viernes, 11 de julio de 2014

Capítulo 19.- El hombre con dos caras

-Era…
-¿Cuál es el título?- pregunto Lily.
-Eso no importa, lo leeremos después.
-¡Sirius!
-Ha está bien, el título es “el hombre de las dos caras”- nadie entendió que quería decir eso- muy bien, ya puedo leer- la pelirroja asintió
Era Quirrell.
-¡¿Qué?!- fue el grito colectivo de todo el mundo.
-¡Eso no puede ser posible, ¿qué hay de quejicus?!- se desesperó Sirius.
-Ya sabía que ese maldito se traía algo- exclamo Lily, 
-¡¡Pero cómo es posible que ese incompetente este ahí!!- grito lleno de rabia Lupin levantándose de su lugar, eso quería decir que el responsable de todo, y no lo pudieron descubrir.
-¡Remus tranquilízate!- Le pidió Nymphadora
-¡Pero como quieres que me…!
-¡¡Que te tranquilices!!- le dijo con más fuerza- que estas alterando a Teddy- le dijo meciendo al niño que tenía una ligera expresión de susto.
El castaño respiro profundo para serenar su mente, volvió  a tomar asiento y suavizando su voz lo más posible se disculpó con Teddy por haberlo asustado.
-Valla, a ti también te están domando lunático- comento sirius.
-Si no quieres descubrir lo salvaje que puedo ser más te vale que comiences a leer canuto- le reitero con frialdad.
-Está bien, no te molestes, yo solamente decía que…
-¡Ponte a leer!- gritaron Lily, James, Molly, Marlene y Andrómeda.
—¡Usted! —exclamó Harry.
Quirrell sonrió. Su rostro no tenía ni sombra del tic.
—Yo —dijo con calma— me preguntaba si me iba a encontrar contigo aquí, Potter.
—Pero yo pensé... Snape...
—¿Severus? —Quirrell rió, y no fue con su habitual sonido tembloroso y entrecortado, sino con una risa fría y aguda—. Sí, Severus parecía ser el indicado, ¿no? Fue muy útil tenerlo dando vueltas como un murciélago enorme. Al lado de él ¿quién iba a sospechar del po-pobre tar-tamudo p-profesor Quirrell?
-Bueno, hay que aceptar que desde cierto ángulo sí parece un murciélago- comento Sirius.
-Ese infeliz se la paso engañando a todo el mundo durante todo el libro y tú solo piensas en eso- le reclamo Remus.
-Pero es que tienes que aceptar que es cierto.
-Claro, como ya no puedes acusar a Snape de nada ahora te pones en ese plan- resalto Marlene- pero ahora no nos importan tus malditas comparaciones así que ponte a leer el libro.
Harry no podía aceptarlo. Aquello no podía ser verdad, no podía ser.
Sirius pensaba exactamente lo mismo, pero creyó que si lo decía en voz alta terminarían hechizándolo por interrumpir la lectura después de una sola oración.
—¡Pero Snape trató de matarme!
—No, no, no. Yo traté de matarte. Tu amiga, la señorita Granger, accidentalmente me atropelló cuando corría a prenderle fuego a Snape, en ese partido de quidditch. Y rompió el contacto visual que yo tenía contigo. Unos segundos más y te habría hecho caer de esa escoba. Y ya lo habría conseguido, si Snape no hubiera estado murmurando un contramaleficio, tratando de salvarte.
—¿Snape trataba de salvarme a mí?
-¿Tu trataste de salvarlo a él?- dijo con sorpresa James.
-Gracias Severus- le dijo con calma Lily, aún estaba un poco molesta con él, pero aun así su hijo era aún más importante.
-Cielos, yo no sé qué decir- comento James- creo que lo único que puedo hacer es agradecerte, aunque sería más fácil si no te hubieras comportado como un maldito con mi hijo solo por rencor.
Absolutamente nadie en el gran comedor se esperaba que algo así saliera de los labios de James Potter, el más impresionado de todos era Severus, ni en su más desquiciantes sueños imagino que el azabache le agradeciera por algo, aunque si lo pensaba con frialdad, tal vez solo ayudo a Harry por órdenes de Dumbledore, y aunque sabía que esa era la mejor posibilidad, no dejaba de sentir un poco de tristeza por no mostrar algo de apreciación por el hijo de su amada.
—Por supuesto —dijo fríamente Quirrell—. ¿Por qué crees que quiso ser árbitro en el siguiente partido? Estaba tratando de asegurarse de que yo no pudiera hacerlo otra vez. Gracioso, en realidad... no necesitaba molestarse. No podía hacer nada con Dumbledore mirando. Todos los otros profesores creyeron que Snape trataba de impedir que Gryffindor ganase, se ha hecho muy impopular...
-Es la reputación que el mismo se ha forjado- exclamo Sirius, sin importar que hubiera ayudado a Harry, el aún no se ablandaba lo suficiente como para agradecerle.
Y qué pérdida de tiempo cuando, después de todo eso, voy a matarte esta noche.
-¡No!- grito Lily desesperada- eso, eso no puede pasar- se dijo.
Tranquila cariño, todo saldrá bien- el trato de tranquilizar su novio abrazándola fuertemente.
Quirrell chasqueó los dedos. Unas sogas cayeron del aire y se enroscaron en el cuerpo de Harry, sujetándolo con fuerza.
—Eres demasiado molesto para vivir, Potter. Deslizándote por el colegio, como en Halloween, porque me descubriste cuando iba a ver qué era lo que vigilaba la Piedra.
—¿Usted fue el que dejó entrar al trol?
—Claro. Yo tengo un don especial con esos monstruos. ¿No viste lo que le hice al que estaba en la otra habitación?
-¡Maldita sea!- increpo Lily.
-Concluiste que se trataba de él cuándo nos topamos con el segundo trol cierto- aventuro Harry.
-Sí, justo en eso pensé- aseguro.
-Me habían contado que eras inteligente, pero sus palabras o te hacen justicia- le dijo cariñosamente a su madre.
La pelirroja lo miro con una dulce mirada, todo eso estaba resultando ser un poco más duro de lo esperado, descubrir todo por lo que su hijo tuvo que pasar, pero el que estuviera frente a ella hablándole, hacían que sacara fuerzas para continuar.
Desgraciadamente, cuando todos andaban corriendo por ahí para buscarte, Snape, que ya sospechaba de mí, fue directamente al tercer piso para ganarme de mano, y no sólo hizo que mi monstruo no pudiera matarte, sino que ese perro de tres cabezas no mordió la pierna de Snape de la manera en que debería haberlo hecho...
-Bien eso explica un parte del misterio- exclamo Lupin.
Hizo una pausa:
—Ahora, espera tranquilo, Potter. Necesito examinar este interesante espejo.
-Un espejo, como puede un espejo proteger la piedra.
-A no ser- comenzó a pensar Marlene mirando en dirección de la pelirroja.- a no ser que sea
-El espejo de Oesed- dijeron al mismo tiempo Marlene y Lily.
De pronto, Harry vio lo que estaba detrás de Quirrell. Era el espejo de Oesed.
—Este espejo es la llave para poder encontrar la Piedra —murmuró Quirrell, dando golpecitos alrededor del marco—. Era de esperar que Dumbledore hiciera algo así... pero él está en Londres... Cuando pueda volver, yo ya estaré muy lejos.
Lo único que se le ocurrió a Harry fue tratar de que Quirrell siguiera hablando y dejara de concentrarse en el espejo.
-Esa será una buena táctica- comentó Dora ganándose la aprobación de ojo loco.
—Lo vi a usted y a Snape en el bosque... —dijo de golpe.
-Es cierto, como explican eso-rebatió canuto.
-Sirius, ya te diste cuenta que el culpable de todo era Quirrell cierto- indago Harry.
-Pero si tu acabaste de decir…
-Era solo para ganar tiempo, una mera distracción, no es como si en verdad siguiera creyendo que Snape era el culpable- revelo Harry- digo, el que estaba enfrente de mi era Quirrell, y estaba intentando matarme en ese momento.
