto de mirar mis apuntes de Transformación, cuando me acordé de
que ya habíamos hecho ese examen.
-En
serio, parece que todo Potter debe tener a un Remus Lupin junto a el- comento
Sirius.
-También
debe tener un mejor amigo como Sirius Black- aseguro James.
-Y no
olvides la última y lo más importante que debe de tener un Potter- agregó
Harry.
-Ha si,
muy cierto- comenzó James- nuestras pelirrojas- terminaron al unísono padre e
hijo abrasando y besando a sus respectivas novias para desagrado de varias
chicas tanto del futuro como del pasado.
Pero Harry estaba seguro de que aquella
sensación inquietante nada tenía que ver con los exámenes. Vio una lechuza que
volaba hacia el colegio, por el brillante cielo azul, con una nota en el pico.
Hagrid era el único que le había enviado cartas. Hagrid nunca traicionaría a
Dumbledore. Hagrid nunca le diría a nadie cómo pasar ante Fluffy... nunca...
Pero...
Harry, súbitamente, se puso de pie de un
salto.
-Se le acaba
de ocurrir algo- hablo Andrómeda.
-Sí,
pero con el tiempo se vuelve un poco molesto cuando ocurre.- comentó Ron.
— ¿Adónde vas? —preguntó Ron con aire
soñoliento.
—Acabo de pensar en algo —dijo Harry. Se
había puesto pálido—. Tenemos que ir a ver a Hagrid ahora.
-Parece
que ya se dio cuenta- comentó Dora, suponía que había tenido la misma idea que
ella hace algunos párrafos.
—¿Por qué? —suspiró Hermione, levantándose.
—¿No os parece un poco raro —dijo Harry,
subiendo por la colina cubierta de hierba— que lo que más deseara Hagrid fuera
un dragón, y que de pronto aparezca un desconocido que casualmente tiene un huevo
en el bolsillo? ¿Cuánta gente anda por ahí con huevos de dragón, que están
prohibidos por las leyes de los magos? Qué suerte tuvo al encontrar a Hagrid, ¿verdad?
¿Por qué no se me ocurrió antes?
-Ciertamente
te tardaste un poco en sacar esa conclusión chico- increpo Alastor- pero no
muchos magos lo hubieran podido averiguarla siquiera.
-Remus
y yo si lo pensamos- exclamo la peli rosa en su defensa.
-Y por esa
razón sería interesante tenerlos en el cuerpo de aurores, así que cuando terminen
sus estudios vallan a buscare directamente y de inmediato podremos comenzar con
su entrenamiento.
-¡¡SI!!-
grito Dora con alegría minas jugaba con Teddy, Remus por su parte no le
molestaría trabajar como auror, pero dudaba que el ministerio le permitiera ser
parte de ellos cuando se enteraran de su condición.
—¿En qué estás pensando? —preguntó Ron, pero
Harry echó a correr por los terrenos que iban hacia el bosque, sin contestarle.
Hagrid estaba sentado en un sillón, fuera de
la casa, con los pantalones y las mangas de la camisa arremangados, y
desgranaba guisantes en un gran recipiente.
—Hola —dijo sonriente—. ¿Habéis terminado los
exámenes? ¿Tenéis tiempo para beber algo?
—Sí, por favor —dijo Ron, pero Harry lo
interrumpió.
—No, tenemos prisa, Hagrid, pero tengo que
preguntarte algo ¿Te acuerdas de la noche en que ganaste a Norberto? ¿Cómo era
el desconocido con el que jugaste a las cartas?
—No lo sé —dijo Hagrid sin darle
importancia—. No se quitó la capa.
-Eso es
malo- exclamaron Lily y Molly.
-Pudo
haber sido él, pudo haber sido Voldemort- exclamo Marlene para sorpresa y susto
de muchos.
-Pero
como él podría tener un huevo de dragón- pregunto un chico de Hufflepuff
-Él aún
debe de tener seguidores, aun en ese estado tan demacrado- razono Lupin.
-O
también pudo haber sido Snape disfrazado- se aventuró Sirius, no dejaría eso
por la paz tan fácilmente.
-Pero
no se le hizo raro que el hombre estuviera encapuchado todo el tiempo- pregunto
una Ravenclaw sorprendida por la ingenuidad del hombre.
-No si
estaban done creo que estaban- exclamo James haciéndole una señal al auror para
que continuará.
Vio que los tres chicos lo miraban asombrados
y levantó las cejas.
—No es tan inusual, hay mucha gente rara en
el Cabeza de Puerco, el bar de la aldea. Podría ser un traficante de dragones,
¿no? No llegué a verle la cara porque no se quitó la capucha.
Entonces
todos lo entendieron, pocos habían puesto un pie dentro del ese bar, pero tonos
conocían la reputación que tenía, y los rumores del tipo de personas que lo
frecuentaban.
Harry se dejó caer cerca del recipiente de
los guisantes.
—¿De qué hablaste con él, Hagrid?
¿Mencionaste Hogwarts?
—Puede ser —dijo Hagrid, con rostro ceñudo,
tratando de recordar—. Sí... Me preguntó qué hacía y le dije que era
guardabosques aquí... Me preguntó de qué tipo de animales me ocupaba... se lo
expliqué... y le conté que siempre había querido tener un dragón... y luego...
no puedo recordarlo bien, porque me invitó a muchas copas.
Eso se
ponía cada vez peor, todos lo que conocían al hombre sabían que no era bueno
que se embriaga, y más en un momento como ese.
Déjame ver... ah sí, me dijo que tenía el
huevo de dragón y que podía jugarlo a las cartas si yo quería... pero que tenía
que estar seguro de que iba a poder con él, no quería dejarlo en cualquier
lado... Así que le dije que, después de Fluffy, un dragón era algo fácil.
-No
puede ser, eso es lo que estaba buscando
—¿Y él... pareció interesado en Fluffy? —preguntó
Harry, tratando de conservar la calma.
—Bueno... sí... es normal. ¿Cuántos perros
con tres cabezas has visto? Entonces le dije que Fluffy era buenísimo si uno
sabía calmarlo: tocando música se dormía en seguida...
-¡¡NO!!-
grito Lily desesperada- ahora ese maldito sabe cómo evadir a Fluffy.
-Y no
solo eso, ellos también ya lo saben- exclamo Nymphadora.
-Eso es
muy irresponsable de su parte Hagrid, no puedo creer como fue capaz hablar
cosas tan importantes así a la ligera con un perfecto desconocido- lo reprendió
McGonagall, eso no era para nada una buena señal.
Por su
parte Hagrid se sentía bastante mal, el gustaba de ayudar a los estantes pero
especialmente a eso tres, parcia haberles tomado un cariño especial, eran como
los merodeadores de su época, y si algo les pasaba desde ese momento, seria
todo responsabilidad suya.
De pronto Hagrid pareció horrorizado.
—¡No debí decir eso! —estalló—. ¡Olvidad que
lo dije! Eh... ¿adónde vais?
-es muy
tarde, ya tienen lo que estaban buscando- comentó Alice preocupada, eso era
demasiado para unos pobres niños.
Harry, Ron y Hermione no se hablaron hasta
llegar al vestíbulo de entrada, que parecía frío y sombrío, después de haber
estado en el parque.
—Tenemos que ir a ver a Dumbledore —dijo
Harry—. Hagrid le dijo al desconocido cómo pasar ante Fluffy, y sólo podía ser
Snape o Voldemort, debajo de la capa... No fue difícil, después de emborrachar
a Hagrid. Sólo espero que Dumbledore nos crea. Firenze nos respaldará, si Bane
no lo detiene. ¿Dónde está el despacho de Dumbledore?
Miraron alrededor, como si esperaran que
alguna señal se lo indicara. Nunca les habían dicho dónde vivía Dumbledore, ni
conocían a nadie a quien hubieran enviado a verlo.
