-Eso no es bueno- comentó Alice- rápido vamos
a leer el siguiente- apremio la chica.
-Muy
bien, pásame el libro- pidió Nymphadora.
Marlene
le alcanzó el libro a la chica que lo tomo de inmediato, pero antes de abrirlo
pudo ver como el pequeño Teddy estiraba los bracitos llamando su atención,
entonces la joven cambio de opinión.
-Charlie,
lee- ordeno la metamorfomaga arrojándole el libro.
-¿Qué?
solo lo pediste para pasármelo- exclamo el joven.
-No, yo
quería leer el capítulo, pero alguien más importante reclama mi atención-
aseguro tomando el niño abrazándolo dulcemente.
-Cielos,
hasta pareces su madre Nymphadora- comento el pelirrojo como quien no quiérela
cosa.
-Si no
quieres salir lastimado ponte a leer y no digas mi nombre- le rebatió con
cierto enojo.
-Muy
bien ya tranquila- le dijo- el capítulo dice- el rostro del pelirrojo se
ensombreció- El
bosque prohibido
-¿¿Qué?!-
exclamaron varias personas- ¿pero qué diablos tiene que ver el bosque
prohibido?- continuo Lily.
Las cosas no podían haber salido peor.
Filch los llevó al despacho de la profesora
McGonagall, en el primer piso, donde se sentaron a esperar; sin decir una
palabra. Hermione temblaba.
Lo que
a nadie le extraño.
Excusas, disculpas y locas historias cruzaban
la mente de Harry, cada una más débil que la otra.
-Esa es
otra caso que debemos cambiar
-James,
lo que debemos enseñarle es a no meterse en problemas- le rebatió Lily a su novio.
-Pero
si no puede evitarlos, por lo menos deberíamos enseñarle a salir de ellos no-
se excusó.
-Ya
hablaremos después- le dijo, eran pocas las veces que la ponían poner en aprietos
usando la lógica.
No podía imaginar cómo se iban a librar del
problema aquella vez. Estaban atrapados. ¿Cómo podían haber sido tan estúpidos
para olvidar la capa? No había razón en el mundo para que la profesora McGonagall
aceptara que habían estado vagando durante la noche, para no mencionar la torre
más alta de Astronomía, que estaba prohibida, salvo para las clases. Si añadía
a todo eso Norberto y la capa invisible, ya podían empezar a hacer las maletas.
-No
creo que los expulsara- comentó Remus- pero sin duda decirle solo aumentaría el
castigo.
-Así es
ahijado, así que por una sola vez deja de ser tan dramático- sugirió Sirius
-Eso también
es hereditario- comento Lily que se ganó una mirada represiva del azabache junto
a ella.
¿Harry pensaba que las cosas no podían estar
peor? Estaba equivocado. Cuando la profesora McGonagall apareció, llevaba a
Neville.
—¡Harry! —Estalló Neville en cuanto los vio—.
Estaba tratando de encontrarte para prevenirte, oí que Malfoy decía que iba a
atraparte, dijo que tenías un drag...
-Lo
siento por eso Harry, estuve a punto de delatarlos- se disculpó Neville.
-No,
disculpa tú por haberte metido en eso- respondió Harry.
-Aunque
claro fuiste tú el que fue a buscarlos por tu cuenta.
-Ron,
un poco más de sensibilidad- le critico Hermione.
Harry negó violentamente con la cabeza, para
que Neville no hablara más, pero la profesora McGonagall lo vio. Lo miró como
si echara fuego igual que Norberto y se irguió, amenazadora, sobre los tres.
—Nunca lo habría creído de ninguno de
vosotros. El señor Filch dice que estabais en la torre de Astronomía. Es la una
de la mañana. Quiero una explicación.
-Eso no
es bueno- exclamo- Sirius- en ese momento Hermione está muy asustada para
pensar en algo coherente.
-Y en
ese aspecto Harry es como Lily- secundó Marlene- no es bueno para dar excusas o
mentir.
-Draco
lo único que aria sería crear más problemas.
-Y
Neville es quien menos debería estar ahí, es solo un daño colateral de la
situación.
Para
nadie paso desparecido como se había coordinado para hablar juntos en ese
momento.
Ésa fue la primera vez que Hermione no pudo
contestar a una pregunta de un profesor. Miraba fijamente sus zapatillas, tan
rígida como una estatua.
La
joven se sonrojo levente al recordar eso, nunca en su vida había sido castigada
hasta ese momento, por lo que fue una experiencia muy fuerte para ese entonces.
—Creo que tengo idea de lo que sucedió —dijo
la profesora McGonagall—. No hace falta ser un genio para descubrirlo. Te
inventaste una historia sobre un dragón para que Draco Malfoy saliera de la
cama y se metiera en líos. Te he atrapado. Supongo que te habrá parecido
divertido que Longbottom oyera la historia y también la creyera, ¿no?
-Profesora,
¿cómo puede creer que mi hijo podría hacerle tal cosa a un compañero de su casa?-
acuso Lily.
-Con
Malfoy seria creíble porque siempre se están enfrentando, pero no con Neville- agrego Sirius
-Supongo
que la profesora McGonagall estaba molesta por haberlos atrapado a deshoras-
comenzó Dumbledore- por muy buenos que seamos es inevitable cometer errores y
apresurar juicios de vez en cuando.
Harry captó la mirada de Neville y trató de
decirle, sin palabras, que aquello no era verdad, porque Neville parecía
asombrado y herido. Pobre mete-patas Neville, Harry sabía lo que debía de
haberle costado buscarlos en la oscuridad, para prevenirlos.
-No me
gusta que estés en problemas- comenzó Frank- pero aun así me complace que hayas
hecho algo para tratar de ayudar a uno de tus amigo.
-Y como
dice el libro, debió ser realmente difícil para ti haber hecho lo que hiciste-
apoyo Alice.
-Estamos
orgulloso de ti Neville- aseguro nuevamente Frank.
-Eso es
cierto, pocas veces se pueden encontrar amigos así- comentó Sirius- aunque te
serviría tener un poco más de malicia
—Estoy disgustada —dijo la profesora
McGonagall—. Cuatro alumnos fuera de la cama en una noche. ¡Nunca he oído una
cosa así!
-Eso no
es cierto profesora, ¿qué hay de nosotros?- intervino James.
-Si es verdad
que en pocas ocasiones nos descubrían- continúo Sirius.
-Pero
de alguna forma siempre supo que lo asíamos- termino Remus.
Tú, Hermione Granger, pensé que tenías más
sentido común. Y tú, Harry Potter... Creía que Gryffindor significaba más para
ti.
-usted siempre
me agrado profesora, aun cuando nos castigaba- comenzó james- pero no cree que
esas palabras son muy orientes para unos simples niños.
La
profesora McGonagall no respondió nada al respecto.
Los tres sufriréis castigos... Sí, tú
también, Longbottom, nada te da derecho a dar vueltas por el colegio durante la
noche, en especial en estos días: es muy peligroso y se os descontarán
cincuenta puntos de Gryffindor.
Toda la
mesa de los leones abrieron los ojos como platos, eso les parecía demasiado
grande para el tipo de infracción.
—¿Cincuenta? —resopló Harry. Iban a perder el
primer puesto, lo que había ganado en el último partido de quidditch.
-¡¡¡NOO!!!-
gritaron los merodeadores.
-El discutirle
su decisión siempre traerá más problemas- continuo Sirius.
-Lo
mejor que puedes hacer es aceptar con estoicismo el castigo-aseguro Remus.
-La última
vez que James le discutió un castigo término quitándonos de veinte a ochenta
puntos.
-Pero después
los recupere con los partidos- se defendió el azabache- pero aun así no es
bueno discutirle.
—Cincuenta puntos cada uno —dijo la profesora
McGonagall, resoplando a través de su nariz puntiaguda.
