martes, 8 de julio de 2014

Capítulo 17.- El bosque prohibido

-Eso no es bueno- comentó Alice- rápido vamos a leer el siguiente- apremio la chica.
-Muy bien, pásame el libro- pidió Nymphadora.
Marlene le alcanzó el libro a la chica que lo tomo de inmediato, pero antes de abrirlo pudo ver como el pequeño Teddy estiraba los bracitos llamando su atención, entonces la joven cambio de opinión.
-Charlie, lee- ordeno la metamorfomaga arrojándole el libro.
-¿Qué? solo lo pediste para pasármelo- exclamo el joven.
-No, yo quería leer el capítulo, pero alguien más importante reclama mi atención- aseguro tomando el niño abrazándolo dulcemente.
-Cielos, hasta pareces su madre Nymphadora- comento el pelirrojo como quien no quiérela cosa.
-Si no quieres salir lastimado ponte a leer y no digas mi nombre- le rebatió con cierto enojo.
-Muy bien ya tranquila- le dijo- el capítulo dice- el rostro del pelirrojo se ensombreció- El bosque prohibido
-¿¿Qué?!- exclamaron varias personas- ¿pero qué diablos tiene que ver el bosque prohibido?- continuo Lily.
Las cosas no podían haber salido peor.
Filch los llevó al despacho de la profesora McGonagall, en el primer piso, donde se sentaron a esperar; sin decir una palabra. Hermione temblaba.
Lo que a nadie le extraño.
Excusas, disculpas y locas historias cruzaban la mente de Harry, cada una más débil que la otra.
-Esa es otra caso que debemos cambiar
-James, lo que debemos enseñarle es a no meterse en problemas- le rebatió Lily  a su novio.
-Pero si no puede evitarlos, por lo menos deberíamos enseñarle a salir de ellos no- se excusó.
-Ya hablaremos después- le dijo, eran pocas las veces que la ponían poner en aprietos usando la lógica.
No podía imaginar cómo se iban a librar del problema aquella vez. Estaban atrapados. ¿Cómo podían haber sido tan estúpidos para olvidar la capa? No había razón en el mundo para que la profesora McGonagall aceptara que habían estado vagando durante la noche, para no mencionar la torre más alta de Astronomía, que estaba prohibida, salvo para las clases. Si añadía a todo eso Norberto y la capa invisible, ya podían empezar a hacer las maletas.
-No creo que los expulsara- comentó Remus- pero sin duda decirle solo aumentaría el castigo.
-Así es ahijado, así que por una sola vez deja de ser tan dramático- sugirió Sirius
-Eso también es hereditario- comento Lily que se ganó una mirada represiva del azabache junto a ella.
¿Harry pensaba que las cosas no podían estar peor? Estaba equivocado. Cuando la profesora McGonagall apareció, llevaba a Neville.
—¡Harry! —Estalló Neville en cuanto los vio—. Estaba tratando de encontrarte para prevenirte, oí que Malfoy decía que iba a atraparte, dijo que tenías un drag...
-Lo siento por eso Harry, estuve a punto de delatarlos- se disculpó Neville.
-No, disculpa tú por haberte metido en eso- respondió Harry.
-Aunque claro fuiste tú el que fue a buscarlos por tu cuenta.
-Ron, un poco más de sensibilidad- le critico Hermione.
Harry negó violentamente con la cabeza, para que Neville no hablara más, pero la profesora McGonagall lo vio. Lo miró como si echara fuego igual que Norberto y se irguió, amenazadora, sobre los tres.
—Nunca lo habría creído de ninguno de vosotros. El señor Filch dice que estabais en la torre de Astronomía. Es la una de la mañana. Quiero una explicación.
-Eso no es bueno- exclamo- Sirius- en ese momento Hermione está muy asustada para pensar en algo coherente.
-Y en ese aspecto Harry es como Lily- secundó Marlene- no es bueno para dar excusas o mentir.
-Draco lo único que aria sería crear más problemas.
-Y Neville es quien menos debería estar ahí, es solo un daño colateral de la situación.
Para nadie paso desparecido como se había coordinado para hablar juntos en ese momento.
Ésa fue la primera vez que Hermione no pudo contestar a una pregunta de un profesor. Miraba fijamente sus zapatillas, tan rígida como una estatua.
La joven se sonrojo levente al recordar eso, nunca en su vida había sido castigada hasta ese momento, por lo que fue una experiencia muy fuerte para ese entonces.
—Creo que tengo idea de lo que sucedió —dijo la profesora McGonagall—. No hace falta ser un genio para descubrirlo. Te inventaste una historia sobre un dragón para que Draco Malfoy saliera de la cama y se metiera en líos. Te he atrapado. Supongo que te habrá parecido divertido que Longbottom oyera la historia y también la creyera, ¿no?
-Profesora, ¿cómo puede creer que mi hijo podría hacerle tal cosa a un compañero de su casa?- acuso Lily.
-Con Malfoy seria creíble porque siempre se están enfrentando,  pero no con Neville- agrego Sirius
-Supongo que la profesora McGonagall estaba molesta por haberlos atrapado a deshoras- comenzó Dumbledore- por muy buenos que seamos es inevitable cometer errores y apresurar juicios de vez en cuando.
Harry captó la mirada de Neville y trató de decirle, sin palabras, que aquello no era verdad, porque Neville parecía asombrado y herido. Pobre mete-patas Neville, Harry sabía lo que debía de haberle costado buscarlos en la oscuridad, para prevenirlos.
-No me gusta que estés en problemas- comenzó Frank- pero aun así me complace que hayas hecho algo para tratar de ayudar a uno de tus amigo.
-Y como dice el libro, debió ser realmente difícil para ti haber hecho lo que hiciste- apoyo Alice.
-Estamos orgulloso de ti Neville- aseguro nuevamente Frank.
-Eso es cierto, pocas veces se pueden encontrar amigos así- comentó Sirius- aunque te serviría tener un poco más de malicia
—Estoy disgustada —dijo la profesora McGonagall—. Cuatro alumnos fuera de la cama en una noche. ¡Nunca he oído una cosa así!
-Eso no es cierto profesora, ¿qué hay de nosotros?- intervino James.
-Si es verdad que en pocas ocasiones nos descubrían- continúo Sirius.
-Pero de alguna forma siempre supo que lo asíamos- termino Remus.
Tú, Hermione Granger, pensé que tenías más sentido común. Y tú, Harry Potter... Creía que Gryffindor significaba más para ti.
-usted siempre me agrado profesora, aun cuando nos castigaba- comenzó james- pero no cree que esas palabras son muy orientes para unos simples niños.
La profesora McGonagall no respondió nada al respecto.
Los tres sufriréis castigos... Sí, tú también, Longbottom, nada te da derecho a dar vueltas por el colegio durante la noche, en especial en estos días: es muy peligroso y se os descontarán cincuenta puntos de Gryffindor.
Toda la mesa de los leones abrieron los ojos como platos, eso les parecía demasiado grande para el tipo de infracción.
—¿Cincuenta? —resopló Harry. Iban a perder el primer puesto, lo que había ganado en el último partido de quidditch.
-¡¡¡NOO!!!- gritaron los merodeadores.
-El discutirle su decisión siempre traerá más problemas- continuo Sirius.
-Lo mejor que puedes hacer es aceptar con estoicismo el castigo-aseguro Remus.
-La última vez que James le discutió un castigo término quitándonos de veinte a ochenta puntos.
-Pero después los recupere con los partidos- se defendió el azabache- pero aun así no es bueno discutirle.
—Cincuenta puntos cada uno —dijo la profesora McGonagall, resoplando a través de su nariz puntiaguda.
