viernes, 18 de julio de 2014

Capítulo 22.- La advertencia de Dobby

-Muy bien, el siguiente capítulo se llama, “La advertencia de Dobby- leyó la metamorfomaga.
-¿Dobby? ¿quién demonios es Dobby?- exclamo Sirius
-Si la dejas leer lo sabemos canuto- exclamo Remus.
Por su parte una persona si reconocía el nombre, Narcisa recordaba que hace no mucho tiempo Lucius consiguió a un par de elfos más porque los que tenía ya estaban muy viejos y no tardaban en morir, y si no se equivocaba uno de ellos se llamaba Dobby, y era, a falta de otra palabras, un poco diferente al resto de los elfos que conocía, de seguro Lucius no tenía ni idea de que era suyo, ya que él no le importaba el nombre de los elfos a no ser que los necesitara, y por el momento no lo hacía.
Harry no gritó, pero estuvo a punto. La pequeña criatura que yacía en la cama tenía unas grandes orejas, parecidas a las de un murciélago, y unos ojos verdes y saltones del tamaño de pelotas de tenis.
-Es un elfo dementico- exclamo Marlene. Narcisa estaba segura que se trataba de ese elfo, pero por qué razón estaría ahí.
En aquel mismo instante, Harry tuvo la certeza de que aquella cosa era lo que le había estado vigilando por la mañana desde el seto del jardín.
La criatura y él se quedaron mirando uno al otro, y Harry oyó la voz de Dudley proveniente del recibidor.
—¿Me permiten sus abrigos, señor y señora Mason?
-¡En verdad interpretaron su fiasco- comentó risueño Sirius.
-No creo que el dichoso empresario se lo crea- secundo James.
-Tal vez no, pero hay personas que aunque sepan que les mienten se sienten bien ser alagados por todo el mundo- exclamo Dora.
-Ese tipo de personas que solo buscan atención son patéticas- expreso Sirius con aires de grandeza.
-Haber Sirius, di haa- le pidió Marlene que se encontraba sentada a su lado.
-¿Por qué?
-Es que quiero ver si no ter mordiste la lengua- eso provoco varias risas.
-Eso es cierto canuto, esa afirmación se  escuchó un poco hipócrita viviendo de ti- apoyo Remus con una enrome sonrisa.
-Ya cierra la boca lunático- le rebatió el oji gris.
Aquel pequeño ser se levantó de la cama e hizo una reverencia tan profunda que tocó la alfombra con la punta de su larga y afilada nariz. Harry se dio cuenta de que iba vestido con lo que parecía un almohadón viejo con agujeros para sacar los brazos y las piernas.
—Esto..., hola —saludó Harry, azorado.
—Harry Potter —dijo la criatura con una voz tan aguda que Harry estaba seguro de que se había oído en el piso de abajo—, hace mucho tiempo que Dobby quería conocerle, señor... Es un gran honor...
-Incluso entre ellos es famoso- comentó Gideon.
-No solo es entre ellos, también los gnomos los conocen- afirmó Bill para sorpresa de muchos
-¿Qué?- dijeron algunos del pasado incrédulos, pues conocían un poco de esas criaturas.
-Así es, Bill y yo tgabajamos en Ggingotts, y muchos gnomos conocen a Haggy- aseguro Fleur en apoyo a su esposo.
—Gra-gracias —respondió Harry, que avanzando pegado a la pared alcanzó la silla del escritorio y se sentó. A su lado estaba Hedwig, dormida en su gran jaula. Quiso preguntarle «¿Qué es usted?», pero pensó que sonaría demasiado grosero, así que dijo:
—¿Quién es usted?
-Tan cortes como Lily- aseguro Alice con una sonrisa.
-Hey, que yo también puedo…
-No, no puedes querido- le aseguro Lily interrumpiéndolo.
-De hecho tu hubieras llegado más lejos- aseguro Remus- tu habrías preguntado algo como  “¿Qué clase de cosa rara eres?”-
-Eso no es…- lo pensó un segundo- bueno tal vez lo hubiera dicho de esa forma, pero aun así cuando quiero, puedo ser cortes- rebatió el azabache ante la incredulidad de muchos.
—Dobby, señor. Dobby a secas. Dobby, el elfo doméstico —contestó la criatura.
-Bueno, no solo le dijo quién era sino también lo que era- hablo Dora- eso ahorra tiempo.
—¿De verdad? —dijo Harry—. Bueno, no quisiera ser descortés, pero no me conviene precisamente ahora recibir en mi dormitorio a un elfo doméstico.
De la sala de estar llegaban las risitas falsas de tía Petunia. El elfo bajó la cabeza.
Todo voltearon los ojos por la actitud de esa mujer, es que en verdad daban pena ajena.
—Estoy encantado de conocerlo —se apresuró a añadir Harry—. Pero, en fin, ¿ha venido por algún motivo en especial?
—Sí, señor —contestó Dobby con franqueza—. Dobby ha venido a decirle, señor..., no es fácil, señor... Dobby se pregunta por dónde empezar...
—Siéntese —dijo Harry educadamente, señalando la cama.
-Grave error ahijado, ahora se pondrá a llorar perqué cree es un igual a ti.
-¿Y acaso no lo es Sirius Black?- le rebatió Marlene con la voz cargada de furia- ¡las criaturas como esas son tratados como escoria y son maltratadas, en verdad crees que eso es justo!
