-Era…
-¿Cuál
es el título?- pregunto Lily.
-Eso no
importa, lo leeremos después.
-¡Sirius!
-Ha está
bien, el título es “el hombre de las dos caras”- nadie entendió que quería
decir eso- muy bien, ya puedo leer- la pelirroja asintió
Era Quirrell.
-¡¿Qué?!-
fue el grito colectivo de todo el mundo.
-¡Eso
no puede ser posible, ¿qué hay de quejicus?!- se desesperó Sirius.
-Ya sabía
que ese maldito se traía algo- exclamo Lily,
-¡¡Pero
cómo es posible que ese incompetente este ahí!!- grito lleno de rabia Lupin levantándose
de su lugar, eso quería decir que el responsable de todo, y no lo pudieron
descubrir.
-¡Remus
tranquilízate!- Le pidió Nymphadora
-¡Pero
como quieres que me…!
-¡¡Que
te tranquilices!!- le dijo con más fuerza- que estas alterando a Teddy- le dijo
meciendo al niño que tenía una ligera expresión de susto.
El
castaño respiro profundo para serenar su mente, volvió a tomar asiento y suavizando su voz lo más
posible se disculpó con Teddy por haberlo asustado.
-Valla,
a ti también te están domando lunático- comento sirius.
-Si no quieres
descubrir lo salvaje que puedo ser más te vale que comiences a leer canuto- le
reitero con frialdad.
-Está
bien, no te molestes, yo solamente decía que…
-¡Ponte
a leer!- gritaron Lily, James, Molly, Marlene y Andrómeda.
—¡Usted! —exclamó Harry.
Quirrell sonrió. Su rostro no tenía ni sombra
del tic.
—Yo —dijo con calma— me preguntaba si me iba
a encontrar contigo aquí, Potter.
—Pero yo pensé... Snape...
—¿Severus? —Quirrell rió, y no fue con su
habitual sonido tembloroso y entrecortado, sino con una risa fría y aguda—. Sí,
Severus parecía ser el indicado, ¿no? Fue muy útil tenerlo dando vueltas como
un murciélago enorme. Al lado de él ¿quién iba a sospechar del po-pobre
tar-tamudo p-profesor Quirrell?
-Bueno,
hay que aceptar que desde cierto ángulo sí parece un murciélago- comento
Sirius.
-Ese infeliz
se la paso engañando a todo el mundo durante todo el libro y tú solo piensas en
eso- le reclamo Remus.
-Pero
es que tienes que aceptar que es cierto.
-Claro,
como ya no puedes acusar a Snape de nada ahora te pones en ese plan- resalto
Marlene- pero ahora no nos importan tus malditas comparaciones así que ponte a
leer el libro.
Harry no podía aceptarlo. Aquello no podía
ser verdad, no podía ser.
Sirius
pensaba exactamente lo mismo, pero creyó que si lo decía en voz alta
terminarían hechizándolo por interrumpir la lectura después de una sola
oración.
—¡Pero Snape trató de matarme!
—No, no, no. Yo traté de matarte. Tu amiga,
la señorita Granger, accidentalmente me atropelló cuando corría a prenderle
fuego a Snape, en ese partido de quidditch. Y rompió el contacto visual que yo
tenía contigo. Unos segundos más y te habría hecho caer de esa escoba. Y ya lo
habría conseguido, si Snape no hubiera estado murmurando un contramaleficio,
tratando de salvarte.
—¿Snape trataba de salvarme a mí?
-¿Tu trataste
de salvarlo a él?- dijo con sorpresa James.
-Gracias
Severus- le dijo con calma Lily, aún estaba un poco molesta con él, pero aun
así su hijo era aún más importante.
-Cielos,
yo no sé qué decir- comento James- creo que lo único que puedo hacer es
agradecerte, aunque sería más fácil si no te hubieras comportado como un
maldito con mi hijo solo por rencor.
Absolutamente
nadie en el gran comedor se esperaba que algo así saliera de los labios de
James Potter, el más impresionado de todos era Severus, ni en su más
desquiciantes sueños imagino que el azabache le agradeciera por algo, aunque si
lo pensaba con frialdad, tal vez solo ayudo a Harry por órdenes de Dumbledore,
y aunque sabía que esa era la mejor posibilidad, no dejaba de sentir un poco de
tristeza por no mostrar algo de apreciación por el hijo de su amada.
—Por supuesto —dijo fríamente Quirrell—. ¿Por
qué crees que quiso ser árbitro en el siguiente partido? Estaba tratando de
asegurarse de que yo no pudiera hacerlo otra vez. Gracioso, en realidad... no
necesitaba molestarse. No podía hacer nada con Dumbledore mirando. Todos los
otros profesores creyeron que Snape trataba de impedir que Gryffindor ganase,
se ha hecho muy impopular...
-Es la reputación
que el mismo se ha forjado- exclamo Sirius, sin importar que hubiera ayudado a
Harry, el aún no se ablandaba lo suficiente como para agradecerle.
Y qué pérdida de tiempo cuando, después de
todo eso, voy a matarte esta noche.
-¡No!-
grito Lily desesperada- eso, eso no puede pasar- se dijo.
Tranquila
cariño, todo saldrá bien- el trato de tranquilizar su novio abrazándola
fuertemente.
Quirrell chasqueó los dedos. Unas sogas cayeron
del aire y se enroscaron en el cuerpo de Harry, sujetándolo con fuerza.
—Eres demasiado molesto para vivir, Potter.
Deslizándote por el colegio, como en Halloween, porque me descubriste cuando
iba a ver qué era lo que vigilaba la Piedra.
—¿Usted fue el que dejó entrar al trol?
—Claro. Yo tengo un don especial con esos
monstruos. ¿No viste lo que le hice al que estaba en la otra habitación?
-¡Maldita
sea!- increpo Lily.
-Concluiste
que se trataba de él cuándo nos topamos con el segundo trol cierto- aventuro
Harry.
-Sí,
justo en eso pensé- aseguro.
-Me
habían contado que eras inteligente, pero sus palabras o te hacen justicia- le
dijo cariñosamente a su madre.
La
pelirroja lo miro con una dulce mirada, todo eso estaba resultando ser un poco más
duro de lo esperado, descubrir todo por lo que su hijo tuvo que pasar, pero el
que estuviera frente a ella hablándole, hacían que sacara fuerzas para
continuar.
Desgraciadamente, cuando todos andaban
corriendo por ahí para buscarte, Snape, que ya sospechaba de mí, fue directamente
al tercer piso para ganarme de mano, y no sólo hizo que mi monstruo no pudiera
matarte, sino que ese perro de tres cabezas no mordió la pierna de Snape de la
manera en que debería haberlo hecho...
-Bien
eso explica un parte del misterio- exclamo Lupin.
Hizo una pausa:
—Ahora, espera tranquilo, Potter. Necesito
examinar este interesante espejo.
-Un
espejo, como puede un espejo proteger la piedra.
-A no
ser- comenzó a pensar Marlene mirando en dirección de la pelirroja.- a no ser
que sea
-El
espejo de Oesed- dijeron al mismo tiempo Marlene y Lily.
De pronto, Harry vio lo que estaba detrás de
Quirrell. Era el espejo de Oesed.
—Este espejo es la llave para poder encontrar
la Piedra —murmuró Quirrell, dando golpecitos alrededor del marco—. Era de
esperar que Dumbledore hiciera algo así... pero él está en Londres... Cuando
pueda volver, yo ya estaré muy lejos.
Lo único que se le ocurrió a Harry fue tratar
de que Quirrell siguiera hablando y dejara de concentrarse en el espejo.
-Esa
será una buena táctica- comentó Dora ganándose la aprobación de ojo loco.
—Lo vi a usted y a Snape en el bosque...
—dijo de golpe.
-Es
cierto, como explican eso-rebatió canuto.
-Sirius,
ya te diste cuenta que el culpable de todo era Quirrell cierto- indago Harry.
-Pero
si tu acabaste de decir…
-Era
solo para ganar tiempo, una mera distracción, no es como si en verdad siguiera
creyendo que Snape era el culpable- revelo Harry- digo, el que estaba enfrente
de mi era Quirrell, y estaba intentando matarme en ese momento.