-Tiene
buenos instintos no lo niego, pero aun así les falta preparación- comento
Alastor.
-Cuando
cambiemos todo nos aseguraremos de que conozcas todos los secretos del castillo.
Solo por si acaso- agrego James al ver el rostro de su novia. Pero ella estaba muy
nerviosa por lo que podría pasar
—Tendremos que... —empezó a decir Harry pero
súbitamente una voz cruzó el vestíbulo.
—¿Qué estáis haciendo los tres aquí dentro?
Era la profesora McGonagall, que llevaba
muchos libros.
—Queremos ver al profesor Dumbledore —dijo
Hermione con valentía, según les pareció a Ron y Harry.
-Bueno,
pese al castigo, ella es la que estaría mejor parada con la profesora- comento
James.
-De
algo sirve eso de ser buen estudiante- acepto Sirius.
—¿Ver al profesor Dumbledore? —repitió la
profesora, como si pensara que era algo inverosímil—. ¿Por qué?
Harry tragó: «¿Y ahora qué?»
—Es algo secreto —dijo, pero de inmediato
deseó no haberlo hecho, porque la profesora McGonagall se enfadó.
-Hay
hijo, en verdad no tienes ni idea de cómo dar una excusa- se lamentó Lily.
-Igual
que su madre agrego Alice antes de regresar a la lectura.
—El profesor Dumbledore se fue hace diez
minutos —dijo con frialdad—. Recibió una lechuza urgente del ministro de Magia
y salió volando para Londres de inmediato.
-¡Es
una trampa!- increpo Nymphadora sorprendiendo a más de uno- solamente quiere quitar
Dumbledore del camino.
-Esto
no puede ser- exclamaron muchos.
—¿Se fue? —preguntó Harry con aire
desesperado—. ¿Ahora?
—El profesor Dumbledore es un gran mago,
Potter, y tiene muchos compromisos...
—Pero esto es importante.
—¿Algo que tú tienes que decir es más
importante que el ministro de Magia, Potter?
-Pues a
decir verdad si profesora- comentó Sirius.
—Mire —dijo Harry dejando de lado toda
precaución—, profesora, se trata de la Piedra Filosofal...
Fue evidente que la profesora McGonagall no
esperaba aquello. Los libros que llevaba se deslizaron al suelo y no se molestó
en recogerlos.
-Es
curioso ver que algo la sorprenda de esa forma Minerva.- comentó Dumbledore.
-Quien
podría creer que tres estudiantes de primer año pudieran descubrir lo que guardábamos
en el castillo ese año- se defendió la profesora con un dejó de orgullo en su
vos, ya que los tres pertenecían a su casa.
—¿Cómo es que sabes...? —farfulló.
—Profesora, creo... sé... que Sna... que
alguien va a tratar de robar la Piedra. Tengo que hablar con el profesor Dumbledore.
La profesora lo miró entre impresionada y
suspicaz.
—El profesor Dumbledore regresará mañana
—dijo finalmente—. No sé cómo habéis descubierto lo de la Piedra, pero quedaos
tranquilos. Nadie puede robarla, está demasiado bien protegida.
—Pero profesora...
—Harry sé de lo que estoy hablando —dijo en
tono cortante. Se inclinó y recogió sus libros—. Os sugiero que salgáis y
disfrutéis del sol.
-Lamento
n haberlos tomado con más seriedad joven Potter- expreso Minerva.
-Descuide
profesora no hay problema- le restó importancia el azabache.
-Viéndolo
de su punto de vista, su comportamiento fue perfectamente normal- dijo Hermione
sin sorprender a nadie.
Pero no lo hicieron.
-Obviamente-
exclamaron los merodeadores, los dos pares de gemelos y las madres de los
implicados, los primeros con cierto orgullo y las ultimas con preocupación.
—Será esta noche —dijo Harry una vez que se
aseguraron de que la profesora McGonagall no podía oírlos—. Snape pasará por la
trampilla esta noche. Ya ha descubierto todo lo que necesitaba saber y ahora ha
conseguido quitar de en medio a Dumbledore. Él envió esa nota, seguro que el
ministro de Magia tendrá una verdadera sorpresa cuando aparezca Dumbledore.
—Pero ¿qué podemos...?
Hermione tosió. Harry y Ron se volvieron.
Snape estaba allí.
-Bien hecho
chiquilla.- felicito Alastor-sin duda ustedes tres se completan muy bien- y
todos tuvieron que aceptar que era cierto.
—Buenas tardes —dijo amablemente. Lo miraron
sin decir nada.
—No deberíais estar dentro en un día así
—dijo con una rara sonrisa torcida.
—Nosotros... —comenzó Harry, sin idea de lo
que diría.
—Debéis ser más cuidadosos —dijo Snape—. Si
os ven andando por aquí, pueden pensar que vais a hacer alguna cosa mala. Y
Gryffindor no puede perder más puntos, ¿no es cierto?
-Eso
solo ara que desconfíen más de él- exclamo Lily.
-¿Y cómo
no?, si parece que solo está buscando excusas para castigarlos- atajo Sirius.
Harry se ruborizó. Se dieron media vuelta
para irse, pero Snape los llamó.
—Ten cuidado, Potter, otra noche de
vagabundeos y yo personalmente me encargaré de que te expulsen. Que pases un
buen día.
-Tu que
le haces algo a mi hijo y yo que te destoso la cara Severus.
-Él es un
infractor de las reglas Potter, no me culpes a mí por las fallas de tu hijo
-De la
misma forma en que tú no juzgas a Harry por las acciones de su padre- reclamo Lily,
ella no deseaba atacarlo, pero ese comentario estaba lleno de hipocresía de su
parte.
Se alejó en dirección a la sala de
profesores.
Una vez fuera, en la escalera de piedra,
Harry se volvió hacia sus amigos.
—Bueno, esto es lo que tenemos que hacer
—susurró con prisa—. Uno de nosotros tiene que vigilar a Snape, esperar fuera
de la sala de profesores y seguirlo si sale. Hermione, mejor que eso lo hagas tú.
—¿Por qué yo?
—Es obvio —intervino Ron—. Puedes fingir que
estás esperando al profesor Flitwick, ya sabes cómo —la imitó con voz aguda—:
«Oh, profesor Flitwick, estoy tan preocupada, creo que tengo mal la pregunta
catorce b...».
Muchos
se rieron por la burda imitación de Ron.
—Oh, cállate —dijo Hermione, pero estuvo de
acuerdo en ir a vigilar a Snape.
—Y nosotros iremos a vigilar el pasillo del
tercer piso —dijo Harry a Ron—. Vamos.
Pero aquella parte del plan no funcionó. Tan
pronto como llegaron a la puerta que separaba a Fluffy del resto del colegio,
la profesora McGonagall apareció otra vez, salvo que ya había perdido la
paciencia.
—Supongo que creeréis que sois los mejores
para vencer todos los encantamientos —dijo con rabia—. ¡Ya son suficientes tonterías!
Si me entero de que habéis vuelto por aquí, os quitaré otros cincuenta puntos
para Gryffindor. ¡Sí, Weasley, de mi propia casa!
-Está siendo
muy injusta profesora- expreso Frank que nunca había visto actuar así a la
profesora.
-Además
no es cualquier mago de quinta el que quiere robar la piedra- agregó Ted
Harry y Ron regresaron a la sala común. Justo
cuando Harry acababa de decir: «Al menos Hermione está detrás de Snape», el
retrato de la Dama Gorda se abrió y apareció la muchacha.
—¡Lo siento, Harry! —se quejó—. Snape
apareció y me preguntó qué estaba haciendo, así que le dije que esperaba al
profesor Flitwick. Snape fue a buscarlo, yo tuve que irme y no sé adónde habrá
ido Snape.