Nuevamente nadie podía creer lo que escuchaban, incluso miembros de otras casa estaban de acuerdo de que eso era algo totalmente excesivo para estar solo vagabundeando en los pasillos, y más porque era un castigo impuesto por la más recta y justa profesora de todos.
—Profesora... por favor...
—Usted, usted no...
—No me digas lo que puedo o no puedo hacer; Harry Potter. Ahora, volved a la cama, todos. Nunca me he sentido tan avergonzada de alumnos de Gryffindor.
-Eso fue muy injusto profesora- aseguro James.
-Y más porque también nosotros salíamos a recorrer el castillo por las noches.
-Y nunca fue tan estricta como para hacer eso-termino Remus.
Ciento cincuenta puntos perdidos. Eso situaba a Gryffindor en el último lugar. En una noche, habían acabado con cualquier posibilidad de que Gryffindor ganara la copa de la casa. Harry sentía como si le retorcieran el estómago. ¿Cómo podrían arreglarlo?
-A esas alturas del curso es muy poco lo que pudieran hacer- comento Ted ganándose miradas desafiantes de los bromistas- ¿qué? es cierto.
-Ted tiene razón, aun ganando la copa de quidditch no podría recuperar todos los puntos para ser primeros nuevamente.
-Ha claro lunático, ponte a apoyar a tu suegro- increpo enojado Sirius sorprendiendo a varios por su comentario.
-No estoy tratando de apoyar a nadie, simplemente no puedes pelear contra la lógica canuto- le rebatió el hombre.
Harry no durmió aquella noche. Podía oír el llanto de Neville, que duró horas. No se le ocurría nada que decir para consolarlo. Sabía que Neville, como él mismo, tenía miedo de que amaneciera. ¿Qué sucedería cuando el resto de los de Gryffindor descubrieran lo que ellos habían hecho?
Las madres se acercaron a sus hijos para abrazarlos consoladoramente, eso debió ser de las cosas más difíciles que debieron haber pasado en su corta vida.
Al principio, los Gryffindors que pasaban por el gigantesco reloj de arena, que informaba de la puntuación de la casa, pensaron que había un error. ¿Cómo iban a tener; súbitamente, ciento cincuenta puntos menos que el día anterior? Y luego, se propagó la historia. Harry Potter; el famoso Harry Potter, el héroe de dos partidos de quidditch, les había hecho perder todos esos puntos, él y otros dos estúpidos de primer año.
Todos los chicos de Gryffindor del futuro que habían llegado inclinaron la cabeza.
De ser una de las personas más populares y admiradas del colegio, Harry súbitamente era el más detestado. Hasta los de Ravenclaw y Hufflepuff le giraban la cara, porque todos habían deseado ver a Slytherin perdiendo la copa.
Todos los chicos del futuro inclinaron las cabezas apenados, ahora que sabían a profundidad la historia se sentían muy aburguesados por lo que habían hecho, y sabían que nada mejoraría ya que recordaban que el año siguiente se comportaron aun peor con el pobre chico.
Por dondequiera que Harry pasara, lo señalaban con el dedo y no se molestaban en bajar la voz para insultarlo. Los de Slytherin, por su parte, lo aplaudían y lo vitoreaban, diciendo: «¡Gracias, Potter; te debemos una!».
-Estúpidos- increparon muchos.
Sólo Ron lo apoyaba.
Los merodeadores, Lily, los gemelos Prewett y todos los Weasley esbozaron una gran sonrisa, pero ninguna compara con las de Arthur y Molly que estaban complacidos por el buen chico que era su hijo, estaban orgulloso de él.
—Se olvidarán en unas semanas. Fred y George han perdido puntos muchas veces desde que están aquí y la gente los sigue apreciando.
-Pero nunca tantos como esos hermanito- aseguró Fred.
-Y crees que eso serviría para animarlo- le rebatió su hermano.
—Pero nunca perdieron ciento cincuenta puntos de una vez, ¿verdad? —dijo Harry tristemente.
—Bueno... no —admitió Ron.
-Ya lo ves Ron, hasta lo admite- continuo George.
-Él siempre se está auto culpando por todo lo malo que pasa, creen que lo mejor que podía hacer era culparlo yo también- les reclamo molesto mientras Hermione le daba la razón con una mueca.
 A muchos les pareció impresionante las palabras que decía, al parecer él podía ser bástate maduro cuando quería.
Era un poco tarde para reparar los daños, pero Harry se juró que, de ahí en adelante, no se metería en cosas que no eran asunto suyo.
-No sabes lo mucho que me gustaría eso- comentó Lily, lo que para nadie fue extraño- pero me temo que será imposible- entonces todos la vieron con curiosidad.
-¿Qué quieres decir pelirroja?-interrogo sirius.
-Para empezar, esa decisión la tomó porque está deprimido, no porque de verdad lo desee, no tardara mucho para que su determinación flaquee- acepto- además, siendo hijo de alguien como el- señalo a cornamenta- no se puede esperar que esté tranquilo, eso lo lleva en la sangre.
-Puede que sea cierto lo que dices Lily- comento Lupin- pero tampoco debes menospreciar la innata curiosidad que también heredo de ti- aseguro haciéndola sonrojar un poco, sin duda ella era tan curiosa como cualquier merodeador.
Todo había sido por andar averiguando y espiando. Se sentía tan avergonzado que fue a ver a Wood y le ofreció su renuncia.
-Eso no servirá de nada hijo- hablo James- y no creo que ese Wood te deje ir, pese a todo sigues siendo uno de los mejores jugadores del equipo.
-Además eso les ayudara a juntar puntos, no importa lo que digan este par- segrego Sirius señalando a Ted y Remus.
-Ya déjalos tranquilos Sirius- exclamo Marlene- ellos solo expresaron la realidad de la situación, se necesitaría algo extremadamente grande como para que puedan regresar al primer puesto.
-Pero no es imposible.
-En serio, en ocasiones no sé si eres muy optimista o muy estúpido.
-Pues las evidencias nos inclinan a pensar en lo segundo.
-¡¡Sobrina!!- le grito Sirius.
—¿Renunciar? —exclamó Wood—. ¿Qué ganaríamos con eso? ¿Cómo vamos a recuperar puntos si no podemos jugar al quidditch?
Pero hasta el quidditch había perdido su atractivo. El resto del equipo no le hablaba durante el entrenamiento, y si tenían que hablar de él lo llamaban «el buscador».
-¿Ustedes también?- les pregunto Bill a los gemelos ante la impresión de todos, en especial de sus padres.
-Bueno- dijeron al unísono.
-¿Que no se suponía que era su amigo?, ¿cómo fueron capases de tratarlo así por una insignificancia como esa?- le reclamo algo molesto, la verdad estaba esperando un poco más de sus hermanos menores.
Hermione y Neville también sufrían. No pasaban tantos malos ratos como Harry porque no eran tan conocidos, pero nadie les hablaba. Hermione había dejado de llamar la atención en clase, y se quedaba con la cabeza baja, trabajando en silencio.
-Eso tampoco ayudara- comento Sirius- su inteligencia y participación para las clases podrían servir para juntar más puntos.
Harry casi estaba contento de que se aproximaran los exámenes. Las lecciones que tenía que repasar alejaban sus desgracias de su mente. Él, Ron y Hermione se quedaban juntos, trabajando hasta altas horas de la noche, tratando de recordar los ingredientes de complicadas pociones, aprendiendo de memoria hechizos y encantamientos y repitiendo las fechas de descubrimientos mágicos y rebeliones de los gnomos.