-Sí,
pero podría ser…
-Ya
deja tu terquedad Black y sigue leyendo- dijo Marlene desesperada.
—Sí —dijo Quirrell, sin darle importancia,
paseando alrededor del espejo para ver la parte posterior—. Me estaba
siguiendo, tratando de averiguar hasta dónde había llegado. Siempre había sospechado
de mí. Trató de asustarme... Como si pudiera, cuando yo tengo a lord Voldemort
de mi lado...
Quirrell salió de detrás del espejo y se miró
en él con enfado.
-Entonces,
la criatura del bosque si era él- exclámate.
-Y el pobge
Haggi se encontgo con él- secundo Fleur.
-Esto
no es bueno, tiene que hacer algo cuanto antes- dijo Andrómeda preocupada,
entre más tiempo pasara, pero estaría la situación.
—Veo la Piedra... se la presento a mi
maestro... pero ¿dónde está?
Harry luchó con las sogas qué lo ataban, pero
no se aflojaron. Tenía que evitar que Quirrell centrara toda su atención en el
espejo.
—Pero Snape siempre pareció odiarme mucho.
—Oh, sí—dijo Quirrell, con aire casual— claro
que sí. Estaba en Hogwarts con tu padre, ¿no lo sabías? Se detestaban. Pero
nunca quiso que estuvieras muerto.
—Pero hace unos días yo lo oí a usted,
llorando... Pensé que Snape lo estaba amenazando...
-Es
vedad, pero si no era Snape, entonces con quien estaba ablando- pregunto James
a nadie en específico, y solo unos poco se dieron cuenta que lo le dijo
Quejicus a Severus.
Por primera vez, un espasmo de miedo cruzó el
rostro de Quirrell.
—Algunas veces —dijo— me resulta difícil
seguir las instrucciones de mi maestro... Él es un gran mago y yo soy débil...
—¿Quiere decir que él estaba en el aula con
usted? —preguntó Harry
-No,
eso es imposible, no pudo entrar si Dumbledore estaba ahí- se preocupó Lily.
—Él está conmigo dondequiera que vaya —dijo
con calma Quirrell
-Eso es
imposible, ¿cómo podría estar en cualquier parte a donde valla?- pregunto Alice.
-Puede
tratarse de algún tipo de posesión- se aventuró Gideon.
-O tal vez
entra a su mente de alguna forma- propuso Fabián.
-Podríamos
realizar mil especulaciones al respecto- intervino Dumbledore- pero que lo que
lo mejor sería continuar con la lectura, no dudo que a respuesta se presentara
en su momento.
Lo conocí cuando viajaba por el mundo. Yo era
un joven tonto, lleno de ridículas ideas sobre el mal y el bien. Lord Voldemort
me demostró lo equivocado que estaba. No hay ni mal ni bien, sólo hay poder y
personas demasiado débiles para buscarlo...
Hay
Tom, pero que pensamiento tan equivocado es el tuyo, hay mil cosas mucho
mejores en el mundo que el simple poder- pensó con pena Dumbledore recordando
como él también fue tentado por esas ideas.
Desde entonces le he servido fielmente,
aunque muchas veces le he fallado. Tuvo que ser muy severo conmigo. —Quirrell
se estremeció súbitamente—. No perdona fácilmente los errores. Cuando fracasé
en robar esa Piedra de Gringotts, se disgustó mucho. Me castigó... decidió que
tenía que vigilarme muy de cerca...
La voz de Quirrell se apagó. Harry recordó su
viaje al callejón Diagon... ¿Cómo había podido ser tan estúpido? Había visto a
Quirrell aquel mismo día se habían estrechado
las manos en el Caldero Chorreante.
-No fuiste
el único estúpido Harry- comento Remus.
-Todos
actuamos como idiotas- acepto James.
-Sí,
pero a él se le perdona por tener solo once años- exclamo Sirius.
-Te das
cuenta que eso solo lo empeora para nosotros canuto- le halo Remus- con eso
quieres decir que somos más idiotas que un niño de once años- explico el Cataño
provocando algunas sonrisas liberando un poco el estrés.
-Bueno,
yo solo quería decir que… bueno él… mejor sigo leyendo.
Quirrell maldijo entre dientes.
—No comprendo... ¿La Piedra está dentro del
espejo? ¿Tengo que romperlo?
La mente de Harry funcionaba a toda máquina.
«Lo que más deseo en el mundo en este momento
—pensó— es encontrar la Piedra antes de que lo haga Quirrell. Entonces, si miro
en el espejo, podría verme encontrándola... ¡Lo que quiere decir que veré dónde
está escondida! Pero ¿cómo puedo mirar sin que Quirrell se dé cuenta de lo que
quiero hacer?
-No es
un mal razonamiento Potter, pero ser un poco difícil ejecutar- expreso Alastor.
-Debemos
agradecer que puedas pensar mejor bajo presión- comento Andrómeda.
-Por
fin le heredaste algo bueno- le comento Lily a su novio.
-Gracias
cario- le devolvió la sonrisa- espera, ¿cómo que “por fin”?
-Sirius-
le dijo la pelirroja para que siguiera leyendo.
Trató de torcerse hacia la izquierda, para
ponerse frente al espejo sin que Quirrell lo notara, pero las sogas que tenía
alrededor de los tobillos estaban tan tensas que lo hicieron caer. Quirrell no
le prestó atención. Seguía hablando para sí mismo.
—¿Qué hace este espejo? ¿Cómo funciona?
¡Ayúdame, Maestro!
Y para el horror de Harry, una voz le
respondió, una voz que parecía salir del mismo Quirrell.
—Utiliza al muchacho... Utiliza al
muchacho...
-¿Qué?,
¿pero cómo?, no es posible este ahí- las dudas y las preguntas se comenzaron
esparcía por el gran comedor.
Quirrell se volvió hacia Harry.
—Sí... Potter... ven aquí.
Hizo sonar las manos una vez y las sogas
cayeron. Harry se puso lentamente de pie.
—Ven aquí —repitió Quirrell—. Mira en el espejo
y dime lo que ves.
Harry se aproximó.
-Es su
oportunidad- hablo Alastor.
-Pero aún
queda el asunto de Quirrell, tiene que ver la forma de escapar de el- comento
Frank tratando de pensar en algo que le podría ser útil.
-Podría
golearlo y salir corriendo lo más rápido que pudiera-sugirió Sirius.
-Mejor
continua con la lectura- pido Lily que no se le ocurrir una forma no tan
peligrosa de salir de ahí
«Tengo que mentir —pensó, desesperado—, tengo
que mirar y mentir sobre lo que veo, eso es todo.»
Quirrell se le acercó por detrás. Harry
respiró el extraño olor que parecía salir del turbante de Quirrell. Cerró los
ojos, se detuvo frente al espejo y los volvió a abrir.
Se vio reflejado, muy pálido y con cara de
asustado. Pero un momento más tarde, su reflejo le sonrió. Puso la mano en el
bolsillo y sacó una piedra de color sangre. Le guiñó un ojo y volvió a guardar
la Piedra en el bolsillo y, cuando lo hacía, Harry sintió que algo pesado caía
en su bolsillo real. De alguna manera (era algo increíble) había conseguido la
Piedra.
-¡¿Qué?!-
exclamaron todos- ¿pero cómo fue posible que consiguiera la piedra así nada más?-
prosiguió Dora.
-En eso
debía consistir la prueba de Dumbledore, no solo el simple espejo, debió ser
algún truco engañoso para que no pudieran obtener la piedra individuos no deseados.
-Mejor continúo
leyendo, de otra forma tendríamos que adentrarnos en la loca mente de Dumbledore.
-Sirius,
por lo menos ten un poco de respeto porque él te está oyendo- le recordó
Marlene.
-No hay
problema señorita McKinnon-le resto importancia el profesor- pero concuerdo que
hay que seguir leyendo.
—¿Bien? —dijo Quirrell con impaciencia—. ¿Qué
es lo que ves?
Harry, haciendo de tripas corazón, contestó:
—Me veo con Dumbledore, estrechándonos las
manos —inventó—. Yo... he ganado la copa de la casa para Gryffindor. Quirrell
maldijo otra vez.