Nuevamente
nadie podía creer lo que escuchaban, incluso miembros de otras casa estaban de
acuerdo de que eso era algo totalmente excesivo para estar solo vagabundeando
en los pasillos, y más porque era un castigo impuesto por la más recta y justa
profesora de todos.
—Profesora... por favor...
—Usted, usted no...
—No me digas lo que puedo o no puedo hacer;
Harry Potter. Ahora, volved a la cama, todos. Nunca me he sentido tan avergonzada
de alumnos de Gryffindor.
-Eso
fue muy injusto profesora- aseguro James.
-Y más
porque también nosotros salíamos a recorrer el castillo por las noches.
-Y
nunca fue tan estricta como para hacer eso-termino Remus.
Ciento cincuenta puntos perdidos. Eso situaba
a Gryffindor en el último lugar. En una noche, habían acabado con cualquier
posibilidad de que Gryffindor ganara la copa de la casa. Harry sentía como si
le retorcieran el estómago. ¿Cómo podrían arreglarlo?
-A esas
alturas del curso es muy poco lo que pudieran hacer- comento Ted ganándose miradas
desafiantes de los bromistas- ¿qué? es cierto.
-Ted
tiene razón, aun ganando la copa de quidditch no podría recuperar todos los
puntos para ser primeros nuevamente.
-Ha
claro lunático, ponte a apoyar a tu suegro- increpo enojado Sirius
sorprendiendo a varios por su comentario.
-No
estoy tratando de apoyar a nadie, simplemente no puedes pelear contra la lógica
canuto- le rebatió el hombre.
Harry no durmió aquella noche. Podía oír el
llanto de Neville, que duró horas. No se le ocurría nada que decir para
consolarlo. Sabía que Neville, como él mismo, tenía miedo de que amaneciera.
¿Qué sucedería cuando el resto de los de Gryffindor descubrieran lo que ellos
habían hecho?
Las
madres se acercaron a sus hijos para abrazarlos consoladoramente, eso debió ser
de las cosas más difíciles que debieron haber pasado en su corta vida.
Al principio, los Gryffindors que pasaban por
el gigantesco reloj de arena, que informaba de la puntuación de la casa,
pensaron que había un error. ¿Cómo iban a tener; súbitamente, ciento cincuenta
puntos menos que el día anterior? Y luego, se propagó la historia. Harry
Potter; el famoso Harry Potter, el héroe de dos partidos de quidditch, les
había hecho perder todos esos puntos, él y otros dos estúpidos de primer año.
Todos
los chicos de Gryffindor del futuro que habían llegado inclinaron la cabeza.
De ser una de las personas más populares y
admiradas del colegio, Harry súbitamente era el más detestado. Hasta los de
Ravenclaw y Hufflepuff le giraban la cara, porque todos habían deseado ver a
Slytherin perdiendo la copa.
Todos
los chicos del futuro inclinaron las cabezas apenados, ahora que sabían a
profundidad la historia se sentían muy aburguesados por lo que habían hecho, y sabían
que nada mejoraría ya que recordaban que el año siguiente se comportaron aun peor
con el pobre chico.
Por dondequiera que Harry pasara, lo
señalaban con el dedo y no se molestaban en bajar la voz para insultarlo. Los
de Slytherin, por su parte, lo aplaudían y lo vitoreaban, diciendo: «¡Gracias,
Potter; te debemos una!».
-Estúpidos-
increparon muchos.
Sólo Ron lo apoyaba.
Los
merodeadores, Lily, los gemelos Prewett y todos los Weasley esbozaron una gran
sonrisa, pero ninguna compara con las de Arthur y Molly que estaban complacidos
por el buen chico que era su hijo, estaban orgulloso de él.
—Se olvidarán en unas semanas. Fred y George
han perdido puntos muchas veces desde que están aquí y la gente los sigue
apreciando.
-Pero nunca
tantos como esos hermanito- aseguró Fred.
-Y
crees que eso serviría para animarlo- le rebatió su hermano.
—Pero nunca perdieron ciento cincuenta puntos
de una vez, ¿verdad? —dijo Harry tristemente.
—Bueno... no —admitió Ron.
-Ya lo
ves Ron, hasta lo admite- continuo George.
-Él siempre
se está auto culpando por todo lo malo que pasa, creen que lo mejor que podía
hacer era culparlo yo también- les reclamo molesto mientras Hermione le daba la
razón con una mueca.
A muchos les pareció impresionante las palabras
que decía, al parecer él podía ser bástate maduro cuando quería.
Era un poco tarde para reparar los daños,
pero Harry se juró que, de ahí en adelante, no se metería en cosas que no eran
asunto suyo.
-No
sabes lo mucho que me gustaría eso- comentó Lily, lo que para nadie fue
extraño- pero me temo que será imposible- entonces todos la vieron con curiosidad.
-¿Qué
quieres decir pelirroja?-interrogo sirius.
-Para empezar,
esa decisión la tomó porque está deprimido, no porque de verdad lo desee, no
tardara mucho para que su determinación flaquee- acepto- además, siendo hijo de
alguien como el- señalo a cornamenta- no se puede esperar que esté tranquilo,
eso lo lleva en la sangre.
-Puede
que sea cierto lo que dices Lily- comento Lupin- pero tampoco debes
menospreciar la innata curiosidad que también heredo de ti- aseguro haciéndola
sonrojar un poco, sin duda ella era tan curiosa como cualquier merodeador.
Todo había sido por andar averiguando y espiando.
Se sentía tan avergonzado que fue a ver a Wood y le ofreció su renuncia.
-Eso no
servirá de nada hijo- hablo James- y no creo que ese Wood te deje ir, pese a
todo sigues siendo uno de los mejores jugadores del equipo.
-Además
eso les ayudara a juntar puntos, no importa lo que digan este par- segrego
Sirius señalando a Ted y Remus.
-Ya déjalos
tranquilos Sirius- exclamo Marlene- ellos solo expresaron la realidad de la
situación, se necesitaría algo extremadamente grande como para que puedan
regresar al primer puesto.
-Pero
no es imposible.
-En
serio, en ocasiones no sé si eres muy optimista o muy estúpido.
-Pues
las evidencias nos inclinan a pensar en lo segundo.
-¡¡Sobrina!!-
le grito Sirius.
—¿Renunciar? —exclamó Wood—. ¿Qué ganaríamos
con eso? ¿Cómo vamos a recuperar puntos si no podemos jugar al quidditch?
Pero hasta el quidditch había perdido su
atractivo. El resto del equipo no le hablaba durante el entrenamiento, y si
tenían que hablar de él lo llamaban «el buscador».
-¿Ustedes
también?- les pregunto Bill a los gemelos ante la impresión de todos, en
especial de sus padres.
-Bueno-
dijeron al unísono.
-¿Que
no se suponía que era su amigo?, ¿cómo fueron capases de tratarlo así por una insignificancia
como esa?- le reclamo algo molesto, la verdad estaba esperando un poco más de
sus hermanos menores.
Hermione y Neville también sufrían. No pasaban
tantos malos ratos como Harry porque no eran tan conocidos, pero nadie les
hablaba. Hermione había dejado de llamar la atención en clase, y se quedaba con
la cabeza baja, trabajando en silencio.
-Eso
tampoco ayudara- comento Sirius- su inteligencia y participación para las
clases podrían servir para juntar más puntos.
Harry casi estaba contento de que se
aproximaran los exámenes. Las lecciones que tenía que repasar alejaban sus
desgracias de su mente. Él, Ron y Hermione se quedaban juntos, trabajando hasta
altas horas de la noche, tratando de recordar los ingredientes de complicadas
pociones, aprendiendo de memoria hechizos y encantamientos y repitiendo las
fechas de descubrimientos mágicos y rebeliones de los gnomos.
-Bueno,
después de todo no era mucho lo que tenían que hacer- comentó Andrómeda.