-Sí, pero podría ser…
-Ya deja tu terquedad Black y sigue leyendo- dijo Marlene desesperada.
—Sí —dijo Quirrell, sin darle importancia, paseando alrededor del espejo para ver la parte posterior—. Me estaba siguiendo, tratando de averiguar hasta dónde había llegado. Siempre había sospechado de mí. Trató de asustarme... Como si pudiera, cuando yo tengo a lord Voldemort de mi lado...
Quirrell salió de detrás del espejo y se miró en él con enfado.
-Entonces, la criatura del bosque si era él- exclámate.
-Y el pobge Haggi se encontgo con él- secundo Fleur.
-Esto no es bueno, tiene que hacer algo cuanto antes- dijo Andrómeda preocupada, entre más tiempo pasara, pero estaría la situación.
—Veo la Piedra... se la presento a mi maestro... pero ¿dónde está?
Harry luchó con las sogas qué lo ataban, pero no se aflojaron. Tenía que evitar que Quirrell centrara toda su atención en el espejo.
—Pero Snape siempre pareció odiarme mucho.
—Oh, sí—dijo Quirrell, con aire casual— claro que sí. Estaba en Hogwarts con tu padre, ¿no lo sabías? Se detestaban. Pero nunca quiso que estuvieras muerto.
—Pero hace unos días yo lo oí a usted, llorando... Pensé que Snape lo estaba amenazando...
-Es vedad, pero si no era Snape, entonces con quien estaba ablando- pregunto James a nadie en específico, y solo unos poco se dieron cuenta que lo le dijo Quejicus a Severus.
Por primera vez, un espasmo de miedo cruzó el rostro de Quirrell.
—Algunas veces —dijo— me resulta difícil seguir las instrucciones de mi maestro... Él es un gran mago y yo soy débil...
—¿Quiere decir que él estaba en el aula con usted? —preguntó Harry
-No, eso es imposible, no pudo entrar si Dumbledore estaba ahí- se preocupó Lily.
—Él está conmigo dondequiera que vaya —dijo con calma Quirrell
-Eso es imposible, ¿cómo podría estar en cualquier parte a donde valla?- pregunto Alice.
-Puede tratarse de algún tipo de posesión- se aventuró Gideon.
-O tal vez entra a su mente de alguna forma- propuso Fabián.
-Podríamos realizar mil especulaciones al respecto- intervino Dumbledore- pero que lo que lo mejor sería continuar con la lectura, no dudo que a respuesta se presentara en su momento.
Lo conocí cuando viajaba por el mundo. Yo era un joven tonto, lleno de ridículas ideas sobre el mal y el bien. Lord Voldemort me demostró lo equivocado que estaba. No hay ni mal ni bien, sólo hay poder y personas demasiado débiles para buscarlo...
Hay Tom, pero que pensamiento tan equivocado es el tuyo, hay mil cosas mucho mejores en el mundo que el simple poder- pensó con pena Dumbledore recordando como él también fue tentado por esas ideas.
Desde entonces le he servido fielmente, aunque muchas veces le he fallado. Tuvo que ser muy severo conmigo. —Quirrell se estremeció súbitamente—. No perdona fácilmente los errores. Cuando fracasé en robar esa Piedra de Gringotts, se disgustó mucho. Me castigó... decidió que tenía que vigilarme muy de cerca...
La voz de Quirrell se apagó. Harry recordó su viaje al callejón Diagon... ¿Cómo había podido ser tan estúpido? Había visto a Quirrell aquel mismo día  se habían estrechado las manos en el Caldero Chorreante.
-No fuiste el único estúpido Harry- comento Remus.
-Todos actuamos como idiotas- acepto James.
-Sí, pero a él se le perdona por tener solo once años- exclamo Sirius.
-Te das cuenta que eso solo lo empeora para nosotros canuto- le halo Remus- con eso quieres decir que somos más idiotas que un niño de once años- explico el Cataño provocando algunas sonrisas liberando un poco el estrés.
-Bueno, yo solo quería decir que… bueno él… mejor sigo leyendo.
Quirrell maldijo entre dientes.
—No comprendo... ¿La Piedra está dentro del espejo? ¿Tengo que romperlo?
La mente de Harry funcionaba a toda máquina.
«Lo que más deseo en el mundo en este momento —pensó— es encontrar la Piedra antes de que lo haga Quirrell. Entonces, si miro en el espejo, podría verme encontrándola... ¡Lo que quiere decir que veré dónde está escondida! Pero ¿cómo puedo mirar sin que Quirrell se dé cuenta de lo que quiero hacer?
-No es un mal razonamiento Potter, pero ser un poco difícil ejecutar- expreso Alastor.
-Debemos agradecer que puedas pensar mejor bajo presión- comento Andrómeda.
-Por fin le heredaste algo bueno- le comento Lily a su novio.
-Gracias cario- le devolvió la sonrisa- espera, ¿cómo que “por fin”?
-Sirius- le dijo la pelirroja para que siguiera leyendo.
Trató de torcerse hacia la izquierda, para ponerse frente al espejo sin que Quirrell lo notara, pero las sogas que tenía alrededor de los tobillos estaban tan tensas que lo hicieron caer. Quirrell no le prestó atención. Seguía hablando para sí mismo.
—¿Qué hace este espejo? ¿Cómo funciona? ¡Ayúdame, Maestro!
Y para el horror de Harry, una voz le respondió, una voz que parecía salir del mismo Quirrell.
—Utiliza al muchacho... Utiliza al muchacho...
-¿Qué?, ¿pero cómo?, no es posible este ahí- las dudas y las preguntas se comenzaron esparcía por el gran comedor.
Quirrell se volvió hacia Harry.
—Sí... Potter... ven aquí.
Hizo sonar las manos una vez y las sogas cayeron. Harry se puso lentamente de pie.
—Ven aquí —repitió Quirrell—. Mira en el espejo y dime lo que ves.
Harry se aproximó.
-Es su oportunidad- hablo Alastor.
-Pero aún queda el asunto de Quirrell, tiene que ver la forma de escapar de el- comento Frank tratando de pensar en algo que le podría ser útil.
-Podría golearlo y salir corriendo lo más rápido que pudiera-sugirió Sirius.
-Mejor continua con la lectura- pido Lily que no se le ocurrir una forma no tan peligrosa de salir de ahí
«Tengo que mentir —pensó, desesperado—, tengo que mirar y mentir sobre lo que veo, eso es todo.»
Quirrell se le acercó por detrás. Harry respiró el extraño olor que parecía salir del turbante de Quirrell. Cerró los ojos, se detuvo frente al espejo y los volvió a abrir.
Se vio reflejado, muy pálido y con cara de asustado. Pero un momento más tarde, su reflejo le sonrió. Puso la mano en el bolsillo y sacó una piedra de color sangre. Le guiñó un ojo y volvió a guardar la Piedra en el bolsillo y, cuando lo hacía, Harry sintió que algo pesado caía en su bolsillo real. De alguna manera (era algo increíble) había conseguido la Piedra.
-¡¿Qué?!- exclamaron todos- ¿pero cómo fue posible que consiguiera la piedra así nada más?- prosiguió Dora.
-En eso debía consistir la prueba de Dumbledore, no solo el simple espejo, debió ser algún truco engañoso para que no pudieran obtener la piedra individuos no deseados.
-Mejor continúo leyendo, de otra forma tendríamos que adentrarnos en la loca mente de Dumbledore.
-Sirius, por lo menos ten un poco de respeto porque él te está oyendo- le recordó Marlene.
-No hay problema señorita McKinnon-le resto importancia el profesor- pero concuerdo que hay que seguir leyendo.
—¿Bien? —dijo Quirrell con impaciencia—. ¿Qué es lo que ves?