—Quítate de ahí —dijo. Cuando Harry se hizo a
un lado, sintió la Piedra Filosofal contra su pierna. ¿Se atrevería a escapar?
-Por lo
menos debes intentarlo hijo- dijo con apremio James.
Pero no había dado cinco pasos cuando una voz
aguda habló, aunque Quirrell no movía los labios.
—Él miente... él miente...
—¡Potter, vuelve aquí! —gritó Quirrell—.
¡Dime la verdad! ¿Qué es lo que has visto?
La voz aguda se oyó otra vez.
—Déjame hablar con él... cara a cara...
—¡Maestro, no está lo bastante fuerte
todavía!
—Tengo fuerza suficiente... para esto.
Harry sintió como si el Lazo del Diablo lo
hubiera clavado en el suelo. No podía mover ni un músculo. Petrificado, observó
a Quirrell, que empezaba a desenvolver su turbante. ¿Qué iba a suceder? El
turbante cayó. La cabeza de Quirrell parecía extrañamente pequeña sin él.
Entonces, Quirrell se dio la vuelta lentamente.
Harry hubiera querido gritar, pero no podía
dejar salir ningún sonido. Donde tendría que haber estado la nuca de Quirrell,
había un rostro, la cara más terrible que Harry hubiera visto en su vida. Era
de color blanco tiza, con brillantes ojos rojos y ranuras en vez de fosas
nasales, como las serpientes.
Varias
exclamaciones de miedo y asco se escucharon por toda la habitación, ahora todos
entendía a qué se refería Quirrell, pero no era una posesión, más bien era como
un parasito existiendo a expensas de otra ser.
-El
hombre de las dos caras- repitió Lily- a eso se refería el título.
-Harry,
no nos habías contado como era exactamente- cemento Hermione.
-Creo
que omití algunos detalles- dijo sin importancia el azabache que le correspondió
el fuerte abrazo a Ginny quien también estaba preocupada.
—Harry Potter... —susurró.
Harry trató de retroceder, pero sus piernas
no le respondían.
—¿Ves en lo que me he convertido? —dijo la
cara—. No más que en sombra y quimera... Tengo forma sólo cuando puedo
compartir el cuerpo de otro... Pero siempre ha habido seres deseosos de dejarme
entrar en sus corazones y en sus mentes... La sangre de unicornio me ha dado
fuerza en estas semanas pasadas... tú viste al leal Quirrell bebiéndola para mí
en el bosque... y una vez que tenga el Elixir de la Vida seré capaz de crear un
cuerpo para mí... Ahora... ¿por qué no me entregas la Piedra que tienes en el
bolsillo?
-¿pero
como es que supo…?- se preguntó Frank
-Él
siempre tuvo una mente prodigiosa, es una verdadera lástima, que haya enfocado
todo ese talento para finales tan terribles- explicó Dumbledore.
-No es
tan listo como cree- intervino Sirius- después de todo Harry lo venció de bebe.
Entonces él lo sabía. La idea hizo que de
pronto las piernas de Harry se tambalearan.
—No seas tonto —se burló el rostro—. Mejor
que salves tu propia vida y te unas a mí... o tendrás el mismo final que tus
padres... Murieron pidiéndome misericordia...
Todos
los que conocían a la pareja apretaron con fuerza los puños, odiaban que
hablaran así de alguno de ellos y más un que le dijera tales cosas a un niño de
tan solo once años, uno de los más furiosos sin duda era Severus, que odiaba
que hablara de esa forma de Lily, por primera vez desde hacía mucho tiempo dudo
que la lealtad que pensaba otorgarle a Voldemort.
—¡MENTIRA! —gritó de pronto Harry.
Quirrell andaba hacia atrás, para que Voldemort
pudiera mirarlo. La cara maligna sonreía.
—Qué conmovedor —dijo—. Siempre consideré la
valentía... Sí, muchacho, tus padres eran valientes... Maté primero a tu padre
y luchó con valor...
-Yo
nunca temería plantarle cara a ese maldito- increpo molesto el azabache- en
especial para proteger a mi familia.
Pero tu madre no tenía que morir... ella
trataba de protegerte... Ahora, dame esa Piedra, a menos que quieras que tu
madre haya muerto en vano.
—¡NUNCA!
-Bien
hijo- hablo Lily, cuyo enojo superaba su miedo en ese momento- no le temas a
plantarle cara a ese infeliz- dijo apretándose más a su novio.
Harry se movió hacia la puerta en llamas,
pero Voldemort gritó: ¡ATRÁPALO! y, al momento siguiente, Harry sintió la mano
de Quirrell sujetando su muñeca. De inmediato, un dolor agudo atravesó su
cicatriz y sintió como si la cabeza fuera a partírsele en dos.
La
angustia de los padres de Harry estaba al tope, no podían vislumbrar cómo fue
posible que su hijo escapara de esa situación.
Gritó, luchando con todas sus fuerzas y, para
su sorpresa, Quirrell lo soltó. El dolor en la cabeza amainó...
-Pero
que ha pasado- pregunto con desesperación Remus- ¿por qué lo soltó?- quería
saber si había una esperanza de que todo saliera bien.
-Hay
que ser paciente, Sirius, sigue leyendo- pidió Dora.
Miró alrededor para ver dónde estaba Quirrell
y lo vio doblado de dolor, mirándose los dedos, que se ampollaban ante sus
ojos.
Todos
estaban expectantes, que era lo que había pasado para que Harry se librara, aun
los del futuro que habían estado ahí se preguntaban qué había pasado realmente,
ya que solo habían escuchado rumores que corrieron cuando el chico estaba en la
enfermería.
—¡ATRÁPALO! ¡Atrápalo! —rugía otra vez
Voldemort, y Quirrell arremetió contra Harry, haciéndolo caer al suelo y
apretándole el cuello con las dos manos... La cicatriz de Harry casi lo
enceguecía de dolor y, sin embargo, pudo ver a Quirrell chillando desesperado.
—Maestro, no puedo sujetarlo... ¡Mis manos...
mis manos! Y Quirrell, aunque mantenía sujeto a Harry aplastándolo con las
rodillas, le soltó el cuello y contempló, aterrorizado, sus manos. Harry vio
que estaban quemadas, en carne viva, con ampollas rojas y brillantes.
-¡No
puede tocarlo, no puede tocar a Harry!- exclamo con impresión el azabache mayor-
pero porque no puede….
-¡Eso
no importa James!, Harry tiene que usar eso a su favor de alguna forma- dijo
con apuración Lily, esperaba que pronto terminara ese suplicio por el que
estaban pasando.
—¡Entonces mátalo, idiota, y termina de una
vez! —exclamó Voldemort.
Los
Potter se sujetaron con más fuerza si era posible, ahora más que nunca su hijo
estaba en verdadero peligro, y ellos enfriándose en unas malditas tumbas, sin
poder hacer algo para poder ayudarlo.
Quirrell levantó la mano para lanzar un maleficio
mortal, pero Harry, instintivamente, se incorporó y se aferró a la cara de
Quirrell.
—¡AAAAAAH!
Quirrell se apartó, con el rostro también
quemado, y entonces Harry se dio cuenta: Quirrell no podía tocar su piel sin
sufrir un dolor terrible. Su única oportunidad era sujetar a Quirrell, que
sintiera tanto dolor como para impedir que hiciera el maleficio...
-Vamos
chico, ya sabes lo que debes hacer- atajo Alastor, al parecer también estaba emocionado
con la lectura. Algo muy curioso para aquellos que lo conocían.
Harry se puso de pie de un salto, cogió a
Quirrell de un brazo y lo apretó con fuerza. Quirrell gritó y trató de empujar
a Harry. El dolor de cabeza de éste aumentaba y el muchacho no podía ver, solamente
podía oír los terribles gemidos de Quirrell y los aullidos de Voldemort:
¡MÁTALO! ¡MÁTALO!, y otras voces, tal vez sólo en su cabeza, gritando: «¡Harry!
¡Harry!».
Todos
se encontraban en el borde del asiento esperando ansiosos la resolución de todo
esa pelea, era como se dice, si alguien tirara un alfiler, todos serian capases
de escuchar el ruido al caer.