Y entonces, una semana antes de que empezaran
los exámenes, las nuevas resoluciones de Harry de no interferir en nada que no
le concerniera sufrieron una prueba inesperada.
-Todos
prestaron suma atención ante eso.
Una tarde que salía solo de la biblioteca oyó
que alguien gemía en un aula que estaba delante de él. Mientras se acercaba,
oyó la voz de Quirrell.
—No... No... otra vez no, por favor...
-Y
ahora que se trae ese infeliz- exclamo Lily.
Parecía que alguien lo estaba amenazando.
Harry se acercó.
—Muy bien... muy bien. —Oyó que Quirrell
sollozaba.
-Algo
no está bien, ese Quirrell está a punto de hacer algo, estoy segura- dijo Lily.
Al segundo siguiente, Quirrell salió
apresuradamente del aula, enderezándose el turbante. Estaba pálido y parecía a
punto de llorar. Desapareció de su vista y Harry pensó que ni siquiera lo había
visto. Esperó hasta que dejaron de oírse los pasos de Quirrell y entonces
inspeccionó el aula. Parecía vacía, pero la puerta del otro extremo estaba
entreabierta.
-Entonces
pudo estar discutiendo con alguien- razono Dora.
-Tal
vez con quejicus- aventuro Sirius.
Harry estaba a mitad de camino, cuando
recordó que se había prometido no meterse en lo que no le correspondía.
-Bueno,
no es como que quisiera romper su resolución, solo estuvo en el lugar y momento
oportunos- exclamo Nymphadora.
-Sí,
igual a su padre- aseguro Remus.
Al mismo tiempo, habría apostado doce Piedras
Filosofales a que Snape acababa de salir del aula y, por lo que Harry había
escuchado, Snape debería estar de mejor humor... Quirrell parecía haberse
rendido finalmente.
Harry regresó a la biblioteca, en donde
Hermione estaba repasándole Astronomía a Ron. Harry les contó lo que había
oído.
-Aun en
esa situación, siguen compartiendo todo- se impresionaron algunos.
—¡Entonces Snape lo hizo! —dijo Ron—. Si
Quirrell le dijo cómo romper su encantamiento anti-Fuerzas Oscuras...
—Pero todavía queda Fluffy —dijo Hermione.
—Tal vez Snape descubrió cómo pasar ante él
sin preguntarle a Hagrid —dijo Ron, mirando a los miles de libros que los
rodeaban—. Seguro que por aquí hay un libro que dice cómo burlar a un perro gigante
de tres cabezas. ¿Qué vamos a hacer, Harry?
La luz de la aventura brillaba otra vez en
los ojos de Ron, pero Hermione respondió antes de que Harry lo hiciera.
-Valla
que estabas inspirado hermanito- comentó Fred
-Como a
ti no te castigaron pues…- lo secundo George.
—Ir a ver a Dumbledore. Eso es lo que debimos
hacer hace tiempo. Si se nos ocurre algo a nosotros solos, con seguridad vamos
a perder.
-Yo no
estaría tan seguro de eso jovencita- exclamo Alastor.
-Pero
podrá ser la mejor opción- aporto Alice.
—¡Pero no tenemos pruebas! —exclamó Harry—.
Quirrell está demasiado atemorizado para respaldarnos. Snape sólo tiene que decir
que no sabía cómo entró el trol en Halloween y que él no estaba cerca del
tercer piso en ese momento. ¿A quién pensáis que van a creer, a él o a
nosotros? No es exactamente un secreto que lo detestamos. Dumbledore creerá que
nos lo hemos inventado para hacer que lo echen.
-Yo no
creo que sea cierto hijo-intervino James.
-Ahora
lo sé, pero en ese momento lo que conocía de Dumbledore era gracias al cromo de
las ranas de chóclate, no tenía la suficiente confianza como para hablar de
esas cosas con él.
-y no
creo que tus amigos estuvieran en la misma posición, ya que ellos ni siquiera
han cruzado dos palabras con el- Razono Remus.
Filch no nos ayudaría aunque su vida
dependiera de ello, es demasiado amigo de Snape y, mientras más alumnos pueda
echar, mejor para él. Y no olvidéis que se supone que no sabemos nada sobre la
Piedra o Fluffy. Serían muchas explicaciones.
Todos
quedaron complacidos por los acertados pensamientos del joven en su situación específica,
ciertamente si Dumbledore no fuera el aciano afable que todos conocían, de seguro
le darían toda la razón la chico.
Hermione pareció convencida, pero Ron no.
—Si investigamos sólo un poco...
-El
instigador igual que Sirius- comento risueña Marlene
-Teníamos
que hacer algo, después de todo éramos los únicos que sabíamos toda la historia
no- se defendió el chico.
—No —dijo Harry en tono terminante—: ya hemos
investigado demasiado.
Acercó un mapa de Júpiter a su mesa y comenzó
a aprender los nombres de sus lunas.
-Eso no
durara mucho cierto, pregunto Lily, tarde o temprano regresaran a las andadas.
-no, no
duro tanto tiempo mi determinación.
-Me
molesta que sean tan temerarios, pero es raro velos sin hacer nada, que puedo
decir, es parte importante de lo que son- alboroto el cabello de su hijo con
ternura al decir eso.
A la mañana siguiente, llegaron notas para
Harry, Hermione y Neville, en la mesa del desayuno. Eran todas iguales.
Vuestro
castigo tendrá lugar a las once de la noche.
El
señor Filch os espera en el vestíbulo de entrada.
Prof M.
McGonagall
-¡Con
ese maldito amargado!, ¡porque mejor no los pone a bañar al perro de tres
cabezas!
-Sirius-
le recriminaron.
-Sería más
fácil controlarlo- se excusó.
En medio del furor que sentía por los puntos
perdidos, Harry había olvidado que todavía les quedaban los castigos. De alguna
manera esperaba que Hermione se quejara por tener que perder una noche de
estudio, pero la muchacha no dijo una palabra. Como Harry, sentía que se
merecían lo que les tocara.
Entonces
la profesora sintió un poco de pena por los jóvenes, debió de estar muy molesta
para haber sido tan estricta, tendría que recordar eso para que no volviera a
ocurrir en el futuro.
A las once de aquella noche, se despidieron
de Ron en la sala común y bajaron al vestíbulo de entrada con Neville. Filch ya
estaba allí y también Malfoy. Harry también había olvidado que a Malfoy lo
habían condenado a un castigo.
-Por lo
menos- expreso Sirius.
—Seguidme —dijo Filch, encendiendo un farol y
conduciéndolos hacia fuera—. Seguro que os lo pensaréis dos veces antes de faltar
a otra regla de la escuela, ¿verdad? —dijo, mirándolos con aire burlón—. Oh,
sí... trabajo duro y dolor son los mejores maestros, si queréis mi opinión...
es una lástima que hayan abandonado los viejos castigos... colgaros de las
muñecas, del techo, unos pocos días. Yo todavía tengo las cadenas en mi
oficina, las mantengo engrasadas por si alguna vez se necesitan...
-Ese
maldito viejo demente- alegaron muchos.
-Nunca
se ha practicado un castigo semejante en el colegio, no al menos a estudiantes-
comento Dumbledore- en tiempos más antiguos las mazmorras era usados para retener
a trasgresores, algo parecido a una prisión para magos provisoria- explico el
profesor con molestia en su voz, no le agradaba esa actitud del conserje.
Bien, allá vamos, y no penséis en escapar,
porque será peor para vosotros si lo hacéis.
Marcharon cruzando el oscuro parque. Neville
comenzó a respirar con dificultad. Harry se preguntó cuál sería el castigo que
les esperaba. Debía de ser algo verdaderamente horrible, o Filch no estaría tan
contento.