-Bueno, después de todo no era mucho lo que tenían que hacer- comentó Andrómeda.
Y entonces, una semana antes de que empezaran los exámenes, las nuevas resoluciones de Harry de no interferir en nada que no le concerniera sufrieron una prueba inesperada.
-Todos prestaron suma atención ante eso.
Una tarde que salía solo de la biblioteca oyó que alguien gemía en un aula que estaba delante de él. Mientras se acercaba, oyó la voz de Quirrell.
—No... No... otra vez no, por favor...
-Y ahora que se trae ese infeliz- exclamo Lily.
Parecía que alguien lo estaba amenazando. Harry se acercó.
—Muy bien... muy bien. —Oyó que Quirrell sollozaba.
-Algo no está bien, ese Quirrell está a punto de hacer algo, estoy segura- dijo Lily.
Al segundo siguiente, Quirrell salió apresuradamente del aula, enderezándose el turbante. Estaba pálido y parecía a punto de llorar. Desapareció de su vista y Harry pensó que ni siquiera lo había visto. Esperó hasta que dejaron de oírse los pasos de Quirrell y entonces inspeccionó el aula. Parecía vacía, pero la puerta del otro extremo estaba entreabierta.
-Entonces pudo estar discutiendo con alguien- razono Dora.
-Tal vez con quejicus- aventuro Sirius.
Harry estaba a mitad de camino, cuando recordó que se había prometido no meterse en lo que no le correspondía.
-Bueno, no es como que quisiera romper su resolución, solo estuvo en el lugar y momento oportunos- exclamo Nymphadora.
-Sí, igual a su padre- aseguro Remus.
Al mismo tiempo, habría apostado doce Piedras Filosofales a que Snape acababa de salir del aula y, por lo que Harry había escuchado, Snape debería estar de mejor humor... Quirrell parecía haberse rendido finalmente.
Harry regresó a la biblioteca, en donde Hermione estaba repasándole Astronomía a Ron. Harry les contó lo que había oído.
-Aun en esa situación, siguen compartiendo todo- se impresionaron algunos.
—¡Entonces Snape lo hizo! —dijo Ron—. Si Quirrell le dijo cómo romper su encantamiento anti-Fuerzas Oscuras...
—Pero todavía queda Fluffy —dijo Hermione.
—Tal vez Snape descubrió cómo pasar ante él sin preguntarle a Hagrid —dijo Ron, mirando a los miles de libros que los rodeaban—. Seguro que por aquí hay un libro que dice cómo burlar a un perro gigante de tres cabezas. ¿Qué vamos a hacer, Harry?
La luz de la aventura brillaba otra vez en los ojos de Ron, pero Hermione respondió antes de que Harry lo hiciera.
-Valla que estabas inspirado hermanito- comentó Fred
-Como a ti no te castigaron pues…- lo secundo George.
—Ir a ver a Dumbledore. Eso es lo que debimos hacer hace tiempo. Si se nos ocurre algo a nosotros solos, con seguridad vamos a perder.
-Yo no estaría tan seguro de eso jovencita- exclamo Alastor.
-Pero podrá ser la mejor opción- aporto Alice.
—¡Pero no tenemos pruebas! —exclamó Harry—. Quirrell está demasiado atemorizado para respaldarnos. Snape sólo tiene que decir que no sabía cómo entró el trol en Halloween y que él no estaba cerca del tercer piso en ese momento. ¿A quién pensáis que van a creer, a él o a nosotros? No es exactamente un secreto que lo detestamos. Dumbledore creerá que nos lo hemos inventado para hacer que lo echen.
-Yo no creo que sea cierto hijo-intervino James.
-Ahora lo sé, pero en ese momento lo que conocía de Dumbledore era gracias al cromo de las ranas de chóclate, no tenía la suficiente confianza como para hablar de esas cosas con él.
-y no creo que tus amigos estuvieran en la misma posición, ya que ellos ni siquiera han cruzado dos palabras con el- Razono Remus.
Filch no nos ayudaría aunque su vida dependiera de ello, es demasiado amigo de Snape y, mientras más alumnos pueda echar, mejor para él. Y no olvidéis que se supone que no sabemos nada sobre la Piedra o Fluffy. Serían muchas explicaciones.
Todos quedaron complacidos por los acertados pensamientos del joven en su situación específica, ciertamente si Dumbledore no fuera el aciano afable que todos conocían, de seguro le darían toda la razón la chico.
Hermione pareció convencida, pero Ron no.
—Si investigamos sólo un poco...
-El instigador igual que Sirius- comento risueña Marlene
-Teníamos que hacer algo, después de todo éramos los únicos que sabíamos toda la historia no- se defendió el chico.
—No —dijo Harry en tono terminante—: ya hemos investigado demasiado.
Acercó un mapa de Júpiter a su mesa y comenzó a aprender los nombres de sus lunas.
-Eso no durara mucho cierto, pregunto Lily, tarde o temprano regresaran a las andadas.
-no, no duro tanto tiempo mi determinación.
-Me molesta que sean tan temerarios, pero es raro velos sin hacer nada, que puedo decir, es parte importante de lo que son- alboroto el cabello de su hijo con ternura al decir eso.
A la mañana siguiente, llegaron notas para Harry, Hermione y Neville, en la mesa del desayuno. Eran todas iguales.
Vuestro castigo tendrá lugar a las once de la noche.
El señor Filch os espera en el vestíbulo de entrada.
Prof M. McGonagall
-¡Con ese maldito amargado!, ¡porque mejor no los pone a bañar al perro de tres cabezas!
-Sirius- le recriminaron.
-Sería más fácil controlarlo- se excusó.
En medio del furor que sentía por los puntos perdidos, Harry había olvidado que todavía les quedaban los castigos. De alguna manera esperaba que Hermione se quejara por tener que perder una noche de estudio, pero la muchacha no dijo una palabra. Como Harry, sentía que se merecían lo que les tocara.
Entonces la profesora sintió un poco de pena por los jóvenes, debió de estar muy molesta para haber sido tan estricta, tendría que recordar eso para que no volviera a ocurrir en el futuro.
A las once de aquella noche, se despidieron de Ron en la sala común y bajaron al vestíbulo de entrada con Neville. Filch ya estaba allí y también Malfoy. Harry también había olvidado que a Malfoy lo habían condenado a un castigo.
-Por lo menos- expreso Sirius.
—Seguidme —dijo Filch, encendiendo un farol y conduciéndolos hacia fuera—. Seguro que os lo pensaréis dos veces antes de faltar a otra regla de la escuela, ¿verdad? —dijo, mirándolos con aire burlón—. Oh, sí... trabajo duro y dolor son los mejores maestros, si queréis mi opinión... es una lástima que hayan abandonado los viejos castigos... colgaros de las muñecas, del techo, unos pocos días. Yo todavía tengo las cadenas en mi oficina, las mantengo engrasadas por si alguna vez se necesitan...
-Ese maldito viejo demente- alegaron muchos.
-Nunca se ha practicado un castigo semejante en el colegio, no al menos a estudiantes- comento Dumbledore- en tiempos más antiguos las mazmorras era usados para retener a trasgresores, algo parecido a una prisión para magos provisoria- explico el profesor con molestia en su voz, no le agradaba esa actitud del conserje.
Bien, allá vamos, y no penséis en escapar, porque será peor para vosotros si lo hacéis.
Marcharon cruzando el oscuro parque. Neville comenzó a respirar con dificultad. Harry se preguntó cuál sería el castigo que les esperaba. Debía de ser algo verdaderamente horrible, o Filch no estaría tan contento.