Sintió que el brazo de Quirrell se iba
soltando, supo que estaba perdido, sintió que todo se oscurecía y que caía...
caía... caía...
Algo dorado brillaba justo encima de él.
-¡¿Qué?-
dijeron algunos
-¡¿Cómo?!-
agregaron otros.
-¡¿De qué
se trata esto?!- increpo Lily molesta- ¡¿qué fue lo que paso?!
-Yo
tampoco lo se pelirroja, así está escrito en serio- dijo mostrándole el libro
para que viera que era cierto mientras que releía la parte y revisaba las
partes para saber si no había algún error.
-Bueno,
está bien, sigue la lectura y esperamos que todo adquiera sentido- dijo con
cierta desesperación.
¡La snitch! Trató de atraparla, pero sus
brazos eran muy pesados.
-Quidditch,
los Potter y su quidditch- dio en forma despectiva la pelirroja.
Pestañeé. No era la snitch. Eran un par de
gafas. Qué raro.
Pestañeó otra vez. El rostro sonriente de
Albus Dumbledore se agitaba ante él.
-Dumbledore-
dijeron varios.
-Está a
salvo, está a salvo James- dijo aliviada Lily, y no solo ella, la mayoría se
sentían igual que la joven.
—Buenas tardes, Harry —dijo Dumbledore.
Harry lo miró asombrado. Entonces recordó.
—¡Señor! ¡La Piedra! ¡Era Quirrell! ¡Él tiene
la Piedra! Señor, rápido...
-Ya
relájate cachorro, no tienes que estresarte tanto.
-Lo último
que recuerda es que peleaba por su vida, como no se va a sentir estresado- le rebatió
Marlene.
—Cálmate, querido muchacho, estás un poco
atrasado —dijo Dumbledore—. Quirrell no tiene la Piedra.
—¿Entonces quién la tiene? Señor, yo...
—Harry, por favor, cálmate, o la señora
Pomfrey me echará de aquí.
-Está
en la enfermería- comento Dora
-Después
de la noche que paso no me extrañaría- agregó Remus.
Harry tragó y miró alrededor. Se dio cuenta
de que debía de estar en la enfermería.
-No habías
estado en la enfermería- se extrañó James.
-No,
esa fue la primera vez que fui- acepto el chico- ¿Por qué?
-Porque
tu padre la conoció en su primera semana- le revelo Remus- había pescado un
resfriado por meterse a nadar con el calamar gigante.
-Y
desde ahí fue difícil sacarlo de la enfermería, de hecho en ocasiones llegue a
pensar que lo hacía a propósito porque le gustaba la señora Pomfrey
-¡Canuto!-
le reclamo el azabache.
-Y todo
fue peor después de segundo año, casi se volvió tradición que fuera a dormir a
la enfermería después de un partido de quidditch- agrego Lupin.
-Esa
debe ser otra cosa que heredaste de él hermano- intervino Ron.
-Hay
por Merlín- se lamentó Lily, pero aun así estaba más tranquila porque ya estaba
a salvo.
Estaba acostado en una cama, con sábanas
blancas de hilo, y cerca había una mesa, con una enorme cantidad de paquetes,
que parecían la mitad de la tienda de golosinas
—Regalos de tus amigos y admiradores —dijo
Dumbledore, radiante—. Lo que sucedió en las mazmorras entre tú y el profesor
Quirrell es completamente secreto, así que, naturalmente, todo el colegio lo
sabe. Creo que tus amigos, los señores Fred y George Weasley, son responsables
de tratar de enviarte un inodoro.
Los
bromistas del pasado se pusieron a reír por la ocurrencia de los pelirrojos.
-Está
bien, eso los reivindica un poco por como trataron al cachorro- comentó Sirius.
No dudo que pensaron que eso te divertiría.
Sin embargo, la señora Pomfrey consideró que no era muy higiénico y lo
confiscó.
-Solo
porque lo es, ¿cómo se les pudo ocurrir algo semejante?- les reclamo Molly a
sus hijos.
-Bueno
hasta cierto punto tu os inspiraste recuerdas- comenzó Fred.
-Sí,
antes de iniciar el año en la plataforma 9 ¾ - secundo George. Pero en cambio
su madre los miro con mucha más intensidad.
-Acaso
no han entendido que lo le pueden discutir a una pelirroja- dijo con extrañeza
canuto.
-O a la
mejor si saben lo peligroso que es- comenzó Fabián.
-Y lo
hacen intencionalmente para sentir la adrenalina- termino Gideon.
-Bueno
ya, podríamos continuar con la lectura- pidió Alice.
—¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí?
—Tres días. El señor Ronald Weasley y la señorita
Granger estarán muy aliviados al saber que has recuperado el conocimiento. Han
estado sumamente preocupados.
Unas
intensan miradas de agradecimiento de parte de Lily, James, Sirius y Remus se
posaron sobre los dos jóvenes, en verdad no pudieron pedir mejores amigos que
ellos.
—Pero señor, la Piedra...
-No les
resulta interesante que este más preocupado por la piedra que por haber estado inocente
tres días- comento Remus que ya había notado eso.
-Pues sí,
pero que se le puede hacer, es su complejo de héroe- comento cansinamente
Hermione que en ocasiones veía con desaprobación su actitud.
-Pero
eso lo hace ver más atractivo- lo defendió Ginny abrazando a su novio con
ternura.
—Veo que no quieres que te distraiga. Muy
bien, la Piedra. El profesor Quirrell no te la pudo quitar. Yo llegué a tiempo
para evitarlo, aunque debo decir que lo estabas haciendo muy bien.
—¿Usted llegó? ¿Recibió la lechuza que envió
Hermione?
—Nos debimos cruzar en el aire. En cuanto
llegué a Londres, me di cuenta de que el lugar en donde debía estar era el que
había dejado. Llegué justo a tiempo para quitarte a Quirrell de encima...
-Gracias
a Merlín- exclamo Lily.
—Fue usted.
—Tuve miedo de haber llegado demasiado tarde.
—Casi fue así, no habría podido aguantar
mucho más sin que me quitara la Piedra...
Nuevamente
todos pudieron ver a lo que se refería el licántropo, a pesar de todo el
sufrimiento que paso el seguía más interesado en que su enemigo no cumpliera
con su objetivo, era algo que algunos calificaría de nobleza y otros de
estupidez.
—No por la Piedra, muchacho, por ti... El
esfuerzo casi te mata. Durante un terrible momento tuve miedo de que fuera así.
En lo que se refiere a la Piedra, fue destruida.
—¿Destruida? —dijo Harry sin entender—. Pero
su amigo... Nicolás Flamel...
—¡Oh, sabes lo de Nicolás! —Dijo contento
Dumbledore—. Hiciste bien los deberes, ¿no es cierto?
-Bueno,
no eran precisamente deberes- comento Sirius.
-Pero
aun así tuvo que hacer una investigación- atajo Marlene.
-Aunque
al final la respuesta llego casi por pura suerte- agrego Frank.
-Al
final lo habrían descubierto, siendo hijo de quien es, no dejaría algo así por
la paz, y más con sus amigos apoyándolo- exclamo Remus volteando a ver a Lily y
a James.
Bien, Nicolás y yo tuvimos una pequeña charla
y estuvimos de acuerdo en que era lo mejor.
—Pero eso significa que él y su mujer van a
morir, ¿no?
—Tienen suficiente Elixir guardado para poner
sus asuntos en orden y luego, sí, van a morir.
Dumbledore sonrió ante la expresión de
desconcierto que se veía en el rostro de Harry.
—Para alguien tan joven como tú, estoy seguro
de que parecerá increíble, pero para Nicolás y Perenela será realmente como
irse a la cama, después de un día muy, muy largo. Después de todo, para una
mente bien organizada, la muerte no es más que la siguiente gran aventura.
A
muchos le impresionaron sus palabras, pero nadie entendía muy bien que era lo
que quería decir.
Sabes, la Piedra no era realmente algo tan
maravilloso. ¡Todo el dinero y la vida que uno pueda desear! Las dos cosas que
la mayor parte de los seres humanos elegirían... El problema es que los humanos
tienen el don de elegir precisamente las cosas que son peores para ellos.