-Tan
perfectamente desastroso para crear planes como tu padre ahijado.
James
le había contestado, pero no estaba en condiciones de hacerlo, con Dumbledore
fuera del colegio, su simple pan de vigilancia frustrado, y con McGonagall sin
creerles lo que ocurre lista para castigarlos, solo quedaba una opción, una que
a Lily no le agradaría en lo absoluto.
—Bueno, no queda otro remedio, ¿verdad?
Los otros dos lo miraron asombrados. Estaba
pálido y los ojos le brillaban.
—Iré esta noche y trataré de llegar antes y
conseguir la Piedra.
-¡¡No!!-
grito nuevamente Lily levantándose de la silla- ¡¡ ¿cómo puedes creer que tú
puedes hacer algo Harry James Potter? lo que custodia la piedra no son simples
juegos!!
-Pero
en ese momento no se me ocurrió otra opción, ya oíste lo que dijo de la
profesora, ella no nos creería.
-¡¡De
cualquier forma, como se les pudo ocurrir eso, esa no es su responsabilidad!!- reitero
pero ahora dirigiéndose a los tres.
-Lily,
tranquilízate
-¡¡Tú
no me digas nada James Potter, o de donde crees que saco lo temerario sino de
tus malditos genes!!
-Señorita
Evans, lo mejor será que se tranquilice, y continuemos con la lectura- hablo Dumbledore
conciliadoramente. Muy a su pesar la pelirroja respiro hondo y volvió a tomar
asiento, y entonces Alastor pudo continuar.
—¡Estás loco! —dijo Ron.
—¡No puedes! —dijo Hermione—. ¿Después de
todo lo que han dicho Snape y McGonagall? ¡Te van a expulsar!
Algunos
sonrieron por las prioridades de la chica.
—¿Y qué? —gritó Harry—. ¿No comprendéis? ¡Si
Snape consigue la Piedra, es la vuelta de Voldemort! ¿No habéis oído cómo eran
las cosas cuando él trataba de apoderarse de todo? ¡Ya no habrá ningún colegio
para que nos expulsen! ¡Lo destruirá o lo convertirá en un colegio para las
Artes Oscuras!
Dumbledore
frunció el ceño, el no permitiría una atrocidad como esa mientras tuviera vida
suficiente para impedirlo.
¿No os dais cuenta de que perder puntos ya no
importa? ¿Creéis que él dejará que vosotros y vuestras familias estéis
tranquilos, si Gryffindor gana la copa de la casa? Si me atrapan antes de que
consiga la Piedra, bueno, tendré que volver con los Dursley y esperar a que
Voldemort me encuentre allí. Será sólo morir un poquito más tarde de lo que
debería haber muerto,
Lily y
James se abrazaron en ese momento, les disgustaba de sobre manera como el chico
hablaba sin tabúes de su propia muerte, como si se tratara de algo tan simpe a
como se oía.
Porque nunca me pasaré al lado tenebroso. Voy
a entrar por esa trampilla, esta noche, y nada de lo que digáis me detendrá.
Voldemort mató a mis padres, ¿lo recordáis?
Unas
pocas lagrimas se deslizaron por el rostro de sus padres, y pese a lo peligros
que podría enfrentar, estaban orgullosos de su comportamiento. Otro que lo
miraba con orgullo era Dumbledore, si bien era cierto que la perdida de sus
pares le proporcionaba un gran dolor, también le daba fuerzas para seguir, ese
amor es él lo que había protegido cunado niño y lo que lo seguía cuidando.
Los miró con furia.
—Tienes razón, Harry —dijo Hermione, casi sin
voz.
—Voy a llevar la capa invisible —dijo Harry—.
Es una suerte haberla recuperado.
—Pero ¿nos cubrirá a los tres? —preguntó Ron.
—¿A... nosotros tres?
-¿En
verdad creíste que te dejarían ir solo?- se aventuró Sirius.
-Ya
pasaron la prueba del trol, no te dejaran solo porque algo paresa peligroso-
exclamo Marlene.
-Es así
como se mide a los amigos- termino el animago.
—Oh, vamos, ¿no pensarás que te vamos a dejar
ir solo?
—Por supuesto que no —dijo Hermione con voz
enérgica—. ¿Cómo crees que vas a conseguir la Piedra sin nosotros? Será mejor
que vaya a buscar en mis libros, tiene que haber algo que nos sirva...
A todos
les sorprendió el cambio de actitud de la joven que susurro tenuemente hace
unos momentos.
—Pero si nos atrapan, también os expulsarán a
vosotros.
—No, si yo puedo evitarlo —dijo Hermione con
severidad—. Flitwick me dijo en secreto que en su examen tengo ciento doce
sobre cien. No me van a expulsar después de eso.
-Valla,
te superaron Lupin, tu sacaste ciento nueve sobre cien- exclamo Sirius.
-¿Es en
serio?- se impresiono Dora viendo como el hombre asentía- entonces le pedí ayuda
a un buen maestro- le alago la joven regalándole una hermosa sonrisa que fue
correspondida.
Alastor
relato como el trio fue esperando a que la sala común se vaciara para que
pudieran hacer lo suyo.
—Será mejor que vayas a buscar la capa
—murmuró Ron, mientras Lee Jordan finalmente se iba, bostezando y
desperezándose. Harry corrió por las escaleras hasta su dormitorio oscuro. Sacó
la capa y entonces su mirada se fijó en la flauta que Hagrid le había regalado
para Navidad. La guardó para utilizarla con Fluffy: no tenía muchas ganas de
cantar...
-y no
creo que nadie haya querido escucharte.
-¡Sirius,
comportante!- lo regaño Lily.
Regresó a la sala común.
—Es mejor que nos pongamos la capa aquí y nos
aseguremos de que nos cubra a los tres... si Filch descubre a uno de nuestros
pies andando solo por ahí...
—¿Qué vais a hacer? —dijo una voz desde un
rincón. Neville apareció detrás de un sillón, aferrado al sapo Trevor, que
parecía haber intentado otro viaje a la libertad.
-Un obstáculo-
exclamo james.
-Si pero
no es muy importante-exclamo Sirius recibiendo un golpe por parte de Marlene.-
auch, que fue eso McKinnon.
-Para
seas más sensible animal- señalo con la vista a Alice y Frank que lo veían mal
por el cometario a su hijo.
-Lo
siento chico- se disculpó con Neville.
-No
importa, después de todo ya tuvo su castigo-comentó este.
—Nada, Neville, nada —dijo Harry, escondiendo
la capa detrás de la espalda.
Neville observó sus caras de culpabilidad.
—Vais a salir de nuevo —dijo.
-Muy
preceptivo hijo- dijo Frank.
—No, no, no —aseguró Hermione—. No, no
haremos nada. ¿Por qué no te vas a la cama, Neville?
-Necesitan
aprender a hacer mejor las cosas chicos, de esa forma nunca les creerá nada-
aseguro james.
Harry miró al reloj de pie que había al lado
de la puerta. No podían perder más tiempo, Snape ya debía de estar haciendo
dormir a Fluffy.
—No podéis iros —insistió Neville—. Os
volverán a atrapar. Gryffindor tendrá más problemas.
—Tú no lo entiendes —dijo Harry—. Esto es
importante.
-Ahora
lo sé-aseguro el chico- pero por otro lado lo que estaban haciendo era en
contra de las reglas.
-Ya lo
sabemos colega, pero el que lo recuerdes solo las hace estar más enojadas-
aseguro Ron señalando a las pelirrojas madres.
Pero era evidente que Neville haría algo
desesperado.
—No dejaré que lo hagáis —dijo, corriendo a
ponerse frente al agujero del retrato—. ¡Voy... voy a pelear con vosotros!
—¡Neville! —estalló Ron—. ¡Apártate de ese
agujero y no seas idiota!