Lily, Alice,
Narcisa y Molly tenían deseos de darle una buena lección ese infeliz por tratar
así a sus hijos, aun cuando ninguno de ellos fuera hijo de la señora Weasley,
los apreciaba como tales, y quería cuidarlos de la misma forma.
La luna brillaba, pero las nubes la tapaban,
dejándolos en la oscuridad. Delante, Harry pudo ver las ventanas iluminadas de
la cabaña de Hagrid. Entonces oyeron un grito lejano.
—¿Eres tú, Filch? Date prisa, quiero empezar
de una vez.
-Hagrid-
dijeron varios- si están con él no puede ser tan malo.
-No estoy
tan segura, o ya olvidaron el título del capítulo- razono Lily.
El corazón de Harry se animó: si iban a estar
con Hagrid, no podía ser tan malo. Su alivio debió aparecer en su cara, porque
Filch dijo:
—Supongo que crees que vas a divertirte con
ese papanatas, ¿no? Bueno, piénsalo mejor, muchacho... es al bosque adonde
iréis y mucho me habré equivocado si volvéis todos enteros.
-Con un
demonio- increpo la pelirroja.
-Tranquila
cariño, el bosque no es tan malo como tú crees.
-Pero
tan poco es tan bueno como quieres que parezca- le reclamo la joven.
Al oír aquello, Neville dejó escapar un
gemido y Malfoy se detuvo de golpe.
-Asustado-
lo pico Sirius.
—¿El bosque? —repitió, y no parecía tan
indiferente como de costumbre—. Hay toda clase de cosas allí... dicen que hay
hombres lobo.
-En su
tiempo no sé, pero en el nuestro si-aseguró cornamenta sonriente.
Neville se aferró de la manga de la túnica de
Harry y dejó escapar un ruido ahogado.
—Eso es problema vuestro, ¿no? —dijo Filch,
con voz radiante—. Tendríais que haber pensado en los hombres lobo antes de
meteros en líos.
Los
merodeadores apretaron los puños por ese comentario, ya tenían mucho problema
con su amigo acusándose así mismo de ser una bestia como para cualquier idiota
se pusiera a insinuar cosas de ellos.
-En
primera, no se dice nada de sea luna llena y en segunda en que una persona sea
hombre lobo no lo hace malo- exclamo Nymphadora con seguridad.
-Es
cierto sobrina- la alabo Sirius.
Hagrid se acercó hacia ellos, con Fang pegado
a los talones. Llevaba una gran ballesta y un carcaj con flechas en la espalda.
—Menos mal —dijo—. Estoy esperando hace media
hora. ¿Todo bien, Harry, Hermione?
—Yo no sería tan amistoso con ellos, Hagrid
—dijo con frialdad Filch—. Después de todo, están aquí por un castigo.
-Idiota,-
increparon.
—Por eso llegáis tarde, ¿no? —dijo Hagrid,
mirando con rostro ceñudo a Filch—. ¿Has estado dándoles sermones? Eso no es lo
que tienes que hacer. A partir de ahora, me hago cargo yo.
-Muy
bien Hagrid, manda al demoño a ese infeliz- lo ínsito Frank
—Volveré al amanecer —dijo Filch— para
recoger lo que quede de ellos —añadió con malignidad. Se dio la vuelta y se
encaminó hacia el castillo, agitando el farol en la oscuridad.
-Deja
que nos encontremos y veremos quien
termina en pedazos- increpo Sirius molesto.
-Creo
que sería bueno ir planeado una broma, no lo cree señor canuto-propuso james.
-Opino
lo mismo señor cornamenta- lo apoyo.
-Los
podemos ayudar- preguntaron los gemelos emocionados.
-No lo sé,
después de como trataron al cachorro
-¡¿Qué?!-
exclamaron- ¡pero si ahora es nuestro gran amigo!- se acercaron y lo abrazaron exageradamente
-Ya
veremos después- agrego en azabache con una sonrisa.
Entonces Malfoy se volvió hacia Hagrid.
—No iré a ese bosque —dijo, y Harry tuvo el
gusto de notar miedo en su voz.
—Lo harás, si quieres quedarte en Hogwarts
—dijo Hagrid con severidad—. Hicisteis algo mal y ahora lo vais a pagar.
-Pero
ese castigo es demasiado para niños de once años- exclamo con preocupación
Narcisa.
-No
quisiera aceptarlo, pero estoy de acuerdo con ella- acepto Alice.
-Sí,
pero aun así es mejor que estar en el bosque con Hagrid.- comenzó Gideon.
-Que
adentro del castillo con ese maldito de Filch - termino Fabián.
—Pero eso es para los empleados, no para los
alumnos. Yo pensé que nos harían escribir unas líneas, o algo así. Si mi padre
supiera que hago esto, él...
—Te dirá que es así como se hace en Hogwarts
—gruñó Hagrid—. ¡Escribir unas líneas! ¿Y a quién le serviría eso? Haréis algo
que sea útil, o si no os iréis. Si crees que tu padre prefiere que te expulsen,
entonces vuelve al castillo y coge tus cosas. ¡Vete!
Malfoy no se movió. Miró con ira a Hagrid,
pero luego bajó la mirada.
-Era
mejor el bosque que mi padre- comento Draco.
-En
serio, pero siempre estás diciendo cosas de tu padre- se extrañó Ron.
-Sí,
pero solo la mitad eran ciertas, la mayor parte del tiempo apenas si sentía que
tenía un padre.
Tanto Narcisa,
Andrómeda y Sirius vieron con odio contenido a Lucius, ese infeliz era el responsable
de la infamia de la familia Malfoy en su época, pero ahora que sabían todo ni
locos permitirían que la historia se volviera a repetir.
—Bien, entonces —dijo Hagrid—. Escuchad con
cuidado, porque lo que vamos a hacer esta noche es peligroso y no quiero que
ninguno se arriesgue. Seguidme por aquí, un momento.
Las
palabras del semi gigante no aminoraron en nada las inquietudes de las madres,
de hecho solo empeoraban la situación.
Los condujo hasta el límite del bosque.
Levantando su farol, señaló hacia un estrecho sendero de tierra, que desaparecía
entre los espesos árboles negros. Una suave brisa les levantó el cabello,
mientras miraban en dirección al bosque.
—Mirad allí —dijo Hagrid—. ¿Veis eso que
brilla en la tierra? ¿Eso plateado? Es sangre de unicornio.
-¿Qué?-
varios jóvenes se sorprendieron, muchos de ellos habían estudiado a los
unicornios e incluso los habían podido ver en la clase d cuidado de criaturas
mágicas.
Hay por aquí un unicornio que ha sido
malherido por alguien. Es la segunda vez en una semana. Encontré uno muerto el
último miércoles. Vamos a tratar de encontrar a ese pobrecito herido. Tal vez
tengamos que evitar que siga sufriendo.
-¿Pero
quien podría matar a una pobre criatura como esa?- exclamo Dora con un poco de tristeza.
Lily se
puso a pensar en varias cosas, pero una en particular había llegado a su mente,
pero no podía ser, quien podría estar y tan desesperado para llegar a ese
punto, entonces un nombre llegó a su mente logrando que palideciera un poco,
esperaba con todas sus fuerzas que estuviera equivocada.
—¿Y qué sucede si el que hirió al unicornio
nos encuentra a nosotros primero? —dijo Malfoy, incapaz de ocultar el miedo de
su voz.
-Una pregunta
cobarde pero acertada sobrino- comentó Sirius.
—No hay ningún ser en el bosque que os pueda
herir si estáis conmigo o con Fang —dijo Hagrid—. Y seguid el sendero. Ahora
vamos a dividirnos en dos equipos y seguiremos la huella en distintas
direcciones. Hay sangre por todo el lugar, debieron herirlo ayer por la noche,
por lo menos.
Las
madres esperaban impacientes a que nada saliera mal, no les gustaba que se
tuvieran que internar en el bosque y mucho menos que lo hcicieran en equipos
separados.