-Es
otro hecho lamentable de la vida- comento Dora con cierta tristeza- en especial
cuando hay cosas más maravillosas en este mundo- agrego mientras juagaba un poco
con Teddy.
Harry yacía allí, sin saber qué decir. Dumbledore
canturreó durante un minuto y después sonrió hacia el techo.
—¿Señor? —dijo Harry—. Estuve pensando...
Señor, aunque la Piedra ya no esté, Vol... quiero decir Quién-usted-sabe...
—Llámalo Voldemort, Harry. Utiliza siempre el
nombre correcto de las cosas. El miedo a un nombre aumenta el miedo a la cosa
que se nombra.
-Y tu más
que nadie no debes tenerle miedo a ese infeliz- agrego James.
-Has
demostrado tu valía peleando contra él por la piedra- continuo Frank.
-Tu
eres mucho mejor que esa escorio- termino James con un deje de orgullo.
Todos
los que seguían en cierta medida las ideas de Voldemort (como Lucius y Regulus
en ese momento) se sintieron ofendidos pero no se atrevieron a expresar su
desacuerdo por temor a las represalias de todo el comedor, todos excepto tal
vez Severus que se comenzaba a replantear sus lealtades.
—Sí, señor. Bien, Voldemort intentará volver
de nuevo, ¿no? Quiero decir... No se ha ido, ¿verdad?
—No, Harry, no se ha ido. Está por ahí, en
algún lugar, tal vez buscando otro cuerpo para compartir... Como no está
realmente vivo, no se le puede matar. Él dejó morir a Quirrell, muestra tan
poca misericordia con sus seguidores como con sus enemigos.
-Ese es
un hecho que varios de los presentes deberían de recordar- exclamo Dumbledore
viendo especialmente a la mesa de Slytherin.
De todos modos, Harry, tú tal vez has retrasado
su regreso al poder. La próxima vez hará falta algún otro preparado para luchar
y, si lo detienen otra vez y otra vez, bueno, puede ser que nunca vuelva al
poder.
Los
chicos del futuro se inquietaron un poco, ellos vivieron el retorno de
Voldemort en su momento, pero ahora que leían eso notaron lo cerca que
estuvieron en esa ocasión, y muchos no pudieron evitar preguntarse qué hubiera
pasado si Harry no hubiera podido impedir su regreso en se momento.
Harry asintió, pero se detuvo rápidamente,
porque eso hacía que le doliera más la cabeza. Luego dijo:
—Señor, hay algunas cosas más que me gustaría
saber, si me las puede decir... cosas sobre las que quiero saber la verdad...
—La verdad —Dumbledore suspiró—. Es una cosa
terrible y hermosa, y por lo tanto debe ser tratada con gran cuidado. Sin
embargo, contestaré tus preguntas a menos que tenga una muy buena razón para no
hacerlo. Y en ese caso te pido que me perdones. Por supuesto, no voy a
mentirte.
—Bien... Voldemort dijo que sólo mató a mi
madre porque ella trató de evitar que me matara. Pero ¿por qué iba a querer
matarme a mí en primer lugar?
-¿Esa
es una buena pregunta?- exclamo James interesado por el tema.
Aquella vez, Dumbledore suspiró
profundamente.
-No se
lo dirá- exclamo Lily con seguridad.
-Pero ¿por
qué no se lo diría pelirroja?- se extrañó Sirius.
-Lee
—Vaya, la primera cosa que me preguntas y no
puedo contestarte. No hoy. No ahora. Lo sabrás, un día... Quítatelo de la
cabeza por ahora, Harry. Cuando seas mayor... ya sé que eso es odioso... bueno,
cuando estés listo, lo sabrás.
Y Harry supo que no sería bueno discutir.
-Ya lo
ves- le dijo Lily.
-Sí,
pero no es justo- exclamo el animago- pero si te lo dice cierto- pregunto a
Harry que asintió con la cabeza- y cuál es la razón.
-Está
en los libros- le respondió el chico, esa información sin lugar a dudas estaba
escita.
-Si está
bien, pero cuando sucede.
-Me
parece que en el quinto libro
-¡¿Qué?!
-Y será
como en los últimos dos o tres capítulos más o menos.
-¡¿Cómo?!-
exclamo nuevamente boletando a donde estaban los libros notando que el que
debía ser el quinto era más grueso que el tenía en las manos- hay no es justo,
no puedo esperar tanto.
-Pues
vas a tener que hacerlo- le aseguró un risueño Harry.
-¡Pero
es que no es justo!- alzo la voz mientras se ponía de pie- ¡si de cualquier
forma nos vamos a enterar qué más da que no los diga ahora!
-Paciencia
Black- le dijo Marlene.
-Pero McKinnon
es que…
-¡Paciencia
Black!- dijo en el mismo tono que el poniéndose de pie.
-Pero…
-Cállate
-Pero…
-¡Cállate!-
dijo con más firmeza a lo que solo hizo una mueca de descontento- Ahora
siéntate- le ordeno al hombre que quería reclamar pero antes de que lo hiciera
la mujer repitió la orden con más energía-¡Siéntate!- el hombre la obedeció-
muy bien, ahora dame la patita.
Le
ordeno al final extendiendo la mano, el animago la miro de mala forma mientras
que gran parte del comedor se puso a reír por la broma, nunca creyeron que el
gran Sirius Black fuera controlado con tanta facilidad.
-Y
luego dices que los domados somos nosotros- comento Remus intensificado las
risas.
El oji gris
ahora le dirigió una mirada acecina a su amigo, estaba molesto pero en lugar de
discutir con ellos decidió ignorarlos y retomar la lectura.
—¿Y por qué Quirrell no podía tocarme?
—Tu madre murió para salvarte. Si hay algo
que Voldemort no puede entender es el amor. No se dio cuenta de que un amor tan
poderoso como el de tu madre hacia ti deja marcas poderosas. No una cicatriz,
no un signo visible... Haber sido amado tan profundamente, aunque esa persona
que nos amó no esté, nos deja para siempre una protección. Eso está en tu piel.
Quirrell, lleno de odio, codicia y ambición, compartiendo su alma con
Voldemort, no podía tocarte por esa razón. Era una agonía el tocar a una
persona marcada por algo tan bueno.
Entonces Dumbledore se mostró muy interesado
en un pájaro que estaba cerca de la cortina, lo que le dio tiempo a Harry para
secarse los ojos con la sábana.
Y no
era el único, casi todas las mujeres en el gran comedor y varios jóvenes se
sintieron igual de conmovidos por la explicación, Lily simplote se levantó se
su asiento y fue a abrazar a su hijo mientras unas pocas lagrimas se deslizaban
por su mejillas.
Cuando pudo hablar de nuevo, Harry dijo:
—¿Y la capa invisible... sabe quién me la
mandó?
—Ah... Resulta que tu padre me la había
dejado y pensé que te gustaría tenerla.
—Los ojos de Dumbledore brillaron—.
Cosas útiles... Tu padre la utilizaba sobre todo para robar comida en la
cocina, cuando estaba aquí.
-Usted
lo sabe- se impresiono el azabache.
-Me he
hecho algunas conjeturas acerca de eso, pero me imagino que después de dejar el
colegio usted mismo me pudo confirmar para que utilizaba la capa- explicó el
profesor.
—Y hay algo más...
—Dispara.
—Quirrell dijo que Snape...
—El profesor Snape, Harry
—Sí, él... Quirrell dijo que me odia, porque
odiaba a mi padre. ¿Es verdad?
—Bueno, ellos se detestaban uno al otro. Como
tú y el señor Malfoy. Y entonces, tu padre hizo algo que Snape nunca pudo
perdonarle.
—¿Qué?
—Le salvó la vida.
—¿Qué?
-¿Cómo?-dieron
varios jóvenes del pasado.
-No
creen que se refiera a esa ocasión- continuo James tratando de atar cabos.
-Sí, es
lo más probable- apoyo Remus.
-Hay no
era para tanto
-Claro
que si Sirius, en esa ves te extra limitaste- le reprendió James con autentico
enojo, eran pocas la veces que veían así a ese par, por lo que debería de
tratarse de algo serio.
—Sí... —dijo Dumbledore, con aire soñador—.