-No claro que no- aseguro con un poco de miedo- lo que quise decir es que pensaría que lo tratara como igual.
-Y así debería ser con todos- rebatió la rubia- y más te vale que cuides más las palabras que salen de tu boca Black.- concluyo su regaño.
Para consternación suya, el elfo rompió a llorar, y además, ruidosamente.
—¡Sen-sentarme! —gimió—. Nunca, nunca en mi vida...
A Harry le pareció oír que en el piso de abajo hablaban entrecortadamente.
—Lo siento —murmuró—, no quise ofenderle.
-De hecho fue todo lo contario hijo- comentó James.
—¡Ofender a Dobby! —repuso el elfo con voz disgustada—. A Dobby ningún mago le había pedido nunca que se sentara..., como si fuera un igual.
Harry, procurando hacer «¡chss!» sin dejar de parecer hospitalario, indicó a Dobby un lugar en la cama, y el elfo se sentó hipando. Parecía un muñeco grande y muy feo. Por fin consiguió reprimirse y se quedó con los ojos fijos en Harry, mirándole con devoción.
—Se ve que no ha conocido a muchos magos educados —dijo Harry, intentando animarle.
-Hay Harry, en serio no sabes nada de ellos cierto- aseguró Sirius.
-Que esperabas animal, si se criaba con muggles- exclamo Remus.
-Esas criaturas deben ser tratadas como los sirvientes que son- espeto Lucius pero fue bien escuchado.
-¡Tu cierra la boca infeliz!- le rebatió Sirius.
-¡Tú no eres nadie para hablarme de esa forma!
-¿Y que te parecen algunas maldiciones estúpido?- increpo Marlene poniéndose de pie.
-A mí me parece una gran idea, maldita escoria- espeto Hermione igual de furiosa.
Ambas estaban a favor de las criaturas cono los elfos, y se molestaron al escuchar a Malfoy hablar así. Lucius se quedó mirando a las jóvenes que lo veían con ira, sabía que arriesgaría la vida si osaba a pronunciar una sola palabra, por lo que simplemente se cruzó de brazos y desvió la vista, entre Ron y Sirius hicieron un gran esfuerzo para tranquilizar a las jóvenes para permitir que Dora continuara leyendo.
Dobby negó con la cabeza. A continuación, sin previo aviso, se levantó y se puso a darse golpes con la cabeza contra la ventana, gritando: «¡Dobby malo! ¡Dobby malo!»
—No..., ¿qué está haciendo? —Harry dio un bufido, se acercó al elfo de un salto y tiró de él hasta devolverlo a la cama. Hedwig se acababa de despertar dando un fortísimo chillido y se puso a batir las alas furiosamente contra las barras de la jaula.
Muchos jóvenes que no sabían mucho de esas criaturas se impresionaron y hasta sintieron pena por Dobby, no eran capaces de entender porque actuaba de esa forma. En cuanto el resto algunos desaprobaban esa actitud, y otros más no lo hacían.
—Dobby tenía que castigarse, señor —explicó el elfo, que se había quedado un poco bizco—. Dobby ha estado a punto de hablar mal de su familia, señor.
—¿Su familia?
—La familia de magos a la que sirve Dobby, señor. Dobby es un elfo doméstico, destinado a servir en una casa y a una familia para siempre.
-Una familia de enfermos, si tratan así a su elfo- increpo Lily incomodando un poco a Draco, en esa época el elfo era suyo.
—¿Y saben que está aquí? —preguntó Harry con curiosidad.
Dobby se estremeció.
—No, no, señor, no... Dobby tendría que castigarse muy severamente por haber venido a verle, señor. Tendría que pillarse las orejas en la puerta del horno, si llegaran a enterarse.
—Pero ¿no advertirán que se ha pillado las orejas en la puerta del horno?
—Dobby lo duda, señor. Dobby siempre se está castigando por algún motivo, señor. Lo dejan de mi cuenta, señor. A veces me recuerdan que tengo que someterme a algún castigo adicional.
-¡¿Con qué clase de escoria vive ese pobre elfo?!- expreso Marlene, mientras los chicos de futuro veían de reojo a Draco. Y Narcisa se encogía en su lugar, cuanto más se hundiría el apellido Malfoy.
-No lo sé, pero creo que le podríamos regresar el favor cuando descubramos de quien se tata- dijo con malignidad Sirius.
-Por primera vez te apoyo Black- agrego la rubia- ¿qué tienes en mente?
-Esa es la actitud McKinnon, ven te cuento que se me ocurre- le dijo y juntos se pusieron a hacer planes.
—Pero ¿por qué no los abandona? ¿Por qué no huye?
—Un elfo doméstico sólo puede ser libertado por su familia, señor. Y la familia nunca pondrá en libertad a Dobby... Dobby servirá a la familia hasta el día que muera, señor.
Harry lo miró fijamente.
—Y yo que me consideraba desgraciado por tener que pasar otras cuatro semanas aquí —dijo—. Lo que me cuenta hace que los Dursley parezcan incluso humanos. ¿Y nadie puede ayudarle? ¿Puedo hacer algo?
James y Lily estaban muy felices por su hijo, eso solo mostraba el buen chico y el buen corazón que tenía, estaban conformes por la persona que era y mentalmente se juraron no cambiar nada de ese pequeño, aunque claro, aun así le asegurarían una infancia más feliz de la había tenido. Por su parte Dumbledore también se sentía conforme con el chico, aun cuando no supiera porque, le parecía que compartiría mucho con ese joven, en especial después de lo que leyeron en el primer libro.