—Yo quiero ir con Fang —dijo rápidamente
Malfoy, mirando los largos colmillos del perro.
—Muy bien, pero te informo de que es un
cobarde —dijo Hagrid—. Entonces yo, Harry y Hermione iremos por un lado y
Draco, Neville y Fang, por el otro. Si alguno encuentra al unicornio, debe
enviar chispas verdes, ¿de acuerdo? Sacad vuestras varitas y practicad ahora...
está bien... Y si alguno tiene problemas, las chispas serán rojas y nos reuniremos
todos... así que tened cuidado... en marcha.
-No me gusta
nada que se hayan dividido- comento Alice en voz alta.
-Y yo
no estoy conforme por como formaste los equipos Hagrid- increpo Alastor y todos
los vieron con extrañeza, pero nadie pregunto nada.
El bosque estaba oscuro y silencioso. Después
de andar un poco, vieron que el sendero se bifurcaba. Harry, Hermione y Hagrid
fueron hacia la izquierda y Malfoy, Neville y Fang se dirigieron a la derecha.
Anduvieron en silencio, con la vista clavada
en el suelo. De vez en cuando, un rayo de luna a través de las ramas iluminaba
una mancha de sangre azul plateada entre las hojas caídas.
Harry vio que Hagrid parecía muy preocupado.
—¿Podría ser un hombre lobo el que mata los
unicornios? —preguntó Harry
El
chico del futuro miro con cierta culpa al castaño frente a él, las cosas eran
muy diferentes en esa época, trato de decir algo para excusarse pero antes de
abrir la Lupin lo interrumpió.
-descuida,
solo tenías once años- le dijo, pero solo aquellos que conocían su problema
peludo entendieron lo que acababa de ocurrir. Con un Harry más tranquilo
prosiguió la lectura.
—No son bastante rápidos —dijo Hagrid—. No es
tan fácil cazar un unicornio, son criaturas poderosamente mágicas. Nunca había
oído que hubieran hecho daño a ninguno.
-Y es
que no debegian haceglo- comento Fleur- son cgiatugas muy pugas y nobles, el
que haya hecho eso no debe de teneg alma.
Las
palabras de la rubio solo impacientaron más a Lily, James pudo notarlo por lo
que la abrazo tratando e clamarla, aun cuando no entendía que era lo que
pasaba.
Pasaron por un tocón con musgo. Harry podía
oír el agua que corría: debía de haber un arroyo cerca. Todavía había manchas
de sangre de unicornio en el serpenteante sendero.
—¿Estás bien, Hermione? —susurró Hagrid—. No
te preocupes, no puede estar muy lejos si está tan malherido, y entonces
podremos... ¡PONEOS DETRÁS DE ESE ÁRBOL!
Todo el
comedor se tensó, sería que habían encontrado al agresor del pobre animal.
Hagrid cogió a Harry y Hermione y los
arrastró fuera del sendero, detrás de un grueso roble. Sacó una flecha, la puso
en su ballesta y la levantó, lista para disparar. Los tres escucharon. Alguien
se deslizaba sobre las hojas secas. Parecía como una capa que se arrastrara por
el suelo. Hagrid miraba hacia el sendero oscuro pero, después de unos pocos
segundos, el sonido se alejó.
—Lo sabía —murmuró—. Aquí hay alguien que no
debería estar.
—¿Un hombre lobo? —sugirió Harry.
-No lo
creo Harry- comento Remus- ellos nunca se acercarían al bosque prohibido o a
Hogwarts.
-Al
menos no todos- comento por lo bajo sirius solo para que James lo escuchara.
—Eso no era un hombre lobo, ni tampoco un
unicornio —dijo Hagrid con gesto sombrío—. Bien, seguidme, pero tened cuidado.
Anduvieron más lentamente, atentos a
cualquier ruido. De pronto, en un claro un poco más adelante, algo se movió
visiblemente.
—¿Quién está ahí? —gritó Hagrid—. ¡Déjese
ver... estoy armado!
Y apareció en el claro... ¿era un hombre o un
caballo? De la cintura para arriba, un hombre, con pelo y barba rojizos, pero
por debajo, el cuerpo de pelaje zaino de un caballo, con una cola larga y
rojiza. Harry y Hermione se quedaron boquiabiertos.
-Un
centauro- exclamaron- he oído que varios de ellos en el bosque- comento alguien
de Ravenclaw
-Entonces
lo que oyeron hace un momento ¿era un centauro?- pregunto una chica de
Gryffindor.
-No lo
creo, la descripción del libro fue diferente- comentó Dora analizando la
situación.
—Oh, eres tú, Ronan —dijo aliviado Hagrid—.
¿Cómo estás?
Se acercó y estrechó la mano del centauro.
—Que tengas buenas noches, Hagrid —dijo
Ronan. Tenía una voz profunda y acongojada—. ¿Ibas a dispararme?
—Nunca se es demasiado cuidadoso —dijo Hagrid,
tocando su ballesta—. Hay alguien muy malvado, perdido en este bosque. Ah, éste
es Harry Potter y ella es Hermione Granger. Ambos son alumnos del colegio. Y él
es Ronan. Es un centauro.
—Nos hemos dado cuenta —dijo débilmente
Hermione.
—Buenas noches —los saludó Ronan—.
¿Estudiantes, no? ¿Y aprendéis mucho en el colegio?
—Eh...
—Un poquito —dijo con timidez Hermione.
-¿Solo
un poquito?- comenzó Fred.
-Eso es
gracioso viviendo de la más lista del curso- término George.
-Pero
sin duda eso lograra que se puedan llevar bien con el centauro a que sea una
presuntuosa- comentó Marlene- después de todo los centauros como otras criaturas
mágicas tienen conflictos con los magos.
-Es que
los magos hemos sido muy injustos con algunos de ellos- aseguro Hermione.
-Pero
no es como si ellos fueran unos santos nosotros tampoco- rebatió canuto.
-Esa no
es excusa Black, el ministerio debería de hacer algo para mejorar las
relaciones con esas criaturas.
-Ha,
señorita McKinnon, ¿a usted le gustaría integrase a…?
-Después
Hermione, deja que lleguemos a esa parte- le interrumpió Ron que sabía que
quería embarcar a la rubia en su P.E.D.D.O.
—Un poquito. Bueno, eso es algo. —Ronan
suspiró. Torció la cabeza y miró hacia el cielo—. Esta noche, Marte está
brillante.
—Ajá —dijo Hagrid, lanzándole una mirada—.
Escucha, me alegro de haberte encontrado, Ronan, porque hay un unicornio
herido. ¿Has visto algo?
Ronan no respondió de inmediato. Se quedó con
la mirada clavada en el cielo, sin pestañear, y suspiró otra vez.
—Siempre los inocentes son las primeras
víctimas —dijo—. Ha sido así durante los siglos pasados y lo es ahora.
-Es una
lástima que así sea- comentó Bill.
—Sí —dijo Hagrid—. Pero ¿has visto algo,
Ronan? ¿Algo desacostumbrado?
—Marte brilla mucho esta noche —repitió Ronan,
mientras Hagrid lo miraba con impaciencia—. Está inusualmente brillante.
-¡¿Y
que demonio importa un maldito planeta?!- interrogo con molestia Sirius.
-Los sentaros
son astrólogos Sirius, leen las estrellas y hacen predicciones con ellas- le
explico Lily- marte es el nombre de un dios de la guerra y que este brillando
significa precisamente que se avecina una guerra.- termino con cierta
preocupación.
-Sí,
pero la adivinación es una rama muy imprecisa de la magia, incluso McGonagall
lo dice- se aventuró Alice.
-Poco
son los magos que pueden hacer adivinaciones acertadas- agrego Marlene- Pero
como dijo Lily esa es la especialidad de los centauros, tienen habilidades que
los magos no, y por eso no creo que se deban tomar sus palabras tan a la
ligera.