Es curiosa la forma en que funciona la mente de la gente, ¿no es cierto? El
profesor Snape no podía soportar estar en deuda con tu padre... Creo que se
esforzó tanto para protegerte este año porque sentía que así estaría en paz con
él. Así podría seguir odiando la memoria de tu padre, en paz...
Harry trató de entenderlo, pero le hacía
doler la cabeza, así que lo dejó.
-Es una
cuestión de orgullo entre nosotros- comentó James- si tu estuvieras en la misma
posición serias capaz de entenderlo.
-Aun así,
cuando se le salva la vida a otra persona se crea un vínculo entre ellos, es un
hecho muy difícil de explicar.
-Entonces
por eso Ginny…
-Yo guardaría
silencio Gerogie- le interrumpió la pequeña Weasley- que si dices algo que no debes
no respondo de mi- le advirtió a lo que su hermano guardo silencio.
—Y señor, hay una cosa más...
—¿Sólo una?
—¿Cómo pude hacer que la Piedra saliera del
espejo?
-Sería
bueno saber cómo lo logro- comento Frank con interés.
—Ah, bueno, me alegro de que me preguntes
eso. Fue una de mis más brillantes ideas y, entre tú y yo, eso es decir mucho.
Sabes, sólo alguien que quisiera encontrar la Piedra, encontrarla, pero no
utilizarla, sería capaz de conseguirla. De otra forma, se verían haciendo oro o
bebiendo el Elixir de la Vida. Mi mente me sorprende hasta a mí mismo...
-Valla,
que modesto es profesor- ironizo Sirius.
-Oh,
muchas gracias joven Black, siempre he creído que es una cualidad importante- respondió
Dumbledore como si de verdad hubiera sido un cumplido.
-Ya decía
yo que debía haber algún truco engañoso, así es como actúa él- comento James.
Bueno, suficientes preguntas. Te sugiero que
comiences a comer esas golosinas. Ah, las grageas de todos los sabores. En mi
juventud tuve la mala suerte de encontrar una con gusto a vómito y, desde
entonces, me temo que dejaron de gustarme. Pero creo que no tendré problema con
esta bonita gragea, ¿no te parece?
Sonrió y se metió en la boca una gragea de
color dorado. Luego se atragantó y dijo:
—¡Ay de mí! ¡Cera del oído!
-Ciertamente
tiene mala suerte profesor- comentó Dora.
-Pero
bueno, esa es la emoción de esa grageas no- intervino Charlie- aunque es una
lástima que haya sabores más desagradables que agradables.
-Sí,
pero con el tiempo eso te puede arruinar el sentido del gusto- comentó Sirius.
-¿Es en
serio?- preguntaron los gemelos Weasley.
-Es una
teoría que él tiene, pero no se ha demostrado nada- explico Lupin.
La señora Pomfrey era una mujer buena, pero
muy estricta.
—Sólo cinco minutos —suplicó Harry
—Ni hablar.
—Usted dejó entrar al profesor Dumbledore...
—Bueno, por supuesto, es el director, es muy
diferente. Necesitas descansar.
—Estoy descansando, mire, acostado y todo lo
demás. Oh, vamos, señora Pomfrey..
—Oh, está bien —dijo—. Pero sólo cinco
minutos.
-Eso es
usar el encanto hijo- lo alabo James.
-Solo
espero que lo siga utilizando como tú- reclamo Lily, cuantas chicas no pasaron
por sus garras gracias a eso.
-Vamos
pelirroja, ya no estés enojada por eso, yo siempre te quise a ti.
-Pero
no podía desaprovechar para llevare a una chica linda a la cama.
-¡¿Estas
tratando de ayudarme o de matarme canuto?!- le reclamo con enojo a su amigo.
-Yo
solo decía…
-¡Sigue
leyendo!- le ordeno
Y dejó entrar a Ron y Hermione.
—¡Harry!
Hermione parecía lista para lanzarse en sus
brazos, pero Harry se alegró de que se contuviera, porque le dolía la cabeza.
-En serio
ustedes dos no
-¡No Sirius!-
respondieron al unísono Harry y Hermione, en verdad podía ser muy testarudo.
—Oh, Harry; estábamos seguros de que te...
Dumbledore estaba tan preocupado...
—Todo el colegio habla de ello —dijo Ron—.
¿Qué es lo que realmente pasó?
Fue una de esas raras ocasiones en que la
verdadera historia era aún más extraña y apasionante que los más extraños
rumores. Harry les contó todo: Quirrell, el espejo, la Piedra y Voldemort. Ron
y Hermione eran muy buen público, jadeaban en los momentos apropiados y, cuando
Harry les dijo lo que había debajo del turbante de Quirrell, Hermione gritó muy
fuerte.
-Pero
nunca entraste en detalle de lo que viste- le reclamo hemiono.
-No era
el momento- se justificó.
—¿Entonces la Piedra no existe? —dijo por
ultimo Ron—. ¿Flamel morirá?
—Eso es lo que yo dije, pero Dumbledore
piensa que... ¿cómo era? Ah, sí: «Para las mentes bien organizadas, la muerte
es la siguiente gran aventura».
—Siempre dije que era un chiflado —dijo Ron,
muy impresionado por lo loco que estaba su héroe.
El
joven Wesley se sonrojo ante eso, nunca pensó que el mismo Dumbledore se
enterara de lo que decía, por su parte el director no parecía estar enojado,
incluso se veía un poco complacido, en cuanto al resto del lugar no pudieron
evitar soltar unas pocas risas.
—¿Y qué os pasó a vosotros dos? —preguntó
Harry.
—Bueno, yo volví —dijo Hermione—, desperté a
Ron (tardé un rato largo) y, cuando íbamos a la lechucería para comunicarnos
con Dumbledore, lo encontramos en el vestíbulo de entrada, y él ya lo sabía,
porque nos dijo: «Harry se fue a buscarlo, ¿no?», y subió al tercer piso.
—¿Crees que él quería que lo hicieras? —dijo
Ron—. ¿Enviándote la capa de tu padre y todo eso?
-No
puede ser- exclamo Lily.
-De ser
así el director estaría en peligro mortal con la pelirroja- la mujer lo miro
mal- que es cierto.
—Bueno —estalló Hermione—. Si lo hizo... eso
es terrible... te podían haber matado.
—No, no fue así —dijo Harry con aire
pensativo—. Dumbledore es un hombre muy especial. Yo creo que quería darme una
oportunidad. Creo que él sabe, más o menos, todo lo que sucede aquí. Acepto que
debía de saber lo que íbamos a intentar y, en lugar de detenernos, nos enseñó
lo suficiente para ayudarnos. No creo que fuera por accidente que me dejó
encontrar el espejo y ver cómo funcionaba. Es casi como si él pensara que yo
tenía derecho a enfrentarme a Voldemort, si podía...
-Pero
eso pudo ser muy peligroso, no creo que Dumbledore fuera capaz de algo así-
expreso con molestia James.
-Cuando
encontró el espejo- comenzó Lily- él dijo que debía estar preparado por si lo
volvía a encontrar- les recordó a todos- yo creo que hay algo de cierto en lo
que dijo Harry.
-Pero
eso es imposible, ¿por qué dejaría que nuestro hijo corriera tal riesgo?, que
dejara que se encontrara con ese infeliz.
-Tiene
que ver con la pregunta que no respondió verdad, con la razón de porque te
busco a ti en primer lugar- indago la pelirroja veis no a su hijo.
-Se podría
decir que sí.
La
afirmación del joven no fue del agrado de nadie, en especial de su madre, si así
estaban las cosas, eso quería decir que esa no sería la última vez que se enfrentaba
a ese maldito, pero lo que la consolaba, es que a pesar de todo, su hijo estaba
vivo y frente a ella en ese momento, lo que le daba la esperanza de que todo
saliera bien.
—Bueno, sí, está bien —dijo Ron—. Escucha,
debes estar levantado para mañana, es la fiesta de fin de curso. Ya están todos
los puntos y Slytherin ganó, por supuesto. Te perdiste el último partido de quidditch.
Sin ti, nos ganó Ravenclaw, pero la comida será buena.