Casi al instante, Harry deseó no haber dicho nada. Dobby se deshizo de nuevo en gemidos de gratitud.
—Por favor —susurró Harry desesperado—, por favor, no haga ruido. Si los Dursley le oyen, si se enteran de que está usted aquí...
—Harry Potter pregunta si puede ayudar a Dobby... Dobby estaba al tanto de su grandeza, señor, pero no conocía su bondad...
Harry, consciente de que se estaba ruborizando, dijo:
Ya relájate hijo, no es malo que te alaguen.
-Pero recuerdo que él no es tan egocéntrico como tu cornamenta- comento Remus, y para desgracia de sí mismo Snape, estaba de acuerdo en que el joven Potter no era igual a su padre en ese aspecto.
-Es cierto, él es más como Lily y Remus en ese aspecto- comentó Dora.
-Otra vez sobrina- exclamo el oji gris- ¿por qué siempre que hablas de cosas buenas pones de ejemplo a Remus?- le pregunto haciendo que se sonrojara un poco, algo que le pareció curioso a todos.
-Te usaría de ejemplo a ti, sin tan solo fueras mediamente decente- le acuso el castaño.
-Jajá, muy gracioso lunático- dijo con sarcasmo.
Para evitar que volvieran a retomar el tema Nymphadora retomo la lectura.
—Sea lo que fuere lo que ha oído sobre mi grandeza, no son más que mentiras. Ni siquiera soy el primero de la clase en Hogwarts, es Hermione, ella...
Pero se detuvo enseguida, porque le dolía pensar en Hermione.
-Porque ella debe de estar en…
-¡Sirius!- le interrumpió Harry- por eso no te usan de buen ejemplo, por terco y rencoroso- le acuso Harry.-ahora deja que Tonks siga leyendo está bien- el peli-negro se enfurruño pero no dijo nada más.
—Harry Potter es humilde y modesto —dijo Dobby, respetuoso. Le resplandecían los ojos grandes y redondos—. Harry Potter no habla de su triunfo sobre El-que-no-debe-ser-nombrado.
—¿Voldemort? —preguntó Harry.
Dobby se tapó los oídos con las manos y gimió:
—¡Señor, no pronuncie ese nombre! ¡No pronuncie ese nombre!
—¡Perdón! —se apresuró a decir—. Sé de muchísima gente a la que no le gusta que se diga..., mi amigo Ron...
Se detuvo. También era doloroso pensar en Ron.
Varias miradas se posaron sobre Black esperando que siguiera reclamando.
-No, yo ya no digo nada- dijo el aludido al sentir las miradas sobre él- si me dicen que me calle me callo- dijo, Dora estaba a punto de retomar la lectura cuando- yo no soy de los que hablan cundo dicen que se callen- la joven trato de retomar la lectura cuando- además yo no…
-¡¡Ya Sirius!! deja que Dora sigua leyendo- le regaño Remus.
Dobby se inclinó hacia Harry, con los ojos tan abiertos como faros.
—Dobby ha oído —dijo con voz quebrada— que Harry Potter tuvo un segundo encuentro con el Señor Tenebroso, hace sólo unas semanas..., y que Harry Potter escapó nuevamente.
-Bueno, debes de admitir que en eso tiene razón- acepto Frank.
-Aunque no lo hizo completamente solo-agrego Alice
-No solo la parte más peligrosa la paso solo- intervino el oji gris.
-Gracias Sirius, por recordarlo- dijo con ironía Lily viéndolo de fea manera.
Harry asintió con la cabeza, y a Dobby se le llenaron los ojos de lágrimas.
—¡Ay, señor! —exclamó, frotándose la cara con una punta del sucio almohadón que llevaba puesto—. ¡Harry Potter es valiente y arrojado! ¡Ha afrontado ya muchos peligros! Pero Dobby ha venido a proteger a Harry Potter, a advertirle, aunque más tarde tenga que pillarse las orejas en la puerta del horno, de que Harry Potter no debe regresar a Hogwarts.
-¡¿Qué?!- gritaron muchos.
-¡Él no se puede quedar con esos maldito!- increpo Sirius.
-¡Su lugar está en Hogwarts, con sus amigos!- grito James desesperado.
Hubo un silencio, sólo roto por el tintineo de tenedores y cuchillos que venía del piso inferior, y el distante rumor de la voz de tío Vernon.
—¿Qué-qué? —tartamudeó Harry—. Pero si tengo que regresar; el curso empieza el 1 de septiembre. Eso es lo único que me ilusiona. Usted no sabe lo que es vivir aquí. Yo no pertenezco a esta casa, pertenezco al mundo de Hogwarts.
-Es porque así deben ser las cosas- aseguró James- ¿por qué demonios debería de quedarse con esos malditos?
—No, no, no —chilló Dobby, sacudiendo la cabeza con tanta fuerza que se daba golpes con las orejas—. Harry Potter debe estar donde no peligre su seguridad. Es demasiado importante, demasiado bueno, para que lo perdamos. Si Harry Potter vuelve a Hogwarts, estará en peligro mortal.
-¿Cómo que peligro mortal?- exclamo Lily preocupada- espera,  tiene algo que ver con la cámara secreta ¿cierto?- dijo viendo a su hijo recordando el título del libro- pero como demonios eso se relaciona contigo.