Los
miembros del trio no podían estar más de acuerdo, ellos vieron de primera mano
lo que la mujer decía y muy a pesar de Hermione.
—Sí, claro, pero yo me refería a algo inusual
que esté un poco más cerca de nosotros —dijo Hagrid—. Entonces ¿no has visto
nada extraño?
Otra vez, Ronan se tomó su tiempo para contestar.
Hasta que, finalmente, dijo:
—El bosque esconde muchos secretos.
-¡¿Que
es muy difícil responder con un “sí” o un “no”?!- hablo Sirius molesto.
-Más
bien creo que son respuestas muy simples para él- atajo Remus.
-No me
empieces a fastidiar lunático, que ya estoy bastante estresado con ese centauro
para que te empieces con tu lógica.
Un movimiento en los árboles detrás de Ronan
hizo que Hagrid levantara de nuevo su ballesta, pero era sólo un segundo
centauro, de cabello y cuerpo negro y con aspecto más salvaje que Ronan.
—Hola, Bane —saludó Hagrid—. ¿Qué tal?
—Buenas noches, Hagrid, espero que estés
bien.
—Sí, gracias. Mira, le estaba preguntando a
Ronan si había visto algo extraño últimamente. Han herido a un unicornio.
¿Sabes algo sobre eso?
Bane se acercó a Ronan. Miró hacia el cielo.
—Esta noche Marte brilla mucho —dijo
simplemente.
-¡Otro
igual!- exclamo el animago.
-Eso
cada vez me gusta menos- dijo Lily.
-Vamos
cariño, tu misma has aceptado lo imprecisa que puede ser la adivinación- la
trato de clamar james.
-Si lo
he hecho, pero nunca he subestimado esa rama de la magia, aun cuando sean pocas
las veces, las profecías reales si existes, y pueden llegar a ser muy
perjudiciales.
Nuevamente
el trio de oro le condecía la razón silenciosamente, especialmente Harry.
—Eso dicen —dijo Hagrid de malhumor—. Bueno,
si alguno ve algo, me avisáis, ¿de acuerdo? Bueno, nosotros nos vamos.
Harry y Hermione lo siguieron, saliendo del
claro y mirando por encima del hombro a Ronan y Bane, hasta que los árboles los
taparon.
—Nunca —dijo irritado Hagrid— tratéis de
obtener una respuesta directa de un centauro. Son unos malditos astrólogos. No
se interesan por nada más cercano que la luna.
-Yo
opino igual que él, todos son unos malditos…
-No
creo que deba generalizar a toda una especie solo por unos cuantos señor Black-
le interrumpió Dumbledore antes de tomar la lectura.
—¿Y hay muchos de ellos aquí? —preguntó
Hermione.
—Oh, unos pocos más... Se mantienen apartados
la mayor parte del tiempo, pero siempre aparecen si quiero hablar con ellos.
Los centauros tienen una mente profunda... saben cosas... pero no dicen mucho.
—¿Crees que era un centauro el que oímos
antes? —dijo Harry.
—¿Te pareció que era ruido de cascos? No, en
mi opinión, eso era lo que está matando a los unicornios... Nunca he oído algo
así.
-Lo que
es más preocupante aun, sabrá merlín que clase de criaturas viven ahí- comentó
asustada Narcisa.
Pasaron a través de los árboles oscuros y
tupidos. Harry seguía mirando por encima de su hombro, con nerviosismo. Tenía
la desagradable sensación de que los vigilaban. Estaba muy contento de que
Hagrid y su ballesta fueran con ellos. Acababan de pasar una curva en el
sendero cuando Hermione se aferró al brazo de Hagrid.
—¡Hagrid! ¡Mira! ¡Chispas rojas, los otros
tienen problemas!
-¡Oh
por Merlín!- gritaron Alice y Narcisa al mismo tiempo, sus hijos estaban solos
y en problemas.
-Mamá tranquilízate,
no pasó nada malo- trato de clamarla Neville.
-Pero
es que ustedes…
-Él
tiene razón señora Longbottom- hablo el rubio para tranquilizarla a ella y a su
madre- no pasó nada cuando él y yo estuvimos
juntos, simplemente—respiro hondo antes de proseguir- simplemente fui yo
que salte de repente y lo asuste
-¡¿qué tú
que?!- dijeron las dos madres al unísono.
-Valla,
no creí que tuvieras dotes de bromistas-
-Ese no
es un juego Sirius Black- le gritaron las dos mujeres al mismo tiempo.
-Ya
hablare después contigo sobre eso jovencito- le aseguro Narcisa al rubio.
—¡Vosotros esperad aquí! —gritó Hagrid—.
¡Quedaos en el sendero, volveré a buscaros!
Lo oyeron alejarse y se miraron uno al otro,
muy asustados, hasta que ya no oyeron más que las hojas que se movían
alrededor.
—¿Crees que les habrá pasado algo? —susurró
Hermione.
—No me importará si le ha pasado algo a
Malfoy, pero si le sucede algo a Neville... está aquí por nuestra culpa.
-Cielos,
pues muchas gracias he- ironizo el rubio.
-Tu
hubieras pensado lo mismo que yo- se defendió el azabache.
-Touche
Los minutos pasaban lentamente. Les parecía
que sus oídos eran más agudos que nunca. Harry detectaba cada ráfaga de viento,
cada ramita que se rompía. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Dónde estaban los otros?
Por fin, un ruido de pisadas crujientes les
anunció el regreso de Hagrid. Malfoy, Neville y Fang estaban con él. Hagrid
estaba furioso. Malfoy se había escondido detrás de Neville y, en broma, lo
había cogido. Neville se aterró y envió las chispas.
—Vamos a necesitar mucha suerte para
encontrar algo, después del alboroto que habéis hecho. Bueno, ahora voy a
cambiar los grupos... Neville, tú te quedas conmigo y Hermione. Harry, tú vas
con Fang y este idiota. Lo siento —añadió en un susurro dirigiéndose a Harry—
pero a él le va a costar mucho asustarte y tenemos que terminar con esto.
-Eso
está mejor- intervino Alastor- no es para demeritar a los otros dos, pero el único
con el carácter para soportar a ese mocoso era Potter- aseguro en su tono
característico.
-Esto
cada vez me gusta menos- afirmo Lily aferrándose al brazo de su novio.
-¿Por
qué lo dices cariño?- le pregunto James.
-No
oíste lo que dijo Draco, que no pasó nada cuando “él y yo” estuvimos juntos- repitió la chica- eso quiere decir
que algo paso ahora que reorganizaron los equipos.
-Tu
madre sí que es perceptiva- comento por lo bajo el rubio.
-Si lo sé,
será difícil ocultarle algo en el futuro.-acepto el azabache.
Así que Harry se internó en el corazón del
bosque, con Malfoy y Fang. Anduvieron cerca de media hora, internándose cada
vez más profundamente, hasta que el sendero se volvió casi imposible de seguir,
porque los árboles eran muy gruesos. Harry pensó que la sangre también parecía
más espesa.
Había manchas en las raíces de los árboles,
como si la pobre criatura se hubiera arrastrado en su dolor. Harry pudo ver un
claro, más adelante, a través de las enmarañadas ramas de un viejo roble.
-Ya lo encontraron-
comentaron algunos.
-Rápido,
lancen las chispas verdes para que vallan a buscarlos- apremio Sirius.
-Si
estas al tanto de que todo eso ya ocurrió verdad pulgoso- intervino Remus.
-Perdóname
por ser apasionado, y yo no tengo pulgas.
—Mira... —murmuró, levantando un brazo para
detener a Malfoy
Algo de un blanco brillante relucía en la
tierra. Se acercaron más.