Harry, haciendo de tripas corazón, contestó:
—Me veo con Dumbledore, estrechándonos las manos —inventó—. Yo... he ganado la copa de la casa para Gryffindor. Quirrell maldijo otra vez.
—Quítate de ahí —dijo. Cuando Harry se hizo a un lado, sintió la Piedra Filosofal contra su pierna. ¿Se atrevería a escapar?
-Por lo menos debes intentarlo hijo- dijo con apremio James.
Pero no había dado cinco pasos cuando una voz aguda habló, aunque Quirrell no movía los labios.
—Él miente... él miente...
—¡Potter, vuelve aquí! —gritó Quirrell—. ¡Dime la verdad! ¿Qué es lo que has visto?
La voz aguda se oyó otra vez.
—Déjame hablar con él... cara a cara...
—¡Maestro, no está lo bastante fuerte todavía!
—Tengo fuerza suficiente... para esto.
Harry sintió como si el Lazo del Diablo lo hubiera clavado en el suelo. No podía mover ni un músculo. Petrificado, observó a Quirrell, que empezaba a desenvolver su turbante. ¿Qué iba a suceder? El turbante cayó. La cabeza de Quirrell parecía extrañamente pequeña sin él. Entonces, Quirrell se dio la vuelta lentamente.
Harry hubiera querido gritar, pero no podía dejar salir ningún sonido. Donde tendría que haber estado la nuca de Quirrell, había un rostro, la cara más terrible que Harry hubiera visto en su vida. Era de color blanco tiza, con brillantes ojos rojos y ranuras en vez de fosas nasales, como las serpientes.
Varias exclamaciones de miedo y asco se escucharon por toda la habitación, ahora todos entendía a qué se refería Quirrell, pero no era una posesión, más bien era como un parasito existiendo a expensas de otra ser.
-El hombre de las dos caras- repitió Lily- a eso se refería el título.
-Harry, no nos habías contado como era exactamente- cemento Hermione.
-Creo que omití algunos detalles- dijo sin importancia el azabache que le correspondió el fuerte abrazo a Ginny quien también estaba preocupada.
—Harry Potter... —susurró.
Harry trató de retroceder, pero sus piernas no le respondían.
—¿Ves en lo que me he convertido? —dijo la cara—. No más que en sombra y quimera... Tengo forma sólo cuando puedo compartir el cuerpo de otro... Pero siempre ha habido seres deseosos de dejarme entrar en sus corazones y en sus mentes... La sangre de unicornio me ha dado fuerza en estas semanas pasadas... tú viste al leal Quirrell bebiéndola para mí en el bosque... y una vez que tenga el Elixir de la Vida seré capaz de crear un cuerpo para mí... Ahora... ¿por qué no me entregas la Piedra que tienes en el bolsillo?
-¿pero como es que supo…?- se preguntó Frank
-Él siempre tuvo una mente prodigiosa, es una verdadera lástima, que haya enfocado todo ese talento para finales tan terribles- explicó Dumbledore.
-No es tan listo como cree- intervino Sirius- después de todo Harry lo venció de bebe.
Entonces él lo sabía. La idea hizo que de pronto las piernas de Harry se tambalearan.
—No seas tonto —se burló el rostro—. Mejor que salves tu propia vida y te unas a mí... o tendrás el mismo final que tus padres... Murieron pidiéndome misericordia...
Todos los que conocían a la pareja apretaron con fuerza los puños, odiaban que hablaran así de alguno de ellos y más un que le dijera tales cosas a un niño de tan solo once años, uno de los más furiosos sin duda era Severus, que odiaba que hablara de esa forma de Lily, por primera vez desde hacía mucho tiempo dudo que la lealtad que pensaba otorgarle a Voldemort.
—¡MENTIRA! —gritó de pronto Harry.
Quirrell andaba hacia atrás, para que Voldemort pudiera mirarlo. La cara maligna sonreía.
—Qué conmovedor —dijo—. Siempre consideré la valentía... Sí, muchacho, tus padres eran valientes... Maté primero a tu padre y luchó con valor...
-Yo nunca temería plantarle cara a ese maldito- increpo molesto el azabache- en especial para proteger a mi familia.
Pero tu madre no tenía que morir... ella trataba de protegerte... Ahora, dame esa Piedra, a menos que quieras que tu madre haya muerto en vano.
—¡NUNCA!
-Bien hijo- hablo Lily, cuyo enojo superaba su miedo en ese momento- no le temas a plantarle cara a ese infeliz- dijo apretándose más a su novio.
Harry se movió hacia la puerta en llamas, pero Voldemort gritó: ¡ATRÁPALO! y, al momento siguiente, Harry sintió la mano de Quirrell sujetando su muñeca. De inmediato, un dolor agudo atravesó su cicatriz y sintió como si la cabeza fuera a partírsele en dos.
La angustia de los padres de Harry estaba al tope, no podían vislumbrar cómo fue posible que su hijo escapara de esa situación.
Gritó, luchando con todas sus fuerzas y, para su sorpresa, Quirrell lo soltó. El dolor en la cabeza amainó...
-Pero que ha pasado- pregunto con desesperación Remus- ¿por qué lo soltó?- quería saber si había una esperanza de que todo saliera bien.
-Hay que ser paciente, Sirius, sigue leyendo- pidió Dora.
Miró alrededor para ver dónde estaba Quirrell y lo vio doblado de dolor, mirándose los dedos, que se ampollaban ante sus ojos.
Todos estaban expectantes, que era lo que había pasado para que Harry se librara, aun los del futuro que habían estado ahí se preguntaban qué había pasado realmente, ya que solo habían escuchado rumores que corrieron cuando el chico estaba en la enfermería.
—¡ATRÁPALO! ¡Atrápalo! —rugía otra vez Voldemort, y Quirrell arremetió contra Harry, haciéndolo caer al suelo y apretándole el cuello con las dos manos... La cicatriz de Harry casi lo enceguecía de dolor y, sin embargo, pudo ver a Quirrell chillando desesperado.
—Maestro, no puedo sujetarlo... ¡Mis manos... mis manos! Y Quirrell, aunque mantenía sujeto a Harry aplastándolo con las rodillas, le soltó el cuello y contempló, aterrorizado, sus manos. Harry vio que estaban quemadas, en carne viva, con ampollas rojas y brillantes.
-¡No puede tocarlo, no puede tocar a Harry!- exclamo con impresión el azabache mayor- pero porque no puede….
-¡Eso no importa James!, Harry tiene que usar eso a su favor de alguna forma- dijo con apuración Lily, esperaba que pronto terminara ese suplicio por el que estaban pasando.
—¡Entonces mátalo, idiota, y termina de una vez! —exclamó Voldemort.
Los Potter se sujetaron con más fuerza si era posible, ahora más que nunca su hijo estaba en verdadero peligro, y ellos enfriándose en unas malditas tumbas, sin poder hacer algo para poder ayudarlo.
Quirrell levantó la mano para lanzar un maleficio mortal, pero Harry, instintivamente, se incorporó y se aferró a la cara de Quirrell.
—¡AAAAAAH!
Quirrell se apartó, con el rostro también quemado, y entonces Harry se dio cuenta: Quirrell no podía tocar su piel sin sufrir un dolor terrible. Su única oportunidad era sujetar a Quirrell, que sintiera tanto dolor como para impedir que hiciera el maleficio...
-Vamos chico, ya sabes lo que debes hacer- atajo Alastor, al parecer también estaba emocionado con la lectura. Algo muy curioso para aquellos que lo conocían.
Harry se puso de pie de un salto, cogió a Quirrell de un brazo y lo apretó con fuerza. Quirrell gritó y trató de empujar a Harry. El dolor de cabeza de éste aumentaba y el muchacho no podía ver, solamente podía oír los terribles gemidos de Quirrell y los aullidos de Voldemort: ¡MÁTALO! ¡MÁTALO!, y otras voces, tal vez sólo en su cabeza, gritando: «¡Harry! ¡Harry!».