-Tranquila Lily- la trato de calmar James. Pero esa situación tampoco era de su agrado.
—¿Por qué? —preguntó Harry sorprendido.
—Hay una conspiración, Harry Potter. Una conspiración para hacer que este año sucedan las cosas más terribles en el Colegio Hogwarts de Magia —susurró Dobby, sintiendo un temblor repentino por todo el cuerpo—. Hace meses que Dobby lo sabe, señor. Harry Potter no debe exponerse al peligro: ¡es demasiado importante, señor!
Narcisa se estaba preocupando, si ese era su elfo eso quería decir que su esposo estaba involucrado, si es que no que era el autor intelectual, y eso la preocupaba demasiado.
—¿Qué cosas terribles? —preguntó inmediatamente Harry—. ¿Quién las está tramando?
Dobby hizo un extraño ruido ahogado y acto seguido se empezó a golpear la cabeza furiosamente contra la pared.
-¡Con un demonio!- grito Sirius- esa maldita lealtad obligada solo nos está fastidiando.
-Es solo una de las tantas cosas que se deben cambiar- agregó Hermione molesta, en ese momento Marlene cayó en la cuenta que esa joven del futuro tenia ideas similares a las de ella.
—¡Está bien! —gritó Harry, sujetando al elfo del brazo para detenerlo—. No puede decirlo, lo comprendo. Pero ¿por qué ha venido usted a avisarme? —Un pensamiento repentino y desagradable lo sacudió—. ¡Un momento! Esto no tiene nada que ver con Vol..., perdón, con Quien-usted-sabe, ¿verdad? Basta con que asiente o niegue con la cabeza —añadió apresuradamente, porque Dobby ya se disponía a golpearse de nuevo contra la pared.
Dobby movió lentamente la cabeza de lado a lado.
—No, no se trata de Aquel-que-no-debe-ser-nombrado, señor.
-Bueno, eso ya sería ventaja- exclamo Ted.
-Siempre que no tenga que ver ese infeliz no puede ser tan malo- continuo Frank sintiéndose ligeramente aliviado.
-Aquí ay algo mas- aseguro Lily.
-Ya tranquila pelirroja, que podría salir mal- comentó Sirius
-Bueno, recuerda que ella tuvo razón en desconfiar de Quirrel- le recordó Marlene- mejor dejemos que continúe.
Pero Dobby tenía los ojos muy abiertos y parecía que trataba de darle una pista. Harry, sin embargo, estaba completamente desorientado.
Todos se preguntaron qué era eso que le quera insinuar la pobre criatura a Harry.
—Él no tiene hermanos, ¿verdad?
Dobby negó con la cabeza, con los ojos más abiertos que nunca.
—Bueno, siendo así, no puedo imaginar quién más podría provocar que en Hogwarts sucedieran cosas terribles —dijo Harry—. Quiero decir que, además, allí está Dumbledore. ¿Sabe usted quién es Dumbledore?
Dobby hizo una inclinación con la cabeza.
—Albus Dumbledore es el mejor director que ha tenido Hogwarts.
Lucius bufo despectivamente. Trato de decir algo pero
-Si aprecias en algo tu miserable vida, ¡más te vale mantener cerrada la boca!- le advino el oji gris.
Dobby lo sabe, señor. Dobby ha oído que los poderes de Dumbledore rivalizan con los de Aquel-que-no-debe-ser-nombrado. Pero, señor —la voz de Dobby se transformó en un apresurado susurro—, hay poderes que Dumbledore no..., poderes que ningún mago honesto...
-¡Hay no!- exclamo Hermione- ahora se va a querer castigar de nuevo.
-Pero si sigue así los va a delatar, y con esa bestia de abajo le ira muy mal- aporto Bill con cierta preocupación.
Y antes de que Harry pudiera detenerlo, Dobby saltó de la cama, cogió la lámpara de la mesa de Harry y empezó a golpearse con ella en la cabeza lanzando unos alaridos que destrozaban los tímpanos.
En el piso inferior se hizo un silencio repentino. Dos segundos después, Harry, con el corazón palpitándole frenéticamente, oyó que tío Vernon se acercaba, explicando en voz alta:
—¡Dudley debe de haberse dejado otra vez el televisor encendido, el muy tunante!
-¡Maldita sea!- increpo Lily- ahora se va a enseñar con mi pobre hijo- dijo haciendo que el chico se avergonzara un poco, lo que por desgracia fue notado por las peores peores personas.
-No te sonrojes pequeño Potter- exclamo Fred.
-Sí, no puedes evitar que una madre te trate como su bebito- agrego George con sorna molestando al susodicho.
-Pero hay cosas peores, como ser castigados en público, así que mejor déjenlo tranquilo- les advirtió Molly a los gemelos.
-Hay mamá, ya somos mayores, a esta edad no puedes…- George no pudo terminar de hablar pues Molly lo había jalada de la mano hasta ponerlo sobre su regazo y comenzó a tratar de bajarles los pantalones para pegarle a pelo- ¡¡no… mamá… ya entendí… ya entendí… si puedes castigarnos…!!
-Él tiene razón mamá, por favor, no muestres sus miserias, en especial delante de Angelina- agrego Fred que sabía que había cierto interés sentimental entre ellos.