Lily, Alice, Narcisa y Molly tenían deseos de darle una buena lección ese infeliz por tratar así a sus hijos, aun cuando ninguno de ellos fuera hijo de la señora Weasley, los apreciaba como tales, y quería cuidarlos de la misma forma.
La luna brillaba, pero las nubes la tapaban, dejándolos en la oscuridad. Delante, Harry pudo ver las ventanas iluminadas de la cabaña de Hagrid. Entonces oyeron un grito lejano.
—¿Eres tú, Filch? Date prisa, quiero empezar de una vez.
-Hagrid- dijeron varios- si están con él no puede ser tan malo.
-No estoy tan segura, o ya olvidaron el título del capítulo- razono Lily.
El corazón de Harry se animó: si iban a estar con Hagrid, no podía ser tan malo. Su alivio debió aparecer en su cara, porque Filch dijo:
—Supongo que crees que vas a divertirte con ese papanatas, ¿no? Bueno, piénsalo mejor, muchacho... es al bosque adonde iréis y mucho me habré equivocado si volvéis todos enteros.
-Con un demonio- increpo la pelirroja.
-Tranquila cariño, el bosque no es tan malo como tú crees.
-Pero tan poco es tan bueno como quieres que parezca- le reclamo la joven.
Al oír aquello, Neville dejó escapar un gemido y Malfoy se detuvo de golpe.
-Asustado- lo pico Sirius.
—¿El bosque? —repitió, y no parecía tan indiferente como de costumbre—. Hay toda clase de cosas allí... dicen que hay hombres lobo.
-En su tiempo no sé, pero en el nuestro si-aseguró cornamenta sonriente.
Neville se aferró de la manga de la túnica de Harry y dejó escapar un ruido ahogado.
—Eso es problema vuestro, ¿no? —dijo Filch, con voz radiante—. Tendríais que haber pensado en los hombres lobo antes de meteros en líos.
Los merodeadores apretaron los puños por ese comentario, ya tenían mucho problema con su amigo acusándose así mismo de ser una bestia como para cualquier idiota se pusiera a insinuar cosas de ellos.
-En primera, no se dice nada de sea luna llena y en segunda en que una persona sea hombre lobo no lo hace malo- exclamo Nymphadora con seguridad.
-Es cierto sobrina- la alabo Sirius.
Hagrid se acercó hacia ellos, con Fang pegado a los talones. Llevaba una gran ballesta y un carcaj con flechas en la espalda.
—Menos mal —dijo—. Estoy esperando hace media hora. ¿Todo bien, Harry, Hermione?
—Yo no sería tan amistoso con ellos, Hagrid —dijo con frialdad Filch—. Después de todo, están aquí por un castigo.
-Idiota,- increparon.
—Por eso llegáis tarde, ¿no? —dijo Hagrid, mirando con rostro ceñudo a Filch—. ¿Has estado dándoles sermones? Eso no es lo que tienes que hacer. A partir de ahora, me hago cargo yo.
-Muy bien Hagrid, manda al demoño a ese infeliz- lo ínsito Frank
—Volveré al amanecer —dijo Filch— para recoger lo que quede de ellos —añadió con malignidad. Se dio la vuelta y se encaminó hacia el castillo, agitando el farol en la oscuridad.
-Deja que nos encontremos y  veremos quien termina en pedazos- increpo Sirius molesto.
-Creo que sería bueno ir planeado una broma, no lo cree señor canuto-propuso james.
-Opino lo mismo señor cornamenta- lo apoyo.
-Los podemos ayudar- preguntaron los gemelos emocionados.
-No lo sé, después de como trataron al cachorro
-¡¿Qué?!- exclamaron- ¡pero si ahora es nuestro gran amigo!- se acercaron y lo abrazaron exageradamente
-Ya veremos después- agrego en azabache con una sonrisa.
Entonces Malfoy se volvió hacia Hagrid.
—No iré a ese bosque —dijo, y Harry tuvo el gusto de notar miedo en su voz.
—Lo harás, si quieres quedarte en Hogwarts —dijo Hagrid con severidad—. Hicisteis algo mal y ahora lo vais a pagar.
-Pero ese castigo es demasiado para niños de once años- exclamo con preocupación Narcisa.
-No quisiera aceptarlo, pero estoy de acuerdo con ella- acepto Alice.
-Sí, pero aun así es mejor que estar en el bosque con Hagrid.- comenzó Gideon.
-Que adentro del castillo con ese maldito de Filch - termino Fabián.
—Pero eso es para los empleados, no para los alumnos. Yo pensé que nos harían escribir unas líneas, o algo así. Si mi padre supiera que hago esto, él...
—Te dirá que es así como se hace en Hogwarts —gruñó Hagrid—. ¡Escribir unas líneas! ¿Y a quién le serviría eso? Haréis algo que sea útil, o si no os iréis. Si crees que tu padre prefiere que te expulsen, entonces vuelve al castillo y coge tus cosas. ¡Vete!
Malfoy no se movió. Miró con ira a Hagrid, pero luego bajó la mirada.
-Era mejor el bosque que mi padre- comento Draco.
-En serio, pero siempre estás diciendo cosas de tu padre- se extrañó Ron.
-Sí, pero solo la mitad eran ciertas, la mayor parte del tiempo apenas si sentía que tenía un padre.
Tanto Narcisa, Andrómeda y Sirius vieron con odio contenido a Lucius, ese infeliz era el responsable de la infamia de la familia Malfoy en su época, pero ahora que sabían todo ni locos permitirían que la historia se volviera a repetir.
—Bien, entonces —dijo Hagrid—. Escuchad con cuidado, porque lo que vamos a hacer esta noche es peligroso y no quiero que ninguno se arriesgue. Seguidme por aquí, un momento.
Las palabras del semi gigante no aminoraron en nada las inquietudes de las madres, de hecho solo empeoraban la situación.
Los condujo hasta el límite del bosque. Levantando su farol, señaló hacia un estrecho sendero de tierra, que desaparecía entre los espesos árboles negros. Una suave brisa les levantó el cabello, mientras miraban en dirección al bosque.
—Mirad allí —dijo Hagrid—. ¿Veis eso que brilla en la tierra? ¿Eso plateado? Es sangre de unicornio.
-¿Qué?- varios jóvenes se sorprendieron, muchos de ellos habían estudiado a los unicornios e incluso los habían podido ver en la clase d cuidado de criaturas mágicas.
Hay por aquí un unicornio que ha sido malherido por alguien. Es la segunda vez en una semana. Encontré uno muerto el último miércoles. Vamos a tratar de encontrar a ese pobrecito herido. Tal vez tengamos que evitar que siga sufriendo.
-¿Pero quien podría matar a una pobre criatura como esa?- exclamo Dora con un poco de tristeza.
Lily se puso a pensar en varias cosas, pero una en particular había llegado a su mente, pero no podía ser, quien podría estar y tan desesperado para llegar a ese punto, entonces un nombre llegó a su mente logrando que palideciera un poco, esperaba con todas sus fuerzas que estuviera equivocada.
—¿Y qué sucede si el que hirió al unicornio nos encuentra a nosotros primero? —dijo Malfoy, incapaz de ocultar el miedo de su voz.
-Una pregunta cobarde pero acertada sobrino- comentó Sirius.
—No hay ningún ser en el bosque que os pueda herir si estáis conmigo o con Fang —dijo Hagrid—. Y seguid el sendero. Ahora vamos a dividirnos en dos equipos y seguiremos la huella en distintas direcciones. Hay sangre por todo el lugar, debieron herirlo ayer por la noche, por lo menos.
Las madres esperaban impacientes a que nada saliera mal, no les gustaba que se tuvieran que internar en el bosque y mucho menos que lo hcicieran en equipos separados.