En aquel momento, entró la señora Pomfrey
—Ya habéis estado quince minutos, ahora
FUERA—dijo con severidad.
-Eso es
típico de ella- comentó divertido Lupin.
-Si lo sé-
lo apoyo la metamorfomaga que también había sido una visitante frecuente en la
enfermería.
Después de una buena noche de sueño, Harry se
sintió casi bien.
—Quiero ir a la fiesta —dijo a la señora
Pomfrey, mientras ella le ordenaba todas las cajas de golosinas—. Podré ir, ¿verdad?
—El profesor Dumbledore dice que tienes
permiso para ir —dijo con desdén, como si considerara que el profesor
Dumbledore no se daba cuenta de lo peligrosas que eran las fiestas—. Y tienes
otra visita.
-Después
de lo que paso, lo mejor sería que descansara- comento Andrómeda.
-Pero
no le puedes pedir que se pierda la fiesta, si va a ser la primera de su vida- atajo
Sirius- aunque sería mejor si Gryffindor no estuviera en ultimo.
—Oh, bien —dijo Harry—. ¿Quién es?
Mientras hablaba, entró Hagrid. Como siempre
que estaba dentro de un lugar, Hagrid parecía demasiado grande. Se sentó cerca
de Harry, lo miró y se puso a llorar.
—¡Todo... fue... por mi maldita culpa!
—gimió, con la cara entre las manos—. Yo le dije al malvado cómo pasar ante
Fluffy. ¡Se lo dije! ¡Podías haber muerto! ¡Todo por un huevo de dragón! ¡Nunca
volveré a beber! ¡Deberían echarme y obligarme a vivir como un muggle!
Todos
sintieron pena por el gigantón, es cierto que parte de lo ocurrido fue por su
culpa, pero no pudieron reclamarle nada en ese momento al ver lo afligido que
estaba por lo que le ocurrió.
—¡Hagrid! —dijo Harry, impresionado al ver la
pena y el remordimiento de Hagrid, y las lágrimas que mojaban su barba—.
Hagrid, lo habría descubierto igual, estamos hablando de Voldemort, lo habría
sabido igual aunque no le dijeras nada.
—¡Podrías haber muerto! —sollozó Hagrid—. ¡Y
no digas ese nombre!
—¡VOLDEMORT! —gritó Harry, y Hagrid se
impresionó tanto que dejó de llorar—. Me encontré con él y lo llamo por su
nombre. Por favor, alégrate, Hagrid, salvamos la Piedra, ya no está, no la
podrá usar. Toma una rana de chocolate, tengo muchísimas...
Los
padres del chico se sintieron complacidos, era un buen niño, mejor de lo que
hubieran podido esperar.
Hagrid se secó la nariz con el dorso de la
mano y dijo:
—Eso me hace recordar... Te he traído un
regalo.
—No será un bocadillo de comadreja, ¿verdad?
—dijo preocupado Harry, y finalmente Hagrid se rió.
-Bueno,
al menos lograste aligerar el ambiente- comentó George.
—No. Dumbledore me dio libre el día de ayer
para hacerlo. Por supuesto tendría que haberme echado... Bueno, aquí tienes...
Parecía un libro con una hermosa cubierta de
cuero. Harry lo abrió con curiosidad... Estaba lleno de fotos mágicas.
Sonriéndole y saludándolo desde cada página, estaban su madre y su padre...
—Envié lechuzas a todos los compañeros de
colegio de tus padres, pidiéndoles fotos... Sabía que tú no tenías... ¿Te
gusta?
Harry no podía hablar, pero Hagrid entendió.
Algo
similar había pasado en el gran comedor, con una llorosa Lily que le daba un fraternal
abrazo al hombre, por lo menos ahora tendría algo para que los recordara, era
un regalo invaluable.
Sirius
continuo leyendo como el chico bajo a la fiesta después de una última revisión
por parte de la seora Pomfrey, describió la decoraciones del gran comedor (lo
que fastidio a más de uno), hasta los murmullos y los estudiantes que se ponían
a mirarlo.
Por suerte, Dumbledore llegó unos momentos
después. Las conversaciones cesaron.
—¡Otro año se va! —dijo alegremente Dumbledore—.
Y voy a fastidiaros con la charla de un viejo, antes de que podáis empezar con
los deliciosos manjares. ¡Qué año hemos tenido! Esperamos que vuestras cabezas
estén un poquito más llenas que cuando llegasteis...
Sirius
leyó con cierto desgano, las puntuaciones de las cuatro casas terminando con la
de Slytherin.
Una tormenta de vivas y aplausos estalló en
la mesa de Slytherin. Harry pudo ver a Draco Malfoy golpeando la mesa con su
copa. Era una visión repugnante.
—Sí, sí, bien hecho, Slytherin —dijo Dumbledore—.
Sin embargo, los acontecimientos recientes deben ser tenidos en cuenta.
Todos se quedaron inmóviles. Las sonrisas de
los Slytherin se apagaron un poco.
-Tomen
eso pedazos de
-¡Sirius,
más respeto!- le espeto Marlene.
—Así que —dijo Dumbledore— tengo algunos
puntos de última hora para agregar. Dejadme ver. Sí... Primero, para el señor
Ronald Weasley...
Ron se puso tan colorado que parecía un
rábano con insolación.
Se
pudieron escuchar varias risas, en especial de los dos pares de gemelos.
—... por ser el mejor jugador de ajedrez que
Hogwarts haya visto en muchos años, premio a la casa Gryffindor con cincuenta
puntos.
Las hurras de Gryffindor llegaron hasta el
techo encantado, y las estrellas parecieron estremecerse. Se oyó que Percy le
decía a los otros prefectos: «Es mi hermano, ¿sabéis? ¡Mi hermano menor!
¡Consiguió pasar en el juego de ajedrez gigante de McGonagall!».
-No
será la visión que tuviste en el espejo- comenzó George..
-Pero
que nuestro entonces petulante hermano presumiera de ti ya es ventaja no- termino
Fred sonrojando un poco al aludido.
-Lo
hiciste realmente bien esa vez- le aseguro Hermione dándole un beso en la
mejilla.
Por fin se hizo el silencio otra vez.
—Segundo... a la señorita Hermione Granger...
por el uso de la fría lógica al enfrentarse con el fuego, premio a la casa
Gryffindor con cincuenta puntos.
Hermione enterró la cara entre los brazos.
Harry tuvo la casi seguridad de que estaba llorando. Los cambios en la tabla de
puntuaciones pasaban ante ellos: Gryffindor estaba cien puntos más arriba.
-¡¡Genial!!-
Grito Sirius- ya vieron par de aguafiestas, si era posible recuperar todos los
puntos.
-Sí,
pero como Marlene lo dijo, se necesitó algo verdaderamente extraordinario para lograrlo.
-Ella
tiene razón, no cualquier estudiante superaría las pruebas que los profesores
pusieron para detener a un mago tenebroso.
Entonces
todos cayeron en cuenta de que era cierto, y todos vieron cierto asombro a los
tres jóvenes, pero los profesores por su parte se sentían orgullosos de sus
estudiantes, pero más que nadie Dumbledore y McGonagall por tratarse de tres
eones de su casa.
-Si
está bien, mi sobrina y lunático tienen razón- acepto el animago- pero eso
demuestra que no soy estúpido, solo soy optimista.
-No
alardes mucho, que eso aun esta en tela de juicio- alego Marlene para diversión
de muchos- ahora sigue leyendo.
—Tercero... al señor Harry Potter...
—continuó Dumbledore. La sala estaba mortalmente silenciosa—... por todo su
temple y sobresaliente valor, premio a la casa Gryffindor con sesenta puntos.
-igual
que Slytherin- exclamo Lily.
El estrépito fue total. Los que pudieron
sumar, además de gritar y aplaudir, se dieron cuenta de que Gryffindor tenía
los mismos puntos que Slytherin, cuatrocientos setenta y dos. Si Dumbledore le
hubiera dado un punto más a Harry... Pero así no llegaban a ganar.
-¡Solo
por un mísero punto!- se exalto Sirius- empatar con ellos es lo mismo que
perder.
-¡Sirius!
-¿Qué?
es cierto.