-¡¿y tú de qué lado estas he?- le reprendió a su gemelo cuando se libró de su madre y volteando a donde suponía que estaba Angelina, la chica se mantenía en su lugar un poco roja pero reprimiendo un gran risa.
-Jajá, sin duda fue un muy buen espectáculo, lo podríamos repetir con el otro...- agregaba Sirius antes de que Marlene le tapara la boca.
-Ya deja de burlarte de los demás animal- reprendió.
-¿O que me aras McKinnon?, también me nalguearas- pregunto
-Claro que no, eso para ti sería más un premio, que un castigo- dijo con aires de superioridad mientras un “huuy” colectivo se esparcía por el comedor.
—¡Rápido! ¡En el ropero! —dijo Harry, empujando a Dobby, cerrando la puerta y echándose en la cama en el preciso instante en que giraba el pomo de la puerta.
—¿Qué demonios estás haciendo? —preguntó tío Vernon rechinando los dientes, su cara espantosamente cerca de la de Harry—. Acabas de arruinar el final de mi chiste sobre el jugador japonés de golf... ¡Un ruido más, y desearás no haber nacido, mocoso!
-Ya veremos quien deseara no haber nacido infeliz- increpo James pensando en las bromas que hasta ahora tenían.
Tío Vernon salió de la habitación pisando fuerte con sus pies planos.
Harry, temblando, abrió la puerta del armario y dejó salir a Dobby.
—¿Se da cuenta de lo que es vivir aquí? —le dijo—.
-Apenas lo he notado pero, le hablas de usted- intervino una joven de Hufflepuff
-Si eso creo- agregó Harry que ni siquiera lo había notado.
¿Ve por qué debo volver a Hogwarts? Es el único lugar donde tengo..., bueno, donde creo que tengo amigos.
—¿Amigos que ni siquiera escriben a Harry Potter? —preguntó maliciosamente.
-Esperen un endemoniado segundo, ¿cómo sabe el que no ha recibido cartas?- increpo Sirius.
-¡Fue él!- razonaron Lily y James al mismo tiempo- de seguro era Dobby quien interceptaba sus cartas- continuo el azabache
-Entonces por eso mi ahijado ha estado incomunicado todo ese tiempo, en cuanto vea a ese elfo le voy a dar…
-Un par de párrafos atrás la traías contra Ron y Hermione por eso- intervino Harry- aprecio que te preocupes por mí, pero ya es hora de que madures un poco y de que aprendas a ser menos impulsivo Sirius.
-Mira quien vino a habar- ironizo Ron
-Y justo por eso lo dice, porque ya sufrió las consecuencias de su impulsividad- lo defendió Ginny.
Nadie podía discutir a ese argumento, aunque por otra parte, a varios de los presentes no les gusto lo que eso implicaba, no podían evitarse preguntar ¿cuáles habían sido esas consecuencias?
—Supongo que habrán estado... ¡Un momento! —dijo Harry, frunciendo el entrecejo—. ¿Cómo sabe usted que mis amigos no me han escrito?
Los Potter sonrieron por la perspicacia de su hijo.
Dobby cambió los pies de posición.
—Harry Potter no debe enfadarse con Dobby. Dobby pensó que era lo mejor...
—¿Ha interceptado usted mis cartas?
—Dobby las tiene aquí, señor —dijo el elfo, y escapando ágilmente del alcance de Harry, extrajo un grueso fajo de sobres del almohadón que llevaba puesto. Harry pudo distinguir la esmerada caligrafía de Hermione, los irregulares trazos de Ron, y hasta un garabato que parecía salido de la mano de Hagrid, el guardabosques de Hogwarts.
Dobby, inquieto, miró a Harry y parpadeó.
-Es un poco extraño ese elfo- comento Alice.
-Yo comprendo que quiera cuidar a Harry, pero dudo mucho que eso sean los métodos adecuados- agrego Frank.
-Y la historia apenas empieza- comentó Ron sin penar.
-¿Qué quieres decir con eso?- le pregunto su madre, ganándose la atención de todos.
-Solo sigan leyendo- se excusó el pelirrojo.
—Harry Potter no debe enfadarse... Dobby pensaba... que si Harry Potter creía que sus amigos lo habían olvidado... Harry Potter no querría volver al colegio, señor.
Harry no escuchaba. Se abalanzó sobre las cartas, pero Dobby lo esquivó.
—Harry Potter las tendrá, señor, si le da a Dobby su palabra de que no volverá a Hogwarts. ¡Señor, es un riesgo que no debe afrontar! ¡Dígame que no irá, señor!
—¡Iré! —dijo Harry enojado—. ¡Déme las cartas de mis amigos!
-¡¡No!!- grito Lily- se lo importantes que son para ti, pero si persigues te meterás en problemas- el oji verde vio a su madre pensando en cuanta razón tenía.
—Entonces, Harry Potter no le deja a Dobby otra opción —dijo apenado el elfo.
Antes de que Harry pudiera hacer algún movimiento, Dobby se había lanzado como una flecha hacia la puerta del dormitorio, la había abierto y había bajado las escaleras corriendo.
-¡Con un demonio!, eso es tanto como meterse en la guarida del monstruo, con una mier…
-¡Nymphadora!- le reprendió Andrómeda tapándole los ojos a Teddy- ¿qué clase de lenguaje es ese?