—¡No me llames idiota! —dijo Neville—. ¡No me
parece bien que sigáis faltando a las reglas! ¡Y tú fuiste el que me dijo que
hiciera frente a la gente!
-Ándale
hermanito, a ver si sigues aconsejando a la gente- comentó Fred en burla pero
recibiendo un golpe de su madre.
-Ron
hizo lo correcto al decirle que debía enfrentar sus problemas Fred- le rebatió
Molly.
-Pero
se les volteo en su contra.
-Eso no
importa George.
—Sí, pero no a nosotros —dijo irritado Ron—.
Neville, no sabes lo que estás haciendo.
Dio un paso hacia Neville y el chico dejó
caer al sapo Trevor, que desapareció de la vista.
—¡Ven entonces, intenta pegarme! —dijo
Neville, levantando los puños—. ¡Estoy listo!
Fran no
pudo evitar sentirse conforme con la valentía de su hijo, aunque no sabía si en
ese momento estaba haciendo bien o mal.
Harry se volvió hacia Hermione.
—Haz algo —dijo desesperado. Hermione dio un
paso adelante.
—Neville —dijo—, de verdad, siento mucho,
mucho, esto.
-Y aun
lo sigo sintiendo Neville- exclamó la castaña
-Descuida,
ahora comprendo porque hicieron lo que hicieron- le aseguro el chico recordando
lo complicado que fue el tiempo en el que era la cabeza de la rebelión en
Hogwarts.
Levantó la varita.
—¡Petrificus totalus! —gritó, señalando a
Neville.
Los brazos de Neville se pegaron a su cuerpo.
Sus piernas se juntaron. Todo el cuerpo se le puso rígido, se balanceó y luego
cayó bocabajo, rígido como un tronco.
-Hermione-
reclamo Alice a la castaña.
-Disculpe
señora Longbottom- le dijo a la mujer.
-Un
hechizo perfectamente hecho señorita Granger- la felicito el profesor Flitwick
-Sin
duda será una gran promesa para su generación- aseguro Slughorn viéndola como
otra de sus eminencias.
Hermione corrió a darle la vuelta. Neville
tenía la mandíbula rígida y no podía hablar. Sólo sus ojos se movían,
mirándolos horrorizado.
—¿Qué le has hecho? —susurró Harry.
—Es la Inmovilización Total —dijo Hermione
angustiada—. Oh, Neville, lo siento tanto...
—Lo comprenderás después, Neville —dijo Ron,
mientras se alejaban para cubrirse con la capa invisible.
-Y lo
dejaron ahí solo- increpo Alice.
-Bueno mi
amor, debes aceptar que es mejor que a donde van- trato de calmarla sin pensar-
creo que no debí decir eso- rápidamente volteo hacia los Potter que se tensaron
en su lugar.
Pero dejar a Neville inmóvil en el suelo no
parecía un buen augurio. En aquel estado de nervios, cada sombra de una estatua
les parecía que era Filch, y cada silbido lejano del viento les parecía Peeves
que los perseguía.
-Sería
una verdadera desgracia toparse con Peeves en ese momento, o por lo minino con
esa gata endemoniada de Filch- comento james.
Los
tres del futuro se vieron con complicidad, ya que eso fue justamente lo había
ocurrido.
Al pie de la primera escalera, divisaron a la
Señora Norris.
—Oh, vamos a darle una patada, sólo una vez
—murmuró Ron en el oído de Harry, que negó con la cabeza. Mientras pasaban con
cuidado al lado de la gata, ésta volvió la cabeza con sus ojos como linternas,
pero no los vio.
-Yo aún
pienso que deberíamos…
-Entonces
nos habrían descubierto Ron-exclamo Harry
-Y los
abrían castigado o expulsado- segundo Lily.
-Además
nadie hubiera sabido que lo hicieron- razono Nymphadora.
-Sí,
pero eso no les quita la satisfacción de patearla, o no pelirrojo- dijo sirius
a lo que Ron sonrió en aprobación.
-Ustedes
son demasiado parecidos para el bien del chico- exclamo Marlene.
No se encontraron con nadie más, hasta que
llegaron a la escalera que iba al tercer piso. Peeves estaba flotando a mitad
de camino, aflojando la alfombra para que la gente tropezara.
-James,
la próxima vez que pienses en algo, no nos lo digas- comentó Lupin.
-Por lo
visto Potter tiene algo de vidente- continuo dora- aunque solo puede predecir
el desastre.
-Eso no
es cierto- lo defendió Lily- él no puede predecir el desastre, solamente lo
atrae con su malas vibras.
-Gracias
Lily, ¡oye!, ¿cómo estuvo la última parte?
-No te
enojes, sabes bien que es cierto.
El azabache
no quiso responderle nada, la situación era demasiado tensa y eso ayudado a que
su pelirroja liberara el estrés entonces recibiría todos los ataques de sus
labios con estoicismo.
—¿Quién anda por ahí? —dijo súbitamente,
mientras subían hacia él. Entornó sus malignos ojos negros—. Sé que estáis
aquí, aunque no pueda veros. ¿Aparecidos, fantasmas o estudiantillos
detestables?
Se elevó en el aire y flotó, mirándolos de
soslayo.
—Llamaré a Filch, debo hacerlo, si algo anda
por ahí y es invisible.
-Ese protegéis
será un problema- exclamo Sirius-tienen que pensar rápido o todo se ira a la
mier…
-¡¡Sirius!!-
le reclamo Marlene- que lenguaje es ese.
-El
único que conozco McKinnon- le respondió divertido.
Harry tuvo súbitamente una idea.
—Peeves —dijo en un ronco susurró—, el Barón
Sanguinario tiene sus propias razones para ser invisible.
Peeves casi se cayó del aire de la impresión.
Se sostuvo a tiempo y quedó a unos centímetros de la escalera.
Varios
soltero una riza por la idea del joven, suplantar al único ser a quien obedece,
y asustarlo con eso era algo que ni a los merodeares se les había ocurrido.
-Bueno,
al parecer eso les ayudara a pasar a Peeves- comento Lupin.
-Pues
si mi estimado lunático, eso ni siquiera a ti se te había ocurrido- miro en dirección
a su sobrina- ya no es tan perfecto he.
-No,
aun lo sigue siendo, pero es mucho pedir que lo sepa todo- lo abrazo con un
brazo mientras sostenía a Teddy con el otro- además el hacía muchas cosas que
tu dentro de su grupo.
-Por lo
que eres mucho más imperfecto que yo- le aseguró Remus siguiendo el juego.
-Hay,
cuando ustedes dos se unen se vuelven insoportables- rebatió el oji gris-
Alastor podrías continuar.
—Lo siento mucho, sanguinaria señoría —dijo
en tono meloso—. Fue por mi culpa, ha sido una equivocación... no lo vi... por
supuesto que no, usted es invisible, perdone al viejo Peeves por su broma,
señor.
—Tengo asuntos aquí, Peeves —gruñó Harry—.
Manténte lejos de este lugar esta noche.
—Lo haré, señoría, desde luego que lo haré
—dijo Peeves, elevándose otra vez en el aire—. Espero que los asuntos del señor
barón salgan a pedir de boca, yo no lo molestaré.
Y desapareció.
-Eso
fue genial ahijado- lo felicito Sirius- ya sabía que debía tener los genes
merodeadores en algún lado.
—¡Genial, Harry! —susurró Ron.
Unos pocos segundos más tarde estaban allí,
en el pasillo del tercer piso. La puerta ya estaba entreabierta.
-Ya ha
tomado ventaja, ahora será una carrera contra el tiempo- se aventuró Frank
—Bueno, ya lo veis —dijo Harry con calma—.
Snape ya ha pasado ante Fluffy.