—Yo quiero ir con Fang —dijo rápidamente Malfoy, mirando los largos colmillos del perro.
—Muy bien, pero te informo de que es un cobarde —dijo Hagrid—. Entonces yo, Harry y Hermione iremos por un lado y Draco, Neville y Fang, por el otro. Si alguno encuentra al unicornio, debe enviar chispas verdes, ¿de acuerdo? Sacad vuestras varitas y practicad ahora... está bien... Y si alguno tiene problemas, las chispas serán rojas y nos reuniremos todos... así que tened cuidado... en marcha.
-No me gusta nada que se hayan dividido- comento Alice en voz alta.
-Y yo no estoy conforme por como formaste los equipos Hagrid- increpo Alastor y todos los vieron con extrañeza, pero nadie pregunto nada.
El bosque estaba oscuro y silencioso. Después de andar un poco, vieron que el sendero se bifurcaba. Harry, Hermione y Hagrid fueron hacia la izquierda y Malfoy, Neville y Fang se dirigieron a la derecha.
Anduvieron en silencio, con la vista clavada en el suelo. De vez en cuando, un rayo de luna a través de las ramas iluminaba una mancha de sangre azul plateada entre las hojas caídas.
Harry vio que Hagrid parecía muy preocupado.
—¿Podría ser un hombre lobo el que mata los unicornios? —preguntó Harry
El chico del futuro miro con cierta culpa al castaño frente a él, las cosas eran muy diferentes en esa época, trato de decir algo para excusarse pero antes de abrir la Lupin lo interrumpió.
-descuida, solo tenías once años- le dijo, pero solo aquellos que conocían su problema peludo entendieron lo que acababa de ocurrir. Con un Harry más tranquilo prosiguió la lectura.
—No son bastante rápidos —dijo Hagrid—. No es tan fácil cazar un unicornio, son criaturas poderosamente mágicas. Nunca había oído que hubieran hecho daño a ninguno.
-Y es que no debegian haceglo- comento Fleur- son cgiatugas muy pugas y nobles, el que haya hecho eso no debe de teneg alma.
Las palabras de la rubio solo impacientaron más a Lily, James pudo notarlo por lo que la abrazo tratando e clamarla, aun cuando no entendía que era lo que pasaba.
Pasaron por un tocón con musgo. Harry podía oír el agua que corría: debía de haber un arroyo cerca. Todavía había manchas de sangre de unicornio en el serpenteante sendero.
—¿Estás bien, Hermione? —susurró Hagrid—. No te preocupes, no puede estar muy lejos si está tan malherido, y entonces podremos... ¡PONEOS DETRÁS DE ESE ÁRBOL!
Todo el comedor se tensó, sería que habían encontrado al agresor del pobre animal.
Hagrid cogió a Harry y Hermione y los arrastró fuera del sendero, detrás de un grueso roble. Sacó una flecha, la puso en su ballesta y la levantó, lista para disparar. Los tres escucharon. Alguien se deslizaba sobre las hojas secas. Parecía como una capa que se arrastrara por el suelo. Hagrid miraba hacia el sendero oscuro pero, después de unos pocos segundos, el sonido se alejó.
—Lo sabía —murmuró—. Aquí hay alguien que no debería estar.
—¿Un hombre lobo? —sugirió Harry.
-No lo creo Harry- comento Remus- ellos nunca se acercarían al bosque prohibido o a Hogwarts.
-Al menos no todos- comento por lo bajo sirius solo para que James lo escuchara.
—Eso no era un hombre lobo, ni tampoco un unicornio —dijo Hagrid con gesto sombrío—. Bien, seguidme, pero tened cuidado.
Anduvieron más lentamente, atentos a cualquier ruido. De pronto, en un claro un poco más adelante, algo se movió visiblemente.
—¿Quién está ahí? —gritó Hagrid—. ¡Déjese ver... estoy armado!
Y apareció en el claro... ¿era un hombre o un caballo? De la cintura para arriba, un hombre, con pelo y barba rojizos, pero por debajo, el cuerpo de pelaje zaino de un caballo, con una cola larga y rojiza. Harry y Hermione se quedaron boquiabiertos.
-Un centauro- exclamaron- he oído que varios de ellos en el bosque- comento alguien de Ravenclaw
-Entonces lo que oyeron hace un momento ¿era un centauro?- pregunto una chica de Gryffindor.
-No lo creo, la descripción del libro fue diferente- comentó Dora analizando la situación.
—Oh, eres tú, Ronan —dijo aliviado Hagrid—. ¿Cómo estás?
Se acercó y estrechó la mano del centauro.
—Que tengas buenas noches, Hagrid —dijo Ronan. Tenía una voz profunda y acongojada—. ¿Ibas a dispararme?
—Nunca se es demasiado cuidadoso —dijo Hagrid, tocando su ballesta—. Hay alguien muy malvado, perdido en este bosque. Ah, éste es Harry Potter y ella es Hermione Granger. Ambos son alumnos del colegio. Y él es Ronan. Es un centauro.
—Nos hemos dado cuenta —dijo débilmente Hermione.
—Buenas noches —los saludó Ronan—. ¿Estudiantes, no? ¿Y aprendéis mucho en el colegio?
—Eh...
—Un poquito —dijo con timidez Hermione.
-¿Solo un poquito?- comenzó Fred.
-Eso es gracioso viviendo de la más lista del curso- término George.
-Pero sin duda eso lograra que se puedan llevar bien con el centauro a que sea una presuntuosa- comentó Marlene- después de todo los centauros como otras criaturas mágicas tienen conflictos con los magos.
-Es que los magos hemos sido muy injustos con algunos de ellos- aseguro Hermione.
-Pero no es como si ellos fueran unos santos nosotros tampoco- rebatió canuto.
-Esa no es excusa Black, el ministerio debería de hacer algo para mejorar las relaciones con esas criaturas.
-Ha, señorita McKinnon, ¿a usted le gustaría integrase a…?
-Después Hermione, deja que lleguemos a esa parte- le interrumpió Ron que sabía que quería embarcar a la rubia en su P.E.D.D.O.
—Un poquito. Bueno, eso es algo. —Ronan suspiró. Torció la cabeza y miró hacia el cielo—. Esta noche, Marte está brillante.
—Ajá —dijo Hagrid, lanzándole una mirada—. Escucha, me alegro de haberte encontrado, Ronan, porque hay un unicornio herido. ¿Has visto algo?
Ronan no respondió de inmediato. Se quedó con la mirada clavada en el cielo, sin pestañear, y suspiró otra vez.
—Siempre los inocentes son las primeras víctimas —dijo—. Ha sido así durante los siglos pasados y lo es ahora.
-Es una lástima que así sea- comentó Bill.
—Sí —dijo Hagrid—. Pero ¿has visto algo, Ronan? ¿Algo desacostumbrado?
—Marte brilla mucho esta noche —repitió Ronan, mientras Hagrid lo miraba con impaciencia—. Está inusualmente brillante.
-¡¿Y que demonio importa un maldito planeta?!- interrogo con molestia Sirius.
-Los sentaros son astrólogos Sirius, leen las estrellas y hacen predicciones con ellas- le explico Lily- marte es el nombre de un dios de la guerra y que este brillando significa precisamente que se avecina una guerra.- termino con cierta preocupación.
-Sí, pero la adivinación es una rama muy imprecisa de la magia, incluso McGonagall lo dice- se aventuró Alice.
-Poco son los magos que pueden hacer adivinaciones acertadas- agrego Marlene- Pero como dijo Lily esa es la especialidad de los centauros, tienen habilidades que los magos no, y por eso no creo que se deban tomar sus palabras tan a la ligera.