-Lo siento mamá- se disculpó la peli rosa
Con la boca seca y el corazón en un puño, Harry salió detrás de él, intentando no hacer ruido. Saltó los últimos seis escalones, cayó como un gato sobre la alfombra del recibidor y buscó a Dobby.
-¿Y no te escucharon?- pegunto Gideon.
-Con lo escuálido que dicen que era en ese entonces, de seguro no- aseguro Fabián con una sonrisa.
Del comedor venía la voz de tío Vernon que decía:
—... señor Mason, cuéntele a Petunia aquella divertida anécdota de los fontaneros americanos, se muere de ganas de oírla...
Algunos reprimieron algunas risas al escuchar lo que decía, de seguro la jirafa estaría “emocionadísima” por oír esa supuestamente divertida historia.
Harry cruzó el vestíbulo, y al llegar a la cocina, sintió que se le venía el mundo encima.
El pudín magistral de tía Petunia, el montículo de nata y violetas de azúcar, flotaba cerca del techo. Dobby estaba en cuclillas sobre el armario que había en un rincón.
Todos se tensaron, si Dobby tiraba esa cosa Harry se podía despedir de la luz del día por una gran cantidad de tiempo.
—No —rogó Harry con voz ronca—. Se lo ruego..., me matarán.. .
—Harry Potter debe prometer que no irá al colegio.
—Dobby..., por favor...
—Dígalo, señor...
—¡No puedo!
—Entonces Dobby tendrá que hacerlo, señor, por el bien de Harry Potter.
El pudín cayó al suelo con un estrépito capaz de provocar un infarto. El plato se hizo añicos y la nata salpicó ventanas y paredes. Dando un chasquido como el de un látigo, Dobby desapareció.
-¡Y una mierda!
-¡¡Sirius!!- les gritaron Lily Marlene Andrómeda y McGonagall principalmente- modere su leguaje señor Black- continuo minerva con firmeza.
-Es que ese condenado elfo ya le acarreo proveas- se justificó.
-Aun así debes mesurar tu leguaje- agregó Marlene tocándole el hombro.
Del comedor llegaron unos alaridos y tío Vernon entró de sopetón en la cocina y halló a Harry paralizado por el susto y cubierto de la cabeza a los pies con los restos del pudín de tía Petunia.
Al principio le pareció que tío Vernon aún podría disimular el desastre («nuestro sobrino, ya ven..., está muy mal..., se altera al ver a desconocidos, así que lo tenemos en el piso de arriba...»). Llevó a los impresionados Mason de nuevo al comedor, prometió a Harry que, en cuanto se fueran, lo desollaría vivo, y le puso una fregona en las manos. Tía Petunia sacó helado del congelador y Harry, todavía temblando, se puso a fregar la cocina.
-Estúpidos- exclamaron muchos.
-limpia su imagen ensuciando la de un niño, es despreciable- increpo Remus.
-Esto no está bien- agrego con preocupación Dora, ella deseaba trabajar en el ministerio como auror, y en una de sus visitas a dicho lugar se había enterado de algo que le traería más problemas.
Tío Vernon podría haberlo solucionado de esta manera, si no hubiera sido por la lechuza.
En el preciso instante en que tía Petunia estaba ofreciendo a sus invitados unos bombones de menta, una lechuza penetró por la ventana del comedor, dejó caer una carta sobre la cabeza de la señora Mason y volvió a salir. La señora Mason gritó como una histérica y huyó de la casa exclamando algo sobre los locos. El señor Mason se quedó sólo lo suficiente para explicarles a los Dursley que su mujer tenía pánico a los pájaros de cualquier tipo y tamaño, y para preguntarles si aquélla era su forma de gastar bromas.
-Pues se merece que su maldito negocio se haya arruinado- increpo Sirius con malignidad.
-Pero por eso se ensañara contra Harry- dijo Lily con preocupación.
-¡¿Pero qué demonios ocurrió con esa lechuza?!- exclamo Gideon.
-¡Bonito momento para que le llegara correspondencia!-agrego Fabián.
-No es simple correspondencia- dijo Tonks ganándose varias miradas extrañadas.
-¿Qué quieres decir con eso sobrina?- le pregunto.
-Solo déjame leer Sirius, y lo sabrás- se excusó para aventajar en la lectura.
Harry estaba en la cocina, agarrado a la fregona para no caerse, cuando tío Vernon avanzó hacia él con un destello demoníaco en sus ojos diminutos.
—¡Léela! —dijo hecho una furia y blandiendo la carta que había dejado la lechuza—. ¡Vamos, léela!
Harry la cogió. No se trataba de ninguna felicitación por su cumpleaños.
Dora leyó el contenido de la carta del ministerio de magia, de la restricción del uso de magia y de que si volvía reincidir podría ser expulsado del colegio, cuanto termino de leer esa parte una gran cantidad de jóvenes se pusieron a reclamar e increpar en contra del ministerio.
-¡Pero es que no fue Harry, fue ese elfo el que realizo el hechizo!- exclamo por sobre todos Sirius.
-¡Esa es una injusticia!, ¿qué no se dan cuenta que no el no hizo nada?- secundo James igual de molesto.
-No, no se dieron cuenta- intervino Harry- el hechizo detector solo registra la magia alrededor de un menor de edad, pero no de quien la conjura.
-¡¿Qué?!- gritaron una gran cantidad de estudiantes, especialmente los que se hacían llamar bromistas.