Ver la puerta abierta les hizo tomar plena
conciencia de aquello a lo que tenían que enfrentarse. Por debajo de la capa,
Harry se volvió hacia los otros dos.
—Si queréis regresar, no os lo reprocharé
—dijo—. Podéis llevaros la capa, no la voy a necesitar.
—No seas estúpido —dijo Ron.
—Vamos contigo —dijo Hermione.
-No
importa lo que pase, ellos no te dejara afrontar todo eso solo, créeme, se dé
hablo- comentó Remus viendo a sus amigos, cuantas veces les pidió que lo
dejaran solo en la luna llena, y al día siguiente despertaba con ellos a su
lado con su forma animaga.
-A mí
no me complace que estés haciendo eso Ronald- aseguro Molly- pero al menos lo
haces para cuidar a tus amigos- aseguro antes de darle un ,maternal abrazo, sin
duda se sentía orgullosa de su hijo.
Lily
los veía con lágrimas contenidas, ya que nada podría evitar lo que estaban a
punto de hacer, se sentía mejor al saber que por lo menos su hijo los tendría a
ellos a su lado, sea lo que se cambiaran del futuro, trataría de tuviera esa
amistad.
Harry empujó la puerta.
Cuando la puerta crujió, oyeron unos
gruñidos. Los tres hocicos del perro olfateaban en dirección a ellos, aunque no
podía verlos.
—¿Qué tiene en los pies? —susurró Hermione.
—Parece un arpa —dijo Ron—. Snape debe de
haberla dejado ahí.
—Debe despertarse en el momento en que se
deja de tocar —dijo Harry—. Bueno, empecemos...
Se llevó a los labios la flauta de Hagrid y
sopló. No era exactamente una melodía, pero desde la primera nota los ojos de
la bestia comenzaron a cerrarse. Harry casi ni respiraba. Poco a poco, los gruñidos
se fueron apagando, se balanceó, cayó de rodillas y luego se derrumbó en el
suelo, profundamente dormido.
-Por lo
menos mi obsequio fue de utilidad- comentó el semi gigante.
-Y que
bueno que justamente le regalaste eso, imaginan que habría pasado si hubiera
dado un abrigo como el de usa.
-¡¿Eso
es lo más inteligente que se te ocurrió decir Black?!- le reclamo Alastor- ¡cierra
la boca!- agregó cuando vio que quería hablar- ¡y abre los oídos!
—Sigue tocando —advirtió Ron a Harry,
mientras salía de la capa y se arrastraba hasta la trampilla. Podía sentir la
respiración caliente y olorosa del perro, mientras se aproximaba a las
gigantescas cabezas.
—Creo que podemos abrir la trampilla —dijo
Ron, espiando por encima del lomo del perro—. ¿Quieres ir delante, Hermione?
-Justo
ahí te pones de caballeroso hermanito-ironizo Fred.
-Y
luego porque dicen que no eres sensible- apoyo George.
-¡O
cierren la boca!- les exigió Ron.
—¡No, no quiero!
—Muy bien. —Ron apretó los dientes y anduvo
con cuidado sobre las patas del perro. Se inclinó y tiró de la argolla de la
trampilla, que se levantó y abrió.
—¿Qué puedes ver? —preguntó Hermione con
ansiedad.
—Nada... sólo oscuridad... no hay forma de
bajar, hay que dejarse caer.
Harry, que seguía tocando la flauta, hizo un
gesto para llamar la atención de Ron y se señaló a sí mismo.
—¿Quieres ir primero? ¿Estás seguro? —dijo
Ron—. No sé cómo es de profundo ese lugar. Dale la flauta a Hermione, para que
pueda seguir haciéndolo dormir.
-Y porque
no lo haces tú hermanito- lo pico George.
-Por
qué lo más seguro es que yo hubiera sacado simple ruido, y eso pudo haber
despertado al perro- se justificó.
Harry le entregó la flauta y, en esos
segundos de silencio, el perro gruñó y se estiró, pero en cuanto Hermione
comenzó a tocar volvió a su sueño profundo.
Harry se acercó y miró hacia abajo. No se
veía el fondo.
Se descolgó por la abertura y quedó
suspendido de los dedos. Miró a Ron y dijo:
—Si algo me sucede, no sigáis. Id
directamente a la lechucería y enviad a Hedwig a Dumbledore. ¿De acuerdo?
-Claro,
porque esa idea no era buena ejecutarla desde el principio- ironizo molesta Lily.
-Lo siente
mamá, es en su momento…
-no
pensaste en esa opción, si lo sé- aseguro ella- me molesta pero lamentablemente
no me extraña.
—De acuerdo —respondió Ron.
—Nos veremos en un minuto, espero...
Y Harry se dejó caer. Frío, aire húmedo
mientras caía, caía, caía y…
¡PAF! Aterrizó en algo mullido, con un ruido
suave y extraño. Se incorporó y miró alrededor, con ojos desacostumbrados a la
penumbra. Parecía que estaba sentado sobre una especie de planta.
-Sprout-
dijo Alice sorprendiendo a todos.- esa debe ser el obstáculo de la profesora Sprout
-En ese
caso debe de alejarse de ahí cuanto antes, no creo que sea una simple planta
decorativa- aventuro Remus.
—¡Todo bien! —gritó al cuadradito de luz del
tamaño de un sello, que era la abertura de la trampilla—. ¡Fue un aterrizaje
suave, puedes saltar!
Ron lo siguió de inmediato. Aterrizó al lado
de Harry
—¿Qué es esta cosa? —fueron sus primeras
palabras.
—No sé, alguna clase de planta. Supongo que
está aquí para detener la caída. ¡Vamos, Hermione!
-Sabes
que esa idea suena…- comenzó Draco
-Estúpida-
termino en su lugar Harry- lo sé, en
retrospectiva debí imagíname que esa planta debía tener un uso diferente.
-En
especial después de pasar por el perro de tres cabezas.
La música lejana se detuvo. Se oyó un fuerte
ladrido, pero Hermione ya había saltado. Cayó al otro lado de Harry.
—Debemos de estar a kilómetros debajo del
colegio —dijo la niña.
—Me alegro de que esta planta esté aquí —dijo
Ron.
—¿Te alegras? —gritó Hermione—. ¡Miraos!
Hermione saltó y chocó contra una pared
húmeda. Tuvo que luchar porque, en el momento en que cayó, la planta comenzó a
extenderse como una serpiente para sujetarle los tobillos. Harry y Ron,
mientras tanto, ya tenían las piernas totalmente cubiertas, sin que se hubieran
dado cuenta.
-¡Lazo
del diablo, esa planta es un laso del diablo!- apremio Alice- esa es una de las
plantas más peligrosas que existen.
-¡Oh
por merlín, deben liberarse de esa cosa, y alejarse lo más que puedan!- exclamo
preocupada Lily mientras apretaba el brazo de su novio.
Hermione pudo liberarse antes de que la planta
la atrapara. En aquel momento miraba horrorizada, mientras los chicos luchaban
para quitarse la planta de encima, pero mientras más luchaban, la planta los
envolvía con más rapidez.
—¡Dejad de moveros! —ordenó Hermione—. Sé lo
que es esto. ¡Es Lazo del Diablo!
-Si eso
es de mucha ayuda.
-Sirius-
le reclamo Marlene que también estaba muy inquieta por lo que leían.
—Oh, me alegro mucho de saber cómo se llama,
es de gran ayuda —gruñó Ron, tratando de evitar que la planta trepara por su
cuello.
—¡Calla, estoy tratando de recordar cómo
matarla! —dijo Hermione.
—¡Bueno, date prisa, no puedo respirar!
—jadeó Harry, mientras la planta le oprimía el pecho.
—Lazo del Diablo, Lazo del Diablo... ¿Qué
dijo el profesor Sprout?... Le gusta la oscuridad y la humedad...