Sí, era el unicornio y estaba muerto. Harry
nunca había visto nada tan hermoso y tan triste. Sus largas patas delgadas
estaban dobladas en ángulos extraños por su caída y su melena color blanco
perla se desparramaba sobre las hojas oscuras.
Todos
se entristecieron un poco por la descripción, y algunas chicas como Fleur, que habían
tenido la oportunidad de ver a un unicornio en todo su esplendor, pudieron
visualizar la imagen con mucha más fuerza provocándoles derramar unas pocas lágrimas.
Harry había dado un paso hacia el unicornio,
cuando un sonido de algo que se deslizaba lo hizo congelarse en donde estaba.
-Es esa
cosa que escucharon antes- increpo asustada Nymphadora- no importa que eso ya
haya ocurrido pero deben salir de inmediato de ahí.
Un arbusto que estaba en el borde del claro
se agitó... Entonces, de entre las sombras, una figura encapuchada se acercó
gateando, como una bestia al acecho. Harry, Malfoy y Fang permanecieron
paralizados. La figura encapuchada llegó hasta el unicornio, bajó la cabeza
sobre la herida del animal y comenzó a beber su sangre.
Lily
perdió completamente el color al descubrir que la mitad de su teoría se había
confirmado, mientras que otros estudiantes expresaron el horro y el asco ante
tal acción.
—¡AAAAAAAAAAAAAH!
Malfoy dejó escapar un terrible grito y
huyó... lo mismo que Fang. La figura encapuchada levantó la cabeza y miró
directamente a Harry. La sangre del unicornio le chorreaba por el pecho. Se
puso de pie y se acercó rápidamente hacia él... Harry estaba paralizado de
miedo.
-¡¡No
Harry!!- grito con apuración Lily encajándole las unas al bazo del azabache.
Entonces, un dolor le perforó la cabeza, algo
que nunca había sentido, como si la cicatriz estuviera incendiándose. Casi sin
poder ver, retrocedió. Oyó cascos galopando a sus espaldas, y algo saltó
limpiamente y atacó a la figura.
-¿Qué?,
¿cómo que te dolía la cicatriz?- pregunto Lily, eso no podía significar algo
bueno.
El dolor de cabeza era tan fuerte que Harry
cayó de rodillas. Pasaron unos minutos antes de que se calmara. Cuando levantó
la vista, la figura se había ido. Un centauro estaba ante él. No era ni Ronan
ni Bane: éste parecía más joven, tenía cabello rubio muy claro, cuerpo pardo y
cola blanca.
-Genial,
otro centauro.
-Oh, me
atrevería a decir señor Black, que ese encuentro será aun poco diferente a los
anteriores- comento Dumbledore que creía saber de quien se trataba.
—¿Estás bien? —dijo el centauro, ayudándolo a
ponerse de pie.
—Sí... gracias... ¿qué ha sido eso?
El centauro no contestó. Tenía ojos
asombrosamente azules, como pálidos zafiros. Observó a Harry con cuidado, fijando
la mirada en la cicatriz que se veía amoratada en la frente de Harry.
—Tú eres el chico Potter —dijo—. Es mejor que regreses con Hagrid. El
bosque no es seguro en esta época en especial para ti. ¿Puedes cabalgar? Así
será más rápido... Mi nombre es Firenze —añadió, mientras bajaba sus patas delanteras,
para que Harry pudiera montar en su lomo.
-Montaste
a un centauro- se impresiono Sirius.
-No
creo nunca que un centauro haya permitido que un humano subiera a su lomo-
agrego Marlene.
Del otro lado del claro llegó un súbito ruido
de cascos al galope. Ronan y Bane aparecieron velozmente entre los árboles,
resoplando y con los flancos sudados.
—¡Firenze! —rugió Bane—. ¿Qué estás haciendo?
Tienes un humano sobre el lomo! ¿No te da vergüenza? ¿Es que eres una mula
ordinaria?
—¿Te das cuenta de quién es? —dijo Firenze—.
Es el chico Potter. Mientras más rápido se vaya del bosque, mejor.
Eso era
algo que alivio de sobre manera a james y Lily.
—¿Qué le has estado diciendo? —gruñó Bane—.
Recuerda, Firenze, juramos no oponernos a los cielos. ¿No has leído en el
movimiento de los planetas lo que sucederá?
-¿De
que es lo que está hablando?
-Quien
lo puede saber, esos malditos centros parece que solo hablan de esas cosas
entre ellos- exclamo canuto.
Ronan dio una patada en el suelo con
nerviosismo.
—Estoy seguro de que Firenze pensó que estaba
obrando lo mejor posible —dijo, con voz sombría.
También Bane dio una patada, enfadado.
—¡Lo mejor posible! ¿Qué tiene eso que ver
con nosotros? ¡Los centauros debemos ocuparnos de lo que está vaticinado! ¡No
es asunto nuestro el andar como burros buscando humanos extraviados en nuestro
bosque!
-Todo
lo que ocurre en nuestro mundo nos afecta a todos- increpo Marlene- gracias a
esa forma de pensar hay desconfianza entre magos y criaturas.
-Pero
eso no importa McKinnon- le restó importancia el oji gris.
-Es
gracias a esa discordia entre nosotros que Voldemort ha reclutado gigantes,
licántropos y otras criaturas, no creo que se algo de tan poca importancia-
nadie pudo rebatirle ese argumento, de ninguna forma.
De pronto, Firenze levantó las patas con
furia y Harry tuvo que aferrarse para no caer.
—¿No has visto ese unicornio? —preguntó
Firenze a Bane—. ¿No comprendes por qué lo mataron? ¿O los planetas no te han
dejado saber ese secreto? Yo me lanzaré contra el que está al acecho en este
bosque, con humanos sobre mi lomo si tengo que hacerlo.
-Firenze
siempre ha sido diferente a otros centauros desde que nació, puede que sea el
más consciente de lo que pasa en el mundo que sus congéneres, es por esa razón
que no es bueno generalizar- comentó Dumbledore viendo de soslayo a Sirius,
Y Firenze partió rápidamente, con Harry
sujetándose lo mejor que podía, y dejó atrás a Ronan y Bane, que se internaron
entre los árboles.
Harry no entendía lo sucedido.
De
hecho nadie entendía exactamente qué era lo que acababa de ocurrir.
—¿Por qué Bane está tan enfadado? —preguntó—.
Y a propósito, ¿qué era esa cosa de la que me salvaste?
-Una
cgiatura sin alma sin duda alguna, solo así se atgevería a cometeg semejante
cgimen- comento nuevamente Fleur.
Firenze redujo el paso y previno a Harry que
tuviera la cabeza agachada, a causa de las ramas, pero no contestó. Siguieron
andando entre los árboles y en silencio, durante tanto tiempo que Harry creyó
que Firenze no volvería a hablar-le. Sin embargo, cuando llegaron a un lugar
particularmente tupido, Firenze se detuvo.
—Harry Potter, ¿sabes para qué se utiliza la
sangre de unicornio?
-Para
algo simplemente despreciable- exclamo Lily como si le hubieran preguntado a
ella.
-Entonces
tu si sabes para que se usa Lily- le pregunto james.
-Sí,
estaba en unos de los libros de la sesión prohibida que leí.
-Ha,
los que sacabas a escondidas cierto.- la chica asintió un poco sonrojada- y
para que se usa.
-Creo
que en libro lo explicara- dijo con cierta preocupación.
—No —dijo Harry, asombrado por la extraña
pregunta—. En la clase de Pociones solamente utilizamos los cuernos y el pelo
de la cola de unicornio.
—Eso es porque matar un unicornio es algo
monstruoso —dijo Firenze—. Sólo alguien que no tenga nada que perder y todo
para ganar puede cometer semejante crimen. La sangre de unicornio te mantiene
con vida, incluso si estás al borde de la muerte, pero a un precio terrible. Si
uno mata algo puro e indefenso para salvarse a sí mismo, conseguirá media vida,
una vida maldita, desde el momento en que la sangre toque sus labios.