Los miembros del trio no podían estar más de acuerdo, ellos vieron de primera mano lo que la mujer decía y muy a pesar de Hermione.
—Sí, claro, pero yo me refería a algo inusual que esté un poco más cerca de nosotros —dijo Hagrid—. Entonces ¿no has visto nada extraño?
Otra vez, Ronan se tomó su tiempo para contestar. Hasta que, finalmente, dijo:
—El bosque esconde muchos secretos.
-¡¿Que es muy difícil responder con un “sí” o un “no”?!- hablo Sirius molesto.
-Más bien creo que son respuestas muy simples para él- atajo Remus.
-No me empieces a fastidiar lunático, que ya estoy bastante estresado con ese centauro para que te empieces con tu lógica.
Un movimiento en los árboles detrás de Ronan hizo que Hagrid levantara de nuevo su ballesta, pero era sólo un segundo centauro, de cabello y cuerpo negro y con aspecto más salvaje que Ronan.
—Hola, Bane —saludó Hagrid—. ¿Qué tal?
—Buenas noches, Hagrid, espero que estés bien.
—Sí, gracias. Mira, le estaba preguntando a Ronan si había visto algo extraño últimamente. Han herido a un unicornio. ¿Sabes algo sobre eso?
Bane se acercó a Ronan. Miró hacia el cielo.
—Esta noche Marte brilla mucho —dijo simplemente.
-¡Otro igual!- exclamo el animago.
-Eso cada vez me gusta menos- dijo Lily.
-Vamos cariño, tu misma has aceptado lo imprecisa que puede ser la adivinación- la trato de clamar james.
-Si lo he hecho, pero nunca he subestimado esa rama de la magia, aun cuando sean pocas las veces, las profecías reales si existes, y pueden llegar a ser muy perjudiciales.
Nuevamente el trio de oro le condecía la razón silenciosamente, especialmente Harry.
—Eso dicen —dijo Hagrid de malhumor—. Bueno, si alguno ve algo, me avisáis, ¿de acuerdo? Bueno, nosotros nos vamos.
Harry y Hermione lo siguieron, saliendo del claro y mirando por encima del hombro a Ronan y Bane, hasta que los árboles los taparon.
—Nunca —dijo irritado Hagrid— tratéis de obtener una respuesta directa de un centauro. Son unos malditos astrólogos. No se interesan por nada más cercano que la luna.
-Yo opino igual que él, todos son unos malditos…
-No creo que deba generalizar a toda una especie solo por unos cuantos señor Black- le interrumpió Dumbledore antes de tomar la lectura.
—¿Y hay muchos de ellos aquí? —preguntó Hermione.
—Oh, unos pocos más... Se mantienen apartados la mayor parte del tiempo, pero siempre aparecen si quiero hablar con ellos. Los centauros tienen una mente profunda... saben cosas... pero no dicen mucho.
—¿Crees que era un centauro el que oímos antes? —dijo Harry.
—¿Te pareció que era ruido de cascos? No, en mi opinión, eso era lo que está matando a los unicornios... Nunca he oído algo así.
-Lo que es más preocupante aun, sabrá merlín que clase de criaturas viven ahí- comentó asustada Narcisa.
Pasaron a través de los árboles oscuros y tupidos. Harry seguía mirando por encima de su hombro, con nerviosismo. Tenía la desagradable sensación de que los vigilaban. Estaba muy contento de que Hagrid y su ballesta fueran con ellos. Acababan de pasar una curva en el sendero cuando Hermione se aferró al brazo de Hagrid.
—¡Hagrid! ¡Mira! ¡Chispas rojas, los otros tienen problemas!
-¡Oh por Merlín!- gritaron Alice y Narcisa al mismo tiempo, sus hijos estaban solos y en problemas.
-Mamá tranquilízate, no pasó nada malo- trato de clamarla Neville.
-Pero es que ustedes…
-Él tiene razón señora Longbottom- hablo el rubio para tranquilizarla a ella y a su madre- no pasó nada cuando él y yo estuvimos  juntos, simplemente—respiro hondo antes de proseguir- simplemente fui yo que salte de repente y lo asuste
-¡¿qué tú que?!- dijeron las dos madres al unísono.
-Valla, no creí que tuvieras dotes de bromistas-
-Ese no es un juego Sirius Black- le gritaron las dos mujeres al mismo tiempo.
-Ya hablare después contigo sobre eso jovencito- le aseguro Narcisa al rubio.
—¡Vosotros esperad aquí! —gritó Hagrid—. ¡Quedaos en el sendero, volveré a buscaros!
Lo oyeron alejarse y se miraron uno al otro, muy asustados, hasta que ya no oyeron más que las hojas que se movían alrededor.
—¿Crees que les habrá pasado algo? —susurró Hermione.
—No me importará si le ha pasado algo a Malfoy, pero si le sucede algo a Neville... está aquí por nuestra culpa.
-Cielos, pues muchas gracias he- ironizo el rubio.
-Tu hubieras pensado lo mismo que yo- se defendió el azabache.
-Touche
Los minutos pasaban lentamente. Les parecía que sus oídos eran más agudos que nunca. Harry detectaba cada ráfaga de viento, cada ramita que se rompía. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Dónde estaban los otros?
Por fin, un ruido de pisadas crujientes les anunció el regreso de Hagrid. Malfoy, Neville y Fang estaban con él. Hagrid estaba furioso. Malfoy se había escondido detrás de Neville y, en broma, lo había cogido. Neville se aterró y envió las chispas.
—Vamos a necesitar mucha suerte para encontrar algo, después del alboroto que habéis hecho. Bueno, ahora voy a cambiar los grupos... Neville, tú te quedas conmigo y Hermione. Harry, tú vas con Fang y este idiota. Lo siento —añadió en un susurro dirigiéndose a Harry— pero a él le va a costar mucho asustarte y tenemos que terminar con esto.
-Eso está mejor- intervino Alastor- no es para demeritar a los otros dos, pero el único con el carácter para soportar a ese mocoso era Potter- aseguro en su tono característico.
-Esto cada vez me gusta menos- afirmo Lily aferrándose al brazo de su novio.
-¿Por qué lo dices cariño?- le pregunto James.
-No oíste lo que dijo Draco, que no pasó nada cuandoél y yo” estuvimos  juntos- repitió la chica- eso quiere decir que algo paso ahora que reorganizaron los equipos.
-Tu madre sí que es perceptiva- comento por lo bajo el rubio.
-Si lo sé, será difícil ocultarle algo en el futuro.-acepto el azabache.
Así que Harry se internó en el corazón del bosque, con Malfoy y Fang. Anduvieron cerca de media hora, internándose cada vez más profundamente, hasta que el sendero se volvió casi imposible de seguir, porque los árboles eran muy gruesos. Harry pensó que la sangre también parecía más espesa.
Había manchas en las raíces de los árboles, como si la pobre criatura se hubiera arrastrado en su dolor. Harry pudo ver un claro, más adelante, a través de las enmarañadas ramas de un viejo roble.
-Ya lo encontraron- comentaron algunos.
-Rápido, lancen las chispas verdes para que vallan a buscarlos- apremio Sirius.
-Si estas al tanto de que todo eso ya ocurrió verdad pulgoso- intervino Remus.
-Perdóname por ser apasionado, y yo no tengo pulgas.
—Mira... —murmuró, levantando un brazo para detener a Malfoy
Algo de un blanco brillante relucía en la tierra. Se acercaron más.