Todos se encontraban en el borde del asiento esperando ansiosos la resolución de todo esa pelea, era como se dice, si alguien tirara un alfiler, todos serian capases de escuchar el ruido al caer.
Sintió que el brazo de Quirrell se iba soltando, supo que estaba perdido, sintió que todo se oscurecía y que caía... caía... caía...
Algo dorado brillaba justo encima de él.
-¡¿Qué?- dijeron algunos
-¡¿Cómo?!- agregaron otros.
-¡¿De qué se trata esto?!- increpo Lily molesta- ¡¿qué fue lo que paso?!
-Yo tampoco lo se pelirroja, así está escrito en serio- dijo mostrándole el libro para que viera que era cierto mientras que releía la parte y revisaba las partes para saber si no había algún error.
-Bueno, está bien, sigue la lectura y esperamos que todo adquiera sentido- dijo con cierta desesperación.
¡La snitch! Trató de atraparla, pero sus brazos eran muy pesados.
-Quidditch, los Potter y su quidditch- dio en forma despectiva la pelirroja.
Pestañeé. No era la snitch. Eran un par de gafas. Qué raro.
Pestañeó otra vez. El rostro sonriente de Albus Dumbledore se agitaba ante él.
-Dumbledore- dijeron varios.
-Está a salvo, está a salvo James- dijo aliviada Lily, y no solo ella, la mayoría se sentían igual que la joven.
—Buenas tardes, Harry —dijo Dumbledore.
Harry lo miró asombrado. Entonces recordó.
—¡Señor! ¡La Piedra! ¡Era Quirrell! ¡Él tiene la Piedra! Señor, rápido...
-Ya relájate cachorro, no tienes que estresarte tanto.
-Lo último que recuerda es que peleaba por su vida, como no se va a sentir estresado- le rebatió Marlene.
—Cálmate, querido muchacho, estás un poco atrasado —dijo Dumbledore—. Quirrell no tiene la Piedra.
—¿Entonces quién la tiene? Señor, yo...
—Harry, por favor, cálmate, o la señora Pomfrey me echará de aquí.
-Está en la enfermería- comento Dora
-Después de la noche que paso no me extrañaría- agregó Remus.
Harry tragó y miró alrededor. Se dio cuenta de que debía de estar en la enfermería.
-No habías estado en la enfermería- se extrañó James.
-No, esa fue la primera vez que fui- acepto el chico- ¿Por qué?
-Porque tu padre la conoció en su primera semana- le revelo Remus- había pescado un resfriado por meterse a nadar con el calamar gigante.
-Y desde ahí fue difícil sacarlo de la enfermería, de hecho en ocasiones llegue a pensar que lo hacía a propósito porque le gustaba la señora Pomfrey
-¡Canuto!- le reclamo el azabache.
-Y todo fue peor después de segundo año, casi se volvió tradición que fuera a dormir a la enfermería después de un partido de quidditch- agrego Lupin.
-Esa debe ser otra cosa que heredaste de él hermano- intervino Ron.
-Hay por Merlín- se lamentó Lily, pero aun así estaba más tranquila porque ya estaba a salvo.
Estaba acostado en una cama, con sábanas blancas de hilo, y cerca había una mesa, con una enorme cantidad de paquetes, que parecían la mitad de la tienda de golosinas
—Regalos de tus amigos y admiradores —dijo Dumbledore, radiante—. Lo que sucedió en las mazmorras entre tú y el profesor Quirrell es completamente secreto, así que, naturalmente, todo el colegio lo sabe. Creo que tus amigos, los señores Fred y George Weasley, son responsables de tratar de enviarte un inodoro.
Los bromistas del pasado se pusieron a reír por la ocurrencia de los pelirrojos.
-Está bien, eso los reivindica un poco por como trataron al cachorro- comentó Sirius.
No dudo que pensaron que eso te divertiría. Sin embargo, la señora Pomfrey consideró que no era muy higiénico y lo confiscó.
-Solo porque lo es, ¿cómo se les pudo ocurrir algo semejante?- les reclamo Molly a sus hijos.
-Bueno hasta cierto punto tu os inspiraste recuerdas- comenzó Fred.
-Sí, antes de iniciar el año en la plataforma 9 ¾ - secundo George. Pero en cambio su madre los miro con mucha más intensidad.
-Acaso no han entendido que lo le pueden discutir a una pelirroja- dijo con extrañeza canuto.
-O a la mejor si saben lo peligroso que es- comenzó Fabián.
-Y lo hacen intencionalmente para sentir la adrenalina- termino Gideon.
-Bueno ya, podríamos continuar con la lectura- pidió Alice.
—¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí?
—Tres días. El señor Ronald Weasley y la señorita Granger estarán muy aliviados al saber que has recuperado el conocimiento. Han estado sumamente preocupados.
Unas intensan miradas de agradecimiento de parte de Lily, James, Sirius y Remus se posaron sobre los dos jóvenes, en verdad no pudieron pedir mejores amigos que ellos.
—Pero señor, la Piedra...
-No les resulta interesante que este más preocupado por la piedra que por haber estado inocente tres días- comento Remus que ya había notado eso.
-Pues sí, pero que se le puede hacer, es su complejo de héroe- comento cansinamente Hermione que en ocasiones veía con desaprobación su actitud.
-Pero eso lo hace ver más atractivo- lo defendió Ginny abrazando a su novio con ternura.
—Veo que no quieres que te distraiga. Muy bien, la Piedra. El profesor Quirrell no te la pudo quitar. Yo llegué a tiempo para evitarlo, aunque debo decir que lo estabas haciendo muy bien.
—¿Usted llegó? ¿Recibió la lechuza que envió Hermione?
—Nos debimos cruzar en el aire. En cuanto llegué a Londres, me di cuenta de que el lugar en donde debía estar era el que había dejado. Llegué justo a tiempo para quitarte a Quirrell de encima...
-Gracias a Merlín- exclamo Lily.
—Fue usted.
—Tuve miedo de haber llegado demasiado tarde.
—Casi fue así, no habría podido aguantar mucho más sin que me quitara la Piedra...
Nuevamente todos pudieron ver a lo que se refería el licántropo, a pesar de todo el sufrimiento que paso el seguía más interesado en que su enemigo no cumpliera con su objetivo, era algo que algunos calificaría de nobleza y otros de estupidez.
—No por la Piedra, muchacho, por ti... El esfuerzo casi te mata. Durante un terrible momento tuve miedo de que fuera así. En lo que se refiere a la Piedra, fue destruida.
—¿Destruida? —dijo Harry sin entender—. Pero su amigo... Nicolás Flamel...
—¡Oh, sabes lo de Nicolás! —Dijo contento Dumbledore—. Hiciste bien los deberes, ¿no es cierto?
-Bueno, no eran precisamente deberes- comento Sirius.
-Pero aun así tuvo que hacer una investigación- atajo Marlene.
-Aunque al final la respuesta llego casi por pura suerte- agrego Frank.
-Al final lo habrían descubierto, siendo hijo de quien es, no dejaría algo así por la paz, y más con sus amigos apoyándolo- exclamo Remus volteando a ver a Lily y a James.
Bien, Nicolás y yo tuvimos una pequeña charla y estuvimos de acuerdo en que era lo mejor.
—Pero eso significa que él y su mujer van a morir, ¿no?
—Tienen suficiente Elixir guardado para poner sus asuntos en orden y luego, sí, van a morir.
Dumbledore sonrió ante la expresión de desconcierto que se veía en el rostro de Harry.
—Para alguien tan joven como tú, estoy seguro de que parecerá increíble, pero para Nicolás y Perenela será realmente como irse a la cama, después de un día muy, muy largo. Después de todo, para una mente bien organizada, la muerte no es más que la siguiente gran aventura.
A muchos le impresionaron sus palabras, pero nadie entendía muy bien que era lo que quería decir.
Sabes, la Piedra no era realmente algo tan maravilloso. ¡Todo el dinero y la vida que uno pueda desear! Las dos cosas que la mayor parte de los seres humanos elegirían... El problema es que los humanos tienen el don de elegir precisamente las cosas que son peores para ellos.