-Pues es justo lo que dije-exclamo el azabache- el mismo Dumbledore me lo explico hace tiempo.- el anciano director asintió en conformidad a los estudiantes que voltearon a verlo.
-¡Entonces yo pude de usar magia en cualquier momento, siempre y cuando mis padres no lo supieran!- exclamo Ginny.
-¡No solo eras tú hermanita!- agrego Fred.
-¡Cualquier menor de edad que viviera con magos podrían haber hecho magia!-continuo George
-¡¡Eso es una injusticia!!- dijeron al unísono los gemelos Weasley, los Prewett y los merodeadores.
 -¿Tú lo sabias sobrina?- indago Sirius.
-Sí, lo escuche una vez que fui al ministerio  cuando quería averiguar acerca de cómo integrarme al cuerpo de aurores.
-Muy bien chiquilla- aseguro Alastor- en las misiones es fundamental estar atento a todo lo que pasa a tu alrededor.
-En otras palabras, ser un chismoso- agregó Sirius
-No molestes canuto- aseguro Remus- me permito recordarte que tu también estudias para auror, y hasta el momento Dora esta mejor parada que tú con Alastor.
-En otras palabras, cierra la boca tío- le acuso la peli rosa antes de regresar a la lectura.
Harry levantó la vista de la carta y tragó saliva.
—No nos habías dicho que no se te permitía hacer magia fuera del colegio —dijo tío Vernon, con una chispa de rabia en los ojos—. Olvidaste mencionarlo... Un grave descuido, me atrevería a decir...
-No fue por error, fue una táctica de supervivencia- exclamo el azabache menor con una sonrisa.
-Yo no le veo la gracia Harry- le acuso Ginny muy seria.
-Yo concuerdo con ella hijo- la apoyo Lily- te ira muy mal con esa bestia que tienes por tío.
-Bueno Ginny, ya te ganaste a tu suegra con eso- comento Fred
-Y ya te habías ganado al suegro con lo del quidditch- concluyo George.
-Y Harry ya se ganó a sus suegros hace mucho tiempo- término Ron continuando con la broma.
-En ese caso ya podre dormir y hacer lo que quiera con Harry, tooodas las noches- sentencio la pelirroja borrando las sonrisas de sus rostros.
-Y nosotras lo aprobamos- agregaron Lily y Molly al mismo tiempo solo para molestar  a los pelirrojos.
Se echaba por momentos encima de Harry como un gran buldog, enseñando los dientes.
—Bueno, muchacho, ¿sabes qué te digo? Te voy a encerrar... Nunca regresarás a ese colegio... Nunca... Y si utilizas la magia para escaparte, ¡te expulsarán!
Y, riéndose como un loco, lo arrastró escaleras arriba.
El momento de las bromas graciosas habían terminado, y llego el momento de las bromas para la venganza, ese maldito nunca sabrá no que lo golpeo.
Tío Vernon fue tan duro con Harry como había prometido. A la mañana siguiente, mandó poner una reja en la ventana de su dormitorio e hizo una gatera en la puerta para pasarle tres veces al día una mísera cantidad de comida. Sólo lo dejaban salir por la mañana y por la noche para ir al baño. Aparte de eso, permanecía encerrado en su habitación las veinticuatro horas del día.
Una gran cantidad de gritos, mariones y hasta una silla rota, eso era simplemente inhumano, ni siquiera las bestias se comportarían así, varios de ellos sentían ganas de hechizar algo, de salir de ahí y buscar a esos mal nacidos cuanto antes, un impulso que incluso algunos profesores llegaron a sentir.
De entre todos, los más furioso eran los merodeadores y amigos del chico, que no veían la hora de estar frente a eso infelices, con gran rabia trataban de expresar todo lo sentían en el pergamino que estaba al límite de sus resistencia con cada trazo que daban, el documento ya excedía los tres metros y no había señales que dejara de crecer pronto.
-¡¡Esa maldita porquería!!- increpo Lily sin poderse contener- juro que eso malditos pagaran con sangre lo que han hacho- ciertamente la forma en la que halo podrían helarse la sangre a cualquiera.
Al cabo de tres días, no había indicios de que los Dursley se hubieran apiadado de él, y Harry no encontraba la manera de escapar de su situación. Pasaba el tiempo tumbado en la cama, viendo ponerse el sol tras la reja de la ventana y preguntándose entristecido qué sería de él.
Un fuerte golpe proveniente de la mesa verde plata atrajo la atención de todos, cuando voltearon sus cabezas se reprendieron de ver a Severus Snape con el puño fuertemente apretado y con ora irradiando de sus ojos.
-¡¡Esos malditos e inmundos muggles!! como se atreven a hacerle algo semejante a un niño, ¡juro que eso infelices lo pagaran!- dijo con malignidad, recordando el sufrimiento que el mismo había sentido en su momento.
-Te das cuenta que estas hablando del hijo de James- resalto Sirius sin salir de la impresión.
-Sin importar que sea un arrogante infractor como su padre, nadie merece ser tratado como él- aseguro con frialdad ganándose una mirada algo tierna de parte de Lily.
-Admiro eso de ti Snape- hablo James- pero te equivocas en una cosa, es a nosotros a quienes nos corresponde hacer escarmentar a esos malditos primero, ya cuando terminemos les podrás hacer lo quieras- aseguro el azabache con media sonrisa. Esa era una situación un tanto rara, pero era cierto que en ocasiones era cierto eso que dicen que “el enemigo de mi enemigo, es mi amigo”.