-Sirius,
si mal no me equivoco aún hay letras en la página, así que esto aún no termina-
le recalco Harry.
Dumbledore levantó el brazo. La sala fue
recuperando la calma.
—Hay muchos tipos de valentía —dijo sonriendo
Dumbledore—. Hay que tener un gran coraje para oponerse a nuestros enemigos,
pero hace falta el mismo valor para hacerlo con los amigos. Por lo tanto,
premio con diez puntos al señor Neville Longbottom.
La
celebración no se hizo esperar, los leones y las demás casa se pusieron a
gritar y festejar la victoria, James y Sirius hacían su estúpido baile
acostumbrado mientras que los padres de Neville lo abrazaban y felicitaban
diciéndole lo orgulloso que estaban de él, cuando por fin se lograron clamar
retomaron la lectura.
Sirius
narro como los chicos del futuro festejaron, (de una forma muy parecida a la de
ellos) la derrota de Slytherin, y sobre todo la gran impresión del joven
Neville que nunca se había esperado que gracias a él ganaran la copa ese año.
—Lo que significa —gritó Dumbledore sobre la
salva de aplausos, porque Ravenclaw y Hufflepuff estaban celebrando la derrota
de Slytherin—, que hay que hacer un cambio en la decoración.
Continuo
leyendo como el profesor cambio la decoración con una palmada, como Snape se
esforzaba por facilitar a McGonagall, Marlene evito que el animago increpara un
insulto contra él, y reitero que la relación de Harry con Severus seguía
exactamente igual que el primer día, lo cual decepciono un poco a Lily.
Aquélla fue la mejor noche de la vida de
Harry, mejor que ganar un partido de quidditch, o que la Navidad, o que hacer
que se desmayara el monstruo gigante... Nunca, jamás, olvidaría aquella noche.
Harry casi no recordaba ya que tenían que
recibir los resultados de los exámenes, pero éstos llegaron. Para su gran sorpresa,
tanto él como Ron pasaron con buenas notas.
-Todo
gracias a Hermione- resalto Remus con orgullo por la que se podía considerar su
contra parte.
-Si
claro, defiende a tu hija- exclamo Sirius
-¡Que
no es mi hija perro pulgoso!
-¡Que
no tengo pulgas con un demonio!
-Entonces
déjalo de molestarlo con eso- intervino Lily- además tu solo estás enojado
porque es gracias a Remus que tú también sacas buenas notas.
-Yo también
sacaba bunas notas sin su ayuda.
-Pero
de seguro eran más bajas que cuando él te ayudaba- resalto Tonks abrazando al
hombre por los hombros.
-Tú también
sobrina- exclamo- yo mejor sigo leyendo.
Hermione, por supuesto, fue la mejor del año.
Hasta Neville pasó a duras penas, pues sus buenas notas en Herbología compensaron
los desastres en Pociones. Ellos confiaban en que suspendieran a Goyle, que era
casi tan estúpido como malo, pero él también aprobó. Era una lástima, pero como
dijo Ron, no se puede tener todo en la vida.
Muchos
comenzaron a reír por eso.
Prosiguieron
con la partida de los chicos de Hogwarts, de las notas que los prevenían de no
usar magia, que fueron de desagrado para todos los bromistas, de cómo
regresaron por el lago a la estación y del tranquilo viaje entren hasta que l
llegaron a la estación nueve y tres cuartos ella estación de King Cross.
Tardaron un poco en salir del andén. Un viejo
y enjuto guarda estaba al otro lado de la taquilla, dejándolos pasar de dos en
dos o de tres en tres, para que no llamaran la atención saliendo de golpe de
una pared sólida, pues alarmarían a los muggles.
-Sería
demasiado incluso ver a una sola persona saliendo de la pared- comentó Ted-
imagínese a un ejército de personas.
—Tenéis que venir y pasar el verano conmigo
—dijo Ron—, los dos. Os enviaré una lechuza.
—Gracias —dijo Harry—. Voy a necesitar alguna
perspectiva agradable.
Entonces
todos recordaron que tendría que regresar con los Dursley, lo que les hizo
resoplar de enojo.
La gente los empujaba mientras se movían
hacia la estación, volviendo al mundo muggle. Algunos le decían.
—¡Adiós, Harry!
—¡Nos vemos, Potter!
—Sigues siendo famoso —dijo Ron, con sonrisa
burlona.
—No allí adónde voy, eso te lo aseguro
—respondió Harry.
Él, Ron y Hermione pasaron juntos a la
estación.
-Hay no
es posible- intervino Ginny recordando ese día escondiendo su cara en el pecho
de Harry.
-¿Qué ocurre
nuerita?- le pregunto James
-De
seguro fue una de sus grandes actuaciones- se aventuró Sirius.
-¡Tu cállate
y sigue leyendo!- le dijo molesto el azabache menor.
—¡Allí está él, mamá, allí está, míralo!
Era Ginny Weasley, la hermanita de Ron, pero
no señalaba a su hermano.
—¡Harry Potter! —chilló—. ¡Mira, mamá! Puedo
ver...
Los merodeadores,
los gemelos Prewett y Wesley se pusieron a reír frente eso.
-En
serio no podríamos saltarnos esas partes-cuestiono la avergonzada pelirroja.
-No
tiene nada de malo, eras tierna.
-¡No es
cierto, era patética!, solo me faltaba desmayarme cuando estuvieras cerca.
-Ya déjala
Harry- intervino Lily- nada de lo digas la aimara, al contrario solo se sentirá
más avergonzada, solo abrázala y reconfórtala hasta que pase el trago amaro- le
aconsejo a su hijo que hizo justo eso.
—Tranquila, Ginny. Es de mala educación
señalar con el dedo.
La señora Weasley les sonrió.
—¿Un año movido? —les preguntó.
—Mucho —dijo Harry—. Muchas gracias por el
jersey y el pastel, señora Weasley
—Oh, no fue nada.
-Es más
de lo que imagina, se lo aseguro- agrego Lily viéndola con gratitud.
—¿Ya estás listo?
Era tío Vernon, todavía con el rostro
púrpura, todavía con bigotes y todavía con aire furioso ante la audacia de
Harry, llevando una lechuza en una jaula, en una estación llena de gente común.
Detrás, estaban tía Petunia y Dudley, con aire aterrorizado ante la sola
presencia de Harry
—¡Usted debe de ser de la familia de Harry!
—dijo la señora Weasley
—Por decirlo así —dijo tío Vernon—. Date
prisa, muchacho, no tenemos todo el día. —Dio la vuelta para ir hacia la
puerta.
-No es
una persona muy agradable de conocer- comentó la señora Weasley.
-Descuide,
no tuvo que verlo muy seguido- le aseguro Harry para alivio de la mujer.
Harry esperó para despedirse de Ron y
Hermione.
—Nos veremos durante el verano, entonces.
—Espero que... que tengas unas buenas
vacaciones —dijo Hermione, mirando insegura a tío Vernon, impresionada de que
alguien pudiera ser tan desagradable.
-Hasta
una niña se pudo dar cuenta con solo eso- comento Andrómeda-.
—Oh, lo serán —dijo Harry, y sus amigos
vieron, con sorpresa, la sonrisa burlona que se extendía por su cara—. Ellos no
saben que no nos permiten utilizar magia en casa. Voy a divertirme mucho este verano con Dudley.
Los
bromistas se comenzaron a reír por el cometario del azabache.
-Era obvio
pensar que algo así ocurriría- comentó Lily.
-Bien
este es el final del libro- les dijo Sirius- ya vez prima, no divague tanto
como dices.
-Y
exactamente cuántos cometarios te guardaste para que eso sucediera.
-He, no
es hora de la cena- se desentendió el hombre.
-Muy
bien- hablo el profesor Dumbledore- es un poco más tarde de lo que espera, pero
a partir de mañana podremos leer el segundo libro, por el momento todos coman y
mañana el desayuno se servirá un poco más tarde para que tengan oportunidad de
dormir plenamente.
-Bien profesor,
es por eso que lo queremos tanto- comentó Sirius.
Un
segundo después las mesas se llenaron de comida para que pudieran cenar, y después
se irían a sus camas para descasar, ese había sido un día bastante exhaustivo
Me encanto!!!!
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