Sí, era el unicornio y estaba muerto. Harry nunca había visto nada tan hermoso y tan triste. Sus largas patas delgadas estaban dobladas en ángulos extraños por su caída y su melena color blanco perla se desparramaba sobre las hojas oscuras.
Todos se entristecieron un poco por la descripción, y algunas chicas como Fleur, que habían tenido la oportunidad de ver a un unicornio en todo su esplendor, pudieron visualizar la imagen con mucha más fuerza provocándoles derramar unas pocas lágrimas.
Harry había dado un paso hacia el unicornio, cuando un sonido de algo que se deslizaba lo hizo congelarse en donde estaba.
-Es esa cosa que escucharon antes- increpo asustada Nymphadora- no importa que eso ya haya ocurrido pero deben salir de inmediato de ahí.
Un arbusto que estaba en el borde del claro se agitó... Entonces, de entre las sombras, una figura encapuchada se acercó gateando, como una bestia al acecho. Harry, Malfoy y Fang permanecieron paralizados. La figura encapuchada llegó hasta el unicornio, bajó la cabeza sobre la herida del animal y comenzó a beber su sangre.
Lily perdió completamente el color al descubrir que la mitad de su teoría se había confirmado, mientras que otros estudiantes expresaron el horro y el asco ante tal acción.
—¡AAAAAAAAAAAAAH!
Malfoy dejó escapar un terrible grito y huyó... lo mismo que Fang. La figura encapuchada levantó la cabeza y miró directamente a Harry. La sangre del unicornio le chorreaba por el pecho. Se puso de pie y se acercó rápidamente hacia él... Harry estaba paralizado de miedo.
-¡¡No Harry!!- grito con apuración Lily encajándole las unas al bazo del azabache.
Entonces, un dolor le perforó la cabeza, algo que nunca había sentido, como si la cicatriz estuviera incendiándose. Casi sin poder ver, retrocedió. Oyó cascos galopando a sus espaldas, y algo saltó limpiamente y atacó a la figura.
-¿Qué?, ¿cómo que te dolía la cicatriz?- pregunto Lily, eso no podía significar algo bueno.
El dolor de cabeza era tan fuerte que Harry cayó de rodillas. Pasaron unos minutos antes de que se calmara. Cuando levantó la vista, la figura se había ido. Un centauro estaba ante él. No era ni Ronan ni Bane: éste parecía más joven, tenía cabello rubio muy claro, cuerpo pardo y cola blanca.
-Genial, otro centauro.
-Oh, me atrevería a decir señor Black, que ese encuentro será aun poco diferente a los anteriores- comento Dumbledore que creía saber de quien se trataba.
—¿Estás bien? —dijo el centauro, ayudándolo a ponerse de pie.
—Sí... gracias... ¿qué ha sido eso?
El centauro no contestó. Tenía ojos asombrosamente azules, como pálidos zafiros. Observó a Harry con cuidado, fijando la mirada en la cicatriz que se veía amoratada en la frente de Harry.
—Tú eres el chico Potter  —dijo—. Es mejor que regreses con Hagrid. El bosque no es seguro en esta época en especial para ti. ¿Puedes cabalgar? Así será más rápido... Mi nombre es Firenze —añadió, mientras bajaba sus patas delanteras, para que Harry pudiera montar en su lomo.
-Montaste a un centauro- se impresiono Sirius.
-No creo nunca que un centauro haya permitido que un humano subiera a su lomo- agrego Marlene.
Del otro lado del claro llegó un súbito ruido de cascos al galope. Ronan y Bane aparecieron velozmente entre los árboles, resoplando y con los flancos sudados.
—¡Firenze! —rugió Bane—. ¿Qué estás haciendo? Tienes un humano sobre el lomo! ¿No te da vergüenza? ¿Es que eres una mula ordinaria?
—¿Te das cuenta de quién es? —dijo Firenze—. Es el chico Potter. Mientras más rápido se vaya del bosque, mejor.
Eso era algo que alivio de sobre manera a james y Lily.
—¿Qué le has estado diciendo? —gruñó Bane—. Recuerda, Firenze, juramos no oponernos a los cielos. ¿No has leído en el movimiento de los planetas lo que sucederá?
-¿De que es lo que está hablando?
-Quien lo puede saber, esos malditos centros parece que solo hablan de esas cosas entre ellos- exclamo canuto.
Ronan dio una patada en el suelo con nerviosismo.
—Estoy seguro de que Firenze pensó que estaba obrando lo mejor posible —dijo, con voz sombría.
También Bane dio una patada, enfadado.
—¡Lo mejor posible! ¿Qué tiene eso que ver con nosotros? ¡Los centauros debemos ocuparnos de lo que está vaticinado! ¡No es asunto nuestro el andar como burros buscando humanos extraviados en nuestro bosque!
-Todo lo que ocurre en nuestro mundo nos afecta a todos- increpo Marlene- gracias a esa forma de pensar hay desconfianza entre magos y criaturas.
-Pero eso no importa McKinnon- le restó importancia el oji gris.
-Es gracias a esa discordia entre nosotros que Voldemort ha reclutado gigantes, licántropos y otras criaturas, no creo que se algo de tan poca importancia- nadie pudo rebatirle ese argumento, de ninguna forma.
De pronto, Firenze levantó las patas con furia y Harry tuvo que aferrarse para no caer.
—¿No has visto ese unicornio? —preguntó Firenze a Bane—. ¿No comprendes por qué lo mataron? ¿O los planetas no te han dejado saber ese secreto? Yo me lanzaré contra el que está al acecho en este bosque, con humanos sobre mi lomo si tengo que hacerlo.
-Firenze siempre ha sido diferente a otros centauros desde que nació, puede que sea el más consciente de lo que pasa en el mundo que sus congéneres, es por esa razón que no es bueno generalizar- comentó Dumbledore viendo de soslayo a Sirius,
Y Firenze partió rápidamente, con Harry sujetándose lo mejor que podía, y dejó atrás a Ronan y Bane, que se internaron entre los árboles.
Harry no entendía lo sucedido.
De hecho nadie entendía exactamente qué era lo que acababa de ocurrir.
—¿Por qué Bane está tan enfadado? —preguntó—. Y a propósito, ¿qué era esa cosa de la que me salvaste?
-Una cgiatura sin alma sin duda alguna, solo así se atgevería a cometeg semejante cgimen- comento nuevamente Fleur.
Firenze redujo el paso y previno a Harry que tuviera la cabeza agachada, a causa de las ramas, pero no contestó. Siguieron andando entre los árboles y en silencio, durante tanto tiempo que Harry creyó que Firenze no volvería a hablar-le. Sin embargo, cuando llegaron a un lugar particularmente tupido, Firenze se detuvo.
—Harry Potter, ¿sabes para qué se utiliza la sangre de unicornio?
-Para algo simplemente despreciable- exclamo Lily como si le hubieran preguntado a ella.
-Entonces tu si sabes para que se usa Lily- le pregunto james.
-Sí, estaba en unos de los libros de la sesión prohibida que leí.
-Ha, los que sacabas a escondidas cierto.- la chica asintió un poco sonrojada- y para que se usa.
-Creo que en libro lo explicara- dijo con cierta preocupación.
—No —dijo Harry, asombrado por la extraña pregunta—. En la clase de Pociones solamente utilizamos los cuernos y el pelo de la cola de unicornio.
—Eso es porque matar un unicornio es algo monstruoso —dijo Firenze—. Sólo alguien que no tenga nada que perder y todo para ganar puede cometer semejante crimen. La sangre de unicornio te mantiene con vida, incluso si estás al borde de la muerte, pero a un precio terrible. Si uno mata algo puro e indefenso para salvarse a sí mismo, conseguirá media vida, una vida maldita, desde el momento en que la sangre toque sus labios.