-Es otro hecho lamentable de la vida- comento Dora con cierta tristeza- en especial cuando hay cosas más maravillosas en este mundo- agrego mientras juagaba un poco con Teddy.
Harry yacía allí, sin saber qué decir. Dumbledore canturreó durante un minuto y después sonrió hacia el techo.
—¿Señor? —dijo Harry—. Estuve pensando... Señor, aunque la Piedra ya no esté, Vol... quiero decir Quién-usted-sabe...
—Llámalo Voldemort, Harry. Utiliza siempre el nombre correcto de las cosas. El miedo a un nombre aumenta el miedo a la cosa que se nombra.
-Y tu más que nadie no debes tenerle miedo a ese infeliz- agrego James.
-Has demostrado tu valía peleando contra él por la piedra- continuo Frank.
-Tu eres mucho mejor que esa escorio- termino James con un deje de orgullo.
Todos los que seguían en cierta medida las ideas de Voldemort (como Lucius y Regulus en ese momento) se sintieron ofendidos pero no se atrevieron a expresar su desacuerdo por temor a las represalias de todo el comedor, todos excepto tal vez Severus que se comenzaba a replantear sus lealtades.
—Sí, señor. Bien, Voldemort intentará volver de nuevo, ¿no? Quiero decir... No se ha ido, ¿verdad?
—No, Harry, no se ha ido. Está por ahí, en algún lugar, tal vez buscando otro cuerpo para compartir... Como no está realmente vivo, no se le puede matar. Él dejó morir a Quirrell, muestra tan poca misericordia con sus seguidores como con sus enemigos.
-Ese es un hecho que varios de los presentes deberían de recordar- exclamo Dumbledore viendo especialmente a la mesa de Slytherin.
De todos modos, Harry, tú tal vez has retrasado su regreso al poder. La próxima vez hará falta algún otro preparado para luchar y, si lo detienen otra vez y otra vez, bueno, puede ser que nunca vuelva al poder.
Los chicos del futuro se inquietaron un poco, ellos vivieron el retorno de Voldemort en su momento, pero ahora que leían eso notaron lo cerca que estuvieron en esa ocasión, y muchos no pudieron evitar preguntarse qué hubiera pasado si Harry no hubiera podido impedir su regreso en se momento.
Harry asintió, pero se detuvo rápidamente, porque eso hacía que le doliera más la cabeza. Luego dijo:
—Señor, hay algunas cosas más que me gustaría saber, si me las puede decir... cosas sobre las que quiero saber la verdad...
—La verdad —Dumbledore suspiró—. Es una cosa terrible y hermosa, y por lo tanto debe ser tratada con gran cuidado. Sin embargo, contestaré tus preguntas a menos que tenga una muy buena razón para no hacerlo. Y en ese caso te pido que me perdones. Por supuesto, no voy a mentirte.
—Bien... Voldemort dijo que sólo mató a mi madre porque ella trató de evitar que me matara. Pero ¿por qué iba a querer matarme a mí en primer lugar?
-¿Esa es una buena pregunta?- exclamo James interesado por el tema.
Aquella vez, Dumbledore suspiró profundamente.
-No se lo dirá- exclamo Lily con seguridad.
-Pero ¿por qué no se lo diría pelirroja?- se extrañó Sirius.
-Lee
—Vaya, la primera cosa que me preguntas y no puedo contestarte. No hoy. No ahora. Lo sabrás, un día... Quítatelo de la cabeza por ahora, Harry. Cuando seas mayor... ya sé que eso es odioso... bueno, cuando estés listo, lo sabrás.
Y Harry supo que no sería bueno discutir.
-Ya lo ves- le dijo Lily.
-Sí, pero no es justo- exclamo el animago- pero si te lo dice cierto- pregunto a Harry que asintió con la cabeza- y cuál es la razón.
-Está en los libros- le respondió el chico, esa información sin lugar a dudas estaba escita.
-Si está bien, pero cuando sucede.
-Me parece que en el quinto libro
-¡¿Qué?!
-Y será como en los últimos dos o tres capítulos más o menos.
-¡¿Cómo?!- exclamo nuevamente boletando a donde estaban los libros notando que el que debía ser el quinto era más grueso que el tenía en las manos- hay no es justo, no puedo esperar tanto.
-Pues vas a tener que hacerlo- le aseguró un risueño Harry.
-¡Pero es que no es justo!- alzo la voz mientras se ponía de pie- ¡si de cualquier forma nos vamos a enterar qué más da que no los diga ahora!
-Paciencia Black- le dijo Marlene.
-Pero McKinnon es que…
-¡Paciencia Black!- dijo en el mismo tono que el poniéndose de pie.
-Pero…
-Cállate
-Pero…
-¡Cállate!- dijo con más firmeza a lo que solo hizo una mueca de descontento- Ahora siéntate- le ordeno al hombre que quería reclamar pero antes de que lo hiciera la mujer repitió la orden con más energía-¡Siéntate!- el hombre la obedeció- muy bien, ahora dame la patita.
Le ordeno al final extendiendo la mano, el animago la miro de mala forma mientras que gran parte del comedor se puso a reír por la broma, nunca creyeron que el gran Sirius Black fuera controlado con tanta facilidad.
-Y luego dices que los domados somos nosotros- comento Remus intensificado las risas.
El oji gris ahora le dirigió una mirada acecina a su amigo, estaba molesto pero en lugar de discutir con ellos decidió ignorarlos y retomar la lectura.
—¿Y por qué Quirrell no podía tocarme?
—Tu madre murió para salvarte. Si hay algo que Voldemort no puede entender es el amor. No se dio cuenta de que un amor tan poderoso como el de tu madre hacia ti deja marcas poderosas. No una cicatriz, no un signo visible... Haber sido amado tan profundamente, aunque esa persona que nos amó no esté, nos deja para siempre una protección. Eso está en tu piel. Quirrell, lleno de odio, codicia y ambición, compartiendo su alma con Voldemort, no podía tocarte por esa razón. Era una agonía el tocar a una persona marcada por algo tan bueno.
Entonces Dumbledore se mostró muy interesado en un pájaro que estaba cerca de la cortina, lo que le dio tiempo a Harry para secarse los ojos con la sábana.
Y no era el único, casi todas las mujeres en el gran comedor y varios jóvenes se sintieron igual de conmovidos por la explicación, Lily simplote se levantó se su asiento y fue a abrazar a su hijo mientras unas pocas lagrimas se deslizaban por su mejillas.
Cuando pudo hablar de nuevo, Harry dijo:
—¿Y la capa invisible... sabe quién me la mandó?
—Ah... Resulta que tu padre me la había dejado y pensé que te gustaría tenerla.    —Los ojos de Dumbledore brillaron—. Cosas útiles... Tu padre la utilizaba sobre todo para robar comida en la cocina, cuando estaba aquí.
-Usted lo sabe- se impresiono el azabache.
-Me he hecho algunas conjeturas acerca de eso, pero me imagino que después de dejar el colegio usted mismo me pudo confirmar para que utilizaba la capa- explicó el profesor.
—Y hay algo más...
—Dispara.
—Quirrell dijo que Snape...
—El profesor Snape, Harry
—Sí, él... Quirrell dijo que me odia, porque odiaba a mi padre. ¿Es verdad?
—Bueno, ellos se detestaban uno al otro. Como tú y el señor Malfoy. Y entonces, tu padre hizo algo que Snape nunca pudo perdonarle.
—¿Qué?
—Le salvó la vida.
—¿Qué?
-¿Cómo?-dieron varios jóvenes del pasado.
-No creen que se refiera a esa ocasión- continuo James tratando de atar cabos.
-Sí, es lo más probable- apoyo Remus.
-Hay no era para tanto
-Claro que si Sirius, en esa ves te extra limitaste- le reprendió James con autentico enojo, eran pocas la veces que veían así a ese par, por lo que debería de tratarse de algo serio.