¿De qué le serviría utilizar sus poderes mágicos para escapar de la habitación, si luego lo expulsaban de Hogwarts por hacerlo? Por otro lado, la vida en Privet Drive nunca había sido tan penosa. Ahora que los Dursley sabían que no se iban a despertar por la mañana convertidos en murciélagos, había perdido su única defensa. Tal vez Dobby lo había salvado de los horribles sucesos que tendrían lugar en Hogwarts, pero tal como estaban las cosas lo más probable era que muriese de inanición
Nadie sabía decir que destino sería peor, y más porque no tenían ni idea de cuales eran esas cosas terribles que supuestamente pasarían en el colegio.
Tonks narro como petunia la pasaba una insípida y gélida sopa que daba al chico casi en inanición y de como él le daba un poco a la lechuza que también estaba cautiva, a pesar de su creciente ira, los Potter sintieron algo de orgullo por hijo, al tener en cuenta a su mascota, después de todo, era lo único que tenía en ese momento.
—No debes despreciarlo, es todo lo que tenemos —dijo Harry con tristeza.
Volvió a dejar el cuenco vacío en el suelo, junto a la gatera, y se echó otra vez en la cama, casi con más hambre que la que tenía antes de tomarse la sopa.
Ron bajo la cabeza apenado, sin poderlo evitar recordó su travesía en busca de los horrocrux, y de lo pesado que se volvía cuando tenía hambre, sin duda lo que había pasado él no se comparaba en nada a lo que su amigo había vivido ese año.
Suponiendo que siguiera vivo cuatro semanas más tarde, ¿qué sucedería si no se presentaba en Hogwarts? ¿Enviarían a alguien a averiguar por qué no había vuelto? ¿Podrían conseguir que los Dursley lo dejaran ir?
-Si no lo permitieran, nosotros los obligaríamos- espeto la profesora McGonagall con una evidente mueca de enojo- yo en persona me aseguraría que sintieran el infierno por el que lo hicieron pasar.
Todos miraron con asombro a la ecuánime profesora McGonagall, nadie de los presentes la había visto desea forma, por su parte los merodeadores Lily, los Weasley e trio, y todos ellos la vieron con gratitud y ternura, pese a todos sus castigos ella siempre fue si profesores preferida.
La habitación estaba cada vez más oscura. Exhausto, con las tripas rugiéndole y el cerebro dando vueltas a aquellas preguntas sin respuesta, Harry concilió un sueño agitado.
Soñó que lo exhibían en un zoo, dentro de una jaula con un letrero que decía «Mago menor de edad». Por entre los barrotes, la gente lo miraba con ojos asombrados mientras él yacía, débil y hambriento, sobre un jergón. Entre la multitud veía el rostro de Dobby y le pedía ayuda a voces, pero Dobby se excusaba diciendo: «Harry Potter está seguro en este lugar, señor», y desaparecía. Luego llegaban los Dursley, y Dudley repiqueteaba los barrotes de la jaula, riéndose de él.
A los gemelos Weasley se les había ocurrido un gran broma en ese momento, en actuar como presentadores y fingir que patrocinaban un espectáculo con el niño enjaulado, sabían que Harry lo tomaría por la parte humorística, pero no estaban seguro de que los demás aceptaran ese sentido del humor tan turbio, así que decidieron guardar silencio, además que suponían que era lo que pasaría en unos segundos.
— ¡Para! —dijo Harry, sintiendo el golpeteo en su dolorida cabeza—. Déjame en paz... Basta ya..., estoy intentando dormir...
Abrió los ojos. La luz de la luna brillaba por entre los barrotes de la ventana. Y alguien, con los ojos muy abiertos, lo miraba tras la reja: alguien con la cara llena de pecas, el pelo cobrizo y la nariz larga.
Ron Weasley estaba afuera en la ventana.
-¡¿Qué?!- dieron varios- ¿cómo que Ron estaba afuera de tu ventana, si estas en un segundo piso?- pregunto James.
-Eso que importa cornamenta, lo importante es que ya llego la hora de su rescate.
-No tuvieron problemas por eso verdad- indago Lily con preocupación, aunque debía admitir que se sentía más tranquila porque ron estuviera ahí.
-No, nada de gravedad- aseguro el azabache.
-Dilo por ti- intervino Ron viéndolo mal.
-Sí, para ti no fue mucho problema- exclamo Fred
-Ya que mamá no te castigo en esa ocasión-agrego George.
-Eras como el príncipe de la casa- continuo Fred
-Así como Ginny era la princesa- termino por lo bajo George para que solo ellos escucharan.
-Entonces era igual que Remus con mamá Dorea- atajo Sirius- para el simpe era “ternurita” y “sé que no es tu culpa” y para nosotros siempre era “a su cuarto”.
-En ocasiones llegue a pensar que lo quería más a él que a mi- confeso James.
-Entiendan chicos, para que pudiéramos hacer nuestras cosas las personas debían creer que yo era el serio y centrado del grupo- expreso Lupin
-Eso no es cierto lunático, solo lo hacías para recibir menos castigos que nosotros- rebatió Sirius.
-Si es cierto- lo apoyo James.
-Y aun dudan que él era el inteligente del gripo- intervino Dora

 -Touche- dieron el par de animagos después de pensarlo un poco, sin duda el bribón de su amigo era más listo de lo que creían.

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