Todos
se estremecieron ante eso, para nadie fue extraño que esa información estuviera
contenida en un libro de la sección prohibida, pero aun así no entendían que
clase de monstruo seria capaz de hacer algo como eso.
Harry clavó la mirada en la nuca de Firenze,
que parecía de plata a la luz de la luna.
—Pero ¿quién estaría tan desesperado? —se
preguntó en voz alta—. Si te van a maldecir para siempre, la muerte es mejor,
¿no?
Dumbledore
pensó en eso seriamente, había un individuo que sería capaz de hacerlo, alguien
cuyo mayor temor es la muerte misma.
—Es así —dijo Firenze— a menos que lo único
que necesites sea mantenerte vivo el tiempo suficiente para beber algo más,
algo que te devuelva toda tu fuerza y poder, algo que haga que nunca mueras.
¿Harry Potter, sabes qué está escondido en el colegio en este preciso momento?
-La
piedra filosofal- exclamo Sirius- eso quiere decir que esa maldita criatura es
la busca la piedra- grito Sirius.
-Así
parece, pero quien… Lily estas bien
-He si continua-
apremio al pelirrojo. Quería salir de dudas lo antes posible.
—¡La Piedra Filosofal! ¡Por supuesto... el
Elixir de Vida! Pero no entiendo quién...
—¿No puedes pensar en nadie que haya esperado
muchos años para regresar al poder, que esté aferrado a la vida, esperando su
oportunidad?
Fue como si un puño de hierro cayera
súbitamente sobre la cabeza de Harry. Por encima del ruido del follaje, le pareció
oír una vez más lo que Hagrid le había dicho la noche en que se conocieron:
«Algunos dicen que murió. En mi opinión, son tonterías. No creo que le quede lo
suficiente de humano como para morir».
Eso no podía
ser posible, pero a la vez era la única opción, si fuera verdad eso quería
decir que el joven Potter había estado en un peligro aun mayor del que habían
pensado.
-¡No
por Merlín no”- exclamó Lily tapando su cara con las manos.
-¿Lily,
que ocurre?- le pregunto James.
-Usted
ya lo sabía cierto- aseguro Ginny impresionando a todos- lo dedujo cuando
dijeron que habían atacado a los unicornios.
-Una de
las pocas veces que deseaba estar equivocada- acepto la joven.
Todos
quedaron impresionados por ese detalle, sin duda era la mejor estudiante de su
generación y por mucho.
—¿Quieres decir —dijo con voz ronca Harry—
que era Vol...?
—¡Harry! Harry, ¿estás bien?
Hermione corría hacia ellos por el sendero,
con Hagrid resoplando detrás.
—Estoy bien —dijo Harry, casi sin saber lo
que contestaba—. El unicornio está muerto, Hagrid, está en ese claro de atrás.
-Con
respeto a las chicas, pero el unicornio es lo de menos- exclamó canuto
preocupado por lo que podría ocurrir.
—Aquí es donde te dejo —murmuró Firenze,
mientras Hagrid corría a examinar al unicornio—. Ya estás a salvo.
Harry se deslizó de su lomo.
—Buena suerte, Harry Potter —dijo Firenze—.
Los planetas ya se han leído antes equivocadamente, hasta por centauros. Espero
que ésta sea una de esas veces.
Nadie entendió
lo que Firenze trato de decir, pero a nadie en absoluto le gusto como sonaban
sus palabas.
Se volvió y se internó en lo más profundo del
bosque, dejando a Harry temblando.
Ron se había quedado dormido en la oscuridad
de la sala común, esperando a que volvieran.
-Siempre
dispuesto para tus amigo he- intervino con orgullo Bill.
Ron simplemente
le devolvió la sonrisa, ya vería que pensaba cuando llegaran más lejos en la
lectura.
Cuando Harry lo sacudió para despertarlo,
gritó algo sobre una falta en quidditch. Sin embargo, en unos segundos estaba
con los ojos muy abiertos, mientras Harry les contaba, a él y a Hermione, lo
que había sucedido en el bosque.
Harry no podía sentarse. Se paseaba de un
lado al otro, ante la chimenea. Todavía temblaba.
—Snape quiere la piedra para Voldemort... y
Voldemort está esperando en el bosque... ¡Y todo el tiempo pensábamos que Snape
sólo quería ser rico!
-Realmente
no creo que se así hijo- comentó Lily.
-Pero debes
aceptar que si tiene cierta lógica pelirroja- comento Sirius.
-Ay que
ver cómo avanza la historia.
—¡Deja de decir el nombre! —dijo Ron, en un
aterrorizado susurro, como si pensara que Voldemort pudiera oírlos.
Harry no lo escuchó.
—Firenze me salvó, pero no debía haberlo
hecho... Bane estaba furioso... Hablaba de interferir en lo que los planetas
dicen que sucederá... Deben decir que Voldemort ha vuelto... Bane piensa que
Firenze debió dejar que Voldemort me matara. Supongo que eso también está
escrito en las estrellas.
-No,
eso no puede ser posible- hablo Lily más que nada para converse a sí misma.
Harry
veía concierta pena a su madre, ciertamente en esos años estuvo muy cerca de la
muerte, en especial aquella vez que dejo que Voldemort lo atacara, tal vez lo
que los centauros vieron aquella vez tenía que ver con ese momento que estuvo
entre la vida y la muerta.
—¿Quieres dejar de repetir el nombre? —dijo
Ron.
-Tranquilo
chico, solo es un simple nombre, no tienes que preocuparte- exclamo Sirius.
—Así que lo único que tengo que hacer es
esperar que Snape robe la Piedra —continuó febrilmente Harry—.. Entonces
Voldemort podrá venir y terminar conmigo... Bueno, supongo que Bane estará
contento.
-Si así
fuera tendría otra cosa que preocuparse además del ministerio- increpo Remus
molesto casi en un susurro, le molestaba sobre manera la idea de que fuera
cierto.
-Tranquilo
Remus, eso no pasara- le relajo la peli rosa acariciándole el brazo.
-Gracias
Dora- la abrazo por los hombros para mostrarle su gratitud.
Hermione parecía muy asustada, pero tuvo una
palabra de consuelo.
—Harry, todos dicen que Dumbledore es al
único al que Quien-tú-sabes siempre ha temido. Con Dumbledore por aquí,
Quien-tú-sabes no te tocará. De todos modos, ¿quién puede decir que los
centauros tienen razón? A mí me parecen adivinos y la profesora McGonagall dice
que ésa es una rama de la magia muy inexacta.
-Y no
dejare de afirmo-exclamo la profesora- ni lo de Dumbledore ni lo de la
adivinación- agrego.
El cielo ya estaba claro cuando terminaron de
hablar. Se fueron a la cama agotados, con las gargantas secas. Pero las
sorpresas de aquella noche no habían terminado.
-Otra
noche agitada- hablo Alice- es que no tendrán tranquilidad en la escuela.
Cuando Harry abrió la cama encontró su capa
invisible, cuidadosamente doblada. Tenía sujeta una nota:
Por las
dudas.
-Recuperaste
tu capa. Pregunto sirius.
-Eso
quiere decir que la persona que te la envió también debe de estar dentro del
castillo- razono james.
-Al
igual que el que quiere la piedra- agrego Remus.
-Sí, quejicus.
-Aun no
es un hecho Sirius- hablo Marlene- pero solo faltan dos capítulos, eso quiere
decir que la resolución no está muy lejos.
-Entonces
no hay motivo para desperdiciar más tiempo- increpo Alastor- tu chico pásame el
libro- le increpo a Charlie.
-Solamente
no te pongas de gruño después
-En ese
caso no te pongas a decir estupideces Black- le rebatió ojo loco. Ni siquiera empezaba
a leer y ya lo estaba impacientando.
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