—Sí... —dijo Dumbledore, con aire soñador—. Es curiosa la forma en que funciona la mente de la gente, ¿no es cierto? El profesor Snape no podía soportar estar en deuda con tu padre... Creo que se esforzó tanto para protegerte este año porque sentía que así estaría en paz con él. Así podría seguir odiando la memoria de tu padre, en paz...
Harry trató de entenderlo, pero le hacía doler la cabeza, así que lo dejó.
-Es una cuestión de orgullo entre nosotros- comentó James- si tu estuvieras en la misma posición serias capaz de entenderlo.
-Aun así, cuando se le salva la vida a otra persona se crea un vínculo entre ellos, es un hecho muy difícil de explicar.
-Entonces por eso Ginny…
-Yo guardaría silencio Gerogie- le interrumpió la pequeña Weasley- que si dices algo que no debes no respondo de mi- le advirtió a lo que su hermano guardo silencio.
—Y señor, hay una cosa más...
—¿Sólo una?
—¿Cómo pude hacer que la Piedra saliera del espejo?
-Sería bueno saber cómo lo logro- comento Frank con interés.
—Ah, bueno, me alegro de que me preguntes eso. Fue una de mis más brillantes ideas y, entre tú y yo, eso es decir mucho. Sabes, sólo alguien que quisiera encontrar la Piedra, encontrarla, pero no utilizarla, sería capaz de conseguirla. De otra forma, se verían haciendo oro o bebiendo el Elixir de la Vida. Mi mente me sorprende hasta a mí mismo...
-Valla, que modesto es profesor- ironizo Sirius.
-Oh, muchas gracias joven Black, siempre he creído que es una cualidad importante- respondió Dumbledore como si de verdad hubiera sido un cumplido.
-Ya decía yo que debía haber algún truco engañoso, así es como actúa él- comento James.
Bueno, suficientes preguntas. Te sugiero que comiences a comer esas golosinas. Ah, las grageas de todos los sabores. En mi juventud tuve la mala suerte de encontrar una con gusto a vómito y, desde entonces, me temo que dejaron de gustarme. Pero creo que no tendré problema con esta bonita gragea, ¿no te parece?
Sonrió y se metió en la boca una gragea de color dorado. Luego se atragantó y dijo:
—¡Ay de mí! ¡Cera del oído!
-Ciertamente tiene mala suerte profesor- comentó Dora.
-Pero bueno, esa es la emoción de esa grageas no- intervino Charlie- aunque es una lástima que haya sabores más desagradables que agradables.
-Sí, pero con el tiempo eso te puede arruinar el sentido del gusto- comentó Sirius.
-¿Es en serio?- preguntaron los gemelos Weasley.
-Es una teoría que él tiene, pero no se ha demostrado nada- explico Lupin.
La señora Pomfrey era una mujer buena, pero muy estricta.
—Sólo cinco minutos —suplicó Harry
—Ni hablar.
—Usted dejó entrar al profesor Dumbledore...
—Bueno, por supuesto, es el director, es muy diferente. Necesitas descansar.
—Estoy descansando, mire, acostado y todo lo demás. Oh, vamos, señora Pomfrey..
—Oh, está bien —dijo—. Pero sólo cinco minutos.
-Eso es usar el encanto hijo- lo alabo James.
-Solo espero que lo siga utilizando como tú- reclamo Lily, cuantas chicas no pasaron por sus garras gracias a eso.
-Vamos pelirroja, ya no estés enojada por eso, yo siempre te quise a ti.
-Pero no podía desaprovechar para llevare a una chica linda a la cama.
-¡¿Estas tratando de ayudarme o de matarme canuto?!- le reclamo con enojo  a su amigo.
-Yo solo decía…
-¡Sigue leyendo!- le ordeno
Y dejó entrar a Ron y Hermione.
—¡Harry!
Hermione parecía lista para lanzarse en sus brazos, pero Harry se alegró de que se contuviera, porque le dolía la cabeza.
-En serio ustedes dos no
-¡No Sirius!- respondieron al unísono Harry y Hermione, en verdad podía ser muy testarudo.
—Oh, Harry; estábamos seguros de que te... Dumbledore estaba tan preocupado...
—Todo el colegio habla de ello —dijo Ron—. ¿Qué es lo que realmente pasó?
Fue una de esas raras ocasiones en que la verdadera historia era aún más extraña y apasionante que los más extraños rumores. Harry les contó todo: Quirrell, el espejo, la Piedra y Voldemort. Ron y Hermione eran muy buen público, jadeaban en los momentos apropiados y, cuando Harry les dijo lo que había debajo del turbante de Quirrell, Hermione gritó muy fuerte.
-Pero nunca entraste en detalle de lo que viste- le reclamo hemiono.
-No era el momento- se justificó.
—¿Entonces la Piedra no existe? —dijo por ultimo Ron—. ¿Flamel morirá?
—Eso es lo que yo dije, pero Dumbledore piensa que... ¿cómo era? Ah, sí: «Para las mentes bien organizadas, la muerte es la siguiente gran aventura».
—Siempre dije que era un chiflado —dijo Ron, muy impresionado por lo loco que estaba su héroe.
El joven Wesley se sonrojo ante eso, nunca pensó que el mismo Dumbledore se enterara de lo que decía, por su parte el director no parecía estar enojado, incluso se veía un poco complacido, en cuanto al resto del lugar no pudieron evitar soltar unas pocas risas.
—¿Y qué os pasó a vosotros dos? —preguntó Harry.
—Bueno, yo volví —dijo Hermione—, desperté a Ron (tardé un rato largo) y, cuando íbamos a la lechucería para comunicarnos con Dumbledore, lo encontramos en el vestíbulo de entrada, y él ya lo sabía, porque nos dijo: «Harry se fue a buscarlo, ¿no?», y subió al tercer piso.
—¿Crees que él quería que lo hicieras? —dijo Ron—. ¿Enviándote la capa de tu padre y todo eso?
-No puede ser- exclamo Lily.
-De ser así el director estaría en peligro mortal con la pelirroja- la mujer lo miro mal- que es cierto.
—Bueno —estalló Hermione—. Si lo hizo... eso es terrible... te podían haber matado.
—No, no fue así —dijo Harry con aire pensativo—. Dumbledore es un hombre muy especial. Yo creo que quería darme una oportunidad. Creo que él sabe, más o menos, todo lo que sucede aquí. Acepto que debía de saber lo que íbamos a intentar y, en lugar de detenernos, nos enseñó lo suficiente para ayudarnos. No creo que fuera por accidente que me dejó encontrar el espejo y ver cómo funcionaba. Es casi como si él pensara que yo tenía derecho a enfrentarme a Voldemort, si podía...
-Pero eso pudo ser muy peligroso, no creo que Dumbledore fuera capaz de algo así- expreso con molestia James.
-Cuando encontró el espejo- comenzó Lily- él dijo que debía estar preparado por si lo volvía a encontrar- les recordó a todos- yo creo que hay algo de cierto en lo que dijo Harry.
-Pero eso es imposible, ¿por qué dejaría que nuestro hijo corriera tal riesgo?, que dejara que se encontrara con ese infeliz.
-Tiene que ver con la pregunta que no respondió verdad, con la razón de porque te busco a ti en primer lugar- indago la pelirroja veis no a su hijo.
-Se podría decir que sí.
La afirmación del joven no fue del agrado de nadie, en especial de su madre, si así estaban las cosas, eso quería decir que esa no sería la última vez que se enfrentaba a ese maldito, pero lo que la consolaba, es que a pesar de todo, su hijo estaba vivo y frente a ella en ese momento, lo que le daba la esperanza de que todo saliera bien.
—Bueno, sí, está bien —dijo Ron—. Escucha, debes estar levantado para mañana, es la fiesta de fin de curso. Ya están todos los puntos y Slytherin ganó, por supuesto. Te perdiste el último partido de quidditch. Sin ti, nos ganó Ravenclaw, pero la comida será buena.