-¡Eso
es!, tienen que encender fuego- dijo de inmediato Lily como si todo estuviera ocurriendo
en ese momento.
—¡Entonces enciende un fuego! —dijo Harry.
—Sí... por supuesto... ¡pero no tengo madera!
—gimió Hermione, retorciéndose las manos.
-¿Madrera?,
¿es en serio?- se impaciento Sirius.
-Eres
muy lista, pero parece que no puedes pensar bien bajo presión- comento Draco.
-¡Aun así,
es una bruja!- atajo nuevamente Sirius.
-Que vivió
como una muggles toda su vida, no puedes esperar que en un solo año cambie su
forma de pensar y ver el mundo- la justifico Marlene.
—¿TE HAS VUELTO LOCA? —preguntó Ron—. ¿ERES
UNA BRUJA O NO?
—¡Oh, de acuerdo! —dijo Hermione. Agitó su
varita, murmuró algo y envió a la planta unas llamas azules como las que había
utilizado con Snape. En segundos, los dos muchachos sintieron que se aflojaban
las ligaduras, mientras la planta se retiraba a causa de la luz y el calor.
Retorciéndose y alejándose, se desprendió de sus cuerpos y pudieron moverse.
Las
madres pudieron reparar con tranquilidad después de eso, aunque sabían que solo
sería por un momento.
—Me alegro de que hayas aprendido bien
Herbología, Hermione —dijo Harry, mientras se acercaba a la pared, secándose el
sudor de la cara.
—Sí —dijo Ron—, y yo me alegro de que Harry
no pierda la cabeza en las crisis. Porque eso de «no tengo madera»...
francamente...
-No es
posible que una persona lo sepa todo- comenzó Remus- pero me alegra que ustedes
puedan compensar las fuerzas y debilidades del otro.
—Por aquí —dijo Harry, señalando un pasadizo
de piedra que era el único camino.
Lo único que podían oír, además de sus pasos,
era el goteo del agua en las paredes. El pasadizo bajaba oblicuamente y Harry
se acordó de Gringotts. Con un desagradable sobresalto, recordó a los dragones
que decían que custodiaban las cámaras, en el banco de los magos. Si
encontraban un dragón, un dragón más grande... Con Norberto ya habían tenido
suficiente...
-No, no
hay un dragón ahí ¿verdad?- pregunto con miedo Lily, pues ya sabía que Norberto
no era único dragón que vieron en su vida.
-No,
ninguno de los profesores utilizo algo así- bien, eso la tranquilizo un poco.
—¿Oyes algo? —susurró Ron.
Harry escuchó. Un leve tintineo y un crujido,
que parecían proceder de delante.
—¿Crees que será un fantasma?
—No lo sé... a mí me parecen alas.
Alastor
describió la siguiente sala y los curiosos pájaros que había adentro.
—¿Crees que nos atacarán si cruzamos la
habitación? —preguntó Ron.
—Es probable —contestó Harry—. No parecen muy
malos, pero supongo que si se tiran todos juntos... Bueno, no hay nada que
hacer... voy a correr.
Todos
esperaban con ansias la reacción de esos pájaros preguntándose de cuál de los
profesores era esa prueba
Respiró profundamente, se cubrió la cara con
los brazos y cruzó corriendo la habitación. Esperaba sentir picos agudos y
garras desgarrando su cuerpo, pero no sucedió nada. Alcanzó la puerta sin que
lo tocaran. Movió la manija, pero estaba cerrada con llave.
Los otros dos lo imitaron. Tiraron y
empujaron, pero la puerta no se movía, ni siquiera cuando Hermione probó con su
hechizo de Alohomora.
-No
servirá de nada- comento Flitwick- si el objetivo es que no pasen, la puerta no
se abrirá con un hechizo tan simple.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Ron.
—Esos pájaros... no pueden estar sólo por
decoración —dijo Hermione.
Todos estuvieron
de acuerdo con el pensamiento del chico, pero que tenían que hacer exactamente
con ellos.
Observaron los pájaros, que volaban sobre sus
cabezas, brillando... ¿Brillando?
—¡No son pájaros! —dijo de pronto Harry—.
¡Son llaves! Llaves aladas, mirad bien. Entonces eso debe significar... —Miró
alrededor de la habitación, mientras los otros observaban la bandada de
llaves—. Sí... mirad ahí. ¡Escobas! ¡Tenemos que conseguir la llave de la
puerta!
—¡Pero hay cientos de llaves!
-Eso
será un problema- comentó Ted.
Ron examinó la cerradura de la puerta.
—Tenemos que buscar una llave grande,
antigua, de plata, probablemente, como la manija.
-Nada
mal Ron- lo felicito Bill- pero entonces eso quiere decir que esa es la prueba
de Flitwick.
-En ese
caso ya la pasaron- aseguro Lily sorprendiendo a muchos- con los genes de este
obsesivo del quidditch, será cuestión de segundos que puedan obtener la llave.
Su novio
la vio con ternura mientras le daba un beso en la mejilla, ella tenía razón (como
siempre) eso sería más fácil para ellos de lo que sería para cualquier otro.
Cada uno cogió una escoba y de una patada
estuvieron en el aire, remontándose entre la nube de llaves. Trataban de
atraparlas, pero las llaves hechizadas se movían tan rápidamente que era casi
imposible sujetarlas.
Pero no por nada Harry era el más joven
buscador del siglo. Tenía un don especial para detectar cosas que la otra gente
no veía. Después de unos minutos moviéndose entre el remolino de plumas de
todos los colores, detectó una gran llave de plata, con un ala torcida, como si
ya la hubieran atrapado y la hubieran introducido con brusquedad en la cerradura.
—¡Es ésa! —gritó a los otros—. Esa grande...
allí... no, ahí... Con alas azul brillante... las plumas están aplastadas por
un lado.
-Eso
quiere decir que ya fue atrapada- comentó Dora con algo de preocupación.
Ron se lanzó a toda velocidad en aquella
dirección, chocó contra el techo y casi se cae de la escoba.
-¡Cuidado
Ron!- exclamo la señora Weasley.
-Solo
con velocidad no lograran atraparla- razono James- deben pensar en algo más
elaborado.
—¡Tenemos que encerrarla! —gritó Harry, sin
quitar los ojos de la llave con el ala estropeada—. Ron, ven desde arriba,
Hermione, quédate abajo y no la dejes descender. Yo trataré de atraparla. Bien:
¡AHORA!
Ron se lanzó en picado, Hermione subió en
vertical, la llave los esquivó a ambos, y Harry se lanzó tras ella. Iban a toda
velocidad hacia la pared, Harry se inclinó hacia delante y, con un ruido
desagradable, la aplastó contra la piedra con una sola mano. Los vivas de Ron y
Hermione retumbaron por la habitación.
-¡Muy
bien hijo!- lo felicito James mientras se ponía de pie- serás un excelente
capitán cuando te den ese puesto.
-No es
seguro que lo nombren capitán cornamenta- razono Lupin.
-Pero
claro que si lo será lunático, después de todo es mucho mejor que yo- lo dijo
con evidente orgullo sorprendiendo a más de uno.
-Valla,
nunca creí que te alegraras de que hubiera alguien mejor que tu- ironizo Lily.
-Solo
si se tratara de mi hijo, pelirroja- se sentó y la abrazo por los hombros- de
nuestro hijo- agrego antes de besarla en los labios.
Aterrizaron rápidamente y Harry corrió a la
puerta, con la llave retorciéndose en su mano. La metió en la cerradura y le
dio la vuelta... Funcionaba. En el momento en que se abrió la cerradura, la
llave salió volando otra vez, con aspecto de derrotada, pues ya la habían
atrapado dos veces.