Todos se estremecieron ante eso, para nadie fue extraño que esa información estuviera contenida en un libro de la sección prohibida, pero aun así no entendían que clase de monstruo seria capaz de hacer algo como eso.
Harry clavó la mirada en la nuca de Firenze, que parecía de plata a la luz de la luna.
—Pero ¿quién estaría tan desesperado? —se preguntó en voz alta—. Si te van a maldecir para siempre, la muerte es mejor, ¿no?
Dumbledore pensó en eso seriamente, había un individuo que sería capaz de hacerlo, alguien cuyo mayor temor es la muerte misma.
—Es así —dijo Firenze— a menos que lo único que necesites sea mantenerte vivo el tiempo suficiente para beber algo más, algo que te devuelva toda tu fuerza y poder, algo que haga que nunca mueras. ¿Harry Potter, sabes qué está escondido en el colegio en este preciso momento?
-La piedra filosofal- exclamo Sirius- eso quiere decir que esa maldita criatura es la busca la piedra- grito Sirius.
-Así parece, pero quien… Lily estas bien
-He si continua- apremio al pelirrojo. Quería salir de dudas lo antes posible.
—¡La Piedra Filosofal! ¡Por supuesto... el Elixir de Vida! Pero no entiendo quién...
—¿No puedes pensar en nadie que haya esperado muchos años para regresar al poder, que esté aferrado a la vida, esperando su oportunidad?
Fue como si un puño de hierro cayera súbitamente sobre la cabeza de Harry. Por encima del ruido del follaje, le pareció oír una vez más lo que Hagrid le había dicho la noche en que se conocieron: «Algunos dicen que murió. En mi opinión, son tonterías. No creo que le quede lo suficiente de humano como para morir».
Eso no podía ser posible, pero a la vez era la única opción, si fuera verdad eso quería decir que el joven Potter había estado en un peligro aun mayor del que habían pensado.
-¡No por Merlín no”- exclamó Lily tapando su cara con las manos.
-¿Lily, que ocurre?- le pregunto James.
-Usted ya lo sabía cierto- aseguro Ginny impresionando a todos- lo dedujo cuando dijeron que habían atacado a los unicornios.
-Una de las pocas veces que deseaba estar equivocada- acepto la joven.
Todos quedaron impresionados por ese detalle, sin duda era la mejor estudiante de su generación y por mucho.
—¿Quieres decir —dijo con voz ronca Harry— que era Vol...?
—¡Harry! Harry, ¿estás bien?
Hermione corría hacia ellos por el sendero, con Hagrid resoplando detrás.
—Estoy bien —dijo Harry, casi sin saber lo que contestaba—. El unicornio está muerto, Hagrid, está en ese claro de atrás.
-Con respeto a las chicas, pero el unicornio es lo de menos- exclamó canuto preocupado por lo que podría ocurrir.
—Aquí es donde te dejo —murmuró Firenze, mientras Hagrid corría a examinar al unicornio—. Ya estás a salvo.
Harry se deslizó de su lomo.
—Buena suerte, Harry Potter —dijo Firenze—. Los planetas ya se han leído antes equivocadamente, hasta por centauros. Espero que ésta sea una de esas veces.
Nadie entendió lo que Firenze trato de decir, pero a nadie en absoluto le gusto como sonaban sus palabas.
Se volvió y se internó en lo más profundo del bosque, dejando a Harry temblando.
Ron se había quedado dormido en la oscuridad de la sala común, esperando a que volvieran.
-Siempre dispuesto para tus amigo he- intervino con orgullo Bill.
Ron simplemente le devolvió la sonrisa, ya vería que pensaba cuando llegaran más lejos en la lectura.
Cuando Harry lo sacudió para despertarlo, gritó algo sobre una falta en quidditch. Sin embargo, en unos segundos estaba con los ojos muy abiertos, mientras Harry les contaba, a él y a Hermione, lo que había sucedido en el bosque.
Harry no podía sentarse. Se paseaba de un lado al otro, ante la chimenea. Todavía temblaba.
—Snape quiere la piedra para Voldemort... y Voldemort está esperando en el bosque... ¡Y todo el tiempo pensábamos que Snape sólo quería ser rico!
-Realmente no creo que se así hijo- comentó Lily.
-Pero debes aceptar que si tiene cierta lógica pelirroja- comento Sirius.
-Ay que ver cómo avanza la historia.
—¡Deja de decir el nombre! —dijo Ron, en un aterrorizado susurro, como si pensara que Voldemort pudiera oírlos.
Harry no lo escuchó.
—Firenze me salvó, pero no debía haberlo hecho... Bane estaba furioso... Hablaba de interferir en lo que los planetas dicen que sucederá... Deben decir que Voldemort ha vuelto... Bane piensa que Firenze debió dejar que Voldemort me matara. Supongo que eso también está escrito en las estrellas.
-No, eso no puede ser posible- hablo Lily más que nada para converse a sí misma.
Harry veía concierta pena a su madre, ciertamente en esos años estuvo muy cerca de la muerte, en especial aquella vez que dejo que Voldemort lo atacara, tal vez lo que los centauros vieron aquella vez tenía que ver con ese momento que estuvo entre la vida y la muerta.
—¿Quieres dejar de repetir el nombre? —dijo Ron.
-Tranquilo chico, solo es un simple nombre, no tienes que preocuparte- exclamo Sirius.
—Así que lo único que tengo que hacer es esperar que Snape robe la Piedra —continuó febrilmente Harry—.. Entonces Voldemort podrá venir y terminar conmigo... Bueno, supongo que Bane estará contento.
-Si así fuera tendría otra cosa que preocuparse además del ministerio- increpo Remus molesto casi en un susurro, le molestaba sobre manera la idea de que fuera cierto.
-Tranquilo Remus, eso no pasara- le relajo la peli rosa acariciándole el brazo.
-Gracias Dora- la abrazo por los hombros para mostrarle su gratitud.
Hermione parecía muy asustada, pero tuvo una palabra de consuelo.
—Harry, todos dicen que Dumbledore es al único al que Quien-tú-sabes siempre ha temido. Con Dumbledore por aquí, Quien-tú-sabes no te tocará. De todos modos, ¿quién puede decir que los centauros tienen razón? A mí me parecen adivinos y la profesora McGonagall dice que ésa es una rama de la magia muy inexacta.
-Y no dejare de afirmo-exclamo la profesora- ni lo de Dumbledore ni lo de la adivinación- agrego.
El cielo ya estaba claro cuando terminaron de hablar. Se fueron a la cama agotados, con las gargantas secas. Pero las sorpresas de aquella noche no habían terminado.
-Otra noche agitada- hablo Alice- es que no tendrán tranquilidad en la escuela.
Cuando Harry abrió la cama encontró su capa invisible, cuidadosamente doblada. Tenía sujeta una nota:
Por las dudas.
-Recuperaste tu capa. Pregunto sirius.
-Eso quiere decir que la persona que te la envió también debe de estar dentro del castillo- razono james.
-Al igual que el que quiere la piedra- agrego Remus.
-Sí, quejicus.
-Aun no es un hecho Sirius- hablo Marlene- pero solo faltan dos capítulos, eso quiere decir que la resolución no está muy lejos.
-Entonces no hay motivo para desperdiciar más tiempo- increpo Alastor- tu chico pásame el libro- le increpo a Charlie.
-Solamente no te pongas de gruño después

-En ese caso no te pongas a decir estupideces Black- le rebatió ojo loco. Ni siquiera empezaba a leer y ya lo estaba impacientando.

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