En aquel momento, entró la señora Pomfrey
—Ya habéis estado quince minutos, ahora FUERA—dijo con severidad.
-Eso es típico de ella- comentó divertido Lupin.
-Si lo sé- lo apoyo la metamorfomaga que también había sido una visitante frecuente en la enfermería.
Después de una buena noche de sueño, Harry se sintió casi bien.
—Quiero ir a la fiesta —dijo a la señora Pomfrey, mientras ella le ordenaba todas las cajas de golosinas—. Podré ir, ¿verdad?
—El profesor Dumbledore dice que tienes permiso para ir —dijo con desdén, como si considerara que el profesor Dumbledore no se daba cuenta de lo peligrosas que eran las fiestas—. Y tienes otra visita.
-Después de lo que paso, lo mejor sería que descansara- comento Andrómeda.
-Pero no le puedes pedir que se pierda la fiesta, si va a ser la primera de su vida- atajo Sirius- aunque sería mejor si Gryffindor no estuviera en ultimo.
—Oh, bien —dijo Harry—. ¿Quién es?
Mientras hablaba, entró Hagrid. Como siempre que estaba dentro de un lugar, Hagrid parecía demasiado grande. Se sentó cerca de Harry, lo miró y se puso a llorar.
—¡Todo... fue... por mi maldita culpa! —gimió, con la cara entre las manos—. Yo le dije al malvado cómo pasar ante Fluffy. ¡Se lo dije! ¡Podías haber muerto! ¡Todo por un huevo de dragón! ¡Nunca volveré a beber! ¡Deberían echarme y obligarme a vivir como un muggle!
Todos sintieron pena por el gigantón, es cierto que parte de lo ocurrido fue por su culpa, pero no pudieron reclamarle nada en ese momento al ver lo afligido que estaba por lo que le ocurrió.
—¡Hagrid! —dijo Harry, impresionado al ver la pena y el remordimiento de Hagrid, y las lágrimas que mojaban su barba—. Hagrid, lo habría descubierto igual, estamos hablando de Voldemort, lo habría sabido igual aunque no le dijeras nada.
—¡Podrías haber muerto! —sollozó Hagrid—. ¡Y no digas ese nombre!
—¡VOLDEMORT! —gritó Harry, y Hagrid se impresionó tanto que dejó de llorar—. Me encontré con él y lo llamo por su nombre. Por favor, alégrate, Hagrid, salvamos la Piedra, ya no está, no la podrá usar. Toma una rana de chocolate, tengo muchísimas...
Los padres del chico se sintieron complacidos, era un buen niño, mejor de lo que hubieran podido esperar.
Hagrid se secó la nariz con el dorso de la mano y dijo:
—Eso me hace recordar... Te he traído un regalo.
—No será un bocadillo de comadreja, ¿verdad? —dijo preocupado Harry, y finalmente Hagrid se rió.
-Bueno, al menos lograste aligerar el ambiente- comentó George.
—No. Dumbledore me dio libre el día de ayer para hacerlo. Por supuesto tendría que haberme echado... Bueno, aquí tienes...
Parecía un libro con una hermosa cubierta de cuero. Harry lo abrió con curiosidad... Estaba lleno de fotos mágicas. Sonriéndole y saludándolo desde cada página, estaban su madre y su padre...
—Envié lechuzas a todos los compañeros de colegio de tus padres, pidiéndoles fotos... Sabía que tú no tenías... ¿Te gusta?
Harry no podía hablar, pero Hagrid entendió.
Algo similar había pasado en el gran comedor, con una llorosa Lily que le daba un fraternal abrazo al hombre, por lo menos ahora tendría algo para que los recordara, era un regalo invaluable.
Sirius continuo leyendo como el chico bajo a la fiesta después de una última revisión por parte de la seora Pomfrey, describió la decoraciones del gran comedor (lo que fastidio a más de uno), hasta los murmullos y los estudiantes que se ponían a mirarlo.
Por suerte, Dumbledore llegó unos momentos después. Las conversaciones cesaron.
—¡Otro año se va! —dijo alegremente Dumbledore—. Y voy a fastidiaros con la charla de un viejo, antes de que podáis empezar con los deliciosos manjares. ¡Qué año hemos tenido! Esperamos que vuestras cabezas estén un poquito más llenas que cuando llegasteis...
Sirius leyó con cierto desgano, las puntuaciones de las cuatro casas terminando con la de Slytherin.
Una tormenta de vivas y aplausos estalló en la mesa de Slytherin. Harry pudo ver a Draco Malfoy golpeando la mesa con su copa. Era una visión repugnante.
—Sí, sí, bien hecho, Slytherin —dijo Dumbledore—. Sin embargo, los acontecimientos recientes deben ser tenidos en cuenta.
Todos se quedaron inmóviles. Las sonrisas de los Slytherin se apagaron un poco.
-Tomen eso pedazos de
-¡Sirius, más respeto!- le espeto Marlene.
—Así que —dijo Dumbledore— tengo algunos puntos de última hora para agregar. Dejadme ver. Sí... Primero, para el señor Ronald Weasley...
Ron se puso tan colorado que parecía un rábano con insolación.
Se pudieron escuchar varias risas, en especial de los dos pares de gemelos.
—... por ser el mejor jugador de ajedrez que Hogwarts haya visto en muchos años, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.
Las hurras de Gryffindor llegaron hasta el techo encantado, y las estrellas parecieron estremecerse. Se oyó que Percy le decía a los otros prefectos: «Es mi hermano, ¿sabéis? ¡Mi hermano menor! ¡Consiguió pasar en el juego de ajedrez gigante de McGonagall!».
-No será la visión que tuviste en el espejo- comenzó George..
-Pero que nuestro entonces petulante hermano presumiera de ti ya es ventaja no- termino Fred sonrojando un poco al aludido.
-Lo hiciste realmente bien esa vez- le aseguro Hermione dándole un beso en la mejilla.
Por fin se hizo el silencio otra vez.
—Segundo... a la señorita Hermione Granger... por el uso de la fría lógica al enfrentarse con el fuego, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.
Hermione enterró la cara entre los brazos. Harry tuvo la casi seguridad de que estaba llorando. Los cambios en la tabla de puntuaciones pasaban ante ellos: Gryffindor estaba cien puntos más arriba.
-¡¡Genial!!- Grito Sirius- ya vieron par de aguafiestas, si era posible recuperar todos los puntos.
-Sí, pero como Marlene lo dijo, se necesitó algo verdaderamente extraordinario para lograrlo.
-Ella tiene razón, no cualquier estudiante superaría las pruebas que los profesores pusieron para detener a un mago tenebroso.
Entonces todos cayeron en cuenta de que era cierto, y todos vieron cierto asombro a los tres jóvenes, pero los profesores por su parte se sentían orgullosos de sus estudiantes, pero más que nadie Dumbledore y McGonagall por tratarse de tres eones de su casa.
-Si está bien, mi sobrina y lunático tienen razón- acepto el animago- pero eso demuestra que no soy estúpido, solo soy optimista.
-No alardes mucho, que eso aun esta en tela de juicio- alego Marlene para diversión de muchos- ahora sigue leyendo.
—Tercero... al señor Harry Potter... —continuó Dumbledore. La sala estaba mortalmente silenciosa—... por todo su temple y sobresaliente valor, premio a la casa Gryffindor con sesenta puntos.
-igual que Slytherin- exclamo Lily.
El estrépito fue total. Los que pudieron sumar, además de gritar y aplaudir, se dieron cuenta de que Gryffindor tenía los mismos puntos que Slytherin, cuatrocientos setenta y dos. Si Dumbledore le hubiera dado un punto más a Harry... Pero así no llegaban a ganar.
-¡Solo por un mísero punto!- se exalto Sirius- empatar con ellos es lo mismo que perder.
-¡Sirius!
-¿Qué? es cierto.