—¿Listos? —preguntó Harry a los otros dos,
con la mano en la manija de la puerta. Asintieron. Abrió la puerta.
La
incertidumbre llego rápidamente a ellos de nuevo, de quien sería la siguiente
prueba y en qué consistiría.
La habitación siguiente estaba tan oscura que
no pudieron ver nada. Pero cuando estuvieron dentro la luz súbitamente inundó
el lugar, para revelar un espectáculo asombroso.
Estaban en el borde de un enorme tablero de
ajedrez, detrás de las piezas negras, que eran todas tan altas como ellos y
construidas en lo que parecía piedra. Frente a ellos, al otro lado de la
habitación, estaban las piezas blancas. Harry, Ron y Hermione se estremecieron:
las piezas blancas no tenían rostros.
-McGonagall-
exclamaron Lily y los merodeadores- ese tablero debe ser obra de la profesora McGonagall-
continuo James.
-Eso
quiere decir que deberán jugar para pasar- razono Lupin.
-Pero,
no será como el ajedrez mágico, o si- te tenso la metamorfomaga.
-Es lo
más probable- aseguro Lily abrazando a James de la preocupación- y ellos
deberán ser piezas, o no sería un verdadero desafío- se lamentó la mujer.
—¿Ahora qué hacemos? —susurró Harry
—Está claro, ¿no? —dijo Ron—. Tenemos que
jugar para cruzar la habitación.
Detrás de las piezas blancas pudieron ver
otra puerta.
—¿Cómo? —dijo Hermione con nerviosismo.
—Creo —contestó Ron— que vamos a tener que
ser piezas.
Se acercó a un caballero negro y levantó la
mano para tocar el caballo. De inmediato, la piedra cobró vida. El caballo dio
una patada en el suelo y el caballero se levantó la visera del casco, para
mirar a Ron.
—¿Tenemos que... unirnos a ustedes para poder
cruzar?
El caballero negro asintió con la cabeza. Ron
se volvió a los otros dos.
-Una
vez, no podría estar equivocada ¡una maldita vez!- se recrimino la pelirroja
molesta.
-Tranquila
cariño, recuerda que tiene a Ron.
-Es
cierto, el único que ha podido presentarle batalla en el ajedrez ha sido Remus-
aseguro Bill.
—Esto hay que pensarlo... —dijo—. Supongo que
tenemos que ocupar el lugar de tres piezas negras.
Harry y Hermione esperaron en silencio,
mientras Ron pensaba. Por fin dijo:
—Bueno, no os ofendáis, pero ninguno de
vosotros es muy bueno en ajedrez...
—No nos ofendemos —dijo rápidamente Harry—.
Simplemente dinos qué tenemos que hacer.
—Bueno, Harry, tú ocupa el lugar de ese alfil
y tú, Hermione, ponte en lugar de esa torre, al lado de Harry.
—¿Y qué pasa contigo?
—Yo seré un caballo.
Tanto
Remus como el señor Weasley se tensaron al escuchar eso, el caballo suele ser
una pieza muy útil, pero muy frecuentemente se usa para defender otras piezas o
ser sacrificado por el bien del juego.
Las piezas parecieron haber escuchado porque,
ante esas palabras, un caballo, un alfil y una torre dieron la espalda a las
piezas blancas y salieron del tablero, dejando libres tres cuadrados que Harry,
Ron y Hermione ocuparon.
—Las blancas siempre juegan primero en el
ajedrez —dijo Ron, mirando al otro lado del tablero—. Sí... mirad.
Un peón blanco se movió hacia delante.
Ron comenzó a dirigir a las piezas negras. Se
movían silenciosamente cuando los mandaba. A Harry le temblaban las rodillas.
¿Y si perdían?
-No debes
pensar en eso Harry- le dijo con apremio Lily- que Merlín me perdone por lo que
diré, pero debes estar atento a lo que pasa, no puedes darte el lujo de distraerte
y pensar en esas cosas.
—Harry... muévete en diagonal, cuatro
casillas a la derecha.
La primera verdadera impresión llegó cuando
el otro caballo fue capturado. La reina blanca lo golpeó contra el tablero y lo
arrastró hacia fuera, donde se quedó inmóvil, bocabajo.
—Tuve que dejar que sucediera —dijo Ron,
conmovido—. Te deja libre para coger ese alfil. Vamos, Hermione.
-El ca…
caballo- exclamo la señora Weasley- Ron exactamente ¿cómo se usa el caballo en
el juego?
El
joven no respondió nada, pero era suficiente para saber, incluso para a aquellos
que no jugaban ajedrez, que eso mismo destino podría pasarle al chico en cualquier
momento,
Cada vez que uno de sus hombres perdía, las
piezas blancas no mostraban compasión. Muy pronto, hubo un grupo de piezas
negras desplomadas a lo largo de la pared. Dos veces, Ron se dio cuenta justo a
tiempo para salvar a Harry y Hermione del peligro. Él mismo jugó por todo el
tablero, atrapando casi tantas piezas blancas como las negras que habían
perdido.
—Ya casi estamos —murmuró de pronto—. Dejadme
pensar... dejadme pensar.
La reina blanca volvió su cara sin rostro
hacia Ron.
La
señora Weasley apretó sus manos, tenía un muy mal presentimiento de lo que
podría pasar ahora.
—Sí... —murmuró Ron—. Es la única forma...
tengo que dejar que me cojan.
—¡NO! —gritaron Harry y Hermione.
-¡¡NO!!-
fue el grito de la señora Weasley al mismo instante que leyeron esa parte- no
puedes dejar, debe de haber otra forma para…
-mamá,
mírame, estoy bien, nada me paso en esa ocasión- le dijo acercándose a ella.
-Hay,
mi pobre Ronnie- la mujer abrazo con fuerza a su hijo.
En otro
momento eso sería el centro de la bromas de sus hermanos, pero es esta ocasión
guardaron completo silencio, su hermano menor estaba metido en semejantes
apuros, y ellos recostados plácidamente en sus camas.
—¡Esto es ajedrez! —dijo enfadado Ron—. ¡Hay
que hacer algunos sacrificios! Yo daré un paso adelante y ella me cogerá... Eso
te dejará libre para hacer jaque mate al rey, Harry.
—Pero...
—¿Quieres detener a Snape o no?
—Ron...
—¡Si no os dais prisa va a conseguir la
Piedra!
No había nada que hacer.
—¿Listo? —preguntó Ron, con el rostro pálido
pero decidido—. Allá voy, y no os quedéis una vez que hayáis ganado.
Arthur
se acercó a su hijo que seguía en los brazos de su madre, le palmeo la espalda levemente
transmitiéndole lo orgulloso que estaba de él, y no era el único, los gemelos
Prewett estaban sorprendidos y complacidos por la actitud de su pequeño
sobrino.
Se movió hacia delante y la reina blanca
saltó. Golpeó a Ron con fuerza en la cabeza con su brazo de piedra y el chico
se derrumbó en el suelo. Hermione gritó, pero se quedó en su casillero. La
reina blanca arrastró a Ron a un lado. Parecía desmayado.
Muy conmovido, Harry se movió tres casilleros
a la izquierda. El rey blanco se quitó la corona y la arrojó a los pies de
Harry. Habían ganado. Las piezas saludaron y se fueron, dejando libre la
puerta. Con una última mirada de desesperación hacia Ron, Harry y Hermione
corrieron hacia la salida y subieron por el siguiente pasadizo.
-Una de
las pocas veces que siguieron mis órdenes- comentó el pelirrojo para aligerar
un poco el ambiente.
—¿Y si él está...?
—Él estará bien —dijo Harry, tratando de
convencerse a sí mismo—. ¿Qué crees que nos queda?
—Tuvimos a Sprout en el Lazo del Diablo,
Flitwick debe de haber hechizado las llaves, y McGonagall transformó a las
piezas de ajedrez. Eso nos deja el hechizo de Quirrell y el de Snape...