-Sirius, si mal no me equivoco aún hay letras en la página, así que esto aún no termina- le recalco Harry.
Dumbledore levantó el brazo. La sala fue recuperando la calma.
—Hay muchos tipos de valentía —dijo sonriendo Dumbledore—. Hay que tener un gran coraje para oponerse a nuestros enemigos, pero hace falta el mismo valor para hacerlo con los amigos. Por lo tanto, premio con diez puntos al señor Neville Longbottom.
La celebración no se hizo esperar, los leones y las demás casa se pusieron a gritar y festejar la victoria, James y Sirius hacían su estúpido baile acostumbrado mientras que los padres de Neville lo abrazaban y felicitaban diciéndole lo orgulloso que estaban de él, cuando por fin se lograron clamar retomaron la lectura.
Sirius narro como los chicos del futuro festejaron, (de una forma muy parecida a la de ellos) la derrota de Slytherin, y sobre todo la gran impresión del joven Neville que nunca se había esperado que gracias a él ganaran la copa ese año.
—Lo que significa —gritó Dumbledore sobre la salva de aplausos, porque Ravenclaw y Hufflepuff estaban celebrando la derrota de Slytherin—, que hay que hacer un cambio en la decoración.
Continuo leyendo como el profesor cambio la decoración con una palmada, como Snape se esforzaba por facilitar a McGonagall, Marlene evito que el animago increpara un insulto contra él, y reitero que la relación de Harry con Severus seguía exactamente igual que el primer día, lo cual decepciono un poco a Lily.
Aquélla fue la mejor noche de la vida de Harry, mejor que ganar un partido de quidditch, o que la Navidad, o que hacer que se desmayara el monstruo gigante... Nunca, jamás, olvidaría aquella noche.
Harry casi no recordaba ya que tenían que recibir los resultados de los exámenes, pero éstos llegaron. Para su gran sorpresa, tanto él como Ron pasaron con buenas notas.
-Todo gracias a Hermione- resalto Remus con orgullo por la que se podía considerar su contra parte.
-Si claro, defiende a tu hija- exclamo Sirius
-¡Que no es mi hija perro pulgoso!
-¡Que no tengo pulgas con un demonio!
-Entonces déjalo de molestarlo con eso- intervino Lily- además tu solo estás enojado porque es gracias a Remus que tú también sacas buenas notas.
-Yo también sacaba bunas notas sin su ayuda.
-Pero de seguro eran más bajas que cuando él te ayudaba- resalto Tonks abrazando al hombre por los hombros.
-Tú también sobrina- exclamo- yo mejor sigo leyendo.
Hermione, por supuesto, fue la mejor del año. Hasta Neville pasó a duras penas, pues sus buenas notas en Herbología compensaron los desastres en Pociones. Ellos confiaban en que suspendieran a Goyle, que era casi tan estúpido como malo, pero él también aprobó. Era una lástima, pero como dijo Ron, no se puede tener todo en la vida.
Muchos comenzaron a reír por eso.
Prosiguieron con la partida de los chicos de Hogwarts, de las notas que los prevenían de no usar magia, que fueron de desagrado para todos los bromistas, de cómo regresaron por el lago a la estación y del tranquilo viaje entren hasta que l llegaron a la estación nueve y tres cuartos ella estación de King Cross.
Tardaron un poco en salir del andén. Un viejo y enjuto guarda estaba al otro lado de la taquilla, dejándolos pasar de dos en dos o de tres en tres, para que no llamaran la atención saliendo de golpe de una pared sólida, pues alarmarían a los muggles.
-Sería demasiado incluso ver a una sola persona saliendo de la pared- comentó Ted- imagínese a un ejército de personas.
—Tenéis que venir y pasar el verano conmigo —dijo Ron—, los dos. Os enviaré una lechuza.
—Gracias —dijo Harry—. Voy a necesitar alguna perspectiva agradable.
Entonces todos recordaron que tendría que regresar con los Dursley, lo que les hizo resoplar de enojo.
La gente los empujaba mientras se movían hacia la estación, volviendo al mundo muggle. Algunos le decían.
—¡Adiós, Harry!
—¡Nos vemos, Potter!
—Sigues siendo famoso —dijo Ron, con sonrisa burlona.
—No allí adónde voy, eso te lo aseguro —respondió Harry.
Él, Ron y Hermione pasaron juntos a la estación.
-Hay no es posible- intervino Ginny recordando ese día escondiendo su cara en el pecho de Harry.
-¿Qué ocurre nuerita?- le pregunto James
-De seguro fue una de sus grandes actuaciones- se aventuró Sirius.
-¡Tu cállate y sigue leyendo!- le dijo molesto el azabache menor.
—¡Allí está él, mamá, allí está, míralo!
Era Ginny Weasley, la hermanita de Ron, pero no señalaba a su hermano.
—¡Harry Potter! —chilló—. ¡Mira, mamá! Puedo ver...
Los merodeadores, los gemelos Prewett y Wesley se pusieron a reír frente eso.
-En serio no podríamos saltarnos esas partes-cuestiono la avergonzada pelirroja.
-No tiene nada de malo, eras tierna.
-¡No es cierto, era patética!, solo me faltaba desmayarme cuando estuvieras cerca.
-Ya déjala Harry- intervino Lily- nada de lo digas la aimara, al contrario solo se sentirá más avergonzada, solo abrázala y reconfórtala hasta que pase el trago amaro- le aconsejo a su hijo que hizo justo eso.
—Tranquila, Ginny. Es de mala educación señalar con el dedo.
La señora Weasley les sonrió.
—¿Un año movido? —les preguntó.
—Mucho —dijo Harry—. Muchas gracias por el jersey y el pastel, señora Weasley
—Oh, no fue nada.
-Es más de lo que imagina, se lo aseguro- agrego Lily viéndola con gratitud.
—¿Ya estás listo?
Era tío Vernon, todavía con el rostro púrpura, todavía con bigotes y todavía con aire furioso ante la audacia de Harry, llevando una lechuza en una jaula, en una estación llena de gente común. Detrás, estaban tía Petunia y Dudley, con aire aterrorizado ante la sola presencia de Harry
—¡Usted debe de ser de la familia de Harry! —dijo la señora Weasley
—Por decirlo así —dijo tío Vernon—. Date prisa, muchacho, no tenemos todo el día. —Dio la vuelta para ir hacia la puerta.
-No es una persona muy agradable de conocer- comentó la señora Weasley.
-Descuide, no tuvo que verlo muy seguido- le aseguro Harry para alivio de la mujer.
Harry esperó para despedirse de Ron y Hermione.
—Nos veremos durante el verano, entonces.
—Espero que... que tengas unas buenas vacaciones —dijo Hermione, mirando insegura a tío Vernon, impresionada de que alguien pudiera ser tan desagradable.
-Hasta una niña se pudo dar cuenta con solo eso- comento Andrómeda-.
—Oh, lo serán —dijo Harry, y sus amigos vieron, con sorpresa, la sonrisa burlona que se extendía por su cara—. Ellos no saben que no nos permiten utilizar magia en casa. Voy a divertirme mucho este verano con Dudley.
Los bromistas se comenzaron a reír por el cometario del azabache.
-Era obvio pensar que algo así ocurriría- comentó Lily.
-Bien este es el final del libro- les dijo Sirius- ya vez prima, no divague tanto como dices.
-Y exactamente cuántos cometarios te guardaste para que eso sucediera.
-He, no es hora de la cena- se desentendió el hombre.
-Muy bien- hablo el profesor Dumbledore- es un poco más tarde de lo que espera, pero a partir de mañana podremos leer el segundo libro, por el momento todos coman y mañana el desayuno se servirá un poco más tarde para que tengan oportunidad de dormir plenamente.
-Bien profesor, es por eso que lo queremos tanto- comentó Sirius.

Un segundo después las mesas se llenaron de comida para que pudieran cenar, y después se irían a sus camas para descasar, ese había sido un día bastante exhaustivo

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