-Y la
de Dumbledore- les recodo Dora- recuerden que él también puso una protección..
Habían llegado a otra puerta.
—¿Todo bien? —susurró Harry.
—Adelante.
Harry empujó y abrió.
Alastor
describió que en la siguiente habitación había un enrome trol desmayado, todos
se sentían aliviados de que a ese no lo tenían que enfrentar, pero Lily lo vio
de otra forma, o debía ser coincidencia que se tratara de un trol, pero
entonces eso quería decir que el responsable era.
—Me alegro de que no tengamos que pelear con
éste —susurró Harry, mientras pasaban con cuidado sobre una de las enormes
piernas—. Vamos, no puedo respirar.
Abrió la próxima puerta, los dos casi sin
atreverse a ver lo que seguía... Pero no había nada terrorífico allí, Sólo una
mesa con siete botellas de diferente tamaño puestas en fila.
—Snape —dijo Harry—. ¿Qué tenemos que hacer?
Pasaron el umbral y de inmediato un fuego se
encendió detrás de ellos. No era un fuego común, era púrpura. Al mismo tiempo,
llamas negras se encendieron delante. Estaban atrapados.
—¡Mira! —Hermione cogió un rollo de papel,
que estaba cerca de las botellas. Harry miró por encima de su hombro para
leerlo:
Alastor
leyó la advertencia y las claves ya fuera para continuar o para regresar.
Hermione dejó escapar un gran suspiro y
Harry, sorprendido, vio que sonreía, lo último que había esperado que hiciera.
-Bueno,
ciertamente se puede esperar algo así de quejicus- comento James.
-Esa no
es una prueba mágica, sino de lógica, muy pocos magos podrían resolver eso- se aventuró
Lily.
-Por
surte, Hermione es una de esos magos- aseguro Remus complacido.
—Muy bueno —dijo Hermione—. Esto no es
magia... es lógica... es un acertijo. Muchos de los más grandes magos no han
tenido una gota de lógica y se quedarían aquí para siempre.
—Pero nosotros también, ¿no?
—Por supuesto que no —dijo Hermione—. Lo
único que necesitamos está en este papel. Siete botellas: tres con veneno, dos
con vino, una nos llevará a salvo a través del fuego negro y la otra hacia
atrás, por el fuego púrpura.
—Pero ¿cómo sabremos cuál beber?
—Dame un minuto.
-Ya lo
tengo- dijo Lily de inmediato
-Yo también-
acepto Lupin.
-Entonces
cual es la respuesta- pidió sirius un poco molesto.
-Aparecerá
en el libro- dijeron sin darle importancia.
Hermione leyó el papel varias veces. Luego
paseó de un lado al otro de la fila de botellas, murmurando y señalándolas. Al
fin, se golpeó las manos.
—Lo tengo —dijo—. La más pequeña nos llevará
por el fuego negro, hacia la Piedra.
Snape
estaba impresionado, si bien esperaba que descubriera la respuesta, no creía
que fuese tan rápido, el aun desconocía como se dieron las cosas en el futuro,
pero incluso su yo mas dijo debió de reconocer el talento de Granger, aun
cuando nunca lo expresara.
Harry miró a la diminuta botella.
—Aquí hay sólo para uno de nosotros —dijo—.
No hay más que un trago.
Se miraron.
—¿Cuál nos hará volver por entre las llamas
púrpura?
Hermione señaló una botella redonda del
extremo derecho de la fila.
—Tú bebe de ésa —dijo Harry—. No: vuelve,
busca a Ron y coge las escobas del cuarto de las llaves voladoras. Con ellas
podréis salir por la trampilla sin que los vea Fluffy. Ir directamente a la
lechucería y enviad a Hedwig a Dumbledore, lo necesitamos. Puede ser que yo
detenga un poco a Snape, pero la verdad es que no puedo igualarlo.
-Pero
tú no puedes ir solo Harry- exclamo su madre- los dos deberían de regresar a…
-Entonces
lo que hizo Ron seria completamente en vano- razono James.
-Pero
no puede enfrentarse solo a quien esté detrás de las llamas- dijo con apremio
ella.
-Él es
valiente Lily, además es tan inteligente como tú, de seguro descubrirá una
forma de salir de esa.
Esas
palabras no la tranquilizaban mucho, pero entonces recordó que todo eso ya estaba
escrito y que nada podía hacer para impedirlo, negando con la cabeza le pidió a
Moody que continuará leyendo.
—Pero Harry... ¿y si Quien-tú-sabes está con
él?
—Bueno, ya tuve suerte una vez, ¿no? —dijo
Harry, señalando su cicatriz—. Puede ser que la tenga de nuevo.
Los labios de Hermione temblaron, y de pronto
se lanzó sobre Harry y lo abrazó.
—¡Hermione!
—Harry.. Eres un gran mago, ya lo sabes.
—No soy tan bueno como tú —contestó muy
incómodo, mientras ella lo soltaba.
—¡Yo! —exclamó Hermione—. ¡Libros!
¡Inteligencia! Hay cosas mucho más importantes, amistad y valentía y... ¡Oh,
Harry, ten cuidado!
-¿Ustedes
nunca tuvieron nada?- les pregunto Sirius.
-¡¿En
verdad crees que eso importe en este momento?!- increpo Marlene.
-Bueno,
no importara, pero tampoco está de más saberlo no.
-Él es
como un hermano para mí, nunca tendríamos algo con eso- aseguro la castaña-
aunque algunos pensaran que si- les envió unas miras a Ron y a Ginny, que en un
momento pensaron justo eso.
—Bebe primero —dijo Harry—. Estás segura de
cuál es cuál, ¿no?
—Totalmente —dijo Hermione. Se tomó de un
trago el contenido de la botellita redondeada y se estremeció.
—No es veneno, ¿verdad? —dijo Harry con voz
anhelante.
—No... pero parece hielo.
-De que
otra forma esperaban cruzar las llamas, habrán sido convocadas mágicamente, pero
de igual forma sigue siendo fuego- comentó Snape.
-Pues
muchas gracias por la información quej…
-Ya
guarda silencio Black, que ya estoy harto de tanta interrupción, por suerte ya
casi acaba el capítulo- increpo Alastor molesto, había algunas cosas que simplemente
no valían la pana contar.
—Rápido, vete, antes de que se termine el
efecto.
—Buena suerte... ten cuidado...
—¡VETE!
Hermione giró en redondo y pasó directamente
a través del fuego púrpura.
Harry respiró profundamente y cogió la más
pequeña de las botellas. Se enfrentó a las llamas negras.
—Allá voy —dijo, y se bebió el contenido de
un trago.
Lily y
James se prepararon para todo, ya era un hecho que su hijo haría último tramo
de la prueba el solo.
Era realmente como si tragara hielo. Dejó la
botella y fue hacia delante. Se dio ánimo al ver que las llamas negras lamían
su cuerpo pero no lo quemaban.
Debió
ser una experiencia fascinante- comento Sirius, ganándose que ojo loco lo viera
mal, pero ya solo quedaban unas líneas y no valía la pena reclamarle nada.
Durante un momento no pudo ver más que fuego
oscuro. Luego se encontró al otro lado, en la última habitación.
Ya había alguien allí. Pero no era Snape. Y
tampoco era Voldemort.
-¡¿Qué?!
como que no era quejicus- increpo Sirius- a ver dame ese libro- dijo
arrebatándoselo de las manos.
-¡Mucho
cuidado Black, que no me agrada esa forma de ser tuya!- increpo el auror.
Muy
bien, leeré el capítulo.
-Pero
en cuanto a empieces a divagar, más te vale pasarle el libro a otro entendido-
le advirtió Andrómeda.
-Si
prima como tú digas.
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